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VIVIR NOS EXIGE ENFRENTAR SITUACIONES. PARA SOLUCIONARLAS,
PARA ENCAMINARNOS, O AL MENOS, PARA SABER DE DONDE
PARTIMOS. AFORTUNADAMENTE NUESTRA CULTURA NOS PROVEE DE
LA FILOSOFÍA.
EN NOSOTROS ESTÁ EL DISCERNIMIENTO PARA SENTIRNOS LIBRES,
DE CRECER Y SABER APLICARLA DÁNDOLE UN SENTIDO A NUESTRA
EXIGUA EXISTENCIA PERSONAL, Y DEJAR UN SENDERO QUE NUESTROS
HIJOS CONOZCAN, YA SEA PARA SEGUIRLO, YA SEA PARA DESCARTARLO
Y OPTAR POR EL SUYO.
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PRÓLOGO
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ÁMBITOS DEL CONOCIMIENTO HUMANO
Al igual que otros seres vivos con los que comparte este planeta, el hombre
enfrenta las exigencias de ciertas necesidades que lo comprometen como individuo como
también en tanto especie, necesidades tales como alimentarse, protegerse del frío y
reproducirse. Pero estas necesidades tan imprescindibles e impostergables, igualmente no
hacen la historia del hombre, sino que ésta es el resultado de su desarrollo cultural.
Por cultura entendemos al conjunto de acciones que el ser vivo realiza para
modificar el medio en el que habita. Así por ejemplo, un hornero hace su propia cultura al
construir su nido, de la misma manera en que el hombre hace su casa. Pero la diferencia
entre ambos está en que el hornero siempre construye igual su nido, sin pasar por ningún
proceso de aprendizaje sino que lo hace instintivamente; por su parte, el hombre aprende y
modifica, y hay una intencionalidad en la transmisión de su cultura al plantearse centros
de conservación y perfeccionamiento de la misma, y para ello pensemos en las escuelas,
liceos, universidades, etc. ¿Hay tales centros para otros seres vivos que no sean humanos,
digamos horneros, elefantes, ciruelos, etc., que hayan sido planteados por ellos mismos?
Es decir, mientras en los demás seres vivos no humanos, sus patrones de
conducta que incluye todo acto de cultura como se ha señalado, es instintito, no aprendido,
transmitido genéticamente, no permitiendo la individualidad porque prima el interés de la
especie, en el hombre se ha desarrollado la perspectiva de una cultura intencional por la
cual sus valores, conocimientos, experiencias, etc, se intentan conservar y mantener de una
generación a otra, para que las venideras continúen este proceso, ya sea discutiéndola,
ampliándola, sustituyéndola.
Para plantearse esta actividad de aprendizaje y transmisión de cultura,
debemos partir de una característica que hasta ahora sólo sabemos que es propia del
hombre: El pensamiento.
Una vez satisfechas aquellas necesidades primarias ya mencionadas, o
enfrentado a la búsqueda de cómo hacerlo, el hombre no se ha conformado con ser un
integrante más de la naturaleza, sino que su constante desarrollo le ha exigido una mayor
avidez de conocimientos. Para esto ha sido preciso que el uso de su pensamiento o razón le
planteara interrogantes a las cuales pretendiera darle respuesta. Es decir, su cultura le ha
presentado otras formas de sus necesidades básicas: Ahora no es sólo alimentar su cuerpo
sino también sus conocimientos; no es sólo protegerse del frío, sino también hacerlo de la
ignorancia que lo margine del incesante desarrollo cultural; y no es sólo reproducirse para
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conservarse como individuo y especie, sino también busca reproducir, conservar y
progresar en lo que sabe o estima que sabe. Y por ello partiremos como guía de una
definición del ser humano.
Una de las definiciones más difundidas del ser humano establece que éste es
un "animal racional". Esto significa que el hombre, entre todos los demás seres vivos de la
naturaleza, se diferencia del resto de los entes por estar dotado de pensamiento.
Y por ente estamos solamente refiriéndonos a todo lo que tiene existencia,
y por pensamiento a la capacidad de objetivar la realidad a través del lenguaje con el
propósito de elaborar el conocimiento para interpretarla y comunicárselo a sus semejantes.
Es decir, objetivar es convertir a todo lo que podemos nombrar - por ejemplo, mesa,
estrella, número, etc. - en el centro de lo que pretendemos saber con mayor certeza sobre
ellas, pero no sólo para nosotros, sino para compartirlo con otros.
Diremos entonces que el ser humano posee la tendencia natural e intencional
de adquirir conocimientos. La tendencia natural se refiere a la obtención de aprendizajes
que permitan la solución de situaciones específicas tales como conseguir alimento,
reproducirse para la conservación de la especie y poder prevenirse y protegerse de peligros
para el individuo y sus congéneres. Este nivel es compartido con todos los demás seres
vivos.
En cambio, la tendencia intencional se refiere a todos los conocimientos
elaborados y transmitidos por el hombre, no solamente con el propósito de dominar su
medio, sino que estos son el resultado de la búsqueda de su identidad y del sentido de su
existencia.
Por ejemplo, quien sea conductor de un ómnibus bien puede prescindir e
ignorar las leyes descriptas por la astronomía, por la genética, etc. Solamente si desea
superar el anodino pasar de sus días como un trabajador anónimo en la sociedad y época
en la que está ubicado, esto le hará surgir inquietudes que únicamente podrá satisfacer si
se orienta hacia este selecto nivel intencional del conocimiento humano.
En este sentido fue Aristóteles - siglo IV a. C.- quien señaló que la naturaleza
propia del hombre era vivir en sociedad - zoon politikon - permitiéndole el goce no
compartido con otros seres vivos diferentes a los de su especie, de adiestrar su pensamiento
para objetivar la realidad y poder así acceder al conocimiento.
Por lo que otra manera de entender el objetivar es la capacidad del sujeto
humano para diferenciarse de lo que quiere conocer, y ella está motivada por el objeto en
cuestión, generándose así la intención de adquirir el saber por parte de ese sujeto dotado de
razón. Por ejemplo, si deseo conocer una escultura de Miguel Ángel, mi preocupación
presupone que yo soy diferente a ese objeto, por lo que pretendo acceder a él con lo que
aprenda en este proceso. Intentando cumplir con este objetivo, con el devenir de los siglos,
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el ser humano ha ido perfeccionando las diferentes maneras en las que ha sido capaz de
elaborar sus conocimientos. Por este motivo, es que distinguiremos a continuación varios
ámbitos desde los cuales se ha partido para interpretar la realidad y a sí mismo.
Antes de remitirnos conceptualmente al primer ámbito, partiremos de un
ejemplo que esperamos nos aclare ciertas ideas. Supongamos entonces, que alguno
de nuestros antepasados remotos, digamos que más de 5000 años a. C., hubiera sido
testigo de una gran tormenta eléctrica, y que un rayo cayera a cierta distancia de él
matando a un animal doméstico que le era muy apreciado.
Extraído de “Política”.
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Ante este hecho que concebimos hoy como natural, el hombre primitivo
comenzó a formularse preguntas tratando de entender qué había sucedido. Carente de
toda preparación e información, su primera respuesta ha de referirse a la EXISTENCIA
DE SERES SUPERIORES o dioses.
En el proceso de socialización y convivencia humana, la religión ha cumplido
y cumple un rol insustituible. En su entorno, los hombres fueron rodeando a quienes
cumplían la función de transmitir los relatos y tradiciones de cada grupo, de tal manera
que todos tuvieran aspectos que compartían y los hicieran sentirse unidos y más fuertes.
Luego, esta función oral fue evolucionando hacia la formación de una institución que
compartieron y fundamentó la estructura vertical del poder hasta llegar al Estado.
De esta manera ingresamos al primer ámbito elaborado por la humanidad, y
al cual llamaremos desde este momento genéricamente con el nombre de religioso o
teológico. Entre sus principales características, destacamos la idea de una permanente y
directa intervención de estos supuestos seres superiores en los hechos que el hombre es
capaz de reconocer.
Otra característica esencial es su dogmatismo. Esto significa que una vez
establecida su explicación, la misma no se modifica jamás, por más que ciertas
circunstancias pudieran así exigirlo, y fuera necesario reconocer los errores en las ideas
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que pretendan satisfacer el deseo de saber. Pero esto no imposibilita que haya una
necesaria evolución en las creencias humanas a lo largo de su efímera historia. Así una
estructura religiosa toma total o parcialmente, o modifica según sus criterios o
interpretaciones, ciertos aspectos de una teología ya establecida. Es decir, acepta para sí
ciertos dogmas de otra fe.
Por ejemplo, la teología judía tomó de las creencias del Egipto antiguo, la idea
de las leyes divinas o Mandamientos. En el texto bíblico se narra que el profeta Moisés
concurrió al monte del Sinaí donde Dios Jehová le cedió las tablas de las diez leyes. Esto se
remonta aproximadamente al siglo XIII a. C. Pero esos mandamientos ya estaban en “El
Libro de los Muertos” de la fe egipcia, escrito en el siglo XL a. C.
A su vez, el cristianismo tomó ciertos aspectos del judaísmo. Y una de las
creencias centrales del cristianismo es la leyenda de la vida, pasión, muerte y resurrección
de Jesús. Esto a su vez está narrado en el Nuevo Testamento que fue escrito -obviamente-
después de Jesucristo. Pero también esta idea fue tomada de la teología egipcia que 4000
años antes ya se relataban la vida, pasión, muerte y resurrección del dios Osiris.
Mas, la mayor expresión del dogmatismo religioso es su intolerancia con
cualquier otra forma de explicación. Tomemos el caso del propio Jesús de Nazareth quien
fue juzgado y sentenciado por instigación del mismo pueblo que integraba, por predicar
contrariamente a creencias ancestrales aceptadas. Unos siglos antes, en la Atenas
democrática, Sócrates padeció el mismo proceso, y en el año 1600, la Inquisición cristiana
sacrificó a Giordano Bruno.
Una vez sistematizado en un cuerpo de ideas y con el status burocrático del
Estado, la religión es cada vez más intolerante con cualquier infractor. Hoy, en cambio,
elaboramos otras perspectivas en la descripción de la caída de un rayo. Para elaborar esas
otras visiones del mismo hecho, paralelamente a la concepción teológica, y sin tomar en
cuenta si hay o no una intervención directa de algún dios, se le interpreta como un hecho
natural producto de la conjunción de otros tantos fenómenos también analizados con la
misma metodología.
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Un mártir de la filosofía
Pero para llegar a esta forma de explicar, y que ahora quizá nos parezca tan
normal, debieron transcurrir varios milenios para que se dejara de lado al dogmatismo
teológico y dar cabida a otros enfoques analíticos. Tal vez únicamente se procedió a
sustituir al dogmatismo teológico por otro dogmatismo más eficaz para las aspiraciones
cognoscitivas.
En síntesis, el ámbito teológico es dogmático porque una vez elaborada su
propuesta, la misma no será modificada, y su propósito, más que responder una pregunta,
es tranquilizar la conciencia de aquél que se cuestiona sobre cosas tales como " ¿de dónde
venimos?¿, ¿ Adónde vamos? ¿Qué sucede individualmente tras la muerte?, Etc.".
ÁMBITO TEOLÓGICO----DOGMÁTICO
ÁMBITO CIENTÍFICO-----VERIFICACIÓN
ÁMBITO FILOSÓFICO----COSMOVISIÓN
CUADRO NÚMERO 1
Y cuentan que el sabio se retractó ante sus jueces porque no dudaba que
algún día se verificarían sus teorías, y se demostraría el error de aquellos que lo
enjuiciaron, no tanto por temor al avance mismo del conocimiento humano, sino por las
consecuencias: Que ese avance trajera consigo el desprestigio de la institución eclesiástica
y la pérdida de influencia en la estructura política y económica del mundo feudal ya
agonizante.
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planetas, estrellas y satélites, los sabios antiguos aprendieron a especular, lo que luego
sería un nuevo tipo de conocimiento.
En la cultura antigua, uno de los aspectos más destacados que hizo sobresalir
al pueblo heleno, fue su idea de sistematizar, esto es, integrar coherentemente los
elementos comunes en una sola estructura. De esta mentalidad fueron surgiendo
disciplinas específicas con objeto y método claramente definidos, como lo fue, por ejemplo,
la geometría organizada por Euclides.
Pero aún así, este conocimiento científico era rudimentario si se le compara
con la idea de estos griegos, o sea, de que el conocimiento humano, tomado como una
unidad totalizadora, fuera capaz de abarcar sistemáticamente a toda la naturaleza. Y esto
se llama COSMOVISION.
Este término cosmovisión tiene diferentes sinónimos y significados según el
autor y la corriente de pensamiento. En la antigüedad, la cosmovisión era la meta que les
permitiera acceder a la comprensión orgánica y no aislada por disciplinas. En el medioevo,
la cosmovisión de índole exclusivamente humana se reducía a ofrecer una explicitación
complementaria de lo que por fe se admitía en las escrituras bíblicas.
Con el renacimiento y el modernismo, la búsqueda del método idóneo debía
brindar la oportunidad de que la dotación racional humana fuera capaz de encontrar el
paralelismo de la lógica con la armonía universal.
En nuestro siglo XX, el neopositivismo retoma este tema para explicar que un
modelo de interpretación sólo es posible si partimos de un análisis del lenguaje que
establezca cuáles proposiciones son, no únicamente válidas por sintaxis, sino
principalmente porque conlleven un valor de verdad. Es decir, solamente tendremos una
figura o modelo de los acontecimientos del mundo, si nuestras afirmaciones son
verdaderas.
Esta argumentación lo lleva a Ludwing Wittgenstein - fallecido en 1951-
a señalar que toda la historia de la filosofía se reduce a una extralimitación del lenguaje en
la cual se pierden los contenidos de las palabras y ya no se sabría de qué se estaría
hablando. Su propósito de depuración de ambigüedades y extralimitaciones está dirigido
especialmente a la metafísica tradicional y otras disciplinas filosóficas que superan todo
contexto de la realidad que se puede expresar con los modelos de interpretación basados
en proposiciones verdaderas. Por tanto, el conocimiento debe ser perfectible pero en
función del mundo que vamos creando con la comprensión rigurosamente lógica.
Históricamente, el ámbito teológico fue un precursor. Si tomamos cualquiera
de las obras sagradas que fundamentan a cada fe religiosa, encontramos en ellas una
visión global y acabada de las inquietudes e interrogantes de la humanidad, como ser el
origen del universo, normas de comportamiento, etc.
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Con los ejemplos citados y otros grandes personajes de estar incipiente labor
cognoscitiva, elaborándolo desde sus cimientos conceptuales y metodológicos, vemos que
estos tenaces científicos comenzaron un incierto camino para ellos, similar a cuando
alguien ensaya una solución ante una situación desconocida.
Justamente, estos griegos comenzaron la utilización de la reflexión
especulativa, intentando con ella abarcar aspectos imposibles hasta entonces de acceder en
pos de la cosmovisión.
Este fue el ejemplo de quienes la aplicaron durante los siglos VI al IV a. C.,
dándole el cariz de método. A partir del siglo IV a. C. con las figuras de Aristóteles,
Epicuro, Platón, etc., la reflexión especulativa ya no fue abordada como un método sino
como un ámbito en sí mismo que dio origen al conocimiento filosófico.
En la época renacentista, la transición del medioevo a la época moderna, se
partió del dogmatismo del primero para sustituirlo por la actitud escéptica del segundo y
continuar la investigación con otras perspectivas.
Por ejemplo, cuando con su telescopio Galileo descubrió las manchas solares,
el dogmatismo de sus contemporáneos referido a que los astros no podían tener esas
imperfecciones, no les permitía admitirlas. Y decían que esas manchas sólo existían en las
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lentes.
Y para mostrar su amplitud de criterios, Galileo desarmó su telescopio y pulió
nuevamente esas lentes. Cuando otra vez enfocó al Sol y se encontró con las mismas
manchas, le respondieron que éstas estaban únicamente en sus ojos.
Abandonó el dogmatismo de
su época para intentar otro tipo
de explicaciones en torno a las
órbitas planetarias.
Pero, desde la óptica del ámbito científico, fue alguien que aportó una
suposición elaborada sobre la base de la experiencia de un orden estable en la naturaleza,
y con cálculos matemáticos que le permitieron llegar a una conclusión que debía ser
verificada.
Con las bases mencionadas, Thales especuló. La verificación de sus
afirmaciones no fue otra cosa que la certeza de que sus suposiciones lo aproximaban a la
verdad relativa al hecho en cuestión.
Mas, tengamos cuidado con nuestras palabras. Los hechos no son ni
verdaderos ni falsos. Quienes poseen dicha característica son las explicaciones elaboradas
por el intelecto humano.
