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Nietzsche. Clase 2015 Lic.

Nicolás Javaloyes / UMSA

Nietzsche / Clase
1. Breve noticia de la vida de Friedrich Nietzsche

Filósofo alemán, poeta y filólogo, cuyo pensamiento es considerado como uno de los más radicales, ricos y
sugerentes del siglo XX. Nació el 15 de octubre de 1844, en Röcken, Prusia. Su padre, un ministro luterano, murió
cuando él tenía 5 años, y fue educado por su madre en una casa donde vivían su abuela, dos tías y una hermana.
Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, y fue nombrado profesor de filología griega en la
universidad de Basilea a los 24 años. Su delicada salud (estuvo afectado toda su vida por su poca vista y sus
constantes jaquecas) le obligó a retirarse en 1889. Al cabo de diez años sufrió una crisis nerviosa de la que nunca
se recuperó. Murió en Weimar el 25 de agosto de 1900.
Además de la influencia de la cultura helénica, en particular de las filosofías de Sócrates, Platón y Aristóteles,
Nietzsche estuvo influenciado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, por la teoría de la evolución y por su
amistad con el compositor alemán Richard Wagner. Escritor prolífico, escribió varias obras importantes, entre
ellas El origen de la tragedia (1872), Así habló Zaratustra (1883-1885), Más allá del bien y del mal (1886), La
genealogía de la moral (1887), El crepúsculo de los dioses (1888), El Anticristo (1888), Ecce Homo (1889) y La
voluntad de poder (1901).
Uno de los argumentos fundamentales de Nietszche era que los valores tradicionales (representados en esencia
por el cristianismo) habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo
expresó en su tajante proclamación "Dios ha muerto". Estaba convencido que los valores tradicionales
representaban una "moralidad esclava", una moralidad creada por personas débiles y resentidas que fomentaban
comportamientos como la sumisión y el conformismo porque los valores implícitos en tales conductas servían a
sus intereses. Nietzsche afirmó el imperativo ético de crear valores nuevos que debían reemplazar los
tradicionales, y su discusión sobre esta posibilidad evolucionó hasta configurar su retrato del hombre por venir, el
'superhombre' (übermensch).
Aclamado poeta, Nietzsche ejerció mucha influencia sobre la literatura alemana, así como sobre la literatura
europea y la teología. Sus conceptos han sido discutidos y ampliados por personalidades como los filósofos
alemanes Karl Jaspers y Martin Heidegger, el filósofo judío alemán Martin Buber, el teólogo germano-
estadounidense Paul Tillich, y los escritores franceses Albert Camus y Jean-Paul Sartre. La proclama de Nietzsche
"Dios ha muerto" fue utilizada por teólogos radicales posteriores a la II Guerra Mundial (en especial por los
estadounidenses Thomas J. J. Altizer y Paul van Buren) en sus intentos por adecuar el cristianismo a las décadas
de 1960 y posteriores.

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Principales obras

• Fatum e historia (1862)


• Libertad de la voluntad y fatum (1868)
• Homero y la filología clásica (1869) (Homer und die klassiche Philologie. Ein Vortrag)
• El drama musical griego (1870) (Das griechische Musikdrama)
• Sócrates y la tragedia (1870) (Socrates und die Tragödie)
• La visión dionisíaca del mundo (1870) (Die dionysische Weltanschauung)
• El Estado griego (1871)
• El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1872) (Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste
der Musik)
• Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (1872) (Über die Zukunft unserer
Bildungsanstalten. Sechs öffentliche Vorträge)
• Cinco prefacios para libros no escritos (1872) (Fünf Vorreden zu fünf ungeschriebenen Büchern)
• La filosofía en la época trágica de los griegos (1873) (Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Greichen)
• Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873) (Über Wahrheit und Lüge im aussermoralischen
Sinne)
• Primera consideración intempestiva: David Strauss, el confesor y el escritor (1873) (I. David Strauss: der
Bekenner und der Schriftsteller)
• Segunda consideración intempestiva: Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida (1874) (II.
Unzeitgemasse Betrachtungen. Vom Nutzen und Nachteil der Historie fur das Leben)
• Tercera consideración intempestiva: Schopenhauer como educador (1874) (III. Unzeitgemasse
Betrachtungen. Schopenhauer als Erzieher)
• Cuarta consideración intempestiva: Richard Wagner en Bayreuth (1876) (IV: Unzeitgemasse
Betrachtungen. Richard Wagner in Bayreuth)
• Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres (1878) (Menschliches, Allzumenschliches. Ein
Buch für freie Geister)
• El caminante y su sombra (1880) (Der Wanderer und sein Schatten)
• Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales (1881) (Morgenröthe. Gedanken über die moralischen
Vorurtheile)
• La ciencia jovial. La gaya ciencia (1882) (Die Fröhliche Wissenschaft. La gaya scienza)
• Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para ninguno (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV) (Also Sprach
Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen)
• Más allá del bien y del mal. Preludio a una filosofía del futuro (1886) (Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel
einer Philosophie der Zukunft)
• La genealogía de la moral. Un escrito polémico (1887) (Zur Genealogie der Moral. Eine Streitschrift)
• El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo (1888) (Der Antichrist. Fluch auf das Christentum)
• El caso Wagner. Un problema para los amantes de la música (1888) (Der Fall Wagner. Ein Musikanten-
Problem)
• Ditirambos de Dioniso (1888-1889) (Dionysos-Dithyramben)
• El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos (1889) (Götzen-Dämmerung, oder: Wie man mit
dem Hammer philosophirt)
• Nietzsche contra Wagner. Documentos de un psicólogo (1889) (Nietzsche contra Wagner. Aktenstücke
eines Psychologen)
• Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es (1889) (Ecce Homo. Wie man wird, was man ist)

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2. Friedrich Nietzsche.
El Nihilismo como clave para organizar e interpretar su pensamiento.

