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Que el verso sea como una llave ENTRE sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas,
Que abra mil puertas. dotado de corazón singular y sueños funestos,
Una hoja cae; algo pasa volando;
precipitadamente pálido, marchito en la frente
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando. y con luto de viudo furioso por cada día de vida,
ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
y de todo sonido que acojo temblando,
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
tengo la misma sed ausente y la misma fiebre fría
Estamos en el ciclo de los nervios. un oído que nace, una angustia indirecta,
El músculo cuelga, como si llegaran ladrones o fantasmas,
Como recuerdo, en los museos;
y en una cáscara de extensión fija y profunda,
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
como un camarero humillado, como una campana un poco
Reside en la cabeza. ronca,
como un espejo viejo, como un olor de casa sola
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
en la que los huéspedes entran de noche perdidamente ebrios,
Hacedla florecer en el poema ;
y hay un olor de ropa tirada al suelo, y una ausencia de flores
Sólo para nosotros -posiblemente de otro modo aún menos melancólico-,
Viven todas las cosas bajo el Sol. pero, la verdad, de pronto, el viento que azota mi pecho,
las noches de substancia infinita caídas en mi dormitorio,
El Poeta es un pequeño Dios.
el ruido de un día que arde con sacrificio
me piden lo profético que hay en mí, con melancolía
De El espejo de Agua, 1916 y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos
hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.
de cada noche, que se llama sueño.
ARTE POÉTICA, Alfonso Reyes
Ver en el día o en el año un símbolo
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de los días del hombre y de sus años,
Asustadiza gracia del poema: convertir el ultraje de los años
flor temerosa, recatada en llena. en una música, un rumor y un símbolo,
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