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Incluso Pieter Brueghel, cuya obra parecería no tener nada que ver con la
Antigüedad, tuvo un lugar en esta corriente. Brueghel pertenecía al círcu-
lo de los humanistas de Amberes entre los que estaba el geógrafo Abra-
ham Ortelius. Su Icarus, por ejemplo, que a primera vista parece un paisa-
je sin mayor significado, resulta ser la ilustración de un pasaje del libro 8
de la Metamorfosis de Ovidio que describe el vuelo de Ícaro y su padre
Dédalo: «Algunos pescadores quizás, aplicados en su tembloroso anzuelo;
algún pastor recostado en su cayado o un campesino doblado sobre su
arado los vieron pasar volando».
En el caso de la escultura, las nuevas tendencias pueden apreciarse en dos
la Italia del siglo XV para rendir homenaje a los caudillos mercenarios. ron disfrutando de una gran reputación. Las obras de Bruni, Poggio y Va-
Donatello hizo el famoso Gattamelata en Padua (véase infra, p. 39), y el lla fueron reimpresas en el siglo XVI en Basilea y otras ciudades. Valla
maestro de Leonardo, Verrochio, hizo el monumento de Bartolomeo Co- concitó un interés particular. Su crítica a la Donación de Constantino era
lleoni, erigido en Venecia. En el siglo XVI, este tipo de monumento se un arma útil en las manos de los protestantes y le ganaron la simpatía de
convirtió en privilegio de los príncipe. Así la estatua del gran duque Cosi- Lutero como había ocurrido con Ulrich von Hutten. Su enfoque filológico
mo de Médicis de Florencia fue la primera en una plaza pública, la Piazza del Nuevo Testamento interesó a los Sozzinis, herejes italianos que dieron
della Signoria de Florencia, un poderoso símbolo de predominio en lo que nombre al «socinianismo». Petrus Ramos, que obtenía un placer semejan-
había sido un espacio republicano. Los soberanos extranjeros también co- te en conmocionar al statu quo filosófico criticando a Aristóteles, era otro
menzaron a encargar estatuas ecuestres a los artistas italianos. Por ejem- admirador de Valla184.
plo, una estatua ecuestre de Luis XII fue colocada sobre la entrada a su Sin embargo el movimiento humanista estaba cambiando. Una variedad
palacio en Blois. Catalina de Médicis pidió a Miguel Ángel que hiciera un más amplia de intereses y actitudes pueden encontrarse en este momento.
monumento para su último esposo Enrique II, a lo cual aquél se negó aun- «Variedad» es una palabra cortés para lo que puede considerarse también
que recomendó a su discípulo Dapiele de Volterra (que esculpió el que fragmentación. El lector quizá se pregunte a estas alturas si el humanismo
fue considerado como «el caballo de bronce más grande desde era un movimiento. Probablemente no. Los ideales por los que un peque-
Verrochio»)183. Todavía interesada en el jinete, Catalina pidió a Francesco
de Médicis que le prestara su escultor Giambologna pero aquél no accedió
su pedido. Enrique IV tuvo más suerte. La estatuilla que le hizo Giambo-
logna fue terminada durante su vida y el monumento, realizado por Pietro
Tacca, fue acabado poco después de su muerte y erigido en el Pont-Neuf
de París en 1614. Casi al mismo tiempo una estatua de Felipe III realizada
por Tacca, regalo del gran duque de Toscana, fue erigida en la plaza ma-
yor de Madrid.
CAPÍTULO CINCO
definir una tendencia que se prolongó durante siglos se han señalado antes mos un tema recurrente en este libro: la europeización de Europa.
(véase supra, p. 92). Utilizar el término para definir un período como hizo La idea de una historia de la vida cotidiana, Alltagsgeschichte como la de-
Burckhardt en el caso de Italia, es virtualmente imposible si se escribe so- nominan los alemanes, no es una novedad, pero ha atraído un creciente in-
bre la totalidad de Europa. En un esfuerzo por dar cuenta de tendencias terés en la última generación como parte del proyecto de escribir la histo-
diferentes y conflictivas, el término se haría inútil de tan vago. La defini- ria desde abajo. Se ha cultivado a menudo con cierta independencia de
ción más precisa del Renacimiento como un movimiento deliberado, fa- otros tipos de historia. En las páginas siguientes, sin embargo, se insistirá
vorecida por Gombrich y otros, es mucho más útil, y en líneas generales en la interacción entre un movimiento de renovación cultural y las estruc-
ha sido adoptada en este libro. turas de la vida cotidiana en diferentes partes de Europa. Esta interacción
Sin embargo, este concepto también tiene desventajas. Lo que se inició puede definirse en términos de recepción, resistencia, hibridación y «do-
como un movimiento de un minúsculo grupo de italianos del siglo XIV mesticación», ésta no en sentido de «domar» el Renacimiento, sino en el
cambió al difundirse a otros países y grupos sociales. Lo que había sido de indicar su penetración en la casa y la vida diaria. El término más apro-
alguna vez una innovación consciente gradualmente se hizo parte de la piado es el alemán Veralltäglichung, que se puede traducir como «domes-
práctica cotidiana y de los hábitos del pensamiento, influyendo en las ticación», «cotidianización» o «rutinización», tres palabras que privile-
mentalidades, la cultura material e incluso el cuerpo, cómo veremos (véa- gian diferentes aspectos de este complejo proceso, todos los cuales son re-
se infra, pp. 173 ss.). El eje de este capítulo serán los preconceptos no levantes para este capítulo.
