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Los riesgos de comer un entrecot a la


semana
GRACIA PABLOS 24 ABR. 2019 | 02:19

LUIS PAREJO

Ingerir 76 gramos de carne al día, o un entrecot de medio kilo semanal, aumenta el riesgo de sufrir un tumor en el intestino,

según la Universidad de Oxford
¿Significa eso que debamos dejar de comer carne roja ? La respuesta es contundente: no, pero sí reducir notablemente su

consumo

Durante siglos, fue sinónimo de buena alimentación. Lo más deseado en cualquier menú. Un paradigma de
estatus y la esencia de opíparos banquetes que sólo unos pocos podían permitirse. Sin embargo, en los
últimos años la carne roja ha perdido gran parte de ese esplendor.

La asociación de su consumo en grandes cantidades con un mayor riesgo de padecer enfermedades como las
cardiovasculares o el cáncer ha puesto en la picota a este alimento que acompaña a la humanidad desde sus
primeros días.

Hace pocos días, de hecho, un nuevo estudio de la Universidad de Oxford ha ratificado este lazo que une a la
carne roja y/o procesada -aunque sea en pequeñas cantidades- con la aparición de tumores.
Según sus datos, tomar unos 76 gramos al día -un filete finito de ternera- aumenta significativamente las
posibilidades de desarrollar un
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"Nuestros resultados sugieren que las personas que toman carne roja y procesada
[https://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/03/06/nutricion/1362570002.html] cuatro o más veces a la
semana tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de colon que quienes lo hacen menos de dos veces a la
semana", señaló Tim Key, líder de la investigación y director de la Unidad de Epidemiología del Cáncer de la
citada universidad británica.

¿Significa eso que debamos eliminar la carne roja de nuestra dieta? La respuesta es contundente: no. Lo que sí
debemos hacer, coinciden los expertos consultados, es moderar (y mucho) el consumo habitual. Porque el
problema, subrayan, está en la dosis, no en la composición del producto.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda, de hecho, el consumo de


carne roja como parte de una dieta variada, por sus beneficios para salud que aporta, como las proteínas de
alto valor biológico o micronutrientes entre los que se incluyen las vitaminas del complejo B, hierro, potasio,
fósforo y zinc.

"Los alimentos de origen animal, como las carnes, el pescado, los huevos o la leche son los que tienen
proteínas de mayor calidad", coincide la doctora Marisa Calle, profesora titular de Medicina Preventiva y Salud
Pública de la Universidad Complutense-."Son las proteínas más fáciles de absorber y digerir, y que contienen
todo lo que llamamos aminoácidos esenciales, que es la parte de la proteína que nuestro cuerpo no puede
fabricar".

Sin embargo, esto tampoco significa que sean totalmente imprescindibles, matiza Calle: "Los vegetarianos
viven muy bien sin carne, no pasa absolutamente nada. Las legumbres y los cereales tienen proteínas y
comiendo ambos se obtienen los aminoácidos esenciales. Por tanto, los vegetarianos en principio no tienen
por qué tener ningún déficit, salvo en el caso de la vitamina B12, ya que ésta solo se encuentra en productos de
origen animal".

La carne roja se colocó en el ojo del huracán de la opinión pública en 2015, cuando el Centro Internacional de
Investigaciones sobre el Cáncer (IARC por sus siglas en inglés, clasificó su consumo como 'probablemente
carcinógeno' . Esto hizo que muchas personas se plantearan eliminar por completo solomillos, chuletones y
filetes de su alimentación.

Además, en la misma época, otros trabajos señalaron un nuevo factor de riesgo cardiovascular ligado a la
carne roja, lo que acabó de apuntalar la asociación entre carne roja y riesgo para la salud.

Tradicionalmente se habían señalado a las grasas saturadas como las responsables de que carne roja y
corazón no se llevaran bien, pero estas nuevas investigaciones señalaron un nuevo factor, la trimetilamina, un
metabolito producido a partir de la colina (presente en legumbres, huevos, verduras y carne) y la carnitina
(fundamentalmente presente en la carne).

El biólogo molecular Stanley Hazen estudió su presencia en el organismo tras someter a los participantes del
ensayo a diferentes dietas basadas en carnes rojas, blancas o la total ausencia de carne. Su conclusión fue que
una alimentación a base de carne roja provocaba una mayor cantidad de trimetilamina en sangre, generada
durante el proceso de fermentación bacteriana, y cuya presencia, según estudios previos, se considera una
forma de predecir problemas cardiovasculares.

