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 El paludismo, o malaria, es una enfermedad potencialmente

mortal causada por parásitos que se transmiten al ser


humano por la picadura de mosquitos hembra infectados
del género Anopheles. Se trata de una enfermedad
prevenible y curable.
 Se calcula que en 2016 hubo 216 millones de casos de
paludismo en 91 países, lo que significa un aumento de
aproximadamente 5 millones con respecto a 2015.
 Las muertes por paludismo fueron 445 000, cifra similar a la
de 2015 (446 000).
 La Región de África de la OMS soporta una parte
desproporcionada de la carga mundial de paludismo. En
2016, el 90% de los casos y el 91% de los fallecimientos por
la enfermedad se produjeron en esta Región.
 La financiación total del control y la eliminación del
paludismo alcanzó en 2016 una cifra estimada de US$ 2700
millones. La contribución de los gobiernos de los países
endémicos ascendió a US$ 800 millones, que representan el
31% de los fondos.

El paludismo es causado por parásitos del género Plasmodium que se


transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos hembra infectados del
género Anopheles, los llamados vectores del paludismo. Hay cinco especies de
parásitos causantes del paludismo en el ser humano, si bien dos de ellas -
Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax - son las más peligrosas.

1. P. falciparum es el parásito causante del paludismo más prevalente en el


continente africano. Es responsable de la mayoría de las muertes provocadas
por el paludismo en todo el mundo.

2. P. vivax es el parásito causante del paludismo dominante en la mayoría de


los países fuera del África subsahariana.

Síntomas
El paludismo es una enfermedad febril aguda. En un individuo no inmune, los
síntomas suelen aparecer entre 10 y 15 días tras la picadura del mosquito
infectivo. Puede resultar difícil reconocer el origen palúdico de los primeros
síntomas (fiebre, dolor de cabeza y escalofríos), que pueden ser leves. Si no se
trata en las primeras 24 horas, el paludismo por P. falciparum puede agravarse,
llevando a menudo a la muerte.

Los niños con enfermedad grave suelen manifestar uno o más de los siguientes
síntomas: anemia grave, sufrimiento respiratorio relacionado con la acidosis
metabólica o paludismo cerebral. En el adulto también es frecuente la
afectación multiorgánica. En las zonas donde el paludismo es endémico, las
personas pueden adquirir una inmunidad parcial, lo que posibilita la aparición
de infecciones asintomáticas.

¿Quién está en riesgo?


En 2016, casi la mitad de la población mundial corría el riesgo de padecer el
paludismo. La mayoría de los casos y de las muertes se registran en el África
subsahariana, pero también se ven afectadas las regiones de la OMS de Asia
Sudoriental, el Mediterráneo Oriental, el Pacífico Occidental y las Américas. En
2016, 91 países y áreas experimentaban una transmisión continua de la
enfermedad.

Algunos grupos de población corren un riesgo considerablemente más elevado


que otros de contraer la enfermedad y presentar manifestaciones graves: los
lactantes, los niños menores de cinco años, las embarazadas y los pacientes
con VIH/sida, así como los emigrantes no inmunes de zonas endémicas, los
viajeros y los grupos de población itinerante.

Los programas nacionales de lucha contra el paludismo deberían tomar


medidas especiales para proteger de la infección a estos grupos poblacionales,
habida cuenta de su situación específica.

Carga de la enfermedad
Según el último Informe mundial sobre el paludismo, publicado en noviembre
de 2017, en 2016 hubo 216 millones de casos de paludismo, en comparación
con los 211 millones de 2015. La cifra estimada de muertes por paludismo fue
de 445 000, similar a la de 2015 (446 000).

La Región de África de la OMS continúa soportando una parte


desproporcionada de la carga mundial de la enfermedad. En 2016, el 90% de
los casos y el 91% de los fallecimientos se han registrado en esta región.
Quince países, todos ellos del África subsahariana, excepto la India, sufrieron
el 80% de la carga mundial de esta enfermedad.

En las zonas donde la transmisión del paludismo es elevada, los niños


menores de cinco años son especialmente vulnerables a contraer la infección,
enfermar y fallecer; más de dos tercios (el 70%) de las muertes por paludismo
se registran en este grupo de edad.

La cifra de muertes por la enfermedad entre los niños menores de cinco años
se ha reducido de 440 000 en 2010 a 285 000 en 2016. Sin embargo, el
paludismo sigue siendo una de las principales causas de muerte en menores
de 5 años, al cobrarse la vida de uno de ellos cada 2 minutos.

Transmisión
El paludismo se transmite en la mayoría de los casos por la picadura de
mosquitos hembra del género Anopheles. En el mundo hay más de 400
especies de Anopheles, pero solo 30 de ellas son vectores importantes del
paludismo. Todas las especies que son vectores importantes pican entre el
anochecer y el amanecer. La intensidad de la transmisión depende de factores
relacionados con el parásito, el vector, el huésped humano y el medio
ambiente.

Los mosquitos Anopheles hembra ponen sus huevos en el agua. Tras


eclosionar los huevos, las larvas se desarrollan hasta alcanzar el estado de
mosquito adulto. Los mosquitos hembra buscan alimentarse de sangre para
nutrir sus huevos. Cada especie muestra preferencias con respecto a su hábitat
acuático; por ejemplo, algunos prefieren las acumulaciones de agua dulce
superficial, como los charcos y las huellas dejadas por los cascos de los
animales, que se encuentran en abundancia durante la temporada de lluvias en
los países tropicales.

La transmisión es más intensa en lugares donde los mosquitos tienen una vida
relativamente larga que permite que el parásito tenga tiempo para completar su
desarrollo en el interior de su organismo, y cuando el vector prefiere picar al ser
humano antes que a otros animales. Por ejemplo, la larga vida y la marcada
preferencia por los humanos que presentan las especies que actúan como
vectores en África son la principal causa de que más del 90% de los casos de
paludismo se registren en ese continente.

La transmisión también depende de condiciones climáticas que pueden


modificar el número y la supervivencia de los mosquitos, como el régimen de
lluvias, la temperatura y la humedad. En muchos lugares la transmisión es
estacional y alcanza su máxima intensidad durante la estación lluviosa e
inmediatamente después.

