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Sentencia C-394/17

DIVORCIO-Legitimación para presentar la


demanda/LEGITIMACION DE CONYUGE OFENDIDO PARA
EJERCER ACCION JUDICIAL DE DIVORCIO-No desconoce el
derecho al libre desarrollo de la personalidad por tratarse de una
restricción admisible constitucionalmente, en tanto es proporcionada y
razonable

La demandante considera que la expresión acusada del artículo 156 del


Código Civil, al establecer que el divorcio solo puede ser demandado por el
cónyuge inocente, quebranta los derechos a la igualdad y al libre desarrollo
de la personalidad consagrados en los artículos 13 y 16 de la Constitución
Política, y por consiguiente, solicita que sea declarada inexequible. (…) En
esta oportunidad, corresponde a la Corte determinar si el legislador al
establecer que la legitimación en la causa por activa para ejercer la acción
judicial de divorcio sólo recae en el cónyuge que no haya dado lugar a los
hechos que lo motivan, desconoce el derecho fundamental al libre desarrollo
de la personalidad del denominado “cónyuge culpable” (art. 16 de la CP), al
punto de limitar su autodeterminación para definir la continuidad del vínculo
matrimonial, escoger su estado civil y concretar libremente su proyecto de
vida emocional y familiar. Para abordar el estudio del problema jurídico
planteado, la Corte comienza por recordar la naturaleza constitucional y los
lineamientos legales que rigen la institución del matrimonio como una de las
formas de constituir familia, con el fin de centrar el análisis en el divorcio
como posibilidad jurídica para disolver el vínculo del matrimonio civil, cuya
regulación compete al legislador. Seguidamente, se refiere al alcance del
derecho al libre desarrollo de la personalidad y su entendimiento en el marco
de las relaciones familiares; y, por último, realiza el estudio concreto del cargo
que fue admitido como apto, para lo cual examina la medida legislativa
censurada desde los criterios de la proporcionalidad. (…) Luego de adelantar
el estudio respectivo desde la aplicación del juicio de proporcionalidad, la
Corte concluyó que el segmento demandado no resulta violatorio del derecho
al libre desarrollo de la personalidad, debido a que, una vez los contrayentes
aceptan el contrato de matrimonio, al que concurren de forma voluntaria,
aceptan también las cláusulas de las que se derivan restricciones para su
autonomía, y ello incluye las relativas a los mecanismos que existen para
disolverlo. En tal sentido, la Sala consideró que si los cónyuges no desean
continuar con el vínculo matrimonial, cuentan con posibilidades jurídicas
para disolverlo como el mutuo acuerdo, o la posibilidad que ambos cónyuges
tienen de acudir a la separación de cuerpos para luego de transcurridos dos
años, proceder a solicitar el divorcio, restricción que no es desproporcionada
si se tiene en cuenta que la finalidad es proteger a la familia y tratar de
recomponer el vínculo matrimonial.

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Requisitos mínimos


DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Requisitos de claridad,
certeza, especificidad, pertinencia y suficiencia

COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL-Concepto/COSA JUZGADA


CONSTITUCIONAL-Alcance

SENTENCIAS DE CONSTITUCIONALIDAD-Características
especiales

COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL ABSOLUTA-


Configuración/COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL RELATIVA
IMPLICITA-Configuración/COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL
RELATIVA EXPLICITA-Concepto/COSA JUZGADA
CONSTITUCIONAL RELATIVA IMPLICITA-Concepto/COSA
JUZGADA CONSTITUCIONAL ABSOLUTA APARENTE-
Configuración/COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL FORMAL-
Configuración/COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL MATERIAL-
Configuración

CONTROL ABSTRACTO DE CONSTITUCIONALIDAD DE


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA EN VIGENCIA DE LA
CONSTITUCION DE 1886-Jurisprudencia constitucional sobre cambio
de parámetro de control con la expedición de la Constitución Política de
1991

Es necesario precisar que la jurisprudencia constitucional ha reconocido que


el cambio de parámetro de control que se causó con la expedición de la
Constitución Política de 1991, conlleva diversos efectos en cuanto a la
institución de la cosa juzgada constitucional, a saber: (i) cuando la Corte
Suprema de Justicia adelantó el estudio material y declaró exequible una
norma con base en los lineamientos trazados por la derogada Constitución de
1886, no es posible predicar la existencia de cosa juzgada constitucional
frente a los preceptos de la Carta Política de 1991 y, por consiguiente, se
habilita la competencia de la Corte Constitucional para emitir un nuevo
pronunciamiento de mérito; (ii) cuando la Corte Suprema de Justicia,
actuando como juez constitucional transitorio, declaró exequibles normas
preconstitucionales con base en los preceptos de la Constitución Política de
1991, se entiende que existe cosa juzgada sobre los puntos objeto de análisis,
por lo cual se ha concluido con fallos de “estarse a lo resuelto”; y (iii)
cuando la Corte Suprema de Justicia declaró inexequibles normas
preconstitucionales con base en los lineamientos fijados por la Constitución
de 1886, se ha entendido que dicha inexequibilidad trasciende al mundo
jurídico, retirando la norma del ordenamiento legal.

JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA EN


VIGENCIA DE LA CONSTITUCION DE 1886 SOBRE
LEGITIMACION PARA PRESENTAR DEMANDA DE
DIVORCIO-Inexistencia de cosa juzgada constitucional
2
INTEGRACION DE UNIDAD NORMATIVA-Carácter excepcional

La integración de la unidad normativa por parte de la Corte es un mecanismo


excepcional, que opera “… cuando ella es necesaria para evitar que un fallo
sea inocuo, o cuando ella es absolutamente indispensable para pronunciarse
de fondo sobre un contenido normativo que ha sido demandado en debida
forma por un ciudadano. En este último caso, es procedente que la sentencia
integre la proposición normativa y se extienda a aquellos otros aspectos
normativos que sean de forzoso análisis para que la Corporación pueda
decidir de fondo el problema planteado.

INTEGRACION DE UNIDAD NORMATIVA-Planos en que resulta


aplicable/INTEGRACION NORMATIVA-Supuestos

La Corte ha diferenciado los dos planos en que resulta aplicable la


integración normativa: (i) la consolidación de la proposición jurídica
completa y (ii) la técnica de la unidad normativa. El primero dirigido a
completar el sentido de la disposición acusada con otros enunciados
normativos inescindiblemente relacionados con ella, con miras a asegurar que
el control recaiga sobre un precepto con un alcance regulador autónomo e
inteligible. Y el segundo previsto para extender el efecto de la decisión a otras
disposiciones de igual o similar contenido normativo, en los que la integración
busca preservar el principio de supremacía constitucional, garantizar la
seguridad jurídica y, en ciertos casos, evitar que el fallo prive de sentido al
texto legal acusado. Particularmente, en tratándose del segundo plano en
comento, la Corte ha señalado que la aplicación del fenómeno de la unidad
normativa en el marco de la acción pública de inconstitucionalidad se puede
dar en tres hipótesis y de manera excepcional: (i) en aquellas circunstancias
en las cuales el precepto acusado se encuentra reproducido en otras
disposiciones que no fueron objeto de demanda; (ii) cuando la disposición
cuestionada está inserta en un sistema normativo que, a primera vista, genera
serias dudas de constitucionalidad; o (iii) cuando el precepto demandado no
tiene un contenido claro o unívoco, de manera que, para entenderlo y
aplicarlo, resulte absolutamente imprescindible integrar su contenido con el
de otra disposición que no fue acusada.

MATRIMONIO-Naturaleza constitucional y legal

MATRIMONIO-Forma de constituir familia/MATRIMONIO CIVIL-


Concepto/MATRIMONIO-Características según la
doctrina/CONTRATO MATRIMONIAL-Efectos

La jurisprudencia constitucional ha reconocido que el matrimonio civil es un


contrato solemne que genera derechos e impone deberes recíprocos a los
cónyuges, es decir, es “es un acto constitutivo de familia que genera deberes
en cabeza de los cónyuges”. Ello es así en tanto el artículo 113 del Código
Civil dota de naturaleza contractual al matrimonio, asignándole un alcance
bilateral habida cuenta que los consortes acuden a él de forma libre y se unen
3
por mutuo consentimiento con la finalidad de vivir juntos, procrear y
auxiliarse. A partir de la definición dada por la ley, la doctrina sostiene que el
matrimonio se caracteriza por ser un contrato: bilateral, porque una vez
celebrado se constituye en fuente de derechos y obligaciones recíprocas entre
los esposos, solemne, pues para su validez requiere el cumplimiento de ciertas
y precisas formalidades especiales, puro y simple, ya que los derechos y
obligaciones que surgen del mismo no pueden someterse a plazo o condición,
de tracto sucesivo, por cuanto sus obligaciones se deben cumplir mientras
perdure el matrimonio, y finalmente, en la actualidad, el entendimiento
igualitario constitucional permite advertir que el matrimonio tiene una
condición de diversidad en sus contrayentes. De acuerdo pues con su régimen
jurídico especial, el contrato matrimonial produce dos tipos de efectos: (i) los
efectos de orden personal, que tienen que ver con los derechos y obligaciones
que surgen entre los cónyuges y en relación con los hijos; y, (ii) los efectos de
orden patrimonial, consecuencia de la existencia de la sociedad conyugal o
comunidad de bienes que se forma con ocasión del matrimonio.

DISOLUCION DE MATRIMONIO-Causales/DIVORCIO-Causales
objetivas y subjetivas

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Contenido y


alcance

DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-


Núcleo esencial

DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-


No es un derecho absoluto

FAMILIA Y MATRIMONIO-Derechos de carácter fundamental

Expediente: D-11785

Demanda de inconstitucionalidad contra el


artículo 156 (parcial) del Código Civil.

Demandante: Juliana María Moreno Leguizamo

Magistrada Ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA

Bogotá, D.C., veintiuno (21) de junio de dos mil diecisiete (2017).

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones


constitucionales y legales, en especial las previstas en el artículo 241, numeral
4
4, de la Constitución Política, y cumplidos todos los trámites y requisitos
contemplados en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

I. ANTECEDENTES

En ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241 de la


Constitución Política, la ciudadana Juliana María Moreno Leguizamo presentó
demanda de inconstitucionalidad contra la expresión “por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenida en el artículo 156 del
Código Civil, relativo a la legitimación y oportunidad para presentar la
demanda de divorcio.

De acuerdo con el sorteo realizado en la sesión ordinaria de la Sala Plena del


27 de octubre de 2016, el expediente de la referencia correspondió para su
inicial sustanciación al Magistrado Alberto Rojas Ríos, quien mediante auto del
15 de noviembre de 2016 admitió la demanda de inconstitucionalidad
formulada contra el artículo 156 (parcial) del Código Civil, por los cargos
relacionados con la presunta vulneración de los derechos fundamentales a la
igualdad (Art. 13 C.P.) y al libre desarrollo de la personalidad (Artículo 16
C.P.).

En la misma providencia se comunicó la iniciación de este proceso de


constitucionalidad al Presidente del Congreso, al Presidente de la República, al
Ministerio del Interior, al Ministerio de Justicia y del Derecho, para que
intervinieran directamente o por intermedio de apoderado designado para el
efecto, dentro de los 10 días siguientes al recibo de la comunicación respectiva,
indicando las razones que a su juicio justifican la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de la norma demandada. También se dispuso correr
traslado al señor Procurador General de la Nación, para que emitiera el
respectivo concepto.

Del mismo modo, se invitó a las Facultades de Derecho de las Universidades


de Los Andes, de Antioquia, de Cartagena, del Valle, EAFIT, Santo Tomás
(sede Bogotá), Externado de Colombia, Javeriana, Libre, Nacional de
Colombia, del Rosario, de La Sabana y Sergio Arboleda, para que intervinieran
dentro de los 10 días siguientes a la fecha de recibo de la comunicación
respectiva, explicando las razones que sustentan la exequibilidad o
inexequiblidad de la disposición acusada.

Cumplidos los trámites constitucionales y legales propios de esta clase de


procesos, el Magistrado Alberto Rojas Ríos presentó registro de proyecto de
fallo el 14 de marzo de 2017 y, posteriormente, el asunto fue programado para
discusión por Sala Plena a partir del 24 de mayo de 2017. No obstante, tales
discusiones fueron suspendidas debido a una comisión de servicios que le fue
concedida al Magistrado Alberto Rojas Ríos del 5 al 16 de junio de 2017, por
lo cual, el debate se reanudó en la sesión ordinaria de Sala Plena programada
para el 21 de junio de 2017.
5
Ese día, el proyecto de fallo que presentó el Magistrado Sustanciador inicial
fue sometido a votación, pero no alcanzó la mayoría requerida para su
aprobación. Por consiguiente, dando cumplimiento al artículo 34 del
Reglamento Interno de esta Corporación, mediante auto del 28 de junio de
2017, el Magistrado Alberto Rojas Ríos procedió a remitir el expediente a la
Magistrada Diana Fajardo Rivera para la elaboración de la sentencia definitiva.
Toda vez que los cambios son sustanciales respecto de la ponencia original,
entra la Corte a decidir sobre la demanda de la referencia.

II. NORMA DEMANDADA

A continuación se transcribe la norma, se subraya y resalta en negrilla la


expresión demandada:

“LEY 84 DE 1873
(26 de mayo),
Diario Oficial No. 2.867 de 31 de mayo de 1873

“Código Civil”
(…)

LIBRO PRIMERO.
DE LAS PERSONAS
(…)

TITULO VII.

DEL DIVORCIO Y LA SEPARACION DE CUERPOS, SUS CAUSAS Y


EFECTOS

“ARTICULO 156. LEGITIMACION Y OPORTUNIDAD PARA PRESENTAR


LA DEMANDA. El divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan y dentro del término de un año,
contado desde cuando tuvo conocimiento de ellos respecto de las causales 1a.
y 7a. o desde cuando se sucedieron, respecto a las causales 2a., 3a., 4a. y 5a.”

III. LA DEMANDA

1. La demandante presenta dos cargos contra la expresión acusada del artículo


156 del Código Civil. El primero de ellos consistente en la violación del
derecho a la igualdad (art. 13 de la C.P.), mientras el segundo cargo lo propone
por vulneración del derecho al libre desarrollo de la personalidad (art. 16
Superior).

2. Puntualmente, respecto del primer cargo, sostiene que el precepto acusado


quebranta el derecho a la igualdad al facultar únicamente al cónyuge
“inocente” para demandar el divorcio en relación con las causales 1, 2, 3, 4, 5

6
y 7 previstas en el artículo 154 del Código Civil, en menoscabo del
denominado cónyuge “culpable”, quien está desprovisto de esta posibilidad.

La actora plantea que la Constitución Política de 1991 otorga una protección


especial a la familia como pilar fundamental de la sociedad, por lo cual la
legislación prevé las formas de matrimonio, la edad y capacidad para
contraerlo, los deberes y derechos de los cónyuges, su separación y la
disolución del vínculo matrimonial. Sin embargo, en virtud del deber de
promoción de la estabilidad familiar, “el Estado no puede obligar a los
cónyuges a mantener el vínculo matrimonial en contra de su voluntad”, por lo
cual, estima que debe existir una igualdad entre la pareja para demandar el
divorcio.

Bajo esa lógica argumenta que, con el fin de determinar si la norma demandada
contraría el derecho a la igualdad, es necesario verificar si ¿existe una razón
que justifique que el ordenamiento jurídico dé un trato desigual a los cónyuges
para demandar el divorcio, en relación con las causales subjetivas previstas en
el Código Civil? Para resolver ese interrogante, la demandante se vale de un
test de igualdad a través del cual concluye que el criterio de diferenciación es
sospechoso, ya que está basado en la culpabilidad que se le atribuye a uno de
los cónyuges, cuando quiera que incurre en alguna de las causales subjetivas
dispuestas en el artículo 154 del Código Civil.

Al respecto, estima que el hecho de que uno de los cónyuges esté incurso en
una de las causales de culpabilidad, no debería dar lugar a un criterio de
diferenciación y trato desigual entre los contrayentes. Agrega que “el
legislador al incorporar al ordenamiento legal la expresión demandada en la
presente acción de inconstitucionalidad, pretendía proteger al cónyuge
inocente y castigar al cónyuge culpable, lo cual implica una limitación a los
derechos del cónyuge culpable”, quien no puede rehacer su vida y elegir su
estado civil.

Por consiguiente, la actora aduce que no se trata de eliminar la condición de


culpable al cónyuge que da lugar a los hechos que pueden motivar el divorcio,
sino que se le permita en uso de su derecho a la igualdad invocar el divorcio,
para que el reconocimiento de dicho derecho no sea solamente formal sino
material.

3. En tratándose del segundo cargo que propone, la demandante afirma que la


expresión acusada desconoce el derecho al libre desarrollo de la personalidad
del “cónyuge culpable”, en tanto lo limita en aspectos como la determinación
de su estado civil y la realización autónoma de su vida.

Sobre el punto, plantea que el matrimonio se constituye y perfecciona por el


libre y mutuo consentimiento, es decir, ninguna persona ni el Estado pueden
entrometerse en esta decisión, no obligar a la persona a casarse si ella no lo
desea. Entonces, si no es posible la coacción para que las personas contraigan
un vínculo matrimonial, tampoco lo es el obligarlo a mantener dicho vínculo
vigente en contra de su voluntad. En palabras de la demandante:
7
“En relación con la expresión de la norma demandada se presenta una
vulneración del art. 16 de la Constitución Nacional, puesto que impide al
cónyuge culpable demandar el divorcio y sólo le otorga esta potestad al
cónyuge inocente. Si el objeto del divorcio es disolver el matrimonio y
permitir a los cónyuges rehacer sus vidas, no se justifica el prohibir al
cónyuge culpable acceder al divorcio, pues ello implicaría impedirle
escoger y determinar su existencia, realizar su vida, escoger su estado
civil, lo cual evidencia que esta disposición es contraria al derecho en
mención”.

(…)

El Estado no puede coaccionar la permanencia del vínculo matrimonial


más aún cuando los cónyuges no lo quieren mantener, tampoco puede
obligarlos a continuar con una convivencia que es contraria a los
intereses de cada uno”.

La actora explica que, aplicando un test de proporcionalidad, la finalidad del


divorcio es disolver el vínculo matrimonial y con ello permitir que los
cónyuges restablezcan sus vidas en aras de que cada uno pueda desarrollarse
libremente como persona y escoger su estado civil. A partir de ello, esgrime
que es inadecuada la restricción que impone la expresión acusada, porque
sacrifica el libre desarrollo de la personalidad sin una justificación e incluso es
contradictoria con la finalidad que persigue la figura del divorcio, pues obliga
al “cónyuge culpable” a mantenerse en un vínculo que no quiere por el solo
hecho de haber incurrido en alguna de las causales subjetivas de divorcio.
Aduce que la medida es innecesaria porque “si lo que se busca es sancionar al
cónyuge culpable, para ello existen otros medios como lo son la obligación de
dar alimentos al otro cónyuge e incluso una indemnización por los
perjuicios”.

Finalmente, considera que la intervención que se hace del derecho al libre


desarrollo de la personalidad no es proporcionada en sentido estricto porque
limita en gran medida el derecho al libre desarrollo de la personalidad, en tanto
obliga al cónyuge culpable a continuar con el vínculo matrimonial contrariando
su voluntad y, consecuentemente, cercenándole el derecho a autodeterminarse.

4. En este orden de ideas, con base en los dos cargos mencionados, la


demandante solicita declarar la inexequibilidad de la expresión “por el
cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenida en el
artículo 156 del Código Civil. Luego de realizar tal petición, plantea la
inexistencia de cosa jugada constitucional respecto de la sentencia 56 de 1985,
M.P. Alfonso Patiño Roselli, proferida por la Corte Suprema de Justicia – Sala
Plena, en tanto el análisis que allí se efectuó tuvo como parámetro de control la
Constitución de 1886.

IV. INTERVENCIONES

8
De acuerdo con la constancia expedida por la Secretaría General de la Corte
Constitucional1, dentro del término de fijación en lista, el cual venció el 9 de
diciembre de 2016, se recibieron escritos de intervención de la Facultad de
Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, de la Facultad de Derecho de la
Universidad Externado de Colombia, del Instituto Colombiano de Derecho
Procesal y del Ministerio de Justicia y del Derecho, los cuales se resumen a
continuación.

1. Universidad del Rosario

Mediante escrito radicado en la Secretaría General el 9 de diciembre de 2016 2,


Luisa Fernanda González Nieto y Lilian Marcela Caro Díaz, miembros del
Área de Derecho de Familia de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad
del Rosario, intervinieron con el fin de solicitar a la Corte declarar la
constitucionalidad condicionada de la expresión demandada.

Fundan su petición en la existencia de dos posibles interpretaciones de la


norma acusada. En primer lugar, la que se deriva de entender que el
matrimonio es un contrato bilateral que genera obligaciones reciprocas entre
los esposos, y que su resolución mediante la figura del divorcio solo la puede
invocar el cónyuge inocente que no ha dado lugar al incumplimiento del
contrato matrimonial. Y, una segunda interpretación que parte por comprender
como elemento esencial del contrato de matrimonio, la existencia de un libre
consentimiento en su celebración que debe mantenerse en toda la ejecución de
dicho contrato. De tal forma que cuando dicho consentimiento desaparece en
uno de los cónyuges, no se le puede obligar a estar vinculado indefinidamente
en una relación jurídica familiar.

En criterio de las intervinientes, la norma demandada viola el principio de


igualdad, para lo cual señalan que dentro de los sistemas pertenecientes a la
familia romano-germánica, varios países han permitido la posibilidad de que
cualquiera de los cónyuges, sea el culpable o el inocente, soliciten la disolución
del vínculo matrimonial. Ello por cuanto el denominado cónyuge culpable en
todo caso se le obliga a reconocer alimentos al cónyuge inocente como sanción
por su conducta culposa, pero se les permite estar legitimado para demandar la
ruptura del vínculo matrimonial. Por consiguiente, “el cónyuge culpable,
estando legitimado para solicitar el divorcio, sin tener causal alguna, se
entenderá confesada su culpa”.

A partir de lo anterior, “invitan a la Corte Constitucional a declarar una


exequibilidad de la norma demandada, en el entendido en que el cónyuge
culpable también esté legitimado para solicitar la disolución del vínculo
matrimonial, siempre y cuando este quede obligado al pago de alimentos al
cónyuge inocente, en virtud del incumplimiento de las obligaciones emanadas

1 Folio 53-55.
2 Folios 47-59.
9
del contrato de matrimonio, tal cual como se predica ante el incumplimiento
de cualquier clase de contrato en general.”3

2. Universidad Externado de Colombia

Néstor Raúl Charrupi Hernández, Profesor del Departamento de Derecho


Privado de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado, mediante
escrito radicado en la Secretaría General el 9 de diciembre de 2016 4, intervino
en el proceso para solicitar que se declare la exequiblidad de la norma
demandada. Para tal efecto, refiere la distinción entre causales objetivas y
subjetivas de disolución del matrimonio, precisando que las segundas son las
que pueden dar lugar a que en el extremo de la relación se encuentre un
cónyuge culpable, quien en aplicación del principio “nemo auditur propiam
turpidudinem”, le está vedado alegar a su favor la propia culpa.

De allí que no sea posible que una persona derive un beneficio por alegar su
propia culpa en el marco de una relación contractual que impacta la institución
de la familia, por cuanto su actuar contraria el principio constitucional de
buena fe. Lo que puede hacer el cónyuge culpable es alegar cualquiera de las
causales objetivas para poder obtener el divorcio. En palabras del interviniente:

“En ese sentido, para resolver el cargo de inconstitucionalidad incoado, se


considera que la norma demandada, no resulta violatoria de los derechos de
igualdad y libre desarrollo de la personalidad, respecto de los argumentos
que fueron presentados por la accionante, por cuanto en primera medida
existe una clara razón para la limitación dispuesta por el legislador, que
constituye la imposibilidad de una persona de alegar la propia culpa en su
favor, como sería el caso del “cónyuge culpable” respecto de las causales
previstas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7 del Código Civil, y en segunda
medida, porque el artículo 156 del mismo ordenamiento citado, establece a
su turno unas causales restantes a las que aquel puede acceder con el fin de
lograr los fines propios del divorcio, principalmente se hace referencia a la
separación de cuerpos como medida inicial, para restar a la obligación de
convivencia, la cual una vez confirmada después de 2 años, puede dar lugar
a la declaratoria de divorcio y con ello la libertad de modificar su estado
civil...”5

3. Instituto Colombiano de Derecho Procesal

En escrito radicado en la Secretaría General el 23 de septiembre de 2016 6,


Edgardo Villamil Portilla, Miembro del Instituto Colombiano de Derecho
Procesal, solicita a la Corte Constitucional declarar la inexequibilidad de la
norma acusada, pero no por los motivos señalados por la demandante, sino por
violar los artículos 1, 42, 43, 44 y 45 de la Carta Política.

3 Folio 51.
4 Folios 55-60.
5 Folios 59-60.
6 Folios 61-66.
10
En primer lugar, frente a los cargos que propone la demanda, el interviniente
plantea que debe mantenerse el principio “nemo auditur propiam turpidudinem
suam allegans”, de que nadie puede alegar su propia culpa en juicio, como
restricción que prohíbe al individuo valerse de sus propias faltas para derivar
beneficios, ya que “en el mundo del contrato sería impensable que quien ha
transgredido y deshonrado sus deberes pueda demandar la terminación del
contrato fundado en su mal proceder”.

No obstante, en segundo lugar, considera que el debate que sugiere la demanda


“está fuera de contexto, pues lo que choca con los derechos fundamentales y la
Constitución Política es el divorcio contencioso, pues en verdad el divorcio
debería proceder por la simple voluntad de cualquiera de los cónyuges, es
decir, un divorcio sin causales”. En ese sentido, estima que el juez
constitucional debe abolir las causales de divorcio y entronizar el divorcio por
la sola voluntad de quien quiere divorciarse, ello con el fin de que la familia no
sea sometida a la guerra judicial que implica la ruptura matrimonial, en donde
los hijos sufren la tragedia del proceso de divorcio. De tal forma que, en
criterio del interviniente, la única condición del divorcio por la simple petición
de cualquiera de los cónyuges, es el aseguramiento de un nuevo pacto
económico que regule las indemnizaciones, los alimentos y la protección de los
sujetos vulnerables como resultado de la crisis matrimonial.

En sustento de esa postura, explica que se debe efectuar una integración


normativa con el artículo 154 del Código Civil para que este sea declarado
contrario a la Constitución, al igual que la expresión “que no haya dado lugar
a los hechos que lo motivan y dentro del término de un año, contado desde
cuando se sucedieron, respecto a las causales 2ª. 3ª. 4ª. y 5ª.”, del artículo 156
del Código Civil. Luego de tal petición, concluye que la institución del
divorcio sin causales y por la sola voluntad de cualquiera de los cónyuges, no
genera vacío normativo frente a los alimentos, ya que el juez de familia en
desarrollo del hecho de los cónyuges de haber formado una familia, está en la
capacidad de ordenar la cuota alimentaria, de acuerdo con las normas que
regulan la materia y las reglas jurisprudenciales fijadas por la Corte
Constitucional en la Sentencia C-246 de 2002.

4. Ministerio de Justicia y del Derecho

Mediante oficio radicado en la Secretaría General el 9 de diciembre de 2016 7,


Diana Alexandra Remolina Botía, Directora de la Dirección de Desarrollo del
Derecho del Ministerio de Justicia, solicita a la Corte Constitucional declarar la
exequibilidad del precepto demandado del artículo 156 del Código Civil.

Considera que el matrimonio es un contrato especial que genera deberes y


derechos para los cónyuges, existiendo la posibilidad de disolver el vínculo
mediante el divorcio por causales subjetivas y objetivas. Explica que la norma
acusada no vulnera el libre desarrollo de la personalidad porque el legislador la

7 Folios 67-69.
11
expidió con fundamento en la competencia de configuración para regular lo
relativo a la disolución del matrimonio y las causales de divorcio, sumado a
que su contenido es razonable y proporcional por implicar la protección a la
institución de la familia y el conjunto de obligaciones y derechos que surgen
para los cónyuges del compromiso adquirido en forma libre y voluntaria al
contraer matrimonio.

Así, sostiene que la norma acusada no obliga al cónyuge culpable a mantener el


vínculo matrimonial en contra de su voluntad, ya que este puede invocar en
todo momento la disolución por otra de las causales de divorcio contempladas
en la ley. Sobre ese punto precisa que “con todo, en el caso de esta demanda
se considera que no se vulnera el derecho al libre desarrollo de la
personalidad del cónyuge culpable que tiene relaciones extramatrimoniales y,
en consecuencia, se quiere divorciar, pues en dicho evento la ley no lo priva de
la posibilidad de alegar otra causal de divorcio, pero tampoco se puede privar
al cónyuge inocente de las consecuencias que el ordenamiento prevé en su
favor, teniendo en cuenta que las relaciones extramatrimoniales generarían,
por ejemplo, que además, de la disolución del vínculo el juez imponga al
cónyuge culpable la obligación de pagar alimentos al inocente o que se
revoquen las donaciones que con ocasión del matrimonio haya hecho al
cónyuge culpable.”8

De manera que, según la interviniente, el legislador en este caso acude al


imperativo de protección de la estabilidad y la armonía de la institución
familiar, como condición para el desarrollo integral de cada uno de los
cónyuges, estableciendo consecuencias razonables y proporcionales frente a
conductas que deshonren los deberes adquiridos por los cónyuges.

5. Pontificia Universidad Javeriana

Yadira Elena Alarcón Palacio, en calidad de profesora del Departamento de


Derecho Privado de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia
Universidad Javeriana, presentó escrito ante la Secretaria General el 13 de
diciembre de 20169, mediante el cual solicita se declare la constitucionalidad
condicionada de los preceptos demandados, bajo el entendido de que el
divorcio pueda ser impetrado por cualquiera de los cónyuges con
independencia de si han dado o no lugar a los hechos que lo motivan, ya sea
que se trate de parejas heterosexuales o del mismo sexo.

La interviniente realizó un recuento del desarrollo de la jurisprudencia


constitucional en cuanto al sistema causalista en materia de divorcio;
posteriormente, manifestó la importancia que cobra el derecho a la igualdad en
las relaciones de pareja y su vínculo con la posibilidad de (i) poner fin al
matrimonio como solución a las graves crisis de pareja y, (ii) contar con la
oportunidad –legitimación- de interponer la acción tendiente a conseguir el
divorcio:

8 Folio 72.
9 Folios 74-80.
12
“El cónyuge inocente no puede estar en ventaja frente al cónyuge
culpable en la oportunidad de promover ante las autoridades competentes
la acción que lleve como fin la declaratoria de divorcio. La culpabilidad
derivada de las acciones de incumplimiento de las obligaciones como
cónyuge o como padre o madre, busca proteger los aspectos
patrimoniales que el legislador ha tenido a bien amparar. No busca
proscribir al individuo como ser humano ni busca señalarlo como un ser
repudiado por la sociedad. Por el contrario, el divorcio busca poner fin a
un conflicto. Es una solución pacífica de los conflictos familiares. (…)

Someterlo a la espera de la voluntad de su cónyuge para definir su estado


civil, o al paso de tiempo, con lo que ello conlleva en los límites a su
autonomía para no generar mayores dificultades a su estado de
separación, lo pone en un plano de desigualdad frente a su pareja que
podría, en el momento que lo desee, definir su situación jurídica con su
consorte moviendo el aparato jurisdiccional para la terminación del
vínculo a través del divorcio, violando con ello el artículo 13 de la
Constitución Política y manteniéndolo en un Estado Civil que no desea,
violando así mismo, el artículo 16 de la misma carta”.10

Por último, señala están proscritos los mecanismos coactivos para imponer la
permanencia de la pareja y que, en todo caso, la facultad del legislador para
disponer el ejercicio del derecho de acción no es razonable en tratándose de la
restricción para impetrar el divorcio al cónyuge culpable. De allí que, la norma
demandada al atribuir solo la legitimación por activa para solicitar el divorcio
al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos “viola la igualdad de los
cónyuges al interior de la pareja, niega el acceso a la justicia y restringe la
libertad individual y el libre desarrollo de la personalidad del cónyuge que
queriendo admitir su culpa no puede impetrar el divorcio.”11

6. Universidad de Cartagena

Milton José Pereira Blanco, en calidad de docente y miembro del Grupo de


Acciones Constitucionales de esa Universidad, plantea que en principio la
Corte debe declararse inhibida para pronunciarse de fondo, porque si bien el
actor hace referencia a las causales objetivas y subjetivas de divorcio y su
consecuencia inmediata, a la vez que hace un especial énfasis en el tratamiento
distinto entre el cónyuge culpable y el inocente, no lo es menos que “al
momento de aplicar el test de igualdad comete un error al tratar por igual a
estos cónyuges, ya que aunque ambos gozan del estatus conyugal, el cónyuge
culpable ha realizado un acto que atenta contra la dignidad de su compañero y
violenta el contrato existente entre ellos, lo que como en cualquier acto
jurídico se sancionaría”.

10 Folio 78.
11 Folios 79 y 80.
13
Seguidamente, el interviniente expone la norma acusada no desconoce el
derecho al libre desarrollo de la personalidad, por cuanto en Colombia, tal
como ocurre con cualquier otro contrato, el matrimonio se puede disolver por
mutuo acuerdo, pero si ha ocurrido un incumplimiento de los deberes, es
relevante imponer una sanción y dotar al cónyuge inocente de herramientas
para separarse y censurar la acción del cónyuge culpable. Por consiguiente,
quien es culpable del hecho no puede alegar en su favor la propia culpa para
generar la ruptura matrimonial, máxime cuando el Código Civil establece otras
causales de divorcio a las cuales puede acudir, como el mutuo consentimiento.

V. CONCEPTO DE LA PROCURADORA GENERAL DE LA NACIÓN


(E)

En cumplimiento de lo dispuesto en los Artículos 242-2 y 278-5 de la


Constitución Política, la Procuradora General de la Nación rindió el concepto
de constitucionalidad número 006242 del 13 de enero de 2017 12, a través del
cual solicita a la Corte Constitucional declarar la exequibilidad del aparte
demandado del artículo 156 del Código Civil.

Para fundamentar lo anterior, plantea que debido a la naturaleza especial que


tiene el contrato de matrimonio, no se puede desconocer el principio general
del derecho de acuerdo con el cual, nadie puede alegar a su favor su propia
culpa, “lo que de entrada sugiere que el incumplimiento de las obligaciones
contractuales dentro del matrimonio es un criterio relevante y no
discriminatorio para establecer la legitimación en la causa por activa para
demandar judicialmente el divorcio, de acuerdo con lo cual se cataloga a los
cónyuges como culpables e inocentes”. Además, recuerda que existe una
delegación expresa del Constituyente al legislador para que regule todo lo
relativo al estado civil de las personas y a la disolución del vínculo
matrimonial, lo que impide considerar que el único modelo de divorcio
admisible sea solo el que posibilita a ambos cónyuges a desligarse
unilateralmente del vínculo matrimonial.

En ese sentido, señala que si el legislador está constitucionalmente habilitado


para regular lo relativo al divorcio estableciendo un sistema de causales que
deben ser acreditadas por quien ha cumplido sus obligaciones contractuales de
carácter personal, ya que no existe una única alternativa protegida, es válido
entender que el matrimonio no puede finiquitarse por cualquier motivo sin un
acto solemne que lo dote de seguridad jurídica, más aún cuando uno de sus
elementos relevantes es el consentimiento y el cumplimiento de los deberes
correspondientes. Por lo tanto, plantea la Procuraduría, si en desarrollo del
matrimonio uno de los cónyuges no quiere cumplir con las obligaciones civiles
previamente consentidas y adquiridas, entonces puede incumplirlas pero
asumiendo las consecuencias personales y patrimoniales a que haya lugar, y
aceptando el mecanismo previamente conocido de disolución del vínculo
matrimonial. Al respecto, señala que “todo lo anterior es conocido y
cognoscible por los contrayentes al momento de celebrar el matrimonio, al

12 Folios 88 a 94.
14
mismo tiempo que efectivamente no existen mecanismos que por fuerza
obliguen a una persona a convivir con otra, o a ser fiel, etc”.