En el caso de Thales, lo que primeramente era sólo una hipótesis o suposición o
conjetura, luego fue una afirmación certera porque permitió realizar los cálculos con
precisión, el anticipo del hecho que después se verificó. Esta verificación otorgó la
veracidad a su trabajo y a la conclusión obtenida.
Pero, ¿ cuál o cuáles ámbitos del conocimiento son más necesarios como
fuente vital para la existencia cotidiana? En este sentido, nuestra vida puede desarrollarse
sin tener en cuenta si dos más dos son cuatro, si hay o no una teoría de la relatividad, si la
genética explica cuántos pares de cromosomas intervienen en la reproducción, etc.
Del punto de vista teórico, todos los conocimientos científicos son necesarios
para entender la realidad. Más, desde el punto de vista práctico, muchos de ellos pueden
ser prescindibles en tanto no dan normas o pautas de conducta como los que necesita la
gente para orientarse en la convivencia con sus semejantes.
Por esto, el ámbito científico es dependiente de los otros dos - el teológico y el
filosófico- que si brindan ese marco conductual para darle los propósitos para su tarea.
Por ejemplo, desde el ámbito teológico y filosófico pueden surgir planteos
relativos a la visión moral que lleva a los científicos a continuar perfeccionando la
producción bélica en detrimento de concentrar sus esfuerzos en superar la capacidad de
producción industrial para paliar el hambre de muchos pueblos.
pos de una concepción satisfactoria. Por lo que aquí encontramos la vida práctica afectada
por la interpretación misma de nuestro pensamiento.
E inclusive la cita del mismo Einstein diciendo que “la inteligencia humana
se nutre de preguntas y no de respuestas”, nos expresa que la búsqueda nos mantiene
atentos, despiertos, activos. Y por eso, el científico no descansa ni se conforma con lo que
estima que sabe hoy
consideran correctas. En cambio, el respeto de los hijos a sus padres es un valor que se
reitera, se conserva y se transmite. Vemos como hay tradiciones que se esfuman y otras que
perduran, porque unas nos denigran y otras nos dan los vínculos sociales en los que nos
desarrollamos intelectual y afectivamente.
Dicho con otras palabras, la tarea filosófica nos muestra que la costumbre
por sí sola o la ceguera dogmática no son fuente de certeza y confianza. Tantas filosofías
como filósofos tampoco nos las aportan, pero al menos nos pone en el camino arduo de
saber o elegir.
En el caso específico del filosófico, tomaremos una cita del pensador y
matemático inglés Bertrand Russell - fallecido en el año 1970- en cuanto a la necesidad
cotidiana de la filosofía. Decía que quien carece de un mínimo de barniz filosófico, va por
la vida con sus prejuicios. Es decir, el filosofar nos brinda la oportunidad de analizar
objetiva y libremente las situaciones que enfrentamos. Por lo que es preferible equivocarse
luego de investigar, que errar al seguir ciegamente ciertos parámetros de los que no
tenemos total certeza.
este propósito sea estimable y alcanzable, primero debemos crecer interiormente con la
reflexión filosófica para saber qué queremos y cómo obtenerlo.
La propia incertidumbre de la filosofía en cuanto a las respuestas a nuestras
inquietudes define al ser humano de la cultura occidental. La búsqueda constante nos
permite luchar por el sentido de nuestra existencia tan exigua.
Cuando esa búsqueda cesa por diferentes motivos o llegamos a la ceguera
dogmática - no porque no brinde su respuesta a las exigencias sino porque cancela la
oportunidad de saber si no podrá haber un nuevo enfoque que nos enriquezca, que nos
permita entender y crecer interiormente- quizá hemos perdido hasta el sentido de
curiosidad que compartimos con los gatos. Y sólo muerto el gato deja de hacerlo. ¿ Y
nosotros?
Y la otra opción es la ideología que apoyándose en aspectos filosóficos,
científicos, teológicos, sociales y políticos, y seleccionando no por objetividad sino por
conveniencia de la coherencia de la cosmovisión propuesta - también cancela como el
anterior cualquier otra disidencia.
Cada ámbito desarrollado por el intelecto humano es la búsqueda de lo que se
estima la expresión de la verdad. Lo negativo a cualquiera de estos tres ámbitos es afirmar
la convicción o la creencia pretendiendo poseer ya esa verdad motivadora de la inquietud
humana. En ese instante, se ha perdido la objetividad e incertidumbre para sobrepasar los
límites de la razón para cubrir sus afirmaciones con los ropajes de la ideología.
En nosotros está la potestad de proteger ese rico patrimonio que nos legaron
desde Thales de Mileto. Cuando dejemos de filosofar, de cuestionar, de continuar la
búsqueda con nuestra libertad de discernir, no sólo habremos perdido un rasgo propio que
nos define sino que seremos sólo un animal ilustrado, que en lugar de actuar por instintos
naturales no aprendidos, lo haremos por los instintos transmitidos por la cultura.
Tomemos el ejemplo de Epicuro. Fue una persona de salud frágil y muy
fustigada en su época. Aún así encontró en la filosofía cómo organizar, no sólo una
cosmovisión filosófica interpretativa de la realidad, sino sobre todo los pilares de la
convivencia armoniosa de los seres humanos en contacto con la naturaleza.
Privilegió el filosofar como actividad constante que no tuviera límites de edad
ni excusas ni prejuicios para no realizarla. En su jardín convivían jóvenes, viejos y niños, e
inclusive valoró a la mujer a la par de todos éstos. Entendía por el filosofar como la
búsqueda racional y objetiva que nos permitiera superar cualquier trance difícil, siempre
y cuando supiéramos que vivir es una experiencia única e irrepetible, por lo que tendemos
al placer. El filosofar es entonces el medio para acceder a los caminos correctos para una
existencia sana y digna.
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cierto hay en sus dichos si pensamos en el desdén con que se manifiesta el noble Heráclito,
el injusto modelo elaborado por Platón, el rechazo clerical del medioevo a todo lo nuevo en
la Edad Media ante el avance árabe, lo radical de las propuestas de Hume, Kierkegaard y
Hegel frente la conservadora y reaccionaria postura política que tuvieron, y así otros
tantos.
Pero aún así aprendimos de ellos, si no fueron de sus errores y excesos, fueron
sus doctrinas que aportaron lo suyo junto a filósofos que se jugaron un estilo de vida con
sus ideas, a saber, el ejemplo de convivencia armoniosa experimentada en el Jardín
epicúreo, la intensidad interior de las reflexiones de Marco Aurelio siendo emperador, a
Einstein y Sartre comprometidos con su tiempo y circunstancias. Nuestro presente nos
obliga a proseguir.
tales como "la calle ha sido mi escuela en la filosofía de la vida" estableciendo que el vivir
nos ha enseñado la manera personal de encarar las situaciones.
A pesar de la imprecisión terminológica ya señalada, todos estos ejemplos
tienen en común el nexo entre filosofía y vida en nuestra cultura occidental, y sin la cual
hoy no sabríamos cómo encarar la experiencia vital de cada uno.
La Grecia de la antigüedad.
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Y ello sucedió en nuestro siglo XX con Albert Einstein. Este, guiado por las
ideas de su ilustre predecesor, mostró que Newton solamente describió parcialmente esta
armonía, y por tanto, con su teoría de la relatividad, Einsten amplió y perfeccionó esta base
teórica.
¿Nos atreveremos a decir que con Einstein concluyó este proceso de
perfeccionamiento? Para el físico teórico Stephen Hawkins de nuestros días, estimo que su
respuesta es no.
El ámbito filosófico también posee la intención de ofrecer una cosmovisión
cada vez más perfectible como la ciencia. Una de las diferencias surge en cuanto al mismo
nacimiento de la filosofía, pues, su propio intento en pos de la cosmovisión da lugar a este
ámbito, en cambio, en la ciencia no se tuvo claro desde el comienzo el pretender la
cosmovisión sino que más bien comenzó por responder y resolver.
Luego de la sistematización en un único cuerpo coherente a partir del
Renacimiento, podemos hallar recién a la cosmovisión como una cualidad asumida para la
ciencia.
Otra diferencia entre estos dos ámbitos consiste en que en la ciencia no
importa demasiado saber el nombre del investigador sino el saber integrado al sistema
único y coherente. ¿Cuántas cosas se saben y se aprenden ignorándose las personas que
participaron en las investigaciones? ¿ Alguno de nosotros sabe quién dio las bases para la
computación, y si lo sabemos, qué nos agrega más allá del dato anecdótico? Nos importa
más poseer esa herramienta y darle el mejor uso.
En cambio en filosofía hay una estrecha relación entre la cosmovisión y su
autor. Es decir, en estos veintiséis siglos de historia de la filosofía, hay tantas filosofías
como la cantidad de filósofos.
Ahora bien ¿es positiva tanta multiplicidad de ideas en filosofía comparándola
con la unidad de criterios exhibida por la ciencia?
Esta unidad de criterios en la ciencia es producto de la sistematización donde
cada disciplina aborda metodológicamente una parte de la realidad, y la suma de estas
especialidades disciplinarias es posible por referirse todas a la misma naturaleza y utilizar
conceptualmente los mismos procedimientos tras el objetivo de obtener un conocimiento
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verificable.
Por su parte, la multiplicidad de los sistemas filosóficos no debe tomarse como
un aspecto negativo sino como la metodología propia de este ámbito.
La intención de perfeccionamiento de las cosmovisiones filosóficas, iniciada
con la primera de Aristóteles -Siglo IV a. C.- hasta hoy, se ve reflejada en que los filósofos
que se suceden en el devenir histórico, nos muestran claramente que los sistemas son cada
vez más complejos y completos a requerimiento de la misma complejidad que la realidad
nos manifiesta o de la que somos capaces de incorporarle.
Básicamente la filosofía se ha destacado como un género literario muy
próximo al lírico, es decir, la expresión de la vida interior de los autores en cuanto a sus
convicciones relativas a la naturaleza, a la interrelación del hombre con ella, y de los
fundamentos de la integración social. En cambio, la ciencia se despersonaliza con el
propósito de brindar afirmaciones válidas para todos, no sólo para uno como en el caso del
lirismo - aunque su pretensión universal lo motive.
Ha habido a su vez casos notorios en la historia de la filosofía, en los cuales el
pensador ha intentado quebrar esta relación obra –pensamiento - autor.
A modo de ejemplo tenemos a Platón en la antigüedad, Espinosa en el
modernismo, y Hegel en el siglo XIX. Cada uno de ellos aspiró a describir no sólo su
perspectiva personal e interior proyectándola a la comprensión del tema abordado, sino
que quisieron hablar del desarrollo de una realidad común a todos los hombres con un
lenguaje despersonalizado y riguroso como el científico. Por lo que sus géneros literarios
no son tan líricos sino más bien épicos en cuanto no expresan las experiencias íntimas del
hombre, para centrarse en el universo mismo que les da sentido.
El género épico es el relato en tercera persona, es decir, el autor no se
involucra: el lírico es la exteriorización de los sentimientos de quien escribe. Por ejemplo,
las novelas son mayoritariamente épicas, cuentas las historias de los personajes. El género
lírico se representa por la poesía.
En otros ámbitos, la descripción científica se aproxima a lo épico por la
objetividad de su prosa, en cambio, en la mayoría de los filósofos, la lírica es su género por
la estrecha relación obra – autor.
Pero no debemos pensar que la filosofía y la ciencia sean ámbitos
irreconciliables e incompatibles. Ya en la antigüedad, los primeros filósofos fueron, como
ya señalamos, sabios científicos que primero experimentaron con situaciones naturales y
luego utilizaron este conocimiento para buscar el fundamento especulativo para todo
intento de interpretación racional. En la época moderna, con el resurgimiento de la
ciencia, nos encontramos, por ejemplo con Renato Descartes -Siglo XVII- que realizó
básicamente la misma tarea.
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Matemático y lógico.
Diversificó finalmente sus
intereses hacia una filosofía
capaz de darle una comprensión
global de la realidad.
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antes de Cristo.
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que un vehículo de distracción para impedir la acción necesaria que modifique lo que es
injusto en la estructura social. Así, también podemos ver en ella una crítica a cierto tipo de
filosofía que tiende a lo señalado.
No obstante, si se pretende modificar algo, ¿ no es necesario primero hacer el
diagnóstico de lo que se quiere cambiar? ¿No es necesario a su vez saber cómo llevar a
cabo esa transformación? ¿No es preciso tener claro los fines a los que se aspira? En este
sentido, para obtener esos objetivos, la filosofía es el medio idóneo.
Sin embargo, si nos encaramados sobre los hombros de todos los que
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nuestros días. Lo que no supo resolver ayer, lo posterga para cuando posea las
herramientas necesarias.
Otra metodología filosófica es por sistema. En estos casos debemos señalar
que estos pensadores tienen el propósito de elaborar una cosmovisión como ya se explicó.
En cambio, los filósofos que analizan por temas son asistemáticos y son
incapaces de proseguir el fin señalado anteriormente. A su vez, los sistemáticos, según los
temas que aborden, irán teniendo la actitud de resolver o disolver. Por ejemplo, Descartes
en su sistema fue resolviendo los temas. Epicuro, en cambio, también en su sistema,
realizó disoluciones y resoluciones según el caso.
Considero ahora oportuno aclarar que no debemos incurrir en el rápido error
de valorar positivamente a los sistemáticos y negativamente a los asistemáticos. Debemos
saber que tanto una como la otra actitud es válida para realizar filosofía, de la misma
manera que resolver y disolver problemas son metodologías aptas para aplicar.
Por ejemplo, los primeros filósofos, por las dificultades de llevar a cabo una
tarea nueva, como también los contemporáneos de nuestro siglo que centran su atención
en una disciplina específica, aportan lo suyo aunque sea asistemáticamente.
Y los sistemáticos, a pesar de brindarnos una interpretación global, corren el
riesgo de dogmatizarse de tal manera de creerse la expresión de la única y última verdad a
la que se puede llegar.
A modo de ejemplo, pensemos en el desplante desmedido de Hegel –siglo XIX-
cuando se consideró como el fin de la evolución histórica del pensamiento, no sólo
humano sino del universo.
Finalmente, hemos insistido en que el surgimiento de la filosofía fue una
necesidad para los sabios antiguos para intentar la especulación sobre aspectos que hasta
ese entonces le eran inaccesibles al incipiente conocimiento científico y que el ámbito
teológico no dejaba profundizar por su dogmatismo.
Pero, desde Thales de Mileto hasta hoy, encontramos que la filosofía se ha
incorporado como un valor fundamental de nuestra cultura occidental, pues filosofar es
sinónimo de reflexionar a fondo sobre lo que es una inquietud y establecer si somos
capaces de abordarla.
Por esto, podemos distinguir dos maneras de filosofar: Una primera que
llamaremos espontánea porque la realizamos cada uno de nosotros cotidianamente cuando
pretendemos establecer racionalmente y siguiendo las pautas de nuestra cultura, el sentido
de nuestra existencia y su consecuencia en la convivencia familiar y social.
Pero, decimos que filosofamos cuando la temática que analizamos es de
alcance universal, es decir, aunque sea un enfoque personal y dependiendo de nuestros
eventuales intereses, el tema en cuestión nos atañe a todos.
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Por ejemplo, puede ser crucial para cada uno de nosotros el saber cómo lograr
que una persona del sexo opuesto se interese en nuestra persona, pero esta situación no es
una temática filosófica porque se concreta a una situación específica de la cual la
existencia de la humanidad no depende. En cambio, cuestionarse en la necesidad o no de
vivir en pareja, los fundamentos para una u otra postura, es una temática filosófica porque
supera al individuo y se refiere a la naturaleza humana.
La segunda manera es profesional porque es realizada por quienes tienen esa
profesión, preparación y estudio específico. Por tanto una como la otra forman parte de
nosotros como expresión de cultura humana.
El filosofar espontáneo, para su realización, se requiere salud mental e
interés en el tema, pero en sí mismo al resultado no debemos llamarlo filosofía sino más
bien una actitud vital imprescindible de cada uno de nosotros. En cambio, el filosofar
profesional presupone todo lo dicho con respecto al espontáneo, incorporando un análisis
más exhaustivo y profundo por abarcar el estudio de las diferentes maneras en que se ha
enfrentado el tema sumando la originalidad que se desea aportar a la cultura.
Y aunque sea penoso, debemos admitir que no todos somos iguales, además de
diferencias físicas, conductuales, anímicas, afectivas, educativas, etc., también está la
diferencia de actitud. Hay quienes, a pesar de su formación profesional y universitaria,
actúan con los mismos fetichismos de la prehistoria.
Por supuesto que también hay quienes se sirven de esta situación y manipulan
ideológicamente estas inclinaciones naturales. La clase política utiliza las preferencias
supersticiosas y las incentivan para controlar a los caigan en sus redes.