En la exposición de esta clase tomaremos el eje de análisis propuesto por Mónica Cragnolini en Nietzsche, camino
y demora: el nihilismo. 1

Nihilismo y Décadence
→ En los tiempos de Nietzsche el término Nihilismo ya tenía una amplia difusión, sobre todo a partir del uso que
comenzaron a darle los escritores rusos y su aplicación a ciertos síntomas de la cultura rusa. 2 Nietzsche asociará
al nihilismo otro término que también tiene una amplia difusión a mediados del siglo XIX, el de decadencia –
décadence, en francés–.

Décadence
→ Este término surge en el siglo XVI y es recuperado por escritores franceses del siglo XIX –Gauthier, Baudelaire y
Verlaine–. Este último la utilizó en uno de sus sonetos y fue tomada para designar a la escuela literaria francesa
que se desarrolló en el último cuarto del siglo. A esta literatura se la caracterizaba como decadente porque se
relacionaba, a partir de sus temas, con un espíritu signado por el aburrimiento –ennui–, el tedio y el vacío
existencial. 3
→ Para escapar de este tedio, recurren a temas exóticos y extravagantes donde predominan dos sentimientos
contradictorios: el horror y el éxtasis de la vida. Un ejemplo de este gusto es su interés por el “divino marqués” de
Sade. Nietzsche era un gran lector de los franceses y el para él Baudelaire es el representante del decadente.

1
Cragnolini, Mónica. Nietzche, camino y demora. Buenos Aires, Eudeba, 1998.
2
Nihilismo ruso. El fenómeno cultural ruso conocido como nihilismo se desarrolló durante el reinado de Alejandro II (1855 a 1881), zar de
carácter liberal y reformista. La década de los sesenta es considerada como la década del nihilismo. La pérdida de la Guerra de Crimea
(1854-1856), la apertura del régimen al exterior (apertura no sólo económica, sino también cultural e ideológica) y las relativas libertades
concedidas por el zar –por ejemplo, en prensa– sirvieron de caldo de cultivo para esta nueva subcultura. De carácter fundamentalmente
intelectual, el nihilismo representó una reacción contra las antiguas concepciones religiosas, metafísicas e idealistas. Los jóvenes nihilistas,
retratados como rudos y cínicos, combatieron y ridiculizaron las ideas de sus padres. Su sinceridad rayaba la ofensa y el mal gusto, y esta
actitud fue lo que más pareció definir a este movimiento. La actitud despectiva y negativa quedó perfectamente retratada en el personaje
Bazarov de la novela Padres e hijos de Turgénev.
En el extremo sentimentalismo de los padres, estos jóvenes sólo veían una forma de hipocresía. Observaban cómo sus románticos padres
explotaban a sus siervos, maltrataban a sus esposas e imponían una disciplina estricta en sus hogares y, paradójicamente, luego se
dedicaban a hacer poemas y exhibir un comportamiento ridículo, como ilustró posteriormente el conocido anarquista Kropotkin en sus
Memorias de un revolucionario (1899). "Los nihilistas rechazaban y abandonaban, en nombre del progreso, todo lo que no podía ser
justificado científicamente, como supersticiones, prejuicios y costumbres."2
Criticaban las posiciones esteticistas en el arte por recrearse con la belleza en abstracto y carecer de una utilidad social real. Adoptaron
también una postura ética utilitarista denominada "egoísmo racional" por la cual buscaron redefinir las relaciones sociales en ámbitos
como la amistad, el amor o el trabajo. (http://es.wikipedia.org/wiki/Nihilismo)
3
La palabra Ennui existe en el idioma francés y su significado más directo es aburrimiento, aunque es usada también en la filosofía y la
psicología, con significados como depresión o aburrimiento crónico, es decir como un estado permanente más que sólo un aburrimiento
pasajero. Existe el concepto de Ennui también en la literatura, donde toma fuerza y significación durante el siglo XIX.
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Crisis y pensamiento metafísico


→ Nietzsche hace converger estos dos términos (decadencia y ennui), para construir un argumento contra toda
forma de totalización. Contra el pensamiento que construye entidades eternamente presentes e inalterables para
fundamentar la realidad, por ejemplo: la Idea platónica, el dios cristiano o el Espíritu Absoluto de Hegel.
→ Se llama pensamiento metafísico a aquel que enuncia un principio permanente y trascendente que
fundamenta toda la realidad. Nietzsche quiere liberarse del pensamiento metafísico porque en nombre de ese
principio absoluto (que no existe, que es nada, nihil) niega la vida. Por eso, lo primero que hará es enfrentar a la
filosofía de síntesis hegeliana.
Contra esta filosofía propone una “filosofía práctica” que investigará que posibilidades de acción tiene el hombre
frente al sinsentido y absurdo de la vida. Esta filosofía será la “filosofía del martillo” con la que destruirá los
valores de la metafísica tradicional”.

Lo Apolíneo y lo dionisíaco
→ Para el hombre, el caos –lo contingente, lo que deviene– siempre estuvo asociado al abismo, a la pérdida total
y a la muerte. La asunción de un principio organizativo provisorio es lo que le permitió enfrentar el caos, superar
el miedo y vivir. No obstante, en cierto momento olvidó que esos principios organizativos eran su obra, estos
principios se independizaron: así nace el pensamiento metafísico.
Para que el hombre recupere su contacto con la vida –esa dialéctica de lo apolíneo y lo dionisíaco– 4 es necesario
destruir esos falsos valores de la metafísica. Sin embargo, destruir todos los valores nos puede llevar a una
errancia absoluta, algo muy peligroso porque el hombre debe darse herramientas para enfrentar el caos.
Por eso, Nietzsche propone crear “sentidos provisorios” que nos amparen ante el horror del caos de la existencia,
pero que también nos permitan enfrentar los “falsos sentidos” acordados a la vida por quienes niegan lo “vital”:
los nihilistas. Estos “sentidos provisorios” ya no son permanentes ni eternos sino pasajeros porque ahora
sabemos todos los sentidos son creación humana, por lo tanto, finitos.