Con base en ese razonamiento, la Jefe del Ministerio Público estima admisible
que el legislador establezca un esquema de disolución en el que de no existir
mutuo acuerdo, se requiera la acreditación de unas causales relativas al
incumplimiento de las obligaciones derivadas del contrato matrimonial y que
implican una diferenciación de trato justificada entre el cónyuge que las
incumplió y el inocente.

De allí que concluya, que la expresión censurada al establecer que el divorcio


solo puede ser demandado por el cónyuge inocente, no es contrario a los
derechos a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad, porque frente a
la protección constitucional de las familias constituidas tanto por vínculos
familiares como jurídicos, y en atención a la delegación que la Constitución
hace al legislador para regular lo relativo al matrimonio, es admisible que el
legislador establezca un sistema de divorcio que, en caso de no ser de mutuo
acuerdo, requiera la acreditación de unas causales relativas al incumplimiento
de las obligaciones y fines del contrato matrimonial, lo que naturalmente
impone una diferenciación entre el cónyuge que cumplió y el incumplido.

VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

Competencia

1. La Sala Plena de la Corte Constitucional es competente para pronunciarse


sobre la constitucionalidad de la disposición demandada, de conformidad con
lo dispuesto en el numeral 4º del artículo 241 de la Constitución Política.

Presentación del caso y planteamiento del análisis preliminar

2. Como fue reseñado en los antecedentes, la demandante considera que la


expresión acusada del artículo 156 del Código Civil, al establecer que el
divorcio solo puede ser demandado por el cónyuge inocente, quebranta los
derechos a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad consagrados en
los artículos 13 y 16 de la Constitución Política, y por consiguiente, solicita
que sea declarada inexequible.

3. Respecto del primero, censura la diferenciación de trato existente entre el


denominado cónyuge inocente y cónyuge culpable, pues a éste último se le
impide rehacer su vida y elegir su estado civil, aun existiendo medidas menos
lesivas de los derechos fundamentales para imponer sanciones, como el asumir
la obligación alimentaria en favor del cónyuge inocente. A partir de allí indica
que la culpa se asume como un criterio de diferenciación sospechoso que
quebranta la garantía de igualdad entre la pareja y que impide que los dos
cónyuges puedan demandar el divorcio.

4. Y frente al segundo derecho fundamental que invoca, la actora considera que


el precepto demandado vulnera el libre desarrollo de la personalidad del
15
cónyuge culpable, en tanto lo limita en aspectos como la determinación de su
estado civil y la realización autónoma de su vida, al obligarlo a mantener el
vínculo matrimonial en contra de su voluntad y no tener la posibilidad de
ejercer la acción judicial para lograr el divorcio.

5. Sobre el punto, plantea que el matrimonio se constituye y perfecciona por el


libre y mutuo consentimiento, es decir, ninguna persona ni el Estado pueden
entrometerse en esta decisión, ni obligar a la persona a casarse si ella no lo
desea. Entonces, si no es posible la coacción para que las personas contraigan
un vínculo matrimonial, tampoco lo es el obligarlo a mantener dicho vínculo
vigente en contra de su voluntad. De allí advierte que se impone una restricción
injustificada e innecesaria, porque se obliga al cónyuge culpable a mantenerse
en un vínculo que no quiere por el solo hecho de haber incurrido en alguna de
las causales subjetivas de divorcio, existiendo otros medios para sancionarlo e
incluso compensar los perjuicios causados.

6. Finalmente, la demandante plantea la inexistencia de cosa jugada


constitucional respecto de la sentencia 56 de 1985, M.P. Alfonso Patiño
Roselli, proferida por la Corte Suprema de Justicia – Sala Plena, en tanto el
análisis que allí se efectuó tuvo como parámetro de control la Constitución de
1886, lo que en esta oportunidad habilita la competencia de la Corte
Constitucional para adelantar el juicio con base en la Carta Política de 1991.

7. Por su parte, los intervinientes presentan cuatro posturas que se resumen de


la siguiente forma. En primer lugar, uno de ellos considera que la Corte debe
declararse inhibida para resolver el cargo relativo a la presunta vulneración del
derecho a la igualdad, porque aunque los cónyuges gozan de un mismo estatus
conyugal, no son extremos comparables en tanto el cónyuge culpable ha
realizado un acto que atenta contra la dignidad de su consorte y desconoce los
deberes conyugales que adquirió por voluntad propia.

8. Un segundo grupo mayoritario de intervinientes, a quienes se le suma el


Ministerio Público, estiman que la norma debe ser declarada exequible. Ello
por cuanto (i) dada la naturaleza especial del contrato de matrimonio, que se
celebra con pleno consentimiento de los contrayentes, quien es culpable del
hecho no puede alegar en su favor la propia culpa para generar la ruptura
matrimonial; (ii) es admisible que el legislador fije un régimen de divorcio que
requiera la acreditación del incumplimiento de las obligaciones y fines del
matrimonio, toda vez que impacta la institución de la familia; y, (iii) no obliga
al cónyuge culpable a mantener el vínculo matrimonial en contra de su
voluntad, ya que éste puede invocar en todo momento la disolución por otra de
las causales de divorcio contempladas en la ley.

9. Un tercer grupo estima que la expresión acusada debe ser declarada


exequible de forma condicionada, bajo el entendido de que el divorcio puede
ser impetrado por el cónyuge culpable, siempre y cuando éste quede obligado
al pago de alimentos al cónyuge inocente, en virtud del incumplimiento de las
obligaciones emanadas del contrato de matrimonio, tal como se predica ante el
incumplimiento de cualquier clase de contrato en general. De allí que una
16
posible interpretación que admiten de la norma, es que ante la existencia del
libre consentimiento en la celebración de matrimonio, ese elemento de la
voluntad debe mantenerse en toda la ejecución del contrato. Si el
consentimiento desaparece en uno de los cónyuges, no se le puede obligar a
estar vinculado indefinidamente en una relación jurídica familiar porque ello
lesiona el libre desarrollo de la personalidad.

10. Por último, como cuarta postura, uno de los intervinientes solicita la
inexequibilidad de la expresión acusada. Al respecto, sostiene que si bien nadie
puede alegar su propia culpa en juicio y que los cargos propuestos en la
demanda se encuentran desenfocados, el problema es la existencia del divorcio
contencioso que impide a los cónyuges acudir a la simple voluntad de uno de
ellos para demandarlo judicialmente. Por consiguiente, aduce que la única
condición del divorcio por la simple petición de cualquiera de los cónyuges, es
el aseguramiento de un nuevo pacto económico que regule las
indemnizaciones, los alimentos y la protección de los sujetos vulnerables como
resultado de la crisis matrimonial.

11. De hecho, para sustentar lo anterior, este interviniente solicita a la Corte


hacer una integración normativa con el artículo 154 del Código Civil para que
este sea declarado contrario a la Constitución, al igual que la expresión “que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan y dentro del término de un año,
contado desde cuando se sucedieron, respecto a las causales 2ª. 3ª. 4ª. y 5ª.”,
del artículo 156 del Código Civil, con el fin de instituir el divorcio sin causales
en donde cualquier cónyuge pueda solicitar la ruptura matrimonial por su mera
voluntad.

12. Pues bien, a partir de lo anterior, la Sala se ocupará de analizar, como temas
preliminares, los siguientes puntos: (i) evaluará la aptitud sustantiva de los
cargos que propone la demandante -apartado A-; (ii) descartará la existencia de
cosa juzgada constitucional con relación al aparte que actualmente se cuestiona
–apartado B-; y, (iii) posteriormente, con el ánimo de resolver la petición que
plantea uno de los intervinientes, determinará si es procedente realizar la
integración normativa del precepto acusado, con el artículo 154 del Código
Civil y con la expresión “que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan
y dentro del término de un año, contado desde cuando se sucedieron, respecto
a las causales 2ª. 3ª. 4ª. y 5ª.” que consagra el artículo 156 de la misma
codificación civil -apartado C-. Una vez superado el examen de esos tópicos, la
Corte propondrá el problema jurídico con enfoque constitucional, y asumirá el
estudio de fondo.

A. Requisitos de la acción pública de inconstitucionalidad para proferir


fallo de mérito. Las condiciones argumentativas de las demandas de
inconstitucionalidad

13. El artículo 2º del Decreto 2067 de 1991 prevé las condiciones formales
para la admisibilidad del cargo de inconstitucionalidad. Partiendo de su
contenido, la jurisprudencia constitucional ha precisado que, para que exista
demanda en forma y, en esa medida, la Corte pueda entrar a emitir
17
pronunciamiento de fondo sobre la declaratoria de inexequibilidad de leyes o
decretos leyes, el promotor del respectivo escrito de acusación, además de (i)
tener que señalar las normas que se acusan como inconstitucionales y (ii) las
disposiciones superiores que estima infringidas, (iii) debe exponer las razones
o motivos por los cuales la norma acusada viola la Constitución, lo que se
traduce, a su vez, en la formulación de por lo menos un cargo concreto de
inconstitucionalidad13.

14. En tratándose de esta última condición formal de admisibilidad, la


jurisprudencia constitucional ha determinado un grupo de requisitos sustantivos
mínimos, destinados a que la argumentación que formule la demanda ofrezca
un problema jurídico discernible, que permita a su vez un pronunciamiento de
fondo.

15. Estos requisitos refieren a las condiciones de claridad, certeza,


especificidad, pertinencia y suficiencia que deben cumplir las razones que
fundamentan el cargo de constitucionalidad.14

15.1. La claridad de un cargo se predica cuando la demanda contiene una


coherencia argumentativa tal que permite a la Corte identificar con nitidez el
contenido de la censura y su justificación. Aunque merced el carácter público
de la acción de inconstitucionalidad no resulta exigible la adopción de una
técnica específica, como sí sucede en otros procedimientos judiciales, no por
ello el demandante se encuentra relevado de presentar las razones que
sustentan los cargos propuestos de modo tal que sean plenamente
comprensibles.

15.2. La certeza de los argumentos de inconstitucionalidad hace referencia a


que los cargos se dirijan contra una proposición normativa efectivamente
contenida en la disposición acusada y no sobre una distinta, inferida por el
demandante, implícita o que hace parte de normas que no fueron objeto de
demanda. Lo que exige este requisito, entonces, es que el cargo de
inconstitucionalidad cuestione un contenido legal verificable a partir de la
interpretación del texto acusado.

15.3. El requisito de especificidad resulta acreditado cuando la demanda


contiene al menos un cargo concreto, de naturaleza constitucional, en contra de
las normas que se advierten contrarias a la Carta Política. Este requisito
refiere, en estas condiciones, a que los argumentos expuestos por del
demandante sean precisos, ello en el entendido que “el juicio de
constitucionalidad se fundamenta en la necesidad de establecer si realmente
existe una oposición objetiva y verificable entre el contenido de la ley y el texto
de la Constitución Política, resultando inadmisible que se deba resolver sobre
su inexequibilidad a partir de argumentos “vagos, indeterminados, indirectos,

13 Sentencias C-236 de 1997. M.P. Antonio Barrera Carbonell; C-447 de 1997. M.P. Alejandro Martínez
Caballero; C-426 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil; C-170 de 2004. M.P. Rodrigo Escobar Gil; y, C-384 de
2017. M.P. Diana Fajardo Rivera.
14 La síntesis comprehensiva de este precedente se encuentra en la sentencia C-1052 de 2001. M.P. Manuel
José Cepeda Espinosa.
18
abstractos y globales”15 que no se relacionan concreta y directamente con las
disposiciones que se acusan. Sin duda, esta omisión de concretar la acusación
impide que se desarrolle la discusión propia del juicio de
constitucionalidad16.”17

15.4. Las razones que sustentan el concepto de la violación son pertinentes en


tanto estén construidas con base en argumentos de índole constitucional, esto
es, fundados “en la apreciación del contenido de una norma Superior que se
expone y se enfrenta al precepto demandado.”18. En ese sentido, cargos que se
sustenten en simples consideraciones legales o doctrinarias; la interpretación
subjetiva de las normas acusadas por parte del demandante y a partir de su
aplicación en un problema particular y concreto; o el análisis sobre la
conveniencia de las disposiciones consideradas inconstitucionales, entre otras
censuras, incumplen con el requisito de pertinencia del cargo de
inconstitucionalidad.

15.5. Por último, la condición de suficiencia ha sido definida por la


jurisprudencia como la necesidad que las razones de inconstitucionalidad
guarden relación “en primer lugar, con la exposición de todos los elementos de
juicio (argumentativos y probatorios) necesarios para iniciar el estudio de
constitucionalidad respecto del precepto objeto de reproche; (…) Por otra
parte, la suficiencia del razonamiento apela directamente al alcance
persuasivo de la demanda, esto es, a la presentación de argumentos que,
aunque no logren prime facie convencer al magistrado de que la norma es
contraria a la Constitución, si despiertan una duda mínima sobre la
constitucionalidad de la norma impugnada, de tal manera que inicia realmente
un proceso dirigido a desvirtuar la presunción de constitucionalidad que
ampara a toda norma legal y hace necesario un pronunciamiento por parte de
la Corte Constitucional.”19

En palabras expresadas por el Pleno de la Corte en la Sentencia C-050 de


201520, la suficiencia persigue “(…) que la carga argumentativa que recae
sobre el actor, debe desarrollarse de una forma mínima y proporcional al
objetivo de demostrar la inconstitucionalidad del enunciado normativo
demandado. De esta manera, se deben exponer razonamientos lo bastante
fundados para que pueda pretender desvirtuar la presunción de

15 Estos son los defectos a los cuales se ha referido la jurisprudencia de la Corte cuando ha señalado la
ineptitud de una demanda de inconstitucionalidad, por inadecuada presentación del concepto de la violación.
Al respecto, se pueden consultar los autos 097 de 2001. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; y 244 de 2001.
M.P. Jaime Córdoba Triviño. Así mismo, las sentencias C-281 de 1994. M.P. José Gregorio Hernández
Galindo; C-519 de 1998. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-013 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-380 de
2000. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-177 de 2001. M.P. Fabio Morón Díaz, entre varios pronunciamientos.
16 Sentencia C-447 de 1997. MP Alejandro Martínez Caballero. La Corte se declaró inhibida para
pronunciarse de fondo sobre la constitucionalidad del inciso primero del artículo 11 del Decreto Ley 1228 de
1995, por demanda materialmente inepta, debido a la ausencia de cargo.
17 Sentencia C-1052 de 2001. MP Manuel José Cepeda Espinosa. Fundamento jurídico 3.4.2.
18 Ibíd.
19 Ibíd.
20 Sentencia C-050 de 2015. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. En igual sentido se pueden consultar las
sentencias C-104 de 2016. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; C-189 de 2017. M.P. (e) José Antonio
Cepeda Amarís; y, C-213 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, entre otras.
19
constitucionalidad de las normas del ordenamiento jurídico, presunción de
corrección frente al texto constitucional que se deriva del principio
democrático y de las reglas formales y sustanciales del procedimiento
democrático de producción de normas y por tanto amerite el adelantamiento
de un estudio de constitucionalidad”.

16. El cumplimiento de los requisitos anunciados, asegura que la Corte cuente


con herramientas jurídico argumentativas que le permitan resolver un debate
cierto dirigido a desvirtuar la presunción de constitucionalidad que ampara toda
norma legal y la habilita para emitir un pronunciamiento de mérito.

17. Ahora bien, conviene precisar que el artículo 6º del Decreto Ley 2067 de
1991 establece que se rechazarán las demandas cuando no cumplan con las
condiciones formales para ello. Si bien, como regla general el examen sobre la
aptitud sustantiva de la demanda se debe realizar en la etapa de admisibilidad,
la norma en mención admite que este tipo de decisiones se adopten en la
sentencia, debido a que no siempre resulta evidente en esa fase preliminar el
incumplimiento de los requisitos mencionados, permitiendo a la Sala Plena
abordar un análisis con mayor detenimiento y profundidad.

Estudio sobre la aptitud de los cargos invocados en la presente demanda de


inconstitucionalidad

18. En el presente caso, la Sala concluye que, en relación con el cargo por el
presunto quebranto del derecho a la igualdad, la demanda es inepta por cuanto
la actora no estableció la manera cómo, en el supuesto normativo acusado,
resulta comparable la situación del cónyuge que ha incumplido las obligaciones
que surgen del contrato de matrimonio, con la del cónyuge que ha asumido un
deber diligente frente al vínculo matrimonial consentido. Sumado a ello, la
demandante fijó el cargo sobre la premisa de la culpa como criterio sospechoso
de discriminación que quebranta la igualdad existente entre ambos cónyuges,
sin tener en cuenta la definición y el alcance que el artículo 13 Superior le ha
dado a los criterios sospechosos, no encontrándose allí la condición de
culpabilidad. Por esas dos razones, en relación con ese cargo de la demanda, la
Corte se declara inhibida para emitir un pronunciamiento de mérito.

19. No obstante, esta Corporación encuentra que el cargo por presunto


desconocimiento del derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad
(Art. 16 de la C.P.) satisface los requisitos jurisprudenciales para asumir el
estudio de fondo, en tanto los planteamientos que adujo son claros, ciertos,
específicos, pertinentes y suficientes para generar una duda mínima sobre la
constitucionalidad de la expresión “por el cónyuge que no haya dado lugar a
los hechos que lo motivan”, consagrada en el artículo 156 del Código Civil. Lo
anterior habilita la competencia de la Corte para asumir el estudio de fondo
exclusivamente frente al segundo cargo propuesto por la demandante.

Para explicar lo anterior, la Corte se apoya en los argumentos que a


continuación expondrá.

20
Ineptitud sustancial del cargo por presunto desconocimiento a la igualdad
(Art. 13 de la Constitución)

20. Según plantea la actora, el precepto “por el cónyuge que no haya dado
lugar a los hechos que lo motivan” contenido en el artículo 156 del Código
Civil, quebranta el derecho a la igualdad al facultar únicamente al cónyuge
inocente para demandar el divorcio en relación con las causales subjetivas 1, 2,
3, 4, 5 y 7 previstas en el artículo 154 del Código Civil, en menoscabo del
denominado cónyuge culpable, quien está desprovisto de esta posibilidad.
Estima que ese trato discriminatorio asociado a la culpabilidad cuando se
incurre en tales causales de divorcio, es un criterio sospechoso de
diferenciación que desconoce la igualdad de condiciones que debe existir entre
la pareja matrimonial, y que impide a cualquiera de los dos cónyuges
demandarlo judicialmente, obligándolos injustificadamente a mantener el
vínculo en contra de su voluntad, sin posibilidad de rehacer sus vidas y de
elegir su estado civil.

Aduce que no se trata de eliminar la condición de culpable al cónyuge que da


lugar a los hechos que pueden motivar el divorcio, ni las responsabilidades
patrimoniales que de allí se deriven, sino que se le permita, en uso de su
derecho a la igualdad, invocar el divorcio para que el reconocimiento de tal
derecho no sea solo formal sino material.

21. Para evaluar la aptitud sustantiva de este cargo, la Corte comienza


señalando que de forma consolidada la jurisprudencia constitucional ha
decantado que el principio de igualdad, en términos generales, ordena dar un
trato igual a quienes se encuentran en la misma situación fáctica, y un trato
diverso a quienes se hallan en distintas condiciones de hecho 21. Esta
formulación general no refleja, sin embargo, la complejidad que supone su
eficacia en un orden jurídico orientado por los principios del Estado Social de
Derecho, ni deja en claro qué elementos son relevantes para el derecho al
momento de verificar las condiciones de hecho, considerando que todas las
personas y situaciones presentan semejanzas y diferencias.

22. Por ese motivo, la Sala recuerda que este principio es un mandato complejo
en un Estado Social de Derecho. De acuerdo con el artículo 13 Superior,
comporta un conjunto de mandatos independientes y no siempre armónicos,
entre los que se destacan (i) la igualdad formal o igualdad ante la ley,
relacionada con el carácter general y abstracto de las disposiciones normativas
dictadas por el Congreso de la República y su aplicación uniforme a todas las
personas, por lo cual, todos los individuos, como sujetos de derechos, deben ser
tratados con la misma consideración y reconocimiento, y que ante todo, un
tratamiento distinto debe entonces ser justificado a partir de la razonabilidad y
la proporcionalidad; (ii) la prohibición de discriminación, que excluye la
legitimidad constitucional de cualquier acto (no solo las leyes) que involucre
una distinción basada en criterios definidos como prohibidos por la

21 Así lo han determinado las sentencias T-422 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; C-371 de 2000.
M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-093 de 2001. M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-673 de 2001. M.P. Manuel
José Cepeda Espinosa. AV Jaime Araújo Rentería; entre muchas otras.
21
Constitución Política, el derecho internacional de los derechos humanos, o
bien, la prohibición de distinciones irrazonables; y (iii) el principio de
igualdad material, que ordena la adopción de medidas afirmativas para
asegurar la vigencia del principio de igualdad ante circunstancias fácticas
desiguales22.

23. En cuanto a la prohibición de discriminación que también se denomina


mandato de abstención o de interdicción de tratos discriminatorios, la
Constitución la impide respecto de categorías o criterios sospechosos tales
como razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión política o filosófica23, por lo cual la demanda que apele a este patrón de
igualdad debe explicar en qué consiste la discriminación directa o indirecta
para lograr su exclusión del ordenamiento jurídico.

24. De hecho, la jurisprudencia constitucional ha señalado que los criterios


sospechosos tienen a desvalorar y colocar en situación de desventaja a ciertas
personas o grupos, a la vez que los ha definido como “categorías que (i) se
fundan en rasgos permanentes de las personas, de las cuales éstas no pueden
prescindir por voluntad propia a riesgo de perder su identidad; (ii) han estado
sometidas, históricamente, a patrones de valoración cultural que tienden a
menospreciarlas; y, (iii) no constituyen, per se, criterios con base en los cuales
sea posible efectuar una distribución o reparto racional y equitativo de bienes,
derechos o cargas sociales.”24

25. Ahora bien, la Corte Constitucional ha exigido una carga argumentativa


superior por parte de los demandantes cuando se alega la vulneración del
derecho a la igualdad, quienes deben definir y explicar tres etapas, a saber: “(i)
determinar cuál es el criterio de comparación (“patrón de igualdad” o tertium
comparationis), pues antes de conocer si se trata de supuestos iguales o
diferentes en primer lugar debe conocer si aquellos son susceptibles de
comparación y si se comparan sujetos de la misma naturaleza; (ii) debe definir
si desde la perspectiva fáctica y jurídica existe tratamiento desigual entre
iguales o igual entre disímiles; y, (iii) debe averiguar si el tratamiento distinto
está constitucionalmente justificado, eso es, si las situaciones objeto de
comparación, desde la Constitución, ameritan un trato diferente o deben ser
tratadas en forma igual”25.

26. De allí que la carga argumentativa deba tener un alto grado de precisión, en
aquellos casos donde se plantee la vulneración del derecho de igualdad. Dicha
precisión repercute de manera directa en la suficiencia del cargo, porque de no

22 Al respecto se puede consultar la sentencia C-178 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa.
23 Es pertinente aclarar que esta Corporación en sentencia C-093 de 2001. M.P. Alejandro Martínez
Caballero, refirió a la edad como un criterio semi-sospechoso de discriminación que cuando fija un tope
máximo puede lesionar el derecho a la igualdad.
24 Sentencia C-481 de 1998. M.P. Alejandro Martínez Caballero, reiterada posteriormente en las sentencias
C-112 de 2000. M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-964 de 2003. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-091 de
2017. M.P. María Victoria Calle Correa; y, C-115 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, entre otras que la
han citado.
25 Sentencia C-635 de 2012. M.P. Mauricio González Cuervo, reiterada en la sentencia C-834 de 2013. M.P.
Alberto Rojas Ríos; y, C-584 de 2016. M.P. (e) Aquiles Arrieta Gómez.
22
acreditarse alguna de las tres etapas antedichas, se impone la ineptitud
sustancial de la demanda. Esta exigencia lo que busca proteger en últimas es la
libertad de configuración legislativa que solo se vería inicialmente menguada
cuando se esté en presencia de criterios sospechosos de discriminación, caso
en el cual la intensidad del juicio de igualdad a aplicar aumentaría en defensa
de las garantías constitucionales, pero sin que ello releve al actor de explicar en
qué consiste la afectación del derecho a la igualdad.

27. En el presente caso, la Corte advierte que el cargo por desconocimiento a la


igualdad incumple la carga argumentativa cualificada que exige la
jurisprudencia constitucional, en tanto carece de certeza, especificidad y
suficiencia.

28. En primer lugar, si bien la actora identifica como sujetos de comparación al


cónyuge culpable respecto del cónyuge ofendido, y como situación jurídica la
legitimación en la causa por activa que tiene éste último para ejercer la acción
de divorcio, la cual no detenta el cónyuge culpable porque no está habilitado
legalmente para demandar esa pretensión, lo cierto es que incurre en una falta
de certeza al ubicar los extremos de comparación en un plano de igualdad que
no se deriva del contenido legal verificable de la norma, ni del entendimiento
sistemático de la misma en el contexto complejo del contrato de matrimonio
civil.

29. En tal sentido, aunque será objeto de profundización teórica más adelante,
es necesario señalar que el matrimonio es un contrato solemne que por
naturaleza impone unos derechos y unos deberes entre los cónyuges desde el
momento que contraen nupcias, siendo particularmente los deberes como la
cohabitación, la fidelidad, la ayuda y el socorro mutuo, así como el respecto y
la protección recíproca, unos de los elementos esenciales del contrato que
deben cumplirse. Frente a ello, la demanda solo se centra en el divorcio como
fórmula para disolver el vínculo matrimonial, pero olvida por completo que el
régimen del matrimonio se integra por especiales exigencias en su celebración
y en su ejecución, cuyo incumplimiento deriva en causales taxativas de
divorcio que, una vez decretado, apareja consecuencias conocidas como
efectos jurídicos del divorcio respecto de los hijos, las donaciones, la
disolución del vínculo y de la sociedad conyugal, y el reconocimiento de
alimentos en favor del cónyuge ofendido, entre otros.

30. Bajo esa línea argumentativa, la expresión acusada no puede ser


considerada a partir de un contenido aislado como pareciera hacerlo la
demandante, sino que, por el contrario, se debe enmarcar en el contexto
normativo del contrato de matrimonio, siendo las normas para disolverlo una
de sus aristas jurídicas.

31. Además, lo anterior conlleva a la Corte a afirmar que la demanda incumple


el requisito de suficiencia cualificada que se exige para invocar un cargo por
presunto quebranto del derecho a la igualdad, ya que el tertitum comparationis
que plantea la actora no es susceptible de compararse en tanto el cónyuge
culpable no está habilitado legalmente para demandar el divorcio por ser quien
23
ha generado un incumplimiento de los deberes impuestos en el contrato
matrimonial. Es decir, el cónyuge ofendido opera como cumplido en la relación
contractual solemne, mientras el ser cónyuge culpable exige un actuar o una
omisión que desconoce los deberes e intereses del matrimonio civil. Así las
cosas, se trata de extremos no asimilables que, también, se encuentran en una
perspectiva fáctica y jurídica diferente que impide otorgarles un tratamiento
igual.

32. De hecho, la actora no explicó la manera cómo, en el supuesto normativo


acusado, resulta comparable la situación del cónyuge que ha incumplido las
obligaciones que surgen del contrato de matrimonio, con la del cónyuge que ha
asumido un deber diligente frente al vínculo matrimonial consentido, y de qué
forma ello constituye una oposición objetiva y verificable entre el artículo 13
Superior y el precepto censurado. Justamente, el no hacerlo genera que la
demanda carezca de especificidad y, a la vez, no presente todos los elementos
de juicio necesarios para adelantar el estudio de la locución objeto de reproche.
Por consiguiente, no tiene un alcance persuasivo que permita advertir una duda
mínima sobre la constitucionalidad de la expresión “por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan” contenida en el artículo 156 del
Código Civil, por desconocimiento del derecho a la igualdad.

33. En segundo lugar, la demanda también es inepta sustantivamente porque


cimentó el cargo sobre la premisa de la culpa como un criterio sospechoso de
discriminación que quebranta la igualdad existente entre ambos cónyuges para
ejercer la acción judicial de divorcio, sin tener en cuenta que el artículos 13
Superior ha establecido categorías o criterios sospechosos tales como razones
de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica, sin encontrarse allí la condición de culpabilidad.

En este orden, la demandante tampoco explicó cómo puede constituir una


discriminación directa o indirecta que motive la inconstitucionalidad, y más
aún, cómo podría predicarse una desventaja respecto de un contratante que
incumple sus deberes matrimoniales, cuando lo cierto es que éste puede alegar
otras causales para solicitar la disolución del vínculo contractual en procura de
rehacer su vida emocional.

Es más, desde el punto de la definición y alcance de los criterios sospechosos,


la Sala evidencia que la condición de culpabilidad de uno de los cónyuges que
le impide ejercer la acción de divorcio, no resulta ser técnicamente ni un rasgo
permanente de la persona, ni un patrón cultural que tienda a menospreciarla,
habida consideración que se ubica en una consecuencia de su incumplimiento
contractual y que, por consiguiente, tiene un sentido desde la institución
contractual compleja que es el matrimonio.

34. Así las cosas, esta Corporación concluye que el cargo propuesto en la
demanda sobre la presunta afectación del derecho a la igualdad, incumple los
requisitos exigidos por la jurisprudencia constitucional y, por ende, se impone
una decisión inhibitoria al respecto. Ello por cuanto, como se explicó, carece
de certeza, especificidad y suficiencia en la construcción argumentativa desde
24
un entendimiento integral del contrato de matrimonio y su disolución judicial
mediante la acción de divorcio, y desde el asocio de la culpabilidad del
cónyuge que incumplió sus deberes matrimoniales, a un criterio sospechoso de
discriminación.

Aptitud sustancial del cargo por presunta vulneración del derecho al libre
desarrollo de la personalidad e integración de la proposición jurídica
completa con la expresión “sólo” del artículo 156 del Código Civil

35. Como segundo cargo, la demandante aduce que la expresión acusada


desconoce el derecho al libre desarrollo de la personalidad del “cónyuge
culpable”, en tanto lo limita en aspectos como la determinación de su estado
civil y la realización autónoma de su vida, al obligarlo a mantener un vínculo
matrimonial en contra de su voluntad, ya que no está legitimado en la causa por
activa para ejercer la acción judicial de divorcio y obtener así la disolución del
matrimonio civil.

36. En cuanto a este cargo, la Sala considera que goza de claridad y de certeza
a partir del contenido literal del precepto acusado, del cual se extrae que el
cónyuge ofendido que no ha dado lugar a los hechos que motivan el divorcio se
encuentra legitimado para incoar la acción judicial. No obstante, en tanto el
sentido de la demanda plantea además que el cónyuge culpable carece de esa
facultad y que ello lesiona, según la demandante, el libre desarrollo de la
personalidad (art. 16 de la CP) habida cuenta que nadie puede ser coaccionado
a permanecer en un vínculo matrimonial que no quiere mantener, al igual que
tampoco se le puede obligar a continuar con una convivencia que es contraria a
los intereses de cada consorte, la Corte considera necesario realizar la
integración de la proposición jurídica completa con la expresión “sólo” que
contiene el artículo 156 del Código Civil, para imprimirle un entendimiento
completo que permita afirmar que la legitimación en la causa por activa para
demandar el divorcio exclusivamente reside en cabeza del denominado
cónyuge inocente y, en consecuencia, excluye al cónyuge que haya dado lugar
a la causa del divorcio. Ello por cuanto se trata de una expresión normativa
inescindiblemente relacionada con la locución demandada, y que permite
asegurar que el control de constitucionalidad recaiga sobre el alcance
inteligible de la primera parte del artículo 156 del Código Civil que se
demanda.

37. Establecido lo anterior, el cargo también cumple los requisitos de


especificidad, pertinencia y suficiencia argumentativa, toda vez que la
demandante explica, a partir de la aplicación de un test de proporcionalidad,
que (i) la finalidad del divorcio es disolver el vínculo matrimonial y con ello
permitir que los cónyuges restablezcan sus vidas en aras de que cada uno pueda
desarrollarse libremente como persona y escoger su estado civil; (ii) la medida
censurada es injustificada e inadecuada porque impone una restricción al libre
desarrollo de la personalidad en tanto obliga al denominado cónyuge culpable a
permanecer en el vínculo matrimonial solo por haber incumplido sus deberes
conyugales. En tal sentido, planteó que ello desconoce la libertad que tienen de
escoger su estado civil y de rehacer su vida emocional, traduciéndose en una
25
sanción que se puede cumplir mediante otros medios menos lesivos como, por
ejemplo, la obligación de brindar alimentos al cónyuge ofendido que por
solidaridad lo requiera; y que, (iii) la medida no es proporcionada en sentido
estricto en tanto sacrifica en mayor medida el derecho que tiene el cónyuge
culpable de auto determinarse en su estado civil y en la permanencia de vínculo
matrimonial.

38. Lo anterior permite a la Sala advertir la existencia de un cargo de


naturaleza constitucional que propone una oposición objetiva entre el libre
desarrollo de la personalidad y la capacidad constitucional que tienen las
personas de auto determinarse, con la limitación implícita que impide al
cónyuge culpable acceder a la acción de divorcio cuando con sus hechos ha
motivado una causal subjetiva de la ruptura conyugal. Así, los planteamientos
están construidos con un enfoque constitucional partiendo de la aplicación del
principio de proporcionalidad, y de aspectos determinantes como el estado civil
y la realización autónoma de un proyecto de vida familiar y conyugal, que en
criterio de la actora, es lesionado por la norma acusada. Justamente, tales
planteamientos generan un alcance persuasivo que pone en entredicho la
presunción de constitucionalidad que opera en favor del precepto censurado y
que, por consiguiente, habilita el estudio de mérito del presente cargo.

39. En este orden de ideas, la Corte centrará su análisis únicamente en el cargo


que propone la demanda sobre la afectación del derecho fundamental al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 de la CP), en tanto cumple con la carga
argumentativa que lo torna apto sustancialmente y ello habilita la competencia
de la Corte Constitucional para emitir un pronunciamiento de fondo, como en
efecto lo hará. En todo caso, como fue explicado, el análisis tendrá en cuenta la
integración de la proposición jurídica completa con la expresión “sólo”
contenida en la parte inicial del artículo 156 del Código Civil, con el fin de fijar
un alcance preciso e inteligible de la norma acusada en cuanto a que única y
exclusivamente el cónyuge ofendido tiene la legitimación en la causa para
demandar judicialmente el divorcio, no así el denominado cónyuge culpable
quien se encuentra excluido de la habilitación normativa que se demanda por
inconstitucional.

B. Breve recuento sobre la cosa juzgada constitucional. Análisis en el


presente caso con relación a las sentencias No. 56 del 6 de noviembre de
1985 de la Corte Suprema de Justicia y, C-985 de 2010 y C-358 de 2016 de
la Corte Constitucional

Recuento teórico a partir de la jurisprudencia constitucional

40. Según establecen los artículos 243 de la Constitución Política, 46 y 48 de la


Ley Estatutaria de la Administración de Justicia y 22 del Decreto 2067 de
1991, los fallos que la Corte Constitucional dicta en ejercicio de control
jurisdiccional, hacen tránsito a cosa juzgada constitucional 26. Ello implica que

26 Esta Corporación ha definido la cosa juzgada constitucional como “una institución jurídico procesal
mediante la cual se otorga a las decisiones plasmadas en una sentencia de constitucionalidad, el carácter de
inmutables, vinculantes y definitivas”. Así lo indicó desde la sentencia C-397 de 1995. M.P. José Gregorio
26
las decisiones judiciales tomadas por la Corporación en cumplimiento de su
misión de garantizar la integridad y la supremacía de la Constitución,
adquieren valor jurídico y fuerza vinculante27 que las convierte en definitivas,
incontrovertibles e inmutables28, además de ser consideradas de obligatorio
cumplimiento y con efectos erga omnes.