Por ello, los que tratan de nublar la claridad del pensamiento, encuentran en
la filosofía espontánea una adversaria peligrosa porque puede darles la libertad de criterio
que les permita concluir, ya sea en el acierto o en el error, por sí mismos.
Y con más razón atacan a la filosofía profesional para que no sea fuente de
divergencias ideológicas. Atacando al sistema educativo, habrá menos filósofos de
profesión, y más superficial y anodina la espontánea para que no cuestione con ninguna
alternativa a lo establecido.
Como ya lo hemos señalado, una de las críticas a la filosofía ha sido una
pretendida desvinculación con lo cotidiano y sus situaciones. Quizá esta crítica sea válida
para ciertas concepciones filosóficas, sean espontáneas o profesionales, sistemáticas o
asistemáticas, no atribuible a la totalidad de la filosofía.
Por ello, desde el siglo III a. C., encontramos que la filosofía y los filósofos no
pueden estar al margen de nada que atañe a lo humano, por más insignificante que
aparentase. Citamos esa época tan remota porque desde entonces encontramos actitudes de
evasión o de compromiso con la realidad. La primera intenta dispersar la atención de los
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parámetros.
Y el hombre moderno y contemporáneo tienen a su disposición la oportunidad
de realizar la filosofía como una actividad. Por ello distinguimos entre filosofar como
acción y filosofía como el resultado obtenido. En nuestra cultura tendiente a la
objetivación racional de todo lo que aspiramos a conocer, el filosofar se convierte en una
actitud de vida de cada uno de nosotros en procura del sentido de nuestra existencia.
Por esto, como manifiesta Antonio Gramsci, todos realizamos culturalmente una
filosofía espontánea al abordar como simples seres pensantes cualquier planteo. Es lo que
él llamó el filosofar del sentido común, es decir que sin mayores coherencias y muchas
contradicciones, pretendemos enfrentar tanto individual como colectivamente las
preguntas y situaciones que surgen del diario vivir. Pero aquellos que no se satisfacen de
las incongruencias del primer filosofar que se da como un ensayo que permite conducirnos
hacia esfuerzos mayores, elaboran un filosofar profesional, esto es, producto de una
reflexión exhaustiva, profunda y coherente que no cesa hasta hallar una respuesta
satisfactoria y no sólo útil como en el caso del filosofar espontáneo.
La diferencia esencial entre el filosofar espontáneo y el profesional, es que
mientras el primero está constituida fundamentalmente por los conceptos y prejuicios que
están presentes en nuestros idioma, en nuestras costumbres y hábitos de la cultura de la
época y lugar que nos ha tocado vivir; en el segundo tenemos la oportunidad de ejercer
nuestro derecho de elegir qué pensar y cómo.
Pero además de la actitud racional humana en procura de respuestas,
encontramos en el enfoque árabe que el filosofar tiene comienzo en aquellas situaciones
que nos golpean, provocándonos un profundo schock que vitalmente nos obligan a
enfrentarlas con nuestra capacidad de análisis y nuestra carga afectiva. Por ejemplo, la
pérdida de un ser amado, todo lo aprendido no es útil para resolver una situación, etc., nos
pone en la perspectiva de que debemos valernos por nosotros mismos.
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en la cual los temas y disciplinas estén debidamente intercionados para permitir una
cosmovisión que explique globalmente toda la realidad abordada en su análisis. En
cambio, el asistemático desestima la pretensión de la cosmovisión para centrar su atención
en una o en un grupo limitado de disciplinas que enfocan un tema específico, a saber, la
lógica, la ética, etc.
Empero, ambas actitudes son válidas por sí mismas, pues, un sistemático puede
basarse en los estudios de un asistemático, y viceversa, pretendiendo cada uno ofrecer la
misma aspiración de universalidad encuadrada la primera en una estructura orgánica, y la
segunda, desde un planteo específico.
Para abordar los temas o problemas el filósofo puede recurrir a la resolución
o a la disolución. Resolver es dar una respuesta directa elaborando una doctrina, en
cambio, disolver es establecer que el tema en cuestión es más aparente que real, por lo que
se le puede marginar del análisis y centrarse en los que sí considera a resolver.
En cuanto a los resultados del filosofar, debemos convenir que ningunas de
sus afirmaciones son verdaderas o falsas porque ese no es su propósito. El valor de la
filosofía está en enfrentarnos a situaciones o problemas, y saber si estamos aptos para
abordarlos, o también nos permite clarificar una pregunta y saber si merece una respuesta.
Como dice Jaspers, a diferencia de la ciencia que progresa, no es lo mismo la
ciencia de la Edad Media de la actual, por ejemplo. La filosofía es incapaz de poseer ese
progreso porque aún hoy se puede estar discutiendo los mismos temas de la filosofía griega
antigua. El progreso no se da en la filosofía sino en la cultura que se nutre de ella, esto es,
los planteos filosóficos son retomados para la fundación de nuestras disciplinas científicas,
o son trasladados doctrinariamente a la jurisprudencia que regula la convivencia social,
etc.
Aunque no sea tan obvio el vínculo de la filosofía con nuestra vida cotidiana,
como lo es la ciencia al invadirnos con sus resultados tecnológicos convertidos en
electrodomésticos, sin el filosofar permanente no somos capaces de encontrar los apoyos
que nos impulsen al futuro.
Debemos tener presente el efecto ideológico que ha pretendido desmerecer la
filosofía casi desde su aparición. La ideología ha sido un arma poderosa para fundamentar
estructuras sociales y económicas en beneficio, no de todos, sino de un grupo limitado o
clase social. Y debido a las pretendidas objetividad y universalidad del filosofar, éste se ha
convertido en un buen vehículo para combatir las ideologías que aspiran a mantenerse a
pesar de sus aberraciones e injusticias. Así tenemos el ejemplo de Epicuro pretendiendo
desideologizar la filosofía para que fuera una medicina que curase el interior del hombre y
viva plenamente.
Como característica final, recordemos la indisoluble unión entre el pensador y
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FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
Hemos señalado que desde sus inicios griegos, la tarea filosófica aprendió de
la teología la necesidad de organizarse en procura de la cosmovisión. Estos precursores
helenos ensayaron el filosofar con la intención de fundamentar una nueva perspectiva
cognoscitiva que hoy llamamos ciencia.
De esta manera surgieron en pocos siglos las experiencias de Aristóteles,
Epicuro y los Estoicos. Con el Renacimiento resurgió el interés por sistematizar con los
ejemplos de Descartes, Espinosa, Leibnitz, Kant y Hegel. Con este proceso la filosofía
estrechó aún más la relación entre el pensamiento y su autor, de tal forma que cada
sistema fue la viva representación de la sabiduría del filósofo.
La modernidad trajo consigo una gran explosión para el desarrollo científico,
y así accedió también a la sistematización y la cosmovisión. Este vertiginoso progreso
científico ya hizo que cada vez fuera más imposible que una sola persona, por más
brillante que fuese, pudiera controlar y tener acceso a todo el saber de su época, por lo que
fueron surgiendo las diferentes especializaciones. Por ejemplo, el médico opta por la
cirugía, en ésta, por la vascular, etc. Pero, todas estas especializaciones no conspiraron
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contra la ciencia y su integridad sistemática, sino que por el contrario aceleraron la tarea
interdisciplinaria consistente en el trabajo conjunto y dejando de lado la imagen del sabio
solitario.
Esta imagen fue recepcionada por la filosofía que también comenzó por
actuar en conjunto, y así surgieron publicaciones compartidas en tarea de elaboración
como el “Principia Mathematica” de Russell y Whitehead, y también en tarea de
investigación en historia de la filosofía.
Pero otro punto de destaque fue la progresiva desaparición de los sistemas
filosóficos a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El último gran sistema fue el de
Hegel, contra el cual se levantaron muchas voces discordantes. El sistema hegeliano tenía
como propósito recuperar la metafísica imposibilitada por las trabas racionales impuestas
por su antecesor Kant. Este último entendía a la metafísica como una extralimitación
ilegítima de la razón humana, por lo cual Hegel la rehizo con el nombre de filosofía de la
historia. Su concepción de la historia señaló al hombre como un testigo o protagonista
casual, no necesario.
Contra esta aberración y arbitrariedad de Hegel, muchos salieron en procura
de reestablecer el sitial humano en la naturaleza y como hacedor de la cultura que cuenta
el devenir histórico.
Y no se le acusó sólo a la figura de Hegel sino más bien al proceso seguido
por la sistematización filosófica, que en la antigüedad surgió con el hombre como centro y
en la modernidad hegeliana terminó por negarle importancia y lugar.
Por ello también el filosofar retomó definitivamente la asistematicidad como
método, aunque nunca la abandonó del todo.
Todos los que reaccionaron contra Hegel lo hicieron de esta manera.
Kierkegaard retomó la vitalidad del sentimiento religioso para mostrar por ese camino la
angustia existencial del hombre procurando trascender su aquí y ahora. Retomando los
conceptos evolucionistas que explicaban la supervivencia del más fuerte, y por tanto, del
más apto, Nietzsche encontró en la voluntad de poder y en la sustitución de los valores
racionales, la propuesta del superhombre como única alternativa de superación humana.
De esta sensación de vaciedad y angustia en el intento de reinstaurar al
hombre en la historia, surgió el existencialismo con expositores del calibre de Heidegger,
Sartre y Marcel.
Su proyecto fue mostrar el error de la filosofía clásica que había insistido en
la distinción entre esencia y existencia. La primera es el conjunto de cualidades que
definen al hombre, y la segunda, la posibilidad de existir en la medida de que ésta sea
algo propio o un mero accidente. Un accidente es lo que se posee circunstancialmente, y
lo propio es lo que forma parte del objeto. Por ejemplo, accidental en el hombre es estar
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vestido con pieles, lana u otro tipo de elementos, en cambio, la mortalidad es esencial
porque parte de su naturaleza.
De esta forma, el hombre jamás poseerá el ser necesariamente sino como una
posibilidad que podrá darse o no, en cambio, el único ser necesario, es decir, que su
esencia incluye la existencia, es Dios.
Contra esta supuesta antropología que termina siendo una teología, se levanta
el existencialismo para recuperar el sentido original de la palabra existencia. La misma,
del latín ex stare, significa lo que está afuera de la causa que le dio origen. Por esto, en un
sentido propio, es inadecuado aplicar el término existencia a Dios si se le define como
aquél que da origen sin tenerlo. Así, el existencialismo principal será ateo o ateológico.
Propondrán la preeminencia de la existencia sobre la esencia porque el
hombre ante todo vive, y en el decorrer de su vida va construyéndose en el ejercicio de la
libertad, la cual es su esencia. El hombre es así irremediablemente un esclavo de la
libertad porque jamás podrá renunciar a ella y deberá elegir en cada circunstancia que
enfrente.
racional al conocimiento elaborado. En este sentido, los más grandes teóricos o filósofos
contemporáneos son Einstein, Plank y Hawkins. Cada uno de ellos ha hecho posible el
acceso a la realidad desde otras dimensiones sean macrocósmicas o microcósmicas.
También así el filosofar como teorización ha dado lugar a nuevas áreas de
investigación, a saber, filosofía del derecho, filosofía de la economía, filosofía del deporte,
etc.
En este sentido, Feuerbach y Marx fueron unos adelantados al usar a las
herramientas brindadas por la filosofía para escudriñar en los entretelones de la
condición humana supeditada a la convivencia social regida por sus necesidades básicas y
su lucha por un Estado garante de la justicia en su utopía.
Además, toda la historia de la cultura humana gira en torno a tres conceptos
que ha intentado explicarse, a saber, la naturaleza, el hombre mismo y la posible
trascendencia, es decir, lo divino.
La primera respuesta coherente, como ya se explicó, fue la religiosa. Con los
griegos, se aspiró a algo diferente que dio origen al filosofar y a las primeras
sistematizaciones que desarrollaron los primeros pasos científicos de esta época de oro de
la antigüedad culminada con el Museo de Alejandría.
Pero, una vez incorporado el aspecto ideológico, como ya había sucedido con
la religión, la filosofía fue utilizada para fundamentar el estrechamiento del conocimiento
en la Edad Media con la subordinación de la razón a la fe. Con el avasallante ascenso
burgués en procura del poder, el Renacimiento modificó la visión de estos tres ejes ya
mencionados. Así, la filosofía y la ciencia resurgieron gracias a este cambio social, que
sustituía la inmovilidad del aristocrático – clerical medioeval por el dinamismo burgués.
Mas, este dinamismo también generó ideologías no afines a la divulgada por
la burguesía, tales como el anarquismo y el marxismo entre otras. Así, al igual que sus
antecesores medioevales, la burguesía comenzó a encasillar la ciencia, no con tanta
tendencia al conocimiento sino a la tecnología de consumo. Y la filosofía, tan peligrosa
para ellos porque sin compromisos previos puedo dar nuevos imágenes del hombre, se le
intentó sustituir por la psicología. Esta disciplina con aires simultáneos de filosofía y
ciencia, busca cómo reintegrar al sistema social y económico al inconforme, al rebelde, etc.
Con diferentes armaduras tecnológicas y teóricas, las diferentes corrientes
psicológicas procuran lo mismo, llámense conductismo, psicoanálisis, logoterapia, etc.
E inclusive, sus principales expositores de las dos últimas, a saber Freud y Frankl,
analizaron el tema de la trascendencia desde sus perspectivas.
Por este motivo, hoy por hoy, al filosofar – aunque no se le quiera llamar así
, se ha visto reducida su acción al plano moral y a la epistemología.
También encontramos otra línea de propuesta llamada el postmodernismo.
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SISTEMATIZACIÓN DE LA FILOSOFÍA
tanto Platón y Sócrates, y no los mayores exponentes de este movimiento, tales como
Protágoras, Gorgias, etc., que poseían la honestidad y certeza de sus convicciones sobre las
cuestiones relativas a los temas de índole humana y social.
Si observamos los primeros diálogos platónicos en los que Sócrates es el eje de
los mismos, sus exposiciones son breves, se avanza a tramos cortos en el análisis, y
finalmente, Sócrates los cierra como el ganador de la eventual disputa en la que se
desacredita a las demás opciones mencionadas.
En cambio, cuando Platón llega a la madurez, no sólo se despide de Sócrates
como protagonista de sus obras sino que se hacen cada vez más extensas las exposiciones
doctrinarias. Y ya en la vejez, el diálogo se reduce aún más, y se extiende la presentación de
la doctrina propia sumada ahora con un cierre cada vez más dogmático.
Justamente, este último aspecto nos lleva a afirmar que su imposibilidad de
sistematización se agudizó cuando privilegió lo ideológico de su utopía sobre una propuesta
que si hubiera sido más objetiva, quizá el sistema como meta estuviera más próximo de lo
que finalmente estuvo.
Quien elaboró el primer sistema de tal manera que su ejemplo fuese imitado
por sus contemporáneos y sucesores, fue Aristóteles de Estagira -Siglo IV a. C. Es probable
que lograse este propósito al corregir los aspectos señalados a Platón, como también el
haber elegido una exposición más objetiva siguiendo la tradición iniciada por los
precursores jónicos en los que imperaba más la racionalidad que las pasiones imponiendo
lo pensado sobre todo demás sin importar si se adaptaba a la realidad investigada.
A pesar de las discrepancias que siempre se formulan entre los filósofos, lo
que prevalece es el valor del sistema como conjunción de temas y disciplinas para
interpretar al universo total.
Esta primera sistematización -descripta en el cuadro número dos - es
comparativamente más sencilla que el desarrollado en los actuales, pero no le hace mella
en ser el primer intento de cosmovisión. Para su formulación, el sistema aristotélico es, en
muchos aspectos, heredero de los temas tratados por los precursores jónicos, y en otros es
exclusiva especulación propia.
Como ejemplo y sintetizando en breves líneas al sistema del estagirita,
digamos que con esta herencia presocrática, Aristóteles inicia sus estudios con la
descripción de la realidad material en su obra llamada "Física" -del griego fisis,
naturaleza.
El tema central es encontrar racionalmente una explicación de cómo son
posibles los procesos naturales, o dicho con su nombre clave, el devenir. Otro tema
heredado es el axiológico consistente en el estudio de los valores que fundamentan
cualquier acción humana, ya sea en su interacción con sus semejantes y el ambiente - esto
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I. REALIDAD HUMANA
I.A FÍSICA
griega sin sistematicidad, y continuada luego por otro griego que la sistematiza –Epicuro–
logrando su apogeo con Lucrecio ya en la Roma imperial.
En todos ellos encontramos una continuidad conceptual que es adormecida
con el advenimiento del dogmatismo medioeval. Estos materialistas concluyeron que la
naturaleza y todo lo que forma parte de ella, era el resultado de compuestos o conjuntos de
elementos simples.
Partiendo de la observación común, constataron que todo ser vivo, al morir,
comenzaba a descomponerse, es decir, se separaban los que una vez estuvieron unidos.
