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Martha Hildebrandt

El habla culta
PRESENTACIÓN
DE LA TERCERA EDICIÓN

El habla culta
© Martha Hildebrandt, 2012

Diseño de interior y de cubierta: Daniel Torres En este volumen se reúnen ciento cincuenta y un artícu-
Cuidado de edición: Paola Arana V. los publicados en dos diarios limeños, entre 1996 y 1999,
bajo el epígrafe “Dice Martha Hildebrandt”. Del 27 de
© 2011, Editorial Planeta Perú S. A.
Av. Santa Cruz 244, San Isidro, Lima, Perú.
noviembre de 1995 al 12 de noviembre de 1998, en la
www.editorialplaneta.com.pe página de opinión del diario oficial El Peruano. Del 12 de
febrero al 8 de octubre de 1999, en la página editorial del
diario El Sol.
ISBN: 0000000000-0
Registro de Proyecto Editorial: 00000000000
Para esta edición, los textos de todos los artículos han
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-0000 sido revisados, y puestos al día según la edición del año
2001 del Diccionario de la Real Academia Española. En al-
gunos casos, los textos mismos han sido actualizados; en
Primera edición (Perú): marzo 2012
Tiraje: 0.000 ejemplares otros, se han añadido citas de obras publicadas después de
Impresión: Metrocolor S. A. la aparición de la primera edición (año 2000). Unos pocos
Impreso en Perú – Printed in Peru artículos han sido considerablemente ampliados.
Los términos y giros estudiados pertenecen al nivel
del habla culta —o de lo que debiera serlo— en el español
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación actual de ambos continentes.
a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier Un primer grupo incluye neologismos todavía no
medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros
aceptados por la Real Academia Española, y se extiende
métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los
derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad inte- hasta abarcar aquellos registrados solo en la edición de
lectual (arts 270 y siguientes del Código Penal). 2001 del Diccionario oficial. Incluye, asimismo, algunos tér-
minos a que se refieren las “Enmiendas y adiciones” —más
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación
de seis mil— aprobadas por la Real Academia Española
ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrpor
Espasa Libros, S. L. U. entre 1992 y 1998, pero no registrados en la edición de
Avda. Diagonal, 662-664 2001 del DRAE.
08034 Barcelona

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Un segundo grupo comprende aquellas palabras y del español general o lengua general. El corpus o material
expresiones que, por ser obviamente incorrectas, son in- lingüístico —en su mayor parte léxico, aunque abarca al-
aceptables en el nivel del habla culta de América y España. gunos temas de morfosintaxis— se estudia, por lo tanto,
El tercer grupo abarca, por último, algunos términos con un criterio contrastivo o diferencial respecto del es-
que, aunque no forman parte del español general, son de uso pañol general.
defendible en el ámbito circunscrito al habla culta familiar La segunda instancia corresponde a la norma america-
peruana, teniendo siempre en cuenta que la lengua general na, es decir, a la norma lingüística de aplicación específica
encarna el principio irrenunciable de la unidad del idioma. para el español de América. En efecto, aunque la América
hispana acata las normas básicas del español general, no
Español general y habla local renuncia a considerar como rasgos correctos del español
El español general —por antonomasia, la lengua general de América el seseo, el desuso del pronombre vosotros y la
en el mundo hispánico— es el denominador común de conservación de la distinción entre lo y le. El seseo es la
todas las hablas locales de España y América. El español pronunciación de la c y de la z como s: ningún hispanoa-
general es una abstracción o una entelequia y, por lo mericano tiene hoy que hacer el esfuerzo de pronunciar
tanto, no se habla concretamente en ningún país, región la consonante interdental para ser tenido como persona
o ciudad: toda habla concreta, sea la de Madrid o la de culta en la Península. El olvido del pronombre vosotros (y
Lima, la de Segovia o la de Piura, es —por definición— de las correspondientes formas pronominales os y vuestro)
un habla local. está igualmente reconocido como rasgo culto del español
Siendo modelo y patrimonio de una gran comunidad de América. Y el loísmo —es decir, la conservación de la
lingüística, el español general es garantía de comunicación distinción entre lo y le como formas pronominales de acu-
fluida entre más de quinientos millones de hablantes. sativo y de dativo de la tercera persona masculina singular,
respectivamente— es otro rasgo distintivo del habla culta
Habla culta y criterio de corrección americana (y también lo etimológico, lo tradicional, lo co-
rrecto y lo académico).
Casi todos los términos y locuciones aquí tratados son, de La tercera instancia es la de la norma nacional, que en
un modo u otro, marginales desde el punto de vista del la América hispana generalmente coincide con el habla cul-
español general. Pero todos están documentados en el ni- ta de la capital de cada país. Son motivos históricos, políti-
vel del habla culta: es decir, en el lenguaje, oral o escrito, cos o sociales, antes que lingüísticos, los que casi siempre
de quienes han tenido acceso a la educación superior. respaldan esa preeminencia. En el caso del Perú, la norma
En el estudio del presente material se ha aplicado lingüística nacional coincide con la del habla culta limeña,
un moderno criterio de corrección con tres instancias de sin que ello implique una superioridad intrínseca del habla
ámbito decreciente: de Lima sobre la de cualquier otra ciudad o región del Perú.
La primera instancia implica la comparación de Volviendo a la primera instancia del criterio de co-
cada uso lingüístico peruano con aquellos, pertinentes, rrección aquí aplicado, debe dejarse en claro que español

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general no es sinónimo de español peninsular. En efecto, en anduviera o digan querramos y no queramos y
el habla de Madrid o de cualquier otro lugar de España se habemos por hemos; creen derivaciones ociosas
constatan, a cada paso, usos lingüísticos coincidentes con como aperturar para algunos usos de abrir o re-
los que aquí se dan como divergentes del español general. cepcionar para algunos de recibir; o prefieran
En un generoso artículo titulado “De aquí a Lima”, ovni con sigla castellana, pero en cambio deri-
Gregorio Salvador, fino filólogo y antes Vicepresidente de ven ufología desde la anglosajona.
la Real Academia Española, encuentra que más de la mitad ¿Y qué decir de galicismos aún problemáticos,
de los términos tratados en este libro —algunos de los cua- como impase, debacle o beige, o de anglicismos se-
les tuvo él ocasión de revisar— coinciden con otros tantos mánticos ya tan usuales como los de nominar o
usos peninsulares. Saca de ello una optimista conclusión: versátil?”.
la de que, en nuestro común idioma:
Y concluye afirmando que el español, por ser una lengua tan
“no solo comulgamos en la norma, por todos homogénea y cohesionada, nos da la seguridad de un futuro
aceptada, sino que, cuando se producen trans- unitario para sus muchos hablantes en todo el orbe hispánico
gresiones de usos establecidos, se suelen adver- (en el ABC de Madrid, edición del 14 de febrero del 2000).
tir al mismo tiempo en los cuatro puntos cardi-
nales del ámbito idiomático; o sea, que por lo
general coincidimos también en el error”.
Lengua popular y lengua culta
Este libro no trata de los usos de la lengua popular, que re-
Gregorio Salvador enumera concretos ejemplos de esas presenta la libertad absoluta en materia de lenguaje y nutre
coincidencias en el error comprobadas a ambos lados del permanentemente el estrato de la lengua culta, a través del
Atlántico: habla familiar o coloquial. La lengua popular, crisol nunca
enfriado del lenguaje, no está sujeta a normas de ningún
“Alegrémonos, pues, de que también en el tipo y es siempre legítima, por espontánea y por vital.
Perú, como en España, haya muchos que ye- El objeto de estudio de este libro es la lengua culta, la
rren llamando apóstrofe al apóstrofo, especies a lengua del libro y la del periódico; la de la radio y la televi-
las especias o traspiés al traspié; usen, en revolti- sión; la de la cátedra, el debate parlamentario y la conferen-
jo semántico, escuchar por oír, adolecer por care- cia, pero también la de la intimidad entre personas cultas.
cer, vergonzante por vergonzoso o dintel por um- La lengua culta está generalmente supeditada al principio
bral; duden del género conveniente a antípodas de la unidad lingüística hispánica; unidad en la diversidad
o a maratón y no acaben de enterarse del que le con un denominador, por cierto, común: el español general.
corresponde a motriz; acentúen élite; conserven, La lengua culta está, por otra parte, entre dos antité-
aunque igualmente estigmatizado de vulgar, el ticos peligros: la pobreza y la incorrección, en un extremo,
viejo y rústico haiga, o conjuguen andara por y la afectación y la pedantería, en el otro. Entre esos dos

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escollos debe navegar el barco de la expresión culta hacia Supresión del aparato erudito
su meta, que es la comunicación eficiente, manteniendo Recordando con afecto y agradecimiento a mi maestro
el rumbo que marcan los instrumentos para lograr ese fin: Ángel Rosenblat, presento aquí estas buenas y malas pa-
claridad, precisión, concisión y corrección en el uso del lenguaje. labras del habla de Lima y de otros lugares del mundo
hispánico.
Corpus Por su finalidad esencial —la divulgación del uso co-
Dos fuentes directas e importantes del material aquí estu- rrecto del lenguaje en algunos diarios limeños— fue nece-
diado han sido el lenguaje del Parlamento peruano y el de sario, como en el caso de las palabras estudiadas por Ro-
los medios de comunicación de Lima. senblat, “aligerarlas de todo aparato erudito”. Eso quiere
El lenguaje parlamentario oral abarca el del debate decir que se han evitado las notas al pie de página y que
(que, a su vez, incluye la oratoria, hoy en franco proce- las referencias bibliográficas se dan, sucintamente, al fin
so de extinción), el del discurso de tipo académico (cada de cada texto citado. Las referencias completas están en
vez menos frecuente en el Congreso) y el de la espontánea la bibliografía (que se reduce, por otra parte, a la estricta
—y generalmente corta— intervención o acotación oral mención de las obras y publicaciones citadas).
durante las sesiones plenarias y los diversos tipos de Co- Con un propósito esencialmente didáctico, las pala-
misiones dictaminadoras, investigadoras, etc. El lenguaje bras o frases estudiadas —y todas las que no pertenecen
parlamentario escrito es el de los dictámenes, resoluciones, a la lengua general— aparecen en cursiva en los textos
acuerdos, mociones y proyectos de ley (este muy cercano al citados. Cuando dichos términos están ya resaltados (en
lenguaje jurídico), además del lenguaje propiamente ad- cursiva o en negrita) en el texto original, se advierte sobre
ministrativo de los oficios, memorandos, informes, actas, ese hecho entre corchetes.
cartas y otros documentos.
El lenguaje de los modernos medios de comunicación
de masas abarca, a su vez, el de los medios audiovisuales Martha Hildebrandt
—radio, televisión, Internet— y el de la prensa escrita tradi-
cional. Entre los primeros, es sin duda el más importante la
televisión, porque ella tiene, además de su propia función,
la de ser un eficiente vehículo para la difusión de la imagen
personal del parlamentario, que abarca su lenguaje oral.
Casi todos los usos estudiados aquí se documentan,
además, en textos literarios de autores peruanos, america-
nos y peninsulares.
En cuanto a la autonomía de los artículos, ella se
ha conservado (por ello pueden notarse reiteraciones en
cuanto a juicios sobre obras y autores).

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Abreviaturas y signos

cfr. (lat. cónfer) significa ‘compárese, confrón-


tese’
cit. equivale a ‘citado por’
ed. edición
etc., & etcétera
f. sustantivo femenino
íd. (latín idem) el mismo, la misma
íd. íd. los mismos, las mismas
i. e. (latín id est) es decir
m. sustantivo masculino
núm., núms. número(s)
ob. cit. obra citada
pág., págs. página(s)
s./f. sin fecha [de edición]
[sic] (‘así’ en latín); indica que ese modo —y no
por error o errata— aparece en el texto
sing. singular

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ss. y siguientes [páginas, años]
s. v. (lat. sub voce) bajo el título o palabra;
en el artículo o entrada
t. también
vol., vols. volumen, volúmenes
“ ” (comillas dobles) enmarcan un texto
citado
ACREENCIA
‘ ’ (comillas simples) incluyen el significado
de una palabra o locución, o enmarcan En el habla culta del Perú y en otros países de Hispa-
un texto citado dentro de otro también noamérica (Colombia, Venezuela, la República Domini-
citado cana) acreencia es un antónimo de deuda, pues se llama
[ ] (corchetes) enmarcan un texto ajeno a
así el ‘crédito que el acreedor tiene en su favor’. Acreedor
aquel dentro del cual aparecen
es, a su vez, un derivado del verbo acreer, que está docu-
mentado desde el siglo XIII en castellano.
/ / (barras) encierran transcripción fonológica Hasta su edición de 1956, el Diccionario de la Real
[…] indican que parte del texto citado ha sido Academia Española no registraba acreencia. Incluye el
suprimido término solo a partir de su edición de 1970, como ame-
ricanismo derivado del verbo acreer. Pero ya la primera
* (asterisco) precediendo a una palabra in-
edición del Diccionario de la Academia —el gran Diccio-
dica que se trata de una forma hipotética
nario de Autoridades— consignaba, en 1726, el verbo
(es decir, no documentada) o de una for-
acreer como “voz anticuada”. Es, por eso, improbable que
ma errónea
acreencia —documentado solo desde principios del siglo
= ‘igual, equivale a’ XIX— se derive de un verbo olvidado un siglo antes.
Es muy probable, en cambio, que acreencia se haya
tomado del francés créance, con influencia de acreedor en
cuanto a la presencia de la a- inicial. Créance se docu-
menta en francés desde el siglo XII, con el sentido de
‘derecho por el cual alguien puede exigir algo, especial-
mente dinero, de otra persona’.
Los siglos XVIII y XIX fueron épocas de gran in-
fluencia francesa en España y en el resto de Europa. Y
los hispanoamericanos cultos, quienes leían en francés

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las obras que los ponían en contacto con el saber euro-
peo, iban a veces más lejos que los propios peninsulares
en la adopción de galicismos. La Revolución Francesa
fue el modelo de la naciente insurrección americana.
Conseguida la independencia política, Francia siguió
siendo un modelo para la organización de las nuevas
naciones.
Bolívar, quien hablaba un francés fluido y lo escribía
correctamente, usa el término acreencia (lo hacen también ACRÓNIMO
algunos de sus contemporáneos sudamericanos). Desde
Bogotá, en octubre de 1827, escribe el Libertador: Del bajo latín sigla, sustantivo plural que significaba ‘ci-
fras, abreviaturas’, se tomó sigla ‘letra inicial usada como
“...en esta capital no ha sido posible pagar a estos señores di- abreviatura de una palabra’. Por ejemplo S. M. son si-
putados el todo de sus dietas y viáticos, a causa de la pobreza glas de Su Majestad.
en que yo he encontrado este Tesoro, por lo cual hemos de- Sigla es palabra documentada en español desde
terminado que reciban en sus respectivos departamentos el fines del siglo XVIII. El término se aplica también a la
alcance de su acreencia”. (Cartas del Libertador, XII, págs. 329- sucesión de letras, cada una inicial de una palabra, que
330; cfr. t. M. Hildebrandt, Léxico de Bolívar, págs. 276-277). —según las posibilidades— se deletrean o se silabean.
Se deletrea, por ejemplo, FMI, sigla del Fondo Mo-
Es prueba —entre otras muchas— de la vigencia de este netario Internacional o INC, por Instituto Nacional de Cul-
término en el español del Perú la edición del diario li- tura, pues el orden de las vocales y consonantes no es
meño Gestión correspondiente al 20 de mayo de 1999, propicio para la formación de sílabas según los patrones
en cuya primera plana se lee este titular: silábicos del español.
Pero, cuando no existe un obstáculo fonético, las siglas
“Estado tendrá última prioridad en recuperar deudas tribu- se silabean y se pronuncian como palabras normales de la
tarias. Proyecto del Ejecutivo remitido al Congreso ratifica lengua. Así sucede con ONU por Organización de Naciones
que no se capitalizarán ni condonarán estas acreencias”. Unidas u OVNI por Objeto Volador No Identificado (véase).
A veces se deletrean o se silabean en español siglas
Acreencia es, sin duda, uno de los tantos galicismos de que corresponden a palabras de otras lenguas. Se dele-
América incorporados al español de este continente trea, por ejemplo, FBI, que son las iniciales del inglés
durante el siglo XIX. Aunque ha sido calificado como Federal Bureau of Investigation. Se silabean, en cambio,
“galicismo de origen libresco” perteneciente al ámbito INRI (sigla de la inscripción latina Iesus Nazarenus Rex
del lenguaje jurídico, su uso, como se ha visto, rebasa Iudaeórum) y ETA, sigla del lema en vascuence Euskadi
ampliamente dicho ámbito. Ta Azkatasuna que significa ‘Patria vasca y libertad’. Son

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muchos los casos de siglas que se pronuncian en español Ejecutivo podría ser el Percutivo, y el Legislativo el Perlativo,
aunque corresponden a nombres en inglés de institucio- lo que les caería de perlas”. (En Como cada jueves, pág. 211).
nes extranjeras o internacionales: UNESCO por United
Nations Education, Science and Culture Organization; FAO Aunque la definición de Blume coincide con la consig-
por Food and Agriculture Organization. CIA, por Central nada en el DRAE 2001, no es frecuente que el acrónimo
Intelligence Agency, se pronuncia con hiato y acento pro- incluya el final de la última palabra. Un caso es el de
sódico en la I. COPESCO, nombre dado al Proyecto de Cooperación
A la sigla que puede pronunciarse como una pala- Perú-Unesco.
bra se le llama también acrónimo. Pero el acrónimo pue- El género de los acrónimos y siglas debe ser el del
de incluir, además de las letras iniciales de cada pala- sustantivo que es núcleo de la locución nominal. Así,
bra, otras internas que faciliten la pronunciación. Por se dice la ONU, la UNESCO, la FAO, porque el sus-
ejemplo, RADAR incluye las dos primeras letras de la tantivo nuclear es, en los tres casos, Organización (u
primera palabra: Radio Detection and Ranging; APAFA, Organization). Pero debe decirse, en cambio, el OVNI
acrónimo de Asociación de Padres de Familia, se forma con porque el sustantivo inicial es objeto, y el UNICEF (Uni-
la A inicial de Asociación y las primeras sílabas de Padres ted Nations Infancy and Childhood Emergency Fund)
y de Familia. porque el sustantivo nuclear, en su correspondiente
A veces se busca en los acrónimos la formación de forma castellana, es Fondo. Asimismo, debe decirse el
nuevas palabras que atraigan la atención y faciliten su RENIEC y no la RENIEC, porque el sustantivo inicial
memorización. Por ejemplo, CARACOL es el acrónimo y nuclear es Registro (Registro Nacional de Identidad
de Cadena de Radiodifusión Colombiana y SOLAR es el de y Estado Civil); la ONPE y no el ONPE, porque el sus-
Sociedad Latinoamericana de Radiodifusión. tantivo inicial y nuclear es Oficina (Oficina Nacional de
En cuanto a la palabra misma, acrónimo es un cul- Procesos Electorales).
tismo muy moderno creado, al parecer, en inglés. Sus En el caso del acrónimo APRA, pocos recuerdan
elementos son griegos: acro- ‘punta, extremo, cima’ y hoy que corresponde a Alianza Popular Revolucionaria
-onoma ‘nombre’. Acronym aparece en diccionarios ingle- Americana. Por lo tanto, le correspondería el artículo de-
ses de la segunda mitad del siglo XX; el francés acronyme terminado femenino la, que lleva el sustantivo Alianza,
es algo posterior. En español, acrónimo se incluye en el núcleo de la expresión nominal. Pero, acatando una re-
Diccionario de la Real Academia Española solo a partir de gla que obedece a razones de eufonía, debe decirse el
su edición de 1984. APRA (como el alma, el arma, el área, el hacha, etc.). El ar-
Ricardo Blume titula “El Perjudicial” una nota so- tículo determinado masculino, sin embargo, no cambia
bre el Poder Judicial, y explica: el género del sustantivo, que concuerda normalmente
con adjetivos femeninos; así se dice correctamente “el
“El título de esta nota no es sino un acrónimo (vocablo en que APRA histórica”, “el agua fría”, “el alma contrita”, “el área
se combinan principios y finales de otras palabras). Así, el Poder extensa”, “el hacha afilada”, etc.

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Cuesta creer que alguien confunda acrónimo con
apócope (que es la supresión de sonidos —y letras— al fi-
nal de una palabra). Sin embargo, lo hace Mario Vargas
Llosa:

“Apenas llegué a Lima, el día 14 de diciembre [de 1986], co-


mencé a trabajar en la forja de ese Frente Democrático, al
que los periodistas rebautizaron con el horrible apócope de
Fredemo...” (El pez en el agua, pág. 82). ADOLECER
Adolecer, palabra directamente emparentada con doler,
significó originalmente ‘caer enfermo’, pero hoy se usa
más con el sentido de ‘padecer alguna enfermedad cróni-
ca’: adolecer de artritis, adolecer de diabetes, adolecer de sida.
Por extensión, el uso se aplica también a los defectos:
adolecer de envidia, adolecer de avaricia, adolecer de soberbia.
Pero cuando se padece por la carencia o falta de
algo, hay que mencionar expresamente dicha carencia
o deficiencia: adolecer de falta de energía, ya sea eléctrica
o vital, adolecer de falta de coraje o de deficiencia de glóbulos
blancos; en estos casos, adolecer de falta, carencia o deficien-
cia de equivale a carecer de. Una novela puede adolecer de
falta de originalidad, pero no adolecer de originalidad. Un
informe adolece de imprecisión, o de falta de precisión, pero
no puede adolecer de precisión. Opuestamente, también se
puede adolecer de exceso de algo: se adolece de sobrepeso,
de hipertensión, de alta colesterolemia.
Sin embargo, algunas personas parecen creer que
en adolecer está ya implícita la idea de ‘faltar, carecer’.
Por eso se oyen frecuentemente frases incorrectas tales
como “varios distritos adolecen de fluido eléctrico” o “el ae-
ropuerto adolece de seguridad”. Las frases correctas serían,
respectivamente, “varios distritos adolecen de falta de flui-
do eléctrico”, “el aeropuerto adolece de falta de seguridad”.

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Los usos heterodoxos de adolecer aquí descritos, AEROMOZA
documentados en la prosa de algunos escritores, se con-
signan como correctos en ciertos diccionarios y enciclo- Cuando se desarrolló en el mundo la aviación comer-
pedias. Pero el Diccionario de la Real Academia Española cial, surgió la necesidad de dar un nombre en español
no los acepta ni consigna, pues se sienten como trans- a esas jóvenes atractivas y políglotas que atendían a los
gresiones del buen uso del idioma aunque lleguen al ni- pasajeros en la cabina, con el nombre de stewardess, air
vel del habla culta en España y América. hostess o flight attendant.
Un ejemplo del mal uso de adolecer por carecer se No cuajaron denominaciones tales como cabinera
da en este texto de Vargas Llosa: (que sobrevive en Colombia) o camarera aeronáutica. Pero
sí tuvo increíble suerte una verdadera resurrección léxi-
“Las novelas están hechas de palabras, de modo que la mane- ca: la de azafata.
ra como un novelista elige y organiza el lenguaje es un factor Azafata era, en el siglo XVI y siguientes, una viuda
decisivo para que sus historias tengan poder de persuasión o noble elegida en la Corte de España para llevar cada ma-
adolezcan de él”. (Cartas a un novelista, pág. 47) ñana a la reina los vestidos y las alhajas que había de usar
en el día. Se le llamó así porque dichos vestidos y alhajas
eran llevados en un azafate (véase este término), es decir,
en un cestillo de borde bajo, hecho de paja o de metal.
En España se ha olvidado la palabra azafate, pues ha
sido desplazada por bandeja. Como azafate por bandeja sí
es usual en el español del Perú y de otros países de Amé-
rica, tal vez la asociación con este término sea la causa de
que no se haya impuesto en América el derivado azafata
aplicado a las también llamadas auxiliares de vuelo.
Otro término que no tuvo fortuna en la Península
es aeromoza, calco no estricto del inglés air hostess. Su falta
de éxito en la lengua general puede haberse debido, a
su vez, a ciertas connotaciones negativas de su segundo
elemento, moza.
Pero aeromoza sí se usa en el Perú y en otros países
hispanoamericanos. En su diario titulado La tentación del
fracaso, por ejemplo, escribe Julio Ramón Ribeyro:

“Carta de C., equívoca como todas las últimas que me ha


escrito. [...] Dice que ha decidido entrar a Air France como

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aeromoza para poder visitarme”. (I, pág. 95; anotación del
8/9/55).

Cuando el álter ego de Bryce, Martín Romaña, vuelve al


Perú por avión, después de veinte años de ausencia, su
exaltación aterra a su vecino de asiento. Y no solo a él:

“A las aeromozas ya las había aterrado desde mi partida por-


que les pedí que me pusieran los whiskies de frente en la
AFICHE
bandeja plegable...” (Alfredo Bryce, El hombre que hablaba de
Octavia de Cádiz, pág. 358). Afiche es sinónimo de cartel en el sentido de ‘hoja grande
de papel con textos o dibujos (o ambas cosas) que se fija
Pero lo más curioso, en cuanto a usos peruanos, es el de sobre una pared con fines informativos, propagandísti-
la frase equivalente flight hostess (pronunciada aproxima- cos, publicitarios o simplemente decorativos’.
damente flai jostes), que no se documenta en el inglés de Afiche viene del francés affiche (pronunciado afísh)
Inglaterra ni en el de los Estados Unidos. de igual significado; la palabra se documenta en esa
Andrés Bedoya Ugarteche concluye un artículo lengua desde el siglo XV. Su pronunciación trisilábica
con esta intempestiva pregunta: y grave en español (a-fi-che) es indicio cierto de que el
préstamo entró por vía escrita, y no por vía oral. No está
“¿Saben ustedes que el Perú es el único país del mundo en el clara, en cambio, la mutación de género del sustantivo
que a las aeromozas se les llama flight hostesses? El término debe al pasar de una a otra lengua, puesto que affiche es feme-
tener orígenes quechuas”. (“Cáunters y cultura”; en Expreso nino en francés.
edición del 7/3/98, pág. 31). Afiche no aparecía todavía en la edición de 1984 del
Diccionario de la Real Academia Española. Sí está ya en la
de 1992, con la indicación de que es palabra más usada
en América que en España.
Efectivamente, afiche se documenta desde prin-
cipios del siglo XX en el habla culta —no es vocablo
del habla popular— del Perú, la Argentina, el Uru-
guay, el Paraguay, Colombia, Venezuela y otros países
hispanoamericanos. En los últimos años, sin embargo,
afiche va cediendo lugar a póster (véase), anglicismo si-
nónimo registrado por el DRAE solo a partir de su
edición de 1992.

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En 1928 José Carlos Mariátegui usa el galicismo, y
lo escribe todavía como en francés, con doble f: affiche.
En su ensayo titulado “El proceso de la literatura”, Ma-
riátegui considera que González Prada estaba equivoca-
do cuando predicaba contra la religión. Y afirma:

“Hoy sabemos mucho más que en su tiempo sobre la reli-


gión como sobre otras cosas. [...] La palabra religión tiene
un nuevo valor, un nuevo sentido. Sirve para algo más que ¡ALÓ!
para designar un rito o una iglesia. Poco importa que los so-
viets escriban en sus affiches [sin subrayar en el texto original] En el español de la América andina, de Chile a Venezuela,
de propaganda que ‘la religión es el opio de los pueblos’. El se usa la interjección ¡aló! —generalmente pronunciada
comunismo es esencialmente religioso”. (7 ensayos de interpre- con entonación interrogativa— para iniciar o contestar
tación de la realidad peruana, pág. 195). una comunicación telefónica. El término es desconocido
en la Península, donde se emplean, en esos mismos casos,
Pero lo usual hoy es la forma castellanizada del galicis- formas verbales del tipo de ¡diga! o ¡dígame!, ¡oiga!, etc.
mo: afiche. Así lo emplea, por ejemplo, Alfredo Bryce en Aló no aparece registrada en la edición de 2001 del
su cuento titulado “El hombre, el cinema y el tranvía”: Diccionario oficial de la Real Academia; tampoco en el
Diccionario manual, publicado igualmente por la docta
“El hombre que podía ser un empleado se había detenido Corporación. Pero el Diccionario Vox (edición de 1987),
al llegar a la puerta del cine y miraba los afiches, como si de incluye en un apéndice un buen número de “Voces y
ellos dependiera su decisión de ver o no esa película. [...] Los locuciones latinas y extranjeras”; ahí aparece allo como
afiches colocados al lado izquierdo del hall [véase] de entrada palabra francesa usada en español, con esta explicación:
no parecieron impresionar mucho al hombre [...]. El tranvía
se acercaba y los afiches vibraban ligeramente”. (En 15 cuentos “En las conversaciones telefónicas, voz que sirve de llamada
de amor y humor, pág. 72). o para indicar que uno está a la escucha”.

La época de gloria del afiche se inicia a fines del siglo Efectivamente, allo (pronunciada con la consonante l y
XIX con Toulouse-Lautrec y sus inigualables imágenes acento prosódico en la última sílaba, es decir, práctica-
del Moulin Rouge parisino. En tiempos recientes, el afi- mente igual que en nuestro español) se documenta en
che o póster ha servido de vía para la difusión de algunas francés ya en 1880, como interjección usada al iniciar
imágenes de la vida política en el mundo entero. una conversación telefónica.
El teléfono había sido patentado solo cuatro años
antes (en marzo de 1876) por el inventor británico

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Alexander Graham Bell. Su difusión fue tan rápida y En el Uruguay alterna con ¡aló! la interjección ¡holá!, va-
exitosa en los Estados Unidos y en los principales países riante de ¡hola!, usada en la lengua general como saludo
europeos, que en 1887 había ya veintiséis mil teléfonos informal.
en Gran Bretaña y nueve mil en Francia. Hasta la edición de 1992, el Diccionario académico
El allô! francés, con acento circunflejo, se tomó, a registraba hola como arabismo. Pero Corominas, autor
su vez, del hello! norteamericano. Esta interjección in- del monumental Diccionario crítico etimológico castellano e
glesa, usada tradicionalmente para llamar la atención o hispánico, sostenía que esa etimología “no es admisible”.
para saludar de manera informal (era también término Para él, hola es una “voz de creación expresiva, común a
de cacería), desarrolló en los Estados Unidos un uso es- varios idiomas europeos”.
pecífico como señal léxica para iniciar o reanudar una La edición de 2001 del DRAE acoge la etimología
comunicación telefónica. del gran lexicólogo catalán. No acoge, en cambio, la en-
En su libro titulado The American Language, Menc- trada aló propuesta anteriormente.
ken afirma que el uso estadounidense de hello! despla-
zó muy pronto a la pregunta Are you there? [¿Está usted
allí?] que fue la expresión usada inicialmente para con-
testar el timbre del teléfono en Inglaterra. Y tal fue el
éxito del uso americano, que las telefonistas fueron lla-
madas hello-girls.
Antes de las comunicaciones telefónicas vía satéli-
te, era frecuente que diversos ruidos hicieran difícil la
audición, especialmente en la comunicación a larga dis-
tancia. Era corriente entonces repetir aló, aló, mientras
se esperaba una trasmisión inteligible.
Ejemplos del uso reduplicado de aló se dan en Con-
versación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa. En cierta
ocasión, Cayo Bermúdez habla por teléfono de Lima a
Chiclayo “entre zumbidos y vibraciones acústicas”; “los
zumbidos aumentaban, la voz parecía desvanecerse y re-
nacía”. Está llamando al senador Landa:

“—¿Aló, aló?— reconoció la voz de Landa, trató de imaginar


su cara y no pudo— ¿Aló, aló?”. (II, pág. 54).

28 29
latín atavus ‘cuarto abuelo, antepasado’, además de ser
un latinismo muy reciente, no es un sinónimo estricto
de ancestral.
Hasta su edición de 1956, el Diccionario de la Real
Academia Española no incluía ni ancestral ni ancestro. En
la de 1970 registró solo el adjetivo ancestral como “perte-
neciente o relativo a los antepasados”. En la de 1984 se
añadió una segunda acepción: “tradicional y de origen
ANCESTRO remoto”.
El sustantivo ancestro, sin embargo, aunque inclui-
Ancestro viene del francés ancestre (la forma gráfica mo- do por la Academia en sus “Enmiendas y adiciones”
derna es ancêtre) que a su vez se deriva del latín antecessor de 1983, no alcanzó a entrar en la edición de 1984 del
‘predecesor’ (a través de una variante contracta ancessor). Diccionario oficial. En la de 1992 ya aparece ancestro, del
El purismo ha censurado por largo tiempo a ances- antiguo francés ancestre, como “antepasado” y como “he-
tro considerándolo como un galicismo —o anglicismo— rencia, rasgos característicos que se trasmiten”. Ambas
del que abusábamos los hispanoamericanos al emplear- entradas se reproducen en la edición de 2001 del DRAE.
lo, no solo como sinónimo de antepasado, ascendiente, sino No deja de ser curioso el hecho de que un deriva-
aun como equivalente de abolengo, estirpe, linaje, prosapia: do (ancestral) sea admitido mucho antes que el primitivo
“sus nobles ancestros”, “es de ilustre ancestro”. Esta última correspondiente ancestro.
acepción no existe en el francés ancêtre, documentado
desde el siglo XII, ni tampoco es frecuente en esa len-
gua el uso del sustantivo en singular. Pero el galicismo,
en su forma ancestor, es antiguo en inglés, y su derivado
ancestry sí tiene entre sus acepciones la de ‘ascendencia
ilustre’.
El derivado ancestral es, en cambio, más antiguo en
inglés que en francés y pasó de la primera lengua a la
segunda durante el siglo XIX. Luego lo tomó el espa-
ñol; el adjetivo ancestral ha sido, desde entonces, menos
duramente criticado que el sustantivo ancestro.
Algunos importantes lexicólogos españoles (Casa-
res, entre ellos) llegaron a considerar a ancestral como
“galicismo útil” porque el castellano no tenía un adjetivo
que expresara ‘lo relativo a los antepasados’. Atávico, del

30 31
irregulares. La analogía, sin embargo, favorece a veces
el uso de formas no aceptadas por la norma lingüística:
por analogía con amé, canté, se dice *andé en vez de andu-
ve, que es la forma irregular y correcta; lo mismo sucede
con *andara, que obedece al patrón de amara, cantara, en
vez de la forma irregular y correcta anduviera.
Pero en el castellano del Perú las formas incorrec-
tas y vulgares del verbo andar se dan hoy en las mejores
ANDARA familias, y aun salpican la prosa de nuestros escritores.
Escribe, por ejemplo, Guillermo Thorndike:
Andar es un verbo de irregularidad muy especial.
En el modo indicativo, el pretérito perfecto simple “En un partido de rechonchos y repolludos, en el que [Alan]
se conjuga así: anduve, anduviste, anduvo; anduvimos, an- García transitaba como si andara sobre zancos...” (El herma-
duvisteis, anduvieron. nón, pág. 158).
En el modo subjuntivo, el pretérito imperfecto tie-
ne estas formas: anduviera o anduviese, anduvieras o an- Precisamente el protagonista de esta obra, Ricardo Bel-
duvieses, anduviera o anduviese, más las correspondientes mont, fue públicamente censurado por haber dicho
formas del plural. “porque siempre andé...”.
El futuro de subjuntivo —tiempo verbal obsolescen-
te en el español general— se conjuga así: anduviere, andu- En Un mundo para Julius, Bryce pone en boca del
vieres, anduviere, anduviéremos, anduviereis, anduvieren. narrador estas frases:
Las formas regulares correspondientes a todas las
irregulares mencionadas se consideran hoy incorrectas “A Susan le molestaba que [los sirvientes] andaran por toda la
y aun vulgares. La lengua culta no admite, pues, una casa...”; “...a Juan Lucas no le gustaba mucho que [Arminda]
conjugación tal como *andé, *andaste, *andó; *andamos andara por toda la casa así tan fea...” (págs. 33 y 229).
(correcta esta solo como forma del presente), *andasteis,
*andaron. Tampoco *andara, o *andase, *andaras o *anda- Mario Vargas Llosa, por su parte, incurre muchas veces en
ses, *andara o *andase; *andáramos o *andásemos, *andarais el uso del incorrecto pretérito imperfecto de subjuntivo:
o *andareis, *andaran o *andasen. Y menos aún las formas
del obsolescente futuro de subjuntivo: *andare, *andares, “La arena estaba tibia y nuestros pies se hundían, como si
*andare; *andáremos, *andareis, *andaren. andáramos sobre un mar de algodones”. (Los jefes, pág. 51).
Las formas regulares de andar, hoy desusadas en “¿Qué pasó para que de pronto [el Poeta y el Esclavo] anda-
la lengua general, se usaron en castellano en el período ran como yuntas, para arriba y para abajo?”. (La ciudad y los
anteclásico, pero a partir del siglo XVI se impusieron las perros, págs. 227-228).

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“...el Sargento miró los pies de Bonifacia, desnudos, ahoga-
dos en la arena: no le gustaba que andara patacala...” (La casa
verde, pág. 307).
“—Parece que andaras con algún problema, Hipólito —dijo
Ambrosio”. (Conversación en La Catedral, I, pág. 270).

Solo en este último caso podría explicarse el uso inco-


rrecto como propio del idiolecto del personaje, y no del
autor. ANTÍPODAS
Se cuenta que cierto candidato a la presidencia de
Venezuela, apellidado Andara, vio naufragar su opción Antípoda viene del griego antipodes (literalmente ‘pies
legítima en la contienda electoral solo porque a algu- contra pies’) a través del latín tardío antipodes. ¿De dón-
nos adversarios se les ocurrió preguntarse públicamente de sale, entonces, la -a final? Según Corominas, del uso
cómo podría ser un correcto mandatario quien tenía el frecuente en latín del acusativo ad antipodas, en que se
propio apellido equivocado. Parece que fue ese mismo empleaba la declinación griega.
personaje quien, en una ocasión, llamó a El Universal de Antípoda se usa en castellano desde principios del
Caracas para quejarse de que su apellido había apareci- siglo XVI, como sustantivo masculino. Así se documen-
do en ese diario como Aranda. ta en Cervantes, Lope de Vega y Quevedo; también en
El redactor —y brillante humorista— Francisco Pi- Moratín, Unamuno, Ortega y Gasset y muchos otros es-
mentel (Job Pim) le contestó así: critores peninsulares de todos los tiempos.
Antípoda se aplica, como adjetivo, al ‘habitante del
“Pero no se preocupe, Señor Ministro, porque su apellido globo terráqueo que vive en un lugar diametralmente
también es otro error. Pues tengo entendido que no se dice opuesto al de otro habitante’. En uso figurado y fami-
Andara sino Anduviera...” (en Obras completas, pág. 16). liar, antípoda se aplica también a la persona o cosa que
se contrapone totalmente a otra. En ambas acepciones,
Analogía y anomalía son fuerzas contrarias y complemen- antípoda se usa más como sustantivo que como adjetivo,
tarias en el funcionamiento del lenguaje. En los casos especialmente en masculino plural: los antípodas.
vistos, se constata el triunfo de la anomalía —andara— fa- Pero desde hace algunos años se ha venido gene-
vorecido, paradójicamente, por influencia de la analogía ralizando el uso femenino y plural, las antípodas, para
(con amara, cantara, etc.). referirse a la región geográfica diametralmente opues-
ta a otra en la esfera terrestre. Este uso nuevo ha sido
muy combatido en España y en América. Solo desde su
edición de 1992 el Diccionario de la Academia admite la
locución adverbial en los, o en las antípodas con el sentido

34 35
figurado de ‘en lugar o posición radicalmente opuesta o “Sospecho que ambos críticos, a pesar de estar ideológica-
contraria’. mente en las antípodas, coincidieron en el nombre de Goethe
El notable filólogo Ángel Rosenblat incluye antípoda por una especie de culto patriótico a la figura imperial del
entre sus “Cultismos masculinos con -a antietimológica” autor de Fausto”. (La caza sutil, pág. 72).
(la forma etimológica es, como se ha dicho, antipodes, ya
desusada en español) y cree que el cambio de género del Y en marzo de 1974 escribe en su diario, a propósito de
masculino antípoda puede explicarse por influencia de Ítalo Calvino:
su -a final antietimológica, que coincide con la termina-
ción de género femenino -a, predominante en español. “...lo que él escribe actualmente está en las antípodas de lo que
Pero este cambio, asumido como muy moderno, yo hago”. (La tentación del fracaso, II, pág. 200).
tiene antecedentes en la lengua, entre ellos un uso del
Inca Garcilaso. Dice en sus Comentarios reales, libro I, ca- Don Fernando Lázaro Carreter, en un artículo titulado “An-
pítulo II, precisamente titulado “Si hay antípodas”: típodas”, afirma que “el vocablo nació niño”, y que “mascu-
lino es también en francés y en italiano”. Y prosigue:
“A lo que se dize si hay antípodas o no, se podrá decir que,
siendo el mundo redondo (como es notorio), cierto es que “Nadie negará el aire moderno que cobra el vocablo al ser tra-
las hay. Empero tengo para mí que por no estar este mundo vestido. Se ha repetido en él la operación que ya ha afeminado
inferior [el hemisferio sur] descubierto del todo, no se puede maratón [...]. Consagremos ahora las Antípodas, igualándolas
saber de cierto cuáles provincias sean antípodas de cuáles...” gramatical y semánticamente con las quimbambas, y hasta con-
(I, pág. 14 de la edición Rosenblat). virtiéndolas en una zona concreta del globo, como Las Ma-
rianas o Las Célebes o... Las Hurdes [...]. No sirve para nada la
Julio Ramón Ribeyro usa varias veces la locución adverbial vana erudición”. (En El dardo en la palabra, págs. 470-471).
en las antípodas con el sentido figurado, hoy académico, de
‘en el extremo o polo opuesto’. En abril de 1957 escribe a su Esto lo decía el serio lexicólogo en 1997, y años más tar-
hermano Juan Antonio desde Amberes y le dice, refiriéndo- de el DRAE incluía, como se ha visto, la expresión en
se a su jefe en la compañía de artículos fotográficos Gevaert: las antípodas como variante lícita de la preferida en los
antípodas.
“...es un hombre magnífico, pero situado en las antípodas de La rápida evolución de algunos usos lingüísticos
mi persona”. (Cartas a Juan Antonio, I, pág. 121). tiene como efecto, actualmente, una sana y positiva acti-
tud de las Academias de la Lengua en todo el orbe his-
En un texto de 1969 titulado “Problemas del novelis- pánico, empezando por aquella que es Prima inter pares:
ta actual”, Ribeyro cita a dos críticos alemanes —uno la Real Academia Española.
burgués y otro comunista— que piensan que Goethe ha
sido el último autor clásico. Y concluye:

36 37
peruano de clase media: el de parecer docto y elegante, el de
fingir ser quien no es. Para realizar este deseo, ‘aperturar’ es
mucho más importante que el simple ‘abrir’”. (En el diario
Expreso; Lima, 30/8/91).

El habla culta de España y América rechaza vivamente el


derivado aperturar porque lo considera como una forma-
ción poco eufónica, pedante y totalmente innecesaria.
*APERTURAR Aperturar no está en el Diccionario de la Real Acade-
mia, a pesar de su uso reciente —y muy censurado— en
El verbo aperturar se ha difundido últimamente, como la jerga bancaria de la Península.
equivalente de abrir, en cierto nivel de lenguaje falsa- Lo correcto, lo sencillo y lo elegante es, pues, abrir,
mente culto de España y América. Al parecer, lo ha he- trátese de una puerta, de una sesión o de una cuenta
cho desde el ámbito bancario. corriente.
Aperturar es un neologismo formado sobre el lati-
nismo apertura, del mismo modo que sobre clausura se
formó el hoy correcto clausurar.
Aperturar podría explicarse, pues, como resultado
del triunfo de la tendencia analógica, activa en toda len-
gua, que representa la búsqueda de la simetría de las
formas dentro del sistema de la lengua: si de clausura sale
clausurar, ¿por qué no, de apertura, aperturar?
Pero en la lengua se impone generalmente la norma
aunque sea antisistemática: un claro ejemplo de imposi-
ción de la norma sobre el sistema es el caso del participio
irregular y correcto roto frente al incorrecto rompido, el
cual entra, sin embargo, en el sistema de los correctos
participios regulares comido, dormido, etc.
En cuanto al uso peruano, hay quienes creen —
como Alonso Cueto— que aperturar

“empezó a hacerse moda con los ministros y funcionarios del


[primer] régimen aprista” [y que] “detrás del uso de ‘aper-
turar’ hay un antiguo anhelo, una grave preocupación del

38 39
Alvarado, mereció la chapa —‘apodo’— de La Aplana-
dora un grupo de jóvenes ideólogos de la Revolución
Peruana, casi todos funcionarios del Sistema Nacional de
Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS). Evocándola,
algunos comentaristas políticos se refirieron, en 1999,
a una supuesta aplanadora re-reeleccionista en pro del en-
tonces presidente Alberto Fujimori.
En La vida exagerada de Martín Romaña, Alfredo
APLANADORA Bryce, autor y personaje de la novela, dice al protago-
nista:
En el Perú y en muchos otros países de la América his-
pana se usa aplanadora, en vez del término peninsular “Haz la prueba de portarte como un niño cinco minutos se-
apisonadora, para designar una ‘máquina a tracción pro- guidos y vas a ver lo que te pasa, viejo. Te chanca [‘tritura’]
pia, montada sobre rodillos grandes y pesados, que se una aplanadora”.
usa para aplanar o compactar el terreno’, especialmente
durante la construcción o reparación de caminos y pa- Afirmación que conduce a la siguiente reflexión del pro-
vimentos. tagonista, Martín Romaña:
Aplanadora es un obvio derivado del verbo aplanar,
que a su vez se ha formado sobre plano, forma culta de “Juro y rejuro que nunca se me ha ocurrido pensar en
llano. El DRAE 2001 registra aplanadera como “instru- Inés como una aplanadora, aunque es cierto que aquel
mento de piedra, madera u otra materia, con que se aspecto de seguridad social e individual que había todo
aplana el suelo, el terreno, etc.”, y aplanadora como ame- el tiempo en su carácter podía resultar aplastante”.
ricanismo equivalente de apisonadora. (Págs. 257-258).
Apisonadora viene del verbo apisonar, y este del sus-
tantivo pisón, a su vez derivado del verbo pisar en su sen- Bryce usa también, en la misma obra, la expresión
tido de ‘apretar, oprimir’ (que conserva, por ejemplo, verbal aplanar calles con el sentido de ‘vagar sin rum-
en la expresión pisar las uvas). El pisón es un instrumento bo por las calles, callejear’. En una ocasión, Martín
grueso y pesado que se emplea para compactar o apiso- Romaña recuerda, emocionado, la triste historia del
nar la tierra manualmente (es más o menos equivalente camarada Pies Planos, joven poeta peruano, sanmar-
de la aplanadera). quino y revolucionario, que usaba unos “zapatones
En el habla coloquial del Río de la Plata, se apli- enormes”:
ca el mote de aplanadora a la ‘persona que actúa con
energía y ritmo abrumadores’. En el Perú, durante “...el camarada Pies Planos, el hombre que andaba aplanando
el gobierno revolucionario del general Juan Velasco calles de París en sus interminables caminatas pensando sabe

40 41
Dios en qué [...] y en qué andaría pensando cuando aplanaba
calles horas y horas y de los automóviles le gritaban: ¡Fíjese
en el semáforo, imbécil!, ¡quiere que lo atropelle, huevón!...”
(págs. 309 y 310).

Menos frecuente hoy en el Perú que la expresión ver-


bal aplanar calles es el sustantivo compuesto aplanacalles,
equivalente del peninsular azotacalles, que ya registraba
Juan de Arona (seudónimo de Pedro Paz Soldán y Una- APÓSTROFE
nue) en su Diccionario de peruanismos, de fines del siglo
XIX. Aplanacalles se registra, como americanismo, que Apóstrofo es el nombre de un signo ortográfico: la comilla
incluye al Perú, desde el DRAE 84. o virgulilla que se coloca en el nivel superior del ren-
glón para indicar, según la edición del Diccionario de la
Academia de 1984, la “elisión de una vocal en final de
palabra cuando la siguiente empieza por vocal: d’aquel,
l’ aspereza”.
El apóstrofo (indispensable en la ortografía del in-
glés, del francés y de otros idiomas) se emplea también
en español para indicar la elisión o supresión de una
consonante en la lengua hablada: por ejemplo, la d en la
expresión coloquial peruana concho ’e vino (que designa
el color llamado en otras partes borra de vino o burdeos).
Reconociendo este hecho, y algunos otros, en su
edición de 1992, el Diccionario académico modifica la de-
finición de apóstrofo consignada en la de 1984, que aho-
ra es: “signo ortográfico (’) que indica la elisión de una
letra o cifra”. Y esto último porque en la Península son
frecuentes usos tales como ’95 por 1995, etc.
Muchas personas llaman, incorrectamente, apóstro-
fe al apóstrofo. Pero apóstrofe es el nombre (de género am-
biguo) de una figura retórica que, según el DRAE 2001,
consiste en “dirigir la palabra con vehemencia en segun-
da persona a una o varias presentes o ausentes, vivas o
muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en

42 43
dirigírsela a sí mismo en iguales términos”. (Se ha supri-
mido el rasgo semántico de ‘corte abrupto’, referido al
hilo del discurso, que figuraba en la edición anterior).
Luego, por extensión de sentido, apóstrofe se ha he-
cho sinónimo de dicterio, imprecación, injuria o insulto; la
ampliación semántica se ha extendido al verbo corres-
pondiente, apostrofar.
Apóstrofe es, pues, palabra distinta de apóstrofo, a
pesar de que ambos términos provienen, a través del ARGOLLA
latín, de una misma raíz griega que significa ‘separar,
apartar’. En español general argolla (la palabra es de origen ará-
bigo) es un aro metálico grueso que, debidamente fijado
—a una pared, por ejemplo—, sirve para sujetar algo o
como asidero. El nombre de argolla se aplicó antigua-
mente a un aro usado como brazalete. Hoy en el Perú se
llama argolla al arete o pendiente en forma de aro, y en
otros países de América argolla designa la alianza, es de-
cir el anillo matrimonial o de compromiso (esponsales).
Pero, en sentido figurado, argolla tiene entre nosotros
un matiz peyorativo que hace al término equivalente de ca-
marilla, es decir, ‘grupo cerrado y excluyente que medra a
la sombra del poder o que, por lo general subrepticiamen-
te, monopoliza la toma de decisiones en un sector de la po-
lítica, de la economía o de la actividad social de una nación’.
Argolla por camarilla tiene más de siglo y medio de
uso en el español del Perú:
Ya a partir de 1838 se llamó despectivamente La
Argolla a un grupo de peruanos emigrados que regre-
saron de Chile con la llamada Segunda Expedición Res-
tauradora, y que tuvieron seguidamente gran influencia
política. Entre ellos estaba don Felipe Pardo y Aliaga,
ilustre literato y hombre público.
Varias décadas más tarde se motejó igualmente de
Argolla otro influyente grupo de políticos pertenecientes

44 45
al Partido Civil, fundado por el presidente Manuel Pardo
(precisamente hijo de don Felipe Pardo y Aliaga, miem-
bro de la primera Argolla). Dicho grupo fue acusado de
medrar a la sombra de su gobierno (1872-1876).
Los miembros de esa pasada argolla pardista o civi-
lista fueron apodados argollistas o argolleros.
Palma se refiere muchas veces a la argolla de su
tiempo. En mayo de 1881 reprocha a Piérola, “con afec-
to y respeto”, el haber sido contemporizador con sus ATARJEA
enemigos. Le dice:
Atarjea es una palabra de origen incierto, probablemente
“Desde los tiempos de Pizarro han venido siendo imposibles árabe o bereber. En España se documenta desde princi-
los gobiernos eclécticos. Pizarro fué, en mi concepto, el funda- pios del siglo XVI con el sentido de ‘caja de ladrillos que
dor de la argolla, porque pasó años y años sin querer dar ni un recubre una cañería’ y, desde el XVIII, con el de ‘con-
grano de arroz á los almagristas. Y muy bien que le iba con esa ducto de desagüe para aguas negras o residuales’. Pero
conducta. Pero llegó el día en que se metió á contemporizar y á hoy la palabra es solo de uso regional en la Península.
regalar á sus enemigos naranjitas del jardín de Palacio, y desde En el Perú, en cambio, atarjea ha desarrollado una
entonces empezó á llevárselo Pateta”. (Cartas inéditas, pág. 38; nueva acepción. De ‘conducto de aguas residuales’ ha
cfr. t. íd. íd. 26, 32, 34, 38, 40, 46, 49, 52, 67). pasado a significar ‘depósito de agua para el consumo
humano’. Se emplea específicamente como nombre pro-
Palma prefiere el derivado argollero (ob. cit., 32, 42, 48, pio (con el artículo antepuesto, La Atarjea) para designar
50, 65, 66; cfr. anti-argollero, íd. íd. 36), pero también usa el gran depósito de agua potable (incluida la planta de
argollista (íd. íd. 26, 67). tratamiento) del que se abastece la mayor parte de la
Basadre, por su parte, recomienda estudiar la pa- población limeña.
labra argolla en su uso político peruano. Recoge la tesis Ya un Tratado sobre las aguas de los valles de Lima, de
de que surgió en 1876, del diario clerical La Sociedad, 1793, se refiere a
para designar el civilismo: “argolla: pardismo; argolla,
civilismo; argolla: servilismo; argolla: despótico exclusi- “...las Aguas, con que se proveen las Pilas y Fuentes de esta
vismo”. (Historia, V, pág. 2198). ciudad con una distribución metódica y acertada desde los
Aunque —según el propio Basadre— hasta la epi- principios por medio de 80 cañerías subterráneas, por donde
demia del dengue o gripe recibió en 1877 el apelativo de se reparten a sus Casas y Plazas las Aguas que se reúnen en
argolla, parece que tuvo razón quien dijo alguna vez que una caxa [caja] ó depósito general, conocido por el nombre
“el sueño de todo peruano es el sueño de la argolla propia”. de Atargea, y nacen con singular abundancia de la confluencia
de los Puquios [‘manantiales’] que brotan en unas cortas tierras

46 47
llamadas la Sabana [‘llanura’], cuya comunicación a la Atargea,
los respiradores de esta, los hervideros de las Caxas distribui-
doras, los pilones, las pilillas, los conductos principales, y sus
ramificaciones diversas, ocupan las atenciones de los Capitula-
res Jueces de Aguas para público beneficio”. (Mercurio Peruano,
VII, pág. 192).

En cuanto a términos equivalentes de atarjea en esta


acepción, en el Perú y en otros países de América es de ATORARSE
uso corriente el galicismo reservorio (desconocido en Es-
paña) que ha pasado también al inglés. Atorar, del latín obturare ‘cerrar’, significa ‘atascar, obs-
Represa se conoce en la Península, pero se emplea truir’. En su forma reflexiva, atorarse es sinónimo de
menos que en nuestro continente. En España se prefie- atragantarse, es decir, ‘ahogarse por tener detenido en
re pantano, término que en América evoca más bien la la garganta un trozo o porción de alimento o un objeto
imagen de aguas cenagosas. extraño’. Aunque atorarse figura así en el Diccionario de
También se usan en España los sinónimos embalse y la Academia (también en el uso figurado de ‘turbar-
estanque, e igualmente el genérico depósito. se en la conversación’), puede considerarse como un
verbo de uso predominantemente americano (que el
DRAE 2001 circunscribe a Cuba, El Salvador, Uruguay
y Venezuela).
El deverbal regular de atorarse es atoramiento, pero
en el Perú y en otros países de América se prefiere una
forma más corta: atoro. El atoro puede referirse tanto al
atragantamiento o ahogo producido en la laringe como al
estrechamiento, a la obstrucción de cualquier conducto
que transporta un líquido, al atasco del tráfico vehicular
o al encasquillamiento de un arma de fuego.
En la anotación de su Diario personal correspon-
diente al 1.o de agosto de 1975, narra Julio Ramón
Ribeyro:

“Ayer fue un día particularmente nefasto, uno de aquellos


días negros [cursivas del autor] sobre los cuales ya escribí hace
algún tiempo una prosa apátrida. Todos los objetos se habían

48 49
confabulado contra mí y mis relaciones con la realidad fue- Y en La Tía Julia y el escribidor, cuando el Pelirrojo se en-
ron catastróficas”. tera, inesperadamente y por el médico, de que su novia
está encinta y en peligro de abortar:
Enumera a continuación una sucesión de percances domés-
ticos, incidentes y accidentes que lo llevan a la exasperación: “¿Tres, cuatro meses? —lo oyó articular, atorándose—.
una invasión de moscas; la rotura de una botella de leche ¿Un aborto?”. (Pág. 19).
(cortada); el estallido de la licuadora con extensa disemina-
ción de su contenido; la rotura de un frasco de preciado Los atoros urbanos de grandes tuberías que conducen el
ají limeño, también con extensa diseminación del conteni- agua potable o las aguas negras, o residuales de cloaca
do por muebles y paredes; por último, su propia violenta (que en el Perú se llaman, impropiamente, aguas servi-
reacción expresada en un puñetazo contra un mueble, que das) pueden producir grandes aniegos que exigen solu-
resulta en una mano hinchada. Y sigue Ribeyro: ciones técnicas. Pero el atoro doméstico, el atoro del wáter
(véase), del lavatorio o de la tina (‘bañera’), puede solu-
“A estos incidentes se añaden muchísimos más, que sólo enu- cionarse con el desatorador, simple ‘ventosa unida a un
mero en forma incompleta: mi gato vomita dos veces en la mango’, que en España se llama desatascador, puesto que
alfombra, el lavatorio del baño se atora, los visillos del cuarto allá se dice desatascar, desatrancar o desatrampar en vez de
de mi hijo se caen [...], finalmente los invitados que esperaba nuestro insustituible desatorar.
a cenar no vienen, sin dar ninguna excusa...” (La tentación del Vargas Llosa usa el término cuando describe las
fracaso, III, págs. 39-40). múltiples habilidades de un bricoleur parisino, “hombre
para todo quehacer, trabajador orquesta, capaz de des-
Así como Ribeyro dice que se le atora el lavatorio [‘lavama- atorar cañerías y chimeneas...” (Contra viento y marea 3,
nos, lavabo’], Vargas Llosa usa abundantemente atorarse pág. 71).
referido al ahogo producido en la laringe por el humo
del cigarrillo y otras causas. En La ciudad y los perros es-
cribe, sobre un grupo de adolescentes:

“Fumando sin descanso (ya nadie se atoraba con el humo...)”.


(Pág. 112).

También puede uno atorarse con la propia saliva. En La


casa verde, ante una irreverente mención relativa a un
grupo de religiosas:

“El Pesado se atoró: ¿otra vez con las madres?”. (Pág. 128).

