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Alianza Universidad Marx W.

W artofsky

In trod ucci Ón
a la Filosofía
t
de la Ciencia, 2

Versión española de
Magdalena Andreu
Francisco Carmona
Víctor Sánchez de Zabala

Alianza
Editorial
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Título original: INDICE
l Conceptual Foundations of Scientific Thought: An Intr<>-
lA duction to the Philosophy of Science

"
~ . l. '-· ...... .
Biblio·;·,.
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"'

Oiú:ición d . Reconocimiento .. . . . . . .. ..... .. .. . . . . .. . . . . . . .. . .. .. .. .. .. .. . . . . . .. .. 11

Prefacio .............................................................. . 13
J
Capítulo 1: Ciencia y filosofía: Introducción ................ .. 17
Qué entendemos por ciencia, p:íg. 17. Conceptos y esquemas concep-
tuales, pág. 23. Las disciplinas filosóficas: Metafísica, epistemología,
lógica, pág. 27. ¿Hay problemas filosóficos en la ciencia?, pág. 35.

PARTE PRIMERA: LA GÉNESIS DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

Capítulo 2: La ciencia como actividad humana ............... 43


La cosificación de la ciencia, pág. 43. Estructura y función: dos maneras
de enfocar el estudio de la ciencia, pág. 45. Conocimiento teórico y
conocimiento práctico, pág. 46. Conocimiento y supervivencia, pág. 50.
Las rafees de la razón: formación de hábitos, inteligencia y compor-
tamiento adaptativo, pág. 51. Estructuras perceptivas: la ordenación
de la experiencia, pág. 55. Percepción, abstracción y formación de con-
ceptos, pág. 57. Ventajas de la abstracción conceptual, pág. 60.
O Marx W. Wartofsky, 1%8
0 Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1973 Capítulo 3: Tipos precientíficos de conocimiento .............. . 66
Calle Milrui, 38; T 200 0045
ISBN 84-206-20394 tomo II Lo que la ciencia no es, pág. 67. El pensamiento mito~tico. La ex-
ISBN 84-206-2999-5 obra completa plicación antropomórfica y animista, pág. 70. Las generalizaciones de
la experiencia: Las leyes descriptivas, pág. 78. Reglas legislativas, má-
Depósito legal: M. 7.414-1973 ximas técnicas y leyes normativas, pág. 83.
Impreso en Brcogán, l. G., S. A. Brújula, s/n. Torrejón de Ardoz · Madrid
VII
Printed in Spain

1 O ABR 200IJ
"'t

VIII Indice Indice IX

justificación de la inducción, pág. 277. Crítica de la inducción: las


Capítulo 4: Del sentido común a la ciencia. El notable caso pautas de la inferencia científica, pág. 286. La inducción eliminadora:
de los griegos y los orígenes de la crítica .. .. .. .. .. .. . . .. .. . .. .. . 90 los cánones de Stuart Mili y la lógica de las condiciones, pág. 291.
El sentido común, pág. 90. Del sentido común a la crítica de los La generalización estadística, la probabilidad y el grado de creencia, pá-
gina 298. Las matemáticas del azar y el cálculo de probabilidades, pági-
conceptos, pág. 93. Los antecedentes de la ciencia y de la filosofía na 305.
griegas, pág. 97. El nacimiento de la especulación racional y los orígenes
de la ciencia natural, pág. 99. La razón y la forma: el Logos, pág. 103.
El atomismo: elementos y combinaciones, pág. 108. Racionalismo y Capítulo 10: La explicación científica: leyes y teorías 315
empirismo: el desarrollo de la filosofía y de las ciencias atenienses, pá-
Aprender, entender y explicar, pág. 318. Las leyes, pág. 326. ¿Cómo se
gina 113. Platón: el mundo de las formas, pág. 118. Aristóteles:
expresan las leyes?, pág. 338. El modelo deductivo de la explicación, pá-
Forma, función y materia, pág. 121. La continuidad entre la ciencia
grie¡?J\ y la ciencia contemporánea, pág. 127. gina 347. Las teorías, pág. 360. El rango epistemológico y ontológico
de los modelos teóricos, pág. 369.

PARTE SEGUNDA: Los MÉTODOS DE LA CIENCIA PARTE TERCERA: ALGUNOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES
DE LAS CIENCIAS
Capítulo 5: La observación ...................................... . 133
La observación y la ciencia empírica, pág. 133. La claridad y sencillez
Capítulo 11: La causalidad 379
de los hechos de la observación, pág. 135. Lo inmediatamente dado: Los enfoques leisniziano, humiano y kanti1mo del principio de causa-
los datos sensoriales y el conocimiento, pág. 137. Los objetos de la lidad, pág. 403.
percepción, pág. 139. Los enunciados de observación y la distinción
analítico-sintética, pág. 140. Las teorías epistemológicas y los criterios
de lo que sea observación, pág. 145. La observación y la referencia, pá- Capítulo 12: Los conceptos más recientes sobre el espacio,
gina 152. El desplazamiento de lo observable: los marcos teóricos y el tiempo y la materia ............................................ . 409
la observación, pág. 157. Aquí, ahora, allí y entonces, pág. 409. Las distintas concepciones del
espacio y el tiempo, pág. 415. Cosas, sucesos y procesos, pág. 429.
Capítulo 6: Sistemas formales, modelos y representación de Incertidumbre, indeterminación y complementaridad, pág. 435.
los hechos ........................................................... . 164
Ciencia, orden e inferencia, pág. 164. Representación, abstracción y
Capítulo 13: Organismos y mecanismos: la reducción y la
orden, pág. 165. La proyección de los datos: la invariancia y las relacio- explicación en las ciencias biológicas .......................... . 444
nes de orden, pág. 178. Las teorías y los modelos: los sistemas formales
y sus interpretaciones, pág. 190. La formalización de la aritmética, pá- Vida y no vida: mecanismo, dualismo y reduccionismo, pág. 444. Re-
gina 194. ducción y explicación, pág. 447. Organismos y mecanismos: estructura y
función, pág. 453. La concepción biológica de la vida, pág. 466.
Capítulo 7: La medida ............................................ . 204 Capítulo 14: El entendimiento, la sociedad y la historia:
El proceso de medida, pág. 204. Los tipos, las comparaciones y la cla- Algunos conceptos fundamentales de las ciencias humanas ...
sificación, pág. 206. Magnitudes y cantidades, pág. 212. Escalas, razones
475
y calibrado, pág. 222. Las aplicaciones de la medida, pág. 228. La pre- ¿Por qué «ciencias humanas»?, pág. 475. El entendimiento, la cons-
cisión y la comprobación de predicciones, pág. 229. La medida y el ciencia y la conducta: algunas cuestiones conceptuales de la psicología,
descubrimiento, pág. 235. página 477. El entendimiento y el cuerpo: las alternativas entre dualis-
mo y monismo, pág. 484. Lo mecánico y lo mental: ¿pueden pensar
las máquinas?, pág. 487. La sociedad y la historia, pág. 495.
Capítulo 8: Las hipótesis y los experimentos ................ .. 239
Los significados de hip6tesis, pág. 241. Los marcos de la experimen- PARTE CUARTA: CODA
tación: poner a prueba y demostrar, pág. 251. Los tipos de experi-
mento, pág. 264.
Capítulo 15: La ciencia, los valores y la comprensión huma-
nística .............................................................. . 515
Capítulo 9: La inducción y la probabilidad ................ .. 270
Tres preguntas en lugar de una, pág. 516. El valor de la ciencia:
La inducción: los hábitos, las expectativas y las creencias respaldadas, ciencia «buena» y ciencia «mala», pág. 523. La ciencia como acción
página 270. La generalización inductiva, la inferencia deductiva y la racional, pág. 527. La ciencia y la comprensión humanística, pág. 529.
X
Indice

APÉNDICES Parte tercera


Apéndice A.-Todo cae: El desarrollo del concepto de movi-
miento desde Aristóteles hasta Galileo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 533 ALGUNOS CONCEPTOS¿
Apéndice B.-El desarrollo de la ciencia: Algunos progresos
de la ciencia griega después de Platón y Aristóteles .. .. .. .. . 601
FUNDAMENTALES DE
Apéndice C.-Notaci6n lógica .. ...... .......... .... .... .. .. .. .. .. 612 LAS CIENCIAS
Apéndice D.-Notas bibliográficas
·························· 618
Indice alfabético
·········· ·· ····································· 67 1

j
Capítulo n
LA CAUSALIDAD

En un senti~Q tradicjQnaJ? se ha caracterizado a la ciencia diciendo


que esbúsqueda de las causas. Aristóteles dice en la Física (194b 19):
«el objeto de nuestra búsqueda es el conocimiento, y el hombre no
cree que sabe una cosa hasta que ha entendido su «porqué» ( que es
captar su causa primaria)». ~tQ..§.atisface..bastante nuestra concepción
L _sQ~rjent~ pues, por va.KQ l cambiante que sea el uso que damos_ a
cau~q,,_ t~nde.mo~ a menudo a pensar que entender Qna. situaciól!. es
cuestión ~nocer las causas», y el uso corriente hace que esta ex-
presión tenga un numero extraordinario de interpretaciones, sin con-
fusión aparente. Sin embargo, en una cita muy conocida, Bertrand
Russell dice: «la razón por la que la física ha dejado de buscar las
causas es que en realidad no existen. La Ley de causalidad como mu-
cho de lo que se da por bueno entre los filósofos, es una reliquia de
una época pasada que sobrevive, como la monarquía, porque se su-
pone erróneamente que no hace ningún daño» 1•
Lo que sugiere la consideración conjunta del uso corriente y de (
esta crítica es que, ~al que giuch~Qt!.O~ co~pt9~ la causalidad ~
basta como concepto e batalla, de los que echamos mano en la vida
1
Bertrand Russell, «On the Notion of Cause», Mysticism and Logic (N.
York; Doubleday, Anchor Books, s. f., pág. 174) [vers. cast., «Sobre la noción
de causa», en Misticismo y L6gica y otros ensayos. Buenos Aires, Paid6s, 19.51,
págs. 178-9).
379
380 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 381
11. La causalidad

