You are on page 1of 11

Trabajo Práctico

Doctrina Social de la
Iglesia
La Familia

Guillermo Risco/Malena Silva/Manuela de Urquiza/Maia


Varano
10/05/2018
Doctrina social de la Iglesia, la familia
PANORAMA ACTUAL
La familia es la institución social que más padece los cambios sociales:

 La creciente urbanización que implica una distribución más equitativa entre varones y
mujeres, y más dependiente de otros grupos sociales;
 El proceso de desarrollo que genera riqueza para algunos sectores y
pobreza/marginalidad/inseguridad a otros;
 El rápido crecimiento demográfico provoca problemas sociales, económicos, éticos y
religiosos;
 El proceso de socialización multiplica grupos e instituciones sociales que cumplen
funciones familiares.

Han contribuido positivamente, estos cambios, en la sociedad en:

 Calidad de relaciones entre esposos,


 Promoción de la dignidad de la mujer,
 Paternidad responsable,
 Educación de los hijos,
 Relaciones entre las familias,
 Misión de la familia en la Iglesia,
 Responsabilidad de la familia para una sociedad más justa,

En cambio, los problemas que ha traído son:

 Disminución de matrimonios, convivencias prematrimoniales, uniones ocasionales e


inestables;
 Madres solteras y niños en adopción;
 Uniones de hecho;
 Uniones homosexuales;
 División familiar a causa del divorcio;
 Búsqueda de placer, confort y sexo en sí mismos;
 Problemas económicos;
 Dificultades para educar y enseñar valores a los niños;
 El aborto;
 Políticas de limitación de la natalidad;
 Influencia de pornografía, alcohol, drogas y prostitución;
 Dificultades materiales y morales para construir familias.
Todo esto exige un esfuerzo de los gobernantes, educadores, familias e Iglesia; para esto se da
particular atención a ciertos principios no negociables como:

 Protección de la vida en todas sus etapas, desde la concepción;


 Estructura natural de la familia (unión matrimonial entre varón y mujer);
 Derecho de los padres a educar a sus hijos.

Estas no son verdades de fe, son propios de la naturaleza humana, la Iglesia solo se encarga de
promoverlos.

ORIGEN E IMPORTANCIA DE LA FAMILIA


El matrimonio es de carácter sagrado, por eso Dios ha hecho al varón y a la mujer para que dejen a
sus padres y se unan, y así ser una sola carne. Esa es la dignidad que la familia y el matrimonio
tienen en el plan de Dios.

La familia y el matrimonio dan continuidad al género humano y ayudan al crecimiento y


satisfacción de los miembros.

¿Por qué la familia es tan importante? ¡Por qué la Iglesia insiste sobre eso? Porque de la familia
depende el destino del hombre, su felicidad y el sentido que le da a su vida

Imagen de Dios
El modelo ideal del amor conyugal es el amor de Cristo por su Iglesia, “… es comunicación y
participación, no dominación. Exclusiva, irrevocable y fecunda entrega a la persona amada, sin
perder la propia identidad.” Es el ambiente ideal para cultivar amor y servicio para el perdón, la
tolerancia y la reconciliación. Núcleo más íntimo sobre la verdad del hombre, y la vocación
auténtica imagen de Dios.

La diferencia sexual del varón y la mujer expresa la forma de amor en la que llegan a ser una
misma carne.

Célula básica de la sociedad


El espíritu familiar fraterno, tolerante y positivo se expande a toda la sociedad mediante vínculos
orgánicos y vitales. Es por eso que la familia es la 2célula básica y vital de la sociedad”, constituye
el patrimonio de la humanidad. Para la felicidad de los pueblos, por tanto, debe promoverse el
desarrollo y consolidación de las familias.

MISIÓN DE LA FAMILIA
La esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor y que por eso
recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor de dios a la humanidad y de Cristo por
su Iglesia.

Los cuatro cometidos básicos de la familia son:


a) La misión de la familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas que
se caracterizan por la unidad y la insolubilidad. Lugar privilegiado para la realización
personal.
b) Ser “como el santuario de la vida”, servidora de vida, derecho base de todos los derechos.
c) Ser “célula primera y vital de la sociedad”, promotora del desarrollo y protagonista de una
política familiar.
d) Ser “Iglesia doméstica” que acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra de Dios, donde se
edifica la santidad.

Formación de una comunidad de personas


El vínculo que une a todas las personas (matrimonio, padres, hijos, abuelos, nietos, tíos, sobrinos),
la meta y fuerza de esa comunidad, es el amor; hace nacer a la familia y le permite vivir, crecer y
perfeccionarse.