41. El fenómeno jurídico procesal de la cosa juzgada constitucional, además de


proteger la supremacía de la Constitución, está llamado a promover la efectiva
aplicación de los principios de igualdad, seguridad jurídica y confianza
legítima de los administrados, ya que por medio de esta figura, se garantiza que
el órgano encargado del control constitucional sea consistente con las
decisiones que previamente ha adoptado. Así, se ha sostenido por esta Corte
que “la cosa juzgada tiene como función negativa, prohibir a los funcionarios
judiciales conocer, tramitar y fallar sobre lo ya resuelto, y como función
positiva, dotar de seguridad a las relaciones jurídicas y al ordenamiento
jurídico”29.

42. Por consiguiente, el atributo de la cosa juzgada subyace al hecho de


haberse efectuado un juicio de constitucionalidad frente a la norma que se
acusa, de tal forma que su estudio haya sido de fondo mediante decisión
motivada, es decir, se trate de un asunto juzgado y decidido. De allí que esta
institución no se configure en dos oportunidades: (i) en el caso en el que, por
error, en la parte resolutiva de una sentencia se declaren exequibles normas que
no han sido objeto del juicio de constitucionalidad30; y, (ii) cuando la decisión
es inhibitoria, en tanto la Corte advierte que el cargo aducido en la demanda de
inconstitucionalidad es sustancialmente inepto31.

Hernández Galindo; y fue reiterado en las sentencias C-468 de 2011. M.P. María Victoria Calle Correa y C-
838 de 2013. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, entre otras.
27 Sentencias C-241 de 2012. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; C-008 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado; C-283 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo; C-388 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
28 Sobre estas características especiales de las sentencias que dicta la Corte en materia de constitucionalidad,
se puede profundizar en la sentencia C-979 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez).
29 Sentencia C-393 de 2011. M.P. María Victoria Calle Correa.
30 En la sentencia C-096 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, la Corte explicó que esta hipótesis
corresponde a la que la jurisprudencia ha llamado “cosa juzgada aparente”, en la que, en realidad, no hay
cosa juzgada. Al respecto, entre otras decisiones, puede consultarse las sentencias C-397 de 1995. M.P. José
Gregorio Hernández Galindo; C-1062 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis; y, C-931 de 2008. M.P. Nilson
Pinilla Pinilla.
31 Las sentencias inhibitorias no hacen tránsito a cosa juzgada constitucional ni formal, ni material. De
hecho, en la sentencia C-666 de 1996. M.P. Jorge Gregorio Hernández Galindo, esta Corporación declaró la
exequibilidad del numeral 4° del artículo 333 del Código de Procedimiento Civil, el que disponía que las
sentencias inhibitorias no hacen tránsito a cosa juzgada ya que “De la misma esencia de toda inhibición es su
sentido de "abstención del juez" en lo relativo al fondo del asunto objeto de proceso. Siempre consiste, por
definición, en que la administración de justicia no se pronuncia, esto es, no falla, no decide, no juzga. Y, si no
juzga, carece de toda lógica atribuir al acto judicial en que se consagra tal determinación -de no juzgar- el
carácter, la fuerza y el valor de la cosa juzgada, que de suyo comporta la firmeza y la intangibilidad de "lo
resuelto"”. Incluso, en cuanto al control abstracto de constitucionalidad, esta Corte también ha concluido que
“una sentencia inhibitoria en un juicio de constitucionalidad no produce efecto de cosa juzgada respecto de
la disposición acusada, en tanto que mientras no exista un pronunciamiento material sobre su exequibilidad,
es posible insistir en su revisión constitucional”. Sobre éste último punto, se puede consultar la sentencia C-
258 de 2008. M.P. Mauricio González Cuervo, siendo replicada en la sentencia C-096 de 2017. M.P.
Alejandro Linares Cantillo.
27
43. El alcance de la cosa juzgada constitucional ha sido desarrollado de
manera amplia por la jurisprudencia, mediante la definición de categorías
independientes con diferencias marcadas. De esta forma, se han establecido
distinciones conceptuales y prácticas entre lo que se entiende por (i) cosa
juzgada absoluta y cosa juzgada relativa; y, (ii) entre cosa juzgada formal y
cosa juzgada material.

43.1. Existe cosa juzgada absoluta cuando “en aplicación del principio de
unidad constitucional y de lo dispuesto en el artículo 22 del Decreto 2067 de
1991, se presume que el Tribunal Constitucional confrontó la norma acusada
con toda la Constitución, por lo que, con independencia de los cargos
estudiados explícitamente, en aquellos casos en los que la Corte no limita
expresamente la cosa juzgada, se entiende que hizo una comparación de la
norma acusada con toda la Carta”32; en otras palabras, cuando el
pronunciamiento de constitucionalidad de una disposición proferido en control
abstracto, no se encuentra limitado en la propia sentencia, se entiende que la
norma es exequible o inexequible en su totalidad y frente a todo el texto
constitucional.

43.2. Por otro lado, existe cosa juzgada relativa “cuando el juez constitucional
limita de forma expresa los efectos de la decisión, dejando abierta la
posibilidad para que en el futuro se formulen nuevos cargos de
inconstitucionalidad contra la norma que ha sido objeto de examen, distintos a
los que la Corte ya ha analizado” 33. En relación con esta última categoría,
también se ha dicho que ésta puede presentarse de manera explícita, en
aquellos eventos en los cuales los efectos de la decisión se limitan directamente
en la parte resolutiva con expresiones como, por ejemplo, declarar exequible
“por los cargos analizados”; e implícita, cuando tal hecho ocurre en forma
clara e inequívoca en la parte motiva o considerativa de la providencia, sin que
se haga mención alguna en la parte resolutiva 34. De allí que, en éste último caso
la cosa juzgada relativa implícita se pueda deducir del análisis integral del
fallo, para concluir que el control no fue integral, sino que se contrajo a ciertos
vicios de constitucionalidad.

43.3. Así mismo, la Corte ha establecido que puede declararse la existencia de


cosa juzgada formal, en aquellos casos en los cuales existe un pronunciamiento
previo del juez constitucional en relación con el precepto que es sometido a un
nuevo y posterior escrutinio constitucional35. Es decir, se demanda la misma
disposición.

43.4. Por su parte, la cosa juzgada material se presenta cuando la demanda


recae sobre una disposición que no ha sido formalmente objeto de control
32 Sentencia C-979 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
33 Sentencia C-978 de 2010. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
34 Concretamente la sentencia C-061 de 2010. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, indicó que “[l]a Corte
también ha distinguido entre (ii.a) cosa juzgada relativa explícita y (ii.b) cosa juzgada relativa implícita:
“explícita, en aquellos eventos en los cuales los efectos de la decisión se limitan directamente en la parte
resolutiva, e implícita cuando tal hecho tiene ocurrencia en forma clara e inequívoca en la parte motiva o
considerativa de la providencia, sin que se exprese en el resuelve”.
35 Sentencia C-241 de 2012. MP Luis Ernesto Vargas Silva.
28
constitucional, pero que reproduce de manera idéntica o exacta, el contenido de
una norma sobre la cual sí existe decisión de constitucionalidad, es decir
“cuando a pesar de haberse demandado una norma formalmente distinta, su
materia o contenido normativo resulta ser idéntico al de otra u otras
disposiciones que ya fueron objeto de juicio de constitucionalidad, sin que el
entorno en el cual se aplique comporte un cambio sustancial en su alcance y
significado”36. Significa lo anterior que la norma analizada se encuentra
reproducida en otra disposición, incluso que se puede ubicar en el mismo
cuerpo normativo.

44. Ahora bien, es necesario precisar que la jurisprudencia constitucional ha


reconocido que el cambio de parámetro de control que se causó con la
expedición de la Constitución Política de 1991, conlleva diversos efectos en
cuanto a la institución de la cosa juzgada constitucional, a saber: (i) cuando la
Corte Suprema de Justicia adelantó el estudio material y declaró exequible una
norma con base en los lineamientos trazados por la derogada Constitución
de 1886, no es posible predicar la existencia de cosa juzgada constitucional
frente a los preceptos de la Carta Política de 1991 y, por consiguiente, se
habilita la competencia de la Corte Constitucional para emitir un nuevo
pronunciamiento de mérito; (ii) cuando la Corte Suprema de Justicia, actuando
como juez constitucional transitorio, declaró exequibles normas
preconstitucionales con base en los preceptos de la Constitución Política de
1991, se entiende que existe cosa juzgada sobre los puntos objeto de análisis,
por lo cual se ha concluido con fallos de “estarse a lo resuelto”37; y (iii)
cuando la Corte Suprema de Justicia declaró inexequibles normas
preconstitucionales con base en los lineamientos fijados por la
Constitución de 1886, se ha entendido que dicha inexequibilidad trasciende al
mundo jurídico, retirando la norma del ordenamiento legal38.

45. Sobre el particular, en tanto resulta relevante para el estudio del presente
caso, importa profundizar en aquellos precedentes que se ubican en la primera
hipótesis antedicha.

45.1. Desde sus primeras providencias, especialmente en el Auto 012 de


199239, esta Corporación señaló que las decisiones de constitucionalidad
proferidas por la Corte Suprema de Justicia, en tanto tuvieron lugar en vigencia
de la Constitución Política de 1886 y sus reformas, configuran la cosa juzgada

36 Sentencia C-720 de 2007. MP Catalina Botero Marino.


37 Sentencias C-159 de 1997. M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-336 de 1999. M.P. Fabio Morón Díaz; Auto 173
de 2003. M.P. Jaime Córdoba Triviño; y, C-043 de 2006. M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
38 Sentencia C-986 de 2005. M.P. Jaime Córdoba Triviño. En esa ocasión se declaró la existencia de cosa
juzgada constitucional respecto de una decisión de la Corte Suprema de Justicia que había declarado
inexequible la Ley 36 de 1973. Lo anterior por cuanto dicha Ley había sido retirada del ordenamiento
jurídico.
39 Auto 012 de 1992. M.P. José Gregorio Hernández Galindo. En aquella oportunidad la Corte resolvió un
recurso de súplica presentado contra el auto que rechazó una demanda de inconstitucionalidad contra el
artículo 1° de la Ley 15 de 1992. Dicho rechazo se cimentó en la existencia de la cosa juzgada constitucional
porque la Corte Suprema de Justicia había declarado exequible la disposición acusada, mediante sentencia del
23 de agosto de 1982. No obstante, la Sala Plena de la Corte Constitucional revocó el auto de rechazo y
procedió a admitir la demanda de inconstitucionalidad, aduciendo la inexistencia de la cosa juzgada
constitucional ante el cambio en el parámetro con el cual se lleva a cabo el control de constitucionalidad.
29
mientras estuvieron vigentes los preceptos constitucionales en relación con los
cuales esa Corte evaluó la norma acusada, pero no subsiste por motivos
materiales, si de lo que se trata es de establecer su conformidad sustantiva con
los nuevos preceptos de la Carta Política de 1991. Por consiguiente, cuando se
demanden normas que venían rigiendo al entrar en vigencia la nueva
Constitución y la demanda recae sobre el contenido material de dichas normas,
“esta Corporación debe adelantar el correspondiente estudio de
constitucionalidad, aunque por sentencia anterior se hubiera declarado la
constitucionalidad de los preceptos acusados, pues en tales casos la cosa
juzgada se daba frente a la Carta Política derogada, pero no tiene valor
respecto de la nueva. Cosa distinta es que la sentencia hubiera declarado la
inexequibilidad, ya que en tal evento, las disposiciones objeto de ella habrían
salido del ordenamiento jurídico, de modo que no estaban vigentes cuando
principió a regir la nueva Constitución”.

45.2. Esa misma postura fue sostenida en la sentencia C-345 de 1993 40, en la
cual se estudió una demanda de inconstitucionalidad contra una norma del
Código Contencioso Administrativo establecido por el Decreto Ley 01 de
1984, que había sido objeto de declaratoria de exequibilidad por parte de la
Corte Suprema de Justicia con base en los postulados de la Constitución de
1886. En aquella ocasión, la Corte Constitucional adujo que “la cosa juzgada
pronunciada bajo la Carta de 1886 no extiende sus efectos a la Constitución
Política que hoy nos rige”, en tanto entre los dos regímenes constitucionales se
presentan variaciones sustanciales de contenido, lo que hace obligada una
nueva revisión a la luz de las disposiciones constitucionales actualmente
vigentes. Con base en lo anterior, asumió el estudio de fondo del asunto y
emitió decisión de mérito partiendo de la inexistencia de la cosa juzgada
constitucional.

45.3. Lo propio aconteció en la sentencia C-720 de 2007 41, en la cual se estudió


una demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 192 del Decreto 1355
de 1970 “Por el cual se dictan normas sobre policía”, que había sido
declarado exequible por la Corte Suprema de Justicia con base en los preceptos
establecidos en la Constitución de 1886. Según esgrimió la Corte
Constitucional, la sentencia No. 67 de julio 2 de 1987 no resultaba vinculante
dado que el nuevo examen de constitucionalidad se realizaba con base en un
nuevo parámetro de control, cual es, la Carta Política de 1991. Derivado del
anterior argumento, concluyó la inexistencia de cosa juzgada constitucional y
habilitó su competencia para pronunciarse de fondo en el asunto.

46. Así las cosas, a título de conclusión, esta Corporación reafirma que, con
base en el artículo 243 Superior, las sentencias que dicta como guardiana de la
Carta Política de 1991 tienen valor jurídico y fuerza vinculante e inmutable a
través del fenómeno de la cosa juzgada constitucional, con lo cual se
garantizan los principios de igualdad, seguridad jurídica y confianza legítima
en las relaciones de los asociados y en el ordenamiento normativo en general.

40 Sentencia C-345 de 1993. M.P. Alejandro Martínez Caballero.


41 Sentencia C-159 de 1997. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
30
Justamente, la Corte ha determinado como categorías para calificar la
existencia de cosa juzgada constitucional, la absoluta y la relativa, así como la
formal y la material, además de señalar que respecto de las sentencias que ha
proferido la Corte Suprema de Justicia declarando la exequibilidad de normas
preconstitucionales con base en los preceptos de la Constitución de 1886, no es
posible extender los efectos de la cosa juzgada constitucional, en tanto la Carta
Política de 1991 se convierte en un nuevo parámetro de control que habilita la
competencia de la Corte Constitucional para adelantar el análisis según el
actual régimen superior.

47. Fijadas las anteriores bases teóricas, la Sala centrará su análisis en


determinar si el fenómeno de la cosa juzgada constitucional opera en el
presente caso con relación a las sentencias No. 56 del 6 de noviembre de 1985
de la Corte Suprema de Justicia y, C-985 de 2010 y C-358 de 2016 de la Corte
Constitucional.

Inexistencia de cosa juzgada constitucional frente a la sentencia No. 56 del 6


de agosto de 1985

48. Ejerciendo la acción pública de inconstitucionalidad, un ciudadano acusó


ante la Corte Suprema de Justicia un fragmento del artículo 6º de la Ley 1ª de
1976, "por la cual se establece el divorcio en el matrimonio civil, se regulan la
separación de cuerpos y de bienes en el matrimonio civil y en el canónico, y se
modifican algunas disposiciones de los Códigos Civil y de Procedimiento Civil
en materia de familia", el cual modificó el artículo 156 del Código Civil
Colombiano42. Puntualmente, el aparte acusado fue el que a continuación se
procede a resaltar:

"Artículo 6º. El artículo 156 del Código Civil quedará así:

Artículo 156. El divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge


que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan y dentro del
término de un año, contado desde cuando tuvo conocimiento de ellos
respecto de las causas 1ª y 7ª, o desde cuando se sucedieron, en tratándose
de las causas 2ª, 3ª, 4ª y 5ª. En todo caso, las causas 1ª y 7ª, solo podrán
alegarse dentro de los dos años siguientes a su ocurrencia.

Las causas de divorcio no podrán probarse con la sola confesión de los


cónyuges".

49. En esa oportunidad, el demandante adujo dos cargos para solicitar la


declaratoria de inexequibilidad del segmento acusado. El primero, relacionado
con el quebranto del artículo 16 de la Constitución de 1886, que consagraba los
derechos a la ciudadanía; y el segundo, enfocado a la vulneración del artículo
53 de la misma Constitución, que establecía la libertad de conciencia indicando
que “(...) nadie será molestado por razón de sus opiniones religiosas, ni

42 Para el momento de la presentación de esa demanda, el artículo 6° de la Ley 1ª de 1976 se encontraba


vigente. A partir de la expedición de la Ley 25 de 1992, el mismo se encuentra derogado y, por ello, el artículo
156 del Código Civil vigente es el texto que consigna el artículo 10 de la ley 25 de 1992.
31
compelido a profesar creencias ni a observar prácticas contrarias a su
conciencia (...)". En su criterio, la expresión demandada impedía al ciudadano
disponer de su destino, habida cuenta que el hombre y a la mujer casados que
no desean seguir cohabitando por diversos factores, se encontraban impedidos
para invocar, de mutuo acuerdo, la causal ante la autoridad competente a fin de
disolver el vínculo que voluntariamente los había unido.

50. Tras efectuar el examen correspondiente, la Sala Plena de la Corte Suprema


de Justicia, mediante la sentencia No. 56 del 6 de agosto de 1985, M.P. Alfonso
Patiño Roselli, declaró exequible el aparte censurado por encontrarlo ajustado
al texto de la Constitución de 1886. Para fundamentar lo anterior, esa Corte
señaló lo siguiente:

“Segunda. La disposición del artículo 156 del Código Civil, tal como fue
fijado por el artículo 6º de la Ley 1ª de 1976, según la cual "el divorcio
sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los
hechos que lo motivan" obedece -como lo señala la visita fiscal- al
propósito del legislador de favorecer el cumplimiento de un contrato de
la excepcional significación del matrimonio civil.

Dicho propósito corresponde a la norma fundamental y genérica en


materia de actos jurídicos el cumplimiento de lo pactado, de la cual se
deriva la necesidad de proteger al cónyuge fiel a sus obligaciones frente
al que las desatiende.

Tal disposición, por tanto, no sólo vulnera el artículo 16 de la Carta sino


que concuerda con ese precepto. Sin infringir ninguno de los demás
elementos del mismo, está claramente dirigida a hacer efectivo uno de los
deberes primordiales del Estado y de los particulares en el campo social:
nada menos que la protección de la familia. De la familia, es decir, de la
institución en que descansa nuestra organización social.

Tercera. Originándose el matrimonio civil en la libre voluntad de los


contrayentes y siendo de público conocimiento las normas que lo rigen,
no es dable que alguna de estas -como la que asigna la iniciativa del
divorcio al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan-
afecte la libertad religiosa o la libertad de cultos que no sean contrarios
a la moral cristiana ni a las leyes.

Si para alguna persona sujeta a la Ley 1ª de 1976 fuere asunto de


conciencia la norma acusada, bastaría, para preservar su tranquilidad
espiritual, que se abstuviera de contraer un vínculo cuya disolución ha
querido el legislador someter a la condición elemental de que sea pedida
por el cónyuge que no haya dado lugar a tales hechos.

Carece del menor fundamento, en consecuencia, la pretensión de que el


artículo 53 de la Constitución haga indispensable consagrar el divorcio
por mutuo consentimiento, o conferir al cónyuge, responsable de los

32
hechos que lo motivan el derecho de pedir la disolución del matrimonio
por divorcio judicialmente declarado".

No encuentra la Corte que la norma acusada pugne con algún otro


precepto de la Carta”.

51. Según se observa, el análisis de constitucionalidad que en su momento


adelantó la Corte Suprema de Justicia versó sobre el mismo contenido
normativo que ha dado lugar a la presente demanda. No obstante, en aquella
oportunidad el parámetro de control invocado y con el cual se llevó a cabo el
juicio, fueron los derechos a la ciudadanía y la libertad de conciencia bajo los
lineamientos establecidos en la Constitución de 1886. Significa lo anterior que,
esa decisión que declaró exequible la expresión “el divorcio sólo podrá ser
demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo
motivan”, contenida en el artículo 156 del Código Civil, condujo a la
configuración del fenómeno de la cosa juzgada constitucional hasta tanto la
Constitución Política de 1886 estuvo vigente, pero no subsiste por motivos
materiales, ni sus efectos se extienden a la Constitución Política de 1991, al
haber cambiado el parámetro de control e incluso basarse la demanda en un
cargo diferente que corresponde al presunto quebranto del derecho al libre
desarrollo de la personalidad. De allí que, como lo ha indicado la
jurisprudencia constitucional, la Sala concluye que en el presente caso no opera
el fenómeno de la cosa juzgada constitucional y, por ello, esta Corte goza de
plena competencia para pronunciarse de fondo en el asunto de la referencia.

Inexistencia de cosa juzgada constitucional en relación con las sentencias C-


985 de 2010 y C-358 de 2016

52. Esta Corporación estima que no se configura el fenómeno de la cosa


juzgada constitucional frente a las sentencias C-985 de 201043, porque en esa
oportunidad el aparte que fue demandado, los cargos propuestos, el problema
jurídico trazado y la ratio decidendi, distan del contenido que propone la actual
demanda de inconstitucionalidad.

52.1. En efecto, esa sentencia estudió una demanda de inconstitucionalidad


contra la expresión “y dentro del término de un año, contado desde cuando
tuvo conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª, en todo caso las causales 1ª y
7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia”,
contenida en la parte final del inciso primero del artículo 156 del Código Civil
Colombiano, modificado por el artículo 6° de la Ley 1ª de 1976. Ello por
cuanto, según los demandantes, dicha expresión desconocía los artículos 1, 2,
5, 15, 16, 18 y 42 de la Constitución Política, al establecer un término de
caducidad o prescripción para iniciar la demanda de divorcio.

52.2. Los demandantes centraron su argumentación en que el cónyuge ofendido


(i) si se enteraba pasados los 2 años de las relaciones sexuales
43 Sentencia C-985 de 2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub. SV de los Magistrados Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo y Humberto Antonio Sierra Porto.
33
extramatrimoniales de su consorte, no podía iniciar la acción de divorcio por
haber excedido el término previsto por el legislador, situación que le obligaba a
permanecer al lado del cónyuge culpable aún en contra de su querer,
contrariando el principios constitucionales de la dignidad humana, de la
inalienabilidad de los derechos de las personas, de los derechos
constitucionales a la libertad de conciencia, el libre desarrollo de la
personalidad, la armonía familiar y la honra del cónyuge inocente; (ii) en
cuanto a las causales 1°, 2°, 3°, 4°, 5° y 7° de divorcio, los demandantes
consideraron que el cónyuge ofendido por alguna de esas circunstancias, a
pesar de perdonar al consorte, con el paso de más de 2 años la situación podía
cambiar y convertirse en intolerable, sin que le fuera posible emprender el
divorcio por tener un término perentorio para ello, afectando por consiguiente
el derecho a restablecer su vida emocional; y, (iii) estimaban que las
expresiones demandadas impedían al cónyuge ofendido elegir el estado civil,
afectando con ello el derecho al libre desarrollo de la personalidad en tanto el
divorcio sólo podía ser ejercido en un máximo de 2 años desde la ocurrencia de
la respectiva causal.

52.3. Con base en esos planteamientos, la Sala Plena planteó como problema
jurídico el siguiente: “(…) determinar si el artículo 10 de la Ley 25 de 1992 –
que modificó el artículo 156 del Código Civil- impone un término de
caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio desproporcionado desde
el punto de vista de los derechos a la intimidad, al libre desarrollo de la
personalidad y a la dignidad de los cónyuges que desean terminar el vínculo
matrimonial” (negrillas fuera del texto original).

52.4. Para resolver el problema plantado, la Sala analizó los límites de la


libertad de configuración del Legislador en materia de términos procesales,
especialmente de reglas de caducidad; así como las características, causales y
finalidades de la acción de divorcio; y luego refirió a las tendencias globales en
materia de regulación del divorcio.

52.5. A partir de esos postulados, la Corte adelantó un juicio de


proporcionalidad con miras a establecer si los términos de caducidad previstos
por el Legislador para el ejercicio de la acción de divorcio con fundamento en
causales subjetivas, desconocían los derechos de los cónyuges inocentes a la
intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad, e imponían una
restricción desproporcionada a su derecho de acción.

Al respecto, en esa oportunidad la Sala Plena concluyó que si bien la medida


acusada tenía una finalidad constitucionalmente admisible que era promover la
estabilidad del matrimonio como forma de familia y que las sanciones
derivadas del divorcio se impongan en un término razonable, lo cierto era que
la medida (i) resultaba innecesaria, porque la finalidad perseguida podía
lograrse mediante mecanismos menos restrictivos de los derechos
fundamentales del denominado cónyuge inocente, (ii) a la vez que encontró
que era desproporcionada en sentido estricto, toda vez que el establecimiento
de un término de caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio con
ocasión de las causales subjetivas definidas en el artículo 154 del Código Civil,
34
termina por anular el derecho de los cónyuges inocentes a solicitar el divorcio
una vez el término de caducidad había vencido, e interpretaba su silencio de
una forma que no siempre coincidía con su voluntad, afectando el libre
desarrollo de la personalidad y su derecho a la intimidad. Incluso, (iii) la Corte
también señaló que imponer un término para ejercer el derecho de acción para
obtener el divorcio, limitaba el derecho a elegir el estado civil y a conformar
una familia,

52.6. Ante el anterior hallazgo constitucional, para garantizar que las sanciones
ligadas al divorcio basado en causales subjetivas no se tornaran
imprescriptibles, la Corte adoptó una decisión de exequibilidad condicionada
de la frase “y dentro del término de un año, contado desde cuando tuvo
conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª”, bajo el entendido que los
términos de caducidad que la disposición prevé solamente restringe en el
tiempo la posibilidad de solicitar las sanciones ligadas a la figura del divorcio
basado en causales subjetivas.

Además, estimó que la frase “en todo caso las causales 1ª y 7ª sólo podrán
alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” era inexequible,
pues limitaba aún más los derechos de los cónyuges inocentes, pues no tenía en
cuenta cuándo éstos tuvieron conocimiento de las causales, con
desconocimiento de las complejidades de la vida matrimonial. Sobre el punto,
indicó que “el Legislador al establecer términos de caducidad y fijar el
momento a partir de cual deben contabilizarse, debe tener en cuenta que la
consecuencia que genera la caducidad solamente puede ser endilgable a
aquellas personas que de manera deliberada o negligente dejan de hacer uso
de su derecho de acción. En este caso, la disposición acusada atribuye una
consecuencia perjudicial a una situación que escapa de las manos de quien la
sufre”.

53. Pues bien, según se advierte del anterior recuento, la sentencia C-985 de
2010 a pesar de referirse al libre desarrollo de la personalidad de los cónyuges
para elegir su estado civil y lograr el restablecimiento de su vida emocional, lo
hizo en el contexto del análisis de los términos de caducidad que el artículo
156 del Código Civil impone para demandar y ejercer la acción de
divorcio.

Por consiguiente, los cargos planteados en esa oportunidad, el problema


jurídico abordado y la razón de la decisión resultan diferentes a la expuesta en
esta oportunidad, sumado a que la expresión censurada es diferente, a pesar de
estar incluida en el mismo artículo 156 en comento. En efecto, los actuales
demandantes centran su inconformidad en el presunto quebranto del derecho al
libre desarrollo de la personalidad del cónyuge culpable, a quien el precepto
demandado le impide la legitimación en la causa por activa para ejercer la
acción de divorcio. Entonces, por tratarse de apartes normativos y cargos
diferentes, la Sala considera que no se configura el fenómeno de la cosa
juzgada constitucional.

35
54. De otro lado, en tratándose de la sentencia C-358 de 2016 44, basta señalar
que la misma no tiene la vocación de configurar la cosa juzgada constitucional,
por cuanto la decisión que adoptó esta Corporación respecto del artículo 156
del Código Civil, modificado por el artículo 10 de la Ley 25 de 1992, fue
inhibitoria ante la ineptitud sustantiva de la demanda. Ello por cuanto el
demandante afirmaba que las normas que consagran el régimen del matrimonio
en Colombia, debieron ser tramitadas mediante ley estatutaria por regular, en
su criterio, el derecho fundamental al matrimonio.

Sobre el punto, la Corte concluyó que (i) el legislador no desconoció la reserva


constitucional de ley estatutaria (Art. 152, CP), al no haber tramitado según las
reglas propias de ese tipo de proceso legislativo las normas que regulan la
institución del matrimonio (Art. 42, CP), en especial si se trata de los asuntos
que expresamente la Constitución confiere a la potestad del legislador civil; y,
(ii) la definición actual del matrimonio (contemplada en el Artículo 113 del
Código Civil) no debía cumplir las exigencias de procedimiento legislativo
propio de las leyes estatutarias, por cuanto se trata de una ley que fue expedida
un siglo antes de entrar en vigencia la Constitución del 1991, es decir, la
validez constitucional en términos procesales de un acto debía ser estudiada de
acuerdo a las reglas procesales que regían al momento de su formación, por lo
tanto, consideró que no resultaba aplicable el trámite establecido para las leyes
estatutarias en el artículo 153 de la Constitución.

Así las cosas, por tratarse de una decisión inhibitoria que no asume una postura
de fondo sobre la constitucionalidad del artículo 156 del Código Civil, la
misma no genera ningún grado de vinculación para el análisis de mérito que ha
de efectuarse en el presente asunto.

55. En orden de ideas, la Corte concluye que no se configura el fenómeno de la


cosa juzgada constitucional respecto de las sentencias No. 56 del 6 de
noviembre de 1985 proferida por la Corte Suprema de Justicia y, C-985 de
2010 y C-358 de 2016 de la Corte Constitucional, y por ende, se encuentra
plenamente habilitada para asumir el análisis de fondo del presente caso a
partir del cargo propuesto de presunta afectación al libre desarrollo de la
personalidad del cónyuge denominado culpable.

C. Improcedencia de la integración normativa del precepto acusado con el


artículo 154 del Código Civil y con el restante contenido del artículo 156
de la misma codificación civil, salvo la expresión “sólo” de éste último para
integrar la proposición jurídica completa

56. Según fue reseñado en los antecedentes, el Instituto Colombiano de


Derecho Procesal solicita a la Corte realizar la integración normativa de la
locución acusada, con el artículo 154 del Código Civil y con la expresión “que
no haya dado lugar a los hechos que lo motivan y dentro del término de un
año, contado desde cuando se sucedieron, respecto a las causales 2ª. 3ª. 4ª. y
5ª.” que consagra el artículo 156 de la misma codificación civil. Ello, en tanto

44 Sentencia C-385 de 2016. M.P. María Victoria Calle Correa.


36
plantea que lo que realmente debe ser declarado inconstitucional es el divorcio
contencioso, pues la ruptura del lazo matrimonial debe proceder por la simple
voluntad de cualquiera de los cónyuges, es decir, se debe instituir un divorcio
sin causales que apele a la mera voluntad de quienes quieren divorciarse, pero
regulando el impacto económico que se genera frente a indemnizaciones,
alimentos y la protección a los sujetos vulnerables con ocasión de la crisis
matrimonial.

57. De entrada, esta Corporación advierte la improcedencia de la integración


normativa que se solicita, habida cuenta que no se configura ninguna de las
causales que ha desarrollado la jurisprudencia constitucional para que opere su
reconocimiento y aplicación, y más aún porque la propuesta que plantea el
Instituto Colombiano de Derecho Procesal parte de un análisis diferente al
contexto limitado que esgrime la demandante en el cargo declarado como apto.
Para fundamentar lo anterior, la Corte explicará, en primer lugar, en qué
consiste la figura de la integración de la unidad normativa, y seguidamente, se
ocupará de realizar un estudio específico frente al caso concreto tendiente a
demostrar la improcedencia de la petición que se analiza.

58. De acuerdo con el anterior norte trazado, la Sala comienza por reconocer
que, de acuerdo con la jurisprudencia constitucional, la integración de la
unidad normativa por parte de la Corte es un mecanismo excepcional, que
opera “… cuando ella es necesaria para evitar que un fallo sea inocuo, o
cuando ella es absolutamente indispensable para pronunciarse de fondo sobre
un contenido normativo que ha sido demandado en debida forma por un
ciudadano. En este último caso, es procedente que la sentencia integre la
proposición normativa y se extienda a aquellos otros aspectos normativos que
sean de forzoso análisis para que la Corporación pueda decidir de fondo el
problema planteado”45.

59. A partir de esta regla, la Corte ha diferenciado los dos planos en que resulta
aplicable la integración normativa: (i) la consolidación de la proposición
jurídica completa y (ii) la técnica de la unidad normativa.46 El primero dirigido
a completar el sentido de la disposición acusada con otros enunciados
normativos inescindiblemente relacionados con ella, con miras a asegurar que
el control recaiga sobre un precepto con un alcance regulador autónomo e
inteligible. Y el segundo previsto para extender el efecto de la decisión a otras
disposiciones de igual o similar contenido normativo, en los que la integración
busca preservar el principio de supremacía constitucional, garantizar la
seguridad jurídica y, en ciertos casos, evitar que el fallo prive de sentido al
texto legal acusado.

45 Sentencia C-320 de 1997. M.P. Alejandro Martínez Caballero.


46 Sentencias C-804 de 2006. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; C-228 de 2010. M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva; C-889 de 2012. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; C-104 de 2016. M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez; C-329 de 2016. M.P. María Victoria Calle Correa; y, C-568 de 2016. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
37
60. Particularmente, en tratándose del segundo plano en comento, la Corte47 ha
señalado que la aplicación del fenómeno de la unidad normativa en el marco de
la acción pública de inconstitucionalidad se puede dar en tres hipótesis y de
manera excepcional: (i) en aquellas circunstancias en las cuales el precepto
acusado se encuentra reproducido en otras disposiciones que no fueron objeto
de demanda; (ii) cuando la disposición cuestionada está inserta en un sistema
normativo que, a primera vista, genera serias dudas de constitucionalidad; o
(iii) cuando el precepto demandado no tiene un contenido claro o unívoco, de
manera que, para entenderlo y aplicarlo, resulte absolutamente imprescindible
integrar su contenido con el de otra disposición que no fue acusada.

61. En el presente caso, esta Corporación considera que la demanda es


suficiente porque el precepto censurado, si bien corresponde a la frase “por el
cónyuge que no ha dado lugar a los hechos que lo motivan” dentro del
contexto del artículo 156 del Código Civil Colombiano, y fue integrada por
esta Corte con la locución “sólo” para brindar mayor entendimiento en que
única y exclusivamente se encuentra legitimado el cónyuge ofendido para
demandar el divorcio, configura una proposición jurídica completa con un
contenido deóntico claro del cual es posible extraer la interpretación normativa
que la actora presenta en su demanda y que indica lesiona el derecho
fundamental al libre desarrollo de la personalidad del cónyuge culpable, en
tanto el legislador lo excluyó de la posibilidad de ejercer la acción judicial de
divorcio. De hecho, esas locuciones admiten de forma autónoma e inteligible,
sumado al contexto sistemático en que se encuentran insertas, el entendimiento
que la demandante le asigna y del cual predica, en su criterio, que si el objeto
del divorcio es disolver el matrimonio y permitir a los cónyuges rehacer sus
vidas, no se justifica limitar al cónyuge culpable el acceder al divorcio, pues
ello le impide escoger y determinar su existencia, realizar su vida y escoger su
estado civil, lo cual vulnera presuntamente el artículo 16 de la Constitución
Política de 1991.

El que el precepto demandado sea contextualizado con el resto del artículo 156
del Código Civil, o incluso con otras normas de la misma codificación civil
para fijar una mejor compresión legal, no significa que sea absolutamente
indispensable para pronunciarse de fondo completarlo con otros apartes del
mismo artículo 156 diferentes a la expresión “sólo”, o con el artículo 154 del
Código Civil, más aún cuando se presentan elementos que prima facie generan
el alcance persuasivo de la demanda que permiten emitir un fallo de mérito. De
allí que la Sala advierta que, a partir de los planteamientos que consigna la
demanda, no sea necesario completar el sentido de la disposición acusada con
otros enunciados normativos diferentes a la expresión inescindible “sólo”, ya
que genera un alcance autónomo e inteligible con la integración de la
proposición jurídica que efectuó esta Corporación.

