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Departamento de Antropología
Carreras de Arqueología y Antropología
Etnología Culturas andinas
Profesor Mauricio Uribe
Ayudantes Lautaro Guerra y Catalina Venegas
Re-Estructuración de lo andino
Ordenanzas y crónicas y su potencial etnográfico
Nicolás Alarcón
Iñaki Chacón
Gabriel Cádiz
Antonio Graneris
Consuelo Jorquera
Natalia Latorre
Javier Lara
Javiera Navarrete
Catalina Navarro
Como fue mencionado, con el fin de poder controlar y dominar a la población de las formas
más variadas y completas posibles, los españoles institucionalizaron variadas formas de
cargos públicos, administrativos, o divisiones de clase, las cuales tienen su orígenes en las
formas de control prehispánicas establecidas por el Ynga, previo a la invasión. Dentro de
ellas estaban los yanaconas, los curacas, los quipucamayoc, entre otros. Quienes seguían
cumpliendo los mismos cargos encomendados por los inkas, pero ahora sirviendo al
virreinato en su afán de controlar, vigilar y gobernar a los indígenas.
La figura en la que se centran nuestros análisis, es la institucionalización del cargo de
“visitador” que fue descrito anteriormente y en que no profundizaremos más. Sin embargo,
quisiéramos hacer un par de alcances respecto a la continuidad que este tiene respecto a
algunos cargos sucedidos desde el imperio, y que no deben confundirse con la figura misma
de la visita, ya que si bien posee algunas semejanzas, no tiene parangón con el cargo de
visitador y las funciones que éste cumplía.
Por una parte tenemos la institución de los mitimaes, quienes eran familias (campesinas por
lo general), a quienes el Inka sacaba de sus comunidades y re-establecía en lugares
conquistados por el imperio, con distintas funciones sociales, económicas, culturales y
militares, fueron también conocidos como mitmakunas o mitmaqkunas, y se sabía que sus
funciones estaban en relación directa con la expansión del imperio. Esta institución además,
se conformaba por personas, como ya dijimos, pertenecientes a los mismos ayllus, fue una
política demográfica que afectó en gran escala a los grupos étnicos que estaban bajo el
control del imperio.
Por otra, tenemos la figura de lo que genéricamente se conoce como “orejones” o nobleza
incaica, quienes eran descendientes de panacas, y cumplían funciones administrativas,
militares y de gobierno dentro del imperio.
Si bien, ninguna de estas dos figuras asemeja al cargo administrativo de visitador, podemos
encontrar ciertos cruces que si nos hablan de cómo hay una figura de poder que se
relaciona con los “indios”, más cercana al imperio y que en sus funciones a veces debe
actuar de mediador e ir a donde están los indígenas a averiguar cosas, a vigilar otras, y que
respondería también a la pregunta de por qué en las ordenanzas y las observaciones de los
visitadores se habla de una desconfianza hacia las respuestas de los indios. Los españoles
piensan que estos ya estaban tan acostumbrados a que les preguntaran cosas que ya
sabían qué responder, o como actuar, y esto se podría explicar en parte por estas mínimas
pero influyentes continuidades entre algunos de los cargos que tienen sus raíces antes del
virreinato y que acaban de ser mencionadas.
El estatus de archivo
Debido al fuerte impacto que tuvieron las reformas y ordenanzas de los virreyes del Perú,
implantándose nuevos regímenes en la vida económica, organizativa, social y sexual de los
habitantes indios de los pueblos andinos, se tiende a pensar que todo el orden del mundo
andino se desestructuró o se modificó de manera drástica. Debido al tipo de reformas y la
manera en cómo estas se efectuaron, muchas de las dimensiones de orden andino fueron
efectivamente modificadas, pero más que esto transformadas ya que muchos de los
cambios incorporados fueron insertados en el razonamiento andino resignificándolos o
incluyéndose en sus propias maneras de ver y hacer, perpetuando así muchas de las
lógicas que se quería erradicar de estos pueblos.
Una de estas transformaciones, que en muchas crónicas y escritos post-contacto aparece
como erradicado, fue el control de los pisos ecológicos a través de la verticalidad andina. Si
bien la verticalidad como tal no existe ya debido a que luego de la invasión “los nuevos
conceptos comerciales del Viejo Mundo sirvieron como estímulos decisivos para la
disolución de las operaciones implícitas de armonía, reciprocidad, cooperación y
sincronización multiétnica” (Nuñez 1995: p.140), aun persisten lógicas de intercambio y
algunos remanentes del tráfico de caravanas.
Aunque algunos de estos remanentes hayan prevalecido debido a que coincidían con
núcleos económicos europeos, otros de ellos no estaban emparentados con los segundos y
aun así lograron sobrevivir a todo este mercantilismo, pudiéndose observar movimientos
tradicionales entre la puna y las regiones circundantes a ésta.
