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Arte Maya en Honduras

Los mayas fueron notables escultores. Con materiales como la piedra y el estuco, este arte tomó
tres formas: la primera, los trabajos de relieve, bajorrelieve, e incluso tridimensionales, que
formaron parte de la ornamentación arquitectónica. Un ejemplo son los mascarones de muchos
de los edificios mayas construidos desde el Preclásico Tardío hasta la Colonia, durante el siglo XVI;
en su mayor parte, estas obras representan deidades astrales relacionadas con la salida y la puesta
de sol, o imágenes idealizadas de los gobernantes y sus linajes.

En este mismo grupo pueden incluirse las esculturas de estuco o piedra adosadas a fachadas y
pilares o empleadas como columnas, así como los complejos diseños de los dinteles esculpidos en
madera propios del periodo Clásico, los cuales honran también a los mandatarios mayas.

Aparte se consideran las estelas, los altares y las lápidas. Comúnmente, estas obras fueron
labradas en monolitos individuales asociados a diversas edificaciones y constituyeron, en su
momento, auténticos documentos en piedra, los cuales narraban la historia de los personajes
representados en ellos. Así, la escultura de los mayas estuvo, como se ve, íntimamente ligada a la
escritura.

Finalmente, la escultura de bulto, sin relación directa con la arquitectura, fue realizada sobre todo
en estuco y cerámica. Destacan, en este grupo, los grandes incensarios y urnas y, por su alta
calidad artística, las figurillas funerarias de Jaina, que representaban a hombres de diferente
posición social.

Es evidente que la figura humana fue, con mucho, el tema central de la escultura maya. No
obstante, abundaban también las representaciones de deidades antropomorfizadas, así como las
de animales, plantas y seres sobrenaturales altamente significativos para la civilización maya,
como las serpientes emplumadas, los monstruos terrestres y las aves fantásticas.

Las estelas conmemorativas son magníficos trabajos entre los que destacaremos las de Tikal,
Copán, Quiriguá y Cobán. Hablamos de monumentales lajas de piedra clavadas verticalmente en el
suelo, en las que los escultores mayas tallaron en bajorrelieve imágenes del jubileo de sus
soberanos. Se erigían al finalizar una etapa temporal concreta, cada cinco y cada veinte años, y en
ellas, mediante jeroglíficos, se contaban los sucesos más importantes del reinado. Excelentes son
los dinteles figurativos que flanqueaban las puertas de los palacios y templos de Yaxchilán, los
altares de Piedras Negras y los zoomorfos de Quiriguá, aunque quizá la cumbre de la escultura
maya sean los paneles de los edificios de Palenque. El palacio, y los templos de las Inscripciones, el
Sol, la Cruz y la Cruz Foliada, constituyen uno de los mejores ejemplos de cómo el hombre es capaz
de plasmar en piedra su universo religioso.

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