Se pueden producir epidemias de paludismo cuando el clima y otras


condiciones favorecen súbitamente la transmisión en zonas donde la población
tiene escasa o nula inmunidad, o cuando personas con escasa inmunidad se
desplazan a zonas con transmisión intensa, como ocurre con los refugiados o
los trabajadores migrantes.

La inmunidad humana es otro factor importante, especialmente entre los


adultos residentes en zonas que reúnen condiciones de transmisión moderada
a intensa. La inmunidad se desarrolla a lo largo de años de exposición y, a
pesar de que nunca proporciona una protección completa, reduce el riesgo de
que la infección cause enfermedad grave.

Es por ello que la mayoría de las muertes registradas en África corresponden a


niños pequeños, mientras que en zonas con menos transmisión y menor
inmunidad se encuentran en riesgo todos los grupos de edad.

Prevención
La lucha antivectorial es el medio principal de reducir la transmisión del
paludismo. Si la cobertura de las intervenciones de esta índole es suficiente en
una zona determinada, se protegerá a toda la comunidad.

La OMS recomienda proteger a todas las personas expuestas a contraer la


enfermedad mediante medidas eficaces de lucha antivectorial. Para el control
efectivo del vector, recomienda proteger a toda la población que se encuentra
en riesgo de infectarse. Hay dos métodos de lucha contra los vectores que son
eficaces en circunstancias muy diversas: los mosquiteros tratados con
insecticidas y la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual.

Mosquiteros tratados con insecticidas


Los mosquiteros que se utilizan preferentemente en los programas de salud
pública están impregnados con insecticidas de acción prolongada. En la
mayoría de los lugares, la OMS recomienda distribuir este tipo de mosquiteros
a todas las poblaciones en riesgo. La forma más costoeficaz de conseguirlo es
suministrarlos gratuitamente, de modo que todas las personas tengan acceso a
ellos en las mismas condiciones.

Al mismo tiempo, es preciso utilizar estrategias de comunicación eficaces para


convencer a todas las personas que se encuentran en riesgo de contraer la
enfermedad de la importancia de dormir todas las noches bajo estos
mosquiteros y de cuidar de que se mantengan en buen estado.

Fumigación de interiores con insecticidas


de acción residual
La fumigación de interiores con insecticidas de acción residual (FIAR) es una
intervención potente que reduce en poco tiempo la transmisión del paludismo.
Su eficacia se obtiene cuando se fumiga al menos el 80% de las casas de las
zonas destinatarias. La FIAR es eficaz durante 3 a 6 meses, dependiendo de
los insecticidas utilizados y del tipo de superficie fumigada. En algunos lugares,
es preciso repetir la operación varias veces para proteger a la población
durante toda la temporada de transmisión del paludismo.

Medicamentos antipalúdicos
En la prevención de la enfermedad también se pueden utilizar antipalúdicos.
Los viajeros pueden tomar fármacos profilácticos que detienen la infección en
su fase hemática y previenen así la enfermedad. Para las embarazadas
residentes en zonas donde la transmisión es moderada o alta, la OMS
recomienda el tratamiento profiláctico intermitente con sulfadoxina-pirimetamina
en cada consulta prenatal programada a partir del primer trimestre. Asimismo,
se recomienda administrar tres dosis de tratamiento profiláctico intermitente
con sulfadoxina-pirimetamina, junto con las vacunaciones sistemáticas, a los
lactantes residentes en zonas de África donde la transmisión es elevada.
En 2012, la OMS recomendó la quimioprofilaxis estacional del paludismo como
estrategia adicional de prevención de la enfermedad en zonas del Sahel,
subregión de África, mediante la administración de tandas terapéuticas
mensuales de amodiaquina y sulfadoxina-pirimetamina a todos los menores de
5 años durante la estación de máxima transmisión.

Resistencia a los insecticidas


Gran parte del éxito obtenido hasta ahora en el control del paludismo se debe a
la lucha antivectorial, que depende en gran medida de la utilización de
piretroides, la única clase de insecticidas recomendada en la actualidad para
los mosquiteros tratados con insecticidas, incluidos los de acción prolongada.

En los últimos años han aparecido mosquitos resistentes a los piretroides en


muchos países. En algunas zonas se han detectado resistencias a las cuatro
clases de insecticidas utilizadas en el ámbito de la salud pública.
Afortunadamente, esta resistencia raramente ha reducido la eficacia de los
mosquiteros tratados con insecticidas de acción prolongada, que siguen
proporcionando un alto nivel de protección en casi todas las situaciones. En
cuanto a la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, un
método recomendado para evitar las resistencias es alternar el empleo de
distintas clases de productos.

No obstante, en algunas zonas del África subsahariana y en la India donde el


paludismo es endémico ha suscitado gran preocupación la coexistencia de un
alto nivel de transmisión de la enfermedad y una resistencia generalizada a los
insecticidas, según indican los informes notificados.

El empleo de mosquiteros impregnados con dos insecticidas distintos puede


reducir el riesgo de que los vectores desarrollen resistencias y de que estas se
extiendan, por lo que es prioritario fabricarlos. Ya hay varios productos
prometedores en fase de desarrollo tanto para los mosquiteros como para la
FIAR.

La detección de resistencias a los insecticidas debe ser un componente


esencial de todos los programas nacionales de lucha contra el paludismo, con
el fin de garantizar que se utilizan los métodos más eficaces de lucha
antivectorial. La elección del insecticida de acción residual utilizado en la
fumigación debe basarse siempre en datos locales y recientes sobre la
susceptibilidad de los vectores a los que se dirige.

Con el fin de garantizar una respuesta mundial rápida y coordinada frente a la


amenaza de la resistencia a los insecticidas, la OMS ha colaborado con
numerosas partes interesadas para elaborar el Plan mundial para el manejo de
la resistencia a insecticidas en los vectores de paludismo, que se puso en
marcha en mayo de 2012.

Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico y el tratamiento tempranos del paludismo atenúan la incidencia
de la enfermedad, reducen sus efectos mortales y contribuyen a prevenir su
transmisión. La mejor opción terapéutica disponible, especialmente para el
paludismo por P. falciparum, es el tratamiento combinado con artemisinina.