Otras cosas no vivientes también estaban sujetas al proceso de unión y separación, como
por ejemplo el reiterado ir y venir de las olas del mar contra las rocas de sus orillas,
haciendo un trabajo lento pero permanente de erosión.
Porque todo era un compuesto, estos filósofos postularon racionalmente la
existencia de elementos simples e indivisibles con los que se integraba la naturaleza. A
estos elementos simples los llamaron átomos -del griego; a, no; tomos, divisible - o unidad
mínima.
Y llegaron a esta conclusión gracias a su curiosidad, a su capacidad de
observación y a su talento reflexivo que les permitió adelantarse conceptualmente dos
milenios a la verificación atómica de la física actual.
Pero, además debemos tener en cuenta que, opuesta a esta concepción
materialista, encontramos a otra línea de pensamiento que aunque no exenta de errores
como cualquier otra filosofía, igualmente nos permite dar un nuevo paso de progreso. Y
fue el caso del pensamiento de Parménides quien afirmaba que únicamente existía un ser
con cualidades de eternidad, unidad, inamovilidad, etc.
Para resolver el problema del devenir que era negado por Parménides - Siglo
VI a. C.-, Demócrito transfirió las cualidades del ser postulado por aquél, a la infinidad de
átomos que consideró como unidad mínima de todo lo existente.
Con estos pensadores atomistas se inició una de las mayores corrientes
filosóficas llamada el materialismo. Hicieron hincapié en que todo lo existente era
necesariamente materia, y en este caso, formada por el progresivo agrupamiento de
átomos. Nuevamente vemos una intención filosófica que varios siglos después, a partir del
Renacimiento dio lugar a la base del conocimiento científico contemporáneo.
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nada que lo sea de lo real. Por ello, quedan cercenadas otras disciplinas filosóficas que no
sean la gnoseología - en el lenguaje tradicional, por lo que se refiere mejor dicho a la
epistemología - a la lógica y a una física especulativa que actúe como la base teórica que
fundamente la realidad que se puede describir con tales proposiciones.
Esta física teórica es el axioma del cual se derivarán los teoremas descriptivos
del mundo que se concibe dinámicamente.
El pensamiento de Wittgenstein es un intento por recuperar la dinámica de los
hechos o fenómenos que primero aislamos para reconocerlos, y luego los restablecemos a
su contexto a través de la figura o interpretación que elaboramos.
Por ejemplo, reconocemos un hecho como es llover, pero para comprenderlo,
debemos reponerlo a todo el contexto que es el clima local, regional y de todo el planeta,
porque el aislamiento está sólo en nuestro pensamiento, mientras que en la realidad del
mundo todo está interaccionado, concepto éste que debe reflejarse en nuestra visión.
Y la expresión más acabada de este dinamismo está en que "el mundo es ser
todos los hechos, no todas las cosas". Si nos remitimos a las cosas como lo hicieron
especialmente los filósofos metafísicos - inclusive los dialécticos- es buscar lo permanente,
lo estable y lo inmutarle para fundamentar una verdad eterna existente por sí.
En cambio, concebir la realidad dinámicamente por hechos que, como
dijimos, debemos reconocer y luego reorganizar en la figura o interpretación de
proposiciones verdaderas, es proponerse otro dinamismo que conlleva al protagonismo del
hombre - especialmente de ciencia- para entender en el uso del pensamiento elaborado con
un lenguaje riguroso, sin ambigüedades, claro y preciso.
Para el hombre el mundo es lo inteligible porque está constituido por lo que su
conocimiento le otorga un sentido o status en la realidad natural y mental. Por ejemplo,
desde la perspectiva de la realidad, una silla no es otra cosa que un objeto más, en cambio,
en el mundo es un utensilio por el fin que le proporciona su uso para el hombre. Un
número, en cambio, no existe ni siquiera como objeto sino que es un hecho exclusivo del
mundo en el espacio lógico del conocimiento humano.
B. AXIOLOGÍA
fundamentos de toda acción humana, por lo que esta fundamentación se centra en las
bases teóricas y prácticas que el ser humano necesita para determinar el sentido de sus
actos. Estos actos son focalizados desde dos ópticas: La ética y la estética.
La primera -del griego; ethos, costumbre - concentra su atención en
determinar las normas generales que regulan cualquier acto humano como también el
propósito a obtener. A modo de ejemplo, citaremos a Epicuro y a Aristóteles que fueron dos
pensadores preocupados por la finalidad de toda acción. Esto se llama un pensamiento
teleológico.
Pero antes de ingresar en los sistemas, y como ya hemos visto antes, primero está el
análisis asistemático del tema. Y para ello, mencionaremos a Sócrates
- Siglo V a. C.- quien pretendía, a través de la razón, el acceso al conocimiento universal
sobre los principios rectores de la conducta humana. Por ello se le considera el precursor
de la ética.
Por ejemplo, deseaba saber y definir qué era la virtud. Y quienes le respondían
obviamente no comprendían su pregunta porque se referían concretamente a situaciones
en las que los seres humanos eran considerados virtuosos, es decir, estaban en el plano de
la moral.
sociedad. Por lo que el verdadero motor era el cambio operable a través de la educación en
la cual su saber enciclopédico les daba gran protagonismo. Por tanto ser virtuoso no se
debía al hecho de haber nacido de buena cuna sino del aprendizaje que nos permitía
regirnos por los contratos que los humanos realizamos para convivir en sociedad.
Esta manera de abordaje temático será imitada luego por quienes comenzaran
a elaborar los diferentes sistemas.
Es el caso de Epicuro que vivió un período de grandes convulsiones sociales y
políticas después del desmembramiento del intento de un gran imperio con Alejandro
Magno. Su pensamiento fue reflejo de esa conflictiva época, concentrándose especialmente
en la ética para establecer que el placer era el objetivo mismo de la existencia.
Ante todo era un proyecto comprometido con la gente a la que pretendió
aliviarle las tensiones circunstanciales y postular la manera de obtener la tranquilidad del
alma – ataraxia - para disfrutar plenamente de la vida. Pero aclaró que a este placer que
da el sentido a nuestros días, no se le debía confundir con el simple deleite sensual -aunque
él fuese parte de nuestra vida -, sino como la sensación saludable de sentirse vivo.
vivimos quien nos impulsa a no estar satisfechos con alimentos como esos y exigimos otra
presentación de los mismos.
Otro caso es poseer dignidad personal, pero ella no debe extralimitarse en
buscar honores vanos procurando, no la superación de sí mismo, sino sobresalir de los
demás.
El criterio final para evitar estas extralimitaciones, tanto en un caso como en
el otro, radica en la principal virtud exaltada por los epicúreos, y que era la prudencia.
Con un criterio diferente al epicúreo, los estoicos elaboran un proyecto evasivo
desde las cúpulas del poder del estado. Tenemos a Marco Aurelio quien fue emperador
romano a modo de ejemplo. Aspiraban mostrar la limitada libertad humana para decidir
frente a las situaciones, las cuales no eran sino una prueba para templar nuestro espíritu
moralmente para incorporarse a la unidad de Dios y la naturaleza.
La diferencia que debemos establecer entre las éticas propuestas por la línea
de pensamiento iniciada por Sócrates y continuada conceptualmente por Platón,
Aristóteles y los estoicos, con la impulsada por Demócrito y sistematizada por Epicuro,
consiste que en los primeros prima el proyecto político sobre la decisión individual; en
cambio, en los segundos, el hombre, una vez libre de los males que oscurecen el raciocinio
- recordemos la disolución de los temas de la muerte y de los dioses- tendrá la salud mental
y tranquilidad de espíritu para compartir por naturaleza una convivencia social.
Es decir, en los primeros, el hombre debe ser virtuoso por la racionalidad que
lo distingue de todo lo demás, pero para subordinarse ya sea a las leyes de la sociedad, ya
sean a los dictados de la Divinidad que rige al Universo. En los segundos, la misma
racionalidad libre de manejos ideológicos le permite distinguir lo natural y necesario de
sus impulsos para concretarlos prudentemente y vivir en armonía con sus semejantes y la
naturaleza.
Como una referencia en el estoicismo romano, citaremos a además a Epicteto.
Este pensador que vivió la mitad de su existencia como esclavo, desde su experiencia
personal nos habla de la libertad humana. Entiende que el hombre es libre en la medida en
que toda conciencia de lo que puede estar bajo su control y lo que no, de tal manera que la
moralidad del hombre es el resultado del conocimiento de un orden universal que debe
respetar y actuar en consonancia.
Durante los siglos subsiguientes de la Edad Media, al cristianismo convertido
en el poder político y económico, le vino muy bien esta doctrina estoica. Así pudieron
limitar el albedrío humano mediante la relación razón- fe. Por la primera, el hombre h
sido distinguido por el Creador al dotarlo de la inteligencia del pensamiento, y por la
segunda, el hombre tenía acceso a los dogmas divinos incuestionables. Ante conflicto entre
ambos, la fe era la verdad de Dios, y lo proveniente de la razón, mera herejía que debía ser
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reprimida.
En la filosofía moderna ubicamos una concepción diferente de la ética a partir
de Kant -Siglo XVIII. Su visión no fue teleológica sino formal, significando que buscó las
normas aplicables a toda situación por su universalidad. Y la racionalidad las define para
que el hombre actúe de acuerdo a ellas, sin importar cualquier circunstancia que permita
la eventual transgresión con o sin sanción exterior. La única sanción imponible en esta
ética es la contradicción entre lo definido por la razón y la acción realizada.
Por tanto, se actúa por el deber mismo o imperativo categórico, y que a
diferencia de otras éticas, no posee un interés que se adapte a las necesidades, como lo son
el Placer de Epicuro o el Bien de Aristóteles.
Por ejemplo, decir la verdad es un valor apreciado en muchas culturas. En
algunas éticas es un medio para avanzar hacia otros fines superiores. En cambio, para
Kant, decirla es la expresión de la razón misma, un imperativo de su reflexión no sujeta a
ninguna influencia. A estas éticas las definimos como autónomas -del griego; auto, de sí
mismo; monos, ley, norma - en la que la reflexión del individuo es quien propone esas
normas a seguir.
Opuesta a esta interpretación, hallamos a las éticas heterónomas -del griego;
hetero, diferente; nomos, ley, norma - en las que las normas son impuestas desde afuera y
deben ser acatadas porque la autoridad así las dispone, sin que haya alguna reflexión
personal que avale esos criterios.
Por ejemplo, las éticas teológicas imponen las normas por ser emanadas de la
autoridad divina, que en su suma sabiduría puede determinar lo mejor para el universo.
Por ello deben aceptarse, no porque el hombre sea capaz de delimitar su conveniencia
formal o práctica, sino por su origen.
aplican. Así, las heterónomas se rigen por el imperativo hipotético, es decir, si quieres
obtener algo debes realizar tal otra. Por ejemplo, si un niño quiere obtener una
recompensa, debe comportarse según las reglas de sus padres. Esto es heterónomo porque
las normas no provienen del sujeto –el niño- sino del adulto que le exige y le sanciona. En
cambio, las autónomas aplican el imperativo categórico, es decir, si quieres algo, dirigirte a
él. Por ejemplo, si tu razón le dicta ser honesto como correcto, actúa como tal sin esperar
más recompensa que la coherencia de tu pensamiento y tu acción.
También debemos distinguir entre ética y moral. Esta distinción proviene ya
de sus diferentes raíces culturales. La primera es, como ya hemos dicho, de origen griego
cuya cultura propendía al análisis racional en pos de los fundamentos últimos de toda
manifestación natural y expresión cultural.
La segunda deriva del latín morís que también significaba costumbre. En esta
civilización romana, su preocupación era la resolución práctica de los problemas
planteados de la convivencia social, llevándolos a la perfección jurídica con códigos
basados en lo común o cotidiano. Por este motivo, se dice que una persona es moral
cuando actúa siguiendo las costumbres del ambiente al que pertenece.
Es muy conocida la expresión latina "A donde fueres, haz lo que vieres"
significando la conveniencia de no contradecir las prácticas del grupo social al que el
individuo se integra. Por ejemplo, Poncio Pilatos que no encontraba ningún delito
adjudicable a Jesús, ordenó su crucifixión porque la gente así se lo pedía. Poncio Pilatos
era el gobernador en una lejana provincia del Imperio Romano.
El inmoral, en cambio, es aquél que conociendo esas prácticas
convencionales, no las lleva a cabo -Es común oír también que "Tal persona realizó actos
reñidos con la moral" en el sentido de que hizo algo que no es valorado como positivo
para el grupo social.
Y el amoral es aquél que actúa erróneamente porque desconoce dichas
practicas sociales, como por ejemplo, un extranjero no puede dirigirse a una mujer casada
en un país islámico si no está presente su marido, y si lo hace, ella puede ser repudiada
aunque aquél alegue ignorancia. En nuestro código civil, por ejemplo, se señala que la
ignorancia de las leyes no es excusa.
Un caso preciso de planteo moral lo encontramos en los escritos de Soren
Kierkegaard. Su preocupación central es mostrarnos que el ser humano es un ser que se
convierte en un sujeto libre en la medida de que debe elegir entre opciones opuestas. Es
decir, no estamos obligados por una ética a sufrir los dictados de ninguna moral específica
que puede ser resultado de costumbres arraigas en la sociedad pero sin mayor fundamento
racional, sino que estamos expuestos a elegir qué vida llevaremos adelante. El primero es
el amoral que disfruta cada instante de su existencia pero sin que ello conlleve un
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Por tanto, el arte humano se resume a ser a su vez una copia más desteñida
de otra copia en la cual nuestro espíritu inmortal está aprisionado.
Por esto, el mismo Platón ya desdeñaba toda forma artística, y solamente
debería usarse como medio educativo de aquéllos que son trabajadores de la sociedad.
Por ejemplo, cada cosa existente tiene su arquetipo en el Topos Uranos, y
cuando el artista, accediendo a él, trata de transmitírselo al mármol con el que hará una
estatua. El valor de esa estatua de mármol no está en esa mera copia hecha por el artista
sino en el arquetipo que lo guió.
La segunda concepción señala que en la naturaleza no hay ningún valor que
no sea producto del intelecto subjetivo del hombre, quien como sujeto establece los criterios
para la valoración y los proyecta sobre los objetos.
Estos criterios pueden ser individuales o genéricos. Los primeros se refieren a
que se relativiza en la valoración según cada individuo -como el dicho popular "las cosas
son según el cristal con que se las mira", es decir, cada uno elabora lo que entiende
válido, como ser, cada uno elige el tipo de música, de filmes, etc.
hierro por ejemplo, fuese en un principio más útil en el proceso de culturización humana
al fabricarse con él artefactos varios y armas.
Un ejemplo es la afamada expresión de Protágoras - Siglo V a. C.- que decía
que "el hombre es la medida de todas las cosas". Este fragmento puede ser interpretado de
dos maneras: La primera, que el ser humano, individual y subjetivamente, establece los
criterios. La segunda, que es la humanidad en su conjunto quien propone dichos criterios
en función de una conveniencia, no particular, sino general.
Es decir, los criterios, aunque sean producto de una profunda reflexión, son
finalmente arbitrarios en tanto los cometidos que la misma humanidad se propone. A
diferencia de otros seres vivos que "están en el mundo", sin distinguirse de él, el hombre
también "está con el mundo" en el sentido de que a pesar de no ser el más fuerte, es el que
establece los valores. Dicho con otras palabras, nuestra capacidad racional nos permite
asumir el rol intencional de sujeto en la relación con los objetos de la realidad. Por eso
decimos "yo" individual o "nosotros" como especie, en tanto establecemos los criterios
para toda función valorativa.
Por ejemplo, Wittgenstein señala que el mundo es sólo una sucesión de
acontecimientos. La valoración de éstos es trascendental, es decir, supera el contenido
mismo de los hechos. Pensemos en un terremoto por el cual se ocasiona destrucción,
pérdidas de vidas y materiales, etc. Como tal acontecimiento está enmarcado entre todos los
hechos de la naturaleza, sin que ésta se le pueda asignar alguna intencionalidad o
responsabilidad.
Por tanto, la valoración expresada en una proposición está fuera del mundo
porque no es algo que suceda en él sino una manifestación de un sujeto siendo testigo. Por
ello, todas nuestras proposiciones, si queremos que posean algún valor, deben remitirse a
la realidad.
Y el único valor asignable a una expresión lingüística es el de ser verdadera o
falsa, por lo que la distingue de otras llamándoselas proposiciones. Es decir, el valor
entendido como trascendental porque supera nuestras limitaciones cognoscitivas, es el que
carece de valor, sin embargo, sin nos referimos al valor de verdad que establecemos con
relación a los hechos del mundo a través de nuestras proposiciones, es el único expresable
y a nuestro alcance.
