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Introducción
La utilización de agentes psicoactivos, ha sido desde siempre una práctica común del ser humano
y se ha venido utilizando, en general, para modificar la conducta con dos fines: para aliviar
trastornos mentales o, con fines religiosos, lúdicos etc. A partir de la mitad del decenio de 1950, a
raíz de la síntesis de la clorpromazina por Charpentier, se marca el punto de partida de la
psicofarmacología moderna, se establece la eficacia clínica de muchos de estos agentes,
surgiendo una etapa revolucionaria en la terapéutica psiquiátrica que se prolongó durante más de
un decenio y que ha venido experimentado una innovación sostenida hasta la actualidad. Los
antipsicóticos, más conocidos como neurolépticos y mal llamados tranquilizantes mayores, son un
grupo heterogéneo de fármacos con la capacidad de sedar, tranquilizar y atenuar la conducta
agresiva y que, manteniendo intactas las funciones intelectuales superiores, mejoran la agitación,
el pensamiento y la conducta extraña del paciente psicótico. Al mismo tiempo, y
lamentablemente, estos fármacos reducen la iniciativa y el interés por el ambiente, y disminuyen
las manifestaciones de emociones y afecto. El termino neuroléptico se acuñó para diferenciar los
efectos de la clorpromazina y la reserpina con relación a otros depresores del SNC, estableciendo
como síndrome neuroléptico la supresión de los movimientos espontáneos y de las conductas
complejas en pacientes psiquiátricos, a la vez que conservan intactos los reflejos raquídeos y las
conductas nociceptivas de evitación no condicionadas. Los antipsicóticos pese a la
heterogeneidad de su naturaleza química poseen un mecanismo de acción común bloqueando
los receptores D2 dopaminérgicos cerebrales e inactivando la neurotransmisión de dopamina en
la porción anterior del encéfalo. Algunos antipsicóticos, sobretodo, los más recientes, también
interactúan con los receptores 5-HT2 serotoninérgicos y a-adrenérgicos, lo que le confieren
algunas características diferenciales de los antipsicóticos clásicos. Si bien, los antipsicóticos son,
en general, prescritos por primera vez por los psiquiatras, sus especiales características en
relación a su uso crónico, cumplimiento terapéutico, efectos adversos e interacciones, confieren al
médico de familia un papel relevante en el manejo adecuado de este tipo de fármacos.
Clasificación
Acción sobre los síntomas positivos (como los típicos) y negativos de la esquizofrenia*.
Los antipsicóticos son agentes con un alto índice terapéutico, y, por tanto, su uso puede
considerarse muy seguro, aunque no están exentos de numerosos efectos adversos que suelen
deberse a sus múltiples acciones farmacológicas (SNC, aparato.cardiovascular, SNA, funciones
endocrinas). Estos efectos han sido parcialmente reflejados en la tabla 1 y ahora pasamos a
revisarlos más detalladamente.
Se producen tanto por el uso de los propios neurolépticos como por los anticolinérgicos asociados
para evitar los efectos extrapiramidales. En la tabla 1 aparece reflejada su frecuencia de
aparición. Los más importantes son disminución de salivación, sudoración, secreciones
bronquiales y motilidad intestinal, alteraciones de la micción, midriasis y alteraciones de la
acomodación, trastornos de la concentración, atención y memoria.
Hipotension Ortostática
Producida por bloqueo a1-adrenérgico. Está contraindicada la adrenalina para tratar los casos
graves de hipotensión arterial porque es agonista a y b, y en presencia de bloqueo a sólo se
manifestaría el efecto b, agravándose la hipotensión.
Discrasias sanguíneas
Puede aparecer leucocitosis, leucopenia, eosinofilia y, en los casos más graves, agranulocitosis,
en particular, cuando se administra clozapina y, menos a menudo, con las fenotiacinas de baja
potencia.
Reacciones cutáneas
Reacciones oculares
Ictericia
Efectos cardíacos
Efectos endocrinos
Interacciones
Antipsicóticos típicos
• Elegir de entre los antipsicóticos aquel con el que más experiencia se tenga.
• Elegir el antipsicótico con el que mejor respuesta obtengamos en el paciente o
familiar.
• Los antipsicóticos átipicos no deben considerarse, por el momento, como fármacos
de primera elección.
• Individualizar la dosis. Utilizar dosis adecuadas y no excesivas.
• La dosis óptima, para evitar recaídas, es de aproximadamente el 20% de la dosis
máxima que fue necesaria para mejorar la fase aguda de los síntomas psicóticos.
• Los antipsicóticos no producen tolerancia ni dependencia.
• En los psicóticos en fase aguda puede encontrarse mejoría a las 48 horas del inicio
del tratamiento.
• En los psicóticos en fase crónica los beneficios máximos podemos encontrarlos
entre las 6 semanas y los seis meses de iniciar el tratamiento.
• Los pacientes deben mantenerse con la mínima dosis que pueda prevenir la
reaparición de síntomas agudos.
• Los periodos de descanso farmacológico para prevenir la discinesia tardía no son
aconsejables.
• Suele ser innecesario el uso sistemático de antiparkinsonianos para evitar las
reacciones extrapiramidales tempranas dado que incrementaría la complejidad, los efectos
adversos y los gastos ocasionados por el régimen terapéutico.
• Las benzodiacepinas pueden utilizarse en periodos breves al inicio del tratamiento
antipsicótico. Carecen de utilidad en tratamientos prolongados y pueden ser causa de
interacción farmacológica.
• No hay evidencia científica de que la combinación de antipsicóticos sea útil.
• Puede ser útil la combinación de antipsicóticos y antidepresivos. Valorar la posible
interacción farmacológica.
• Ante fiebre, malestar general o infección de vías respiratorias superiores en
paciente en tratamiento antipsicótico se debe realizar recuento hematológico completo.
• Es indispensable prescribir un filtro solar eficaz en pacientes tratados con
fenotiacinas en periodo estival.
La vía intramuscular es útil en situaciones urgentes y en pacientes poco cumplidores.
• No utilizar fármacos depot a dosis plenas si no se conoce previamente la tolerancia
del paciente a la medicación.
• Debemos observar especial cuidado en el uso de antipsicóticos en pacientes
epilépticos son tratamiento anticonvulsivante, por su capacidad de disminución del umbral
convulsivo.
Bibliografía