diaria, pero es demasiado inexacto y ambiguo..2.i....ee-2r l1Ún.1. e~plícita- la válvula suelta el gas, disminuyendo así la presión; y se cierra
mente pernicioso wanao s.~ 1Q]l~-'la auparco de Ia ciencia. Así como cuando la presión baja hasta un cierto punto.
la caracterización cualitativa falla cuando entra a tallar 1a cuantifica- 18. Se casó con ella por su dinero.
ción, puede que la causalidad falle también y sea reemplazada por ]J. El salmón nada contra la corriente con el fin de procrear.
conceptos más precisos que convienen a las necesidades de la inves-
tigación científica. 20. Quería decir fraudulento y dijo freudulento.
Sin embargo, no podemos solventar esto de buenas a primeras 21. Hace lo que está bien por razones que están mal.
sin un análisis del concepto de causalidad; porque sólo así podrá
lograr alguna significación a su respecto cualquier juicio y ser algo No es cosa que salte a la vista que todos los ejemplos aquí enume-
más que una preferencia de uso, o una expresión emotiva de impa- rados tengan algo en común; pero mirándolos de modo formal po-
ciencia o de desmayo ante ciertos usos. Vamos a ver, pue•, al~nos demos decir que en todos ellos hay al&9 9!,le se relaciona con otra cosa
L ejem2los distintos posib_les gye _pueden describirse c.on:io causal~: de alguna manera. Por supuesto, esto es vano, porque todo se rela-
ciona con todo Jo demás de una u otra forma (en realidad, de una
l ., filemere que/Pávlov tocaba la campana, el perro, que había variedad infinita de formas), y no llamaríamos causales todas estas <_j
sido condicionado para asociar este sonido con la presencia de ali- (l 1 relaciones. Podríamos decir tíe7a relación causal es una subclase r> /
mento, comenzaba a salivar. ele fa cJase ,&_enenca e as re !IClOnes, peto entonces- tendremos gye
2. ~m;re -que el sol se pone, oscurece. des_cribh·. _sus _r~s. ctisti11tiy~ "'l!n ·cadacaso, en que no aparece la
3. Fafto a clase porque estaba enfermo. palabra causa podemos introducirla de algún modo que resulte con
4. Se descubrió que cierta especie de mosquito era la causa de sentido ( aunque sea mal sentido o sea falso). Así, en la frase 1) po-
la malaria. demos decir que el sonido de la campana causaba que el perro sa-
5. El fumar causa el cáncer de pulmón. livara; en la 2) diremos que la ausencia del sol es la «causa» de la
-"; 6. .Si~mpre qÜe'se aumenta la presión de un volumen dado de oscuridad. En la frase 6) podemos decir que el aumento de tem-
gas, la temperatura aumenta en proporción directa a este aumento. peratura está causado por un aumento de presión; en la 11 ), que el
7. La muerte fue causada por una herida de bala. desear eli _causa de que ~ _da lo deseado; en la 18), que la «causa»
8. Los orígenes de la revolución rusa pueden remontarse hasta de su acción de casarse con- ella era el deseo de su dinero; y así su-
el reinado de Alejandro I. cesivamente.
9. !QdQ e_§_tado de consciencia tiene su origen en estados com- Esto no es argüir que debemos usar causa en todos estos ejem-
plejos de materia organizada. plos, sino que, en uno u otro marco, cada uno de éstos ha encontrado
1O. Toda reacción en cadena se pone en marcha por un único
nentrón. L una inten~_retªC:ÍQQ_Causal, en algún senticlo -de causa. Si intentamos
clasificar estos distintos us'oso interpretaciones posibles, podemos
U.1 Si no lo logras al primer intento, inténtalo de nuevo. descubrir al~os de los CQncg¡tos clásicos o problemáticos de causa
Í2. La conjunción de la inflación, el desempleo, los senti-
mientos revanchistas y la secesión entre los partidos de izquierda,
que tanto mqUÍetaban a Russell; pero, la; gu~ ~ má~ imeortant{'.,
.. 1 ~emos entonces ras__trear los sentidos e cat1sa ¡al c9mo entran <:.J
unido todo ello a los temores de Hindenburg a un golpe revolucio- 1 • en7oscliver~Qs marcos científico~ como .los .ha añailzado la filo
nario, llevaron a la subida de Hitler al poder. SQWl.
13. El vaso se rompió por el impacto de la piedra lanzada con- En una primera aproximación, cabe agrupar estos raros concep-
tr~ él.
tos posibles de causa de la forma siguiente:
14. El desarrollo hará que sea verdad. (a) la asociación invariante de una cosa con otra. En los ejem-
15. La fuerza de gravitación entre la tierra y el sol y la fuerza plos con «siempre que» 1) y 2) el caso está claro, mientras que en
de inercia del movimiento de la tierra actúan conjuntamente deter- otros casos este género de asociación se encuentra implícito (como
min~do la órbita de ésta alrededor del sol. ejercicio, inténtese esta interpretación con 4), 5 ), 6), 9), 11), 14),
¿6. Cuanto más nervioso se ponía, más tartamudeaba, y cuan- 16) y 19); pero no deja de haber ambigüedades. Por ejemplo, en 1)
to más tartamudeaba, más nervioso se ponía. se sostiene que la invariancia media entre algo que sucede antes y
17. Cuando la presión aumenta hasta un punto determinado, cierta consecuencia que lo sigue, de forma que hay una separación
J~ {cx(//r
383
382 Parte tercera. Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad

temporal, o sucesi6n, entre lo que tomamos por causa y lo que afirma gge se cumple esta asocjació,!!..Íll..\'atiant~ y se toma como
tomamos por efecto. Pero en 6) no podemos decir «primero se ciertá'"'la ley cuando la asociación que establece se cumple sin ex-
aumenta la presión y luego la temperatura sube», ni decir que si cepci6n en todos los casos de facto. ~erQ .b,emoJ; vistQ. que si tiiJ
primero aumentamos la temperatura, entonces subirá la presión: asociaci6n invaWl!_te se crmltliese s6lo en un n~rn.ggjioi~º de caso?,
teóricamente, _de acuerdo ~011 las ill7<!_s de lQ~ ga~e§. ide~les, al hacer o enU11únl&, caso, E._O_ a ~miríamo_s le1, Si decimos que una ley
f_/ fas medidas de piesi6n y de temperatura estarnos midiendo de dos es verdadera si toda preoicc10n por ella generada es un enunciado
forl!laS distintas una misinacosa.,-a saberJ fa energía cinética de las verdadero, teniendo en cuenta la asociación invariante necesitaría-
r1 moléculas del gas, por fo cual tomamos el aument,2 de presión y el mos conocer un número indefinidamente grande de casos para poder
evitar que tal observaci6n fuese trivial. Si decimos, por ejemplo:
w de tempe!"atura como simultáneos o coincidentes. Así pues, la des-
cripci6n siempre que X, Y, es secuencíal sólo en cuanto a lo que un
experimentador pretenda hacer: puede aplicar «primero» la tem-
«Siempre que me desperté la mañana del 12 de junio de 1966, eran
las 7,17 de la mañana», podemos establecer formalmente que esto
peratura y observar la presión, o viceversa; pero ni siqwera esto es representa una asociación invariante y que lo establecido es cierto
'~f claramente secuencial, ya que podría hacer ambas cosas simultánea- en cada caso (esto es, en esa única ocasión)¡ y además, la predicción
i(JJ,. mente. Sin embargo, en cierto sentido está haciendo o causando que de que me despertaré ese día a esa hora será cierta si de hecho así
algo ocurra (al hacer que suba la temperatura o que aumente la pre- me ocurre (u ocurri6). Si yo dijera (ya me despierte o no aquella
si6n) y observando el efecto, ya que no tomamos la observación como mañana, o se sepa o no que me desperté aquella mañana). «Si me
causalmente eficaz al modo en que lo hacemos con la actuación. despertara aquella mañana, sería esa hora», es decir, si cualq~ier
Podemos, pues, distinguir entre a) secuencias invariantes (en las fQS.it en el universQ. mie_p_ud~ra_ se! uru:a~o de mi despertar ocurnm / _J
cuales la invariancia es una relación entre algo que ha ocurrido antes ele acuerdo cQn esta «l~_», .E,_Octríamos afirmJlr derta up.iversalidád_, <..::
y cierta consecuencia posterior) y b) coincidencias invariantes ( en por ser una invariancia relativa a todas las cosas que pueden ser
las que dos cosas son coincidentes simultáneamente); no obstante casos suyos, aunque de hecho no tenga casos, o aunque haya un
lo cual, en todos los casos, el tipo de sucesos a cuyo respecto puede
afirmarse que se tiene tal invariancia es recurrente; es decir, com-
caso sólo. Hemos visto en nuestro examen de las leyes las dificul- 1
tades que nos presentan los «universales acci_clental~>, y las distin- <..
J
prende una clase de ellos, y no un ejemplo único o singular. Pero dones que pueden trazarse entre los casos que apoyan un condicional
esta tesis de haber una invariancia es doble: los sucesos relaciona- universal y los que podemos decir que apoyan un condicional con-
dos se dice 4!-le son recurrentes en el sentido de que ocurren una y trafáctico; pues bien, la tesis de la asociaci6n invariante suscita al
otra vez; pero, además, se dice que recurren en la misma relación en parecer estas mismas dificultades con respecto a las leyes que que-
cada caso particular, es decir, ya sea secuencial o coincidentemente. remos llamar causales ya que la postura que toma tal formulación
Si no hubiera asociaci6n en la recurrencia -si las campanadas se parece estar a medio camino entre lo universal accidental, trivializado
asociasen a la salivación tan s6lo algunas veces, o irregularmente- por el minúsculo campo que abarca y que hace que no sea propia-
no dispondríamos de este ejemplo de relación causal 2• Como hemos mente una ley y, por ello, tampoco causa, y lo que se sustenta al
visto, lo que tomamos como sujeto de las leyes es una relaci6n de defender el caso de apoyo a un condicional subjuntivo o contrafáctico
invariancia de este tipo, así, en esta interpretación, una rela~ión
l) ~usa! es~na relación expresable ~ n enunciado le&ahlorme q_ue
(que es sustentar mucho más); pues, en general, la interpretación que
el sentido común da de esta tesis supone que la causalidad queda
suficientemente clara si es predecible un número de casos grande o
' Sin embargo, queda bien patente aquí uno de los sentidos en que puede indefinidamente amplio, y todos ellos presuntamente actuales o ac-
decirse que los organismos son propensos a adquirir ha'bitos. En la psicología
experimental, cuando se usan los llamados programas de refuerzo de intervalo tualizables. No puede, por lo tanto, afirmarse la causalidad en casos
variable (IV) en los experimentos de condicionamiento animal, los animales lle- únicos, ni tampoco puede establecerse que haya causalidad en ca-
gan a lograr asociaciones «legaliformes» aun cuando existan grandes variaciones sos posibles pero contrafácticos; más bien esquiva la «posibilidad» en
en la relación entre estímulos condicionados y refuerzos, si bien en tales circuns- general, por ser un campo de acci6n incómodo con respecto a las
tancias el proceso de aprendizaje puede ser más lento. El llamado acondiciona-
miento operante se basa en esta propensión a la formación de hábitos, que leyes empíricas. En suma, la te~~ de la asociaciQ.n inv~riante con- . .
abarca unas condiciones de asociación muy variables. Véase, por ejemplo, para
una exposición introductora, Science and Human Behavior, de B. F. Skinner
~idera Ja_ causalidad comQ Íegaligad (en un campo irrestricto de
hechos), yJa legalidacfcomo una cuegi6n de predecibilidad, de for-
f:::-1
(N. York: Macmillan, 1953), Caps. V al VIII, espec. págs. 99 y sigs.
Wartofsky, 2
384 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 385

ma que se circunscribe a a~eNos casos en que se pueda llegar i:l¡ derábamos a los primeros «condiciones suficientes», a los segundos,
siber Sl la~reaiccíon e§ ver a era O falsa. «condiciones necesarias», y a los últimos, condicTones a u_n tiempo
La tarea de la ciencia, desde este enfoque, es someter a leyes lo necesarias y suhqentes. Esta «lógica de las condiciones», como vi-
que en el pasado haya sido impredecible, haciéndolo así predecible. mos, era un intento de formular un marco en que encajar las infe-
• / El desarrollo de la ciencia es pues, el aumento del campo de lQ rencias inductivas que sostenían la existencia de una relación causal,
I • Eredecibk _o sea.AeJo que h~~ _Qllesto "Eaío leyes. Con esta inter- en el sentido de asociación universal e invariante; y podemos en-
tonces considerar relaciones causales diferentes valiéndonos de estos
pretación la ciencia tiene algo ae ese impülso misionero de at~aer al
términos, cosa que haremos distinguiendo las causas necesarias de
0
pagano a la leh de civigzarl2,; de modo que, ~- esta analogía, la