¿Cómo aprender a amar y entregarse generosamente? Nada impulsa tanto amor, como sentirse
amado. Por eso, es la familia, donde reina el amor gratuito, desinteresado y generoso; donde se
aprenda a amar, es escuela de amor.

El matrimonio
Vocación fundamental e innata en todos los hombres, pues son llamados al amor. Mediante este
se comprometen entre si hasta la muerte en cuerpo, espíritu, inteligencia, voluntad, sentimientos
y libertad; crecen continuamente en su unión y son fieles a la entrega íntegra hacia el otro.

La diferencia sexual expresa la forma de amor en la que el varón y la mujer llegan a ser una sola
carne, una auténtica comunión de personas abiertas a la transmisión de vida. Se complementan y
crecen en el proyecto de vida que desean compartir.

Dios bendice, purifica y santifica esta unión, mediante el sacramento. Abiertos al Espíritu, este les
comunicará el amor del Padre para poder encarnarlo en todas las dimensiones de su vida y llegar
al encuentro definitivo con Cristo.

Indisolubilidad

 Entrega recíproca de los esposos (sin límites a través del tiempo);


 Educar hijos en una comunidad estable y permanente;
 Es fruto, signo y exigencia del amor de Dios al hombre;
 Acto libre en el que el hombre se juega su libertad para asumir un compromiso para
siempre.
I. Las uniones de hecho son convivencias o parejas que se niegan y/o postergan
el compromiso conyugal. Por querer un amor desligado a la responsabilidad,
por poner a prueba la unión, por ideologías, marginación/pobreza, tradición,
inseguridad ante el futuro, desconfianza por un amor sin medidas; se impide la
esperanza y la construcción con fortaleza. Además, falta el vínculo matrimonial
que fundamente a la familia.
II. Las uniones homosexuales, alteran directamente a los niños criados en dichas
comunidades, ya que la figura paterna y materna son fundamentales para la
identificación sexual de la persona.

Las relaciones familiares


Se basa en vínculos de sangre y se profundiza por lazos espirituales fundados en el amor.

La felicidad de cada ser, tiene relación directa con el amor familiar, pues es un amor verdadero
que corresponda a la verdad del hombre y su vocación.

Todos los miembros de la familia tienen la responsabilidad de construir la unidad de la misma para
que sea una escuela de humanidad (intermediario entre el individuo y la sociedad); exige sacrificio,
disponibilidad, comprensión, tolerancia, perdón y reconciliación.

Recibe la ayuda de Dios para alcanzar la santidad; gracias, sobre todo, por la unión del padre y la
madre que inspira seguridad y muestra la belleza de la fidelidad y perseverancia en el amor.

La mujer
La dignidad de la mujer y el varón debe ser igual siempre; aunque hoy día sigue sin cumplirse así
negándola y posponiéndola de sus derechos, convirtiéndola en objeto o papel secundario
denigrante; la Iglesia busca recalcar su rol de madre, defensora de la vida y educadora del hogar.

Debe eliminarse la idea de la mujer como madre y esposa, únicamente, a la que se priva de
trabajar y hacer política; sobre todo, cuando las mujeres son quienes más comunican, sostienen y
promueven la vida, la fe y los valores.

El hombre
Misma tradición mencionada reservaba al hombre como función familiar fundamental y
excluyente. Proveer el sustento a su esposa e hijos. Así, se dividían las funciones familiares, en
casa la mujer, afuera el hombre.

Sin negar distintos papeles que cumplen los esposos hay que reconocer que la división carece
actualmente de sentido. Muchas mujeres cada vez mas trabajan en diversos campos de la
sociedad y al mismo tiempo se ocupan de su casa y familia. Por otro lado los hombres tienen el
papel insustituible en la vida familiar, educación de los hijos y atención del hogar.

La ausencia de un padre provoca desviaciones psicológicas y morales, grandes dificultades en las


relaciones familiares, especialmente en sociedades donde rige el “machismo”.

Es imprescindible la presencia coordinada y armónica de los esposos en la vida familiar, en el


fondo es el designio originario de dios, desde el principio ha querido al ser humano como “unidad
de los dos” hombre y mujer como primera comunidad de personas, al mismo tiempo como
“signo“de la comunión de amor que constituye la misteriosa vida intima de Dios Uno y Trino.
Los niños
Es innecesario señalar la importancia de niños dentro de la familia, no solo por su dignidad como
personar si no por el valor que tienen para la sociedad para constituir el futuro. Los niños merecen
atención especial cuando son pequeños, están enfermos o son minusválidos es cuando más
necesitados se encuentran de todo especialmente de amor y de cuidados.