Por lo anterior, creemos que es importante destacar la síntesis que elaboramos a partir de
esta idea. En este sentido, si bien las nuevas ordenanzas e imposiciones de prácticas o
prohibiciones en muchas de las aristas de la vida andina fueron cambiadas y forzadas a
entrar en este mundo en los Andes Centro Sur, varias de ellas como la movilidad giratoria
propuesta por Nuñez (1995), basada en el modelo de verticalidad, se supieron mantener y
seguir recreando una identidad o sello de procesos propiamente andinos, y así contribuir a
continuar con algunas de las costumbres que se ejercían y tenían sus raíces anteriores a la
llegada de los españoles con sus nuevas prescripciones de cómo debían ser las cosas en el
territorio del virreinato. Sin embargo Nuñez en la caracterización de estas continuidades
hace mención a que esto acabará de un momento a otro: “Donde los europeos no
advirtieron riqueza mercantil, sobrevivió el ideal andino del traslado interregional y esto aun
existe en determinados enclaves de los Andes del sur, destinado a una extinción
irreversible…” (Nuñez 1995: p.141).
“cuerpo político” como conjunto de elementos materiales y de las técnicas que sirven de
armas, de relevos, de vías de comunicación y puntos de apoyo a las relaciones de poder y de
saber que cercan los cuerpos humanos y los dominan haciendo de ellos un objeto de poder
(p. 19).
En este sentido, el autor propone que en todo régimen de verdad existe una estrecha
relación entre un saber, un poder y un determinado tipo de moral, existiendo dispositivos
que buscan disponer del cuerpo de las personas para que vayan en pos de los ideales que
hay tras la gobernación (Foucault 1998). En sus palabras, el cuerpo de las personas está:
“inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa
inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a uno trabajos,
lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos” (Foucault 2002: p. 18).
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos ver que la gobernación del virrey busca erigir y
promover una determinada anatomía política que produzca en los ciudadanos un
determinado comportamiento a través de la coacción de sus cuerpos. Esto, a través de la
mencionada información recabada a través de las visitas, que daba cuenta de que no todos
los indígenas se consideraban cristianos o se manejaban en ámbitos de esta fe y de que no
tenían un ordenamiento que fuera tan productivo para el reino, teniendo en cuenta que la
racionalidad del último era económica, productivista, a diferente de la de los indígenas.
En primer lugar, se busca promoción de la moral católica por medio de distintos
mecanismos: la construcción de una o más iglesias, dependiendo de la extensión del lugar
–en el presente caso, por ser Charcas grande, manda a hacer dos–, la obligatoriedad de
asistir a misa una vez por semana bajo la exigencia del alguacil de cada pueblo, la
impartición de los sacramentos y el llevar a la cantidad que se estime conveniente de niños
a la casa del sacerdote local, a fin de que se interioricen del catolicismo y luego regresen a
vivir con el resto de los yanaconas y lo divulguen.
Además, bajo la moral católica del virrey se cooptarán las labores femeninas y las
relaciones entre los géneros. Teniendo en cuenta al chacha-warmi, la complementariedad
entre ambos géneros en el mundo andino, ¿no se remecerá toda la estructura de la
sociedad? Lo anterior, al prohibirse a las mujeres participar de la guarda de ganado, ya que
dicha actividad es realizada también por hombres y, al ocurrir lejos del pueblo, es posible
que haya relaciones pre-maritales entre ambos géneros, el tan temido amancebamiento que
busca eliminarse a través de las ordenanzas tanto para los yanaconas como para el resto
de la población, al que también se busca imponer dicha moral. Por otro lado, ordena a las
mujeres cuyo marido ha muerto vivir en luto, prohibiéndoseles ir a fiestas. ¿Qué ocurrirá,
entonces, si las últimas son unos de los ejes de la vida andina? Finalmente, se prohíbe a
hombres y mujeres que contraerán matrimonio verse antes de que éste ocurra, para evitar
el amancebamiento, y la poligamia.
Otro comportamiento que se busca frenar es la borrachera, solo permitiéndose beber con
moderación en las fiestas. Deteniéndonos en las últimas, se prohíbe a los yanaconas
trabajar en éstas. Ambos puntos nos llevan a preguntarnos: ¿responden estas normas a las
antiguas lógicas andinas de trabajo y festividad? Nuevamente, puede haber consecuencias
para la organización de la comunidad: al intervenir en las festividades y al normarse los
espacios comunitarios, ambas aristas relevantes para la andinidad. Igualmente, se prohíben
los juegos de azar –anticristianos, antiprodutivos-, y el porte de armas por parte de los
indígenas; lo último lo interpretamos como una búsqueda del monopolio del poder por parte
los españoles.