/ 1 c1enc1a el7ntento de civiTizar una natura.k_za recalcitrante que se las suficientes. th J
el ejempl~Qst.~e!!_e ..9.l!_e la-12..u~§_ta_j_d §_Ol e..§
una condició_n ..s ·cientt-12ara gye _haia oscuridad. ~stableciendo <E:
• resiste a ser civiliza.s!a, hacieru:Ío que sea dócil a la predicción y eI
control humanos por medio de leyes cada vez más amplias. claramente que .se excl\!Y,eJa h.1z_artificial).,¡ pero si tenem~ eac:;uent_~
~eclipses, la J?Uesta de~no ~ una conilición necesaria de la
* (b) El fundamento causal: condición necesaria, condición sufi-
ciente y condición necesaria y suficiente. Dentro de un marco rela-
oscuridad. Análogamente, en 1, la campana que suena es una con-
dición suficiente para la salivación, siempre que el condicionamiento
cionado con el anterior, pero diferente de él, se concibe la causa sea un proceso total (no haya respuestas «accidentales» o inhibiciones
' • como la fuen~ fundamento o condición -7;:/ª.1gga1:_ ~ -ª1guna con- arbritarias) y que todo lo demás no varía (por ejemplo, que no se
1. seg¿en_da. Así, las frases 1 y 2 pueaen tam 1 n mterpretarse de esta hayan extirpado al perro las glándulas salivarías); pero no es una
forma, y lo mismo sucede en la 3, en la que no alega ninguna aso- condición necesaria, porque el perro puede salivar también por otras
ciación invariante. En la 8 y la 9 la intención está puesta en una razones. Estas distinciones, según vimos, proporcionan normas para
especie de causa «subyacente», pero en dos sentidos distintos. En ciertas inferencias y guían los procesos experimentales (por ejemplo,
la 8, se trata de una causa genética, de algo cuyas operaciones ter- el establecimiento de grupos de control). Debido a que la conjunción
minan por dar lugar a alguna consecuencia, a lo largo de una serie de las condiciones necesarias y suficientes apoya un aserto de impli-
de sucesos causales interpretados: aquí el sentido de origen acen- cación bi-condicional (X si y sólo si Y), las leyes estrictamente uni-
túa que hay un comienzo, del cual puede decirse que deriva algún versales formularán también, según parece, esta especie de tesis
efecto posterior; y a esto se asocia la noción de generación, de traer causal 3, pero esto también nos lleva a la idea de una relación entre
a la existencia. En este sentido, una de las interpretaciones de la dos sucesos (que son condiciones necesarias y suficientes mutuas, (-
causalidad concibe todo ejemplo causal de esta forma, así que, por yaqÜe, romo hemos visto, esta relación es sirrwttkf!.), la cual se_rj ~
ejemplo, las frases 14, 11, 10, 5 y varias otras pueden concebirse una relación «necesaria». Una forma de expresar esto sería decir que
como referentes a casos en los que algo, actuando como causa ori- fa presencia o aparición de un suceso determina estrictamente la
ginal, trae a la existencia algo distinto por medio de una actividad presencia o aparición del otro 4 • Si las leyes de los gases ideales son
que dura cierto tiempo. En 9 se alega que unos estados complejos de ciertas, el caso 6, sería un ejemplodetal determinismo estricto. Como
la materia son la causa subyacente que produce simultáneamente o ya hemos observado, en este caso la asoc1ac16n es de coincidencia
continuamente algún efecto. Semejante «fundamento» no es, pues,
originario en el sentido de ser principio de una cadena de causas
invariante, de forma que no está claro cómo la relación de antece-
dente a consecuente puede mantenerse en este caso; pero como Ja. •¡
que terminase por dar lugar a un efecto, sino por mantener con-
tinuamente la existencia de algo que se toma como efecto; pero 9)
puede interpretarse también como alusiva a un origen, como cuando
decimos: «lo consciente surgió como producto de cierta compleja
,'
t)
~ de_ condi<jQn n~_cesaria suficiente es simétrica, el antece- /
aente el consecuente son7o icamente mtercam ia es, es decir,
ara . - Cll__U$ . ~i.v.ale.nw. Cuanoose~opta- este ptmto
de vista, el determinismo estricto, o sea, esta equivalencia de causa
.
organización de la materia». En nuestra exposición anterior de las
condiciones necesarias y suficientes (pág. 293 y sigs.) distinguíamos ' Véase vol. I, págs. 294-295.
¡. entre aquellos antecedentes que estaban presentes sólo cuando los ' Es esta una cuestión de «necesidad» natural o física, que no debe con-
L) consecuentes también lo estaban, los consecuente~ que estaban pre- fundirse con la necesidad lógica, es decir, con una relación de entrenamiento
entre enunciados. De todas formas, como ya veremos, a este estricto determi-
sentes sólo cuando lo estaban los antecedentes, y los antecedentes nismo se le ha considerado isomorfo a las formales nociones de la necesidad
X-fQ.11l!e~ que nunca estaban presentes uno sin el otro. Consi- lógica y, por tanto, expresable con tales formulaciones.
386 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad ./ 387

y efecto, es el factor esencial que contendría la verdadera relaci6n «causada» por lª no existencia u originada _eor ella. En el
de causa, lo que la distinguiría de todas las demás; ahora bien, esta pTáno- dela íruerenda ~beenunciar esto de fa Grma tra-
relación es precisamente la que no podemos mantener apoyándo- dicional, que asegura que no puede haber nada en la conclusión
nos s6lo en una base empírica. Las distintas interpretaciones posibles de una inferencia válida que no esté ya «contenido» en las premisas.
de ella son las siguientes: a) aquellas leyes son leyes ideales, y la Quien ha observado que contener tiene en este caso un sentido
necesidad de tal relaci6n s6lo lo es en la formulaci6n ideal, de forma metáforico, y padece una falta de claridad en cuanto a qué signifique
que se cumple solamente en la relaci6n lógica entre enunciados, y exactamente; sin embargo, sobre ello se basa la distinción tradicional
se la propone tan s6lo hipotéticamente; b) dado que la forma de la entre enunciados análiticos y sintéticos (de forma que, en esta con-
definición es tal que la relaci6n entre el definiens (lo ue define) y el sideración, el predicado del enunciado analítico está ya «contenido»
/;.) definiendum <Io que es d~Jinido) es e equ1va encia, estas eyes soo en el sujeto como parte de su significado, y el análisis que lleva a
«necesarias», esto es, enunciados de «vinculación necesaria», por ser tales enunciados, que resultan ser verdaderos al inspeccionar su sig-
definitorios y, en este sentido, analíticos. Pronto estudiaremos estas nificado, es una explicitación del significado que ya estaba contenido
alternativas; pero hagamos notar ahora la forma en que las cues- en el sujeto). La interpretación de esta norma lógica de analiticidad
tiones que hemos planteado se han enunciado clásicamente. La como exigencia ontológica se hace tomando la existencia como lo
primera consideración de un fundamento o base causal suscita la «contenido» en la premisa de la que se deriva una conclusión exis-
cuestión ontológica de hacer que las cosas lleguen a existir, o de tencial; con lo que no puede tenerse la existencia en la conclusión
mantenerlas en la existencia, cuestión que Lusrecio enuncia así: Nil
t-:> a menos que esté ya en las premisas.

..
¡
,
<,
posse creari de nihilo (~ª _pued~ .m cseado de la nada}. En esta
forma, apenas puede llamarse ley, porque lo que se postula es que
~i descubrj~~elll9.L.~º- cuya causa orig_inaria no pudiéramos des-
cu6nr, lle~rí~mos simplemente .1 la concfosiónde -que aún n~-
bfamos exp1ícacfo o co~rendido aaecuadamen,teeTTenómeno, y J;1Q.
que'surgí6 espontane.im~m~. Un ejemplo instrucfivo es el de ·1os
Si reducimos estos argumentos lógicos y ontológicos al nivel de
argumentos sobre el «estado de existencia de un sistema», de forma
que «existencia» denote simplemente lo que suceda, o, en un sistema
físico, los valores que resulten tener las variables de la descripción
del estado físico de un sistema, podemos dar a este argumento la
supuestos milagros: se afirma ue el mila ro no tiene ninguna causa siguiente interpretación restringida: dadas las leyes del sistema, los

,~
natural y no puede, por tanto s u ~rse _ ªJº una ley nangal; e~o valores de las variables del estado en cualquier instante t determinan
• 1 nunc~ se cfií por senta o gue .l:!!J.ª ocurrido espont_á_Qeal!!ente, smo. unívocamente los valores de las variables en cualquier otro instante t'
más bien. que tiene un origen divino, de forma que «Dios» sería¿u (con predicción o retro-dicción, porque el instante temporal es sólo
causa; y aún en este caso extremo, compelidos por 1a racionalidad, un cambio de valor de las variables de acuerdo a las leyes del sis-
ctecÍmos que el milagro tiene siempre una razón de ser, o sea, tam- tema). Así, pues, nada llega a existir que no esté ya «contenido» en
bién negamos la noción de «creación de la nada». En la ciencia la descripción de estado del sistema en cualquier instante de acuerdo
este postulado se expresa de dos formas: en los principios de con- con las leyes de tal sistema; y una inferencia dentro de éste resul-
servación (por los que cierta cualidad o sustancia ni se crea ni se taría ser cuestión efectuar las transformaciones de estos valores en
destruye, sino que se transforma), y en la relación formal de equi- tal forma que todo estado del sistema mantenga la invariancia que
valencia que los filos6fos escolásticos de la Edad Media formulaban queda dada al dar cualquier estado del mismo. Toda ley física sería
como causa aequat effectum (la causa es equivalente al efecto). Como entonces un enunciado universal, que proporcionaría la regla que
hemos visto antes, este es el caso en que la condición antecedente es genere los valores de las variables de estado para cualquier valor
necesaria y suficiente con respecto a la consecuente; y como esta
del tiempo (o, teniendo en cuenta lo que hemos dicho antes de éste,
relación es simétrica (véase la pág. 186 ), el consecuente es también
una condición necesaria y suficiente del antecedente. Si a esta rela- que genere los valores de todas las variables de estado, dados los
ción lógica, que intenta explicitar la relación causal, se le da una cambios de valores que se producen en una cualquiera de ellas). Este
interpretación ontológica, se verá que expresa la tesis anticreacio- sistema sería formalmente estrictamente determinístico e incluiría
nista de que nada puede proceder de la nada: con la premisa de que ['), 1~ afirmación ontológica <¡le gue nada puede crearse de la nada. La
todo tiene una causa y la otra premisa adicional de que no hay nada Place, al formular un modelo imaginario de un sistema semejante,
en el efecto que no esté ya en la causa, la existencia no puede s~ dice en su Introducción a la teoría analítica de las probabilidades:
388 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 389