50 51
Camelus glama y a la alpaca como Camelus pacos, consi-
deradas ambas especies en el mismo género que los ca-
mellos del Viejo Mundo. (Véase Bonavia, Los camélidos
sudamericanos, pág. 11).
El mundo académico ha desechado el término au-
quénido, pero la lengua culta del Perú no lo ha hecho. Lo
conserva habitualmente en su acepción zoológica, tal vez
por economía (una palabra, auquénido, en vez de dos, ca-
AUQUÉNIDO mélido sudamericano). Y lo usa, además, en una acepción
figurada, a la vez peyorativa y eufemística, que hace a au-
En su edición de 1984, el Diccionario de la Real Acade- quénido equivalente de indio, cholo, chuto, motoso, serrano y
mia consignaba ya esta definición: otros términos despectivos aplicados al peruano andino.
Abundantes ejemplos de este uso humorístico y
“auquénido. m. Perú. Denominación popularizada de los ca- despectivo hay en la prosa de Alfredo Bryce. Dice, por
mélidos de los Andes meridionales. Comprende cuatro espe- ejemplo, en Permiso para vivir:
cies: llama, alpaca, guanaco y vicuña”.
“Lima se empezaba a llenar de indios que habitaban en las
La definición se mantuvo en la edición de 1992. En la primeras barriadas desde los años 40 y 50. Los ‘indios de
de 2001 se añade Bolivia como área de uso del término. mierda’, ‘huanacos’ o ‘auquénidos’, en fin los andinos, descu-
La Academia no da ningún étimo. Pero es claro brían Lima y el mundo...” (págs. 295-296).
que auquénido es un derivado del término de nomen-
clatura zoológica Auchenia (pronunciado auquenia), que En No me esperen en abril, Manongo Sterne recuerda a
aplicó el científico alemán K. W. Illiger a las cuatro es- “Dámaso Pérez Prado, rey del mambo y el pecado”, y
pecies de los hoy denominados camélidos sudamericanos. el escándalo que causó en la Lima, todavía pacata, de
La razón de la sustitución oficial del nombre está mediados del siglo XX:
en que auquénido —sin duda relacionado con el grie-
go auxenas ‘cuello’, por el largo pescuezo de esos ru- “...en aquel mundo en el que chicos y chicas apenas si se atre-
miantes exclusivos de nuestro continente— había sido ven a mambear un poco, aunque hay muchos que se niegan,
aceptado anteriormente para denominar cierto género se niegan hasta a tomar una Coca-Cola porque la Coca-Cola
de insectos. Y la Comisión Internacional de Nomen- había patrocinado el viaje a Lima de Pérez Prado y el Cardenal
clatura Zoológica ha establecido tajantemente que el Guevara, indio burro, cuzqueño de miércoles, chuto, auquéni-
nombre de un género o de una especie es el que se le do, había amenazado con excomulgar a todo aquel que bebiera
haya aplicado, antes que a otros, a partir de 1758, año la chispa de la vida, que bailara el ritmo de la muerte y el castigo
en que Linneo, precisamente, definió a la llama como eterno en el infierno tan temido”. (Pág. 58).

52 53
En la misma obra se refiere a un condiscípulo del exclu-
sivo colegio peruano-británico San Pablo o Saint Paul:

“...el auquénido becado Corrales [...], con una fama de inte-


ligente impresionante y un más impresionante crew cut tan
norteamericano como la empresa para la que trabajaba su
padre, que en nada escondía el trinchudo y chuncho pelo con
que vino al mundo...” (pág. 163).
AVIONERO
En otra ocasión, dice el mismo personaje de Bryce:
Avionero es un obvio derivado de avión, palabra tomada
“...ya Mati le había contado a su mamá que en el colegio ha- del francés avion, de igual significado, que es a su vez un
bía un serrano, nada menos que un indio del Callejón de derivado culto del latín avis ‘ave’. Avión se usa en español
Huaylas, mamita, y que eso podía ser contagioso y, en todo solo desde la primera guerra mundial; antes se emplea-
caso, era repugnante. Pircy Centeno se llamaba el auquéni- ba el cultismo híbrido (griego más español) aeroplano.
do...” (pág. 189). El sufijo -ero, que se añade a sustantivos o adjeti-
vos, puede significar en el primer caso ‘oficio, ocupa-
Si todo no estuviera contado con humor pluscuambritáni- ción, profesión’; son ejemplos de ello jardinero, campane-
co, estos usos peyorativos de auquénido podrían tomarse ro, ingeniero. En relación con la conducción de vehículos
como expresiones de salvaje racismo y clasismo vergon- diversos, son términos de la lengua general camionero,
zoso. lanchero, gondolero, y del lenguaje peruano carretillero, mi-
crobusero, triciclero.
Pero el avionero no conduce el avión. En el Perú
y en otros países del Cono Sur de América, avionero se
aplica, en primer lugar, al ‘individuo de tropa o técnico
que presta su servicio militar en la fuerza aérea’; es de-
cir, al ‘soldado del cuerpo de aviación’ y, por extensión,
también al ‘cuidador o vigilante de los aviones en la avia-
ción comercial’.
La partida de nacimiento del peruanismo avionero
tiene como fecha el 29 de mayo de 1929, día en que se
promulga un Decreto Supremo que crea el Cuerpo de
Aviación del Perú, dependiente del Ministerio de Ma-
rina y Aviación; se incluyen en dicho decreto, en orden

54 55
descendente, doce grados de “Personal no navegante”: Mindreau, jefe de la Base Aérea de Talara, responde al
los dos últimos corresponden a “Avionero de 1ra.” y teniente Silva, encargado de dicha investigación:
“Avionero de 2da.”. Tres meses antes, en otro Decreto
Supremo (del 21 de febrero de 1929) que ponía bajo la “La hija del Jefe de la Base Aérea de Talara no se enamora
autoridad del Ministerio de Marina y Aviación a todos de un avionero —explicó, fastidiado de tener que aclarar algo
los oficiales, clases, soldados, marineros y empleados evidente— [...]. Un avionero está prohibido de poner los ojos
civiles, no aparece aún el término avionero: la palabra en la hija del Coronel de la Base...” (págs. 160 y 162).
soldado engloba a los de ambas armas.
La expresión nominal Avionero FAP, que reconoce Y cuando le preguntan sobre el ensañamiento con que
la pertenencia oficial del avionero a la Fuerza Aérea del se ha cometido el crimen, el coronel Mindreau admite
Perú, se documenta en el Decreto Legislativo N.° 439 del que había ordenado al teniente Dufó, frustrado preten-
27 de setiembre de 1987. diente de su hija, matar a Palomino Molero, que había
Y es interesante consignar el derivado —poco usa- huido con ella. Pero solo con un tiro en la cabeza. Y pro-
do— avionería, que aparece en el Decreto Ley N.° 7470, sigue, refiriéndose al ensañamiento del teniente Dufó y
del 2 de octubre de 1931. Su artículo 175.° dice: el grupo de avioneros que comandaba:

“El ingreso al personal de tropa del C. A. P. [Cuerpo de Avia- “Me sorprendió. No parecía capaz de tanto. También los
ción del Perú] se hará: avioneros me sorprendieron. Eran sus compañeros, después
a) A la avionería, conscriptos y voluntarios de acuerdo con de todo. Hay un fondo bestial, en todos. Cultos o incultos,
las prescripciones del S. M. O. [Servicio Militar Obliga- todos. Supongo que más en las clases bajas, en los cholos.
torio]”. Resentimientos, complejos. Los tragos y la adulación al jefe
harían el resto. No había necesidad de esa truculencia, por
Mario Vargas Llosa tiene una novela, titulada ¿Quién supuesto”. (Pág. 159).
mató a Palomino Molero?, sobre la vida —o, mejor dicho,
sobre la muerte— de un avionero. Se ambienta en la cos- En una nota periodística de abril de 1999 se lee que “se
ta del norte del Perú, al parecer en la década del 60, han graduado dos promociones integradas por jóvenes
y ejemplifica abundantemente los usos despectivos del avioneros —varones y mujeres—” en cursos de capacita-
término (despectivos desde el punto de vista social y ra- ción en el área de computación e informática. (Diario
cial, no desde el ángulo propiamente lingüístico). Cambio; Lima, 2/4/99).
El infortunado Palomino Molero es “El avionero
que asesinaron en Talara. El que quemaron con cigarri- “Varones y mujeres”: ya tenemos avioneras.
llos y ahorcaron”. (Pág. 88).
En el curso de la investigación del homicidio —que
fue más bien una ejecución o linchamiento— el coronel

56 57
otros países de América. Camarera aeronáutica y cabinera
tuvieron, por lo contrario, muy poca aceptación.
Se pensó entonces en resucitar el término histórico
azafata, y la idea tuvo un éxito inesperado en España.
Hoy su uso se ha extendido en ese país, fuera de los
aviones, a la atención de pasajeros en vehículos colecti-
vos, así como a la de visitantes de museos, y asistentes a
convenciones de diverso tipo.
AZAFATE Volviendo a azafate como nombre del objeto antes
descrito, la palabra cayó en desuso en el español general
Azafate viene del árabe safat ‘canastilla donde las muje- a partir del Siglo de Oro, cuando fue desplazada por
res colocaban sus perfumes y otros objetos de tocador’. el portuguesismo bandeja. La difusión de este término
La palabra está documentada en castellano desde fines se hizo junto con la del objeto nombrado, pues los na-
del siglo XV con este sentido y los de ‘canastillo llano de vegantes portugueses importaron bandejas de la India
borde bajo’ y ‘bandeja’. desde principios del siglo XVII.
En el siglo XVI se formó el sustantivo femenino En el español del Perú y de otros países de Amé-
azafata que el primer Diccionario de la Real Academia rica, sin embargo, azafate conserva plena vigencia como
Española, publicado entre 1726 y 1739, define así: término del lenguaje familiar; coexiste con la voz ge-
neral bandeja y con el americanismo charola, muy poco
“AZAFATA. s. f. Oficio de la Casa Real, que sirve una viuda usado en Lima.
noble, la qual guarda y tiene en su poder las alhájas y vestido Vargas Llosa, sin embargo, pone el término en boca
de la Reina, y entra a despertarla con la Camaréra mayor, y de sus personajes de Conversación en La Catedral:
una señora de honór, llevando en un azafáte el vestido y de-
más cosas que se ha de poner la Reina, las quales vá dando “—Pon la charola en la mesita —dijo Santiago—. Espera, es-
á la Camaréra mayor, que es quien las sirve. Llámase Azafáta tamos oyendo música.
por el azafáte que lleva y tiene en las manos mientras se viste Amalia puso la charola con los vasos y las Cocacolas frente al
la Réina”. retrato del Chispas y quedó de pie junto a la cómoda, la cara
intrigada”. (I, pág. 44)
Azafata era, por supuesto, una palabra anticuada cuan-
do se desarrolló la aviación comercial en el siglo XX.
Hubo entonces necesidad de encontrar un término es-
pañol para traducir los ingleses stewardess o air hostess.
Aeromoza (véase) tuvo poca fortuna en la Penín-
sula, pero es general en el Perú y se usa también en

58 59
En nuestra habla coloquial bacán se oye —sobre
todo entre los jóvenes— en expresiones encomiásticas:
¡qué bacán!, bien bacán, más bacán; también es frecuente el
uso de la reduplicación bacán, bacán. El término puede
referirse a uno u otro sexo (la forma femenina bacana no
se usa en el Perú).
El diminutivo masculino bacancito tiene entre no-
sotros un matiz que puede ser, según el caso, irónico,
BACÁN peyorativo o desafiante; se aplica al hombre presumido,
pretencioso o prepotente que ostenta ciertos signos de
La palabra bacán viene del genovés baccan que puede riqueza.
significar ‘amo, dueño, patrón, capitán de barco, jefe de La forma camba, resultante de la inversión silábica
familia’. De los inmigrantes genoveses en la Argentina de bacán, se usa como su equivalente tanto en el lunfar-
pasó la palabra al lunfardo, la jerga rioplatense, a fines do argentino como en la replana peruana. La inversión
del siglo XIX. silábica fue un recurso conocido de la germanía o jerga
En lunfardo bacán tuvo al principio los sentidos an- española del siglo XVI, la cual incluía el vesre o habla al
tagónicos —y hoy obsolescentes— de ‘chulo, rufián’ y revés; lo es hoy, igualmente, del lunfardo argentino y de
‘hombre que mantiene a todo lujo a una querida’. Pero la replana peruana.
actualmente, en el habla coloquial argentina, el término se
emplea también en femenino; bacán o bacana es la ‘persona
que vive con lujo’: vivir como un bacán, o como un gran bacán,
equivale a vivir como un pachá. Bacán y bacana se aplican
también a objetos con el sentido de ‘elegante, de lujo’.
Se usan asimismo en la Argentina derivados tales
como bacanaje ‘conjunto de personas adineradas y de
alta sociedad’; bacanería ‘condición de bacán’, ‘elegancia
propia del bacán’; abacanarse ‘adoptar los gustos y hábi-
tos de un bacán’, con su participio adjetivado abacanado,
abacanada.
Los usos argentinos de bacán y de sus derivados,
propagados inicialmente en Sudamérica a través de las
letras de los tangos, llegaron al Perú solo tardía y res-
tringidamente, pero han alcanzado —en los sentidos to-
mados— una gran vitalidad y muy amplia difusión.

60 61
en el Senado del Perú, y la tiene todavía en algunas aso-
ciaciones y clubes. Balotear, como verbo transitivo, es ‘des-
aprobar por una mayoría de balotas negras’; su postverbal
es baloteo. Balotear y baloteo no aparecen como peruanis-
mos en el DRAE 2001; sí los otros usos sudamericanos
mencionados.
La votación secreta con balotas blancas (aprobato-
rias) y negras (desaprobatorias) se usaba en el extinto
BALOTEAR Senado, hasta hace pocos años, para la ratificación de
embajadores y la aprobación del ascenso de altos jefes
Balota, diminutivo de bala (la terminación -ota se explica de la Fuerza Armada.
porque la palabra se tomó del francés ballotte), se usa en El más sonado baloteo en nuestra historia política
castellano desde el siglo XVI para designar la bolita o fue el infligido en 1981 a Javier Pérez de Cuéllar, pro-
pelotilla, blanca o negra, con que en algunas congrega- puesto por el presidente Fernando Belaunde como em-
ciones religiosas se expresaba el voto secreto, favorable bajador en el Brasil. El distinguido diplomático peruano
o desfavorable, en las elecciones de determinadas auto- fue luego elegido como Secretario General de la Orga-
ridades eclesiásticas. nización de Naciones Unidas, cargo que desempeñó por
En el Perú el uso de la palabra balota se extendió dos periodos consecutivos.
para designar las bolitas numeradas, correspondientes a
cada punto del programa de una materia o curso, que
el alumno universitario extraía a ciegas de un ánfora o
jarrón durante los exámenes orales finales. Balotaje, del
francés ballotage era la lista de balotas correspondientes a
los temas de un curso. Este uso se ha olvidado junto con
el solemne sistema de exámenes orales ante un jurado,
usual en la Universidad de San Marcos hasta mediados
del siglo XX.
Balotaje ‘conjunto de balotas o temas numerados
para un examen’ ha sido sustituido por balotario. En la
Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia se llama balotaje
(a veces pronunciado a la francesa, ballotage) la segunda
vuelta electoral.
El uso de balotas blancas o negras para expresar el
voto secreto favorable o desfavorable tuvo plena vigencia

62 63
“Él te estaba basureando, Selvática —dijo Josefino—; perdías
tu tiempo con el cachaco”. (Pág. 351).

En Conversación en La Catedral:

“...don Cayo la perseguía como si la cosa fuera en serio, ¿no


era locura? Y más locura era que la Rosa se daba el lujo de
basurearlo...” (I, págs. 58-59).

BASUREAR “Y no lo basurées [sic] mucho. Como quien no quiere la cosa,


ese empleadito se está convirtiendo en hombre de confianza
En el habla familiar del Perú y de los países del Cono del General”. (Íd. íd., pág. 179).
Sur, basurear tiene los sentidos de ‘menospreciar’ o ‘tra- “—¿Así que a mí me basureas, amorcito? —se rió Malvina...”
tar despectivamente’ a una persona. El postverbal es ba- (íd. II, pág. 167).
sureo; también se usa el participio femenino sustantivado
basureada. En La tía Julia y el escribidor, el doctor Quinteros dice a
Basurear es un obvio derivado de basura, que viene Richard:
del latín popular versura, derivado de verrere, verbo la-
tino del cual sale el castellano barrer. Basura es, pues, en “...entre los admiradores de tu hermana, estaban los mejores
primer lugar, la que se junta y recoge barriendo y, de allí, partidos de Lima. Mira que basurearlos a todos para terminar
casi todo tipo de desecho, residuo o desperdicio. En sen- aceptando al Pelirrojo...” (pág. 36).
tido figurado, basura se aplica a aquello considerado des-
preciable y se emplea, referido a personas, como insulto. Y en ¿Quién mató a Palomino Molero? dice Lituma al te-
Si basura viene de versura y barrer de verrere, ¿por niente Silva:
qué basura y barrer se escriben con b y no con v? Por-
que el uso es el amo del lenguaje, y el mal uso puede “A mí me pareció que el Coronel nos basureaba a su gusto, que
serlo también algunas veces. Hay casos similares a los nos trató peor que a sus sirvientes”. (Pág. 47).
de basura y barrer, en los que la costumbre ha consa-
grado, como correctas, grafías antietimológicas: boda y Se usa también, en el Perú y otros países de Suramérica,
abogado, por ejemplo, deberían escribirse con v, puesto el derivado basural, aplicado a lo que en España se llama
que sus étimos latinos son, respectivamente, vota y ad- basurero: ‘lugar en que se deposita la basura’, ‘muladar’.
vocatus. Basurero designa también, en todas partes, al tra-
En las novelas de Mario Vargas Llosa se documen- bajador que se ocupa de la recolección de la basura. En
ta muchas veces el peruanismo basurear. Así, en La casa América —el Perú incluido— el término se aplica, ade-
verde: más al cubo (o tacho) de basura y a la papelera

64 65
del inglés, por vía oral: bebe. En el Río de la Plata bebe
tiene un femenino, beba, pero en el Perú se dice el bebe,
la bebe; la variación para el género solo se da en el di-
minutivo: el bebito, la bebita (se ha dicho también antes el
bebecito, la bebecita). Sin embargo, el DRAE repite, en sus
ediciones de 1984, 1992 y 2001, el error de incluir al
Perú en el área americana de las formas bebe, beba.
Es curioso que Julio Ramón Ribeyro use varias ve-
BEBE ces bebé en la década del 50, pero bebe en la del 60. A su
hermano le dice, sobre Alberto Escobar y desde Múnich,
Baby por ‘niño de pecho’ se documenta en inglés desde en noviembre de 1955:
el siglo XV (la forma original era babe, con el sentido de
‘niño’ en general). “Escobar, poeta laureado, hace varios años que está aquí. Lo
Baby pasó al francés a mediados del siglo XIX. Al he visto en varias ocasiones. Su mujer está encinta y espera
adaptarse a la fonética de ese idioma, la palabra se pro- bebé para febrero”. (Cartas a Juan Antonio, I, pág. 85).
nunció como aguda. Se escribió bébé, pero los acentos in-
dican el timbre cerrado de ambas vocales y no el acento Y el 2 de marzo de 1956 le comunica: “Escobar ya tuvo
de intensidad, que va siempre, según la estructura de la su bebé (mujer)”. (Íd. íd., pág. 100).
lengua, en la última sílaba. Pero doce años más tarde, ya radicado en París,
Del francés tomó el español la correspondiente escribe en su diario estas domésticas y patéticas confe-
forma aguda bebé, documentada ya en la “Canción de siones:
otoño en primavera” de Rubén Darío.
“Las condiciones en que trabajo (sentarse ante la máquina
“En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé...”. para escribir lo que deseo) son inhumanas. Antes era encon-
trar las horas necesarias en el día. Ahora son a la semana, a
Bebé desplazó, en el español afrancesado de principios veces al mes. Tengo que conquistarlas empecinadamente. Tie-
del siglo XX, a los términos tradicionales castellanos ro- nen que confluir además tantas circunstancias favorables: que
rro, nene, criatura, crío o cría (no a guagua en gran parte esté despejado, que Alida salga con el bebe, que si sale sola el
del área americana de sustrato quechua). bebe se entretenga con sus juguetes o se duerma, que no llegue
El Diccionario de la Real Academia Española inclu- una visita, que no me moleste la úlcera, etc. Ahora, para po-
ye bebé a partir de su edición de 1970. der escribir, (Alida fue a almorzar a la casa de C. G.) tuve que
En el Perú el galicismo bebé se siente hoy como un encargarme del bebe desde las doce del día: almuerzo, paseo
uso algo afectado; la lengua culta familiar ha preferido a un jardín, juego, baño, comida, nuevamente juego y luego
(como en la Argentina y el Uruguay) el préstamo directo 45 minutos, exactamente por reloj, 45 minutos de mecida en

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mis brazos, ya cansados, para que se duerma”. (La tentación del
fracaso, II, págs. 135-136; anotación de julio de 1968).

El bebe de Ribeyro era ya entonces un niño que sabía an-


dar, pues en la anotación del 20 de setiembre, dos meses
después, se lee:

“Tres horas tratando de hacer dormir al bebe para poder ve-


nir a mi mesa y escribir algo. Cada vez que me alejaba de la
BEIGE
cama en puntas de pie se despertaba y comenzaba a llorar y a
llamarme. Finalmente lo dejo despierto y vengo. Se baja y me Beige es una palabra —de origen incierto— muy anti-
sigue, sin llorar esta vez y queda a mi lado, silencioso a pesar gua en francés, pues se documenta en esa lengua desde
de que le he gritado”. (Íd. íd., pág. 137). principios del siglo XIII. Se aplicó originalmente a la
‘lana de oveja sin teñir’, y luego a su ‘color blanquecino-
Alfredo Bryce, en cambio, solo usa la forma americana amarillento’.
bebe. En La vida exagerada de Martín Romaña escribe: Beige pasó del francés al inglés a mediados del siglo
XIX, con análogos significados. En español el préstamo
“...no falta incluso quien me habla de Herodes al ver lo indi- es más tardío, pues la palabra no aparece todavía en el
ferente que me dejan los bebes. Pero no me dejan indiferente Diccionario de galicismos de Baralt (1855). Tampoco en las
los bebes, lo que pasa es que me hago el frío, el duro, el seco, sucesivas ediciones del Diccionario de la Real Academia
cualquier cosa antes que cargar a un bebe y meterle un dedo Española, incluida la de 1984. Se registra en la de 1992
al ojo o apretarlo demasiado fuerte por andar acariciándolo de esta manera:
cariñosísimo o nerviosísimo”. (Pág. 291).
“beige. (Del fr. beige). adj. Dícese del color castaño claro”.
Bryce usa también el derivado abebarse por aniñarse:
El DRAE 92 también registra la versión castellanizada
“Incluso Inés se me abebaba a veces y nos encontrábamos ha- beis (el Diccionario de uso de Moliner incluye una segun-
ciendo el amor a los cinco años con temor al pecado...” (íd. da forma resultante de adaptación fonética al español:
Íd., pág. 200). bes). Pero en la edición de 2001 del DRAE, beige descien-
de en cuanto a estatus: aparece en cursiva, como los
El participio adjetivado abebado se usa más que el verbo préstamos más crudos, y la variante castellanizada beis es
mismo, con el sentido de ‘aniñado, pueril’. la que trae la etimología y la definición.
Ni beis ni bes son usuales en el español de América.
En el Perú y Méjico la pronunciación corriente es beish,

68 69
más próxima a la inglesa que a la francesa (en francés no a conocer a un padre a quien hasta entonces había creí-
se pronuncia con un diptongo ei, sino con una e abierta). do muerto:
En cuanto a la consonante final, el español de gran
parte de América incluye la consonante sh (palatal fri- “Entramos al Hotel de Turistas [de Piura] y, apenas cruzamos
cativa sibilante sorda) como fonema extrasistemático, el umbral, de una salita que se hallaba a mano izquierda se
gracias al sustrato de diversas lenguas indígenas que lo levantó y vino hacia nosotros un hombre vestido con un ter-
poseen, entre ellas, el quechua. no beige y una corbata verde con motas blancas. ‘¿Este es mi
Sobre el sector cromático que corresponde a bei- hijo?’, le oí decir. Se inclinó, me abrazó y me besó. Yo estaba
ge, divergen diccionarios, lexicones y enciclopedias, for- desconcertado y no sabía qué hacer. Tenía una sonrisa falsa,
mando un verdadero abanico de colores y matices: congelada en la cara. Mi desconcierto se debía a lo distinto
Para el DRAE, como hemos visto, beige equivale a que era este papá de carne y hueso, con canas en las sienes
castaño claro. Para el Diccionario de uso de Moliner, a ocre. y el cabello tan ralo, del apuesto joven uniformado de mari-
Según el Diccionario Vox, beige es igual a pajizo, amarillen- no del retrato que adornaba mi velador. Tenía como el senti-
to. Para algunos lexicones equivale al color del café con miento de una estafa: este papá no se parecía al que yo creí
leche (o, más bien, de la leche con café). Otros vocabularios muerto”. (Pág. 29).
hacen a beige equivalente de leonado (rubio oscuro), jal-
de (amarillo subido) o tórtola (del color de la tórtola do- Ese señor de terno beige que era su papá había regresa-
méstica, ceniciento rojizo). Alguna enciclopedia describe do para quebrarle la infancia. Pero también para conso-
el color secundario beige como un “compuesto de ocre, lidar —por oposición y sin proponérselo— su vocación
blanco y siena” (siena es “castaño más o menos oscuro”). de escritor.
Para la percepción cromática del peruano, el beige está
muy cerca del sepia, que es el color castaño claro usado
en fotografía (del nombre del molusco de ese color, lla-
mado también jibia).
Beige pertenece al ámbito de la lengua culta fami-
liar peruana, y es realmente insustituible referido a telas
y prendas de vestir. Con humor y cruel realismo, Ricar-
do Blume llama “Costa Beige” a la árida orilla de los
balnearios de Lima, cuyo nombre oficial y optimista es
Costa Verde.
En el primer —y magnífico— capítulo de El pez
en el agua, titulado “Ese señor que era mi papá”, Ma-
rio Varias Llosa relata cómo, a sus felices diez años de
edad, su madre lo llevó —intempestiva y secretamente—

70 71
‘sonido’, sigue la línea de teléfono, micrófono, dictáfono.
El Diccionario registra también el derivado mensafónico, -a.
El otro nombre académico del beeper es buscaperso-
nas, palabra compuesta de verbo en tercera persona sin-
gular y sustantivo en plural, a la manera de besamanos,
buscapiés, limpiabotas o picapleitos. Buscapersonas aparece
en el DRAE 92 y en el DRAE 2001 sin definición, remiti-
do al cultismo mensáfono. También se consigna la forma
BÍPER abreviada busca, de género masculino: un busca es un
buscapersonas, un mensáfono o un beeper.
En inglés, beep es una moderna palabra onomatopéyica En el habla peruana se ha generalizado en los últi-
que inicialmente se aplicaba al toque intermitente de la mos años el término beeper pronunciado, a la inglesa, bí-
bocina del automóvil y hoy se aplica también a las seña- per, lo cual demuestra que el préstamo se ha tomado por
les acústicas cortas y repetidas que emiten ciertos apara- vía oral. Debería adoptarse, por lo tanto, la grafía castella-
tos electrónicos usados en la telecomunicación. nizada bíper, tal como se hizo en el caso análogo de líder,
Del correspondiente verbo inglés to beep ‘emitir que reproduce la pronunciación del inglés leader.
sonidos intermitentes’ sale el derivado beeper, designa- En el español del Perú se usa también el verbo bi-
ción de un pequeño aparato portátil que emite señales pear, derivado anómalo de bíper: lo regular habría sido
acústicas para comunicar al usuario que debe leer, en su *biperear, que nadie usa.
pantalla, el mensaje que en ella corre. Pero si no se usa *biperear, sí se documenta beepe-
Don Fernando Lázaro Carreter se refiere en una razo —a la manera de paquetazo (véase), cuartelazo, caba-
ocasión a “la difusión en España de esos aparatos que llazo—. Dice, por ejemplo, Federico Salazar:
advierten al portador, dándole pitidos en el bolsillo, que
se le está requiriendo en alguna parte (otra monstruosa “Al margen del tema de la reelección [del Presidente Fujimo-
invención para dificultar aún más la huida de nuestras ri], es más evidente que nunca que se requiere un Congreso
obligaciones)”. (El dardo en la palabra, pág. 626). El en- mucho más independiente de la consigna. Nos molesta por
tonces Presidente de la Real Academia Española no usó igual el beeperazo oficialista como el dramatismo de la oposi-
en ese párrafo palabra alguna para designar en español ción”. (En el diario limeño Gestión; Lima, 4/1/98, pág. 8).
al aparatito que califica de “insolente ingenio”. Pero la
edición de 1992 del Diccionario oficial consigna ya dos Exigente, sin duda, el periodista político.
términos para traducir el inglés beeper.
Uno es mensáfono, “aparato portátil que sirve para
recibir mensajes a distancia”. Este neologismo técnico,
derivado de mensaje con el sufijo griego que significa

72 73
con la acepción actual del término en el español del
Perú: ‘camiseta masculina muy escotada y sin mangas,
generalmente de tejido de punto blanco y ceñida al
cuerpo’.
Estar en bividí equivale a estar en paños menores.
Reynoso usa también esa expresión:

“Miguel, en bividí, colérico, paseaba de un lado a otro, por el


BIVIDÍ estrecho dormitorio”. (En octubre no hay milagros, pág. 123).

Augusto Elmore escribe acerca del bajo nivel socioeco-


En Hombres y rejas, novela concluida en la Penitenciaría nómico del público que asistía —antes de su incendio—
de Lima en diciembre de 1935, escribe el entonces preso al Teatro Municipal de Lima:
político Juan Seoane:
“En ese tipo de camiseta llamada bividí, shorts, sayonaras y
“El Grandazo aparece de repente en mi reja. Su figura an- otras vestimentas similares, los asistentes revelaron la enor-
cha y gigantesca adosada a ella, ensombrece la celda. El bivi- me distancia que se ha creado en la ciudad entre los dife-
dí abierto [sic] sobre el pecho, le vuela encima del rayado”. rentes estamentos ciudadanos. [...] los buenos modales no
(Pág. 149). han matado a nadie. Mientras que el ala [‘sobaquina’] de un
hombre en bividí, probablemente sí”. (En su columna “Lugar
En Lima en rock, Oswaldo Reynoso pone en el monólogo común”; Caretas, 19/2/98).
interior de un personaje:
El término bividí ha experimentado últimamente un im-
“Esa camisa roja que está en la vitrina es bonita pero cara. Es portante ascenso social, pues se aplica también a pren-
marca B. V. D.”. (Pág. 13). das femeninas, no interiores, de diferentes colores y tex-
turas, que solo tienen en común con la ‘camiseta blanca
B. V. D. —pronunciado, a la inglesa, bividí— se refería de algodón, sin mangas’, lo más esencial de su diseño.
a una marca comercial de ropa masculina. La firma se Por un error de la Academia Peruana de la Len-
estableció en los Estados Unidos en 1876, y las iniciales gua solo apareció en el DRAE 2001 la forma popular
de los apellidos de los tres socios —Bradley, Voorhees y del préstamo: bivirí. Es probable que en la próxima edi-
Day— dieron origen a la sigla B. V. D. y a la consiguiente ción del Diccionario no se incluya ninguna de las dos
marca registrada. variantes.
En las citas anteriores de Seoane y Reynoso, sin
embargo, los usos de bividí —o B. V. D.— no coinciden

74 75
blanquiñosos de la sección ni se hablen, nunca han sido patas
[‘amigos’] el poeta y Arróspide, cada uno por su lado ¿ten-
drán miedo de que uno denuncie al otro de cosas de blan-
quiñosos? [...]. Los blanquiñosos son pura pinta, cara de hom-
bre y alma de mujer, les falta temple...” (págs. 228-229).

Vargas Llosa asocia a los blanquiñosos con la Marina de


Guerra del Perú. Dice también en la obra antes citada:
BLANQUIÑOSO
“Hay perros [cadetes de primer año del Colegio Militar] que
Blanquiñoso se aplica en el Perú a quien tiene la piel más dicen voy a ser militar, voy a ser aviador, voy a ser marino,
o menos blanca y un nivel socioeconómico generalmente todos los blanquiñosos quieren ser marinos”. (Pág. 142).
superior al de quien profiere —a veces con resentimien-
to— dicho calificativo. En Los últimos días de La Prensa, La misma idea sobre la relación entre la Marina y los
de Jaime Bayly, un periodista de baja extracción social, blanquiñosos tiene Alfredo Bryce. Dice que la revolución
que ha sufrido las penalidades de una guerra, les dice a militar de 1968 resultó en:
un par de jóvenes aprendices de periodistas, que lo han
tenido todo fácil: “...los cholos al poder gracias al porrazo de Estado de las Fuer-
zas Armadas todas; menos la Marina, que por blanquiñosa y
“—Ustedes, muchachos blanquiñosos hijos de buena familia, requisito de estatura superior a la media bien baja nacional,
no saben lo que es pasar penurias...”. (pág. 55). para ingresar al cuerpo, siempre fue sospechosa de... Pues de
eso, de blanquiñosa y contrarrevolucionaria”. (No me esperen en
Blanquiñoso, en su origen término de replana, ascendió al abril, pág. 246).
nivel de nuestro lenguaje coloquial hace más de medio
siglo. Su difusión parece haberse debido, por lo menos Blanquiñoso es un obvio derivado de blanco, equivalente
en parte, a la letra de algunos valses criollos del compo- de la forma académica blanquinoso (y ambos sinónimos de
sitor Mario Cavagnaro. blanquecino, blancuzco, blanquizco). El sufijo final, -oso, es un
En La ciudad y los perros monologa así el protagonis- morfema favorito en la formación de sustantivos y adje-
ta, alumno del Colegio Militar: tivos típicos de nuestra habla coloquial. Hay muchísimos
peruanismos acabados en -oso, entre ellos adefesioso, bo-
“No hay muchos blanquiñosos en el colegio, el poeta es uno rrachoso, chiquitoso, detalloso, disticoso, laberintoso, paciencioso,
de los más pasables. A los otros los tienen acomplejados, palomilloso, primarioso, ninguno de los cuales está registra-
zafa zafa, blanquiñoso, mierdoso, cuidado que los cholos te ha- do en el Diccionario de la Academia (tampoco mierdoso, do-
gan miau. Sólo hay dos en la sección [...]. Raro que los dos cumentado en la cita anterior de Vargas Llosa).

76 77
Pero, entre blanco (o, mejor dicho, su radical blanc-) y el
sufijo final -oso en blanquiñoso, está presente otro sufijo: -iño,
muy poco frecuente en español. Es, en cambio, el morfema
de diminutivo peculiar del portugués y del gallego.
Son excepcionales las palabras castellanas forma-
das con ese sufijo de diminutivo (una de ellas es corpiño,
derivado de cuerpo). Es un hecho curioso, entonces, que
se haya formado modernamente un peruanismo como
blanquiñoso, con un sufijo que tiene tan débil función en BONHOMÍA
la morfología del español general.
Volviendo a los usos del término, blanquiñoso se Bonhomía por hombría de bien, benevolencia, sencillez es un
refiere predominantemente —como se ha visto en los término exclusivo de la lengua culta, sobre todo de la es-
ejemplos de tres escritores nuestros— a la piel blanca. crita. Hoy bonhomía se lee a uno y otro lado del Atlántico,
Pero puede aplicarse excepcionalmente al cabello blanco, lo mismo en la prosa de un Sábato que en las columnas
según se documenta, también, en la obra de Bayly antes del diario madrileño El País.
citada. En realidad, la palabra bonhomía se usa en la
El protagonista comenta con su abuela, a la vuelta lengua culta desde mediados del siglo XIX. Ha sido,
de una visita al diario La Prensa: desde entonces, incansablemente combatida por el
purismo, comenzando por el influyente Diccionario de
“—Buena gente el director, ¿no? galicismos publicado en 1855 por el venezolano Ra-
—Un gran tipo, un hombre muy moral. ¿Sabes cómo le dicen fael María Baralt.
en la parroquia? Bonhomía se tomó del francés bonhomie que significa
—¿Cómo? ‘bondad’, ‘franqueza’, ‘ingenuidad’ y también ‘excesiva
—Raspadilla [‘raspaduras de hielo’] sin jarabe. —¿Por qué? credulidad’, ‘simpleza’; el término está documentado en
—Porque tiene el pelo tan blanquiñoso que parece hielo de esa lengua desde el siglo XVIII. Bonhomie viene de bon
raspadilla, pues”. (Pág. 12). homme ‘buen hombre’, locución nominal soldada en el
sustantivo bonhomme que tiene los sentidos (sustantiva-
La forma femenina sustantivada blanquiñosa designa, en dos) de ‘bonachón’, ‘crédulo’, ‘inocentón’ y se refiere, en
replana, la cocaína, que en su forma de clorhidrato tiene principio, al aldeano o al campesino, tenidos general-
la contextura y la apariencia de un polvo blanco. mente por ingenuos.
A pesar de su uso culto, y aun literario, durante
siglo y medio, bonhomía no se incluía aún en la edición
de 1992 del Diccionario oficial de la Real Academia
Española.

78 79
Ya se registra en el DRAE 2001 con este texto:

“bonhomía. (Del fr. bonhomie). f. Afabilidad, sencillez, bondad


y honradez en el carácter y en el comportamiento”.

Pero desde medio siglo antes estuvo en el limbo de los


términos cuya existencia se comprueba aunque no se
oficializa: ya aparece en el Diccionario manual e ilustra-
do de la lengua española, edición de 1950, precedido del BREVETE
asterisco correspondiente: “*bonhomía. f. Es galicismo.
Ingenuidad, candor, bondad”. En el Perú se llama brevete la licencia de conducir un au-
tomóvil, ómnibus, camión, etc. Son usuales expresiones
verbales tales como sacar brevete, tener brevete, perder el
brevete, y también “su brevete, por favor”, pedido de un
policía de tránsito que puede producir escalofríos en au-
tomovilistas omisos u olvidadizos.
También se usa entre nosotros el verbo transitivo
brevetar y su forma pronominal brevetarse. El participio
brevetado, brevetada cumple igualmente función de ad-
jetivo: “se necesita chofer brevetado”. Mariátegui dice
de Gamarra “El Tunante” que “no diploma ni breveta
su obra de autoridad de academias ni ateneos”. (7 en-
sayos, pág. 194). Brevetaje es el trámite para obtener
brevete.
Brevete viene de brevet, palabra que en francés (la
t final es muda) designa certificados de estudios, diplo-
mas estatales, diplomas militares de mecánico o de pi-
loto aviador y también patentes de invención. Pero el
permiso de conducir un automóvil se llama precisamen-
te permis de conduire (abreviado usualmente en permis) y
no brevet.
¿De dónde sale, entonces, el uso peruano? Lo más
probable es que el galicismo sea, según su vía inmediata,
un argentinismo:

80 81
A principios del siglo XX, cuando la aviación se
iniciaba en la América hispana, se usó en la Argentina
el galicismo brevete (forma que prueba que el préstamo
lingüístico se había tomado del francés por vía escrita,
no oral) para designar el título de aviador. Brevete pasó
probablemente al Perú, con ese sentido, junto con otros
términos rioplatenses corrientes en la época de auge y
de gran influencia cultural de la Argentina, poco antes
de la primera guerra mundial. CACHETADA
Pero en el Perú el galicismo brevete experimentó un
cambio semántico: de designar el título de aviador pasó La palabra cacha se documenta en castellano desde el
a designar la licencia de conducir un vehículo automotor siglo XIII con el significado de ‘cada una de las dos pie-
terrestre. Sin embargo, en el reglamento peruano co- zas que forman el mango de la navaja’. Cacha tomó más
rrespondiente se evita sistemáticamente el peruanismo tarde el sentido figurado de ‘mejilla, carrillo’; con este
brevete y se emplea solo la expresión del español general mismo significado se empieza a usar, desde el siglo XVI,
licencia de conducir. su derivado cachete.
De cachete ‘mejilla, carrillo’ se deriva en España
cachetudo ‘carrilludo, mofletudo’: lo que en América
llamamos cachetón. En la Península, cachete es también
sinónimo de su derivado cachetada ‘bofetada’. El verbo
equivalente a abofetear es en España acachetear y en Amé-
rica, sin prefijo, cachetear.
Hace más de un siglo (en 1883) Juan de Arona cri-
ticaba, en su Diccionario de peruanismos, nuestra “tenden-
cia democrática [...] a preferir siempre la palabra vulgar
a la culta”. Y daba de ello abundantes ejemplos:

“Mucho más decimos pescado que pez, candela que fuego, co-
lorado que rojo, plata que dinero, pila que fuente, barriga que
vientre, baraja que naipe, pelo que cabello, cáscara que corte-
za, flojera que pereza, cachete que carrillo ó mejilla...” (pág.
XXII).

Y en el artículo cachete puntualizaba:

82 83
“...no nos atrevemos á decir carrillo ó mejilla, temerosos de
pasar por afectados, pulcros y hasta por poéticos. No deja de
dar el Diccionario á cachete como igual á carrillo ó mejilla; pero
nunca hemos visto usar ese término tan feo á los españoles,
salvo por excepción y venir al caso.
Siendo tal nuestra preferencia por la palabra ésta, es natu-
ral que cachetada (provincialismo puro) prive mucho más que
bofetada. Las mujeres sobre todo, no usan otra palabra: ‘te
daré de cachetadas’ (á hombre ó mujer) amenaza que no debe
CAMPUS
sorprender á los de fuera...” (págs. 78-79).
En España y la América hispana es relativamente recien-
En No me esperen en abril, Alfredo Bryce nos da pruebas te el uso de campus con el sentido de ‘recinto universita-
fehacientes de que las peruanas de hoy siguen propi- rio’ o ciudad universitaria, locución nominal esta última
nando cachetadas, y aun cachetadones. En la escena de la que tiene ya alguna tradición en nuestra lengua.
ruptura de los enamorados, por ejemplo: En latín, campus (de donde, obviamente, viene la
palabra española campo) significaba ‘campiña’, ‘espacio
“El cachetadón que le arreó Tere fue impresionante. Y le dio abierto y llano’ situado no solo fuera de la ciudad sino
dos. Y juácate, tres. Y Manongo tan campante, tan sonriente, también dentro de ella; en Roma el término llegó a apli-
aunque le sangraba la nariz y, ahora que se lo tocó, también carse aun a la plaza pública.
el labio. [...] Ya casi lloraba Tere y después ya lloró sin casi, a Pero en el inglés de los Estados Unidos de América
mares, y a llenar los mares con su llanto, porque Manongo, —no en el de Inglaterra— el latinismo campus empezó
en cada cachetadón, lo único que soltó fue un peruanísimo a usarse desde fines del siglo XVIII con el sentido de
[sic] ‘chispas, Tere’, ante el dolor...” (págs. 463-464). ‘recinto universitario’, incluidos sus edificios y áreas li-
bres, y también con el significado de ‘área verde central’
El aumentativo cachetadón está en la línea de otros tales dentro de dicho recinto.
como patadón, y ambos en la de paredón, almohadón, etc. Parece que el uso nuevo de campus (que llegó a de-
sarrollar en el inglés americano un plural campuses) sur-
gió primero en la universidad de Princeton (New Jersey)
y desde allí se difundió en la mayor parte de las demás
universidades de los Estados Unidos. Sin embargo, una
de las que se resistió al cambio, apegándose al uso del
término tradicional yard ‘patio’, fue la muy prestigiosa
Universidad de Harvard (Massachusetts). En la de Vir-
ginia el término local equivalente es lawn ‘césped’.

84 85
Campus no aparecía aún en la edición del Dicciona-
rio de la Academia de 1984. Aceptado el término por la
Corporación en 1987, se incluyó en la edición del DRAE
de 1992 como sustantivo masculino invariable para el
plural (los campus). La definición “conjunto de terrenos
y edificios pertenecientes a una universidad” se mantie-
ne en la edición de 2001.

CANDIDATEAR
En el Perú y en otros países de la América del Sur se usa el
verbo intransitivo candidatear con el sentido de ‘presentarse
como aspirante o candidato a un cargo, premio u honor’.
En el Río de la Plata se usa, también con esos senti-
dos, el pronominal candidatearse. Candidatear, como verbo
transitivo, expresa allá la idea de ‘proponer o nominar a
alguien para un cargo o dignidad’, con su consentimien-
to o sin él. En Colombia, en cambio, se prefiere con este
sentido el derivado candidatizar, formado con el produc-
tivo sufijo verbal de frecuentativo -izar.
Candidatear y candidatizar se tienen generalmente
como términos exclusivos del español de América, pero
hay datos recientes sobre el uso de ambos verbos en me-
dios de comunicación de la Península.
En cuanto al uso peruano, en 1984 Ricardo Blu-
me criticaba acerbamente a los senadores que balotearon
(véase balotear) al diplomático Javier Pérez de Cuéllar,
propuesto para el cargo de embajador en el Brasil.
Blume, asqueado del sentimiento destructivo que
parece reinar entre peruanos, se preguntaba:

“¿Renunció por decoro alguno de los autores de esa mezquin-


dad que nos puso en el más sublime de los ridículos? Ninguno.
Algunos hasta están candidateando”. (Como cada jueves, pág. 82).

86 87
No renunciaron. Pero, como con pautas torcidas se hacen
renglones derechos, esa inaudita torpeza del Senado pe-
ruano propulsó, en cierto modo, a Pérez de Cuéllar has-
ta ocupar el alto cargo de Secretario General de las Na-
ciones Unidas, para el cual fue aun reelegido.
Años más tarde, Mario Vargas Llosa escribe sobre
su campaña electoral presidencial de 1990 y se refiere a
su íntimo amigo de juventud, el economista Javier Silva
Ruete: CANIBALIZAR
“Javier, que había aceptado mi propuesta de ser el comisio- En el Perú y en otros países de América se usa el verbo
nado de la privatización, accedió, también, a no candidatear al canibalizar con el sentido de ‘desmantelar, desarmar una
Congreso, para dedicarse a tiempo completo a esta reforma”. máquina para aprovechar sus piezas, como repuestos,
(El pez en el agua, pág. 370). en otras máquinas semejantes’.
El término se aplica, sobre todo, a vehículos de
Candidatear es un obvio derivado de candidato, palabra transporte terrestre, barcos y aviones. En un número de
que está documentada en castellano desde mediados del la revista limeña Sí (de noviembre de 1988) se lee, por
siglo XVI. Candidato viene del latín candidatus, de igual ejemplo, que en la compañía de aviación Aeroperú “los
significado y derivado, a su vez, de candidus ‘blanco’, repuestos se consiguen canibalizando aviones”.
porque en Roma los candidatos a ocupar un cargo pú- Canibalizar es un anglicismo muy moderno. Se ha
blico vestían toga blanca. tomado del inglés (to) cannibalize, documentado desde
La edición de 2001 del DRAE registra ya candida- mediados del siglo XVII; la acepción con que ha pasado
tear como uso del Perú, Chile y la Argentina. al español de América data de la segunda mitad del siglo
XX. Se usa también entre nosotros el sustantivo canibali-
zación, que corresponde al inglés cannibalization.
El étimo de todas estas palabras es un antiguo indi-
genismo de América: caníbal, documentado ya en el Dia-
rio de Colón y luego en los llamados cronistas de Indias.
Caníbal resulta de una alteración de caríbal, que a su vez
es una variante de caribe; otras variantes documentadas,
todavía más alejadas desde el punto de vista fonético,
son carina, calina y galibi.
En la lengua que hoy llamamos caribe, este término
significaba, precisamente, ‘gente’. Con un etnocentrismo

88 89
cultural común a muchos pueblos antiguos (y modernos), entre canibalismo y antropofagia, término este último restrin-
los caribes de las costas de Venezuela tenían este lema: Ana gido a hombres que comen carne humana. Caribe, por su
carina rote, que significa ‘solo nosotros somos gente’. parte, solo se usa actualmente en sus acepciones relativas
Otro gran pueblo indígena habitante de las costas a la etnografía, la lingüística y la geografía: pueblos caribes,
septentrionales de Sudamérica y de las Antillas Meno- lenguas caribes, Mar Caribe.
res era el arahuaco. Los arahuacos de las Antillas, llamados El Diccionario de la Real Academia Española (edi-
también taínos, dieron a los descubridores españoles no- ción 2001) registra caníbal y canibalismo en sus varias
ticias aterradoras sobre los caribes, a quienes temían por acepciones, pero no el verbo canibalizar. Tampoco el ad-
su crueldad y antropofagia; esta última, sin embargo, jetivo canibalístico, que usa, por ejemplo, el humorista
parece haber sido meramente ritual. peruano Rafo León en un artículo de su columna “Falsa
Iniciada la colonización del Nuevo Continente, los calumnia”:
conquistadores españoles aplicaron el apelativo de cari-
bes a los indígenas rebeldes o indomables pertenecientes “...siempre he creído que los sistemas socialistas privilegian el
a cualquier grupo étnico. A partir de este uso, la palabra común sobre el individuo, en base a la idea de que el Estado
caribe llegó a tomar el sentido figurado de ‘hombre cruel es el ablandador de los impulsos canibalísticos que trae cada
y sanguinario’; algo semejante sucedió con la variante ser humano al mundo...”. (En El Comercio de Lima, edición
caníbal. del 24/5/99, pág. A 16).
Así, Bolívar afirma que los españoles “en los países
que dominan, no imaginan, no piensan, son caníbales”. Volviendo al verbo canibalizar, Adolfo Bioy Casares decía
(O’Leary, Memorias, XIV, pág. 92; cfr. t. M. Hildebrandt, que ese término significa “devorar, absorber, anular”.
Léxico de Bolívar, págs. 419-422). Y su importante enemi- Las acepciones de ‘destruir, debilitar’, registradas en el
go, el general español Pablo Morillo, se refiere en una inglés (to) cannibalize, están muy cerca de las que incluye
ocasión al “caribe Bolívar”. (Véase Madariaga, Bolívar, I, Bioy Casares en su Diccionario del argentino exquisito, s. v.
pág. 569).
Por otra parte, caribe se usó como sinónimo o equi-
valente de antropófago hasta el siglo XIX. A partir de en-
tonces fue desplazado, con este sentido, por la variante
caníbal. La sustitución se debió a influencia del inglés y
del francés, idiomas en los que caníbal había pasado al
lenguaje científico y había desarrollado derivados tales
como cannibalism y cannibalisme, respectivamente.
Hoy, en el español general, caníbal y canibalismo sue-
len aplicarse también a animales que devoran a seres de
su propia especie. Por esa razón se hace a veces distinción

90 91
sufijo -leta entre los elementos compositivos que incorpora
como entradas: solo da -eta, sufijo de sustantivos y adjetivos
con valor diminutivo o despectivo (tal como en historieta,
peseta, rabieta, tableta o el peruanismo republiqueta).
Corominas, al tratar el derivado cantaleta, anota:
“-eta o -leta es sufijo singular si partimos del verbo can-
tar”. Pero el ilustre etimólogo catalán tampoco incluye
-leta en la lista de sufijos que ofrece su Diccionario crítico
CANTALETA etimológico de la lengua castellana. (La lista no aparece en
la edición Corominas-Pascual).
En el Perú, y en algunos otros países de Hispanoaméri- Podría considerarse la remota posibilidad de una
ca, se usa el sustantivo cantaleta con el sentido de ‘repe- relación entre cantaleta y el verbo cantalear, documentado
tición enfadosa’, ‘reiteración de una advertencia, obser- con el sentido de ‘arrullar las palomas’, que María Moli-
vación o amonestación’. El verbo derivado, cantaletear, ner da, en su Diccionario de uso del español, como derivado
se aplica a la acción de ‘repetir impertinentemente una de cantar. Pero esa posibilidad nos deja, igualmente, en
amonestación, observación o advertencia’. el punto de partida: ¿cómo explicar la -l- que precede al
Hace ya más de un siglo, decía Juan de Arona en sufijo de frecuentativo -ear?
su Diccionario de peruanismos: En cuanto a su extensión geográfica, cantaleta y
cantaletear se usan en Andalucía con los mismos sentidos
“Para nosotros cantaleta es lo que cansa, lo que fastidia, la que en América. Están, por ello, entre los términos que
cansera, la odiosidad de una persona temosa, una cantúrria se conocen como andalucismos de América.
monótona”. (Pág. 94). Hoy se sabe que el fondo inicial y común del espa-
ñol de América fue una variedad de castellano andaluza-
Y en un artículo titulado “¡La mano al pecho!” decía el do, y que la peculiar modalidad americana del castellano
ex congresista peruano Carlos Ferrero Costa: empezó a constituirse desde el momento mismo del des-
cubrimiento, en lo que fue su primer crisol: la isla que
“Las fuerzas vivas aseguraron al gobierno que si flexibilizaba la los recién llegados bautizaron como Española y que hoy
legislación laboral, miles de nuevos empleos brotarían como es- es territorio de la República Dominicana y de Haití.
puma. Se hizo lo primero mas nunca vino lo segundo... por eso La persistente influencia andaluza de los primeros
cuando surge la cantaleta de la competitividad y los sobrecostos, ya tiempos —de efectos perdurables y predominantes— se
nadie les cree”. (En La República, suplemento Domingo del 23/5/99). explica por la visita de la flota real que, dos veces por
año, partía de puertos andaluces —después de una es-
Según el Diccionario de la Academia, cantaleta es un direc- pera más o menos larga en ellos— con destino a las ricas
to derivado del verbo cantar. Pero el DRAE no incluye un Provincias de Ultramar.

92 93
en oportunidad semejante a la descrita por Monsiváis:
en la cantina inflas, es decir, ‘en la cantina bebes hasta la
ebriedad’, según se entiende en el español de Méjico.
En su edición de 2001, el Diccionario de la Real Aca-
demia Española incluye, como mejicanismo, el sustan-
tivo masculino cantinflas referido a quien habla o actúa
como el personaje identificado con dicho actor mejica-
no. Registra igualmente, también como mejicanismos
CANTINFLADA de uso extendido a otros países de Hispanoamérica, los
derivados cantinflada ‘dicho o acción propios de un can-
A partir de 1940 —año de su primera película impor- tinflas’, cantinflear ‘hablar o actuar en forma disparatada
tante— se populariza en la América hispana el nombre o incongruente’ y cantinflesco, adjetivo que remite a un
artístico, Cantinflas, del actor cómico mejicano Mario cuarto derivado: acantinflado. Por último, incluye otros
Moreno, muerto a los ochenta años en 1993. dos derivados que, al parecer, no se usan en Méjico: el
Sobre el origen de ese nombre artístico hay varias venezolanismo cantinflérico y cantinflero como chilenismo.
hipótesis, ninguna convincente para un lexicólogo. Pero En cuanto a acantinflado, aparecía ya en la edición
—como suele suceder— son los legos en la materia quie- de 1970 del Diccionario de la Academia (en el Suplemento)
nes lanzan o recogen, con seguridad digna de mejor y, lo que es curioso, solo como chilenismo. La entrada se
causa, las más pintorescas hipótesis etimológicas. mantuvo así en la edición de 1984 del DRAE; en la de
Relata, por ejemplo, Carlos Monsiváis, que en cier- 1992 acantinflado aparece como uso de Chile y Méjico.
ta ocasión, cuando el actor principiante Mario Moreno Los nombres propios —los sobrenombres entran
se explayaba en una cháchara enredada: también en este grupo— no son en español prolíficos en
derivados que, como sustantivos, enriquezcan el caudal
“Alguien, divertido con el fluir del disparate que propicia de la lengua.
el cómico, le grita: ¡Cuánto inflas! (¡Qué borracho estás!): la A semejanza de cantinflada se pueden citar barraba-
contracción [de cuanto más inflas] tiene éxito, aparece Cantin- sada, de Barrabás, nombre del reo indultado con prefe-
flas y en esta materia lo verdadero es lo muy probable”. (En rencia sobre Jesús; quijotada, de Quijote y perogrullada, de
“Un caballero a la medida”, artículo publicado en Cambio 16; Perogrullo, nombre de un personaje popular identificado
Madrid, 3 de mayo de 1993). con la verdad palmaria que es superfluo repetir.
Los verbos derivados de un nombre propio, ape-
Si en el muy serio asunto de las etimologías “lo verda- llido o sobrenombres, como cantinflear, son todavía más
dero es lo muy probable”, como afirma Monsiváis, para escasos. Uno de ellos (que lleva también el sufijo de fre-
algunos es igualmente probable que el apelativo Cantin- cuentativo -ear) es jeremiquear o jerimiquear ‘lloriquear,
flas haya resultado de la contracción de otra frase dicha gimotear’, del nombre del profeta Jeremías, célebre por

94 95
sus lamentaciones; el verbo está restringido al uso de
Andalucía y América.
Adjetivos terminados en el sufijo -esco, como can-
tinflesco, parecen algo más abundantes. Son ejemplos:
dantesco, del nombre de Dante Alighieri; quijotesco, de
Quijote; quevedesco, de Quevedo; donjuanesco ‘propio de un
donjuán’, del nombre del personaje de Tirso de Molina
y Zorrilla; churrigueresco, del apellido Churriguera, per-
teneciente al creador de un estilo de ornamentación CÁRTEL
recargada en la arquitectura española del siglo XVIII;
rocambolesco, de Rocambole, personaje creado por el no- En referencia a las organizaciones delictivas que do-
velista francés Ponson duTerrail. minan el tráfico ilícito de drogas, especialmente el que
En cuanto al adjetivo cantinflero (usado también se realiza a través de redes internacionales, alternan
como sustantivo, referido a personas) que es sinónimo actualmente dos variantes de una misma palabra: cár-
de cantinflesco y está documentado en el habla perua- tel, con acento prosódico y ortográfico en la primera
na, resulta difícil hallar otros adjetivos terminados en sílaba, y cartel, con acento prosódico en la última.
-ero que sean derivados de nombres o sobrenombres de Cartel (pronunciada como palabra aguda) se tomó en
persona. el siglo XV del catalán cartell (y este del italiano cartello, dimi-
En el español del Perú está también documentado nutivo de carta). Algunas de las acepciones que consignaba
el derivado cantinflismo. No hay duda de que el nombre la edición de 1992 del Diccionario académico en la entrada
artístico del actor mejicano Mario Moreno resulta un cartel1 han caído en desuso; casi todas resultaban de exten-
ejemplo extremo de productividad en el campo léxico. siones de sentido de aquella que figuraba como primera:

“Papel, pieza de tela o lámina de otra materia, en que hay


inscripciones o figuras y que se exhibe con fines noticieros,
de anuncio, propaganda, etc.”.

Es decir, cartel como sinónimo de afiche, póster (véanse),


pancarta o pasquín, con derivados como cartelera, cartelista
y cartelón.
El Diccionario oficial consignaba igualmente, en su
edición de 1992 y en entrada aparte, cartel2 o cártel, del
alemán Kartell, como término de la economía con esta
primera acepción:

96 97
“Convenio entre varias empresas similares para evitar la mu- “Organización ilícita vinculada al tráfico de drogas o armas”.
tua competencia y regular la producción, venta y precios en
determinado campo industrial”. La vinculación con el tráfico de drogas estaba, antes,
apenas sugerida por el ejemplo: Cartel de Medellín.
Es decir, cartel o cártel como sinónimo de monopolio o
trust. Y, como segunda acepción, la más moderna:

“Agrupación de personas que persigue fines ilícitos: Cartel de


Medellín”.

