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SENTENCIAS DE CONSTITUCIONALIDAD-Características
especiales
DISOLUCION DE MATRIMONIO-Causales/DIVORCIO-Causales
objetivas y subjetivas
Expediente: D-11785
Magistrada Ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
“LEY 84 DE 1873
(26 de mayo),
Diario Oficial No. 2.867 de 31 de mayo de 1873
“Código Civil”
(…)
LIBRO PRIMERO.
DE LAS PERSONAS
(…)
TITULO VII.
III. LA DEMANDA
6
y 7 previstas en el artículo 154 del Código Civil, en menoscabo del
denominado cónyuge “culpable”, quien está desprovisto de esta posibilidad.
Bajo esa lógica argumenta que, con el fin de determinar si la norma demandada
contraría el derecho a la igualdad, es necesario verificar si ¿existe una razón
que justifique que el ordenamiento jurídico dé un trato desigual a los cónyuges
para demandar el divorcio, en relación con las causales subjetivas previstas en
el Código Civil? Para resolver ese interrogante, la demandante se vale de un
test de igualdad a través del cual concluye que el criterio de diferenciación es
sospechoso, ya que está basado en la culpabilidad que se le atribuye a uno de
los cónyuges, cuando quiera que incurre en alguna de las causales subjetivas
dispuestas en el artículo 154 del Código Civil.
Al respecto, estima que el hecho de que uno de los cónyuges esté incurso en
una de las causales de culpabilidad, no debería dar lugar a un criterio de
diferenciación y trato desigual entre los contrayentes. Agrega que “el
legislador al incorporar al ordenamiento legal la expresión demandada en la
presente acción de inconstitucionalidad, pretendía proteger al cónyuge
inocente y castigar al cónyuge culpable, lo cual implica una limitación a los
derechos del cónyuge culpable”, quien no puede rehacer su vida y elegir su
estado civil.
(…)
IV. INTERVENCIONES
8
De acuerdo con la constancia expedida por la Secretaría General de la Corte
Constitucional1, dentro del término de fijación en lista, el cual venció el 9 de
diciembre de 2016, se recibieron escritos de intervención de la Facultad de
Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, de la Facultad de Derecho de la
Universidad Externado de Colombia, del Instituto Colombiano de Derecho
Procesal y del Ministerio de Justicia y del Derecho, los cuales se resumen a
continuación.
1 Folio 53-55.
2 Folios 47-59.
9
del contrato de matrimonio, tal cual como se predica ante el incumplimiento
de cualquier clase de contrato en general.”3
De allí que no sea posible que una persona derive un beneficio por alegar su
propia culpa en el marco de una relación contractual que impacta la institución
de la familia, por cuanto su actuar contraria el principio constitucional de
buena fe. Lo que puede hacer el cónyuge culpable es alegar cualquiera de las
causales objetivas para poder obtener el divorcio. En palabras del interviniente:
3 Folio 51.
4 Folios 55-60.
5 Folios 59-60.
6 Folios 61-66.
10
En primer lugar, frente a los cargos que propone la demanda, el interviniente
plantea que debe mantenerse el principio “nemo auditur propiam turpidudinem
suam allegans”, de que nadie puede alegar su propia culpa en juicio, como
restricción que prohíbe al individuo valerse de sus propias faltas para derivar
beneficios, ya que “en el mundo del contrato sería impensable que quien ha
transgredido y deshonrado sus deberes pueda demandar la terminación del
contrato fundado en su mal proceder”.
7 Folios 67-69.
11
expidió con fundamento en la competencia de configuración para regular lo
relativo a la disolución del matrimonio y las causales de divorcio, sumado a
que su contenido es razonable y proporcional por implicar la protección a la
institución de la familia y el conjunto de obligaciones y derechos que surgen
para los cónyuges del compromiso adquirido en forma libre y voluntaria al
contraer matrimonio.
8 Folio 72.
9 Folios 74-80.
12
“El cónyuge inocente no puede estar en ventaja frente al cónyuge
culpable en la oportunidad de promover ante las autoridades competentes
la acción que lleve como fin la declaratoria de divorcio. La culpabilidad
derivada de las acciones de incumplimiento de las obligaciones como
cónyuge o como padre o madre, busca proteger los aspectos
patrimoniales que el legislador ha tenido a bien amparar. No busca
proscribir al individuo como ser humano ni busca señalarlo como un ser
repudiado por la sociedad. Por el contrario, el divorcio busca poner fin a
un conflicto. Es una solución pacífica de los conflictos familiares. (…)
Por último, señala están proscritos los mecanismos coactivos para imponer la
permanencia de la pareja y que, en todo caso, la facultad del legislador para
disponer el ejercicio del derecho de acción no es razonable en tratándose de la
restricción para impetrar el divorcio al cónyuge culpable. De allí que, la norma
demandada al atribuir solo la legitimación por activa para solicitar el divorcio
al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos “viola la igualdad de los
cónyuges al interior de la pareja, niega el acceso a la justicia y restringe la
libertad individual y el libre desarrollo de la personalidad del cónyuge que
queriendo admitir su culpa no puede impetrar el divorcio.”11
6. Universidad de Cartagena
10 Folio 78.
11 Folios 79 y 80.
13
Seguidamente, el interviniente expone la norma acusada no desconoce el
derecho al libre desarrollo de la personalidad, por cuanto en Colombia, tal
como ocurre con cualquier otro contrato, el matrimonio se puede disolver por
mutuo acuerdo, pero si ha ocurrido un incumplimiento de los deberes, es
relevante imponer una sanción y dotar al cónyuge inocente de herramientas
para separarse y censurar la acción del cónyuge culpable. Por consiguiente,
quien es culpable del hecho no puede alegar en su favor la propia culpa para
generar la ruptura matrimonial, máxime cuando el Código Civil establece otras
causales de divorcio a las cuales puede acudir, como el mutuo consentimiento.
12 Folios 88 a 94.
14
mismo tiempo que efectivamente no existen mecanismos que por fuerza
obliguen a una persona a convivir con otra, o a ser fiel, etc”.
Con base en ese razonamiento, la Jefe del Ministerio Público estima admisible
que el legislador establezca un esquema de disolución en el que de no existir
mutuo acuerdo, se requiera la acreditación de unas causales relativas al
incumplimiento de las obligaciones derivadas del contrato matrimonial y que
implican una diferenciación de trato justificada entre el cónyuge que las
incumplió y el inocente.
Competencia
10. Por último, como cuarta postura, uno de los intervinientes solicita la
inexequibilidad de la expresión acusada. Al respecto, sostiene que si bien nadie
puede alegar su propia culpa en juicio y que los cargos propuestos en la
demanda se encuentran desenfocados, el problema es la existencia del divorcio
contencioso que impide a los cónyuges acudir a la simple voluntad de uno de
ellos para demandarlo judicialmente. Por consiguiente, aduce que la única
condición del divorcio por la simple petición de cualquiera de los cónyuges, es
el aseguramiento de un nuevo pacto económico que regule las
indemnizaciones, los alimentos y la protección de los sujetos vulnerables como
resultado de la crisis matrimonial.
12. Pues bien, a partir de lo anterior, la Sala se ocupará de analizar, como temas
preliminares, los siguientes puntos: (i) evaluará la aptitud sustantiva de los
cargos que propone la demandante -apartado A-; (ii) descartará la existencia de
cosa juzgada constitucional con relación al aparte que actualmente se cuestiona
–apartado B-; y, (iii) posteriormente, con el ánimo de resolver la petición que
plantea uno de los intervinientes, determinará si es procedente realizar la
integración normativa del precepto acusado, con el artículo 154 del Código
Civil y con la expresión “que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan
y dentro del término de un año, contado desde cuando se sucedieron, respecto
a las causales 2ª. 3ª. 4ª. y 5ª.” que consagra el artículo 156 de la misma
codificación civil -apartado C-. Una vez superado el examen de esos tópicos, la
Corte propondrá el problema jurídico con enfoque constitucional, y asumirá el
estudio de fondo.
13. El artículo 2º del Decreto 2067 de 1991 prevé las condiciones formales
para la admisibilidad del cargo de inconstitucionalidad. Partiendo de su
contenido, la jurisprudencia constitucional ha precisado que, para que exista
demanda en forma y, en esa medida, la Corte pueda entrar a emitir
17
pronunciamiento de fondo sobre la declaratoria de inexequibilidad de leyes o
decretos leyes, el promotor del respectivo escrito de acusación, además de (i)
tener que señalar las normas que se acusan como inconstitucionales y (ii) las
disposiciones superiores que estima infringidas, (iii) debe exponer las razones
o motivos por los cuales la norma acusada viola la Constitución, lo que se
traduce, a su vez, en la formulación de por lo menos un cargo concreto de
inconstitucionalidad13.
13 Sentencias C-236 de 1997. M.P. Antonio Barrera Carbonell; C-447 de 1997. M.P. Alejandro Martínez
Caballero; C-426 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil; C-170 de 2004. M.P. Rodrigo Escobar Gil; y, C-384 de
2017. M.P. Diana Fajardo Rivera.
14 La síntesis comprehensiva de este precedente se encuentra en la sentencia C-1052 de 2001. M.P. Manuel
José Cepeda Espinosa.
18
abstractos y globales”15 que no se relacionan concreta y directamente con las
disposiciones que se acusan. Sin duda, esta omisión de concretar la acusación
impide que se desarrolle la discusión propia del juicio de
constitucionalidad16.”17
15 Estos son los defectos a los cuales se ha referido la jurisprudencia de la Corte cuando ha señalado la
ineptitud de una demanda de inconstitucionalidad, por inadecuada presentación del concepto de la violación.
Al respecto, se pueden consultar los autos 097 de 2001. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; y 244 de 2001.
M.P. Jaime Córdoba Triviño. Así mismo, las sentencias C-281 de 1994. M.P. José Gregorio Hernández
Galindo; C-519 de 1998. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-013 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-380 de
2000. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-177 de 2001. M.P. Fabio Morón Díaz, entre varios pronunciamientos.
16 Sentencia C-447 de 1997. MP Alejandro Martínez Caballero. La Corte se declaró inhibida para
pronunciarse de fondo sobre la constitucionalidad del inciso primero del artículo 11 del Decreto Ley 1228 de
1995, por demanda materialmente inepta, debido a la ausencia de cargo.
17 Sentencia C-1052 de 2001. MP Manuel José Cepeda Espinosa. Fundamento jurídico 3.4.2.
18 Ibíd.
19 Ibíd.
20 Sentencia C-050 de 2015. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. En igual sentido se pueden consultar las
sentencias C-104 de 2016. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; C-189 de 2017. M.P. (e) José Antonio
Cepeda Amarís; y, C-213 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, entre otras.
19
constitucionalidad de las normas del ordenamiento jurídico, presunción de
corrección frente al texto constitucional que se deriva del principio
democrático y de las reglas formales y sustanciales del procedimiento
democrático de producción de normas y por tanto amerite el adelantamiento
de un estudio de constitucionalidad”.