Imaginemos una inteligencia que conociese en un momento dado todas las


fuerzas que actúan en la naturaleza y la posición de todas las cosas de que
J}, ocurriesen sin eficacia causal y hasta sin determinación causal; esto
es, que aunque tales eventos o acciones no sean ni determinados ni
consiste el mundo; supongamos, además, que esta inteligencia fuera capaz determinantes, el resultado sí está independientemente determinado
de someter todos estos datos al análisis matemático. Entonces se produciría un
resultado que incluiría en una sóla y misma fórmula los movimientos de los por completo. Este género de fatalismo, que mejor denominaríamos
cuerpos más grandes del universo y de los átomos más pequeños. Para esta una especie de indeterminismo, sostiene que somos incapaces de di-
inteligencia nada sería incierto: el pasado y el futuro estarían presentes ante rigir las acciones en un mundo sin ton ni son; que podemos actuar
sus oios '· o no, pero que en ambos casos lo que ha de suceder sucederá. Cuando
J..) En un deterrrü.ni.wo estrictg tal no habría ning~ suceso único seguimos rigurosamente este enfoque hasta sus últimas consecuencias
que no estuyje¡a jnc)pjdo ec alguoa.Jey; es decir, todo supuesto nos lleva más allá aún: los resultados son en sí mismos completa-
suceso úñicc; estªWL.i.D.cluicJo en una clase 9-e _sucesos legales deter- mente aleatorios, de forma que el «fatalismo» se vuelve del revés,
ffimados por el estado total de[ sistema, y no sería aislag_~.,_ Con tal por decirlo así; con independencia de lo que se haga, de lo que ocurra,
postulado, aunque fallase alguna ley científica determinística bien todo puede suceder. ( Alicia en el país de las maravillas y A través
asentada, y no pudiera predecir o explicar algunos fenómenos, habría del espeio, son estudios sobre ese mundo, asimismo algunos de los
en principio una le)', aún no formulada, ~.rnlll ~~- enfontrarfa estados de ánimo desesperados del existencialismo inmediato a la
fa mterpretac1ón ~~tamente de!erm_inística ~mel}9 anóqialo; posguerra contemplaban el mundo desde este ángulo.)
, fo cual equivjle a suponer ~e no existen el azar ni fos suc_e~os es- Sin embargo, el enfoque clásico de los griegos, que consideraban
¡/ ~ontáñeos eg la natu.raleza (con la frase de David Hume, «'El azar' la Fatalidad como un destino irreparable, es distinto, porque en este
• no es sino la ex'J"esión cte ~ract~rancia de !as causas»).. -Una caso es la ignorancia de la determinación de nuestros actos o de
• ojeada a algunos e los casos prece entes, a esta nueva luz nos mos- las necesidades de la naturaleza lo que nos lleva a concebir que la
'f
t trará qué tipo de problemas plantea esta formulación, que viene a acción humana está inerme frente al destino. Dado un estado o una
G decirnos que no hay hechos contingentes, dado el estado del universo acción iniciales, todo estado o acción subsiguiente se considera total-
"' en un instante determinado; ahora bien, esto significa que todas las mente determinado o inevitable; esto es, estamos imposibilitados
relaciones entre los fenómenos del universo son de tal suerte que para actuar en otra forma que aquella en que lo hacemos. Este fa.
toda cosa es condición necesaria y suficiente de todas las demás. talismo no pretende que no importa lo que hagamos, sino que todo
Por ejemplo, el caso 20., como «error» o como «intención fallida», cuanto hacemos está totalmente determinado en una forma que, en
es tan inevitable como la fatalidad, y la trabazón de la lengua está nuestra ignorancia, no conocemos ni entendemos, y que, por lo tanto
ya predeterminada por el estado del universo en un momento dado. somos incapaces de controlar. En Edipo Rey, Edipo actúa ignorante
L) La confusión entre redeterminación y determinismo en el que «to- de la determinación de sus actos, sin saber cuáles son las circuns-
·o
os os momentos estáñ presentes», es independ1~nte del tiempo, tancias que le llevan a cumplir paso a paso una profecía; actúa, pues,
es una de las confusiones que tal punto de vista presenta cuando se inconscientemente: y la revelación le llega cuando comprende todos
lo analiza, ya que nada puede estar pre-determinado en el «presente» sus actos pasados en su forma determinística: su fatal orgullo, su
atemporal o eterno, en el que el tiempo es sencillamente el prejuicio hybris, no es sino la ignorancia de este determinismo. Tenemos pues,
local de uno u otro estado del sistema: ese determinismo sería más un caso de estricto determinismo en el que la contingencia es sólo la
bien independiente del tiempo (y de los tiempos verbales «finitos», apariencia de las cosas a nuestra visión finita; pero por debajo de
cuando lo expresáramos), sería -por emplear la sorprendete expre- esta contingencia está la necesidad de la naturaleza «real» de las
sión de Spinoza- sub specie aeternitatis ( «bajo el aspecto de la cosas, que un conocimiento más amplio o completo nos podría
eternidad»), y las nociones de pre- o post-determinación carecerían revelar.
realmente de sentido. La misma distinción entre causa y efecto que- Todo esto entra en el concepto científico de las leyes cuando
daría abolida, por ser sólo relativa a un punto de vista particular éstas se toman como límites, con respecto a los cuales nuestras for-
que observa la eternidad desde un ángulo determinado, y causa mulaciones científicas son sólo aproximaciones. Pero, de nuevo,
aequat effectum se convierte en algo más que un enunciado de equi- el estado de nuestro conocimiento sobre las condiciones necesarias
valencia: sería de identidad; con lo que el principio causal se trans- y suficientes es tal que nunca podremos agotar las posibilidades de
' Pierre Simon, marqués de La Place: Intr-;;¡;;ction a la théorie analytique la contingencia, de forma que nunca estamos seguros empíricamente
des probabilités, Oeuvres Completes (París, 1886), § VI. al afirmar algo más que una creeencia de que alguna cosa sea con-
a), c J.
511,J.¡~ 9--~
390 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 391

e~ dición necesaria y suficiente de otra. Pero lo que las leyes científicas O,'>- forma en un rinci io de identida . (El significado de todo esto para
a ciencia a s1 o o ¡eto e pro nda consideración por Emile Me-
arguyen es precisamente esto cuando se las enuncia en forma estricta-
yerson en un estudio sobre filosofía de la ciencia que marcó época: / _j

*
mente universal; lo cual ha llevado a algunos filósofos y científicos
a separar el fundamento de esa exigencia de las leyes científicas, del Identity and Reality). 4-.;;;
de nuestros conocimientos empíricos, esto es, separar el enunciado (c) La vinculación causal contingente y necesaria. Se dice ue •
condicional de las leyes del postulado incondicional de causalidad en ~ ~ón cau~al es contingerr cuando pudo h!Per si o distinta f I
las dos formas que dimos antes en ( b) ( «Nada proviene de la nada» \¿.\ gs.,como s~or ejemplo, en la rase 3, ( «faltó a clase porque estaba •
y «la causa es equivalente al efecto»), distinguiendo así entre ley y "fJ > enfermo»), en que la enfermedad se toma como causa de faltar a
causa, como vamos a ver. clase, es concebible a) que pudiera haberse ido a clase aún estando
-)t (d) La causalidad como relación de dependencia funcional. El enfermo, y b) que pudiera uno no haber estado enfermo; en a) la
punto de vista de que la causalidad es una relación de dependencia relación causal aparece como contingente, y en b) es la misma causa
funcional reduce la fuerza de lo que hemos sostenido en los epígrafes la que aparece como contingente (o, en términos tradicionales, la
( b) y ( c) y pretende formalizar tan sólo lo de (a), que es más existencia de la enfermedad no es una existencia necesaria). Supon-
débil. En ( b) y ( c) los términos «causas originarias», «fundamentos» gamos ahora que se falta a clase por estar a 20.000 kilómetros de
y «necesidad» se toman como derivados de una interpretación ante- distancia en ese momento: la excusa sería que habría sido imposible
rior metafórica o cualitativa de la relación causal; pero todas estas llegar a tiempo; pero esta «imposibilidad» es empírica, y no lógica,
declaraciones introducen «cualidades ocultas» que son redundantes porque depende del hecho contingente de que el transporte a través
cuando se trata de explicitar qué es exactamente lo que pretendemos de esa distancia requiere en la actualidad un tiempo finito tan largo
en tales casos. Una relación de dependencia funcional es aquella en que es prácticamente imposible asistir a clase en esas condiciones.
que los valores de las dos variables se dice que están relacionadas Pero de haberse muerto de la enfermedad, no podría haber «asis-
en alguna formulación legaliforme. Si es un enunciado matemático tido a clase» en un sentido concebible (excepto en el metafórico
o formal del tipo y = f (x), su fuerza es puramente formal (empíri- sentido de que, para lo que se atiende asistiendo o para lo que se
camente es vacía), pues se deriva del sistema dentro del cual está aprende asistiendo y atendiendo, tanto valdría estar muerto); y en
enmarcada -de sus axiomas, definiciones, reglas de formación y de este tétrico caso, ~uerto supondría nece~a.mente faltar a da$~, -
transformación, etc.-: si se encuentra una interpretación empírica lo cual parece ser una imposibilidad empírica perfectamente clara y
de esta función, tanto mejor, ya que podrá entonces usarse como des- directa. Pero si empleamos causa de esta forma, ~t~mo~, al pa-
cripción adecuada o sumario económico de un sitema de hechos, y se recer, una situación de causa necesaria en un caso empírico; sólo que
«justificará» mediante predicciones certeras, y todas las demás for- no es empmco en ningúrl sentido directo, porque si lo que entende-
mas de estar avaladas o apoyadas las hipótesis; pero esto sólo puede mos por asistir a clase se toma como estar una persona viva en la
establecer el hecho de que para cierto margen de valores de una
variable se haya descubierto una relación invariante, en repetidos
casos, entre estos valores y los de otras variables. Las leyes mate-
clase, se seguiría analíticamente la incapacidad de asistir a clase en
estas circunstancias.
En la frase 12 (pág. 380) se mantiene que existe una relación /_
J
máticas formuladas de esta forma no plantean pretensiones onto- causal entre unos cuantos factores históricos, en cuanto a causas, y ~
lógicas sobre la relación causal «real» o <mecesaria», sino que reducen ciertos resultados. Pero podemos concebir que la subida al poder
esta relación ya sea a la «necesidad» de un sistema deductivo formal, de Hitler no fuese inevitable, aún en las circunstancias descritas en
vacío de contenido, o a las interpretaciones contingentes de tal sis- el ejemplo; y asimismo podemos concebir que esas mismas circuns-
tema para cierto dominio de valores observados o medidos. Un ejem- tancias que ~dicentemente llevaron inevitablemente a Hitler al poder
plo de tal relación que es posible expresar en términos matemáticos no fueran en sí mismas inevitables, es decir, que no fueran necesa-¿ J
sería la frase 6; sin embargo, la mayoría de los otros casos no puede rías, sino contingentes: esto es, si otras cosas hubieran sido dife- -
expresarse así, no porque supiésemos algo más sobre ellos que los rentes, tales sucesos habrian ocurncto aeotra manera, o no habrían
ocufriáo. ""Este determinimismo contingente o condicional nos dice
I l
hiciera «realmente causales», sino porque no sabemos lo bastante
a su respecto para poder formular las dependencias funcionales en que sí ias circµnstandas antecedentes son de cierto tipo, Tas cori-
términos convincentes. Cabría plantear hipótesis de este tipo sin ~enteL!as segigrán cte una t_<>rma determinística; y, dejando de
embargo; por ejemplo, podríamos, en cuanto a la frase 12, escribir lado la cuestión de que los antecedentes pudieran ser distintos, ~
392 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 393