En conjunto, ambas investigaciones llevaron a muchos a cuestionar la idoneidad de incluir a la carne en su


alimentación. Sin embargo, para Calle y Calvo esta medida no está justificada. "Recomendar la eliminación de
cualquier componente de la dieta desde el punto de vista de la prevención de tumores u otras enfermedades
carece de base científica", señala Calvo. "Lo que hay que controlar es el exceso", subrayan.

El problema, reconocen, es que no se ha podido determinar qué cantidad se considera un consumo 'seguro'.
La IARC determina el consumo excesivo en una ingesta de más de 200 gramos diarios, pero otros organismos,
como el Servicio Nacional de Salud británico (NHS), que habla de un límite de 500 gramos semanales, rebajan
la cifra mucho más.
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En general, ambas especialistas recomiendan una ingesta correspondiente con la dieta mediterránea, basada
en el consumo de productos frescos y de temporada, con abundancia de alimentos vegetales, pescado,
productos lácteos sin azúcar y un consumo moderado de huevos y carnes rojas. La ternera, el cerdo y el
cordero no deberían formar parte del menú de todos los días, apuntan. Más bien deberían reservarse para días
puntuales u ocasiones especiales, como se hacía antes.Y en el caso de las carnes procesadas, subrayan, la
moderación ha de ser aún mayor.

Se considera carne procesada a toda aquella carne que ha sido sometida a un proceso de transformación:
un curado, un salazón, una fermentación, un ahumado... Un método para que el alimento tenga mejor sabor y,
sobre todo, se prolongue su vida útil, se conserve durante más tiempo. "En la fermentación", explica la
profesora de Medicina Preventiva Marisa Calle, "se produce una transformación por parte de las bacterias
presentes en el alimento de unos nutrientes en otros. Y eso desde hace muchos años se sabe que está
relacionado con enfermedades crónicas, fundamentalmente el cáncer pero también cardiovasculares."

Las evidencias científicas que señalan los perjuicios de este tipo de cáncer son muy robustas -existen pruebas
convincentes de su relación con el cáncer colorrectal, sobre todo-, por lo que los expertos advierten de que este
tipo de productos sólo debería consumirse de forma ocasional, una vez al mes como mucho. Los españoles, en
cambio, tomamos nada menos que entre 220 y 300 gramos semanales.
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Según datos de la Organización Mundial de la Salud, hasta 34.000 muertes anuales en el mundo podrían
atribuirse a las dietas con un alto contenido en carne procesada.

Desde la Asociación Nacional de Industria de la Carne en España señalan que los informes que han levantado
la polémica sobre estos productos han dejado de lado aspectos importantes, como la diferenciación entre
tipos de carnes, piezas, razas o la enorme variedad de elaborados cárnicos que se producen, por lo que no
pueden considerarse concluyentes.

De cualquier manera, lo que es constatable es que el consumo de carne ha descendido en los últimos 10
años, tanto en nuestro país como en la Unión Europea. Los españoles, de hecho, consumieron en 2017 cuatro
kilos menos de carne en comparación con las cifras de 2013 ( De 50,6 kilos por habitante al año se ha pasado a
46,6 kg, según datos del Ministerio de Agricultura), si bien el 80% de esa carne es roja o procesada, la menos
recomendable.
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Gran parte de ese descenso se atribuye a la crisis económica, que obligó a muchas familias a renunciar a
productos de precio elevado, como la carne y a sustituirlas por alternativas que repercutieran menos en su
capacidad adquisitiva.

Pero, por otra parte, el descenso en el consumo de carne también ha coincidido con una mayor preocupación
global por el impacto que nuestra forma de alimentarnos tiene en el medio ambiente. Según datos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se necesitan unos 15.000
litros de agua para producir un solo kilo de carne.

Ya sea por su propia salud, la de su bolsillo o la del planeta, cada vez más personas están diciendo adiós a los
filetes.

*Con información de Cristina G. Lucio

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93 COMENTARIOS

imago
24/04/2019 06:36 horas #2
Espero que gente como el autor de este insentato árticulo, deje de comprar carne. Yo seguiré
disfrutando de un buen chuletón periódicamente.

Ver 93 comentarios

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