17. Ahora bien, conviene precisar que el artículo 6º del Decreto Ley 2067 de
1991 establece que se rechazarán las demandas cuando no cumplan con las
condiciones formales para ello. Si bien, como regla general el examen sobre la
aptitud sustantiva de la demanda se debe realizar en la etapa de admisibilidad,
la norma en mención admite que este tipo de decisiones se adopten en la
sentencia, debido a que no siempre resulta evidente en esa fase preliminar el
incumplimiento de los requisitos mencionados, permitiendo a la Sala Plena
abordar un análisis con mayor detenimiento y profundidad.
18. En el presente caso, la Sala concluye que, en relación con el cargo por el
presunto quebranto del derecho a la igualdad, la demanda es inepta por cuanto
la actora no estableció la manera cómo, en el supuesto normativo acusado,
resulta comparable la situación del cónyuge que ha incumplido las obligaciones
que surgen del contrato de matrimonio, con la del cónyuge que ha asumido un
deber diligente frente al vínculo matrimonial consentido. Sumado a ello, la
demandante fijó el cargo sobre la premisa de la culpa como criterio sospechoso
de discriminación que quebranta la igualdad existente entre ambos cónyuges,
sin tener en cuenta la definición y el alcance que el artículo 13 Superior le ha
dado a los criterios sospechosos, no encontrándose allí la condición de
culpabilidad. Por esas dos razones, en relación con ese cargo de la demanda, la
Corte se declara inhibida para emitir un pronunciamiento de mérito.
20
Ineptitud sustancial del cargo por presunto desconocimiento a la igualdad
(Art. 13 de la Constitución)
20. Según plantea la actora, el precepto “por el cónyuge que no haya dado
lugar a los hechos que lo motivan” contenido en el artículo 156 del Código
Civil, quebranta el derecho a la igualdad al facultar únicamente al cónyuge
inocente para demandar el divorcio en relación con las causales subjetivas 1, 2,
3, 4, 5 y 7 previstas en el artículo 154 del Código Civil, en menoscabo del
denominado cónyuge culpable, quien está desprovisto de esta posibilidad.
Estima que ese trato discriminatorio asociado a la culpabilidad cuando se
incurre en tales causales de divorcio, es un criterio sospechoso de
diferenciación que desconoce la igualdad de condiciones que debe existir entre
la pareja matrimonial, y que impide a cualquiera de los dos cónyuges
demandarlo judicialmente, obligándolos injustificadamente a mantener el
vínculo en contra de su voluntad, sin posibilidad de rehacer sus vidas y de
elegir su estado civil.
22. Por ese motivo, la Sala recuerda que este principio es un mandato complejo
en un Estado Social de Derecho. De acuerdo con el artículo 13 Superior,
comporta un conjunto de mandatos independientes y no siempre armónicos,
entre los que se destacan (i) la igualdad formal o igualdad ante la ley,
relacionada con el carácter general y abstracto de las disposiciones normativas
dictadas por el Congreso de la República y su aplicación uniforme a todas las
personas, por lo cual, todos los individuos, como sujetos de derechos, deben ser
tratados con la misma consideración y reconocimiento, y que ante todo, un
tratamiento distinto debe entonces ser justificado a partir de la razonabilidad y
la proporcionalidad; (ii) la prohibición de discriminación, que excluye la
legitimidad constitucional de cualquier acto (no solo las leyes) que involucre
una distinción basada en criterios definidos como prohibidos por la
21 Así lo han determinado las sentencias T-422 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; C-371 de 2000.
M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-093 de 2001. M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-673 de 2001. M.P. Manuel
José Cepeda Espinosa. AV Jaime Araújo Rentería; entre muchas otras.
21
Constitución Política, el derecho internacional de los derechos humanos, o
bien, la prohibición de distinciones irrazonables; y (iii) el principio de
igualdad material, que ordena la adopción de medidas afirmativas para
asegurar la vigencia del principio de igualdad ante circunstancias fácticas
desiguales22.
26. De allí que la carga argumentativa deba tener un alto grado de precisión, en
aquellos casos donde se plantee la vulneración del derecho de igualdad. Dicha
precisión repercute de manera directa en la suficiencia del cargo, porque de no
22 Al respecto se puede consultar la sentencia C-178 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa.
23 Es pertinente aclarar que esta Corporación en sentencia C-093 de 2001. M.P. Alejandro Martínez
Caballero, refirió a la edad como un criterio semi-sospechoso de discriminación que cuando fija un tope
máximo puede lesionar el derecho a la igualdad.
24 Sentencia C-481 de 1998. M.P. Alejandro Martínez Caballero, reiterada posteriormente en las sentencias
C-112 de 2000. M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-964 de 2003. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-091 de
2017. M.P. María Victoria Calle Correa; y, C-115 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, entre otras que la
han citado.
25 Sentencia C-635 de 2012. M.P. Mauricio González Cuervo, reiterada en la sentencia C-834 de 2013. M.P.
Alberto Rojas Ríos; y, C-584 de 2016. M.P. (e) Aquiles Arrieta Gómez.
22
acreditarse alguna de las tres etapas antedichas, se impone la ineptitud
sustancial de la demanda. Esta exigencia lo que busca proteger en últimas es la
libertad de configuración legislativa que solo se vería inicialmente menguada
cuando se esté en presencia de criterios sospechosos de discriminación, caso
en el cual la intensidad del juicio de igualdad a aplicar aumentaría en defensa
de las garantías constitucionales, pero sin que ello releve al actor de explicar en
qué consiste la afectación del derecho a la igualdad.
29. En tal sentido, aunque será objeto de profundización teórica más adelante,
es necesario señalar que el matrimonio es un contrato solemne que por
naturaleza impone unos derechos y unos deberes entre los cónyuges desde el
momento que contraen nupcias, siendo particularmente los deberes como la
cohabitación, la fidelidad, la ayuda y el socorro mutuo, así como el respecto y
la protección recíproca, unos de los elementos esenciales del contrato que
deben cumplirse. Frente a ello, la demanda solo se centra en el divorcio como
fórmula para disolver el vínculo matrimonial, pero olvida por completo que el
régimen del matrimonio se integra por especiales exigencias en su celebración
y en su ejecución, cuyo incumplimiento deriva en causales taxativas de
divorcio que, una vez decretado, apareja consecuencias conocidas como
efectos jurídicos del divorcio respecto de los hijos, las donaciones, la
disolución del vínculo y de la sociedad conyugal, y el reconocimiento de
alimentos en favor del cónyuge ofendido, entre otros.
34. Así las cosas, esta Corporación concluye que el cargo propuesto en la
demanda sobre la presunta afectación del derecho a la igualdad, incumple los
requisitos exigidos por la jurisprudencia constitucional y, por ende, se impone
una decisión inhibitoria al respecto. Ello por cuanto, como se explicó, carece
de certeza, especificidad y suficiencia en la construcción argumentativa desde
24
un entendimiento integral del contrato de matrimonio y su disolución judicial
mediante la acción de divorcio, y desde el asocio de la culpabilidad del
cónyuge que incumplió sus deberes matrimoniales, a un criterio sospechoso de
discriminación.
Aptitud sustancial del cargo por presunta vulneración del derecho al libre
desarrollo de la personalidad e integración de la proposición jurídica
completa con la expresión “sólo” del artículo 156 del Código Civil
36. En cuanto a este cargo, la Sala considera que goza de claridad y de certeza
a partir del contenido literal del precepto acusado, del cual se extrae que el
cónyuge ofendido que no ha dado lugar a los hechos que motivan el divorcio se
encuentra legitimado para incoar la acción judicial. No obstante, en tanto el
sentido de la demanda plantea además que el cónyuge culpable carece de esa
facultad y que ello lesiona, según la demandante, el libre desarrollo de la
personalidad (art. 16 de la CP) habida cuenta que nadie puede ser coaccionado
a permanecer en un vínculo matrimonial que no quiere mantener, al igual que
tampoco se le puede obligar a continuar con una convivencia que es contraria a
los intereses de cada consorte, la Corte considera necesario realizar la
integración de la proposición jurídica completa con la expresión “sólo” que
contiene el artículo 156 del Código Civil, para imprimirle un entendimiento
completo que permita afirmar que la legitimación en la causa por activa para
demandar el divorcio exclusivamente reside en cabeza del denominado
cónyuge inocente y, en consecuencia, excluye al cónyuge que haya dado lugar
a la causa del divorcio. Ello por cuanto se trata de una expresión normativa
inescindiblemente relacionada con la locución demandada, y que permite
asegurar que el control de constitucionalidad recaiga sobre el alcance
inteligible de la primera parte del artículo 156 del Código Civil que se
demanda.
26 Esta Corporación ha definido la cosa juzgada constitucional como “una institución jurídico procesal
mediante la cual se otorga a las decisiones plasmadas en una sentencia de constitucionalidad, el carácter de
inmutables, vinculantes y definitivas”. Así lo indicó desde la sentencia C-397 de 1995. M.P. José Gregorio
26
las decisiones judiciales tomadas por la Corporación en cumplimiento de su
misión de garantizar la integridad y la supremacía de la Constitución,
adquieren valor jurídico y fuerza vinculante27 que las convierte en definitivas,
incontrovertibles e inmutables28, además de ser consideradas de obligatorio
cumplimiento y con efectos erga omnes.
Hernández Galindo; y fue reiterado en las sentencias C-468 de 2011. M.P. María Victoria Calle Correa y C-
838 de 2013. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, entre otras.
27 Sentencias C-241 de 2012. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; C-008 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado; C-283 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo; C-388 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
28 Sobre estas características especiales de las sentencias que dicta la Corte en materia de constitucionalidad,
se puede profundizar en la sentencia C-979 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez).
29 Sentencia C-393 de 2011. M.P. María Victoria Calle Correa.
30 En la sentencia C-096 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, la Corte explicó que esta hipótesis
corresponde a la que la jurisprudencia ha llamado “cosa juzgada aparente”, en la que, en realidad, no hay
cosa juzgada. Al respecto, entre otras decisiones, puede consultarse las sentencias C-397 de 1995. M.P. José
Gregorio Hernández Galindo; C-1062 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis; y, C-931 de 2008. M.P. Nilson
Pinilla Pinilla.
31 Las sentencias inhibitorias no hacen tránsito a cosa juzgada constitucional ni formal, ni material. De
hecho, en la sentencia C-666 de 1996. M.P. Jorge Gregorio Hernández Galindo, esta Corporación declaró la
exequibilidad del numeral 4° del artículo 333 del Código de Procedimiento Civil, el que disponía que las
sentencias inhibitorias no hacen tránsito a cosa juzgada ya que “De la misma esencia de toda inhibición es su
sentido de "abstención del juez" en lo relativo al fondo del asunto objeto de proceso. Siempre consiste, por
definición, en que la administración de justicia no se pronuncia, esto es, no falla, no decide, no juzga. Y, si no
juzga, carece de toda lógica atribuir al acto judicial en que se consagra tal determinación -de no juzgar- el
carácter, la fuerza y el valor de la cosa juzgada, que de suyo comporta la firmeza y la intangibilidad de "lo
resuelto"”. Incluso, en cuanto al control abstracto de constitucionalidad, esta Corte también ha concluido que
“una sentencia inhibitoria en un juicio de constitucionalidad no produce efecto de cosa juzgada respecto de
la disposición acusada, en tanto que mientras no exista un pronunciamiento material sobre su exequibilidad,
es posible insistir en su revisión constitucional”. Sobre éste último punto, se puede consultar la sentencia C-
258 de 2008. M.P. Mauricio González Cuervo, siendo replicada en la sentencia C-096 de 2017. M.P.
