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Universidad de Chile

Departamento de Antropología
Carreras de Arqueología y Antropología
Etnología Culturas andinas
Profesor Mauricio Uribe
Ayudantes Lautaro Guerra y Catalina Venegas

Re-Estructuración de lo andino
Ordenanzas y crónicas y su potencial etnográfico

Nicolás Alarcón
Iñaki Chacón
Gabriel Cádiz
Antonio Graneris
Consuelo Jorquera
Natalia Latorre
Javier Lara
Javiera Navarrete
Catalina Navarro

Santiago, 13 de Abril del 2016


1) Introducción
Lo andino, propiamente tal, es un concepto que si bien podemos encontrar
explicitado en diferentes textos, su plena comprensión deriva de un conocimiento mucho
más extenso que una simple definición.
Las crónicas y ordenanzas, son algunos de los tantos documentos que, no obstante
su finalidad informativa en un nivel político-formal, tienen un alto potencial etnográfico que
nos acerca y ayuda a comprender un poco más sobre cómo se despliega todo el entramado
de “lo andino” dentro de un contexto en particular.
En el presente, informe, el contexto dentro del cual nos situamos, son dos periodos
dentro del siglo XVI. El primero, corresponde al documento burocrático impulsado por la
corona española, en el cual se visita la provincia de Chucuito con el fin de tener
conocimiento y constancia de los impuestos que estaban pagando los indios del lugar a la
Hacienda real. Esta labor es llevada a cabo por Garci Diez de San Miguel, quien ya había
sido corregidor de esta zona, y el escribano que le acompaña tomando acta de los sucesos
e informaciones recabadas.
La provincia de Chucuito, forma parte del Departamento de Puno, y se compone de
siete pueblos (cabeceras) principales, que son Chucuito, Acora, Ilave, Juli, Pomata,
Yunguyo y Zepita, además de otros dos pueblos llamados Sama y Moquegua.. Esta
provincia y sus siete cabeceras, serán el contexto especial en el cual Garci Diez se irá
desplazando, conociendo y preguntando hasta finiquitar el documento que además de
entregar la información relativa a lo económico que era su finalidad inicial, nos proporciona
también una vasta cantidad de datos etnográficos, históricos y religiosos.
Ocho años más tarde (1575), aparece otro documento que teniendo su origen en la
institucionalidad, también contribuye a la construcción y análisis del mundo andino a través
de la estructuración del mundo colonial para Indígenas como españoles; Ordenanzas…para
los indios de Charcas por Francisco de Toledo, aristócrata y Quinto Virrey del Perú, cargo
ejercido durante doce años (1569-1581).
Este documento, tal como otras ordenanzas emitidas por el mismo, se dirige a los
visitadores y corregidores en el Perú, buscando detener los abusos, hacer cumplir la Ley y
mantener un buen gobierno en estas tierras. Para ello, se imponen diferentes reformas y
“órdenes” que van de a poco permeando en el mundo andino, conservando y/o modificando
o eliminando estructuras según el potencial que estos tuvieran para la implementación de
las principales cometidos en el país, como lo eran la organización, evangelización y
cobranza de los tributos.
2) Análisis del contacto en las Visitas y las Ordenanzas