62. En igual sentido, la Sala considera que no se estructuran ninguna de las


hipótesis que tornan procedente la aplicación del fenómeno de la unidad
normativa. Lo anterior por cuanto, la exposición que realiza el Instituto
47 Sentencias C-228 de 2010. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, y C-104 de 2016. M.P. Luis Guillermo
Guerrero Pérez, entre otras.
38
Colombiano de Derecho Procesal para fundamentar su petición, esboza un
debate diferente del que se circunscribe en la presente acción pública de
inconstitucionalidad, ya que mientras que ésta centra su discusión en la
legitimación en la causa por activa para ejercer la acción de divorcio, el
Instituto considera que la Corte debe declarar inexequible todo el régimen del
divorcio contencioso basado en las causales objetivas y subjetivas para
disolverlo que establece el artículo 154 del Código Civil, situación que excede
el fundamento central del cargo admitido como apto.

63. Aunque esa circunstancia de disparidad argumentativa por si sola impone la


improcedencia en la aplicación de la unidad normativa, en todo caso la Sala
tampoco observa que el precepto acusado se encuentre reproducido en otras
disposiciones que requieran ser integradas, ni se encuentre inserto en un
sistema normativo que plantee serias dudas de constitucionalidad, y menos aún,
advierte que se trate de una expresión que carezca de contenido claro o
unívoco, por lo cual, concluye que la petición que realiza el Instituto
Colombiano de Derecho Procesal no está llamada a prosperar por ser
improcedente.

64. Pues bien, una vez superado el examen de los diferentes temas
preliminares, la Corte seguidamente propondrá el problema jurídico con
enfoque constitucional que debe resolver, centrándose exclusivamente en el
cargo por presunto desconocimiento del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, que fue hallado apto sustancialmente.

Problema jurídico y metodología de decisión

65. En esta oportunidad, corresponde a la Corte determinar si el legislador al


establecer que la legitimación en la causa por activa para ejercer la acción
judicial de divorcio sólo recae en el cónyuge que no haya dado lugar a los
hechos que lo motivan, desconoce el derecho fundamental al libre desarrollo de
la personalidad del denominado “cónyuge culpable” (art. 16 de la CP), al
punto de limitar su autodeterminación para definir la continuidad del vínculo
matrimonial, escoger su estado civil y concretar libremente su proyecto de vida
emocional y familiar.

66. Para abordar el estudio del problema jurídico planteado, la Corte


comenzará por recordar la naturaleza constitucional y los lineamientos legales
que rigen la institución del matrimonio como una de las formas de constituir
familia, con el fin de centrar el análisis en el divorcio como posibilidad jurídica
para disolver el vínculo del matrimonio civil, cuya regulación compete al
legislador. Seguidamente, referirá al alcance del derecho al libre desarrollo de
la personalidad y su entendimiento en el marco de las relaciones familiares; y,
por último, realizará el estudio concreto del cargo que fue admitido como apto,
para lo cual examinará la medida legislativa censurada desde los criterios de la
proporcionalidad.

La naturaleza constitucional y los lineamientos legales que rigen el


matrimonio como una de las formas de constituir familia. Especial
39
enfoque en el divorcio como manera de disolver el vínculo del matrimonio
civil

67. La Constitución Política de 1991, en sus artículos 5° y 42, consagra una


protección especial a la familia como cédula básica y núcleo fundamental de la
sociedad48. Dentro de las formas de constituir familia, el Estado colombiano
reconoce los vínculos naturales y jurídicos, encontrándose dentro de éstos
últimos, el matrimonio que deriva de la decisión libre y voluntaria de la pareja
de celebrarlo contrayendo nupcias.

68. Justamente, el mismo artículo 42 Superior establece que la institución del


matrimonio, en tanto se compone de varias complejidades, se rige por lo
dispuesto en la ley civil. De allí que al legislador se le conceda la libertad de
configuración respecto a la constitución y el perfeccionamiento del matrimonio
(formas de matrimonio, edad y capacidad para contraerlo), a la ejecución del
mismo (deberes y derechos de los cónyuges), a la disolución como forma de
culminarlo, y a la posibilidad de establecer consecuencias o efectos derivados
del matrimonio y de su disolución. Por consiguiente, como se observa, los
mecanismos de disolución del matrimonio civil no pueden analizarse de forma
aislada, sino que deben entenderse en un contexto sistemático con todas las
aristas jurídicas que regulan la institución matrimonial, más aun cuando ello
tiene clara incidencia en lo relativo a la familia, al estado civil de las personas y
sus proyectos de vida afectiva.

69. A pesar de tratarse de una norma preconstitucional, la jurisprudencia


constitucional ha reconocido que el matrimonio civil es un contrato solemne
que genera derechos e impone deberes recíprocos a los cónyuges49, es decir, es
“es un acto constitutivo de familia que genera deberes en cabeza de los
cónyuges”50. Ello es así en tanto el artículo 113 del Código Civil dota de
naturaleza contractual al matrimonio, asignándole un alcance bilateral habida
cuenta que los consortes acuden a él de forma libre y se unen por mutuo
consentimiento con la finalidad de vivir juntos, procrear y auxiliarse.

70. A partir de la definición dada por la ley, la doctrina sostiene que el


matrimonio se caracteriza por ser un contrato: bilateral, porque una vez
celebrado se constituye en fuente de derechos y obligaciones recíprocas entre
los esposos, solemne, pues para su validez requiere el cumplimiento de ciertas
y precisas formalidades especiales, puro y simple, ya que los derechos y

48 En Colombia, la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 no acogió la propuesta formulada por el


Gobierno de asignarle a la familia un alcance puramente asistencial y se decidió, en cambio, por reconocerle
el carácter de pilar fundamental dentro de la organización estatal, asociándola con la primacía de los derechos
inalienables de la persona humana y elevando a canon constitucional aquellos mandatos que propugnan por su
preservación, respeto y amparo. De este modo, la actual Carta Política quedó alineada con la concepción
universal que define la familia como una institución básica e imprescindible de toda organización social, la
cual debe ser objeto de protección especial. Para profundizar en el estudio del entendimiento de la familia en
los trabajos preparatorios de la Asamblea Nacional Constituyente, se puede consultar la sentencia C-821 de
2005. M.P. Rodrigo Escobar Gil:
49 Así lo ha señalado esta Corporación en las sentencia C-660 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-246 de
2002. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; C-507 de 2004. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; C-821 de
2005. M.P. Rodrigo Escobar Gil; y, C-985 de 2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
50 Sentencia C-246 de 2002. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
40
obligaciones que surgen del mismo no pueden someterse a plazo o condición,
de tracto sucesivo, por cuanto sus obligaciones se deben cumplir mientras
perdure el matrimonio, y finalmente, en la actualidad, el entendimiento
igualitario constitucional permite advertir que el matrimonio tiene una
condición de diversidad en sus contrayentes.

71. De acuerdo pues con su régimen jurídico especial, el contrato matrimonial


produce dos tipos de efectos: (i) los efectos de orden personal, que tienen que
ver con los derechos y obligaciones que surgen entre los cónyuges y en
relación con los hijos; y, (ii) los efectos de orden patrimonial, consecuencia de
la existencia de la sociedad conyugal o comunidad de bienes que se forma con
ocasión del matrimonio.

Por ser relevante en el presente caso, en relación con los primeros efectos en
mención, desde el momento de la celebración del matrimonio y durante todo el
tiempo de ejecución del mismo, con pleno consentimiento y conocimiento
previo, los cónyuges se obligan recíprocamente a guardarse fe y fidelidad, a
cohabitar, a ejercer en condiciones de igualdad la dirección del hogar, a
socorrerse y a ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida
(Arts. 176 y ss del CC).

72. Si bien la Corte ha reconocido que el matrimonio en el contexto actual no


puede ser visto solo bajo un contenido puramente contractual que se oriente por
criterios de indisolubilidad o de mero cumplimiento de las obligaciones
conyugales, pues dentro de la nueva realidad que propone la Carta Política de
1991, opera la especial protección a la familia y las opciones de vida en una
sociedad diversas y pluralista, que imponen su comprensión desde una
perspectiva de los derechos fundamentales51, no es menos cierto que esta nueva
visión constitucional no obsta para que los cónyuges asuman sus deberes
sabiendo que su incumplimiento reporta consecuencias en el plano jurídico y
legal. De allí surge sin duda una relación directa entre los deberes conyugales,
las causales de incumplimiento y las consecuencias propias que apareja la
terminación lazo conyugal.

73. Ahora bien, el artículo 5° de la Ley 25 de 1992 “por la cual se desarrollan


los incisos 9, 10, 11, 12 y 13 del artículo 42 de la Constitución Política”, que
modificó el artículo 152 del Código Civil, establece que el vínculo matrimonial
se disuelve (i) por la muerte real o presunta de uno de los cónyuges, o (ii) por
divorcio. En cuanto a éste último, esa misma ley modificó dos temas
relevantes: de un lado, lo relativo a la consagración de las causales de divorcio
que fija el artículo 154 del Código Civil, y de otro lado, lo referente a la
legitimación en la causa por activa y la oportunidad para interponer la
respectiva acción judicial que ponga fin al lazo matrimonial.

74. Sobre el punto legislativo, como lo ha reconocido esta Corporación desde


la sentencia C-660 de 200052, la Constitución asigna a la ley el cometido de
51 Sobre el punto se puede consultar la sentencia SU-214 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos.
52 Sentencia C-660 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis. Allí la Corte estableció como problema jurídico
determinar si la expresión “salvo que el demandante las haya consentido facilitado o perdonado” que hace
41
regular la disolución del vínculo conyugal, para lo cual debe tener en cuenta las
especiales consideraciones sobre las características de la institución familiar en
el ordenamiento superior y la especial naturaleza que rige al contrato de
matrimonio, por lo cual, los principios de dignidad humana, libre desarrollo de
la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de los cónyuges, se
constituyen en criterios orientadores para diseñar el modelo legal en donde
aquel no se torne en inamovible. En todo caso, a los cónyuges “no se les puede
obligar a mantener el vínculo matrimonial en contra de su voluntad e interés,
por las mismas razones por las cuales resulta imposible coaccionarlos para
que lo contraigan, aunadas con el imperativo constitucional de propender por
la armonía familiar, necesariamente resquebrajada cuando un conflicto en la
pareja conduce a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución”.

75. También haciendo referencia a la facultad legislativa para regular lo


referente a la disolución del matrimonio, esta Corporación en la sentencia C-
821 de 200553 se ocupó de una demanda de inconstitucionalidad contra el
numeral 1º del artículo 6° de la Ley 25 de 1992, modificatorio del numeral 1º
del artículo 154 del Código Civil, que consagra como una de las causales de
divorcio las relaciones sexuales extramatrimoniales54, en la cual los actores
consideraban que la citada disposición transgredía los derechos a la dignidad
humana (Art.1), la supremacía de los derechos inalienables (Art.5), a la
igualdad (Art.13), al libre desarrollo de la personalidad (Art.16), a la libertad
de consciencia (Art.18), el derecho a la honra (Art.21) y a la familia (Art.42).
Lo anterior, en tanto dicho precepto negaba de plano los derechos a la libertad
sexual del padre o la madre que tienen relaciones sexuales extramatrimoniales,
así como los del hijo fruto de esas relaciones y de la imposibilidad de disfrutar
del cariño y la protección de sus padres.

A partir de lo anterior, la Corte fijó como problema jurídico “determinar si es


inconstitucional la medida legislativa que establece como causal de divorcio el
que uno de los cónyuges haya mantenido “relaciones sexuales
extramatrimoniales”. En particular, debe definir la Corte si, por su
parte del numeral 1° del artículo 6° de la ley 25 de1992 modificatorio del numeral 1° del artículo 154 del
Código Civil, “en cuanto enerva las relaciones sexuales extramatrimoniales como causal de divorcio, resulta
inconstitucional. Teniendo en cuenta que el divorcio es una de las causales de disolución del matrimonio, el
análisis de constitucionalidad tendrá lugar desde el punto de vista de éste, como forma de conformar una
familia”. Luego de realizar el estudio respectivo, declaró inexequible la expresión acusada al considerar que
vulneraba el libre desarrollo de la personalidad y el fuero íntimo de los cónyuges, toda vez que el hecho de
haber consentido para perdonar las relaciones sexuales extramatrimoniales no podrían impedir al cónyuge
ofendido demandar el divorcio. En esa ocasión la Corte indicó que “la decisión íntima de perdonar las
relaciones sexuales extramatrimoniales del otro no puede derivarse para quien las padece, la consecuencia
de perder el derecho a intentar la reestabilización de su vida mediante la declaración de divorcio porque
puede ocurrir que la actitud de perdonar no incluya la intención de mantener la vida en común”.
53 Sentencia C-821 de 2005. M.P. Rodrigo Escobar Gil. En esa oportunidad, luego de realizar el análisis
constitucional, la Corte concluyó que la norma cuestionada no contrariaba la Constitución Política, pues el
“(…) contenido normativo resulta razonable y proporcional en relación con los bienes jurídicos que busca
proteger, como son la institución familiar y el conjunto de obligaciones y derechos que surgen para los
cónyuges del compromiso adquirido en forma libre y voluntaria al contraer matrimonio”. Advirtió que
justamente, del consentimiento otorgado por los cónyuges surgen obligaciones, como la fidelidad, que les son
exigibles, por lo que el quebrantar el deber de fidelidad es incompatible con el consentimiento, elemento
esencial en el matrimonio.
54 “Artículo 6: El artículo 154 del Código Civil, modificado por la Ley Primera de 1976, quedará así:
Son causales de divorcio:
1.- Las relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges” (resaltado corresponde a expresión
demandada en aquella ocasión).
42
intermedio, se afecta a la familia como institución básica de la sociedad y se
violan los derechos inalienables del cónyuge infiel a la dignidad humana, a la
igualdad, al libre desarrollo de la personalidad, a la libertad de conciencia y a
la honra”. Justamente, para resolver ese problema jurídico, insistió en que (i)
por asignación del Constituyente el legislador puede regular las formas de
terminación del contrato de matrimonio, respetando en todo caso la dignidad
humana, el libre desarrollo de la personalidad y la inalienabilidad de los
derechos de la persona reconocidos a la pareja; (ii) lo anterior excluye toda
posibilidad de que el Estado perpetúe el vínculo matrimonial mediante la
coacción o la imposición jurídica de una convivencia que no es querida por los
cónyuges o que es contraria a su interés individual o conjunto 55; (iii) de tal
forma que, el imperativo constitucional en lo que refiere a la protección y
promoción de la institución familiar, no refiere a la duración del matrimonio
-como una de sus formas de constitución-, sino es lograr la estabilidad y
armonía del grupo familiar. Ello supone entonces, una relación entre los
deberes y los derechos que surgen de la relación matrimonial, en tanto se
pretende brindar armonía entre los cónyuges y un alto nivel de confianza para
proteger la familia como célula básica de la sociedad. El Estado tiene intereses
en promover la convivencia y la estabilidad familiar.

Teniendo en cuenta esos lineamientos, en esa ocasión la Corte declaró


exequible la causal de divorcio “[l]as relaciones sexuales extramatrimoniales
de uno de los cónyuges”, contenida en el numeral 1° del artículo 6° de la Ley
25 de 1992, modificatorio del numeral 1° del artículo 154 del Código Civil,
concluyendo que el legislador cuenta con un amplio margen para regular las
causales de disolución del matrimonio y que éste respondía a un esquema
propio del deber de fidelidad y de estabilidad asociado a la pareja matrimonial,
por lo cual la causal de relaciones sexuales extramatrimoniales del cónyuge
incumplido no afecta sus derechos constitucionales.

76. Ahora bien, como se indicó, el artículo 6° de la Ley 25 de 1992, modificó


las causales de divorcio establecidas por el artículo 154 del Código Civil. El
texto de esta disposición es el siguiente:

“ART. 154.—Modificado. L. 1ª/76, art. 4º. Modificado. L. 25/92, art. 6º.


Son causales de divorcio:

1. Las relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges.


2. El grave e injustificado incumplimiento por parte de alguno de los
cónyuges de los deberes que la ley les impone como tales y como padres.
3. Los ultrajes, el trato cruel y los maltratamientos de obra.
4. La embriaguez habitual de uno de los cónyuges.
5. El uso habitual de sustancias alucinógenas o estupefacientes, salvo
prescripción médica.
6. Toda enfermedad o anormalidad grave e incurable, física o síquica, de
uno de los cónyuges, que ponga en peligro la salud mental o física del
otro cónyuge e imposibilite la comunidad matrimonial.

55 En el mismo sentido se puede consultar la sentencia C-1495 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
43
7. Toda conducta de uno de los cónyuges tendientes a corromper o
pervertir al otro, a un descendiente, o a personas que estén a su cuidado
y convivan bajo el mismo techo.
8. La separación de cuerpos, judicial o de hecho, que haya perdurado por
más de dos (2) años.
9. El consentimiento de ambos cónyuges manifestado ante juez
competente y reconocido por éste mediante sentencia.”

76.1 Las nueve causales del divorcio han sido clasificadas por la
jurisprudencia56 y la doctrina en objetivas y subjetivas.

76.2. Las causales objetivas se relacionan con la ruptura de los lazos afectivos
que motivan el matrimonio, lo que conduce al divorcio “(…) como mejor
remedio para las situaciones vividas”57. Las causales pueden ser invocadas en
cualquier tiempo por cualquiera de los cónyuges, y el juez que conoce de la
demanda no requiere valorar la conducta alegada; debe respetar el deseo de uno
o los dos cónyuges de disolver el vínculo matrimonial.58 A esta categoría
pertenecen las causales establecidas en los numerales 6, 8 y 9 del artículo 154
del Código Civil (modificado), las cuales por su naturaleza han sido
denominadas como “divorcio remedio”.59

76.3. El segundo grupo de identifica como causales subjetivas, que se


relacionan con el incumplimiento de los deberes conyugales y por ello pueden
ser invocadas solamente por el cónyuge ofendido que con su actuar no haya
dado lugar a los hechos que motivan la causal, y debe invocarla dentro de un
término de caducidad, con la finalidad de obtener el divorcio a título de
censura. De allí que se le conozca en la doctrina como “divorcio sanción”.60

56 Para tal fin, se seguirá de cerca la exposición teórica y doctrinal que sobre el tema realizó la Corte en la
sentencia C-985 de 2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
57 Cfr. sentencia C-1495 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
58 Es preciso anotar que a partir de la Ley 962 de 2005. también posible que el divorcio por mutuo acuerdo
se lleve a cabo ante una notaría mediante escritura pública. Esta posibilidad fue reglamentada por el Decreto
4436 de 2005.
59 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de
Derecho, 1999.
60 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de
Derecho, 1999.
44
76.4. De hecho, la sentencia C-985 de 201061 al referir a este último grupo e
causales, indicó que “la ocurrencia de estas causales debe ser demostrada
ante la jurisdicción y el cónyuge en contra de quien se invocan puede ejercer
su derecho de defensa y demostrar que los hechos alegados no ocurrieron o
que no fue el gestor de la conducta”62.

Además, en esa oportunidad la Corte precisó que, de conformidad con el deber


de promoción de la estabilidad familiar, el Estado no puede obligar a los
cónyuges a mantener el vínculo matrimonial, pues cualquier tipo de coacción a
permanecer juntos resulta contraria a sus intereses e integridad. A partir de ello
entendió que el consentimiento es un elemento indispensable para la existencia
y validez del matrimonio, y que ninguna autoridad pública ni el legislador
pueden coaccionar la permanencia del matrimonio contra la voluntad de los
esposos.

77. En síntesis de lo expuesto, los artículos 5° y 42 Superiores consagran una


protección especial a la familia como cédula básica y núcleo fundamental de la
sociedad, por lo cual, el matrimonio como vínculo jurídico para conformarla
goza de garantías en procura de promover la estabilidad familiar. De allí que el
Constituyente haya habilitado al legislador para que regulara temas relevantes
como los derechos y deberes que se predican recíprocamente entre los
cónyuges, y el régimen especial de disolución del matrimonio. En el marco de
esa habilitación constitucional, el legislador mediante la Ley 25 de 1992
modificó y redefinió las causales de divorcio objetivas y subjetivas, a la vez
que estableció la legitimación en la causa por activa y la oportunidad procesal
para demandar el divorcio cuando se invocan causales subjetivas. No obstante,
el actuar del legislador en esa materia no es absoluto, sino que debe estar
acorde con los principios de dignidad humana, libre desarrollo de la
personalidad e inalienabilidad de los derechos de los cónyuges, en tanto operan

61 En esa sentencia la Corte estudió una demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 10 (parcial) de la
Ley 25 de 1992, modificatoria del artículo 156 del Código Civil, cuyo aparte acusado corresponde al siguiente
resaltado: “El divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo
motivan y dentro del término de un año, contado desde cuando tuvo conocimiento de ellos respecto de las
causales 1ª y 7ª o desde cuando se sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª, en todo caso las causales
1ª y 7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia”. Los demandantes aseguraron
que los términos de caducidad previstos en la disposición acusada desconocían los artículos 1, 2, 5, 15, 16, 18
y 42 de la Constitución. En su criterio, los tiempos fijados por el Legislador para el ejercicio de la acción de
divorcio eran desproporcionados y desconocían varios principios constitucionales, como el respeto de la
dignidad humana, la inalienabilidad de los derechos fundamentales y los derechos constitucionales a la
libertad de conciencia, al libre desarrollo de la personalidad, a elegir el estado civil, a la armonía familiar y a
la honra del cónyuge inocente. Como problema jurídico, se indicó que “corresponde a la Sala determinar si
el artículo 10 de la Ley 25 de 1992 –que modificó el artículo 156 del Código Civil- impone un término de
caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio desproporcionado desde el punto de vista de los
derechos a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad de los cónyuges que desean
terminar el vínculo matrimonial”. Al resolver el asunto, concluyó que la frase “en todo caso las causales 1ª y
7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” no debe mantenerse en el
ordenamiento, pues limita aún más los derechos de los cónyuges inocentes, pues no tiene en cuenta cuándo
éstos tuvieron conocimiento de las causales, con desconocimiento de las complejidades de la vida
matrimonial, y el resto de la expresión acusada la declaró exequible.
62 Esta sentencia también identificó que además de la disolución del vínculo matrimonial, otras de las
consecuencias del denominado divorcio sanción son: “la posibilidad (i) de que el juez imponga al cónyuge
culpable la obligación de pagar alimentos al cónyuge inocente –artículo 411-4 del Código Civil; y (ii) de que
el cónyuge inocente revoque las donaciones que con ocasión del matrimonio haya hecho al cónyuge culpable
–artículo 162 del Código Civil. Pertenecen a esta categoría las causales descritas en los numerales 1, 2, 3, 4,
5 y 7 del artículo citado”.
45
como criterios orientadores para que el matrimonio no se torne en indisoluble y
termine convirtiéndose en un vínculo perpetuo de coacción o de imposición
jurídica de una convivencia no querida por alguno de los cónyuges.

El derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad y su


entendimiento en el marco de las relaciones familiares

78. El derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad está


consagrado en el artículo 16 de la Constitución Política de 1991, en los
siguientes términos: “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de
su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los
demás y el orden jurídico.” Este derecho ante la redacción que consagra como
cláusula abierta de libertades, ha sido identificado con el ámbito reservado al
individuo para la toma de decisiones vitales, correspondiéndole a las propias
personas y no al Estado decidir la manera como gobiernan sus derechos y
construyen sus proyectos y modelos de realización personal. Y contempla las
conductas humanas posibles y las posiciones jurídicas de libertad que no están
prohibidas por la Constitución o determinadas normas de inferior jerarquía.

79. De hecho, desde sus primeras sentencias, esta Corporación refirió al núcleo
esencial del derecho al libre desarrollo de la personalidad esgrimiendo que:

“El núcleo esencial de este derecho protege la libertad general de


acción, vinculada estrechamente con el principio de dignidad humana
(CP art. 1), cuyos contornos se determinan de manera negativa,
estableciendo en cada caso la existencia o inexistencia de derechos de
otros o disposiciones jurídicas con virtualidad de limitar válidamente su
contenido. (…) // La autodeterminación se refiere al ser humano y a la
potencialidad de desarrollarse según su propia naturaleza y aptitudes y
acorde con su dignidad. A diferencia del derecho a la intimidad (CP art.
15), que involucra un derecho a no ser molestado, el derecho al libre
desarrollo de la personalidad es un derecho de status activo que exige el
despliegue de las capacidades individuales, sin restricciones ajenas no
autorizadas por el ordenamiento jurídico”63.

80. En este sentido, este derecho fundamental protege la potestad de cada


individuo de auto determinarse, en ejercicio de su identidad personal y
autonomía64, que en palabras de esta Corporación “es, la posibilidad de
adoptar, sin intromisiones ni presiones de ninguna clase, un modelo de vida
acorde con sus propios intereses, convicciones, inclinaciones y deseos,
siempre, claro está, que se respeten los derechos ajenos y el orden
constitucional.65 Así, puede afirmarse que este derecho de opción comporta la
libertad e independencia del individuo para gobernar su propia existencia y

63 Sentencia T-532 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.


64 Sentencia C-336 de 2008. M.P. Clara Inés Vargas Hernández, en donde se reiteró los argumentos
centrales de la sentencia T-532 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
65 Sentencia T-542 de 1992. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
46
para diseñar un modelo de personalidad conforme a los dictados de su
conciencia, con la única limitante de no causar un perjuicio social66”.

81. Bajo esta línea argumentativa, la jurisprudencia constitucional ha señalado


que se vulnera este derecho cuando “a la persona se le impide, de forma
arbitraria, alcanzar o perseguir aspiraciones legítimas de vida o valorar y
escoger libremente las circunstancias que dan sentido a su existencia”.67

82. Ahora bien, el derecho al libre desarrollo de la personalidad no es un


derecho absoluto. La Corte lo ha reconocido como “una potestad subjetiva,
constitucional y legalmente restringible”68, en tanto admite su acotamiento
concretado en los derechos de los demás y en el orden jurídico. De allí que, ha
establecido que “…las restricciones de las autoridades al artículo 16, para ser
legítimas, no sólo deben tener sustento constitucional y ser proporcionadas
sino que, además, no pueden llegar a anular la posibilidad que tienen las
personas de construir autónomamente un modelo de realización personal, por
cuanto estarían desconociendo el núcleo esencial de este derecho” 69. (Negrilla
fuera del texto original).

83. A partir de lo anterior, es necesario precisar que el derecho al libre


desarrollo de la personalidad se manifiesta en el matrimonio, en tanto una
persona decide libremente y autónomamente contraer el vínculo matrimonial.
En este escenario, el ejercicio de dicho derecho fundamental conlleva a la
conformación de familia, en los términos previstos en el artículo 42 de la Carta
Política, y a la modificación del estado civil. Así, “la Constitución Nacional
reconoce en la familia una institución esencialmente dinámica y vital, donde
cobran especial importancia los derechos fundamentales al libre desarrollo de
la personalidad, la libertad de conciencia, el derecho a la intimidad.”70 En este
mismo sentido, la jurisprudencia constitucional ha señalado que: “[c]onstituir
una familia y contraer matrimonio, son en sí mismos derechos
fundamentales que se asocian a su vez con un entramado de derechos tales
como la dignidad humana, la autodeterminación, el libre desarrollo de la
personalidad, la igualdad y la intimidad.”71.

84. Es más, lo propio se ha indicado respecto del divorcio como forma de


disolver el matrimonio, en tanto los cónyuges cuentan con cierta autonomía
para definir si continúan en la relación afectiva, por cuanto su permanencia está
supeditada al consentimiento y a la finalidad de dar estabilidad al grupo
familiar. Por consiguiente, en principio están habilitados para libremente poner
fin al vínculo matrimonial que decidieron contraer previamente, o para
permanecer en él si así lo determinan.

66 Sentencia C-507 de 1999. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.


67 Sentencia C-336 de 2008. M.P Clara Inés Vargas Hernández.
68 Sentencia C-746 de 2011. M.P. Mauricio González Cuervo.
69 Sentencia C-309 de 1997. M.P. Alejandro Martínez Caballero, reiterada en la sentencia C-746 de 2011.
M.P. Mauricio González Cuervo.
70 Sentencia C-660 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
71 Sentencia C-725 de 2015. M.P. Myriam Ávila Roldan.
47
85. Por ejemplo, este Tribunal Constitucional en la sentencia C-660 de 2000
estudió una demanda de inconstitucionalidad parcial de una expresión del
numeral 1° del artículo 6° de la Ley 25 de 1992, que modificó el artículo 154
del Código Civil, la cual establecía como causal de divorcio las relaciones
sexuales extramatrimoniales “salvo que el demandante las haya consentido,
facilitado o perdonado”, en la cual el actor alegaba el desconocimiento de
varios artículos de la Constitución Política, entre ellos, el derecho al libre
desarrollo de la personalidad.

Allí la Corte estableció como problema jurídico determinar si la expresión


acusada, “en cuanto enerva las relaciones sexuales extramatrimoniales como
causal de divorcio, resulta inconstitucional. Teniendo en cuenta que el divorcio
es una de las causales de disolución del matrimonio, el análisis de
constitucionalidad tendrá lugar desde el punto de vista de éste, como forma de
conformar una familia”72.

86. En la sentencia mencionada, la Corte Constitucional declaró la


inexequibilidad del aparte censurado, por considerarlo contrario al derecho al
libre desarrollo de la personalidad de los cónyuges “y su libertad de
conciencia al valorar actitudes individuales o conjuntas propias de la
intimidad de la pareja, así éstas consistan en facilitar, consentir o perdonar las
relaciones sexuales extramatrimoniales del otro. En síntesis, las realizaciones
corporales o afectivas propias del vivir en pareja corresponden a la esfera
individual de cada uno de sus miembros y ni siquiera el cónyuge está
autorizado para censurarlas.”73 Con base en lo anterior, indicó que ante la
realidad de una ruptura conyugal, el legislador no puede imponer la
indisolubilidad del vínculo matrimonial, ni tampoco puede inmiscuirse en el
fueron íntimo de los integrantes de la pareja para valorar sus comportamientos,
así como tampoco puede ante una situación de fracaso conyugal, bloquear el
restablecimiento de sus vidas.

87. Años después, esta Corporación en la plurimencionada sentencia C-985 de


201074, estudió una demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 10
(parcial) de la Ley 25 de 1992, modificatoria del artículo 156 del Código Civil,
cuyo aparte acusado corresponde al siguiente resaltado: “El divorcio sólo
podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que
lo motivan y dentro del término de un año, contado desde cuando tuvo
conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª, en todo caso las causales 1ª y
7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia”.

Los demandantes aseguraron que los términos de caducidad previstos en la


disposición acusada desconocían los artículos 1, 2, 5, 15, 16, 18 y 42 de la
Constitución. En su criterio, los tiempos fijados por el Legislador para el
ejercicio de la acción de divorcio eran desproporcionados y desconocían varios
72 Fundamento jurídico 2, página 7.
73 Sentencia C-660 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
74 Los fundamentos relevantes fueron expuestos al realizar el estudio sobre la inexistencia de cosa juzgada
constitucional en el presente asunto.
48
principios constitucionales, como el respeto de la dignidad humana, la
inalienabilidad de los derechos fundamentales y los derechos constitucionales a
la libertad de conciencia, al libre desarrollo de la personalidad, a elegir el
estado civil, a la armonía familiar y a la honra del cónyuge inocente.

Como problema jurídico, se indicó que “corresponde a la Sala determinar si el


artículo 10 de la Ley 25 de 1992 –que modificó el artículo 156 del Código
Civil- impone un término de caducidad para el ejercicio de la acción de
divorcio desproporcionado desde el punto de vista de los derechos a la
intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad de los
cónyuges que desean terminar el vínculo matrimonial”.

Al resolver el asunto, la Corte estimó vulnerado el derecho al libre desarrollo


de la personalidad aduciendo que la fijación de la caducidad si bien persigue
dos finalidades como lo son, promover la estabilidad del matrimonio como
forma de familia y, de otro, asegurar que las sanciones ligadas al divorcio
basado en causales subjetivas se impongan dentro de un término razonable en
virtud del derecho de los cónyuges culpables al debido proceso y del principio
de seguridad jurídica, lo cierto es que tal término anula el derecho del cónyuge
inocente a solicitar el divorcio una vez el mismo ha vencido, lo que limita su
voluntad de disolver el vínculo matrimonial ya que no le permite tomar
decisiones libres en sus asuntos personales, contando con una autonomía o
posibilidad de diseñar el plan de vida y regularse como quiera vivir.

88. A partir de ello, la Corte señaló que la disposición acusada limitaba el


derecho a elegir el estado civil y conformar una familia, y por ende, restringía
el libre desarrollo de la personalidad en tanto delimitaba, por el mero paso del
tiempo, la posibilidad de divorciarse. Concretamente, concluyó que:

“Para la Sala el término de caducidad para el ejercicio de la acción de


divorcio previsto en la disposición acusada es desproporcionado y, por
tanto, contrario a la Constitución. En efecto, (i) aunque persigue
finalidades legítimas a la luz de la Carta –promover la estabilidad del
matrimonio y garantizar que las sanciones ligadas al divorcio basado en
causales subjetivas se impongan en un término razonable, (ii) no es
necesaria, pues tales finalidades se pueden alcanzar a través de otros
medios menos lesivos en términos de los derechos fundamentales del
cónyuge que desea divorciarse. Además, (iii) la medida es
desproporcionada en estricto sentido, pues en ausencia de la posibilidad
de divorcio unilateral, impone un sacrificio irrazonable al cónyuge
inocente en términos de sus derechos al libre desarrollo de la
personalidad, a la intimidad, a la dignidad en su faceta de autonomía, a
elegir el estado civil y a conformar una familia” (Negrillas propias del
texto original).

89. Y finalmente, especial relevancia adquiere la sentencia C-746 de 2011 75, en


la cual este Tribunal se ocupó del estudio de una demanda de

75 M.P. Mauricio González Cuervo.


49
inconstitucionalidad contra la expresión “que haya perdurado por más de dos
años” contenida en el numeral 8° del artículo artículo 154 del Código Civil,
(modificado por el artículo 6º. de la ley 25 de 1992), por considerar que
vulneraba el artículo 16 de la Constitución Política, a partir del contexto de la
separación de cuerpos, judicial o de hecho.

90. En esa ocasión la Corte planteó como problema jurídico el siguiente: ¿la
exigencia legal de dos años de duración de la separación de cuerpos para
invocar el divorcio, vulnera el derecho al libre desarrollo de la personalidad
del cónyuge separado que desea disolver su vínculo conyugal, por obligarlo a
permanecer en el vínculo e impedirle contraer nuevo matrimonio, en dicho
lapso?

Para resolver el anterior problema jurídico, la Corte concluyó que el aparte


censurado no desconocía el libre desarrollo de la personalidad, por cuanto (i)
apunta a la defensa del matrimonio de las crisis coyunturales que naturalmente
lo rodean, toda vez que la separación de cuerpos es una oportunidad de
reflexión de la decisión definitiva de disolver el vínculo, además que prepara a
la pareja para los eventuales efectos de la ruptura matrimonial; y, (ii) la norma
privilegia la institución de la familia, porque se constituye en una forma de
protegerla íntegramente, lo cual apareja un fin constitucionalmente admisible.