Alejandro Linares Cantillo.
27
43. El alcance de la cosa juzgada constitucional ha sido desarrollado de
manera amplia por la jurisprudencia, mediante la definición de categorías
independientes con diferencias marcadas. De esta forma, se han establecido
distinciones conceptuales y prácticas entre lo que se entiende por (i) cosa
juzgada absoluta y cosa juzgada relativa; y, (ii) entre cosa juzgada formal y
cosa juzgada material.
43.1. Existe cosa juzgada absoluta cuando “en aplicación del principio de
unidad constitucional y de lo dispuesto en el artículo 22 del Decreto 2067 de
1991, se presume que el Tribunal Constitucional confrontó la norma acusada
con toda la Constitución, por lo que, con independencia de los cargos
estudiados explícitamente, en aquellos casos en los que la Corte no limita
expresamente la cosa juzgada, se entiende que hizo una comparación de la
norma acusada con toda la Carta”32; en otras palabras, cuando el
pronunciamiento de constitucionalidad de una disposición proferido en control
abstracto, no se encuentra limitado en la propia sentencia, se entiende que la
norma es exequible o inexequible en su totalidad y frente a todo el texto
constitucional.
43.2. Por otro lado, existe cosa juzgada relativa “cuando el juez constitucional
limita de forma expresa los efectos de la decisión, dejando abierta la
posibilidad para que en el futuro se formulen nuevos cargos de
inconstitucionalidad contra la norma que ha sido objeto de examen, distintos a
los que la Corte ya ha analizado” 33. En relación con esta última categoría,
también se ha dicho que ésta puede presentarse de manera explícita, en
aquellos eventos en los cuales los efectos de la decisión se limitan directamente
en la parte resolutiva con expresiones como, por ejemplo, declarar exequible
“por los cargos analizados”; e implícita, cuando tal hecho ocurre en forma
clara e inequívoca en la parte motiva o considerativa de la providencia, sin que
se haga mención alguna en la parte resolutiva 34. De allí que, en éste último caso
la cosa juzgada relativa implícita se pueda deducir del análisis integral del
fallo, para concluir que el control no fue integral, sino que se contrajo a ciertos
vicios de constitucionalidad.
45. Sobre el particular, en tanto resulta relevante para el estudio del presente
caso, importa profundizar en aquellos precedentes que se ubican en la primera
hipótesis antedicha.
45.2. Esa misma postura fue sostenida en la sentencia C-345 de 1993 40, en la
cual se estudió una demanda de inconstitucionalidad contra una norma del
Código Contencioso Administrativo establecido por el Decreto Ley 01 de
1984, que había sido objeto de declaratoria de exequibilidad por parte de la
Corte Suprema de Justicia con base en los postulados de la Constitución de
1886. En aquella ocasión, la Corte Constitucional adujo que “la cosa juzgada
pronunciada bajo la Carta de 1886 no extiende sus efectos a la Constitución
Política que hoy nos rige”, en tanto entre los dos regímenes constitucionales se
presentan variaciones sustanciales de contenido, lo que hace obligada una
nueva revisión a la luz de las disposiciones constitucionales actualmente
vigentes. Con base en lo anterior, asumió el estudio de fondo del asunto y
emitió decisión de mérito partiendo de la inexistencia de la cosa juzgada
constitucional.
46. Así las cosas, a título de conclusión, esta Corporación reafirma que, con
base en el artículo 243 Superior, las sentencias que dicta como guardiana de la
Carta Política de 1991 tienen valor jurídico y fuerza vinculante e inmutable a
través del fenómeno de la cosa juzgada constitucional, con lo cual se
garantizan los principios de igualdad, seguridad jurídica y confianza legítima
en las relaciones de los asociados y en el ordenamiento normativo en general.
“Segunda. La disposición del artículo 156 del Código Civil, tal como fue
fijado por el artículo 6º de la Ley 1ª de 1976, según la cual "el divorcio
sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los
hechos que lo motivan" obedece -como lo señala la visita fiscal- al
propósito del legislador de favorecer el cumplimiento de un contrato de
la excepcional significación del matrimonio civil.
32
hechos que lo motivan el derecho de pedir la disolución del matrimonio
por divorcio judicialmente declarado".
52.3. Con base en esos planteamientos, la Sala Plena planteó como problema
jurídico el siguiente: “(…) determinar si el artículo 10 de la Ley 25 de 1992 –
que modificó el artículo 156 del Código Civil- impone un término de
caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio desproporcionado desde
el punto de vista de los derechos a la intimidad, al libre desarrollo de la
personalidad y a la dignidad de los cónyuges que desean terminar el vínculo
matrimonial” (negrillas fuera del texto original).
52.6. Ante el anterior hallazgo constitucional, para garantizar que las sanciones
ligadas al divorcio basado en causales subjetivas no se tornaran
imprescriptibles, la Corte adoptó una decisión de exequibilidad condicionada
de la frase “y dentro del término de un año, contado desde cuando tuvo
conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª”, bajo el entendido que los
términos de caducidad que la disposición prevé solamente restringe en el
tiempo la posibilidad de solicitar las sanciones ligadas a la figura del divorcio
basado en causales subjetivas.
Además, estimó que la frase “en todo caso las causales 1ª y 7ª sólo podrán
alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” era inexequible,
pues limitaba aún más los derechos de los cónyuges inocentes, pues no tenía en
cuenta cuándo éstos tuvieron conocimiento de las causales, con
desconocimiento de las complejidades de la vida matrimonial. Sobre el punto,
indicó que “el Legislador al establecer términos de caducidad y fijar el
momento a partir de cual deben contabilizarse, debe tener en cuenta que la
consecuencia que genera la caducidad solamente puede ser endilgable a
aquellas personas que de manera deliberada o negligente dejan de hacer uso
de su derecho de acción. En este caso, la disposición acusada atribuye una
consecuencia perjudicial a una situación que escapa de las manos de quien la
sufre”.
53. Pues bien, según se advierte del anterior recuento, la sentencia C-985 de
2010 a pesar de referirse al libre desarrollo de la personalidad de los cónyuges
para elegir su estado civil y lograr el restablecimiento de su vida emocional, lo
hizo en el contexto del análisis de los términos de caducidad que el artículo
156 del Código Civil impone para demandar y ejercer la acción de
divorcio.
35
54. De otro lado, en tratándose de la sentencia C-358 de 2016 44, basta señalar
que la misma no tiene la vocación de configurar la cosa juzgada constitucional,
por cuanto la decisión que adoptó esta Corporación respecto del artículo 156
del Código Civil, modificado por el artículo 10 de la Ley 25 de 1992, fue
inhibitoria ante la ineptitud sustantiva de la demanda. Ello por cuanto el
demandante afirmaba que las normas que consagran el régimen del matrimonio
en Colombia, debieron ser tramitadas mediante ley estatutaria por regular, en
su criterio, el derecho fundamental al matrimonio.
Así las cosas, por tratarse de una decisión inhibitoria que no asume una postura
de fondo sobre la constitucionalidad del artículo 156 del Código Civil, la
misma no genera ningún grado de vinculación para el análisis de mérito que ha
de efectuarse en el presente asunto.
58. De acuerdo con el anterior norte trazado, la Sala comienza por reconocer
que, de acuerdo con la jurisprudencia constitucional, la integración de la
unidad normativa por parte de la Corte es un mecanismo excepcional, que
opera “… cuando ella es necesaria para evitar que un fallo sea inocuo, o
cuando ella es absolutamente indispensable para pronunciarse de fondo sobre
un contenido normativo que ha sido demandado en debida forma por un
ciudadano. En este último caso, es procedente que la sentencia integre la
proposición normativa y se extienda a aquellos otros aspectos normativos que
sean de forzoso análisis para que la Corporación pueda decidir de fondo el
problema planteado”45.
59. A partir de esta regla, la Corte ha diferenciado los dos planos en que resulta
aplicable la integración normativa: (i) la consolidación de la proposición
jurídica completa y (ii) la técnica de la unidad normativa.46 El primero dirigido
a completar el sentido de la disposición acusada con otros enunciados
normativos inescindiblemente relacionados con ella, con miras a asegurar que
el control recaiga sobre un precepto con un alcance regulador autónomo e
inteligible. Y el segundo previsto para extender el efecto de la decisión a otras
disposiciones de igual o similar contenido normativo, en los que la integración
busca preservar el principio de supremacía constitucional, garantizar la
seguridad jurídica y, en ciertos casos, evitar que el fallo prive de sentido al
texto legal acusado.
El que el precepto demandado sea contextualizado con el resto del artículo 156
del Código Civil, o incluso con otras normas de la misma codificación civil
para fijar una mejor compresión legal, no significa que sea absolutamente
indispensable para pronunciarse de fondo completarlo con otros apartes del
mismo artículo 156 diferentes a la expresión “sólo”, o con el artículo 154 del
Código Civil, más aún cuando se presentan elementos que prima facie generan
el alcance persuasivo de la demanda que permiten emitir un fallo de mérito. De
allí que la Sala advierta que, a partir de los planteamientos que consigna la
demanda, no sea necesario completar el sentido de la disposición acusada con
otros enunciados normativos diferentes a la expresión inescindible “sólo”, ya
que genera un alcance autónomo e inteligible con la integración de la
proposición jurídica que efectuó esta Corporación.
64. Pues bien, una vez superado el examen de los diferentes temas
preliminares, la Corte seguidamente propondrá el problema jurídico con
enfoque constitucional que debe resolver, centrándose exclusivamente en el
cargo por presunto desconocimiento del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, que fue hallado apto sustancialmente.
Por ser relevante en el presente caso, en relación con los primeros efectos en
mención, desde el momento de la celebración del matrimonio y durante todo el
tiempo de ejecución del mismo, con pleno consentimiento y conocimiento
previo, los cónyuges se obligan recíprocamente a guardarse fe y fidelidad, a
cohabitar, a ejercer en condiciones de igualdad la dirección del hogar, a
socorrerse y a ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida
(Arts. 176 y ss del CC).
55 En el mismo sentido se puede consultar la sentencia C-1495 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
43
7. Toda conducta de uno de los cónyuges tendientes a corromper o
pervertir al otro, a un descendiente, o a personas que estén a su cuidado
y convivan bajo el mismo techo.
8. La separación de cuerpos, judicial o de hecho, que haya perdurado por
más de dos (2) años.
9. El consentimiento de ambos cónyuges manifestado ante juez
competente y reconocido por éste mediante sentencia.”
