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Atribuciones legislativas del Presidente de la República: La dictación de

decretos con fuerza de ley

1. Qué es un decreto con fuerza de ley (DFL)


Es un decreto que versa sobre materias propias de ley, dictado por el Presidente de
la República en virtud de una delegación de facultades del órgano legislativo.

Los DFL ya aparecen de hecho en la historia constitucional


de Chile en la Constitución de 1925. Durante mucho tiempo, mientras
la doctrina los calificaba de ‘legislación irregular’, los tribunales les
daban plena validez, argumentando no tener facultades para declarar
su inconstitucionalidad por vicios de forma. De esta manera, los DFL
se transformaron en ‘costumbre constitucional’. Normas tan
importantes como el primer estatuto administrativo (DFL 338/60),
el Código Tributario (DFL 190/60), la Ley General de Bancos (DFL
252/60), la Ley de Servicios Eléctricos (DFL 4/1959), fueron en un
comienzo DFL.

Finalmente, fueron reconocidos por primera vez en una reforma constitucional


practicada en 1970 a la Constitución de 1925.

2. Tramitación de la ley delegatoria y del DFL


Veremos tres cuestiones

a) La ley delegatoria o habilitante


Esta ley constituye la autorización que explícitamente ha dado el Congreso Nacional
al Ejecutivo para que dicte decretos sobre materias que corresponden al dominio de una ley

Como toda ley, será el resultado del juego de los mecanismos


constitucionales de formación de la ley. Sin embargo, la autorización
para dictar DFL sólo puede pedirla el Presidente de la República, por
lo que la ley delegatoria sólo puede iniciarse por un mensaje. Por otro
lado, el proyecto de ley delegatoria puede tener origen en cualquier
Cámara.

En cuanto a las materias a delegar, la Constitución escoge el sistema de señalar que


la delegación de facultades cabe como regla general. Por tanto, podrán delegarse todas las
materias del art. 63 con excepción de las señaladas en el art. 64, incisos 2º y 3º:

“Esta autorización no podrá extenderse a la nacionalidad, la


ciudadanía, las elecciones ni al plebiscito, como tampoco a materias
comprendidas en las garantías constitucionales o que deban ser
objeto de leyes orgánicas constitucionales o de quórum calificado.
La autorización no podrá comprender facultades que
afecten a la organización, atribuciones y régimen de los funcionarios
del Poder Judicial, del Congreso Nacional, del Tribunal
Constitucional ni de la Contraloría General de la República”.

Como señala la Constitución, en el inciso cuarto de esta norma, la autorización


legislativa dada al Presidente de la República debe ser específica, con señalamiento preciso
de las materias sobre las que puede recaer la delegación. Además, la Carta fundamental
agrega que la ley delegatoria “podrá establecer o determinar las limitaciones, restricciones y
formalidades que se estimen convenientes”.

Finalmente, las autorizaciones que otorga el Congreso, sólo podrán darse por un
tiempo determinado, no superior a un año.

b) Los decretos con fuerza de ley


Los DFL son normas de rango legal, por lo que “están sujetos en cuanto a su
publicación, vigencia y efectos a las mismas normas que rigen para una ley” (art. 64 inciso
final).

Por tanto, pueden ser modificados o derogados por otra ley


o DFL. Incluso, dentro del plazo de la ley delegatoria, el Presidente
de la República puede modificar o derogar sus propios DFL. El
Tribunal Constitucional puede declarar su inaplicabilidad o
inconstitucionalidad.

Pero, al mismo tiempo, al originarse como un decreto, los DFL están sujetos a reglas
específicas.

La Contraloría General de la República debe tomar razón de los DFL —es decir,
controlar su legalidad y constitucionalidad—, debiendo rechazarlos cuando excedan o
contravengan la ley delegatoria, o sean contrarios a la Constitución Política. Véanse al
respecto los artículos 64 inciso penúltimo; y el art. 99 inc. 2º.

En este sentido, el control de la Contraloría General de la República puede dar lugar


a un supuesto específico de control del Tribunal Constitucional, contenido en el art. 93 nº 4
de la Constitución.

Recordemos al respecto que el Presidente de la República puede obligar a la


Contraloría General de la República en todos aquellos casos en que ese órgano observe un
decreto o resolución por su ilegalidad. Esto se realiza mediante el ‘decreto de insistencia’
(regulado en el art. 99 inc. 1º de la Constitución). Pero si lo observado es un DFL –sea por
razones de legalidad o de constitucionalidad—, el Presidente de la República no puede
insistir y debe recurrir al Tribunal Constitucional. Así lo señala el art. 93 nº 4 de la
Constitución, de acuerdo al cual es atribución de este órgano:
“4º.- Resolver las cuestiones que se susciten sobre la
constitucionalidad de un decreto con fuerza de ley”

De acuerdo al inciso 7º de esta norma, la cuestión puede ser promovida, por el


Presidente de la República, dentro del plazo de 10 días desde que la Contraloría General de
la República rechace un DFL por inconstitucional; o por cualquiera de las Cámaras, o una
cuarta parte de sus miembros en ejercicio, cuando el ente de control hubiere tomado razón
de un DFL estimado como inconstitucional. El plazo en este segundo supuesto es de 30 días
contados desde la publicación del DFL.

3. Otros decretos con fuerza de ley regulados en la Constitución


a) Los DFL de textos refundidos, coordinados y sistematizados
A partir de 2005, el art. 64, inciso 5º, autoriza al Presidente de la República a fijar el
texto refundido, coordinado y sistematizado de las leyes cuando sea conveniente para su
mejor ejecución. En ejercicio de esta facultad, podrá introducirle los cambios de forma que
sean indispensables, sin alterar, en caso alguno, su verdadero sentido y alcance. En la
práctica, esto se ha materializado en diversos DFL que refunden textos de leyes que han
tenido muchas modificaciones.

Así por ejemplo, el Estatuto Administrativo (ley 18.834) es


hoy el DFL 29 de 2004, de Hacienda, que fija texto refundido,
coordinado y sistematizado de la ley nº 18.834, sobre Estatuto
Administrativo. O la ley 18.575 Orgánica Constitucional sobre Bases
Generales de la Administración del Estado, es hoy el DFL 1-19653 de
2001, que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de esa
ley.

b) Los DFL que puede dictar el Presidente de la República para dar


cumplimiento a un tratado.
De acuerdo al art. 54, nº 1, inciso final, de la Constitución:

“En el mismo acuerdo aprobatorio de un tratado podrá el


Congreso autorizar al Presidente de la República a fin de que, durante
la vigencia de aquél, dicte las disposiciones con fuerza de ley que
estime necesarias para su cabal cumplimiento, siendo en tal caso
aplicable lo dispuesto en los incisos segundo y siguientes del artículo
64”

En otras palabras, se trata de DFL, que se rigen por las reglas generales aplicables a
este tipo de normas.

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