91. De esta forma, la Corte identificó que la limitación legislativa de poder


divorciarse por la separación de cuerpos mayor de dos años, era proporcionada
y razonable porque apunta a la realización de principios y valores declarados y
privilegiados por la Constitución Política: “la protección integral de la familia
como núcleo esencial de la sociedad, de su unidad, y del matrimonio como
forma de constitución de aquella, y la protección de los hijos, de los intereses
de los propios cónyuges y de terceros. Son fines constitucionalmente válidos y
justificatorios de la restricción transitoria al derecho de los cónyuges”. Por
consiguiente, adujo que la exigencia “es una limitación temporaria y no una
medida que vacíe o anule la dignidad o el derecho del cónyuge separado, ni
representa una restricción desproporcionada de su autonomía para elegir libre
y responsablemente el estado civil que le plazca u optar por la conformación
de una nueva relación sentimental o de familia”. Bajo esos lineamientos, la
Corte declaró exequible la expresión censurada.

92. Entonces, según concluye la Sala, el derecho al libre desarrollo de la


personalidad consagra una protección general de la capacidad que la
Constitución reconoce a las personas para autodeterminarse, y con ello, de
escoger pareja, contraer matrimonio, cesar la vida compartida y el vínculo
conyugal, y optar por un nuevo estado civil. No obstante, no se trata de un
derecho absoluto sino que puede ser limitado por el legislador, siempre y
cuando tal limitación se soporte en una finalidad admisible constitucionalmente
y supere la evaluación de proporcionalidad de la medida legislativa.

Análisis concreto: el legislador al establecer que el cónyuge ofendido es el


único legitimado para ejercer la acción judicial de divorcio al no haber
dado lugar a los hechos que lo motivan, no desconoce el derecho al libre
50
desarrollo de la personalidad por tratarse de una restricción admisible
constitucionalmente, en tanto es proporcionada y razonable

93. De acuerdo con el problema jurídico planteado, corresponde la Corte


Constitucional determinar si el legislador al establecer que la legitimación en la
causa por activa para ejercer la acción judicial de divorcio sólo recae en el
cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan, desconoce el
derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad del denominado
“cónyuge culpable” (art. 16 de la CP), al punto de limitar su
autodeterminación para definir la continuidad del vínculo matrimonial, escoger
su estado civil y concretar libremente su proyecto de vida emocional y familiar.

94. En procura de brindar respuesta al anterior problema jurídico, la Corte


concluye que el segmento demandado no resulta violatorio del derecho al libre
desarrollo de la personalidad, debido a que, una vez los contrayentes aceptan el
contrato de matrimonio, al que concurren de forma voluntaria, aceptan también
las cláusulas de las que se derivan restricciones para su autonomía, y ello
incluye las relativas a los mecanismos que existen para disolverlo. En tal
sentido, la Sala considera que si los cónyuges no desean continuar con el
vínculo matrimonial, cuentan con posibilidades jurídicas para disolverlo como
el mutuo acuerdo, o la posibilidad que ambos cónyuges tienen de acudir a la
separación de cuerpos para luego de transcurridos dos años, proceder a solicitar
el divorcio, restricción que no es desproporcionada si se tiene en cuenta que la
finalidad es proteger a la familia y tratar de recomponer el vínculo
matrimonial.

Pues bien, con miras a fundamentar la anterior conclusión, la Sala se basará en


las consideraciones que a continuación expondrá, partiendo de la aplicación del
juicio de proporcionalidad de la medida legislativa que se predica lesiva de la
garantía iusfundamental.

95. Para comenzar es necesario recordar que la proporcionalidad es “un


principio de corrección funcional de toda la actividad estatal que, junto con
otros principios de interpretación constitucional –unidad de la Constitución,
fuerza normativa, fuerza integradora, concordancia práctica, armonización
concreta, inmunidad de los derechos constitucionales e interpretación
conforme a la Constitución –, busca asegurar que el poder público, actúe
dentro del marco del estado de derecho, sin excederse en el ejercicio de sus
funciones. Su fundamento normativo último está dado por los principios
fundamentales de Estado de Derecho (artículo 1 CP), fuerza normativa de la
Constitución (artículo 4 CP) y carácter inalienable de los derechos de la
persona humana (artículo 5 CP)”76.

96. Justamente la proporcionalidad concebida como principio de interpretación


constitucional puede adoptar la forma de dos mandatos: la prohibición de
exceso y la prohibición de defecto77. El primero tiene que ver principalmente
con la limitación del uso del poder público de cara a las libertades
76 Sentencias C-916 de 2002. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; y, C-822 de 2005. M.P. Manuel José
Cepeda Espinosa.
51
fundamentales. El segundo se aplica por lo general respecto de los deberes
positivos del Estado y la protección de los derechos que comprometen la
actuación de las autoridades para el cumplimiento de los fines esenciales del
Estado.

97. En cualquier de esas formas, el juicio de proporcionalidad adopta diversas


modalidades según su grado de intensidad, el cual depende de la materia objeto
de la disposición demandada y la libertad de configuración que es inherente a
la función legislativa. Dichas modalidades son: (i) el control débil, leve o
denominado también control de evidencia, en el cual se otorga al legislador un
amplio privilegio de que sus decisiones mantengan su constitucionalidad, a
menos que lo contrario, sea evidente. Este es el que ordinariamente debe llevar
a cabo el juez de constitucionalidad frente a medidas legislativas; (ii) el control
intermedio, en el cual se analiza que el propósito del legislador al imponer una
limitación a un principio o derecho fundamental, sea importante a la luz del
texto constitucional para lograr el objetivo pretendido con la restricción. Es el
punto medio entre el control débil y el estricto; y, (iii) el control estricto o
sustancial intensivo, en el cual la carga de la argumentación juega a favor de
los derechos fundamentales limitados y en contra de las normas que limitan;
por ende, se aplica frente a intervenciones del legislador muy restrictivas de los
derechos fundamentales.

98. En el presente caso, la Sala aplicará un juicio de proporcionalidad en una


modalidad intermedia, habida consideración que el artículo 42 de la
Constitución Política establece que tanto los deberes como los derechos que
surgen entre los cónyuges, al igual que su separación y la disolución del
vínculo, se rigen por la ley civil. Significa lo anterior que el Constituyente
habilitó un amplio margen de configuración a favor del legislador, para que
éste regule lo concerniente al divorcio como una de las formas de disolver el
vínculo matrimonial, lo cual implica una relación directa entre los legitimados
en la causa por activa para ejercer la acción, las causales frente a las que opera
y las consecuencias que se derivan del divorcio.

99. Justamente, a partir de ese amplio margen de configuración, el legislador a


través del artículo 10 de la Ley 25 de 1992, modificó el artículo 156 del Código
Civil, con lo cual su contenido normativo indica que el divorcio sólo podrá ser
demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo
motivan, es decir, solo se encuentra legitimado en la causa por activa el
cónyuge ofendido para demandar judicialmente el divorcio. Sin embargo,
según plantea la demandante, como esa situación eventualmente compromete
en alguna medida el derecho al libre desarrollo de la personalidad, la Sala opta
por juzgar con base en un tamiz intermedio en procura de defender las
garantías constitucionales y lograr un punto de conciliación con la amplia
libertad de configuración del legislador en la materia.

Lo anterior por cuanto la Corte ha reconocido que en este nivel de intensidad


del test se circunscriben las siguientes hipótesis: “1) cuando la medida puede
77 Sobre el punto se puede consultar la sentencia C-838 de 2013. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, que realizó
una explicación detallada de las dos formas que adopta el principio de proporcionalidad constitucional.
52
afectar el goce de un derecho constitucional no fundamental, o 2) cuando
existe un indicio de arbitrariedad que se refleja en la afectación grave de la
libre competencia y 3) cuando la medida prime facie genera serias dudas
respecto de la afectación del goce de un derecho fundamental” 78. Para el
presente caso, ésta última posibilidad adquiere relevancia en el análisis
constitucional.

100. Ahora bien, definida la intensidad el test de proporcionalidad que se


empleará como método de examen de la norma acusada, es necesario traer a
colación los elementos del análisis, a saber: “Primero, se requiere que el fin no
sólo sea legítimo sino también constitucionalmente importante, en razón a que
promueve intereses públicos valorados por la Carta o en razón a la magnitud
del problema que el legislador busca resolver. Segundo, se exige que el medio,
no solo sea adecuado, sino efectivamente conducente a alcanzar el fin buscado
por la norma sometida a control judicial”79.

101. Aplicando dichas fases analíticas del juicio intermedio de


proporcionalidad a la expresión que se acusa, la Sala evidencia lo siguiente:

102. La norma acusada persigue una finalidad legítima e importante desde el


punto de vista constitucional, porque establecer que el cónyuge ofendido es
quien se encuentra legitimado en la causa por activa para demandar el
divorcio sanción, apareja dos propósitos: (i) promover la estabilidad del
matrimonio como forma de constituir familia por vínculos jurídicos; y, (ii)
asegurar que en el marco especial del contrato de matrimonio, los cónyuges
cumplan con los deberes que la unión les impone, de tal forma que solo aquel
que acredite su cumplimiento, se encuentre legitimado para ejercer la acción
judicial. Y es que, en ese sentido, ésta última de las finalidades va ligada a que
el contrayente que acepta de forma voluntaria el contrato de matrimonio,
conoce de antemano y acepta también las cláusulas que integran la institución
compleja del matrimonio, dentro de ellas, la relacionada con la forma de
disolución del vínculo conyugal a través del divorcio y sus causales taxativas.
Justamente, esas dos finalidades son importantes porque a partir de ellas es
que el legislador otorga estabilidad a la institución matrimonial.

103. El medio que emplea la disposición acusada no se encuentra prohibido,


habida cuenta que no existe norma de naturaleza constitucional ni legal que
impidan limitar el libre desarrollo de la personalidad de los contrayentes
conocedores previamente del régimen complejo del matrimonio y de su
disolución, para de esa forma garantizar una protección especial a la familia
como célula básica de la sociedad. Precisamente, según se expuso, el derecho
al libre desarrollo de la personalidad no es absoluto y, por ende, puede admitir
ciertas restricciones siempre que se encuentren justificadas. Así, una vez los
cónyuges contraen nupcias y aceptan el contrato de matrimonio al que acuden
de forma voluntaria, aceptan también las cláusulas de las que se derivan

78 Sentencia C-448 de 2015. M.P. Mauricio González Cuervo.


79 Sentencia C-673 de 2001. MP. Manuel José Cepeda Espinosa.
53
restricciones para su autonomía, y ello incluye las relativas a los mecanismos
para disolver el vínculo matrimonial.

104. El medio escogido por el legislador es conducente para alcanzar el fin,


en tanto es la forma de garantizar las finalidades indicadas, sobre todo aquella
que tiene que ver con la organización de la institución del matrimonio a través
del cumplimiento de los deberes esponsales que generan los efectos
personales del vínculo conyugal. De hecho, el que la legitimación en la causa
por activa para demandar el divorcio solo opere respecto de uno de los
cónyuges, impone e incentiva la necesidad de que el otro cónyuge brinde
socorro, fidelidad, ayuda mutua y los demás deberes conyugales.

105. Además, el medio también resulta relevante para cumplir las dos
finalidades propuestas, porque dentro de la mecánica del matrimonio
constitutivo de familia que tiene un alcance solemne y recíproco, es admisible
que el legislador imponga al cónyuge incumplido una consecuencia derivada
de su falta, cual es, carecer de legitimación en la causa para demandar
directamente el divorcio sanción pues no puede valerse de su propio
incumplimiento para lograr la ruptura matrimonial. Sobre el punto,
advirtiendo un análisis intenso de proporcionalidad, importa señalar que
contrario a lo que predica la demandante, el cónyuge denominado culpable no
resulta lesionado en sus intereses u obligado a permanecer indefinidamente en
el matrimonio sin posibilidad de autodeterminarse en cuenta a su estado civil
y proyecto de vida afectiva, porque si no sea continuar con el lazo conyugal,
tiene a su alcance otras posibilidades jurídicas para disolver el matrimonio
como invocar las causales objetivas de divorcio, en especial, la atinente al
mutuo acuerdo. Nótese entonces que la restricción al libre desarrollo de la
personalidad del cónyuge incumplido en sus deberes, no resulta
desproporcionada si se tiene en cuenta que la finalidad que se persigue es la
de proteger la familia y tratar de recomponer el vínculo matrimonial.

106. En este orden de ideas, la Sala estima que las expresiones “sólo” y “por
el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenidas
en el artículo 156 del Código Civil, no desconocen el derecho al libre
desarrollo de la personalidad del cónyuge que incumple sus deberes, habida
cuenta que resultan ser una restricción admisible desde la óptica
constitucional y que, por tanto, es razonable y proporcionada a la finalidad
que persiguen. De allí que la Corte no advierta un menoscabo al artículo 16
Superior y concluya declarando exequible la locución censurada y la
expresión “sólo” que fue integrada para conformar la proposición jurídica
completa.

Conclusión

107. Esta Corporación se declara inhibida para resolver de fondo, por


ineptitud sustancial de la demanda, el primer cargo que invoca la demandante
por la presunta afectación del derecho a la igualdad, toda vez que incumple
los requisitos exigidos por la jurisprudencia constitucional. Ello por cuanto
carece de certeza, especificidad y suficiencia en la construcción
54
argumentativa desde un entendimiento integral del contrato de matrimonio y
su disolución judicial mediante la acción de divorcio, y desde el asocio de la
culpabilidad del cónyuge que incumplió sus deberes matrimoniales, a un
criterio sospechoso de discriminación.

108. Centrándose con exclusividad en el análisis de mérito del segundo cargo


que plantea la demanda, la Corte declarará exequible la expresión “por el
cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, así como la
frase “sólo” integrada para conformar la proposición jurídica completa,
contenida en el artículo 156 del Código Civil, porque no desconoce el derecho
al libre desarrollo de la personalidad del cónyuge que incumple sus deberes,
habida cuenta que resulta ser una restricción admisible desde la óptica
constitucional y, por tanto, razonable y proporcionada a la finalidad que
persigue de proteger la familia constituida mediante el vínculo jurídico del
matrimonio.

109. Al respecto, la Sala planteó como problema jurídico el siguiente:


determinar si el legislador al establecer que la legitimación en la causa por
activa para ejercer la acción judicial de divorcio sólo recae en el cónyuge que
no haya dado lugar a los hechos que lo motivan, desconoce el derecho
fundamental al libre desarrollo de la personalidad del denominado “cónyuge
culpable” (art. 16 de la CP), al punto de limitar su autodeterminación para
definir la continuidad del vínculo matrimonial, escoger su estado civil y
concretar libremente su proyecto de vida emocional y familiar.

110. Luego de adelantar el estudio respectivo desde la aplicación del juicio de


proporcionalidad, la Corte concluyó que el segmento demandado no resulta
violatorio del derecho al libre desarrollo de la personalidad, debido a que, una
vez los contrayentes aceptan el contrato de matrimonio, al que concurren de
forma voluntaria, aceptan también las cláusulas de las que se derivan
restricciones para su autonomía, y ello incluye las relativas a los mecanismos
que existen para disolverlo. En tal sentido, la Sala consideró que si los
cónyuges no desean continuar con el vínculo matrimonial, cuentan con
posibilidades jurídicas para disolverlo como el mutuo acuerdo, o la
posibilidad que ambos cónyuges tienen de acudir a la separación de cuerpos
para luego de transcurridos dos años, proceder a solicitar el divorcio,
restricción que no es desproporcionada si se tiene en cuenta que la finalidad
es proteger a la familia y tratar de recomponer el vínculo matrimonial.

VII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional de la República de Colombia,


en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE

55
Declarar EXEQUIBLES las expresiones “sólo” y “por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenidas en el artículo 156
del Código Civil, por el cargo analizado en la parte motiva de este proveído.

Notifíquese y cúmplase.

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ


Presidente

CARLOS LIBARDO BERNAL PULIDO


Magistrado

IVÁN ESCRUCERÍA MAYOLO


Magistrado (e)

DIANA FAJARDO RIVERA


Magistrada

ALEJANDRO LINARES CANTILLO


Magistrado

ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO


Magistrado

CRISTINA PARDO SCHLESINGER


Magistrada

GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO


Magistrada

ALBERTO ROJAS RIOS


56
Magistrado
Con salvamento de voto

ROCIO LOAIZA MILIAN


Secretaria General (e)

57
SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO
ALBERTO ROJAS RÍOS
A LA SENTENCIA C-394/17

MATRIMONIO-Más allá que un contrato, es un vínculo humano


susceptible de cambio (Salvamento de voto)

El matrimonio más allá que un contrato, es un vínculo humano susceptible de


cambio. Y precisamente por ello la sentencia que esta Corte de derechos
humanos debió proferir era el punto culmen de una construcción
jurisprudencial que debió fundamentarse en que la pervivencia de un régimen
legal de divorcio soportado en el establecimiento de la diferencia entre un
cónyuge “culpable” y uno “inocente”, comporta una vulneración sistemática
de los derechos fundamentales a la dignidad humana, a la libertad, a la
igualdad, al libre desarrollo de la personalidad y al derecho a conformar una
familia, que produce un efecto totalmente contrario al bien jurídico que dice
proteger. En la práctica se puede corroborar que la existencia de
restricciones al divorcio constituye un incentivo perverso que atenta contra el
matrimonio formal como institución, ya que ante el dilema de contraer
matrimonio, con todas las limitaciones que entrañan las normas antes
citadas, las cuales constituyen un sistema de coerción para asegurar
artificialmente la estabilidad del matrimonio, hoy en día las personas
prefieren las uniones libres o maritales de hecho no sometidas a sanciones ni
limitaciones.

MANTENIMIENTO DE UNA SOCIEDAD LIBERAL-Implica el


compromiso permanente de interpretar el sistema jurídico en clave de
libertad (salvamento de voto)

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Actor cumplió con


requisitos exigidos (salvamento de voto)/DEMANDA DE
INCONSTITUCIONALIDAD-Cumplimiento de requisitos (salvamento
de voto)

Sea lo primero decir que en el escrito de la demanda la actora presentó


argumentos que cumplen los presupuestos procesales de claridad, certeza,
especificidad, pertinencia y suficiencia relacionados con el hecho de que la
norma acusada al permitir solamente al cónyuge “inocente” solicitar el
divorcio en relación con las causales subjetivas contempladas en el artículo
154 del Código Civil, vulnera los derechos fundamentales a la igualdad y al
libre desarrollo de la personalidad, consagrados en los artículos 13 y 16 de la
Carta Política. De ello da cuenta que en ninguna de las intervenciones que
concurrieron al trámite de constitucionalidad se le solicitó a la Corte
Constitucional inhibirse para emitir un pronunciamiento de fondo.

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA


NORMAS CONTENTIVAS DE CAUSALES DE DIVORCIO-Corte
debió integrar la unidad normativa (salvamento de voto)
58
En guarda de la sistematicidad del ordenamiento jurídico era necesario
integrar varias disposiciones del Código Civil que tienen estrecha relación
con la expresión demandada y que están inescindiblemente ligadas. En tal
sentido, debieron integrarse al juicio de constitucionalidad: (i) la totalidad
del artículo 156 del Código Civil, ya que carece de sentido normativo
analizar únicamente la constitucionalidad de la legitimación y no la
oportunidad; (ii) las causales subjetivas (1, 2, 3, 4, 5 y 7) consagradas en el
artículo 154 del Código Civil, a las cuales expresamente se remite el artículo
156 demandado; (iii) el artículo 162 del Código Civil que permite revocar las
donaciones realizadas entre los cónyuges a partir del criterio de la
culpabilidad, (iv) el numeral 4º del artículo 411 del Código Civil que define la
prestación alimentaria con base en el mismo criterio de culpabilidad, (v) el
artículo 1231 que excluye el derecho a la porción conyugal por culpa de uno
de los cónyuges, y (vi) el numeral 2º del artículo 1685 del Código Civil que
prescribe la pérdida del beneficio de competencia obligatoria por la culpa de
uno de los cónyuges.

DISTINCION ENTRE CONYUGE CULPABLE Y CONYUGE


INOCENTE COMO BASE DE REGIMEN DEL DIVORCIO-Debió
establecerse si comporta una vulneración al derecho a la dignidad
humana, a conformar familia, a la libertad, igualdad y libre desarrollo de
la personalidad (salvamento de voto)

Al integrar la unidad normativa, la Corte debió verificar si las causales


subjetivas de divorcio contenidas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7 del artículo
154 del Código Civil, vulneran los derechos fundamentales a la igualdad y al
libre desarrollo de la personalidad del denominado cónyuge “culpable”.
Esto, en la medida en que al estar restringidas a la solicitud del cónyuge
“inocente”, pudiese implicar un tratamiento inequitativo injustificado que
obligue a uno de los contrayentes a mantenerse en el vínculo matrimonial.

TRATAMIENTO LEGISLATIVO DEL DIVORCIO-Resultado de la


constante interacción entre factores culturales, sociológicos, económicos,
ideológicos, lingüísticos y religiosos (salvamento de voto)

TRATAMIENTO LEGISLATIVO DEL DIVORCIO-Ha sido ajeno a


una comprensión basada en la interpretación de los derechos
fundamentales (salvamento de voto)

TRATAMIENTO LEGISLATIVO DEL DIVORCIO-Entendimiento


exclusivamente contractual desatiende opciones de vida propias de una
sociedad diversa y pluralista (Salvamento de voto)

MATRIMONIO Y SUS INSTITUCIONES ACCESORIAS-


Desbordan el ámbito de lo estrictamente legal y deben analizarse en
punto de sus verdaderas implicaciones sociológicas y humanas en
perspectiva de su alcance constitucional (Salvamento de voto)

59
TENDENCIA PROGRESIVA HACIA LA ELIMINACION DE LAS
CAUSALES SUBJETIVAS DE DIVORCIO-Derecho comparado
(Salvamento de voto)

CAUSALES SUBJETIVAS DE DIVORCIO EN LA


CONSTITUCION POLITICA-Interpretación de la Corte
Constitucional (Salvamento de voto)/CAUSALES SUBJETIVAS DE
DIVORCIO EN LA CONSTITUCION POLITICA-Alcance
(Salvamento de voto)/CAUSALES DE DIVORCIO-Clasificación según
la jurisprudencia constitucional (Salvamento de voto)/MATRIMONIO-
Carácter contractual y relevancia que tiene el consentimiento y la
autonomía para su perfeccionamiento (Salvamento de voto)

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA NORMAS


CONTENTIVAS DE CAUSALES DE DIVORCIO-Corte debió
pronunciarse sobre garantía de derechos fundamentales de parejas en la
que sus implicaciones de derecho debían analizarse más allá de las
previsiones del dogmatismo civil e interpretarse bajo la égida de los
principios constitucionales (Salvamento de voto)

CAUSALES SUBJETIVAS Y EFECTOS PRESTACIONALES


DERIVADOS DEL DIVORCIO-Constituyen una sanción y no un
mecanismo para restablecer a la familia (Salvamento de voto)

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA NORMAS


CONTENTIVAS DE CAUSALES DE DIVORCIO-Norma demandada
así como las inescindiblemente integradas debieron someterse al
escrutinio de razonabilidad estricta cuando el derecho a la igualdad se
encuentra en juicio (Salvamento de voto)

LIMITACION DEL DERECHO A DEMANDAR EL DIVORCIO,


CAUSALES SUBJETIVAS, FIJACION DE ALIMENTOS ENTRE
CONYUGES, REVOCATORIA DE DONACIONES, DE PORCION
CONYUGAL Y BENEFICIO DE COMPETENCIA
OBLIGATORIA-Falta de proporcionalidad y razonabilidad
(Salvamento de voto)

JUICIO INTEGRADO DE IGUALDAD-Etapas (Salvamento de voto)

AUTONOMIA DE LA PERSONA HUMANA-Categoría fundante que


da lugar a que el juez pueda decretar el divorcio por la sola voluntad de
uno de los contrayentes (Salvamento de voto)/LEY-No puede
inmiscuirse en la decisión libre de un cónyuge de divorciarse
unilateralmente bajo criterios obsoletos de incumplimiento o culpabilidad
(Salvamento de voto)

DIGNIDAD HUMANA-Principio fundante de toda relación humana


(Salvamento de voto)

60
MEDIDAS PRESTACIONALES DERIVADAS DEL DIVORCIO
CON CULPA CONTENIDAS EN EL CODIGO CIVIL-Son contrarias
al canon de dignidad humana (Salvamento de voto)/DIVORCIO-
Finalidad (Salvamento de voto)/DIVORCIO-Alcance (Salvamento de
voto)

REVOCACION DE DONACIONES ENTRE CONYUGES-Introduce


en la institución matrimonial un aspecto crematístico que contraría el
derecho de libertad y se constituye en una afrenta a la dignidad humana
(Salvamento de voto)

EFECTOS DEL DIVORCIO-Obligaciones alimentarias entre cónyuges


(Salvamento de voto)/OBLIGACION DE ALIMENTOS DEBIDOS
AL CONYUGE DIVORCIADO O SEPARADO SIN CULPA-No
depende del vínculo jurídico existente entre estos, sino de la necesidad
como criterio de determinación para su fijación (Salvamento de
voto)/DERECHO DE ALIMENTOS-Forma de proteger al cónyuge que
se encuentre en estado de necesidad, que no pueda subsistir sin la ayuda
económica del otro cónyuge, cuestión que debe solicitarse al juez que
decrete el divorcio correspondiente (Salvamento de voto)

PORCION CONYUGAL-Finalidad (Salvamento de voto)

BENEFICIO DE COMPETENCIA OBLIGATORIA-Concepto


(Salvamento de voto)/MATRIMONIO-Intromisión del Estado en
instituciones accesorias como el divorcio, no puede dar lugar al
establecimiento de desigualdades injustificadas en las que por la culpa se
pierdan derechos configurados por la solidaridad que implicó la unión
conyugal (Salvamento de voto)

DIVORCIO UNILATERAL-Regulación en Código General del


Proceso (Salvamento de voto)/DIVORCIO UNILATERAL-No implica
el debilitamiento del matrimonio y de la familia, como núcleo de la
sociedad; por el contrario reivindica el compromiso y voluntad
permanente como única condición suficiente para la existencia del
vínculo (Salvamento de voto)

Al efectuar una revisión sistemática de esta específica materia en la


legislación, se observa que el Código General del Proceso, dentro de los
procesos declarativos especiales, regula el divorcio en los artículos 388 y
389. Estas disposiciones preceptúan el proceso de divorcio, sin alusión
alguna a la culpa como elemento diferencial que determine las consecuencias
del mismo. Esta reciente legislación hace parte de los fines de modernización,
racionalización y simplificación de trámites, instancias y procedimientos. En
particular, frente al ámbito específico del divorcio, a diferencia de la
regulación previa contenida en el Código de Procedimiento Civil, en la que se
hablaba de “causa probada del divorcio”, el artículo 389 del C.G.P.
establece los requisitos de la sentencia de divorcio, sin especificar causales,
unilateralidad o bilateralidad en la causa. De esta manera, al sustraerse del
61
ordenamiento jurídico la restricción en la legitimación por activa dentro del
proceso de divorcio, así como la remisión a las causales subjetivas, no se
genera un vacío normativo, ya que el Código General del Proceso en los
artículos 388 y 389 prevé la regulación procesal que permite a los cónyuges
demandar unilateralmente el divorcio incausado. La filosofía jurídica que
subyace en esta medida, reside en que el Código General del Proceso en
desarrollo del artículo 13 de la Constitución, tiene por fuente el principio de
igualdad, conforme al cual, en todo momento el juez debe hacer uso de sus
poderes para lograr la igualdad real de las partes. De allí que los operadores
de justicia podrían decretar la disolución unilateral del vínculo matrimonial
incausado, de conformidad con los requisitos previstos en los artículos 388 y
389 del Código General del Proceso y sin que se pueda afirmar que el
divorcio sin causal permite que uno de los cónyuges quede desprotegido.
Sobre este aspecto, es de resaltar que el establecimiento del divorcio
unilateral no implica el debilitamiento del matrimonio y de la familia, como
núcleo de la sociedad; por el contrario reivindica el compromiso y voluntad
permanente como única condición suficiente para la existencia del vínculo.

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA NORMAS


CONTENTIVAS DE CAUSALES DE DIVORCIO-Corte abandona su
línea jurisprudencial progresista para regresar a un tratamiento
eminentemente legal sobre el matrimonio y sus instituciones accesorias
(Salvamento de voto)

Demanda de inconstitucionalidad contra el


artículo 156 (parcial) del Código Civil.

Demandante: Juliana María Moreno Leguizamo

MAGISTRADA PONENTE
Diana Fajardo Rivera

¿La pérdida de legitimación del denominado cónyuge “culpable” para


demandar el divorcio vincular, reduce el matrimonio a un castigo, en sus
efectos prácticos?

¿Las disposiciones normativas contenidas en el artículo 156 del Código


Civil, pretermiten derechos fundamentales a la dignidad humana, al libre
desarrollo de la personalidad y, consecuencialmente, al derecho a
restablecer un proyecto común de vida?

“La libertad significa que no tienes


prohibido vivir tu vida como tú eliges.
Algo menor es una forma de esclavitud.”
(Wayne Dyer80).
80 Psicólogo estadounidense fundador de la Psicología transpersonal. The Power of Intention, Random
House Mondadori, 2005.
62
“Para la Corte la dignidad humana, el principio del libre desarrollo de
la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de la persona de los
cónyuges, constituyen criterios de interpretación suficientes para
afirmar que no se les puede obligar a mantener el vínculo matrimonial
en contra de su voluntad e interés, por las mismas razones por las cuales
resulta imposible coaccionarlos para que lo contraigan, aunadas con el
imperativo constitucional de propender por la armonía familiar,
necesariamente resquebrajada cuando un conflicto en la pareja conduce
a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución.” (…)

“…el divorcio no es una sanción que el cónyuge inocente impone al


cónyuge que incurre en las causales subjetivas previstas en el artículo
154 del Código Civil, sino una decisión dirigida a restablecer su vida
afectiva y familiar.” (Sentencia C-985 de 2010)

El mantenimiento de una sociedad liberal implica un compromiso permanente


con una forma de interpretar su sistema jurídico en clave de libertad. Y es
precisamente por ese compromiso que con profundo respeto por las sentencias
proferidas por la Sala Plena de esta Corporación, en esta oportunidad
manifiesto mi disenso en relación con la decisión mayoritaria mediante la cual
fueron declaradas exequibles las expresiones “sólo” y “por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenidas en el artículo 156
del Código Civil, por el cargo analizado en la parte motiva de esa providencia.

Sea lo primero recordar que el suscrito magistrado fue ponente inicial del
proceso de constitucionalidad que culminó con la emisión de la Sentencia C-
394 de 2017. El proyecto de fallo que presenté fue sometido a votación, pero
no alcanzó la mayoría requerida para su aprobación, razón por la cual, en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 34 del Reglamento Interno de esta
Corporación, mediante Auto del 28 de junio de 2017, remití el expediente a la
Magistrada Diana Fajardo Rivera para la elaboración de la sentencia en la cual
se acoge la postura asumida por la mayoría de la Sala Plena, que difiere
sustancialmente de la originalmente presentada.

Dada la trascendencia de este tema frente a los derechos fundamentales a la


dignidad humana, a la igualdad y a la libertad, considero necesario
pronunciarme in extenso.

Dicho lo anterior, no comparto el sentido ni las consideraciones de la


sentencia objeto de salvamento de voto, al menos por ocho razones medulares,
las cuales para una mejor comprensión primero anuncio y seguidamente paso
a desarrollar:

1. El tratamiento contractual que se le ha dado al divorcio en la legislación


colombiana y la necesidad de su interpretación con fundamento en principios,
valores y derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución.

63
2. La tendencia progresiva hacia la eliminación de las causales subjetivas de
divorcio en el derecho comparado.

3. La interpretación de la Corte Constitucional sobre las causales subjetivas de


divorcio a la luz de la Carta Política de 1991.

4. Las causales subjetivas, así como lo efectos prestacionales derivados del


divorcio constituyen una sanción y no un mecanismo para restablecer la
familia.

5. La falta de proporcionalidad y razonabilidad de la limitación del derecho a


demandar el divorcio, de las causales subjetivas, de la prestación alimentaria
entre cónyuges, de la revocatoria de las donaciones, de la porción conyugal y
del beneficio de competencia obligatoria.

6. La dignidad humana es el principio fundante de toda relación humana.

7. Las medidas prestacionales derivadas del divorcio con fundamento en la


culpa (artículos 162, 411.4, 1231 y 1685.2 del Código Civil), son contrarias al
canon de dignidad humana.

8. Las normas del Código General del Proceso que regulan el divorcio
unilateral.

Sea lo primero decir que en el escrito de la demanda la actora presentó


argumentos que cumplen los presupuestos procesales de claridad, certeza,
especificidad, pertinencia y suficiencia relacionados con el hecho de que la
norma acusada al permitir solamente al cónyuge “inocente” solicitar el
divorcio en relación con las causales subjetivas contempladas en el artículo
154 del Código Civil, vulnera los derechos fundamentales a la igualdad y al
libre desarrollo de la personalidad, consagrados en los artículos 13 y 16 de la
Carta Política.

De ello da cuenta que en ninguna de las intervenciones que concurrieron al


trámite de constitucionalidad se le solicitó a la Corte Constitucional inhibirse
para emitir un pronunciamiento de fondo. En efecto, el Ministerio de Justicia y
del Derecho, la Universidad Externado de Colombia y la Procuraduría General
de la Nación, coincidieron en que la exigencia prevista en la norma en juicio,
se ajusta a la Constitución, al considerar que de ninguna manera se obliga al
cónyuge “culpable” a mantener el vínculo matrimonial en contra de su
voluntad, ya que en todo momento este puede invocar su disolución a través
de las causales objetivas de divorcio contempladas en la ley.

El Instituto Colombiano de Derecho Procesal, solicitó a la Corte declarar la


inexequiblidad del aparte acusado del artículo 156 del Código Civil, previa
integración normativa con el artículo 154 de la misma ley, pero no por los
motivos advertidos por la demandante, sino por violar los artículos 1, 42, 43,
44 y 45 de la Carta Política, enfatizando que lejos de proteger a la familia, la

64
pone en riesgo por los conflictos derivados de la aplicación de las causales de
culpabilidad.

La Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana, por su parte, pidieron


declarar la constitucionalidad condicionada del precepto demandado, en el
entendido de que el cónyuge culpable también esté legitimado para solicitar la
disolución del vínculo matrimonial.

Así, de acuerdo con la demanda, las intervenciones y el concepto del


Ministerio Público, correspondía a la Sala Plena de la Corte Constitucional,
determinar si el legislador al establecer en el artículo 156 del Código Civil que
el divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a
los hechos que lo motivan, es decir por el denominado cónyuge “inocente”,
incurre en un trato diferenciado injustificado entre los contrayentes, que
vulnera los derechos fundamentales a la igualdad (art. 13 C.P.) y al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 C.P.) del supuesto cónyuge “culpable”.

En segundo lugar, en guarda de la sistematicidad del ordenamiento jurídico era


necesario integrar varias disposiciones del Código Civil que tienen estrecha
relación con la expresión demandada y que están inescindiblemente ligadas.
En tal sentido, debieron integrarse al juicio de constitucionalidad: (i) la
totalidad del artículo 156 del Código Civil, ya que carece de sentido
normativo analizar únicamente la constitucionalidad de la legitimación y no la
oportunidad; (ii) las causales subjetivas (1, 2, 3, 4, 5 y 7) consagradas en el
artículo 154 del Código Civil, a las cuales expresamente se remite el artículo
156 demandado; (iii) el artículo 162 del Código Civil que permite revocar las
donaciones realizadas entre los cónyuges a partir del criterio de la
culpabilidad, (iv) el numeral 4º del artículo 411 del Código Civil que define la
prestación alimentaria con base en el mismo criterio de culpabilidad, (v) el
artículo 1231 que excluye el derecho a la porción conyugal por culpa de uno
de los cónyuges, y (vi) el numeral 2º del artículo 1685 del Código Civil que
prescribe la pérdida del beneficio de competencia obligatoria por la culpa de
uno de los cónyuges.

