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Movimiento campesino Laura

Por el hecho de que buena parte de la población indígena sigue ligada al trabajo de la tierra, y por
el hecho de que gran parte de esa población lucha por su derecho a la tierra, el movimiento
campesino se relaciona frecuentemente con el movimiento indígena, aun cuando aquél esté
compuesto también por un contingente importante de población ladina y mestiza. De suerte que el
estudio de ambos movimientos se ligue frecuentemente tanto en sus procesos como en sus
objetivos de lucha. Sin embargo, el movimiento campesino, cuya historia moderna empieza con la
Revolución democrática del 20 de octubre de 1944, se ha centrado fundamentalmente en la lucha
por la tierra, el pago de mejores salarios y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo
de los colonos y obreros agrícolas de las plantaciones bananeras, cafetaleras, cañeras —después
de la firma de la paz las demandas de este movimiento se ampliaron al desarrollo rural y la
seguridad alimentaria.

El movimiento campesino, como el movimiento sindical y popular, se inscribe en una tradición de


lucha fuertemente arraigada en las luchas sociales de la revolución democrática y fuertemente
reprimida por los gobiernos que, desde 1954, implementaron una política contrarrevolucionaria
abiertamente anticampesina. De modo que para comprender la situación actual de este
movimiento debemos también tomar en cuenta su historia reciente, la especificidad de la estructura
agraria y del sistema capitalista neoliberal en el cual desarrolla su lucha.

Después del período de represión, radicalización y consecuente desarticulación del movimiento


campesino liderado en los años de la guerra por el Comité de Unidad Campesina (CUC), el
movimiento campesino contemporáneo también está sujeto a procesos de recomposición de sus
organizaciones, los cuales se desarrollan en medio de un contexto de postguerra aparentemente
favorable para éstas y en medio de un contexto económico y político que condiciona tanto su
identidad como sus objetivos.

Así, las expectativas creadas en la sociedad por la firma del Acuerdo sobre Aspectos
Socioeconómicos y Situación Agraria, se fueron desvaneciendo poco a poco en la medida en que
sus proyectos 1) no se realizaron (ante la falta de voluntad política de los gobiernos de turno y el
bloqueo de los terratenientes); 2) su realización sólo fue un paliativo para los problemas de una
reducida minoría de campesinos (mercado de tierras, arrendamiento de tierras, microcréditos,
compra de fertilizantes baratos); y 3) su realización favoreció especialmente a los terratenientes
(legalización de los excesos de tierra a través del catastro, seguridad jurídica, venta de tierras no
agrícolas o agotadas en el mercado de tierras).

Aunque uno podría argumentar que hubo “avances” y que éstos significaron un adelanto en la
solución de la problemática agraria, los resultados obtenidos hasta ahora demuestran que ellos
sirvieron más bien para consolidar el modelo agrario neoliberal pregonado por el Banco
Mundial.[15] Hoy, doce años después de la signatura del Acuerdo de Paz Firma y Duradera, y no

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OBRERO-CAMPESINO laura

El movimiento obrero en Guatemala dio un salto cualitativo a principios de la década de 1920, y su


acción reivindicativa se orientó desde el comienzo hacia la lucha por obtener participación en las
ganancias de las empresas -a través del mejoramiento de los salarios y de las prestaciones
sociales-, y el derecho a organizarse en sindicatos reconocidos legalmente. Esto es lo que
caracteriza principalmente los conflictos laborales que se sucedieron en esta década a partir del
triunfo de la insurrección unionista contra la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, en abril de
1920. La política de los gobiernos posteriores de los generales José María Orellana (1921-1926) y
Lázaro Chacón (1926-1930) no sólo puso en evidencia la tendencia conservadora de los regímenes
liberales en esta materia, sino que testimonió también el fracaso del movimiento sindical
guatemalteco por alcanzar sus metas durante este período. En este contexto resulta relevante la
constitución del Partido Comunista de Guatemala y del Partido Comunista de Centro América,
tanto por su composición social como por su temprana emergencia en el escenario continenta

