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Advertencia.
L.V
También para mi hermano Alfredo Jiménez
Y para otros poetas que se marcharon,
Carnívoros de sueños, nocturnos,
Hasta despertar allí donde no prohíben
Ni lo mucho, ni lo poco,
Del verso, la libertad y la paz.
Acerca del Autor.
Juan D Jiménez, (seudónimo, Luan Vidad) vive en el
exilio después de pasar toda su adolescencia y parte
de su juventud encerrado en una de las tantas
prisiones políticas de Cuba. Su delito fue amar a la
libertad y estar en desacuerdo con la opresión. Sin
embargo, allí, este joven desafortunado, encerrado en
una celda, espera paciente y forma en la prisión de alta
seguridad del Combinado Del Este, en la Habana, con
cientos de reclusos, a los "Pinos Nuevos" o "Nuevos
Presos Políticos Plantados". Con el transcurso de los
años, las gestiones de grupos humanitarios como
Amnistía Internacional, la Cruz Roja Internacional, y
entre otros, el gobierno de España, consiguen
finalmente que la mafia revolucionaria de la familia del
dictador Fidel Castro, le conceda el destierro junto a su
hermano, Alfredo Jiménez, también prisionero político
de conciencia, un 10 de Diciembre de 1992.
Algunos años de estancia en Europa, transforman a
Juan D Jiménez, en un nuevo, extraño y mágico
habitad de libertad, que lo marcaron, según el mismo
confiesa, con relieves y paisajes pictóricos eternos.
Pasa el tiempo y Luan Vidad obtiene la residencia
permanente en USA, donde reside allí por la añoranza
y la cercanía a su tierra natal, Cuba. Pese a las
dificultades de su vida azarosa, este autor no ha
publicado ningún libro, sin importarle distinciones ni
meritos, ni el afán del papel impreso por editoriales de
renombres. ¿Qué pudiera esbozar para que la voz de
este poeta y escritor sea como la oda de la alegría y no
como el canto de la desesperación? Aquí está una de
sus obras inéditas, y los lectores podrán valorar el
trabajo altruista de este hombre y patriota de la
humanidad.
D.I.J
“Si no haces algo ahora te perderás olvidado en el
silencio de la lejanía.”
Poema 1
Madrugo en el verso
Y no en el beso que me das, amor,
Porque te tengo y no escapas
Más allá de mi cuerpo y no dentro
Del huevo que consume al laberinto.
Medusa se levanta,
Agónicos cisnes aún suelen migrar
En unión de tantas aves,
Sin que yo solidarice mi silencio
Por un disparo agónico en el ala
Que calza y no denuncia
Y sea menos que el mutismo actual
En las llanuras de tanta lejanía.
Poema 3
La mañana,
Es primavera suave
Bajando por la cuesta angosta de la sangre.
El polen llora,
Retumba la abeja entretenida en su faena.
Es distinto jugar al sol, a la brisa
Con los pies en la tierra sin sentirse niño
Ni hombre comprando fantasías
Cuando hay tantos colores que no caben
En la magia del engaño.
¿Quién no ha creído en el amor?
¿Y quién no ha amado en primavera?
La mañana,
Lo cotidiano diferente.
¿Cuántos saldrán en la odisea?
Prometeo ya no existe,
Ni el Quijote atravesando con su lanza
A Sancho Panza derrotado.
Hoy, mejor que ayer,
Ayer, mejor que el presente.
Poema 4
Mi cuerpo no lo sabe,
Menos mi cabeza agujereada
En mi último sueño.
Olfateo la lejanía para un tema menos macabro,
Y mastico el pasto mojado de rocío sin praderas
Sin el castigo del rumiante
Y así, con mi lengua punitiva de deseo
Espero que ella llegue,
Diferente ayer, por ser el amor,
Diferente a hoy y a todo lo demás.
Poema 13
Esculpo la brisa
Alrededor de tu silueta
Y no a tu hermosura, mujer.
Porque tu carne suena a tinajón y pétalo.
La sonrisa que llevas de coral y perla
Me contagia de sol y besos
Provocando lo que sale a borbotes
Encajando en el amor lo que no es ausencia.
Te huelo en la distancia si no palpo tu sudor
Tan viejo y nuevo como el mío.
Si estás cerca,
El calor ovíparo de mi clama por tu piel,
Me revuelve la tripa resecando mi garganta
Y tengo necesidad de restregarme en ti
Hasta que resuelva el enigma de un amanecer
Entre tu cuerpo y mi cuerpo,
Testigos de la desnudez del amor.
Poema 16
“¡Qué se marchan!
¡Qué no se quedan!”
-Exclaman las multitudes…
Pero yo también tengo las alas
Escondidas debajo de la piel
Y espero la proximidad del invierno
Para buscar en la distancia
Otra vez la primavera.
Poema 19
Calibra mi verso,
no buscaré sinónimos ni antónimos.
Nací para este oficio mal pagado.
Me revienta el sol los ojos,
He secado mis lágrimas por ti;
Bajando hacia los sitios impropios
De este mundo, ¿cuánta hambre tendrá
Que soportar mi estómago?
Búscame, la frondosidad de la selva oculta
Lo que soy y no la solemnidad dorada.
He leído a Virgilio, después a Dante
Para zarpar con mi lápiz a la oscuridad
Sin luz.