La atención a los niños en primer lugar parte de sus padres, también otros miembros del grupo
familiar como abuelos incluye lo material (alimentación, vivienda, vestido, higiene, cuidados
sanitarios) lo espiritual (amor, educción en todos sus aspectos, orientación, consejo, formación
religiosa).

Cuando fallas en la familia ante su ausencia existen niños abandonados, desprotegidos o


maltratados, la sociedad debe acudir en su auxilio sea a través del estado o otras instituciones
(hogares para niños, familia sustitutas) o mecanismos legales (la adopción).

“Un bien fundamental que recibe la sociedad de la familia son los hijos. Elemento principal del
progreso social que se debe reconocer a las familias que generosamente lo engendran y educan.
Tener en cuenta la relación entre familia y educación. Tema adopción hay que tener en cuenta que
los derechos de los niños por encima de la voluntad de los padres”.

Esta organización es particularmente necesaria en América latina y el Caribe donde los niños,
adolescentes y jóvenes son más de la mitad de la población del continente. Esta emergencia
silenciosa que vive en América latina y el Caribe es desafiante no solo desde el punto de vista
numérico sino desde el punto de vista humano y pastoral. Muchas ciudades aumentaron los niños
en la calle. Algunos países fueron víctimas de campañas de exterminio realizadas por organismos
policiales y privados; niños sin familia, sin amor, sin acceso a la educación, niños en extrema
miseria física y moral, consecuencia de la desintegración familiar. Presenta aberrante comercio de
niños y niñas, tráfico de órganos y hasta niños utilizados para cultos satánicos. Punto de vista de la
educación de la fe se percibe un marcado descuido en cuanto a la recepción de sacramentos y a la
catequesis.

Los jóvenes
Los jóvenes son, en muchos países parte importante del total de la población, especialmente
cierto en América Latina, constituye una fuerza con una gran incidencia en la sociedad y su cultura.
Situación, sin embargo, dista de ser sencilla. Crisis social y laboral, que pocos países escapan,
afecta especialmente a los jóvenes y particularmente a los escasos recursos. Educación con
frecuencia presentada como el mejor recurso para obtención de empleo y ubicación social. Sin
embargo tampoco este camino es llano. En Argentina más de 400 mil chicos y adolescentes
abandonan anualmente sus estudios y un millón de entre 15 y 19 años está fuera de la escuela.
Tasa de desempleo de los jóvenes suele duplicar a la de los adultos y, en algunos casos, más
elevada.
Los ancianos
Conquistas de la ciencia y progresos de la medicina han contribuido de forma decisiva. La tercera
edad abarca una parte considerable de la población mundial, personas que salen de los circuitos
productivos disponiendo aun de grandes recursos y capacidad de participar en el bien común. Este
grupo abundante de “Young old” (ancianos jóvenes) se agrega el de los “oldest old”(ancianos más
ancianos”) superan los 75 años, la cuarta edad, filas destinadas a aumentar siempre mas.

La prolongación de la vida media y la disminución, han producido una transición demográfica sin
precedentes en la que la pirámide de las edades: Crece constantemente el número de ancianos y
disminuye constantemente el número de jóvenes.

En algunos pueblos existe una particular veneración y un gran amor por los ancianos, se considera
como maestros de vida, fuentes de sabiduría y testigos del pasado, El anciano permanece
miembro activo y responsable de la familia.

En cambio, gran parte del mundo desarrollado y en especial en las grandes ciudades, se produce
un doble fenómeno:

Aumenta el número de ancianos, consecuencia de la mejora de condiciones sanitarias y por otro


lado los ancianos son marginados, considerándolos injustamente como personas inútiles. Dejan de
tener participación en la vida familiar y de muchas veces son innecesariamente dados a
instituciones donde conviven con personas de la misma edad, fuente de sufrimiento para ellos.

La iglesia insiste en valorar el papel de los ancianos en la familia y en la sociedad. Ese papel no se
interrumpe, adquiere modalidades distintas, los ancianos deben sentirse y actual como sujetos
activos de un periodo humana y espiritualmente fecundo de la existencia.

Servicio a la vida
El matrimonio y el amor conyugal tienen como fin y coronación la procreación y la educación de
los hijos. Los esposos dan más de sí mismos al hijo que es el reflejo viviente de su amor. El
cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida.