76.1 Las nueve causales del divorcio han sido clasificadas por la
jurisprudencia56 y la doctrina en objetivas y subjetivas.
76.2. Las causales objetivas se relacionan con la ruptura de los lazos afectivos
que motivan el matrimonio, lo que conduce al divorcio “(…) como mejor
remedio para las situaciones vividas”57. Las causales pueden ser invocadas en
cualquier tiempo por cualquiera de los cónyuges, y el juez que conoce de la
demanda no requiere valorar la conducta alegada; debe respetar el deseo de uno
o los dos cónyuges de disolver el vínculo matrimonial.58 A esta categoría
pertenecen las causales establecidas en los numerales 6, 8 y 9 del artículo 154
del Código Civil (modificado), las cuales por su naturaleza han sido
denominadas como “divorcio remedio”.59
56 Para tal fin, se seguirá de cerca la exposición teórica y doctrinal que sobre el tema realizó la Corte en la
sentencia C-985 de 2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
57 Cfr. sentencia C-1495 de 2000. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
58 Es preciso anotar que a partir de la Ley 962 de 2005. también posible que el divorcio por mutuo acuerdo
se lleve a cabo ante una notaría mediante escritura pública. Esta posibilidad fue reglamentada por el Decreto
4436 de 2005.
59 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de
Derecho, 1999.
60 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de
Derecho, 1999.
44
76.4. De hecho, la sentencia C-985 de 201061 al referir a este último grupo e
causales, indicó que “la ocurrencia de estas causales debe ser demostrada
ante la jurisdicción y el cónyuge en contra de quien se invocan puede ejercer
su derecho de defensa y demostrar que los hechos alegados no ocurrieron o
que no fue el gestor de la conducta”62.
61 En esa sentencia la Corte estudió una demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 10 (parcial) de la
Ley 25 de 1992, modificatoria del artículo 156 del Código Civil, cuyo aparte acusado corresponde al siguiente
resaltado: “El divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo
motivan y dentro del término de un año, contado desde cuando tuvo conocimiento de ellos respecto de las
causales 1ª y 7ª o desde cuando se sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª, en todo caso las causales
1ª y 7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia”. Los demandantes aseguraron
que los términos de caducidad previstos en la disposición acusada desconocían los artículos 1, 2, 5, 15, 16, 18
y 42 de la Constitución. En su criterio, los tiempos fijados por el Legislador para el ejercicio de la acción de
divorcio eran desproporcionados y desconocían varios principios constitucionales, como el respeto de la
dignidad humana, la inalienabilidad de los derechos fundamentales y los derechos constitucionales a la
libertad de conciencia, al libre desarrollo de la personalidad, a elegir el estado civil, a la armonía familiar y a
la honra del cónyuge inocente. Como problema jurídico, se indicó que “corresponde a la Sala determinar si
el artículo 10 de la Ley 25 de 1992 –que modificó el artículo 156 del Código Civil- impone un término de
caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio desproporcionado desde el punto de vista de los
derechos a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad de los cónyuges que desean
terminar el vínculo matrimonial”. Al resolver el asunto, concluyó que la frase “en todo caso las causales 1ª y
7ª sólo podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” no debe mantenerse en el
ordenamiento, pues limita aún más los derechos de los cónyuges inocentes, pues no tiene en cuenta cuándo
éstos tuvieron conocimiento de las causales, con desconocimiento de las complejidades de la vida
matrimonial, y el resto de la expresión acusada la declaró exequible.
62 Esta sentencia también identificó que además de la disolución del vínculo matrimonial, otras de las
consecuencias del denominado divorcio sanción son: “la posibilidad (i) de que el juez imponga al cónyuge
culpable la obligación de pagar alimentos al cónyuge inocente –artículo 411-4 del Código Civil; y (ii) de que
el cónyuge inocente revoque las donaciones que con ocasión del matrimonio haya hecho al cónyuge culpable
–artículo 162 del Código Civil. Pertenecen a esta categoría las causales descritas en los numerales 1, 2, 3, 4,
5 y 7 del artículo citado”.
45
como criterios orientadores para que el matrimonio no se torne en indisoluble y
termine convirtiéndose en un vínculo perpetuo de coacción o de imposición
jurídica de una convivencia no querida por alguno de los cónyuges.
79. De hecho, desde sus primeras sentencias, esta Corporación refirió al núcleo
esencial del derecho al libre desarrollo de la personalidad esgrimiendo que:
90. En esa ocasión la Corte planteó como problema jurídico el siguiente: ¿la
exigencia legal de dos años de duración de la separación de cuerpos para
invocar el divorcio, vulnera el derecho al libre desarrollo de la personalidad
del cónyuge separado que desea disolver su vínculo conyugal, por obligarlo a
permanecer en el vínculo e impedirle contraer nuevo matrimonio, en dicho
lapso?
105. Además, el medio también resulta relevante para cumplir las dos
finalidades propuestas, porque dentro de la mecánica del matrimonio
constitutivo de familia que tiene un alcance solemne y recíproco, es admisible
que el legislador imponga al cónyuge incumplido una consecuencia derivada
de su falta, cual es, carecer de legitimación en la causa para demandar
directamente el divorcio sanción pues no puede valerse de su propio
incumplimiento para lograr la ruptura matrimonial. Sobre el punto,
advirtiendo un análisis intenso de proporcionalidad, importa señalar que
contrario a lo que predica la demandante, el cónyuge denominado culpable no
resulta lesionado en sus intereses u obligado a permanecer indefinidamente en
el matrimonio sin posibilidad de autodeterminarse en cuenta a su estado civil
y proyecto de vida afectiva, porque si no sea continuar con el lazo conyugal,
tiene a su alcance otras posibilidades jurídicas para disolver el matrimonio
como invocar las causales objetivas de divorcio, en especial, la atinente al
mutuo acuerdo. Nótese entonces que la restricción al libre desarrollo de la
personalidad del cónyuge incumplido en sus deberes, no resulta
desproporcionada si se tiene en cuenta que la finalidad que se persigue es la
de proteger la familia y tratar de recomponer el vínculo matrimonial.
106. En este orden de ideas, la Sala estima que las expresiones “sólo” y “por
el cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenidas
en el artículo 156 del Código Civil, no desconocen el derecho al libre
desarrollo de la personalidad del cónyuge que incumple sus deberes, habida
cuenta que resultan ser una restricción admisible desde la óptica
constitucional y que, por tanto, es razonable y proporcionada a la finalidad
que persiguen. De allí que la Corte no advierta un menoscabo al artículo 16
Superior y concluya declarando exequible la locución censurada y la
expresión “sólo” que fue integrada para conformar la proposición jurídica
completa.
Conclusión
VII. DECISIÓN
RESUELVE
55
Declarar EXEQUIBLES las expresiones “sólo” y “por el cónyuge que no
haya dado lugar a los hechos que lo motivan”, contenidas en el artículo 156
del Código Civil, por el cargo analizado en la parte motiva de este proveído.
Notifíquese y cúmplase.
57
SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO
ALBERTO ROJAS RÍOS
A LA SENTENCIA C-394/17
59
TENDENCIA PROGRESIVA HACIA LA ELIMINACION DE LAS
CAUSALES SUBJETIVAS DE DIVORCIO-Derecho comparado
(Salvamento de voto)
60
MEDIDAS PRESTACIONALES DERIVADAS DEL DIVORCIO
CON CULPA CONTENIDAS EN EL CODIGO CIVIL-Son contrarias
al canon de dignidad humana (Salvamento de voto)/DIVORCIO-
Finalidad (Salvamento de voto)/DIVORCIO-Alcance (Salvamento de
voto)
MAGISTRADA PONENTE
Diana Fajardo Rivera
Sea lo primero recordar que el suscrito magistrado fue ponente inicial del
proceso de constitucionalidad que culminó con la emisión de la Sentencia C-
394 de 2017. El proyecto de fallo que presenté fue sometido a votación, pero
no alcanzó la mayoría requerida para su aprobación, razón por la cual, en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 34 del Reglamento Interno de esta
Corporación, mediante Auto del 28 de junio de 2017, remití el expediente a la
Magistrada Diana Fajardo Rivera para la elaboración de la sentencia en la cual
se acoge la postura asumida por la mayoría de la Sala Plena, que difiere
sustancialmente de la originalmente presentada.
63
2. La tendencia progresiva hacia la eliminación de las causales subjetivas de
divorcio en el derecho comparado.
8. Las normas del Código General del Proceso que regulan el divorcio
unilateral.
64
pone en riesgo por los conflictos derivados de la aplicación de las causales de
culpabilidad.
Estos problemas jurídicos debieron ser abordados por la Sala Plena, desde una
perspectiva constitucional a partir del estudio de diversos ejes temáticos para
su resolución, a saber: (i) el divorcio en la legislación colombiana a la luz de
la Carta Política de 1991, (ii) la tendencia progresiva hacia la eliminación de
las causales subjetivas de divorcio en el derecho comparado, y (iii) la
interpretación de la Corte Constitucional sobre las causales subjetivas de
divorcio, las cuales expongo a continuación.
81 En desarrollo de la legislación civil, la Ley 54 de 1924, conocida como “Ley Concha”, determinó el régimen aplicable al matrimonio
de la siguiente manera: (i) para los católicos practicantes se estableció el régimen canónico como el único aplicable en materia del
matrimonio; (ii) mientras que para los no católicos, la regulación del Código Civil, y en ambos casos el matrimonio era indisoluble, el
católico por constituir un sacramento y el civil por disposición legal. La Ley 1ª de 1976 “Por la cual se establece el divorcio en el
matrimonio civil y se regula la separación de cuerpos y de bienes en el matrimonio civil y en el canónico, y se modifican algunas
disposiciones de los códigos civiles y de procedimiento civil en materia de derecho de familia.”, aprobó el divorcio, pero de manera
restringida, ya que tan solo tenía efectos jurídicos frente al matrimonio civil, continuando indisoluble el matrimonio canónico por causas
distintas a la nulidad y a la muerte. Esta previsión se mantuvo hasta la expedición de la Carta Política de 1991, la cual introdujo la figura
de la cesación de los efectos civiles de los matrimonios religiosos en el artículo 42 relativo a la familia. El artículo 42 inciso 10 de la
Constitución de 1991 estableció la cesación de los efectos civiles del matrimonio religioso, materia fue desarrollada por la Ley 25 de
1992, normatividad que reglamentó el divorcio a la luz de la necesidad de establecer mecanismos efectivos para la terminación de este
vínculo jurídico.
