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Reseña de Durkheim a trabajos de Salvemini, Croce y Sorel sobre la naturaleza de la historia,

en Année sociologique, vol. 6, 1901-1902

La historia sólo puede ser una ciencia con la condición de que se eleve por encima de lo
particular; pero en ese caso deja de ser ella misma y se transforma en una rama de la
sociología. (…) La historia puede conservarse como una disciplina distinta sólo si se confina a sí
misma al estudio de cada nación individual, tomada en sí misma y considerada en los distintos
momentos de su desarrollo. Pero entonces no es más que una narrativa, principalmente
práctica en sus objetivos. Su función es poner a las sociedades en condiciones de recordar por
sí misma su pasado; es la forma más característica de memoria colectiva. Después de distinguir
estas dos concepciones de la historia, debemos agregar que, cada vez más, están destinadas a
volverse inseparables. Porque no hay conflicto entre ellas sino una diferencia de grado. La
historia científica, o sociología, debe fundarse en la observación directa de hechos concretos y,
por su parte, la historia nacional, la historia como arte, sólo puede salir beneficiada por el
ingreso de los principios generales que aporta el sociólogo. Porque para que la gente conozca
bien su pasado, es necesario seleccionar de entre la multitud de fenómenos para quedarse
sólo con los que son particularmente vitales, y para hacer eso debemos tener criterios, lo que
presupone comparación. Del mismo modo, para poder descubrir con mayor certeza el camino
por el que los eventos concretos de un período definido de la historia se unen entre sí, es útil
conocer las relaciones generales de las que las relaciones específicas son ejemplos y
aplicaciones. En realidad no hay, en consecuencia, dos disciplinas separadas, sino dos puntos
de vista diferentes que, lejos de excluirse mutuamente, se presuponen uno al otro. Pero esta
no es razón para confundirlos y atribuir a uno lo que es característico del otro. Ni bien la
historia se vuelve una disciplina comparativa, resulta indistinguible de la sociología. La
sociología, a su vez, no sólo no puede existir sin la historia, sino que necesita historiadores que
sean, a la vez, sociólogos. (…) De este modo, por más antagónicas que puedan ser, estas dos
disciplinas tienden naturalmente a acercarse, y todo sugiere que están llamadas a unirse en un
estudio común, que recombine y unifique los elementos de ambas. Porque resulta tan
imposible que el historiador –el estudioso cuyo papel consiste en descubrir hechos- pueda
descuidar las comparaciones que hacen uso de este material, como que el sociólogo, que los
compara, descuide verificar como se han descubierto. Producir historiadores que sepan cómo
ver los hechos históricos como sociólogos o –lo que significa lo mismo- producir sociólogos que
se hayan entrenado en todas las técnicas de la historia es el objetivo por el que hay que
esforzarse desde ambos lados. De esta forma, las fórmulas explicativas de la sociología se
extenderán progresivamente al universo entero de los hechos sociales, en lugar de reproducir
solamente sus contornos más generales, y, a la vez, la erudición histórica se volverá
significativa, porque se empleará para resolver los problemas más importantes que enfrenta la
humanidad.

Fragmento extraído de: E. Durkheim. Escritos selectos. Introducción y selección de Anthony


Giddens, Buenos Aires, Nueva Visión, 1993. (pp. 83-84)

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