La reivindicación más frecuente y conflictiva fue la insistencia de los trabajadores para que sus
sindicatos fuesen reconocidos por los empresarios, lo que podía permitir el primer paso hacia una
autonomía de la naciente clase obrera frente al poder central. Al producirse la huelga ferroviaria
de mayo de 1920, en la que la recién constituida Unión Ferrocarrilera exigía ser reconocida por la
International Railway of Central América -IRCA- como representante de sus empleados, el
Patronazgo y el Gobierno comprendieron el doble peligro que tal acción entrañaba para sus
intereses. Así, el carácter público del servicio ferrocarrilero fue el pretexto gubernamental para
decretar que toda huelga obrera que implicase una amenaza a los intereses del Estado sería
sistemáticamente reprimida. A su vez, esto dio la excusa a los patronos para recurrir al Ejército
ante cada amenaza de paro obrero. En el fondo, el meollo de tal situación era el derecho exigido
por los trabajadores para organizarse por sí mismos

La unidad alcanzada en la coyuntura de 1920 por los trabajadores en torno a la Liga Obrera,
durante los seis meses que precedieron a la caída del presidente Estrada Cabrera, se deterioró
rápidamente a partir del inicio del gobierno del Partido Unionista, encabezado por el presidente
Carlos Herrera. LaLiga Obrera no había sido sino la unión coyuntural de una serie de
organizaciones mutualistas frente al estradacabrerismo, en un momento en que el sector
conservador de la oligarquía guatemalteca y una parte del sector liberal de la misma estaban
dispuestos a poner fin a veintidós años de dictadura personalizada. Fue así que, a partir del
acuerdo logrado entre conservadores y liberales después de la renuncia de Estrada Cabrera, las
organizaciones obreras se vieron jaloneadas por la lucha en la correlación de fuerzas establecida al
interior de la oligarquía guatemalteca

Dentro de esa fragmentación del naciente movimiento obrero surgió Unificación Obrera, bajo la
presidencia del maestro hojalatero Alfredo Estrada Mendoza, ex miembro de la Liga Obrera y uno
de los firmantes del“Acta de los Tres Dobleces”,que había dado nacimiento al Partido Unionista en
diciembre de 1919. En sus estatutos, Unificación Obrera reclamaba, de conformidad con la ley, el
derecho a 2“inmiscuirse en la política interior del país cuando los intereses que def iende lo

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Laura

requieren”. Dicha posición era novedosa en Guatemala, pues durante los veintidós años de
estradacabrerismo las mutualidades habían estado obligadas por el poder central a una actividad
apolítica por parte del poder central.

La segunda reunión de Unificación Obrera se celebró el 27 de abril de 1920, en el teatro Nueva


York. Lo más relevante de ella fue el ataque que el estudiante salvadoreño Ricardo Chamorro
lanzó contra el Partido Unionista a tan sólo quince días de su triunfo político, haciendo un llamado
a los obreros en pro de su autodeterminación. Chamorro, quien se había distinguido como jefe
militar de lasmilicias obreras durante la “semana trágica” del 7 al 14 de abril, comenzaba asacar
conclusiones en torno a la traición del Partido Unionista ante su aliado frente la dictadura, la Liga
Obrera. En efecto, el día 14 de abril, conociendo la decisión de Estrada Cabrera de renunciar, los
unionistas habían empezado a desarmar a las milicias de la Liga Obrera y habían bloqueado la
publicación del manifiesto de Silverio Ortiz, máximo líder de ésta, dirigido a los obreros y
campesinos para que no entregasen las armas hasta haber obtenido satisfacción de sus demandas
por parte del Partido Unionista. El 30 de ese mes, Ricardo Chamorro fue expulsado de Unificación
Obrera, concretizando las presiones que ejercían los unionistas sobre las organizaciones obreras.

En cuanto a los obreros, éstos habían descubierto la huelga como mecanismo reivindicativo de sus
derechos económicos y políticos. Como ya se ha dicho, a la cabeza de su acción se encontraban los
ferrocarrileros que trabajaban para la IRCA, subsidiaria de la United Fruit Company -UFCO-. De
esta forma, a la huelga por mejoras salariales de mayo de 1920 siguió otra a principios de 1921, la
que finalizó el 22 de abril de ese año con la firma de un acuerdo entre el gerente general de la
IRCA, Alfred Clark y los representantes de la Unión Ferrocarrilera. En el acuerdo, la empresa
norteamericana hacía constar que el suscribirlo no implicaba el reconocimiento del sindicato
ferrocarrilero como persona jurídica, pero en la práctica fue el primer triunfo obrero en materia de
contratos colectivos.