Al integrar la unidad normativa, la Corte debió verificar si las causales


subjetivas de divorcio contenidas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7 del artículo
154 del Código Civil, vulneran los derechos fundamentales a la igualdad y al
libre desarrollo de la personalidad del denominado cónyuge “culpable”. Esto,
en la medida en que al estar restringidas a la solicitud del cónyuge “inocente”,
pudiese implicar un tratamiento inequitativo injustificado que obligue a uno de
los contrayentes a mantenerse en el vínculo matrimonial.

Así mismo, era necesario analizar la constitucionalidad de las disposiciones


relativas a los efectos prestacionales derivados del divorcio, a saber: del
artículo 162 del Código Civil que faculta a uno de los consortes a revocar las
donaciones, cuando el cónyuge culpable incurre en las causales subjetivas
aludidas; del artículo 411 núm. 4 que define los alimentos en función de la
culpabilidad prescrita en estas mismas causales; la exclusión del derecho a la
porción conyugal por culpa de uno de los contrayentes del artículo 1231; y la
65
pérdida del beneficio de competencia obligatorio del artículo 1685 núm. 2,
determinado también sobre la base de la culpa de uno de los cónyuges.

En definitiva se trataba de absolver el cargo relacionado con la determinación


de si la existencia del régimen legal del divorcio soportado sobre el
establecimiento de la diferencia entre un cónyuge “culpable” y uno
“inocente”, comporta una vulneración del derecho a la dignidad humana, la
libertad, la igualdad, el libre desarrollo de la personalidad y el derecho a
conformar una familia.

Estos problemas jurídicos debieron ser abordados por la Sala Plena, desde una
perspectiva constitucional a partir del estudio de diversos ejes temáticos para
su resolución, a saber: (i) el divorcio en la legislación colombiana a la luz de
la Carta Política de 1991, (ii) la tendencia progresiva hacia la eliminación de
las causales subjetivas de divorcio en el derecho comparado, y (iii) la
interpretación de la Corte Constitucional sobre las causales subjetivas de
divorcio, las cuales expongo a continuación.

1. El tratamiento contractual que se le ha dado al divorcio en la


legislación colombiana y la necesidad de su interpretación con
fundamento en principios, valores y derechos fundamentales consagrados
en nuestra Constitución

El tratamiento legislativo81 del divorcio demuestra que su regulación, así como


las instituciones que le son accesorias, son el resultado de la constante
interacción entre factores de orden cultural, sociológico, económico,
ideológico, lingüístico y, especialmente de orden religioso, que lo han
configurado bajo diversas acepciones como: sacramento, contrato, institución,
vínculo solemne, etc., que han dado lugar al establecimiento de restricciones
basadas en el origen social de los contrayentes, la edad, la nacionalidad, la
raza, la culpa, la religión y, sobre todo, la orientación sexual.

Como consecuencia de ello, la regulación legal del matrimonio en Colombia


(capacidad para contraerlo, consentimiento, efectos jurídicos, relaciones
patrimoniales, disolución, etc.), ha sido ajena a una comprensión basada en la
interpretación de los derechos fundamentales. Esta preocupación fue
consignada por la Corte Constitucional en la Sentencia SU-214 de 2016:

“Una revisión de esta compleja historia, pone de presente la


existencia de, al menos, las siguientes constantes y tensiones: (i) a lo
largo de los siglos, el matrimonio ha conocido una ininterrumpida

81 En desarrollo de la legislación civil, la Ley 54 de 1924, conocida como “Ley Concha”, determinó el régimen aplicable al matrimonio
de la siguiente manera: (i) para los católicos practicantes se estableció el régimen canónico como el único aplicable en materia del
matrimonio; (ii) mientras que para los no católicos, la regulación del Código Civil, y en ambos casos el matrimonio era indisoluble, el
católico por constituir un sacramento y el civil por disposición legal. La Ley 1ª de 1976 “Por la cual se establece el divorcio en el
matrimonio civil y se regula la separación de cuerpos y de bienes en el matrimonio civil y en el canónico, y se modifican algunas
disposiciones de los códigos civiles y de procedimiento civil en materia de derecho de familia.”, aprobó el divorcio, pero de manera
restringida, ya que tan solo tenía efectos jurídicos frente al matrimonio civil, continuando indisoluble el matrimonio canónico por causas
distintas a la nulidad y a la muerte. Esta previsión se mantuvo hasta la expedición de la Carta Política de 1991, la cual introdujo la figura
de la cesación de los efectos civiles de los matrimonios religiosos en el artículo 42 relativo a la familia. El artículo 42 inciso 10 de la
Constitución de 1991 estableció la cesación de los efectos civiles del matrimonio religioso, materia fue desarrollada por la Ley 25 de
1992, normatividad que reglamentó el divorcio a la luz de la necesidad de establecer mecanismos efectivos para la terminación de este
vínculo jurídico.

66
evolución; (ii) el derecho a contraer matrimonio ha sido objeto de
diversas restricciones, fundadas en aspectos relacionados con el
origen social de los contrayentes, nacionalidad, raza, religión y
orientación sexual; (iii) de allí que, secularmente, la unión entre
personas discriminadas no fuera calificada en términos de
“matrimonio”, ni gozaba de los mismos derechos y reconocimiento
social que los cónyuges; (iv) la regulación jurídica del matrimonio
(vgr. capacidad para contraerlo, consentimiento, efectos jurídicos,
fines, disolución, etc.) ha sido fuente de controversias entre las
autoridades religiosas y civiles; (v) correlativamente, la naturaleza
jurídica del matrimonio ha sido abordada desde diversas ópticas (vgr.
sacramento, contrato, institución de derecho natural, entre otras); y
(vi) en la actualidad, en un Estado Social de Derecho, en un
paradigma de separación entre la Iglesia y el Estado, la regulación
del matrimonio desborda los clásicos cánones del derecho legislado
(contrato civil), para ser comprendido desde la perspectiva de los
derechos fundamentales.”

A la luz de una consideración como esta, la legislación aún prevista en el


Código Civil actualmente vigente, al haber sido expedida hace más de un siglo
(Ley 57 de 1887) y sufrir pocas modificaciones, continua otorgando un
tratamiento exclusivamente contractual al matrimonio, el cual está signado por
criterios rectores como la indisolubilidad, el cumplimiento de las obligaciones
derivadas del mismo y la culpa. Es por esta razón que desatiende las opciones
de vida propias de una sociedad diversa y pluralista en el contexto de una
nueva realidad que requiere protección constitucional en el ámbito de la
libertad y la igualdad.

El matrimonio y sus instituciones accesorias desbordan el ámbito de lo


estrictamente legal y deben analizarse en punto de sus verdaderas
implicaciones sociológicas y humanas en perspectiva de su alcance
constitucional, y no meramente como un contrato sometido al régimen
sinalagmático de carácter prestacional y culposo con penas y sanciones que
obviamente desconocen su naturaleza soportada en el ejercicio de derechos
fundamentales.

2. La tendencia progresiva hacia la eliminación de las causales subjetivas


de divorcio en el derecho comparado

Contrario a la pervivencia que en el derecho colombiano ha tenido el régimen


de divorcio basado en la culpa, a partir de la segunda mitad del siglo XX, en el
derecho comparado se ha suscitado una marcada y progresiva tendencia hacia
la eliminación de las causales subjetivas de divorcio, esto es como ya se dijo,
aquellas basadas en la culpa de uno de los contrayentes. En remplazo de ello,
se observa la incorporación de causales objetivas, junto con la figura del
divorcio unilateral, en virtud del cual cualquiera de los cónyuges, en todo
tiempo está facultado para solicitar la disolución del vínculo matrimonial,
dejando a salvo obviamente su compromiso prestacional con los hijos.

67
Esta nueva concepción atiende a la influencia de los derechos fundamentales
en el ámbito de las diversas instituciones jurídicas y, a su vez, al
distanciamiento con las diversas doctrinas religiosas. En particular, se debe al
reconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad y la
autodeterminación de quienes contraen matrimonio, como una manifestación
de la dignidad de la persona y, más aún, de la dignidad de la pareja y,
consecuentemente, de la familia.

En el marco de la aludida tendencia, es evidente que aquellos Estados en los


que el principio de la separación entre la iglesia y el Estado contribuyó a
cimentar las instituciones jurídicas, con mayor prontitud abolieron la
concepción según la cual el vínculo matrimonial es un contrato indisoluble en
el que, sin importar las condiciones de dignidad de la pareja se mantienen las
obligaciones reciprocas derivadas del mismo, aun contra su voluntad a manera
de castigo.

En Canadá por ejemplo, el “Divorce Act of 1968” introdujo causales objetivas


de divorcio y estableció la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en
materia de obligaciones de soporte, como los alimentos. Con esa misma
orientación, desde 1971 Holanda instituyó el divorcio unilateral que puede ser
solicitado por cualquier cónyuge sin necesidad de demostrar el rompimiento
de los vínculos maritales o la prolongación de la separación física. Esta
medida fue seguida por la mayoría de los ordenamientos jurídicos europeos.
Así, Suecia aprobó el divorcio unilateral en 1974, Bélgica en 1975, Portugal
en 1977, Austria en 1978, Grecia en 1983, Finlandia en 1988, Dinamarca en
1989, Islandia en 1993, Noruega en 1996, el Reino Unido en el año 2000 y
Suiza en 200582.

Es de especial relevancia en este ámbito comparativo, la Ley 15 de 2005 83, por


la cual el parlamento español eliminó las causales de divorcio y aprobó la
disolución del vínculo matrimonial por solicitud unilateral de cualquiera de los
contrayentes. En la exposición de motivos84 de la mencionada normatividad, el
legislador español señaló que el fin de la norma está dado por fortalecer la
libertad como principio rector del ordenamiento jurídico y, en particular,
garantizar que el ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad se
aplique al ámbito de las relaciones matrimoniales.

82 Ver SANDERS, Shaakirrah R. “The Cyclical Nature of Divorce in the Western Legal Tradition”. Loyola Law Review, Vol. 50, 2004.
83 Al respecto, el artículo 5º de la Ley 15 de 2005 –que modificó el artículo 86 del Código Civil- dispone:
“[s]e decretará judicialmente el divorcio, cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio, a petición de uno solo de los
cónyuges, de ambos o de uno con el consentimiento del otro, cuando concurran los requisitos y circunstancias exigidos en el artículo
81.”.
Por su parte, la norma a la cual esta disposición remite establece lo siguiente:
“Se decretará judicialmente la separación, cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio:
1.º A petición de ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del otro, una vez transcurridos tres meses desde la celebración del
matrimonio. A la demanda se acompañará una propuesta de convenio regulador redactada conforme al artículo 90 de este Código.
2.º A petición de uno solo de los cónyuges, una vez transcurridos tres meses desde la celebración del matrimonio. No será preciso el
transcurso de este plazo para la interposición de la demanda cuando se acredite la existencia de un riesgo para la vida, la integridad
física, la libertad, la integridad moral o libertad e indemnidad sexual del cónyuge demandante o de los hijos de ambos o de cualquiera
de los miembros del matrimonio.
A la demanda se acompañará propuesta fundada de las medidas que hayan de regular los efectos derivados de la separación.”
84 La motivación de la ley señala: “Con este propósito, se estima que el respeto al libre desarrollo de la personalidad, garantizado por el
artículo 10.1 de la Constitución, justifica reconocer mayor trascendencia a la voluntad de la persona cuando ya no desea seguir vinculado
con su cónyuge. Así, el ejercicio de su derecho a no continuar casado no puede hacerse depender de la demostración de la concurrencia
de causa alguna, pues la causa determinante no es más que el fin de esa voluntad expresada en su solicitud, ni, desde luego, de una previa
e ineludible situación de separación.”

68
En América Latina aunque con menor intensidad, también es posible verificar
una tendencia gradual hacia la eliminación de las causales subjetivas de
divorcio. El primer país latinoamericano en aprobar la disolución matrimonial
fue Uruguay en 1907, el cual se puede dar por mutuo consentimiento o por la
sola voluntad de la mujer85. Recientemente, la Ley 19.075 de 201386, que
modificó, entre otros, el artículo 187 del Código Civil, estableció la
posibilidad de solicitar el divorcio por voluntad de cualquiera de los cónyuges.
La disposición en cita reza como sigue: “en este caso el cónyuge solicitante
deberá comparecer personalmente ante el Juez Letrado de su domicilio, a
quien expondrá su deseo de disolver el matrimonio.”87

En Perú, el artículo 339 del Código Civil –modificado por la Ley 27495 de
2001-, introdujo la causal de divorcio por “imposibilidad de hacer vida
común” que puede ser invocada por cualquiera de los cónyuges mientras
subsistan los hechos que la motivan.

En los Estados Unidos Mexicanos desde el año 2008, han sido modificadas
varias legislaciones estatales88, de forma tal que progresivamente han sido
suprimidas las causales de divorcio. De los 32 Estados89 que conforman la
federación, a la fecha quince (15) han suprimido las causales taxativas
previstas en las normatividades estatales civiles y de familia y,
consecuentemente, han reglamentado la posibilidad de solicitar el divorcio sin
causal alguna, invocada por cualquiera de los cónyuges, esto es mediante la
sola manifestación de su voluntad. Esta medida ha correspondido a la
finalidad de dar mayor protección a la autonomía de la voluntad de los
contrayentes.

En ese mismo sentido, por medio de la Ley 870 del 24 de junio de 2014, se
expidió el Código de Familia de la República de Nicaragua 90, que en su
artículo 137, establece que el matrimonio “se disuelve: … c) Por voluntad de
uno de los cónyuges...”. Esta disposición, es desarrollada por el artículo 174
de la misma normatividad, la cual establece como requisito de la solicitud de
disolución la manifestación clara de “la voluntad de disolver el vínculo
matrimonial, sin dar razón alguna para ello”.

85 Artículo 187-3 del Código Civil.


86 Disponible en: https://legislativo.parlamento.gub.uy/temporales/leytemp2380542.htm
87 Esto, a pesar de que en el artículo 148 del Código Civil se establecen unas causales taxativas de divorcio, la disposición citada
concede la posibilidad de solicitar el divorcio con la sola manifestación de la voluntad de uno de los contrayentes en cualquier tiempo.
88 Conforme se relaciona a continuación: Distrito Federal - Código Civil Para El Distrito Federal Reformado el 3 de octubre de 2008;
Hidalgo -Ley para la Familia del Estado de Hidalgo (Decreto 350/2007), Modificado por Decreto 583 de 2011; Estado de México-
Código Civil Del Estado de México (Decreto número 70), Modificado el 3 de mayo de 2012; Yucatán - Código de Familia para el Estado
de Yucatán del 30 de abril de 2012; Coahuila de Zaragoza - Código Civil para el Estado de Coahuila de Zaragoza, reformado el 5 de abril
de 2013; Sinaloa - Código Familiar del Estado de Sinaloa del 6 de febrero de 2013; Aguascalientes - Código Civil del Estado de
Aguascalientes, reformado por el Decreto 201/2015; Nayarit - Código Civil para el Estado de Nayarit (Decreto número 6433 de 1981).
Reformado por Decreto del 27 de mayo de 2015; Tamaulipas - Código Civil para el Estado de Tamaulipas (11 de diciembre de 1986).
Reformado mediante POE No. 83 del 2015; Morelos - Código Familiar para el Estado Libre y Soberano de Morelos, reformado por el
Decreto 5378 del 2016; Puebla - Código Civil para el Estado Libre y Soberano de Puebla (30 de abril de 1985), reformado por el Decreto
del 29 de marzo de 2016; Querétaro - Código Civil del Estado de Querétaro, Reformado por Decreto publicado en el Periódico Oficial
No. 64, 30-Nov-2016; Tlaxcala - Código Civil para el Estado Libre y Soberano De Tlaxcala, reformado por Decreto número 204 del
2016; Baja California Sur - Código Civil del Estado de Baja California Sur (Decreto 1090/1996), reformado el 20/Marzo/2017, y
Guerrero - Ley de Divorcio del Estado de Guerrero del 13 de marzo de 1990, (Reformado por Decreto 29 de 2017). Al respecto ver:
http://www.ordenjuridico.gov.mx/documentos/estatal, consultado 15 de mayo de 2017.
89 Para ampliar información, consultar en: http://www.ordenjuridico.gob.mx/ambest.php
90 Disponible en: http://extwprlegs1.fao.org/docs/pdf/nic138841.pdf
69
En Argentina por virtud de la Ley 26.994 del 7 de octubre de 2014, se expidió
el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación 91, derogatorio de la Ley 340
del 29 de septiembre de 1869 –Código Civil de la Nación-, que en los
artículos 202 y 214 establecía las causales taxativas -subjetivas y objetivas- de
divorcio. En el Capítulo 8º del Código Civil y Comercial de la Nación, se
reglamentó la disolución del matrimonio sin establecer causales específicas
por las que se pueda solicitar el divorcio. En el artículo 437 de la mencionada
normatividad, se dispone que se encuentran legitimados para iniciar el proceso
de divorcio por vía judicial cualquiera de los cónyuges, en todo tiempo y
mediante la manifestación de la voluntad de uno o los dos contrayentes ante
un juez de la República.

De las previsiones del régimen matrimonial del Código Civil y Comercial de


Argentina adoptado en 2014, cabe resaltar que la fidelidad fuera proscrita
como deber conyugal y la infidelidad, como causal de divorcio. Esta medida,
según la exposición de motivos del Código no se hizo para desconocer el alto
valor axiológico del deber de fidelidad o el de cohabitación, sino para
consagrar un régimen incausado de divorcio, basado en el libre desarrollo de
la personalidad y de la dignidad de la pareja, en el que el incumplimiento de
los deberes no genere consecuencias jurídicas sancionatorias y sólo subsista el
derecho y deber de asistencia alimentario, así como las pautas para su fijación.
Incluso, en esta normatividad se consagra la posibilidad de que las personas
casadas elijan si quieren vivir juntos o si comparten sus bienes, de tal modo
que para divorciarse solo se requiere que uno de los dos lo solicite, sin que
existan causales para ello y, sin que necesariamente de ello se desprenda una
relación patrimonial como la sociedad conyugal.

Finalmente, en este breve ámbito comparativo cabe resaltar que las


legislaciones estatales de los cincuenta (50) estados de la unión
norteamericana prevén el divorcio sin causa. En efecto, California desde 1969
aprobó la primera ley de divorcio sin culpa, es decir, sin causa. Iowa adoptó la
misma legislación en 1970, seguidamente en 1971 fue aprobada esta
modalidad de divorcio libre en Colorado, Florida, Michigan y Oregón 92. A
partir de lo anterior, gradualmente todos los Estados de la unión permiten que
se promueva un proceso ante un juez, sin que se requiera mencionar, justificar
o probar la causa para solicitarlo, esto es, sin causal y basta que sea invocado
por cualquiera de los cónyuges, manifestando simplemente su deseo de no
querer continuar con el matrimonio.

Esta tendencia en el derecho comparado, contribuye de manera significativa a


identificar el tratamiento dado por los diversos ordenamientos a las relaciones
matrimoniales y a los mecanismos para su disolución, pero, sobre todo, a la
comprensión de los fundamentos para la eliminación de restricciones que

91 Código Civil y Comercial de la Nación. Ley 26.994. http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-


239999/235975/norma.htm#11
92 Glandon Mary Ann. Abortion and Divorce in Western Law, American Failures and European Challenges. Harvard University Press
1987.

70
impiden solicitar de manera libre el divorcio meramente voluntario incausado
por cualquiera de los contrayentes.

3. La interpretación de la Corte Constitucional sobre las causales


subjetivas de divorcio a la luz de la Carta Política de 1991

Para una mejor comprensión de los razonamientos que me llevan a presentar


este salvamento, es preciso recordar que el artículo 113 del Código Civil
define el matrimonio como un “contrato solemne por el cual un hombre y una
mujer se unen con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse
mutuamente.” En virtud de dicho acuerdo de voluntades surgen para los
contrayentes obligaciones personales como la fidelidad mutua, la
cohabitación, el socorro y la ayuda mutua en todas las situaciones de la vida
(artículo 176 del Código Civil modificado por el Decreto 2820 de 1974) y
patrimoniales, como la conformación de una unidad de bienes (artículo 180
del Código Civil - modificado por el Decreto 2820 de 1974).

A su vez el artículo 5º de la Ley 25 de 1992 “Por la cual se desarrollan los


incisos 9, 10, 11, 12 y 13 del artículo 42 de la Constitución Política”, que
modificó el artículo 152 del Código Civil, establece que el vínculo
matrimonial se disuelve por la muerte real o presunta de uno de los cónyuges
o por divorcio. En complemento de lo anterior, el artículo 6º de la misma ley
modificó el artículo 15493 Código Civil para establecer las causales de
divorcio.

Las nueve diversas causales de divorcio han sido clasificadas por la doctrina
con criterios prohijados por la jurisprudencia 94 en dos categorías diversas, a
saber: objetivas “relacionadas con la ruptura de los lazos afectivos que
motivan el matrimonio”95. Estas causales pueden ser invocadas en todo tiempo
por cualquiera de los cónyuges y el juez que conoce de la demanda no valora
la conducta alegada, sino que se limita a respetar la voluntad de los
contrayentes de disolver el vínculo matrimonial.96 A esta categoría pertenecen
las causales denominadas como “divorcio remedio”97 y que están previstas en
los numerales 6, 8 y 9 del artículo 154 del Código Civil.
93 La norma en cita dispone: “Artículo. 154.—Modificado. L. 1ª/76, art. 4º. Modification. L. 25/92, art. 6º. Son causales de divorcio:
1. Las relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges.
2. El grave e injustificado incumplimiento por parte de alguno de los cónyuges de los deberes que la ley les impone como tales y como
padres.
3. Los ultrajes, el trato cruel y los maltratamientos de obra.
4. La embriaguez habitual de uno de los cónyuges.
5. El uso habitual de sustancias alucinógenas o estupefacientes, salvo prescripción médica.
6. Toda enfermedad o anormalidad grave e incurable, física o síquica, de uno de los cónyuges, que ponga en peligro la salud mental o
física del otro cónyuge e imposibilite la comunidad matrimonial.
7. Toda conducta de uno de los cónyuges tendientes a corromper o pervertir al otro, a un descendiente, o a personas que estén a su
cuidado y convivan bajo el mismo techo.
8. La separación de cuerpos, judicial o de hecho, que haya perdurado por más de dos (2) años.
9. El consentimiento de ambos cónyuges manifestado ante juez competente y reconocido por éste mediante sentencia.”
94 En la sentencia C-1495 de 2000, la Corte precisó que las causales de divorcio, pueden ser subjetivas, cuando están relacionadas con
el incumplimiento de las obligaciones contractuales y, objetivas, que surgen como remedio a las situaciones vividas y con el ánimo de
evitar el desgaste emocional de la pareja y los hijos por las repercusiones que el divorcio contencioso implica: "Las causales subjetivas
conducen al llamado divorcio sanción porque el cónyuge inocente invoca la disolución del matrimonio como un castigo para el consorte
culpable, mientras que las causales objetivas llevan al divorcio como mejor remedio para las situaciones vividas."
95 Corte Constitucional, sentencia C-985 de 2010.
96 Es preciso anotar que a partir de la Ley 962 de 2005, también posible que el divorcio por mutuo acuerdo se lleve a cabo ante una
notaría mediante escritura pública. Esta posibilidad fue reglamentada por el Decreto 4436 de 2005.
97 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de Derecho, 1999.
71
Por su parte, las causales subjetivas están relacionadas con el incumplimiento
de los deberes conyugales y en cuya lógica sancionatoria sólo pueden ser
invocadas por el denominado cónyuge “inocente”, para, consecuentemente,
establecer la culpa del denominado cónyuge “culpable”, de acuerdo con lo
previsto en el artículo 15698 del Código Civil–. En estas causales el divorcio
opera a modo de censura y se le denomina “divorcio sanción”.99

La ocurrencia de estas causales debe ser judicialmente demostrada y el


cónyuge en contra de quien se invocan tiene el derecho de ejercer su defensa
para demostrar que los hechos alegados no ocurrieron. Además de la
disolución del vínculo marital, otras consecuencias accesorias de este tipo de
divorcio son la posibilidad de que el cónyuge “inocente” revoque las
donaciones que con ocasión del matrimonio haya efectuado a favor del
cónyuge “culpable” (art. 162 C.C.), que el juez imponga al cónyuge
“culpable” la obligación de atender alimentos al cónyuge “inocente”, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 411.4 del Código Civil y, se pierda
el derecho a la porción conyugal (art. 1231 C.C.), así como el beneficio de
competencia obligatoria (art. 1685 C.C.). A esta categoría de causales
corresponden los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7 del artículo 154 del Código Civil.

El divorcio por culpa o divorcio sanción obedece a la concepción del


matrimonio con carácter indisoluble, noción transportada desde el derecho
canónico al derecho civil. Y es precisamente por esto que su procedencia está
sujeta al juicio de reproche frente a uno de los cónyuges por conductas
consideradas como incumplimientos culposos supuestamente contrarios a
derecho.

Ahora bien, a pesar del contenido prescriptivo de las reglas sobre divorcio
previstas en la legislación civil, la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
valiéndose de los principios de la Carta Política de 1991, se ha pronunciado
sobre el alcance de las causales subjetivas, precisando que la dignidad humana
y el libre desarrollo de la personalidad constituyen criterios de interpretación
para determinar que no es admisible obligar a los cónyuges mantener el
vínculo matrimonial en contra de su voluntad.

En esa orientación, constituyen referentes jurisprudenciales consolidados las


sentencias C-660 de 2000, C-821 de 2005, C-985 de 2010 y C-746 de 2011.
En la Sentencia C-660 de 2000 la Corte declaró inexequible la expresión
“salvo que el demandante las haya consentido, facilitado o perdonado.”,
contenida en el numeral 1º del artículo 154 del Código Civil, que establecía
que el consentimiento o perdón del cónyuge “inocente” impedía que las
relaciones sexuales extramatrimoniales se invocaran como causal de divorcio.
En dicha oportunidad, esta Corporación con fundamento en que la principal
consecuencia de esta modalidad de acuerdo de voluntades es la familia,
consideró inapropiado aplicar al matrimonio los mismos criterios de

98 modificado por el artículo 10 de la Ley 25 de 1992.


99 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de Derecho, 1999.
72
resolución del régimen general de los contratos100 y determinó que el
Legislador invadió la esfera de intimidad de las relaciones de pareja, al
realizar una valoración de conductas propias de la intimidad de una forma que
no siempre coincide con la voluntad de sus miembros 101. Con esa misma
orientación hizo énfasis en la importancia que reviste el libre desarrollo de la
personalidad y la autonomía de la voluntad en las decisiones que toman las
personas en relación con el matrimonio, y sus cuestiones accesorias como lo
es el divorcio, señalando que la protección por parte del ordenamiento a la
familia, en cuanto a causales de divorcio, no puede ser desbordada, ya que el
consentimiento en ciertas actuaciones depende de la conciencia y, ésta puede
variar con el paso de los años y tornar en intolerable lo que en otro momento
se consideró aceptable, partiendo de la realidad de tratarse de convicciones
individuales, complejas y cambiantes102.

Un segundo referente común en esta materia, es la Sentencia C-1495 de 2000,


mediante el cual esta Corporación se pronunció respecto al carácter
contractual del matrimonio y la relevancia que tiene el consentimiento y la
autonomía para su perfeccionamiento. En dicha providencia, la Corte señaló
que el argumento de mantener y restablecer la unidad y armonía de la familia
no puede forzar a mantener unidos a quienes no lo desean103.

100 Por la pertinencia de las consideraciones expuestas por la Corte, a continuación se transcriben in extenso: “Si bien el ordenamiento
jurídico reconoce al matrimonio la naturaleza jurídica de un acto convencional, de un contrato en los términos del citado artículo
113 del Código Civil, las especiales características de su principal consecuencia, la familia, impiden aplicar a esta modalidad de
acuerdo de voluntades en sus diversas etapas, los mismos criterios que se aplican dentro del régimen general de los actos jurídicos y
de los contratos en particular. Tampoco pueden predicarse a la responsabilidad que surge entre los cónyuges por efecto del
matrimonio los criterios determinantes de la misma en otra clase de relaciones jurídicas. Ello es particularmente evidente en materia
de culpa. Los componentes afectivos y emocionales que comprende la relación matrimonial impiden considerar el aparente descuido de
uno de los cónyuges ante faltas que el ordenamiento legal consagre como causales de divorcio y que cometa el otro, como un acto de
negligencia asimilable a la propia culpa como eximente de responsabilidad. Tampoco, por las mismas razones, puede atribuirse al
perdón dentro del matrimonio un efecto definitivo y fijo. E inclusive, el aparente consentimiento de uno de los integrantes de la pareja
ante una conducta impropia del otro, no puede verse como una manifestación de culpa o dolo que con el tiempo enerve la posibilidad del
cónyuge ofendido para solicitar el divorcio.
(…)
Para la Corte la dignidad humana, el principio del libre desarrollo de la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de la persona
de los cónyuges, constituyen criterios de interpretación suficientes para afirmar que no se les puede obligar a mantener el vínculo
matrimonial en contra de su voluntad e interés, por las mismas razones por las cuales resulta imposible coaccionarlos para que lo
contraigan, aunadas con el imperativo constitucional de propender por la armonía familiar, necesariamente resquebrajada cuando un
conflicto en la pareja conduce a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución.” (Subrayas y negrillas fuera del texto)
101 Sentencia C-660 de 2000:“… la norma parcialmente demandada, es inconstitucional porque ante la realidad de la ruptura
conyugal, el Legislador no puede imponer la indisolubilidad del vínculo matrimonial tal como se ha analizado (C.P., arts. 1º, 2º, 5º y
42, en consonancia con los artículos 93 y 94 ibidem), ni inmiscuirse en el fuero íntimo de los miembros de una pareja a través de la
valoración de los mecanismos que sus integrantes elijan conjunta o individualmente para la realización del amor conyugal, así ésta
no se consiga (C.P., arts. 15,16 y 18). Y, además, como de conformidad con los presupuestos constitucionales el Legislador no puede
negar a los cónyuges, ante una situación de fracaso, la reestabilización de sus vidas en todos los órdenes (C.P., arts. 1º, 2º, 5º y 42), la
expresión demandada es inconstitucional y así deberá declararse.” (Subrayas y negrillas fuera de texto)
102 “Para la Corte la dignidad humana, el principio del libre desarrollo de la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de la
persona de los cónyuges, constituyen criterios de interpretación suficientes para afirmar que no se les puede obligar a mantener el
vínculo matrimonial en contra de su voluntad e interés, por las mismas razones por las cuales resulta imposible coaccionarlos para
que lo contraigan, aunadas con el imperativo constitucional de propender por la armonía familiar, necesariamente resquebrajada
cuando un conflicto en la pareja conduce a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución.
Además, los principios que antaño se expusieron a favor de la institución matrimonial y de los hijos menores para hacer del matrimonio
un estado inamovible, hoy no resultan válidos. No lo son en relación con la institución familiar porque, como se ha expuesto, ella
persigue la estabilidad del grupo familiar como presupuesto del sistema social y como lugar propicio para el desarrollo integral de los
hombres y mujeres que la integran, en todos los órdenes; de ahí que si el vínculo existente entre la pareja no garantiza sino que, por el
contrario, perturba la estabilidad familiar, desaparecen los intereses éticos, sociales y jurídicos que justifican su permanencia.”
(Subrayas y negrillas fuera de texto)
103 “Así las cosas, aunque el matrimonio es un contrato, porque resulta esencial el consentimiento de los contratantes para su
conformación, el incumplimiento de la obligación personalísima de entrega mutua, definitiva, personal y exclusiva, que los cónyuges
hacen de sí mismos, no puede estar sujeta a la coacción de los operadores jurídicos como lo está el cumplimiento de las obligaciones de
dar, hacer o no hacer. Lo anterior por cuanto respecto del cumplimiento de la obligación de convivir surge el deber ineludible del Estado
de respetar la dignidad humana de la pareja, circunstancia que excluye la posibilidad de intervenir para imponer la convivencia, así
exista vínculo matrimonial y tengan los cónyuges la obligación y el derecho a la entrega recíproca, incondicional y permanente, porque
el matrimonio es la unión de dos seres en procura de su propia realización, no el simple cumplimiento de un compromiso legal, de tal
suerte que, el Estado con el pretexto, loable por cierto, de conservar el vínculo matrimonial no puede irrespetar la dignidad de los
integrantes de la familia, sean culpables o inocentes, coaccionando una convivencia que no es querida -artículos 1, 2°, 5° y 42° C.P.-.
Ahora bien, si no es posible coaccionar la convivencia, aunque no se discute que quienes contraen matrimonio adquieren la obligación
de convivir, tampoco es dable mantener el vínculo cuando las circunstancias denotan un claro resquebrajamiento y ambos, o uno de los
cónyuges, así lo pide…”

73
Posteriormente, en Sentencia C-821 de 2005104, la Corte juzgó la
constitucionalidad del numeral 1º del artículo 6° de la Ley 25 de 1992,
modificatorio del numeral 1º del artículo 154 del Código Civil, reiterando la
diferencia entre las causales subjetivas y objetivas de divorcio. En lo
concerniente a las causales subjetivas de divorcio y su relación con el deber de
protección y promoción de la institución familiar, la Corte consideró que su
fundamento son los principios de dignidad humana, libre desarrollo de la
personalidad e inalienabilidad de los derechos de la persona reconocidos a la
pareja, los cuales impiden al Estado perpetuar el vínculo matrimonial
mediante coacción o la imposición jurídica de una convivencia que no es
deseada por los contrayentes105.

Similares consideraciones se encuentran en la Sentencia C-985 de 2010, en la


que al abordar el estudio de constitucionalidad de la caducidad contemplada
en el artículo 156 del Código Civil, -modificado por el artículo 10º de la Ley
25 de 1992-, la Corte señaló que: “…el divorcio no es una sanción que el
cónyuge inocente impone al cónyuge que incurre en las causales subjetivas
previstas en el artículo 154 del Código Civil, sino una decisión dirigida a
restablecer su vida afectiva y familiar.”