66
evolución; (ii) el derecho a contraer matrimonio ha sido objeto de
diversas restricciones, fundadas en aspectos relacionados con el
origen social de los contrayentes, nacionalidad, raza, religión y
orientación sexual; (iii) de allí que, secularmente, la unión entre
personas discriminadas no fuera calificada en términos de
“matrimonio”, ni gozaba de los mismos derechos y reconocimiento
social que los cónyuges; (iv) la regulación jurídica del matrimonio
(vgr. capacidad para contraerlo, consentimiento, efectos jurídicos,
fines, disolución, etc.) ha sido fuente de controversias entre las
autoridades religiosas y civiles; (v) correlativamente, la naturaleza
jurídica del matrimonio ha sido abordada desde diversas ópticas (vgr.
sacramento, contrato, institución de derecho natural, entre otras); y
(vi) en la actualidad, en un Estado Social de Derecho, en un
paradigma de separación entre la Iglesia y el Estado, la regulación
del matrimonio desborda los clásicos cánones del derecho legislado
(contrato civil), para ser comprendido desde la perspectiva de los
derechos fundamentales.”
67
Esta nueva concepción atiende a la influencia de los derechos fundamentales
en el ámbito de las diversas instituciones jurídicas y, a su vez, al
distanciamiento con las diversas doctrinas religiosas. En particular, se debe al
reconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad y la
autodeterminación de quienes contraen matrimonio, como una manifestación
de la dignidad de la persona y, más aún, de la dignidad de la pareja y,
consecuentemente, de la familia.
82 Ver SANDERS, Shaakirrah R. “The Cyclical Nature of Divorce in the Western Legal Tradition”. Loyola Law Review, Vol. 50, 2004.
83 Al respecto, el artículo 5º de la Ley 15 de 2005 –que modificó el artículo 86 del Código Civil- dispone:
“[s]e decretará judicialmente el divorcio, cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio, a petición de uno solo de los
cónyuges, de ambos o de uno con el consentimiento del otro, cuando concurran los requisitos y circunstancias exigidos en el artículo
81.”.
Por su parte, la norma a la cual esta disposición remite establece lo siguiente:
“Se decretará judicialmente la separación, cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio:
1.º A petición de ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del otro, una vez transcurridos tres meses desde la celebración del
matrimonio. A la demanda se acompañará una propuesta de convenio regulador redactada conforme al artículo 90 de este Código.
2.º A petición de uno solo de los cónyuges, una vez transcurridos tres meses desde la celebración del matrimonio. No será preciso el
transcurso de este plazo para la interposición de la demanda cuando se acredite la existencia de un riesgo para la vida, la integridad
física, la libertad, la integridad moral o libertad e indemnidad sexual del cónyuge demandante o de los hijos de ambos o de cualquiera
de los miembros del matrimonio.
A la demanda se acompañará propuesta fundada de las medidas que hayan de regular los efectos derivados de la separación.”
84 La motivación de la ley señala: “Con este propósito, se estima que el respeto al libre desarrollo de la personalidad, garantizado por el
artículo 10.1 de la Constitución, justifica reconocer mayor trascendencia a la voluntad de la persona cuando ya no desea seguir vinculado
con su cónyuge. Así, el ejercicio de su derecho a no continuar casado no puede hacerse depender de la demostración de la concurrencia
de causa alguna, pues la causa determinante no es más que el fin de esa voluntad expresada en su solicitud, ni, desde luego, de una previa
e ineludible situación de separación.”
68
En América Latina aunque con menor intensidad, también es posible verificar
una tendencia gradual hacia la eliminación de las causales subjetivas de
divorcio. El primer país latinoamericano en aprobar la disolución matrimonial
fue Uruguay en 1907, el cual se puede dar por mutuo consentimiento o por la
sola voluntad de la mujer85. Recientemente, la Ley 19.075 de 201386, que
modificó, entre otros, el artículo 187 del Código Civil, estableció la
posibilidad de solicitar el divorcio por voluntad de cualquiera de los cónyuges.
La disposición en cita reza como sigue: “en este caso el cónyuge solicitante
deberá comparecer personalmente ante el Juez Letrado de su domicilio, a
quien expondrá su deseo de disolver el matrimonio.”87
En Perú, el artículo 339 del Código Civil –modificado por la Ley 27495 de
2001-, introdujo la causal de divorcio por “imposibilidad de hacer vida
común” que puede ser invocada por cualquiera de los cónyuges mientras
subsistan los hechos que la motivan.
En los Estados Unidos Mexicanos desde el año 2008, han sido modificadas
varias legislaciones estatales88, de forma tal que progresivamente han sido
suprimidas las causales de divorcio. De los 32 Estados89 que conforman la
federación, a la fecha quince (15) han suprimido las causales taxativas
previstas en las normatividades estatales civiles y de familia y,
consecuentemente, han reglamentado la posibilidad de solicitar el divorcio sin
causal alguna, invocada por cualquiera de los cónyuges, esto es mediante la
sola manifestación de su voluntad. Esta medida ha correspondido a la
finalidad de dar mayor protección a la autonomía de la voluntad de los
contrayentes.
En ese mismo sentido, por medio de la Ley 870 del 24 de junio de 2014, se
expidió el Código de Familia de la República de Nicaragua 90, que en su
artículo 137, establece que el matrimonio “se disuelve: … c) Por voluntad de
uno de los cónyuges...”. Esta disposición, es desarrollada por el artículo 174
de la misma normatividad, la cual establece como requisito de la solicitud de
disolución la manifestación clara de “la voluntad de disolver el vínculo
matrimonial, sin dar razón alguna para ello”.
70
impiden solicitar de manera libre el divorcio meramente voluntario incausado
por cualquiera de los contrayentes.
Las nueve diversas causales de divorcio han sido clasificadas por la doctrina
con criterios prohijados por la jurisprudencia 94 en dos categorías diversas, a
saber: objetivas “relacionadas con la ruptura de los lazos afectivos que
motivan el matrimonio”95. Estas causales pueden ser invocadas en todo tiempo
por cualquiera de los cónyuges y el juez que conoce de la demanda no valora
la conducta alegada, sino que se limita a respetar la voluntad de los
contrayentes de disolver el vínculo matrimonial.96 A esta categoría pertenecen
las causales denominadas como “divorcio remedio”97 y que están previstas en
los numerales 6, 8 y 9 del artículo 154 del Código Civil.
93 La norma en cita dispone: “Artículo. 154.—Modificado. L. 1ª/76, art. 4º. Modification. L. 25/92, art. 6º. Son causales de divorcio:
1. Las relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges.
2. El grave e injustificado incumplimiento por parte de alguno de los cónyuges de los deberes que la ley les impone como tales y como
padres.
3. Los ultrajes, el trato cruel y los maltratamientos de obra.
4. La embriaguez habitual de uno de los cónyuges.
5. El uso habitual de sustancias alucinógenas o estupefacientes, salvo prescripción médica.
6. Toda enfermedad o anormalidad grave e incurable, física o síquica, de uno de los cónyuges, que ponga en peligro la salud mental o
física del otro cónyuge e imposibilite la comunidad matrimonial.
7. Toda conducta de uno de los cónyuges tendientes a corromper o pervertir al otro, a un descendiente, o a personas que estén a su
cuidado y convivan bajo el mismo techo.
8. La separación de cuerpos, judicial o de hecho, que haya perdurado por más de dos (2) años.
9. El consentimiento de ambos cónyuges manifestado ante juez competente y reconocido por éste mediante sentencia.”
94 En la sentencia C-1495 de 2000, la Corte precisó que las causales de divorcio, pueden ser subjetivas, cuando están relacionadas con
el incumplimiento de las obligaciones contractuales y, objetivas, que surgen como remedio a las situaciones vividas y con el ánimo de
evitar el desgaste emocional de la pareja y los hijos por las repercusiones que el divorcio contencioso implica: "Las causales subjetivas
conducen al llamado divorcio sanción porque el cónyuge inocente invoca la disolución del matrimonio como un castigo para el consorte
culpable, mientras que las causales objetivas llevan al divorcio como mejor remedio para las situaciones vividas."
95 Corte Constitucional, sentencia C-985 de 2010.
96 Es preciso anotar que a partir de la Ley 962 de 2005, también posible que el divorcio por mutuo acuerdo se lleve a cabo ante una
notaría mediante escritura pública. Esta posibilidad fue reglamentada por el Decreto 4436 de 2005.
97 Ver GARCÍA SARMIENTO, Eduardo. Elementos del derecho de familia. Bogotá: Editorial Facultad de Derecho, 1999.
71
Por su parte, las causales subjetivas están relacionadas con el incumplimiento
de los deberes conyugales y en cuya lógica sancionatoria sólo pueden ser
invocadas por el denominado cónyuge “inocente”, para, consecuentemente,
establecer la culpa del denominado cónyuge “culpable”, de acuerdo con lo
previsto en el artículo 15698 del Código Civil–. En estas causales el divorcio
opera a modo de censura y se le denomina “divorcio sanción”.99
Ahora bien, a pesar del contenido prescriptivo de las reglas sobre divorcio
previstas en la legislación civil, la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
valiéndose de los principios de la Carta Política de 1991, se ha pronunciado
sobre el alcance de las causales subjetivas, precisando que la dignidad humana
y el libre desarrollo de la personalidad constituyen criterios de interpretación
para determinar que no es admisible obligar a los cónyuges mantener el
vínculo matrimonial en contra de su voluntad.
100 Por la pertinencia de las consideraciones expuestas por la Corte, a continuación se transcriben in extenso: “Si bien el ordenamiento
jurídico reconoce al matrimonio la naturaleza jurídica de un acto convencional, de un contrato en los términos del citado artículo
113 del Código Civil, las especiales características de su principal consecuencia, la familia, impiden aplicar a esta modalidad de
acuerdo de voluntades en sus diversas etapas, los mismos criterios que se aplican dentro del régimen general de los actos jurídicos y
de los contratos en particular. Tampoco pueden predicarse a la responsabilidad que surge entre los cónyuges por efecto del
matrimonio los criterios determinantes de la misma en otra clase de relaciones jurídicas. Ello es particularmente evidente en materia
de culpa. Los componentes afectivos y emocionales que comprende la relación matrimonial impiden considerar el aparente descuido de
uno de los cónyuges ante faltas que el ordenamiento legal consagre como causales de divorcio y que cometa el otro, como un acto de
negligencia asimilable a la propia culpa como eximente de responsabilidad. Tampoco, por las mismas razones, puede atribuirse al
perdón dentro del matrimonio un efecto definitivo y fijo. E inclusive, el aparente consentimiento de uno de los integrantes de la pareja
ante una conducta impropia del otro, no puede verse como una manifestación de culpa o dolo que con el tiempo enerve la posibilidad del
cónyuge ofendido para solicitar el divorcio.