No quiero imitar a Darío
Con romances aledaños,
Ni a Neruda revolucionando ideas poéticas.
Respeto la miseria, pero no el valor,
Sin hacer conjuros consagrando
Veranos oblicuos.
Me perderé en lejanías aunque encuentren
Mi esqueleto risueño,
Total, a mí Dios no le faltarán hombres
Que se unan a su ejército de fe insuperable.
Calibra mi verso, pero no sabrán la velocidad
Del proyectil que unieron a mis dedos
Con el gatillo de mi musa.
No me importa, a pesar de todo
Remo con paciencia,
Acompañado en este vergel
Donde las aguas negras de la vida
Se unen con la muerte primitiva de
Nuestros fantasmas para no dejarnos
La pobreza,
Pero si todo el dolor de la humanidad.
Poema 21
Préstame tu espalda
Delicada y suave.
Cada una de tus curvas define el placer
Y desafiantes abren el camino del amor
Por donde voy deslizándome
Hasta llegar a tus caderas.
Pero si me caigo:
¿Acaso me perdería?
Poema 22
Adicto al mar,
Al mar iré
Cortando en rebanadas esta lejanía
Que ahogó al pirata,
Al menos naufrago y también a mi.
La última vez no eras tan azul, mar,
Quizás menos profundo
Y más apacible,
Oscilando de reloj a cuerda floja.
Digo que me pierdo en ti,
Copilando tus olas,
Nivelando tu marea,
Durmiendo para vivir despierto,
Despierto para vivir dormido,
Viviendo para morir sin vida,
Muriendo para vivir de muerte en ti
Hoy o mañana,
Quizás…
Poema 23
Destilo el paisaje
Hasta quedar de buen vino en la sangre.
La guitarra besa las manos
Compone su canto de cintura esbelta,
De coqueta en el viento.
¿A quién no imito si paso de trovador
A suicida?
¡Ayer me asustaron de muerte!
¡Ayer me asustaron de vida!
¡Ay hermano! ¡Te fuiste sin mostrar
Cuando finaliza el camino!
Y yo complicando el exilio,
Lejos de España, lejos de España,
De mi tierra y de tu sepulcro.
Poema 27
Despierto,
Ella conmigo,
Me llena, me vacía
Se acostumbra,
Me acostumbro.
Sobre su mapa derribo los instintos
Sin abrir desde lo alto el paracaídas.
La conocí un día,
Sin haberla visto antes
Pensé que la había mirado por siempre.
Sus curvas, su mirada
El andar con la sonrisa,
Su voz de cascada y marfil
Renovando todo lo que a su paso queda.
Despierto,
Nos abrazamos sin temer de nada
Y la ausencia se derrumba aunque otros
No sucumban, por amar,
Por vivir…
Poema 30
El velero se aleja
Espumándose en el hilo que a la mar atraviesa
En la distancia, marinero,
Pero el cielo es tan duro
Que cuando se desploma golpea tan fuerte
Con sus gotas de ira en la tormenta.
El velero se pierde
Espumándose de magia sobre el enigmático
Silencio de las olas
Que lo llevan a ser pico de gaviota
Y a convertirse en alas sus velas blancas
Para volar aferrado al viento, al sol, a la corriente
Y a la marea, marinero…
Poema 32
La isla de la soledad
Enmudece con el estampido de las olas
Y la luz de un viejo faro
Lastima a las tinieblas
Sin romper las barreras de un aletargado horizonte
Donde aún navegan fantasmas marineros
Al encuentro de historias
Concebidas con el furor de la espuma y el salitre.
Y el rocío llora por la ausencia del pasto,
Se desliza sobre el mortuorio de los arrecifes,
Desfallece entre los acantilados
Con la música del tiempo sin naturaleza,
Mientras que el trinar de las gaviotas
Evocan lo lejano
Y no la cercanía del misterio de la muerte
En el instante que toda la melancolía del mundo
Queda en un sitio tan inhóspito
De la isla llamada soledad.
Poema 41
Dejemos aquello,
En la lejanía,
Sin rostro, desnudo
Sobre el pétalo ficticio del deseo.
¡Si canta el alma
Llora el corazón
Y el verso que escribo,
Sabe a caricias,
Colgado del espacio,
Donde si alguna vez te recuerdo,
Allí te amé en silencio
Más de una vez…
Poema 47
Disoluto
Desciendo con la lluvia
Y caigo abrupto en el lago de los sueños
Donde una chica baila enloquecida
Un nuevo ritmo de muerte y vida.
Perdido
Insisto en la soledad
Que no entiendo, ni concibo
En este desierto enorme del exilio
Aunque me encierre aislando las pestañas
Para compartir mis manos,
Mi andar, mi silueta maltratada.
No estoy solo,
Por no haber atravesado continentes
Inflado de viento y marea;
Me acompañan espaldas mojadas,
Almas resecas de tierra,
Indios no aborígenes,
Negros, blancos y amarillos,
Distintos hasta en la sonrisa,
Pero dispuestos a terminar este arco iris humano
Donde comienza y no termina la distancia.
Afrodita despierta
Por debajo de mis cejas.
Quisiera denunciar su rostro
Y tengo miedo de perderla
Para siempre.
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Advertencia.