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Este no es un libro sobre Seattle, sino sobre la protesta y sobre quienes protestan; un libro
que puede ayudarnos a reflexionar sobre el sentido subjetivo de semejantes fenómenos.
Más allá de las preguntas en relación a la eficacia política de la protesta, y a los
determinantes estructurales del surgimiento de los movimientos sociales, se encuentran
aquellos interrogantes relacionados con las dimensiones morales, emocionales y
biográficas de la protesta. Estas son las preguntas que intrigan a Jasper. La gente protesta
porque su visión del mundo o su modo de vida es percibido como amenazado. Continuan
protestando porque la propia experiencia puede ser excitante, así como moral, emocional
e intelectualmente satisfactoria. Existen distintos tipos de gente que protesta y diversos
estilos de protesta porque la gente tiene experiencias de vida variadas las cuales
estructuran compromisos morales, emocionales y cognitivos numerosos.
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Jasper sostiene que muchos de los conceptos utilizados en la teoría de movilización de
recursos y en las formulaciones centradas en el proceso político --las dos tradiciones
dominantes en el análisis de los movimientos sociales-- han sido extendidos en demasia.
Las estrategias y los recursos han sido utilizados en los análisis incluyendo importantes
dimensiones de la protesta que en realidad pertenecen a las esferas autónomas de la
cultura y la biografía. La insuficiente atención a las dimensiones biográficas y culturales de
la protesta y una confianza desmesurada en presupuestos racionalistas y explicaciones
estructuralistas han resultado en una imagen de quienes protestan como autómatas, que
acumulan y utilizan recursos y estrategies sólo con fines instrumentales en respuestas a
cambios en las condiciones políticas y económicas. Jasper contrapone una visión de
quienes protestan como seres humanos reflexivos cuya lucha, y las diversas formas en las
que ésta se expresa, está guiada casi siempre por emociones y principios morales. También
escribe que la importancia de los movimientos de protesta no puede ser evaluada sólo en
términos de sus ganancias y pérdidas en el ámbito político. Más que nada, Jasper razona,
los movimientos de protesta son un importante progenitor de visiones morales y
creatividad cultural en la sociedad.
La visión que Jasper tiene de la cultura como sentidos, sentimientos y juicios morales que
son compartidos e incorporados se diferencia de la visión puramente cognitiva típicamente
utilizada por los analistas de movimientos sociales cuando toman en cuenta a la cultura.
Utiliza una concepción dualista de la cultura en cada nivel de análisis, comenzando por el
individuo que protesta, siguiendo por los grupos que crean estos individuos, y llegando a
la interacción entre los grupos de protesta y otras instituciones. La base de la protesta es el
individuo cuyos vínculos emocionales y cognitivos con la rutina, la gente, los lugares, etc.
tienen un componente profundamente moral. Este componente moral de la vida diaria
permanece implícito gran parte de las veces hasta que los aspectos familiares, dados por
descontado, de la vida personal son amenazados. La amenaza es percibida mediante el
pensamiento y el sentimiento, ambos estructuran la inmediata reacción y el curso de acción
que se toma para aniquilar la amenaza. Entre el shock inicial y el acto de la protesta existe
un proceso de interpretación y encauzamiento que lleva a la atribución de la culpa y a un
curso de acción estratégica. Parte del trabajo de los movimientos sociales, entonces, es
tomar a los potenciales y actuales participantes desde un nivel de entendimiento a otro, y
desde un nivel de experiencia emocional a otro.
Clave para este análisis es la idea implícita de que antes de que haya movimientos de
protesta, hay actores que protestan. Jasper argumenta que el comienzo de todos los
movimientos de protesta puede ser ubicado en la experiencia inicial emocional y cognitiva
que deviene cuando los propios principios morales son repentinamente amenazados. Si
bien es el individuo el que experimenta la emoción, las condiciones materiales y culturales
compartidas han resultado en la existencia de clases de personas que comparten visiones
del mundo y que, por ende, tienen percepciones y reacciones similares frente a la amenaza.
Así, los actores individuales que protestan crean movimientos de protesta, los cuales a su
vez sirven de guía para la trayectoria emocional, moral e intelectual del activista.
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activismo en términos puramente racionales, Jasper sostiene que la satisfacción moral,
emocional e intelectual es un fin en sí mismo. La creatividad de la protesta involucra la
síntesis de experiencias emocionales, morales e intelectuales en un "manojo" que es a la
vez una visión del mundo y una manera de vivir. Esto, por sí mismo, sugiere una economía
moral que da forma y guía a los anhelos incorporados en las disposiciones de los activistas
y que provee el lazo que une a los activistas entre sí.