You are on page 1of 9

DIPLOMATURA

“Abordaje interdisciplinario del Maltrato, la Violencia y


el Abuso Sexual Infantil”

TEMA:

La violencia hacia la mujer, su origen y


simbolismo”

Autora: Gorosito María Celeste

1
Índice

º Introducción:

- problemática analizada y exposición de la misma y sus manifestaciones en


Argentina.

- Breve Descripción Jurídica de la problemática planteada.

º Desarrollo:

- Reseña histórica de los sucesos y procesos, sociales y culturales que llevaron a


la mirada actual hacia la mujer.

- Análisis de la violencia simbólica en relación a la violencia hacia la mujer.

Conclusión:

- Análisis personal sobre la temática abordada.

2
“En Roma y luego en la Edad Media se fueron sentando las
bases de una regulación estricta que sometía a la mujer y que era indispensable
para verticalizar a las sociedades colonizadoras y dominar el mundo cometiendo
los peores genocidios”. (Zafaroni)

Introducción

La violencia masculina contra las mujeres es un fenómeno universal que se ha


mantenido oculto, invisible e incuestionado hasta fechas muy recientes. Ha sido el
movimiento de mujeres y las teóricas de la denominada segunda ola del
movimiento feminista, años 70, quienes iniciaron la definición de la violencia contra
las mujeres como producto del sistema de dominación patriarcal rompiendo con la
denominación tradicional como problema persona, propio de la esfera privada, de
puertas adentro, en la década del 90 la violencia de genera ha alcanzado difusión
en los medios de comunicación y en los ámbitos políticos.
En Argentina el grupo mas vulnerable esta compuesto por mujeres jóvenes y
adolescentes, estas son un grupo de riesgo tanto de suicidios (consecuencia de
las violaciones) como de homicidios, para lo cual es necesario políticas de acción
para poder prevenir la violencia hacia ellas, algunos factores de riesgos en
nuestro país son el abuso del alcohol y la pobreza con su falta de educación
asociada a ella, problemas estructurales que agravan los niveles de violencia de
genero en nuestro país.
El año 2003 marcó el inicio de una nueva etapa para la Argentina. El primer
gobierno de Néstor Kirchner definió otro rumbo político donde la intervención del
Estado se hizo presente formulando numerosas políticas de inclusión social. En el
año 2009, la sanción de la Ley 26485 de Protección Integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, Otra medidas de
trascendencia fueron las modificaciones en el Código Penal en el cual se gestiona
la incorporación de la figura de femicidio y femicidio vinculado, cuando se produce

3
un homicidio con el propósito de causar sufrimiento a una mujer con la que se
mantiene o ha mantenido una relación en el marco de la violencia de género.
De acuerdo a las estadísticas elaboradas en los últimos años el género del
agresor en un 95% es hombre. Entre las víctimas existe un promedio de 70% de
mujeres jóvenes y adultas y el 30% restantes son niñas y niños hasta 18 años, la
evidencia marca que falta mucho por implementar, pero seria pertinente analizar
cual fue el camino histórico, social y cultural que ha moldeado esta forma de ver,
no solo a la mujer sino el mundo.

Desarrollo
Las cuestiones relacionadas con la sexualidad y género fueron siempre una
cuestión central de poder en nuestra civilización. En la Antigua Roma, por ejemplo,
la mujer: matrona o prostituta, sacerdotisa o emperatriz, era considerada inferior,
según las leyes y permanecía siempre como una menor, es decir, jurídicamente
igual que los niños. Dependía de la autoridad de su padre y, si contraía
matrimonio, de la de su esposo.
Durante la Edad Media, período histórico de la civilización occidental comprendido
entre el siglo V y el XV, las tribus permitieron la conformación de reinos. Luego
empezó a surgir lentamente el Estado moderno, la lucha por la hegemonía entre la
Iglesia y el Estado se convirtió en un rasgo de este período histórico. Es el
momento de máximo poder de la Iglesia Católica.
A través de una criminología originaria (primera elaboración orgánica de la
criminología) se enfrentó al Dios ejecutado, a un enemigo, Satán y se inventó un
ejército de criaturas malignas” seres humanos débiles e inferiores que en términos
generales eran mujeres, y que obedecían a Satán y pactaban con él. Para
verticalizar su poder la iglesia estableció un poder punitivo propio, creando La
Inquisición, o sea, una institución policial dedicada a eliminar físicamente y de
manera brutal, a los herejes, es decir, a quienes negaban su poder patriarcal-
centralizado. También se persiguieron y marginaron disidentes, inmigrantes,
minorías sexuales, personas con necesidades especiales, enfermos físicos y

