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Gracias a las descripciones que encontramos en los diarios de Hugo Ball acerca de las danzas en el

Cabaret Voltaire,
podemos ser conscientes de la importancia que éstas tuvieron en la configuración de la estética
dadaísta. De esta manera
nos cuenta qué pasa cuando un día de 1916 Janco llega al cabaret con unas máscaras: “La fuerza
motriz de estas máscaras
se transmitió a nosotros de manera sorprendente e irresistible. […] Las
máscaras exigían sencillamente que sus
porteadores se pusieran en movimiento para una danza trágico-absurda.
Después examinamos más detenidamente
aquellos objetos hechos con recortes de cartón, pintados y pegados, y
abstrajimos de su carácter propio, abierto a
múltiples significados, cantidad de danzas, para cada una de las cuales inventé
sobre la marcha una breve pieza musical.
A una de estas danzas la llamamos <<Atrapamoscas>>. A esta máscara sólo
le iban pasos torpes, pesados y algunas
poses que consistían en atrapar algo rápidamente, estirándose mucho,
acompañadas de una música nerviosa y estridente.
A la segunda danza la llamamos <<Cauchemar>>. La figura que baila parte
de una posición encogida y va desenrollándose
en línea recta y hacia delante. La boca de la máscara está abierta, la nariz es
ancha y atravesada. Los brazos de la mujer
que hace la representación, levantados de forma amenazadora, se han
alargado por medio de unos tubos especiales. A
la tercera danza la llamamos <<Solemne desesperación>>. De los brazos
arqueados formando una bóveda cuelgan largas
manos recortadas en oro. La figura da varias vueltas a izquierda y derecha, y
luego gira lentamente alrededor de su eje
y finalmente se desploma sobre sí misma de manera fulminante, para retornar
poco a poco al movimiento”47. Aquellas
experimentaciones se aproximaban a las danzas irónicas que estaba desarrollando Sophie Taeuber
en las que rechazaba
aspectos como la fluidez, la gracia o armonía del movimiento, pero también la expresividad
individual que defendía
Laban. Taeuber fue una artista polifacética: gran aficionada a la danza –desarrolló numerosas
danzas de estilizados
movimientos entra las que destacan las realizadas a partir de los poemas fonéticos de Ball–, fue
también una destacada
escultora, además de realizar marionetas o trabajar en el campo de las artes aplicadas; realizando
diseños textiles y
decoración de interiores para objetos cotidianos como alfombras, lámparas o muebles, de manera
similar a su amiga
Sonia Delaunay-Terk, a la que conoce y con la que comparte experiencias desde la década de los
veinte.

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