La OMS recomienda, antes de administrar el tratamiento, la confirmación del


diagnóstico con métodos parasitológicos (ya sean pruebas de microscopía o de
diagnóstico rápido), cuyos resultados pueden obtenerse en 30 minutos o
incluso menos. La prescripción de un tratamiento basada únicamente en la
sintomatología debe reservarse para aquellos casos en los que no sea posible
hacer un diagnóstico parasitológico. En las Directrices para el tratamiento del
paludismo (tercera edición), publicadas por la OMS en inglés en abril de 2015,
se dan recomendaciones más detalladas.

Farmacorresistencia
La resistencia a los antipalúdicos es un problema recurrente. Las resistencias
en P. falciparum a generaciones anteriores de fármacos como la cloroquina y la
sulfadoxina-pirimetamina se generalizaron durante las décadas de 1950 y
1960, socavando la lucha contra el paludismo y revirtiendo la mejora progresiva
en la supervivencia infantil.

La OMS recomienda un seguimiento continuo de la resistencia a los


antipalúdicos, y presta apoyo a los países para que refuercen esta importante
área de trabajo.

El tratamiento combinado recomendado incluye artemisinina y otro fármaco. En


los últimos años se han detectado resistencias de los parásitos a la
artemisinina en cinco países de la subregión del Gran Mekong: Camboya,
Myanmar, República Democrática Popular Lao, Tailandia y Viet Nam. Los
estudios han confirmado la aparición de resistencias a la artemisinina en
muchos puntos de esta subregión.

En 2013, la OMS lanzó la Respuesta de emergencia a la resistencia a la


artemisinina en la subregión del Gran Mekong, consistente en un plan de
ataque de alto nivel para contener la propagación de los parásitos
farmacorresistentes y proporcionar a las poblaciones en riesgo de padecer el
paludismo instrumentos capaces de salvarles la vida. Sin embargo, incluso
después de que esta labor ya estuviera en curso, han aparecido nuevas bolsas
independientes de resistencia en nuevas zonas geográficas de la subregión.
Asimismo, en algunos entornos ha habido informes sobre un aumento de la
resistencia a otros fármacos utilizados en el tratamiento combinado basado en
la artemisinina. Ello hizo necesario un nuevo enfoque para mantenerse a la par
de los cambios en el panorama del paludismo.

Por ello, el Comité Asesor de la OMS en Políticas sobre el Paludismo


recomendó en septiembre de 2014 la adopción del objetivo de eliminar el
paludismo por P. falciparum en la subregión para 2030. En la Asamblea
Mundial de la Salud celebrada en mayo de 2015, la OMS presentó la estrategia
para la eliminación del paludismo en la subregión del Gran Mekong (2015–
2030), que fue aprobada por todos los países de la subregión.

Con la orientación técnica de la OMS, todos los países de la subregión del


Gran Mekong han elaborado planes nacionales de eliminación del paludismo.
En colaboración con los asociados, la OMS seguirá prestando apoyo a los
países en sus esfuerzos por alcanzar la eliminación, para lo cual ha lanzado el
Programa de Eliminación del Paludismo en el Mekong, una nueva iniciativa
sucesora de la Respuesta de emergencia a la resistencia a la artemisinina en la
subregión del Gran Mekong.

Vigilancia
La vigilancia consiste en hacer un seguimiento de la enfermedad y de las
respuestas programáticas, así como en la adopción de medidas basadas en los
datos recibidos. En la actualidad, muchos países en los que la prevalencia del
paludismo es elevada no disponen de suficientes sistemas de vigilancia y no
son capaces de analizar la distribución y las tendencias de la enfermedad, por
lo que no pueden responder de forma óptima ni controlar los brotes.

Es fundamental mantener una vigilancia eficaz allí donde se encuentra la


enfermedad hasta lograr su eliminación. En la Estrategia Técnica Mundial
contra la Malaria 2016-2030 se recomienda que los países conviertan la
vigilancia en una intervención básica. Si se dispone de sistemas de vigilancia
sólidos, es posible aplicar las medidas de los programas de forma óptima para:

 promover la inversión de agentes nacionales e internacionales de forma


que corresponda a la carga de paludismo en cada país o zona dentro de
los países;
 asignar recursos a las poblaciones que más los necesitan y a las
intervenciones más eficaces para lograr el máximo impacto en términos
de salud pública;
 evaluar periódicamente si los planes avanzan según lo esperado y si es
necesario ampliar el alcance o el tipo de intervenciones que se efectúan;
 explicar el impacto de la financiación recibida y permitir que la población,
sus representantes electos y los donantes determinen si resulta rentable;
y
 evaluar si se han alcanzado los objetivos del programa, fijándose en las
intervenciones que han funcionado para mejorar la eficacia y la
eficiencia de los programas.

Es preciso reforzar con urgencia los sistemas de vigilancia para responder


oportuna y eficazmente a la enfermedad en las regiones en que es endémica,
prevenir los brotes y epidemias, hacer un seguimiento de los progresos
alcanzados y conseguir que los gobiernos y la comunidad internacional asuman
la responsabilidad de la lucha contra el paludismo.

Eliminación
La eliminación del paludismo se define como la interrupción de la transmisión
local de un determinado parásito palúdico en una zona geográfica definida
como consecuencia de actividades intencionadas. Es necesario seguir
aplicando medidas para evitar el restablecimiento de la transmisión. (La
certificación de la eliminación del paludismo en un país requiere la interrupción
de la transmisión local de todos los parásitos causantes de paludismo
humano).

A su vez, por erradicación se entiende la reducción permanente a cero de la


incidencia mundial de la infección causada por parásitos del paludismo humano
como consecuencia de actividades intencionadas. Una vez lograda la
erradicación ya no se necesitan más intervenciones.

El ritmo con que avanza cada país depende de la solidez de su sistema


nacional de salud, el nivel de inversión en la lucha contra la enfermedad y otros
factores como los determinantes biológicos, aspectos medioambientales y la
realidad social, demográfica, política y económica.