En efecto, desde hace unos treinta años se ha estado di-


fundiendo en el lenguaje universitario de España el uso
de la forma grave cártel como sinónimo de monopolio o
trust, y la Academia Española ya había aceptado este uso
en una enmienda al Diccionario, publicada en su Boletín
de enero de 1986.
El cambio de acentuación (de aguda, cartel, a grave,
cártel) se explica por la influencia del inglés en el campo
de las ciencias económicas. Hay datos de la pronuncia-
ción grave de cartel en inglés a partir del siglo XVI, a
pesar de que el préstamo (el término se tomó del francés
cartel) entró, naturalmente, como palabra aguda.
Resumiendo: hoy es correcto y académico usar la
forma grave cártel o la aguda cartel en la acepción eco-
nómica, pero solo la forma aguda tradicional cartel con
los demás significados, tales como los que hacen a cartel
sinónimo de afiche, póster, pancarta o pasquín.
Es interesante constatar que en la edición de 2001
del DRAE, las acepciones de cartel2 o cártel aparecen con
el orden invertido: la primera pasa a ser segunda, y la
segunda, primera. Hay además, en esta última, cam-
bios importantes. En vez de “agrupación de personas
que persigue fines ilícitos”, aparece esta definición,
más específica:

98 99
Cerquillo, pues, ya no evoca un cerco, cerca, valla o
vallado, aunque sin duda esa metáfora estuvo presente
en su origen. También hubo, sin duda, una metáfora
que dio origen a flequillo, derivado que está algo más
cerca, semánticamente, del primitivo fleco.
El uso de cerquillo por flequillo es bastante antiguo
en el español del Perú. No empleamos otro término
para designar lo que en Venezuela se llama pollina y
CERQUILLO en Méjico burrito (hoy poco usado). Estos dos ame-
ricanismos se originan en la imagen que el fleco de
Cerquillo es, según el Diccionario de la Academia, el “cír- pelo recortado sobre la frente humana hace recordar:
culo de cabello que queda después de rapar la parte su- el mechón que generalmente cae sobre la frente del
perior e inferior de la cabeza, como se estilaba en algu- asno.
nas órdenes religiosas masculinas”. En su Testimonio personal, Luis Alberto Sánchez des-
Pero en el Perú y en otros países de la América his- cribe, con triste ternura, la imagen de su madre cuando
pana se usa la palabra cerquillo para designar lo que en era una adolescente:
España se llama flequillo, es decir, la “porción de cabello
recortado que a manera de fleco se deja caer sobre la “La veo en una fotografía de niña, al filo de los quince, ves-
frente” (DRAE). tida de luto, por su padre, con el cerquillo sobre la frente, los
Desde el punto de vista morfológico, cerquillo ojos rasgados desafiando al fotógrafo...” (I, pág. 52).
y flequillo son dos claros ejemplos de la función reno-
minalizadora del sufijo de diminutivo -illo, -illa. Esta Por un artículo del costumbrista Federico Blume (1863-
nueva y productiva función ha sido muy importante 1936) nos enteramos de que antaño estuvieron de moda
como medio para incrementar el léxico en español. El los cerquillos postizos. Blume relata cómo las amigas de
sustantivo resultante de la sufijación de -illo o -illa a una señora limeña, doña Luisa, insisten en caerle intem-
un primer sustantivo tiene generalmente poco o nada pestivamente de visita en cualquier día de la semana,
que ver, desde el punto de vista semántico, con la raíz excepto el lunes que es, precisamente, su día de recibo.
nominal a la cual se pospone. No se trata aquí de di- En una ocasión, al llegar ella a su casa,
minutivos: entre el primitivo y el derivado hay tanta
diferencia de significado como se puede comprobar “se quitó el sombrero, dejó sobre el peinador un cerquillo de
entre carbón y carboncillo, estribo y estribillo, freno y freni- crespos muy rubios que compró en París, se cambió el traje
llo, casco y casquillo, nudo y nudillo, etc. O, en femenino, de calle por un kimono y se calzó las chancletas caseras”.
entre cabeza y cabecilla, cámara y camarilla, máscara y
mascarilla, etc.

100 101
Pero, muy pronto,
“...sonó el timbre de la puerta de calle y al poco tiempo oyó
voces y cuchicheos en la sala.
—¡Dios eterno! ¡Visitas!, exclamó Doña Luisa palideciendo
y tratando de volver a encasquetarse el cerquillo parisiense...
¡Visitas a estas horas y hoy jueves!
—Ahí están las señoritas Berdejo, exclamó Angelita la sir-
vienta [...].
Doña Luisa, hirviendo de ira, les salió al encuentro, con el CHANCLETERO
cerquillo a medio prender, el kimono y las chancletas. [...] al
escucharlas pensaba para sus adentros: mañana todo Lima Chancleta es, según el Diccionario de la Academia, “chinela
sabrá [...] que uso cerquillo postizo”. (“Los lunes de doña Lui- sin talón, o chinela o zapato con el talón domado, que suele
sa”, en Sal y pimienta, págs. 269-270). usarse dentro de casa”. Chancletear es ‘andar con chancletas’
y chancleteo el “ruido o golpeteo de las chancletas cuando se
Hoy no se usan los cerquillos postizos, pero el cerquillo anda con ellas”. Se enchancletan los zapatos si se usan a me-
propio sigue siendo un elemento importante en peina- dio calzar, pisando sobre el borde doblado del talón.
dos de niños, niñas y mujeres jóvenes. Chancleta se documenta en castellano desde prin-
Y últimamente ha empezado a usarse, entre pelu- cipios del siglo XVII. Es, en su origen, un diminutivo
queros y quienes se autodenominan estilistas del cabello, de chancla, palabra de igual significado relacionada con
el término peninsular flequillo para distinguir un tipo es- chanclo (y, en último término, con zanco). Aunque es
pecífico de cerquillo, hecho de mechitas de pelo finas y prenda usada por hombres y mujeres, la chancleta se ha
espaciadas. asociado siempre a la imagen de la mujer en el ámbito
En la edición del DRAE del año 2001, se ha aña- doméstico e íntimo.
dido una acepción para incluir el uso americano de cer- Un vivo y gracioso ejemplo del uso de chancleta en
quillo por flequillo. El área consignada es Cuba, Ecuador, el habla peruana lo da Federico Blume al criticar una
Perú y Uruguay. mala costumbre de la sociedad limeña de principios del
siglo XX: la de no respetar los días de visita (o, mejor
dicho, los días de no visita). Como se ha visto bajo el tí-
tulo cerquillo, en el artículo titulado “Los lunes de doña
Luisa” cuenta Blume que esta señora, recién llegada de
Francia, había fijado el primer día de la semana para
recibir a sus relaciones sociales. Un jueves cualquiera
llega a casa, cansada, y se pone cómoda calzándose “las
chancletas caseras”.

102 103
Pero de pronto se presentan tres inoportunas ami-
gas que, sin anunciarse, irrumpen en su dormitorio y la
sorprenden con “el kimono y las chancletas...” (Sal y pi-
mienta, pág. 269). Las antiestéticas chancletas se asociaban
y se asocian a la imagen de una mujer vestida de trapillo
o de entrecasa.
Pero en gran parte de la América hispana chancleta
llegó a identificarse con la mujer misma y luego con la
‘niña recién nacida’, especialmente si su sexo ha causado CHATO
decepción paterna o familiar. Y de ese uso, entre festivo
y despectivo, ha resultado el derivado chancletero, apli- Chato es un término de la lengua general (nivel del habla
cado al padre que solo engendra hijas, al papá que solo coloquial y familiar) que se deriva del latín popular platus
produce chancletitas. ‘aplanado’. En español general el adjetivo chato, chata se
Aunque está documentado en el Perú y en Chile, se aplica, en primer lugar, a la persona “que tiene la nariz
usa mucho menos el correspondiente femenino chancletera poco prominente y como aplastada” (DRAE). Chato o chata
para designar a la madre que solo concibe hijas, que solo se aplica, también, a aquellas cosas que tienen menos ele-
echa al mundo chancletitas. Y es justo que así sea, porque vación o espesor que otras de su clase. La forma femenina
hoy se sabe que solo el varón puede aportar el cromosoma chata se ha sustantivado para designar una embarcación
“Y” que determina el sexo masculino del embrión. Conoci- de poco calado y fondo plano, similar a la chalana. Chata
miento científico que llega un poco tarde para algunas rei- designa igualmente un ‘bacín plano’ u orinal de cama que
nas de otras épocas, repudiadas o decapitadas por no haber usan los enfermos que no pueden sentarse. En el Perú se
podido cumplir con dar un heredero varón a la Corona. documenta extrachata (está cayendo en desuso) como de-
En su edición del año 2001, el Diccionario de la signación de una ‘polvera portátil de mínimo espesor’, es
Academia incluye, por primera vez, el americanismo decir, achatada (el verbo achatar, formado sobre chato, solo
chancletero como término del lenguaje coloquial y con un se usa en español desde principios del siglo XIX).
área geográfica discontinua (Cuba, Perú, Chile). Acerta- En el Perú (y en los países del Cono Sur: Chile, la
damente, restringe esta acepción al varón: “Dicho de un Argentina, Uruguay y Paraguay) chato ha sido desplaza-
hombre: Que solo tiene hijas”. do por ñato como calificativo aplicado a la persona que
En una lacerante entrevista, nuestra gran poetisa tiene nariz roma. Ñato es un asturianismo y americanis-
Blanca Varela habla de sus dos hijos, Lorenzo y Vicente, mo que se explica por un cruce lingüístico de chato con
y de las cuatro nietas que le han dado. Dice, con ternura: nacho o ñacho, a su vez forma dialectal —del leonés y del
gallego— que puede haber surgido, según Corominas,
“Mis hijos han sido chancleteros”. (“La semana”, de Expreso; edi- de una pronunciación hipocorística de naso ‘nariz’ (del
ción del 28 de abril de 2003, págs. 6 y 7). latín nasus, íd.).

104 105
Y en el Perú, donde ñato, -a designa a quien tiene más bien, un positivo matiz de afecto y aun ser aceptado
la nariz roma, el término desplazado, chato, ha experi- y asumido como nombre artístico: el chato Grados, el chato
mentado un importante cambio semántico: describe a la Barraza, por ejemplo. Una nota editorial de El Comercio,
persona ‘de baja estatura’, pero no connota (como reta- titulada “Hay que saber dar la talla”, empieza así:
co) la idea concurrente de ‘grueso’ o ‘gordo’.
En Yo amo a mi mami, el niño protagonista describe “Haga Ud. la prueba. Vaya Ud. un día cualquiera al jirón de
las felices tardes de cine disfrutadas en compañía de su la Unión, a las 5 de la tarde sería perfecto, y grite con fuerza:
querido abuelo: ‘¡Chato!’. Verá como […] el 90% se dará por aludido.
El Perú es un país de gente bajita [...] lo que predomina es
“Casi todas las películas que vemos son aptas para todos, el metro sesenta y pocos centímetros”. (Edición del 14/7/99,
aunque también entramos a las de mayores de catorce, y eso pág. Al).
que yo no tengo ni siquiera once, no importa, dice mi abuelo,
tú pon cara de hombre grande y si me preguntan, yo digo En cuanto a derivados, en el Perú y los países del Cono
que ya tienes catorce años, sólo que te has quedado chato”. Sur se usa el sustantivo abstracto chatura, formado a se-
(Pág. 120). mejanza de altura, locura, gordura, etc. En sentido figura-
do, que es el predominante, chatura equivale a ‘medio-
Volviendo de ese nuevo “mundo para Julius” al crispa- cridad, pobreza intelectual’.
do guión que es Los últimos días de La Prensa, Jaime Bayly El lexicógrafo amateur colombiano Óscar Hoyos
transcribe una conversación entre los abuelos de su álter Botero, en su columna titulada “Notaría del lenguaje”
ego, aprendiz de periodista: de la revista Oiga, censuró reiteradamente al periodista
peruano Manuel D’Ornellas por usar el término cha-
“—¿Quién es el director de La Prensa, Inesita? tura, que aún no incluía el Diccionario de la Academia
—Toñito Larrañaga, pues, hijo. El canosito de la misa de San en su edición de 1992. D’Ornellas se había referido,
Felipe que siempre pasa con la limosna [...]. cuando dio origen a una segunda crítica, a “la chatu-
—¿Larrañaga, el chato Larrañaga? —preguntó don Rafael. ra de la actividad parlamentaria” (artículo titulado
—No, Rafael, el chato murió el año pasado —dijo—. Estaba “La decadencia institucional” publicado en Caretas del
manejando [‘conduciendo’] en la Costa Verde y le cayó una 15/12/86). El polígrafo peruano Marco Aurelio Dene-
piedra en la cabeza. grí usó también chatura en un artículo titulado “Pro-
— ¿Y quién fue el jijuna que le tiró una piedra al chato?”. blematicidad del amor”, en el cual se refería a “toda la
(Pág. 14). monotonía y chatura de la cotidianidad”. (En Meridiano
del 27/10/91).
Chato puede ser apodo —generalmente precedido del El sustantivo abstracto derivado del adjetivo chato
articulo el y seguido del apellido— o término de trata- que sí registraba el DRAE 92 es chatedad, definido como
miento sin ningún matiz despectivo. Puede llegar a tener, “calidad de chato”, obviamente referida a los significados

106 107
que chato tiene en el español general. Chatedad es prácti-
camente desconocido en el español del Perú.
La edición de 2001 del Diccionario de la Academia
ya registra chatura en su acepción literal (‘que tiene me-
nor relieve de lo normal’) y en la figurada de ‘pobreza
intelectual’.

CIERRAPUERTAS
Cierrapuertas es un sustantivo compuesto: de una for-
ma verbal (tercera persona singular del presente de in-
dicativo del verbo cerrar) más un sustantivo en plural
(puertas).
Este tipo de compuestos —cuya forma es idéntica
para el singular y el plural— es frecuente en la lengua,
sobre todo en el habla coloquial. El proceso morfológico
está vigente y sigue siendo productivo.
Desde el histórico apelativo de Matamoros dado en
la España medieval al apóstol Santiago (hoy se aplica al
valentón) hasta el moderno buscapersonas, sinónimo de
mensáfono (véase bíper), este tipo de compuestos describe
gráficamente acciones —y, a partir de allí, seres u obje-
tos— reales o metafóricas.
Describen seres u objetos y acciones reales los com-
puestos cascanueces, cortaúñas, limpiabotas —en el Perú,
lustrabotas (véase)—, portaviandas, sacacorchos. Hay me-
táfora, en cambio, en aguafiestas, buscapiés (en el Perú,
buscapiques), cascarrabias, perdonavidas, rompecabezas, tra-
galdabas.
La edición de 2001 del Diccionario oficial registra
el peruanismo cierrapuertas con esta definición: “Cierre
súbito de establecimientos públicos y privados en pre-
visión de desmanes”. Cierrapuertas está en la línea de

108 109
los términos generales formados con el antónimo abrir: al “despavorido grito de Cierra puertas” y al “clásico grito
abrebotellas, abrecartas, abrecoches, abrelatas, abreojos. de cierra puertas” (págs. 89, 151, 326 y 339). Y en Estampas
En Quince plazuelas, una alameda y un callejón, Pedro limeñas relata:
Benvenutto nos pinta una vívida imagen de los típicos
cierrapuertas limeños: “En las revoluciones, las esquinas jugaban un papel
decisivo. En ellas se guarecían los montoneros para dis-
“Cuando en la antigua Lima sublevábase un batallón en el parar sus fusiles, y de ellas salían, antes que de ningu-
fuerte de Santa Catalina, cuando los montoneros entraban na otra parte, los alarmantes gritos del Cierra puertas
por Guía o por Cocharcas o cuando la gente reunida quería —tan limeños y tan hispanoamericanos durante tanto
‘tomar Palacio’, empezaba inmediatamente el cierrapuertas tiempo—, repercutiendo en todos los barrios con ra-
clásico. Las grandes hojas de las puertas de calle, chirriando pidez extraordinaria”. (Pág. 54).
sobre sus goznes, se cerraban apresuradamente una des-
pués de otra y por fin se oía el chirrido del cerrojo mayor. Por su parte, don Ricardo Palma escribía a su hijo, médi-
El postigo quedaba un instante abierto [...] y era luego ce- co del mismo nombre, en noviembre de 1909:
rrado con estrépito. [...] el golpe avisaba y de ahí que al
sentirse cerrar la puerta del vecino se hiciera lo propio. [...] “En Lima hay siempre alarmas de revuelta. Anoche unos
Desaparecido el ruido de los portazos comenzaba el de los granujas, a eso de las siete, gritaron en la plaza mayor cie-
coches que a toda prisa conducían los cocheros a sus corra- rra-puertas, los cocheros fustigaron sus caballos, y se produ-
lones. Este aspecto sonoro del cierrapuertas era uno de los jo gran alarma en la ciudad, creyéndose que había estallado
más interesantes de él”. (Págs. 272-273). la revolución”. (Cartas indiscretas, pág. 62).

En un largo poema satírico titulado “Constitución po- Los cierrapuertas fueron, como se ha visto, parte consus-
lítica”, don Felipe Pardo y Aliaga (1860-1939) describe tancial de la vida limeña republicana. También se ha
análogamente, la angustiosa situación vivida en Lima aplicado el término a una acción debida a iniciativa —y
cuando se anunciaba “un paro, una huelga o una jorna- no a reacción— de los industriales y comerciantes del
da cívica”: limeño jirón Gamarra, reconocidos representantes de la
exitosa pequeña empresa en el Perú.
“Y apenas tienen del motín barrunto gritan los ciudadanos: Pero cierrapuertas ha tomado, desde hace unos
Cierra-puertas, y calles vense y plazas en un punto, como por años, un nuevo sentido. Se llama así a la venta organiza-
golpe eléctrico desiertas”. (En BCP, 9*, pág. 159). da, a puerta cerrada, de diversos artículos por debajo de
su precio normal.
En Nuestra pequeña historia, José Gálvez se refiere, en di-
versas ocasiones, al “grito, tan socorrido otrora, de cierra-
puertas”, a “los cierrapuertas que anunciaban montoneras”,

110 111
manera perfecta, en el aspecto fisiológico y bioquímico,
a partir de una célula originaria’.
En la edición de 2001 del DRAE, clon se define así:

“Conjunto de células u organismos genéticamente idénticos,


originado por reproducción asexual a partir de una única
célula u organismo o por división artificial de estados em-
brionarios iniciales”.
CLONAR
Con motivo del nacimiento de la célebre oveja escoce-
La clonación de una oveja adulta, dada a conocer por sa bautizada como Dolly (en honor de la actriz cinema-
científicos escoceses en febrero de 1997, constituye sin tográfica Dolly Parton), los medios de comunicación del
duda un hito en la historia del hombre y de la ciencia: se mundo entero se vieron obligados a manejar —no siem-
ha llegado a decir que el siglo XXI empezó a partir de pre acertadamente— términos antes circunscritos al ám-
este increíble logro de la biotecnología. bito de las publicaciones científicas.
La palabra clon se tomó, modernamente y por el len- En cuanto al español del Perú, ciertos divulgadores,
guaje científico, del griego clásico klon que significa ‘reto- no enterados de que clon, clonar y clonación contaban ya
ño, brote de una planta’. Aunque se escribe clone en inglés con la aprobación académica, evitaron su uso empleando
y francés, se pronuncia también como monosílabo en am- con timidez términos, supuestamente equivalentes, tales
bas lenguas (en francés, con la llamada “e muda” final). como réplica y replicar, duplicación y duplicar, etc. Algunos
En español, inglés y francés clon (o clone) se definía osados periodistas, en cambio, no solo usaron sin reser-
como ‘serie de individuos pluricelulares absolutamente vas clon y sus derivados, sino que aun se lanzaron a deri-
homogéneos en su estructura genética’. Pero hoy clon se var por su cuenta formas (de vida efímera) como *clonaje,
emplea más para designar cada uno de los individuos *clonamiento y *clonización, todas equivalentes de clonación.
de esa serie. En cuanto a verbos sinónimos del académico clo-
En su edición de 1984, el Diccionario de la Acade- nar, el humorista Luis Felipe Angelí (Sofocleto) derivó un
mia registraba así clon: “estirpe celular o serie de indi- inesperado clonicar:
viduos pluricelulares nacidos de ésta, absolutamente
homogéneos desde el punto de vista de su estructura “Se queja el mundo y se queja (para no decir se aterra) por-
genética; equivale a estirpe o raza pura”. En su edición que en la vieja Inglaterra clonicaron a una oveja”. (En El Do-
de 1992, se repetía esta definición y se añadían los deri- minical de El Comercio; edición del 16/3/97).
vados clonar “producir clones” y clonación “acción y efec-
to de clonar”. Pero no se incluía la nueva acepción, hoy El adjetivo clónico está en mejor situación que su presun-
predominante, de clon: ‘individuo reproducido de una to derivado clonicar, puesto que ya lo incluye la edición

112 113
de 1989 del Diccionario manual de la Real Academia Es-
pañola y lo registra, sacándolo de ese limbo, la edición
de 2001 del DRAE.
La clonación de un mamífero adulto a partir de
una de sus células lleva a la ciencia al borde de lo que
antes fue solo un tema de ficción científica: la clonación
de un ser humano. La Organización Mundial de la Sa-
lud ha declarado que la clonación de seres humanos es
éticamente inaceptable; otras instituciones se han pro- CONCRETO
nunciado también en ese sentido.
Pero es sabido que —para bien y para mal— la En el Perú y en otros países de América se llama concreto
ciencia no acepta más barreras que las que le imponen lo que en España se conoce como hormigón: el material
sus propias limitaciones. Por lo tanto, nadie puede ase- de construcción constituido por una mezcla de piedras
gurar que no habrá biotecnólogos que se atrevan a tras- menudas, arena y cemento; cuando dicha mezcla está
pasar una frontera que, para muchos, jamás debería ser reforzada por barras de acero o hierro, en América se
violada. Y, para otros, jamás debería existir. llama concreto armado y en España se conoce como hormi-
gón armado o cemento armado.
Héctor Velarde, notable arquitecto y fino humoris-
ta limeño, se quejaba del desdén de sus paisanos hacia
su profesión:

“El arquitecto visto por la generalidad de nuestras gentes es


una especie de artista decorador de fachadas que no sabe
nada de ingeniería, que no ha podido comprender un palote
de ingeniería, y que por eso es arquitecto”.

Y añadía que, cuando la familia en pleno asume la tarea


de construir la vivienda propia,

“es muy corriente que la mamá se encargue de la distribu-


ción, el papá de la solidez y las niñas de los adornos de una
casa”. (Obras, 4, pág. 69).

Sin embargo:

114 115
“Cuando la cosa aprieta, cuando aparece el cemento armado, en-
tonces el propietario se pone serio, cree que el cemento armado
encierra algún misterio digno de conocimientos extraordina-
rios y llama con solemnidad a un ingeniero que resulta casi
siempre topógrafo. El cemento armado es el único cuco de los
propietarios conscientes. Los hay audaces y entonces se llenan
de gloria cuando han formado una columna con mucho con-
creto y sin necesidad de ingenieros. El arquitecto tampoco in-
terviene aquí para nada. No tiene aplicación. No lo reclaman
CULANTRO
ni el clima ni la familia”. (Íd. íd., pág. 70).
En opinión de Corominas —el más importante etimo-
Concreto, como adjetivo antónimo de abstracto, se tomó logista del español— la palabra culantro se explica por
del latín concretas ‘espeso, condensado, compacto’ en la alteración popular de su nombre latino, coriandrum, que
segunda mitad del siglo XIII. a su vez procede del griego koriandron.
Concreto por hormigón se tomó modernamente del Culantro está documentado en castellano desde
inglés concrete, documentado con esa misma acepción y inicios del siglo XII, y fue la forma general en la len-
uso sustantivo desde principios del siglo XIX. Concreto gua hasta fines del siglo XVII. A partir de entonces se
armado traduce las expresiones nominales inglesas armo- impuso una variante que no está bien explicada, sobre
red concrete, reinforced concrete o steel concrete. todo desde el punto de vista fonético: cilantro. Pero el
De concreto por hormigón se ha derivado entre noso- arcaísmo culantro sigue siendo la forma vigente o predo-
tros el adjetivo concretero, usado en la expresión nominal minante en el español de América.
planta concretera ‘fábrica de hormigón’, o sustantivado, Sin embargo, el derivado culantrillo sobrevive en
con el mismo sentido, en el femenino concretera. España: desde el siglo XV designa cierto tipo de helecho
Por otra parte, hormigón es en castellano una pala- que crece en las paredes de los pozos y en otros sitios
bra de origen incierto, tal vez muy lejanamente empa- húmedos. (En América, en cambio, culantrillo designa
rentada con hormiga. Hormigón se usa en el Perú con un un helecho de hojas muy menudas, usado como planta
significado diferente del peninsular: ‘mezcla de arena ornamental).
con piedra o cascajo, usada para preparar el llamado El culantro, hierba aromática perteneciente a la
concreto ciclópeo’ que se emplea para los cimientos de las familia de las umbelíferas, es oriundo de las orillas del
construcciones. Mediterráneo y del Cercano Oriente. Los datos sobre
La edición de 1992 del DRAE registra ya el ame- su cultivo se remontan a cinco mil años antes de Cristo.
ricanismo concreto (m.), del inglés concrete, como equiva- Actualmente, las semillas del culantro se usan en
lente de hormigón. En la de 2001 se explicita la equiva- Europa y América del Norte para dar su especial sabor
lencia: “mezcla de piedras, cemento y arena”. a algunos alimentos y licores. Pero en la América hispana

116 117
—como en la India y en la China— son las hojas del
culantro las que se emplean para sazonar diversos platos
típicos (en el Perú, el llamado seco ‘guiso de carne’ y el
arroz con pato, entre otros).
Según Fernando Cabieses —en su sabroso libro ti-
tulado Cien siglos de pan— casi todos los naturalistas de
la antigüedad mencionan las virtudes del culantro: su be-
néfica acción digestiva o su efecto como tónico general.
Pero esos naturalistas señalan, al mismo tiempo, la rela- *LA CURRÍCULA
tiva toxicidad del culantro cuando es ingerido en grandes
dosis. Los síntomas pueden ser somnolencia, mareos y La preocupación por el currículum —ya sea escolar o
aun una leve descoordinación motora. universitario— se expresa cíclicamente en el Perú por
En esos efectos negativos —nunca graves— está el boca de periodistas, locutores de radio y de televisión,
origen del refrán español bueno es el culantro, pero no tan- entrevistadores, funcionarios del Ministerio de Educa-
to, que en el Perú hemos mejorado, en su metro y en su ción, pedagogos, catedráticos y también congresistas. Y
ritmo, al suprimir el artículo determinado del primer muchos de ellos usan la locución nominal *la currícula.
miembro del dístico: bueno es culantro, / pero no tanto. Pero la currícula no es una expresión correcta en
español. Currícula es, en latín, el plural del sustantivo
neutro curriculum, que tiene como primera acepción
la de ‘carrera’; se usa en la expresión latina curriculum
vitae, literalmente ‘carrera de la vida’ y figuradamente
“relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realiza-
dos, datos biográficos, etc., que califican a una persona”
(DRAE 2001). Currícula es, pues, un latinismo. Y es, por
supuesto, lícito usar latinismos en español, siempre que
se usen bien.
Currícula, por su -a final que induce a error, tiene
la apariencia de un sustantivo femenino singular que
debería ser antecedido por el artículo determinado la.
Pero siendo un neutro plural latino, en español (lengua
en la que no existe el género neutro), se reproduce nor-
malmente por el masculino plural. Aunque no suene
bien al oído lingüístico, lo correcto es, pues, los currícula
(como los memoranda o los desiderata).

118 119
Según la tendencia general del español, ese tipo la s del plural: currículo, los currículos; un mal currículo, los
de latinismos llega a asimilarse plenamente a su sistema currículos aprobados, etc.
morfológico. Eso ha pasado ya, por ejemplo, con errata, La currícula, pues, no es —hay que repetirlo— una
que en su origen significó ‘cosas erradas’, como plural expresión correcta en español y debe proscribirse del
del neutro latino erratum, y hoy se usa correctamente lenguaje correcto.
como femenino singular o plural: la errata, las erratas. Debe evitarse, igualmente, la forma plural *currí-
Lo mismo ha sucedido con agenda, en latín ‘cosas que culums, tomada del inglés.
se han de hacer’. En realidad, hay muchos plurales de
neutros latinos convertidos en femeninos singulares en
español, empezando por boda (del latín vota, plural de
votum ‘voto, promesa’).
Pero, desde su edición de 1984, el Diccionario de
la Academia incluye la forma plenamente castellanizada
del latinismo currículum: currículo, sustantivo masculino
que toma normalmente la -s del plural (currículos) y con-
cuerda con artículos y adjetivos en masculino singular o
plural: el currículo, los currículos, malos currículos, modernos
currículos, etc.
El adjetivo correspondiente a currículo es curricular;
se usa también la forma compuesta, y opuesta, extracu-
rricular (ambos son académicos). Un derivado humorís-
tico, curriculitis, alude a cierta moderna obsesión por el
masivo trasvase de información sobre exagerados logros
académicos o profesionales.
En conclusión: si se prefiere usar el latinismo cu-
rrícula, no debe olvidarse que, por ser un neutro latino
plural, debe concordar en español como si fuera un
masculino plural y llevar los modificadores correspon-
dientes: los currícula, esos currícula, currícula aprobados,
etc.
Si estas locuciones nominales nos suenan mal —
porque realmente, chocan con las normas de la mor-
fología española— la solución es simple: usar la forma
castellanizada como masculino singular, que sí admite

120 121
eso, lo natural y lo correcto es decir en español la curul,
una curul, nuestras curules.
Sin embargo, a veces hiere el oído un uso masculi-
no anómalo: el curul, un curul, nuestros curules. Este erró-
neo género masculino es inaceptable porque, tratándo-
se de un término exclusivo del habla culta, es obligatorio
usarlo cultamente.
Hay que evitar, pues, el uso masculino de curul. Y
*EL CURUL hay que extirparlo, sobre todo, del idiolecto de algunos
congresistas, precisamente porque ellos comparten el
Silla curul, en latín sella curulis, era en Roma un asien- exclusivo privilegio de ocupar una curul.
to de marfil (o con incrustaciones de ese material) que En el DRAE 2001, curul se registra como sustantivo
tenía la forma de un taburete de patas curvas. Estaba femenino usado también en otros países de la América
reservado al uso de los ediles curules, pertenecientes a la hispana para designar el ‘asiento especial de un parla-
clase patricia, la cual por ese privilegio, se distinguían de mentario’.
los ediles plebeyos, es decir, salidos de la plebe. El privilegio
de usar la silla curul se extendía a otros altos dignata-
rios romanos: había también magistrados curules, senadores
curules y pretores curules.
La peculiar forma de ese asiento romano llegó a
influir, a través de los años, en la ebanistería europea
de principios del siglo XIX; se denominó entonces pata
curul la pata curva de los muebles del llamado estilo Im-
perio.
La expresión nominal histórica silla curul se abre-
vió más tarde en el adjetivo sustantivado curul tanto en
español como en francés. En lo que se refiere al español,
curul ya aparece como sustantivo femenino en la edición
de 1843 del Diccionario de la Real Academia.
Pero tanto en español como en francés —lenguas
que tienen género gramatical— curul lleva siempre im-
plícitas dos ideas o imágenes: la de la silla misma como
objeto y la del género femenino del sustantivo que la de-
signa a partir del latín, igualmente femenino, sella. Por

122 123
Seguramente a causa de ese pertinaz rechazo, de-
bacle no se registraba todavía en la edición de 1984 del
Diccionario de la Academia. Pero aparece ya en la edición
de 1992, con el significado general de “desastre”, y la
indicación de que se usa también en sentido figurado.
La edición de 2001 repite la entrada.

DEBACLE
Desde fines del siglo XVII se usa en francés la palabra
débâcle con el sentido literal de “deshielo súbito pro-
ducido por ruptura violenta de la capa superficial de
hielo, cuyos trozos son ruidosamente arrastrados por
la corriente de un río”, y también con los sentidos fi-
gurados de “derrumbe repentino”, “ruina, quiebra”,
“huida súbita, desbandada”. Estos usos léxicos france-
ses ya habían pasado al inglés en la primera mitad del
siglo XVIII.
El título de la célebre novela de Émile Zola, La
débâcle, aludía a la fulminante y desastrosa derrota de
Francia por Alemania en 1870. La débâcle se publicó
en 1892 y, curiosamente, el título francés se mantuvo
en casi todas las traducciones al español, lo que de-
muestra el rápido arraigo de ese galicismo en nuestra
lengua.
Pese a tan temprano y espontáneo arraigo, debacle
ha sido un término larga y duramente combatido como
vitando barbarismo en español. Durante casi un siglo, los
más conocidos puristas americanos y peninsulares han
insistido en proponer sustitutos considerados como
términos más propios de la lengua, tales como desastre,
derrota, ruina, catástrofe, cataclismo, hecatombe, atamiento,
caos.

124 125
“—Estábamos hablando de lo más bien y de repente te has eno-
jado, papá...” (II, pág. 46).

Este es el uso general: aquí de repente equivale a de pronto,


de súbito, inesperadamente.
En cuanto a la forma, es incorrecto escribir, en una
palabra, derrepente. Esta grafía errónea se documenta ya
en el siglo XIX, en las comedias de Manuel Ascencio
DE REPENTE Segura, con la acepción peruana:

En la lengua general, la expresión adverbial de repente “¡Por cuenta de ellas no más derrepente hay una ruina...” (Ña
equivale al adverbio repentinamente. Es sinónimo de otras Catita, acto IV, escena XVI).
locuciones o modos adverbiales como de pronto, de im-
proviso, de súbito, y de adverbios acabados en -mente tales Y también aparece en los 7 ensayos de Mariátegui:
como súbitamente, intempestivamente, inesperadamente (tam-
bién del americanismo sorpresivamente). “Después del 95 las declaraciones anti-centralistas se mul-
Los usos generales del modo adverbial de repen- tiplican [...]. Y hasta aparece derrepente, como por ensalmo,
te están, por cierto, vigentes en el español americano. un partido federal”. (Pág. 145).
Pero en el Perú y en otros países de América de repen-
te ha desarrollado, además, una acepción que convive Aquí derrepente tiene el significado general.
con la general y que puede también referirse a un su- En el habla popular americana se documenta, asi-
ceso súbito o imprevisto. En ese caso, de repente expre- mismo, la variante con metátesis redepente, que es forma
sa la posibilidad o probabilidad de que algo suceda y típica del lenguaje gauchesco. Canta Martín Fierro:
equivale a quizá, y a frases tales como a lo mejor, tal vez,
quién sabe, puede ser. “...me agarraron redepente
La alternancia del uso nuevo y del uso general se y en el primer contingente
ejemplifica claramente en un diálogo de Conversación en me echaron a la frontera”,
La Catedral, de Vargas Llosa: (versos 2894-2896).

“—Y todavía quieres darme plata —trató de bromear Santia- En el Perú redepente se oye a veces con matiz humorístico.
go—. De repente el que te va a ayudar soy yo, papá”.

Este es el uso americano: de repente equivale aquí a tal vez, a


lo mejor, quizá. Pero en ese diálogo dice el mismo personaje:

126 127
“Desbarrancarse.- Rodar por un barranco, lo que es distinto de
despeñarse. Rara vez en los barrancos de América se encuen-
tran peñas”. (Neologismos y americanismos, s. v.; cfr. t. Papeletas
lexicográficas, s. v.).

Con esa opinión coincidía Juan de Arona, autor del Dic-


cionario de peruanismos (1883) en el que se lee:

DESBARRANCARSE “Desbarrancarse. - Por despeñarse, tiene un uso general en-


tre nosotros. [...] Pudiera creerse que se ha formado por lo
En el Perú —y también en otros países de la América frecuente que es en nuestra topografía el accidente de los
hispana— es usual el verbo desbarrancar, generalmente barrancos, como que poblaciones enteras llevan este nombre
en su forma pronominal o reflexiva desbarrancarse, como (El Barranco, La Barranca &.) y que en España prima el otro
equivalente de despeñarse o precipitarse. En algunas re- verbo por ser allí los precipicios de peñasquería”. (Pág. 193).
giones de América se usa desriscarse, forma que tampoco
pertenece al español general. Palma y Arona, ambos típicos peruanos de la costa, se
Así como despeñarse se ha formado sobre peña, y atrevían a afirmar que en el Perú no había barrancos con
desriscarse sobre risco, desbarrancarse es una obvia for- peñas ni peñascos.
mación sobre barranco. Los tres verbos llevan el prefijo Arona, sin embargo, parece haber sentido luego
des-; la palabra equivalente del español general precipi- escrúpulos en cuanto a su osada afirmación. Pero, cuan-
tarse, en cambio, es una formación sobre precipicio sin el do deja abierta la posibilidad de que en la sierra perua-
prefijo des-. na existan barrancos con peñas, cae en una lamentable
El Diccionario de la Real Academia Española no actitud centralista:
registraba desbarrancar(se), ni aun como americanismo,
hasta su edición de 1992. Eso, a pesar de que el verbo “Si en la otra parte del Perú que no es la costa [sic]
fue ya incluido por Ricardo Palma entre los neologis- hay despeñaderos que ponen el credo en la boca, allí no hay
mos y americanismos que propuso, hace más de un si- poblaciones, ni actividad mental de ninguna especie, ni una
glo, como Director de la Academia Peruana de la Len- comunicación activa que haga nacer denominaciones técnicas,
gua, para su inclusión en el Diccionario oficial. En efecto, y tienen que aceptar indiscriminadamente cuanto va de este
fue en 1892, cuando en la Real Academia madrileña se lado de los Andes”. (Íd. íd.; despeñaderos y comunicación, en
celebraba el cuarto centenario de la llegada de Colón a cursiva en el texto).
tierras de América.
Palma definía así el término propuesto a la Acade- Como para zanjar el complicado asunto, el Diccionario de
mia Española: la Academia ha aclarado que despeñar es precipitar “desde

128 129
un lugar alto y peñascoso o desde una prominencia aun-
que no tenga peñascos”. Con esta última salvedad, queda-
ría supuestamente demostrada la superfluidad del verbo
americano desbarrancar(se). Y, por cierto, también la de des-
riscarse.
Volviendo de la semántica a la morfología, debe
anotarse que desbarrancar(se) tiene un postverbal, desba-
rranque (así como despeñarse tiene despeño y despeñamien-
to). En un artículo titulado “Miedo a caer”, Bryce se re- DESCARTABLE
fiere a un picnic que:
En el Perú y en otros países de la América hispana se
“fue una suerte de desbarranque general [...] el desbarranque prefiere descartable a desechable para calificar o descri-
general y lloricón de muchos amigos y compañeros [...] por- bir aquellos “objetos destinados a ser usados solo una
que eran muchos niños los que había esa mañana y también vez, como jeringuillas, pañales, etc.”. Esta definición
muchos cerros por bajar y tanta piedra y ladera y empina- de desechable, por cierto, solo se consigna a partir de la
ción”. (En Somos, edición del 7/3/98, pág. 17). edición de 1992 del Diccionario de la Academia. A pesar
de que el término figuraba ya en unas “Enmiendas y
En cuanto al núcleo de desbarrancarse, barranco es una adiciones” al Diccionario oficial de principios de 1983,
palabra que no procede del latín. Se trata, casi segura- no alcanzó a ser incluido en la edición de 1984.
mente, de un término proveniente de una lengua pre- Descartar, obvia formación sobre carta, se documen-
rrománica peninsular: barranco tiene formas correspon- ta abundantemente en castellano desde el siglo XVI. Su
dientes en catalán y en portugués. significado literal es ‘desechar las cartas inútiles para el
La palabra, si bien no latina, es muy antigua en juego’ (en este sentido se prefiere hoy el pronominal des-
castellano. Barranco, la forma masculina, está documen- cartarse). De esa acepción original surgieron los usos figu-
tada desde el siglo XI; la forma femenina equivalente, rados ‘desechar’, ‘excluir’, ‘rechazar’ y, por último, el de
barranca, desde el XVI. ‘no admitir la posibilidad de que algo suceda o se acepte’.
Aunque hoy predomina el significado de ‘despe- En su novela titulada No me esperen en abril, Alfredo
ñadero, precipicio’, barranco ha tenido también otros Bryce emplea el adjetivo descartable y su superlativo —
sentidos, tales como ‘torrente profundo’ y ‘mole de tie- nada frecuente— descartabilísimo. Desarrolla asimismo,
rra o piedra tajada sobre una hondonada o sobre una como derivado, un sustantivo abstracto largo y poco via-
corriente de agua’, ambos documentados en los clásicos. ble: descartabilidad.
El protagonista de la novela y álter ego del autor,
Manongo Sterne, visita en Miami a su primo el Gordito
Cisneros. Estas son sus impresiones:

130 131
“Su primo más querido estaba más rosado y gordo que Habría que buscar, por lo tanto, una solución que
nunca, más pulcro que nunca, también, pero en su casita implicara menos contaminación, menos polución del am-
horrorosa no había muebles de comedor y en la sala falta- biente y de los ecosistemas, especialmente en los países
ban sillas, mesas, sillones, adornos, ceniceros. [...] Las co- liados. Los niños pobres del mundo no usan pañales descar-
pas del aperitivo habían sido de plástico y las del pésimo tables.
chianti eran el sumum [sic] de lo descartable. [...] Manongo
sintió la profunda tristeza de la descartabilidad”. (Pág. 560).

Poco después, el protagonista visita en Mallorca a un


amigo cuya familia no le presta la menor atención. El
recién llegado, entonces:

“consideró que lo mejor que podía hacer era jugar su últi-


ma carta y abrió un tremendo tubo, sacó y desenrolló tres
tremendos planos, los colocó sobre la gran mesa de cristal
en que desayunaba la familia y, tras haberlos hecho tintinear
[sic] como una hora y terminar con un fuerte nudo de incom-
prensión y material plástico descartabilísimo, en la garganta,
sacó un folleto...” (pág. 562).

Aceptemos, con Bryce, que hoy vivimos en un mundo de


creciente descartabilidad. Pueden ser descartables platos,
vasos y cubiertos, ya estén hechos de papel o de material
plástico; también jeringuillas hipodérmicas, envases de
bebidas gaseosas —o no gaseosas— y pañales.
Los pañales desechables han marcado un verdadero
hito en el proceso de la auténtica liberación de la mujer,
que es la liberación de las agobiantes tareas domésticas,
consideradas femeninas por definición... y por conve-
niencia del varón.
Pero, como nada es perfecto, los pañales descartables o
desechables significan anualmente millones de toneladas
de material de desecho no biodegradable (este es también
un neologismo últimamente aceptado por la Academia).

132 133
supuestos elogios que nadie debería aceptar ni, menos
aún, agradecer.
El uso impropio de detentar, para consuelo de al-
gunos compatriotas, ni es reciente ni es exclusivo de la
América hispana: ya a fines del siglo XIX un famoso es-
critor español, Leopoldo Alas, que hizo célebre su seu-
dónimo Clarín, lo censuraba en el lenguaje de un políti-
co de la talla de Antonio Cánovas.
DETENTAR
Detentar (del latín detentare “retener, detener ”) es,
según el DRAE 2001, “retener y ejercer ilegítimamente
algún poder o cargo público” y también “retener [una
persona] lo que manifiestamente no le corresponde”. El
uso español da asimismo a detentar el sentido de ‘usar o
atribuirse alguien una cosa, indebida o ilegítimamente’.
Ya se trate de propiedad o de poder, detentar es, pues,
equivalente de usurpar.
Detenta el poder un dictador, mas no un presi-
dente legítimamente elegido. Detenta un título pro-
fesional quien lo tiene falsificado y comete ese deli-
to contra la fe pública. Pero un deportista no detenta
(sino ostenta) un récord reconocido oficialmente, ni
los tribunales detentan (sino ejercen) la administración
de justicia.
Sin embargo, algunos hablantes y escribientes pa-
recen creer que detentar (tal vez por influencia de osten-
tar) es equivalente de ejercer, poseer, ocupar o desempeñar, y
por eso usan detentar para referirse a personas a quienes
pretenden elogiar.
Así, se oyen y se leen con frecuencia frases como “la
cartera que el ministro Fulano brillantemente detenta”
o “los cargos que estos servidores públicos detentan con
honestidad y eficacia”. Frases de sentido contradictorio,

134 135
Para Cabanellas diferendo es, pues, un “evidente latinis-
mo”. En efecto, la palabra parece estar en la línea de
latinismos tales como referendo o comparendo. Pero no hay
trazas del uso de un hipotético *differendum en latín.
En realidad, diferendo proviene del francés diffé-
rend, documentado desde el siglo XIII, como sustantivo
masculino, con el sentido de ‘desacuerdo resultante de
diferencia de opiniones o de una oposición de intereses
DIFERENDO entre dos o más personas’. Esta acepción se ejemplifica
en obras de escritores galos de la talla de Pascal, Cornei-
En las ediciones del Diccionario de la Real Academia Es- lle, Molière y La Fontaine.
pañola correspondientes a 1970 y 1984, diferendo apa- Al notable lexicógrafo francés del siglo XIX Émile
rece como americanismo circunscrito a la Argentina, el Littré no le parecía bien que la Academia Francesa hu-
Uruguay y Colombia, con esta definición: biera incluido (solo en la quinta edición del Diccionario
oficial) esa variante, différend, del adjetivo sustantivado
“Diferencia, desacuerdo, discrepancia entre personas, gru- différent. Decía Littré que, si se admite una distinción
pos sociales o instituciones”. meramente ortográfica (no hay diferencia fonética en
francés) entre la forma sustantiva différend y la adjetiva
En la edición de 1992 la definición del DRAE se afina e différent, tendría que hacerse lo mismo en casos análogos
incluye al Perú en el ámbito geográfico: y distinguir gráficamente *incidend de incident o *expe-
diend de expedient.
“diferendo. m. Argent. Col., Perú y Urug. Diferencia, des- En cuanto al uso peruano, el diplomático Antonio
acuerdo, discrepancia entre instituciones o estados”. Belaunde Moreyra opinaba así sobre los obstáculos que
impedían la ejecución del Protocolo de Río de Janeiro,
La definición se mantiene en la edición de 2001, pero el firmado por el Perú y el Ecuador en 1942:
área de uso se amplía a toda la América Meridional, más
Cuba y Guatemala. “Nuestra tendencia es a excluir la palabra diferendo, que los
El Diccionario enciclopédico de derecho usual de Caba- ecuatorianos prefieren”.
nellas, en su vigésima cuarta edición, dice:
Decía también que se había visto obligado a usar
“Diferendo. Como sudamericanismo la Academia inserta este el galicismo moderno contencioso (m.) en un artículo pu-
evidente latinismo por diferencia, desacuerdo o discrepancia blicado en Bogotá, “ya que la única alternativa era el
entre personas, grupos sociales o instituciones. Por lo general sustantivo diferendo, vetado en el Perú”. (En el diario Ex-
se está en el germen de un conflicto o de un litigio”. preso, edición del 24/2/96).

136 137
Pero lo cierto es que varios historiadores peruanos
han usado y usan las frases diferendo fronterizo o diferendo
limítrofe para referirse a las discrepancias surgidas sobre
la demarcación de la frontera peruano-ecuatoriana, que
el Ecuador prefirió luego llamar “impasses subsistentes”
(véase impase). Usa los sintagmas diferendo fronterizo y di-
ferendo limítrofe, por ejemplo, Félix Denegri Luna en su
obra Perú y Ecuador. Apuntes para la historia de una frontera
(págs. 271, 311, 312). DINTEL
Ganada felizmente la paz en 1998, los pueblos del
Perú y del Ecuador marchan hoy unidos hacia el desa- Dintel es la ‘parte superior de una puerta o ventana que
rrollo, que es, según el Papa Pablo VI, “el nuevo nombre descansa sobre dos jambas laterales’.
de la Paz”. Esta palabra tiene una historia realmente complica-
da. En su forma antigua, lintel, se tomó del francés también
antiguo lintel (hoy linteau) que procede del latín popular
liminalis, forma alterada de liminaris ‘perteneciente a la
puerta de entrada’, derivado a su vez de limen, liminis ‘um-
bral, puerta de entrada’. La alteración se debió a influencia
de limes, limitis ‘linde, límite’. Lintel está documentado en
castellano desde el siglo XVI, pero desde principios del
XVIII la forma más usada es la disimilada dintel.
Por otra parte, umbral es la ‘parte inferior, contra-
puesta al dintel, en el piso o suelo de la puerta o entrada
de una casa’.
Pero, increíblemente, umbral y dintel tienen el mis-
mo étimo. Umbral viene también del latín liminaris que
dio regularmente limbrar, forma que se alteró en lum-
bral, probablemente por influjo de lumen (en castellano
antiguo lumbre ‘luz’). Lumbral se registra, a fines del siglo
XV, en el Diccionario de Nebrija. La l inicial desapareció
luego —como en tantos otros casos— por confusión con
la de un supuesto artículo determinado.
Umbral no tiene, pues, nada que ver con el latín
umbra ‘sombra’, como a primera vista pudiera parecer,

138 139
tanto por la semejanza de ambas palabras cuanto por la En el Perú peca, entre otros, Julio Ramón Ribeyro; en
sombra que el dintel puede proyectar sobre el umbral o su cuento “La molicie” escribe:
suelo de la puerta.
Los procesos etimológicos de dintel y umbral, diver- “... nos abrazamos alegremente sobre el dintel de la venta-
gentes y complicados, han tenido como consecuencia na...” (en La palabra del mudo, I, pág. 134).
una prolongada confusión de antónimos, con predominio
del uso indebido de dintel por umbral en todo el orbe Y reincide en “Una aventura nocturna” cuando, después
hispánico y en todos los niveles de la lengua. de describir el duro trabajo del protagonista, concluye:
Ya el notable filólogo bogotano Rufino José Cuervo
escribía a fines del siglo XIX: “La dueña, siempre en el dintel, lo miraba trabajar con una
expresión amorosa”. (Íd. íd., pág. 267).
“De algún tiempo a esta parte es increíble el número de hom-
bres que se han convertido en moscas u otros gusarapillos Como recomendaba el sabio Cuervo con enternecedor
semejantes, porque siempre oímos que hay quien pise los complejo de culpa, es mejor que pisemos umbrales, no
dinteles de las puertas o se siente en ellos...”. dinteles.
Pero la confusión data de siglos. Y hay noticias
Con toda su admirable erudición, Cuervo reconocía ha- ciertas de que el dintel fue llamado umbral de arriba en el
ber incurrido también en ese error, y solo se consolaba: siglo XVII. (Ver Estudios dialectológicos. Supervivencia del
arcaísmo español de Enrique Tovar, págs. 149).
“con ver reos de lo mismo a varios académicos que a sí mis-
mos se condenan con no dar cabida en el Diccionario a seme-
jante acepción. [...] La constante posición del dintel con res-
pecto al umbral permite que en realidad sea lo mismo, para
designar la puerta o entrada, acercarse al umbral que al dintel,
y de ahí la confusión”. (Apuntaciones críticas sobre el lenguaje
bogotano, parágrafo 621).

Así como cayó Cuervo, tropezó Bécquer, quien escribe


en “El rayo de luna”:

“Un escudero apareció en el dintel con un manojo de llaves


en la mano”. (Cit. M. Seco, Diccionario de dudas y dificultades de
la lengua española, ed. 1965, s. v.).

140 141
Como dice Emilio Lorenzo, el término del inglés britá-
nico sleeper está documentado desde el siglo XVIII como
designación de la traviesa, soporte transversal —general-
mente de madera— de los rieles de un ferrocarril o de
un tranvía.
Los durmientes o traviesas pueden hacerse también
con cemento o concreto pretensado (véase concreto) según
información de la Empresa Nacional de Ferrocarriles
DURMIENTE del Perú. Pero, también según dicha empresa, los dur-
mientes de madera tienen mejor rendimiento.
En un artículo titulado “Anglicismos en el español de Así como en el inglés británico la traviesa de vía fé-
América” el académico Emilio Lorenzo afirma que el rrea se llama sleeper, en el inglés norteamericano se lla-
vocabulario del ferrocarril, “sobre todo en los países del ma tie (o railroad tie). La diferencia en la terminología
llamado Cono Sur, ofrece reminiscencias británicas”. El se explica, según Mencken (en The American Language),
acucioso lexicólogo y Miembro de Número de la Real por las distintas técnicas de construcción de vías férreas
Academia Española continúa así: en ambos continentes:
En Inglaterra los sleepers se ponían formando án-
“Leyendo a Neruda, cuya niñez y años mozos estaban vincu- gulo recto con los rieles, mientras que en los Estados
lados al ferrocarril de Chile, uno se sorprende al encontrar la Unidos se colocaban a lo largo de los rieles, es decir, en
palabra durmiente para designar las traviesas de la vía, voz que la forma paralela. Pero más tarde los sleepers paralelos a
traduce sin más el término británico sleeper, ya documentado los rieles fueron reforzados con otros, perpendiculares a
en el siglo XVIII [sic]...”. ellos que por eso recibieron el nombre de crossties, luego
abreviado en ties.
En efecto, cuando Neruda habla con recia ternura de A pesar de la etimología generalmente aceptada
su padre, a quien califica de “ferroviario de corazón”, del americanismo durmiente (calco semántico del inglés
explica: británico sleeper), debe advertirse que el castellano dur-
miente está documentado desde el siglo XVI —tres si-
“Era conductor de un tren lastrero. Pocos saben lo que es un glos antes de la era del tren— como término del voca-
tren lastrero. En la región austral, de grandes vendavales, las bulario marítimo con el sentido de “madero colocado
aguas se llevarían los rieles si no se les echara piedrecillas horizontalmente y sobre el cual se apoyan otros, hori-
entre los durmientes. Hay que sacar en capachos el lastre de zontales o verticales” (actual segunda acepción en el
las canteras y volcar la piedra menuda en los carros planos”. DRAE 2001).
(Confieso que he vivido, pág. 15). Existe, por lo tanto, la posibilidad de que en Amé-
rica se haya producido una especificación de ese sentido,

142 143
referida a la vía férrea: no hay que olvidar que el español
del nuevo continente se caracteriza por la profusión e im-
portancia de los términos que Amado Alonso llamó, tan
felizmente, marinerismos en tierra. (En Estudios lingüísticos.
Temas hispanoamericanos, pág. 66 y ss.).
Debe señalarse el hecho de que en el DRAE 92 se
daba el uso americano de durmiente ‘traviesa de la vía
férrea’ como efecto de la influencia del inglés británico
sleeper, pero esa hipótesis etimológica se ha eliminado en *ECRAN
el DRAE 2001.
En francés écran (palabra tomada del holandés scherm
‘biombo’) está documentada desde principios del siglo
XIV. Designaba inicialmente el ‘biombo que protege del
fuego de la chimenea’, pero desde la segunda mitad del
siglo XIX se aplica a las superficies en que se reproduce
una imagen; écran se llamó, por eso, la pantalla, de super-
ficie blanca, sobre la cual se proyectan imágenes fotográ-
ficas o cinematográficas; más tarde se ha llamado tam-
bién écran la pantalla de los receptores de televisión y de
las computadoras. En francés igualmente l’ecran, en uso
figurado, es hoy equivalente de ‘el arte cinematográfico’,
y le petit écran designa, por antonomasia, ‘la televisión’.
En el habla culta del Perú ecran se usa, desde hace
medio siglo, como equivalente de pantalla cinematográfi-
ca y también de arte cinematográfico; no se aplica en cam-
bio, a la pantalla del televisor o de la computadora.
En francés écran es, estructuralmente, una palabra
aguda. El acento que lleva la é inicial no tiene la misma
función que la tilde en castellano: solo indica que la vo-
cal é tiene un timbre (fonético) cerrado (frente al abierto
que expresa la grafía è).
Como, al parecer, el préstamo lingüístico del fran-
cés al español se hizo por vía escrita, se interpretó mal la
función de dicho signo ortográfico y se pronunció como

144 145
grave la palabra. Caso semejante es el de élite (véase), es- también con galicismo)”. (Artículo titulado “Apantallando”,
crita así en francés y pronunciada como aguda: elit (con en El Comercio, edición del 18/7/96).
e final muda); muchísimos hablantes de español pro-
nuncian élite como esdrújula. Pero hoy —como se ha dicho— es casi general en nues-
Lo cierto es que ha llegado a imponerse la pro- tra habla supuestamente culta la pronunciación grave o
nunciación grave o llana y antietimológica ecran (que llana de ecran (no se oye un plural *écranes).
no necesita la tilde) en el nivel de habla culta del Perú. Ecran alterna con pantalla, en usos figurados anto-
Así se documenta en la prosa de algunos de nuestros nomásticos, para designar lo que en los primeros tiem-
escritores. pos del llamado sétimo arte se denominó también lienzo o
Escribe, por ejemplo, Antonio Cisneros refiriéndo- telón.
se al pasado auge, en nuestro medio, de las películas Ecran no es palabra aceptada por la Real Acade-
soviéticas: mia Española. No se registra, ni como peruanismo, en el
Diccionario oficial. Y, al parecer, no se usa en otros países
“En los años 50, el ecran se pobló de los ladinos rojos”. (El hispanoamericanos.
libro del buen salvaje, pág. 143).

En La tentación del fracaso, Julio Ramón Ribeyro relata


un incidente doméstico y tragicómico: un ratón asusta a
Alida, su mujer, y arruina así un “domingo que prome-
tía ser de una memorable placidez”. Y prosigue:

“Así, ese inofensivo, insignificante roedor a mí no podía tum-


barme ni distraerme. Pero es a través de Alida que me vulne-
ra. Lo que me sugiere una serie de reflexiones: lo inocuo, lo
banal, se convierte en intolerable cuando ‘pasa’ por el ecran
amplificador de un allegado nuestro”. (III, págs. 238-239;
anotación del 10/9/78).

Ricardo Blume, en cambio, tiene plena conciencia del


origen francés de ecran y la acentúa como aguda en cas-
tellano:

“...la palabra pantalla ha pasado a significar ahora, también,


esa otra del cine donde se proyecta imágenes (ecrán, decimos

146 147
trisílaba y grave, élite. Pero la antietimológica pronuncia-
ción esdrújula estaba ya tan difundida en España y Amé-
rica que el Libro de estilo del importante diario madrileño
“El País” se pronunció tajantemente a favor de la pronun-
ciación antietimológica en su edición del año 2002:

“élite (plural, élites). Esta palabra procede del francés, idio-


ma en que tiene acentuación tónica en la segunda sílaba. Al
castellano ha llegado con acentuación esdrújula, por confu-
ÉLITE sión con el acento ortográfico de la palabra francesa (élite).
Según el Diccionario de la Academia, élite o elite tiene el La Real Academia Española acogió el término con acento
sentido de ‘minoría selecta o rectora’, flor y nata. Se tomó grave (elite), pero el uso de los hablantes, aunque erróneo, ha
del francés élite, que tiene igual sentido. confirmado la acentuación esdrújula, que es la que adoptó
Pero, como el préstamo al español se hizo por vía es- EL PAÍS. La Academia acepta ahora las dos formas”.
crita, se confundió el acento de la é inicial, que en francés
solo marca el timbre cerrado de dicha vocal, con la tilde Debe reconocerse que este importante diario madrileño
castellana, indicadora del acento de intensidad. Resultó optó por el uso —al fin y al cabo, el amo del lenguaje—
de ello una palabra esdrújula, antietimológica, que el hu- antes que la Real Academia. Así lo declara en anteriores
morista venezolano Francisco Pimentel (con el seudóni- ediciones de su Libro de estilo (i. e. las de 1990 y 1998).
La Academia solo registraba, en la edición de 1992
mo Job Pim) censuraba así:
del Diccionario oficial, la forma trisílaba y grave elite. En
la de 2001, registra la grave y la esdrújula, dándole a
“...ahí está Élite, esa revista nuestra,
esta última el primer lugar como variante.
cuyo nombre, sin género de duda,
En cuanto a derivados, la edición de 1992 incluía
es en francés una palabra aguda;
elitismo y elitista. La de 2001 añade el ecuatorianismo eli-
y aquí pierden la brújula
tario. Menos difundidos son los americanismos elitizar,
cada vez que la van a pronunciar,
elitización y elitizador.
pues la vuelven esdrújula En la disyuntiva del hablante culto, entre la for-
hasta los que la tienen que anunciar, ma esdrújula todavía sentida como incorrecta (élite) y la
por no saber, aunque decirlo es triste, forma grave, y académica, pero poco convincente (eli-
que en francés, el esdrújulo no existe”. te), cabe una tercera y lícita opción: mantener en lengua
(Obras, págs. 841-842). oral la forma francesa élite pronunciada como bisílaba
aguda: elít. Y subrayarla en lengua escrita.
Hasta su vigésima primera edición, de 1992, el Diccio- Lo cual, es cierto, obliga a un plural las élites, pronun-
nario académico solo registraba la forma castellanizada, ciado las elít. Plural anómalo, y tal vez algo elitista, en español.