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Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer
el futuro o aspectos oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud, la belleza, la poesía, y las artes en
general. Pero, según Nietzsche, expresaba para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era el dios de la luz, la claridad y la
armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e instintivas. Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma,
la racionalidad. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, y el pueblo griego el primero en presentar una visión
luminosa, bella y racional de la realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación pues afirma que es correcta para el mundo griego a
partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior, considerado por nuestro filósofo como el momento más característico del
espíritu griego. Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura del dios Dionisos, dios del vino y las
cosechas, de las fiestas báquicas presididas por el exceso, la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este dios
representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y,
en definitiva, la irracionalidad. La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en
armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental,
ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo
puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón,
identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.
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Historia del Nihilismo


→ Nietzsche plantea que el nihilismo –la reducción de la vida a la nada– no es un fenómeno individual sino que
tiene una historia:

1. El Nihilismo decadente (del pasado) → pesimismo de la debilidad


2. El Nihilismo integral (el de hoy)
3. El Nihilismo futuro. → pesimismo de la fortaleza

1. Pesimismo de la debilidad / El Nihilismo decadente (del pasado)

→ Con el nihilismo decadente comienza la historia. La decadencia es propio de todo lo vital: los procesos
naturales y sociales siempre se inscriben en procesos de nacimiento, apogeo y decadencia. Lo transitorio, lo
contingente, lo que deviene es lo más propio de la vida. Para Nietzsche, Sócrates es el primer decadente
justamente porque no acepta la decadencia de la sociedad griega y los excesos de su religión. Esta negación es lo
que lo lleva a crear al “hombre teórico”, el filósofo. Un nuevo personaje que tiene acceso al mundo de lo eterno y
lo permanente: el concepto. Platón irá más lejos y propondrá el mundo de las Ideas…
→ Para Nietzsche, la religión se origina a partir de sentimientos de fuerza que resultan tan extremos que el
hombre no los puede reconocer como propios, por eso se los atribuye a “otras esferas”. Por eso, nacen los dioses.
No obstante, los griegos dan a los Dioses un carácter muy distinto a lo que luego hará el cristianismo. Los dioses
griegos no niegan lo humano porque en cierto grado ellos también sufren los avatares de la vida. Obviamente son
inmortales pero no son dioses “abstractos” que niegan lo propiamente humano como el dios del cristianismo. Los
griegos vieron el caos de la vida, el abismo, pero no lo negaron. Sólo cubrieron con un velo el horror ante la vida
(el velo de Maia).
→ Sócrates inicia la decadencia del pueblo griego porque se encontraba en una “sociedad enferma”. Según
Sócrates era una época en la que predominaba el dionisismo por lo que sus contemporáneos eran “hombres
sobre-exitados”. En el sentimiento religioso griego había dos estrategias ante el caos:
El apolinismo que coloca un velo sobre las fuerzas terribles de la vida y
El dionisismo que se abandona a las fuerzas terribles de la vida

Razón Hipertrofiada
→ Sócrates y Platón son decadentes, son síntomas de la disolución griega. Ante el embate del dionisismo,
Sócrates reacciona y al no poder generar valores a partir de sí mismo, los inventa desde la negación de todo
aquello que se le opone. A los instintos anárquicos opone una razón hipertrofiada y desde ese momento se instala
la ecuación razón = virtud = felicidad.
→ Luchando contra la decadencia, Sócrates se transforma en el principal promotor de la misma porque provoca
una violencia similar a la que quería eliminar pero de signo contrario. Esta es la verdadera historia de la violencia:
la razón hipertrofiada que opera por negación. Una tiranía aún peor en la medida que a partir de este momento la
violencia se oculta… tiende a desaparecer en las formas de la razón, el silogismo… y en la medida que la filosofía
se consolida se va olvidando el origen y se niega cada vez más a la vida.

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“Monótono-theismus” y Cristianismo
→ A partir de Platón, la cultura griega se asemejará cada vez más a lo que será el cristianismo: “un platonismo
para el pueblo”. Entonces, la metafísica genera conceptos atravesados por la inmutabilidad –egipticismo– y que
se ordenan a partir de un principio que opera como “arkhé” (elemento jerarquizador, el primer noumenal).
→ Nietzsche habla del “Monótono-theismus” –monótono=inmutable + theismus=dios–, algo que es producto de
la necesidad humana de venerar algo con atributos de permanencia. Y este es el peor de los olvidos, porque es
una mentira que no se reconoce como tal: la mentira de la creencia en un orden puro, aséptico, trascendente, no
cambiante. Se llame dios, idea platónica, imperativo categórico, Espíritu absoluto o voluntad de vida. Todo mundo
trascendente es nihil, NADA.