En los países con transmisión moderada de los parásitos, el objetivo de los


programas nacionales de lucha antipalúdica es reducir en lo posible la
prevalencia y la mortalidad por la enfermedad.

Cuando un país está a punto de lograr la eliminación, los sistemas de vigilancia


intensificada pueden ayudar a detectar y tratar todos los casos, así como a
notificarlos al registro nacional de paludismo. Es importante tratar cuanto antes
a los pacientes a los que se ha diagnosticado esta enfermedad con
medicamentos antipalúdicos eficaces para proteger su salud y prevenir la
transmisión en la comunidad.

Los países donde no se ha registrado ningún caso nuevo durante al menos tres
años consecutivos pueden solicitar que la OMS certifique la eliminación de la
enfermedad. En los últimos años, la Directora General de la OMS ha certificado
la eliminación del paludismo en siete países: Emiratos Árabes Unidos (2007),
Marruecos (2010), Turkmenistán (2010), Armenia (2011), Maldivas (2015), Sri
Lanka (2016), Kirguistán (2016) y Paraguay (2018).

El Marco de la OMS para la eliminación del paludismo (2017) (A Framework for


Malaria Elimination) ofrece una serie detallada de instrumentos y estrategias
para lograr la eliminación y mantenerla.

Vacunas contra el paludismo


La vacuna RTS,S/AS01 (RTS,S) —conocida también como Mosquirix™— es
una vacuna inyectable que proporciona una protección parcial contra el
paludismo en niños pequeños y que está siendo evaluada en el África
subsahariana como instrumento de control complementario que podría
añadirse (pero no remplazar) al paquete básico de medidas preventivas,
diagnósticas y terapéuticas recomendadas por la OMS.
En julio de 2015, la Agencia Europea del Medicamento, una autoridad de
reglamentación farmacéutica rigurosa, emitió una opinión positiva sobre la
vacuna. En octubre de 2015, dos grupos consultivos de la OMS recomendaron
la aplicación experimental de la vacuna RTS,S/ASO1 en un número limitado de
países africanos. La OMS adoptó estas recomendaciones y es firme partidaria
de realizar estos estudios experimentales como siguiente paso para conseguir
la primera vacuna contra el paludismo.

En noviembre de 2016 la OMS anunció que la vacuna RTS,S se empezaría a


utilizar en proyectos piloto en áreas seleccionadas en tres países del África
subsahariana: Ghana, Kenia y Malawi. La financiación de la fase inicial del
programa ha sido asegurada, y el inicio de la vacunación está previsto para
2018. Estos proyectos piloto podrían abrir el camino a una utilización más
amplia de la vacuna, siempre que su seguridad y eficacia se consideren
aceptables.

Respuesta de la OMS
La estrategia técnica mundial contra el paludismo 2016-2030, aprobada por la
Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2015, es un marco técnico para
todos los países donde el paludismo es endémico. El objetivo de la estrategia
es dar orientación y apoyo a los programas nacionales y regionales en su labor
de lucha y eliminación del paludismo.

La estrategia establece metas ambiciosas pero realistas a nivel mundial:

 reducir la incidencia del paludismo al menos en un 90% para 2030;


 reducir la mortalidad por paludismo al menos en un 90% para 2030;
 eliminar la enfermedad al menos en 35 países para 2030;
 impedir su reaparición en los países en los que se ha certificado su
ausencia.

Esta estrategia es fruto de una amplia consulta realizada durante dos años, en
la que han participado más de 400 expertos técnicos de 70 Estados Miembros.
Se basa en los tres pilares siguientes:

 asegurar el acceso universal a servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento


del paludismo;
 agilizar las actividades destinadas a la eliminación y lograr la certificación de
ausencia de paludismo; y
 conseguir que la vigilancia de esta enfermedad se considere una intervención
básica.

El Programa Mundial sobre Paludismo de la OMS coordina las actividades


mundiales que la Organización desarrolla para luchar contra esta enfermedad y
lograr eliminarla. A este respecto:
 define, comunica y difunde normas, criterios, políticas, estrategias
técnicas y directrices basadas en datos científicos, y promueve su
adopción;
 hace una valoración independiente de los progresos realizados a nivel
mundial;
 elabora métodos para la creación de capacidad, el fortalecimiento de los
sistemas y la vigilancia; y
 detecta las posibles amenazas a la lucha contra el paludismo y a la
eliminación de la enfermedad, así como nuevas áreas de acción.

El Programa Mundial sobre Paludismo recibe el apoyo y el asesoramiento del


Comité Asesor en Políticas sobre el Paludismo, un grupo de 15 expertos
mundiales en esta enfermedad nombrados tras un proceso de candidatura
abierto. El Comité se reúne dos veces al año y brinda asesoramiento
independiente a la OMS para que elabore recomendaciones acerca del control
y la eliminación del paludismo.

El mandato del Comité consiste en proporcionar asesoramiento estratégico y


técnico, y abarca todos los aspectos del control y la eliminación de la
enfermedad, como parte de un proceso transparente, sensible y cr

El informe de este año de un vistazo


19 de noviembre de 2018

El Informe mundial sobre el paludismo 2018 refuerza el mensaje de que el mundo no transita el
camino correcto para alcanzar dos objetivos fundamentales de la Estrategia técnica mundial contra la
malaria 2016-2030 de la OMS: reducir las muertes y enfermedad causadas por el paludismo en al
menos un 40% para el 2020. En el 2017, se estimaron 219 millones de casos de paludismo en todo el
mundo. Los datos del período 2015 al 2017 destacan que no se lograron avances significativos en la
reducción de los casos de paludismo en este plazo.
 Informe mundial sobre el paludismo 2018
Índice
 La carga de malaria global y regional en números
 Inversiones en programas de malaria e investigación
 Prevenir malaria
 Pruebas de diagnóstico y tratamiento
 Sistemas de vigilancia de malaria
 Eliminación de la malaria
 Desafíos para encaminar la respuesta contra la malaria