Continuidades con el imperio inca

Como fue mencionado, con el fin de poder controlar y dominar a la población de las formas
más variadas y completas posibles, los españoles institucionalizaron variadas formas de
cargos públicos, administrativos, o divisiones de clase, las cuales tienen su orígenes en las
formas de control prehispánicas establecidas por el Ynga, previo a la invasión. Dentro de
ellas estaban los yanaconas, los curacas, los quipucamayoc, entre otros. Quienes seguían
cumpliendo los mismos cargos encomendados por los inkas, pero ahora sirviendo al
virreinato en su afán de controlar, vigilar y gobernar a los indígenas.
La figura en la que se centran nuestros análisis, es la institucionalización del cargo de
“visitador” que fue descrito anteriormente y en que no profundizaremos más. Sin embargo,
quisiéramos hacer un par de alcances respecto a la continuidad que este tiene respecto a
algunos cargos sucedidos desde el imperio, y que no deben confundirse con la figura misma
de la visita, ya que si bien posee algunas semejanzas, no tiene parangón con el cargo de
visitador y las funciones que éste cumplía.
Por una parte tenemos la institución de los mitimaes, quienes eran familias (campesinas por
lo general), a quienes el Inka sacaba de sus comunidades y re-establecía en lugares
conquistados por el imperio, con distintas funciones sociales, económicas, culturales y
militares, fueron también conocidos como mitmakunas o mitmaqkunas, y se sabía que sus
funciones estaban en relación directa con la expansión del imperio. Esta institución además,
se conformaba por personas, como ya dijimos, pertenecientes a los mismos ayllus, fue una
política demográfica que afectó en gran escala a los grupos étnicos que estaban bajo el
control del imperio.
Por otra, tenemos la figura de lo que genéricamente se conoce como “orejones” o nobleza
incaica, quienes eran descendientes de panacas, y cumplían funciones administrativas,
militares y de gobierno dentro del imperio.
Si bien, ninguna de estas dos figuras asemeja al cargo administrativo de visitador, podemos
encontrar ciertos cruces que si nos hablan de cómo hay una figura de poder que se
relaciona con los “indios”, más cercana al imperio y que en sus funciones a veces debe
actuar de mediador e ir a donde están los indígenas a averiguar cosas, a vigilar otras, y que
respondería también a la pregunta de por qué en las ordenanzas y las observaciones de los
visitadores se habla de una desconfianza hacia las respuestas de los indios. Los españoles
piensan que estos ya estaban tan acostumbrados a que les preguntaran cosas que ya
sabían qué responder, o como actuar, y esto se podría explicar en parte por estas mínimas
pero influyentes continuidades entre algunos de los cargos que tienen sus raíces antes del
virreinato y que acaban de ser mencionadas.

El estatus de archivo

El período colonial en América legó a las ciencias sociales y humanidades cientos de