analizados y los estilos de vida cambiantes. Será imposible evitar el término «moda», en el sentido de intereses que no
Averiguar quiénes vieron afectados sus preconceptos y estilos de vida por duran más que unos pocos años, o cuando mucho, unas cuantas décadas.
el Renacimiento no es una tarea fácil de abordar. Con pocas excepciones, Sin embargo, las consecuencias a largo plazo del entusiasmo combinado
aparte de las ciudades de Florencia y Venecia, existen escasos indicios del por la Antigüedad y por Italia fueron más importantes. El historiador ho-
efecto del movimiento en otros grupos sociales, fuera de los artesanos de landés Johan Huizinga escribió un famoso ensayo sobre los ideales histó-
ciertos oficios, como los constructores y los carpinteros. Una de las ex- ricos de la vida253. Este capítulo estudiará el proceso de plasmar este ideal,
cepciones más notables es el caso en los archivos judiciales sobre un dra- el del hombre o mujer renacentista, en la práctica cotidiana. Al menos al-
ma representado en el pueblo de Aspra, cerca de Roma, durante el carna- gunos de los ejecutantes de algunas de estas prácticas que se presentan
val de 1574; «un viejo drama impreso» de tema pastoral como dice un aquí actuaron implementando deliberadamente este ideal cultural.
testigo, con ninfas y pastores representados por un zapatero remendón, un La mayoría de los ejemplos proceden del Renacimiento tardío, la fase en
alfarero y algunos campesinos que podían leer y escribir «aunque no mu- que las nuevas ideas y formas no sólo se divulgaron de forma más amplia
cho»252. Si se cotejan con este documento los personajes de Shakespeare geográfica y socialmente, como se ha expuesto en el capítulo anterior,
en Sueño de una noche de verano: Bottom, un tejedor que interpreta al sino que también penetraron en muchos más ámbitos que antes. Incluso la
amante Píramo, y Flute, el remendador de fuelles que interpreta a Tisbe, idea del Renacimiento cambió en esta época. Hacia mediados del siglo
dichos personajes no parecen tan fantásticos como antes. Con todo, tales XVI los que consideraban que estaban viviendo en una nueva era proba-
indicios son raros. Las siguientes páginas, por tanto, se concentrarán en la blemente estaban pensando no sólo en la recuperación de la Antigüedad,
nobleza y el clero, aunque harán algunas referencias al mundo de los abo- sino también en la invención de la imprenta y la pólvora y en el descubri-
gados, médicos, mercaderes y sus esposas. Si el grupo que se estudia es miento del Nuevo Mundo. Entre ellos estaban el físico francés Jean Fer-
socialmente restringido, se le tratará con amplitud geográfica. Reiterare- nel, cuyo tratado sobre las causas ocultas apareció en 1548, y el humanis-
ta Christophorus Mylaeus, que publicó un libro sobre la escritura de la Sin embargo, el propio éxito exterior de los modales y modas italianos
historia en 1551. Fernel dijo que «esta época nuestra» era notable por el suscitaron una reacción antiitaliana a finales del siglo XVI, perceptible
revivir de la elocuencia, la filosofía, la música, la geometría, la pintura, la desde Inglaterra y Francia hasta Hungría y Polonia. La italofobia interac-
arquitectura, la escultura, la invención del cañón y la imprenta, y los via-
jes de descubrimiento, especialmente del Nuevo Mundo. Por su parte,
Mylaeus destacó el renacer del griego, la invención del cañón y la im-
prenta «en Alemania», el descubrimiento de América, y la obra de pinto-
res como Miguel Ángel y Durero.
Italofilia e italofobia