La carga de malaria global y regional en números


Casos de malaria
En 2017, se estima que ocurrieron 219 millones de casos de malaria en todo el mundo (intervalo de
confianza del 95% [IC]: 203-262 millones), en comparación con 239 millones de casos en 2010 (IC
95%: 219-285 millones) y 217 millones de casos en 2016 (IC 95%: 200-259 millones).
Aunque hubo un estimado de 20 millones menos de casos de malaria en 2017 que en 2010, los datos
para el período 2015-2017 ponen de manifiesto que no se lograron avances significativos en la
reducción de los casos de malaria en este período.
La mayoría de los casos de malaria en 2017 fueron en la Región de África de la OMS (200 millones o
92%), seguidos por la Región de Asia Sudoriental de la OMS (5%) y la Región del Mediterráneo
Oriental de la OMS (2%).
Quince países del África subsahariana y la India soportaron casi el 80% de la carga mundial de
malaria. Cinco países representaron casi la mitad de los casos de malaria en todo el mundo: Nigeria
(25%), República Democrática del Congo (11%), Mozambique (5%), India (4%) y Uganda (4%).
Los 10 países con mayor carga en África informaron aumentos en los casos de malaria en 2017 en
comparación con 2016. De estos, Nigeria, Madagascar y la República Democrática del Congo,
tuvieron los aumentos estimados más altos, todos con más de medio millón de casos. En contraste,
India reportó 3 millones de casos menos en el mismo período, una disminución del 24% en
comparación con 2016.
La tasa de incidencia de malaria a nivel mundial disminuyó entre 2010 y 2017, de 72 a 59 casos por
cada 1000 personas en riesgo. Si bien esto representa una reducción del 18% durante éste período, de
casos por cada 1000 personas en riesgo se ha mantenido en 59 en los últimos tres años.
Excepto en la Región de Asia Sudoriental de la OMS, que siguió viendo disminuir su tasa de
incidencia de 17 casos de la enfermedad por cada 1000 personas en riesgo en 2010 a 7 en 2017 (una
disminución del 59%), todas las regiones de la OMS registraron poco progreso o un aumento en la
tasa de incidencia. La Región de las Américas de la OMS observó un aumento, en gran parte debido a
los aumentos en la transmisión de la malaria en Brasil, Nicaragua y Venezuela. En la Región de
África de la OMS, la tasa de incidencia de malaria se mantuvo en 219 casos por cada 1000 personas
en riesgo por segundo año consecutivo.
P. falciparum es el parásito de la malaria más prevalente en la Región de África de la OMS,
representando el 99,7% de los casos estimados de malaria en 2017, así como en las Regiones de la
OMS del Sudeste Asiático (62.8%), Mediterráneo Oriental (69%) y Pacífico Occidental
(71,9%). P. vivax es el parásito predominante en la Región de las Américas de la OMS, representando
el 74,1% de los casos de malaria.
Muertes por malaria
En 2017, hubo un estimado de 435 000 muertes por malaria en todo el mundo, en comparación con
451 000 muertes estimadas en 2016 y 607 000 en 2010.
Los niños menores de 5 años son el grupo más vulnerable afectado por la malaria. En 2017,
representaron el 61% (266 000) de todas las muertes por malaria en todo el mundo.
La Región de África de la OMS representó el 93% de todas las muertes por malaria en 2017. Mientras
que la Región de África fue el hogar del mayor número de muertes por malaria en 2017, también
representó el 88% de las 172 000 muertes por malaria a nivel mundial reportadas en 2017 en
comparación con el 2010.
Casi el 80% de las muertes por malaria en el mundo en 2017 se concentraron en 17 países de la
Región de África de la OMS y la India, siete de estos países representaron el 53% de las muertes por
malaria en el mundo: Nigeria (19%), República Democrática del Congo (11%), Burkina Faso (6%),
República Unida de Tanzania (5%), Sierra Leona (4%), Níger (4%) e India (4%).
Todas las regiones, excepto las Américas, registraron reducciones en la mortalidad en 2017 en
comparación con 2010. Las mayores disminuciones se produjeron en el Sudeste Asiático (54%),
África (40%) y el Mediterráneo Oriental (10%). A pesar de estos avances, la tasa de reducción de la
mortalidad por malaria también ha disminuido desde 2015, reflejando las tendencias estimadas en la
incidencia de casos de malaria.
Anemia relacionada con la malaria
El informe de este año incluye una sección sobre la anemia relacionada con la malaria, una condición
que, si no se trata, puede causar la muerte, especialmente entre las poblaciones vulnerables, como las
mujeres embarazadas y los niños menores de cinco años.
La anemia fue una vez un indicador clave del progreso en el control de la malaria y su prevalencia se
utilizó para evaluar la eficacia de las intervenciones. En los últimos años se ha visto una disminución
en el reconocimiento de la carga de anemia asociada a malaria.
A pesar de su importancia como consecuencia directa e indirecta de la malaria, la prevalencia de
anemia entre las poblaciones vulnerables a la enfermedad no se ha notificado sistemáticamente como
una medida de la transmisión y la carga de la malaria.
Los datos de las encuestas de hogares realizadas en 16 países africanos de alta carga entre 2015-2017
muestran que, entre los niños menores de 5 años, la prevalencia de cualquier anemia fue del 61%, la
anemia leve del 25%, la anemia moderada del 33% y la anemia grave el 3%. De los niños con
resultado positivo de malaria, la prevalencia de anemia fue del 79%, anemia leve 21%, anemia
moderada 50% y anemia grave 8%.

