Professional Documents
Culture Documents
Introducción
La ciencia de sistemas representa los estados fisiológicos del ser humano en un contexto
dinámico en el que existe la cuenca del atractor, que simboliza una situación o condición
saludable, susceptible de ser modificada, de manera aleatoria, por agentes estresores
(alteraciones intrínsecas o extrínsecas [factores ambientales]).
Los estresores ambientales significativos pueden provocar, en las personas con escasa
resiliencia, el desplazamiento del atractor, que implica la estabilidad psicológica, a un
estado en el cual el atractor representa una condición anómala, como el trastorno por estrés
postraumático (TEPT).
Dicha modificación comprende una menor capacidad para volver al estado saludable y
mayor sensibilidad a un nuevo agente estresor debido a que el sistema se ha desplazado a
una posición cercana a la cuenca de un atractor que implica condiciones anómalas o
presenta una cuenca del atractor (estabilidad fisiológica y psicológica) reducida.
Por su parte, el estrés de baja intensidad induce conductas necesarias o beneficiosas para
la vida del ser humano, como la búsqueda de alimento en respuesta al apetito o las
alteraciones ambientales que interpelan los procesos cognitivos a largo plazo.
Los estresores producen cambios de estados en el sistema que deben ser regulados de
manera activa y restringidos en sus efectos (concepto de homeostasis) por medio de la
activación de diversos mecanismos que aseguran la preservación de su funcionamiento.
A su vez, el efecto del estresor en el organismo, a corto plazo (estrés agudo), puede
corroborarse mediante la detección de glucocorticoides (cortisol libre), ACTH y factor
liberador de corticotropina, o de cambios en los procesos regulados por el SNA, como la
frecuencia respiratoria y cardíaca, la variabilidad de la frecuencia cardíaca, la actividad
electrodérmica, la temperatura y la presión arterial.
Estos cambios regulados por el SNA pueden ocurrir en respuesta al estrés crónico, como
también la liberación de cortisol al despertar y la oscilación en la concentración de distintos
mensajeros químicos.
Por otra parte, la respuesta al estrés de los diferentes sistemas es secuencial; el SNA
permite una preparación rápida del organismo ante situaciones adversas, que en los
animales representa la reacción de pelea o huida, y requiere la liberación de catecolaminas
(adrenalina y noradrenalina) y el aumento de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial y
de la actividad electrodérmica.
Así, en escasos segundos el SNA activa los mecanismos necesarios para asegurar la
disponibilidad de nutrientes y energía en el organismo, y también la activación del estado
de alerta mediante la acción de la noradrenalina en el cerebro.
En una segunda instancia, se activa el eje HHS, lo que redunda en la secreción de cortisol,
cuya concentración máxima se detecta luego de 15 a 30 minutos de percibir el estímulo
estresante. Esta hormona modula la respuesta del cerebro al interaccionar con sus
receptores en diversas estructuras (neocorteza, núcleo paraventricular del hipotálamo,
hipófisis y cerebelo).
Así, los factores estresantes pueden provocar cambios funcionales en el organismo que
aumentan la resiliencia, es decir, la capacidad de sobreponerse a situaciones adversas y
volver al estado de equilibrio.
Conclusión
Los estresores ambientales que provocan alteraciones en los sistemas del organismo de
manera sostenida, como sucede en el estrés crónico, determinan cambios funcionales
(conductuales y fisiológicos) que redundan en un aumento de la resiliencia, la adaptación y
la sensibilidad a nuevos factores estresantes, o el establecimiento de un estado anómalo
(trastornos psiquiátricos).