148 149
Viejos refranes castellanos documentan los ances-
trales prejuicios sobre antenados, entenados o alnados, y
también dan fe de la censura sobre el injusto trato que
a veces reciben de padrastros, madrastras o hermanas-
tros. Son ejemplos:
Dios te guarde de antenado; es malo de criar, y peor criado.
Dios te guarde de alnado, y a tus hijos no dé padrastro.
La hija de la madrastra, sedas arrastra; la entenada va
ENTENADO descalza.
Los hispanoamericanos somos más tímidos que
Entenado resulta de la alteración de antenado por asimila- los peninsulares para usar las formas fuertes y direc-
ción regresiva; o sea, por influencia de la e de la segunda tas de la lengua. Esa discreta mesura puede haber
sílaba, que hace cambiar la primera a en otra e. sido una razón para la supervivencia en América de
Antenado, a su vez, viene de la frase latina ante natus un término sin connotaciones etimológicas negativas:
‘nacido antes’; es decir, antes de un segundo matrimonio; antenado es, literalmente, solo el nacido antes. Pero en
se aplicaba al hijo tenido por uno de los cónyuges en un su forma posterior entenado ha sufrido igualmente un
primer matrimonio, respecto del otro cónyuge. Pero la proceso semántico que lo ha impregnado de un matiz
palabra latina específica para hijastro era privignus. peyorativo.
Antenado es hoy término histórico; de él, por suce- En Memoria del abismo, de César Hildebrandt, en-
sivas alteraciones fonéticas, se derivó —entre otras— la contramos ejemplos del uso actual peruano de entenado,
forma sincopada alnado ‘hijastro’, todavía vigente en la en el que existe, sin duda, un matiz negativo:
lengua general.
Entenado, en cambio, ha caído en desuso en la ma- “Anselmo y Cléver fueron, desde entonces, hijastros, jugue-
yor parte de España (se conserva, al parecer, en Sala- tes o entenados, según el momento del día, la estación del año
manca). Sobrevive en el castellano de América debido, y el humor de doña Leonor”. (Pág. 86).
al menos en parte, a la connotación peyorativa que tiene “En los tiempos de la guadaña purificadora de la Segunda
el término, hoy de la lengua general, hijastro. En efecto, Conferencia, Rolando se había convertido en brazo armado
hijastro lleva el mismo sufijo despectivo que padrastro, ma- y entenado intelectual de Gonzalo”. (Pág. 103).
drastra, hermanastro, medicastro, poetastro, politicastro.
Las relaciones con la familia del cónyuge han sido Manuel Zanutelli titula “Historia de entenados” un ar-
siempre terreno minado. Y ha sido generalmente nega- tículo sobre la aversión —correspondida— de Manuel
tivo el concepto sobre lo que en un matrimonio significa González Prada y sus tres hermanos hacia su padrastro.
el “hijo ajeno”, así como el trato que se le da, o que se le (En Mira!, suplemento de El Sol, edición del 22/8/99/,
debería dar, en el nuevo hogar. págs. 32-34).

150 151
Hoy entenado se aplica también al hijo del (o de la)
conviviente. El término tiene todavía vida en el habla de
las generaciones mayores.
En cuanto a modismos, tratar como a entenado equi-
vale a tratar muy mal. Un pintoresco exjefe de la ONPE
(Oficina Nacional de Procesos Electorales) se quejaba así
en setiembre de 1998:

“...yo no soy el destructor del referendum. Me están buscan- EPÓNIMO


do mi punto, pero no pueden acusarme de nada. Así es el
Perú, me están tratando como a un entenado”. (Revista de Expreso, Muchas personas creen que epónimo es equivalente de
edición del 20/9/98, pág. 9). grande, glorioso, notable, conspicuo, célebre, preclaro, egregio,
ínclito, ilustre, esclarecido, afamado. Generalmente em-
plean ese adjetivo asociado al sustantivo héroe: héroe epó-
nimo. Pero no todos los héroes son epónimos, y se puede
ser epónimo sin ser héroe.
Epónimo es una palabra de origen griego que solo
significa ‘que da su nombre’ a algo. En la Atenas clásica,
el arconte epónimo era el magistrado que daba su nombre
al año correspondiente a su gobierno, en un régimen
—el arcontado— en que nueve jefes se turnaban en el
ejercicio anual del poder supremo.
Según la edición de 1992 del Diccionario de la Real
Academia Española, el adjetivo epónimo se aplica “al hé-
roe o a la persona que da nombre a un pueblo, a una
tribu, a una ciudad o a un período o época”.
Es epónimo Washington, quien dio su nombre (de
familia, es decir, su apellido) a la capital de su país, o
Sucre, cuyo nombre (igualmente de familia) lleva la
capital política de Bolivia. Con modificación del final
del nombre son epónimos Américo Vespucci, de don-
de viene el nombre de nuestro continente, Cristóbal
Colón, de donde deriva Colombia y Simón Bolívar, cuyo
apellido dio origen al nombre de Bolivia. Asimismo, la

152 153
ciudad egipcia de Alejandría perenniza el nombre de mecenas, quijote, tenorio, celestina, pánfilo y algunos otros.
Alejandro Magno. En el castellano del Perú, es ejemplo el de barchilón ‘en-
Son también epónimos en América Magallanes, quien fermero’, que perenniza el segundo apellido de Pedro
dio su nombre al estrecho austral que descubrió; Alejan- Fernández Barchilón. (Véase M. Hildebrandt, Peruanis-
dro de Humboldt, cuyo apellido lleva la corriente fría del mos, s. v.).
Pacífico y Miguel Grau, que da nombre al Mar de Grau. Por último, son en cierto modo epónimos los perso-
Ejemplo de nombre propio que ha dado nombre najes cuyos nombres acaban por designar algún objeto.
a una época es Victoria. El adjetivo victoriano o victoriana Ejemplos: quevedos ‘cierto tipo de anteojos’, porque con
se refiere —con determinadas connotaciones sociológi- ellos está retratado Francisco de Quevedo, y zeppelin ‘glo-
cas— a la era del largo gobierno de Victoria, reina de In- bo dirigible alargado’ por el apellido de su inventor o
glaterra. Isabelino o isabelina, en cambio, puede referirse difusor, el conde alemán Ferdinand von Zeppelin.
a cualquiera de las reinas de España o Inglaterra que
han llevado el nombre de Isabel; entre ellas, predomina
Isabel I de Inglaterra.
Pero en la edición de 2001 del DRAE se amplía la
extensión semántica del adjetivo epónimo, que ahora pue-
de referirse también al nombre de una persona o de un
lugar que designa “una enfermedad o una unidad, etc.”.
Es epónimo, entonces, Gerhard Hansen, descubri-
dor del bacilo de la lepra, llamada también mal de Han-
sen, hanseniasis, hanseniosis o hansenosis. Y, entre otros
muchos, el patólogo británico William Leishman, des-
cubridor de los protozoarios parásitos que producen la
uta, llamada en su honor leishmaniasis.
En cuanto a nombres de unidades, podrían consi-
derarse como epónimos los apellidos Watt (que dio nom-
bre al vatio), Volta (que dio nombre al voltio) y muchos
otros correspondientes a notables hombres de ciencia
de los últimos tres siglos.
Podría extenderse, además, la calificación de epó-
nimo a ciertos nombres propios de personas que han
llegado a hacerse nombres comunes que expresan cua-
lidades características de los personajes, históricos o lite-
rarios, que designan. Tales son lazarillo, anfitrión, mentor,

154 155
herbáceo, sebáceo, gallináceo, rosáceo, violáceo, grisáceo, opiá-
ceo, coriáceo, etc. Y así como del correcto espurio se saca
el ultracorrecto (incorrecto) espúreo (véase), del correcto
eriazo se obtiene el ultracorrecto (incorrecto) eriáceo.
Un ejemplo extremo de alteración de eriazo se do-
cumenta en La ciudad y los perros de Vargas Llosa.
En los ejercicios y maniobras que terminarán con
la muerte del estudiante apodado el Esclavo, los cadetes
*ERIÁCEO del Colegio Militar llegan hasta la avenida que une Lima
y El Callao:
Se oye a veces, aun entre personas supuestamente cul-
tas, hablar de tierras eriáceas o de terrenos eriáceos, refi- “A la cabeza del batallón, [el Teniente] Gamboa indicó, levan-
riéndose a campos o a áreas sin cultivar. Pero el término tando la mano, que en vez de tomar la dirección del puerto
correcto es eriazo, eriaza. se cortara por el campo raso, flanqueando un sembrío de
Eriazo equivale a erial. Ambas palabras (que se usan algodón todavía tierno. Cuando todo el batallón estuvo sobre
como adjetivo o sustantivo masculino) se derivan de cría la tierra eriácia, Gamboa llamó a los suboficiales”. (Pág. 159).
‘terreno de gran extensión, en buena parte labrantío,
cercado y dividido entre varios dueños’, palabra que, a La variante aquí documentada eriácia expone un caso
su vez, viene de era ‘espacio de tierra limpia y firme don- límite de alteración de la forma correcta eriaza.
de se trillan las mieses’. Y era se deriva del latín tardío Ello, porque implica el uso, en la prosa del propio
área ‘superficie’, que también significaba ‘era’ y es igual- autor —no en el idiolecto de algún personaje— de un
mente el étimo del cultismo castellano área. caso de pronunciación pseudoculta (-cia) de la terminación
¿Cómo se explica la alteración de eriazo que pro- (-cea) de la variante ultracorrecta aquí tratada: eriácea. Y
duce la forma incorrecta eriáceo? Paradójicamente, por porque, ya dado ese hecho, la forma resultante eriacia
ultracorrección. (grave, acabada en vocal) no necesita tilde o acento or-
La ultracorrección, como el prefijo lo indica, consiste tográfico.
en ir más allá de la corrección; es decir, en corregir lo que
ya es correcto, obteniendo así un resultado incorrecto.
Su causa es la inseguridad lingüística o cultural. Su apo-
yo, la tendencia analógica.
En efecto, un adjetivo como eriazo puede dar la sen-
sación de anomalía porque son excepcionales los adjeti-
vos acabados en -azo. En cambio, hay muchos adjetivos
acabados en -áceo que tienen el prestigio del cultismo:

156 157
En el Perú, el mal uso de escuchar en vez de oír se
ha extendido hasta el nivel del habla culta —o de lo que
debiera serlo— y llega a la prosa de nuestros mejores
escritores. Es un ejemplo la prosa —generalmente muy
cuidada— de Alfredo Bryce.
En Un mundo para Julius, cierto personaje:

“...pedía que subieran un poco la música, que no se escuchaba


ESCUCHAR bien afuera...” (pág. 67).

Escuchar viene de la forma castellana vieja ascuchar, que a Y en otro pasaje de la misma obra, se dice que:
su vez sale del latín tardío ascultare, y este del latín clásico
auscultare, que tenía el mismo significado que escuchar. De “Juan Lucas no logró escuchar [lo que decía Bobby] porque Bo-
auscultare sale también, directamente, el cultismo auscul- bby seguía rompiendo cosas y estrellándose contra las paredes
tar “aplicar el oído a la pared torácica o abdominal, con y, a menudo, el ruido de una silla arrojada contra una puerta
instrumentos adecuados o sin ellos...” (DRAE 2001). o vidrio hacía desaparecer sus palabras”. (Pág. 274).
Escuchar significa “prestar atención a lo que se
oye”, “aplicar el oído para oír algo” (DRAE 2001). Es- Un uso límite —o un mal uso límite— se constata en un
cuchar implica, al mismo tiempo, intención y atención de- aviso periodístico publicado a página entera en un pres-
liberada. No se escucha involuntariamente, ni por azar o tigioso diario limeño, para promover una “Nueva línea
casualidad. de Audio”. Dice el texto publicitario:
Oír, del latín audire, es ‘percibir los sonidos por me-
dio del oído’, ya sea voluntariamente o por casualidad. “Ahora vas a poder escucharlo todo [...]. Una flauta dulce. Un
La clara diferencia semántica entre escuchar y oír está silbido. Un saxofón. Un soplo de viento. Una ola golpeando
plasmada en refranes tales como Quien escucha, su mal la playa. Un redoble de batería. Un punteo de Jimmy Hen-
oye. Es incorrecto, por lo tanto, decir “anoche se escucha- drix. Ahora vas a escuchar absolutamente todo. Cada detalle
ron tiros”; lo correcto es “anoche se oyeron tiros”. Tam- perfectamente [...]. Ven, escucha la nueva línea Aiwa y danos
bién es incorrecta una frase como “sube el volumen que tu opinión. Somos todo oídos”.
no se escucha bien”; lo correcto es “sube el volumen, que
no se oye bien”. Nadie discute que el lenguaje es, ante todo, comunica-
Sin embargo, en los últimos tiempos, el verbo escu- ción. Aceptada esta premisa, ¿es lícito que, en aras de
char está invadiendo el campo semántico de oír. Eso se una eficiente comunicación con una potencial clientela,
comprueba tanto en España —donde esa confusión es los creativos de las agencias publicitarias contribuyan a
muy criticada— como en la América hispana. la difusión de usos lingüísticos incorrectos? ¿O será, aún

158 159
peor, que dichos creativos no han tomado realmente
ninguna opción, sino que se han limitado a expresarse
en la única forma en que saben y pueden hacerlo?
Desmoralizadora disyuntiva. Y, al parecer, causa ya
casi ganada la del mal uso de escuchar por oír.

ESPECIES
A uno y otro lado del Atlántico se suele censurar el craso
error que implica llamar especies a las especias. Porque, a
pesar de tener el mismo origen (latín species), dichas pa-
labras han llegado a designar cosas distintas:
Especie es un conjunto homogéneo de seres o cosas;
por ejemplo, la especie humana. En botánica y zoología espe-
cie es cada uno de los grupos en que se dividen los géneros.
Especia, que fue en su origen una mera variante fo-
nética de especie, tomó luego un sentido restringido que
la hizo designación concreta de ciertas sustancias vegeta-
les aromáticas, tan apreciadas en la Europa del siglo XV
que en su búsqueda zarpó Colón.
Son típicas especias la pimienta, el comino, la mostaza, el
pimentón, el azafrán, el jengibre (que en el Perú llamamos
kion, palabra de origen chino), la nuez moscada, la canela,
el anís, el clavo de olor y el palillo o cúrcuma. También son
especias la vainilla y el achiote (nombre azteca de la planta co-
nocida también con otros nombres indígenas: onoto, bija);
estas dos últimas son originarias de América y no estaban,
obviamente, entre las que Colón salió a buscar.
Entre los derivados de especia, se usan hoy poco es-
pecería o especiería ‘tienda de especias’ y especiero, especiera
‘vendedor o vendedora’ de ellas. Se oye algo más el plural
especerías o especierías para designar el conjunto de especias

160 161
que se usan en la cocina, o en un plato determinado. Es-
peciero designa también el armario o depósito en que se
guardan los frascos que contienen las especias secas.
Por otra parte, se prefiere llamar condimentos las
plantas que se usan, en su forma fresca, para sazonar las
comidas: perejil, orégano, culantro (véase), laurel, albahaca,
menta o hierbabuena, huacatay o huatacay.
También llamamos condimentos aquellos vegetales
que, aunque usados para sazonar, son nutrientes en sí *ESPÚREO
mismos: cebolla, ajo, apio, pimiento morrón, tomate, ají. Ají
es el nombre indígena, del taíno (o arahuaco de las Anti- La forma incorrecta espúreo aparece con frecuencia en la
llas), que los conquistadores impusieron en el español lengua escrita de España y América. Está documentada
del Perú haciendo olvidar su equivalente quechua: uchu. desde el siglo XVI y se sigue repitiendo, ya sea por error
Tomate es palabra azteca. de los autores o por errata de los impresores.
Vargas Llosa cae en la difundida confusión de espe- La forma correcta del vocablo es espurio, tomada
cies con especias en La casa verde: del latín spurius en el siglo XIII. Significa ‘bastardo, ile-
gítimo’ y, en sentido figurado, ‘falsificado, adulterado,
“Los cabritos, cuyes, chanchos y corderos que Angélica Mer- apócrifo’.
cedes guisaba con misteriosas yerbas y especies llegaron a ser La variante espúreo se explica por ultracorreción,
uno de los incentivos de la Casa Verde...” (pág. 102). proceso lingüístico mediante el cual el hablante o escri-
biente cree corregir una supuesta incorrección y, en vez
Ribeyro hace lo mismo en una referencia a Vargas Llosa he- de ello, produce otra, esta sí verdadera.
cha en carta a su hermano, desde París, en junio de 1964: En efecto, quienes saben que es incorrecto pronun-
ciar *aerio, *erronio, *simultanio, porque estas palabras se
“Acabo de ver a Mario Vargas Llosa, que llegó ayer de Lima. escriben con el grupo vocálico final -eo, pueden incluir
Me entregó los encargos: ejemplares de Tres historias sublevan- equivocadamente a espurio en esta serie y restablecer
tes, cenicero con mi nombre y chullo conteniendo ají y espe- una supuesta forma correcta *espúreo sustituyendo -io
cies”. (Cartas a Juan Antonio, II, pág. 73). por -eo. Formas ultracorrectas similares son *geráneo por
geranio y *batráceo por batracio.
Pero en diciembre del año siguiente usa la variante co- La forma incorrecta y antietimológica *espúreo está
rrecta, especias, en otra carta al mismo Juan Antonio: tan difundida, que hay ya quienes se rinden ante la fuer-
za del mal uso. El filólogo colombiano Baldomero Sanín
“Creo que puedes seguir mandando por barco revistas y recortes, Cano, por ejemplo, llega a decir:
incluso especias de cocina, metidas en revistas”, (Íd. íd. pág. 139).

162 163
“Importaría que no muriera espúreo para hacer resaltar cier-
tos matices. Consérvese el viejo término para designar las
desviaciones del tronco moral: ideas espurias, deducción espu-
ria; y el nuevo, y flamante vocablo para determinada bastar-
día material, como cita espúrea, hijo espúreo, chocolates espúreos”.
(Divagaciones filológicas, pág. 151).

En cambio, afirma Marco Aurelio Denegri, polígrafo pe-


ruano: ESTATIZAR, PRIVATIZAR
“Y no porque Enrique Chirinos, uno de nuestros mejores Estatizar no aparecía aún en la edición de 1992 del Dic-
prosistas, haya dicho más de una vez espúreo dejaré de decir cionario de la Real Academia Española, que solo consig-
espurio”. (En El Peruano, edición del 19/12/95). naba su sinónimo estatificar, verbo poco aceptado en el
español de América.
Por supuesto, la Real Academia Española solo admite Estatizar es un término ya impuesto en el habla
espurio, la forma etimológica, en el Diccionario oficial. Y culta del Perú y de otros países hispanoamericanos. En
el lenguaje correcto de España y América rechaza abier- algunos se usa estatalizar, derivado del adjetivo estatal
tamente espúreo por ser una expresión típica de la media (como nacionalizar se deriva de nacional). Estatalizar tam-
ciencia. poco se registraba en el DRAE 92.
Pero los neologismos difundidos en el habla culta
de varios países de la América hispana son generalmente
aceptados, al cabo de algún tiempo, por la Real Acade-
mia Española. Y, en cuanto a estatizar, ya era un buen in-
dicio el hecho de que su antónimo privatizar, igualmente
censurado, hubiera sido incluido en la edición de 1992
del Diccionario oficial.
Privatizar es un anglicismo muy moderno. La
prestigiosa revista The Economist se adjudica la crea-
ción y difusión en el inglés británico y luego en el
norteamericano (con z y no s) del verbo to privatise y
del sustantivo privatisation, reconociendo que este úl-
timo término “is not a pretty word, but it has spread
across the world”. (Número del 15 de enero de 1994,
pág. 20).

164 165
Por otra parte, el sufijo -izar tiene hoy gran vigen-
cia en la formación de nuevos verbos en español. Pero,
por influencia de algunos de estos verbos, que tienen
una t en el radical (tales como alfabetizar, garantizar, poe-
tizar), se ha creado ya un verdadero terminal -tizar. Este
terminal está, al parecer, presente en privatizar, verbo
que la Academia derivaba antes, un poco forzadamente,
de privado: por análogo proceso, estatizar podría haberse
derivado directamente de Estado. ESTERILLA
Son también expresiones —aún más modernas—
del flujo y reflujo de las actuales tendencias económicas, La palabra estera, de origen latino, se usa en castellano
las formaciones prefijales desestatizar y reprivatizar, con sus desde fines del siglo XV. Designa —o, más bien, desig-
respectivos postverbales desestatización y reprivatización. Es- naba— un ‘tejido grueso de esparto, junco o palma, usa-
tas formas no tienen todavía aceptación académica. do principalmente para cubrir el suelo de las habitacio-
Sí aparecen ya en el DRAE 2001, como términos nes’. Esterar era ‘cubrir el piso con esteras’; esterero el que
de la lengua general, estatalizar, estatalización y estatalismo. las fabricaba o colocaba; esterería, el lugar donde ellas se
Y, como americanismo restringido a la Argentina, Chile, tejían o vendían.
Cuba y Honduras, la combatida forma estatizar. En su Diccionario de peruanismos, Juan de Arona
Pero en el Perú y en otros países de América segui- nos informa de que a fines del siglo XIX se importaban
remos prefiriendo, sin duda, los derivados estatizar y es- esteras en rollos para cubrir los pisos de las residencias
tatización, términos ya profundamente arraigados entre limeñas. Pero ya entonces Arona constataba una sus-
nosotros y usados por nuestros mejores escritores. titución de términos: la palabra española estera había
dejado su lugar al aztequismo petate, y el verbo esterar
había cedido ante empetatar, derivado (parasintético) de
petate.
Las residencias limeñas se empetataban entonces
con rollos de fino petate importado, en tanto que la pa-
labra estera designaba una alfombrilla rústica, general-
mente de totora, “que la gente pobre empleaba para ten-
der delante de su cama, y a veces por toda cama”. En
los arenales de la costa peruana, la estera de totora es hoy
emblema de la invasión de un terreno ajeno y cumple la
función primordial de proveer improvisados y precarios
techos y paredes.

166 167
Durante el siglo XIX un diminutivo de estera, es- ejemplo anómalo de renominalización de un diminutivo,
terilla, adquirió contenido semántico diferenciado me- en este caso formado con el sufijo -eta.
diante renominalización, proceso que da como resultado Pero en España la esterilla se conoce solo con el
la formación de un nuevo sustantivo por la adición del nombre de rejilla. Se trata aquí de la típica renominaliza-
sufijo, en principio de diminutivo, -illo, -illa: el hablante ción de un diminutivo, el cual adquiere un sentido dife-
no asocia ya entre sí (véase cerquillo) parejas léxicas tales rente del que tiene el primitivo reja.
como cabeza y cabecilla, espina y espinilla, campana y cam- El Diccionario de la Academia no incluye al Perú en
panilla, horca y horquilla, etc. el área sudamericana de esterilla.
Esterilla designa en el Perú y en otros países de la
América del Sur —Argentina, Uruguay, Paraguay, Ecua-
dor y Venezuela— un ‘tejido o entramado fino, hecho
con tiritas chatas de tallos duros, flexibles y resistentes
de plantas como el bejuco’; la esterilla sirve para hacer
respaldos y asientos de sillas y sillones. Esterillar es fa-
bricar este tejido y también colocarlo; esterillero se llama
el artesano que hace ese trabajo, hoy en vías de extin-
ción. La típica silla de esterilla es una silla con asiento y
respaldo de este tejido; en el Perú, Bolivia, Argentina y
Uruguay se le llama también silla de Viena.
Haciendo nostálgicos recuerdos de su infancia
en la limeña casa familiar, don José de la Riva Agüero
menciona algunos libros y autores que eran entonces
sus favoritos: el Quijote, el Telémaco de Fénelon; Chateau-
briand, Prescott, Olavide. Y relata:

“Me apoderaba con ansia de uno de estos volúmenes, y me


ponía a devorarlo y repasarlo, sentado en una silletita de este-
rilla, semejante a las sevillanas...” (Citado en Quince plazuelas,
una alameda y un callejón, de Pedro Benvenutto, pág. 391).

Hay que aclarar aquí que silleta por silla, sin matiz di-
minutivo (nótese el diminutivo silletita), es también un
peruanismo y americanismo, censurado a fines del siglo
XIX por Arona. Silleta, como equivalente de silla, es un

168 169
Este uso moderno del español evento (documentado
desde el siglo XVI en su acepción tradicional de ‘acon-
tecimiento fortuito’) se debe sin duda a calco semántico
del inglés event. Por eso ha sido duramente combatido
por el purismo a ambos lados del Atlántico, llegando a
ser tildado de “anglicismo de la peor especie”.
Pero, desde la edición del Diccionario de la Acade-
mia de 1984, evento tiene ya, como primera y general
EVENTO acepción, la de “acaecimiento” (palabra que a su vez se
define como “cosa que sucede”). Y, como segunda acep-
Hasta su edición de 1970, el Diccionario de la Real Aca- ción, la de “eventualidad, hecho imprevisto o que puede
demia Española definía el sustantivo evento solo como acontecer”.
“acontecimiento o suceso imprevisto o de realización Lo cierto es que el uso —y más propiamente el uso
incierta y contingente”. Ese matiz de inseguridad, ca- culto, que a veces tiene raigambre popular— es, al fin y
sualidad o sorpresa predomina todavía en sus deriva- al cabo, el amo del lenguaje. Así lo reconoce la Acade-
dos eventual (ejemplo: trabajador eventual), eventualidad mia, sobre todo en los casos en que las nuevas palabras
y eventualmente. También en eventualismo, nombre de —o las nuevas acepciones de palabras tradicionales—
un sistema filosófico que lo explica todo por la casua- llegan al nivel del habla culta en el español de ambos
lidad. continentes.
En el español actual americano y peninsular, sin Ese es el caso de los usos, no tan nuevos y ya reco-
embargo, han pasado a un segundo plano los matices de nocidos, de evento. En la edición del año 2001 el DRAE
‘imprevisión’, ‘incertidumbre’ y ‘contingencia’ presentes recoge como tercera acepción —registrada en el Perú,
en el campo semántico de evento. Los nuevos usos —que Cuba, El Salvador, Méjico, Uruguay y Venezuela— la
tienen antecedentes en los del étimo latino eventus— ha- más moderna de “suceso importante y programado, de
cen del término un sinónimo de hecho, suceso o aconteci- índole social, académica, artística o deportiva”.
miento, ya sea este fortuito o previsto y aun cuidadosa-
mente preparado.
En realidad, evento se aplica sobre todo a aconteci-
mientos considerados importantes, que pueden ser reu-
niones de diverso tipo, celebraciones, funciones, ceremonias,
espectáculos, certámenes o competiciones (en América compe-
tencias).
Es frecuente que evento esté acompañado de adjeti-
vos ponderativos tales como gran(de), importante, etc.

170 171
EXILAR, EXILIAR delirio, o dominar, dominio”, según afirma la lexicóloga
hispana María Moliner en su importante Diccionario
Alfredo Bryce empieza a escribir sus Antimemorias en de uso del español.
Barcelona, en 1986. Y explica: La Real Academia Española tardó en dirimir la
cuestión, y solo incluyó exiliar y exiliado en la edición de
“Casi la mitad de mi vida había transcurrido en Europa, por 1970 del Diccionario oficial. Para entonces, exilar y exilado
entonces, y esto, por supuesto, produce adicción. De ahí que habían echado raíces, sobre todo en el español de Amé-
lo que empezó siendo casi un exilio forzado por la oposición rica. Como se desprende del texto de Bryce y de su cita
de mi padre a que fuera escritor se hubiese ido transforman- del cubano Sarduy, las formas académicas exiliar y exilia-
do en agradable condición de exiliado, con ‘esta i, de riguro- do no resultan hoy naturales ni espontáneas en nuestra
sa estirpe académica [que] añade al exilio una condición de lengua americana.
aristocracia o de rigor’, según ese excelente escritor y amigo En cuanto al aspecto semántico, exiliar no es sinó-
cubano que es Severo Sarduy. En fin, algo tan distinto al exi- nimo estricto de desterrar, proscribir o expulsar. Y tiene un
lado, al emigrado, al refugiado, al apátrida...” (Permiso para importante rasgo semántico que comparte con expatriar:
vivir, pág. 13). el exilio y la expatriación pueden ser voluntarios; hay, de
hecho, un autoexilio, y quienes se exilian por propia deci-
Exilio era un latinismo (de exilium, íd.) de ámbito exclusi- sión podrían, a voluntad, desexiliarse.
vamente erudito hasta que su uso se hizo común moder- Alfredo Bryce, en la obra antes citada, habla de
namente. Exilar se tomó directamente del francés exiler, de su “exilio voluntario” en Europa con muchos “retornos
igual sentido, a principios del siglo XX o a fines del XIX. imaginarios a la ciudad natal” y a las casas en las que
El participio adjetivado exilado (del francés exilé) transcurrió su infancia limeña:
era ya de uso frecuente en España cuando terminó la
guerra civil, que tuvo como consecuencia la expatria- “Pasar siempre por ahí, volver al brutal enfrentamiento con
ción de la llamada España peregrina y su asentamiento los sueños, con esos monstruillos de la razón nostálgica, la
principal en tierras de América. Los exilados de la pe- menos crítica de todas. Volver como en el tango y como vuel-
nínsula trajeron consigo el término, que se difundió en ve cualquiera. Duros placeres del exilio voluntario. Desexiliarse
Hispanoamérica. unas semanas”. (Págs. 187-188).
El galicismo exilado había sido muy combatido
como tal, supuestamente por contravenir las reglas de Mario Benedetti responde a un periodista que le pre-
la morfología castellana: si de auxilio sale auxiliar, y no gunta “¿por qué se le ocurrió publicar una novela sobre
*auxilar, de exilio tenía que derivarse exiliar, y no exi- el exilio y el desexilio tantos años después?” diciéndole que
lar. Pero “la coexistencia de palabras de la misma raíz su novela Andamios no es autobiográfica, y expresándo-
con y sin i en la terminación no repugna al oído espa- le, sobre su relación con el protagonista:
ñol; compárense, por ejemplo, suicidar, suicidio; delirar,

172 173
“Los dos somos desexiliados, eso es lo que tenemos en común,
nada más”. (En El Sol, edición del 17/11/96).

Las formas prefijadas desexilio, desexiliarse y desexiliado


son creaciones muy modernas y, al parecer, exclusiva-
mente literarias e hispanoamericanas.
La edición de 2001 del DRAE ya incluye exilar y
exilado, remitidos, respectivamente, a exiliar y exiliado.
EXTRADITAR
Extraditar significa ‘conceder un gobierno la extradición
(la entrega) de una persona reclamada legalmente por
un Estado extranjero’, casi siempre sobre la base de un
tratado bilateral previo.
Extraditar es un anglicismo: el inglés to extradite está
documentado en Inglaterra desde el siglo XIX y es, a su
vez, un derivado regresivo de extradition, latinismo mo-
derno acuñado antes en francés, en el siglo XVIII.
Extraditar contaba ya con la aprobación de la Aca-
demia Española en 1983, pero no alcanzó a ser incluido
en la edición del Diccionario publicada un año más tarde.
A partir de la edición de 1992, figura extraditar como
tomado del inglés to extradite con la acepción de ‘conce-
der un gobierno la extradición de un reclamado por la
justicia de otro país’; se consigna, además, el participio
adjetivado extraditado, -a.
No ha sido aceptado, en cambio, el equivalente
verbo extradir (tomado del francés extrader, o derivado
regresivo de extradición) que ha tenido cierto uso en el
lenguaje jurídico hispanoamericano y también en la
prensa peninsular. Algunos lexicólogos piensan que ex-
tradir es “igualmente válido y mejor formado” que ex-
traditar, pero en el uso peruano y americano actual lo
general es extraditar.

174 175
El derivado extraditable, en uso sustantivo y como
autodesignación de algunos grupos de narcotraficantes
colombianos pasibles de extradición, ha sido desafiante-
mente difundido por ellos en los últimos años, junto con
este impresionante eslogan: Antes una tumba en Colombia
que una celda en los Estados Unidos. (Como adjetivo, extra-
ditable está documentado en inglés desde el siglo XIX).
Por último, hay que censurar la incorrecta pro-
nunciación extradicción, que se comprueba aun en el ni- GRAMA
vel del habla seudoculta y puede explicarse por ultraco-
rrección. Es incorrecto, asimismo, el derivado extradicto Grama viene del latín gramina, plural de gramen ‘hierba’,
(por extraditado), muy poco usado en el Perú. ‘césped’. La palabra se documenta en castellano desde
principios del siglo XV.
También son antiguos en la lengua estos deriva-
dos de grama: gramal ‘terreno cubierto de grama’ del cual
(con el sufijo de aumentativo -ote) se deriva el perua-
nismo y americanismo gramalote, nombre de una hierba
forrajera llamada en otras partes hierba de Guinea; gra-
moso ‘abundante en grama’; y, con el prefijo des-, el verbo
desgramar ‘quitar o arrancar la grama’.
Los usos de grama por hierba, césped se documentan
en los clásicos; Góngora se refiere a un césped de grama
(“sobre el de grama césped no desnudo”; véase el Vocabula-
rio de Alemany, s. v.).
Pero en la Península el uso actual prefiere césped,
y grama designa específicamente algunas plantas de la
familia de las gramíneas, entre ellas dos o tres que tie-
nen propiedades medicinales: una es la llamada grama
del norte.
Los usos medicinales de la grama se documentan
en un inventario de la Botica del Colegio de San Pablo
en Lima, que data de 1770. Después de consignar “seis
libras de grama a medio real”, dicho inventario se refiere
a “un poco de grama dulce” como ingrediente de cierto

176 177
cocimiento y a otro “cocimiento de grama con raíces de
altea”, el cual recomienda como diurético. (En La medi-
cina popular peruana de Valdizán y Maldonado, tomo III,
págs. 23, 322 y 440).
La conservación americana del uso de grama ‘cés-
ped’ se documenta también en unos versos de Juan de
Arona referidos a la sierra peruana:

“En la región donde pura GRIFO


y eterna la nieve dura
do el icho [césped ó grama] En la mitología griega grifo era el nombre (que en prin-
nutre á la apacible llama, cipio significa ‘encorvado, retorcido’) de un animal fa-
señorita de la altura”. buloso, con la mitad superior del cuerpo de águila y la
(Diccionario de peruanismos, s. v. icho; corchetes del autor). inferior de león, a más de una cola de reptil. Al grifo se
le atribuía la función de custodiar el oro de las minas.
Arona equipara el icho, o ichu, gramínea de alturas desola- La imagen erizada de esta fiera híbrida tuvo en la
das, a la grama o césped. Y es sin duda infeliz la sucesión de Edad Media múltiples aplicaciones ornamentales, sobre
una forma arcaica castellana y un quechuismo: “do el icho...”. todo en el diseño de paños y vestidos. Como era usual
De grama ha salido en el Perú gramado, derivado entonces hacer salir el agua de las fuentes o pilas por la
que, en uso sustantivo, designa la cancha de fútbol. An- boca de un monstruo o figura animal (de piedra, már-
tonio Cisneros usa el término en sentido figurado, refi- mol o metal) el nombre de grifo se aplicó, por extensión
riéndose a su condición de hincha innato del equipo de de sentido, a dicha boca y más tarde a la llave de cañería
fútbol Sporting Cristal: doméstica que controla el paso del agua en las instalacio-
nes de casas y edificios.
“Yo vine al mundo, es decir al gramado, con la celeste puesta. Una Grifo por llave de cañería se documenta desde el si-
década después nació el Cristal”. (El libro del buen salvaje, pág. 109). glo XIX en español, lo mismo que el aumentativo y sinó-
nimo grifón. Derivado más reciente es grifería, que solo
En Colombia, coincidentemente, la cancha de fútbol se lla- se registra a partir de la edición de 1992 del Diccionario
ma gramilla. Y gramilla es, en la Argentina, más o menos de la Academia con esta primera acepción: “conjunto de
equivalente de grama, aunque en algunas provincias se grifos y llaves que sirven para regular el paso del agua”,
aplica al pasto invasor. Por otra parte, en el Perú se llama y una segunda referida a la tienda en que se venden.
grama china cierta especie de pasto invasor o hierba mala. En el Perú se usa grifería en su primera acepción,
En su edición de 2001, el DRAE registra ya el uso pero no grifo como llave de cañería, que llamamos sim-
hispanoamericano de grama por césped. plemente caño: agua del caño es entre nosotros el agua,

178 179
normalmente potable, que sale por un grifo o llave de
cañería.
Por una nueva extensión de sentido, grifo es en el
español del Perú el ‘puesto de venta de gasolina y pro-
ductos afines’; grifero es el trabajador que lo atiende. (Es
obsolescente el uso peruano de grifo ‘chichería pobre’
que consignan algunos lexicógrafos).
Nuestro grifo se llama en español general gasoline-
ra: en otros países de América (Venezuela, Colombia) se GURÚ
le conoce como bomba de gasolina.
El Reglamento de Seguridad para establecimientos de Gurú es una palabra de origen sánscrito que significa,
venta al público de combustibles líquidos derivados de hidro- en sentido literal, ‘venerable, guía espiritual hinduista’
carburos, promulgado en el Perú en noviembre de 1993, y, por extensión de sentido, ‘persona de gran influencia
define así los: o con un papel dirigente en un ámbito determinado’,
‘persona que tiene gran habilidad en una actividad es-
“Establecimientos de Venta al Público de Combustibles. Una insta- pecífica’. Puede decirse, por ejemplo: “es un gurú de la
lación en un bien inmueble en la cual los combustibles son informática”.
objeto de recepción, almacenamiento y venta al público. En El étimo gurús ‘maestro’ corresponde al nomina-
el país también se les denomina Estaciones de Servicio y Puestos tivo masculino en sánscrito; el tema de la palabra es
de Venta de Combustibles o grifos”. guru, grave, no agudo. La acentuación aguda, hoy pre-
dominante en español, podría deberse a influencia del
En la edición de 2001 del DRAE se registra ya el uso francés.
peruano con esta definición: “Surtidor de gasolina, ga- En la edición de 1992, el DRAE no registraba toda-
sóleo o queroseno”. vía gurú. Ya lo hace en la de 2001, con dos acepciones:

“[1.] En el hinduismo, maestro espiritual o jefe religioso. ||


2. Persona a quien se considera maestro o guía espiritual, o a
quien se le reconoce autoridad intelectual”.

En cuanto al plural, la Academia Española consigna (en


el Boletín de mayo-agosto de 1998) la forma gurús, que
en el Perú y en otras partes alterna con gurúes.
Al relatar los divertidos incidentes de una invita-
ción a comer que le hizo el poeta Leopoldo Chariarse,

180 181
Julio Ramón Ribeyro escribe en su diario personal, en
París, el 13 de diciembre de 1974:

“Al fin Leopoldo aparece, pero no solo: lo acompaña el Rec-


tor adjunto de La Sorbona [sic]. Pedimos más ‘té verde’. El
Rector, hombre simpatiquísimo, parece haber sido traído un
poco a la fuerza a esa reunión tardía, de la que no espera
nada, concesión que su cortesía hace al gurú peruano”. (La
tentación del fracaso, II, pág. 227). *HABEMOS
En El pez en el agua, Mario Vargas Llosa cuenta que, du- El verbo haber viene del latín habere, que significa ‘tener’,
rante su primera visita a París, en 1958, no conoció a ‘poseer’; se documenta en castellano desde el siglo XII
Julio Cortázar, ni tampoco: (con la grafía aver). Pero a partir de la época medieval se
comprueba en castellano el progresivo desuso de haber
“a algunos de los muchos pintores o escritores latinoamerica- como verbo principal con el sentido de ‘poseer’, y su
nos de allá [...] salvo al poeta peruano Leopoldo Chariarse, reemplazo, igualmente progresivo, por el verbo tener.
[...] que sería luego tocador de laúd, orientalista, gurú y pa- Ese desplazamiento de haber por tener se produjo
dre espiritual de una secta...”. (pág. 464). a lo largo de los siglos XV y XVI; en la era cervantina,
haber con el significado de ‘tener’ apenas sobrevivía en
Es curioso que Ribeyro y Vargas Llosa coincidan en el uso algunos casos especiales. Hoy haber es, esencialmente,
del término gurú referido a la misma persona: Leopoldo solo un verbo auxiliar en español.
Chariarse, quien —según el mismo Vargas Llosa— es “el En la lengua general quedan, sin embargo, rezagos
único poeta en la historia del Perú becado a Europa por del uso de haber como verbo principal equivalente de
una ley del Congreso”. (Íd. íd., pág. 464). tener. Son ejemplos de ellos estas expresiones:
haber menester ‘tener necesidad’;
lo habido y por haber ‘todo lo imaginable’;
habérselas con ‘tratar con’, ‘enfrentarse con’ [alguien
o algo].
En la locución verbal ser habido, el participio habi-
do tiene el sentido de ‘encontrado’, ‘hallado’, ‘atrapado’:
“los asaltantes no han sido habidos”; habido se usa también
como adjetivo: “están en la condición de no habidos”. Se
dice asimismo “habida cuenta” o “habida consideración”
por ‘teniendo en cuenta’, ‘teniendo en consideración’.

182 183
En el lenguaje jurídico son de uso común las frases “ha “...habemos 22.000 [sic] médicos en el Perú...” (Enrique Ci-
lugar”, “no ha lugar” (es decir, ‘tiene lugar’, ‘no tiene lu- priani Thorne; en El Comercio, 27/8/93).
gar’) con los sentidos de ‘es procedente’, ‘no es proce- “...los pocos cineastas que habemos aquí...” (Armando Robles
dente’. Tienen similar origen los usos sustantivos de Godoy; en El Comercio, 4/9/88).
haber o haberes con el sentido de ‘bien(es), caudal(es),
sueldo(s)’. Pero no solo se usa como forma verbal no auxiliar habe-
La primera persona del plural en el presente de mos, variante anticuada de hemos, en el Perú y en otros
indicativo de haber era la forma regular habemos, en latín países de América. También se documentan otras for-
habemus ‘tenemos’: habemus Papam o Papam habemus es la mas de la primera persona del plural en otros tiempos y
frase esperada en cada cónclave. modos de haber usado como verbo principal, no auxiliar:
La forma castellana regular habemos se usó antigua- habíamos, hubimos, hayamos (háyamos, en lengua inculta),
mente en la conjugación de haber como verbo principal, habremos, etc.
y también como auxiliar en la conjugación de otros ver- En una oración como “habíamos treinta personas en
bos o del mismo haber con el sentido de ‘tener’: habemos la sala”, habíamos tiene, sin duda, la ventaja de expresar
venido ‘hemos venido’; habemos habido ‘hemos tenido’. claramente que el hablante está incluido entre dichas
Pero habemos fue más tarde reemplazado por la for- treinta personas. La forma impersonal correcta: “había
ma contracta hemos, al mismo tiempo que la función de treinta personas en la sala”, en cambio, no proporciona
haber se circunscribía a la de auxiliar en la conjugación esa información.
de los demás verbos. Hoy en España el uso de habemos La solución podría estar en la sustitución de había-
como forma principal se constata solo en el lenguaje mos por éramos o estábamos, según el caso: “éramos treinta
popular o rústico, mientras que en Hispanoamérica, de personas en la sala”, “estábamos treinta personas en la
Méjico a la Patagonia, habemos llega al nivel del habla sala”.
culta. Pero el uso de habemos, habíamos, etc. resulta irreem-
En el caso del Perú, dan fe del nivel de habla en plazable para muchos peruanos, a pesar de su clara ex-
que se emplea la forma verbal anticuada habemos estos clusión de la lengua general; mejor dicho, de la lengua
ejemplos de uso en los idiolectos de renombrados juris- correcta.
tas, médicos y artistas:

“...habemos quienes aquí nacimos, aquí vivimos y aquí nos


moriremos...” (Héctor Cornejo Chávez; en La República,
26/5/91).
“...también habemos personas pensantes que sabemos lo que
es el Hábeas Corpus” (Enrique Chirinos Soto, intervención
oral en el Congreso del Perú; 26/3/97).

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‘romo, embotado, poco agudo’ y, de allí, ‘necio’, ‘torpe’,
‘tonto’. Tener letras gordas era, por ejemplo, ‘tener poca
instrucción o poco talento’. Mucho más tarde gordo ex-
perimentó la evolución semántica que le dio la acepción
hoy vigente de ‘grueso, graso, obeso’, con el concomi-
tante olvido del significado original.
¿Cuándo se alteró en el Perú la locución verbal
castiza hacer la vista gorda? A fines del siglo XIX se do-
*HACERSE DE LA VISTA GORDA cumenta ya la forma alterada hacerse de la vista gorda, y
también una variante intermedia, hacer de la vista gorda.
Hacer la vista gorda es un viejo modismo castellano que Aparece en los escritos de Ricardo Palma y del costum-
significa ‘fingir que no se ha visto algo que se tendría que brista Abelardo Gamarra, El Tunante.
reprender o corregir’ y, por extensión, ‘no darse por en- Gamarra usa la expresión, parcialmente alterada,
terado de aquello que pudiera comprometer o causar hacer de la vista gorda en ¡¡Cien años de vida perdularia!!:
molestias’, ‘transigir con lo incorrecto o con lo malo’: en
una palabra, ‘pasar por alto’ cualquier acto sancionable “...hacer un poco de la vista gorda con los abusos de los que
con tal de evitarse contratiempos, incomodidades o dis- exprimen a los necesitados”. (Pág. 163).
gustos. Hacer la vista gorda parece haber sido, por siglos,
nuestro lema nacional: la lenidad es una característica Y Palma dice, en su tradición titulada “La venganza de
del ejercicio de la autoridad en el Perú. un cura”:
Volviendo a las palabras del modismo, ¿qué signifi-
ca realmente vista gorda? Sabemos que los modismos son “Sabido es que todo revolucionario triunfante se hace de la
locuciones de significado global, en las cuales las pala- vista gorda sobre los excesos y crímenes de sus partidarios...”.
bras suelen perder su individualidad semántica y el todo (Tradiciones, pág. 1105).
puede no ser igual a la suma de las partes.
Pero cabe también en lo posible que lo oscuro o Los usos de Palma y de Gamarra no son, ciertamente,
críptico de hoy haya sido lo claro y evidente de ayer. Así, ejemplos dignos de imitarse. Si es malo hacer la vista gor-
sabemos que para los hablantes de siglos pasados hacer da sobre algo que se debe corregir, no es bueno alterar
la vista gorda era, literal y claramente, fingir mala vista: un modismo que es, por definición, una expresión fi-
hacer era, en este caso, equivalente de fingir y vista gorda jada en la que el todo no es ya igual a la suma de las
era una expresión sinónima de vista torpe, vista deficiente, partes. Así, aunque ya no se sepa con certeza qué es una
mala vista. vista gorda, el significado del modismo, como totalidad,
Y eso porque gordo (del latín tardío gurdus ‘boto, resulta claro.
romo, obtuso, necio’) significó primero en castellano

186 187
de comprarlo había advertido al vendedor: “quiero lo
mejor que haiga”.
Un frustrado eslogan del APRA, que implicaba un
juego de palabras con el apellido de su líder máximo,
proclamaba: “Haya o no haya, Haya será”. Y se decía que
las fieles huestes apristas habían dado al traste con el
juego de palabras al repetir, fervorosa pero incorrecta-
mente: “Haiga o no haiga, Haya será”.
*HAIGA Defendiendo el derecho del pueblo a ser no solo
informado, sino también instruido y aun educado por
Haiga es una forma anticuada del presente de subjunti- los modernos medios de comunicación, decía yo en
vo (tercera persona singular) del verbo haber. La forma Peruanismos (1969): “Un haiga puede costar un puesto
hoy correcta es haya, usada como en estos ejemplos: “No de trabajo”. ¿Es eso todavía verdad en el Perú del año
creo que haya mucha gente”; “me tranquiliza que él no 2012? A pesar de que el desempleo es uno de los más
haya protestado”. graves problemas que el país afronta, ¿puede un haiga
No hay duda de que haiga era una forma correcta infelizmente proferido costar un puesto de trabajo en el
en pleno Siglo de Oro de la literatura castellana. Pero Perú informal de hoy? Y, si así fuera, ¿un puesto de qué
el criterio de corrección tiene carácter histórico: lo correc- nivel de empleo o subempleo?
to de ayer puede ser lo incorrecto de hoy, y viceversa. Parece que en la Lima actual, con mayoritaria po-
El uso es el amo de la lengua. Y un amo arbitrario, sin blación migrante de origen rural y en gran parte que-
duda, puesto que actualmente condena a haiga como chuahablante, el uso de haiga no solo se ha conservado,
forma vulgar mientras considera correctas formas ver- sino que también se ha extendido hasta abarcar grupos
bales análogas como traiga y caiga. socioeconómicos antes no afectados. Y, por otra parte, la
Tanto en América como en España, el criterio de censura social se ha relajado tanto en lo que se refiere a
corrección considera hoy la forma verbal anticuada hai- este uso que hasta hay quienes afirman que haiga cuenta
ga como inadmisible en el idiolecto de un hablante edu- ya con la aceptación de la Real Academia. No es así, por
cado. Haiga sobrevive solo en el habla campesina y en la supuesto, y no creo que lo sea en el futuro. Porque el
lengua popular de todo el orbe hispánico, junto a otros uso que generalmente se acata como amo del lenguaje
arcaísmos tales como agora por ahora, vide por vi, trujo es el uso culto generalizado. Y haiga es un uso incorrecto
por trajo, semos por somos, etc. e inculto.
En España llegó a llamarse burlonamente haiga En cuanto a mi experiencia y actitud personal
(un haiga) el automóvil grande y ostentoso que era sobre el uso de haiga en el habla peruana, puedo ex-
propiedad de un indiano rico (pero inculto) recién lle- plicármelo en el idiolecto de un líder obrero que lle-
gado de América. Y eso porque se decía que antes gó a ser Senador de la República. Puedo, igualmente,

188 189
explicarme el uso de haiga en el habla de un obrero
textil que se hizo terrorista y murió en su ley. Y tal vez
debería explicarme también el haberle oído haiga por
haya a un economista bilingüe (y no de quechua y es-
pañol) que ha llegado hasta el puesto más alto en la
política peruana.

HALL
En el español de América —y también en el de la Pe-
nínsula— se usa corrientemente la palabra hall para
designar el vestíbulo, antesala, entrada, recibo o recibimiento
de una vivienda familiar, un hotel o un edificio. Hall se
documenta en la lengua literaria de España desde la úl-
tima década del siglo XIX.
En el Perú es también un anglicismo viejo. Por
ejemplo, se documenta abundantemente en la nove-
la de ambiente limeño Duque, de José Diez Canseco,
publicada en 1934; el capítulo XIV empieza con esta
descripción:

“Club Nacional. Amplia escalinata lujosa. En los corredores,


en el gran hall [en cursiva], grupos de hombres alrededor
del cocktail [en cursiva] matinal”. (Pág. 91; véanse también las
páginas 17, 31, 45, 46, 49, 58, 60, 69, 81, 101, 112).

En inglés, especialmente en la variedad norteamericana,


hall se registra desde mediados del siglo XVII. Su pro-
nunciación es, aproximadamente, /jol/, con h aspirada.
Con una pronunciación que imita la inglesa ha pasado
al español, lo cual es prueba de que el préstamo se hizo
por vía oral. En plural se puede oír /joles/ o /jols/, forma
esta que corresponde al inglés halls.

190 191
El plural halls, pronunciado /jols/, contradice la la pronunciación en español pero choca un poco perci-
regla académica de que el plural de los sustantivos bida desde el ángulo óptico. En su cuento “Casarse de
acabados en consonante se forma por la adición del penalti”, incluido en el volumen que tiene como título
sufijo -es: de film, filmes, etc. Pero hoy se constata, en Casualidades, un antiguo amor llama por teléfono al pro-
algunos préstamos, el reciente desarrollo de un nuevo tagonista, que está alojado en un hotel:
esquema fonológico de plural dentro del sistema mor-
fológico español: de club, clubs; de test, tests, de stock, “¿Luis? Soy Lucía, quiero hablar contigo. Estoy aquí, en el jol
stocks, etc. del hotel, ¿puedo subir?”. (Pág. 131).
La pronunciación más o menos fiel al idioma de
origen depende, por supuesto, del conocimiento de este Pero la grafía predominante, en España y América, si-
y de la facilidad articulatoria del hablante. Pero al es- gue siendo hall, que ya registra el DRAE 2001 como voz
cribir no hay vacilación: no se escribe *clubes, *testes o inglesa.
*stockes, sino clubs, tests, stocks. Esta tendencia, conside- En el Palacio Legislativo de Lima, la designación
rada al principio como un rasgo del lenguaje popular y Hall de los Pasos Perdidos traduce libremente la de la Salle
periodístico, se comprueba hoy en escritos de científicos des pas perdus de la Asamblea Nacional de Francia, alo-
y literatos, hecho que sin duda augura su instalación de- jada en el Palacio Borbón de París. Hall se registra en
finitiva en la lengua. francés desde fines del siglo XVII, pero su uso se ha
En su diario personal, que lleva el título, cruelmen- extendido a partir de la segunda mitad del XIX.
te autocrítico, de La tentación del fracaso, Julio Ramón
Ribeyro nos habla de un viejo millonario peruano que
pasa la mitad del año en Europa y se da la gran vida en
París, a pesar de sus achaques:

“Sufre de incontinencia y se orina en cualquier lugar y en


cualquier momento. Por este motivo sólo se aloja en caros
hoteles donde ya lo conocen y donde no les importa que en
pleno hall o comedor deje sobre la alfombra el charco de su
meado”. (III, pág. 161).

Es importante destacar el hecho de que el filólogo Gre-


gorio Salvador —expresidente de la Real Academia Es-
pañola, expresidente de la Comisión Permanente de la
Asociación de Academias de la Lengua Española y gran
cuentista— haya optado por la grafía jol, que reproduce

192 193
celebra, o conmemora, el aniversario; se rinde homenaje a la
ciudad misma, personificada.
Por otro lado, choca el uso de la frase verbal dar
homenaje. Tradicionalmente el homenaje se rinde, se hace,
se tributa, se otorga, se dedica o se ofrece, pero no se da. El
difundido uso actual de la expresión dar homenaje puede
deberse a diversas causas.
En los titulares de la prensa escrita, la preferen-
HOMENAJE cia por dar homenaje podría explicarse porque dar ocupa
menos espacio que dedicar, rendir, ofrecer, tributar, hacer u
Homenaje es una vieja palabra castellana, de origen lati- otorgar. Pero a este argumento podría responderse que
no pero tomada directamente del provenzal homenatge el verbo equivalente, homenajear, ocupa aún menos espa-
forma compuesta en la que home está por hombre, con el cio que la construcción dar homenaje.
valor específico de vasallo. En efecto, el homenaje era, du- Homenajear, por otra parte, se usa poco, y hasta
rante la Edad Media, el juramento solemne de fidelidad que podría decirse que se le evita. ¿Por qué? Tal vez, para
el vasallo rendía a su rey o señor feudal. algunos, homenajear es un derivado poco eufónico. Y
Homenaje tomó, en la época moderna, el sentido en otros puede pesar la trasnochada condena del pu-
hoy general de ‘acto o serie de actos que se celebran en rismo, que por largos años ha tenido a homenajear como
honor de una persona’, viva o muerta. Y, por extensión, censurable neologismo, predominantemente hispano-
el homenaje puede hacerse también a grupos humanos, a americano.
instituciones y aun a objetos personificados. En un artículo publicado en Madrid y recogido en
Es correcto, pues, rendir homenaje a Miguel Grau, su libro Limpia y fija, de 1922, pedía y ordenaba don Ma-
a la Madre, al Soldado Desconocido; también puede riano de Cavia:
rendirse homenaje a la Ciudad de Lima o a la Canción
Criolla. “Mándese recoger, como mendigo impostor, el feísimo home-
Pero las fechas o efemérides no pueden ser objeto najear, que comenzó a usarse en son de burla y cierto tono
de homenaje directo; ellas, simplemente, se celebran o se despectivo, y se ha dado en emplearlo irreflexivamente como
conmemoran. No debe hablarse, pues, de un homenaje al locución formal y de toda licitud”. (Cit. Martín Alonso, Cien-
Día de la Madre, sino de un homenaje a la Madre en su día, o cia del lenguaje y arte del estilo, pág. 759).
de una celebración del Día de la Madre. Tampoco es propio
hablar de un Homenaje al Día de la Canción Criolla, sino Pero desobedeciendo al brillante periodista —que fue
de un Homenaje a la Canción Criolla en su día o de una cele- miembro electo de la Real Academia Española— el ver-
bración del Día de la Canción Criolla. Lo mismo en cuanto bo homenajear ocupa desde hace un cuarto de siglo un
a un enésimo aniversario de la fundación de Lima: se legítimo lugar en el Diccionario oficial.

194 195
El participio, adjetivado o sustantivado, ha tenido
mejor suerte en la lengua oral y escrita: homenajeados y
homenajeadas aparecen con frecuencia en los diversos
medios de información, agradeciendo merecidos —o in-
merecidos— homenajes.
El DRAE, en su edición de 2001, concede a homena-
jeado el honor de la entrada aparte.

HOMÓLOGO
Se ha difundido en los últimos años, en España y Amé-
rica, el uso sustantivo del adjetivo homólogo, -a para re-
ferirse a personas que ocupan, en diferentes regiones o
países, el mismo cargo o similar posición. Sobre todo en
el lenguaje político, es frecuente oír frases tales como:
“el Presidente del Perú se reunió con su homólogo argen-
tino”; “el Ministro de Educación acudirá a una cita con
sus homólogos de América Latina”.
Homólogo es un cultismo —viene, a través del latín,
del griego homólogos— documentado en castellano des-
de principios del siglo XVIII. Era, hasta hace poco, un
término circunscrito al lenguaje de la geometría, de la
lógica y de las ciencias biológicas.
En francés, homologue está documentado desde fi-
nes del siglo XVI, y llegó a desarrollar la acepción usual
de ‘equivalente’. En el Petit Robert (traducción castellana
de la edición de 1977) se dan estos ejemplos: “el grado
de jefe de escuadrón es homólogo de aquel de jefe de ba-
tallón”; “el obrero americano tiene un salario más eleva-
do que el de su homólogo francés”.
En inglés, homologous se usa desde el siglo XVII
con las acepciones generales de ‘que tiene la misma
relación, proporción o posición relativa’, ‘correspon-
diente’. De esas acepciones sale el uso moderno del

196 197
inglés aplicado al campo político y social. Homólogo, La plena aceptación del uso nuevo se sancionó en la edi-
en esa acepción, parece ser un anglicismo, más que ción de 1992 del Diccionario oficial. Allí aparece, como
un galicismo. primera acepción del adjetivo homólogo, -ga:
Quienes critican este uso de homólogo, calificándolo
de barbarismo, propugnan su reemplazo por colega. Pero “Dícese de la persona que ejerce un cargo igual al de otra, en
colega tiene otro contenido semántico. Decía el lexicó- ámbitos distintos. U. t. c. s. [úsase también como sustantivo]”.
logo —y expresidente de la Real Academia Española—
Fernando Lázaro Carreter que el moderno uso de ho- El uso sustantivo, de contenido semántico tácito pero es-
mólogo: pecífico, corresponde, precisamente, a la acepción nue-
va incorporada en el DRAE 92.
“...permite restituir a colega su exclusiva significación: el cole- Pero en la edición de 2001 del DRAE se consigna,
ga de un ministro español no es un ministro extranjero, sino por primera vez, una entrada homología con esta acepción:
otro de su mismo país. El extranjero y el nuestro, si gobier-
nan el mismo ramo, serán homólogos”. (El dardo en la palabra, “Relación entre las personas que ejercen cargos iguales en
pág. 345). ámbitos distintos”.