Inversiones en programas de malaria e investigación


Inversiones en control y eliminación de la malaria
En 2017, los gobiernos de los países endémicos de malaria y sus socios internacionales invirtieron
aproximadamente US$ 3,1 mil millones para control y eliminación de la malaria, una cifra más alta
que la del informe de 2016.
Casi tres cuartas partes (US$ 2,2 mil millones) de las inversiones en 2017 se gastaron en la Región de
África de la OMS, seguidas por las regiones de la OMS del Sudeste Asiático (US$ 300 millones), las
Américas (US$ 200 millones) y el Este Mediterráneo y Pacífico Occidental (US$ 100 millones cada
uno).
En 2017, se invirtieron US$ 1,4 mil millones en países de bajos ingresos, US$ 1200 millones en
países de ingresos bajos-medianos y US$ 300 millones en países de ingresos medianosaltos. La
financiación internacional representó la principal fuente de financiación en los países de ingresos
bajos y de ingresos bajos-medianos, con un 87% y un 70% respectivamente.
Los gobiernos de los países endémicos contribuyeron con el 28% del financiamiento total (US$ 900
millones) en 2017, una cifra que no ha cambiado desde 2016. Dos tercios de los fondos de origen
nacional se invirtieron en actividades de control de la malaria realizadas por programas nacionales de
control de la malaria (PNCM), con la estimación del coste de la atención por paciente.
Al igual que en años anteriores, los Estados Unidos de América (EE. UU.) fue la mayor fuente
internacional de financiación para la malaria, proporcionando US$ 1.200 millones (39%) en 2017.
Los países miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo, juntos sumaron US$ 700 millones
(21%). El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte aportaron alrededor de US $ 300 millones
(9%), mientras que la Fundación Bill y Melinda Gates aportó US$ 100 millones (2%).
De los US$ 3,1 mil millones invertidos en 2017, US$ 1,3 mil millones se canalizaron a través del
Fondo Mundial para Combatir el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.
Perspectiva de inversión
Aunque el financiamiento para la malaria se ha mantenido relativamente estable desde 2010, el nivel
de inversión en 2017 está lejos de lo que se requiere para alcanzar los dos primeros hitos de la ETM,
lo que supone una reducción de al menos el 40% en la incidencia de casos de malaria y en las tasas de
mortalidad a nivel mundial en comparación con los niveles de 2015.
Para alcanzar las metas de la ETM a 2030, se estima que la financiación anual para la malaria tendrá
que aumentar en al menos US$ 6,6 mil millones por año para 2020.
El aumento de las inversiones en investigación en malaria y en desarrollo es clave para lograr los
objetivos de la ETM. En 2016, se gastaron US$ 588 millones en esta área, lo que representa el 85% de
las necesidades anuales estimadas para investigación y desarrollo.
Si bien los fondos para investigación y desarrollo para vacunas y medicamentos contra la malaria
disminuyeron en 2016 en comparación con 2015, las inversiones en productos de control de vectores
casi se duplicaron, de US$ 33 millones a US$ 61 millones.
Distribución de productos contra la malaria
Mosquiteros tratados con insecticida
Entre 2015-2017, un total de 624 millones de mosquiteros tratados con insecticida (MTI),
principalmente mosquiteros tratados con insecticida de larga duración (MILD), fueron reportados por
los fabricantes como entregados a nivel mundial. Esto representa un aumento sustancial en
comparación con el período 2012-2014, cuando se entregaron 465 millones de MTI a nivel mundial.
Los Programas Nacionales de Malaria (PNM) distribuyeron aproximadamente 552 millones de MTI a
nivel mundial, con la mayoría (459 millones o 83%) entregados en el África subsahariana durante el
período 2015-2017.
A nivel mundial, el 85% de los MTI se distribuyeron a través de campañas gratuitas de distribución
masiva, el 8% en instalaciones de atención prenatal y el 4% como parte de los programas de
inmunización.
Pruebas de diagnostico rápido
Se estima que 276 millones de pruebas de diagnóstico rápido (PDR) se vendieron a nivel mundial en
2017.
En 2017, los PNM distribuyeron 245 millones de PDR. La mayoría de los PDR (66%) fueron pruebas
para la detección de P. falciparum y se suministraron al África subsahariana.
En el África subsahariana, las PDR se están convirtiendo en el método más utilizado para diagnosticar
malaria entre los pacientes con sospecha de malaria en centros de salud pública. En 2017,
aproximadamente el 75% de las pruebas de malaria se realizaron con PDR, en comparación con el
40% en 2010.
Terapia combinada basada en la artemisinina
Un estimado de 2,74 mil millones de tratamientos de terapia combinada basada en la artemisinina
(TCA) fueron adquiridos por los países durante el período 2010-2017. Se informó que
aproximadamente el 62% de estas adquisiciones se realizaron por el sector público.
Durante el período 2010-2017, 1.450 millones de tratamientos de TCA fueron entregados por los
PNM, de los cuales 1,42 millones (98%) se entregaron en la Región de África de la OMS.
Con los aumentos en el uso de las pruebas de diagnóstico en los últimos años, los tratamientos de
TCA se están usando más específicamente para pacientes con resultados positivos para malaria. Esto
se demuestra mediante una proporción sustancialmente reducida de la razón entre TCA usados y
pruebas diagnósticas (0,8 en 2017 comparado con 2.5 en 2010). Sin embargo, esto todavía implica
que aproximadamente al 30% de los pacientes que recibieron TCA no se les realizó pruebas
diagnósticas para malaria.

Prevenir malaria
Control de vectores
La mitad de las personas en riesgo de malaria en África duermen bajo un MTI: en 2017, el 50% de la
población estaba protegida por esta intervención, un aumento con relación al 29% en 2010. Además,
el porcentaje de la población con acceso a un MTI aumentó de 33% en 2010 a 56% en 2017. Sin
embargo, la cobertura ha mejorado solo marginalmente desde 2015 y ha estado estancada desde 2016.
Los hogares con al menos un MTI por cada dos personas se duplicaron al 40% entre 2010 y 2017. Sin
embargo, esta cifra representa un aumento muy modesto en los últimos 3 años y permanece lejos del
objetivo de la cobertura universal.
Menos personas en riesgo de contraer malaria están siendo protegidas por el rociado residual
intradomiciliario (RRI), un método de prevención que consiste en rociar las paredes internas de las
viviendas con insecticidas. A nivel mundial, la protección por RRI se redujo de un máximo del 5% en
2010 al 3% en 2017, con disminuciones observadas en todas las regiones de la OMS.
En la Región de África de la OMS, la cobertura por el RRI se redujo de 80 millones de personas en
riesgo en 2010, a un punto mínimo de 51 millones en 2016, antes de aumentar a 64 millones en 2017.
En otras regiones de la OMS, el número de personas protegidas con el RRI en 2017 fue de 1,5
millones en las Américas, 7.5 millones en el Mediterráneo oriental, 41 millones en el Sudeste Asiático
y 1,5 millones en el Pacífico Occidental.
Las disminuciones en la cobertura del RRI se están produciendo a medida que los países cambian o
rotan los insecticidas a productos químicos más costosos, así como a cambios en las estrategias
operativas, como la disminución de las poblaciones en riesgo en los países que están eliminando la
malaria.
Terapias preventivas
Para proteger a las mujeres en áreas de alta y moderada transmisión de malaria en África, la OMS
recomienda "tratamiento preventivo intermitente en el embarazo" (TPI) con el medicamento
antimalárico sulfadoxina-pirimetamina. Entre los 33 países africanos que informaron sobre los niveles
de cobertura de TPI en 2017, aproximadamente el 22% de las mujeres embarazadas elegibles
recibieron las tres o más dosis recomendadas de TPI, en comparación con el 17% en 2015 y el 0% en
2010.
En 2017, 15,7 millones de niños en 12 países de la subregión del Sahel de África se protegieron a
través de programas de quimioprevención estacional. Sin embargo, aproximadamente 13,6 millones
de niños que podrían haberse beneficiado de esta intervención no lo recibieron, principalmente debido
a falta de fondos.