documentos y archivos que dan cuenta de la invasión europea y la consolidación de la
monarquía en el territorio. En este sentido a fin de comprender el complejo entramado de
relaciones y fricciones interétnicas que tienen lugar en el continente latinoamericano, la gran
cantidad de documentación producida en el proceso de instauración de la institucionalidad
en el mundo andino no pueden ser ignoradas por disciplinas como la antropología o la
arqueología, consolidándose como objetos de estudio clave para un acercamiento
pertinente y contingente de la realidad latinoamericana.
A pesar de que la acción de documentar y archivar ha estado presente en diferentes
regiones del mundo, no exclusivamente por medio de la palabra escrita, de lo cual son
evidencia los khipus y, en la documentación europea que encontramos en el mundo andino,
podemos rescatar influencias de un estilo ilustrado y científico, que prioriza elementos de
clasificación y construcción de diferencia sociocultural, como pudimos apreciar en la visita
realizada por Garci Diez. De esta manera somos testigos de una suerte de etnografía
estatal, que pretendería hacer un ordenamiento de la sociedad cultural, étnico y lingüístico,
con el fin de servir a la administración colonial y con el fin de administrar y con ello
configurar el territorio. (Wilde 2011)
Las visitas realizadas a lo largo de gran parte del mundo andino, dan cuenta del archivo
como una construcción social particular que proyecta un discurso estatal con la pretensión
de establecer una narrativa/ficción de orden y verdad. Así, de acuerdo con Derrida (1997),
en sociedades como las europeas el archivo es utilizado por diferentes poderes para
afianzar sus posiciones, convirtiéndose en un instrumento ideológico de gran alcance.
Documentos como las visitas y las ordenanzas, dan cuenta de la interacción cotidiana que
tuvieron las personas con instrumentos y clasificaciones estatales; esta forma de
relacionarse es lo que transforma simples documentos burocráticos en archivos con un gran
potencial etnográfico. Así vemos como esta fuente antropológica nos acerca a la dimensión
de la cotidianidad y las experiencias locales, otorgando al archivo un carácter vivo (Stoler
2010), al momento que entendemos que nuestro objeto de estudio se elaboró en una
convivencia del día a día con los habitantes de la zona.
De lo dicho hasta el momento se desprende que personajes como Garci Diez, pueden ser
considerados los primeros etnógrafos europeos del mundo andino, sin embargo el enfoque
etnográfico que en la actualidad podemos dar al estudio de documentos coloniales viene
dado por entender en primer lugar el entramado de relaciones de poder en que se
encuentra inmerso el contexto colonial, comprendiendo que la antropología desde sus
inicios se constituyó como una herramienta de control para que las metrópolis pudieran dar
mejor gubernamentalidad a sus colonias, situación de lo que son un ejemplo paradigmático
las visitas.
Dicho lo anterior se hace necesario relevar una importante particularidad de los archivos
revisados a la hora de abordarlos, esto es el proceso de traducción por el que pasó gran
parte de la información expuesta. En este sentido, la traducción efectuada por los
visitadores y escribas del quechua al español, además de ser realizada por un aparato
estatal, provoca que el sentido de lo dicho cambie, entendiendo que los lenguajes encierran
una red de significaciones propias que solo puede ser comprendida desde el
aprehendimiento de éstos. Es por ello que la discursividad creada por la monarquía a través
de la traducción de los discursos locales intenta una reestructuración de la realidad andina,
efectuándose de manera explícita en las ordenanzas. Debido a lo expuesto anteriormente,
se hace imperante tener presente que la información leída en las visitas y ordenanzas, a
pesar de contar con un carácter etnográfico, es el discurso de los dominantes y aunque
permitan un acercamiento a la forma de vida de la época, hay que ser conscientes de que
cuando estudiamos y analizamos estos textos existe un sesgo en las significaciones, en la
forma de entender el mundo y en cómo se construye la realidad en las sociedades andinas.
En este sentido, teniendo las consideraciones anteriores y entendiendo que las realidades
sociales son contradictorias y están siempre llenas de tensiones, vemos que los
documentos son selectivos y tratan de dejar fuera o dentro del discurso a diferentes grupos
sociales. Sin embargo aquí es donde podemos anclar de mejor manera la pertinencia
antropológica de estudiar los archivos: los textos fuertemente controlados como lo son la
documentación estatal, dan cuenta de acciones y pensamientos que están más allá de lo
que las personas en su época pudieran advertir conscientemente, siendo marcos de
comprensión de la normalidad a la cual la gente estaba acostumbrada o los márgenes de
acción permitidos o reprimidos (Platt 2015). En este sentido los archivos permanecen
abiertos, no son documentos estáticos que solo sirven para responder preguntas, sino más
bien están cargados con importante potencial reflexivo tanto en relación a los métodos de
estudio, como a la formulación constante de nuevas preguntas, dando paso a la
construcción de un objeto de estudio particular que da cuenta de cómo las comunidades
interactúan con los poderes fácticos.
La mirada etnográfica aporta un paso más allá de la actitud extractiva, objetivando los
archivos como procesos, por lo cual se hace necesario estudiar los contextos de producción
de archivos, sus regularidades, limitaciones discontinuidades, etc. (Stoler 2010). Al mismo
tiempo debemos velar por reconocer que cada momento de la historia constituye una
realidad abierta, la aproximación etnográfica aplicada al estudio del pasado permite
destacar el punto de vista de las personas para quienes el pasado ha sido un presente lleno
de posibles. Las potencialidades de estudiar documentos como las visitas o las ordenanzas
es la de propiciar un diálogo con los etnógrafos del pasado, a fin de destapar constelaciones
de relaciones imprevistas para los autores de los textos de antaño, problematizando una
ficción de orden, en la cual se cuela constantemente el devenir de las sociedades humanas.