pt enfoque afirma gue, dadas ciertas condiciones, ,clgo se sigue inevita-


blemente. El aserto más débil al respecto es que si los antecedentes
que H = f (I, D, R, S, T); siendo H la subida de Hitler al poder (y
correspondiendo las demás abreviaturas analógamente a los demás
• ocurren éle hecho, lo que tl'e hecho sucede después está determinado factores); pero, a fin de generalizarlo en forma de ley, tendríamos
t por ellos; el más fuerte como ya hemos visto en la discusión sobre que decir: «Siempre que haya una conjunción de desempleo, senti-
las leyes ae la naturaftza, es el aserto subjuntivo o 5ontrafáctico: mientos revanchistas, etc., habrá una subida al poder de tipo hitle-
esto es, que aunque de hecho las circunstancias antecedentes nunca riano». En este caso el problema de la restricción en los variables
ocurran, o no hayan ocurrido, si ocurrieran, sucederían las conse- operantes es muy grande y el número de casos recurrentes en la
cuencias. Pero, aún en esta forma, el enunciado es condicional puesto Historia de tal situación, muy pequeño, a menos que ab~traigamos
que no pretende que las consecuencias han de suceder a pesar de extremamente estas condiciones. En física, es precisamente esta abs-
todo, sino condicionalmente, en caso de que sucedan los antecedentes. tracción y este aislamiento (idealizado) de los parámetros de un sis-
En un determinismo estricto como el esbozado aquí, se puede tema lo que permite formular las dependencias funcionales; por
afirmar que todo suceso particUíar está ya estrictamente determinado, el contrario en los casos de un acontecer único, como podríamos con-
de forma que la cadena de determinaciones causales es tal que la siderar el de la frase 8, o en situaciones en las que sepamos que la
confluencia de estos sucesos está también estrictamente determinada. relación tiene tantos casos falsadores corno confirmatorios ( como po-
Por consiguiente, toda causalidad sería una vinculación necesaria, y dría ocurrir con las frases 3, 5, 7, 11, 13, 14, 16, 18, 20 y 21)
no habría «accidentes». Una modificación de este punto de vista esta formulación no tendría ninguna ventaja. Pero si se elimina la
( el de las cadenas causales necesarias) sostiene que en todo accidente causalidad en todas las circunstancias salvo las de dependencia fun-
confluyen cadenas causales independientes, cada una de ellas estric- cional, ello significaría una de estas dos cosas: o bien estas relaciones
tamente determinada pero, teniendo en cuenta la economía de una no son causales porque no es posible formularlas de esta manera, o
naturaleza pluralista, no ínter-determinada. Así, por ejemplo, un pueden o no ser causales, pero sin que dispongamos de una forma
accidente de automóvil que suponga dos cadenas causales -es decir, clara de determinarlo; lo cual equivale a decir que todavía no son
en el que entren la causalidad mecánica de las máquinas afectadas y estos temas adecuados para formularlos científicamente por medio
la causalidad humana de intenciones, propósitos y características de de leyes, y que, por lo tanto, permanecen en el campo del sentido
los conductores, etc.- es de tal suerte que la llegada al mismo pun- común. El paradigma de los enunciados de dependencia funcional
to en el mismo instante de los dos autos es, desde el punto de vista es la forma matemática de las ecuaciones diferenciales; en estas fór-
de cualquiera de las dos cadenas causales, un suceso accidental: mulas, como la de la fuerza, F = m ( Jlx / dt2) , o la de la dis-
está causalmente determinado que A se encuentre en P en el ins- tancia de la caída libre en un tiempo, S =
½ ( Jlx / dt2) t2, el
tante t, y que B se encuentre en P en el instante t, de modo que por término correspondiente a la aceleración se da como dependencia
conjunción, está causalmente determinado que A y que B se hallan funcional del cambio de régimen ( de velocidad) con respecto al
en el lugar P en el momento t. Pero como no hay cadena causal que tiempo. La causalidad es, pues, científicamente formulable cuando
establezca que A y B estén ambos determinados para que lleguen a puede hacerse de esta forma; y si adoptamos esta tesis en su sentido
P en t, las cadenas A y B son mutuamente independientes. más fuerte, diremos que en los demás casos sostenemos que haya
Deberíamos hacer una distinción entre lo que podríamos llamar una relación causal para la que no existe un procedimiento de vali-
«determinismo fatalista» y «determinismo contingente». Si decimos dación digno de este nombre. Semánticamente, lo que Russell señala
que algo es «fatalmente inevitable», esto puede significar, según es que los físicos no usan el término causa, sino que se valen de ecua-
una posible interpretación, que, cualquiera que sea lo que se haga, ciones diferenciales; con lo cual quiere decir que de esta manera el
el resultado será el mismo; de manera que, se actúe o no en una u físico evita en su trabajo el uso de las nociones de causa que se
otra forma, tendrá lugar inevitablemente un determinado suceder. avienen con el uso ordinario, eludiendo así las concepciones animistas
Puede verse que este tipo de fatalismo no es deterrninístico en modo y antropológicas que dicho uso lleva consigo. Pero esto es pretender
alguno, pues si no importa en absoluto cuales son las circunstancias que el físico nunca concibe lo que está haciendo si no es valiéndose
antecedentes, la vinculación necesaria entre sucesos queda rota. Pa- de la descripción matemática y de las leyes que usa, y que por lo
radójicamente ( si llamamos a este fatalismo «determinismo») este tanto separa el formalismo de la física de su interpretación; ahora
punto de vista mantiene que existiría determinismo si todos los an- bien, no está claro en qué punto de la interpretación el físico deja
tecedentes causales fuesen sólo sucesos aleatorios o al rreer, que de ser un físico y se cqevierte en uo usuaria aottapamórfico,
1
animista

·½~ I NSTITUTO VENEZOLANO


DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
DIDl_ln1"C'I"& _N uao,._e, _ n"""º~ ... ,
.394 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 395

del lenguaje como todos nosotros; y, lo que es más inquietante, esta interpretación, lo «causal» es que una clase de sucesos, dotada
tampoco es nada claro en qué momento deja de ser científico y se de infinitos miembros, está estrictamente determinada por la ley, es
convierte en metafísico. Russell parece insinuar que la única garantía decir, forma su único dominio; dicho con otras palabras, estas proba-
al respecto está en los números; pero lo que hace que la física sea bilidades estadísticas (del tipo a priori, o del de frecuencias relativas)
lo que es, en vez de matemática es sólo la interpretación de las se aplican no a sucesos individuales, sino sólo a una serie de sucesos
ecuaciones diferenciales. (Tenemos que dejar el problema en este recurrentes del mismo tipo (y de aquí la necesidad de definir lo que
punto). sean los dados y las muestras imparciales, y de controlar experimen-
(e) Las relaciones causales multívocas, unívocas y biunívocas. talmente las condiciones en que se realicen los ensayos). Lo que no
* En algunos casos lo que parece distintivo es que algún suceso está
relacionado con otro. Así, en las frases 4 y 5 (los ejemplos sobre la
malaria y los pulmones), es la sigularización de un suceso o cosa,
es causal, de acuerdo con esta interpretación, es que la ley de causa-
lidad no sirva para sucesos individuales, o que no tenga sentido en
esta aplicación. Pero entonces, una tirada aislada de dado es algo
que, entre todas las posibilidades, se asocia distintivamente a otro, enteramente indefinido, por ser un suceso único, y hay que sustituirlo
lo que nos lleva al descubrimiento de una vinculación importante; por cualquier tirada aislada de un dado, con lo que tendremos, en
cosa que también ocurre en la frases 7, 13 y 18, por ejemplo. Pero realidad, una relación causal entre dos clases de sucesos, y no entre
en la 12, se habla de una confluencia de causas que convergen en un dos sucesos o entre un suceso y una clase de ellos. Hablar de aleato-
único suceso, y en la 10, tomamos la intrusión de un suceso de este riedad o la indeterminación de un suceso único o aislado, en sí mis-
tipo como causa de todo un complejo de acontecimientos subsiguien- mo, es meramente afirmar que la ley nada tiene que decir sobre este
tes. Es cierto que en parte se trata de una cuestión semántica, en suceso único, y no que la ley no sea causal: afirmar esto último sería
cuanto que, si queremos, podemos clasificar la cadena de reacciones como pretender que en los experimentos con el plano inclinado de
como un solo suceso (si bien complejo), y podemos tomar un neutrón Galileo, el color de la bola de bronce era un «suceso» o «propiedad»
(o toda la situación del bombardeo de un núcleo por un neutrón) co- aleatorio o no-causal, ya que la ley de la caída de los cuerpos no pre-
mo un acontecimiento complejo (aunque único); de este modo nos dice cuál ha de ser su color 6 • Volveremos sobre esto cuando nos
cabe transformar las relaciones multívocas y unívocas en relaciones ocupemos de la indeterminación, en el capítulo siguiente.
biunívocas, sin más que alterar lo que normalmente entendemos por Las leyes estadísticas de tipo empírico basadas en las inferencias
uno y por varios. Pero la distinción entre un suceso y varias conse- inductivas a partir de la estabilidad de una frecuencia relativa (véa-
cuencias distintas, aunque mutuamente excluyentes, no es un caso se vol. I, pág. 299) representan un problema relacionado con éste. Si se
similar (podemos forzar la solución sosteniendo que la clase de con- basan en frecuencias invariantes (dentro de determinados límites de
secuencias distintas, y mutuamente excluyentes, es una clase que es invariancia, por ejemplo, en el caso de convergencia hacia un límite),
un «suceso» para el análisis causal, pero ello nos transtornaría el sen- tampoco predicen sucesos únicos, sino únicamente acerca de la gama
tido usual de suceso, como ya veremos). Supongamos que para un de todos los casos observables; y la cuestión que se plantea ahora es
suceso antecedente dado, las probabilidades estadísticas calculadas de la de si son leyes causales. Si definimos causal dentro de un determi-
los distintos resultados posibles vengan dadas por alguna ley. ¿Sería nismo estricto, surge la cuestión de cuáles serán los sucesos que con-
causal esa ley? Si digo, por ejemplo, que al echar un dado «imparcial» sideremos relacionados por la ley: si estos son casos individuales de
hay 6 resultados equiposibles, ¿estoy negando una relación causal? • Puede inferirse, como en el caso de los valores limitados del dado, que
En cierto sentido, la clase de sucesos (1, 2, 3, 4, 5, 6) está plena- la bola será de algún color; pero esta inferencia cae fuera de la ley (como ocurre
mente determinada de una forma tan estricta como hubiera reque- asimismo en el ejemplo del dado), ya que procede de la suposición de que la
rido La Place (recuérdese que su modelo imaginario procede de la bola es un cuerpo sólido que refleja luz de ciertas longitudes de onda y absorbe
otras, etc., igual que, en el ejemplo del dado, suponemos que tiene seis caras y
introducción a un tratado sobre probabilidades); puede decirse enton- no doce. Partiendo de la demostración matemática de que hay solamente cinco
ces: «Es imposible que haya otros valores que éstos cuando se echa sólidos regulares convexos podemos inferior que el número de posibles resulta-
un dado»; sin embargo, la determinación del suceso único consistente dos al echar un dado (siempre que los dados sean sólidos regulares convexos, a
en que salga uno de esos valores (y, por supuesto, la necesaria exclu- fin de satisfacer ciertas condiciones empíricas de imparcialidad) está limitado
a los siguientes conjuntos: 4, 6, 8, 12 y 20; y análogamente, a partir de otras
sión de los demás) escapa al enunciado de tal ley. Si tomamos esto consideraciones teóricas y físicas podemos inferir que el color de la bola de
como un caso de «causalidad» multívoca, puede entenderse que la bronce será uno entre un (gran) número de longitudes de onda, dentro de los
causalidad incluye en sí al azar en circunstancias de este tipo: con confines del espectro visible.
396 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 397