Pruebas de diagnóstico y tratamiento


Acceso a la atención
El diagnóstico y tratamiento rápido es el medio más efectivo para prevenir que un caso leve de
malaria se convierta en una enfermedad grave y en la muerte. Según las encuestas nacionales de
hogares realizadas en 19 países del África subsahariana entre 2015-2017, una mediana del 52% (rango
intercuartil [RI]: 44-62%) de los niños con fiebre (febriles) fueron llevados a un proveedor de
atención médica capacitado. Esto incluye hospitales y clínicas del sector público, establecimientos de
salud formales del sector privado y trabajadores de salud comunitarios.
Aunque más niños febriles buscaron atención en el sector de salud pública (mediana: 36%, RI: 30-
46%) que en el sector médico formal privado (mediana: 8%, RI: 5-10%), una alta proporción de niños
febriles no recibieron ninguna atención médica (mediana: 40%, RI: 28-45%). El acceso deficiente a
los proveedores de atención médica o la falta de conocimiento de los síntomas de la malaria entre los
cuidadores son algunos de los factores que contribuyen.
Las encuestas nacionales revelan disparidades en el acceso a la atención médica según el ingreso y la
ubicación del hogar: el porcentaje de niños febriles que fueron atendidos fue mayor en los hogares
más ricos (mediana: 72%, RI: 62-75%) en comparación con los hogares más pobres (mediana: 58%,
RI: 47-67%), así como fue mayor entre aquellos que viven en áreas urbanas (mediana: 69%, RI: 59-
76%) en comparación con las áreas rurales (mediana: 60%, RI: 51-71%).
Diagnóstico de malaria
Según 58 encuestas realizadas en 30 países del África subsahariana entre 2010-2017, el porcentaje de
niños con fiebre que se sometieron a una prueba de diagnóstico en el sector de la salud pública
aumentó, alcanzando una mediana del 59% (RI: 34-75%) durante el período 2015-2017, frente a una
mediana del 33% (RI: 18-44%) para 2010-2012.
Los datos recopilados de 56 encuestas realizadas en el África subsahariana revelan que el porcentaje
de niños febriles que asisten a instalaciones de salud pública, y que se sometieron a una prueba
diagnóstica de malaria antes del tratamiento antipalúdico aumentó de una mediana del 35% (RI: 27-
56%) en 2010-2012 a 74% (RI: 51-81%) en 2015-2017. Se ha registrado un aumento similar en el
sector de salud formal privado, del 41% (RI: 17-67%) en 2010-2012 al 63% (RI: 41-83%) en 2015-
2017.
Tratamientos antimaláricos
Con base en 19 encuestas de hogares realizadas en África subsahariana entre 2015 y 2017, el
porcentaje de niños menores de 5 años con fiebre que recibieron algún medicamento antimalárico fue
del 29% (RI: 15-48%).
Es más probable que los niños reciban TCA, los medicamentos antipalúdicos más eficaces, si se busca
atención médica en el sector público en comparación con el sector privado. Los datos de 18 encuestas
nacionales realizadas en el África subsahariana muestran que para el período 2015-2017,
aproximadamente el 88% (RI: 73-92%) de los niños febriles que buscaron tratamiento para la malaria
en el sector de la salud pública recibieron TCA, frente a 74 % (RI: 47-88%) para el sector médico
formal privado.
Para cerrar la brecha de tratamiento entre los niños, la OMS recomienda la adopción del manejo
integrado de casos por la comunidad (MICC). Este enfoque promueve el manejo integrado de
condiciones comunes que ponen en peligro la vida en los niños (malaria, neumonía y diarrea) a nivel
de puestos de salud y en la comunidad. En 2017, de 21 países africanos con una alta carga de malaria,
20 tenían políticas de MICC, de las cuales 12 habían comenzado a implementar esas políticas.

Sistemas de vigilancia de malaria


La vigilancia efectiva de los casos y muertes por malaria es esencial para identificar las áreas o grupos
de población más afectados por la malaria y para orientar los recursos para lograr el máximo impacto.
Un sistema de vigilancia sólido requiere de altos niveles de acceso a la atención y detección de casos,
y de la notificación completa de la información de salud de todos los sectores, ya sea público o
privado.
En 2017, entre 52 países de moderada a alta carga, las tasas de malaria reportadas fueron del 60% o
más. En la Región de África de la OMS, 36 de 46 países indicaron que al menos el 80% de los centros
de salud pública habían reportado datos sobre la malaria a través de su sistema nacional de
información de salud.