Ya el Diccionario manual de la Real Academia Española, Y se dan también otras dos acepciones que correspon-
en su edición de 1989, había consignado el adjetivo ho- den al campo de la biología y al de la bioquímica, en
mólogo, -ga con esta primera acepción: tanto que homólogo, ga aparece solo como adjetivo y con
esta definición: “Que presenta homología”. Se ha dilui-
“[Dícese de las personas que se encuentran en condiciones do, pues, el uso sustantivo y más frecuente de homólogo.
semejantes de trabajo, estudio, etc., o ejercen funciones se-
mejantes”.

El corchete inicial indica el limbo o purgatorio en que per-


manece una palabra o acepción cuando la Academia re-
conoce su existencia, pero no la admite plenamente. En
la Argentina, el Diccionario manual se ha ganado por eso
el mote de:

“...amansadora, porque en él remansan muchos años las pa-


labras neófitas, a la espera de pasar al Diccionario grande”.
(Avelino Herrero Mayor, Cosas del idioma, pág. 42).

198 199
Como sustituto de cul-de-sac Voltaire propuso en-
tonces una palabra nueva: impasse, que él formó con el
prefijo negativo in-, en su variante im-, y una forma del
verbo passer ‘pasar’. La iniciativa fue aceptada en la Cor-
te y el uso se difundió, hecho excepcional como triunfo
de una creación lingüística individual.
Impasse desarrolló en francés, a mediados del siglo
pasado, la acepción figurada de ‘situación crítica que no
IMPASE tiene solución inmediata’. Con ese sentido pasó en la
misma época al inglés y, mucho más tarde, al español.
En el habla culta de España y de América está hoy muy Impasse es hoy un sustantivo femenino en francés.
difundido el uso del galicismo impase (escrito también, En el uso de Voltaire, sin embargo, predominaba el gé-
como en francés, impasse, y a veces pronunciado impás). nero masculino, que es, curiosamente, el que ha preva-
Quienes piensan que impase es una palabra super- lecido en español.
flua en español la suponen sustituible por las expresio- En 1964 Julio Ramón Ribeyro analizaba así su
nes nominales callejón sin salida o punto muerto y aun por obra:
palabras como atasco, atolladero, estancamiento, crisis o pro-
blema. Pero, como no hay sinónimos estrictos, en el uso “Mi literatura —me refiero a mis últimos cuentos, mi última
culto actual impase resulta prácticamente insustituible. novela— se desarrolla en los límites de lo factible, quiero de-
Impase no aparece en la edición de 2001 del Diccio- cir, en un terreno insostenible, que ya no vale la pena explo-
nario oficial, aunque ya se registra —como palabra cuya rar más. En otras palabras, me encuentro en un impasse y es
existencia se reconoce, pero cuyo uso no se autoriza— inútil imitarme o que yo aliente mi imitación”.
en la edición de 1989 del Diccionario manual, igualmente
publicado por la Real Academia Española, con la acep- Párrafo de amarga y lúcida autocrítica. Líneas después
ción siguiente: “Punto muerto o situación en la que no escribe: “Soy como un buen actor obligado a desempe-
se encuentra salida”. ñar un mal papel”.
En francés, impasse es una creación de Voltaire. El
autor del Diccionario filosófico se escandalizaba del uso y
abuso de la palabra vulgar cul, ‘culo’, y consideraba que
la expresión figurada cul-de-sac ‘calle sin salida’ (literal-
mente ‘fondo de saco’) era no solo inapropiada sino aun
indigna de los labios de las reinas, quienes se veían obli-
gadas a usarla por haberse hecho ya imprescindible en
la lengua francesa.

200 201
año 2002) sustituir implementos por utensilios, instrumentos,
aperos o enseres.
Implementar ha soportado un veto aún más tajante
que implemento. El lexicógrafo panameño Ricardo J. Al-
faro, autor de un útil Diccionario de anglicismos, decía en
1964:

“El rodeo a que nos obliga en castellano la falta de un ver-


IMPLEMENTAR bo equivalente a to implement afecta necesariamente la conci-
sión”. (Ob. cit., s. v.).
El verbo implementar ha sido muy censurado por puristas
y academicistas de todas partes. Algunos de ellos llega- Decía también Alfaro que, en algunos casos, ningún tér-
ron a esgrimir el absurdo argumento de que tal palabra mino o giro castellano puede traducir to implement “con
“no existía” en castellano. Si no existiera, ¿cómo podrían la energía y concisión del verbo inglés”.
rechazarla? Sin embargo, el peso del veto del purismo lo hace
Lo que en realidad querían decir es que implemen- llegar a esta conclusión:

tar no era un vocablo correcto porque no estaba acep- “Lamentable como es que no tengamos en español el verbo
tado por la autoridad oficial: la Real Academia Españo- de que aquí se trata, es claro, sin embargo, que ningún ha-
la (más conocida en el Perú con el inexacto nombre de blista de conciencia debe usar un anglicismo tan vicioso como
Academia Española de la Lengua). implementar”.
Implementar es, en efecto, un anglicismo. Pero tie-
ne medio siglo de uso ilegal o clandestino en castellano, Purismo al margen, implementar resulta hoy insustituible
sobre todo en el de América. Se tomó del inglés to im- en castellano. Reconociendo este hecho, la Real Acade-
plement, que data del siglo XVI. Más antiguo aún es el mia Española acordó en 1988 incluir ese verbo en la vi-
sustantivo implement, castellanizado como implemento en gésima primera edición de su Diccionario, que apareció
América y usado generalmente en plural: implementos de en 1992. Se registró en ella, como término restringido a
labranza, por ejemplo. la informática, con la siguiente definición:
Implemento aparece ya en la edición de 1970 del
Diccionario de la Academia. Sin embargo, Joan Coromi- “Poner en funcionamiento, aplicar métodos, medidas, etc.,
nas, autor del gran Diccionario crítico etimológico castellano para llevar algo a cabo”.
e hispánico, lo consideraba por entonces como un “an-
glicismo reciente, superfluo e intolerable”. Y un diario Así quedó abierta la puerta para la aceptación posterior
madrileño tan prestigioso como El País sigue recomen- de otros importantes usos del verbo fuera del campo
dando a sus redactores, en su libro de estilo (edición del señalado. En efecto, en la edición del año 2001 se regis-

202 203
tra ya implementar con la misma definición, pero sin la
restricción referida a la informática.
También se consigna el postverbal implementación.

INCÓLUME
Algunas personas parecen creer que el adjetivo incólume
es sinónimo de impasible, imperturbable, impertérrito, impá-
vido, inmutable, inalterable. Por eso emplean dicho térmi-
no en frases como estas:
“Permaneció incólume ante el insulto”.
“La noticia, aunque grave, los dejó incólumes”.
Pero lo cierto es que incólume es sinónimo de in-
demne, ileso, intacto, íntegro, sano y salvo. Se aplica especial-
mente a seres y a cosas que no han sufrido daño, lesión,
menoscabo o deterioro a pesar de haber pasado por un
serio riesgo o peligro.
Son ejemplos de usos correctos de incólume los si-
guientes:
“Aunque el chofer murió, el niño que iba a su lado
quedó incólume”.
“Solo se veían cuatro casas incólumes después del
terremoto”.
“Los vidrios de una sola ventana salieron incólumes
del incendio”.
Incólume se usa en español desde hace más de un
siglo. Su derivado incolumidad, documentado desde me-
diados del XIX, es de empleo muy restringido.
Incólume viene del latín incolumis, de igual significa-
do; su origen, sin embargo, no está muy claro.

204 205
Para algunos latinistas, incolumis está en relación
con la palabra griega kolos, que significa ‘completo’. En
este caso, la partícula prefijal in- tendría una excepcio-
nal función intensiva o aumentativa, en vez de la usual
privativa o negativa.
Para otros lexicólogos y romanistas —entre ellos
Corominas— el latín incolumis tiene el mismo radical que
calamitas ‘calamidad’. En ese caso, el prefijo in- tendría el
sentido usual de privación o negación. INCONDUCTA
En un artículo titulado “Moralización a fondo: Malos
jueces en el banquillo...”, Héctor Cornejo Chávez se re-
fería a “magistrados del Poder Judicial cuya inconducta
fuese probada” y a una “sanción oportuna en todos los
casos de inconducta funcional” (La República, edición del
23/6/91).
Inconducta no se usa en España, ni aparece regis-
trada en el Diccionario de la Academia. Es un término
propio del lenguaje jurídico y administrativo del Perú,
la Argentina, el Uruguay y otros países hispanoameri-
canos.
Inconducta parece haberse tomado recientemente
del francés inconduite, que está documentado en esa len-
gua desde fines del siglo XVII. Inconduite es, a su vez,
una obvia formación negativa sobre conduite, equivalen-
te del castellano conducta; inconduite tiene en francés el
mismo significado de ‘mala conducta’, ‘falta’.
¿Podría haberse formado independientemente, en
el castellano de América, la palabra inconducta?
El prefijo negativo in- (hay otro, homónimo, que
significa ‘hacia dentro’) funciona en español con verbos
y adjetivos, y también con sustantivos como conducta.
Este prefijo negativo tiene otras dos formas o va-
riantes: im- (ante b o p) e i- (ante l, o r que se duplica).

206 207
Son ejemplos de sustantivos formados en castella-
no con el prefijo negativo in- y un sustantivo:
Con la variante in-, incultura, indiscreción, inmadurez,
insensatez.
Con la variante im-, impudor, imprevisión.
Con la variante i-, ilegalidad, irresponsabilidad.
No hay, pues, obstáculo morfológico para que una
palabra como inconducta se haya formado en español in-
dependientemente del francés inconduite. INUSUAL
Sin embargo en este caso concreto se trata de un
muy probable galicismo, por cierto, muy criticado como El adjetivo inusual no estaba registrado en el Diccionario
tal por puristas y correctores de lenguaje. de la Real Academia Española hasta su edición de 1992,
y por eso recibía —y sigue recibiendo— acerbas críticas
de parte de un purismo menor.
En Madrid lo censuraban, por ejemplo, varios mo-
dernos Libros de estilo editados por diversos órganos de
prensa.
El del diario ABC, en su edición de 1995, decía:

“Inusual. Evítese y sustitúyase por desusado, inusitado, insólito,


inédito, raro”.

El del también madrileño diario El Mundo llegaba a mu-


cho más:

“inusual. Palabra inexistente. Se dice desusado, inusitado, insó-


lito, raro”.

El Libro de estilo universitario de Arroyo y Garrido, pu-


blicado en Madrid en 1997, asumía, sin embargo, una
distinta posición.

“inusual. No admitido por la Academia a pesar de su gran difu-


sión. Puede emplearse alternándolo con desacostumbrado”.

208 209
Lo cierto es que inusual ya se registra, desde 1950, en Y proseguía:
el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española que
también publicó la Real Academia. Pero en esa edición, y “El adjetivo usual sirve para expresar ‘lo que comúnmente se
en la de 1989, inusual aparece con el corchete inicial que usa ó se practica: dícese de las cosas que con facilidad y frecuen-
indica su precaria condición de vocablo cuya existencia es cia se usan’. De esta definición del Diccionario se deduce la de
reconocida, pero cuyo uso no es todavía respaldado, por inusual, que será ‘lo que con dificultad se usa, lo que raras veces
la Real Academia. se usa’. La necesidad de este vocablo consta claramente, porque
Llamaba sin duda la atención el hecho de que inusual el adjetivo inusitado suena no usado, así como el desusado es falto
no apareciera registrado en una obra de criterio amplio y de uso; pero lo dificultoso de usar, lo raras veces usado, lo inepto para
moderno como lo es el Diccionario de uso del español, de Ma- el uso, ha de tener término propio, cual es el inusual. Luego así
ría Moliner, publicado entre 1966 y 1967, puesto que ya en como usado tiene por contrapuesto el desusado, así el usual ha de
1963 lo registraba el Diccionario ideológico de la lengua española recibir por contrario el inusual. Su adverbio será inusualmente”.
de don Julio Casares, notable lexicólogo que fue muy activo (Pág. 446).
Secretario de la Real Academia madrileña. Pero la segunda
edición del Diccionario de uso, de 1998, ya registra inusual. Decía también el Padre Mir en el primer párrafo del
En la amena prosa del también ilustre lexicólogo “Prólogo” de esa misma obra:
y expresidente de la Real Academia Española, don Fer-
nando Lázaro Carreter, inusual aparece con naturalidad “Aunque la Real Academia Española, al acometer la valentía
al explicar que ataviar(se) implica, además de la idea de [sic] de formar su Diccionario, entró a velas tendidas en el
‘vestir y adornar a alguien’ la de: mar inmenso de nuestra literatura, [...] gran copia de voca-
blos quedóse escondida en las entrañas de las obras clásicas,
“vestir o vestirse de modo bastante inusual o chocante...” (El sin [a]parecer en público...”.
dardo en la palabra, pág. 679).
Casi un siglo después, don Fernando Lázaro coin-
Y es que inusual resulta, paradójicamente, usual en cas- cide con el Padre Mir en que:
tellano desde fines del siglo XVII.
Un purista de la talla del jesuita Juan Mir y Nogue- “...el Diccionario académico [...] no es perfecto por el modo de
ra incluía el término en su obra titulada, precisamente, hacerse. Le faltan palabras y acepciones [...] a causa de descui-
Rebusco de voces castizas, publicada en Madrid en 1907. El dos que la Institución procura subsanar continuamente, y le so-
Padre Mir daba primero esta cita de una obra de Fray bran abundantes entradas léxicas” (Ob. cit., pág. 87).
Juan Gil de Godoy, publicada en 1687:
Pero el caso de inusual es extremo, por el largo tiempo
“Teniendo tanto peso la diadema, era inusual para la cabeza que ha pasado en el limbo del Diccionario oficial a pesar de
de un hombre”. su aceptación y uso por esclarecidos académicos: entre

210 211
otros, también don Samuel Gili Gaya, quien lo consigna
en su Diccionario de sinónimos, de 1984, s. v. inusitado.
Inusual ya aparece —era hora— en la edición
de 2001 del DRAE con esta equivalencia: “No usual,
infrecuente”.

INVIABLE
Inviable por no factible, irrealizable, quimérico, utópico es un
adjetivo muy usado en la lengua culta americana y pe-
ninsular, a pesar de la insistente protesta del purismo.
La intransigencia purista se apoyaba, sin duda, en
el hecho de que inviable no estaba incluido todavía en
la edición del Diccionario de la Academia de 1984. Pero
el neologismo fue aceptado más tarde por la Corpora-
ción, y aparece ya en la edición de 1992 de dicho Dic-
cionario con el sentido de “que no tiene posibilidades
de llevarse a cabo” y, referido a un recién nacido, “que
no tiene aptitud para vivir”. También se consigna el
derivado inviabilidad.
La Academia registra como étimo de inviable un
supuesto vocablo francés *inviable que no parece cono-
cerse en esa lengua. Sí, en cambio, es un seguro galicis-
mo la forma positiva viable, tomada en el siglo XIX del
francés viable, derivado de vie ‘vida’. Su sentido etimo-
lógico era, por tanto, el de ‘que tiene posibilidades de
vivir’ y se aplicaba, en lenguaje forense y de medicina
legal, a los recién nacidos, especialmente los prematu-
ros, que tenían posibilidades de sobrevivir.
De este sentido original de viable salió posterior-
mente el figurado de ‘que tiene posibilidades de reali-
zarse’, ‘factible’, referido a cualquier idea, proyecto o

212 213
asunto. Y luego, por casual influencia de vía ‘camino’
(influencia basada en la mera identidad formal que hay
entre vía ‘camino’ y la primera sílaba de viable), este ad-
jetivo se hizo también sinónimo de transitable, franquea-
ble, practicable, referido respectivamente a caminos, obs-
táculos o tramoya teatral.
El galicismo viable, que soportó por largos años
los ataques del feroz purismo decimonónico, se consig-
nó ya en la edición de 1936 del Diccionario de la Real IRRESTRICTO
Academia.
En el Perú y en otros países de América se usa el adjetivo
irrestricto con los significados de ‘ilimitado, incondicio-
nal, absoluto, pleno, total’.
Irrestricto no aparecía aún en la edición de 1992 del
Diccionario oficial. El Libro de estilo del tradicional diario
madrileño ABC (edición de 1995) lo daba como ameri-
canismo. El Manual de español urgente, nombre que tiene
el libro de estilo de la agencia española de noticias Efe
(edición de 1998), consideraba el término como un his-
panoamericanismo que se debía evitar.
Irrestricto es una obvia formación negativa sobre
restricto, participio irregular adjetivado de restringir que
se usa desde principios del siglo XVIII. El prefijo de
valor privativo o negativo in- se reduce a i- ante r inicial,
como en irresoluto, irredento, irreductible, irrecusable, irreal.
La duplicación de la grafía r obedece a una mera regla
ortográfica.
Escribe Jorge Basadre en su Historia del Perú:

“Bandos políticos habíanse diseñado entre la nobleza perua-


na después de 1810. En un extremo estuvieron los partida-
rios del antiguo régimen, absolutistas o reaccionarios, o sea
los enemigos, declarados o encubiertos, de la Constitución
que emanó de las Cortes [...]. Formaron el otro extremo los

214 215
partidarios de la independencia irrestricta e inmediata, cuyo “...queremos dejar constancia [de] que nada ni nadie nos im-
número fue al principio escaso en esa clase social...” (tomo pedirá seguir defendiendo la plena e irrestricta vigencia de la
I, pág. 83). libertad de expresión”. (Pág. 102).

Recordando una breve y triste reunión con su hijo, lejos Pero la irrestricta libertad de expresión (o de prensa) no debe
del hogar, dice en su diario Julio Ramón Ribeyro que el entenderse como la impune libertad para la injuria, la
niño: difamación o la calumnia. Los derechos bien entendidos
implican siempre correspondientes deberes respetados
“...se vio frustrado y decepcionado cuando al llegar a Wall- y cumplidos.
ington le dije que el taxi me esperaba en la puerta y que Irrestricto, equivalente de ilimitado, se registra ya en
apenas iba a quedarme con él unos minutos. Lo vi además la edición de 2001 del DRAE como uso americano res-
un poco perdido y como exiliado en casa de esa familia in- tringido a Méjico y el Uruguay.
glesa, donde por mejor atendido que esté no podrá imponer
sus caprichos ni sentirse seguro de una protección irrestricta”.
(Anotación del 16 de julio de 1978; en La tentación del fracaso,
III, pág. 223).

En Desafíos a la libertad, Mario Vargas Llosa critica un


moderno “despotismo ilustrado” y afirma:

“La libertad, pues, debe ser irrestricta sólo en lo que concierne


a la creación de la cultura...” (pág. 32).

Independencia irrestricta exigida por los peruanos de prin-


cipios del siglo XIX, en Basadre; protección irrestricta en
el seno de la familia, en Ribeyro; libertad irrestricta para la
cultura, en Vargas Llosa. Pero la locución nominal que
se ha hecho lugar común en el español del Perú es irres-
tricta libertad de expresión.
En Los últimos días de La Prensa, cuenta Jaime Bayly
que algunos periodistas de ese diario insertaron, a raíz
de la agresión a uno de ellos, un comunicado no autori-
zado que decía:

216 217
Arrogar está en directa relación con arrogancia y
arrogante. La arrogancia es ‘orgullo, soberbia, insolencia,
altanería’, generalmente sin el respaldo de cualidades
personales que justifiquen, por lo menos, el orgullo.
Pero arrogancia y arrogante admiten modernamente ma-
tices positivos de ‘gallardía’ o ‘altivez’ bien entendida.
¿Cómo se explica la confusión entre dos verbos tan
distintos como irrogar y arrogar? Aun entre abogados y
IRROGAR, ARROGAR congresistas se oyen frecuentemente frases tales como
“el Ejecutivo no debe irrogarse la facultad de legislar”;
Irrogar, término de la lengua culta general, es un verbo “yo no me irrogo ninguna cualidad que no posea”, “no
de uso relativamente moderno en español, pues se do- podemos irrogarnos el mérito de ser los únicos que res-
cumenta solo desde principios del siglo XIX. petan esa escala de valores”, etc.
Irrogar viene del latín irrogare (a su vez formado so- En casos como esos, en los que el verbo que corres-
bre rogare ‘rogar, pedir’) que se usaba con el sentido de ponde es arrogarse, no solo se trata de una confusión de
‘infligir’ o ‘proponer’ referido a penas, castigos, multas, prefijos sino también de un cambio en el tipo de con-
tributos o leyes contra alguien o algo. jugación: irrogar es un verbo esencialmente transitivo,
Su aplicación se extendió en español a toda clase en tanto que arrogar es un verbo predominantemente
de daños o perjuicios. Así lo usa, muy tempranamente, pronominal (reflexivo).
el joven Simón de Bolívar cuando en agosto de 1809 Pero los confundidos infractores de estas normas,
protesta por un “desaire que se me ha irrogado”, ante quienes se arrogan el derecho de usar un verbo por otro
el Presidente, Gobernador y Capitán General de Ve- e irrogan así grave perjuicio a la lengua —que es un bien
nezuela. El futuro Libertador también usa ese flaman- común— pueden consolarse: están en muy buena com-
te latinismo referido a insultos, agravios y perjuicios pañía. Porque, si es verdad aquello de mal de muchos...,
(véanse Obras, I, pág. 31; II, págs. 786, 909, 921 y III, pesa aún más el mal de uno cuando ese uno es un escritor
pág. 329). de la talla de Camilo José Cela.
Arrogar, por otra parte, es un verbo castellano En efecto, el Premio Nobel español usa irrogarse
cuyo uso data de los primeros años del siglo XVII. por arrogarse. En el tomo I de su Diccionario secreto, Cela
Viene del latín arrogare (también formado sobre roga- defiende, legítimamente, el derecho a la lícita existen-
re ‘rogar, pedir’) cuya acepción de ‘adoptar’ es usada cia que tienen todas las palabras —incluidas las soeces—
especialmente en el lenguaje jurídico. En su uso más usadas por los hablantes de una lengua. Y afirma:
frecuente, como pronominal, arrogarse tiene el sentido
de ‘apropiarse o atribuirse indebidamente’ facultades, “Suponer que no hay más voces válidas que las del diccio-
poderes o derechos. nario, es despropósito paralelo al de creer que no hay más

218 219
hijos con el corazón latiendo que los legítimos, tema éste que
quizás pueda interesar al moralista, al civilista o al sociólogo
pero no, de cierto, al demógrafo.
La lexicografía —o arte de componer diccionarios— es la de-
mografía —o arte de componer censos— de las palabras, y
nada ha de importarle, a sus efectos, la conducta de las mis-
mas palabras que registra. Una disciplina (?) infusa y amorfa,
acientífica, convencional y todavía por bautizar, se ha irrogado
en los diccionarios una función que no le compete pero que,
KEROSENE
no obstante, le ha llevado a repartir patentes y ejercer vetos
con notorio peligro para la lengua misma. Y contra ese peli- En el Perú y en otros países de América se llama kero-
gro quisiera, con tanta humildad como convencimiento, salir sene o kerosén (escritos también querosene y querosén) el
al paso. No es otra la finalidad de mi esfuerzo”. subproducto de la refinación y destilación del petróleo
que se usa como combustible doméstico y en los aviones
La cita está tomada de la primera edición, en la se- de retropropulsión.
rie “Hombres, hechos e ideas” de Alfaguara, Madrid- Kerosene se tomó del inglés kerosene o kerosine (pro-
Barcelona 1968 (páginas 24-25 del “Preámbulo”). El nunciado aproximadamente kerosín) a fines del siglo
error (se ha irrogado por se ha arrogado) se repite en XIX; en inglés el término se documenta desde media-
la página 24 del primer volumen de la coedición de dos de ese siglo.
Alfaguara y Alianza Editorial, de 1987, en la serie “El La pronunciación peruana grave kerosene, en cua-
libro de bolsillo”. tro sílabas, indica que el préstamo se tomó por la vía
escrita. La variante kerosín (escrita también querosín) in-
dica, en los países americanos en que se usa, que el prés-
tamo se tomó por vía oral.
En su Diccionario de peruanismos, publicado en 1883,
Juan de Arona ya incluía una variante que no prosperó
en el Perú: kerosine. Por razones poco claras, Arona re-
comendaba una forma femenina, kerosina, y censuraba a
quienes pronunciaban, como hoy lo hace la mayoría de
hablantes peruanos, kerosene.
Parece que en España el anglicismo culto kerosene o
kerosine no tuvo una temprana difusión, como en Hispa-
noamérica. Por lo tanto, el combustible se conoció con
el nombre genérico de petróleo, denominación que, en

220 221
sentido estricto, se aplica al petróleo natural, o crudo, antes Mario Vargas Llosa, por su parte, emplea la variante or-
de su refinación y destilación. tográfica con qu- cuando se refiere a una lámpara de
A partir de la edición de 1970, aparece en el Dic- querosene en ¿Quién mató a Palomino Molero? Escribe:
cionario académico la palabra queroseno como derivado
directo —sin intermediación del inglés— del griego “Por la puerta abierta de la casita de barro se veía, en la ha-
keros ‘cera’ más el sufijo latino -eno, usado en química bitación iluminada por una lámpara de querosene, el escaso
para la formación de nombres de hidrocarburos. mobiliario: sillas de paja, algunas desfondadas, una mesa...”
Pero, si queroseno o kerosene tiene como étimo el (pág. 13).
griego keros ‘cera’, ¿cuál es la relación semántica que
existe entre ambos términos? Según la última edición Entre las grafías kerosene y querosene, la primera es fiel al
del Webster’s Third New International Dictionary, en el cul- étimo griego keros ‘cera’, pero la segunda es, a primera
tismo kerosene su primer elemento (keros ‘cera’) se explica vista, más fiel a la ortografía castellana.
por el uso de la parafina en la manufactura de dicho En efecto, la k es una letra de origen griego que,
producto industrial (y no por el hecho de que la ilumi- aunque está reconocida oficialmente como integrante
nación con lámparas de kerosene sustituyó —con muchas del abecedario español, tiene en esta lengua un status
ventajas— a la iluminación con velas de cera). La difu- (véase) marginal. Según el Diccionario de la Academia,
sión del uso de la lámpara de kerosene, a partir de 1860, la k solo “se emplea en palabras de origen griego o ex-
significó un gran progreso en la iluminación doméstica tranjero”.
por su eficiente funcionamiento, su facilidad de opera- Pero este es, precisamente, el caso: kerosene es pa-
ción y su seguridad. labra de origen griego; por lo tanto, su escritura con k
Algo semejante puede decirse de la cocina de kero- inicial es claramente legítima. Son igualmente legítimas
sene, que todavía tiene uso en el Perú en los estratos so- las formas con qu: querosene y querosén.
cioeconómicos más débiles. Y, desde luego, también la variante académica que-
Julio Ramón Ribeyro empieza así su cuento titula- roseno, que al parecer no se usa en la América hispana.
do “Los merengues”: En la edición de 2001 el DRAE registra asimismo, como
variantes americanas de extensión diversa, las formas
“Apenas su mamá cerró la puerta, Perico saltó del colchón querosén, querosene y querosín. Igualmente keroseno, como
y escuchó, con el oído pegado a la madera, los pasos que se variante ortográfica de la forma académica queroseno.
iban alejando por el largo corredor. Cuando se hubieron Pero no kerosén ni kerosene.
definitivamente perdido, se abalanzó hacia la cocina de ke-
rosene y hurgó en una de las hornillas malogradas [‘descom-
puestas’]”. (En La palabra del mudo, I, pág. 177).

222 223
último, lapso llegó a entenderse, por antonomasia, como
sinónimo de lapso de tiempo: “tan corto lapso”, “en un lar-
guísimo lapso”, etc.
Estos usos son, sin duda, correctos, pero también
es correcta la expresión supuestamente pleonástica lapso
de tiempo, consagrada por el uso de notables escritores y
autorizada por el Diccionario de la Academia.
La satanización (véase satanizar) del pleonasmo ha
LAPSO DE TIEMPO sido uno de los más ostentosos estandartes del antibarba-
rismo. Pero el pleonasmo no solo es una lícita figura de
Algunas personas creen que lapso de tiempo es una lo- construcción, sino que aun puede ser recomendable en
cución incorrecta y aducen, como razón, que es pleo- algunos casos.
nástica porque lapso, por sí solo, expresa ya la idea de Según la propia definición del Diccionario acadé-
‘espacio o porción de tiempo’, ‘período’ (pleonástica, sí, mico, el pleonasmo es la “figura de construcción, que
es la locución nominal período de tiempo). consiste en emplear en la oración uno o más vocablos
Lapso viene del latín lapsus que significa ‘desliza- innecesarios para que tenga sentido completo, pero con
miento, resbalón, caída’. Por eso esta forma latina se usa los cuales se añade expresividad a lo dicho”. ¿No es aca-
en español culto con el sentido de “falta o equivocación so pleonástica la expresión error involuntario de la antes
cometida por descuido” (DRAE 2001) y en la terminolo- citada definición académica de lapsus linguae? Lapso de
gía del sicoanálisis equivale a ‘acto fallido’. tiempo, aunque se sintiera (erróneamente) como expre-
Según el DRAE 2001, lapsus linguae es una expre- sión pleonástica, podría explicarse como una locución
sión latina que significa “error involuntario que se co- nominal en que la idea de ‘tiempo’ está doblemente ex-
mete al hablar”: un ‘resbalón de la lengua’. Y lapsus cá- presada por razones estilísticas.
lami es el “error mecánico que se comete al escribir”: En más de una ocasión, Luis Alberto Sánchez fue
un ‘resbalón de la pluma’. En ninguno de estos usos acerbamente criticado por usar la expresión lapso de
está presente o implícita la noción de ‘tiempo’ ni, menos tiempo. La emplea, por ejemplo, en nota a una carta de
aún, la de ‘período’ o ‘espacio de tiempo’. Ricardo Palma incluida entre las Diecisiete cartas inéditas
Pero, como la forma castellanizada lapso desarrolló del tradicionista que editó en 1968. LAS (acrónimo con
el sentido de ‘paso, transcurso’ (surgido fácilmente del que se le mencionaba en el ambiente político, y también
de ‘deslizamiento’), empezó a aplicarse de preferencia al en el académico) respondió siempre a esas críticas con
‘tiempo entre dos límites’, estando el concepto de tiem- un mudo y olímpico desdén.
po casi siempre expresado por otras palabras específi-
cas (siglo, año, etc.) o sobreentendido: “un lapso de dos
años”, “el largo lapso de siglos”, “un breve lapso”. Por

224 225
de cumplir con la obligada cuarentena. La isla se lla-
maba Santa María di Nazaret y el hospital de enfermos
contagiosos llegó a conocerse como Nazaretto. Más tar-
de, por influencia del nombre de Lázzaro, el mendigo
ulceroso curado por Jesús según el Evangelio de San
Lucas, Nazaretto se alteró en Lazzaretto, al mismo tiempo
que el término se especificaba para designar el hospital
de leprosos.
LEPROSORIO Lazareto se usa en castellano desde el siglo XVIII.
Y el propio nombre de Lázaro, y sus derivados lazarino y
En el Perú se llama leprosorio el ‘hospital, albergue o asilo lazaroso, se hicieron sinónimos de leproso.
de leprosos’. Se trata aquí de la alteración de un lati- La lepra es una enfermedad infecciosa causada
nismo moderno: leprosarium, formado sobre lepra con el por el microorganismo bautizado como Mycobacterium
terminal de sanitarium. (Similarmente, se documenta en leprae o bacilo de Hansen. Este último nombre hace ho-
Colombia y otros países leprocomio, con el terminal de no- nor a Gerhard Hansen, médico noruego que lo iden-
socomio, que es sinónimo de hospital). El cambio de lepro- tificó en 1874. Igualmente en su honor, la lepra se
sario (forma que también se usa en el Perú) en leprosorio conoce como mal de Hansen, hansenosis, hanseniasis o
puede explicarse por influencia de leproso. hanseniosis.
En El Paraíso en la otra esquina, Vargas Llosa narra La lepra fue una de las enfermedades más temi-
cómo, en cierta ocasión, se corrió el rumor de que Gau- das en Europa desde la Edad Media hasta fines del siglo
guin tenía lepra. Y continúa así: XIX. El horror al contagio producía tal aversión a los
enfermos que resultaba en su cruel proscripción y aban-
“Los vecinos, asustados por esa enfermedad que infundía pa- dono. Los leprosos estaban obligados a hacer sonar una
vor, se estaban concertando para pedir a las autoridades que campanilla, o las conocidas tres tablillas de San Lázaro,
lo echaran del pueblo, lo internaran en un leprosorio o le exi- para advertir sobre su presencia y dar tiempo a que los
gieran alejarse de los centros poblados de la isla”. (Pág. 169). transeúntes se alejaran.
Contaba Voltaire que el rey de Francia Luis VIII
Pero en el español general los términos usuales para de- dejó en su testamento una cantidad —pequeña, por
signar el hospital o asilo de leprosos son leprosería, docu- cierto— para cada uno de los dos mil hospitales de leprosos
mentado desde el siglo XIX, y lazareto. que había entonces en su reino. Esta cifra, enorme para
Lazareto es un término que tiene una historia sin- el siglo XIII, es un importante indicio de la prioridad
gular. En una isla cercana a Venecia, la Iglesia construyó acordada al aislamiento de los enfermos de lepra.
un hospital para enfermos contagiosos donde también Hoy sabemos que la lepra no es tan contagiosa
permanecían los viajeros procedentes del Oriente a fin como se creía. La lepra y la tuberculosis, actualmente

226 227
curables, han cedido el lugar al cáncer y al sida como
aterradoras amenazas del siglo XX, y también del XXI.
En la edición de 2001 del DRAE se han incorpora-
do, como sinónimos de leprosería, los americanismos de
extensión diversa leprocomio, leprosario y leprosorio. En el
área de estos dos últimos el DRAE no incluye los usos
peruanos aquí tratados.

LLANTA
En el Perú y en otros países de América se conoce como
llanta lo que en España se denomina neumático; también
se llama entre nosotros llanta la cubierta o parte externa
del neumático.
La palabra llanta (originalmente yanta) se tomó, a
fines del siglo XVI, del francés jante, de origen céltico.
Jante designaba el ‘trozo curvo de madera que, unido a
otros similares, forma la rueda’.
El término llanta se aplicó primero en castellano al
‘cerco metálico exterior de las ruedas de coches y carros
de tracción animal’. Más tarde, al difundirse el uso del
caucho o goma elástica (en el habla peruana se prefiere el
sinónimo jebe), se llamó llanta de goma el cerco de caucho
que cubre la rueda de diversos vehículos —automóviles,
camiones, motocicletas, bicicletas— a fin de hacer más
suave su contacto con el suelo.
Pero cuando se desarrolló el automovilismo en
Francia, a fines del siglo XIX, se sustantivó el adjetivo
de origen grecolatino pneumatique, que significaba ‘rela-
tivo al aire’, para designar el conjunto de la cubierta más
la cámara inflada con aire comprimido.
El correspondiente término español neumático,
documentado como cultismo desde principios del siglo
XVIII, tomó también —casi seguramente por influencia

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del francés— el nuevo sentido relacionado con el auto- sentido, otros verbos formados sobre caucho: recauchu-
movilismo. La tercera acepción del adjetivo neumático, tar o recauchar. En la edición de 1992 del DRAE ya se
sustantivado como masculino singular, aparecía así en la registraban reencauchar, reencauchadora y el postverbal
edición del Diccionario académico de 1992: reencauche como usos colombianos y peruanos. En la
del año 2001, los mismos americanismos se registran
“Llanta de caucho que se aplica a las ruedas de los automó- con áreas diferentes que incluyen a diversos países de
viles, bicicletas, etc. Consta generalmente de un anillo tu- la América Central.
bular de goma elástica llamado cámara, que se llena de aire En cuanto a locuciones, en el habla coloquial pe-
a presión, y de una cubierta de caucho vulcanizado muy ruana la expresión nominal boca de llanta designa a quien
resistente”. tiene labios muy gruesos. Como se pronuncia general-
mente boca ‘e llanta, llega a fundirse en una palabra: bo-
Esta definición no consideraba los modernos neumáticos quellanta (pronunciado, con yeísmo, boqueyanta).
o llantas sin cámara. Llanta baja es otra expresión nominal, empleada
Pero en la edición del año 2001, el adjetivo neumá- también como apodo, que describe humorísticamente el
tico tiene una segunda acepción en la que funciona como andar sincopado del cojo. Es uso que surge de la replana
sustantivo masculino, que es la siguiente: y llega al nivel del habla popular y juvenil.
Un uso figurado de llanta referido al rollo o ‘plie-
“Pieza de caucho con cámara de aire o sin ella que se monta gue de tejido adiposo formado a la altura del abdomen’
sobre la llanta de una rueda”. por exceso de comida o falta de ejercicio se documenta
en Los últimos días de La Prensa de Jaime Bayly.
Llanta, a su vez, tiene esta tercera acepción: El protagonista y otro conspicuo personaje salen
del local del diario:
“Pieza metálica central de una rueda, sobre la que se monta
el neumático”. “—Primero vamos a darnos un sauna —dijo Botto. —Perfec-
to —dijo Diego.
Y el uso de llanta por neumático se reconoce como ame- —Para bajar la llanta —dijo Botto, acariciándose la panza”.
ricanismo. (Pág. 196).
En cuanto a derivados de llanta, en el Perú llante-
ro designa a quien se ocupa de reparar las llantas des- Es curioso que el término correspondiente en el lengua-
gastadas o deterioradas. Pero el taller en que se repa- je familiar de España sea michelín, tomado de una fa-
ran no se llama llantería, llantera o montallantas, como mosa marca comercial francesa que se anuncia con una
en otros lugares de América. Se llama reencauchadora obesa figura humana formada por neumáticos.
porque el proceso mismo se denomina reencauchar, Michelín ya figura en la edición de 1992 del Diccio-
formado sobre caucho; la Academia prefiere, con este nario de la Academia. Y en la de 2001 aparece, como uso

230 231
del habla coloquial hispanoamericana, el de llanta con el
sentido de “pliegue de gordura que se forma en alguna
parte del cuerpo”.

LUMPEN
En alemán Lumpen significa ‘trapo, harapo, guiñapo, an-
drajo’ y Proletariat es equivalente del español proletariado.
En las Obras de Karl Marx se habla del Lumpen-pro-
letariat, palabra compuesta que ha sido traducida como
infraproletariado, subproletariado o, literalmente, proletaria-
do andrajoso.
Proletariado es un obvio derivado de proletario,
que a su vez lo es de prole, porque el proletarius ro-
mano era el ciudadano que, por carecer de bienes de
fortuna, solo podía servir al Estado ofreciéndole el
trabajo de su prole. Hoy proletario o proletaria es cual-
quier persona de la clase obrera o del más bajo nivel
socioeconómico.
Cuando se difundieron las obras de Marx en Es-
paña y América, en algunos países se prefirió adaptar
el alemán Lumpenproletariat al español variando solo su
terminación. Nació así el término híbrido lumpenproleta-
riado, que tuvo gran difusión.
En uno de los cuentos de Bryce, grita, desespera-
do, un personaje:

“¡Raúl, esto es El Agustino! ¡Una barriada de mierda!


¡Un cerro asqueroso lleno de arañas y lumpenproletariado!”.
(En Dos señoras conversan, pág. 196).

232 233
La grafía oficial, lumpemproletariado, obedece las normas “un creciente sector lumpenesco, segregado durante los últi-
ortográficas del español. Pero lumpemproletariado se abre- mos años por el activo proceso de descomposición total del
via igualmente en su primer elemento, lumpen, conser- país”. (En Caretas, edición del 1/9/84).
vando intacta su significación.
Dice, por ejemplo, Vargas Llosa en El pez en el agua: Y Javier Mariátegui, en un artículo titulado “Estrés so-
cial y espacio individual”, emplea el verbo cuando afir-
“En vez de un rechazo popular en defensa de la democracia, ma que, al anochecer, “el centro de Lima se lumpeniza”.
el golpe del 5 de abril mereció amplio respaldo, de un arco (En El Comercio, edición del 30/5/93).
social que abarcaba desde los estratos más deprimidos —el También se oyen esporádicamente, en el habla li-
lumpen y los nuevos migrantes de la sierra— hasta el vértice meña, otros derivados de lumpen, tales como el sustanti-
encumbrado y la clase media, que pareció movilizarse en ple- vo lumpenaje.
no a favor del ‘hombre fuerte’”. (Pág. 534). En cuanto a la aceptación académica de lumpen y
sus derivados, hasta 1992 no hay mención en el DRAE
También se usa lumpen, como sustantivo, en sentido fi- de ese germanismo. Pero en el DRAE 2001 sí aparece
gurado. Decía el filólogo Fernando Lázaro Carreter, ex- lumpemproletariado con la acepción de “capa social más
presidente de la Real Academia Española: baja y sin conciencia de clase”. Y también lumpen, como
forma acortada de la anterior que conserva su sentido, y
“No ya de la plebe, sino del puro lumpen lingüístico ha salido con otras dos acepciones: una sustantiva que se refiere a
el hoy triunfal delante mío o detrás tuyo”. (El dardo en la palabra, la “persona que forma parte de este grupo social” y una
pág. 511). adjetiva, subdividida: “perteneciente o relativo al lum-
pen” y “propio de él”.
Lumpen se usa asimismo como adjetivo, en sentido literal
y figurado. El español Alfonso Sastre dice en un libro
titulado precisamente Lumpen, marginación y jerigonza:

“...he caído en la cuenta de ser yo mismo un escritor lumpen,


dejado de la mano de Dios y más que nada de la de los hom-
bres...” (pág. 31).

En el Perú se emplean asimismo los derivados lumpenes-


co y lumpenizar.
Luis Pásara usa el adjetivo en un artículo titulado “Ex-
portación no tradicional”, en el que afirma que del Perú sale:

234 235
En la lengua general no se dice lustrabotas sino limpiabotas;
el Diccionario oficial registra también, con el mismo sentido,
betunero. En Méjico se usa el término equivalente bolero; en
Colombia embolador, junto a limpiabotas. Bolero y embolador se
derivan de bola, como reducción de bola de betún.
Pero en la América hispana se usan igualmente,
además del sustantivo compuesto lustrabotas, otros com-
puestos y derivados del verbo lustrar sinónimos de la for-
LUSTRABOTAS ma del español general limpiabotas.
Entre ellos están:
En la mayor parte de la América hispana, desde la Cen- Lustracalzado, que se documenta en la Argentina.
tral hasta el Cono Sur, se llama lustrabotas al trabajador Lustrador, usado en ese país, Uruguay, Bolivia y al-
que limpia, embetuna (betunar, el verbo usual en el Perú, gunos de la América Central.
es una forma sin prefijo anticuada en la lengua general) Lustrín, que en Chile es sinónimo de lustrabotas,
y saca brillo al calzado de sus clientes, ya sea en forma pero designa también un pequeño local en que se lustra
ambulatoria o en un quiosco de madera instalado casi calzado, o la caja en que se guardan los utensilios nece-
siempre en plena vereda o acera. sarios para ello.
En el primer párrafo de Los últimos días de La Pren- Asimismo, el verbo lustrar se emplea en casi toda
sa, de Jaime Bayly, se lee: América con el sentido específico de sacar brillo, referido
a los zapatos (pero en Méjico se usa bolear y en Colombia
“Era enero. Hacía calor en Lima. Los portales de la plaza embolar; ambos términos formados, como bolero y embola-
estaban llenos de lustrabotas, mendigos y vendedores ambu- dor, sobre bola ‘betún’).
lantes”. (Pág. 5). En La ciudad y los perros escribe Vargas Llosa:

En Como cada jueves, Ricardo Blume describe un embo- “Cuando Alberto salió de su casa comenzaba a oscurecer y,
tellamiento de vehículos durante un apagón, de los mu- sin embargo, sólo eran las seis. Había demorado lo menos
chos que sufrió Lima hace algunos años: media hora en arreglarse, lustrar los zapatos, dominar el im-
petuoso remolino del cráneo, armar la onda”. (Pág. 190).
“Un quiosco rodante de lustrabotas se puso enfrente del coche
que iba delante mío [sic]. Parecía un ropero atravesado en la Es interesante observar cómo, en el uso americano de
avenida. Surrealismo puro que pedía a gritos un Dalí que lo lustrabotas y otros compuestos —o derivados— de lus-
pintara”. (Pág. 97). trar, el matiz semántico secundario de ‘brillo’ llega a
predominar sobre el primario de ‘limpieza’ presente
en limpiabotas.

236 237
Parece que, entre nosotros, limpiar los zapatos — o
las botas— no es suficiente. Hay que dejarlos lustrosos y
brillantes. “Como espejos”, según prometen, entusias-
tas, nuestros pequeños lustrabotas.
Por otra parte, cierto prurito —tal vez loable— de
exactitud en el léxico ha hecho que el gremio nacional
de este sector de trabajadores prefiera, como denomina-
ción oficial, la de Federación de Lustradores de Calzado del
Perú: las botas, sin duda alguna, no son hoy predomi- MALOGRAR
nantes como tipo de calzado.
Malograr es un compuesto del verbo lograr y el adverbio
prefijado mal. Se usa en castellano desde principios del
siglo XVII.
De acuerdo con su etimología, malograrse equivale
a mal lograrse, lograrse mal, no lograrse (algo o alguien); es
decir, ‘no llegar a completarse un desarrollo o proceso
esperable’, ‘frustrarse’: “se malograron sus planes a causa
del accidente”, “se malogró toda la cosecha por la nevada”.
Aplicado a personas, el participio adjetivado ma-
logrado se ha hecho sinónimo de fallecido. Pero este uso
solo es correcto cuando se aplica a quienes han muerto
en plena juventud dejándonos sin saber lo que hubieran
podido lograr en una vida larga. Un malogrado poeta es
Javier Heraud; la expresión no es aplicable a Vallejo, ni
menos a Westphalen.
En los últimos tiempos, malogrado se está usando
también en Lima para referirse a jóvenes que han caído
en el vicio de la droga o del alcohol. Meterse (o pegarse)
una malograda equivale a ‘excederse en el consumo de
droga y alcohol a la vez’, o ‘excederse en la bebida mez-
clando diversos tipos de licores’.
Pero en el Perú —y en otros países de Hispanoamé-
rica— el verbo malograr ha experimentado una verdade-
ra revolución semántica. El término ha sido realmente

238 239
sacado de quicio, pues se aplica, no a lo que aún no ha ría toneladas de ropa sucia [...]. Toda la casa huele a gas,
llegado a su madurez, sino a lo que la ha alcanzado y demonios, y hay tres enchufes de luz malogrados”. (Íd. íd.,
aun sobrepasado. Así, leche malograda equivale a leche pág. 233).
avinagrada o leche cortada. En el español general se dice
que los frutos se malogran cuando son dañados —por he- Pequeñas miserias de la vida conyugal en París, mientras
ladas, plagas, etc.— antes de madurar. En el Perú, por sueña con un departamento frente al mar en nuestra ter-
lo contrario, las frutas se malogran cuando se pasan de cermundista Costa Verde limeña.
maduras y llegan a podrirse. En cuanto a locuciones, es importante la expresión
En el campo de la mecánica, de la electricidad y de nominal teléfono malogrado, que probablemente data de
la electrónica, malograr (en uso pronominal o transitivo) los tiempos de la Compañía Peruana de Teléfonos (nun-
campea sin rivales en el español del Perú. Se malogran ca añorada ni aun por los más feroces detractores de la
los carros (‘automóviles’), los semáforos, los relojes, los española Telefónica).
televisores, y hay quienes malogran (por accidente o des- Teléfono malogrado es una expresión, sintácticamen-
cuido) cocinas, refrigeradoras, licuadoras, lavadoras, y te independiente y conclusiva, que expresa una total fal-
aspiradoras: todo con graves consecuencias para el bol- ta de comunicación entre personas: “Quise disculparme,
sillo y la calidad de la vida. pero no me atendió ni me entendió: teléfono malogrado”.
El 30 de agosto de 1976, en París y a las once de la Tiene un sentido próximo la expresión inglesa
noche, Julio Ramón Ribeyro anota en su diario: broken telephone.

“Vísperas de mi cumpleaños, esperando a Alida que llega de


Italia [...]. Y en las condiciones más horribles: rodeado de
caca de gato, que se ensució en todos los maceteros que me
rodean, la alfombra inmunda pues la aspiradora se malogró,
el dedo índice derecho tronchado por un absurdo corte con
una lata de conserva, mal de salud y atormentado por la falta
de sueño”. (La tentación del fracaso, III, pág. 84).

Dos años después, el 28 de agosto de 1978, Ribeyro


afronta una situación doméstica análoga:

“Llamada telefónica de Alida para anunciarme que saldrá


de Lima el miércoles para estar el jueves en París, vía Bru-
selas. Me quedan en consecuencia tres días para tratar de
poner orden en casa. Antes que nada, llevar a la lavande-

240 241
Pero en la Constitución vigente no se designa al Pre-
sidente de la República como Primer Mandatario, Manda-
tario de la Nación o Mandatario a secas, tres denominacio-
nes usuales en el lenguaje político peruano.
El cambio de sentido experimentado por la pala-
bra mandatario se explica porque se la ha asociado más
estrechamente con otra acepción de mandato: la de ‘or-
den que da el superior a sus subordinados’ y, por ese
MANDATARIO camino, con el verbo mandar en su primera acepción:
‘ordenar el superior al inferior o súbdito’.
En el Perú y en otros países de la América hispana se Para el común de la gente, pues, el Presidente de
usa la frase nominal Primer Mandatario para referirse al la República es mandatario porque manda a los demás, y
Presidente de la República. es Primer Mandatario porque manda más que ningún otro
El epíteto tenía en un principio cierta elegante jefe, autoridad o funcionario en el país.
connotación de modestia democrática pues lo que ex- En la edición de 1992 del Diccionario de la Acade-
presaba era que se reconocía al Presidente de la Re- mia, se recogía ya, en segunda acepción, el uso nuevo
pública como al Primer Servidor del pueblo soberano. de mandatario como sustantivo masculino:
En efecto, mandatario es un término del lenguaje
jurídico que designa a quien, en virtud de un contrato “En política, el que por elección ocupa un cargo en la gober-
consensual llamado mandato, accede a representar per- nación de un país”.
sonalmente a otro, que es el mandante. Por lo tanto, la
expresión Primer Mandatario implica que el Presidente Sin embargo la Agencia Española de Noticias Efe re-
de la República es el ciudadano que, con la más alta je- comendaba (seis años después), a sus corresponsales
rarquía, cumple el mandato del pueblo que lo eligió y al en Hispanoamérica, no emplear el término Mandatario
cual representa y personifica. como sinónimo de gobernante, presidente, ministro o auto-
En lenguaje político mandato es también el encargo ridad en los despachos que enviaban a la Península (Ma-
o representación que el pueblo confiere, por su voto, a nual de español urgente, edición de 1998, s. v.).
congresistas, alcaldes, concejales y otros representantes. Pero en la edición de 2001 del DRAE hay cambios
Hoy se entiende igualmente por mandato el “periodo sustanciales.
en que alguien actúa como mandatario de alto rango” En cuanto a mandatario, antes término exclusivamen-
(DRAE 2001). Por eso la Constitución peruana vigente es- te masculino, la entrada aparece ahora como mandatario,
tablece, en su artículo 112: “El mandato presidencial es ria; se reconoce allí que muchas mujeres ejercen hoy en el
de cinco años”. mundo los más altos cargos del Estado. Y pasa a segundo
término la acepción correspondiente al lenguaje jurídico.

242 243
En lo que se refiere a mandato, hay igualmente una
significativa inversión en el orden de las acepciones.
Pasa a ser primera la que ya admitía (como segunda) el
DRAE 92, y queda como segunda la que corresponde al
Derecho.

MANEJAR
En el español de toda América se ha preferido el verbo
manejar a guiar o conducir cuando se trata de automóviles
u otros vehículos; el postverbal correspondiente es ma-
nejo. Conducir solo se usa en España, según el dato que
proporciona el mismo Diccionario de la Academia en su
edición del año 2001.
El verbo manejar se tomó a fines del siglo XVI del
italiano maneggiare, de igual significado. Aunque entró
en castellano como término propio de la equitación,
pronto extendió su uso y amplió su campo semántico.
Como corresponde a la raíz de la palabra, que es
mano en ambos idiomas, manejar tiene como primera
acepción su sentido literal: “usar algo con las manos”
(DRAE 2001). Su directa relación con mano sitúa a ma-
nejar en la línea de otros derivados de este sustantivo
con análogo contenido semántico, tales como maniobrar
o manipular.
Por esos motivos, no debe llamar la atención que
manejar haya prevalecido en el español de América para
identificar la acción de dirigir, con las manos, el volante de
un vehículo (timón por volante es otro americanismo).Y
es indudable que no ofrecen una imagen igualmente
vivida los verbos guiar o conducir que tienen solo como
acepciones secundarias aquellas referidas a vehículos.

244 245
En efecto, según el Diccionario de la Academia, con- “...un tipo al que habían desaprobado en el examen de mane-
ducir tiene como primera acepción la de “llevar, trans- jo, pero que resulta manejando mejor que Fangio, cuando se
portar de una parte a otra”. La segunda es “guiar o diri- presenta la ocasión”. (Pág. 392).
gir hacia un lugar” y solo la quinta, restringida —como
se ha dicho— a España, es “guiar un vehículo automó- Pero, a pesar de que ni en el Perú ni en el resto de la
vil”. Según el mismo diccionario, guiar es, en primer tér- América hispana se usa el verbo conducir referido a ve-
mino, “ir delante mostrando el camino”; solo su cuarta hículos, el nombre oficial de nuestro brevete (véase) es
acepción es “conducir un carruaje”. licencia de conducir, y no licencia (o permiso) de manejar.
En Los últimos días de La Prensa, Jaime Bayly nos
ofrece variados ejemplos del uso coloquial de manejar en
el habla culta del Perú:

Diego, el protagonista, y la todopoderosa secretaria Patty sa-


len de la redacción del diario que da título a la novela:
“Entraron a la playa de estacionamiento del periódico. Patty
abrió su cartera y sacó sus llaves.
— ¿Sabes manejar? —le preguntó a Diego.
—Sí, más o menos, pero no tengo brevete. —No importa. Ma-
néjame, ¿ya?
—Claro, encantado.
—Porque estoy muerta, hijo. Si manejo ahorita, chocamos y
morimos decapitados de todas maneras.
[...] Diego manejaba por las estrechas y caóticas calles del cen-
tro de Lima. [...]
—Qué bien manejas, Dieguito —dijo—. Eres un chofer de
lujo.
Diego prendió un cigarrillo. Le gustaba manejar y fumar a la
vez. [...]
—No me hagas cosquillas cuando manejo, que ahorita choca-
mos”. (Págs. 62-63).

En La vida exagerada de Martín Romaña, Bryce emplea


manejar, y también el postverbal manejo, cuando se
refiere a:

246 247
masculino maratón. Mantuvo este género como único
en la siguiente edición, de 1984, pero en la de 1992 ya
admite que maratón es “a veces” femenino: la maratón.
Lo cierto es que el uso en femenino se está generali-
zando últimamente en la Península.
El notable lexicólogo Fernando Lázaro Carreter
desaprobaba el cambio de género de maratón. Cree que
puede deberse a influencia del italiano (en este idioma
MARATÓN es femenina la forma adoptada, maratona), pero admite
la hipótesis, que parece más acertada, de que en el cam-
Maratón era el nombre de una ciudad costera del Ática, bio de género ha influido “una concordancia subyacente
cerca de la cual los soldados atenienses, al mando del con carrera’’. (El dardo en la palabra, pág. 336).
estratega Milcíades, obtuvieron la primera victoria sobre En el Perú y en gran parte de la América hispana
los persas invasores en el año 490 antes de Cristo. ha prevalecido desde el principio el uso en femenino de
Según la leyenda, el soldado griego enviado desde maratón, tanto en su sentido original como en el figura-
Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria, de nom- do referido a ‘cualquier actividad realizada con premu-
bre Fidípides, cayó muerto de fatiga después de correr ra’, y casi siempre también con esfuerzo y bajo presión.
los 42 kilómetros que separaban ambas ciudades y cum- De ese tipo de actividad decimos en América que
plir su misión. es maratónica, adjetivo que el DRAE 2001 registra como
Según Herodoto, sin embargo, no hubo tal men- uso de Argentina, Bolivia, Cuba y Uruguay. El derivado
sajero de la victoria griega de Maratón, y Fidípides es académico es maratoniano que, según algunos dicciona-
el nombre de un corredor entrenado que se envió de rios, aplica también al corredor de maratón. Según otros,
Atenas a Esparta, para pedir auxilios bélicos, antes de el corredor de maratón debe llamarse maratonista.
esa batalla. Fidípides recorrió unos 240 kilómetros en Con la cruel lucidez con que juzgaba sus propias
dos días y, según parece, sobrevivió al esfuerzo. cualidades y deficiencias, Julio Ramón Ribeyro conside-
Pero la leyenda prevaleció sobre la historia. Cuan- raba sus posibilidades de llegar a ser un novelista, y no
do se restablecieron los Juegos Olímpicos en 1896, se quedarse solo como un cuentista. Pero concluía con esta
creó, en homenaje a la hazaña legendaria, la carrera de amarga advertencia a sí mismo:
maratón como la más larga carrera pedestre de resistencia,
con una longitud que ha variado entre los 40 y los 42 “Corredor de cien metros planos, no te inscribas en la próxi-
kilómetros más 750 metros (hoy el recorrido está fijado ma maratón”. (La tentación del fracaso, III, pág. 193).
en 42 km más 195 m).
El Diccionario de la Real Academia Española re- Alfredo Bryce alterna, en una misma página, ambos gé-
gistró, a partir de su edición de 1970, el sustantivo neros de maratón:

248 249
“Regreso a Madrid y reviso la prensa escrita [...]. Diario 16
(25 de abril, 1944) da cuenta de la maratón de Madrid [...]:
ganó un marroquí [en segundo lugar quedó un español ape-
llidado Matamoros]. Frases como ‘Entre moros y cristianos
anda el maratón’ [...] se escucharon repetidamente”. (Atrancas
y barrancas, pág. 60).