La muerte de Dios
→ De aquí viene el tema de la Muerte de Dios, un tema del que ya venían hablando Jean Paul, Heer, Alfred Vigny
y Gerard de Nerval.
→ En La Gaya Ciencia, Nietzsche habla del asesinato de Dios con lo que quiere significar la desaparición de todo
proyecto basado en un principio arkhé trascendente. Ahora es la hora de un hombre sin arriba y sin abajo que cae
en una nada infinita. Hay una pérdida del fundamento que sostenía todos los sistemas especulativos, la base de
los valores, de las verdades... y surge un pesimismo y desazón ante la nada. La muerte de Dios es la muerte de la
moral, de la metafísica y hasta de la gramática. 5
→ La muerte de Dios genera un estado de pesimismo que Nietzsche considera como un estado intermedio en la
desvalorización de los valores. El pesimismo tiene dos vertientes:

1. Un pesimismo de la debilidad (Schopenhauer, el budismo y el historicismo).


2. Un pesimismo de la fortaleza que toma dos formas: el incompleto –el Wagnerismo, el anarquismo y el
socialismo– y el completo –que a su vez puede transformarse en escepticismo (como el nihilismo integral de
Nietzsche) o pesimismo de la fortaleza completo y activo, es decir, creador (nihilismo futuro Nietzschiano).

1. El pesimismo de la debilidad. Schopenhauer 6


→ El pesimismo de la debilidad es el propio de quien acepta que “todo está vacío” y cae en la náusea vital y en el
gran hastío pesimista y, por eso mismo se vuelve contra la vida. Es el caso del ascetismo de Schopenhauer y el
budismo. Schopenhauer ataca el pensamiento de Hegel y proclama una “filosofía de lo concreto”. Sin embargo, al
igual que Hegel postula un “en-sí” (la voluntad, Wille) que se objetiva en la particularización. 7
→ Cada cosa para Schopenhauer, representa una individualización de una voluntad nouménica. Retomando la
distinción kantiana de noúmeno y fenómeno, dice que lo fenoménico –determinado espacio-temporalmente por
el sujeto– oculta lo nouménico, captable solo a través de la intuición. Entonces, el mundo que captamos
sensiblemente es de la representación, en la que no captamos la realidad de los objetos sino, en última instancia,
sólo a nosotros mismos como conocedores.
→ El mundo de la representación es un mundo totalmente captado por la subjetividad, por esa unificación que
realizamos a través del cerebro. El mundo de la representación oculta el acceso a “la verdadera realidad” que es
la VOLUNTAD. La voluntad es la energía que es el sustrato del mundo y que se hace presente y manifiesta en

5
Dios garantiza el significado de nuestro lenguaje, la posibilidad del conocimiento organizado, las leyes de la naturaleza y de la lógica
6
El primer Nietzsche admira a Schopenhauer (Intespestivas, Ecce Homo, Así hablaba Zaratustra).
7
En Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación). 1818-1819.
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todos los fenómenos. La voluntad es la actividad irracional y prerracional que se manifiesta en tolo lo individual
como una identidad única y separada de las demás. Lo que tienen en común los fenómenos fisicoquímicos, la vida
vegetal, animal y la del hombre es esta energía única, esta fuerza ciega que permanece incognoscible para el
mundo de las representaciones. 8
→ Cuando esta energía se manifiesta está condenada a hacerlo dentro del límite de lo individual y fenoménico y
esto implica un conflicto con su aspiración avasalladora de superar los límites. Por eso, en la naturaleza todo se
encuentra enfrentado y en disputa: lo vegetal con lo animal, el cazador con lo cazado y no hay posibilidad de paz.
Cada voluntad es “voluntad de poder”, de quedarse con algo con lo que el otro tiene. La voluntad se quiere a sí
misma, intentando constantemente de romper los límites de lo individual.
→ Por eso el mundo es “un dolor universal” y ante esta lucha dolorosa sólo que abstenerse, retirarse… sólo
queda el ascetismo, un pesimismo débil. El mundo como dolor universal se expresa en el hastío al que llega el
hombre una vez que ha colmado sus deseos: el placer genera cansancio vital. La vida es dolor que sólo genera
vaciedad y cansancio cuando queremos escapar a ese dolor. Una de las maneras de escapar a ese dolor es el Arte,
porque el artista, en la medida que accede a las ideas (las objetivaciones de la voluntad), escapa a los límites de lo
individual.
→ Para Schopenhauer, hay una escala de las artes que va desde las más utilitarias (Arquitectura, pintura,
escultura, poesía y tragedia) hasta la música que es la expresión misma de la Voluntad:

“La música no es en modo alguno imagen de las ideas, como las demás artes,
sino la imagen de la voluntad misma” [El mundo como voluntad y representación, I,52]

→ Pero el arte es la forma transitoria de acceso a la voluntad. Hay otras formas más permanentes para escapar al
dolor: el suicidio, la reproducción y la compasión. El suicida afirma a la vida en la medida que renuncia a una
forma concreta de vida. En la reproducción, la voluntad de conservación afirma la vida al mantener y perpetuar la
especie. Otro modo de escapar al dolor es entender la vida como restauración de la justicia, en la medida que la
compasión supera lo meramente individual, pero este ideal es difícil de sostener porque está constantemente
cercado por el retorno a lo individual que es el egoísmo.
→ Por eso, para Schopenhauer no queda otra salida que la negación de sí mismo y del mundo, es decir,
la negación de la voluntad de vivir. Esa negación se opera en el ascetismo, en la castidad (negación a
reproducirse), en la mortificación y en la supresión de sí mismo. En la completa negación, en la total
ataraxia del universo. Entonces, el pesimismo de Schopenhauer desemboca en el nihilismo.
→ El budismo y el cristianismo tienen la misma matriz: son religiones nihilistas por su tendencia a la
nada. Las dos quieren desligarse de la vida.
→ La actitud historicista derivada de la filosofía hegeliana representa otra forma de pesimismo de la
debilidad porque es un “decir sí a todo”, es decir, dentro de la historia entra todo. Su historia es como
un “fatalismo dialéctico”. La idea de totalidad hegeliana cumple las mismas funciones que la idea del
bien en Platón (cfr. Cragnolini, p. 71).