Continuidad del control de los pisos ecológicos

Debido al fuerte impacto que tuvieron las reformas y ordenanzas de los virreyes del Perú,
implantándose nuevos regímenes en la vida económica, organizativa, social y sexual de los
habitantes indios de los pueblos andinos, se tiende a pensar que todo el orden del mundo
andino se desestructuró o se modificó de manera drástica. Debido al tipo de reformas y la
manera en cómo estas se efectuaron, muchas de las dimensiones de orden andino fueron
efectivamente modificadas, pero más que esto transformadas ya que muchos de los
cambios incorporados fueron insertados en el razonamiento andino resignificándolos o
incluyéndose en sus propias maneras de ver y hacer, perpetuando así muchas de las
lógicas que se quería erradicar de estos pueblos.
Una de estas transformaciones, que en muchas crónicas y escritos post-contacto aparece
como erradicado, fue el control de los pisos ecológicos a través de la verticalidad andina. Si
bien la verticalidad como tal no existe ya debido a que luego de la invasión “los nuevos
conceptos comerciales del Viejo Mundo sirvieron como estímulos decisivos para la
disolución de las operaciones implícitas de armonía, reciprocidad, cooperación y
sincronización multiétnica” (Nuñez 1995: p.140), aun persisten lógicas de intercambio y
algunos remanentes del tráfico de caravanas.
Aunque algunos de estos remanentes hayan prevalecido debido a que coincidían con
núcleos económicos europeos, otros de ellos no estaban emparentados con los segundos y
aun así lograron sobrevivir a todo este mercantilismo, pudiéndose observar movimientos
tradicionales entre la puna y las regiones circundantes a ésta.
Por lo anterior, creemos que es importante destacar la síntesis que elaboramos a partir de
esta idea. En este sentido, si bien las nuevas ordenanzas e imposiciones de prácticas o
prohibiciones en muchas de las aristas de la vida andina fueron cambiadas y forzadas a
entrar en este mundo en los Andes Centro Sur, varias de ellas como la movilidad giratoria
propuesta por Nuñez (1995), basada en el modelo de verticalidad, se supieron mantener y
seguir recreando una identidad o sello de procesos propiamente andinos, y así contribuir a
continuar con algunas de las costumbres que se ejercían y tenían sus raíces anteriores a la
llegada de los españoles con sus nuevas prescripciones de cómo debían ser las cosas en el
territorio del virreinato. Sin embargo Nuñez en la caracterización de estas continuidades
hace mención a que esto acabará de un momento a otro: “Donde los europeos no
advirtieron riqueza mercantil, sobrevivió el ideal andino del traslado interregional y esto aun
existe en determinados enclaves de los Andes del sur, destinado a una extinción
irreversible…” (Nuñez 1995: p.141).

Ordenanzas y control del cuerpo

Las ordenanzas impartidas por el virrey Francisco de Toledo, según el documento


Ordenanzas…para los indios de Charcas buscan promover que los yanaconas sigan las
creencias católicas y realicen sus ritos y, por otro lado, imponer un marco legal sobre los
comportamientos, actividades y relación que deben tener con la tierra; la forma en que
deben vivir y habitar el lugar, en resumidas cuentas. A esto se suma que dicha
reglamentación también da cuenta de directrices para el resto de los habitantes del lugar,
que deben permitir que la legislación se lleve a cabo. Teniendo en cuenta esto, a ambos
grupos se les impondrán castigos en caso de ir contra la ley, y habrá autoridades
fiscalizando los comportamientos, a las que también se les castigará en caso de no hacer
esto. En resumen, se busca tanto adoctrinar bajo la moral católica como imponer un marco
jurídico que lleven a que la población tenga un comportamiento deseado.
Para analizar las políticas que buscan imponer las ordenanzas, ciertas concepciones de
Michael Foucault (2002) sobre biopolítica cobran sentido. Así, él propone estudiar la
anatomía política de los Estados, viendo a éstos como un:

“cuerpo político” como conjunto de elementos materiales y de las técnicas que sirven de
armas, de relevos, de vías de comunicación y puntos de apoyo a las relaciones de poder y de
saber que cercan los cuerpos humanos y los dominan haciendo de ellos un objeto de poder
(p. 19).