Nótese que usa maratón como femenino en su propio


texto, y como masculino en la cita que recoge el habla MASACRE
de Madrid.
La edición de 2001 del DRAE admite que mara- Una masacre es una ‘matanza humana colectiva’, ‘un
tón se usa también como sustantivo femenino. Da como asesinato en masa’ de personas indefensas o que ape-
segunda acepción la de “competición de resistencia” y nas pueden defenderse: por ejemplo, la masacre de los
como tercera “actividad larga e intensa que se desarrolla inocentes, después del nacimiento de Jesús; la masacre
en una sola sesión o con un ritmo muy rápido”. de los hugonotes franceses, en 1572, que empezó con la
En varios países de Hispanoamérica se usa el com- llamada Noche de San Bartolomé. En casos extremos, ma-
puesto telemaratón como equivalente de maratón televisi- sacre puede llegar a ser equivalente de genocidio.
va, es decir, ‘colecta pública por televisión, de muchas El sustantivo masacre y el correspondiente verbo
horas de duración’. En el Perú y en otros países de la masacrar son galicismos, relativamente modernos, de
América hispana se prefiere, con este sentido, el com- gran uso en el español de América, aunque tienen tam-
puesto contracto teletón, término que tiene antecedentes bién alguna difusión en la Península. Masacre y masacrar
en el inglés americano telethon. han sido, y siguen siendo, términos duramente combati-
El DRAE 2001 recoge teletón, lo explica como acró- dos por el purismo a ambos lados del Atlántico.
nimo de televisión más maratón, circunscribe su uso a En francés, massacre es un término —relacionado
Honduras y Méjico y lo define, como sustantivo mascu- en su origen con la caza— usado ampliamente desde
lino, de este modo: el siglo XVI. También desde entonces se emplea el ver-
bo massacrer junto con otros derivados de massacre. Sus-
“Campaña benéfica que consiste en recoger dinero entre la tantivo y verbo se documentan en los textos de los más
población utilizando la televisión, conjuntos musicales y otros notables autores franceses de los siglos XVII y XVIII:
espectáculos”. Corneille, Racine, Madame de Sévigné, Boileau, La
Bruyére, Fénelon y Voltaire, quien explica estos usos en
El terminal -ton va adquiriendo así la función de un ver- su Diccionario filosófico.
dadero sufijo, pues se han registrado ya usos como el de Massacre pasó muy tempranamente al inglés; en
radiotón, de contenido paralelo al de teletón, y algunos otros. esa misma forma, usada como sustantivo y como verbo

250 251
(to massacre), se documenta ya en las obras de Shakespea- otros países de Hispanoamérica. Un ejemplo extremo:
re y Marlowe. Este hecho ha dado pie a la suposición, no Julio Ramón Ribeyro usa, en su Diario personal, el verbo
fundamentada, de que el galicismo podría haber pasado masacrar referido a las insoportables picaduras que le
al español a través del inglés. inflige un zancudo (americanismo por mosquito):
En cuanto al uso castellano, es interesante señalar
el no explicado proceso del cambio de género: massacre “Fatigadísimo no solo a causa de la gripe [...], sino del insig-
es un sustantivo masculino en francés, pero, al pasar al nificante pero voraz zancudo que anoche me atacó en [el]
español, se ha hecho femenino. ¿Podría tratarse aquí — cuarto de Julito impidiéndome dormir de dos a cinco de la
como admite Fernando Lázaro Carreter en el caso de mañana. [...] Cada vez que apagaba la luz y me recostaba en
la maráton (véase)— de otra “concordancia subyacente” mis almohadones sentía su agudo zumbido y a los segundos
—esta vez sobre una base falsa— con el sustantivo feme- su picotón. [...] Pero con luz y todo, apenas el sueño me ven-
nino masa, que coincide con las dos primeras sílabas de cía, volvía al ataque y era imposible descubrir dónde se había
masacre? refugiado con su gotita de sangre en la trompa abyecta. Sólo
La Real Academia Española solo incorporó masacre una vez lo distinguí y me precipité sobre él con una impro-
y masacrar en el Diccionario oficial a partir de su edición visada pero apropiada arma (la gaceta de la Galería Drout),
de 1984. En las de 1992 y 2001 masacre aparece con esta mas el insecto se esfumó [...]. A las cinco de la mañana tiré la
definición: “matanza de personas, por lo general inde- gaceta y el arpa y me dije duérmete aunque te masacre”. (La
fensas, producida por ataque armado o causa parecida”; tentación del fracaso, III, págs. 250-251; anotación correspon-
masacrar se registra con el sentido de “cometer una ma- diente al 31/10/78).
tanza humana o asesinato colectivos”.
Según estas definiciones, la Academia no acepta el Esta masacre sufrida a trompa de un minúsculo verdu-
uso de masacre y masacrar cuando se trata del asesinato go hace dudar a Julio Ramón no solo de la bondad del
de una sola persona, aunque el homicidio sea especial- todopoderoso sino aun de su existencia. Y, como con-
mente cruel, sangriento o alevoso. Y menos aún cuando secuencia, hacer lo que supuestamente hizo, hastiado,
solo se trata de un grave maltrato físico, por cruel o sádi- David: tirar el arpa.
co que sea, si no ha llegado a producir la muerte.
En francés, en cambio, massacrer se usa, desde
principios del siglo XVII, también con el significado
de ‘asesinar a una víctima que no puede defenderse’.
En inglés, similarmente, massacre se documenta desde
la misma época con el sentido de ‘asesinato peculiar-
mente atroz’ y el verbo to massacre con el significado
de ‘asesinar con crueldad o violencia extrema’. Y esos
usos son hoy corrientes en el habla culta del Perú y

252 253
Son dos párrafos claros y directos que concluyen en que el
Estado debe ser eficiente y previsor, pero no empresario,
ni populista, ni intervencionista. Ni, mucho menos, metete.
Sin considerar términos compuestos como meto-
mentodo —este es, más bien, parasintético— son numero-
sos los adjetivos derivados del verbo meter que expresan
el mismo concepto que el término general entrometido:
Metete, empleado por el presidente Fujimori, es
METETE un expresivo término del lenguaje coloquial del Perú y
de otros países de América (Argentina, Uruguay, Chile,
Guatemala, Costa Rica).
En la trigesimonovena reunión de Gobernadores del En la Argentina y el Uruguay se usa igualmente me-
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), celebrada terete que lleva el mismo sufijo -ete de metete, pero sobre la
en Cartagena de Indias en 1998, el presidente Fujimori forma completa del infinitivo. El sufijo -ete está presente
justifico así la acción del Estado tal como él la entendía: también en otros peruanismos y americanismos deriva-
dos de verbos, tales como acusete, adulete y amarrete, todos
“El manejo de los ríos, la rehabilitación de carreteras, el dre- con matiz despectivo.
naje de las aguas tras las grandes inundaciones de las ciuda- Como sinónimo de metete y meterete se usa igual-
des imponen una lógica caracterizada por el uso intensivo de mente el participio adjetivado metido (documentado
recursos y la rápida decisión para ponerlos a disposición de en la Argentina, Chile, Venezuela, la América Central,
la emergencia, algo que, por las características del problema, Cuba y Puerto Rico), reducción de la forma compuesta
no puede ser manejado por la empresa privada. general entremetido.
Tenemos vidas que cuidar y valiosa infraestructura bá- En Méjico se registra metelón (como mordelón), pero
sica que proteger, de la que depende la producción y, por hoy predomina en ese país metiche, derivado difundido
ende, el empleo. Por eso, nadie debe llamarse a escándalo últimamente en el Perú y gran parte de América a través
cuando el Estado peruano realiza algunas obras de pre- de algunos programas de televisión mejicanos.
vención de desastres como El Niño y compra, con procesos El Diccionario de la Real Academia Española da,
transparentes, es decir, caracterizados por la honestidad, una como formas de la lengua general que tienen igualmen-
dotación importante de maquinaria para ese fin. No es la te la acepción de entrometido o entremetido, otros dos de-
vuelta al Estado intervencionista, ni empresario, populista y, rivados de meter: meticón y metijón. Una variante de este
mucho menos, metete. Es la toma de conciencia del rol funda- último, metejón, se usa en el Perú junto con el tradicional
mental de un Estado que surge no de la teoría, sino de la rea- metete y el recientemente difundido metiche.
lidad de los pueblos”. (En el diario oficial El Peruano, edición Pero en Colombia, sede de la mencionada reu-
del 17/3/98, pág. A9). nión del BID, no se usa precisamente metete; solo se

254 255
documentan en su habla coloquial los derivados equi-
valentes metido y metiche. A pesar de eso, no se produjo
en Cartagena ningún malentendido a causa del uso del
peruanismo metete en una reunión internacional. Ello,
porque el contexto es importantísimo para la com-
prensión de un texto. Y también porque los términos
del habla coloquial tienen a veces la fuerza de expre-
sión que no logran transmitir los más selectos términos
del habla formal. *LAS MIASMAS
Metete se incluye ya en el DRAE 2001, como uso del
Perú y Chile. Metiche aparece, como mejicanismo, desde La palabra miasma viene del griego miasma ‘mancha’. Es
la edición anterior, de 1992. un cultismo, un helenismo de la lengua culta, que entró
en el español a fines del siglo XVIII. Presumiblemente
lo hizo a través del francés, idioma en el que miasma está
documentado un siglo antes (época en que pasó al inglés
como miasm).
En francés y en español, miasma es masculino. Así
lo usa tempranamente Bolívar, quien, refiriéndose a los
disturbios políticos de Chile y Buenos Aires, escribe a
Santander en enero de 1823:

“...nosotros vamos a recibir los miasmas contagiosos de nuestros


hermanos del Sur, que están infectados de la horrible anar-
quía”. (Obras, I, pág. 717).

El uso de Bolívar es, por supuesto, figurado. Según


el Diccionario de la Real Academia, miasma es un sus-
tantivo masculino que se usa más en plural. Lo define
así:

“Efluvio maligno que, según se creía, desprendían cuerpos


enfermos, materias corruptas o aguas estancadas”.

256 257
El adjetivo miasmático se refiere tanto a lo que produce fragancias insólitas y consideradas repelentes por el
o contiene miasmas como a lo que los miasmas ocasionan: común, era una necesidad vital”, y se imagina a Mi-
aire miasmático, fiebre miasmática. chelet, el gran historiador y prosista francés del siglo
En los días anteriores al gran descubrimiento de Pas- XIX:
teur, miasma se asoció principalmente a los pantanos en
que se criaba el mosquito que producía el temido paludis- “con chaleco, levita de dos puntas, escarpines y acaso plans-
mo, nombre que viene del latín palus ‘laguna’; el sinónimo trom [sic: en vez de plastrón], arrodillado y reverente ante la
malaria se tomó del italiano malaria, compuesto de mala taza de excrementos, absorbiendo con infantil delectación
aria ‘mal aire’. Estas denominaciones expresaban la idea las hediondas miasmas que, llegadas a los entresijos de su ro-
de que dicha enfermedad febril, producida por un proto- mántico cerebro, le devolvían el entusiasmo y la energía, la
zoo, se relacionaba directamente con lagunas y pantanos frescura de cuerpo y de espíritu, el ímpetu intelectual y los
—donde, es verdad, se criaban las larvas del mosquito anó- generosos ideales”. (Págs. 137-138).
feles, el trasmisor— y también con el aire contaminado: no
cabe duda de que el mosquito —que en América llamamos Y en El Paraíso en la otra esquina, Vargas Llosa se refiere
zancudo, sustantivando el adjetivo que significa ‘de zancas o al pequeño hijo de Flora Tristán, al cual, según su mé-
patas largas’— llega a su víctima por el aire. dico:
Miasma es, como se ha dicho, un sustantivo mas-
culino usado más en plural: el miasma, los miasmas. Pero “había que sacarlo al campo a respirar aire puro, lejos de las
la -a final, que es característica del género femenino en miasmas de París”. (Pág. 59).
español, puede atraer a miasma, equivocadamente, hacia
ese género. Ello se constata aun en el uso de algunos Este repetido descuido —y otros muchos constatados en
notables escritores de España y América. el léxico de Vargas Llosa— no desmerece, por supuesto,
Es ejemplo de reiterado uso incorrecto de miasma su reconocida calidad como novelista y ensayista.
en femenino nuestro —siempre será nuestro— Mario
Vargas Llosa. Refiriéndose a la criticada labor de los et-
nólogos entre los indígenas de la selva peruana, se pre-
gunta:

“¿Nunca nadie más debería entrar allá a fin de evitar la con-


taminación de esas culturas con las miasmas degenerantes de
la nuestra?”. (El hablador, pág. 35).

En Elogio de la madrastra don Rigoberto recuerda a


“aquellos audaces extravagantes para quienes aspirar

258 259
(Véase el Esbozo de una nueva gramática de la lengua espa-
ñola, págs. 211-212).
Don Fernando Lázaro mantenía, un cuarto de siglo
después, esa drástica opinión. Lamentaba que, en el caso de
la censura expresada en el Esbozo, “el plaguicida obró como
si fuera abono” (El dardo en la palabra, pág. 310). Concentra-
ba sus proyectiles en la prensa oral y escrita, y afirmaba que:

“los medios informativos, en general, no están por lo simple,


EL MISMO sino por lo compuesto. Adoran lo escarolado y lo curvilíneo
El adjetivo mismo, que expresa identidad, carece de las [...]. Y ahí está ese terrible el mismo con que nos afligen de
funciones del pronombre, que son la deíctica (señalar) y continuo prensas y ondas”. (Ob. cit., pág. 200).
la anafórica (repetir).
Sin embargo, en la moderna prosa periodística, Animaba —algo— a don Fernando el hecho de que ese
tanto oral (radio, televisión) como escrita (diarios, revis- “nauseabundo y sobrante” el mismo no haya llegado aún
tas) y también en el lenguaje parlamentario, magisterial, al nivel de la lengua oral. Pero sí ha llegado al nivel del
administrativo, publicitario, forense y aun técnico, han propio Diccionario de la Real Academia Española, pues
proliferado últimamente —en España y América— al- en la entrada monitorio, ria, se lee:
gunos usos del adjetivo mismo, sustantivado, que inva-
“3. m. Monición, amonestación o advertencia que el Papa, los
den la función anafórica del pronombre.
obispos y prelados dirigían a los fieles en general para la ave-
En estos casos mismo, con sus variaciones de género
riguación de ciertos hechos que en la misma se expresaban...”
y número, va precedido del artículo determinado co-
(ediciones de 1956, 1970, 1984, 1992 y 2001).
rrespondiente: el mismo, la misma; los mismos, las mismas.
Ejemplos del mal uso: “fue registrado el ómnibus y Opuesta a la de Lázaro Carreter es la opinión de Manuel
también los ocupantes del mismo” (en vez de “los ocupan- Seco. En su importante Diccionario del español actual, de
tes de él, o “sus ocupantes”); “la fecha es ilegible, pero es 1999, este lexicólogo y académico mantiene la benévola
clara la firma debajo de la misma” [de ella]; “se confirmó opinión sobre el censurado uso de el mismo que había
la presencia de aviones, pero se ignora la procedencia expresado y sostenido ya en su útil Diccionario de dudas y
de los mismos” [de ellos, o “su procedencia”]; “el incendio dificultades (edición de 1986).
se propagó a varias viviendas, las mismas que [las que, las Mientras tanto, ya se ha creado en la Argentina el
cuales] sufrieron graves daños”. derivado despectivo mismismo para designar el uso —o
Estos usos, con pretensiones de ser explícitos y abuso— del adjetivo mismo en las funciones del nombre
elegantes, ya en 1973 fueron considerados por la Real o del pronombre. (La Nación de Buenos Aires, Manual
Academia Española como abusivos, vulgares y mediocres. de estilo y ética periodística, pág. 157).

260 261
Por último, dos sucesivas extensiones de sentido
hicieron de morgue la denominación del ‘recinto donde
se exponen provisionalmente los cadáveres de descono-
cidos, a fin de facilitar su identificación’ y, de allí, ‘edifi-
cio que alberga dicho recinto’.
El galicismo morgue por depósito de cadáveres pasó
también, a mediados del siglo XIX, al inglés de los Es-
tados Unidos de América, donde es hoy de uso común.
MORGUE El gran poeta y narrador estadounidense Edgar
Allan Poe jugó con las connotaciones negativas, y aun té-
Morgue por depósito de cadáveres es general en el Perú y tricas, de este término francés cuando tituló “The mur-
en otros países de América. El término no se conoce en ders in the rué Morgue” (Los asesinatos de la calle Morgue)
la Península, pero en el DRAE 2001 ya se consigna este su famoso cuento, tenido como punto de partida de la
galicismo de América como uso general: moderna literatura policial. Según Poe, la rué Morgue
era “uno de esos míseros pasajes que corren entre la rue
“morgue. (Del fr. morgue), f. Depósito de cadáveres”. Richelieu y la rue Saint-Roch”: su genio le permitía dar
detalles supuestamente realistas sobre los vericuetos de
La palabra morgue tiene, en francés, una historia curiosa un París que, según parece, nunca llegó a conocer.
y complicada:
El verbo morguer significaba ‘poner mala cara,
con fruncimiento de labios’; es decir, lo que en el habla
coloquial peninsular se expresa por la locución verbal
estar de morros. De morguer salió el postverbal morgue
con el sentido de ‘expresión altanera y desdeñosa’,
que está documentado en francés desde el siglo XV.
Tal vez por intermedio de una presunta acepción
de morgue: ‘mirada fija y penetrante’ (por ser altanera y
desdeñosa), el término tomó el sentido (hoy desusado)
de ‘antesala de una prisión’ en la cual los carceleros te-
nían ocasión de mirar fijamente a cada detenido a fin
de grabarse en la memoria sus facciones. Esto sucedía,
por supuesto, en tiempos muy anteriores a los de fichas
fotográficas y huellas digitales, los cuales se prolongaron
hasta mediados del siglo XIX.

262 263
este uso sustantivo de motor salen derivados tales como
motorista y motorizar.
Los usos adjetivos incorrectos de motriz por motor
se dan también en la Península: para el lexicólogo Fer-
nando Lázaro Carreter, constituyen ya “un arraigado y
firme disparate”. (El dardo en la palabra, pág. 409).
Pero en el Perú hemos avanzado un paso a partir
de ese “arraigado y firme disparate”: lo que sucede en
MOTRIZ España y en el resto de América con el mal uso de motriz
se agrava aquí con el peor uso de sus compuestos auto-
Motriz es el femenino del adjetivo motor. Ambas formas motriz y psicomotriz.
significan ‘que mueve’: fuerza motriz, impulso motor. Automotriz es un adjetivo femenino equivalente de
Motor y motriz están en la misma línea, en cuanto a de- automotora; el masculino es automotor. Es correcto, por lo
rivación para distinguir el género, que los sustantivos tanto, hablar de mecánica automotriz o de tecnología auto-
actor, actriz y emperador, emperatriz, formas que tienen motriz. No es correcto, en cambio, decir parque automo-
directos antecedentes en latín (actor, actrix; imperator, im- triz, taller automotriz, sector automotriz o impuesto automotriz
peratrix, etc.). (oficialmente, en el Perú, impuesto al patrimonio vehicular).
Pero motor tiene también una forma femenina re- Se documentan también, en nuestros diarios y
gularizada según la norma castellana: motora (como di- otros medios de comunicación, otras locuciones nomi-
rectora, de director). Fuerza motora equivale a fuerza motriz; nales erróneas tales como transporte automotriz, seguro
se dice también causa motora, idea motora, etc. En el espa- automotriz, crédito automotriz, sindicato automotriz, socio au-
ñol de la Península, además, motora se ha sustantivado tomotriz, clan automotriz, imperio automotriz, repuestos auto-
para designar lo que en el Perú llamamos lancha a motor motrices. Algunos vehículos destinados a proporcionar
(o, mejor, de motor). ayuda a automovilistas en apuros tienen este rótulo: au-
Sin embargo, muchas personas de supuesta habla xilio automotriz.
culta incurren en el error de usar el adjetivo femenino Igualmente se censuran, a uno y otro lado del
motriz calificando a sustantivos masculinos: impulso mo- Atlántico, los similares usos incorrectos del adjetivo
triz, sistema motriz, por ejemplo. compuesto psicomotriz (el masculino es psicomotor); por
El error puede explicarse —no justificarse— por- ejemplo, desarrollo psicomotriz, centro psicomotriz, aspecto
que motor se usa hoy más como sustantivo que como ad- psicomotriz.
jetivo. Usos incorrectos de psicomotriz en el habla culta pe-
El Diccionario de la Academia da, como segunda ruana son estos de Sebastián Salazar Bondy en Una voz
acepción de motor, la de “máquina destinada a producir libre en el caos: “desarreglo psicomotriz”, “epilépticos psico-
movimiento a expensas de otra fuente de energía”. De motrices” (pág. 219). Otro hablante culto peruano, Juan

264 265
de Arona (o Pedro Paz Soldán y Unanue), notable lexi-
cógrafo del siglo XIX, llama al agua “elemento matriz”.
(BCP 9**, pág. 105).
Pero lo cierto es que la pérdida de asociación entre
el terminal -triz y el género femenino viene de antiguo,
pues se registra ya en el apócrifo Quijote de Avellane-
da, publicado en 1614. En el capítulo XVII el autor se
refiere a cierto “artificio motriz”. (Edición de Martín de
Riquelme, vol. II, pág. 101). MUTUO
¿Será esta una batalla perdida? Lo que Fernando
Lázaro llama “error de párvulos” ¿habrá echado ya fir- Mutuo es sinónimo de recíproco, y se aplica a acciones,
mes raíces en el habla culta de España y América, abrien- bilaterales o multilaterales, en que al mismo tiempo se
do así su camino hacia la lengua general? da y se recibe algo. Por ejemplo: amor mutuo, odio mutuo;
mutua confianza o desconfianza.
Mutuo no es sinónimo de común. Dos hermanos
pueden tenerse entre sí un afecto mutuo y, a la vez, sentir
un amor común hacia sus padres. No debería hablarse,
pues, de esfuerzos mutuos (para conseguir un fin) cuan-
do se quiere expresar que son esfuerzos comunes, es decir,
realizados igualmente por varias personas. Pero, en los
últimos tiempos, mutuo ha experimentado una especie
de contagio semántico proveniente de común. Y análogo
proceso ha seguido su cognado inglés mutual.
El detonante de estos análogos cambios semánticos,
parece haber estado ligado a una institución de la vida
económica moderna: los fondos mutuos (en inglés mutual
funds). En ella, fondos pertenecientes a los aportantes se
destinan a la ayuda mutua de unos a otros en forma de
préstamos acordados en condiciones ventajosas. Este
sistema de ahorro y prestaciones mutuas, administrado
por Asociaciones o Sociedades mutuales o mutualistas, se
extendió tanto, en España y en algunos países de Amé-
rica, que dio origen a una verdadera familia de palabras.
Ellas son, según el DRAE 2001:

266 267
Mutualidad (también acortado en mutua, en Espa-
ña), sustantivo que designa la propia institución.
Mutualismo, que se aplica al régimen o sistema de
este tipo de prestaciones.
Mutualista que, como adjetivo, se aplica a dicho ré-
gimen y como sustantivo al miembro de una mutualidad.
Los menos difundidos mutuario, ria y mutuante, que
designan, respectivamente, a la persona que recibe y a
la que da el préstamo. NOMINAR
Y mutual, que para el DRAE solo tiene uso adjetivo,
y es en el Perú el sustantivo preferido —en realidad, el Hasta su edición de 1992, el DRAE registraba nominar
único— para designar a la mutualidad o mutua. solo como “dotar de un nombre a una persona o cosa”,
En Historia de Mayta, por ejemplo, Vargas Llosa se y nominación como la acción o el efecto correspondiente.
refiere así a distintos distritos de Lima: Pero en los últimos años nominar y nominación han to-
mado del inglés modernas acepciones relacionadas con
“La prosperidad de Miraflores y San Isidro va decayendo y actividades políticas y culturales.
afeándose en Lince y La Victoria, renace ilusoriamente en el En inglés, en efecto, (to) nominate es, en primer
centro con las pesadas moles de los Bancos, mutuales y com- lugar, ‘designar, proclamar’, referido especialmente a
pañías de seguros...” (pág. 61). un candidato que postula a un alto cargo público. Es
sabido que en los Estados Unidos de América se reali-
Tiempos pasados aquellos en que la prosperidad de las zan convenciones de los dos partidos tradicionales —el
mutuales (especialmente las Mutuales de Vivienda) se ex- demócrata y el republicano— con el fin de nominar a
presaba en la construcción de grandes edificios. Hoy sus, respectivos candidatos para la presidencia y la vi-
han dejado su lugar a otros tipos de instituciones de cepresidencia de la república. Se nominan, asimismo,
financiamiento. los candidatos a un premio o distinción, tal como su-
cede con el Óscar de la Academia de Artes y Ciencias
Cinematográficas. En segundo lugar, (to) nominate equi-
vale plenamente a nombrar para un cargo público. En
ambos casos nomination expresa la acción o el efecto
respectivo.
El anglicismo nominar se ha difundido muy rápi-
damente en el español americano y peninsular con las
dos acepciones que tiene en inglés (to) nominate: ‘designar
como candidato’ y ‘nombrar para un cargo’. El postverbal

268 269
nominación ha tomado, igualmente, los correspondientes
sentidos del inglés nomination.
Don Fernando Lázaro Carreter consideraba estos
usos de nominar como verdaderos barbarismos que perte-
necen a la jerga de la información. Así se refería a la “ex-
plosión de júbilo” que se produjo en España al ser de-
signada Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos
de 1992:
OVNI
“...todos pudimos oír el estallido de los audiovisuales: ‘¡Barce-
lona ha sido nominada...!’; ‘¡Barcelona gana la nominación...!’. En una nota de su diario personal correspondiente al
Fue asombrosa la coincidencia en el barbarismo, gargarizado 29 de julio de 1977, Julio Ramón Ribeyro se refiere al
por mil laringes unánimes, todas de acuerdo para evitar los astrónomo Allen Hynek y a un libro suyo traducido del
normales designar o elegir. ¡Barcelona nominada! Y así parecía inglés con el título de Los objetos volantes no identificados.
mayor el triunfo, más gigantesca la victoria sobre París”. (El ¿Mito o realidad? Dice Ribeyro:
dardo en la palabra, págs. 385-386).
“Su libro es lúcido, desapasionado, documentado y científica-
Según el acucioso lexicólogo, “nominar significa en es- mente convincente. Es quizás el único científico de enverga-
pañol solo la acción de poner nombre”. Lo que dice a dura que concluye por la afirmación: los ovnis existen
Biblia que hizo Adán; lo que hacen quienes bautizan un Hynek analiza los casos de aparición de ovnis según un método
invento o un nuevo producto comercial. Lo demás es, en crescendo [sic]: luces nocturnas, discos diurno, ovnis vistos a me-
en nuestra lengua, designar o nombrar. nos de 200 metros, ovnis vistos de cerca y que dejaron marcas
Pero en la edición de 2001 del DRAE se incluyen ya reconocibles de su paso y finalmente ovnis dotados de ‘habitantes’
las nuevas acepciones: vistos por testigos”. (La tentación del fracaso, III, págs. 145-146).
Nominar es, además de “dar nombre a alguien o
algo”, “designar a alguien para un cargo o cometido” y Ovni es la sigla (OVNI) lexicalizada o acrónimo (véase) de
también “presentar o proponer a alguien para un pre- objeto volador no identificado. Se incluye por primera vez
mio”. en la edición de 2001 del DRAE con esta definición: “Ob-
Y nominación es, no solo “acción y efecto de nom- jeto al que en ocasiones se considera, según la ufología,
brar”, sino también “acción y efecto de nominar”. como una nave espacial de procedencia extraterrestre”.
Pero en el DRAE 92 sí aparecía una locución no-
minal equivalente de ovni: platillo volador (o volante), que
es traducción literal de la expresión inglesa correspon-
diente, flying saucer.

270 271
Se definía así: De ufos, ovnis o platillos voladores se viene hablando desde
hace muchos años sin que el misterio que los rodea haya
“Supuesto objeto volante, cuyo origen y naturaleza se des- sido hasta ahora develado o desenmascarado.
conocen, pero al que se atribuye con frecuencia procedencia Pero en la edición 2001 del DRAE la Real Acade-
extraterrestre”. mia parece haberse definido por la última opción, pues
consigna por primera vez ufología con esta definición:
En la edición de 2001, la locución platillo volador se con-
signa solo referida a OVNI. “Simulacro de investigación científica basada en la creencia
La denominación objeto volador no identificado de que ciertos objetos voladores no identificados son naves
es, asimismo, fiel traducción (o, más bien, calco) de espaciales de procedencia extraterrestre”.
la expresión inglesa unidentified flying object. Su sigla
UFO, lexicalizada, ha producido el sustantivo ufo, Consigna, además, ufólogo, ga como “persona versada
equivalente de ovni; de ufo se derivan en inglés ufo- en ufología” y el adjetivo ufológico, ca, que se refiere a lo
logy y ufologist. Ufology es el estudio de los objetos vo- “perteneciente o relativo a la ufología”.
ladores no identificados; ufologist, quien se dedica a
dicho estudio.
Es curioso que se usen en español los correspon-
dientes términos ufología y ufólogo y que, en cambio,
el acrónimo propio ovni no haya producido deriva-
dos equivalentes (como podrían serlo *ovniología y
*ovniólogo).
Ya en el Diccionario manual de la Real Academia Es-
pañola, edición de 1989, se incluían los términos toma-
dos del inglés, pero con el corchete inicial que marcaba
el purgatorio o limbo de las palabras que esperaban ad-
misión oficial en el DRAE.

“[ufología. f. Disciplina que estudia los hechos y problemas


suscitados por la hipotética existencia de objetos volantes no
identificados (ovnis) y la posibilidad de acercamiento a la tie-
rra de seres de otros planetas.
[ufólogo, ga. m. y f. Persona que practica la ufología o que
tiene en ella especiales conocimientos”.

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otros con un telefonazo, un bocinazo o un timbrazo. O lar-
garnos, por fin, con un portazo.
Pero donde el sufijo -azo tiene vida plena y agitada
es en el lenguaje político hispanoamericano.
En 1930, desde Berlín, decía Víctor Raúl Haya de
la Torre:

“Muchos piensan ya en nuestros países, que la alternativa de


PAQUETAZO la tiranía y el cuartelazo no implican solución. Y son los jóve-
nes de América los que piensan así”. (¿A dónde va Indoaméri-
La Real Academia Española incorporó, en su edición ca?, pág. 133).
de 1992 del Diccionario la locución nominal paquete de
medidas. La definía como “conjunto de disposiciones to- A pesar del optimismo del fundador del APRA, muchos
madas para poner en práctica alguna decisión” y daba cuartelazos ha soportado su idealizada Hispanoamérica
como ejemplo: “El Gobierno presentó un paquete de me- en los últimos ochenta años. Y hace ya más de medio
didas económicas”. siglo del terrible bogotazo, el levantamiento popular que
Si de paquetes de medidas económicas se trata, en el Perú se produjo en la capital y en otras ciudades de Colombia
preferimos hablar de paquetazos. En su primera acepción, a raíz del asesinato del líder del partido liberal, Jorge
literal, el sustantivo paquetazo se entiende normalmente Eliécer Gaitán.
como un simple aumentativo: “le regaló un paquetazo [un El Perú tuvo más tarde el consagratorio manguerazo
paquete grande] de ropa de invierno”. Pero su sentido más de Fernando Belaunde. También un oscuro febrerazo y
importante es hoy el figurado de ‘golpe propinado con un tacnazo.
un paquete de medidas económicas’. En una frase como “¡No Superadas ya las épocas del caballazo y del tancazo
fue un paquetito, fue un paquetazo!” hay un juego de pala- (o tanquetazo), siguió un negativo lustro signado de balco-
bras con las dos acepciones del último término. nazos, carpetazos y tarjetazos. Sus paquetazos (salinazos, gaso-
Es una característica del español, entre las lenguas linazos) tuvieron un mortal eco de bombazos y dinamitazos.
latinas, el preferir el empleo del sufijo -azo a la construc-
ción golpe de (usual en francés, italiano, catalán) para ex-
presar el ‘acto de herir o golpear’ con aquello que nom-
bra el sustantivo. Ejemplos: pelotazo, bastonazo, latigazo,
sablazo; balazo, cañonazo; zarpazo, cabezazo, palmazo, codazo,
porrazo.
En sentido traslaticio podemos darnos un duchazo,
un piscinazo o un playazo (con o sin panzazo). Y llamar a

274 275
Refiriéndose a la rapidísima “curva de realimentación en-
tre el fabricante y el consumidor”, y dice Bryce:

“Las tendencias de la voluble moda pueden ser variadas mu-


chas veces al año mientras se mantienen los inventarios bajos
y, por hablar sólo de una posible consecuencia de este cambio
del cambio de la moda que está de moda en la moda que
estará de moda [sic] hasta dentro de un ratito, una top model
PASARELA como Claudia Schiffer podrá hacer muchísimo más camino
al pasarelear que [...] Cari Lewis, el de los ágiles pies de atleta.
Hasta su vigésima edición, de 1984, el Diccionario de la Ya verán ustedes cómo todo paso curvilíneo y triunfal por
Real Academia Española registraba pasarela con solo dos una pasarela esconde otra pasarela y otra moda comunicada
acepciones: “puente pequeño o provisional” y “puente- con la moda de la pasarela anterior...” (en A trancas y barrancas,
cillo transversal” en los barcos de vapor. pág. 359).
Pero en la edición de 1992 se añadieron otros dos
usos, más modernos: “puentecillo para peatones, des- Dice también Bryce en ese mismo artículo que, “dada la
tinado a salvar carreteras, ferrocarriles, etc.” y “pasillo aceleración de la producción, la mano de obra barata se
estrecho y algo elevado, destinado al desfile de artistas, está volviendo día a día más costosa” y que “cualquier
modelos de ropa, etc., para que puedan ser contempla- país lento que desee participar en la economía global del
dos por el público”. mañana, debe tener como prioridad absoluta el unirse
En cuanto al origen del término, la Academia da electrónicamente al mundo rápido”. (Íd. íd., págs. 360
como étimo el italiano passerella, de análogos significa- y 361).
dos. El Diccionario VOX, en cambio, se inclina por el fran- A través de una —no tan frívola— pasarela, Bryce
cés passerelle, documentado desde mediados del siglo XX pasa a tratar de la seria brecha existente entre la crea-
(lo usa Proust). ción y la distribución de la riqueza, entre el mundo rápido
En uno u otro caso, el resultado en español debería y el mundo lento, entre el Norte y el Sur.
haber sido paserela, y no pasarela. La forma vigente, con a
en la segunda sílaba, se explica sin duda por la presencia
mental del verbo pasar.
A ambos lados del Atlántico, pasarela es hoy, en pri-
mer lugar, un término del mundo de la moda, de los
modistos o modistas y de las modelos y top models.
Así lo usa Bryce en un texto titulado “A correr se
dijo”, dándose además el lujo de crear un verbo: pasarelear.

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‘que tiene las propiedades de’, tal como sucede en an-
gelical, artificial, personal, estomacal. Y concluye: “Peatonal
enfurece porque una calle así llamada no posee las cua-
lidades o la naturaleza del peatón”. (El dardo en la palabra,
págs. 282-284).
Sin embargo, en algunos usos de personal o estoma-
cal se anuncia ya una función del sufijo -al semejante a la
que cumple en peatonal: un equipaje personal no es como
PEATONAL la persona, sino de la persona; una bebida estomacal no
es como el estómago sino para el estómago; del mismo
Peatón, “persona que va a pie por una vía pública”, se modo, una calle peatonal no es como el peatón sino para el
tomó a fines del siglo XIX del francés piéton, de igual peatón.
significado. El derivado peatonal, referido generalmen- En España, peatonal sigue provocando la iracunda
te a calles reservadas para viandantes, aparece ya en desaprobación de puristas, lexicólogos y aun alcaldes.
la edición de 1992 del Diccionario de la Real Academia Contaba Lázaro Carreter que el respetado alcalde de
Española con la definición “perteneciente o relativo al Madrid don Enrique Tierno Galván evitaba el término
peatón” y el ejemplo calle peatonal. En la edición de 2001 y usó en un bando la expresión calles de sólo andar, en vez
del DRAE se registran también los derivados peatonalizar de calles peatonales (ob. cit., pág. 284).
(‘hacer peatonal’) y peatonalización, al parecer más usados
en España que en América.
Peatonal se cree generalmente tomado del italiano
pedonale, de igual significado, y algún purista ha llegado
a calificarlo de “italianismo abominable”. Pero es muy
improbable que —por diversas razones— peatonal sea
un italianismo.
Peatonal podría haberse formado independiente-
mente en español, como otros tantos adjetivos derivados
de sustantivos mediante el productivo sufijo -al.
Pero don Fernando Lázaro Carreter, eximio lexi-
cólogo, no lo creía así. Aducía que el sufijo -al se aplica
a sustantivos acabados en -ón solo cuando el terminal es
-ión: nacional, pasional, regional, etc. Decía también que
peatonal se siente como ajeno a nuestro sistema léxico
porque el sufijo -al aporta normalmente la noción de

278 279
el montón de aficionadas,
que hoy están peliculeando
hasta viejas y casadas.
Nuestros diarios y revistas
llenan páginas enteras
con latas peliculeras
y avisos peliculistas.
Y así la vamos pasando

PELICULINA ¡Peliculeando!
¡Peliculeando!”.
Peliculina es un obvio derivado de película. El sufijo -ina (En Sal y pimienta, págs. 157 y 158).
(forma femenina de -ino), que produce sustantivos feme-
ninos, expresa también un matiz de diminutivo (como Peliculina es un derivado más moderno que los cua-
en neblina, de niebla o chalina, de chal). tro consignados por Blume (los cuales parecen, por
Película viene, a su vez, del latín pellicula, que es un cierto, de creación personal). Peliculina —término al
diminutivo de pellis ‘piel’. Película significa literalmente parecer exclusivo del habla peruana— tiene más que
pielecita, pero a lo largo del tiempo ha desarrollado sen- ver con la fotografía y la televisión que con el cine;
tidos específicos. en realidad, tiene que ver con todos los medios de
Uno de los más modernos, entre esos nuevos sig- comunicación.
nificados, es el que hace a película nombre de la ‘cinta de Porque la peliculina es el “afán de notoriedad, de-
celuloide en que están impresas imágenes cinematográ- seo de figurar” (M. A. Ugarte Chamorro, Vocabulario de
ficas’ y, partiendo de allí, designación de la misma ‘obra peruanismos, s. v.). Y también la “inclinación, más o me-
cinematográfica’. nos morbosa, hacia el exhibicionismo y la propaganda”
La cinematografía es, sin duda, el arte que ca- (A. Tauro, Enciclopedia ilustrada del Perú, s. v.).
racterizaba al siglo XX. Y desde su nacimiento, a fines En Conversación en La Catedral, Vargas Llosa pone
del XIX, este llamado sétimo arte se ha extendido por el en boca de un inspector de policía estas palabras, diri-
mundo con fuerza arrolladora. gidas a los reporteros que están cubriendo la noticia de
Ya en la Lima de “los alocados años veinte”, el hu- un asesinato:
morista Federico Blume criticaba la pasión de las lime-
ñas por el cine en una composición en verso titulada “Nosotros les damos la primicia y ustedes nos dan un poco de
Peliculismo: peliculina, que nunca está de más”. (II, pág. 11).
“Todas las niñas solteras
se han vuelto peliculeras. Aquí, peliculina tiene, además, un matiz semántico de
en tal forma va aumentando ‘difusión, imagen, propaganda’.

280 281
A quien está ávido de peliculina se le llama en el
Perú peliculinero o peliculinera; menos frecuentes son
los sinónimos peliculero y peliculera (este último término
coincide con peliculera ‘fanática del cine’ en los versos
citados de Blume; hoy se diría cinemera).
Algunos artistas del espectáculo —y no menos per-
sonajes de la política— son proclives a caer en la adicción
a la peliculina. Fotógrafos y camarógrafos de los distintos
medios de comunicación tienen muy bien identificados PELUCA
a esos incansables robacámaras.
En los últimos tiempos se ha difundido en Lima un Peluca es una palabra tardía en castellano, pues solo se
término equivalente a peliculinero: figuretti, escrito tam- documenta desde principios del siglo XVIII.
bién figureti. La palabra, de indudable origen italiano, se Según Corominas —el más notable etimologista de
ha tomado de un programa muy difundido de la televi- la lengua española— peluca se tomó muy probablemente
sión argentina. del francés perruque, que tiene el sentido de ‘cabellera
Aunque figuretti es un claro plural en italiano, se postiza’ desde el siglo XVI. El cambio de la consonante
usa como singular, con el plural españolizado figuretis. (de la vibrante múltiple rr en l) se debió, casi seguramen-
Caso semejante es el de paparazzi, plural de Paparazo, te, a la explicable influencia del supuesto —y descarta-
nombre de un audaz fotógrafo de prensa que fue perso- do— étimo pelo.
naje de una película que marcó época: La dolce vita, de Lo curioso es que el francés perruque podría, a su
Federico Fellini. vez, tener origen castellano.
En efecto, perruque está relacionado con perroquet,
nombre del loro o papagayo que se aplicó como apodo
a antiguos funcionarios de la justicia francesa, cuyas
grandes cabelleras postizas les daban una imaginada se-
mejanza con esas adornadas aves tropicales. En francés,
perroquet viene muy probablemente del español periquito,
doble diminutivo de Pero (perico, periquito) que es la for-
ma castellana anticuada del nombre propio Pedro.
Hasta aquí la interesante historia de la palabra pe-
luca dentro de los predios del español de todas partes, y
aun de la lingüística románica.
Pero ocurre que en el español del Perú y de otros
países de Sudamérica peluca se usa, también, como

282 283
sinónimo —no estricto— de melena y designa la ‘cabe- Blume se refiere también a “mujeres pintadas y petaco-
llera natural, suelta y más o menos corta’. nas” y a una a quien le cortaron una peluquita a la garzón.
En una carta a su hermano Juan Antonio, escrita (Sal y pimienta, págs. 43, 188, 184).
en Múnich el 30 de marzo de 1956, Julio Ramón Ribe- De peluca ‘cabellera natural corta’, ‘melena’ sale
yro se refiere así a una atractiva muniquesa: el verbo peluquear o peluquearse que tiene el sentido de
‘cortar o cortarse el pelo’ en el Perú y en otros países de
“Es divina, y de una fuerza de seducción inverosímil. Mi exo- Centro y Sur América. El DRAE 2001 incluye ya, como
tismo americano, representado por un horrible bigote y una americanismos, peluquear y peluqueada.
gran peluca, parece que ha despertado su interés y he tenido Y, como consecuencia de la extensión semántica de
ya varias entrevistas muy halagüeñas”. (Publicada en El Sol, peluca, se constata el uso peruano redundante de peluca
edición del 7/7/96). postiza. En un cuento de Alfredo Bryce se lee:

Casi exactamente un año antes, pasando miserias en Pa- “...la bestia de Raúl tenía la peluca postiza puesta en la foto
rís, Ribeyro había escrito en su diario: de su documento de identidad”. (En Dos señoras conversan,
pág. 213).
“He empeñado todo lo que tenía de valor. Me he quedado
sólo con un vestido y mis libros, naturalmente. Hoy he po- Esa expresión pleonástica resulta realmente desconcer-
dido cortarme el pelo, después de tres meses de usar una tante para hablantes de otras latitudes y longitudes.
peluca abyecta”. (La tentación del fracaso, I, pág. 72, anotación
del 24/3/55).

Aquí parece darse cierto matiz de ‘desorden, descuido’ y


aun ‘desaseo’ que puede estar presente en algunos usos
peruanos de peluca y pelucón: Ribeyro había estado pelu-
cón, y se dolía de ello.
Federico Blume, ya a fines del siglo XIX, toma
como tema de algunas de sus letrillas a los calvos o pe-
lones, que opone a los pelucones, a veces preferidos y a
veces también denigrados:

“¡Fuera pelucas!
¡Muestren las nucas
Hipocritones
Y pelucones!”.

284 285
Las cosas cambian, sin embargo, y los viajes cam-
bian también. Hoy los viajes por mar son cada vez me-
nos frecuentes, y las grandes distancias se cubren ma-
yormente por vía aérea.
La Real Academia Española lo ha reconocido así.
En la edición de 1992 del Diccionario oficial se incluía
ya una tercera acepción de periplo que decía: “Por ex-
tensión, cualquier viaje o recorrido, por lo común con
PERIPLO regreso al punto de partida”.
Pero en la edición de 2001 del DRAE esta acepción
Este cultismo se tomó, a través del latín periplus, del grie- ha pasado a ser la primera.
go periplous ‘circunnavegación’, ‘viaje marítimo alrede-
dor de algo’ (un continente, por ejemplo). El latín peri-
plus tenía análogo sentido y, también, el de ‘descripción
de las costas de un territorio’.
En castellano periplo se aplicó, además, a la obra
escrita en que se relataba un viaje de circunnavegación.
A partir del siglo XVI se llamaron también periplos los
viajes alrededor del mundo, como el de Magallanes o el
de Drake.
En los últimos tiempos, sin embargo, el español
periplo ha experimentado una importante extensión de
sentido que primero lo hizo equivalente de cualquier
‘viaje por mar, más o menos largo’ y luego, simple si-
nónimo de viaje (el uso tiene antecedentes modernos
en francés), sobre todo si se trata de un viaje largo,
complicado o agitado, con diversas etapas y algunas
peripecias.
Quienes se atienen estrictamente a la etimología
(peri ‘alrededor’, plous ‘navegación’) arguyen que todo
esto —complicaciones, agitación, peripecias— puede
haber, por supuesto, en un periplo, pero que lo que no
puede faltar es la navegación, porque no hay periplos por
tierra ni por aire.

286 287
Y continúa:

“Esta picana pende como en balanza en una vara que sobre-


sale del techo de la carreta, del largo de vara y media a dos,
de modo que, puesta en equilibrio, puedan picar los bueyes
cuarteros con una mano, y con la otra, que llaman picanilla, a
los pertigueros, porque es preciso picar a todos cuatro bueyes
casi a un tiempo”. (Íd. íd., pág. 81).
PICANA
Concolorcorvo también aplica el término al ‘trozo de
En el Perú y en el Cono Sur de América se usa la palabra carne de res vacuna que se pica’. Hablando de los gaude-
picana en vez de aguijada, es decir, ‘vara larga, terminada rios (antiguo nombre de los gauchos) dice:
en una punta de metal, con la que se aguijonea o azuza
a los vacunos’. “Se convienen un día para comer la picana de una vaca o no-
Picana es una palabra híbrida: se compone del ra- villo: le enlazan, derriban y bien trincado de pies y manos le
dical del verbo español picar más el sufijo quechua -na. sacan, casi vivo, toda la rabadilla con su cuero, y haciéndole
Este morfema es nominalizador e instrumental, pues unas picaduras por el lado de la carne, la asan mal, y medio
produce sustantivos que designan aquello con lo que se rea- cruda se la comen, sin más aderezo que un poco de sal, si la
liza la acción expresada por el verbo al que se une. Picana llevan por contingencia”. (Íd. íd., pág. 38).
es, pues, etimológicamente, el ‘instrumento con que se rea-
liza la acción de picar o aguijonear’ aplicada a los bueyes. En el campo argentino todavía se llama picana el ‘corte
El sudamericanismo picana se documenta ya en el de carne vacuna que se extrae del anca’ y también el
siglo XVIII, en la amenísima narración de viaje que es- ‘corte que se saca de la rabadilla del ñandú’; algunos
cribió, con el seudónimo de Concolorcorvo, el Visitador diccionarios dan, como uso del Perú y Bolivia, el de
de Correos español don Alonso Carrió de la Vandera. El picana con el sentido de ‘ternero asado para la comida
libro, titulado El lazarillo de ciegos caminantes y subtitula- navideña’. Y en el campo argentino se emplea también
do desde Buenos Aires hasta Lima, se publicó en esta ciudad hoy, al lado de la picana simple, la picana eléctrica, ‘dis-
en 1775 (pero, por motivos no totalmente esclarecidos, positivo que funciona a pilas con que se azuza o agui-
con falso pie de imprenta: Gijón 1773). jonea al ganado’.
Concolorcorvo habla de: De este uso de ganaderos ha surgido, sin duda,
el de picana eléctrica como denominación del ominoso
“...la picana, que llaman de cuarta, que regularmente es de ‘instrumento de tortura que trasmite descargas eléctri-
caña brava de extraordinario grosor o de madera que hay al cas al cuerpo del ser humano que es su víctima’. El pro-
propósito”. (BCP 6, págs. 80-81). tagonista de Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato,

288 289
ironiza así sobre las supuestas ventajas del progreso y
de la técnica:

“Un jefe de Buchenwald es superior a un jefe de galeras. Es


mejor matar a los bichos humanos con bombas Napalm que
con arcos y flechas. La bomba de Hiroshima es más benéfica
que la batalla de Poitiers. Es más progresista torturar con
picana eléctrica que con ratas, a la china”. (Pág. 271).
PLAGIAR
En la misma obra, un grupo de arquitectos habla de
cierto proyecto: Plagiar viene del latín plagiare que en la Roma antigua
significaba ‘comprar a un hombre libre, sabiendo que
“...para realizar comisarías modelos en el territorio de Misio- lo era, y retenerlo en servidumbre’ y también ‘utilizar a
nes. ¿Con picanas electrónicas?”. (Pág. 330). un siervo ajeno como propio’. Plagiaria, con el sentido
de ‘arrebatadora, seductora’, era un epíteto de Venus, la
Derivados de picana son el verbo picanear y el sustantivo diosa del amor.
picanazo, que en la Argentina y el Uruguay se refieren Pero ya en la literatura latina clásica el verbo pla-
tanto a la picana ‘aguijada para bueyes’ como a la picana giare había desarrollado, paralelamente a su sentido ori-
eléctrica. ginal, una acepción figurada que se refería al robo de la
La picana electrónica parece ser —hasta hoy— solo propiedad intelectual: ‘copiar en lo sustancial una obra
un producto de la imaginación torturada de Sábato. ajena y presentarla como propia’. El hecho mismo era el
plagium y quien lo cometía, un plagiarius.
Estos usos figurados latinos son los únicos que
sobreviven en el español general referidos al plagio, al
plagiario (en ciertas regiones, plagiador) y a la acción de
plagiar.
Pero en algunos países de Hispanoamérica —en-
tre ellos el Perú— plagiar ha desarrollado otras acepcio-
nes que parecen estar en la línea del significado original
de plagiare en latín: plagiar se ha hecho, en esos países,
equivalente de secuestrar, plagio de secuestro y plagiario (o
plagiador) de secuestrador. Desde 1992 se registra en el
DRAE la acepción americana de plagiar: “apoderarse de
una persona para obtener rescate por su libertad”.

290 291
Por otra parte, secuestrar es un cultismo que, en sus
primeras acepciones, jurídicas, significaba ‘depositar ju-
dicialmente una alhaja en poder de un tercero hasta que
se decidiera a quién pertenecía’ y también ‘embargar
judicialmente’. Más tarde tomó el sentido de “retener
indebidamente a una persona para exigir dinero por su
rescate, o para otros fines”, sentido que últimamente se
ha extendido a “tomar por las armas el mando de un
vehículo (avión, barco, etc.) reteniendo a la tripulación y PLANCHA
pasaje, a fin de exigir como rescate una suma de dinero
o la concesión de ciertas reivindicaciones” (DRAE 92 y En el Perú se usa, desde hace algunos años, la locución
2001). nominal plancha presidencial, o electoral, para designar el
Sinónimo de secuestrar es raptar, verbo antes res- ‘conjunto de los candidatos a la Presidencia y a las dos
tringido a la acepción de “sacar a una mujer, violenta- Vicepresidencias de la República’ (antes se dijo fórmula
mente o con engaño, de la casa y potestad de sus pa- electoral). También se usa con este sentido el sustantivo
dres y parientes”, que ahora figura como segunda en plancha, sin adjetivos.
el Diccionario de la Academia (edición 2001). Rapto por Se trata aquí de un uso político, figurado, que
secuestro y raptor por secuestrador son, igualmente, usos surgió en Colombia sobre la base de otro uso, material,
modernos difundidos en la lengua general. francés.
En efecto, planche era en francés la ‘lámina de me-
tal o de madera empleada por grabadores e impresores’.
El nombre se aplicó luego al producto de ese trabajo, es
decir, a la lámina, figura o grabado impreso en un libro, que
abarcaba a veces toda una página. Así se documenta el
uso en la prosa de Voltaire, a principios del siglo XVIII.
Pero esta acepción, generalizada ya en Colombia
en el último decenio del siglo XIX, dio origen, en el es-
pañol de ese país, a sucesivos usos figurados: ‘ilustración
que cubre toda una página’, ‘lista impresa de candidatos
a un cargo público’ y, por último, ‘lista de candidatos a
un cargo público’, aunque no se presentara impresa.
Este uso colombiano pasó a Venezuela en los últi-
mos años del siglo XIX, pero solo tomó auge en ese país
a partir de la muerte del longevo dictador Juan Vicente

292 293
Gómez y de la siguiente restauración del proceso demo-
crático. También pasó al Ecuador el uso colombiano de
plancha en su acepción de ‘lista de candidatos a un cargo
público’.
La moderna acepción americana de plancha pare-
ce haber llegado al Perú directamente desde Venezuela,
por la vía de las estrechas relaciones existentes entre los
partidos socialdemócratas gobernantes en ambos países
en la década del 80: el APRA y Acción Democrática, res- PLANILLA
pectivamente.
En la edición de 2001 del DRAE se consigna plan- Planilla es un derivado del sustantivo plana, equivalente
cha como uso americano, pero restringido a Nicaragua y de página o carilla: ‘cada una de las dos caras de una hoja
definido como “lista de candidatos para varios cargos”. de papel o folio’.
El sufijo de diminutivo -illo, -illa ha asumido en
español una importante función de renominalización, es
decir, de producción de nuevos sustantivos cuando se
aplica a algunas raíces nominales. El resultado de esa
función renominalizadora es un considerable incremento
del léxico, pues muchas veces hay ahora poca o ningu-
na relación semántica entre el primitivo y el correspon-
diente derivado.
El actual hablante de español no asocia mental-
mente entre sí términos como carro y carrillo, cerco y
cerquillo (véase), cepo y cepillo, freno y frenillo, torno y tor-
nillo. Tampoco encuentra relación directa entre espina
y espinilla, horca y horquilla, presa y presilla, muleta y mu-
letilla, etc.
La lengua castellana hizo repetido uso de este re-
curso incrementador del léxico durante la época del
descubrimiento y la colonización de América, cuando
hubo que dar nombre a muchas nuevas especies ve-
getales y animales. Así, entre tantos otros casos, se lla-
mó vainilla, diminutivo de vaina, la planta americana
que vino a enriquecer el grupo de las preciadas especias

294 295
(véase especies), y se bautizó como conejillo de Indias a Una primera documentación peruana de planilla,
nuestro cuy o cobayo. al parecer en su acepción andaluza y también americana
Hasta allí estamos todavía en los predios de la len- de ‘estado de cuentas’, se remonta a un documento pu-
gua general. Pero el español de América no cesó de ha- blicado en 1791 en el Mercurio Peruano. Sobre los “Nue-
cer uso del fértil recurso de la renominalización. Por eso vos beneficios de metales en las máquinas de Potosí” se
en el Perú llamamos jaboncillo el ‘jabón disuelto y hervi- lee:
do’, aceitillo cierto ‘aceite de tocador’, huesillo el ‘hueso
de melocotón con algo de pulpa seca’, esterilla (véase) el “En atención á que quando se pidieron las Planillas se hallaba
‘tejido de esparto usado en asientos y respaldos de mue- el Correo próximo á su salida, y por consiguiente sin reducir
bles’, postemilla el ‘absceso en la encía’, estampilla el ‘sello á plata la pella [masa de metal fundido], solo dí por entonces
de correos’ y planilla lo que en España se llama plantilla razón de la pella por no dar la cuenta contingente de la ley á
(término derivado, a su vez, de planta con el mismo sufi- que correspondían los caxones que constan de dichas Plani-
jo -illa) y designa la nómina. llas...’’ (II, pág. 273).
Según el DRAE, nómina es la “relación nominal de
los individuos que en una oficina pública o particular Planilla se documenta ampliamente a lo largo y ancho
han de percibir haberes y justificar con su firma haber- de nuestra literatura.
los recibido”. Ser de plantilla es ‘estar en la nómina’, he- En ¡¡Cien años de vida perdularia!!, Abelardo Gama-
cho que en el Perú y en otros países de América se ex- rra relata cómo a cierto “caballero” se le ofrece:
presa con la locución verbal equivalente estar en planilla.
En cuanto a derivados, el sustantivo planilladora “el colocamiento de toda la familia, como plaza supuesta
designa la ‘máquina de escribir con rodillo especial para donde gustes, en la planilla de soplones, si son demasiado
hacer planillas’. inútiles...” (pág. 81).
El uso peruano de planilla por nómina o plantilla
se documenta también en el Ecuador, Colombia, la Ar- En Viejos y nuevos tiempos, Mario Polar cuenta cómo se
gentina, el Uruguay y el Paraguay; tiene antecedentes consiguió, en diciembre de 1955, en Arequipa:
en el uso andaluz de planilla por ‘relación de gastos
diarios’. “que el Comité de Huelga autorizase la apertura parcial de
En Colombia, la Argentina y el Uruguay planilla los Bancos para que las fábricas y comercios pudiesen reco-
equivale también a formulario o ‘impreso con espacios ger dinero; y autorizase también que los empleados encar-
en blanco’, sentido análogo al que en el Perú tiene el gados de los pagos acudieran a sus oficinas para hacer las
aumentativo planillón ‘formulario para la lista de adhe- planillas de sueldos y salarios”. (Pág. 193).
rentes a un partido político o a una candidatura’. En
Méjico, planilla tiene las acepciones de ‘cédula o boleta En Crónica de San Gabriel, Julio Ramón Ribeyro anota:
electoral’ y ‘billete para el transporte público’.

296 297
“La cosecha se acerca y todavía no están hechas las plani-
llas...” (pág. 135).

Mario Vargas Llosa, en cambio, usa la forma peninsular


plantilla en un artículo titulado “Desquite de los pobres”
(de la serie “Piedra de toque”); critica el hecho de des-
alentar:

“a las empresas a crecer y experimentar nuevos productos


PLOMO
o servicios por el temor de verse luego, si aquel empeño no
tiene éxito, ahogadas por la servidumbre de una plantilla in- Plomo (del latín plumbus) es el nombre de un metal blan-
útil”. (En Caretas, edición del 8/1/98). do, pesado, dúctil y maleable. Para definir el color del
plomo el español tiene el adjetivo gris, y también dos de-
¿Efecto de la doble nacionalidad o del cosmopolitismo? rivados del sustantivo plomo: plomizo y aplomado (este úl-
Más bien parece el efecto de una comprensible necesi- timo de poco uso como equivalente de plomizo y en rela-
dad de usar los términos de la lengua general en textos ción más directa con aplomo).
que se difunden en todo el orbe hispánico. Pero en el Perú y otros países de América (Ecua-
dor, Chile, Argentina, Méjico) se emplea el sustantivo
plomo como adjetivo, con una insólita variación para el
género y el número: pantalón plomo, tela ploma; sombreros
plomos, paredes plomas.
El uso adjetivo de plomo no es moderno. Ya a fines
del siglo XIX lo señalaba Pedro Paz Soldán y Unanue en
su Diccionario de peruanismos:

“Ploma. Por femenino de plomo (color plomo), es una barbari-


dad que se suele oír en el Perú y en Chile. Vaya una muestra
de este último lugar que tomamos de uno de sus periódicos:
El poeta Juan de Arona,
Su espléndida leva ploma”.

Juan de Arona era, precisamente, el seudónimo con que


Pedro Paz Soldán y Unanue había publicado su Dicciona-
rio en 1883. Hay que señalar que en el caso de leva ploma

298 299
se acumulan dos peruanismos: el primero es leva por el adjetivo pardo para calificar lo que tenía un ‘color inter-
levita, forma esta tomada erróneamente por diminutivo. medio entre negro y blanco’. Rezagos de este sentido de
También hay acumulación de peruanismos en expresio- pardo, hoy olvidado, subsisten en expresiones figuradas ta-
nes nominales como chompa ploma (por jersey gris) y me- les como gramática parda, o en dichos como de noche todos los
dias plomas (por calcetines grises). gatos son pardos.
En La vida exagerada de Martín Romaña, el protago- Pardo se define hoy como “del color de la tierra, o
nista se refiere a los preparativos de su próxima boda: de la piel del oso común, intermedio entre blanco y ne-
gro, con tinte rojo amarillento, y más oscuro que el gris”
“En vez de comprarme un terno nuevo, pensé inmediata- (DRAE 2001). Pardo se incluye, así, en la línea cromática
mente en un viejo terno color plomo, con el que me había en- del castaño o marrón.
frentado a otros pasos importantes en la vida de un hombre.
Lo había usado en Lima cuando me gradué en Letras y cuan-
do me gradué de abogado. Las dos veces salí airoso y las dos
veces sentí que el terno había tenido muchísimo que ver en
el asunto. En la graduación de abogado, en todo caso, creo
que me salvó la vida, porque la verdad es que yo de Derecho
sabía lo que puede saber un terno plomo de Derecho, más o
menos”. (Pág. 175).