Entre las expresiones lingüísticas encontramos oraciones que expresan
preguntas, ruegos, deseos y también órdenes. Todas ellas carecen de sentido porque jamás
exhibirán un valor de verdad que nos permita elaborar un modelo o figura que interprete
la realidad desde nuestra perspectiva lógica.
Las proposiciones axiológicas son únicamente posibles en tanto su fortuita
combinatoria sintáctica pero desde el análisis de la filosofía del lenguaje, carecen de
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relevancia. Por ello la filosofía se reduce para el neopositivismo a una epistemología que
nos permita determinar las proposiciones científicas como las únicas válidas, aunque para
fundamentarse deba elaborar un metalenguaje - es decir, otro nivel lingüístico - que lo
aproxima a los propósitos originales de la axiología y la metafísica que tanto desdeña.
Quizá por esto finalmente realizó un giro de 180 º pasada la mitad de su vida.
Y así comprendió que las otras disciplinas filosóficas y la filosofía misma, en su lenguaje,
no era otra cosa que la expresión de otro nivel necesario del conocimiento para
fundamentar trascendentalmente a la epistemología.
Como párrafo final, hoy somos testigos de una eventual pérdida de la estética
como valor para ser sustituida para el fin de objeto diseñado. Por ejemplo, en una película
no importa su mensaje sino que entretenga, no importa que la música sea un estimulador
interior sino que sea bailable, no importa la artesanía del arquitecto como decorador sino
que sea habitable, etc.
ANTROPOLOGÍA
Esta disciplina -del griego; antropos, ser humano; logos, estudio - como tal es
muy reciente, no así su temática que está presente en la especulación filosófica desde sus
albores, teniendo en cuenta que también el ámbito teológico a su vez lo ha abordado desde
mayor antigüedad.
Es tradicional afirmar que Sócrates -Siglo V a. C.- inauguró para la filosofía
la preocupación por lo humano, en contraste con sus contemporáneos y antecesores
interesados en los fundamentos generales de la naturaleza. Por ello, Cicerón dice que
Sócrates "bajó la filosofía de los cielos a la tierra". Esta afirmación se contextualiza en el
mundo ateniense del siglo V a. C. en el que los sofistas introdujeron la temática humana.
Para ellos, como Protágoras por ejemplo, la filosofía no era la búsqueda de
una verdad permanente, sino señalar que todo se relativizaba a cómo el ser humano en
tanto especie indicaba los criterios de interpretación de la realidad, por lo que, según las
necesidades, esos criterios podían cambiarse parcial o totalmente.
El estudio de las características esenciales del hombre que lo diferencien de
aquellos con quienes comparte la realidad de la vida y de quien posea esencia divina, es su
objeto de estudio.
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consiste es acatar el orden del universo impuesto por Dios. Libre es quien sabe el lugar que
le corresponde en ese plan divino previo y no actúa en contra de lo que es inevitable.
Ante nuestra mirada humana imperfecta, todo parece caótico, pero no es así.
El universo esta regido por un orden universal simbolizado por el fuego, permitiéndoles
esta imagen a los estoicos señalar que el hombre posee una pequeña chispa de él, con el
cual conoce y se rige moralmente. De esta manera sabe lo que está bajo su control y lo que
no. Controla sus opiniones, su pensamiento y sus decisiones- No controla su naturaleza
corporal y los bienes materiales, a los que no hay que atarse por su devenir. Esto permite
establecer la diferencia entre la persona común y el filósofo. El primero siempre espera
daños y beneficios provenientes de afuera, sin asumir ninguna responsabilidad, como por
ejemplo, quien espera la solución a sus problemas en el azar del juego, o busca la causa de
sus males en la acción de alguien en su contra. En cambio, el filósofo sabe que de él
emana todo lo que vive. Una vez sabido esto, ha logrado la paz interior que le permite
encaminar su existencia.
Con la modernidad, el auge de las disciplinas experimentales fue en
crecimiento, y esto se reflejó en que ciertas preocupaciones filosóficas dieran origen a
notorias disciplinas científicas, como ser la sociología, la física, etc. La temática
antropológica se fue sistematizando en una disciplina que ahora sí adquirió su nombre
definitivo.
Pero, como en otras de índole humanística, encontramos distintas
orientaciones. Hoy reconocemos una antropología con enfoque biológico experimental, y
otra de tradición filosófica.
A la antropología biológica la mencionaremos brevemente pues, por su
carácter científico, ya no forma parte del sistema filosófico, tanto por su objeto de estudio
como por su metodología. Pero ello no significa que el pensador pueda estar al margen de
sus avances y afirmaciones para que sean punto de partida para cualquier cosmovisión
filosófica.
EPICTETO 50-138
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por ello que contra esta visión absoluta, en la que el hombre no tenía ningún rol
significativo en la historia, se presentaron diferentes reacciones.
Entre ellas, estuvo el pensamiento de Federico Nietzsche y el de Sören
Kierkegaad. En el caso del primero, se aspiraba a recuperar el sitial humano recurriendo a
los valores irracionales como los eran la exaltación de lo vital y de lo afectivo para
trastocar inclusive la escala de valores que la suprema confianza en la razón había
desembocado en el absolutismo hegeliano.
Nietzsche considera el primer responsable de este exceso de racionalidad es atribuible a
Sócrates. Antes de éste, la humanidad vivía en el estado dionisíaco, esto es, impulsado por
los valores vitales. Desde Sócrates en adelante, todo se perdió en la nebulosa de lo apolineo,
es decir, buscar las respuestas a todo en el pensamiento olvidándose de vivir. De lo
apolineo surgió la última autoridad que es Dios, y al cual, se debe afirmar su muerte para
que renazca el hombre olvidado, el dionisíaco.
Por su parte, Kierkegaad intentó llevar adelante este mismo proyecto apelando
también a lo irracional humano como lo es el sentimiento religioso que permite aceptar el
dogma de la palabra sagrada. Pero este sentimiento religioso como rasgo antropológico
permite a su vez la construcción del sujeto humano capaz de ser protagonista del quehacer
del universo. Un protagonismo tal que es el resultado de la elección moral que realiza.
Pero, a pesar del rechazo hacia Hegel, ambos quedaron atrapados por el
método dialéctico propuesto por aquél. Un ejemplo es suficiente: Las metamorfosis
descriptas por Nietzsche eran una tríada.
Otra reacción se dio en el seno mismo de los posthegelianos, los cuales
distinguimos de derecha y de izquierda. Los primeros concentraron su atención en los
aspectos teológicos del sistema. Por su parte, los segundos se esforzaron también en
recuperar el concepto de que no había historia sin el hombre.
El pensamiento hegeliano atribuía a Dios el rol de sujeto de la historia, y en
los momentos en que hizo mención a situaciones humanas, como lo fue la famosa
dialéctica del amo y el esclavo, debía verse en el texto como un pasaje pedagógico para
explicar en un nivel diferente del discurso, lo ya dicho en forma tan abstracta.
Esta reacción posthegeliana llevará a cabo la conocida inversión. Hegel era
idealista, teologista y espiritualista. Los posthegelianos de izquierda eran realistas, ateos y
materialistas. Hegel era idealista porque el sentido del proceso lo aportaba el sujeto, quien
era un espíritu que con sus actos le brindaba significado a la materia. Y este sujeto es Dios
para tal enfoque.
En cambio, los posthegelianos de izquierda eran materialistas en cuanto no se
necesitaba ningún espíritu superior a ella, por lo que todo era una realidad tangible,
percibible. Y la filosofía de la historia desde este enfoque consistirá en el estudio de las
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entre lo existente, no le es propiamente suyo sino brindado por Aquel de quien todos
dependen, desde el más insignificante grano de arena del desierto o el minúsculo
protozoario, hasta la más gigantesca ballena o el más encumbrado filósofo o investigador
científico.
La tercera y última es el evolucionismo. Aquí lo que se explica se refiere a que
tanto el ser humano como los demás seres vivos, no tienen una diferencia esencial, como lo
señalaban los dos enfoques anteriores.
Todos comparten el hecho irrebatible de que el medio les exige cambios
morfológicos que le permitan adaptarse de la mejor manera a estas exigencias. La
supervivencia del más apto no es solamente relativa a que una especie se devore a una o
más de una sino ser capaz de llevar a cabo las transformaciones propicias a su viabilidad
como ser vivo.
Por ello, encontramos seres vivos que siendo más antiguos y menos
evolucionados neurológicamente hablando que el hombre, coexistan con él en la
actualidad, como lo es la cucaracha, por ejemplo. Y esto es así en función de que su
estructura orgánica y capacidad de reproducción, le permite ser apta inclusive ante un
cataclismo nuclear, lo cual la humanidad no lograría superar por más avance tecnológico
que exhiba.
En las dos posturas iniciales, se insiste en que el ser humano es un Homo
Sapiens. Es decir, alguien dotado de cualidades tales como la racionalidad, la inmortalidad
del alma, etc. El evolucionismo define al hombre como un Homo Faber, esto es, alguien
que gracias a las transformaciones morfológicas, está capacitado para fabricar y hacer
cosas que no sólo implicaran la elaboración de su hábitat, sino también la modificación de
la naturaleza en función de sus necesidades.
Otros seres vivos también fabrican cosas, como los nidos de los pájaros. Pero
lo hacen instintivamente. El humano fabrica intencionalmente en función de que genera
su propia cultura. Si tiene frío, primero aprendió a cubrirse con hojas y pieles. Luego, su
necesidad estética le fue permitiendo ir refinando su vestimenta siguiendo el mismo
propósito original. En cambio, ¿Cuántos milenios han pasado sin que se modificara un
ápice cómo el hornero construye su nido?
Es decir, que para Scheler la diferencia entre el hombre con otras formas de
vida no es de grado sino de esencia. La diferencia por grado es la propuesta por el
evolucionismo; nos dice que formas más simples fueron adquiriendo capacidades más
complejas gracias a cambios morfológicos. En cambio, para Scheler el hombre
esencialmente es diferente a todo por esta dotado de una naturaleza no compartida, como
lo es el pensamiento.
Otra vertiente del pensamiento antropológico del siglo XX, es el
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a la esencia.
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D. GNOSEOLOGÍA
contacto con la naturaleza. Esta es la línea en la que el espíritu prima sobre la materia.
D.a) ORIGEN
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Aquí analizaremos las doctrinas que intentan determinar cuáles son las
fuentes válidas para el saber humano. Las principales doctrinas con mayor repercusión
son el empirismo, el racionalismo y el apriorismo.
Pero antes de ingresar en el examen de cada una de ellas, haremos un breve
repaso histórico que nos ilustre las diferencias tanto doctrinarias como metodológicas, y
también los niveles de influencia geográfica.
Ubiquémonos en el siglo XII, en la Edad Media, cuando se produjo un hecho
cultural fundamental con la fundación de las primeras Universidades como centro de
estudio e investigación. Aunque controlado por el dogmatismo de entonces, el pensamiento
cristiano ponía énfasis en la relación razón - fe estableciendo que la primera era un
instrumento idóneo para el conocimiento, pero siempre y cuando no contradijera a las
verdades reveladas por la segunda.
Quienes defendían a ultranza esta posición fueron los integrantes de la orden
religiosa conocida como dominicos. Durante todo este período, ellos eran los portavoces del
dogma papal y de toda la jerarquía eclesiástica.
En cambio, otra orden llamada los franciscanos tenía una actitud diferente,
más liberal y tolerante con la investigación filosófica y científica porque entendían que
éstas no se contradecían con el dogma sino que lo enriquecían por hacer uso del intelecto
que Dios nos había dado para llegar a Su Sabiduría.
Estas dos posiciones tan opuestas rápidamente colisionaron en las noveles
Universidades, hasta que el peso político de las jerarquías del Estado y de los círculos
papales, hizo que fueran excluidas las orientaciones franciscanas y así debieron emigrar
del continente para refugiarse en las Islas Británicas.
Por este motivo, encontramos que la guía dominica se encaminó hacia el
racionalismo cultivando especialmente las ciencias formales y la metafísica, no sólo por
considerarlas útiles, sino que además era coherente con su actitud de evasión. Por su parte,
los franciscanos propendían a las ciencias experimentales y a planteos humanos.
¿Por qué es tan importante diferenciar estas dos órdenes religiosas? En la
Edad Media, toda expresión cultural estaba acaparada por el clero y ésta tenía especial
injerencia en el sistema feudal.
En síntesis, sin abandonar un ápice a su fe, los franciscanos tenían un preciso
propósito renovador que impulsaban dándole mayor participación a la tarea cognoscitiva
humana, ya fuera filosófica y/o científica.
Por su parte, los domínicos eran teólogos con fuertes compromisos políticos e
ideológicos que los obligaban a defender sin concesiones a la ortodoxia, por lo que su
actitud filosófica era encontrar y seleccionar a los pensadores y sus sistemas que
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considerasen más afines a sus objetivos. Primeramente, eran platónicos en sus análisis
metafísicos, sociales y gnoseológicos, y únicamente admitían de Aristóteles a su lógica por
considerarla inocua e inofensiva.
Esto los llevó al enfrentamiento con los franciscanos, quienes, junto a los
árabes instalados en España, difundían integralmente la obra de Aristóteles y otros
naturistas.
Esta batalla llevó a un dominico llamado Tomás de Aquino a buscar los
artificios que permitieran conciliar el dogma de fe con el sistema filosófico todavía no
autorizado, especialmente en lo referido a la metafísica y la teoría del conocimiento.
Pero todavía, por formación teológica o por desinterés, no había desarrollo
significativo de la ciencia.
Esa suma, la metafísica aristotélica - tomista fue la base del racionalismo de
la Europa continental. Este esquema se incentivará en Francia y Alemania, quedando
solamente España como el último bastión del medioevo que vino con su bagaje feudal a
conquistar América. ¿Y por qué esto último fue así?
Por un lado, en las Islas Británicas se afincó el espíritu renovador
franciscano, que luego se acentuó este proceso con la reforma protestante, el ascenso de la
burguesía, la revolución industrial, la tecnificación basada en las ciencias experimentales y
la formalización de la lógica preposicional, y por último, el capitalismo.
A este modelo lo expandirán dentro y fuera de Europa, pero lográndolo
especialmente en su colonia independiente, EE.UU. de América.
Por otro lado, en la Europa continental, los racionalistas comienzan a tomar
distancia de sus orígenes, tanto de la lógica como de la metafísica tomista, a pesar de que
continúan usando el mismo lenguaje terminológico. A modo de ejemplo, encontramos a
Descartes y Leibnitz -en cuyos países también se acentúa la reforma religiosa – quienes,
sin dejar de proclamar sus creencias, no continúan el esquema feudal difundido desde
Roma, sede del papado.
Por lo que, el tomismo únicamente encontrará en la España medioeval tanto
en las estructuras estatales como sociales, su preciado refugio.
La tercera posición en el origen del conocimiento conocida como apriorismo,
recién estará elaborada a mitad del siglo XVIII cuando Kant sea testigo de estos cambios
sociales, políticos, culturales, económicos, religiosos, etc., que derivaron de las
revoluciones francesa y americana, obligando a que la filosofía adquiriera un nuevo rol
epistemológico en la ciencia que ineludiblemente muestra su cosmovisión de la naturaleza.
Kant intentó una filosofía acorde con la física de Isaac Newton, que recién
será perfeccionada en nuestro siglo XX. Es decir, observando el devenir histórico del
pensamiento humano en el cual está fundamentalmente incluido el filosófico en la cultura
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EL EMPIRISMO
Las primeras son las que ingresan en nuestro pensamiento con mayor
violencia y vivacidad. Las segundas, ya se han desteñido un tanto, son el resultado de
aquéllas. Si en un juego de billar vemos cómo una bola golpea a otra, la fuerza de la
primera, al ser trasmitida a la siguiente, y ésta a otra, y así sucesivamente, habrá una
última que no se moverá porque se fue terminando el impulso generado.
Por lo que el criterio de distinción entre una percepción del tipo impresión de
otra del tipo idea, es la intensidad con que nos afectan.
Una impresión siempre será más intensa que cualquiera de las ideas, y por
más vivacidad con que se presente la idea, será más débil que la más pobre de nuestras
impresiones.
Por ejemplo, si comparamos la impresión de escuchar música a gran
volumen en una reunión bailable, con la idea que poseemos de otra reunión anterior y
similar, nos damos cuenta que nuestro recuerdo se presenta "desteñido" y quizá un poco
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Tomemos el siguiente caso simple y cotidiano. Tenemos una caldera con agua
y ésta coloquémosla sobre una fuente de calor, como ser una hornalla de una cocina. Y
tendemos a concluir que el calor es la causante de que el agua comience a entrar en
ebullición hasta que se consuma si no se le retira del fuego.