observaci6n, la ley no es estrictamente determinista; pero al nivel lidades, que está de acuerdo con una ley estadística, la formulación
de su referencia semántica, o sea, al de clases de sucesos particulares, estadística simplemente acumula las relaciones individuales causales
tienen las mismas pretensiones de determinismo y las mismas condi- que no son manejables ni formulables debido al número de variables;
ciones empíricas de contingencia que cualquier ley ideal interpretada pero nos queda la suposición de que cada suceso particular tenga su
(para un dominio empírico) de modo que haga referencia a medidas; propia y única descripción causal, y al aislarlo podríamos determinar
y en este caso caben las consideraciones de medida aproximada, de ésta. Sin embargo, cabe también decir que el comportamiento de todo
tolerancia y de error de medida. Pero esto también entra a tallar en el sistema de las gotas de lluvia tiene un efecto causal sobre la tra-
todas las consideraciones sobre la contrastación y la interpretación yectoria seguida por cada gota individual; en efecto, la ley estadística
empíricas de una ley. Auguste Comte era de la opinión que, más actúa como una ley causal al caracterizar una distribución que en
allá de cierta precisi6n, la medida tendería a anular la validez de conjunto afecta a los sucesos individuales, como si la propia distribu-
aquellas leyes que se habían descubierto y eran útiles en sus versio- ción fuese un «suceso» causal (complejo, pero singular) que interac-
nes ideales y aproximadas ( estando la aproximaci6n dentro de lími- tuase con sus propios elementos.
tes lo suficientemente próximos como para justificar la formulación En este caso, la relación entre los «todos» y las «partes» entra
ideal sin ponernos en aprietos); por tanto, mantenía que una mayor en el problema del análisis de la relaci6n causal. Podemos decir, por
precisión sería perniciosa para la ciencia. La ciencia moderna ha re- ejemplo, que si en la frase 16 el nerviosismo es el estado del sistema
chazado abiertamente este punto de vista; pero ha reformulado, en completo, el tartamudeo es un producto o una consecuencia de este
consecuencia, muchos de sus conceptos de causa, con objeto de con- estado; pero también podemos decir que el suceso individual del
ceder a las generalizaciones estadísticas un caráter perfectamente tartamudeo aumenta el nerviosismo del sistema completo, que se re-
legaliforme. Nótese, no obstante, que si las leyes estadísticas se apli- fleja de nuevo en un aumento del tartamudeo. En este caso, la situa-
can s6lo a clases de sucesos en forma determinista, los sucesos únicos ción de todo un sistema complejo interfiere o interactúa con sus
quedarán fuera de la ley en sus apariciones singulares: si no enun- elementos en un «bucle» causal, o en alguna relación retroactiva;
ciamos invariancia alguna para los sucesos únicos, éstos serán, al pa- pero esto nos lleva a otra distinción.
(f) La causalidad retroactiva. En las frases 16 y 17 vemos un
recer, indeterminados o aleatorios (dentro de los límites de ciertas
posibilidades finitas); así, puede estar estadísticamente determinado -t sistema completo que entra en una relaci6n retroactiva causal cerra-
da. En 16, como ya notamos, lo que podríamos tomar como síntoma
que lloverá en una ciudad dentro de un tiempo especificado (digamos
medio año); pero al reducirse el intervalo temporal, estará menos de nerviosismo se convierte en una causa del aumento del nerviosis-
determinado el que llueva durante un intervalo menor (digamos en- mo: por lo general no consideramos los síntomas causalmente efica-
tre las 2,30 y las 2,31 de la tarde de un día dado). De parecido modo, ces, sino como adjuntos o apariencias de algún estado, pero en este
podemos decir que lloverá en un área dada, pero la probabilidad de ejemplo, como en otros, podemos decir que el tartamudeo causa
que llueva parejamente en todas partes es muy baja. Sabemos que un aumento del nerviosismo tanto como que el nerviosismo causa un
el «centro» de la tormenta recibirá la distribución más densa de aumento del tartamudeo; y este bucle de realimentación positiva re-
gotas, y que la periferia recibirá un rociado menos denso; ¿quiere presenta una relación causal peculiar si lo consideramos como un
esto decir que la gota individual sigue una norma o ley de distribu- rasgo general o legaliforme. En la 17 tenemos un bucle de realimen-
ción? Por lo pronto, definimos el centro y la periferia a base de tal tación negativa, en el cual la relaci6n entre la válvula y la presión
distribución, forma poco adecuada para legislar sobre las gotas, y que mantiene un estado más o menos estable en un sistema, en vez de
es más bien circular o definitoria; la distribución probabilitaria es, una dirección, como en 16. Si continuase la situación en este último
pues, una función empírica de cómo caigan las gotas, y esto último caso, probablemente se alcanzaría un límite de inteligibilidad o de
no caracteriza las gotas individualmente, sino la disposici6n que nerviosismo en el que el sistema se derrumbaría, ya que tanto el
toman. tartamudeo como el nerviosismo tienen sus límites; sin embargo,
¿Quiere esto decir que la trayectoria de una gota aislada es «alea- podemos concebir sistemas «abiertos» en los que esta «realimenta-
toria» o que el movimiento de la gota de lluvia no es un caso de rela- ción positiva» pueda desarrollarse indefinidamente mientras exista
ción causal entre las condiciones individuales que determinan aquella energía disponible para ello. Por ejemplo, el crecimiento de la pobla-
trayectoria? En este caso se nos ofrecen por sí mismas dos interpreta- ci6n, el proceso evolutivo y otros sistemas semejantes, representables
ciones posibles. Podemos decir que en esta distribuci6n de probabi- como series progresivas, pueden definirse como «sistemas retroactivos
398 Parte tercera: Al~nos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 399

positivos», sólo constreñidos cuando hay un límite de energía dispo- que hace pensar que la meta o fin tiene que contemplarse de alguna
nible necesaria para ese crecimiento, o cuando elementos negativos manera, con objeto de poder actuar «desde el futuro al presente».
entran en el cuadro. Los embotellamientos de tráfico y las crisis ner- Esta supuesta causación teleológica conllevaría, pues, cierta relación
viosas representan este tipo de sistemas, en los que esa causalidad consciente, que parece difícil atribuir, por ejemplo, a las partes de los
retroactiva lleva al derrumbe de un sistema que tiene ciertos límites organismos. Debido a su asociación con las características de los orga-
críticos. nismos, o con la pretendida eficacia causal de una organización o es-
En los sistemas de realimentación negativa la relación causal re- tructura en su conjunto, esta relación causal ha recibido también el
troactiva es tal que el sistema se mantiene dentro de ciertos límites. nombre de «orgánica» o «estructural»; y, por asociación con el estu-
Las poblaciones estables en las que el crecimiento está controlado dio del efecto de los «todos» sobre las partes en la percepción y en
por la limitación del suministro de alimentos, como sucede en el los estudios psicológicos del comportamiento, también ha sido deno-
equilibrio ecológico a que se llega en algunas situaciones naturales minado <modista» o «totalista» y gestaltista. (Gestalt es el término
(en estanques, bosques, etc.) pueden considerarse sistemas dotados técnico con que se designa el aspecto de estructura total o configu-
de «reguladores» o controles internos; y tanto los termostatos como ración.)
el equilibrio homeostático de los organismos vivos son ejemplos de El estudio de esta causalidad retroactiva, valiéndose de concep-
estos sistemas de realimentación negativa. En ellos, debido a que el tos mecánicos llanos y corrientes, estudio que se basa en ciertas leyes
estado de la totalidad del sistema semeja establecer una norma a la matematizables de la «realimentación» reguladora de los mecanismos
que conforman sus partes, se diría que el sistema en conjunto tiene construidos de modo que mantengan un «estado estacionario» u
un efecto regulador o normativo sobre los elementos individuales homeóstasis (como los termostatos, los radiocompases y los proyecti-
que lo constituyen; y si interpretamos esta situación como una rela- les dirigidos), se ha desarrollado hasta proporcionarnos la ciencia de
ción legaliforme entre elementos en la que, simplemente, se advierte la cibernética. En ésta, el misterio de las «finalidades a la vista» des-
cierta invariancia de funcionamiento, tendremos otro caso de legali- aparece al analizar tales mecanismos autorreguladores como sistemas
dad, con la única diferencia de que la relación es de sucesión inva- físicos regidos por leyes, en los que el que haya una causalidad re-
riante o estadísticamente ordenada, en la que los antecedentes y los troactiva significa sólo que el sistema está estructurado de tal forma
consecuentes están temporalmente separados, pero en la que una con- que, en la transmisión de causa y efecto, existen bucles o ciclos que
secuencia se convierte en antecedente de precisamente la misma clase vuelven sobre sí mismos; por otra parte, todos los sistemas de este
de sucesos que eran sus antecedentes. Por lo tanto, esta relación legali- tipo requieren una entrada de energía (para operar) y una de infor-
forme puede describirse como retroactiva, en bucle o cíclica. Ahora mación (a base de la cual «actuar»), y en este sentido son sistemas
bien, al describirla hemos dicho que existe cierto estado normal del «abiertos».
sistema que se mantiene por medio de esta interacción, lo cual parece
indicar que el sistema posee algún «estado preferido» o fin a cuyo
servicio estarían todas las partes; pero, como ya hemos visto al dis-
t (g) La relación causal como acción por contacto, acción a distan-
cia y acción por simpatía. Quizá la noción más básica y elemental que
tenemos de la relación causal sea la acción; y muchos de los proble-
cutir las funciones biológicas, esta especie de descripción funcional, mas que se nos han planteado en las precedentes caracterizaciones de
valiéndonos de aquello «con vistas a» lo cual actúen las cosas, nos la causalidad tienen su origen en la interpretación de esta forma de
crea dudas sobre la naturaleza de la legalidad en estos casos: parece relación. Si admitimos que la experiencia inmediata de la eficacia
como si las partes de un todo operasen bajo la influencia causal de causal es la de la acci6n humana, tenemos varios elementos de esa
algún «estado ideal» o con vistas a formar algún fin (por ejemplo, acción que saltan inmediatamente a la vista: a) la acción que empren-
la homeóstasis). En este caso, la confusión procede de pretender que demos trae consigo una sensaci6n de esfuerzo; b) supone, por tanto,
esto entrañe, por parte de los elementos que compongan el sistema, cierta consciencia de algo así como una decisión o un acto de volun-
cierto darse cuenta de los fines que se persiguen; pues el agente cau- tad, y si reflexionamos sobre ello comprenderemos que actuamos con
sal parece ser cierta «finalidad a la vista» que actúa sobre las partes referencia a una finalidad, por un motivo o intención, o, en fin, por
del todo, y sucede que este estado final se encuentra posiblemente algo de lo que podremos dar una raz6n; c) al actuar sobre algo, el
en el futuro, o bien que, de algún otro modo, no está presente tem- efecto buscado parece lograrse mediante un contacto físico, y, espe-
poralmente en la situación causal; de ahí que a tales sistemas se los cialmente, por contacto directo (a partir del cual podemos interpre-
caracterice como «dirigidos a una meta» o «dirigidos a un fin», cosa tar el «contacto>> de la vista, el del oído o el de cualquier otro sen-
Wartofsky, 3
400 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 401