(…)
Para la Corte la dignidad humana, el principio del libre desarrollo de la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de la persona
de los cónyuges, constituyen criterios de interpretación suficientes para afirmar que no se les puede obligar a mantener el vínculo
matrimonial en contra de su voluntad e interés, por las mismas razones por las cuales resulta imposible coaccionarlos para que lo
contraigan, aunadas con el imperativo constitucional de propender por la armonía familiar, necesariamente resquebrajada cuando un
conflicto en la pareja conduce a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución.” (Subrayas y negrillas fuera del texto)
101 Sentencia C-660 de 2000:“… la norma parcialmente demandada, es inconstitucional porque ante la realidad de la ruptura
conyugal, el Legislador no puede imponer la indisolubilidad del vínculo matrimonial tal como se ha analizado (C.P., arts. 1º, 2º, 5º y
42, en consonancia con los artículos 93 y 94 ibidem), ni inmiscuirse en el fuero íntimo de los miembros de una pareja a través de la
valoración de los mecanismos que sus integrantes elijan conjunta o individualmente para la realización del amor conyugal, así ésta
no se consiga (C.P., arts. 15,16 y 18). Y, además, como de conformidad con los presupuestos constitucionales el Legislador no puede
negar a los cónyuges, ante una situación de fracaso, la reestabilización de sus vidas en todos los órdenes (C.P., arts. 1º, 2º, 5º y 42), la
expresión demandada es inconstitucional y así deberá declararse.” (Subrayas y negrillas fuera de texto)
102 “Para la Corte la dignidad humana, el principio del libre desarrollo de la personalidad y la inalienabilidad de los derechos de la
persona de los cónyuges, constituyen criterios de interpretación suficientes para afirmar que no se les puede obligar a mantener el
vínculo matrimonial en contra de su voluntad e interés, por las mismas razones por las cuales resulta imposible coaccionarlos para
que lo contraigan, aunadas con el imperativo constitucional de propender por la armonía familiar, necesariamente resquebrajada
cuando un conflicto en la pareja conduce a uno de sus integrantes, o a ambos, a invocar su disolución.
Además, los principios que antaño se expusieron a favor de la institución matrimonial y de los hijos menores para hacer del matrimonio
un estado inamovible, hoy no resultan válidos. No lo son en relación con la institución familiar porque, como se ha expuesto, ella
persigue la estabilidad del grupo familiar como presupuesto del sistema social y como lugar propicio para el desarrollo integral de los
hombres y mujeres que la integran, en todos los órdenes; de ahí que si el vínculo existente entre la pareja no garantiza sino que, por el
contrario, perturba la estabilidad familiar, desaparecen los intereses éticos, sociales y jurídicos que justifican su permanencia.”
(Subrayas y negrillas fuera de texto)
103 “Así las cosas, aunque el matrimonio es un contrato, porque resulta esencial el consentimiento de los contratantes para su
conformación, el incumplimiento de la obligación personalísima de entrega mutua, definitiva, personal y exclusiva, que los cónyuges
hacen de sí mismos, no puede estar sujeta a la coacción de los operadores jurídicos como lo está el cumplimiento de las obligaciones de
dar, hacer o no hacer. Lo anterior por cuanto respecto del cumplimiento de la obligación de convivir surge el deber ineludible del Estado
de respetar la dignidad humana de la pareja, circunstancia que excluye la posibilidad de intervenir para imponer la convivencia, así
exista vínculo matrimonial y tengan los cónyuges la obligación y el derecho a la entrega recíproca, incondicional y permanente, porque
el matrimonio es la unión de dos seres en procura de su propia realización, no el simple cumplimiento de un compromiso legal, de tal
suerte que, el Estado con el pretexto, loable por cierto, de conservar el vínculo matrimonial no puede irrespetar la dignidad de los
integrantes de la familia, sean culpables o inocentes, coaccionando una convivencia que no es querida -artículos 1, 2°, 5° y 42° C.P.-.
Ahora bien, si no es posible coaccionar la convivencia, aunque no se discute que quienes contraen matrimonio adquieren la obligación
de convivir, tampoco es dable mantener el vínculo cuando las circunstancias denotan un claro resquebrajamiento y ambos, o uno de los
cónyuges, así lo pide…”
73
Posteriormente, en Sentencia C-821 de 2005104, la Corte juzgó la
constitucionalidad del numeral 1º del artículo 6° de la Ley 25 de 1992,
modificatorio del numeral 1º del artículo 154 del Código Civil, reiterando la
diferencia entre las causales subjetivas y objetivas de divorcio. En lo
concerniente a las causales subjetivas de divorcio y su relación con el deber de
protección y promoción de la institución familiar, la Corte consideró que su
fundamento son los principios de dignidad humana, libre desarrollo de la
personalidad e inalienabilidad de los derechos de la persona reconocidos a la
pareja, los cuales impiden al Estado perpetuar el vínculo matrimonial
mediante coacción o la imposición jurídica de una convivencia que no es
deseada por los contrayentes105.
74
En lo atinente a la proporcionalidad estricta107, la Corte consideró que el
término de caducidad limitaba el derecho de los cónyuges al divorcio e
interpretaba el silencio de estos en una forma que no consulta su voluntad.
A partir de lo anterior, esta Corporación precisó que, si bien es cierto que el
ordenamiento prevé causales de divorcio objetivas que pueden ser alegadas
por cualquiera de los cónyuges en cualquier tiempo ante la jurisdicción, y por
mutuo acuerdo ante un notario, ninguno de estos mecanismos permite a uno
de los contrayentes solicitar de manera unilateral el divorcio, cuando
considera que el vínculo se ha roto y no quiere permanecer unido
jurídicamente al otro, cuestión que lo obliga a perpetuar la relación marital
contra su libertad108. Al decir muy bien expresado de Tennesse Williams: “Los
pájaros enjaulados se aceptan el uno al otro, pero lo que quieren es volar.”109
107 "(...) la medida es desproporcionada en estricto sentido, pues implica una limitación muy drástica de los derechos de los
cónyuges inocentes al libre desarrollo de la personalidad, a la dignidad en su faceta de autonomía, a elegir el estado civil, e incluso a
conformar una nueva familia.
En primer lugar, el establecimiento de un término de caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio con ocasión de las causales
subjetivas definidas en el artículo 154 del Código Civil, termina por anular el derecho de los cónyuges inocentes a solicitar el divorcio
una vez el término de caducidad ha vencido.”
(...)
En segundo lugar, uno de los elementos esenciales del matrimonio es la libre voluntad de los contrayentes. Por tanto, es la voluntad de
los contrayentes la que debe regir también su disolución. En consecuencia, el obligar a una persona a permanecer casada aún en
contra de su voluntad restringe de manera drástica sus derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad a la
dignidad en su faceta de autodeterminación."
108 Sobre este aspecto, la Corte se pronunció en los siguientes términos: “En efecto, para que un cónyuge pueda obtener el divorcio
después de que ha vencido el término de caducidad para alegar las causales subjetivas y sin tener que contar con el consentimiento del
otro –fundamento de la causal 9° y del divorcio notarial, la única salida que tiene es abandonar la residencia común y esperar dos
años para poder solicitar el divorcio con fundamento en la causal 8°. Mientras estos dos años transcurren, el cónyuge se ve obligado
en contra de su voluntad a mantener el vínculo jurídico –con las consecuencias personales y patrimoniales que el matrimonio
conlleva- y en detrimento de sus derechos a restablecer su vida familiar y al libre desarrollo de la personalidad.” (Subrayas fuera de
texto)
109 A street car named Desire. Penguin Books, 2011.
75
La demandante con base en los derechos fundamentales a la igualdad (art. 13
C.P.) y al libre desarrollo de la personalidad (art. 16 C.P.), propuso que se
declarara contraria a la Constitución la limitación contenida en el artículo 156
del Código Civil que restringe la legitimación por activa en la demanda de
divorcio al cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan,
cónyuge “inocente”.
A su vez, el artículo 154 del Código Civil, al cual la norma demandada remite,
establece (nueve) diversas causales, de las cuales conforme a lo indicado en
precedencia (seis) son subjetivas (1, 2, 3, 4, 5 y 7) y (tres) objetivas (6, 8 y 9).
Las causales subjetivas se refieren a situaciones en las que la solicitud de
divorcio tiene origen en el incumplimiento y, por ende la culpa de uno de los
cónyuges, las cuales se sintetizan de la siguiente manera: (1ª) referida a las
relaciones sexuales extramatrimoniales; (2ª) el grave e injustificado
incumplimiento de los deberes como padre de alguno de los cónyuges; (3ª)
maltrato por parte de uno de los cónyuges; (4ª) embriaguez habitual de uno de
110 La primera causal relativa a las relaciones sexuales extramaritales fue declarada exequible por la Corte Constitucional mediante la
Sentencia C-821 de 2005, pero en esa oportunidad la Sala Plena estudió cargos diversos a los propuestos por la demandante en el presente
juicio de constitucionalidad, razón por la cual la cosa juzgada constitucional relativa, no presta efectos en el caso bajo estudio. Las demás
causales subjetivas no han sido objeto de pronunciamiento por parte de esta Corporación.
76
los cónyuges; (5ª) uso habitual de estupefacientes de uno de los cónyuges; (7ª)
la conducta tendiente a corromper al otro por parte de uno de los cónyuges.
Para determinar si las diferencias de trato previstas en los artículos 154, 156,
162, 411.4, 1231 y 1685.2 del Código Civil, están justificadas, o por el
contrario, son violatorias del derecho a la igualdad, estas medidas legislativas
debieron examinarse a la luz el denominado test de razonabilidad en
intensidad estricta.
77
El artículo 156 del Código Civil establece una remisión a las causales
subjetivas de divorcio previstas en el artículo 154 de la misma normatividad,
limitando el acceso a esta únicamente al cónyuge “culpable”. En concordancia
con ello, el artículo 162 faculta al cónyuge “inocente” para que revoque las
donaciones efectuadas durante el matrimonio, bajo el criterio de la
culpabilidad, el artículo 411.4 fija la prestación alimentaria en función de esa
misma causa y los artículos 1231 y 1685.2 determinan las prestaciones de
porción conyugal y beneficio de competencia obligatoria también a partir de la
supuesta culpabilidad de uno de los cónyuges.
Las medidas en juicio consisten en: (i) la restricción del derecho a demandar
el divorcio por parte del cónyuge “culpable”, (ii) conforme a las causales
subjetivas en las que el elemento diferencial es la culpabilidad y de lo cual se
derivan consecuencias como, (iii) la fijación de la prestación alimentaria, (iv)
la revocación de las donaciones efectuadas durante el matrimonio, (v) la
78
pérdida del derecho a la porción conyugal y (vi) del beneficio de competencia
obligatoria.
1º- La idoneidad exige que las intervenciones del legislador sobre el ámbito de
los derechos fundamentales contribuyan a la obtención de los fines
constitucionales, y dentro de este raciocinio, el escrutinio consiste en
establecer si la medida adoptada por el legislador los cumple. Al respecto, la
Corte ha considerado que una medida es adecuada, “si su implementación
presta una contribución positiva en orden a alcanzar el fin propuesto, es
decir, la protección de los derechos fundamentales”114, lo que en este caso
podría cumplirse, bajo la lógica según la cual, se protege a la familia, al
impedirle a uno de los cónyuges solicitar el divorcio por incumplir los
términos del contrato matrimonial. Y, efectivamente, las normas en juicio, a
primera vista, preservan el matrimonio, toda vez que hacen dificultosa su
disolución, con lo cual, en principio logran el fin para el cual están
legislativamente previstas.