El movimiento de protesta obrera surgido a raíz de la caída de la dictadura se extendió a los


trabajadores del banano y a los estibadores (“mueleros”) de Puerto Barrios, quienes iniciaron una
huelga en búsqueda de mejoras salariales. A éstos se unieron los trabajadores de la planta
eléctrica y del hospital de Quiriguá, pertenecientes también a la UFCO. Después de amenazar con
sabotajes si sus reivindicaciones no eran satisfechas, los trabajadores del enclave bananero
obtuvieron un aumento salarial. No obstante, el Gobierno envió por primera vez tropas con el
objeto de preservar el orden en las tierras de la compañía norteamericana. Esta medida se
volvería cotidiana en el futuro. Por su parte, los trabajadores de la Cervecería Centroamericana, S.
A., de los Hermanos Castillo, pidieron un aumento de diez pesos por cabeza y la regulación de las
ocho horas de trabajo, en junio de ese año de 1920.

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Dora

Y, en octubre, los telegrafistas de las ciudades de Guatemala y Quetzaltenango declararon la


huelga con el mismo objetivo. Esta última terminó bruscamente con el despido de varios
dirigentes y bajo la amenaza de represión policiaca. Es decir, una vez pasado el período de la
dinámica revolucionaria, el gobierno unionista comenzó a restringir los derechos de manifestación
de los obreros. La Policía dificultaba la actividad organizativa y, por ello, el 15 de octubre de 1920

3representantes de la Liga Obrera se entrevistaron con el presidente Herrera para que garantizara
la libertad de trabajo, acción, prensa y asociación, así como la libertad de recorrer el país sin
cortapisas. Un año más tarde, el Ministerio de Gobernación estableció un “Reglamento de
Manifestaciones”, en el que se estipulaba que toda manifestación debía ser comunicada por
escrito con veinticuatro horas de antelación y que los firmantes de la misma eran responsables de
los desórdenes que pudieran ocurrir, siendo castigados de acuerdo a la ley los infractores

Como contrapartida al fraccionamiento del movimiento obrero, se dio la aparición de una gran
cantidad de mutualidades y, sobre todo, de los primeros sindicatos en el país. A pesar de que la
lista sobre las organizaciones obreras guatemaltecas es incompleta, entre 1892 y 1920 existieron
al menos 31 mutualidades situadas en 8 de los 22 departamentos con que cuenta la República de
Guatemala. Como resultado de la apertura política a raíz de la caída de Estrada Cabrera, luego,
entre 1920 1931, aparecieron otras 35 organizaciones obreras (mutualidades y sindicatos),
repartidas esta vez en 16 de los 22 departamentos. De esas organizaciones obreras recién creadas,
dos habrían de jugar un papel decisivo en el posterior surgimiento del Partido Comunista de
Guatemala, la Sociedad Central del Gremio de Panaderos y la Unificación Obrera Socialista. La
primera fue fundada en 1920 y, de hecho, durante el transcurso del año 1924 ésta pasó a ser el
primer sindicato dirigido por los comunistas, quienes hicieron del mismo el motor de las
reivindicaciones obreras guatemaltecas de dichos años

Demandas económicas y sociales


En estos momentos en Guatemala se están ventilando algunos casos de corrupción que
ejemplifican hasta qué punto está contaminada la institucionalidad del Estado, paradójicamente la
solución a algunas demandas sociales requiere de entidades gubernamentales probas, con
funcionarios públicos honestos y comprometidos, así como con presupuestos suficientes. Ante
esta situación, hay que escuchar las propuestas de solución que plantean agrupaciones
campesinas.

Los procesos judiciales que se siguen por delitos de asociación ilícita, tráfico de influencias y
lavado de dinero tendrán que seguir su cauce, y obviamente son una oportunidad para que la
sociedad guatemalteca reconozca a juzgadores honestos y a los que se involucran en litigios
maliciosos. Habrá presiones seguramente, mucho trabajo en la administración de justicia, pero
ello no debe postergar procedimientos de extinción de dominio a fin de recuperar bienes robados,
en tanto la corrupción ha provocado la sustracción de recursos que bien podrían haberse

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Dora
destinado para atender demandas sociales como promover las pequeñas economías y dotar de
servicios públicos a las personas más pobres.