Eliminación de la malaria
A nivel mundial, la red de eliminación de la malaria se está ampliando, con más países avanzando
hacia cero casos autóctonos: en 2017, 46 países notificaron menos de 10 000 casos, frente a 44 países
en 2016 y 37 países en 2010. El número de países con menos de 100 casos autóctonos, un fuerte
indicador de que la eliminación está cerca, aumentó de 15 países en 2010 a 24 países en 2016 y 26
países en 2017.
Paraguay se certificó por la OMS como libre de malaria en 2018, mientras que Argelia, Argentina y
Uzbekistán han realizado solicitudes formales a la OMS para su certificación. En 2017 China y El
Salvador reportaron cero casos autóctonos.
Uno de los hitos clave de la ETM para 2020 es la eliminación de la malaria en al menos 10 países que
fueron endémicos de malaria en 2015. Al ritmo actual de progreso, es probable que se alcance este
hito.
En 2016, la OMS identificó 21 países con el potencial de eliminar la malaria para el año 2020. La
OMS está trabajando con los gobiernos de estos países, conocidos como “países E-2020”, para apoyar
sus objetivos de acelerar la eliminación.
Aunque 11 países del E-2020 siguen encaminados para alcanzar sus objetivos de eliminación, 10 han
reportado aumentos en los casos autóctonos de malaria en 2017 en comparación con 2016.

Desafíos para encaminar la respuesta contra la malaria


Los desafíos a los que se enfrenta la respuesta mundial contra la malaria son muchos, y como se
destaca en el informe de este año, las barreras inmediatas para lograr los hitos de la ETM para 2020 y
2025 son el continuo aumento de la malaria en los países con la mayor carga de la enfermedad y la
insuficiencia de fondos internacionales y domésticos. Al mismo tiempo, la continua emergencia de
resistencia de los parásitos a los medicamentos antimaláricos y la resistencia de los mosquitos a los
insecticidas representan una amenaza para el progreso.
Países de alta carga
En 2017, en 11 países ocurrieron aproximadamente el 70% de los casos estimados de malaria y
muertes de todo el mundo: 10 en África subsahariana y en la India. De estos países, solo India reportó
avances en la reducción de sus casos de malaria en 2017 en comparación con 2016.
Para volver a encaminar la respuesta mundial contra la malaria, el 19 de noviembre se lanzará en
Mozambique un nuevo enfoque impulsado por éste país, "De alta carga a alto impacto", junto con la
publicación del Informe mundial sobre el paludismo 2018.
Con el apoyo de la OMS y la Alianza RBM para Hacer Retroceder el Paludismo, el enfoque se basa
en 4 pilares: dirigir la atención política nacional y mundial para reducir las muertes por malaria;
orientar el impacto en los países a través del uso estratégico de la información; implementar las
mejores orientaciones globales, políticas y estrategias adecuadas para todos los países endémicos de
malaria; e implementar una respuesta nacional coordinada.
Fondos
En 24 de los 41 países con alta carga, que dependen principalmente de financiación externa para el
programa de malaria, el nivel promedio de financiación disponible por persona en riesgo disminuyó
en 2015-2017 en comparación con 2012-2014. Esto varió desde una reducción del 95% en el Congo
(el más alto) hasta una disminución del 1% en Uganda (el más bajo) en los tiempos comparados.
En los países que experimentaron una disminución del 20% o más en la financiación total por persona
en riesgo, la financiación internacional disminuyó, en ocasiones combinada con menores inversiones
nacionales.
Entre los 41 países con alta carga, en general, la financiación por persona en riesgo de malaria fue de
US$ 2,32.
Resistencia a las drogas
La TCA ha sido parte integral del éxito reciente del control mundial de la malaria, y la protección de
su eficacia para el tratamiento de la malaria es una prioridad de salud mundial.
La mayoría de los estudios realizados entre 2010 y 2017 muestran que la TCA sigue siendo efectiva,
con tasas de eficacia, en general, superiores al 95% fuera de la subregión del Gran Mekong (GM). En
África, no se ha notificado hasta la fecha de resistencia a la artemisinina (parcial).
Aunque en cuatro países de la subregión del GM se ha informado sobre resistencia a múltiples
medicamentos, incluida la resistencia a la artemisinina (parcial) y otros, ha habido una reducción
masiva de casos de malaria y muertes en esta subregión. El monitoreo de la eficacia de los
medicamentos antipalúdicos ha dado como resultado una actualización rápida de las políticas de
tratamiento de la malaria en la mayoría de los países del GM.
Resistencia a los insecticidas
El Informe mundial de la OMS sobre la resistencia a los insecticidas en los vectores de la malaria:
2010-2016, publicado recientemente, mostró que la resistencia a las cuatro clases de insecticidas más
utilizadas (piretroides, organoclorados, carbamatos y organofosforados) está muy extendida en todos
los principales vectores de malaria en las regiones de la OMS de África, América, Asia Sudoriental,
Mediterráneo Oriental y el Pacífico Occidental.
De los 80 países endémicos de malaria que proporcionaron datos para 2010-2017, 68 notificaron
resistencia a al menos una de las cuatro clases de insecticidas en al menos un vector de malaria de un
sitio de recolección, un aumento con respecto a 2016 debido a un mejor reporte de datos y tres países
que informaron sobre la resistencia por primera vez. En 57 países, se notificó resistencia a dos o más
clases de insecticidas.
La resistencia a los piretroides, la única clase de insecticida utilizada actualmente en los MTI, es
generalizada y se detectó en al menos un vector de la malaria en más de dos tercios de los sitios de
recolección y fue más alta en las regiones de la OMS de África y el Mediterráneo Oriental.
Se detectó resistencia a los organoclorados en al menos un vector de malaria en casi dos tercios de los
sitios de recolección y esta fue más alta en el Sudeste Asiático. La resistencia a los carbamatos y
organofosforados fue menos prevalente y se detectó en el 33% y el 27% de los sitios de recolección
respectivamente. La prevalencia fue mayor para los carbamatos en el Sudeste Asiático y para los
organofosforados en el Pacífico Occidental.
En vista de la situación actual, los planes de monitoreo y manejo de la resistencia, en línea con el plan
global de la OMS para el manejo de la resistencia a los insecticidas en los vectores de la malaria, son
esenciales. Hasta la fecha, 40 países han completado estos planes.
Los MTI continúan siendo una herramienta eficaz para la prevención de la malaria, incluso en áreas
donde los mosquitos han desarrollado resistencia a los piretroides. Esto se evidenció en una gran
evaluación multinacional coordinada por la OMS entre 2011 y 2016 llevada a cabo en 5 lugares de
estudio en 5 países del mundo.

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