Esta concepción nos sugiere que la relación causa- efecto es ontológica, es
real, y nosotros solamente por nuestra razón hemos sabido encontrar una ligazón de
fenómenos que es una constante de la naturaleza.
Contra esta concepción, se refirió Hume con su explicación porque entendía
que la relación causa - efecto no era ontológica como dijimos, sino gnoseológica.
Entendía que ella era producto de un lazo que nosotros mismos diseñábamos y
que por tanto estaba sujeto a la permanente verificación empírica. Esto significa que la
relación no existe en la realidad sino en nuestro entendimiento
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PERCEPCIONES.
IMPRESIONES. SENSACIÓN
REFLEXIÓN
IDEAS. SIMPLES
CMPUESTAS
Para reafirmar esta posición, Hume señaló que no teníamos ninguna certeza
previa de que los hechos como éstos siempre se den como aspiramos, como por ejemplo, de
que el agua algún día se congele en lugar de hervir en contacto con el fuego.
Para nuestro sentido común, alimentado durante la normalidad de los hechos
de nuestra vida, asemeja cierta ridiculez al planteo de Hume, pero estamos tan sujetos a
nuestros hábitos y costumbres que nos cuestan admitir que el filósofo pueda tener razón al
afirmar la probabilidad de que los hechos no se presenten cómo esperamos.
Analicemos el caso: Adquirimos la información a través de la percepción del
tipo impresión sensible, es decir, vemos, sentimos el calor del fuego, que la caldera tiene
agua, se calienta, luego hierve. Pero lo que hay es una sucesión de hechos independientes.
De cada hecho independiente poseemos su respectiva idea. Y aquí en nuestra
mente establecemos el lazo causa - efecto porque esas ideas originarias ya son impresiones
de reflexión para dar lugar a la idea de que el agua siempre hervirá en contacto con una
fuente de calor.
Esta es la manera típica de razonar de los empiristas porque se intenta
recuperar lo inédito de cada circunstancia en el universo, que no hay ninguna ley
universal que lo regule, solamente podemos postular cierta regularidad en la naturaleza,
pero ella es axiomática y está en permanente verificación como ya dijimos.
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EL RACIONALISMO
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GALILEO-----------------EXPERIMENTACIÓN
BACON-------------------INDUCCIÓN AMPLIFICANTE
DESCARTES------------CRITERIO DE VERDAD
ANÁLISIS, SÍNTESIS, ORDEN
NEWTON--------------FORMALIZACIÓN DE LA FÍSICA
Y Descartes que pretendió empezar una nueva era para el saber humano, lo
hizo desde las bases mismas que le permitiese distinguir entre lo verdadero de lo falso, o lo
que pudiera presentarse con algún atisbo de duda.
Esto se llamó establecer un criterio de verdad o evidencia, y una vez que se lo
encontró, tendría el cimiento lo suficientemente firme para afirmar, no sólo su propio
sistema filosófico, sino también lo que consideró la nueva concepción de la ciencia. Dicho
con otras palabras, Descartes establece la necesidad del criterio de verdad para que su
proyecto sistemático sea un tránsito seguro desde la ignorancia o supuestos saberes de su
época - que en definitiva para él es lo mismo- hacia una base certera para la filosofía y la
ciencia moderna.
En muchos aspectos, Descartes inició el paso de separación de lo moderno con
lo medioeval, pero todavía las exigencias políticas, religiosas, y especialmente las de
lenguaje, fueron las que le dejaron atrapado a mitad de camino en esta transformación.
cuenta la herramienta que otorga esa iniciativa y actividad, esto es, el pensamiento.
La segunda aplicación de este criterio fue para desprestigiar inclusive aquellos
conocimientos que aparentemente eran siempre verdaderos, como cuando digo "Dos más
tres son cinco". Evidentemente es posible que me equivoque en tanto soy humano e
imperfecto. Y por imperfecto entendemos que razonemos defectuosamente, aún en los
casos más sencillos.
Y la otra aplicación se refiere a que carecemos de una manera segura de
distinguir el sueño de la vigilia. El pensamiento es un continuo mientras dure mi ser, esté
dormido o despierto.
Esto lo llevó a afirmar que todo el conocimiento que adquirió en los centros
educativos de raíz escolástica, era falso, o al menos, de dudoso valor en cuanto a los
fundamentos que le sustentaban.
¿Y qué ha hecho Descartes entonces? Ha puesto en duda todo contenido de
conocimiento, no así la capacidad misma de razonar. ¿Por qué?
Nuestros conocimientos pueden ser dudosos porque hemos aplicado mal
nuestra razón, y si corregimos esto último, deberían surgir los conocimientos verdaderos.
Ha dudado de todo, y en sí dudar es una de las formas de pensar.
Recordemos la etimología de la palabra duda - del latín duo, dos- significando
que ante la situación que nos presenta más de una opción hacia la meta propuesta,
ignoramos cuál de los caminos es el adecuado. Y por ello su duda es metódica - del griego
senda- para poder determinar con precisión el rumbo buscado.
DUDAR----PENSAR----EXISTIR
EL APRIORISMO
Por este motivo era tan importante cómo establecer cuáles estructuras de
juicios eran aptas para el conocimiento.
Distinguió primero entre: Los juicios determinativos de los indeterminativos.
Los primeros son aquéllos a los que se les puede asignar un valor de verdad, y los segundos
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son a los que les es imposible asignar ese valor, y en sí éstos son sólo juicios de forma
porque respetan la estructura básica del juicio –S es P.
Entre los juicios determinativos reconoció a los analíticos. Estos se
caracterizan por su predicado que ya está incluido en el sujeto.
Por ejemplo, decir "El triángulo tiene tres ángulos" lo asignado en el
predicado -Tres ángulos - ya está dicho en el sujeto –Triángulo -, por lo que es
necesariamente verdadero por la identificación manifiesta entre el sujeto y el predicado de
dicho juicio, y nunca puede ser falso.
Los segundos, los sintéticos, carecen de dicha identificación porque el
predicado no está comprendido en el sujeto y aporta nueva información que puede o no
convenir al sujeto, y por tanto ser verdadero o falso.
y muchos de nuestros engaños o errores provienen de los excesos de la razón que rebasa
sus límites de conocer, como en el caso de la metafísica clásica.
Esto lo llevará a Hegel luego a repostular a la metafísica, no como disciplina
sino como temática, con la filosofía de la historia, como ya se explicó en antropología.
ID.b) ESENCIA
Aquí analizaremos las relaciones entre el sujeto que lleva a cabo la tarea
cognoscitiva con el objeto que lo justifica. Veremos las diferentes posturas que influyeron y
definieron a las doctrinas empirista, racionalista y apriorista. Es decir, del estudio de la
esencia no surgirán doctrinas pero sí aspectos básicos de ellas.
Concretamente, en primera instancia hallaremos a las dos posturas
principales: El realismo y el idealismo.
REALISMO
La palabra realismo deriva del latín "res" que significa cosa, indicándose la
existencia independiente de los objetos con respecto al sujeto. Esto nos dice que ellos están
en una postura de frente al sujeto que pretende llegar a aprehenderlos a través del
conocimiento. Por lo que este enfoque consiste en concebir al conocimiento desde la
perspectiva de los objetos a los que se les tiene acceso en tanto diferentes a quien realiza la
investigación.
Podemos reconocer dos tipos de realismo. El primero que llamaremos ingenuo
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IDEALISMO
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criterios emanados de los esquemas mentales que permiten elaborar y transmitir el saber.
Por ejemplo, "Dos más dos son cuatro" es comprendido por cualquier ser
humano al ser patrimonio cognoscitivo de todos, y lo único que se necesita es la
oportunidad de aprender para aplicar la razón y adquirir conocimientos.
El tercer idealismo es el absoluto -del latín, traducible por sin relación, aislado
- y fue la respuesta de Hegel -Siglo XIX- a la imposibilidad manifiesta por Kant para la
formulación de la metafísica tradicional.
Hegel pretendió recuperar la temática a través de una nueva disciplina que
llamó la Filosofía de la historia. Esta estudiaría todos los procesos, esté o no presente la
humanidad, y para continuar, no dependería de su presencia, significando que el sujeto
que hace la historia no era el hombre sino quien fuera producto de este mismo proceso
histórico, del cual somos circunstancialmente testigos.
De este proceso surgiría este sujeto que se identificaría con el objeto de
conocimiento. Todo parecería indicar que Hegel estaría refiriéndose a Dios, donde el sujeto
tomaría autoconciencia cuando eliminase las diferencias con el objeto.
Para que esto sea posible, se debe desterrar una constante de la filosofía, y que
Hegel considera errónea, inútil y falaz. Desde la antigüedad, se ha establecido la
separación entre el sujeto cognoscente por una parte, y por la otra, la duplicación
ontológica del objeto a conocer, al establecerse la distinción entre la cosa en sí y sus
manifestaciones accesibles al primero.
Ante esta duplicidad de géneros ontológicos, gnoseológicamente el sujeto
cuenta únicamente de un instrumento para aspirar al conocimiento, pero este instrumento
es apto sólo para las manifestaciones e ineficiente para la cosa en sí, lo que explica que
Kant señale la imposibilidad de acceder al noúmeno.
Por ello, este idealismo pretende desmantelar esta imposibilidad para que el
sujeto llegue a la cosa en sí, la causa, porque sin ella no hay conocimiento verdadero.
Un párrafo final lo merece la notoria confusión difundida por los marxistas,
al establecer la oposición entre idealismo y materialismo.
Obviamente que sus intenciones son más ideológicas que de otra índole
porque la expresión idealismo se utiliza con un sentido peyorativo contra quienes sean sus
adversarios sociales o intelectuales.
Los marxistas se arrogan el propósito de ser la ideología contestataria que
liberaría al proletariado que como clase social es subyugada por la burguesía. Pero, para
lograr ese cometido no es necesario cometer errores involuntarios o no.
Como hemos visto en gnoseología, el idealismo es una postura dando
supremacía al sujeto sobre el objeto. Y no tiene nada que ver con la utilización que tal o
cual clase social haga uso de esa categoría para interpretar la realidad. Y el materialismo
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D.c) POSIBILIDAD
Los tres enfoques que hemos analizado -origen, esencia y posibilidad - fueron
desarrollados hasta el siglo pasado. En nuestro presente, en el cual el avance científico y
tecnológico modificó las condiciones culturales, la filosofía debió adaptarse a estos
cambios. La formalización y matematización de la física, fueron arrinconando a la clásica
filosofía especulativa.
Se sustituyó el enfoque cuestionador de la gnoseología por el fundamentador
de la epistemología. Tras tantos milenios de desarrollo científico y tecnológico, ¿cabe
seguir preguntándose sobre la posibilidad del conocimiento humano? La respuesta a esta
pregunta fue el pasaje a la epistemología con la intención de elaborar modelos que dieron
certeza al progreso no sólo práctico, sino sobre todo teórico de la ciencia.
Como respuesta, encontramos al llamado Círculo de Viena o Neopositivismo
que intentó centrar su tarea en la epistemología, la lógica y la filosofía del lenguaje.
Los antecedentes de tan importante corriente filosófica la hallamos en el
positivismo de Comte - Siglo XVIII-, y especialmente en Stuart Mill, quien nos muestra que
todos los problemas planteados en la filosofía especulativa clásica, se reducen a un
problema de metodología para acceder al conocimiento de la naturaleza. Para ello, la
epistemología ha de ser el centro de su enfoque filosófico.
La epistemología - del griego; episteme, conocimiento científico; logos, estudio
- tiene como objeto el establecer las características, condiciones y metodologías adecuadas
a las disciplinas científicas. Por las características, señala cuáles son los aspectos propios
de este ámbito distinguiéndolo de otros.
Por las condiciones se refiere a cuáles son los criterios que permiten
determinar la incorporación de nuevas disciplinas al corpus sistemático de la ciencia.
Especialmente debemos remitirnos a que se defina claramente el objeto de estudio y el
método aplicable para llevar a cabo la investigación.
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fenómenos de la naturaleza. Para tales efectos, propone el modelo hipotético deductivo que
no se reduce a una mera contrastación con los hechos, sino que además aporta un criterio
de verdad para toda la teoría que explora e interpreta. Además la ciencia actual no actúa
aislada sino relacionada con todo el acervo que ha posee, de tal manera que el investiga
tiene todo ese conocimiento como guía en su trabajo. Por lo tanto, la teoría no es la
culminación del proceso como afirman los inductivistas, sino que es el punto de partida.
Por ejemplo, cuando un biólogo investiga acerca de los agentes causantes de una
infección, no desconoce la existencia de los microorganismos como los virus y bacterias,
sino que los busca para identificarlos, como en el caso del virus del SIDA.
La teoría debe ser falsable, es decir, apta como guía en la investigación
científica. Esto significa que las afirmaciones de una teoría deben tener su contrapartida,
de tal manera que, para evitar la contradicción, se posea una opción opuesta. Por ejemplo,
si afirmo que” la tierra es el centro del universo”, debe poderse formular su negación –“la
tierra no es el centro del universo”- mostrándose la fabilidad y precariadad de las
afirmaciones científicas.
Por su parte, el anarquismo epistemológico es una severa crítica, no tanto con
la CIENCIA sino contra la imagen del científico. Vulgarmente se piensa en el científico
obteniendo su conocimiento aplicando rigurosamente una metodología determinada y
clara. Y no es tan así. También hay ensayo y error, certezas y casualidades, como por
ejemplo el caso de Fleming que descubrió la penicilina porque su curiosidad le llevó a
estudiar unos cultivos que había descuidado. Es decir, se pretende desmitificar la imagen
del investigador. Y por tanto no está tan ajeno de errores e inseguridades como la gente
común.
Por último, Kuhn con su teoría de las revoluciones científicas, más que
penetrar en la METODOLOGIA de la ciencia, lo que realiza es una investigación sobre
cómo los entornos culturales, sociales, políticos, religiosos, económicos, etc. se ven
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afectados por el avance, no sólo tecnológico sino principalmente interpretativo que hace la
ciencia. Y a su vez, en forma interactiva, señala la importancia de cómo esos entornos
sociales, religiosos, políticos, económicos, etc. condicionan el progreso científico. Por
ejemplo, recordemos cómo reaccionaron en su época ante las teorías heliocéntrica y
evolutiva de los seres vivos. A su vez, los intereses políticos y económicos profundizan o
descartan ciertas áreas de desarrollo, por ejemplo, ¿qué país sudamericano se autoabastece
en informática?
De esta manera reconoce tres momentos. El primero, el precientífico, el cual
todavía no había criterios en la antigüedad para elaborar un modelo común de
conocimientos sino investigaciones dispersas en Grecia, Egipto, etc. El segundo, es la
ciencia normal, por el cual se elabora un modelo o paradigma capaz de interpretar o
abarcar la realidad en su conjunto. Por ejemplo, con Newton la ciencia deja de ser una
mera acumulación de información para adquirir el carácter de interpretación integral de
la realidad. El tercero, es la crisis, por el cual, el modelo aceptado es incapaz de resolver
problemáticas que se presentan y se hace urgente una renovación conceptual. De esta
crisis surgirá un nuevo modelo de ciencia normal cuya vigencia se mantendrá hasta que
enfrentará su propia crisis, y así sucesivamente.
En síntesis, el progreso del conocimiento ha tenido dos vertientes. El primero,
que llamaremos clásico que abarca desde la antigüedad hasta la primera mitad del siglo
XIX. Este comprende el período en el cual la base era el cuestionamiento filosófico sobre
qué se conocía, con qué instrumento, cuánto se le puede llamar conocimiento verdadero,
etc. Fue el apogeo de la gnoseología.
El segundo período comienza en la segunda mitad del siglo XIX hasta
nuestros días. Se diferencia del anterior por dejar de lado el cuestionamiento filosófico
para partir del hecho incuestionable de que el hombre conoce, y así modifica y construye
su hábitat. Ahora es la tarea de la epistemología determinando las características y
metodologías de la ciencia. El aporte de la filosofía se orienta ahora en brindar las
estructuras teóricas para la interpretación de la realidad, es decir, elaborar los paradigmas.
La ciencia es un hecho consumado, no para cuestionar como en la tradición clásica de la
filosofía, sino para fundamentar. Para esto es que se proponen los diferentes paradigmas
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METAFÍSICA
Y como este filósofo era consciente de que estaba llevando a cabo una tarea
totalmente inédita, la abordó con todas las precauciones por la importancia que él le
asignaba.
Por ello, su planteo fue aporético -del griego; a, no; poros, camino, es decir,
callejón sin salida – para mostrar el sentido de las dificultades previas que debían
enfrentarse para admitir esta disciplina.
Reconoció que aquellas disciplinas que investigaban parcialmente a la
realidad se les escapaba la totalidad –a estas disciplinas les llamó filosofías segundas por
especializarse en objetos de estudio definidos- procedió a postular la necesidad de una
disciplina que abarcara esta totalidad que él la reconoció como filosofía primera o
protofilosofía. A esta última se comenzó a llamar metafísica mucho después.