Cabe resaltar que la persecución penal hasta ahora incluye a diputados, jueces y altos funcionarios
del Ejecutivo, líderes de partidos y unos cuantos empresarios, pero aún faltan investigaciones que
develen cómo las acciones de empresas extractivistas están violando el derecho a la vida cobijados
con la institucionalidad del Estado corrupta e injusta.

En varios departamentos, como San Marcos, Alta Verapaz, Izabal y Petén, la expansión de los
monocultivos de palma aceitera, banano y otros productos de exportación está violentando la
existencia de comunidades indígenas y campesinas, sin que entidades gubernamentales
intervengan para evitar los estragos que provocan grandes empresas exportadoras de materias
primas. Urge tomar medidas para que en esas localidades se garantice el derecho a la
alimentación y a la vivienda, se cancelen las fumigaciones tóxicas que dañan la salud, se protejan
las fuentes de agua y bosques.

A las consignas #JusticiaYa y #EnEstasCondiciones NoQueremosElecciones, se suman otras que


buscan se apliquen otras vías para concretar el acceso a la tierra para mujeres y hombres del
campo. Los movimientos sociales de las familias desalojadas del Valle del Polochic y las que
solicitan terrenos como integrantes de la Plataforma Agraria exigen medidas gubernamentales
para garantizar su derecho al trabajo digno, y a ser tomados en cuenta como conocedores de la
problemática agraria.
Negar el derecho a la tierra en el Polochic provoca hambre y coarta el desarrollo intelectual de las
personas. Según un estudio dado a conocer esta semana, seis de cada diez niñas y niños están
desnutridos. La mayoría de personas que fueron desalojadas para favorecer la producción de un
gran ingenio, una vez a la semana come frijol, fruta, grasa y azúcar, los otros seis días se alimenta
con maíz y arroz, eso significa una dieta muy pobre en nutrientes. Es inhumano seguir tolerando
esta situación.
Plataforma Agraria exige agilizar los procesos de extinción de dominio para que se adjudiquen
terrenos a aproximadamente 500 familias campesinas, que al ser excluidas durante años
decidieron ocupar cinco fincas, considerando que en la política pública agraria este gobierno
reconoce que a través de esa vía es posible adjudicar tierras a quienes la requieran para garantizar
su derecho a la vida.

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juana

Demandas económicas sociales

1996 marca el fin de la guerra de 36 años que desgarró al país, y también el inicio formal de un
período de la historia guatemalteca que se caracteriza entre otras cosas por la diversificación de
los movimientos sociales y las identidades. Desde entonces, y aunque en Guatemala tal
diversificación comienza con la guerra misma, se constata el surgimiento de nuevas organizaciones
sociales, de nuevos movimientos sociales, que reivindican los derechos de la mujer, del niño, de
los jóvenes, de los gay, en fin, de casi todo lo que pueda significar derechos específicos e
identidades colectivas.

Aunque en Guatemala la cuestión de las “identidades” es un asunto que viene arrastrándose


desde la colonia, hoy más que nunca ocupa un lugar de primacía en el debate académico, político
y social, y hoy más que nunca plantea desafíos de alcance nacional: la identidad dicotómica
guatemalteca “indio-ladino” de origen colonial, que a partir de la reforma liberal de finales del
siglo XIX dividió a la sociedad en dos sectores sociales antagónicos (todo el que no era “indígena”
era “ladino”), mutuamente excluyentes pero complementarios, y que por otra parte justificó las
más horrendas prácticas racistas contra el “indio”, ha sido puesta en tela de juicio en los últimos
años por la emergencia de nuevas identidades. Se habla ahora de la existencia de mayas y xincas
en vez de indios o indígenas, de mestizos en lugar de ladinos, de garífunas en vez de negros, de
criollos en lugar de ladinos o mestizos. Constatamos, pues, que las identidades étnicas que ahora
reivindican los propios sujetos, desplazan poco a poco a las identidades impuestas por los grupos o
instituciones dominantes.