tido). La tendencia general a explicar valiéndonos de analogías huma- misión física de la acción por contacto sucesivo. Si el espacio fuera un
nas otorga rasgos parecidos a muchas versiones primerizas de lo que campo, o lo contuviera, en el sentido de que nos ocupamos al hablar
sean las relaciones causales de la naturaleza; así, concebimos la ac- de la introducción del concepto de campo en la electricidad por Fara-
ción de una cosa sobre otra según el modelo de la acción humana, y day, la acción por contacto se mantendría {la historia de las teorías
todas las relaciones que creemos causales, valiéndonos de acciones. sobre los campos se remonta hasta los antiguos griegos, y las discu-
La característica de esta acción es que es continua en el intervalo siones sobre la existencia del vacío -véase el Cap. IV, págs. 105
comprendido entre causa y efecto, o sea, que no hay «hueco» entre y sigs.- son pertinentes para gran parte de lo que vamos a decir);
la acción causal y el efecto causado. pero según la descripción newtoniana, la fuerza gravitatoria actúa a
Decir que una explicación es antropomórfica no es decir que esté través de un espacio vacío, a distancia, sin un medio; y otro aspecto
equivocada: se puede argüir que estamos habituados a nosotros mis- de esta versión es que, según ella, actúa instantáneamente, no por
mos y a nuestras acciones en una forma que antecede a nuestra fami- transmisión causal a través del tiempo. Ahora bien, en nuestros mo-
liaridad con la relación causal natural, y que el antropomorfismo es, delos mecánicos y experimentos destinados a demostrar la existencia
por tanto, una condición fundamental e indesarraigable de nuestra de esta fuerza gravitatoria, o de la inercia, ponemos a menudo hilos,
comprensión de la naturaleza. Un punto de vista diferente consiste varillas y resortes en el espacio vacío, a fin de representar esta acción
en sostener que nos hacemos conscientes de nosotros mismos como a distancia como si fuera una acción por contacto. Este hecho es inte-
seres humanos naturales ( es decir, como parte de la naturaleza) asimi- resante, porque delata la incomodidad que sentimos ante la acción a
lando lo que aprendemos de las relaciones causales naturales a la distancia, debido posiblemente a que no concuerda con nuestra expe-
concepción que tenemos de la acción humana; es decir, el llamado riencia corriente de la acción; sin embargo, aun en los planteamien-
antropomorfismo ya encerrará en sí un concepto anterior y más fun- tos primitivos figuraba la acción a distancia, especialmente en lo que
damental de la naturaleza, de modo que, en vez de traslucirnos bajo se refería a los sueños y a la magia: en estos casos, el espíritu desen-
ésta, sería ella la que se trasluciría bajo nosotros mismos: en vez de carnado actuaba sin valerse del cuerpo (que es el elemento básico en
ser un simple caso de proyección subrepticia de la imagen humana las concepciones corrientes del contacto por ser una sustancia extensa
sobre la naturaleza, muy bien podría ocurrir que en estas cosas pro- situada en el espacio). Pero el «espíritu» adquiría cierto carácter cuasi
yectáramos subrepticiamente una imagen natural sobre nuestra huma- corpóreo {por ejemplo, siendo «ectoplasma» o un <<cuerpo espiritual»)
nidad. Sin olvidar estas salvedades, parece claro que mucho de lo que a fin de poder actuar, en forma análoga a como sucede con los mode-
achacamos a la relación causal natural trae características muy pare- los de hilos y varillas, que son también casos de «como si»; en cuan-
cidas a la acción humana, en particular al aspecto de ésta, que tiene to a la magia, el «contacto» se produce a menudo por medio de algo
que ver con la voluntad, el esfuerzo, la motivación, la intención y la comparable a los sentimientos: así como en la acción humana un sen-
razón. Por ello se llaman animísticas ( término que procede de anima timiento responde a otro, en la acción física ocurriría lo propio; de
-«principio vital» o «principio de auto-actividad»-, como ya vi- suerte que mucha de la influencia «causal» mágica se basa en esa
mos en nuestra exposición sobre los griegos, las metáforas que nos noción de acción simpática u «homeopática». Tenemos un ejemplo en
hablan de una naturaleza «viva» y «sentiente», en especial cuando la frase 14. ( «El desearlo hará que sea verdad»). También se da aquí
se emplean con modelos causales. el paradigma de la acción mágica, pues el deseo se convierte en rea-
Todo lo anterior tiene por objeto caracterizar tres versiones prin- lidad por su propia fuerza, sin mediación alguna. Todo esto tal vez
cipales distintas de la relación causal basadas en las acciones: la ac- tenga interés por sí mismo, pero ahora nos concierne por constituir
ción por contacto, la acción a distancia y la acción por simpatía. el trasfondo sobre el que se han desarrollado las concepciones cientí-
Entre los ejemplos de la página 380, el 13 es un caso de la noción ficas de la causalidad. Según la opinión de Russell, ya citada al prin-
corriente de acción por contacto: la piedra golpea el vaso y lo rompe. cipio de este capítulo, lo que se ha de reemplazar por ecuaciones dife-
El efecto es el resultado directo de un impacto; pero este último con- renciales es este tipo de concepción de la causa, a cuyo fin alega que
cepto contiene dos elementos, contacto y fuerza, y, por tanto, es los modelos de relación causal fallan porque o bien son opacos o
semejante a nuestras dos experiencias de contacto directo y de es- redundantes: son opacos en tanto que no podemos llegar a saber que
fuerzo. Por otra parte, el ejemplo relativo a la fuerza gravitatoria, el tal relación exista entre los sucesos naturales, y, por tanto, la hace-
15, es un caso de acción a distancia: en la mecánica celeste clásica, el mos intervenir en beneficio de la imaginación y en detrimento de la
espacio de Newton no es un medio a través del cual exista una trans- razón pura ( este es el defecto que se esgrime contra el uso de mode-
402 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 403

los en la ciencia; Duhem es particularmente severo a este respecto: lleva finalmente a las cuestiones filosóficas referentes al estado de los
véase op. cit., págs. 69 y sigs. [ vers. orig. cit., págs. 99 y sigs.] ); y principios de causalidad en la ciencia.
son redundantes en tanto que toda la información que podemos tener
sobre la relación causal puede representarse o resumirse sin recurrir
al modelo, de forma que la navaja de Ockham actúa ahora eliminando Los enfoques leibniziano, humiano y kantiano
las entidades innecesarias. del principio de causalidad
De todas maneras, el hábito natural es mirar la relación causal a
la luz de los ragos primarios de algún modolo de la acción. Pues, por Podemos resumir del modo que sigue las distintas posiciones que
lo pronto, consideramos tal la relación como una conexión «real>> se obtienen como resultado del análisis precedente.
entre cosas, que se manifestaría en la producción de algún efecto
por una causa (una vez más el contacto y la fuerza); y, por otro lado, l. La causalidad es un principio del ser: la descripción causal se
mantenemos el requisito de la continuidad, negando los «huecos» refiere a la revelación de la naturaleza objetiva de las cosas. El
causales, ya que, si no, algunos sucesos surgirían «de la nada», o sea, físico David Bohm dice a este respecto: «Las leyes causales que
espontáneamente (y al eludir nuestra decisión y nuestro control, no una cosa cumple constituyen un aspecto fundamental e insepara-
podrían quedar ordenados por una ley). Además, nos parece que una ble de su modo de ser» 6•
naturaleza que sea legal es el único objeto apropiado de una ciencia 2. La causalidad es legalidad: una relación causal es aquella en que
racional: lo que no se puede ordenar por ninguna ley estaría más se afirma una ley científica dotada de suficientes garantías, basán-
allá del alcance del entendimiento científico o del control humano. dese en una generalización a partir de la experiencia; y la legali-
En este caso, el postulado operante, aunque no concierna directa- dad, a su vez, es predecibilidad apoyada en aseveraciones garan-
mente a la acción, se relaciona con el tipo de acción que tomamos tizadas por la experiencia de invariancias de hecho, aseveraciones
como racional; nada sucede sin una razón suficiente que lo explique; que tendrán forma de leyes.
con lo que queda especialmente a la vista que aquí se confunden una 3. La causalidad es un postulado: la causalidad es una suposición
explicación y lo que ella explique: exigir una razón suficiente es pe- sintética a priori que no puede justificarse simplemente por gene-
dir racionalidad a una naturaleza en la que nada sucedería sin causa ralizaciones empíricas inductivas, pero que se necesita como con-
suficiente. dición para la posibilidad de un conocimiento racional. Por tanto,
En los ejemplos 20 y 21 aparecen las intenciones fallidas y las es el postulado de los postulados de la ciencia, puesto que subya-
razones equivocadas; pero ambas cosas son precisamente lo que una ce a la posibilidad misma de que exista cualquier ciencia. Onto-
naturaleza idealmente racional sería incapaz de hacer. Diderot, ha- lógicamente, es la aseveración de la continuidad y de la uniformi-
blando del perfecto modelo que la naturaleza plantea al arte ( con dad de la naturaleza; epistemológicamente, es la aseveración de
términos característicos de cierta estética dieciochesca), decía: La que nada puede llegar a ser conocido si no es bajo la forma de
nature ne fait ríen d'incorrect ( «La naturaleza nunca se equivoca»); leyes; ahora bien, nada de esto procede de nuestro conocimiento
es decir, las equivocaciones son humanas, y la naturaleza, según este de las leyes, sino que es, más bien, el supuesto previo de que
enfoque, es divina. Leibniz expresó lo mismo basándose en un prin- este conocimiento es posible y no ilusorio.
cipio de razón suficiente: la naturaleza no podría actuar sino con
razones suficientes; tal es lo que sostiene la ciencia racionalista, o La primera tesis, la de que la causalidad es un principio del ser,
sea, que nada en la naturaleza queda definitivamente oculto para el es la más claramente ontológica o metafísica: es una aseveración
abierta sobre la naturaleza de las cosas, y en este sentido representa
conocimiento racional; por consiguiente, todo puede ser ordenado de la posición realista más clásica; pues lo que llegamos a saber, en
acuerdo con una ley. Así, un principio de acción racional se convierte cuanto a relaciones causales se refiere, sería la manera de ser de las
en la condición que se exige al conocimiento racional de esta acción; cosas, cómo estarían objetivamente relacionada entre sí en la natu-
de otro modo habría «bolsas» de lo para siempre ignoto para la raleza (o en la realidad}. Esta es la actitud más común entre los hom-
ciencia.
Por lo tanto, esta exposición de las di~tintas interpretaciones de la • Causality and Chance in Modern Physics (Nueva York: Harper, 1961),
relación causal ( que no pretende ser completa ni exhaustiva) nos página 14.
404 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 405

bres de ciencia, que en este aspecto comparten tal creencia con quie- intérpretes: ficción no supone mentira, sino que, en Hume, significa
nes no lo son; sin embargo, cuando se la desarrolla, involucra algunas algo construido por la imaginación, como resultado de la acción natu-
cuestiones de que se ocupan los otros dos enfoques, el 2 y el 3. ral o disposición de lo mental; por consiguiente, en realidad, la cau-
La comprobación de si sabemos cómo son las cosas es, o bien fun- salidad no sería nada más que la vinculación que lo mental o entendi-
damentalmente empírica (o sea, producto de nuestra experiencia y miento impondría entre las cosas cuya conjunción se haya experimen-
justificado exclusivamente por ella, y, por tanto, finita y contingente, tado repetidamente. La causalidad y la afirmación empírica de leyes,
aun por lo que se refiere a esta aseveración máximamente general), o apoyándose en fundamentos o razones inductivas, serían, por tanto,
fundamentalmente racional (sabríamos que la naturaleza está causal- una y la misma operación mental, que iría más allá de la experiencia,
mente ordenada por ser racionalmente inconcebible que fuese de otro de acuerdo con su modo natural de actuar; de ahí que Hume no diga
modo); y la fuerza de esta última tesis reside no en que no podamos que estamos equivocados al creer que existen relaciones causales: lo
imaginarla distinta, sino en que imaginarla distinta sería admitir que que dice es que nos equivocamos al considerarlas algo más que creen-
la naturaleza no puede ser conocida racionalmente. cias; es decir, niega todo estado ontológico de la causalidad que
El ataque más llamativo contra la clásica noción racionalista de exceda la creencia empíricamente justificada. Pero como la creencia
la causalidad como vinculación necesaria de las cosas (según el modelo es siempre contingente, no podemos considerar que la relación causal
de la necesidad matemática que dominaba la ciencia newtoniana y sea de algún modo necesaria.
sus interpretaciones populares) es el de David Hume. Todo lo que La crítica de Hume va dirigida contra el racionalismo clásico, que
podemos conocer por medio de la experiencia, dice Hume, es una considera a la causalidad como una necesidad de la razón y, por ende,
conjunción constante de propiedades experimentadas: si cada vez que también una necesidad del ser. En el enfoque racionalista, especial-
vemos el rayo oímos luego un trueno, lo único que podemos saber mente en esa elaboración que se desarrolló paralelamente a los gran-
empíricamente es que el trueno ha estado siempre unido al rayo en des éxitos de la física matemática en el siglo xvn, el mundo natural
toda la experiencia pasada; así, pues, nada podemos saber acerca de era una construcción matemáticamente perfecta, como lo demostraban
una relación causal que fuese «real» o «necesaria», porque no tene- las nuevas leyes de la ciencia; por motivos teológicos, ortodoxos o
mos experiencia de nada a lo que quepa llamar la relación causal, sino deístas, se consideraba que era la creación de un Dios-geómetra que
solamente del rayo y del trueno; y en cuanto a la necesidad, es una máticas y, en consecuencia, era también la necesidad de las relacio-
relación inalcanzable por grado alguno de generalización inductiva, ya nes existentes en este cosmos perfecto eran las que serían visibles en
que existe siempre la posibilidad empírica de que falle la conjunción una reconstrucción matemática perfecta, la «necesidad« de las mate-
de hechos en un caso todavía inexperimentado. Todas las relaciones máticas y, en consecuencia, era también la necesidad de las relacio-
fácticas ( esto es, las que se llegan a conocer por medio de la experien- nes cosmológicas. Galileo mantuvo este punto de vista, como asimis-
cia) son, por tanto, contingentes y no necesarias: puede concebirse mo lo hicieron Descartes, Spinoza y Leibniz; por su parte, Newton
que en algún caso ocurran de forma distinta a como lo hayan hecho estuvo profundamente influido por la tradición platónica de que las
en el pasado; sin embargo, dice Hume, siempre tendemos a atribuir matemátic2s son la expresión de la perfección formal de las cosas.
una conexión causal o necesaria a tales sucesos, y pregunta luego por Para el empírico Hume, esta tesis era demasiado a priori: estaba per-
qué ocurre así, no habiendo «a la vista ningún fundamento que lo fectamente dispuesto a conceder que lo mental o entendimiento pue-
apoye»; porque -contesta- estamos naturalmente dispuestos a ha- da tener unas inclinaciones tales que tienda a pensar de este modo;
cerlo así. Lo mental sería un mecanismo creador de hábitos: la asocia- pero habría que explicarlo encontrando algún origen psicológico de
ción de ideas se reforzaría con la repetición, y por ello nos es natural esta inclinación a creer. Y en este caso, la investigación psicológica
esperar que las conjunciones de fenómenos que hayamos experimen- nos da como origen de esta creencia los hábitos naturales de la men-
tado en el pasado se presenten de la misma manera en el futuro. Así te; en este sentido, Hume fue el primer pragmatista moderno.
pues, las leyes no serían sino una expresión de los hábitos de formar Kant, profundamente trastornado por la crítica de Hume, se afi-
expectativas congénitas al tipo de estructura o de órgano que es lo lió a la defensa de la ciencia newtoniana, pero teniendo en considera-
mental; y, por tanto, no hay razones distintas de las psicológicas para ción la crítica de Hume: es cierto, admitía, que toda creencia es, de
afirmar que la causalidad exista en la naturaleza: es la razón de que hecho, contingente, por lo cual creer en la necesidad es una creencia
tendamos a crearnos hábitos de expectativas (Hume llama a estos há- contingente, en el sentido de que las fuentes empíricas de toda creen-
bitos «ficciones de la imaginación», lo cual ha extraviado a muchos cia no nos permiten que pretendamos nada más para ella; pero los