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Sin embargo podemos acceder a la voluntad a partir de la experimentación del cuerpo, como actividad que sostiene la actitud
representativa. El cuerpo es el hilo conductor.
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Nietzsche pesimista
→ En “El nacimiento de la tragedia” (1872) Nietzsche parte del esquema de Schopenhauer: la voluntad
es concebida como energía universal y sustrato permanente [a la que Nietzsche llama “Uno primordial”
o “Uno viviente”] de la que todo es manifestación particular y fenoménica [para Nietzsche cosas
sometidas al principio de individuación, prisioneras de la apariencia fenoménica, que acceden en ciertos
momentos a la voluntad mediante una identificación universal].
Identificará al principio de individuación con lo apolinismo, la fijación de los límites y la “bella
apariencia”. Sin embargo, al “fondo verdadero” [el Uno primordial] se accede mediante el dionisismo,
gracias al cual las cosas pierden su particularidad y se unen en la embriaguez del éxtasis, en el todo de la
voluntad única.
→ La filosofía de la voluntad schopenhaueriana, por más antihegeliana que sea, sigue representando
una afirmación de un fondo nouménico del mundo. En lugar de la Idea hegeliana se coloca una Voluntad
irracional y ciega que sigue funcionando como fundamento. Por eso Nietzsche, años más tarde,
revisando “El nacimiento de la tragedia”, se reconoce como un pesimista y postula el principio que le
permitiría ir más allá de todo pesimismo: lo dionisíaco. Nietzsche se considera el primer “filósofo
trágico”. Para Nietzsche, la tragedia no es, como pretendía Aristóteles, un medio catártico o una
purificación, sino una aceptación del hombre mismo en medio del devenir, un decir sí a la vida en todos
sus aspectos

El hombre metafísico
→ El hombre del nihilismo decadente es el “trans-mundano”, el “alucinado por el más allá”, que desea
evadirse del mundo, hasta el punto de salirse de sus límites y sus órbitas en dirección al “otro mundo”.
Estos transmundanos generaron una “verdad” que para Nierzsche es una pseudo-verdad metafísica,
falsificación no reconocida como tal y negación de lo vital.
→ Esta pseudo-verdad inmoviliza lo deviniente en una manera extrema, congelándose en estructuras
que se postulan como eternas, apriorísticas y necesarias. Los hombres metafísicos enfrentan la
disyuntiva devenir-ser eligiendo el extremo de lo inmutable. Esta elección por un extremo, es un “salirse
de los límites” que los filósofos metafísicos ocultan y transforman en un ideal de pureza y de
“inmaculado conocimento”.
→ Para el ideal metafísico el hombre es un espejo para que las cosas se manifiesten en él como espacio
o escenario de objetivación, con una voluntad nulificada para que los entes puedan mostrarse “tal cual
son”. Este ideal confina a los deseos humanos al espacio de la “mala conciencia”. Para el hombre
metafísico la verdad es un objeto a alcanzar, como las ideas de Platón o la idea de Dios.
→ En la época en que los hombres creían en Dios, su palabra era la verdad. En la época de la muerte de
Dios, las sombras también siguen hablando, y generando espacios de sentido que se consideran
“sagrados”.
→ La actitud metafísica consiste en la orientación que juzga a la propia vida tomando como referencia a
“otro” mundo trascendente, ideal o trascendental. La actitud metafísica es nihilista porque ese mundo
es “nihil”, nada, ya que surge de la mera negación del mundo “terreno”. Por eso la metafísica es una
forma del nihilismo-decadente, porque los quienes la sostienen actúan por reacción y negación… y
actuar por reacción es lo propio de aquellos cuyas fuerzas (su voluntad de poder) es débil y limitada.

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→ ‘Ser’, ‘Dios’, ‘Sujeto’ no son verdades sino “pseudoverdades” metafísicas que han olvidado su origen
en las necesidades de tornar al mondo deviniente “formulable” en alguna medida, y se autopostulan
como verdades últimas. Se olvida que son “productos” lo que no quiere decir no sean racionales. Lo que
Nietzsche rechaza es el olvido del “origen”, porque este olvido es el que permite generar un mundo
trascendente y absolutizar lo que solo un producto necesario para estabilizar lo deviniente. Si el mundo
nos parece lógico es porque lo hemos “logicizado”.

2. Pesimismo de la fortaleza / El Nihilismo Integral (del presente)

→ Como dijimos anteriormente, Nietzsche plantea:


1. Un pesimismo de la debilidad (Schopenhauer, el budismo y el historicismo) que recaen en la
afirmación de principio metafísico (el “fondo nouménico”).
2. Un pesimismo de la fortaleza que NO recae en la afirmación de un “fondo nouménico” y que admite
dos formas:
a. Un pesimismo incompleto (anarquismo, wagnerismo y romanticismo) que no logra la completa
destrucción de los valores.
b. Un pesimismo completo que logra destruir los valores y que también admite dos formas:
– El Nihilismo Integral (escepticismo) de hoy
– El Nihilismo Futuro (completo, activo y creador)

→ Entonces, el pesimismo de la fortaleza ya no busca justificaciones asume el mundo como azaroso, sin Dios y
termina en la afirmación de este mundo. Sin embargo no todas sus formas logran la completa destrucción de los
valores. La “sombra de dios” solo puede ser derrotada por el “Espíritu Libre” que se lanza a la aventura de
experimentar con todos los valores. “Nada es verdadero, todo está permitido” se dice Zaratustra.
→ El Espíritu Libre ha derrotado con su crítica a todos principios absolutos [“arkhai”]. Ha utilizado argumentos,
contraargumentos, ironías y la risa para destruir los grandes sistemas filosóficos. Pero con la caída de los
principios absolutos cae en el vértigo de la an-arquia… El vértigo es el sinsentido que queda cuando se
deconstruyen los sistemas basados en los “falsos” sentidos que los decadentes necesitaron crear (desde la
negación) para evitar, a su vez, el riesgo de caer en la vorágine del devenir.
Pero la pérdida de todo principio [arkhé] y meta [telos] encierra el peligro de la errancia infinita. De caer en la
pura anarquía en el puro sin-sentido. Por eso, es necesario construir sentidos posibilitadores del vivir desde una
actividad creativa: esta tarea la acometerá el filósofo artista. Es la tarea del Nihilismo Futuro.

