1. La primera característica que podemos enunciar es que la poesía moderna no
tiene un espíritu didáctico, es decir, poemarios como Las flores del mal o Trilce no poseen como uno de sus objetivos centrales enseñar valores o actitudes al lector. En ese sentido, se aleja del principio de Horacio de unir lo agradable a lo útil para propugnar una escritura sugerente que jamás subestima la capacidad interpretativa del lector.
2. Un segundo rasgo constituye el hecho de que el poeta moderno es siempre un
operador de lenguaje y, en consecuencia, manifiesta una actitud crítica. Vale decir, al manipular el lenguaje el poeta revela una conciencia crítica en relación con la relectura de la tradición literaria. Esta particularidad que ya había aparecido anteriormente, se intensifica en el contexto de la modernidad. En otras palabras, el poema moderno está hecho con palabras dispuestas en un orden determinado y no tanto con idea; Por eso, el texto poético no admite una paráfrasis empobrecedora sino una lectura que ponga de relieve la autonomía del discurso literario.
3. Una tercera particularidad radica en el papel del significante en la poesía
moderna. Allí, el significante tiene una cierta autonomía en relación con el significado, fenómeno que se evidencia en las jitanjáforas, en los caligramas o en los poemas donde el componente fonológico adquiere importancia sin remitir directamente a un determinado significado. En algunos casos, los poetas crean nuevos significados: "alazor", "trilce", por ejemplo. Así se cuestiona una racionalidad utilitarista que reduce el lenguaje al de mero instrumento comunicativo y que empobrece, por lo tanto, su riqueza fonológica o expresiva.
4. Este trabajo con el significante nos lleva a una cuarta característica: la
especialización, en el ámbito de la modernidad, del trabajo del creador. No cabe duda de que hay muy importantes antecedentes: Góngora, verbigracia, era un especialista y conocedor de su arte. Sin embargo, la modernidad implicó un sostenido proceso de especialización del trabajo que influyó en el campo de la poesía. El poeta se convierte en un especialista, pues domina el ritmo, la métrica, la disposición gráfica, la prosodia, etc. Rubén Darío y Stephan Mallarmé son ejemplos muy claros de este proceso.
5. El quinto rasgo se puede expresar de la siguiente forma: hay una tendencia al
cruce de géneros y de estructuras en la poesía moderna. Tenemos poesía "teatral", poemas en prosa, poesía polifónica, caligramas, escritura, poemas elaborados a partir de un collage de citas
6. La sexta particularidad la tomamos de Estructura de la lírica moderna, de Hugo
Friedrich. En efecto, él habla de la disonancia de la poesía moderna. En otras palabras, el poema en el contexto de la modernidad manifiesta una cierta tendencia al hermetismo y a la oscuridad deliberada. Disonancia quiere decir, en este caso, que se une el hechizo a lo ininteligible. Por consiguiente, el texto poético gusta y "hechiza" al lector, pero este último no puede fácilmente descifrar el sentido del mismo. Pareciera que la significación del poema se escapara y se resistiera al proceso de desambiguación.
7. La séptima característica ha sido sugerida por Humberto Eco y consiste en que
el poema moderno formula la poética de la obra abierta porque presupone un lector activo que construya la significación discursiva y sea un libre ejecutante que llene los vacíos dejados por el texto poético. El poema moderno no es una obra cerrada sino que posibilita que el lector se autosuma "como un sujeto que realiza una improvisación creadora de 'infinitas' posibilidades de significación.