406 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias 11. La causalidad 407

hábitos naturales del entendimiento revelan, por el propio hecho de independientemente de las condiciones bajo las cuales podemos llegar
ser hábitos naturales, una estructura conceptual innata; y las formas a conocerlas; así, nos es imposible conocer una causalidad real o últi-
bajo las cuales el entendimiento podría llegar a conocer las cosas son ma que rigiese las relaciones entre las cosas en sí mismas: sólo las
también, por ser resultado de una disposición natural, una disposi- cosas como son para nosotros constituyen el dominio de nuestro co-
ción necesaria; es decir, teniendo entendimientos como los que tene- nocimiento empírico o fenoménico; pero en este caso la causalidad
mos, no hay otra forma posible de concebir las cosas. Hay, pues, una es la condición para que lleguemos a entenderlas. Empíricamente,
necesidad formal de creer como de hecho lo hacemos, porque estas lo que se nos da es una multiplicidad, una colección desordenada de
formas de creencia posibles son universales en los hombres en cuanto apariencias espacio-temporales, a partir de las cuales solamente nunca
seres racionales: son las formas universales de la razón, de manera podríamos llegar a una ley, porque toda ley afirma que hay relaciones
que es inconcebible que ningún ser racional, sea el que sea, conciba invariantes entre algunos de estos fenómenos; la legalidad de los
las cosas de otra forma. Así, la crítica de Hume se vuelve contra sí fenómenos no es, pues, algo que descubramos empíricamente: el
misma, y quien saca sus consecuencias más a fondo es Kant. Para fundamento de nuestros asertos acerca de relaciones legales lo cons-
Kant, pues, existen formas a priori, bajo las cuales llegamos a tener tituye la condición a priori del entendimiento, la unificación de una
conocimiento de lo que conozcamos empíricamente: con respecto a multiplicidad bajo un solo concepto. Y el concepto con el cual la
nuestra percepción sensorial, estas formas son las formas a priori de mente ordena esa multiplicidad, tomándola como un caso de asocia-
espacio y tiempo, que son a priori en el sentido de que las presupone ción necesaria, es la causalidad; pues este concepto no se deduce de
la propia posibilidad de la experiencia perceptiva; y en cuanto al la experiencia, es a priori: proporciona a la experiencia la regla a
entendimiento, nuestra mente requiere un acto de síntesis: entender que se ha de sujetar en la medida en que penetre en el entendimiento.
es reunir cosas agrupándolas en cierta unidad. Esta síntesis o unifica- Así, puede decirse que descubrimos leyes, pero sólo con el supuesto
ción consiste en concebir los elementos dispares de la experiencia previo de la legalidad, sin el cual nos quedaríamos solamente con una
perceptiva en forma de relación captable por el entendimiento; y la multiplicidad de apariencias sin ninguna vinculación necesaria 7 ; así
condición necesaria para la mera posibilidad de entender es que se pues, partiendo (lo mismo que Hume) de una crítica de las condicio-
proponga esta relación sintetizadora. Uno de los aspectos de esta doc- nes epistemológicas de nuestro conocimiento de causas, Kant con-
trina es la identidad del entendimiento: la base para poder reunir las vierte las «disposiciones naturales de la mente}> de Hume en una
cosas en esta síntesis es uno y el mismo entendimiento (idéntico a sí «precondición necesaria del conocimiento».
mismo); y el otro aspecto es el acto de síntesis efectuado por esta Para Hume y para Kant, por tanto, la causalidad no es una gene-
consciencia idéntica (o idéntica a sí misma). Por tanto, bajo esta ralización inductiva, pero explica nuestras generalizaciones inductivas
forma del entendimiento se pone en orden una multiplicidad: se rela- o subyace a ellas: para Hume, como un hábito de la imaginación; y
ciona condicionalmente esto con aquello en un único y mismo acto de para Kant, como una regla «a priori» del entendimiento. John Stuart
consciencia. En una palabra, se puede tener la experiencia sólo con Mili, por su parte, la explica como la más general de nuestras gene-
la condición de que esté ordenada bajo las formas del espacio y en ralizaciones inductivas, que se ve repetidamente confirmada en todos
el tiempo; y sólo puede llegar a ser conocida o entendida bajo la for- los casos de generalización inductiva que afirmamos y, por tanto,
ma de causalidad, siendo ésta la síntesis o unificación de una multi- tiene las mayores pruebas en su apoyo. Vimos en el capítulo 9 que
plicidad bajo la identidad de un acto de consciencia; por consiguiente, Mill proponía convertir esta generalización en una premisa de cual-
la causalidad es el supuesto previo que subyace a la propia posibili- quier inferencia inductiva, ya que apoyaría o justificaría la inducción;
dad de nuestro conocimiento científico del mundo empírico ( o de los pero hemos advertido que esta formulación presenta notorias dificul-
fenómenos, según Kant). En este sentido, Kant también puede soste- tades, pues conduce a una circularidad al justificar la inducción ape-
ner que ésta es la base de la objetividad de nuestro conocimiento, lando a la inducción.
puesto que sólo en estas condiciones es posible el conocimiento.
Por ser estas condiciones universales ( o «trascendentales}}) sus- ' Ver en especial Crítica de la raz6n pura, trad. [al inglés] de N. Kemp-
criben la naturaleza objetiva de este conocimiento, que es tal que un Smith (Nueva York: St. Martin's Press, 1961) pp. 124·25, 138-40 y 218-32.
cognoscente cualquiera sólo puede llegar a serlo en estas condiciones: (Segunda Analogía) [que corresponde a las ediciones originales alemanas (de
1781 y 1787), págs. B 129-31, A 110-12 y B 143-6, y A 189-211 y B 233-56;
ob;etivo significa, pues, «universalmente intersubjetivo)). Como es en la vers. castellana más accesibe (Buenos Aires, Losada, 1960), en e t. I, pági-
obvio, no nos será posible llegar a saber nunca cómo son las cosas nas 235-46, 242-3 y 258-60, y 317-31, respectivamente].
408 Parte tercera: Algunos conceptos fundamentales de las ciencias
Capítulo 12
La larga historia del principio causal lo ha ido modificando una
y otra vez, lo ha adaptado, disfrazado y reinterpretado con nombres LOS CONCEPTOS MAS RECIENTES
varios, y hasta lo ha eliminado; y las distintas posibilidades al res-
pecto están relacionadas muy de cerca con las que hemos tratado en
SOBRE EL ESPACIO, EL TIEMPO Y
el capítulo 10. Por un lado, la causalidad no es simplemente una ley LA MATERIA
empírica más; pero tampoco parece ser, simplemente, una ley de alto
nivel de la cual pudieran deducirse leyes empíricas; ni podemos decir,
sin confusión ni circularidad, que sea una ley de leyes en el sentido
de Mili. Entonces, ¿es un hábito?; ¿es un postulado?; ¿funciona no
como un enunciado sobre la realidad, sino como una idea reguladora
del pensamiento?; ¿es, simplemente, el más útil de los muchos prin-
cipios metodológicos sostenidos con ánimo pragmático?; ¿es un resi-
duo animístico de una edad pasada, que lleva consigo las perniciosas
influencias del antropomorfismo?; ¿es, por el contrario, un artículo
de fe en la racionalidad de la naturaleza o en el ilimitado campo del
conocimiento científico?; ¿es meramente la legalidad o la predecibi-
lidad con otro nombre?; o, frente a lo que sucede con las leyes, que
siempre distinguen entre antecedentes y consecuentes, ¿es acaso un
principio de identidad ínsito en la consciencia, que sintetiza una mul-
tiplicidad en la «trascendental unidad de la apercepción» de la que
hablaba Kant? (En este sentido, Meyerson, en uno de los análisis
más esforzados que se conocen del concepto causal, distingue ley de
causa 8). ¿O bien va más allá de la legalidad, afirmando la identidad Aquí, ahora, allí y entonces
en el límite en que causa y efecto son equivalentes e intercambiables?
Pero, si es un principio teorético, ¿hace alguna referencia a la reali- Para dar cuenta de los más recientes conceptos sobre el espacio,
dad, o funciona solamente en el dominio de las verdades formales de el tiempo y la materia quizá sea mejor no comenzar por ellos, ni tam-
las cuales nos valemos para ordenar nuestros conocimientos?; ¿o es poco por los conceptos anteriores, sino empezar por el principio:
meramente otro modelo útil para ayudar a la imaginación a compren- por lo que podamos reconstruir de nuestras experiencias primitivas
der lo que las leyes establecen a base de lo que nos es familiar, o sea, y que finalmente ha dado origen a estos conceptos nuevos. En parte
la acción? Esta riqueza de posibilidades o alternativas conceptuales esta reconstrucción será una disquisición filosófica (como la que, en
es lo que nos lleva a considerarlo un concepto fundamental; pero es la teoría política y social, estudia un «estado de la naturaleza» ori-
también su continua pertinencia para las distintas imágenes del mun- ginal, cuando aún no existía la sociedad humana); y en parte esta
do que nos presenta la ciencia y para la interpretación de las formu- reconstrucción estará respaldada por la investigación pskológica so-
laciones científicas contemporáneas lo que hace de la causalidad un bre la percepción del espacio, del tiempo y de los objetos, y, espe-
concepto fundamental. La intrincada interrelación de este concepto cialmente, por las recientes experiencias con recién nacidos, con
con otros tan fundamentales como los de espacio, tiempo y materia, animales muy jóvenes y con niños. Importa esta «vuelta a la na-
y con las cuestiones del determinismo y el indeterminismo que surgen turaleza», (es decir, esta reconstrucción que quiere ser primitiva o
en la física moderna, será, por ello, lo que nos ocupará en el siguiente fenomenológica) porque los nuevos conceptos de espacio, del tiempo
capítulo. y de la materia, al ir más allá de los límites de los que eran clásicos
y habituales nos obligan a considerar los orígenes fundamentales de
nuestros conceptos sobre el espacio, el tiempo y los objetos y las
limitaciones de nuestra experiencia con tales métodos.
• Emile Meyerson, Identity and Reality, Tr. K. Loewenberg (Nueva York: Si imagináramos cómo era nuestra experiencia del mundo y de
Dover, 1962 [ ed. orig. Identité et réalité, París, Acan, 1908; 3.ª ed. 1926]. nosotros mismos antes de tener un lenguaje para describirla, nos
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