En el juicio de proporcionalidad estricta, la Corte 106 determinó que la medida


de caducidad no era necesaria desde la perspectiva constitucional, toda vez
que aunque las finalidades perseguidas son legítimas a la luz de la Carta
Política, éstas pueden lograrse mediante mecanismos menos restrictivos de los
derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la dignidad en
su faceta de autonomía, a elegir el estado civil, e incluso a conformar una
nueva familia de los cónyuges “inocentes”.
104 "Siguiendo la doctrina y la jurisprudencia, las causales de divorcio se pueden clasificar en dos grandes grupos: subjetivas o
debidas y objetivas o no debidas. Al primer grupo, a las subjetivas, pertenecen aquellas causales que se deben a faltas dolosas o
culposas cometidas por uno de los cónyuges, y que permiten al cónyuge inocente invocar la disolución del vínculo a la manera de una
censura para el esposo culpable. En estos casos el divorcio lo genera el incumplimiento de una obligación matrimonial, por lo que
únicamente cabe la disolución cuando existe un cónyuge inocente -víctima- y otro culpable-responsable de la infracción-. Del segundo
grupo, las objetivas, hacen parte aquellas causales concebidas como una solución o remedio a situaciones que resultan insostenibles
entre los cónyuges y que conllevan la ruptura del matrimonio. Tratándose de las causales objetivas, en ellas no se busca censurar el
comportamiento irregular de uno de los cónyuges, simplemente por cuanto éste no se ha dado, no ha existido. En realidad ninguno de
ellos ha incurrido en falta.
Las causales subjetivas, son, por su propia naturaleza, de origen contencioso pues para obtener la disolución del vínculo, el cónyuge
inocente debe entrar a demostrar ante el juez competente que el esposo culpable incurrió en la falta alegada y descrita en la ley,
debiendo el operador jurídico valorar el hecho para definir si hay lugar a la disolución del vínculo. No ocurre lo mismo frente a las
causales objetivas, pues éstas se pueden invocar en forma conjunta o separadamente por los consortes sin perseguir una declaración de
responsabilidad, es decir, sin que se disponga sobre la culpabilidad de uno y la inocencia del otro."
105 “... en lo que refiere a la protección y promoción de la institución familiar no es la duración del matrimonio -como una de sus
formas de constitución-. Es lograr la estabilidad y armonía del grupo familiar, no solo como presupuesto social, sino como condición
sine qua non para permitir la realización humana y el desarrollo integral de cada uno de sus miembros en un clima de respeto, óptima
convivencia y libre expresión de sus sentimientos y emociones. Dichos objetivos no se garantizan ni se logran manteniendo vigente el
contrato matrimonial, en aquellos casos en los que surgen diferencias, desavenencias o conflictos entre los cónyuges que hacen
imposible o dificultan gravemente la convivencia y que perturban la estabilidad familiar, sometiendo a sus integrantes, entre los que
se cuentan los hijos, a crecer y desarrollarse en un ambiente hostil o que afecta sensiblemente su proceso de desarrollo y formación. ”
(Subrayas y negrillas fuera de texto)
(...)
7.3. Si no es posible coaccionar a las personas para contraer matrimonio, pues por disposición constitucional y legal éste se constituye y
perfecciona por el libre y mutuo consentimiento de los contrayentes, tampoco cabe obligarlas a mantener vigente el vínculo en contra de
su voluntad, aun cuando una de las finalidades del matrimonio sea precisamente la convivencia. Interpretando el contenido del artículo
42 Superior, el libre consentimiento, consustancial al contrato matrimonial, no solo es exigible en el acto de constitución sino también
durante su ejecución material y por el término que dure el matrimonio, por tratarse de un derecho subjetivo radicado en cabeza de cada
uno de los esposos y ser una derivación de las garantías fundamentales a la dignidad, al libre desarrollo de la personalidad, a la
libertad, a la intimidad y a la personalidad jurídica.”
106 “En primer término, la promoción de la estabilidad del matrimonio se puede lograr mediante mecanismos como la educación y la
sensibilización hacia el respeto, la tolerancia y otros valores, y programas de acompañamiento y asesoría familiar, entre otros.
En segundo término, para asegurar la imposición de las sanciones aludidas dentro de un término razonable, no es indispensable limitar
a un tiempo tan corto el derecho a ejercer la acción de divorcio. Esta finalidad se puede lograr, por ejemplo, mediante la definición de
un término de prescripción, o la aplicación de los términos de prescripción extintiva supletorios previstos en el Código Civil.”

74
En lo atinente a la proporcionalidad estricta107, la Corte consideró que el
término de caducidad limitaba el derecho de los cónyuges al divorcio e
interpretaba el silencio de estos en una forma que no consulta su voluntad.
A partir de lo anterior, esta Corporación precisó que, si bien es cierto que el
ordenamiento prevé causales de divorcio objetivas que pueden ser alegadas
por cualquiera de los cónyuges en cualquier tiempo ante la jurisdicción, y por
mutuo acuerdo ante un notario, ninguno de estos mecanismos permite a uno
de los contrayentes solicitar de manera unilateral el divorcio, cuando
considera que el vínculo se ha roto y no quiere permanecer unido
jurídicamente al otro, cuestión que lo obliga a perpetuar la relación marital
contra su libertad108. Al decir muy bien expresado de Tennesse Williams: “Los
pájaros enjaulados se aceptan el uno al otro, pero lo que quieren es volar.”109

Así las cosas, del compendio de consideraciones jurisprudenciales reseñadas,


es posible evidenciar que desde la expedición de la Carta Política de 1991, la
Corte Constitucional ha interpretado el matrimonio y sus medidas accesorias,
como instituciones que forman parte de una estructura cuya comprensión y
alcance está irradiado por los principios y derechos fundamentales. En ese
sentido, su aplicación no está confinada a un régimen legal y contractual
basado en un culpable y un inocente, que es a todas luces contrario a un
entendimiento constitucional, al cual la Corte no es ajena y que con mayor
razón debió ser aplicado al estudio del proceso de constitucionalidad objeto de
salvamento.

De lo anterior se sigue que la sentencia que debió pronunciarse era el punto


culminante de una sólida línea jurisprudencial tendiente a garantizar los
derechos fundamentales de las parejas en la que sus implicaciones de derecho,
debían analizarse más allá de las previsiones del dogmatismo civil e
interpretarse bajo la égida de los principios constitucionales.

4. Las causales subjetivas y los efectos prestacionales derivados del


divorcio constituyen una sanción y no un mecanismo para restablecer a la
familia

107 "(...) la medida es desproporcionada en estricto sentido, pues implica una limitación muy drástica de los derechos de los
cónyuges inocentes al libre desarrollo de la personalidad, a la dignidad en su faceta de autonomía, a elegir el estado civil, e incluso a
conformar una nueva familia.

En primer lugar, el establecimiento de un término de caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio con ocasión de las causales
subjetivas definidas en el artículo 154 del Código Civil, termina por anular el derecho de los cónyuges inocentes a solicitar el divorcio
una vez el término de caducidad ha vencido.”
(...)
En segundo lugar, uno de los elementos esenciales del matrimonio es la libre voluntad de los contrayentes. Por tanto, es la voluntad de
los contrayentes la que debe regir también su disolución. En consecuencia, el obligar a una persona a permanecer casada aún en
contra de su voluntad restringe de manera drástica sus derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad a la
dignidad en su faceta de autodeterminación."
108 Sobre este aspecto, la Corte se pronunció en los siguientes términos: “En efecto, para que un cónyuge pueda obtener el divorcio
después de que ha vencido el término de caducidad para alegar las causales subjetivas y sin tener que contar con el consentimiento del
otro –fundamento de la causal 9° y del divorcio notarial, la única salida que tiene es abandonar la residencia común y esperar dos
años para poder solicitar el divorcio con fundamento en la causal 8°. Mientras estos dos años transcurren, el cónyuge se ve obligado
en contra de su voluntad a mantener el vínculo jurídico –con las consecuencias personales y patrimoniales que el matrimonio
conlleva- y en detrimento de sus derechos a restablecer su vida familiar y al libre desarrollo de la personalidad.” (Subrayas fuera de
texto)
109 A street car named Desire. Penguin Books, 2011.
75
La demandante con base en los derechos fundamentales a la igualdad (art. 13
C.P.) y al libre desarrollo de la personalidad (art. 16 C.P.), propuso que se
declarara contraria a la Constitución la limitación contenida en el artículo 156
del Código Civil que restringe la legitimación por activa en la demanda de
divorcio al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan,
cónyuge “inocente”.

Al efectuar integración con varias disposiciones inescindiblemente ligadas a


esta materia, la Sala Plena tendría que haber examinado, tanto el artículo 156
del Código Civil en su totalidad, como las causales subjetivas de divorcio
contenidas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7110 con el fin de determinar si
infringen los derechos fundamentales a la igualdad y al libre desarrollo de la
personalidad del denominado cónyuge “culpable”.

También se debió analizar la constitucionalidad del artículo 162 del Código


Civil que faculta a uno de los consortes a revocar las donaciones, cuando el
cónyuge culpable incurre en las causales subjetivas aludidas; del artículo 411
núm. 4 de la misma normatividad que define los alimentos en función de la
culpabilidad prescrita en estas mismas causales, del artículo 1231 que excluye
el derecho a la porción conyugal por culpa y, del artículo 1685.2 que establece
la pérdida del beneficio de competencia obligatoria por culpa de uno de los
cónyuges.

La legislación civil colombiana optó por un sistema de disolución causado en


el que la solicitud de divorcio y la sentencia que lo determina, deben fundarse
en una causal taxativamente (“numerus clausus”) prevista en la ley. De esta
manera, la norma demandada y las causales subjetivas objeto de integración
normativa, hacen parte del régimen del matrimonio, ya que atañen a su
terminación por medio de la figura del divorcio y a sus posteriores efectos
prestacionales basados en la culpa.

En cuanto a su alcance normativo, el artículo 156 del Código Civil establece la


legitimación y oportunidad para presentar la demanda de divorcio, limitando
esta posibilidad al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo
motivan, cuando se trata de las causales subjetivas enunciadas en los
numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 7.

A su vez, el artículo 154 del Código Civil, al cual la norma demandada remite,
establece (nueve) diversas causales, de las cuales conforme a lo indicado en
precedencia (seis) son subjetivas (1, 2, 3, 4, 5 y 7) y (tres) objetivas (6, 8 y 9).
Las causales subjetivas se refieren a situaciones en las que la solicitud de
divorcio tiene origen en el incumplimiento y, por ende la culpa de uno de los
cónyuges, las cuales se sintetizan de la siguiente manera: (1ª) referida a las
relaciones sexuales extramatrimoniales; (2ª) el grave e injustificado
incumplimiento de los deberes como padre de alguno de los cónyuges; (3ª)
maltrato por parte de uno de los cónyuges; (4ª) embriaguez habitual de uno de
110 La primera causal relativa a las relaciones sexuales extramaritales fue declarada exequible por la Corte Constitucional mediante la
Sentencia C-821 de 2005, pero en esa oportunidad la Sala Plena estudió cargos diversos a los propuestos por la demandante en el presente
juicio de constitucionalidad, razón por la cual la cosa juzgada constitucional relativa, no presta efectos en el caso bajo estudio. Las demás
causales subjetivas no han sido objeto de pronunciamiento por parte de esta Corporación.

76
los cónyuges; (5ª) uso habitual de estupefacientes de uno de los cónyuges; (7ª)
la conducta tendiente a corromper al otro por parte de uno de los cónyuges.

El divorcio por causales subjetivas introducido por la Ley 1ª de 1976 es el


denominado “divorcio sanción”, propio de la dogmática canónica y,
consecuentemente, civilista del siglo pasado, por completo ajena a los
principios laicos adoptados por la Carta Política de 1991, los cuales separaron
de forma definitiva la Iglesia del Estado y, por consiguiente, proscriben la
tendencia histórica tradicional de rendir culto al matrimonio católico y su
visión de indisolubilidad.

Según esta comprensión, la norma demandada así como las inescindiblemente


integradas, debieron someterse al baremo del escrutinio de razonabilidad
estricta que habitualmente aplica esta Corporación cuando el derecho a la
igualdad se encuentra en juicio.

5. Falta de Proporcionalidad y razonabilidad de la limitación del derecho


a demandar el divorcio, de las causales subjetivas, de la fijación de
alimentos entre cónyuges, de la revocatoria de las donaciones, de la
porción conyugal y del beneficio de competencia obligatoria

Para determinar si las diferencias de trato previstas en los artículos 154, 156,
162, 411.4, 1231 y 1685.2 del Código Civil, están justificadas, o por el
contrario, son violatorias del derecho a la igualdad, estas medidas legislativas
debieron examinarse a la luz el denominado test de razonabilidad en
intensidad estricta.

Como es sabido, el test de razonabilidad es una estructura lógica que permite a


los tribunales realizar sus interpretaciones acerca del contenido de los
derechos fundamentales, en aquellos casos en los que se plantea una colisión
entre principios constitucionales y que suministra razones en favor o en contra
de una determinada intervención legislativa.

Esta metodología proveniente del test de igualdad estadounidense y del test de


proporcionalidad europeo111, al ser fusionada112 por la Corte Constitucional,
dio paso a lo que en la actualidad se ha denominado un “juicio integrado de
igualdad” o “test integrado de igualdad”, constituido por tres pasos,
consistentes en: (i) determinar cuál es el criterio de comparación o tertium
comparationis; (ii) definir si desde la perspectiva fáctica y jurídica existe
tratamiento desigual entre iguales o igual entre desiguales; y (iii) establecer si
el tratamiento distinto está constitucionalmente justificado, es decir, si las
situaciones objeto de comparación, desde la Constitución, ameritan un trato
diferente o deben ser tratadas de un modo similar113.

111 Corte Constitucional, sentencia C-090 de 2001.


112 Corte Constitucional, sentencia C-811 de 2014 consideración jurídica No. 4.5.1., citando las sentencias C-093 de 2001, C-673 de
2001, C-862 de 2008, C-015 de 2008, C-239 de 2014 y C-240 de 2014.
113 Corte Constitucional, sentencia C-104 de 2016, citando las sentencias C-093 de 2001, C-673 de 2001 y C-862 de
2008. Recientemente, en Sentencia C-104 de 2016, la Corte precisó los pasos de esta metodología interpretativa en los siguientes
términos: “El juicio integrado de igualdad se compone entonces de dos etapas de análisis. En la primera, (i) se establece el criterio de
comparación, patrón de igualdad o tertium comparationis, es decir, se precisa si los supuestos de hecho son susceptibles de compararse
y si se confrontan sujetos o situaciones de la misma naturaleza. En esta parte, asimismo, (ii) se define si en el plano fáctico y en el plano

77
El artículo 156 del Código Civil establece una remisión a las causales
subjetivas de divorcio previstas en el artículo 154 de la misma normatividad,
limitando el acceso a esta únicamente al cónyuge “culpable”. En concordancia
con ello, el artículo 162 faculta al cónyuge “inocente” para que revoque las
donaciones efectuadas durante el matrimonio, bajo el criterio de la
culpabilidad, el artículo 411.4 fija la prestación alimentaria en función de esa
misma causa y los artículos 1231 y 1685.2 determinan las prestaciones de
porción conyugal y beneficio de competencia obligatoria también a partir de la
supuesta culpabilidad de uno de los cónyuges.

De lo anterior se sigue que las medidas adoptadas por el legislador consisten


en una diferencia de trato que se basa en la culpabilidad de uno de los
cónyuges, cuestión que debía confrontarse con el artículo 13 de la Carta
Política, a fin de determinar si está constitucionalmente justificado.

De acuerdo con la jurisprudencia constitucional, en este asunto procedía la


aplicación del test estricto por las siguientes dos razones: (i) está de por medio
el derecho fundamental a la igualdad consagrado en el artículo 13 de la Carta
Política, y (ii) la diferencia de trato afecta de manera grave, prima facie, el
goce efectivo de varios derechos constitucionales fundamentales, como los
son la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad.

El primer paso consistente en determinar el criterio de comparación, o patrón


de igualdad “tertium comparationis”, permite identificar si los supuestos de
hecho son susceptibles de compararse y si se confrontan sujetos o situaciones
de la misma naturaleza. En términos prácticos, se trata de comprobar si en el
plano fáctico y jurídico existe un trato igual entre desiguales o un trato
desigual entre iguales. En el presente caso se trata de sujetos iguales que
conforman un vínculo marital, por lo que son enteramente comparables.

En los términos de la jurisprudencia consolidada por esta Corporación,


puntualmente, las sentencias C-093 de 2001, C-673 de 2001, C-720 de 2007 y
C-862 de 2008, que son referencia común en la aplicación del test de
igualdad, el escrutinio se despliega con la evaluación de tres etapas que
corresponden a consultar los principios de: (1) idoneidad, (2) necesidad, y (3)
proporcionalidad estricta en la relación de medio y fin.

Las medidas en juicio consisten en: (i) la restricción del derecho a demandar
el divorcio por parte del cónyuge “culpable”, (ii) conforme a las causales
subjetivas en las que el elemento diferencial es la culpabilidad y de lo cual se
derivan consecuencias como, (iii) la fijación de la prestación alimentaria, (iv)
la revocación de las donaciones efectuadas durante el matrimonio, (v) la

jurídico existe un trato desigual entre iguales o igual entre desiguales.


Una vez establecida (iii) la diferencia de trato entre situaciones o personas que resulten comparables, se procede, como segunda parte
de este juicio, a determinar si dicha diferencia está constitucionalmente justificada, esto es, si los supuestos objeto de análisis ameritan
un trato diferente a partir de los mandatos consagrados en la Constitución Política. Este examen consiste en valorar los motivos y
razones que fueron expresados para sustentar la medida estudiada y para obtener la finalidad pretendida. Para tal efecto y como
metodología se analizan tres aspectos: (a) el fin buscado por la medida, (b) el medio empleado y (c) la relación entre el medio y el fin.
Según su nivel de intensidad, este juicio puede tener tres grados: estricto, intermedio y leve. Para determinar cuál es el grado de
intensidad adecuado en el examen de un asunto sometido a revisión, este Tribunal ha fijado una regla y varios criterios”

78
pérdida del derecho a la porción conyugal y (vi) del beneficio de competencia
obligatoria.

La finalidad de estas medidas conciernen a la protección de la familia, lo cual,


sin lugar a duda, comporta un fin constitucional legítimo, importante e
imperioso que tiene consagración explicita en los artículos 5 y 42 Superiores.

1º- La idoneidad exige que las intervenciones del legislador sobre el ámbito de
los derechos fundamentales contribuyan a la obtención de los fines
constitucionales, y dentro de este raciocinio, el escrutinio consiste en
establecer si la medida adoptada por el legislador los cumple. Al respecto, la
Corte ha considerado que una medida es adecuada, “si su implementación
presta una contribución positiva en orden a alcanzar el fin propuesto, es
decir, la protección de los derechos fundamentales”114, lo que en este caso
podría cumplirse, bajo la lógica según la cual, se protege a la familia, al
impedirle a uno de los cónyuges solicitar el divorcio por incumplir los
términos del contrato matrimonial. Y, efectivamente, las normas en juicio, a
primera vista, preservan el matrimonio, toda vez que hacen dificultosa su
disolución, con lo cual, en principio logran el fin para el cual están
legislativamente previstas.

2º- En segundo término, debe evaluarse la necesidad, esto es si la medida


adoptada por el legislador es la mejor entre todas las posibles. Teniendo en
cuenta que el medio consistente en restringir el derecho a demandar el
divorcio por las causales subjetivas establecidas en el artículo 156 del Código
Civil, (de lo cual se derivan otras consecuencias como la fijación de alimentos,
la revocación de las donaciones, la pérdida de la porción conyugal y del
beneficio de competencia obligatorio), tiene por finalidad proteger a la
familia, es factible deducir que para el momento, y en el contexto sociológico
y cultural en el que el legislador expidió la Ley 1ª de 1976, hace más de
cuarenta años, no había otras opciones para lograr ese propósito 115. De tal
manera, que la restricción en la legitimación por activa, las causales subjetivas
y sus consecuencias accesorias tornarían a primera vista necesarias.

En este aspecto, se debe precisar que se trata de una norma del Código Civil
(art. 156 C.C.), la cual remite a las causales subjetivas de divorcio (art. 154
C.C.) y a la normas generales del matrimonio establecidas en el Código Civil
del año 1887 y a su norma modificatoria en 1976 116, es decir, a disposiciones
que en términos generales fueron promulgadas con uno y casi medio siglo de
diferencia a la entrada en vigencia y efectiva aplicación de la Carta Política de
1991 y, por lo tanto, se inscriben en el contexto indisoluble del concepto de
matrimonio, en el que las parejas de manera forzosa deben mantenerse unidas.

114 Corte Constitucional, sentencia C-720 de 2007.


115 “La Corte Constitucional ha considerado que en tanto la buena fe ha pasado de ser un principio general de derecho para
transformarse en un postulado constitucional, su aplicación y proyección ha adquirido nuevas implicaciones, en cuanto a su función
integradora del ordenamiento y reguladora de las relaciones entre los particulares y entre estos y el Estado, y en tanto postulado
constitucional, irradia las relaciones jurídicas entre particulares, y por ello la ley también pueda establecer, en casos específicos, esta
presunción en las relaciones que entre ellos se desarrollen”. Sentencia C-1194 de 2008. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
116 Ley 1ª de 1976.
79
3º- Por último, debió examinarse la proporcionalidad, como tercer
componente del test estricto de igualdad. Esta parte consiste en evaluar el
balance entre las ventajas y desventajas constitucionales de la medida
adoptada por el legislador. De tal forma que si son mayores los beneficios,
entonces la medida resulta constitucional, pero si ocurre lo contrario y son
mayores los costos, la medida es desproporcionada y en el caso del derecho a
la igualdad, la diferencia de trato estaría injustificada. 117 En términos simples
esta parte del examen evalúa si existe una relación compensada entre medio y
fin.

Sin hacer un análisis exhaustivo la medida que restringe a los cónyuges


“culpables” demandar el divorcio, podría traer como ventajas la unión
familiar, en los términos del Código Civil. Pero es injustificadamente
restrictiva para el ordenamiento constitucional, particularmente en cuanto a los
derechos fundamentales a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad,
cuyo objetivo y filosofía consiste en proteger a las personas frente a las
contingencias que afecten su calidad de vida y las puedan colocar en una
situación indigna en su condición de seres humanos.

La restricción para demandar el divorcio implica la afectación e incluso el


sacrificio de derechos fundamentales en el ejercicio de la autonomía,
dispuesto en el artículo 16 de la Constitución, que le permite a las personas
construir su plan de vida, incluyendo el plan de vida familiar.

Si bien la estabilidad del matrimonio (no la indisolubilidad) es un fin


constitucionalmente válido (art. 42 C.P.), la regla establecida en la norma
demandada del artículo 156 del Código Civil, restringe de manera
injustificada los derechos fundamentales de uno de los cónyuges y, de ello se
deriva, que las causales subjetivas que debieron integrarse al juicio de
constitucionalidad, no protegen la estabilidad de la familia, sino que por el
contario la ponen en riesgo al prolongar los efectos del vínculo marital,
quebrantando de suyo la dignidad humana y el libre desarrollo de la
personalidad de los contrayentes.

En esta perspectiva, carecen de razonabilidad las previsiones procesales y


sustantivas actuales que obligan la permanencia de matrimonios, a pesar de
haber desaparecido la voluntad del vínculo en uno de los cónyuges, lo cual
acarrea en muchos casos funestas consecuencias para la paz y la convivencia
familiar con fundamento en la utópica indisolubilidad de un contrato.

En el asunto de constitucionalidad objeto del presente salvamento, los


supuestos de hecho están relacionados con la posibilidad fáctica y jurídica de
solicitar el divorcio y las consecuencias que de ello se derivan para los
contrayentes del vínculo matrimonial, quienes en todo momento deben ser
tratados por el ordenamiento constitucional bajo las mismas condiciones y, sin
embargo, la legislación civil los trata no como cumplidos o incumplidos, sino

117 En la sentencia C-659 de 2016., la Corte Constitucional dijo que la proporcionalidad estricta “exige que los beneficios de adoptar
la medida excedan claramente las restricciones impuestas sobre los principios y valores constitucionales por la medida”.

80
con una perspectiva punitiva, como “culpable” e “inocente”, según el
cumplimiento o incumplimiento de los deberes maritales.

Frente a este aspecto, estimo prudente formular varios interrogantes ¿qué


ocurriría en el supuesto de hecho en el que ambos cónyuges incurran
simultáneamente en una de las causales subjetivas?, ¿En ese caso ambos
serían culpables? y, consecuentemente, ¿qué tratamiento le daría el Código
Civil a esta hipótesis?, ¿ninguno tendría legitimación por activa para proponer
el divorcio?, ¿Si las sanciones económicas contra el cónyuge “culpable” son
instrumento eficaz e idóneo para lograr la estabilidad de la vida matrimonial,
las familias pobres deben entonces quedar al margen de tan augusto
privilegio?

Estos interrogantes y otros en similar sentido permiten deducir en sana lógica


que la legislación civil parte de un tratamiento desigual frente a quienes en
todo momento son iguales, pues conforme lo establece el artículo 13 de la
Constitución “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley…”.

Como balance de lo antedicho, las expresiones demandadas, así como las que
debieron integrarse, parten de un tratamiento desigual frente a quienes son
iguales, porque en la filosofía que las inspiró y, consecuentemente estructuró,
hay un “culpable” y un “inocente”.

Las codificaciones deben ser evolutivas y adaptarse al modo de vida de la


sociedad de su tiempo, en especial a la variación de las condiciones que en el
matrimonio se van presentando. En ese sentido, de acuerdo con lo dispuesto
en el inciso 10º del artículo 42118 de la Constitución, es claro que la regulación
del matrimonio en desarrollo del principio democrático compete al legislador,
sin embargo, cuando se encuentran en tensión elementos constitucionales
derivados de la misma Carta Política o del Bloque de Constitucionalidad,
como en efecto lo son los derechos a la igualdad y al libre desarrollo de la
personalidad, se debe evaluar la proporcionalidad de las medidas legislativas.

En este caso, las normas objeto de control, al pretender proteger la finalidad


constitucional de la estabilidad familiar a través de la unidad conyugal, afectan
en mayor dimensión otros derechos fundamentales como la dignidad humana
y el libre desarrollo de la personalidad e implica una carga desproporcionada
sobre la autodeterminación que reduce drásticamente el ámbito de realización
de los derechos de uno de los cónyuges. Y es precisamente por ello que las
previsiones normativas: legitimación por activa, las causales subjetivas y sus
efectos prestacionales, al estar basadas en el elemento central de la
culpabilidad, conducen a una restricción desmesurada y contraria a la regla de
proporcionalidad.

Si bien ha sido el propio legislador quien en ejercicio de su potestad de


configuración estableció la restricción procesal objeto de la demanda, así
como las causales por remisión y sus efectos prestacionales, el ejercicio de

118 La norma en cita dispone: ARTICULO 42. (…) “Las formas del matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los deberes y
derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del vínculo, se rigen por la ley civil.”

81
ponderación demuestra que siendo adecuadas y necesarias, el sacrificio
contemplado por las disposiciones en juicio, se manifiesta en impedir que por
la decisión libre de uno de los cónyuges proceda el divorcio, cuestión que las
hace desproporcionadas en la relación de medio y fin.

Este juicio de igualdad que era imprescindible fue evadido por la Corte por
supuesta ineptitud sustantiva de la demanda, siendo que la accionante
argumentó todas las condiciones jurisprudenciales para su realización.

Cada palabra de una ley envuelve un significado que tiene consecuencias


jurídicas y considero que las expresiones demandadas en este caso obligan a
los cónyuges a mantener un vínculo matrimonial en contra de su voluntad. En
ese sentido, la normatividad cuestionada, lejos de atar a los cónyuges
definitivamente, vulnera gravemente la dignidad de la familia surgida del
vínculo marital y el derecho a reconstruir su convivencia y optar por un
destino de vida diferente.

En este aspecto, se debe tener en cuenta que el efecto jurídico principal de la


declaratoria de divorcio es el surgimiento de un nuevo estado civil, el cual
habilita a las personas para formar un nuevo proyecto de vida o incluso volver
a contraer matrimonio. Es por esto que las expresiones acusadas y las causales
subjetivas que le están inescindiblemente ligadas, comportan medidas
legislativas que implican un vaciamiento de la dignidad y del libre desarrollo
de la personalidad, al impedir injustificadamente el derecho de los cónyuges a
optar en igualdad de condiciones por un nuevo estado civil como proyecto de
vida o por la conformación de una nueva relación sentimental e incluso, una
nueva familia.

A este razonamiento se arriba porque en un Estado Social de Derecho fundado


en la dignidad de la persona humana y en el que prima el paradigma de
separación entre la iglesia y el Estado, los preceptos normativos del derecho
legislado (contrato civil), deben ser interpretados a la luz de la garantía de los
derechos humanos, cuya axiología constitucional impide determinar los
asuntos de familia en función de cónyuges “culpables” e “inocentes”. En
palabras de la propia Corte Constitucional: “En concordancia con estas
consideraciones, también es necesario entender que el divorcio no es una
sanción que el cónyuge inocente impone al cónyuge que incurre en las
causales subjetivas previstas en el artículo 154 del Código Civil, sino
una decisión dirigida a restablecer su vida afectiva y familiar.” (Sentencia C-
985 de 2010)

Contra estos razonamientos, algunos intervinientes defendieron la


constitucionalidad de la disposición demandada, apoyándose en que las
causales objetivas de disolución permiten al cónyuge “culpable” auto
determinarse y, a su vez, que el matrimonio por su naturaleza jurídica de
contrato bilateral, no puede disolverse por la expresión de voluntad de una
sola de las partes.

82
Tampoco comparto esta postura, pues es evidente que dichas causales
objetivas aunque no fueron parte del análisis de constitucionalidad, aun así
preservan una estructura restrictiva que en determinadas circunstancias
impiden la realización del libre desarrollo de la personalidad. En el caso de la
9ª causal, requiere el concurso de voluntades, mientras que la 8ª causal, el
paso de dos años como mínimo, cuestión que constituye un término durante el
cual uno de los cónyuges debe permanecer casado contra su voluntad.

La finalidad de incorporar estas causales objetivas que hoy en día hacen parte
de la normatividad civil, en su momento obedeció al propósito de contribuir a
remediar conflictos conyugales, dificultados por la aplicación de una
estructura legal exclusivamente regulada por causales subjetivas inspiradas en
la orientación canónica basada en la perpetuidad del vínculo matrimonial “lo
que Dios unió que no lo separe el hombre” (Mateo 19.6). Esto se verifica con
mucha claridad en la exposición de motivos que dio lugar a la expedición de la
Ley 25 de 1992 y en cuya ponencia para primer debate en Senado, en la parte
pertinente el legislador sostuvo:

“Somos conscientes desde luego que ese avance legislativo tiene que
hacerse teniendo en cuenta la realidad cultural del país, donde juegan
papel preponderante las creencias religiosas de las mayorías
colombianas. De allí que en lo atinente a las causales de divorcio
proponemos introducir algunas modificaciones que no pueden
considerarse, en manera alguna, revolucionarias; se trata,
simplemente, de atemperar la realidad colombiana (sic) las causales
que en la gran mayoría los países del mundo están hoy vigentes,
cabalmente porque la civilización así lo ha considerado”119.

La Ley 25 de 1992, en el intento de superar la dogmática canónica, instituyó


causales objetivas, esto es, aquellas que no pretenden establecer una
responsabilidad por culpa, como lo son el mutuo acuerdo y la separación de
cuerpos por más de dos años y, a su vez, mantuvo las subjetivas previstas en la
Ley 1ª de 1976, eliminando únicamente la novena causal relativa a la condena
privativa de la libertad personal, superior a cuatro años, por delito común de
uno de los cónyuges.

En todas las causales subjetivas concurre la culpa como elemento diferencial


que determina el divorcio y sus efectos prestacionales. Sobre este aspecto, la
Corte no debió pasar por alto, la difícil y en muchos casos difamante situación
probatoria a la que conllevan estas causales subjetivas de divorcio. El divorcio
contencioso por causales subjetivas normalmente destruye a la familia porque
exhibe a la pareja en su intimidad. Los altos niveles de congestión judicial en
esta materia demuestran la destrucción y desgaste emocional al que se
someten los cónyuges y sus familias cuando optan por el divorcio contencioso.

El respeto por la autonomía de la persona humana es una categoría fundante


que da lugar a que el juez pueda decretar el divorcio por la sola voluntad de

119 Historia de las Leyes. Senado de la República, legislatura 1992. Tomo VI. pág. 42.
83
uno de los contrayentes y, en ese sentido, la ley no puede inmiscuirse en la
decisión libre de un cónyuge de divorciarse unilateralmente bajo criterios
obsoletos de incumplimiento o culpabilidad que son a todas luces
inconstitucionales. Es inconcebible que en el siglo XXI la función
jurisdiccional se estanque en la culpabilidad para la terminación del
matrimonio, siendo que en la práctica el vínculo de todos modos finaliza, sin
importar quien lo provoque.

Al respecto, la experiencia del derecho comparado contribuye de manera


significativa en la comprensión de las razones que fundamentan el
establecimiento del divorcio unilateral, en protección de la dignidad humana y
el libre desarrollo de la personalidad. Es así que las legislaciones foráneas en
el entendimiento contemporáneo de que el divorcio tiene por objeto poner fin
a la relación y no destruir a la familia y con el fin de evitar la contención entre
las parejas, exigen acompañar la propuesta de las medidas que regulan
(convenio regulador) los efectos derivados de la separación en relación con los
hijos y el patrimonio. Esta medida sólo está contemplada en Colombia para el
divorcio por mutuo acuerdo y debería extenderse al divorcio unilateral.

Todo estos razonamientos conducen a concluir que las expresiones


demandadas comportan una carga desproporcionada frente a uno de los
cónyuges, quien en todo momento debería ser tratado en igualdad de
condiciones y a que las causales subjetivas son abiertamente contrarias al
derecho fundamental a la dignidad, aspecto que paso a explicar seguidamente.

6. La dignidad humana es el principio fundante de toda relación humana

En palabras de Kant: “la dignidad es el atributo de un ser racional que no


obedece a ninguna otra ley que la que él mismo se da”. Por lo tanto, “la
autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana”120 que
constituye un principio sobre el cual no se puede ofrecer ningún equivalente,
pues es el “valor irremplazable de un ser con el que nunca se puede
negociar”121.

En tanto principio y derecho fundamental, la dignidad humana ofrece dos


dimensiones, de una parte: el individuo está libre de ofensas y humillaciones
(negativa); y, de otra, le permite actuar en libertad y llevar a cabo el libre
desarrollo de su propia personalidad (positiva)122. Sobre estas dimensiones la
Corte Constitucional ha construido sólidas líneas jurisprudenciales 123. En
120 Kant, Emmanuel, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, en Mardomingo, José (Trad.), Ariel, Barcelona, pp. 25-ss.
121 Ibídem.
122 Pérez Luño, Antonio Enrique, Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución, 8ª Edición, Madrid, Tecnos, 2005, pp. 324-
327.
123 Al respecto ver Sentencia T-881 de 2002: “Una síntesis de la configuración jurisprudencial del referente o del contenido de la
expresión “dignidad humana” como entidad normativa, puede presentarse de dos maneras: a partir de su objeto concreto de protección
y a partir de su funcionalidad normativa. Al tener como punto de vista el objeto de protección del enunciado normativo “dignidad
humana”, la Sala ha identificado a lo largo de la jurisprudencia de la Corte, tres lineamientos claros y diferenciables: (i) La dignidad
humana entendida como autonomía o como posibilidad de diseñar un plan vital y de determinarse según sus características (vivir como
quiera). (ii) La dignidad humana entendida como ciertas condiciones materiales concretas de existencia (vivir bien). Y (iii) la dignidad
humana entendida como intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral (vivir sin humillaciones). De
otro lado al tener como punto de vista la funcionalidad, del enunciado normativo “dignidad humana”, la Sala ha identificado tres
lineamientos: (i) la dignidad humana entendida como principio fundante del ordenamiento jurídico y por tanto del Estado, y en este
sentido la dignidad como valor. (ii) La dignidad humana entendida como principio constitucional. Y (iii) la dignidad humana entendida

84
particular, con respecto al matrimonio y sus instituciones accesorias, el
principio de la dignidad humana se despliega en la plena autonomía del
individuo para decidir acerca de si desea celebrar, preservar o dar por
terminado un vínculo marital solemne, cuyos propósitos son acompañarse,
socorrerse mutuamente y disfrutar de una asociación íntima, en el curso de la
existencia y conformar una familia.

Esta elección libre y autónoma forma parte de la dignidad de cada persona


individualmente considerada y es intrínseca a los aspectos más íntimos y
relevantes del ethos para determinarse en tres ámbitos concretos reconocidos
por la jurisprudencia constitucional, a saber: (i) “vivir como quiera”, (ii) “vivir
bien”, y (iii) “vivir sin humillaciones”.

Atenta contra la dignidad humana una normatividad que le impide al ser


humano decidir autónomamente si desea continuar o terminar un vínculo
marital tal y como sucede con las disposiciones inspiradas en conceptos
decimonónicos de culpa o inocencia de los cónyuges que aún rigen esta
materia en Colombia.

El matrimonio, al igual que su terminación, continúan analizándose desde una


perspectiva exclusivamente contractualista, orientada por preceptos clásicos
del derecho civil tales como que: (i) el contrato es ley para las partes y no
puede ser invalidado sino por mutuo acuerdo o por causas legales; (ii) nadie
puede alegar su propia culpa para beneficiarse (nemo auditur propiam
turpitudinem allegans); o (iii) todo incumplimiento contractual genera una
obligación indemnizatoria a favor de la parte afectada o “inocente”.