Pero también hay un contexto ideológico que nos ayuda a entender la
necesidad de esta búsqueda. En los confines del Mediterráneo, los griegos habían
extendido su colonización y desde allí surgió la oleada precursora de quienes pretendieron
comprender la estructura de los procesos de la cambiante naturaleza.
Cuando esta especulación filosófica llegó a Atenas, se enfrentó a los esquemas
deterministas y fijistas de los atenienses tanto a la naturaleza como a las estructuras
sociales. Para evitar el socavamiento de estas tradiciones, con Sócrates, Platón y
finalmente Aristóteles, fueron perfeccionando una nueva disciplina que diera sustento
certero a lo permanente, y les permitiera contrarrestar los efectos destructivos de la
relatividad y convencionalismos difundidos por los sofistas y fisiólogos jónicos.
El ejemplo de Aristóteles fue imitado por otros contemporáneos suyos. Pero, a
partir del medioevo, el pensamiento dominante de esa época, cuando abordó toda tarea
humana, lo hizo partiendo de su teocentrismo y se sirvió de la metafísica como
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Un siglo después, fue David Hume quien estructuró la posición clásica del
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empirismo despojándose de todo lenguaje metafísico, y dio el puntapié final con su crítica a
la relación causa - efecto. Su argumentación partía de la distinción entre ideas legítimas e
ilegítimas.
Recordemos que el término idea era utilizado como sinónimo del
conocimiento adquirido de los objetos investigados gracias al trabajo de representación que
éstas hacían de aquéllos.
Las primeras son las que, aunque muy lejanamente, poseen cierto correlato
con la realidad; a saber, piedra, árbol, etc. , o sea, provenientes del contacto directo por el
dato sensible que este filósofo llamó impresiones de sensación. También integran este
grupo las ideas que se refieren a objetos no existen en la realidad tangible y son producto
de la elaboración humana partiendo de ideas ya presentes en nuestra memoria, las cuales
se convierten en impresiones de reflexión para dar cabida a otras nuevas ideas tales como
sirena, montaña de oro, caballo de hierro, etc. Es decir, aunque los objetos mencionados
no existan en sí mismos, se han fabricado en nuestra mente basándonos en las ideas que
surgieron alguna vez de un contacto sensorial, como por ejemplo, montaña por un lado y
oro por otro, y luego las hemos reunido en una sola.
En cambio, las ideas ilegítimas son aquéllas que carecen de todo vínculo con
la realidad captada primariamente por el dato sensorial, y todo lo que elaboremos de esta
manera carece de todo sentido posible, como lo dirán luego en nuestro Siglo XX, los
neopositivistas apoyándose en un análisis depurativo del lenguaje para el conocimiento
humano, y especialmente, el científico. Son para Hume ideas ilegítimas todas las ideas que
sustentan al discurso metafísico clásico, a saber, el alma, Dios, y señala directamente a la
relación causa - efecto concebida ontológicamente, esto es, que ésta existe en la realidad
tangible.
formamos por abstracción partiendo de la elevación al infinito todas las cualidades que
conocemos en nuestra realidad limitada. Esta argumentación es radicalmente rechazada
por Hume porque carecemos de todo posible fundamento en la sensación que avale tal
abstracción, por lo cual la idea de Dios es ilegítima por no poseer la más mínima unión
con el mundo que nos ha enseñado a conocer en la aplicación de nuestra capacidad
intelectual gracias al material aportado.
La descripción gnoseológica de esta relación intenta mostrarnos que es
producto de una serie de lazos entre ideas cuyas primeras son originalmente de la
sensación- y que como tal únicamente existe en nuestra mente, lo que nos lleva a una
incesante verificación de cada caso porque no debemos predecir con total certeza que la
sucesión de los hechos se den como esperamos. Por ejemplo, si día tras día abordo al
ómnibus rumbo al trabajo a las 7 y 30', y por hábito, tiendo a concluir que siempre lo
tomaré a la misma hora. En esta conclusión en la que me anticipo a los hechos, no tengo
en cuenta otros aspectos que quizá hagan que el ómnibus pase antes o después de la hora
conocida, o en el peor de los casos, no pase.
Para los racionalistas, esta relación era ontológica, es decir, real. Y era uno
de los pilares para la elaboración metafísica. En cambio, Hume planteó que dicha relación
era sólo gnoseológica, esto es, producto de nuestro hábito de unir dos fenómenos, uno
anterior a otro posterior estimando que el primero era generador del segundo.
Esto lo llevó a Kant a determinar que, desde los planteos de Hume, ya no era
posible la metafísica concebida tradicionalmente, por lo que ciertos temas, como el de Dios,
quedaba únicamente para una experiencia afectiva de fe, ya no de la razón que no podía
abordar porque superaba sus propias limitaciones cognoscitivas.
A partir del planteo Kantiano donde el estudio de los fundamentos como
medio de posibilitar el conocimiento, llevó a que la metafísica fuera la investigación de
todo acceso de saber. No es en vano entonces que el mismo Kant haya escrito una
"metafísica de las costumbres", es decir, un análisis de las bases teóricas de los actos
humanos.
Hegel, por su parte, hizo el intento de recuperar la metafísica a través de la
filosofía de la historia como nueva disciplina, para poder determinar quién era el sujeto
protagonista de los procesos históricos.
Los llamados hegelianos de derecha respondieron a esta pregunta con su
concepción idealista de Dios, mientras que los hegelianos de izquierda insistieron en su
inversión del idealismo espiritualista hacia un realismo materialista en el cual el hombre
fuera considerado el protagonista de los actos de la historia.
afirman los positivistas ingenuos, sino diferenciar entre buena y mala metafísica. La buena
es aquélla que alienta y dirige nuestros pensamientos como globos a las metas propuestas;
por su parte, la mala es la que desvía estos globos por sendas sin provecho y de gran
confusión.
vida.
Con la información sensible, adquirimos la correspondiente a las cosas
concretas, como decir "Este árbol tiene raíces que lo alimentan". Por la abstracción
racional somos capaces de unificar todas las experiencias adquiridas por separado que
posean aspectos comunes, pudiendo entonces afirmar que "Todos los árboles tienen raíces
que los alimentan".
Por lo que, desde el pensamiento moderno, la metafísica elaborada no deja al
margen la temática anterior sino que el "más allá de la física" clásico incorpora el
concepto de abordar los fundamentos de la realidad que se quiere acceder con el
conocimiento.
Pero que no sea sólo un fundamento teológico como en el caso medioeval o
clásico, sino también que integre a instancia de los modernos a las bases mismas del sujeto
que investiga y del objeto de su tarea. Esto significa que se tenga en cuenta los medios con
que contamos para adquirir el saber, y qué cosas son las que podemos investigar.
Por ejemplo, si construimos una casa para que ésta sea resistente, debe poseer
una buena base, esto es, un cimiento firme que soporte su realización. Una vez habitada la
casa, no se ven los cimientos que están debajo pero que sabemos que están allí. Pues bien,
para acceder al conocimiento de la realidad se debe partir de los cimientos que la
metafísica postula con sus fundamentaciones racionales.
Otro ejemplo es realizar cualquier juego, como puede ser alguno con naipes.
Para realizar el juego debemos conocer y ejecutar sus reglas. Pues bien, esas reglas son el
fundamento que posibilita la acción. La metafísica tiene como cometido proponernos esas
reglas que nos dan la oportunidad de acceder al conocimiento y a sus resultados.
La adquisición, elaboración, transmisión y el uso del conocimiento es el gran
juego del ser humano intentando saber el sentido de su existencia.
Por ello, se puede distinguir varios períodos de la metafísica. El primero que
llamaremos precrítico, es decir, anterior a los análisis de Kant -siglo XVIII. En este
período precrítico, el pensamiento metafísico trató de superar los límites de la realidad
humana y llegar a ella por la razón.
Recordemos todas las carencias ya mencionadas que estos precursores
helénicos intentaron superar, por lo que quizá desde nuestras perspectivas actuales nos
resulten sus esfuerzos demasiado extremos, pero de su búsqueda metodológica y
conceptual surgieron muchas de nuestras líneas de pensamiento.
Fue recién Kant quien le dio el sentido final de trascendental, puro y formal al
fundamento como el objeto de estudio de la metafísica. Pero, para ello ya se ha pasado,
como se explicó, de la metafísica precrítica a la crítica.
En la primera, el fundamento era principalmente un principio ontológico que
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daba sentido a la existencia y al saber revelado. Era una visión teocéntrica porque ese
principio fue identificado con Dios. En la segunda, el fundamento adquirió el status de
estructura formal que posibilitaba llevar a cabo la tarea cognoscitiva.
Y lo común que nos ha permitido hablar de formas de metafísica, ha sido que
compartieron ciertos rasgos del fundamento o principio. Ambas maneras de pensamiento
le asignaron los caracteres de trascendental y puro.
Trascendental en cuanto a que todo depende de él pero sin formar parte de lo
fundamentado. Por ejemplo, Aristóteles dijo que "todo lo que se mueve, es movido por otro,
menos aquel que inicia el movimiento, porque actúa sin que sea afectado por otro".
Es decir, todo se mueve pero siempre dependiendo de otro (una piedra golpea
un pájaro, pero antes una honda le dio el impulso a la piedra, y antes, alguien manipuló la
honda, y así sucesivamente hasta llegar a quien generó el primer movimiento, dándole esa
posibilidad sin que otro lo afectara.
Y puro se remite a que no posee ningún contenido de la existencia
contingente, por más que ésta sin él no tendría posibilidad de ser. Este concepto de puro,
luego Kant lo amplía para referirse a lo formal del fundamento.
Esto es, el fundamento es una estructura carente de todo contenido posible.
Estos contenidos provendrán de la tarea cognoscitiva, aplicando estas estructuras dadoras
de toda posibilidad de comprensión lógica de la realidad, no sólo material sino también la
resultante de la cosmovisión.
Y finalmente, como una síntesis de estas dos posturas de la metafísica,
actualmente esta disciplina - desde el punto de vista de su objeto, no tanto de su
denominación disciplinaria que todavía sigue rechinando especialmente en los ambientes
científicos- es la línea de pensamiento que se centra en el estudio de los fundamentos
últimos a los que nuestra racionalidad tiene acceso.
En este sentido, el neopositivismo o Círculo de Viena, nos muestra que lo que
llamaríamos metafísica, consiste en el estudio del fundamento de la ciencia y su
metodología. Ellos prefieren llamarle epistemología o Philosophy of sciences. Pero sin
embargo, podemos reconocer en la actualidad orientaciones metafísicas dentro del
pensamiento científico, como es el caso de la Teoría de la Relatividad de Einstein y la
Teoría de los Quantas de Max Plank. Y les llamamos metafísicos en cuanto sus
explicaciones son especulaciones racionales de la realidad en pos de su fundamento. La
primera se refiere al macrocosmos y la segunda, al microcosmos.
E inclusive, podemos mencionar a la Teoría del Big Bang para explicar el
origen del Universo como un intento de Cosmología.
En suma, la metafísica es un nivel diferente del conocimiento y del discurso.
Eso ya estaba presente en Aristóteles cuando decía que el nivel del conocimiento específico-
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ética, gnoseología, etc.- eran filosofías segundas, que necesitan de otro nivel en el que lo
universal prime, es decir, la filosofía primera o metafísica.
Aquí nos referimos a aquellos aspectos que les son propios a todos los entes.
Es decir, que comparten cualquier vivo con otro inerte. Su temática es tomar globalmente a
todo lo existente para analizar sus características y causas en común.
Como ya hemos indicado en más de una oportunidad, los temas surgen
primero como una necesidad de explicación antes de concretarse en una disciplina
específica. Y este es también el caso de la ontología porque antes de la sistematización
aristotélica, encontramos en los pensadores antiguos la preocupación que ahora
mencionamos.
Por ejemplo, en el pensamiento de Heráclito -Siglo VI a. C.- con la
dialéctica de los opuestos vemos un intento de racionalizar todo lo relativo a los entes.
Distinguió dos niveles: Del Nomos o ley humana que regulaba la convivencia social, y del
Logos o Ley Universal que mantenía la armonía de los opuestos.
Quienes se rigen por el Nomos no logran comprender la realidad o lo hacen
parcialmente. Quienes acceden al Logos saben que los procesos de los opuestos no están
regidos ni por el hombre ni por dios alguno.
Para Heráclito, conocer era aceptar que todo fluía o estaba en permanente
cambio. Por ejemplo, el agua fría se calentaba y la caliente se enfría; la vida nacía y moría,
etc.
La otra vía, la racional, nos habla por su parte, de lo permanente o del Ser,
cuyas cualidades son la inmutabilidad ante el cambio, ser perfecto, único y eterno.
Parménides pretendió fundamentar ontológicamente el acceso al conocimiento verdadero,
y para ello descalificaba a los sentidos porque se referían a lo cambiante. Mientras que la
razón, a través de la lógica, nos permitía distinguir el saber válido del que no lo era.
Esta línea argumental fue luego perfeccionada por Platón que distinguía
entre la realidad material que se reducía a ser una ilusión producto del confuso dato
sensorial, del que no se podía confiar para elaborar ciencia.
La realidad auténtica de los arquetipos - Topos Uranos- era copiada
tenuemente por la materia. Para acceder a este mundo real se poseía dos vías: El
discursivo a través de la dialéctica ascendente, y la intuición para llegar directamente a él.
A modo de cita de un autor contemporáneo tenemos a Wittgenstein, cuya
física especulativa es en definitiva una ontología con el cometido de fundamentar la
realidad y dar acceso al conocimiento que se manifieste a través de un lenguaje preciso.
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Claro que su aspiración inicial no era hacer filosofía y menos todavía metafísica
ontológica.
Pero, aunque trata al comienzo el estudio de lo trascendental porque supera
nuestras capacidades cognoscitivas, en definitiva necesita de un fundamento que no sólo
sea una expresión de proposiciones verdaderas, por lo que su teoría dinámica del mundo
de los hechos, actúa como un metalenguaje u otro nivel de lenguaje que a modo de axioma
permita obtener la figura o interpretación de la realidad.
De lo que no se puede hablar y se debe callar como expresa Wittgenstein, son
aquellas expresiones lingüísticas carentes de sentido, como lo fue el abusivo uso del
lenguaje por parte de la metafísica clásica.
Si en lugar de metafísica se utiliza la expresión teoría o modelo o figura o
interpretación, etc., no habría inconvenientes si sus proposiciones fueran como axiomas,
de las cuales se derivarían otras nuevas por rigurosidad lógica y con contenido a la
realidad de los hechos que aislamos y luego recomponemos a su sistema para comprender
con certeza a la naturaleza desde nuestra óptica. Es decir, la interpretación no pretende ser
un émulo de la naturaleza sino la estructura y las relaciones que somos capaces de
acceder.
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a) DIOS
------ MONOTEÍSMO
AFIRMACION -TEÍSMO. .......POLIITEÍSMO
----DEÍSMO
-PANTEÍSMO
NEGACIÓN-----------ATEÍSMO
PRESCINDENCIA----AGNOSTICISMO
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otros entes, Él está en la cúspide sin compartirla. Aunque quien escuchase esta definición
fuese un negador de Dios, para Anselmo, escuchar esta definición es comprenderla, e
implica que ya existe, por lo menos, en el pensamiento.
Supongamos que pienso en una sirena como aquel ser mitológico formado por
mitad mujer y mitad pez, y lo comprendo, dicha sirena tiene entonces existencia en mi
pensamiento porque puedo hablar de ella diciendo: "La sirena baila", "La sirena es
hermosa", etc.
Pero esto no significa que efectivamente la sirena exista en la realidad
material, sino solamente en mi pensamiento. Lo mismo sucede con Dios en este momento
del argumento. Dios existe en el pensamiento y se puede decir "Dios es amor". "Dios creó
al mundo", etc. pero todavía se carece de la certeza de que exista en la realidad.
Por lo que, para Anselmo hay dos niveles de existencia -En el pensamiento y
en la realidad - y en esta instancia argumental, Dios sólo posee el primer nivel. Para
continuar, Anselmo postuló el siguiente axioma: La existencia en la realidad es superior a
la existencia exclusiva en el pensamiento.
Todo axioma es un postulado que se toma por verdadero, aunque no se lo
pueda demostrar, únicamente se le elimina si de él no se obtiene ningún resultado de
provecho. Por ejemplo, un árbol es un ente que tiene existencia real y la posee también en
el pensamiento de los hombres que le conocen. Si comparamos ese árbol con Dios, la
definición de Él lo instalaría en la cúspide como ya dijimos, mientras que el árbol estaría
por debajo porque nunca podrá ser: Algo mayor de lo cual nada mayor puede pensarse".