En este sentido, el autor propone que en todo régimen de verdad existe una estrecha
relación entre un saber, un poder y un determinado tipo de moral, existiendo dispositivos
que buscan disponer del cuerpo de las personas para que vayan en pos de los ideales que
hay tras la gobernación (Foucault 1998). En sus palabras, el cuerpo de las personas está:
“inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa
inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a uno trabajos,
lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos” (Foucault 2002: p. 18).
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos ver que la gobernación del virrey busca erigir y
promover una determinada anatomía política que produzca en los ciudadanos un
determinado comportamiento a través de la coacción de sus cuerpos. Esto, a través de la
mencionada información recabada a través de las visitas, que daba cuenta de que no todos
los indígenas se consideraban cristianos o se manejaban en ámbitos de esta fe y de que no
tenían un ordenamiento que fuera tan productivo para el reino, teniendo en cuenta que la
racionalidad del último era económica, productivista, a diferente de la de los indígenas.
En primer lugar, se busca promoción de la moral católica por medio de distintos
mecanismos: la construcción de una o más iglesias, dependiendo de la extensión del lugar
–en el presente caso, por ser Charcas grande, manda a hacer dos–, la obligatoriedad de
asistir a misa una vez por semana bajo la exigencia del alguacil de cada pueblo, la
impartición de los sacramentos y el llevar a la cantidad que se estime conveniente de niños
a la casa del sacerdote local, a fin de que se interioricen del catolicismo y luego regresen a
vivir con el resto de los yanaconas y lo divulguen.
Además, bajo la moral católica del virrey se cooptarán las labores femeninas y las
relaciones entre los géneros. Teniendo en cuenta al chacha-warmi, la complementariedad
entre ambos géneros en el mundo andino, ¿no se remecerá toda la estructura de la
sociedad? Lo anterior, al prohibirse a las mujeres participar de la guarda de ganado, ya que
dicha actividad es realizada también por hombres y, al ocurrir lejos del pueblo, es posible
que haya relaciones pre-maritales entre ambos géneros, el tan temido amancebamiento que
busca eliminarse a través de las ordenanzas tanto para los yanaconas como para el resto
de la población, al que también se busca imponer dicha moral. Por otro lado, ordena a las
mujeres cuyo marido ha muerto vivir en luto, prohibiéndoseles ir a fiestas. ¿Qué ocurrirá,
entonces, si las últimas son unos de los ejes de la vida andina? Finalmente, se prohíbe a
hombres y mujeres que contraerán matrimonio verse antes de que éste ocurra, para evitar
el amancebamiento, y la poligamia.
Otro comportamiento que se busca frenar es la borrachera, solo permitiéndose beber con
moderación en las fiestas. Deteniéndonos en las últimas, se prohíbe a los yanaconas
trabajar en éstas. Ambos puntos nos llevan a preguntarnos: ¿responden estas normas a las
antiguas lógicas andinas de trabajo y festividad? Nuevamente, puede haber consecuencias
para la organización de la comunidad: al intervenir en las festividades y al normarse los
espacios comunitarios, ambas aristas relevantes para la andinidad. Igualmente, se prohíben
los juegos de azar –anticristianos, antiprodutivos-, y el porte de armas por parte de los
indígenas; lo último lo interpretamos como una búsqueda del monopolio del poder por parte
los españoles.
Por otro lado, se busca generar un ordenamiento más eficaz del trabajo de los yanaconas,
estableciéndose la cantidad de días que deben trabajar para los dueños de las tierras y
asimismo una cantidad definida de días de descanso. También, el deber pagar impuestos,
lo que da cuenta de la progresiva monetarización que busca gestarse en el virreino, lo que
se aprecia también en la promoción de que los indígenas produzcan sus propios panes para
comerciarlos en las ciudades aledañas, con la prohibición de vendérselos a sus patrones.
Esto va aparejado de lo que podríamos llamar como proto-derechos: que los dueños de las
tierras les brinden seguridad y los cuiden de la enfermedad, la mencionada prohibición de
trabajar en las fiestas, que tengan un día libre a la semana para descansar y obrar su tierra
y diez al año para trabajar ésta y poder pagarle el tributo a su majestad.
En relación a esto, y en lo que respecta a la relación que tienen con la tierra que trabajan, a
los yanaconas se les impone un ordenamiento similar al feudal, donde las personas tienen
el derecho a usufructuar de su chacra pero sin ser dueñas de ellas. Aun así, esta
comparación con el orden del feudo no es total porque, como ya hemos expuesto, existe un
aparataje cuasi-estatal detrás de las ordenanzas que buscan el desarrollo de los intereses
del virreinato. En este sentido, a pesar de que se les permita a los yanaconas trabajar en
sus propias chacras al tiempo que lo hacen también para aquellas cuya producción es de
los terratenientes, se les ata a su tierra, acierto territorio, no permitiéndoles cambiar de
domicilio a aquéllos que ya vivían en chacras y asegurándose así, a nuestro parecer, que
funcionen como mano de obra constante para el desarrollo de la economía del virreino.