3. Pesimismo de la fortaleza / El Nihilismo Futuro

→ La filosofía del nihilismo decadente es la filosofía del bien y del mal, con valores instituidos desde siempre
(Dios, un a priori, un imperativo) a los que los hombres deben ajustar sus acciones. La filosofía del nihilismo
integral se ubica “más allá del bien y del mal” y más allá de los ‘arkhai’. ¿Cómo lo logra? Haciendo un análisis
histórico-genealógico desenmascarador de los fundamentos que organizan los sistemas filosóficos.

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→ Cuando se revelan los orígenes de esos principios; cuando se revela que dependían de la moral, de las
costumbres; esos principios se revelan como arbitrarios, construidos, sujetos a una autoridad que desea imponer
su autoridad. Es decir, pierden su carácter de principios absolutos y toda autoridad. El ideal más alto tiene un
origen “humano, demasiado humano”; y si no existe un criterio con un valor ideal “nada es verdadero y todo está
permitido”. Todos los mandatos, normas e imperativos pierden su sentido. El Nihilismo Futuro es el que plantea
que “todo” es posible, en la medida que “nada” ordena.

→ El mundo es no-divino, inmoral, inhumano. La religión, la moral y la filosofía quedan desenmascaradas: son los
que alimentan las creencias en algún fundamento que nos resguarde de una caída interminable en el sin-sentido.
Pero el Espíritu Libre es lo opuesto al creyente que necesita apoyos y deja atrás toda creencia. El Espíritu Libre
está capacitado “para poder sostenerse sobre cuerdas flojas y débiles posibilidades y para bailar incluso al borde
de los abismos”. Ese abismo (Ab-grund ) es la des-fundamentación total, la falta total de suelo (Gründe), de un
piso donde pararse.
→ No obstante, el Espíritu Libre no puede realizar su tarea crítica desde la ausencia total de criterios. Si bien
intenta destruir todos los fundamentos, en cada caso debe utilizar un criterio que guíe su crítica: la razón, la
ciencia, etc. “Verdades” [las comillas señalan que se trata de pseudo-verdades] asumidas provisoriamente le
permiten criticar las verdades “absolutas”. Es decir, el Espíritu Libre crea “verdades provisorias” para atacar a las
verdades absolutas. Para el Espíritu Libre, la verdad se relaciona con la “utilidad”. El Espíritu Libre es el “Hombre
del Martillo” que considera la “verdad” como aquel “error” que será “útil” para su crítica. Como veremos, la
verdad es sólo una mentira útil.
→ No hay “verdades” porque el devenir no se puede predecir, no es formulable. Todo intento de regularizar el
devenir es un “error”. Pero algunos de esos errores son útiles porque permiten la vida y son los que le permiten al
Espíritu Libre su tarea destructora (los errores inútiles son las ideas metafísicas). El filósofo del Nihilismo Integral
usa esos errores (útiles) como “máscaras” que asume temporalmente para poder criticar, pero cuya falsedad
reconoce. Las máscaras le impiden una perspectiva única 9 y le dan al Espíritu Libre una visión amplia de los
problemas.

El “Más allá”
→ En el Nihilismo Integral se experimenta el “jenseits” [más allá]. Más allá del bien, del mal, de los fundamentos,
de las “arkhai”, de las normas, de la nada absoluta de la valoración. La nada [nihil] de la nada: NADA ES
FUNDAMENTO. 10 Y este es el límite: el nihil del caos, de la verdad originaria, del Laberinto del que no se puede
hablar, el secreto que solo Dyonisios conoce y, a veces, susurra a Ariadna. Es el más allá absoluto, es de lo que no
se puede hablar.
→ Experimentar el “más allá”, el abismo, genera el temor a la caída. Este temor es peligroso porque nos compele
a crear un suelo, un fundamento para detener esa caída, por lo que se volvería al error metafísico. Entonces, para
enfrentar el peligro de la caída infinita y la postulación de fundamentos absolutos, el Espíritu Libre se avoca a la
creación de sentidos desde una postura perspectivista: “el león que destruyó los valores debe transformarse en
filósofo artistas, en creador de valores, en niño que juega el juego del mundo”.
→ El Espíritu Libre, el “nómade” que ha abandonado su patria, su religión, su tradición debe detenerse, aunque
más no sea en forma provisoria. Ha comprendido que las arkhai limitan y clausuran las posibilidades de
perspectivas pero no puede errar constantemente en la falta de fundamentos. Sabe que el “télos” [finalidad] es

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Esta estrategia es la que utiliza Nietzsche plantea en su obra: el perspectivismo.
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Atención: Nietzsche no plantea que la nada sea un fundamento. La nada no ordena nada, no sistematiza nada, siempre es lo otro.
Nietzsche ‘muestra’ un caos del que no puede hablar
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una invención fabricada pero no puede perderse en la falta de acción. No puede abandonarse, tiene que crear.
Para poder vivir en lo deviniente, el hombre tiene que definir lo deviniente. Fijar lo que ‘es’ como definiciones
temporarias: tiene que ‘interpretar’ que es una manera de asimilar parte de lo deviniente para poder caminar
sobre la cuerda floja que pende sobre el caos.