El amor de los esposos es una participación especial en el misterio de la vida y el amor de Dios, por
eso la Iglesia tiene la misión de custodiar y proteger la dignidad del matrimonio y su
responsabilidad en la transmisión de la vida

La transmisión de la vida
La Iglesia manifiesta que lo esencial de la D.S.I respecto a la transmisión de la vida es que el amor
conyugal debe ser plenamente humano y estar “abierto a la transmisión de la vida”.

Esta doctrina se enfrenta a una realidad en la que el hombre aumenta su dominio sobre la
naturaleza y desarrolla una angustia profunda hacia el futuro. Ha surgido así una “mentalidad
contra la vida” alimentada por ciertos ecólogos y futurólogos que presentan el crecimiento de la
población como un peligro para la calidad de vida.
Los obispos latinoamericanos dijeron que cada vez es mayor la cantidad de abortos, la mentalidad
anti-vida y la eutanasia prenatal que lleva a la eliminación de niños recién nacidos.

Así olvidando que la vida es un Don de Dios y que el hombre no puede ser árbitro o dueño de la
vida.

El hijo debe ser responsablemente acogido en la familia como un don precioso e irrepetible de
Dios. El niño concebido no nacido, es el ser más vulnerable e indefenso al que hay que defender y
tutelar.

La Iglesia cree que la vida humana, aunque débil y enferma, siempre es un don de Dios. La Iglesia
está a favor de la vida.

Ocurre a veces que con el pretexto de la “explosión demográfica” se realizan campañas para
reducir los nacimientos, sin tener en cuenta si los métodos son lícitos o no. Estas campañas tienen
mayor lugar en los países del tercer mundo donde la población crece con mayor rapidez, sin
financiadas por organismos internacionales (públicos o privados) o a veces se imponen como
condición para ayuda económica de esos países.

La Iglesia condena estas situaciones como una ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia.

Las estadísticas relativas al crecimiento de la población pueden interpretarse de diversas maneras,


por lo general, se coincide en afirmar que existen dos tendencias significativas: aumenta la
expectativa de vida y por otro lado disminuyen los nacimientos. Esto a futuro afecta a las naciones
ya que carecen de jóvenes para renovar su población. Estas situaciones son consecuencias de
múltiples factores, a menudo de carácter económico, social y cultural. Sin embargo en sus raíces
espirituales, se debe a una preocupante falta de fe, esperanza y amor.

Traer hijos al mundo requiere de una confianza y esperanza en el futuro. Este amor tiende a lo
eterno, se cree que tal vez la falta de amor creativo sea la razón por la cual muchas parejas
deciden no casarse, matrimonios fracasan y ha disminuido tanto el índice de natalidad.

Los esposos deben asumir la llamada “paternidad responsable” que es comprender que ser o no
padres o la cantidad de hijos que quieran tener no puede ser una decisión caprichosa. Deben
reconocer que existen deberes para con Dios, con la familia y la sociedad. Por ejemplo: tener un
solo hijo para “poder darle todo” es egoísmo, pero tener más hijos de los que se pueden criar y
educar es una irresponsabilidad.

Solo los esposos pueden decidir en este tema, y para hacerlo deben tener en cuenta algunos
factores:

 Condiciones físicas y psicológicas de los esposos,


 Situación económica de la familia y el país,
 Hijos ya nacidos,
 Realidad social,
 Leyes biológicas.

Con todos estos factores los esposos podrán decidir responsablemente sobre su familia.

El amor de Dios en la paternidad y la maternidad no pueden reducirse a lo biológico. La vida se da


plenamente cuando junto con el nacimiento se da el amor y permiten decirle si a la vida.

Lo contrario al amor es cerrar sistemáticamente la unión al don de la vida o suprimir/manipular a


la vida que nace.