En ese nuevo contexto, ¿cuáles son las principales expresiones de los movimientos sociales
guatemaltecos

Mineros

En los últimos años, luego de la aprobación inusitada de concesiones mineras y petrolíferas a


empresas transnacionales, se ha desarrollado otro tipo de movimientos sociales: las comunidades
indígenas concernidas, movilizadas muchas veces espontáneamente, han organizado diversas
“consultas comunitarias” que si bien no siempre respetan al pie de la letra la democracia formal,
no dejan por eso de ser expresión democrática de participación ciudadana.

Así, frente al otorgamiento acelerado de licencias de exploración y explotación minera en 2005 y


2006, y en un contexto de criminalización de los movimientos sociales (acusándolos entre otras
cosas de terroristas), las comunidades mayas afectadas recurren a la realización de referendos
normalmente autogestionados para fijar su posición de cara a la decisión inconsulta de las
autoridades de gobierno.

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Juana

Basados en los preceptos del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, según el
cual los pueblos indígenas deben ser informados sobre los proyectos de explotación de los
recursos naturales de los territorios que ocupan, y cuya aprobación pueden aceptar o no, los
pobladores han organizado desde 2005 más de cuarenta consultas. Con resultados contundentes
en favor del no, las comunidades rechazaron los proyectos de explotación minera contaminantes
que, a cambio de enormes beneficios para las empresas, sólo dejan el 1% de regalías para el país.

Si es verdad que las consultas fueron declaradas “no vinculantes” por la Corte de
Constitucionalidad, también es cierto que los procesos generados por la “minería a cielo abierto”
crearon conciencia entre las poblaciones sobre la necesidad de organizarse, usar los mecanismos
legales existentes y ejercer su poder de cara a un Estado y a unas autoridades que no las
representan. Ahora bien, el movimiento contra la minería puso en evidencia un grave problema
del movimiento social. Atrapados por sus luchas internas, los movimientos sociales de alcance
nacional perdieron —o han perdido— la oportunidad de asumir la lucha de las comunidades como
suya. En realidad, y a no ser por el apoyo más o menos discreto de ciertas organizaciones que se
identifican abiertamente con las causas populares, el movimiento social en su conjunto no pudo
ocultar la escasa relación que mantiene con ellas

Fenómenos de enclaves y mineros y sus desencadenantes económicos y social

Después de la firma de los Acuerdos de Paz (el 29 de diciembre de 1996), una liberalización
política más amplia pareció ofrecer un mayor espacio para el reconocimiento de la naturaleza
pluricultural de la sociedad guatemalteca. Durante la pasada década, sin embargo, los esfuerzos
para traducir las promesas contenidas en la Constitución de 1985 y en los Acuerdos de Paz
(especialmente en el Acuerdo sobre la Identidad y los Derechos de los Pueblos Indígenas) en una
legislación indígena específica, han fracasado en gran parte. Las élites conservadoras y el poderoso
sector económico continúan obstruyendo incluso los intentos más sencillos para reconocer los
derechos (colectivos) indígenas, insistiendo en una concepción unitaria del Derecho para defender
sus privilegios históricos. El movimiento indígena guatemalteco es débil, comparado con el de
otros países latinoamericanos: carece de aliados políticos de peso y está divido internamente en
diversas tendencias políticas, en donde los extremos son los izquierdistas, de un lado, y los
culturalistas, del otro. Esto ha producido problemas de representatividad y legitimidad (Sieder
2002; Bastos & Camus 2003a). Entretanto, la población indígena de las comunidades rurales y
urbanas sigue demandando más derechos – no necesariamente colectivos – y se moviliza
alrededor de temas específicos, como la continua violación de los derechos humanos y la
liberalización económica. Más recientemente, sus acciones se encaminan a luchar contra los
efectos destructivos de la minería y de otros megaproyectos – para defender sus medios de
subsistencia y asegurar su sobrevivencia.