Potencial arqueológico de las visitas


Debido a la interdisciplinariedad con la que debemos enfrentarnos la continua
transformación de las culturas andinas, hemos considerado necesario incluir la arqueología
del colonialismo español en el informe. La arqueología, además de constituir una fuente de
datos importantes, implica trabajar con otro registro, y por tanto con otra historia en cierta
manera ya que el estudio de la materialidad nos permite acceder a "un conocimiento que
está vedado a la palabra y a la expresión consciente" (González-Ruibal 2012: 111). Igual
que esta disciplina sirve para contrastar la evidencia escrita, de gran relevancia en el caso
de las visitas por ser anterior a las reformas toledanas, los documentos históricos nos
permiten comprender la materialidad en su contexto: quiénes vivían en qué lugares, qué
objetos y/o estructuras se asocian a qué tipo de procesos, cómo se interactuaba con esa
materialidad, qué implicancias económicas, sociales y simbólicas tiene la modificación del
paisaje, etc. La visita a la provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel en 1567,
dado el gran nivel de detalle en la obra, posibilita indagar en el rol de la materialidad durante
el proceso colonial, obteniendo información referente al poder en la región, la demografía,
las implicancias sociales de sus sistemas económicos, los patrones de asentamiento... Una
mirada a la materialidad nos permite acercarnos a dos momentos distintos: 1)Los indígenas
en tiempos incaicos, ya que los españoles tenían un gran interés en conocer los tributos que
pagaban a los incas; 2) Los mecanismos de control de los españoles y la capacidad de
resistencia indígena, así como la asimilación y transformación en un momento previo a las
reformas toledanas, y por tanto a los condicionantes materiales que permiten una mayor
libertad a los/as indios/as.
En lo referente al ganado, la traducción directa al castellano no nos permite conocer las
etnocategorías propias de estos grupos, con las que a través de la palabra dan sentido al
aprovechamiento faunístico. El alto número de cabezas de ganado registrado por los
españoles deja constancia de su importancia en la región, así como nos permite observar a
quién le pertenece, su cuidado por parte de muchas personas de la comunidad o su
importancia en lo referente a sus creencias (ganado ofrecido al sol o para las huacas del
inca). Correlacionar esta información con el registro faunístico de las excavaciones
arqueológicas permitirá también dar sentido al bajo porcentaje de fauna doméstica española
en estas tierras, así como asignarla a un grupo étnico, los aymaras, ya que los uros eran
pescadores. La lógica mercantil española asigna distintos niveles de riqueza en función del
ganado, por lo que puede afirmarse su fundamentalidad en los cambios en la organización
económica que pretenden implantar tras las visitas. Con respecto a la actividad agrícola,
rescatamos del texto lo referente a los cultivos: papas, quínoa y canaua. Garci Diez de San
Miguel relata continuamente que en las tierras no se produce trigo, ni maíz, de especial
interés para la reordenación que plantea el virreinato.
Las modificaciones de la arquitectura y los patrones de asentamiento también son de gran
relevancia, y como destaca Urbina (2007) es necesaria una Arqueología Colonial que:
estudie y confronte distintos cánones arquitectónicos inscritos en un paisaje del mismo modo
que los discursos inscritos en los textos que refieren a dicha arquitectura, población y
economía a la que se pretende conocer, describir y dominar en nombre de las autoridades
del régimen colonial en los Andes. (p. 1994)
Es fundamental estudiar las transformaciones en el paisaje derivadas de la cristianización
de los indios, ya que durante las visitas es recurrente la necesidad de reducir muchos
pueblos que no pueden ser adoctrinados debido a su situación geográfica. Así, podríamos
constatar materialmente que aquellos lugares sin iglesias ni monasterios no estaban
concebidos para su poblamiento, pudiendo asociar la ausencia con su abandono forzado
por los españoles. La indigenización de las iglesias a través de decoración y materiales
propiamente andinos es otro tema a estudiar, ya que sería testigo de las transformaciones
de las lógicas de adoctrinamiento y dominación española. Urbina (2007: p. 1997) destaca
que las reducciones se plasmaron en el espacio, ya que pretendían ordenar estas
poblaciones. La noción de urbanismo fue impuesta por los españoles sobre la local incaica,
diferenciándose en que el modelo hispano clasificaba los espacios de manera más
estereotipante, mientras que el modelo andino se caracterizaba por una mayor especifidad
en la percepción ecológica y funcional del espacio. Nuevos tipos en la urbanización, como el
surgimiento de plazas centrales, aún cuando no existan documentos que lo corroboren,
permite explorar la imposición de una arquitectura que transforma los modos de vida y, así,
acercarnos más a entender éstos.

