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LA NOVELA ESPAÑOLA

EN EL SIGLO XX:
ÚLTIMAS TENDENCIAS
Prof.- Ricardo Senabre
CRIF Las Acacias

Paúl Sanz Calvo


IES Manuel Elkin Patarroyo

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La historia de la novela española en el siglo XX es una historia difícil de

seguir y difícil de sintetizar. Desde el comienzo del siglo, que en España

podemos marcar en 1898 con el Desastre, la narrativa española ha

evolucionado de formas muy diversas. El ponente del curso, Ricardo Senabre,

es catedrático de Literatura Comparada y Teoría de la Literatura de la

Universidad de Salamanca y, entre otros aspectos, se ha especializado en la

crítica y el análisis de la narrativa del siglo pasado. Durante este curso ha

trazado un recorrido por la historia de la novela del siglo XX, breve por causa

de tiempo, pero profundo, intenso e interesante.

Ricardo Senabre ha optado como método didáctico por centrarse en

algunas obras fundamentales de los autores más señalados de cada momento

literario, en lugar de hacer una historia de la novela en el sentido tradicional.

Este método me ha parecido un acierto en un curso destinado a profesores de

enseñanzas medias, pues la lectura y el comentario de textos son métodos

que pueden ayudar a acercar los textos literarios a los alumnos de estos

niveles.

La primera parte del curso se ha dedicado a los autores de la llamada

Generación del 98. Ricardo Senabre no ha entrado en polémicas sobre esta

denominación, sino que se ha centrado en recorrer las obras de Unamuno,

Baroja y Valle-Inclán que mejor podían explicar la trayectoria y la teoría de la

novela de estos tres autores.

La exposición de la obra de Miguel de Unamuno llegó a hacerse pesada

por la densidad de los conceptos aprehendidos en sus obras. La idea central

de la obra novelística de Unamuno es la relación entre el autor y la obra, que

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vertebra obras como Niebla. Tiene mucha relación con esto la idea que el autor

salmantino tiene de la paternidad. Unamuno, catedrático de Filosofía al fin y al

cabo, se pregunta por la esencia de las cosas y, especialmente, por qué define

a un ser humano. La respuesta que da en obras como San Manuel Bueno,

mártir es que la paternidad es un concepto intelectual, no genético, de tal

manera que se puede considerar que las obras, en este sentido metafísico, son

descendientes de los autores.

El tiempo dedicado a Pío Baroja fue más ligero por la menor densidad

doctrinal del autor. Sin embargo, Ricardo Senabre se esforzó en desmentir la

idea preconcebida del desaliño de Baroja como autor. Viendo la estructura de

obras como Zalacaín el aventurero, sólo caben dos análisis: o bien Baroja tiene

como narrador una intuición admirable o bien su desprecio de la técnica no era

tanto como decía tener. Baroja es el gran autor de novelas del mar en la

narrativa española del siglo XX, que siempre ha sufrido una carencia evidente

en este sentido.

Por su parte, Senabre señala el dominio de la lengua como un elemento

fundamental en la obra de Valle-Inclán. Desde sus inicios modernistas, muy

influidos por el italiano D’Annunzio, hasta las novelas esperpénticas como

Tirano Banderas o la trilogía de El ruedo ibérico, la evolución de Valle es

evidente, impulsada por el afán de experimentar con las palabras.

Después de la atención dada a los autores del 98, el espacio dedicado a

la generación de la República ha sido, necesariamente, menor. El ponente se

ha centrado en dos autores, XXXXX y XXXXX,

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La premura de tiempo en la que se ha movido el curso ha motivado que

R. Senabre haya tenido que seleccionar entre todos los autores de posguerra.

Personalmente lamento que este hecho haya significado no poder dedicarle

tiempo a Miguel Delibes, uno de mis autores favoritos, no sólo en el campo de

la novela, sino también en el cuento y los libros de memorias. Hemos hecho un

brevísimo análisis de Nada de Carmen Laforet, obra importante por sus valores

intrínsecos y también por lo que supuso en el desolado panorama de la novela

tras la Guerra Civil. Esta obra es la primera novela sobre la guerra, aunque no

haya ni una sola mención directa al conflicto.

Por otro lado, el recorrido por las obras más importantes de Camilo José

Cela ha sido muy fructífero. Aparte de la inevitable La familia de Pascual

Duarte, hemos analizado otras obras como Pabellón de reposo, Mrs. Caldwell

habla con su hijo y, por supuesto, La colmena. De entre estas obras se puede

señalar la presencia del incesto en Mrs. Caldwell, tema tabú en la gran

literatura española; y también hay que tener en cuenta que La colmena es una

de las mejores adaptaciones de la narrativa americana (John Dos Passos,

William Faulkner) a la novelística española. No obstante, también se ha

señalado la decadencia de Cela como narrador, palpable en sus últimas obras,

señaladamente Madera de boj.

Sin embargo, la parte del estudio de Cela que me ha parecido más

aprovechable para mi labor docente ha sido la lectura y comentario de Los

neófitos, uno de los Apuntes carpetovetónicos. Se trata de un texto con un

humor y una ironía finamente gallega, que se puede aprovechar en los cursos

superiores de la E.S.O. e incluso en el Bachillerato. Además, es de agradecer

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el buen hacer de Senabre, es admirable su expresividad en la lectura y el

análisis que hizo de este texto, aparentemente inocuo y en realidad

profundamente crítico con la sociedad española de su época.

Posteriormente el curso se ha centrado en otros narradores de la

posguerra, en especial en dos grandes narradores que no temían experimentar

con la lengua y el estilo: Sánchez Ferlosio y Martín Santos.

Rafael Sánchez Ferlosio escribió una novela inclasificable como

Industrias y andanzas de Alfanhui, en la que casi por primera vez una novela

no “juvenil” retrata con verosimilitud el mundo de la infancia.

Luis Martín Santos es uno de los grandes renovadores de la narrativa de

posguerra. Su Tiempo de silencio es una obra básica para entender las nuevas

tendencias de la novela española. Las técnicas más innovadoras se agolpan —

monólogo interior, libre fluir de la conciencia, juegos lingüísticos—, puestas

siempre al servicio de una novela demoledora sobre la sociedad española y, en

particular, española de su época. No debemos olvidar que Martín Santos era

militante del PCE.

En la última sesión del curso, Ricardo Senabre ha trazado un bosquejo

de la situación de la novela española desde la Transición hasta nuestros días.

Apartándose del canon dominante, el ponente ha señalado las carencias

estilísticas de algunos escritores consagrados por cierta crítica relacionada con

un potente grupo editorial. Por ello, ha reseñado al menos brevemente varios

autores actuales que le parecen interesantes aunque no rellenen páginas de

los suplementos culturales.

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Como conclusión, puedo señalar que el curso me ha parecido muy interesante

tanto en los contenidos propuestos como en los finalmente impartidos. La brevedad del

tiempo

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