La educación
I. La educación, derecho y deber de los padres
Para la DSI la educación es un derecho y un deber de los padres
Derecho: porque la vocación de padre no se satisface con solo engendrar a un
hijo, por el contrario, se llega a ser plenamente padre cuando luego de un proceso
de transmisión de experiencia, valores y afectos, se capacita al hijo para una vida
humanamente madura.
Obligación: porque la figura de los padres es imprescindible para que un niño se
desarrolle sana y normalmente y su falta produce graves consecuencias. Al
engendrar un hijo los padres adquieren una obligación irrenunciable. Desatender
estos cuidados es un agravio a la dignidad del hijo y un agravio al Señor.
II. Valores que los padres deben transmitir
Los criterios y conceptos que los padres deben transmitir son múltiples y variados.
Ante la angustia y la inseguridad que provoca en muchos jóvenes la ausencia de
valores firmes y normas claras y definidas.
Cuando un niño nace, comienza a formar parte de una antigua tradición familiar.
Con el don de la vida recibe un patrimonio de experiencia el cual los padres tienen
el deber de transmitirlo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su
identidad, iniciarlos en la vida social, el ejercicio responsable de su libertad moral y
su capacidad de amar.
Los hijos crecen y maduran humanamente a medida que acogen este patrimonio y
la educación que van asumiendo progresivamente.
Son valores fundamentales a transmitir: que el hombre vale por hombre y no por
lo que tiene, el sentido de la justicia, la fraternidad entre hombres y su natural
consecuencia, el servicio desinteresado a los demás, especialmente a los más
pobres y necesitados.
III. Educación sexual
Ante una cultura que banaliza la sexualidad ya que la vive de una manera
reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el cuerpo y el placer
egoísta, el servicio educativo debe basarse sobre una cultura sexual que sea
verdadera y plenamente personal.
La sexualidad es una riqueza de toda la persona (cuerpo, sentimiento y espíritu) y
manifiesta su significado intimo al llevar la persona hacia el don de sí misma en el
amor. Por eso es importante poner en práctica programas de educación para el
amor y educación sexual desde la perspectiva cristiana y así lograr que se den
relaciones interpersonales basadas en el mutuo respeto y aprecio.
La educación se realiza desde la familia y debe ser apoyada, pero no sustituida por
el estado.
IV. Objetivos de la educación cristiana
Para los padres la formación de los hijos no se limita a lograr, mediante el cariño y
la transmisión de valores, la madurez humana, sino que también deben guiarlos
hasta que puedan asumir las responsabilidades que la fe les señala.
En esta tarea los padres a través del testimonio de su propia vida, llegaran a ser
plenamente padres. Con el testimonio constante del amor conyugal se favorecerá
que los hijos hagan suyo el don de la fe y descubran en ella el sentido profundo de
la existencia y se sientan gozosos y agradecidos por ello.
La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a sus hijos a rezar y
rezan con ellos, cuando los acercan a los sacramentos y los conducen a la vida de
la Iglesia, cuando se reúnen a leer la Biblia, alabando a Dios como Padre.
V. El derecho-deber de educar y el sacramento del matrimonio
Tal es la grandeza y el esplendor del sistema educativo de los padres cristianos que
Santo Tomás no duda en compararlo con el ministerio de los sacerdotes. Algunos
propagan y conservan la vida espiritual con un ministerio únicamente espiritual: la
tarea del sacramento del ORDEN; otros hacen esto respecto a la vida corporal y
espiritual a través del sacramento del MATRIMONIO.
La educación se realiza en la familia desde el inicio de la misma, es irremplazable e
indelegable, el estado puede ayudar pero no sustituir a la familia.

Participación en el desarrollo de la sociedad


La sociedad está compuesta, no solo por personas individuales, sino por sociedades en pequeño
cuya salud y fortaleza dependen de las de toda la sociedad.

Las familias de la sociedad aportan:

 Hombres y mujeres que la integran;


 Escuela de virtudes sociales (solidaridad, respeto, justicia, diálogo) cuando no se aprenden
estas virtudes, difícilmente sea un ciudadano útil;
 Transmisión de contenidos y valores (lengua, costumbres, historia, tradiciones).

La función social de la familia, no puede reducirse a procrear y educar a los hijos. Las familias
pueden hacer mucho más en obras de servicio a los demás, especialmente a los pobres y los que
necesitan ayuda que no reciben del estado u otras instituciones.

Existe para las familias una forma de intervención política, con la cual deben procurar:

 Que las leyes y las instituciones del estado no atenten ni lesionen los derechos y deberes
de las familias;
 Que estas leyes e instituciones sostengan y defiendan positivamente a las familias;
 El cambio de las estructuras injustas en la sociedad.

Las familias cristianas


Para los esposos cristianos, el cometido social y político de la familia es un mandato que deben
cumplir e implica una gracia especial que los sostiene y anima.

Cuando la vida familiar es fuerte y sana, también el sentido de la comunidad y solidaridad es


fuerte y eso ayuda a construir la civilización de vida y amor que debe ser el objetivo de todos.

De este modo las familias cristianas están llamadas a ofrecer el testimonio de una entrega
generosa y desinteresada a los problemas sociales.

You might also like