“Voluntad de Poder” y Arte 11


→ Lo propio del Espíritu Libre es interpretar. Interpretar es asumir la posibilidad de lo múltiple y lo provisorio. Es
asumir el riesgo del pensar que se aleja de seguridades fundantes. En sus últimas obras, Nietzsche deja de hablar
de Espíritu Libre y comienza a hablar de la “Voluntad de Poder” [Wille sur Macht]. La Voluntad de Poder es
necesidad de acción y voluntad de superación que cobran la forma de constante acción interpretativa. Interpretar
asumiendo el perspectivismo (desarrollar puntos de vista que se crean y destruyen constantemente
reorganizándose en cada momento) es una forma de superación.
→En los Fragmentos Póstumos, Nietzsche retoma el tema de lo Apolíneo y lo Dionisíaco pero ahora los presenta
como dos núcleos de la “Voluntad de Poder”: uno que tiende a la forma y a la simplificación y otro a la ruptura y
la disgregación. La Voluntad de Poder es un constante juego de aglutinación y disgregación de fuerzas que
permite la manifestación de la pluralidad. A este proceso, Nietzsche lo llamó “Arte”. Para nuestro autor, el Arte es
toda generación de sentidos en la que se trae “a la presencia” algo a partir de la “nada”, del sinsentido.
→Nietzche ve a la Voluntad de Poder como Arte y al Arte como Voluntad de Poder. Ambos son un juego, una
dinámica que no alude a nada exterior, ni a reglas dictadas desde afuera. Un juego que dicta sus propios
significados, significados que no son últimos porque nunca hay un detenimiento del juego, una estatización. Por
eso mismo, como no se interrumpe, no cae en formulaciones metafísicas, externas y absolutas. Nada hay más allá
de este juego creativo / interpretativo constante que forja sus propios significados. El Arte es una constante
formulación de interpretaciones o creación de simulacros que nos ayuda mantenernos a flote frente al caos.

11
La Voluntad de poder tiene su origen en la tiene su origen en la voluntad de vivir schopenhaueriana. Para una definición detallada véase
Cragnolini, op.cit. 125-129.
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SELECCIÓN DE TEXTOS

Lo Apolíneo y lo Dionisíaco

“Mucho es lo que habremos ganado para la ciencia estética cuando hayamos llegado no sólo a la intelección
lógica, sino a la seguridad inmediata de la intuición de que el desarrollo del arte está ligado a la duplicidad de lo
apolíneo y de lo dionisíaco: de modo similar a como la generación depende de la dualidad de los sexos, entre los
cuales la lucha es constante y la reconciliación se efectúa sólo periódicamente. Esos nombres se los tomamos en
préstamo a los griegos, los cuales hacen perceptibles al hombre inteligente las profundas doctrinas secretas de su
visión del arte, no, ciertamente, con conceptos, sino con las figuras incisivamente claras del mundo de sus dioses.
Con sus dos divinidades artísticas, Apolo y Dioniso, se enlaza nuestro conocimiento de que en el mundo griego
subsiste una antítesis enorme, en cuanto a origen y metas, entre el arte del escultor, arte apolíneo, y el arte no-
escultórico de la música, que es el arte de Dioniso: esos dos instintos tan diferentes marchan uno al lado de otro,
casi siempre en abierta discordia entre sí y excitándose mutuamente a dar a luz frutos nuevos y cada vez más
vigorosos, para perpetuar en ellos la lucha de aquella antítesis, sobre la cual sólo en apariencia tiende un puente
la común palabra «arte»: hasta que, finalmente, por un milagroso acto metafísico de la «voluntad» helénica, se
muestran apareados entre sí, y en ese apareamiento acaban engendrando la obra de arte a la vez dionisíaca y
apolínea de la tragedia ática. Para poner más a nuestro alcance esos dos instintos imaginémonoslos, por el
momento, como los mundos artísticos separados del sueño y de la embriaguez; entre los cuales fenómenos
fisiológicos puede advertirse una antítesis correspondiente a la que se da entre lo apolíneo y lo dionisíaco. […]

La bella apariencia de los mundos oníricos, en cuya producción cada hombre es artista completo, es el
presupuesto de todo arte figurativo, más aún, también, como veremos de una mitad importante de la poesía.
Gozamos en la comprensión inmediata de la figura, todas las formas nos hablan, no existe nada indiferente ni
innecesario. En la vida suprema de esa realidad onírica tenemos, sin embargo, el sentimiento traslúcido de su
apariencia: al menos ésta es mi experiencia, en favor de cuya reiteración, más aún, normalidad, yo podría aducir
varios testimonios y las declaraciones de los poetas. El hombre filosófico tiene incluso el presentimiento de que
también por debajo de esta realidad en que nosotros vivimos y somos yace oculta una realidad del todo distinta,
esto es, que también aquélla es una apariencia: y Schopenhauer llega a decir que el signo distintivo de la aptitud
filosófica es ese don gracias al Cual los seres humanos y todas las cosas se nos presentan a veces como meros
fantasmas o imágenes oníricas. La relación que el filósofo mantiene con la realidad de la existencia es la que el
hombre sensible al arte mantiene con la realidad del sueño; la contempla con minuciosidad y con gusto: pues de
esas imágenes saca él su interpretación de la vida, mediante esos sucesos se ejercita para la vida. Y no son sólo
acaso las imágenes agradables y amistosas las que él experimenta en sí con aquella inteligibilidad total: también
las cosas serias, oscuras, tristes, tenebrosas, los obstáculos súbitos, las bromas del azar, las esperas medrosas, en
suma, toda la «divina comedia» de la vida, con su Inferno, desfila ante él, no sólo como un juego de sombras -
pues también él vive y sufre en esas escenas - y, sin embargo, tampoco sin aquella fugaz sensación de apariencia;
y tal vez más de uno recuerde, como yo, haberse gritado a veces en los peligros y horrores del sueño, animándose
a sí mismo, y con éxito: «¡Es un sueño! ¡Quiero seguir soñándolo!».