3 El aumento de la actividad minera (metálica)

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Juana

El aumento de la demanda de metales por parte de las economías asiáticas emergentes,


combinado con la presencia de ricos depósitos de mineral descubiertos entre 1990 y 2000, ha
convertido a Latinoamérica en el destino con las mayores inversiones en el sector minero
internacional. Durante este período, el porcentaje de capital minero global invertido en la región
creció del 12 al 30% (dirigido especialmente al Perú, Chile y Brasil). Aunque se sabía que
Guatemala poseía vastos depósitos de mineral prácticamente inexplotados (especialmente de oro,
plata y níquel, pero también de otros minerales, tanto metálicos como no metálicos), el país atrajo
muy poca inversión minera hasta finales de los años noventa, como consecuencia del conflicto
armado interno. Todo esto cambió después de la firma de los Acuerdos de Paz y de la
promulgación de la nueva Ley de Minería (en 1997), que permitió la creación de inversiones y
condiciones económicas favorables, llevando a un notable aumento de la exploración minera. Los
ingresos estatales provenientes de la minería han aumentado fuertemente desde 2005 – el año en
que se inició la explotación de la primera mina de oro, el denominado proyecto Marlin, en San
Marcos (López 2007; MEM 2007). La meta del gobierno es estimular aún más la producción minera
durante los próximos años (Decreto Gubernamental 499 de 2007).

Según los últimos datos oficiales puestos a disposición por el Ministerio de Energía y Minas (abril
de 2008), había en Guatemala 113 permisos de minería vigentes: 1 permiso de reconocimiento,
105 permisos de exploración y 7 permisos de explotación (Rosal 2008)5 – aunque el gobierno ha
concedido muchos más permisos mineros para actividades de minería no metálica (exploración y
explotación).6 Más de la mitad de estas concesiones, junto con muchas otras solicitudes de
permisos pendientes, están concentradas en las áreas montañosas de cuatro departamentos: en el
occidente de San Marcos (17 de ellas) y Huehuetenango (15), así como en el oriente de Alta
Verapaz (16) e Izabal (19). Aunque la población es predominantemente Maya en todos estos
departamentos, las comunidades locales no fueron consultadas antes de que estos permisos
fueran concedidos, lo cual constituye una violación del Convenio 169 de la OIT sobre los Pueblos
Indígenas, ratificado

por Guatemala en 1996. Cuatro grandes transnacionales mineras que operan en Guatemala bajo
distintos nombres registrados, dominan la actividad minera en estas zonas. Tres de estas empresas
son canadienses: Goldcorp (con domicilio en Vancouver), que opera 17 concesiones de
exploración y 1 concesión de explotación en San Marcos y Huehuetenango, a través de sus
subsidiarias de propiedad total Montana Exploradora de Guatemala y Entre Mares de Guatemala;
Nichromet Extractions (con domicilio en Montreal), representada por su subsidiaria Nichromet
Guatemala, tiene 8 concesiones de exploración en Izabal y Alta Verapaz; y HudBay Minerals (con
domicilio en Toronto), que a través de su subsidiaria CGN (Compañía Guatemalteca de Níquel)
opera 2 concesiones de exploración y 1 concesión de explotación en Izabal. La cuarta compañía es
australiana: BHP/Billiton (con domicilio en Melbourne), que opera 18 concesiones de exploración
en Izabal y Alta Verapaz, a través de sus subsidiarias Maya Níquel y Jaguar Níquel (Rosal 2008;7
con base en varias fuentes en Internet).

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Lidia

4 El conflicto alrededor de la minería metálica

El conflicto sobre la cuestión de la minería depende esencialmente de dos visiones diferentes


sobre el desarrollo: el desarrollo neoliberal, que cobra forma en megaproyectos, versus el
desarrollo alternativo, que está basado en las identidades locales (ver Blaser 2004). Las
comunidades indígenas afectadas por los proyectos mineros se encuentran de un momento a otro
en el centro de un campo político transnacional, que envuelve a una multitud de actores: las
compañías multinacionales, los gobiernos nacionales, las organizaciones no gubernamentales
relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo, las organizaciones de los pueblos indígenas,
las instituciones académicas y de investigación y varias agencias internacionales. Las comunidades
indígenas y sus aliados se movilizan en un contexto que está caracterizado por relaciones de poder
asimétricas, posiciones políticas atrincheradas y – lo más importante- una ausencia de diálogo.
Examinando el conflicto minero en Guatemala, enfocado especialmente en dos casos locales (en
San Marcos y, en menor grado, en Izabal), este informe pretende describir la manera como este
complejo contexto está dándole forma a los intentos de estas comunidades para hacerse al
control de su propio desarrollo, y apunta a algunos puntos de partida para asistirlas en la
superación de grandes desafíos.