En este aspecto, se debe precisar que se trata de una norma del Código Civil
(art. 156 C.C.), la cual remite a las causales subjetivas de divorcio (art. 154
C.C.) y a la normas generales del matrimonio establecidas en el Código Civil
del año 1887 y a su norma modificatoria en 1976 116, es decir, a disposiciones
que en términos generales fueron promulgadas con uno y casi medio siglo de
diferencia a la entrada en vigencia y efectiva aplicación de la Carta Política de
1991 y, por lo tanto, se inscriben en el contexto indisoluble del concepto de
matrimonio, en el que las parejas de manera forzosa deben mantenerse unidas.
117 En la sentencia C-659 de 2016., la Corte Constitucional dijo que la proporcionalidad estricta “exige que los beneficios de adoptar
la medida excedan claramente las restricciones impuestas sobre los principios y valores constitucionales por la medida”.
80
con una perspectiva punitiva, como “culpable” e “inocente”, según el
cumplimiento o incumplimiento de los deberes maritales.
Como balance de lo antedicho, las expresiones demandadas, así como las que
debieron integrarse, parten de un tratamiento desigual frente a quienes son
iguales, porque en la filosofía que las inspiró y, consecuentemente estructuró,
hay un “culpable” y un “inocente”.
118 La norma en cita dispone: ARTICULO 42. (…) “Las formas del matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los deberes y
derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del vínculo, se rigen por la ley civil.”
81
ponderación demuestra que siendo adecuadas y necesarias, el sacrificio
contemplado por las disposiciones en juicio, se manifiesta en impedir que por
la decisión libre de uno de los cónyuges proceda el divorcio, cuestión que las
hace desproporcionadas en la relación de medio y fin.
Este juicio de igualdad que era imprescindible fue evadido por la Corte por
supuesta ineptitud sustantiva de la demanda, siendo que la accionante
argumentó todas las condiciones jurisprudenciales para su realización.
82
Tampoco comparto esta postura, pues es evidente que dichas causales
objetivas aunque no fueron parte del análisis de constitucionalidad, aun así
preservan una estructura restrictiva que en determinadas circunstancias
impiden la realización del libre desarrollo de la personalidad. En el caso de la
9ª causal, requiere el concurso de voluntades, mientras que la 8ª causal, el
paso de dos años como mínimo, cuestión que constituye un término durante el
cual uno de los cónyuges debe permanecer casado contra su voluntad.
La finalidad de incorporar estas causales objetivas que hoy en día hacen parte
de la normatividad civil, en su momento obedeció al propósito de contribuir a
remediar conflictos conyugales, dificultados por la aplicación de una
estructura legal exclusivamente regulada por causales subjetivas inspiradas en
la orientación canónica basada en la perpetuidad del vínculo matrimonial “lo
que Dios unió que no lo separe el hombre” (Mateo 19.6). Esto se verifica con
mucha claridad en la exposición de motivos que dio lugar a la expedición de la
Ley 25 de 1992 y en cuya ponencia para primer debate en Senado, en la parte
pertinente el legislador sostuvo:
“Somos conscientes desde luego que ese avance legislativo tiene que
hacerse teniendo en cuenta la realidad cultural del país, donde juegan
papel preponderante las creencias religiosas de las mayorías
colombianas. De allí que en lo atinente a las causales de divorcio
proponemos introducir algunas modificaciones que no pueden
considerarse, en manera alguna, revolucionarias; se trata,
simplemente, de atemperar la realidad colombiana (sic) las causales
que en la gran mayoría los países del mundo están hoy vigentes,
cabalmente porque la civilización así lo ha considerado”119.
119 Historia de las Leyes. Senado de la República, legislatura 1992. Tomo VI. pág. 42.
83
uno de los contrayentes y, en ese sentido, la ley no puede inmiscuirse en la
decisión libre de un cónyuge de divorciarse unilateralmente bajo criterios
obsoletos de incumplimiento o culpabilidad que son a todas luces
inconstitucionales. Es inconcebible que en el siglo XXI la función
jurisdiccional se estanque en la culpabilidad para la terminación del
matrimonio, siendo que en la práctica el vínculo de todos modos finaliza, sin
importar quien lo provoque.
84
particular, con respecto al matrimonio y sus instituciones accesorias, el
principio de la dignidad humana se despliega en la plena autonomía del
individuo para decidir acerca de si desea celebrar, preservar o dar por
terminado un vínculo marital solemne, cuyos propósitos son acompañarse,
socorrerse mutuamente y disfrutar de una asociación íntima, en el curso de la
existencia y conformar una familia.
126 ARTICULO 113. DEFINICION. El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una
mujer Expresión subrayada declarada Exequible mediante Sentencia de la corte Constitucional C-577
de 2011 se unen con el fin de vivir juntos, de procrear Expresión subrayada la Corte Constitucional se declara
INHIBIDA mediante Sentencia C-577 de 2011 y de auxiliarse mutuamente.
86
no puede desconocerse, ni dejarse sin efecto el contenido del mismo, salvo en
las circunstancias que la misma ley establezca. Frente a la aplicación estricta
del principio “pacta sunt servanda” cuya finalidad está dada por preservar la
seguridad jurídica, considero que esta previsión no puede leerse de manera
aislada a su complemento “rebus sic stantibus”, que supone, ante un cambio
de las circunstancias presentes en el momento de la celebración del contrato,
su modificación o disolución.
Este principio que permite denunciar un contrato lesivo para una de las partes
está reconocido como la teoría de la imprevisión, la cual busca evitar la ruina
económica del contratante, quien está unilateralmente facultado para convocar
al juez a fin de que este autorice su retiro. Si ello es posible para evitar la ruina
económica del contratante, mejores razones habría para impedir la ruina moral
de los seres humanos, de los hijos, o de la institución familiar, en un
matrimonio insostenible.
El divorcio tiene por objeto poner fin al vínculo matrimonial, pero no destruir
a la familia. Por esa razón, la existencia de las causales de divorcio, el
juzgamiento de la conducta de una de las partes a petición de la otra, o las
recíprocas acusaciones por faltas consideradas graves, generan un estado de
guerra que conduce a la destrucción del núcleo familiar. Es decir, el juicio de
divorcio contencioso mediante causales que develan cuestiones que atañen a la
intimidad de la pareja, genera unos efectos colaterales indeseados frente a los
demás miembros de la familia y respecto de ésta como sujeto de derechos, en
especial sobre la dignidad y la intimidad. Para la familia como sujeto de
derechos, llamada a subsistir más allá del divorcio, la falta cometida por el
cónyuge “culpable”, puede ser menos lesiva que la denuncia y propagación
que de ella se hace, pues nada permite avizorar que los hijos, por ejemplo,
tengan que compartir el juicio de culpabilidad hecho por uno de los padres.
Los hijos tienen una dimensión distinta de la solidaridad, la comprensión, el
respeto, el amor a los padres y lo que es más importante, del perdón. La
delación de las faltas de uno de los padres en el proceso judicial, coloca a los
hijos en la encrucijada moral indeseable de juzgar a sus padres.
De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 1056127 y 1196128 del Código Civil
las donaciones entre cónyuges son esencialmente revocables. Sin embargo, el
artículo 162 del Código Civil de manera especial
configura el régimen jurídico de la revocación de la donación por culpa de uno
de los cónyuges en remisión a las causales subjetivas. La figura de
la revocación de la donación por culpa no puede contemplarse de forma
aislada a las demás cuestiones relacionadas con el divorcio. En ese sentido, la
norma que debió integrarse al juicio de constitucionalidad, establece una
diferenciación de trato injustificada entre los cónyuges para que puedan
revocar las donaciones, la cual no tiene por fundamento la naturaleza de las
relaciones existentes entre estos, es decir, la familia. La revocación está
establecida en función de la culpa, cuestión que quebranta el derecho a la
igualdad de trato que el ordenamiento le provee a los contrayentes por virtud
del artículo 13 de la Carta Política.
La cláusula legal residente en esta previsión del artículo 162 del Código Civil
introduce en la institución matrimonial un aspecto crematístico que contraría
el derecho de libertad y se constituye en una afrenta a la dignidad humana.
Esta norma, y las demás de su estirpe crea una penosa especie de matrimonio
con cláusula penal, pues según el artículo 1592 del Código Civil “La cláusula
penal es aquella en que una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer algo en caso de
no ejecutar o retardar la obligación principal.”
127 La normativa dispone: “ARTICULO 1056. DONACIONES Y TESTAMENTO. Toda donación o promesa que no se haga
perfecta e irrevocable sino por la muerte del donante o promisor, es un testamento, y debe sujetarse a las mismas solemnidades que el
testamento. Exceptúanse las donaciones o promesas entre marido y mujer, las cuales, aunque revocables, podrán hacerse bajo la forma de
los contratos entre vivos.”
128 “ARTICULO 1196. DONACIONES REVOCABLES NULAS. Son nulas las donaciones revocables de personas que no pueden
testar o donar entre vivos.
Son nulas, así mismo, las entre personas que no pueden recibir asignaciones testamentarias o donaciones entre vivos una de otra.
Sin embargo, las donaciones entre cónyuges valen como donaciones revocables.”
88
gestos, sentimientos, afanes y desvelos que en la cotidianidad las parejas se
deben prodigar espontáneamente sin cálculo, ni medida. No se puede producir
el amor, ni evitar su muerte bajo la amenaza de daños económicos, ni retener a
la pareja conviniendo vejatorias cláusulas de estabilidad que hasta el derecho
del consumo reprime.
De esta manera, el precepto que debió ser integrado otorga la calidad de sujeto
pasivo de la obligación alimentaria al cónyuge en función de su culpa y,
consecuentemente, surge como sanción a la conducta que originó el
rompimiento del vínculo matrimonial, lo cual es a todas luces contrario los
cánones constitucionales de igualdad y libre desarrollo de la personalidad.
89
culpa, no depende del vínculo jurídico existente entre estos, sino de la
necesidad como criterio de determinación para su fijación130.
130 En palabras de la Corte: “El ámbito en el que se pueden materializar las acciones humanitarias con las que uno de los cónyuges
responde ante situaciones que ponen en peligro la vida digna del otro, no depende de la indisolubilidad del vínculo matrimonial, pues
aunque el hecho del divorcio pone fin al vínculo existente entre los esposos no extingue por completo las obligaciones definidas en la
ley” (subrayas fuera de texto)
131Acerca de la naturaleza jurídica del derecho a porción conyugal contemplado en nuestra ley civil, en Sentencia de 21 de octubre de
1954 (G.J. 2147, t. LXXVIII, pág. 903), dijo la Corte Sala de Casación Civil, en sentencia de 21 de marzo de 1969. : "La porción
conyugal es una prestación sui generis de carácter alimentario o indemnizatorio, establecido por la ley en favor del viudo o viuda que
carece de lo necesario para atender a su congrua subsistencia y que grava la sucesión del cónyuge premuerto'' (C.C., arts. 1016, num. 5º
y 1230). La institución jurídica de la porción conyugal, concebida por Dr. Andrés Bello y consagrada en el código chileno, es
considerada como una consecuencia del contrato matrimonial que impone el deber de auxilio mutuo entre los cónyuges (C.C., arts. 113
y 176). El legislador se preocupó por la suerte material de los cónyuges no sólo durante la vida de estos, sino cuando por la muerte de
uno de ellos, disuelta la sociedad conyugal, se hace más precaria la condición del sobreviviente, pudiendo carecer de los medios
económicos suficientes para conservar la situación de que había venido disfrutando. El legislador, previendo este evento y considerando
los principios fundamentales de la institución matrimonial, quiso prolongar los efectos tutelares de ella más allá de la vida de los
contrayentes.