Es interesante comprobar cómo Bryce, haciendo gala de


su agudo sentido de la corrección y cuidado del lengua-
je, explicita y justifica el uso peruano terno plomo me-
diante el recurso del empleo anterior de la expresión de
la lengua general terno color plomo.
Por otra parte, el adjetivo gris tiene origen germá-
nico. El castellano lo tomó en el siglo XIII, a través de
un dialecto francés, como término del comercio de pie-
les. Al principio gris tuvo un uso restringido a la descrip-
ción y calificación de cierta ardilla y de su piel, utilizada
para forros de abrigos. Entonces era usual también el fe-
menino grisa, que cayó en desuso al imponerse gris como
adjetivo de una sola terminación.
Gris se hizo de uso general en español a partir del si-
glo XVI. Hasta entonces se había empleado generalmente

300 301
Volviendo a la información periodística citada, los
chasqueados ecuatorianos no eran, pues, polizontes sino
polizones.
En un cuento titulado “El Papa Guido Sin Núme-
ro”, Alfredo Bryce refiere que el personaje del título,
antes de llegar al cargo, “se había metido de polizonte
en tres cónclaves seguidos” y así había sido testigo de la
elección de tres Papas. (15 cuentos de amor y humor, pág.
POLIZONTE 218). Este falso polizonte de Bryce —según él luego Papa
Sin Número— era también un claro polizón. Raro des-
Un titular de nuestro diario —no oficial— más antiguo cuido en Bryce.
decía hace ya algunos años: Polizón es un galicismo del español que data del
siglo XVIII. El francés polisson tenía, entre sus varias
“Polizontes bajaron en Honduras creyendo estar en Nueva York”. acepciones, la de ‘persona que se introduce en un lugar
sin autorización’; de esta acepción sale la más concreta
Y el texto de la información reiteraba: de ‘viajero clandestino’.
Acepciones del francés polisson eran también las de
“Cuatro ecuatorianos, que viajaban como polizontes en un ‘niño travieso, mal educado y callejero’ y ‘persona im-
barco carguero, con la esperanza de ver las luces de Nueva pertinente’; a partir de estos significados parece haber
York, terminaron su viaje en un modesto puerto hondure- surgido otra acepción del castellano polizón: “sujeto ocio-
ño...” (El Comercio, edición del 17/4/89, pág. III) so y sin destino”, la cual está documentada desde el siglo
XVIII. Algo posterior es el uso en nuestra lengua de
Pero polizonte no significa —como en esta información polisón ‘almohadilla o armazón que levanta por detrás,
se da a entender— ‘viajero clandestino’; es decir lo que debajo de la cintura, la falda de la mujer’, según modas
en nuestra lengua familiar llamamos pavo y lo que en y estilos de los siglos XVIII y XIX que llegaron hasta
la Península se llama polizón, y también —no muy fre- el XX. Pero en francés ese adminículo tuvo un nombre
cuentemente— llovido, por reducción, con ironía, de la diferente: pouf (pronunciado puf).
expresión figurada llovido del cielo. El nexo semántico entre el francés polisson ‘niño tra-
Polizonte es un sinónimo —despectivo— de policía vieso’ y el español polisón ‘almohadilla atada por detrás a
en el sentido de ‘agente de policía’. Polizonte resulta de la cintura femenina’ parece estar en el concepto de ‘tra-
la alteración de las sílabas finales de policía, al parecer vesura’, usado y entendido, por eufemismo, como ‘inmo-
por influencia de clerizonte, variante de clerizón, que es (a destia’ o ‘liviandad’ asociada al atrevido aditamento.
través del francés anticuado clergeon) un derivado des- Es interesante comprobar cómo polisón y polizón, to-
pectivo de clérigo. mados ambos del francés polisson (el cambio de s en z en el

302 303
segundo caso puede haberse debido a influencia del étimo
latino politio, -onis) llegaron a desarrollar en nuestra lengua
nuevas, propias y divergentes extensiones de sentido:
La acepción de ‘niño travieso y mal educado’ se
extendió —en épocas pasadas— hasta llegar a designar
un adminículo del vestuario femenino que fue muy cri-
ticado como atrevido, inmodesto y aun provocador.
Y la acepción de ‘persona que entra en un lugar
no estando autorizada’ se ha especificado, en la lengua PÓSTER
general, para referirse a quienes se introducen clandes-
tinamente en un barco o avión (el término no es usual Póster viene del inglés poster, de igual significado; la pala-
tratándose de trenes). bra (de origen latino) se documenta en ese idioma desde
Polizón tiene además, según el DRAE, la acepción el siglo XIX.
de “individuo ocioso y sin destino, que anda de corrillo Póster es un anglicismo muy moderno en español:
en corrillo”. su extensa difusión se ha hecho en el último medio siglo.
El Diccionario de la Real Academia Española solo
incluye póster desde su edición de 1992. En ella aparece
con esta definición: “Cartel que se cuelga en la pared
como elemento decorativo”. Pero el propio expresiden-
te de la Real Academia Fernando Lázaro Carreter admi-
tía diferencias semánticas entre cartel y póster:

“Un poster se parece a un cartel como una gota de agua a otra


gota, pero un rasgo los separa: el poster no anuncia nada (en
todo caso, anunció); y no se fija a una pared con propósito
publicitario, sino sólo ornamental y, tal vez, ideológico”. (El
dardo en la palabra, pág. 582).

El matiz semántico relacionado con la ideología y la po-


lítica es, precisamente, lo que también diferencia póster
de afiche (véase), galicismo sinónimo que tiene un siglo
de uso en español.
Ejemplos del empleo de póster con una clara con-
notación ideológica y política encontramos en la prosa

304 305
de Alfredo Bryce. Refiriéndose a los libros revoluciona- Libro de estilo del diario madrileño El País. La edición
rios que circulaban en París durante aquel mágico mayo de 1990 del mismo Libro de estilo, sin embargo, da como
del 68, escribe: forma plural la original inglesa posters, que usa Bryce en
uno de sus textos citados.
“Estos libros se vendían acompañados de posters y, si mal El Diccionario de María Moliner da como plural
no recuerdo, el poster del Che Guevara era el que se vendía pósters.
más, perdonen la tristeza. Entonces aquellos muchachos co-
leccionaban esos libros bajo sus posters y yo, horrible curioso
de la pena, los leía”. (La vida exagerada de Martín Romaña,
pág. 281).

Millones de posters con aquella fotografía, mundialmente


difundida, que perenniza el rostro del médico idealista
y guerrillero, adornan todavía otras tantas paredes de
muchas viviendas y lugares públicos del mundo.
Y, volviendo a Martín Romaña, él comenta, en esos
días, con un amigo:

“¿Has visto a Sartre? Anda como loco porque lo acepten de


gochista [‘izquierdista’]; el tipo va a terminar tocando la puer-
ta de una comisaría, a ver si lo meten preso, aunque sea un
ratito, para que después lo saquen en póster como a Mao Tse-
tung…” (íd., pág. 353).

En cuanto a la adaptación del préstamo del inglés al es-


pañol, está claro que póster entró por vía oral: su pro-
nunciación como palabra grave es prueba plena. Por lo
tanto, debe tildarse en la primera sílaba, como lo hace
el Diccionario de la Academia de Madrid (no su expre-
sidente, según el texto citado). Bryce, por su parte, al-
terna variantes acentuadas con inacentuadas, como se
comprueba en los textos anteriores.
En cuanto al plural, lo normal en español sería
*pósteres, tal como lo recomienda la edición de 1998 del

306 307
Premiación aparecía ya, como americanismo, en
la edición de 1984 del Diccionario de la Real Academia
Española. Tanto en esta como en la de 1992 premiación
se registraba con dos acepciones, semánticamente casi
idénticas:

“premiación, f. Bol., Ecuad. y Perú. Acción y efecto de pre-


miar, distribuir los premios asignados en un concurso, una
PREMIACIÓN competencia, etc. | | 2. En diversos países de América, repar-
to o distribución de premios en un concurso, competencia,
Desde hace algún tiempo se usa en el Perú la palabra etc.”.
premiación con el sentido de ‘distribución de premios’,
‘ceremonia de entrega de premios obtenidos en un con- En una ocasión (en el diario El Peruano de Lima, el
curso o competencia’. El término está documentado 14/8/97) propuse reunir ambas acepciones en una, con
también en Venezuela (desde los años 50), Colombia, el la indicación general de americanismo a causa de ser seis
Ecuador, Bolivia y Chile. —por lo menos— los países hispanoamericanos en que
Premio viene del latín praemium ‘botín, despojo’, se usa el término; la propuesta aparece en la primera
‘recompensa, premio’. Está documentado en castellano edición de esta obra, del año 2000. La edición de 2001
desde el siglo XVI y aparece en los textos de muchos au- del Diccionario oficial consigna ya premiación como ame-
tores clásicos (antes predominaba el sinónimo galardón). ricanismo general y con una sola acepción: la primera.
Premiar viene del latín tardío praemiare ‘recompensar’, y El Diccionario del español actual, de Manuel Seco
está documentado aún antes que premio, desde la época y colaboradores, da premiación como sustantivo de uso
preclásica (siglo XV). raro (en la Península, se entiende).
Según algunos lexicólogos, el neologismo premia-
ción se ha tomado del italiano premiazione, de idéntico
significado. Pero existe la posibilidad de un desarro-
llo autónomo dentro del castellano: podría tratarse de
una forma derivada analógica, según el modelo de los
infinitivos, acabados en -ar (específicamente en -iar,
como premiar) que tienen postverbales terminados en
-ción.
Son ejemplos los siguientes: conciliar-conciliación;
desviar-desviación; variar-variación; mediar-mediación; nego-
ciar-negociación; asociar-asociación; iniciar-iniciación, etc.

308 309
muy leal a él, pero frívolo hasta la irresponsabilidad”. (El pez
en el agua, pág. 87).

Hay esenciales diferencias entre un Prime Minister o Pre-


mier británico y un Presidente del Consejo de Ministros pe-
ruano:
Gran Bretaña es una monarquía constitucional de
régimen parlamentario. El Rey (en el caso actual, la Rei-
PREMIER na) es el Jefe del Estado y personifica a la nación en su
continuidad histórica. El Primer Ministro (Prime Minister)
Según la Constitución vigente, no hay en el Perú un Pre- es el Jefe del Gobierno, cuyo poder emana no del rey sino
mier ni un Primer Ministro; solo hay un Presidente del Con- de la Cámara de los Comunes.
sejo de Ministros. El Perú tiene, opuestamente, un régimen repu-
La palabra francesa Premier abrevia la expresión blicano fuertemente presidencialista. El Presidente de la
Premier Ministre. Pero, curiosamente, tanto en Francia República es, al mismo tiempo, Jefe del Estado y Jefe del
como en España, Premier solo se usa hoy para designar Gobierno.
al Primer Ministro británico. El Presidente del Consejo de Ministros es nombrado y
En Inglaterra, el galicismo Premier se usó para de- sustituido por la sola voluntad del Presidente de la Repú-
signar al Primer Ministro desde el siglo XVIII hasta el blica. A veces ni siquiera llega a ejercer su prerrogativa
XX, pero hoy predomina en la Gran Bretaña la expre- constitucional de proponer al Presidente de la Repúbli-
sión inglesa Prime Minister. El cargo mismo, que antes se ca (y aprobar, más tarde) el nombramiento de los demás
llamó Premiership, tiene hoy el largo nombre de Primemi- miembros de su Gabinete.
nistership. Pero el Presidente del Consejo de Ministros, con
En el Perú se usa, desde hace algunas décadas y cartera o sin ella, tiene en el Perú la reconocida dignidad
sin ningún fundamento, el término Premier para de- de Primus inter pares. Y hemos tenido ya a una brillante
signar al Presidente del Consejo de Ministros. Y también mujer como Presidenta del Consejo de Ministros o Primera
se emplea el derivado premierato para referirse al cargo Ministra: Beatriz Merino.
respectivo.
Explicando el fracaso del segundo gobierno de Be-
launde, sobre todo en la política económica, Vargas Llo-
sa da esta como su causa principal:

“Confió el premierato y la cartera de Economía sus dos pri-


meros años a Manuel Ulloa, hombre inteligente y simpático,

310 311
Para el lexicólogo y académico Fernando Lázaro
Carreter (quien figuraba entre los asesores del Manual
antes citado):

“bien docto quiere ser el priorizar que, sobre el galicismo prio-


ritario, han engendrado gobernantes y políticos...” (El dardo
en la palabra, pág. 651).

PRIORIZAR Lázaro Carreter enumera priorizar entre “los verbos


que, sobre modelos ingleses o franceses, adoptan -izar
Desde hace algunos años se está difundiendo en Espa- como cola suntuosa” (íd., pág. 517) y rechaza “la presión
ña y América el uso del verbo priorizar con el sentido de del fecundo sufijo -izar, que a los mal avenidos con el
‘dar prioridad, anteponer’. Priorizar pertenece sin duda idioma, les permite crear palabras largas y, por tanto, de
al nivel del habla culta, y llega aun al del habla de los apariencia más culta que las cortas” (íd., págs. 728-729).
académicos. El verbo priorizar ha sido atacado, erróneamente,
En una ponencia titulada “Sobre enseñanza lin- como presunto galicismo o anglicismo. Pero priorizar no
güística en la universidad”, presentada en el IX Congre- puede ser un galicismo, por la simple razón de que no
so de la Asociación de Academias de la Lengua Española hay en francés un verbo equivalente *prioriser, y tampo-
que se realizó en San José de Costa Rica en 1989, escribe co puede ser un anglicismo porque no existe en inglés
Luis Jaime Cisneros, expresidente de la Academia Pe- un verbo *to priorize.
ruana: La forma verbal priorizar es, pues, producto de
creación heroica en español, a partir del galicismo —ese sí
“Obviamos definiciones y términos técnicos y priorizamos los lo es— prioritario (del francés prioritaire) que figura en el
‘hechos lingüísticos’...” (Memoria de dicha reunión, San José de Diccionario de la Academia solo a partir de su edición de
Costa Rica 1990, pág. 273). 1984. Priorizar ya aparece en la de 2001.
Madre —o abuela— de esta controvertida familia
A pesar de su probado uso culto y de su gran difusión, léxica es prioridad que (como el inglés priority) se tomó
el neologismo priorizar sigue siendo atacado por lexicó- en el siglo XVI del francés priorité (que sale, a su vez, del
grafos y puristas —a veces mal informados— de España latín tardío prioritas ‘precedencia, prelación’).
y América. La antipatía visceral del expresidente de la Real
Para los asesores del útil Manual de español urgente, Academia Fernando Lázaro abarca a toda la familia del
libro de estilo de la Agencia de Noticias Efe (edición de neologismo priorizar.
1994), por ejemplo, siempre debe sustituirse por otro el Entre las leyes que deberían regir una propuesta
“verbo inexistente” priorizar. Ciudad de la Palabra está la siguiente:

312 313
“3. Sé humilde: deja que sólo innoven los que saben. Si eres
mentecato, no por decir [...] prioritario [...] dejarás de serlo”.
(Íd., pág. 356).

Y considera a prioridad, palabra que tiene varios siglos


de vida en el idioma, como uno de tantos “vocablos de
moda en la lengua general”, que constituyen verdade-
ros “culteranismos de la época” (íd., pág. 410).
El Diccionario del español actual (peninsular) del PRÍSTINO
también lexicólogo y académico Manuel Seco —y cola-
boradores— no solo incluye y documenta priorizar, sino Prístino (del latín pristinus ‘anterior, pasado, precedente,
también el postverbal priorización. primero, primitivo’, palabra afín a primus ‘primero’) sig-
nifica en español ‘primero, antiguo, primitivo, origina-
rio, original, primigenio, inalterado, intacto, incólume’,
‘tal como [algo] nació, fue creado o apareció por prime-
ra vez’.
En frases usuales como “prístina blancura”, “prísti-
na pureza”, “prístina inocencia”, la blancura, la pureza
o la inocencia se expresan, respectiva y exclusivamen-
te, por medio de dichos sustantivos; el adjetivo prístino
solo indica que esas cualidades son las originales y no
han sido alteradas: que están, en cada caso, en su prís-
tino estado.
Pero su asociación frecuente con palabras como
blancura, inocencia o pureza ha inducido a muchos a pen-
sar que prístino denota o connota las ideas de ‘puro, diá-
fano, transparente, inmaculado’.
No es, en principio, así. Con la misma lógica puede
aplicarse el adjetivo a nombres de contenido semánti-
co negativo y decirse legítimamente “prístina negrura”,
“prístino pecado”, “prístina maldad”, “prístino odio” o
“prístina cobardía”.
La edición de 2001 del Diccionario de la Real Acade-
mia Española recoge solo las acepciones que podríamos

314 315
llamar neutras de prístino: “antiguo, primero, primitivo,
original”. Pero es indudable que el término está en un
franco proceso de restricción semántica hacia exclusivos
matices positivos.
Dicho proceso empieza a ser reconocido por algu-
nos serios lexicógrafos españoles. El Diccionario Vox, en
su edición de 1987, por ejemplo, consigna ya prístino con
una primera acepción de “antiguo, primitivo” y una se-
gunda de “puro, sin igual”. PRIVACIDAD
En El pez en el agua relata Mario Vargas Llosa:

“Desde el mitin de la plaza San Martín [en agosto de 1987],


mi vida dejó de ser privada. Nunca más, hasta que salí del
Perú luego de la segunda vuelta [electoral], en junio de 1990,
volví a disfrutar de aquella privacidad de la que había sido
siempre tan celoso [...]. Para tener privacidad teníamos que
cerrar persianas y bajar cortinas y hacer que los visitantes
entraran en auto al garaje si no querían ser acosados por las
hordas periodísticas”. (Págs. 207 y 445).

Privacidad viene del inglés privacy, palabra documenta-


da en ese idioma desde el siglo XV como ‘condición de
estar apartado del ámbito o del interés público’, ‘con-
dición de estar solo y tranquilo, no perturbado por los
demás’, ‘reclusión voluntaria’.
Privacidad es un anglicismo reciente muy usado en
América y también en España (en algunos países se pre-
fiere la variante privacía, fonéticamente más cercana al éti-
mo). Privacidad no se registraba todavía en el DRAE 92 y
se censuraba en España y América como barbarismo inne-
cesario que usurpa el lugar del término correcto intimidad.
Pero, según el Diccionario de la Academia (edición
2001), intimidad es la “zona espiritual íntima y reservada

316 317
de una persona o de un grupo, especialmente de una
familia”; el DRAE registra asimismo un curioso —y poco
usado— sinónimo de intimidad: intrinsiqueza, derivado
de intrínseco. También privanza se ha documentado en
castellano como equivalente de vida privada, y hay quie-
nes proponen revivir su uso a fin de evitar el anglicismo
privacidad.
Pero privacidad no es un equivalente de intimidad,
ni, mucho menos, de intrinsiqueza o de privanza. PROVISORIO
Intimidad se deriva de íntimo, palabra que está en
directa relación semántica con interior e interno. La in- Provisorio por provisional es un término generaliza-
timidad se refiere solo al ambiente más recóndito de la do en la América hispana desde principios del siglo
vida privada: aquel de los sentimientos y de los pensa- XIX. Bolívar lo usa ya en 1813 (“la constitución pro-
mientos, de la amistad, de la vida familiar, del sexo y del visoria”; Obras, I, pág. 72). También el adverbio pro-
amor. visoriamente:
La privacidad, en cambio, incluye esos campos pero
se extiende a otros más amplios y menos subjetivos: el “La ciudad de Angostura será provisoriamente la residencia y
del trabajo y la vida profesional, el de la reserva de las capital del Gobierno de Venezuela”. (1.º de noviembre de
comunicaciones, el de los bienes de fortuna y el secreto 1817; íd., III, pág. 656).
bancario, y aun el del silencio ambiental y nocturno.
La privacidad constituye ya un moderno derecho Y es que durante la lucha por la independencia
en una sociedad en que los diversos medios de comuni- americana y los primeros tiempos de las repúblicas
cación invaden sin respeto la vida privada, y aun la in- nacientes, sus gobiernos solían llamarse Juntas Pro-
timidad, de las figuras públicas. Por eso el término em- visorias y los esbozos de constituciones, Estatutos Pro-
pieza a aparecer en textos jurídicos, en casos en que no visorios.
sería apropiado hablar de intimidad. Y por eso el bastión Provisorio se tomó del francés provisoire (que viene
de la Real Academia se ha rendido, al fin. En la edición del latín provissum, a su vez del verbo providere ‘proveer’),
de 2001 del DRAE se consigna privacidad con esta ade- documentado en esa lengua desde el siglo XVI.
cuada definición: Varias generaciones de puristas americanos y pe-
ninsulares han combatido el galicismo provisorio, y su
“Ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger derivado provisoriamente, por más de siglo y medio, a la
de cualquier intromisión”. vez que propugnaban el uso exclusivo de provisional y
provisionalmente como formas castizas.
Palma, en cambio, defendía el galicismo en 1903:

318 319
“La Academia exige que se diga y escriba provisional. En
América el adjetivo provisorio tiene ya carácter histórico,
pues han abundado las juntas provisorias, etc. Nadie ha que-
rido jamás intitularse alcalde provisional, y de presidentes y
gobiernos provisorios está empedrada nuestra historia. No
hemos de rehacer ésta (y ojalá fuera posible) sólo por escrú-
pulos de purismo y por acatamiento a la Academia”. (Pape-
letas lexicográficas, s. v.).

QUEPÍ
Provisorio no figuraba todavía en la edición del Dicciona-
rio de la Academia de 1984. El veto fue levantado en una En el Perú y en otros países de Suramérica (Argentina,
de las “Enmiendas y adiciones” al Diccionario a principios Paraguay) quepí designa una ‘gorra militar rígida, cilín-
de 1987 y la Academia incluyó provisorio en la edición de drica o ligeramente cónica, con la cara superior plana y
1992 del Léxico oficial. (No registra provisoriamente, pero una visera horizontal’.
no todos los adverbios acabados en -mente están consig- Quepí viene del francés képi, de pronunciación aná-
nados). La entrada se repite en el DRAE 2001. loga a la de quepí, puesto que la tilde solo indica en fran-
Un pequeño triunfo póstumo del purismo: la Real cés el timbre cerrado de la vocal é, y el acento de intensi-
Academia no ha dado su brazo a torcer en cuanto al ori- dad recae sistemáticamente en la última sílaba.
gen francés —que niega— de provisorio. Ha preferido En francés, képi se documenta desde los primeros
pretender que este claro galicismo no lo es, y que el tér- años del siglo XIX. La palabra se tomó del suizo-alemán
mino deriva directamente del latín provissum, supino de Käppi (pronunciado kepi), que es el diminutivo de Kappe
providere ‘proveer’. ‘gorra, bonete’. El képi es prenda usada en Francia por
oficiales del ejército, gendarmes y legionarios.
El Diccionario militar, publicado en Madrid en 1869
por el coronel José Almirante, no incluye kepí en el cuer-
po de la obra, pero sí formas gráficamente idénticas
para ambos idiomas en un vocabulario anexo francés-
español: “kepi. kepi” (pág. 1150).
Sin embargo, el Diccionario de la Academia Espa-
ñola, que incluye el galicismo a partir de su edición
de 1925, patrocina una no explicada forma grave con
s final en singular: quepis. Lo que en quepis llama la
atención no es, obviamente, la sustitución de la k por
el dígrafo qu, sino la s final del singular, además de la

320 321
insólita acentuación grave solo explicable si el présta- “...se calaron los quepis”. (Pág. 45).
mo hubiera entrado por vía escrita, o si se tratara de
un germanismo tomado directamente. Hay en el Perú dos derivados, al parecer formados so-
El uso del quepí como prenda del uniforme militar bre el plural quepis: quepisero ‘artesano que confecciona
fue introducido a principios del siglo XX en el Perú por quepis’ y quepisería ‘establecimiento destinado a su con-
la Misión Francesa. Más tarde fue descartado y solo lo fección y venta’. En el habla peruana quepí se documenta
lucen hoy los cadetes y oficiales de la Escuela Militar, también como designación de un tipo de orquídea que
pero el término quepí se aplica también, por extensión, a recuerda la forma de dicha gorra militar.
otras gorras militares con visera. La edición de 2001 del DRAE registra ya quepí
En sus obras iniciales, Mario Vargas Llosa emplea como variante peruana de quepis.
la forma peruana y americana de la palabra: quepí. Por
ejemplo: “una cabeza con quepí” en Conversación en La
Catedral (II, página 54); “se atreve a quitarse el quepí” y
“coge su quepí” en Pantaleón y las visitadoras (páginas 24 y
121, respectivamente).
Pero en sus obras más recientes Vargas Llosa pre-
fiere adoptar la forma anómala y académica quepis, to-
talmente extraña al habla peruana. Quepis se documenta
muchas veces, por ejemplo, en el idiolecto del narrador
de ¿Quién mató a Palomino Molero? Estas son algunas citas
de esa obra:

“Se puso el quepis de cualquier modo”. (Pág. 20).


“Se llevó la punta de dos dedos a la visera de su quepis...”
(pág. 104).
“En la frente le había quedado el surco del quepis...” (pág.
132).
“Lo vio calarse el quepis”. (Pág. 141).
“...echarse el quepis atrás...” (pág. 169).
“...calzándose el quepis...” (pág. 179).

Vargas Llosa usa también, como en España, la forma


quepis para el plural; en la misma obra escribe:

322 323
otra parte, una anomalía fonética en la conjugación de
querer, pues es el resultado de la absorción de la vocal e
situada entre dos eres (simples) en las antiguas formas
verbales regulares del futuro, que eran quereré, quererás,
quererá, quereremos, etc.
Así, de quereré salió querré; de quererás, querrás; de
quererá, querrá; de quereremos, querremos, etc. Análoga-
mente, de querería salió querría; de quererías, querrías; de
* QUERRAMOS quereríamos, querríamos, etc. Y, sin duda por influencia de
esas dos series de formas verbales contractas y correc-
La forma verbal incorrecta querramos es usual en el Perú tas (y, específicamente, de las de primera persona del
y en otros países de Hispanoamérica y llega al nivel del plural, querremos y querríamos) queramos llegó a hacerse
habla culta (o de lo que debiera serlo). querramos en el habla de algunos seudocultos.
Frases como “aunque no querramos” y “querramos o Lo curioso es que esa alteración fonética se limita
no querramos” se oyen por igual a catedráticos, profeso- a un solo verbo: querer, a un tiempo y modo (presente
res y maestros (no excluidos los de lenguaje), políticos, de subjuntivo) y a una persona y número (la primera
congresistas y profesionales de todas las áreas, incluida del plural). Quienes dicen querramos no dicen también
la de comunicación social. Y, en esta última, a locutores, quierras, quierra ni quierran.
entrevistadores y conductores de programas de radio y ¿Habrá que agradecerlo?
de televisión.
En cuanto a escritores, un ejemplo (mal ejemplo)
es Vargas Llosa. En Contra viento y marea 3, afirma, con
exagerado optimismo, que “toda palabra tiene el conte-
nido que querramos darle” (pág. 361).
Pero la forma correcta de la primera persona del
plural del presente de subjuntivo del verbo querer no es
querramos sino queramos (yo quiera, tú quieras, él quiera,
nosotros queramos, etc.).
La consonante de sonido vibrante múltiple —re-
presentada en posición intervocálica por la grafía doble
rr— es correcta en otros tiempos del verbo: el futuro de
indicativo (yo querré, tú querrás, él querrá, nosotros que-
rremos, etc.) y el condicional (yo querría, tú querrías, él
querría, nosotros querríamos, etc.). Esta erre implica, por

324 325
En español, igualmente, se recibe un saludo, un
consejo, una noticia; un premio, un salario, una grati-
ficación; una injuria, un golpe, una lección. Se recibe
a personas, personajes, amigos... o enemigos. Se recep-
ciona, en cambio, un documento oficial en una ofici-
na pública, un envío por correo certificado (con firma de
quien lo recibe), una citación judicial, una mercancía
encargada por teléfono (con verificación del estado en
RECEPCIONAR que ha llegado y constancia de ello en un recibo, cargo
o guía).
En los últimos años está cundiendo el uso —en España Con estas limitaciones puede defenderse el uso
y América— del verbo recepcionar como equivalente de específico del verbo recepcionar en español, aunque no
recibir. esté incluido en la edición de 2001 del Diccionario de
Recibir (del latín recipere ‘tomar, coger’, ‘recibir’) se la Academia. Es censurable, en cambio, el uso de re-
usa en español desde el siglo XVII, lo mismo que sus cepcionar con el sentido general de recibir: recepcionar
derivados recibidor, recibimiento, recibo. un saludo, una propina, una limosna o recepcionar a
Recepción, en cambio, es un latinismo o cultismo del personas, por formal que sea el acto de recepción co-
siglo XVIII que en español tiene muchas acepciones: rrespondiente.
‘admisión en un empleo, oficio o sociedad’; ‘ceremonia A un nuevo académico, por ejemplo, se le recibe
oficial en que se recibe a un personaje’ (o a más de uno); en la Corporación, no se le recepciona. Tampoco el —o
‘reunión social con carácter de fiesta’; también, moder- la— recepcionista de un hotel o de un congreso recepciona
namente, ‘dependencia, en un hotel o en un congreso, a los huéspedes o a los participantes: sencillamente los
en la que se recibe e inscribe a los huéspedes o a los recibe. A propósito de recepcionista, el término ha sido ya
participantes’ y ‘captación de ondas radioeléctricas por aceptado y se registra en el DRAE 2001 como sustantivo
un receptor de radio, televisión y computadora’. En len- común a ambos géneros, con esta acepción:
guaje jurídico recepción es el ‘examen de testigos’.
Pero el verbo recepcionar es un galicismo muy re- “Persona encargada de atender al público en una oficina de
ciente en español. Aun en francés réceptionner solo está recepción”.
documentado desde el segundo decenio del siglo XX
como término del lenguaje administrativo aplicado ex- Don Fernando Lázaro Carreter admitía que recepcionar,
clusivamente a la acción de ‘recibir lo que se entrega o verbo “feo como Picio”, no es estricto sinónimo de recibir.
envía formalmente’, dejando por lo general constancia Consideraba la posibilidad de sustituir recepcionar por recep-
escrita (en el Perú, cargo) de la conformidad. En todos tar, verbo “mucho más presentable” y de la misma familia.
los demás casos, en francés se emplea recevoir ‘recibir’. Pero concluye en que receptar tiene el inconveniente de

326 327
significar —además de ‘recibir, acoger’— “ocultar o encu-
brir delincuentes o cosas que son materia de delito”, y el de
tener “bien poca vida fuera del ámbito policiaco y penal”.
(El dardo en la palabra, págs. 716-717).
El Diccionario del español actual de Seco, de 1999,
registra y documenta el verbo recepcionar, pero lo consi-
dera de uso “raro” en la Península.

REIVINDICAR
Reivindicar viene de las palabras latinas res, rei ‘cosa’ y
vindicare ‘reclamar’. Etimológicamente significa, pues,
‘reclamar para sí una cosa’, ‘exigir aquello a que se tiene
derecho’.
En la edición de 1984 del Diccionario de la Acade-
mia reivindicar aparecía solo como término del lenguaje
jurídico con la única acepción de “reclamar o recuperar
uno lo que por razón de dominio, cuasi dominio u otro
motivo le pertenece”.
Pero, en los últimos tiempos, grupos terroristas
—a ambos lados del Atlántico— dieron en usar el verbo
reivindicar cuando reclamaban para sí la autoría de aten-
tados cometidos, por la obvia razón de que la publicidad
es muy importante en su táctica de propaganda.
Y al parecer fueron, precisamente, las agencias de
noticias y los medios de comunicación (escrita, radial y
televisiva) los difusores de ese uso nuevo —y sin duda
chocante— de reivindicar. Titulares como “ETA reivin-
dicó el atentado”, “Nadie ha reivindicado el secuestro del
industrial”, son todavía frecuentes en los medios de in-
formación de España y América.
Esta vez, la Real Academia Española ha sido ex-
cepcionalmente rápida para admitir el uso nuevo. Una
“Adición” de 1986 al Plan de la siguiente edición del

328 329
Diccionario incorporó, como segunda acepción de rei- en vez de ‘Nadie se ha declarado autor del crimen’ o ‘Nadie se
vindicar, la de “reclamar para sí la autoría de una ac- ha atribuido aún el crimen’: ese verbo, connotado con rasgos
ción”, fuera ella buena o mala. En la edición de 1992 de justicia y dignidad, se nos está ensangrentando”. (El dardo
del DRAE (y también en la de 2001) dicha acepción en la palabra, pág. 229).
aparece como tercera. Pero ya en 1999 el Diccionario
del español actual de Seco concreta y especifica el uso Al otro lado del Atlántico, Mario Vargas Llosa presentó,
predominante de reivindicar: “reclamar la autoría [de en 1983, un importante informe sobre la matanza de
un atentado]”. ocho periodistas en un lugar recóndito de la serranía
Pueden quedar tranquilos, esta vez, aquellos puris- peruana: Uchuraccay. Según él, es comprensible que:
tas siempre listos para protestar por reales o supuestos
atentados cometidos contra el idioma oficial: atentados “los comuneros de Uchuraccay no reivindiquen el asesinato de
que, por cierto, nadie ha tratado de reivindicar. Juan Argumedo como lo hacen con el de los otros periodis-
Pero los que no parecen haber quedado tranqui- tas. Reivindicarlo a la luz pública revistiría la característica de
los ni conformes con la rápida aceptación del uso nuevo una verdadera declaratoria de guerra a los vecinos y comu-
son, precisamente, quienes pueden haber tenido la ma- neros...” (Contra viento y marea 3, pág. 100).
yor responsabilidad en su difusión: los medios de comu-
nicación. Dice, por ejemplo, el Manual de español urgente De reivindicar derechos a reivindicar masacres: este es,
de la Agencia Española de Noticias Efe, en su edición de sin duda, un claro caso de degradación semántica de un
1994: término.

“reivindicar. Aunque aparece en el DRAE con el significado


de ‘reclamar para sí la autoría de una acción’, es preferible
usar, en casos de terrorismo, reclamar para sí, declararse autor
o atribuirse la autoría”.

Don Fernando Lázaro Carreter, ilustre académico de la


Española que ocupaba en ella el sillón R y era por eso
responsable, según cierto lector, de todas las palabras
que empiezan con dicha letra, se puso a pensar qué ha-
ría si tuviera poder de decisión sobre esa porción del
léxico español:

“Se me llevarían los demonios contra los que emplean reivin-


dicar en frases como ‘Nadie ha reivindicado aún el crimen’,

330 331
Hoy, a más de siglo y medio de esa dura crítica del
más importante entre los antigalicistas, remarcable sigue
ausente del Diccionario oficial. Sí se consigna —con el
corchete inicial que indica el limbo académico en que
permanece— en el Diccionario manual (edición de 1989)
que igualmente publicaba la académica Corporación;
allí aparece como “voz francesa” equivalente de “nota-
ble, señalado, sobresaliente”. Remarcar, por otra parte,
REMARCABLE se registra todavía en el DRAE 2001 —como lo habría
querido el implacable Baralt— con la sola acepción de
Ya a mediados del siglo XVIII el Padre Benito Jerónimo “volver a marcar”.
Feijoo (murió en 1764) decía, en su artículo titulado “Pa- Pero en el Diccionario del español actual de Seco —
ralelo de las lenguas castellana y francesa”: testimonio documentado del habla peninsular, publica-
do en 1999— se registra ya remarcar como “subrayar o
“A infinitos españoles les oigo usar la voz remarcable diciendo: poner de relieve” y también remarcable como “notable o
es un suceso remarcable, una cosa remarcable. Esta voz francesa digno de mención”.
no significa más ni menos que la castellana notable; así como Volviendo a este lado del océano, no hay duda de
la voz remarque, de donde viene remarcable, no significa más que remarcar por hacer notar y remarcable por notable han
ni menos que la voz castellana nota, de donde viene notable. sido y son términos insustituibles en la lengua culta del
Teniendo, pues, la voz castellana la misma significación que Perú y otros países de la América hispana.
la francesa y siendo, por otra parte, más breve y de pronun- José Carlos Mariátegui, por ejemplo, hace frecuen-
ciación menos áspera, ¿no es extravagancia usar de la ex- te uso de ambos términos, que se documentan aun en
tranjera dejando la propia?”. (Teatro crítico universal, I, págs. un mismo párrafo. Refiriéndose a un ensayo de Federi-
224-225). co More sobre literatura peruana, escribe:

Casi un siglo después, el famoso e influyente purista ve- “El juicio sobre Palma pertenece, en suma, a un estudio al
nezolano Rafael María Baralt decía que remarcable era cual confieren remarcable valor las ideas y las tesis que sus-
un “puro e intolerable galicismo por notable” y otros tér- tenta; nó a una panfletaria y volandera disertación de sobre-
minos o expresiones. Y concluía: mesa. Y esto obliga a remarcarlo y rectificarlo”. (7 ensayos de
interpretación de la realidad peruana, pág. 185).
“Si en castellano hubiese tal vocablo, significaría lo que se pue-
de remarcar, esto es, volver a marcar, como un fardo, una caja, Pero todavía subsiste la intolerancia académica frente al
y un galeote cuando se ponía marca a los pícaros con hierro uso, ya viejo, de remarcable y Baralt, como el Cid, gana
candente”. (Diccionario de galicismos, s. v.). batallas después de muerto.

332 333
Volviendo a rubro, es un americanismo muy difundido
con los sentidos —en parte equivalentes al último seña-
lado en rúbrica— de ‘epígrafe, rótulo, título, renglón’;
‘ítem, apartado’; ‘asiento’ (en lenguaje comercial); ‘par-
tida presupuestal’.
Fernando Cabieses hace, en Cien siglos de pan, la
historia y descripción de muchas plantas de origen ame-
ricano que hoy consume la población de gran parte del
RUBRO, RÚBRICA mundo. Entre ellas está una denominada —en tres dife-
rentes lenguas autóctonas— achiote, onoto o bija. En este
El adjetivo rubro, -a (del latín rubrus) significa en español caso se trata, no de un alimento, sino de un apreciado
general ‘rojo, encarnado’. Está en directa relación con colorante natural muy usado en la cocina y en la indus-
rubro el sustantivo rúbrica (del latín rubrica, que debería tria alimentaria. Dice Cabieses:
haber dado una palabra grave o llana en español).
Rúbrica era el nombre del ‘almagre u óxido de hie- “Las exportaciones de achiote hacia Europa y a los Estados
rro’ y de la tierra roja que lo contenía. De este sentido Unidos de América se incrementaron hasta constituir uno
pasó a tener el de ‘señal o letra roja’ hecha con tinta de de los rubros más importantes del intercambio norte-sur du-
ese color. Y, por extensión de este último significado, rante el siglo XIX [...] el achiote resulta en el Perú un rubro
rúbrica se aplicó al ‘trazo, irregular pero invariable, que parcialmente explotado de agricultura de exportación”.
se añade al nombre propio al firmar’; eso, porque era (Págs. 168 y 169).
costumbre, en épocas pasadas, destacar dicho trazo ha-
ciéndolo con tinta roja. Este uso de rubro es desconocido en España, pero bas-
Rúbrica tiene también, en la lengua general, los tante extendido y antiguo en el español de América. A
sentidos figurados de ‘epígrafe, rótulo, título, renglón’, fines del siglo pasado, el gran filólogo colombiano Rufi-
‘capítulo, párrafo’, ‘palabra o frase que precede a una no José Cuervo explicaba, pero también condenaba, el
enumeración de cosas afines’. Este último uso no es hoy uso americano:
frecuente en España; tampoco en el Perú. Se documen-
ta, sin embargo, en un texto de Alfredo Bryce. Dice de “Porque los epígrafes de los títulos en los libros de dere-
un personaje de sus cuentos: cho solían escribirse con letras rojas se llamaron rúbricas;
a pedantería de abogados ignorantes ha de atribuirse el
“...dejó los próximos festejos de la guarnición perfectamente que se dé a rubro (rojo, encarnado) la significación de títu-
bien preparados en las rúbricas referentes a gastos, música, lo, epígrafe”. (Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano,
seguridad, menú y otros pormenores más”. (En Dos señoras parágrafo 511).
conversan, pág. 250).

334 335
En la línea condenatoria del ilustre Cuervo, la agencia
española de noticias Efe advierte así a sus periodistas:

“rubro. Americanismo que en los despachos para España de-


bemos evitar. Dígase sector, capítulo, etc. ‘...la sola excepción
del rubro alimentos’. Digamos ‘la sola excepción del sector
alimentario’”. (Manual de español urgente, edición de 1998,
s. v.).
RUMA
El DRAE 2001 da rubro, bra como adjetivo, con una pri-
mera acepción de “encarnado, rojo”; la segunda acep- Refiriéndose a la publicación del tercer volumen de La
ción se refiere al uso sustantivo americano de “título, palabra del mudo, que ha tropezado con serios obstáculos
rótulo”. en Lima, Julio Ramón Ribeyro confía a su diario estas
amargas reflexiones:

“...mi libro quedará atracado no se sabe hasta cuándo. Puede


ser unos meses, un año o siempre. Tanto trabajo acumulado,
tantos sacrificios y penares para nada, para ser una ruma de
papeles que seguirán deteriorándose hasta ser inutilizables”.
(Anotación del 13 de setiembre de 1977; en La tentación del
fracaso, 111, págs. 169-170).

En otras circunstancias —y con muy diferente estado de


ánimo— Alfredo Bryce se refiere varias veces a la abruma-
dora generosidad de sus anfitriones cubanos, que le obse-
quian libros “por toneladas”. Dice, en Permiso para vivir:

“Y cada mañana una ruma más de libros de Fidel, Marx, Le-


nin, el Che...” (pág. 342).
“Desperté con más obras completas en varias rumas más...”
(pág. 344).
“...me he olvidado de desenlazar el asunto aquel de las obras
completas que, por rumas, crecían día a día en mi habitación
del Riviera...” (pág. 352).

336 337
Ruma por rimero se usa en casi toda la América del Sur.
En algunas regiones de Colombia se documentan, igual-
mente, el aumentativo (con cambio de género) rumazo y
la variante masculina rumo. Y en ciertas zonas del Caribe
se usa el derivado y sinónimo rumero, más próximo en su
forma al sinónimo del español general rimero.
El americanismo ruma viene del portugués ruma
‘montón, porción de cosas que se acumulan’ que pasó
al español en el siglo XVI pero no perduró en la lengua SATANIZAR
general.
En relación directa con ruma está el verbo deriva- Satanizar, con el sentido de ‘hacer que alguien o algo sea
do arrumar, que inicialmente significó ‘estibar la carga’ tenido como un compendio de maldades o defectos’, es
en los barcos y, de allí, ‘arrinconar, desechar, descartar’, un uso bastante nuevo en el habla culta de Hispanoamé-
referido a lo que ya no es útil. Con estos últimos sentidos rica y España.
se usa también arrumbar, que se debe a simple alteración El Manual de español urgente de la Agencia Españo-
fonética de arrumar. la de Noticias Efe, destinado a la orientación lingüística
Volviendo a ruma, la edición del Diccionario acadé- de sus corresponsales, lo incluye en su edición de 1998,
mico de 1984 incluía el término como propio del Perú y pero sin censurar su uso:
otros países de la América del Sur. Curiosamente, en la
siguiente edición, de 1992, ruma aparecía con la misma “Satanizar. Puede utilizarse con el significado de atribuir al
extensión geográfica pero con la errónea calificación de enemigo cualidades extremadamente perversas”.
desusado. Y en la edición de 2001 dicho americanismo
ha sido omitido como consecuencia de esa inexacta in- Satanizar solo aparece en la edición de 2001 del DRAE
formación. con esta definición, muy cercana a la de la Agencia Efe:
Los modernos ejemplos de Ribeyro y Bryce son,
sin embargo, prueba plena de la vitalidad de este ame- “Atribuir a alguien o algo cualidades en extremo perversas”.
ricanismo en nuestra lengua coloquial. Y lo mismo se
comprueba en otros países de la América hispana, desde Satanizar es un obvio derivado de Satán, nombre hebreo
Méjico hasta Chile. del Demonio o Diablo (estas dos denominaciones tienen
origen griego; en latín el equivalente es Lucifer).
En hebreo Satán significa ‘adversario, enemigo’,
pero su ámbito semántico se restringió posteriormente
para designar, por antonomasia, al ‘adversario o ene-
migo de Dios’. El otro morfema en satanizar es el sufijo

338 339
-izar, que se une a adjetivos o a sustantivos para formar en Satanás, es decir, crear una leyenda negra” acerca de
los correspondientes verbos. Por ejemplo: agilizar, nacio- una persona o de una institución. Y continuaba así:
nalizar, estabilizar, sobre los adjetivos ágil, nacional, esta-
ble; carbonizar, cristalizar, escandalizar, sobre los sustantivos “Una hábil y persistente campaña de satanización puede lo-
carbón, cristal, escándalo. grar que una persona buena o capaz sea percibida como
Es menos frecuente que el sufijo -izar forme verbos mala o incapaz [...]. Asistimos a un ataque masivo, periodísti-
posponiéndose a nombres propios como Satán. Entre co y parlamentario, al Gobierno; concretamente al Presiden-
los escasos ejemplos están quijotizar, de Quijote; galvani- te de la República [...]. Lo que preocupa a los peruanos cons-
zar, del apellido del físico italiano Galvani; pasteurizar, de cientes, angustiados por el futuro del país, es que el ataque
Pasteur, notable químico y biólogo francés; vulcanizar, del justificado y la satanización injustificada lleguen a afectar a la
nombre del dios romano del fuego, Vulcano. Mucho más política económica, a los programas de reforma y a la filosofía
moderno es el verbo calcutizar, formado sobre Calcuta, que los inspira...” (“Satanizar”, en El Sol del 7/7/97).
nombre de esa ciudad de la India; verbo —casi siem-
pre usado como pronominal— que no registra todavía Satanizar todo lo que un gobierno hace (y aun sus pre-
el DRAE 2001. suntas o inventadas intenciones) es la consigna de cierta
En setiembre de 1988, Mario Vargas Llosa consi- destructiva —y, a la larga, autodestructiva— oposición
deraba la política del entonces presidente del Perú, Alan política en el Perú de hoy y de antes. Es digna de un
García, como: profundo estudio sociológico la letal eficacia que puede
tener una persistente satanización de algunas institucio-
“...la política que arruinó al país, destruyó el ahorro, ahuyen- nes o personas, con un costo que siempre ha tenido que
tó la inversión, nos aisló del mundo, satanizó a los empresa- asumir el país entero.
rios, pretendió estatizar [véase] nuestra economía y condenó El DRAE 2001 no registra el postverbal satanización.
al Perú rural a la miseria”. (Contra viento y marea 3, pág. 406).

Y un mes después escribía, sobre la realidad económica


hispanoamericana:

“La ‘empresa’ está tan satanizada por la cultura política lati-


noamericana como el ‘capital extranjero’ y la ‘trasnacional’:
ella es una de las heroínas de nuestra demonología ideológi-
ca”. (Íd. íd., pág. 432).

Nueve años más tarde, en julio de 1997, José María de


Romaña escribía: “Literalmente, satanizar es convertir

340 341
de intensidad (prosódico, y a veces también ortográfico) que
radica en una de ellas. El fondo o esencia del signo lin-
güístico es, precisamente, su significado.
Una diferencia semántica es, pues, una diferencia
de fondo, no de forma. Puede llegar a ser la máxima di-
ferencia de sentido que existe entre palabras tales como
Dios y hombre, vida y muerte, blanco y negro, antes y después.
En la raíz de la minimización del significado del
SEMÁNTICO adjetivo semántico parece haber un subconsciente des-
dén por lo intrínsecamente lingüístico. Pero, aun para
Algunas personas parecen estar convencidas de que el minimizar el valor de la palabra es necesario un buen
adjetivo semántico significa ‘solo gramatical’, ‘meramente conocimiento del lenguaje. Lo que muchos, al parecer,
formal’ y, en consecuencia, ‘no grave’, ‘poco importan- quieren decir —pero no dicen— cuando se refieren a
te’, ‘intrascendente’, ‘superficial’. poco importantes “diferencias semánticas” es “diferen-
Por eso es frecuente leer y oír frases tales como: cias terminológicas” o simples cuestiones de palabras. Porque
“parece que habrá consenso, porque las divergencias son las verdaderas diferencias semánticas son, por definición,
solo semánticas”; “hay desacuerdos meramente semánticos esenciales.
entre los miembros de la Comisión”; “se aprobaron, con Don Fernando Lázaro Carreter censuraba acre-
solo cambios semánticos, cuatro títulos del Código”; “en mente el “idioma caótico” de quienes creen que lo se-
lo esencial estamos de acuerdo; solo nos falta resolver mántico se refiere a lo intrascendente o meramente for-
algunas diferencias semánticas”. mal en el lenguaje. Y concluía:
Pero semántico, según el sentido correcto que con-
signa el Diccionario académico, en su primera acepción, “...la Semántica es la ciencia de las significaciones, de los con-
es lo “perteneciente o relativo a la significación de las tenidos; si las diferencias son semánticas, es que son totales”.
palabras”. Ciencia lingüística bastante reciente, la Se- (El dardo en la palabra, pág. 617; cfr. t. íd. íd., págs. 79-81).
mántica —creada por Michel Bréal a fines del siglo XIX,
en francés Sémantique— se define como el “estudio del El uso disparatado de semántico por ‘meramente formal’,
significado de los signos lingüísticos y de sus combina- ‘terminológico’ se ha difundido en España y América en
ciones” (segunda acepción del DRAE 2001). la segunda mitad del siglo XX.
El signo lingüístico es la palabra. En español, la forma
del signo lingüístico o palabra está constituida por los
sonidos significativos o fonemas (vocales y consonantes, repre-
sentados por letras o grafías en la lengua escrita); por
las combinaciones de fonemas en sílabas y por el acento

342 343
son inaceptables, por lo tanto, el femenino seuda y los
plurales seudos, seudas, que proliferan aun en la pren-
sa escrita.
Hace algún tiempo, un titular de El Comercio de
Lima decía, por ejemplo: “Detienen a seudos notarios”.
Y en el texto se explicaba que “intervinieron las oficinas
de seudos notarios” quienes “ilegalmente legalizaban [sic]
documentos”. (Edición del 10/3/91, pág. A12). El mismo
*SEUDOS, *SEUDA(S) diario había informado antes sobre “una seuda comisión
reorganizadora” de cierta universidad peruana (edición
Seudo es un elemento compositivo prefijal que significa del 3/12/89, pág. A3); también sobre “la proliferación
‘falso’, ‘supuesto’, ‘ficticio’, ‘espurio’. Viene de pseudo-, de pseudas academias folklóricas” en las que ejercen la
primer morfema de palabras griegas compuestas, saca- docencia “pseudos profesores” de marinera. (Edición del
do del adjetivo pseudés que significa ‘mentiroso, falso’. 20/3/89, pág. A5). ¿Habrán sido responsables de estos
En su forma etimológica, pseudo (la p inicial no debe errores algunos seudocorrectores?
pronunciarse) está documentado en castellano desde Caso muy distinto es la sustantivación y pluraliza-
fines del siglo XVI. Su forma moderna, seudo, está en ción deliberadas de seudo en este texto de Vargas Llosa
el Diccionario de la Academia desde principios del siglo sobre la responsabilidad de:
XIX.
Hasta la edición de 1984 del Diccionario oficial, la “quienes, teniendo, como nunca antes, todo en sus manos
Academia consideraba a seudo o pseudo como un adjetivo para cambiar el destino de América Latina, hicieron lo nece-
invariable en su terminación para el género y el núme- sario para que éste permaneciera dentro del círculo vicioso
ro; admitía, por tanto, que se escribiera separado del tradicional de los tres seudos, los grandes protagonistas de
sustantivo que modificaba: seudo profeta. nuestra historia: seudodemocracia, seudocapitalismo y seudorrevo-
Pero desde la edición de 1992 el Diccionario aca- lución”. (Artículo titulado “Ruido de sables”, incluido en De-
démico solo incluye seudo o pseudo como elemento com- safíos a la libertad, pág. 103).
positivo, es decir, como primer morfema (o prefijo) de
palabras compuestas tales como seudónimo, seudópodo,
seudocientífico, seudohermafrodita. Sin embargo, en la len-
gua culta de España y América se acepta escribir seudo
como partícula separada (la variante etimológica pseudo
va cayendo en desuso).
Lo que la lengua culta no acepta, sin embargo,
es hacer variar a seudo para el género y el número:

344 345
surgieron varias designaciones, y aun hubo cierta pre-
sión para que la Academia se pronunciara por una de
ellas. De acuerdo con las tendencias y posibilidades de
la lengua destacaron tres opciones:
Primera: sidoso, formada por analogía con gotoso,
griposo, varioloso, la cual encontró en algunos lexicólogos
un rechazo visceral, explicable tal vez por la histórica
resonancia negativa de análogos términos como sarnoso,
SIDA leproso, tuberculoso.
Segunda: sídico, acuñada en el molde de tísico, tífico,
Han transcurrido ya unos treinta años desde que irrum- que tuvo desde el principio muy poca aceptación.
pió en el mundo entero la terrible —y hasta ahora in- Tercera: sidático, formada a semejanza de asmático,
curable— enfermedad viral bautizada en inglés como reumático y respaldada por el análogo derivado francés
acquired inmunodeficiency syndrome, más conocida en ese sidatique. La Real Academia expresó su preferencia por
idioma por su sigla AIDS (que, por azar y cruel ironía, sidático en una nota de diciembre de 1993, pero al fin se
coincide con la palabra aids ‘ayudas, auxilios’). decidió por sidoso, que se registra en el DRAE 2001.
Al hacerse la traducción al español, el resultado En cuanto a otros derivados de sida, se han señala-
fue síndrome de inmunodeficiencia adquirida, la corres- do dos usos cubanos: sidatorio ‘hospital en que se recluye
pondiente sigla SIDA no tomó en cuenta —como es a algunos enfermos de sida’ y sidaca ‘enfermo de sida’,
usual— la preposición de, y sí —como en inglés— la con el mismo matiz despectivo que tiene el peninsular
d inicial del segundo elemento del vocablo compuesto sudaca, aplicado al sudamericano, o al hispanoamericano
inmunodeficiencia. en general.
La Real Academia Española aprobó en 1986 la in-
clusión en el Diccionario de la palabra artificial sida. Así se
hizo en la edición de 1992, que también incluyó el poco
usado término de siquiatría sidafobia “temor morboso al
sida”.
El Diccionario académico no incluyó, entonces,
ninguna designación específica del enfermo de sida.
Es verdad que, como lo ha señalado Fernando Lázaro
Carreter, hay también en español otros nombres de en-
fermedades —tales como sarampión, lumbago, tétanos—
a los cuales no corresponden designaciones específicas
para los enfermos respectivos. Pero en el caso de sida sí

346 347
“El Jefe del Estado [don José Pardo y Barreda] asistió con dis-
tinguido personal al local de la zona que por ley le corresponde,
y de acuerdo con prácticas recientes establecidas, y que en mi
concepto constituyen una corruptela de nuestro régimen de-
mocrático, fue obsequiado con una silbatina que felizmente fue
apagada por no menos intempestivos aplausos”. (Pág. 162).

En El pez en el agua, Vargas Llosa recuerda que los luga-


SILBATINA res del Perú en que percibió mayor rechazo a su candi-
datura presidencial fueron las regiones campesinas más
En el Perú, el Ecuador y los países del Cono Sur se dice pobres; entre ellas, “Puno, uno de los departamentos
silbatina en vez de silba, rechifla o pita, términos equiva- más miserables (y más ricos en historia y en belleza na-
lentes en la lengua general. Otro peruanismo —y ame- tural) del país”. Y sigue
ricanismo— equivalente de silbatina es pifia, y son sinó-
nimos menos cercanos siseo, chicheo y abucheo, también “Todas mis giras puneñas fueron objeto de violentas contra-
términos del español general. manifestaciones. En la del 18 de marzo de 1989, en la ciudad
Para llegar al derivado silbatina partiendo de sil- de Puno, Beatriz Merino, luego de pronunciar su discurso,
ba o silbo (equivalentes de silbido), es indispensable pa- sin amilanarse ante una muchedumbre que la abucheaba y le
sar por la forma intermedia silbato, que explica la t de gritaba ‘¡Fuera, tía Julia!’ (nos aplaudía apenas un puñadito
silbatina. de pepesistas pues Acción Popular había boicoteado el mitin),
El sufijo -ato (presente en derivados como mandato, cayó desmayada por la impresión y por los cuatro mil metros
decanato, asesinato) expresa, en el caso de silbato, la idea de altura y hubo que darle oxígeno allí mismo, en un rincón
de ‘instrumento’ con que se produce un sonido pareci- del estrado. Al día siguiente, 19 de marzo, en Juliaca, Miguel
do al del silbo (este tiene, como órganos exclusivos, los Cruchaga y yo casi no pudimos hablar por la silbatina y los
humanos de la fonación). El sufijo final -ina expresa, a gritos (‘¡Fuera, españoles!’)”. (Pág. 366).
su vez, ‘acción colectiva’ (a veces con un matiz de desor-
den o violencia, tal como en tremolina, degollina). Silbatina y pifia (se oyen también los respectivos deriva-
La silbatina está directamente asociada a la vida po- dos equivalentes silbadera y pifiadera) no están, sin embar-
lítica peruana pasada y presente. go, circunscritas al ámbito de la política. Pueden sufrirlas
Entre las Crónicas político-doméstico-taurinas de Juan también los protagonistas de las llamadas artes del espectá-
Apapucio Corrales (seudónimo de Clemente Palma), culo (teatro, ópera, ballet, etc.); de los deportes masivos
una crónica taurina correspondiente al 27 de enero de como el fútbol, o de las corridas de toros. En estos dos
1918 —toreaba Juan Belmonte— relata: últimos casos, árbitros, jueces de línea y picadores son los
blancos preferidos.