desencadenantes económicos y sociales en Guatemala


La actividad económica de Guatemala se ha mantenido estable en los últimos años, de acuerdo
con el Banco Mundial. En 2014, el PIB creció 4.2%.
“Un prudente manejo macroeconómico permitió un crecimiento anual promedio de 4.2% entre
2004 y 2007”, dijo el organismo en su panorama sobre el país centroamericano. “Después de la
crisis financiera de 2008-2009, la economía se recuperó a un paso modesto pero consistente”,
agregó.
El sector agrícola representa el 13.7% del PIB nacional y 32% de la fuerza laboral. Sus principales
exportaciones en este rubro son azúcar, café, plátano y diversos vegetales.
Los principales socios comerciales son Estados Unidos, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y
Costa Rica.
El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República
Dominicana(CAFTA-DR, por sus siglas en inglés), permitió mayores inversiones y la diversificación
de las exportaciones.
Cifras del Gobierno estadounidense arrojan que el acuerdo ha incrementado el comercio en 71%
entre el país y Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana.
2. Desigualdad y pobreza
Con una población de 14,9 millones de personas, Guatemala tiene un fuerte problema de
inequidad y pobreza. Cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) arrojan
que el 62,4% de la población está en pobreza media y 29,6% en pobreza extrema.
“Guatemala es la economía más grande de Centroamérica pero está entre los países
latinoamericanos con mayores niveles de desigualdad y con indicadores de pobreza,

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Lidia
especialmente en áreas indígenas y rurales, y sus tasas de malnutrición crónica están entre las
mayores de la región”, dice el Banco Mundial.
“Guatemala enfrenta retos de cara a […] un crecimiento económico significativo de la región
latinoamericana que no se ha traducido necesariamente en mejor salud, educación y empleo para
todos”, dijo PNUD.
3. Inseguridad
Guatemala padeció 36 años de un largo conflicto armado interno, uno de los más crudos y
violentos de la región, que finalizó con el Acuerdo de Paz Firme y Duradera en 1996.
“Doce acuerdos en total fueron firmados entre 1991 y 1996 para resolver los principales
problemas del país, incluyendo acuerdos operativos relativos al cese al fuego, la desmovilización”,
dijo PNUD.
La firma de esos acuerdos retiró un obstáculo para la inversión extranjera.
Sin embargo, la inseguridad sigue siendo un tema pendiente. Estimaciones del BM apuntan a que
este problema le cuesta al país cerca de 7,7% del PIB.
El hoy expresidente Pérez Molina había llegado al cargo en 2012 con el ofrecimiento de mano dura
contra el crimen y la corrupción.
4. ¿Alianza para la Prosperidad?
Guatemala, Honduras y el Salvador habían buscado convencer a Washington de respaldar un plan
de 20.000 millones de dólares para revitalizar sus economías y frenar la migración hacia Estados
Unidos, en particular de menores no acompañados.
Barack Obama recibió en abril el plan para revitalizar la región, en cinco años, durante una cumbre
continental en Panamá.
Sin embargo, la esperanza inicial de que Estados Unidos aportara 5.000 millones de dólares en
cinco años se redujo a 3.000 millones de dólares. Ahora se espera, en el mejor de los casos, otros
1.000 millones de dólares para 2016, aunque tras la renuncia de Pérez Molina, el destino del plan
es incierto, según la agencia AFP.
Los objetivos originales del plan incluyen la creación de 600.000 nuevos empleos, una reducción
de homicidios del 10% y un impulso económico adicional de hasta el 3,5% para reactivar a los
países, según Reuters.
Los gobiernos quieren destinar unos 12.000 millones de dólares a los sectores productivo, agrícola
e infraestructuras.
Para abatir la pobreza, que acosa al 43% de la población en Centroamérica, el plan prevé
inversiones por 7.000 millones de dólares en desarrollo social, creación de empleos, salud,
educación, vivienda y transferencias directas a la población.
En el frente de justicia y orden, proponen destinar 1.000 millones de dólares a mejorar los
sistemas preventivos y formar unos 70.000 policías para lidiar con las crisis de inseguridad en los
tres países.
El proyecto también contempla disminuir la burocracia, dotar de más transparencia al sector
público y frenar la malversación, justo cuando varios un escándalo de corrupción tiró al Gobierno
guatemalteco.

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Caratula lidia
Dora introducción
Laura bibliografía
Juana conclusión
Dora índice
Comentario lidia

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