Esta lectura omite un entendimiento constitucional en el que la autonomía que


tiene el ser humano para contraer matrimonio, como para darlo por terminado
e iniciar un nuevo proyecto de vida, es un predicado de la dignidad humana.
De allí que son constitucionalmente inadmisibles las limitaciones legales que
le impiden a uno de los contrayentes dar por terminado unilateralmente el
vínculo matrimonial, es decir, por su mera voluntad y sin tener que estar
sometido a la decisión del otro, o verse incurso en un proceso judicial
encaminado a demostrar el incumplimiento de sus deberes conyugales.

El principio de la dignidad humana, en su dimensión de “derecho a vivir como


uno quiera”, está íntimamente ligado al derecho fundamental al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 C.P.), en tanto es ámbito de libertad del
individuo que le permite “realizar autónomamente su proyecto vital, sin
coacción, ni controles injustificados.”124 Se trata entonces del principio liberal
de la no injerencia institucional “en materias subjetivas que no atenten contra
la convivencia y la organización social”125.

En este orden de consideraciones, la determinación de celebrar un matrimonio,


al igual que aquella de mantenerlo o darlo por terminado, modificando de esta
como derecho fundamental autónomo.”
124 Corte Constitucional, sentencia T-1033 de 2008.
125 Corte Constitucional, sentencia T-063 de 2015.
85
forma su estado civil y pudiendo crear una nueva familia, son decisiones
íntimas del individuo, directamente vinculadas con su proyecto de vida, y en
tal sentido, manifestaciones del derecho fundamental al libre desarrollo de la
personalidad. De tal manera que el legislador no puede imponer barreras
desproporcionadas, encaminadas a evitar que uno de los cónyuges pueda dar
por terminado unilateralmente el vínculo matrimonial, cuando quiera que
desee dar inicio a un nuevo proyecto de vida, sólo o con otra pareja.

En los casos de las denominadas “causales subjetivas”, fundadas en el


concepto del incumplimiento y la culpa, el cónyuge que incumplió con sus
deberes legales no puede acudir a la justicia con miras a buscar la disolución
del vínculo matrimonial, quedando a merced de la voluntad del cónyuge
“inocente”. Su única alternativa es esperar el transcurso de dos años desde la
separación de cuerpos, para redefinir su estado civil y, si es su voluntad, crear
una nueva familia con base en un nuevo vínculo marital. En otras palabras, se
instrumentaliza al ser humano, en la medida en que unas normas legales,
inspiradas en conceptos de expiación de culpas y sanción, en la mayoría de los
casos, conducen a las parejas a iniciar prolongadas controversias judiciales, lo
que de suyo resquebraja aún más las relaciones afectivas con los hijos, cuando
los hay.

Si bien es cierto que el consentimiento libre de ambos contrayentes es un


elemento esencial de la validez del matrimonio, también lo es que tal
bilateralidad no puede imponerse al momento de darlo por terminado, porque
se erige en una carga desproporcionada para aquel cónyuge que ya no desea
permanecer en el vínculo marital. Por eso concluyo este acápite diciendo que
una aproximación constitucional en esta específica materia tiene que
desbordar la lógica tradicional civilista que orienta la celebración y
terminación de los contratos sinalagmáticos. En efecto, esta Corporación en la
Sentencia SU-214 de 2016 realizó una lectura constitucional del matrimonio y
sus instituciones accesorias, y en esta ocasión se requería de otro tanto frente a
la terminación del mismo. En ambos supuestos, están de por medio el disfrute
de los mismos principios y derechos fundamentales: dignidad humana,
libertad, libre desarrollo de la personalidad e igualdad de trato.

7. Las medidas prestacionales derivadas del divorcio con culpa (artículos


162, 411.4, 1231 y 1685.2 del Código Civil), son contrarias al canon de
dignidad humana

Como ocurre con todo acuerdo de voluntades, el Código Civil le atribuye al


matrimonio (Art. 113 C.C.126) una naturaleza eminentemente contractual que
obliga a las partes al cumplimiento de unas obligaciones. Principalmente, el
sometimiento al principio general “pacta sunt servanda”, según el cual el
cumplimiento de lo pactado se convierte en ley para las partes. De acuerdo
con este principio, una vez celebrado un contrato debe cumplirse de buena fe y

126 ARTICULO 113. DEFINICION. El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una
mujer Expresión subrayada declarada Exequible mediante Sentencia de la corte Constitucional C-577
de 2011 se unen con el fin de vivir juntos, de procrear Expresión subrayada la Corte Constitucional se declara
INHIBIDA mediante Sentencia C-577 de 2011 y de auxiliarse mutuamente.
86
no puede desconocerse, ni dejarse sin efecto el contenido del mismo, salvo en
las circunstancias que la misma ley establezca. Frente a la aplicación estricta
del principio “pacta sunt servanda” cuya finalidad está dada por preservar la
seguridad jurídica, considero que esta previsión no puede leerse de manera
aislada a su complemento “rebus sic stantibus”, que supone, ante un cambio
de las circunstancias presentes en el momento de la celebración del contrato,
su modificación o disolución.

Este principio que permite denunciar un contrato lesivo para una de las partes
está reconocido como la teoría de la imprevisión, la cual busca evitar la ruina
económica del contratante, quien está unilateralmente facultado para convocar
al juez a fin de que este autorice su retiro. Si ello es posible para evitar la ruina
económica del contratante, mejores razones habría para impedir la ruina moral
de los seres humanos, de los hijos, o de la institución familiar, en un
matrimonio insostenible.

El divorcio tiene por objeto poner fin al vínculo matrimonial, pero no destruir
a la familia. Por esa razón, la existencia de las causales de divorcio, el
juzgamiento de la conducta de una de las partes a petición de la otra, o las
recíprocas acusaciones por faltas consideradas graves, generan un estado de
guerra que conduce a la destrucción del núcleo familiar. Es decir, el juicio de
divorcio contencioso mediante causales que develan cuestiones que atañen a la
intimidad de la pareja, genera unos efectos colaterales indeseados frente a los
demás miembros de la familia y respecto de ésta como sujeto de derechos, en
especial sobre la dignidad y la intimidad. Para la familia como sujeto de
derechos, llamada a subsistir más allá del divorcio, la falta cometida por el
cónyuge “culpable”, puede ser menos lesiva que la denuncia y propagación
que de ella se hace, pues nada permite avizorar que los hijos, por ejemplo,
tengan que compartir el juicio de culpabilidad hecho por uno de los padres.
Los hijos tienen una dimensión distinta de la solidaridad, la comprensión, el
respeto, el amor a los padres y lo que es más importante, del perdón. La
delación de las faltas de uno de los padres en el proceso judicial, coloca a los
hijos en la encrucijada moral indeseable de juzgar a sus padres.

Todas las normas estudiadas están indisolublemente ligadas porque en las


causales subjetivas el cónyuge “inocente” debe demostrar que el cónyuge
“culpable” incurrió en alguna de ellas, a través de un juicio de responsabilidad
que conduce a que el juez declare la disolución del vínculo.

Siguiendo la jurisprudencia constitucional referenciada en el presente


salvamento, el divorcio no es una sanción que el cónyuge inocente impone al
cónyuge que incurre en las causales subjetivas previstas en el artículo 154 del
Código Civil, sino una decisión dirigida a restablecer su vida afectiva y
familiar.

En este contexto, las causales subjetivas y las consecuencias prestacionales,


están estructuradas en la lógica vindicativa y sancionatoria del derecho
canónico y, por ende civil, que inspiró el desarrollo de las instituciones
jurídicas durante los siglos XIX y XX. De tal suerte que, más que una
87
protección a la familia, obligan al cumplimiento de lo pactado y, en caso
contrario, la única persona que goza del derecho a promover la cesación del
matrimonio es la denominada “inocente” y, por consiguiente, el “culpable”
quien comete la supuesta infracción legal debe ser objeto de sanciones, que se
manifiestan en las siguientes consecuencias sancionatorias:

7.1. Sobre revocación de las donaciones entre cónyuges

De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 1056127 y 1196128 del Código Civil
las donaciones entre cónyuges son esencialmente revocables. Sin embargo, el
artículo 162 del Código Civil de manera especial
configura el régimen jurídico de la revocación de la donación por culpa de uno
de los cónyuges en remisión a las causales subjetivas. La figura de
la revocación de la donación por culpa no puede contemplarse de forma
aislada a las demás cuestiones relacionadas con el divorcio. En ese sentido, la
norma que debió integrarse al juicio de constitucionalidad, establece una
diferenciación de trato injustificada entre los cónyuges para que puedan
revocar las donaciones, la cual no tiene por fundamento la naturaleza de las
relaciones existentes entre estos, es decir, la familia. La revocación está
establecida en función de la culpa, cuestión que quebranta el derecho a la
igualdad de trato que el ordenamiento le provee a los contrayentes por virtud
del artículo 13 de la Carta Política.

La cláusula legal residente en esta previsión del artículo 162 del Código Civil
introduce en la institución matrimonial un aspecto crematístico que contraría
el derecho de libertad y se constituye en una afrenta a la dignidad humana.
Esta norma, y las demás de su estirpe crea una penosa especie de matrimonio
con cláusula penal, pues según el artículo 1592 del Código Civil “La cláusula
penal es aquella en que una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer algo en caso de
no ejecutar o retardar la obligación principal.”

De esta manera, la revocación de las donaciones es tal vez la norma más


abrasiva contra la dignidad humana y, por tanto, intolerable desde una
perspectiva constitucional, pues somete al cónyuge que ha recibido la
donación bajo condición resolutoria, a gobernar su conducta no por los
sentimientos morales, los deberes de corrección y solidaridad, sino por el
cálculo económico del costo de la desatención. La posibilidad de revocación
de las donaciones hechas por causa de matrimonio, es un negocio jurídico
familiar incompatible con la dignidad humana, pues el donante de forma
infamante puede entender que compra los más caros bienes de la relación
matrimonial. La donación se convierte así en el precio que un cónyuge paga
por el amor, la lealtad, la sinceridad, la fidelidad y en general por todos los

127 La normativa dispone: “ARTICULO 1056. DONACIONES Y TESTAMENTO. Toda donación o promesa que no se haga
perfecta e irrevocable sino por la muerte del donante o promisor, es un testamento, y debe sujetarse a las mismas solemnidades que el
testamento. Exceptúanse las donaciones o promesas entre marido y mujer, las cuales, aunque revocables, podrán hacerse bajo la forma de
los contratos entre vivos.”
128 “ARTICULO 1196. DONACIONES REVOCABLES NULAS. Son nulas las donaciones revocables de personas que no pueden
testar o donar entre vivos.
Son nulas, así mismo, las entre personas que no pueden recibir asignaciones testamentarias o donaciones entre vivos una de otra.
Sin embargo, las donaciones entre cónyuges valen como donaciones revocables.”

88
gestos, sentimientos, afanes y desvelos que en la cotidianidad las parejas se
deben prodigar espontáneamente sin cálculo, ni medida. No se puede producir
el amor, ni evitar su muerte bajo la amenaza de daños económicos, ni retener a
la pareja conviniendo vejatorias cláusulas de estabilidad que hasta el derecho
del consumo reprime.

En términos de igualdad, el criterio de revocación al estar basado en la


culpabilidad que se le atribuye a uno de los cónyuges por incurrir en alguna de
las causales subjetivas de divorcio determinadas en el artículo 154 del Código
Civil, quebranta el derecho que proscribe un tratamiento diferenciado
injustificado entre quienes son iguales.

7.2. La prestación alimentaria entre cónyuges

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 160129 del Código Civil el


divorcio tiene por efecto la cesación del vínculo marital, sin perjuicio de la
subsistencia de las obligaciones alimentarias entre quienes fueron cónyuges.
En concordancia, el numeral 4º del artículo 411 del Código Civil, establece
que los alimentos están “a cargo del cónyuge culpable, al cónyuge divorciado
o separado de cuerpos sin culpa”.

En complemento de ello, el artículo 176 del Código Civil, establece la


obligación conyugal de socorro y ayuda mutua, disposición sobre la cual la
jurisprudencia constitucional ha precisado que se fundamenta en el deber
constitucional de solidaridad.

En líneas anteriores señalé que de conformidad con la jurisprudencia


constitucional, el principio de igualdad se viola si un tratamiento diferenciado
no está provisto de una justificación objetiva y razonable. De acuerdo con las
pluricitadas causales subjetivas, el fundamento para obligar al pago de
alimentos es la culpabilidad de uno de los cónyuges y no la necesidad
alimentaria.

De esta manera, el precepto que debió ser integrado otorga la calidad de sujeto
pasivo de la obligación alimentaria al cónyuge en función de su culpa y,
consecuentemente, surge como sanción a la conducta que originó el
rompimiento del vínculo matrimonial, lo cual es a todas luces contrario los
cánones constitucionales de igualdad y libre desarrollo de la personalidad.

Al respecto, es importante señalar que sobre el fundamento jurídico de los


alimentos, en Sentencia C-1033 de 2002, esta Corporación se pronunció en el
sentido que la obligación alimentaria aparece en el marco del deber de
solidaridad que une a los miembros más cercanos de una familia, y tiene por
finalidad la subsistencia de quienes son sus beneficiarios. En esa misma
orientación, por virtud de la Sentencia C-246 de 2002, la Corte determinó que
la obligación de alimentos debidos al cónyuge divorciado o separado sin
129 “ARTICULO 160. EFECTOS DEL DIVORCIO. Modificado por el art. 11, Ley 25 de 1992. El nuevo texto es el
siguiente: Ejecutoriada la sentencia que decreta el divorcio, queda disuelto el vínculo en el matrimonio civil y cesan los efectos civiles
del matrimonio religioso, así mismo, se disuelve la sociedad conyugal, pero subsisten los deberes y derechos de las partes respecto de los
hijos comunes y, según el caso, los derechos y deberes alimentarios de los cónyuges entre sí.”

89
culpa, no depende del vínculo jurídico existente entre estos, sino de la
necesidad como criterio de determinación para su fijación130.

El derecho de alimentos se presenta como una forma de proteger al cónyuge


que se encuentre en estado de necesidad, que no pueda subsistir sin la ayuda
económica del otro cónyuge, cuestión que debe solicitarse al juez que decrete
el divorcio correspondiente. Es decir, que el contenido específico de esta
norma está cimentado sobre la base de los contratos y, por tal razón, se ha
mantenido distante del principio igualdad entre cónyuges, preservando hasta
hoy diferencias de trato injustificadas como la culpa que, son insostenibles en
una Carta Política transversalmente orientada por el espectro de los derechos
fundamentales.

Es por estas razones que la Corte debió declarar la inexequiblidad de las


expresiones “a cargo del cónyuge culpable” y “sin su culpa” del numeral 4º
del artículo 411 del Código Civil.

7.3. La porción conyugal

El artículo 1230 del Código Civil131, permite al cónyuge sobreviviente optar


por la denominada porción conyugal132, en los términos del artículo 1236133 de
la misma normatividad y, consecuentemente, recibir la cuarta parte de los
bienes de la persona que ha fallecido.

Se quebranta la dimensión de la igualdad de trato cuando una ley se aplica de


forma diferente a una o varias personas en relación con las demás. Teniendo
en cuenta que la porción conyugal tiene por finalidad garantizarle al cónyuge
supérstite lo necesario para atender su congrua subsistencia, es
inconstitucional la medida que le hace perder ese derecho bajo el criterio de la
culpabilidad. Esta medida de evidente estirpe sancionatoria, confiere un trato
diferente que no encuentra acomodo en los cánones constitucionales de
igualdad de trato y libre desarrollo de la personalidad.

130 En palabras de la Corte: “El ámbito en el que se pueden materializar las acciones humanitarias con las que uno de los cónyuges
responde ante situaciones que ponen en peligro la vida digna del otro, no depende de la indisolubilidad del vínculo matrimonial, pues
aunque el hecho del divorcio pone fin al vínculo existente entre los esposos no extingue por completo las obligaciones definidas en la
ley” (subrayas fuera de texto)
131Acerca de la naturaleza jurídica del derecho a porción conyugal contemplado en nuestra ley civil, en Sentencia de 21 de octubre de
1954 (G.J. 2147, t. LXXVIII, pág. 903), dijo la Corte Sala de Casación Civil, en sentencia de 21 de marzo de 1969. : "La porción
conyugal es una prestación sui generis de carácter alimentario o indemnizatorio, establecido por la ley en favor del viudo o viuda que
carece de lo necesario para atender a su congrua subsistencia y que grava la sucesión del cónyuge premuerto'' (C.C., arts. 1016, num. 5º
y 1230). La institución jurídica de la porción conyugal, concebida por Dr. Andrés Bello y consagrada en el código chileno, es
considerada como una consecuencia del contrato matrimonial que impone el deber de auxilio mutuo entre los cónyuges (C.C., arts. 113
y 176). El legislador se preocupó por la suerte material de los cónyuges no sólo durante la vida de estos, sino cuando por la muerte de
uno de ellos, disuelta la sociedad conyugal, se hace más precaria la condición del sobreviviente, pudiendo carecer de los medios
económicos suficientes para conservar la situación de que había venido disfrutando. El legislador, previendo este evento y considerando
los principios fundamentales de la institución matrimonial, quiso prolongar los efectos tutelares de ella más allá de la vida de los
contrayentes.
Por esto, reconoció al cónyuge sobreviviente el derecho a percibir una parte del patrimonio del cónyuge finado para asegurar
adecuadamente en lo posible la subsistencia y bienestar de aquél. En rigor de verdad, lo que el cónyuge sobreviviente recibe por porción
conyugal no es a título de heredero. Su condición jurídica es diversa de la de éste. La porción no es asignación hereditaria, sino una
especie de crédito a cargo de la sucesión, la cual se deduce como baja general del acervo bruto herencial en todos los órdenes de
sucesión menos en el de los descendientes legítimos (Código Civil, art. 1016, ord. 5)".
132 Sobre la porción conyugal, cabe recordar que en sentencia C-283 de 2011 la Corte Constitucional declaro la exequibilidad
condicionada de este artículo en el entendido que a la porción conyugal de igual manera tienen derecho el compañero o compañera
permanente y la pareja del mismo sexo, entonces a los compañeros permanentes también se les aplica el artículo 1231 mencionado.
133 La normativa establece: “ARTICULO 1236. MONTO DE LA PORCIÓN CONYUGAL. La porción conyugal es la cuarta parte
de los bienes de la persona difunta, en todos los órdenes de sucesión, menos en el de los descendientes legítimos.
Habiendo tales descendientes, el viudo o viuda será contado entre los hijos, y recibirá como porción conyugal la legítima rigurosa de un
hijo.”

90
Y es precisamente por ello que la expresión “a menos que por culpa suya
haya dado ocasión al divorcio” del artículo 1231 del Código Civil debió
integrarse al juicio de constitucionalidad y, consecuentemente, declararse
inconstitucional.

7.4. El beneficio de competencia obligatoria

El Código Civil establece en el artículo 1684134 el beneficio de competencia


obligatoria como una institución mediante la cual una persona que es deudora,
pero que no tiene recursos para cancelar sus obligaciones puede hacer uso de
esta figura jurídica para que no sea obligado a pagar más de lo que se
encuentre dentro de sus posibilidades, y, consecuentemente, se le permita
preservar lo que necesite para subsistir, bajo la condición de pagar cuando
mejore su condición económica.

Sin embargo, de conformidad con lo dispuesto en el numeral 2º del artículo


1685 del Código Civil, este beneficio se pierde por la culpa, cuestión que se
traduce en una cláusula penal para el matrimonio en la que se revoca la
solidaridad por derechos prestacionales.

La intromisión del Estado en el matrimonio y en sus instituciones accesorias


como el divorcio, no puede dar lugar al establecimiento de desigualdades
injustificadas en las que por la culpa se pierdan derechos configurados por la
solidaridad que implicó la unión conyugal. Una regla como la prevista en el
numeral 2º del artículo 1685 del Código Civil, atenta de manera directa contra
los principios de dignidad humana, igualdad y libre desarrollo de la
personalidad, por la elemental razón que conduce nada más y nada menos a
una “capitis diminutio” del cónyuge “culpable” originada en las causales
subjetivas.

De allí que la expresión “no estando divorciado por su culpa” del artículo
1685.2 del Código Civil, también debió integrarse y declararse inexequible
por esta honorable Corte.

8. Las normas del Código General del Proceso regulan el divorcio


unilateral

En el efecto práctico, la consecuencia derivada de una postura como la


planteada en el presente salvamento de voto, conduce al establecimiento del
divorcio unilateral, esto es por la mera decisión de alguno de los cónyuges y la
correspondiente declaratoria judicial. A simple vista, al retirar del
ordenamiento civil la restricción en la legitimación por activa dentro de la
demanda de divorcio, las causales subjetivas y los efectos prestacionales,
pareciera suscitarse un vacío normativo que haría necesario exhortar al

134 “[b]eneficio de competencia es el que se concede a ciertos deudores para no ser obligados a pagar más de lo que buenamente
puedan, dejándoseles, en consecuencia, lo indispensable para una modesta subsistencia, según su clase y circunstancias, y con cargo de
devolución, cuando mejoren de fortuna.”

91
Congreso de la República para que regule la pretensión de divorcio unilateral
y las consecuencias que de ello se derivan.

No obstante, al efectuar una revisión sistemática de esta específica materia en


la legislación, se observa que el Código General del Proceso, dentro de los
procesos declarativos especiales, regula el divorcio en los artículos 388 135 y
389136. Estas disposiciones preceptúan el proceso de divorcio, sin alusión
alguna a la culpa como elemento diferencial que determine las consecuencias
del mismo.

Esta reciente legislación hace parte de los fines de modernización,


racionalización y simplificación de trámites, instancias y procedimientos. En
particular, frente al ámbito específico del divorcio, a diferencia de la
regulación previa contenida en el Código de Procedimiento Civil137, en la que

135 La norma establece: “Artículo 388. Divorcio. En el proceso de divorcio y de cesación de efectos civiles de matrimonio religioso
son partes únicamente los cónyuges, pero si estos fueren menores de edad, podrán también intervenir sus padres. El Ministerio Público
será citado en interés de los hijos y se observarán las siguientes reglas:
1. El juez declarará terminado el proceso por desistimiento presentado por los cónyuges o sus apoderados. Si se hiciere durante la
audiencia, bastará la manifestación verbal de ambos.
2. Copia de la sentencia que decrete el divorcio se enviará al respectivo funcionario del estado civil para su inscripción en el folio de
matrimonio y en el de nacimiento de cada uno de los cónyuges.
El Juez dictará sentencia de plano si las partes llegaren a un acuerdo, siempre que este se encuentre ajustado al derecho sustancial.
3. La muerte de uno de los cónyuges o la reconciliación ocurridas durante el proceso, ponen fin a este. El divorcio podrá ser demandado
nuevamente por causa que sobrevenga a la reconciliación.
Parágrafo. A los procesos de separación de cuerpos de matrimonio civil o religioso se aplicarán, en lo pertinente, las normas del presente
artículo.
Después de ejecutoriada la sentencia, si los cónyuges de común acuerdo solicitan que se ponga fin a la separación, el juez de plano
dictará la sentencia respectiva.”
136 La norma dispone: “Artículo 389. Contenido de la sentencia de nulidad o de divorcio. La sentencia que decrete la nulidad del
matrimonio civil, el divorcio o la cesación de efectos civiles de matrimonio católico dispondrá:
1. A quién corresponde el cuidado de los hijos.
2. La proporción en que los cónyuges deben contribuir a los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos comunes, de
acuerdo con lo dispuesto en los incisos segundo y tercero del artículo 257 del Código Civil.
3. El monto de la pensión alimentaria que uno de los cónyuges deba al otro, si fuere el caso.
4. A quién corresponde la patria potestad sobre los hijos no emancipados, cuando la causa del divorcio determine suspensión o pérdida de
la misma, o si los hijos deben quedar bajo guarda.
5. La condena al pago de los perjuicios a cargo del cónyuge que por su culpa hubiere dado lugar a la nulidad del vínculo, a favor del otro,
si este lo hubiere solicitado.
6. El envío de copia de las piezas conducentes del proceso a la autoridad competente, para que investigue los delitos que hayan podido
cometerse por los cónyuges o por terceros al celebrarse el matrimonio, si antes no lo hubiere ordenado.”
137 El tenor de la norma es el siguiente: “ARTÍCULO 444. Divorcio. En el proceso de divorcio se observarán las siguientes reglas:
1. Simultáneamente con la admisión de la demanda o antes, si hubiere urgencia, el juez podrá decretar las siguientes medidas:
a) Autorizar la residencia separada de los cónyuges, y si éstos fueren menores, disponer el depósito en casa de sus padres o de sus
parientes más próximos o en la de un tercero, cuando el juez lo considere conveniente;
b) Poner a los hijos al cuidado de uno de los cónyuges o de ambos, o de un tercero, según lo crea más conveniente para su protección;
c) Señalar la cantidad con que cada cónyuge deba contribuir, según su capacidad económica, para gastos de habitación y sostenimiento
del otro cónyuge y de los hijos comunes, y la educación de éstos;
d) Decretar, en caso de que la mujer esté embarazada, las medidas previstas por la ley para evitar suposición de parto, si el marido las
solicitare, y
e) Decretar, a petición de parte, las medidas cautelares autorizadas en el ordinal primero del artículo 691 sobre los bienes sociales y los
propios, con el fin de garantizar el pago de alimentos a que el cónyuge y los hijos tuvieren derecho, si fuere el caso.
2. En lo pertinente, se aplicará lo dispuesto en el artículo 442, sin perjuicio de que el juez oiga a los hijos.
3. El juez declarará terminado el proceso por desistimiento presentado por los cónyuges o sus apoderados. Si se hiciere durante la
audiencia, bastará la manifestación verbal de ambos.
4. El juez, en la sentencia que decrete el divorcio, decidirá:
a) Si el cuidado de los hijos corresponde a uno de los cónyuges, o a ambos, o a otra persona, atendiendo a su edad, sexo y la causa
probada del divorcio;
b) A quién corresponde la patria potestad sobre los hijos no emancipados, en los casos en que la causa probada del divorcio determine
suspensión o pérdida de la misma, o si los hijos deben quedar bajo guarda;
c) La proporción en que los cónyuges deben contribuir a los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos comunes, de
acuerdo con lo dispuesto en los incisos segundo y tercero del artículo 257 del Código Civil, y
d) El monto de la pensión alimentaria que uno de los cónyuges deba al otro, si fuere el caso.
5. Copia de la sentencia que decrete el divorcio se enviará al respectivo funcionario del Estado Civil, para su inscripción en el folio de
matrimonio y en el de nacimiento de cada uno de los cónyuges.
Parágrafo1º A los procesos de separación de cuerpos de matrimonios civiles y canónicos se aplicarán, en lo pertinente, las normas del
presente artículo.
Parágrafo. 2º Después de ejecutoriada la sentencia, si los cónyuges de común acuerdo solicitan que se ponga fin a la separación, el juez
de plano dictará la sentencia respectiva.
Parágrafo. 3º Si se trata de matrimonio católico, se aplicará lo dispuesto en el inciso segundo del artículo IX del Concordato. En este
caso, el juez que conozca del proceso oficiará al ordinario respectivo para los fines previstos en aquél.
Parágrafo. 4º El juez no podrá decretar el divorcio dentro de un proceso iniciado para obtener la separación de cuerpos, a menos que en
oportunidad se haya reformado la demanda; pero podrá decretar la separación de cuerpos si ésta hubiere sido solicitada subsidiariamente,
en un proceso iniciado para obtener el divorcio.

92
se hablaba de “causa probada del divorcio”, el artículo 389 del C.G.P.
establece los requisitos de la sentencia de divorcio, sin especificar causales,
unilateralidad o bilateralidad en la causa.

De esta manera, al sustraerse del ordenamiento jurídico la restricción en la


legitimación por activa dentro del proceso de divorcio, así como la remisión a
las causales subjetivas, no se genera un vacío normativo, ya que el Código
General del Proceso en los artículos 388 y 389 prevé la regulación procesal
que permite a los cónyuges demandar unilateralmente el divorcio incausado.

La filosofía jurídica que subyace en esta medida, reside en que el Código


General del Proceso en desarrollo del artículo 13 de la Constitución, tiene por
fuente el principio de igualdad, conforme al cual, en todo momento el juez
debe hacer uso de sus poderes para lograr la igualdad real de las partes138.

De allí que los operadores de justicia podrían decretar la disolución unilateral


del vínculo matrimonial incausado, de conformidad con los requisitos
previstos en los artículos 388 y 389 del Código General del Proceso y sin que
se pueda afirmar que el divorcio sin causal permite que uno de los cónyuges
quede desprotegido.

Sobre este aspecto, es de resaltar que el establecimiento del divorcio unilateral


no implica el debilitamiento del matrimonio y de la familia, como núcleo de la
sociedad; por el contrario reivindica el compromiso y voluntad permanente
como única condición suficiente para la existencia del vínculo.

Conclusión

Con fundamento en las ocho razones expresadas en este salvamento, considero


que la Corte Constitucional debió declarar inexequibles los numerales 1, 2, 3, 4,
5 y 7 del artículo 154, las expresiones demandadas del artículo156, el artículo
162, así como las expresiones “a cargo del cónyuge culpable,” y “sin su
culpa” del numeral 4º del artículo 411, la expresión “a menos que por culpa
suya haya dado ocasión al divorcio” del artículo 1231 y la expresión “no
estando divorciado por su culpa” del numeral 2 del artículo 1685 del Código
Civil, por ser contrarios a los derechos fundamentales a la dignidad humana, a la
igualdad y al libre desarrollo de la personalidad.

Es lamentable que en esta oportunidad la Corte abandonara su línea


jurisprudencial progresista para regresar a un tratamiento eminentemente legal
sobre el matrimonio y sus instituciones accesorias que ya había superado la
jurisprudencia constitucional. Al respecto, léase la ratio decidendi de la
Sentencia C-394 de 2017:

“La jurisprudencia constitucional ha reconocido que el matrimonio civil


es un contrato solemne que genera derechos e impone deberes
Parágrafo. 5º Adicionado. L. 25/92, Artículo9º, Derogado por el art. 167, Ley 446 de 1998.
Parágrafo. 6ºAdicionado. L. 25/92, Artículo9º, Derogado por el art. 167, Ley 446 de 1998”
138 “Artículo 4°. Igualdad de las partes. El juez debe hacer uso de los poderes que este código le otorga para lograr la igualdad real
de las partes.”

93
recíprocos a los cónyuges, es decir, es “es un acto constitutivo de familia
que genera deberes en cabeza de los cónyuges”. Ello es así en tanto el
artículo 113 del Código Civil dota de naturaleza contractual al
matrimonio, asignándole un alcance bilateral habida cuenta que los
consortes acuden a él de forma libre y se unen por mutuo consentimiento
con la finalidad de vivir juntos, procrear y auxiliarse. A partir de la
definición dada por la ley, la doctrina sostiene que el matrimonio se
caracteriza por ser un contrato: bilateral, porque una vez celebrado se
constituye en fuente de derechos y obligaciones recíprocas entre los
esposos, solemne, pues para su validez requiere el cumplimiento de
ciertas y precisas formalidades especiales, puro y simple, ya que los
derechos y obligaciones que surgen del mismo no pueden someterse a
plazo o condición, de tracto sucesivo, por cuanto sus obligaciones se
deben cumplir mientras perdure el matrimonio, y finalmente, en la
actualidad, el entendimiento igualitario constitucional permite advertir
que el matrimonio tiene una condición de diversidad en sus
contrayentes. De acuerdo pues con su régimen jurídico especial, el
contrato matrimonial produce dos tipos de efectos: (i) los efectos de
orden personal, que tienen que ver con los derechos y obligaciones que
surgen entre los cónyuges y en relación con los hijos; y, (ii) los efectos de
orden patrimonial, consecuencia de la existencia de la sociedad
conyugal o comunidad de bienes que se forma con ocasión del
matrimonio.” (Sentencia C-394 de 2017 Subrayas y negrillas fuera de
texto)

Contrario a dicho razonamiento, el matrimonio más allá que un contrato, es un


vínculo humano susceptible de cambio. Y precisamente por ello la sentencia
que esta Corte de derechos humanos debió proferir era el punto culmen de una
construcción jurisprudencial que debió fundamentarse en que la pervivencia
de un régimen legal de divorcio soportado en el establecimiento de la
diferencia entre un cónyuge “culpable” y uno “inocente”, comporta una
vulneración sistemática de los derechos fundamentales a la dignidad humana,
a la libertad, a la igualdad, al libre desarrollo de la personalidad y al derecho a
conformar una familia, que produce un efecto totalmente contrario al bien
jurídico que dice proteger. En la práctica se puede corroborar que la existencia
de restricciones al divorcio constituye un incentivo perverso que atenta contra
el matrimonio formal como institución, ya que ante el dilema de contraer
matrimonio, con todas las limitaciones que entrañan las normas antes citadas,
las cuales constituyen un sistema de coerción para asegurar artificialmente la
estabilidad del matrimonio, hoy en día las personas prefieren las uniones libres
o maritales de hecho no sometidas a sanciones ni limitaciones.

La Constitución Política de 1991, sumado a todo el desarrollo legal sobre


uniones maritales de hecho y la construcción jurisprudencial de la Corte
Constitucional sobre el matrimonio, las uniones maritales de hecho, incluidos
los derechos de las personas del mismo sexo, han creado un estado de
inconstitucionalidad sobreviniente de las normas antes mencionadas que
obligan al operador constitucional a impedir que el matrimonio sea un proceso
de atesoramiento creciente de un ominoso inventario de culpas perpetuas que
94
solo se redimen con la servidumbre y el sometimiento del culpable, con grave
desdoro y merma de la dignidad y libertad.

Prefirió la Corporación eludir todo examen material del problema jurídico que
este asunto entraña; pero, a mi juicio no estará lejos el día en que este tribunal
constitucional reconozca que esta obsoleta legislación basada en un
tratamiento diferencial de culpabilidad, contraría los derechos fundamentales
y los postulados esenciales de un Estado Social de Derecho fundado en el
respeto de la dignidad humana.

Culmino, entonces todos estos razonamientos, citando un pasaje de Cervantes


en la obra Entremeses del Juez de los Divorcios, en el que desde las luces de
la razón de la literatura del siglo XVI, advierte sobre la necesidad del
establecimiento del divorcio unilateral incausado:

“CIRUJANO.- Por cuatro causas bien bastantes, vengo a pedir a


vuesa merced, señor juez, haga divorcio entre mí y la señora doña
Aldonza de Minjaca, mi mujer, que está presente.

JUEZ.- Resoluto venís; decid las cuatro causas.

CIRUJANO.- La primera, porque no la puedo ver más que a todos


los diablos; la segunda, por lo que ella se sabe; la tercera, por lo que
yo me callo; la cuarta, porque no me lleven los demonios, cuando
desta vida vaya, si he de durar en su compañía hasta mi muerte.

PROCURADOR.- Bastantísimamente ha probado su intención.

MINJACA.- Señor juez, vuesa merced me oiga, y advierta que, si mi


marido pide por cuatro causas divorcio, yo le pido por cuatrocientas.
La primera, porque, cada vez que le veo, hago cuenta que veo al
mismo Lucifer; la segunda, porque fui engañada cuando con él me
casé, porque él dijo que era médico de pulso, y remaneció cirujano, y
hombre que hace ligaduras y cura otras enfermedades, que va decir
desto a médico la mitad del justo precio; la tercera, porque tiene
celos del sol que me toca; la cuarta, que, como no le puedo ver,
querría estar apartada dél dos millones de leguas. La Quinta…

JUEZ.- Señora, señora, si pensáis decir aquí todas las cuatrocientas


causas, yo no estoy para escuchallas, ni hay lugar para ello. Vuestro
negocio se recibe a prueba; y andad con Dios, que hay otros
negocios que despachar.

(…)

JUEZ.- Pues yo no puedo hacer este divorcio, quia nullam invenio


causam (sin causa probada).” (Subrayas negrillas y traducción
agregada fuera de texto)

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CIRUJANO.- ¿Qué más pruebas, sino que yo no quiero morir con
ella, ni ella gusta de vivir conmigo?”

Fecha ut supra,

ALBERTO ROJAS RÍOS


Magistrado

96

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