Por esto, reconoció al cónyuge sobreviviente el derecho a percibir una parte del patrimonio del cónyuge finado para asegurar
adecuadamente en lo posible la subsistencia y bienestar de aquél. En rigor de verdad, lo que el cónyuge sobreviviente recibe por porción
conyugal no es a título de heredero. Su condición jurídica es diversa de la de éste. La porción no es asignación hereditaria, sino una
especie de crédito a cargo de la sucesión, la cual se deduce como baja general del acervo bruto herencial en todos los órdenes de
sucesión menos en el de los descendientes legítimos (Código Civil, art. 1016, ord. 5)".
132 Sobre la porción conyugal, cabe recordar que en sentencia C-283 de 2011 la Corte Constitucional declaro la exequibilidad
condicionada de este artículo en el entendido que a la porción conyugal de igual manera tienen derecho el compañero o compañera
permanente y la pareja del mismo sexo, entonces a los compañeros permanentes también se les aplica el artículo 1231 mencionado.
133 La normativa establece: “ARTICULO 1236. MONTO DE LA PORCIÓN CONYUGAL. La porción conyugal es la cuarta parte
de los bienes de la persona difunta, en todos los órdenes de sucesión, menos en el de los descendientes legítimos.
Habiendo tales descendientes, el viudo o viuda será contado entre los hijos, y recibirá como porción conyugal la legítima rigurosa de un
hijo.”
90
Y es precisamente por ello que la expresión “a menos que por culpa suya
haya dado ocasión al divorcio” del artículo 1231 del Código Civil debió
integrarse al juicio de constitucionalidad y, consecuentemente, declararse
inconstitucional.
De allí que la expresión “no estando divorciado por su culpa” del artículo
1685.2 del Código Civil, también debió integrarse y declararse inexequible
por esta honorable Corte.
134 “[b]eneficio de competencia es el que se concede a ciertos deudores para no ser obligados a pagar más de lo que buenamente
puedan, dejándoseles, en consecuencia, lo indispensable para una modesta subsistencia, según su clase y circunstancias, y con cargo de
devolución, cuando mejoren de fortuna.”
91
Congreso de la República para que regule la pretensión de divorcio unilateral
y las consecuencias que de ello se derivan.
135 La norma establece: “Artículo 388. Divorcio. En el proceso de divorcio y de cesación de efectos civiles de matrimonio religioso
son partes únicamente los cónyuges, pero si estos fueren menores de edad, podrán también intervenir sus padres. El Ministerio Público
será citado en interés de los hijos y se observarán las siguientes reglas:
1. El juez declarará terminado el proceso por desistimiento presentado por los cónyuges o sus apoderados. Si se hiciere durante la
audiencia, bastará la manifestación verbal de ambos.
2. Copia de la sentencia que decrete el divorcio se enviará al respectivo funcionario del estado civil para su inscripción en el folio de
matrimonio y en el de nacimiento de cada uno de los cónyuges.
El Juez dictará sentencia de plano si las partes llegaren a un acuerdo, siempre que este se encuentre ajustado al derecho sustancial.
3. La muerte de uno de los cónyuges o la reconciliación ocurridas durante el proceso, ponen fin a este. El divorcio podrá ser demandado
nuevamente por causa que sobrevenga a la reconciliación.
Parágrafo. A los procesos de separación de cuerpos de matrimonio civil o religioso se aplicarán, en lo pertinente, las normas del presente
artículo.
Después de ejecutoriada la sentencia, si los cónyuges de común acuerdo solicitan que se ponga fin a la separación, el juez de plano
dictará la sentencia respectiva.”
136 La norma dispone: “Artículo 389. Contenido de la sentencia de nulidad o de divorcio. La sentencia que decrete la nulidad del
matrimonio civil, el divorcio o la cesación de efectos civiles de matrimonio católico dispondrá:
1. A quién corresponde el cuidado de los hijos.
2. La proporción en que los cónyuges deben contribuir a los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos comunes, de
acuerdo con lo dispuesto en los incisos segundo y tercero del artículo 257 del Código Civil.
3. El monto de la pensión alimentaria que uno de los cónyuges deba al otro, si fuere el caso.
4. A quién corresponde la patria potestad sobre los hijos no emancipados, cuando la causa del divorcio determine suspensión o pérdida de
la misma, o si los hijos deben quedar bajo guarda.
5. La condena al pago de los perjuicios a cargo del cónyuge que por su culpa hubiere dado lugar a la nulidad del vínculo, a favor del otro,
si este lo hubiere solicitado.
6. El envío de copia de las piezas conducentes del proceso a la autoridad competente, para que investigue los delitos que hayan podido
cometerse por los cónyuges o por terceros al celebrarse el matrimonio, si antes no lo hubiere ordenado.”
137 El tenor de la norma es el siguiente: “ARTÍCULO 444. Divorcio. En el proceso de divorcio se observarán las siguientes reglas:
1. Simultáneamente con la admisión de la demanda o antes, si hubiere urgencia, el juez podrá decretar las siguientes medidas:
a) Autorizar la residencia separada de los cónyuges, y si éstos fueren menores, disponer el depósito en casa de sus padres o de sus
parientes más próximos o en la de un tercero, cuando el juez lo considere conveniente;
b) Poner a los hijos al cuidado de uno de los cónyuges o de ambos, o de un tercero, según lo crea más conveniente para su protección;
c) Señalar la cantidad con que cada cónyuge deba contribuir, según su capacidad económica, para gastos de habitación y sostenimiento
del otro cónyuge y de los hijos comunes, y la educación de éstos;
d) Decretar, en caso de que la mujer esté embarazada, las medidas previstas por la ley para evitar suposición de parto, si el marido las
solicitare, y
e) Decretar, a petición de parte, las medidas cautelares autorizadas en el ordinal primero del artículo 691 sobre los bienes sociales y los
propios, con el fin de garantizar el pago de alimentos a que el cónyuge y los hijos tuvieren derecho, si fuere el caso.
2. En lo pertinente, se aplicará lo dispuesto en el artículo 442, sin perjuicio de que el juez oiga a los hijos.
3. El juez declarará terminado el proceso por desistimiento presentado por los cónyuges o sus apoderados. Si se hiciere durante la
audiencia, bastará la manifestación verbal de ambos.
4. El juez, en la sentencia que decrete el divorcio, decidirá:
a) Si el cuidado de los hijos corresponde a uno de los cónyuges, o a ambos, o a otra persona, atendiendo a su edad, sexo y la causa
probada del divorcio;
b) A quién corresponde la patria potestad sobre los hijos no emancipados, en los casos en que la causa probada del divorcio determine
suspensión o pérdida de la misma, o si los hijos deben quedar bajo guarda;
c) La proporción en que los cónyuges deben contribuir a los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos comunes, de
acuerdo con lo dispuesto en los incisos segundo y tercero del artículo 257 del Código Civil, y
d) El monto de la pensión alimentaria que uno de los cónyuges deba al otro, si fuere el caso.
5. Copia de la sentencia que decrete el divorcio se enviará al respectivo funcionario del Estado Civil, para su inscripción en el folio de
matrimonio y en el de nacimiento de cada uno de los cónyuges.
Parágrafo1º A los procesos de separación de cuerpos de matrimonios civiles y canónicos se aplicarán, en lo pertinente, las normas del
presente artículo.
Parágrafo. 2º Después de ejecutoriada la sentencia, si los cónyuges de común acuerdo solicitan que se ponga fin a la separación, el juez
de plano dictará la sentencia respectiva.
Parágrafo. 3º Si se trata de matrimonio católico, se aplicará lo dispuesto en el inciso segundo del artículo IX del Concordato. En este
caso, el juez que conozca del proceso oficiará al ordinario respectivo para los fines previstos en aquél.
Parágrafo. 4º El juez no podrá decretar el divorcio dentro de un proceso iniciado para obtener la separación de cuerpos, a menos que en
oportunidad se haya reformado la demanda; pero podrá decretar la separación de cuerpos si ésta hubiere sido solicitada subsidiariamente,
en un proceso iniciado para obtener el divorcio.
92
se hablaba de “causa probada del divorcio”, el artículo 389 del C.G.P.
establece los requisitos de la sentencia de divorcio, sin especificar causales,
unilateralidad o bilateralidad en la causa.
Conclusión
93
recíprocos a los cónyuges, es decir, es “es un acto constitutivo de familia
que genera deberes en cabeza de los cónyuges”. Ello es así en tanto el
artículo 113 del Código Civil dota de naturaleza contractual al
matrimonio, asignándole un alcance bilateral habida cuenta que los
consortes acuden a él de forma libre y se unen por mutuo consentimiento
con la finalidad de vivir juntos, procrear y auxiliarse. A partir de la
definición dada por la ley, la doctrina sostiene que el matrimonio se
caracteriza por ser un contrato: bilateral, porque una vez celebrado se
constituye en fuente de derechos y obligaciones recíprocas entre los
esposos, solemne, pues para su validez requiere el cumplimiento de
ciertas y precisas formalidades especiales, puro y simple, ya que los
derechos y obligaciones que surgen del mismo no pueden someterse a
plazo o condición, de tracto sucesivo, por cuanto sus obligaciones se
deben cumplir mientras perdure el matrimonio, y finalmente, en la
actualidad, el entendimiento igualitario constitucional permite advertir
que el matrimonio tiene una condición de diversidad en sus
contrayentes. De acuerdo pues con su régimen jurídico especial, el
contrato matrimonial produce dos tipos de efectos: (i) los efectos de
orden personal, que tienen que ver con los derechos y obligaciones que
surgen entre los cónyuges y en relación con los hijos; y, (ii) los efectos de
orden patrimonial, consecuencia de la existencia de la sociedad
conyugal o comunidad de bienes que se forma con ocasión del
matrimonio.” (Sentencia C-394 de 2017 Subrayas y negrillas fuera de
texto)
Prefirió la Corporación eludir todo examen material del problema jurídico que
este asunto entraña; pero, a mi juicio no estará lejos el día en que este tribunal
constitucional reconozca que esta obsoleta legislación basada en un
tratamiento diferencial de culpabilidad, contraría los derechos fundamentales
y los postulados esenciales de un Estado Social de Derecho fundado en el
respeto de la dignidad humana.
(…)
95
CIRUJANO.- ¿Qué más pruebas, sino que yo no quiero morir con
ella, ni ella gusta de vivir conmigo?”
Fecha ut supra,
96