4
mentales. Los inquisidores decidían acerca de la vida o la muerte de las personas
cuestionadas.
Así se fortalecía una estructura jerárquica patriarcal reforzando la subordinación
de gran parte de la sociedad. La mujer a lo largo de la historia, fue asociada tanto
con la fertilidad (la vida) como con la muerte. Su predecesora (Eva), ha sido
culpable de la perdición del género humano, primera en violar la ley divina,
enemiga de la virtud, asociada a la serpiente, fundadora del pecado original. Este
mito de origen en el que la Iglesia Cristiana pretende fundar a la humanidad, pone
de manifiesto aquel chivo expiatorio al que ha de culparse de todos los males.
Las mujeres se veían entonces como “fecundas, nutricias y abundantes… pero
también pecadoras, frías, crédulas, maleables e impresionables. (La figura
femenina, entre sagrada y profana). Estas miradas fueron llevadas al extremo por
la tradición misógina y proyectada en la figura de la bruja. La bruja como
estereotipo en el derecho criminal, se conformó hacia el año 1400, se la asociaba
a mujeres que mantenían relaciones íntimas con el demonio, realizaban prácticas
esotéricas, celebraciones orgiásticas, sacrificios de animales y niños, Las brujas
no eran personas malas y feas, como las ha descrito la literatura universal, sino
mujeres generadoras de un conocimiento específico. En el medievo, debido al
modelo social masculino, el saber de las brujas fue considerado amenazante, por
lo que fue perseguido y destruido junto con ellas en las hogueras. Eran parteras,
alquimistas, perfumistas, nodrizas o cocineras que tenían conocimiento acerca de
la anatomía, la botánica, la sexualidad, el amor o la reproducción, y que prestaban
un importante servicio a la comunidad. Conocían mucho de plantas, animales y
minerales, y creaban recetas para curar, lo cual fue interpretado por los grupos
dominantes como un poder del Diablo. La inquisición institución abocada a la
persecución y juzgamiento de la mujer no la subordinó, porque ya lo estaba, pero
reafirmó su posición subalterna y cortó de cuajo cualquier tentativa de reacción,
especialmente de aquellas que asumían un rol distinto al que las relegaba el
patriarcado.
Pasada la Edad Media la idea del estado como administrador de la muerte fue
cambiando por la de estado como administrador de la vida. Foucault sitúa este

5
cambio en el siglo XVIII momento en cual, según él, el estado pasó a ocuparse
preferentemente de la vida de sus súbditos como sujeto público. Justamente
durante ese siglo al que se conoce como el Siglo de las Luces, la razón ilustrada
buscaba la igualdad de los seres humanos pero no quería profundizar en la
igualdad de los géneros, y sí ahondaba en la diferencia entre hombres y mujeres
que se venía arrastrando desde siglos atrás. Sin embargo hubo cambios en cómo
se veía a la mujer. Básicamente se la empezó a considerar frágil, emotiva,
dependiente, sexualmente pasiva y predestinada a la maternidad. Esta narrativa
es la que sin lugar aún mantiene altos niveles de eficacia.
¿Cómo se pasó de considerarlas demoníacas, sexualmente insaciables, rebeldes
y díscolas a pasivas, sumisas y frígidas?
Su origen está en los profundos cambios producidos en la familia, sus funciones,
hábitos y costumbres ellos provocaron el paso de la antigua sociedad a la
incipiente sociedad industrial. También durante la modernidad aparecen dos
vocablos claves (para los futuros movimientos feministas): género y patriarcado.
El patriarcado, como organización social en que el hombre domina a la mujer
basado en la creación de identidades de género, como dominio masculino, que
rigen toda la interacción social, fue lanzado por Katee Millet en 1970. Para ella en
el origen de la política no está la clase, ni la raza, sino el sexo.
Mientras la distinción entre sexo y género hoy nos parece obvia, el patriarcado
como dimensión política de la subordinación de la mujer nadie puede negarlo
seriamente en nuestros días. Para Ester Díaz el cambio se da en la década de los
70 con el invento de la píldora anticonceptiva. Esto y la lucha de las feministas
hicieron pensar que las mujeres podían ser “libres”.
Pierre Bordieu considera que “la dominación masculina tiene todas las condiciones
para su pleno ejercicio. La preeminencia universalmente reconocida de los
hombres se sustenta en esquemas acordados por todos los miembros de la
sociedad (incluidas las mujeres) esquemas mentales que son producto de la
asimilación de las relaciones de poder”. La violencia simbólica se instituye a través
de la adhesión que la dominada se siente obligada a conceder al dominador.

6
En la actualidad la violencia contra las mujeres constituye una violación a los
derechos humanos. La visibilización de la desigualdad de género, el
reconocimiento a la peculiaridad de la vida de las mujeres, el derecho a la
autonomía y a una vida libre de violencias es un camino a seguir corriendo y
luchando para que sea una realidad.

7
Conclusión

Hay quienes afirman que en este principio de siglo la igualdad entre mujeres y
hombres por fin ha llegado, que sólo falta observar alrededor para ver cómo, sobre
todo en los países del “Primer Mundo” o “del norte”, esta igualdad está dando
frutos, como parte de las luchas feministas y los tratados internacionales que los
Estados han venido firmando y ratificando, pero a pesar de las visiones optimistas
de algunas personas, la “equidad de género” dista mucho de ser una realidad.
El análisis y recorrido histórico fue necesario para poder comprender y analizar la
actualidad que vive la mujer como objeto de violencia, a pesar de los posibles
avances y movimientos que las mismas mujeres, junto con políticas sociales y
cambios institucionales hacen, para poder cambiar un paradigma tan arraigado
como el patriarcado, es necesario visibilizar que las practicas y miradas que han
menospreciado, desvalorizado y sosegado a la mujer tiene sus inicios y se ha
mantenido por demasiado tiempo en la historia de la humanidad.
Es arduo el camino, es mucho lo que falta, serán necesario en mi opinión muchas
generaciones de mujeres y por que no, de hombres también que se animen a
pesarse diferente, a mirarse diferente, a constituirse como sujetos con
posibilidades de reescribir sus propias historias y tal vez, tan solo tal vez, algo de
eso pueda hacer mella en las sociedades, en las culturas y se puedan constituir
otros paradigmas.

8
Bibliografía

- Módulos 1,2,3 y 4

- Ana María Fernández, La mujer de la Ilusión. Pactos y contratos


entre hombres y mujeres. Paidos 2014.

- Ana María Fernández. La mujer y la violencia Invisible.


Sudamericana 1989.

- Raúl Eugenio Zafaroni. La palabra de los muertos. EDIAR 2011.

- Esther Díaz. Las grietas del control. Vida, vigilancia y caos.


Biblos 2010.

You might also like