3) Reflexiones Finales
Cuando comprendemos de manera más acabada la aplicación e instauración del régimen
colonial hispano, fundamentalmente a través de instituciones como las ordenanzas y las
visitas, podemos comenzar a vislumbrar las consecuencias de las mismas en la vida en Los
Andes. Muchas veces se piensa que la imposición de la estructura colonial representa una
ruptura radical en las relaciones sociales andinas y su organización social, pero como vimos
en las fuentes históricas en este trabajo, los lupaca en 1567 aún no se regían por la
encomienda, pilar fundamental del sistema de explotación de la tierra y fuerza de trabajo en
el continente americano, lo que nos lleva a pensar en la gran cantidad de otros grupos que
tampoco estaban tan intervenidos. Para esto se realizaron las visitas, una suerte de
etnografía con fines de recopilar información para que el virreinato pudiera a través de las
ordenanzas, con conocimiento de los grupos, imponer la moral católica y un régimen legal
en pos del desarrollo del virreinato a través de la modificación de la conducta diaria de las
personas con estos fines.
Rescatando el papel etnográfico de las visitas y las ordenanzas, y habiendo reflexionado en
torno a las particularidades que tienen -que han pasado por procesos de traducción,
intencionalidades y naturalizaciones-, no podemos dejar de preguntarnos cuáles fueron los
efectos que resultaron de la implementación del nuevo marco legislativo. Aun así, y en base
a conocimientos sobre las culturas andinas venideras, podemos plantear que entre las
consecuencias de la implementación de las ordenanzas y visitas, vemos la transformación
forzada de las culturas andinas primigenias, hacia una nueva concepción de la andinidad
fuertemente arraigadas al catolicismo, pero que mezcla algunos elementos de la
racionalidad occidental con la racionalidad propia del mundo prehispánico. Una nueva
cultura que requiere de que dos o más sustratos diferentes cedan en sus concepciones y
principios básicos, dando nacimiento a un grupo social nuevo que conserva elementos de
las distintas vertientes. ¿Cuáles son estos elementos? ¿Cómo es fue y ha sido la nueva
cultura que se ha ido gestando? Planeamos acercarnos a respuestas tentativas a estas
interrogantes en futuros trabajos e investigaciones.
Finalmente consideramos que la interdisciplinariedad toma mucha importancia a la hora de
buscar comprender un pasado e identidad andina, haciéndose necesaria una variada gama
de aproximaciones y de registros sobre la cultura en cuestión, tal y como se planteó en lo
referente al aporte que la arqueología puede significar para la etnografía en este caso:
acercándonos a entender la arquitectura, las relaciones con la fauna, entre otras
menciones. Así, y tal como lo plantea Murra, los estudios andinos se fortalecerán en la
medida en que se combinen los datos obtenidos por distintos medios y disciplinas. Un
ejemplo sería el contrastar los datos de las visitas con el registro arqueológico,
estableciendo relaciones y relevando cuan real era la información que los aymara le
entregaban a los visitadores.
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