348 349
francés en el siglo XVIII, al inglés y al italiano en el XIX
y más tarde al portugués y al alemán. Con el moderno
sentido de ‘depósito subterráneo de misiles’ se ha difun-
dido desde el inglés (pronunciado aproximadamente
sailo) a partir de la segunda guerra mundial.
Cierra el círculo de esta peculiar historia de la
palabra silo, el cambio semántico experimentado en el
Perú, sin duda a partir de la acepción que figura como
SILO segunda en el Diccionario: “lugar subterráneo, profundo
y oscuro”. En efecto, es corriente entre nosotros usar el
Silo es una palabra de historia interesante y peculiar. Su término silo para denominar el pozo negro, llamado tam-
origen es incierto: hoy se descarta la etimología latina bién pozo séptico y, en algunas regiones hispanohablantes,
que antes se aceptaba. Silo puede estar en relación con pozo ciego.
el vasco —lengua prerrománica sin ningún parentesco Este uso nuestro se documenta ya a fines del si-
con el latín— o ser de origen celta, lengua indoeuropea glo XVIII. En efecto, en el “Tratado sobre las aguas de
lejanamente emparentada con el latín. los valles de lima”, publicado en el Mercurio Peruano en
El Diccionario de la Academia define silo, en pri- 1793, se habla de “las varias Acequias, sabiamente distri-
mer lugar, como “lugar subterráneo y seco en donde buidas con destino al servicio y aseo de la Población” y
se guarda el trigo u otros granos, semillas o forrajes”. Y de que:
añade, al fin de esta primera acepción: “Modernamen-
te se construyen depósitos semejantes sobre el terreno”. “El Rio Rímac es quien provee estas Acequias, sobre cuya
Como segunda acepción, el DRAE da para silo la de “lu- nueva forma, ó descubierta ó subterránea, igualmente que
gar subterráneo, profundo y oscuro”. Y como tercera sobre su extinción, subrogándose á ellas Silos domésticos,
acepción, la que silo tiene por una moderna extensión Depósitos generales, ó Alcantarillas maestras á que tengan
de sentido: “depósito subterráneo de misiles”. salida, se han tentado en varios tiempos bien meditados me-
Es curioso que la palabra silo, documentada en cas- dios...” (VII, pág. 192).
tellano desde hace diez siglos, sea sin embargo un térmi-
no ajeno a las demás lenguas latinas, incluidas aquellas En el actual español del Perú silo se aplica también, por
dos que comparten con el español el área de la Penínsu- una nueva extensión de sentido, al retrete rudimentario
la Ibérica: el catalán y el portugués. construido generalmente a ras del suelo (véase wáter).
Y es más curioso todavía que una palabra exclusiva
del español se haya difundido internacionalmente, en
los últimos tiempos, con el sentido de ‘depósito (subte-
rráneo o superficial) de granos o forraje’. Silo pasó al

350 351
En una información publicada en El Comercio de Lima
sobre los Premios Príncipe de Asturias, se recuerda a los
interesados que los documentos sobre candidatos pro-
puestos pueden dejarse “en las oficinas de la Embajada
de España, sito en Av. Jorge Basadre 498, San Isidro”.
(Edición del 7/3/91, pág. C10; las cursivas son mías).
En vez de usar incorrectamente, como invariable,
un adjetivo que no se conoce bien, podría emplearse su
SITO equivalente situado, que no tiene problemas en cuanto
a variación según el género y el número del sustantivo
Sito es una palabra de origen incierto (hoy se siente que califica.
como si estuviera en relación directa con sitio) y de pecu- Los cultismos deben usarse cultamente.
liar vida en español; probablemente se deriva del latín
situs ‘dejado’. Sito es un adjetivo empleado sobre todo en
el lenguaje jurídico, y en él su uso está prácticamente
restringido a la calificación de los bienes inmuebles o bienes
raíces, llamados también bienes sitos.
Sito equivale generalmente al participio adjetivado
situado, y así como situado varía en su terminación según
el género y el número del sustantivo que califica (casa si-
tuada, casas situadas; local situado, locales situados), sito tiene
que cambiar su terminación según el género y el núme-
ro del sustantivo que modifica: edificio sito, edificios sitos;
finca sita, fincas sitas.
Sin embargo, muchas personas creen que sito es
una palabra invariable. Por eso es frecuente leer en la
prensa frases como estas:

“la matrícula está abierta en los locales sito en las


calles mencionadas”;
“se inauguró la muestra en la galería sito en una
importante avenida”;
“los documentos pueden entregarse en nuestras ofi-
cinas sito en el edificio siguiente”.

352 353
acercarme a él, va a creer que lo estoy sobando y yo trataba
de hablarle por amistad”. (Pág. 240).

El derivado sobón (con su femenino sobona), de uso adje-


tivo y sustantivo en nuestra habla familiar, define, según
la primera acepción del Diccionario académico, al “que
por su excesiva familiaridad, caricias y halagos se hace
fastidioso”.
SOBÓN Pero esa acepción figurada de sobón no implica los
matices semánticos de ‘hipocresía’, ‘interés propio’ o
El verbo sobar es una palabra de origen incierto, docu- ‘conveniencia egoísta’ que el término tiene en el español
mentada en castellano desde el siglo XI. de América: sobón es sinónimo de adulón, y el derivado
Según el Diccionario de la Academia, sobar es, en sobonería equivale a adulonería o adulación.
primer término, “manejar y oprimir una cosa repetida- En sobón, el elemento compositivo -ón pospuesto
mente a fin de que se ablande o suavice”; sobar resulta, a la raíz del verbo aporta un matiz semántico a la vez
en esta acepción, sinónimo no estricto de amasar. Como intensivo y despectivo, tal como se comprueba en los
tercera acepción, figura en el DRAE 2001 la de “mano- derivados verbales análogos mirón, llorón, gritón, tragón,
sear a alguien”. mandón y muchos otros.
No figuran, en cambio, en el Diccionario oficial ni la Si a estas formas se añadiera —lo que no es usual—
acepción de ‘frotar, friccionar’ ni la figurada de ‘adular’ el sufijo de superlativo -ísimo, los derivados resultantes
que tiene sobar en el habla familiar del Perú y otros paí- serían, respectivamente, mironísimo, lloronísimo, gritonísi-
ses de la América hispana; de la primera puede haber mo, tragonísimo, mandonísimo, etc. Y, por lo tanto, también
surgido la segunda, por la imagen del que, obsequio- sobonísimo.
so, pasa repetidamente la mano sobre el hombro o la Pero Bryce usa, en Un mundo para Julius, una for-
espalda del adulado. El DRAE registra, sin embargo, la ma anómala de superlativo: sobonsísimo. Cuando se están
locución verbal argentina sobar el lomo “adular, halagar preparando unas crêpes Suzette en honor del niño de la
a alguien para obtener de él alguna ventaja”, en la que casa:
está presente la imagen sugerida.
En La ciudad y los perros, Vargas Llosa pone, en el “...Julius, que ya le andaba bostezando en la cara hasta al
monólogo interior del protagonista, estas palabras refe- propio Juan Lucas, no tuvo más remedio que despertar de
ridas a un compañero: nuevo al ver que maitre y mozo, felices, instalaban el apara-
to sobre la mesa, el hornillo de plata reluciente, la pequeña
“El Jaguar ha cambiado mucho, es para asustarse. Anda sartén y todo, mirándolo sobonsísimos y deseando que él les
furioso, no se le puede hablar [...]. No pienso volver a preguntara algo...” (pág. 199).

354 355
Bryce usa también el derivado, muy frecuente, sobonería.
En No me esperen en abril, Manongo Sterne recuerda el
grave incidente escolar que más tarde causó su expul-
sión del colegio:

“Dos o tres compañeros que le pegaron de verdad no era


nada al lado del daño que él les había hecho a sus compañe-
ros. Además, pudieron haberle pegado por miedo, por sobo-
nería de niños, porque se tomaron lo militar o al furibundo SOBREPARAR
militar en serio...” (pág. 42).
En una de sus lúcidas Prosas apátridas escribe Julio Ra-
Sobar y adular, sobón y adulón, sobonería y adulonería son món Ribeyro, entonces ciudadano de París:
parejas de palabras que expresan, en el español del
Perú, una misma faceta, negativa, de un rasgo de pe- “En la calle Gay Lussac me cruzo con el colombiano que viajó
queñez en la conducta humana. en mi camarote cuando regresé al Perú en 1958 a bordo del
Marco Polo. Entonces fuimos muy amigos, vivíamos encerra-
dos en un pequeño espacio, leíamos, fumábamos y bebíamos
juntos. Ahora, seis años más tarde, nos cruzamos como dos
desconocidos, sin ánimo de sobrepararnos para estrecharnos la
mano”. (Pág. 86).

En su importante “Informe sobre Uchuraccay”, Vargas


Llosa usa sobreparar en contextos más prosaicos:

“Los viajeros pasaron un solo control, a la salida de Ayacu-


cho: la barrera policial de la Magdalena. Este control fue más
simbólico que real. El chofer apenas sobreparó, dentro de cier-
ta congestión de vehículos [...]. El chofer sobreparó, en la cola
de vehículos...” (En Contra viento y marea 3, págs. 85 y 146).

Sobreparar significa en el Perú ‘parar a medias’, ‘detener-


se solo un instante’, ‘parar súbitamente’.
El elemento compositivo sobre-, unido a verbos,
puede aportar, entre otras, la idea de ‘superposición’

356 357
(como en sobresalir, sobrenadar), la de ‘repetición, dema-
sía’ (como en sobrecargar, sobregirar, sobrealimentar) o la de
‘acción súbita’ (como en sobresaltar, sobrecoger, sobrevenir).
En sobreparar el sentido de ‘acción repentina’ se ha con-
jugado con el de ‘acción ejecutada a medias’ que apare-
ce en formas verbales obsolescentes tales como sobrecurar
‘curar a medias’ o sobrebarrer ‘barrer ligeramente’.
Sobreparar, como se ha visto en el primer ejemplo,
se usa también en su forma pronominal sobrepararse. Y SOFISTICADO
de nuevo es Ribeyro quien nos proporciona otro caso
del uso reflexivo, esta vez en su Crónica de San Gabriel: El Diccionario de la Real Academia registra —solo desde
su edición de 1992— acepciones positivas del participio
“Al verme Leticia se sobreparó en el umbral, pero luego pro- adjetivado sofisticado, tales como ‘elegante, refinado’ y
siguió su camino [...] Felipe cruzó de largo, sin sobrepararse ‘técnicamente avanzado’ en referencia a aparatos o me-
siquiera...” (págs. 93 y 119). canismos. Estos usos se han impuesto en el español ame-
ricano y peninsular sobre los primeros —negativos— de
Sobreparar no está registrado en el Diccionario de la Aca- ‘falto de naturalidad’, ‘afectadamente refinado’.
demia, ni en los diccionarios de americanismos más Sofisticado equivale hoy a exquisito, refinado, distingui-
importantes (Santamaría, Malaret, Morínigo, Haensch- do, mundano. Una belleza sofisticada es una belleza muy
Werner, entre otros), pero ya aparece en el Diccionario de cuidada (y, tal vez algo artificial). Puede haber, asimismo,
Americanismos publicado por la Asociación de Academias una elegancia sofisticada, gustos sofisticados, un lenguaje so-
de la Lengua Española en el año 2010. fisticado, actitudes sofisticadas. El calificativo se aplica tam-
Este gráfico verbo parece de exclusivo uso perua- bién a todo aquello que podría atraer a una personalidad
no. Pero tampoco aparece en el Diccionario de peruanis- sofisticada: lugares de esparcimiento, modas, perfumes y
mos de Arona, ni en vocabularios peruanos modernos ta- aun libros u objetos de arte.
les como los de Miguel Ángel Ugarte Chamorro y Juan Referido a máquinas, vehículos, instrumentos o
Álvarez Vita. armas, sofisticado equivale, como se ha dicho, ha evolucio-
nado, complejo, complicado, de alta tecnología o precisión (y,
muchas veces, de difícil manejo). Se habla, así, de com-
putadoras muy sofisticadas y aun de vehículos espaciales
ultrasofisticados.
En su descarnado y hermoso diario, Ribeyro habla
en cierta ocasión sobre una mujer “rubia, un poco sofis-
ticada, con aspecto de actriz” (La tentación del fracaso, II,

358 359
pág. 71). En otro momento de su vida se siente desam-
bientado en una estación de esquí:

“Los pies helados por haber venido vestido de ciudadano a


un lugar que exige una indumentaria cara y sofisticada”, (íd.
íd., pág. 198).

Y más tarde describe la casa solariega cercana a Porto


Ercole, en Italia, en la que está pasando unas vacaciones: STATUS
“...es una mansión maravillosa, obra de algún millonario de- Status es una palabra latina, derivada del verbo stare (éti-
mente: dos piscinas, diez habitaciones con baño, cocina ul- mo del español estar).
trasofisticada, salón rústico, salón morisco, biblioteca, y una En latín status ofrecía un verdadero abanico semán-
huerta-jardín construida en diferentes terrazas...” (Íd. íd., tico, pues significaba ‘postura’ (especialmente el ‘acto de
págs. 210-211). estar de pie’), ‘descanso, reposo’, ‘inmovilidad’, ‘estabili-
dad’, ‘actitud’, ‘situación’. En usos figurados se aplicaba
Sofisticar, derivado de sofístico, tuvo originalmente el también, entre otras cosas, a la ‘forma de gobierno’ o al
sentido de “adulterar, falsificar con sofismas o procedi- ‘punto de debate’. Status vitae equivalía a ‘situación so-
mientos engañosos”. Así aparecía todavía en la edición cial’ (así lo emplea Cicerón).
de 1984 del Diccionario académico; en las de 1992 y 2001 A fines del siglo XVII, el inglés tomó status del latín
se registra como ‘adulterar, falsear’, ‘falsificar’. clásico. El latinismo se difundió en esa lengua como térmi-
Análogos sentidos tenía en inglés el latinismo (to- no de la patología, y luego del derecho. Pero, a partir del
mado, a su vez, del griego) to sophisticate, documentado siglo XIX, status (o la locución nominal equivalente, social
en esa lengua sajona desde el siglo XVII. El cambio se- status) se aplica a la ‘posición jerárquica que una persona
mántico que condujo a los usos positivos y modernos o un grupo humano ocupa en la sociedad’, ya sea por na-
de sofisticar, sofisticado y sofisticación se produjo primero cimiento o por logros personales. Dentro de la sociedad
en el inglés de los Estados Unidos. De allí pasó al de In- moderna occidental, urbana e industrializada, se constata
glaterra y luego al francés, al español y a otras lenguas hoy una dura lucha por acceder a un status más alto. (La
europeas. palabra, sin adjetivación, tiene connotación positiva).
El latinismo status se ha difundido recientemente
en español por la vía del inglés; puede considerársele,
por lo tanto, como un anglicismo.
Don Fernando Lázaro perdía la paciencia ante el
uso actual de status en español.

360 361
Primero, por el abuso que se hace de la palabra, a Pero el uso de este latinismo-anglicismo había lle-
su juicio sustituible: gado ya hasta el lenguaje de los propios académicos de
la Española.
“La cual está trepando por las columnas de los diarios, Por ejemplo, Gregorio Salvador, quien se incorpo-
e infiltrándose por el tejido del habla pública cotidiana, ró como Miembro de Número en 1987 con un original
con virulencia tropical. Por cualquier rincón de la prosa discurso sobre la letra q, usa en él status (en la forma
periodística, oral o escrita, asoma su culta faz; y aletea estatus, que está adaptada a la fonética española). Dice
en toda parla con pujos de distinción. [...] Parece que el Salvador, exvicepresidente de la Real Academia Españo-
triunfo social consiste hoy en conseguir un status, es decir, la, que, entre las veintinueve letras de nuestro alfabeto,
en algo rebautizado a la inglesa. Porque tal cosa, obvio tenemos “dos dígrafos con estatus de letra, la ch y la ll”. Y
es recordarlo, se llamó siempre, en el castellano secular, refiriéndose a la q, que solo se usa con una u siguiente,
situación, posición o rango; incluso categoría”. (El dardo en la afirma:
palabra, pág. 347).
“...si la consideramos como lo que realmente es, como una
Y segundo, por la heterodoxa trayectoria del término: letra doble, como un dígrafo, [...] lo que creo es que, bajo
ningún concepto, debiera alterarse ese estatus”. (“Latina y
“Que se trate de un vocablo latino no impide su pertenencia académica” en Historia de las letras, pág. 180).
a la angloparla. [...] El caso es que estamos asistiendo a un
fascinante episodio de latinización del español. [...] Paradóji- Estatus es también la forma que emplea Alfredo Bryce
camente, son sus agentes actuales los bárbaros del Norte [...]. en No me esperen en abril: “habían vendido el estatus
Ahora, hombres de alma electrónica y ojos azules realizan que representaba para ella su flamante Pontiac azul”
esta hazaña de hacernos ultralatinos, de invadirnos con una (pág. 178).
materia prima que era nuestra por herencia en primer gra- Sea en su forma latina original, status, o en la castellani-
do”. (Íd. íd., págs. 347-348). zada estatus, el término —hoy insustituible en el español
culto de ambos continentes— ha obtenido, por fin, esta-
A fines de 1986, status estuvo entre algunas palabras tus académico. El DRAE 2001 lo registra con dos acep-
preadmitidas por la Real Academia Española (en ciones: “posición que una persona ocupa en la sociedad
unas “Enmiendas y adiciones” al Diccionario oficial). o dentro de un grupo social” y “situación relativa de
El término se consignó, solo como marginal, en el algo dentro de un determinado marco de referencia”.
Diccionario manual de la Academia (edición de 1989)
con la acepción de “posición social que una persona
ocupa dentro de un grupo o en la sociedad”. No se
incluyó, sin embargo, en la edición de 1992 del Dic-
cionario oficial.

362 363
Pero la definición académica de tacón no vale para el
llamado tacón de cuña, que se une al zapato no solo en la
zona correspondiente al talón sino en toda la longitud del
calzado, hasta la punta. En el Perú se llama, análogamen-
te, taco de cuña; en Chile taco terraplén y en la Argentina taco
chino. Conservando el término general tacón, en Colombia
se le llama tacón corrido y en Venezuela tacón cubano.
Volviendo al uso peruano, ya en 1883 decía Juan
TACO de Arona que taco por tacón era “un vulgarismo inso-
portable, y tan corriente, que forma parte de nuestra
Según el notable etimólogo catalán Joan Corominas, taco conversación, y hasta de nuestros escritos literarios, dra-
forma parte de un grupo de palabras, de origen desco- máticos, etc.” (Diccionario de peruanismos, s. v.).
nocido, que son comunes a las más importantes lenguas En efecto, taco por tacón se documenta ampliamen-
latinas y germánicas de Occidente. te en la literatura peruana, incluidos los versos de Valle-
En el DRAE 2001 taco se registra con veintisiete jo. En Poemas humanos, por ejemplo, se lee:
acepciones: materiales, figuradas; generales, dialectales,
locales, coloquiales, etc. “...coteja su coturno con mi traspié sin taco, / la primavera
La primera es “pedazo de madera, metal u otra exacta de picotón de buitre”.
materia, corto y grueso”; entre las que siguen están, por
ejemplo, “bocado o comida muy ligera” y “voto, jura- Y también:
mento, palabrota”.
Hay que llegar a la acepción número 23 para ente- “Ha de cantar calzado de este sollozo innato, / hombre con
rarnos de que taco es, en la América del Sur y en Puerto taco...” (en Obra poética completa, edición Moncloa, págs. 283
Rico, equivalente de la forma general tacón. ¿Y cómo se y 345).
define tacón, obvio derivado de taco? Pues como la “pieza
de mayor o menor altura unida a la suela del calzado en Vargas Llosa emplea la expresión, usual en el Perú, za-
la parte que corresponde al calcañar”. Es decir, al talón; patos sin taco como equivalente de zapatos de taco bajo o
la superficie de contacto es más o menos circular. de taco chato (Conversación en La Catedral, I, pág. 44). En
En el DRAE 2001 se describen dos tipos de taco- La casa verde predomina el americanismo taco (cfr. págs.
nes: el alto y el de aguja, “muy fino y alto”. En el Perú se 166, 312, 327), pero en una ocasión el autor usa, ex-
distinguen: el taco alto, el taco bajo o chato (véase), el taco cepcionalmente, el término general: “zapatos blancos de
cubano (grueso y de altura mediana), el académico taco tacón” (pág. 311).
aguja (en el Cono Sur, taco alfiler) y el taco aperillado (lla- En Crónica de San Gabriel, Julio Ramón Ribeyro
mado también taco Luis XV). describe a Leticia bailando en la sala de la casa-hacienda:

364 365
“Desde un rincón la veía pasar de brazo en brazo, la cabeza
muy levantada, esbelta sobre sus zapatos de taco”. (Pág. 29).

Pero antes había usado el término general al referirse a


la misma Leticia, “ceñida en un vestido rojo, sobre altos
tacones”. (Íd. íd., pág. 27).
Jaime Bayly, en Los últimos días de La Prensa, crea
un personaje, el de la intrigante secretaria Patty, que tie-
ne como característica taconear (DRAE), es decir, hacer TAITA
sonar, o golpear, sus tacones o tacos al caminar:
Taita y tata, variantes de una misma palabra que origi-
“Patty cruzó la redacción haciendo sonar sus tacos...” nalmente pertenece al lenguaje infantil, son apelativos
(pág. 29). del padre tradicionales en español, aunque actualmente
“Patty entró en la redacción haciendo sonar sus tacos”. tienen mayor vigencia en la América hispana.
(Pág. 79). Tata se tomó directa y fielmente del latín tata ‘pa-
“Estaba indignada. Gesticulaba, agitaba los brazos, hablaba a dre’. Taita se explica por un cruce posterior de tata con
gritos, golpeaba sus tacos en el endeble piso de madera de la el vascuence aita, que igualmente significa ‘padre’.
redacción”. (Pág. 179). Tata se documenta en castellano desde el siglo
X, y taita desde el XV. El origen latino y peninsular
Por último, hay un modo adverbial, de taquito (con el de la variante taita está fuera de toda duda, pues el
diminutivo que censuraba doblemente Arona), que nos término aparece ya en unos versos de Antón de Mon-
viene del fútbol rioplatense. Golpear o darle a la pelota toro, poeta que murió en 1480; es decir, doce años
de taquito es hacerlo ‘con el talón’ y, por extensión, hacer antes del descubrimiento de América. Los versos son
algo ‘con facilidad, sin mayor esfuerzo’. estos:

“Para niños que non han [‘no tienen’]


más saber que decir taita
es oír los que se van
tras los coros de la gaita”. (Citado por Ángel Rosenblat en
“Notas de morfología dialectal”; BDHA, II, pág. 128).

A pesar de pruebas tan contundentes como esta, hay to-


davía quienes siguen propugnando para taita un origen
quechua, aimara o aun azteca.

366 367
Pero en quechua padre es yaya. Así aparece en el de todos— entre los ámbitos léxicos de las lenguas más
primer Lexicón o vocabulario de esa lengua, publicado diversas.
por Fray Domingo de Santo Tomás en 1560, el cual no Así, tata es ‘padre’ en latín y, de allí, también en
registra taita. Tampoco aparece taita ‘padre’ en el Voca- castellano; es igualmente ‘padre’ en sánscrito y en ruso.
bulario quechua de González Holguín, de 1608. Las cuatro lenguas pertenecen a la familia indoeuropea.
Lo cierto es que, más tarde, la palabra taita fue tan Por otra parte yaya, la palabra quechua original
plenamente asimilada por el quechua que sus actuales para designar al padre, se usa también con este sentido
hablantes la sienten como propia de esa lengua. en el dialecto aragonés del español. Yaya significa, asi-
José María Arguedas, bilingüe de quechua y es- mismo, ‘abuela’ en catalán, ‘tía’ en Navarra y ‘hermana’
pañol, se refiere en Agua al “tayta Vilkas”, indio viejo en la provincia argentina de La Rioja. En el español del
respetado por los comuneros (la grafía tayta se explica Perú yaya es término del lenguaje infantil que designa
por mero prurito arcaizante). Arguedas pone en boca cualquier herida, lesión o dolor.
de los personajes de Agua referencias a “Taytacha Dios” Volviendo al uso peruano de taita, Ciro Alegría
(taytacha ‘padrecito’ lleva el sufijo quechua de diminu- emplea también un diminutivo taitito (en Los perros ham-
tivo -cha); en ese texto Arguedas usa también taytakuna brientos, págs. 34 y 36). Alfredo Bryce prefiere el más
por ‘padres de familia’; el sufijo quechua -kuna indica usual taitita (“taitita Dios” en No me esperen en abril, pág.
plural. (Véase Diamantes y pedernales. Agua, págs. 103, 422).
104, 105, 109). En cuanto al aspecto semántico, taita designa hoy,
La sufijación señalada es prueba del profundo en el argot carcelario del Perú, al preso que hace de jefe
arraigo de taita en quechua. Pero, frente al arraigo en un pabellón del penal.
comprobado de taita en quechua, hay —como se ha
visto— pruebas irrefutables de su existencia en caste-
llano antes del contacto histórico entre ambas lenguas
y culturas.
Por último, vale la pena detenerse en el hecho de
que la forma original, tata, pertenece a un grupo, redu-
cido y marginal, de voces del lenguaje infantil que están
entre las llamadas de creación expresiva.
Esas palabras tienen, generalmente, estructura
fonética simple: una misma consonante repetida con
el apoyo de una a, que es la vocal de articulación más
abierta y natural. Sus significados se refieren a seres, co-
sas, procesos y actividades vitales para el infante y cons-
tituyen una suerte de limitada tierra de nadie —o tierra

368 369
Pero, además de este hecho morfológico y semán-
tico constatable en el léxico del español general, tinteri-
llo ha pasado —en América— por un nuevo proceso de
cambio de sentido: de ‘oficinista de bajo nivel’ a ‘seu-
doabogado’ o ‘abogado sin prestigio’. Convertido así
en sinónimo —aunque no estricto— de leguleyo, rábula
o picapleitos, y extendido su uso por casi toda la Améri-
ca hispana, tinterillo ha desarrollado varios derivados.
TINTERILLO El primero, tinterillada, designa —también despectiva-
mente— la maniobra jurídica no ética. Pero la tinteri-
Desde los inicios del siglo XV se llama tintero el ‘recipien- llada (o, más exactamente, la leguleyada) puede com-
te en que se pone la tinta de escribir’. El término resulta probarse aun en los procedimientos de algunos estudios
hoy obsoleto, al haber sido desplazada la pluma (de gan- (americanismo por bufetes) de abogados.
so o de metal) por el bolígrafo, la pluma estilográfica (pluma En su Diccionario de peruanismos, publicado en Lima
fuente, calco lingüístico de fountain pen, es un anglicismo en 1883, Juan de Arona decía que el término tinterillo
de América) y el finepen, otro —novísimo— anglicismo. designaba “á un abogadillo de tres al cuarto, á un tipejo de
Tintero, más el sufijo -illo, dio tinterillo, en princi- leguleyo”. Pero luego hacía una tajante distinción entre
pio diminutivo de tintero pero pronto (desde el siglo leguleyo y tinterillo.
XVII) aplicado como apelativo despectivo al ‘oficinista
de poca categoría’. Este desprestigiado servidor, que “El leguleyo, bien que mal, sabe ó aplica la ley; el animal que
tenía el tintero como objeto emblemático, ha recibido en los pueblos ó aldeas y en los Juzgados de Paz de Lima,
también otros apelativos peyorativos tales como chupa- con los apodos de Bizcocho frío y otros no menos pintorescos,
tintas y cagatintas. se dedica á defender indígenas y á otros más animales que
Volviendo al sufijo -illo, es un hecho notable —y va- él, lleva por todo atributo de Témis, por todo emblema de
rias veces notado en este libro— el moderno abandono su personería jurídica, un tintero, ó mejor, un tinterillo que
de su primera función de estricto diminutivo (semejante es el que le conviene por más portátil, que al fin nadie sabe
a la de -ito) y el paralelo desarrollo de una nueva fun- cómo, cuándo, ni dónde tendrá que extender sus escritos.
ción, hoy predominante: la de incrementador del léxico por Llamar leguleyo á un tinterillo nuestro sería hacerle tanto ho-
la vía de la renominalización, es decir, la producción de nor, como sería chocante y desgraciado calificar de tinterillo
nuevos sustantivos de contenido semántico diferente del a un leguleyo. Si éste es un término despreciativo, el otro es
de aquellos que funcionan como sus respectivas raíces. despreciativo de despreciativo”. (Págs. 478-479).
Pocos hablantes perciben hoy, por ejemplo, la relación
existente entre estribo y estribillo, cepo y cepillo, barco y bar- Arona se asombraba de que no se hubiera inventado to-
quillo, y muchos otros (véase cerquillo). davía la palabra tinterillaje para denominar —a la manera

370 371
de caudillaje— “los daños y perversión causados por la
falange de tinterillos”, (ob. cit., pág. 480).
En efecto, Palma no registraba todavía tinterillaje
entre sus Neologismos y americanismos, de 1896. Pero sí in-
cluyó el derivado en sus Papeletas lexicográficas, de 1903:

“Tinterillaje.- Este neologismo, de muy reciente vida, satisface


una exigencia de lenguaje, pues carecíamos de palabra que
expresase sintéticamente la idea de asociación de rábulas y TRASPIÉS
escritorzuelos para defender, en la prensa ó ante los tribuna-
les, una mala causa de partido o jurídica. El tinterillaje politi- En setiembre de 1987, Mario Vargas Llosa afirmó en un
quero es el más generalizado y odioso”. discurso (reproducido en Contra viento y marea 3) que la
anunciada estatización (véase estatizar) de la banca perua-
Más moderno que el sustantivo tinterillaje es el adjetivo na constituía “un verdadero traspiés en las credenciales
tinterillesco, aplicado a todo lo que se relaciona con las cívicas del partido de Haya de la Torre” (pág. 383).
actividades del tinterillo. Y en un subtítulo de su columna “Sin confirmar”,
publicada en El Comercio de Lima el 15/3/91, el periodis-
ta Alfonso Baella Tuesta se refería a un supuesto “Tras-
piés de la ex ministra Gloria Helfer”.
Ya en el siglo XIX Manuel Atanasio Fuentes,
“El Murciélago”, se refería a un maestro de baile que
“daba a sus pasos los nombres de figura real; traspies
circunflejo; paso de la sirenita; cohete de soga falso, etc.”.
(BCP 9*, pág. 307).
Pero traspiés no es un sustantivo en singular, sino el
plural de traspié, compuesto de tras y pie (documentado
en castellano desde el siglo XV) que en sentido literal
equivale a tropezón, resbalón y en sentido figurado es si-
nónimo de equivocación, paso en falso, indiscreción, metida
de pata.
El error se constata también en el idiolecto de Luis
Alberto Sánchez (“No hablemos del traspiés sobre el de-
porte...” en Caretas, edición del 25/11/91). Fuera del
Perú, el uso singular del plural traspiés se documenta,

372 373
por ejemplo, en Ramón Gómez de la Serna (“El morir
adviene en un traspiés” en Los muertos y las muertas, pág.
54; cit. M. Seco, Diccionario de dudas, s. v.) y en Carlos
Fuentes (“da un traspiés y cae” en Cambio de piel, pág.
437).
Ya en el siglo XVIII, don Leandro Fernández de
Moratín usa un plural reduplicado traspieses a pesar de
que emplea el singular correcto traspié. (Vocabulario de
Ruiz Morcuende, s.v.). *TRAUMAR
El uso de traspiés por traspié puede explicarse por
influencia de otros compuestos que, en singular, tienen En los últimos años se oye frecuentemente, aun en boca
como último elemento formativo el plural pies: un ciem- de siquiatras y sicólogos, un verbo traumar que no fi-
piés, un buscapiés. Pero traspié no forma parte de esa serie, gura en el DRAE 2001 (pero se incluirá en la próxima
sino de otra en la que el último elemento es el singular edición). Es igualmente muy usado el participio pasivo
pie: puntapié, hincapié, sobrepié ‘tumor de los caballos’, ba- adjetivado traumado, -a y, bastante menos, el participio
lompié (término con el que se trató de detener la difusión activo, igualmente adjetivado, traumante.
del anglicismo fútbol). El Libro de estilo del diario madrileño El País prescribe:

“traumado. Palabra incorrecta. Escríbase traumatizado”. (Edi-


ción de 1990).

Y repite la prescripción —o proscripción— en sus edi-


ciones de 1998 y 2002.
Traumar se deriva, obviamente, de trauma, palabra
de origen griego que en esa lengua significa ‘herida’.
En español ha dado origen a una verdadera familia de
palabras, que, en los últimos años, se han venido repar-
tiendo un área semántica antes no delimitada.
Así, traumatismo “lesión de los órganos o de los senti-
dos por acciones mecánicas externas” (DRAE 2001) hace
casa aparte con traumatología, traumatólogo y traumatoló-
gico para referirse a daños físicos y a su tratamiento. Y
la propia palabra, trauma (antes especificada en la locu-
ción trauma síquico) aparece, sin adjetivo, con dos nuevas

374 375
acepciones en el DRAE 2001: “choque emocional que
produce un daño duradero en el inconsciente” y “emo-
ción o impresión negativa, fuerte y duradera”. Su familia
léxica está constituida por el adjetivo traumático, el verbo
(también pronominal) traumatizar, con su participio trau-
matizado (desplazado por traumado) y el menos frecuente
—y ya académico— traumatizante.
Traumatizar, por otra parte, es un claro ejemplo de
la vigencia, en la derivación de verbos, del sufijo de pri- VERGONZANTE
mera conjugación -izar pospuesto a raíces de sustanti-
vos y adjetivos (véase satanizar). Pero en este excepcional Aunque vergonzante y vergonzoso son, ambos, derivados
caso, el habla coloquial ha optado por la forma verbal de vergüenza, no son términos sinónimos y, por lo tanto,
que, precisamente, ha eliminado el sufijo -izar. no pueden emplearse indiscriminadamente, ni inter-
cambiarse en su uso.
Vergonzoso es lo que causa —o debería causar— ver-
güenza, por ser algo incorrecto o inmoral. Vergonzoso se
aplica también a quien “se avergüenza con facilidad”
(DRAE) o a quien es propenso a avergonzarse en el sen-
tido de ‘inhibirse socialmente por pudor o timidez’.
Vergonzante es, en cambio, aquello que, no siendo
incorrecto ni inmoral, no tenemos el valor de afrontar
públicamente. Hay una pobreza vergonzante y, en diversas
épocas de persecución religiosa, ha habido un calvinismo
vergonzante, un judaísmo vergonzante, un cristianismo ver-
gonzante.
Vergonzante es un calificativo que se aplica también
a quienes no se atreven a afrontar públicamente su ad-
hesión a una ideología, actitud o costumbre determina-
da. Hay, así, marxistas vergonzantes, machistas vergonzantes,
homosexuales vergonzantes, racistas vergonzantes, bebedores
vergonzantes y hasta fumadores vergonzantes.
Un ejemplo en el Perú del uso erróneo de ver-
gonzante por vergonzoso se documenta en el himno de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA):

376 377
“Contra el pasado vergonzante nueva doctrina insurge ya...”

Dicen que fue el líder obrero Arturo Sabroso quien im-


provisó la letra de la canción del APRA al mismo tiempo
que ejecutaba, al acordeón, la melodía del himno nacio-
nal de Francia. Y ha dicho sobre eso Enrique Chirinos
Soto:

“El pasado vergonzante es un giro teñido de barbarismo que, VERSÁTIL


en verdad, afea la marsellesa aprista”. (En El Comercio, edi-
ción de 26/2/90). Versátil, del latín versatilis, está documentado en español
desde fines del siglo XVIII. Su derivado versatilidad es
Don Fernando Lázaro Carreter lanzó uno de sus certe- más moderno.
ros dardos contra quienes —en España y América— di- Según su etimología, versátil significa ‘que se
cen vergonzante en vez de vergonzoso. Después de calificar puede fácilmente hacer girar, dar vuelta o invertir en
esa confusión como “fantástica” explica el error “por un su posición’. Pero más tarde desarrolló en español un
mecanismo mental muy claro: vergonzoso les parece vo- sentido figurado, de matiz negativo, aplicado espe-
cablo duro y más agresivo que vergonzante”. (El dardo en cialmente a las personas de carácter voluble e incons-
la palabra, pág. 238). tante, que cambian con facilidad sus afectos, aficiones
Este es, pues, un caso claro de falsa equivalencia de u opiniones.
sufijos y un ejemplo típico de lesa cultura. Ejemplos de estos usos encontramos en el dis-
curso de Manuel González Prada, leído (por otra per-
sona) en el Teatro Politeama de Lima en 1888. Nadie
ha descrito con tanta dureza y pesimismo la identidad
peruana:

“Anémicos i nerviosos, no sabemos amar ni odiar con firmeza.


Versátiles en política, amamos hoi a un caudillo hasta sacrificar
nuestros derechos en aras de la dictadura; i le odiamos maña-
na hasta derribarle i hundirle bajo un aluvión de lodo i sangre.
[...] La historia de muchos gobiernos del Perú cabe en tres
palabras: imbecilidad [‘debilidad’] en acción; pero la vida toda
del pueblo se resume en otras tres: versatilidad en movimiento.
Si somos versátiles en amor, no lo somos menos en odio: el

378 379
puñal está penetrando en nuestras entrañas i ya perdonamos La Real Academia Española ha acabado por legiti-
al asesino”. (Obras, tomo I, vol. 1, pág. 91). mar los usos criticados. En el DRAE 2001 versátil tiene,
como segunda acepción, la siguiente:
Pero en el habla culta hispanoamericana versátil es
hoy equivalente de polifacético. Se dice, por ejemplo: “Capaz de adaptarse con facilidad y rapidez a diversas fun-
“es un músico versátil: compone, canta y toca varios ciones”.
instrumentos”. Y la mayoría de nuestros hablantes
desconoce la acepción negativa de ‘voluble, incons- Y esta, como tercera:
tante’. En la Península, los usos modernos de versátil
llegan también al nivel del habla culta, pero no los “De genio o carácter voluble e inconstante”.
registraba todavía la edición de 1992 del Diccionario
de la Academia.
En 1990 su entonces director, el lexicólogo Fer-
nando Lázaro Carreter, criticaba acerbamente —pero
con gran sentido del humor— los nuevos usos de versátil
a propósito de un proyecto de ley sobre el Bachillera-
to, que propugnaba una formación “más versátil” de los
estudiantes y una educación de “carácter versátil”. Fer-
nando Lázaro condenaba estos usos, introducidos en
España:

“por la publicidad, la cual bombardea ofreciendo objetos ver-


sátiles, como divanes que se transforman en paragüeros, en
reloj de pared y hasta en piano de media cola”. (El dardo en la
palabra, pág. 552; cfr. t. “Hablar versátil” en El nuevo dardo en
la palabra, págs. 103-106).

Ese último uso, referido a objetos, proviene del inglés,


lengua que a su vez lo tomó del italiano (tiene antece-
dentes en latín clásico). La forma inglesa versatile exten-
dió más tarde su acepción figurada positiva, ya aplicada
a personas desde el siglo XVIII, a todo aquello que sirve
para usos diversos o cambiantes.

380 381
En España versus ha desarrollado, además, otros
usos y abusos considerados hoy intolerables. El filólogo
—y expresidente de la Real Academia Española— don
Fernando Lázaro Carreter se escandalizaba porque esta
partícula anglolatina hubiera invadido el sistema cerra-
do de las preposiciones castellanas. Consideraba que el
desplazamiento de la legítima partícula castellana contra
por “el horroroso versus” constituía “la última felonía”
VERSUS contra nuestra lengua. Y que:

Versus es una preposición que en latín clásico significaba “lo que aquí importa es denunciar cómo versus avanza ya en
‘hacia’, ‘en la dirección de’, ‘del lado de’: “In Galliam nuestro idioma, hombro a hombro, con una legión de inva-
versus” significaba ‘hacia la Galia’. sores, como una lava letal vomitada sobre la lengua castella-
Su actual sentido, que hace a versus equivalente de na”. (El dardo en la palabra, pág. 334).
contra (concepto expresado en latín clásico por la prepo-
sición, idéntica, contra) puede haberse desarrollado en La verdad es que algunos de los ejemplos que cita, to-
latín medieval, o bajo latín. Pero es más probable que ese mados de los medios de comunicación de la Penínsu-
cambio semántico haya tenido lugar dentro de la propia la, son realmente escandalosos: “versus viento y marea”,
lengua inglesa, la cual adoptó dicho latinismo a media- “loción versus la caspa”, etc.
dos del siglo XV. Pero versus ha llegado, también, al nivel más alto
En inglés versus (abreviado gráficamente en vs. o del habla culta y del lenguaje científico, de la lógica y
v.) es un término del lenguaje jurídico y del lenguaje de- aun de la lingüística. En esos usos el anglolatinismo per-
portivo. Pero ha desarrollado asimismo el matiz, menos tenece, según Lázaro, a “un español nuevo, joven, liofi-
duro, de ‘frente a’, ‘opuesto a’, ‘en contraste con’ (“free lizado y aromatizado...” (Ob. cit., pág. cit.).
trade versus protection”). Versus no figura en la edición de 2001 del Léxico
El uso jurídico es hoy corriente en el español de la oficial. Ya se incluye, como anglicismo del lenguaje jurí-
Península y de algunos países de América (la Argentina, dico, en la edición de 1989 del Diccionario manual que
por ejemplo). En lenguaje deportivo, versus se usa en el publicó la misma Academia, limbo o antesala de lo que
Perú especialmente referido a partidos de fútbol (“Alian- será eventualmente aceptado por la docta Corporación.
za versus Universitario”) y matches de box. En el español
de todas partes, versus se emplea también —como en in-
glés— con el matiz semántico más suave de ‘frente a’,
‘en contraste con’: “ciudad versus campo”, “centralismo
versus descentralización”.

382 383
a través del neologismo francés victimer. Victimar se usa
más en América que en España, y por eso ha sido censu-
rado durante varias décadas y considerado como ameri-
canismo innecesario.
La Real Academia Española aceptó victimar —entre
otras “Adiciones” al Diccionario oficial— en 1982, pero el
término no alcanzó a ser incluido en la edición de 1984.
Sí se registró en la de 1992, con el significado de “asesi-
VICTIMAR nar, matar”.
Consecuentemente, a victimario se le añadió, como
Víctima era, en la antigua Roma, la persona o animal primera acepción, la de “homicida” y se relegó a un se-
destinado al sacrificio ante los dioses. El sacerdote que gundo lugar el uso histórico referido al ritual pagano.
se hacía cargo de los preparativos se llamaba victimarius, En cuanto a los usos actuales de víctima, constata-
pero el que realmente consumaba el sacrificio era el vic- dos sobre todo en el lenguaje periodístico, se censuran
timator. aquellos que hacen al término equivalente de occiso, es
Víctima se documenta en castellano desde el siglo decir, “muerto violentamente” (por agresión, accidente,
XV, en referencia al uso romano. Más tarde se exten- guerra o catástrofe). En la lengua general actual, víctima
dió su ámbito semántico al de “persona que se ofrece comprende al muerto y también al herido o lesionado.
a un grave riesgo en obsequio de otra”. A partir del si- Para aclarar cada uso, algunos periodistas especifican
glo XVIII, y por influencia del francés, víctima tomó el víctimas fatales o víctimas mortales en los casos en que vícti-
sentido actual de “persona que padece daño por culpa ma equivale a occiso.
ajena o por causa fortuita” (DRAE 2001).
En efecto, durante la Revolución Francesa el lati-
nismo victime, antes restringido a la traducción del uso
histórico, se aplicó a las personas ejecutadas durante el
Terror. Hubo entonces peinados á la victime que imita-
ban aquellos que llevaban, obligadamente, quienes iban
a ser decapitados por la guillotina, y aun bailes á la victi-
me, en los que era obligatorio mostrar el nombre de un
miembro de la propia familia ejecutado por mano del
verdugo.
El verbo derivado victimar es relativamente nuevo
en español. Puede haberse tomado directamente del la-
tín victimare (restringido, como víctima, al uso ritual) o

384 385
Origen francés —y, en último término, latino— sin
duda lo tiene. Algunos lexicógrafos opinan que el paso
de visa al español se hizo por intermedio del inglés, pero
el hecho de que visa haya tenido —o tenga todavía— gé-
nero masculino en algunas regiones de América apunta
a un préstamo directo del francés.
En el Perú visa parece haber tenido, desde el prin-
cipio, género femenino predominante o exclusivo. Así
VISA lo usa Bryce:

En latín visa ‘cosas vistas’ era el neutro plural de visus, a “Me llegaron por fin la visa y los billetes...” (Permiso para vivir,
su vez participio pasado del verbo videre ‘ver’. pág. 160).
A mediados del siglo XVI, el lenguaje administra-
tivo de Francia adoptó, como sustantivo masculino, el Pero Haya de la Torre usa visa como masculino en un
latinismo visa con el sentido de ‘sello y firma puestos en documento de 1929, firmado en Londres. Refiriéndose
un documento para darle validez’. al Secretario de la Legación de Panamá en Costa Rica,
Del francés visa salió el correspondiente verbo viser escribe:
‘poner sello y firma para dar validez a un documento’,
‘poner el visto bueno’. Este latinismo galo pasó al inglés “Me otorgó él personalmente el visa de mis pasaportes...” (¿A
en el primer tercio del siglo XIX, un poco antes de que dónde va Indoamérica?, pág. 72).
el verbo correspondiente castellano, visar, se registrara
en la edición de 1843 del Diccionario oficial. En este caso es difícil saber si el uso corresponde al habla
La lengua de la Península, sin embargo, no tomó peruana: Haya de la Torre fue, desde muy joven, cos-
del francés el sustantivo visa. Para expresar ese concep- mopolita por la fuerza del destierro.
to, prefirió usar el participio del verbo visar, sustanti- En español son muchos los sustantivos femeninos
vado: el visado es la forma oficialmente aceptada por la en singular que provienen de neutros latinos plurales, a
Real Academia Española. Tampoco se usa en la Penín- causa del falso indicio que daba su vocal final -a, carac-
sula el postverbal visación, que se documenta en varios terística del género femenino en castellano. Un ejemplo
países de América (aparece como la única forma caste- típico es boda, femenino singular proveniente del neutro
llana, frente al francés e inglés visa, en los más recientes plural latino vota, que significa ‘votos’: los que se pronun-
pasaportes diplomáticos peruanos). cian en la correspondiente ceremonia (véase currícula).
Desde la edición de 1992 del Diccionario académico, En esa línea se incluye sin duda visa, término del
visa se registra como americanismo equivalente del sustan- lenguaje consular y diplomático de varios países hispa-
tivo general visado, con origen francés y género ambiguo. noamericanos.

386 387
Hemos oído a locutores de televisión despedirse
con la fórmula “les agradecemos por habernos dejado
entrar en vuestros hogares”, frase que resulta, al mismo
tiempo, artificiosa e incorrecta. Lo correcto y natural
es “les agradecemos por habernos dejado entrar en sus
hogares”. La ambigüedad es inherente al lenguaje y el
contexto se encarga, generalmente, de aclararla.
En Madrid podría decirse, con naturalidad, “os
VUESTRO agradecemos por habernos dejado entrar en vuestros
hogares”. Pero en América vosotros, vuestro y os no son
Vuestro es el posesivo de vosotros, pronombre de la segun- usuales en la lengua culta familiar, y tienen por eso un
da persona del plural que en la América hispana ha sido cargado matiz de artificio y solemnidad. ¿Por qué, en-
totalmente olvidado y sistemáticamente sustituido por tonces, arriesgarse a usar la forma vuestros en casos en
ustedes. que va tan mal unida a les?
Ustedes fue en su origen un pronombre de tercera En el habla culta de la América hispana no hay,
persona, puesto que resulta de la contracción (con varias pues, obligación de decir vos, ni vosotros, ni vuestro,
formas intermedias) de la fórmula de tratamiento respe- ni os. Pero, si se opta por usar el posesivo vuestro, no
tuoso Vuestras Mercedes. queda más remedio que emplear también, obligatoria-
El posesivo de ustedes es suyo, su, que también co- mente, los correspondientes pronombres personales
rresponde al singular usted y a los pronombres de terce- vos, vosotros y os.
ra persona él, ella, ellos, ellas.
Suyo (con sus variaciones de género y número) y su
(con su plural) son, pues, posesivos ambiguos. Y, tal vez
para evitar la ambigüedad, se cae en el error de cons-
truir frases en que se mezclan formas correspondientes
a ustedes con otras correspondientes a vosotros.
Oradores y políticos (incluidos algunos congresistas)
caen a veces en ese error, que puede constatarse hasta en
textos y fórmulas oficiales del más alto nivel. En documen-
tos parlamentarios, por ejemplo, se leen frases tales como
“Ha llegado a vuestra Comisión...”, pero no se trata al des-
tinatario de vos, sino de usted. En este caso, “vuestra Co-
misión” puede ser correctamente sustituida por “su Comi-
sión”, o “esta Comisión” si el su no satisface por ambiguo.

388 389
(les W. C.), ha dado lugar a una grafía popular (les vécés)
que corresponde a la pronunciación francesa corriente
de W. C.
En el habla familiar de la América hispana se usa
hoy watercloset (pronunciada como la sucesión de dos bi-
sílabas graves), o abreviadamente water, para designar
el aparato sanitario llamado retrete, servicio, excusado o
inodoro y también, por extensión, el cuarto en que está
WÁTER instalado, generalmente junto con otros aparatos higié-
nicos. Inversamente, y por eufemismo, términos como
En 1596, un miembro de la Corte de la reina Isabel I de lavabo, baño o cuarto de baño se emplean a veces para de-
Inglaterra, sir John Harington, inventó el “moderno” signar recintos en que solo hay inodoros.
evacuatorio doméstico que funciona con descarga de En la edición de 1989 del Diccionario manual de la
agua. Se llamó water closet el cuarto pequeño (closet) don- Real Academia Española, donde se consignan palabras
de estaba instalado ese aparato sanitario que funcionaba todavía no aceptadas oficialmente por la Corporación,
con agua (water) corriente y descargable. La denomina- aparecía ya, con el corchete inicial que indicaba su con-
ción compuesta water closet (documentada desde 1755) dición precaria o expectante:
se abrevió en Inglaterra en las iniciales W. C.
Aunque en el inglés actual predominan sinónimos “[wáter o water-closet, (voz inglesa), m. Retrete, excusado. |
como toilet, durante el siglo XIX la locución water closet | Habitación con instalaciones sanitarias”.
estuvo de moda en las principales lenguas europeas.
Proust criticó el uso en francés de este anglicismo. Era de esperarse, por lo tanto, que en la edición de 1992
En el segundo volumen de En busca del tiempo perdido, del Léxico oficial se incorporara esa entrada. Sin embar-
que tiene el título de A la sombra de las muchachas en flor, go, en ella aparecía:
se refiere a:
“váter. (Del Ing. water) m. Inodoro. || 2. cuarto de baño,
“...lo que en Inglaterra llaman lavabos y en Francia por una habitación”.
anglomanía mal informada, water-closets”. (Traducción de Pe-
dro Salinas; pág. 78). El dato etimológico consignado distorsionaba los hechos
en cuanto al origen de la forma reducida váter, que no
Y en el cuarto volumen, titulado Sodoma y Gomorra, viene directamente del inglés water ‘agua’ sino del pri-
Proust se refiere al uso en francés de la forma reducida mer elemento de la expresión nominal water closet, y así
water, en plural: les waters. La abreviatura W. C. de la for- lo hice notar en la primera edición de este libro del año
ma completa water closet, usada con el artículo en plural 2000.

390 391
En la edición de 2001 del DRAE se ha corregido el
error:

‘váter. (Del ingl. water-closet), m. Inodoro. || 2. cuarto de


baño (|| habitación)”.

La entrada académica nos informa sobre la plena con-


sonantización de la semiconsonante inglesa inicial, muy
probablemente porque el préstamo se recibió por vía ZAPEAR
escrita. En América, en cambio, wáter se pronuncia ge-
neralmente uáter, lo que indica que el préstamo se hizo En las últimas décadas se ha impuesto en español el ver-
por vía oral. bo zapear con el sentido de ‘cambiar frecuentemente de
En El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, Bryce canal de televisión, apretando los botones del control re-
se refiere a una sesión de profesores en la Universidad moto, en busca de un programa mejor o para evadir la
francesa de Vincennes. Su protagonista y álter ego, el publicidad comercial’.
profesor Martín Romaña, explica que en dicha sesión: Zapear no estaba incluido, con esta acepción, en la
edición del Diccionario de la Academia de 1992. Sí se re-
“El orden del día era el water [...]. El water ha desaparecido, gistra en la de 2001, pero no como entrada o lema inde-
resumió el secretario [...]. Resulta que el water robado era un pendiente, sino como acepción 4 (“practicar el zapeo”)
water de asiento, y precisamente por eso era tan fácil robárse- de otro verbo zapear que significa “espantar al gato con
lo. La solución al problema sería, por consiguiente, adquirir la voz zape” (la interjección ¡zape! se documenta en caste-
un water de hueco en el suelo, también llamado turco, en vista llano desde principios del siglo XVI).
de que es imposible robarse un hueco...” (pág. 217). Zapear ‘operar, reiteradamente, el control remoto’
y zapear ‘espantar al gato’ son, obviamente, dos palabras
Efectivamente, en francés se llaman cabinets à la turque o distintas, aunque coincidan en su forma. Tales palabras,
latrines à la turque los servicios higiénicos a ras del suelo, llamadas homónimas, deben consignarse, según las pro-
sin ningún tipo de asiento, en los cuales hay que defecar pias normas del Diccionario de la Academia, como lemas
en cuclillas (véase silo). o entradas diferentes, en el orden de su primera docu-
Algo más en cuanto al texto de Bryce: según las re- mentación en la lengua y con un superíndice (número
glas de acentuación del español, la palabra ya asimilada pequeño y elevado) pospuesto a dicha entrada o lema.
wáter necesita la tilde sobre la a para ser pronunciada Por lo tanto, los dos verbos zapear deberían aparecer así
como grave o llana. en el DRAE:
Zapear1
Zapear2

392 393
Bajo zapear1 deberían ir las tres primeras acepcio- de diversas productoras gringas...” (edición del 6 de mayo de
nes que consigna el DRAE como referentes a la voz tra- 1999, pág. 83).
dicional derivada de la interjección ¡zape!
Bajo zapear2 debería ir el verbo moderno referido En cuanto al instrumento utilizado en el zapeo, la desig-
a la televisión. nación preferida en la América hispana es control remoto,
Así aparecen, por cierto, en la última edición del calco de la expresión inglesa remote control. En España,
Diccionario de uso del español, de María Moliner. Y en el en cambio, se prefiere la designación mando a distancia,
Diccionario del español actual de Manuel Seco, que expone que evade el anglicismo crudo. Ambas locuciones nomi-
solo el uso de hoy en la Península, el verbo tradicional nales se reducen, en el habla coloquial, al primer ele-
zapear ni siquiera se consigna (¿por obsolescente u ob- mento: control o mando a secas.
soleto?) en tanto que aparecen los neologismos zapear Tanto control remoto como mando a distancia se han
‘hacer zapping’ y zapeo ‘zapping’. incluido ya en el DRAE 2001, pero sin referencia espe-
El zapear de la televisión es un modernísimo angli- cífica a la televisión y, en el caso de control remoto, sin
cismo de origen norteamericano. En efecto, el verbo to referencia específica a su uso en América.
zap significa, entre otras acepciones menos modernas, El especialista en comunicación social Julio Hevia
‘cambiar de canal de televisión, especialmente durante ha estudiado el cambio sustancial que la televisión ha
la emisión de los avisos comerciales’. Su gerundio sus- producido en el hombre de hoy. El periodista Carlos
tantivado zapping se traduce generalmente como zapeo, Bejarano glosa a Hevia en un artículo sobre el tema y
pero a veces se castellaniza como zapin: hacer zapin equi- concluye:
vale a zapear.
En el DRAE 2001 está también zapeo como adapta- “Agotado el homo sapiens en medio de las tecnologías que lo
ción del inglés zapping, con influencia del español zape, y cercan, quizá debamos estar más atentos al imperceptible ad-
esta definición: “cambio reiterado de canal de televisión venimiento de su doble digitalizado: el homo zapping”. (En El
por medio del mando a distancia”. Dominical, edición del 27 de abril de 2003, pág. 5).
En la revista Caretas y en la columna titulada, pre-
cisamente, “Zapeando”, el periodista Gilberto Hume No cabe hoy duda alguna de que la televisión ha pro-
contesta así la encuesta semanal sobre hábitos frente a ducido cambios estructurales en la actitud y en la con-
la pantalla chica: ducta de quienes tienen acceso a ella por elección o por
invasión de espacio vital y cognitivo. Y lo mismo puede
“...como en el canal hay una docena de televisores encen- decirse en cuanto a las relaciones entre distintos y dis-
didos, voy saltando, sin zapear, por la BBC de Londres, la tantes grupos humanos a lo largo y lo ancho del mundo
Deutsche Welle (Tv. Alemana) y las cadenas americanas. entero.
Por la noche, en casa [...] comienza el zapeo entre las series de
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PRESENTACIÓN 5

abreviaturas y signos 13

ARTÍCULOS
ACREENCIA 15
ACRÓNIMO 17
ADOLECER 21
AEROMOZA 23
AFICHE 25
¡ALÓ! 27
ANCESTRO 30
*ANDARA 32
ANTÍPODAS 35
*APERTURAR 38
APLANADORA 40
APÓSTROFE 43
ARGOLLA 45
ATARJEA 47
ATORARSE 49

420 421
AUQUÉNIDO 52 CULANTRO 117
AVIONERO 55 *LA CURRÍCULA 119
AZAFATE 58 *EL CURUL 122
BACÁN 60 DEBACLE 124
BALOTEAR 62 DE REPENTE 126
BASUREAR 64 DESBARRANCARSE 128
BEBE 66 DESCARTABLE 131
BEIGE 69 DETENTAR 134
BÍPER 72 DIFERENDO 136
BIVIDÍ 74 DINTEL 139
BLANQUIÑOSO 76 DURMIENTE 142
BONHOMÍA 79 *ECRAN 145
BREVETE 81 ÉLITE 148
CACHETADA 83 ENTENADO 150
CAMPUS 85 EPÓNIMO 153
CANDIDATEAR 87 *ERIÁCEO 156
CANIBALIZAR 89 ESCUCHAR 158
CANTALETA 92 ESPECIES 161
CANTINFLADA 94 *ESPÚREO 163
CÁRTEL 97 ESTATIZAR, PRIVATIZAR 165
CERQUILLO 100 ESTERILLA 167
CHANCLETERO 103 EVENTO 170
CHATO 105 EXILAR, EXILIAR 172
CIERRAPUERTAS 109 EXTRADITAR 175
CLONAR 112 GRAMA 177
CONCRETO 115 GRIFO 179

422 423
GURÚ 181 METETE 254
*HABEMOS 183 *LAS MIASMAS 257
*HACERSE DE LA VISTA GORDA 186 EL MISMO 260
*HAIGA 188 MORGUE 262
HALL 191 MOTRIZ 264
HOMENAJE 194 MUTUO 267
HOMÓLOGO 197 NOMINAR 269
IMPASE 200 OVNI 271
IMPLEMENTAR 202 PAQUETAZO 274
INCÓLUME 205 PASARELA 276
INCONDUCTA 207 PEATONAL 278
INUSUAL 209 PELICULINA 280
INVIABLE 213 PELUCA 283
IRRESTRICTO 215 PERIPLO 286
IRROGAR, ARROGAR 218 PICANA 288
KEROSENE 221 PLAGIAR 291
LAPSO DE TIEMPO 224 PLANCHA 293
LEPROSORIO 226 PLANILLA 295
LLANTA 229 PLOMO 299
LUMPEN 233 POLIZONTE 302
LUSTRABOTAS 236 PÓSTER 305
MALOGRAR 239 PREMIACIÓN 308
MANDATARIO 242 PREMIER 310
MANEJAR 245 PRIORIZAR 312
MARATÓN 248 PRÍSTINO 315
MASACRE 251 PRIVACIDAD 317

424 425
PROVISORIO 319 VERSUS 382
QUEPÍ 321 VICTIMAR 384
*QUERRAMOS 324 VISA 386
RECEPCIONAR 326 VUESTRO 388
REIVINDICAR 329 WATER 390
REMARCABLE 332 ZAPEAR 393
RUBRO, RÚBRICA 334

RUMA 337 BIBLIOGRAFÍA 397

SATANIZAR 339 (obras y publicaciones citadas)

SEMÁNTICO 342
*SEUDOS, *SEUDA(S) 344
SIDA 346
SILBATINA 348
SILO 350
SITO 352
SOBÓN 354
SOBREPARAR 357
SOFISTICADO 359
STATUS 361
TACO 364
TAITA 367
TINTERILLO 370
TRASPIÉS 373
*TRAUMAR 375
VERGONZANTE 377
VERSÁTIL 379

426 427
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres gráficos de
METROCOLOR S. A.,
Los Gorriones 350, Lima 9, Perú,
en marzo de 2012.

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