Por otro lado, se busca generar un ordenamiento más eficaz del trabajo de los yanaconas,
estableciéndose la cantidad de días que deben trabajar para los dueños de las tierras y
asimismo una cantidad definida de días de descanso. También, el deber pagar impuestos,
lo que da cuenta de la progresiva monetarización que busca gestarse en el virreino, lo que
se aprecia también en la promoción de que los indígenas produzcan sus propios panes para
comerciarlos en las ciudades aledañas, con la prohibición de vendérselos a sus patrones.
Esto va aparejado de lo que podríamos llamar como proto-derechos: que los dueños de las
tierras les brinden seguridad y los cuiden de la enfermedad, la mencionada prohibición de
trabajar en las fiestas, que tengan un día libre a la semana para descansar y obrar su tierra
y diez al año para trabajar ésta y poder pagarle el tributo a su majestad.
En relación a esto, y en lo que respecta a la relación que tienen con la tierra que trabajan, a
los yanaconas se les impone un ordenamiento similar al feudal, donde las personas tienen
el derecho a usufructuar de su chacra pero sin ser dueñas de ellas. Aun así, esta
comparación con el orden del feudo no es total porque, como ya hemos expuesto, existe un
aparataje cuasi-estatal detrás de las ordenanzas que buscan el desarrollo de los intereses
del virreinato. En este sentido, a pesar de que se les permita a los yanaconas trabajar en
sus propias chacras al tiempo que lo hacen también para aquellas cuya producción es de
los terratenientes, se les ata a su tierra, acierto territorio, no permitiéndoles cambiar de
domicilio a aquéllos que ya vivían en chacras y asegurándose así, a nuestro parecer, que
funcionen como mano de obra constante para el desarrollo de la economía del virreino.
3) Reflexiones Finales
Cuando comprendemos de manera más acabada la aplicación e instauración del régimen
colonial hispano, fundamentalmente a través de instituciones como las ordenanzas y las
visitas, podemos comenzar a vislumbrar las consecuencias de las mismas en la vida en Los
Andes. Muchas veces se piensa que la imposición de la estructura colonial representa una
ruptura radical en las relaciones sociales andinas y su organización social, pero como vimos
en las fuentes históricas en este trabajo, los lupaca en 1567 aún no se regían por la
encomienda, pilar fundamental del sistema de explotación de la tierra y fuerza de trabajo en
el continente americano, lo que nos lleva a pensar en la gran cantidad de otros grupos que
tampoco estaban tan intervenidos. Para esto se realizaron las visitas, una suerte de
etnografía con fines de recopilar información para que el virreinato pudiera a través de las
ordenanzas, con conocimiento de los grupos, imponer la moral católica y un régimen legal
en pos del desarrollo del virreinato a través de la modificación de la conducta diaria de las
personas con estos fines.
Rescatando el papel etnográfico de las visitas y las ordenanzas, y habiendo reflexionado en
torno a las particularidades que tienen -que han pasado por procesos de traducción,
intencionalidades y naturalizaciones-, no podemos dejar de preguntarnos cuáles fueron los
efectos que resultaron de la implementación del nuevo marco legislativo. Aun así, y en base
a conocimientos sobre las culturas andinas venideras, podemos plantear que entre las
consecuencias de la implementación de las ordenanzas y visitas, vemos la transformación
forzada de las culturas andinas primigenias, hacia una nueva concepción de la andinidad
fuertemente arraigadas al catolicismo, pero que mezcla algunos elementos de la
racionalidad occidental con la racionalidad propia del mundo prehispánico. Una nueva
cultura que requiere de que dos o más sustratos diferentes cedan en sus concepciones y
principios básicos, dando nacimiento a un grupo social nuevo que conserva elementos de
las distintas vertientes. ¿Cuáles son estos elementos? ¿Cómo es fue y ha sido la nueva
cultura que se ha ido gestando? Planeamos acercarnos a respuestas tentativas a estas
interrogantes en futuros trabajos e investigaciones.
Finalmente consideramos que la interdisciplinariedad toma mucha importancia a la hora de
buscar comprender un pasado e identidad andina, haciéndose necesaria una variada gama
de aproximaciones y de registros sobre la cultura en cuestión, tal y como se planteó en lo
referente al aporte que la arqueología puede significar para la etnografía en este caso:
acercándonos a entender la arquitectura, las relaciones con la fauna, entre otras
menciones. Así, y tal como lo plantea Murra, los estudios andinos se fortalecerán en la
medida en que se combinen los datos obtenidos por distintos medios y disciplinas. Un
ejemplo sería el contrastar los datos de las visitas con el registro arqueológico,
estableciendo relaciones y relevando cuan real era la información que los aymara le
entregaban a los visitadores.
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