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Otra forma un tanto curiosa de argumentar fue la propuesta por Blas Pascal
- Siglo XVII- que propuso hacer una apuesta. Nos decía que si apostáramos a que Dios no
existiera y efectivamente fuera así, habremos ganado al decir una verdad. Pero en sí, ¿qué
hemos ganado?
En cambio, si apostásemos a que Dios existe y El no existe, no habremos
perdido nada. Pero si existe, habremos ganado mucho más de lo que pudiéramos haber
apostado.
Esta argumentación en realidad no nos demuestra nada, sólo muestra otro
camino humano en pos de llegar al orden universal que se presume en el universo y que
nuestro pensamiento es capaz de reconocer parcialmente.
Bastante similar es la propuesta de George Berkeley, quien, con su idealismo
subjetivo extremo que relativizó la existencia de todo ente con su famosa “ser es ser
percibido”, pretendiendo mostrar la dependencia de todo al eterno percipiente que es Dios
para su perspectiva.
El teísmo asume la elaboración de argumentos para demostrar la necesidad de
la existencia de Dios, es decir, de un ser superior a la naturaleza y al hombre, quienes son
obra de su creación, y sus existencias dependen de que Él los mantenga desde afuera, dado
que ese ser superior se ha separado de su obra.
En lo que respecta al panteísmo -del griego pan, todo -nos propone también la
necesidad del ente superior, pero El y su creación son componentes de una misma
realidad, se identifican.
A modo de ejemplo, en la Antigüedad encontramos a los Estoicos que
proponían su panteísmo con fines éticos para que la humanidad actuara, no
individualmente sino genéricamente en armonía con la naturaleza y sus leyes, las cuales
no eran otras que las de la divinidad misma.
Para acceder a estas leyes, Dios sapiente y racional nos hacía partícipes del
mismo fuego sagrado del pensamiento. Pero el acceso a estas leyes armoniosas no era fácil
ni tampoco debía tomarse la ignorancia como excusa para justificar cualquier acto que
finalmente no fuese beneficioso. Los estoicos proponían que nuestras expectativas debían
estar centradas en la totalidad y no en nosotros mismos.
Inclusive, nuestra ignorancia manifiesta nos hacía ver desde nuestra
perspectiva limitada, que ciertos actos o situaciones en el Universo, los valoráramos como
negativos, cuando en realidad, para la totalidad del Universo regido por las perfectas leyes
divinas, todo lo que sucedía era bueno, justo y necesario. O expresándolo en un refrán
popular "de que no hay mal que por bien no venga"
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Su panteísmo es el resultado de
llevar hasta las últimas consecuencias
a los postulados de Descartes.
acceso a Dios desde el hombre y la naturaleza, él utilizó la dialéctica para abolir esta
relación y elaborar una filosofía que detallase el proceso histórico por el cual Dios toma
conciencia de sí mismo.
Es decir, en las otras doctrinas, Dios es concebido como un ser trascendente al
hombre y a la naturaleza que éste integra, de tal manera que hay una dependencia de ellos
ya sea en la creación o en el mantenimiento con Él porque Dios es un ser necesario, y todo
lo demás existente, no lo es.
En cambio, para Hegel, la necesidad del ser de Dios solamente es posible al
completarse su proceso, del cual el filosofar humano es un mero y circunstancial testigo.
Por lo que, llegado ese momento, todo lo que ha sido oposición entendida por la dialéctica,
cesará y únicamente deberá quedar el autoconocimiento divino.
En definitiva, éste fue el propósito del programa hegeliano al reinstaurar la
temática metafísica con su Filosofía de la Historia. Su concepto de historia no involucraba
únicamente a los hechos culturales del hombre - como lo pensamos comúnmente sino que
la historia era para Hegel la descripción del proyecto mismo de toda la existencia del
universo impulsado e iniciado en forma dialéctica para y por el sujeto espiritual entendido
como Idea absoluta que luego se podría interpretar como sinónimo de Dios.
La siguiente posición posible es la correspondiente a la negación, y es el
ateísmo, la cual se sintetiza en el rechazo de cualquier ser superior.
A diferencia con el teísmo, los ateos son incapaces de formular argumentos de
la no existencia sino que solamente se concentran en negarlo para liberar a la naturaleza y
al hombre de su influencia. Generalmente, son las posturas materialistas las que le
sostienen como un axioma para su descripción doctrinaria.
En el caso de los empiristas, su objeción para su rechazo a la metafísica se ha
centrado en que no se debería estudiar entes no comprendidos en la información sensible,
y han considerado que Dios no sería accesible por este motivo, sino sólo por la experiencia
religiosa para quienes fuesen creyentes.
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a un creador, o sea, Dios. Significa que, desde este tecnicismo, todo lo existente debe su
esencia o conjunto de características definitorias a alguien que se la ha aportado desde
afuera –en el ejemplo, es el carpintero quien le ha dado la forma de banco a la madera.
Pero, a diferencia de otras cosas del mundo, en el hombre la existencia precede a la
esencia, es decir, existimos para ejercer nuestra libertad de elegir lo que queremos ser, o
sea, no recibimos nuestra definición de nadie. Si el hombre puede definirse a sí mismo,
¿ Para qué es necesario Dios? Para nada, estamos solos con nuestra condición de libres y
responsables de nuestros actos. Es decir, es un ateísmo axiológico, de la misma manera
que cuando Nietzsche postulaba “Dios ha muerto” para quitar la presencia de la última
autoridad para que el hombre aprenda a decidir.
b) ALMA
de este principio sostén de la existencia, sino que se mudaría a otro ser vivo. A modo de
ejemplo, el mismo Pitágoras expresaba que recordaba sus existencias pasadas, como haber
sido "un mudo pez del profundo mar".
Esta doctrina de la trasmigración fue perfeccionada luego por alguien muy
influenciado por el pitagorismo. Nos referimos a Platón. A diferencia de Pitágoras, Platón
habló exclusivamente de la trasmigración de las almas humanas.
Explicó que el alma inmortal ha descendido, como un castigo del mundo de
las ideas hacia el mundo corporal, y cada existencia sujeta a un cuerpo sería una prueba
para ascender en el conocimiento y que le permitiera regresar al mundo espiritual de
origen.
estaban dotados de una psijé que desaparecería con la muerte, y sería lo explicado por
Demócrito. Sería la psijé sostén de las funciones de la vida.
En el caso exclusivo del ser humano, éste estaría dotado de la psijé
inmortal en cuanto realiza las funciones espirituales, a saber especialmente, la elaboración
del conocimiento.
Como ya hicimos referencia en antropología, el estoicismo también distinguió
una doble naturaleza humana, de cuerpo y alma. El objetivo era argumentar sobre la
imposibilidad de una libertad humana. En ese sentido, Marco Aurelio se recoge a su
interior en la búsqueda de la divinidad en sí mismo y encontrar el sentido de sus actos
orientados al plan previsto para la totalidad del universo por ese Dios concebido presente
en casa cosa y situación, ese decir, un panteísmo
.
A partir de este instante, el dualismo o distinción entre cuerpo y alma se
instaló en el pensamiento filosófico. Un claro ejemplo de este dualismo fue Descartes. Él
distinguió dos tipos de substancias: La creada y la increada. La creada existiría como
resultado de la acción decidida de la increada. Esta última sería Dios.
garantía que implica para Hume. Es decir, no debemos hablar de lo que carece de sentido
y son sólo invenciones fantasiosas de los metafísicos.
En esta línea, Kant reflexiona estableciendo que toda la metafísica clásica se
reduce a una extralimitación que nuestra razón realiza de sus capacidades, por lo que
temas como éste quedarán vedados para ésta y únicamente tendremos acceso por las vías
afectiva o religiosa.
.
En lo que respecta a Hegel, en su intento de recuperación de la temática
metafísica a través de la filosofía de la historia, realiza la descripción desde otras
perspectivas, no sólo de la realidad sino del significado de sus procesos. Por ello el
concepto de espíritu o idea absoluta se despersonaliza para no referirse a ningún ser vivo
en particular y menos al ser humano quien es tan fugaz como cualquier otro. Por espíritu
está entendiendo al sujeto protagonista de todo el proceso dialéctico que la filosofía de la
historia tiene como objeto de análisis y descripción. Pero este análisis y esta descripción no
debe entenderse como un mero cúmulo de información como Hegel ve a la ciencia, sino
que debe permitir un enfoque universal que aporte el sentido de cada instancia y del
proceso todo para que pueda emanar de allí este mismo sujeto único.
En nuestro siglo XX, encontramos al pensamiento de Henri Bergson
– fallecido en 1941. En un ámbito tan cientificista y positivista como el de su época,
igualmente se propuso utilizar esas explicaciones como base para sus especulaciones
metafísicas.
c) MUNDO
por ejemplo, del Big Bang - Gran estallido - en el cual toda la energía estaba en un
comienzo acumulada hasta que se produjo la explosión que hizo que la energía comenzara
a expandirse dando lugar al espacio y al tiempo.
Esta expansión continúa hasta hoy después de quince mil millones de años y a
una velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo, alejándose del punto inicial,
y por ello distanciándose todos al expandirse en todas direcciones, como las galaxias entre
sí.
Ahora bien, puede plantearse la interrogante relativa a sí esta expansión es
permanente, o por el contrario, si la misma tendrá un fin. Quienes sostienen lo primero
consideran que el propósito de esta naturaleza es desarrollarse infinitamente con sus
sucesivos cambios. Quienes afirman lo segundo, plantean que de la misma manera se ha
dado esta expansión, llegará un instante en el que se detendrá por la pérdida del impulso
original y se producirá la inevitable contracción de regreso al punto de partida, para
empezar de nuevo en otro Big Bang, y así sucesivamente regenerándose todo el producto.
Con otras palabras, ya los griegos plantearon el mito del eterno retorno, por el
cual, toda la naturaleza se va renovando según ciclos ya predeterminados por la misma
armonía de los procesos consumados.
En cuanto al sentido, esta explicación no descarta la posibilidad de Dios u
otro ente superior al no excluirlo en su esquema descriptivo. Quien lo incluye, más que un
científico, es aquí un creyente o un teólogo racional.
O puede ser un ente abstracto como el Logos de Heráclito que regula los
procesos naturales, según un ciclo constante y reiterativo de varios milenios de comienzos y
culminaciones. O se puede desestimar la búsqueda del sentido, o negarlo y quedarse
únicamente con la descripción hipotética del origen y las leyes del universo.
También se refiere a la naturaleza primordial del Universo, es decir, el
materialismo o el espiritualismo.
El primero se remite a que básicamente lo existente es materia autosuficiente,
sin necesidad de una causa o sostén. Esto nos conduce en la generalidad de los casos a un
realismo crítico que puede ser inclusive ateo. Es el ejemplo de los materialistas antiguos
como Demócrito, Epicuro y Lucrecio.
Ellos analizaron la naturaleza, especulando con su teoría de las unidades
mínimas que llamaron átomos. El espiritualismo subsume todo lo existente a la necesidad
de un espíritu no sujeto a los procesos de cambios de la materia. Esto a su vez nos conlleva
a un teologismo. Es el caso de Leibnitz, en cuya "Monadología" se muestra la dependencia
del Universo material a la Unidad originaria.
Esto es, que cada una de las características reconocibles en las mónadas de la
naturaleza no son propias sino un mero reflejo de la armonía proveniente verticalmente de
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decir, de permanente modificaciones, a saber, los seres vivos nacen y mueren, las cosas
son modificadas por diferentes factores, como ser el metal al oxidarse, etc.
Por lo que nuestro pensamiento indaga incesantemente en pos de lo
permanente, esto es, lo que es sostén o fundamento de la realidad que es objeto de su
análisis. Podemos hacerlo desde una actitud rutinaria y hasta de indiferencia de cada día;
podemos sorprendernos y alimentar nuestra curiosidad y por tanto, plantearnos
interrogantes y darnos cuenta que con eso no basta; y finalmente, podemos asumir el rol
protagónico de filósofo y prepararnos tanto metodológica como lingüísticamente para
buscar las respuestas.
En lo que respecta a la ciencia, sus investigaciones tienen el mismo propósito.
Aspira a hallar un conocimiento verdadero que no esté condicionado y ajeno al error,
aunque por ahora sólo pueda brindar una aproximación cada vez más certera de lo que
pretende saber, aunque ha dejado de lado la idea de reproducir la realidad en el
pensamiento expresado en su lenguaje riguroso ha adquirido la noción de modelo o
paradigma consistente en tener contacto con ella, pero básicamente para crear otra que es
la de su comprensión.
En el caso de la actividad filosófica, cada sistema individual - recordar la ya
explicada estrecha relación de pensamiento, obra y autor- y cada investigación específica o
temática, también brinda un constante progreso en las respuestas o en la elaboración de
nuevas interrogantes.
Así podemos afirmar que cada disciplina ha aspirado a llegar a lo estable o
permanente. Veamos los ejemplos.
La física especulativa desde la antigüedad buscó el o los elementos
constitutivos de la naturaleza.
La axiología pretende mostrarnos los fundamentos o los valores universales
que rigen cada acto humano.
La antropología señala cuáles son las características propias de nuestra
especie, más allá de las diferencias individuales.
La gnoseología es la denodada tarea en pos del criterio que nos permita
distinguir lo verdadero de lo falso.
La ontología indaga sobre una teoría de los objetos inmersos en el devenir,
procurando el substractum que continúa en el cambio descripto.
La teología racional nos da el abanico de posibilidades en procura del eventual
y esquivo Ser Superior.
La pneumatología aborda el rescate del principio vital. Y l a cosmología, quiere
indicarnos la unidad del universo buscando el origen y sentido del mismo.
Además tengamos presente que el núcleo temático del sistema filosófico que
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- 163 –
16
CONCLUSIONES
para separar la otra colonización que continúa aún hoy. Esta no es otra que inducirnos a
la aceptación de la visión histórica del conquistador. Si adiestramos nuestra razón en el
filosofar sabremos quiénes somos y cuál es nuestra historia. Desde ese perfil, recién
decidiremos entonces si seremos protagonistas - aunque anónimos- o veremos parar los
hechos desde los flashes desinformativos de los llamados medios de comunicación masiva.
Tengamos en cuenta que ninguna propuesta filosófica es verdadera o falsa,
sino que es justamente eso, una propuesta, un enfoque, una alternativa de la cual cada uno
es el protagonista y juez de la manera de guiarnos. La filosofía nos brinda la oportunidad
de elegir y decidir.
Í N D I C E B I O G RÁ F I C O
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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- 171 –
17
ÍNDICE PÁGINA
PRÓLOGO 3
INTRODUCCIÓN. ÁMBITOS DEL CONOCIMIENTO 4
LA FILOSOFÍA COMO CONOCIMIENTO.
CARACTERÍSTICAS 23
LA FILOSOFÍA COMO TAREA 36
SÍNTESIS DEL ÁMBITO FILOSÓFICO 49
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA 56
SISTEMATIZACIÓN FILOSÓFICA 60
DISCIPLINAS DEL SISTEMA FILOSÓFICO 63
REALIDAD HUMANA 64
FÍSICA 64
AXIOLOGÍA 71
ANTROPOLOGÍA 81
GNOSEOLOGÍA 97
ORIGEN 99
EMPIRISMO 101
RACIONALISMO 106
APRIORISMO 111
ESENCIA 113
REALISMO 114
IDEALISMO 115
POSIBILIDAD 118
EPISTEMOLOGÍA SIGLO XX 120
1. METAFÍSICA. EVOLUCIÓN
HISTÓRICA 126
CONCEPTO DE METAFÍSICA 133
METAFÍSICA GENERAL
ONTOLOGÍA 137
METAFÍSICA ESPECIAL 140
DIOS 140
172
- 172 –
17
ALMA 154
MUNDO 161
SÍNTESIS DEL SISTEMA FILOSÓFICO 163
CONCLUSIONES 170
ÍNDICE BIOGRÁFICO 172
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA 173
APÉNDICE------------------------------------------------------------
ES PROPIEDAD INTELECTUAL
EXCLUSIVA DE SU AUTOR
Agosto 2007.
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17
*Concepto
*relaciones
Formal
cálculo
*Objetivo
B) Específica *Requisitos *Método
*Características
Epistemología *Estructura del
método experimental
Epísteme modelos o paradigmas
174
- 174 –
17
Antropología biológica
Civilizaciones
Cultural Religiosa
Filosófica
Estética Objetiva
Axiología Subjetiva
Ética Autónoma
Heterónoma
Empirismo
Origen Racionalismo
Apriorismo
Realismo ingenuo
175
- 175 –
17
Gnoseología Crítico
Idealismo solipsista
Trascendental
Absoluto
dogmatismo
Positivo
Negativo
Posibilidad
Escepticismo
Criticismo
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