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La primera vez que escuché que los seres humanos tenemos nuestros éxodos
quede en shock porque de una manera clara y contundente el Dr. Alberto Virgen
Vallado (q.e.p.d.) me estaba diciendo que para llegar a nuestra tierra prometida
que mana leche y miel (cualquier meta que tengamos) se necesita pasar por un
éxodo de días, semanas y a veces de años.
En el año 1513 a. c. los Israelitas estaban siendo liberados del cautiverio de los
egipcios por mandato de Jehová y de la mano de Moisés. Todos iban muy contentos
por ser libres después de 430 años de esclavitud y ahora iban a la tierra que Dios le
había prometido dar a Abrahán y a su descendencia, una tierra tan próspera que
manaba leche y miel, sin duda, la mayoría de los Israelitas estaban visualizando
vivir nuevamente en libertad en medio de un lugar paradisíaco lleno de bendiciones
materiales y espirituales sirviendo felices a su Dios. Sin embargo, su falta de fe y su
escepticismo hicieron que Dios los castigara con 40 años de vagar por el desierto.
¿Cómo sobrevivirían durante todos estos años en un lugar más inhóspito que
Egipto? ¿Cultivarían nuevas y mejores cualidades durante estos años? ¿Madurarían
como personas durante este periodo de tiempo? ¿Odiarían o amarían más a Dios?
Sin duda, estas y muchas otras preguntas se fueron respondiendo una a una
durante este éxodo que al pueblo de Israel le llevó 40 años. La gran protección que
Jehová les otorgó durante estos 40 años y la gran bendición que les dio a los
sobrevivientes al final de este periodo de refinamiento dándoles la tan anhelada
tierra prometida, una leche que manaba leche y miel y que sin duda para todos
aquellos que cultivaron fe y cualidades espirituales pudieron disfrutar gratamente
en compañía de Dios y de todos sus seres queridos.
De igual forma, cada vez que las personas o las organizaciones hacemos planes y
nos ponemos metas, sin duda la visualización de alcanzar dichas metas nos dan
una motivación extraordinaria para trabajar con mucho esfuerzo y mucho tesón.
Sin embargo, la cruda realidad es que para llegar a ellas necesitamos pasar muchos
más obstáculos de los que habíamos imaginado. Solo algunos cuantos tienen la fe
necesaria para seguir luchando día a día por alcanzar sus metas sin desviarse del
camino, en contraste, otros más, desfallecen y se quedan en el camino. ¿Es usted
de los que tienen sus metas muy claras y de los que siguen luchando siempre para
alcanzarlas? ¿Está usted preparado para aprender las lecciones de la vida? ¿Tiene
usted la paciencia y la persistencia necesarias para aguantar 4 días, 4 meses, 4
años o 40 años para conseguir sus metas? ¿Al desconocer cómo será su éxodo
usted tiene plena confianza en que el creador le dará diariamente del cielo su ración
de maná? ¿Podrá usted disfrutar del camino por desértico que este sea? ¿Sabrá
cultivar fe y esperanza a toda prueba? ¿Podrá visualizar que al final del éxodo se
encuentra su tierra prometida esperándolo? Estas y muchas otras preguntas
solamente serán respondidas de primera mano y en carne propia por todos aquellos
que han tenido la fe de vivir su éxodo de día por día, de semana por semana y de
año por año y de saber que Dios siempre recompensa a todos aquellos que le son
leales.
Como decía el Dr. Víctor Frankl, “el hombre puede vivir en el futuro si en el
presente tiene metas claras y tareas por cumplir. Cuando a un hombre se le acaban
las metas, los sueños, las tareas y el trabajo, entontes muere” Palabras muy sabias
que nos dan una primera pauta para descubrir la necesidad de tener metas. Es
decir, definir objetivos no es opcional para el ser humano, son necesarios para
sobrevivir y trascender. Ahora bien, ¿Qué clase de objetivos son importantes y
trascendentes para nuestra vida? Todos aquellos que sacan nuestros mejores dones
y que nos acercan a nuestra misión en la vida ¿Soy un buen padre de familia? ¿Soy
un buen instructor? ¿Soy un buen artista? ¿Soy un buen empresario? ¿Soy un buen
deportista? ¿Soy un buen profesionista? ¿Soy un buen trabajador? ¿Soy un buen
amigo? ¿Soy un buen vecino? Etc.
Por supuesto, a cada objetivo hay que definirle una meta cuantitativa, un
responsable y un plazo para cumplirse. Por ejemplo, Juan es el responsable de
vender $ 100 millones de pesos en el año 2010; Carlos es el responsable de
generar una utilidad de operación del 35% en el año 2010; Luis es el responsable
de certificar el 100% de las competencias laborales de todo el personal en el año
2010, y así sucesivamente.
Dicen los americanos que siempre hay que tener un plan “B”. Esta opción es buena,
pero más allá de todas las precauciones probablemente haya necesidad de extraer
una cuantas moralejas del éxodo de los Israelitas.
Moraleja: Aún cuando las personas y las organizaciones no pueden vivir sin
objetivos, hay una gran diferencia entre quienes utilizan un método de planeación
formal para definir sus objetivos y sus metas y entre quienes solamente utilizan su
instinto para definir sus objetivos y sus metas. La probabilidad de éxito se
incrementa cuando se utilizan métodos formales de planeación. Y por otro lado, es
importante recordar que aunque usted haga la mejor planeación del mundo
siempre esta expuesto a que por diversas circunstancias internas (debidas a usted)
y externas (debidas a factores del medio ambiente externo ajenas a usted) tenga
que vivir un éxodo de días o incluso de años para alcanzar sus metas. Aún en estas
circunstancias de vivir sus éxodos de todos los días, usted puede ser optimista y
aprovechar la oportunidad para enriquecer sus cualidades y virtudes humanas que
sin duda seguirán siendo muy provechosas para los demás éxodos que tarde o
temprano usted al igual que todos los seres humanos y todas las organizaciones
seguiremos enfrentando. Que Jehová Dios le siga ayudando a llegar siempre a sus
tierras prometidas.
El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá
durante su vida entera.
Confucio
De la misma manera que las tinieblas de la noche permiten ver los astros del cielo,
así también los sufrimientos permiten entrever el sentido de la vida.
Henry Thoreau
Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los de corazón puro, porque
verán a Dios.
Jesucristo (Mateo 5:5-8)
No te rías nunca de las lágrimas de un niño. Todos los dolores son iguales.
Charles Van Lerberghe
Quitar el dolor es obra divina.
Heywood