Esta alegre necesidad propia de la experiencia onírica fue expresada asimismo por los griegos en su Apolo: Apolo,
en cuanto dios de todas las fuerzas figurativas, es a la vez el dios vaticinador. Él, que es, según su raíz, «el
Resplandeciente», la divinidad de la luz, domina también la bella apariencia del mundo interno de la fantasía. La
verdad superior, la perfección propia de estos estados, que contrasta con la sólo fragmentariamente inteligible
realidad diurna, y además la profunda consciencia de que en el dormir y el soñar la naturaleza produce unos
efectos salvadores y auxiliadores, todo eso es a la vez el analogon simbólico de la capacidad vaticinadora y, en

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general, de las artes, que son las que hacen posible y digna de vivirse la vida. Pero esa delicada línea que a la
imagen onírica no le es lícito sobrepasar para no producir un efecto patológico, ya que, en caso contrario, la
apariencia nos engañaría presentándose como burda realidad - no es lícito que falte tampoco en la imagen de
Apolo: esa mesurada limitación, ese estar libre de las emociones más salvajes, ese sabio sosiego del dios-escultor.
Su ojo tiene que ser «solar», en conformidad con su origen; aun cuando esté encolerizado y mire con malhumor,
se halla bañado en la solemnidad de la bella apariencia. Y así podría aplicarse a Apolo, en un sentido excéntrico, lo
que Schopenhauer dice del hombre cogido en el velo de Maya. “El mundo como voluntad y representación”, I, p.
416: «Como sobre el mar embravecido, que, ilimitado por todos lados, levanta y abate rugiendo montañas de
olas, un navegante está en una barca, confiando en la débil embarcación; así está tranquilo, en medio de un
mundo de tormentos, el hombre individual, apoyado y confiando en el principium individuationis [principio de
individuación]». Más aún, de Apolo habría que decir que en él han alcanzado su expresión más sublime la
confianza inconclusa en ese principium y el tranquilo estar allí de quien se halla cogido en él, e incluso se podría
designar a Apolo como la magnífica imagen divina del principium individuationis, por cuyos gestos y miradas nos
hablan todo el placer y sabiduría de la «apariencia», junto con su belleza.
[…]
Bajo la magia de lo dionisíaco no sólo se renueva la alianza entre los seres humanos: también la naturaleza
enajenada, hostil o subyugada celebra su fiesta de reconciliación con su hijo perdido, el hombre. De manera
espontánea ofrece la tierra sus dones, y pacíficamente se acercan los animales rapaces de las rocas y del desierto.
De flores y guirnaldas está recubierto el carro de Dioniso: bajo su yugo avanzan la pantera y el tigre. Transfórmese
el himno A la alegría de Beethoven en una pintura y no se quede nadie rezagado con la imaginación cuando los
millones se postran estremecidos en el polvo: así será posible aproximarse a lo dionisíaco. Ahora el esclavo es
hombre libre, ahora quedan rotas todas las rígidas, hostiles delimitaciones que la necesidad, la arbitrariedad o la
«moda insolente» han establecido entre los hombres.
Ahora, en el evangelio de la armonía universal, cada uno se siente no sólo reunido, reconciliado, fundido con su
prójimo, sino uno con él, cual si el velo de Maya estuviese desgarrado y ahora sólo ondease de un lado para otro,
en jirones, ante lo misterioso Uno primordial. Cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de
una comunidad superior: ha desaprendido a andar y a hablar y está en camino de echar a volar por los aires
bailando. Por sus gestos habla la transformación mágica. Al igual que ahora los animales hablan y la tierra da
leche y miel, también en él resuena algo sobrenatural: se siente dios, él mismo camina ahora tan estático y
erguido como en sueños veía caminar a los dioses. El ser humano no es ya un artista, se ha convertido en una
obra de arte: para suprema satisfacción deleitable de lo Uno primordial, la potencia artística de la naturaleza
entera se revela aquí bajo los estremecimientos de la embriaguez. El barro más noble, el mármol más precioso
son aquí amasados y tallados, el ser humano, y a los golpes de cincel del artista dionisíaco de los mundos resuena
la llamada de los misterios eleusinos: «¿Os postráis, millones? ¿Presientes tú al creador, oh mundo?».

El Nacimiento de la Tragedia, I (1872)

Historia de un Error

1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, - él vive en ese mundo, es ese mundo.
(La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo,
Platón, soy la verdad».)

2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que
hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible,-se convierte en
una mujer, se hace cristiana...)

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3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un consuelo, una
obligación, un imperativo. (En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea,
sublimizada, pálida, nórdica, königsberguense.)

4. El mundo verdadero - ¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido.
Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido?...
(Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.)

5. El «mundo verdadero» - una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -una Idea que sea vuelto
inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! (Día claro; desayuno; retorno del bon sens
[buen sentido] y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres.)

6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el
mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; final del
error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA [comienza Zaratustra])

Crepúsculo de los Ídolos. Historia de un Error (1889)

[]§ø→↔↓↘↖↗↙•¤  ₪

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