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ACTITUDES HACIA LAS PERSONAS DE TERCERA EDAD

1. Dulcey-Ruiz, E. (2010). Psicología social del envejecimiento y perspectiva del


transcurso de la vida: consideraciones críticas. Revista Colombiana de
Psicología, 19(2), 207-224.
“Las transformaciones demográficas, el aumento de la esperanza de vida al nacer y
la mayor longevidad humana, exigen, como ya lo planteara la antropóloga social de
la Universidad de Chile, Paulina Osorio (2006), repensar la totalidad del transcurso
de la vida y sus significados, no solamente como realidad individual, sino como
construcción sociocultural” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 208).
“Aludir a una psicología social del envejecimiento implica reconocer que las
trayectorias vitales de todas las personas se construyen en la interacción social,
teniendo en cuenta condiciones y entornos socio-culturales, así como experiencias y
significados diversos y cambiantes, sin desconocer, por ello, sus dimensiones
biológicas. Lo anterior lleva a considerar de manera interdependiente la psicología
del desarrollo y la psicología social, asumiendo que la primera estudia los cambios a
través de la vida, en tanto que la segunda centra su interés en las interacciones
sociales” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 208).
“Por su parte, Rice et al. (2002) analizan la influencia de las llamadas “culturas
occidentales” (industrializadas) en las explicaciones acerca del envejecimiento y la
vejez. A propósito, se refieren a cómo valores predominantes en las mencionadas
culturas, tales como la productividad y la independencia, moldean el transcurso vital
de las personas, los supuestos y las expectativas acerca del envejecimiento, como
también la orientación de las investigaciones y la interpretación de sus resultados.
Invitan, entonces, a los estudiosos del envejecimiento a revisar sus creencias y
supuestos, con el ánimo de superar visiones reduccionistas y permitir que surjan
explicaciones y modelos histórica y culturalmente contextuados.” (Dulcey-Ruiz,
2010, p. 210).
“Al respecto, Osorio (2006) plantea que los profesionales de las ciencias sociales
deben tener presente que los cambios que conllevan las diversas épocas históricas
influyen, necesariamente, en las trayectorias vitales de las personas y en sus
relaciones con los entornos en los cuales viven. Así, en cada época, cultura y
generación se evidencian diferentes patrones de envejecimiento y de vejez.”
(Dulcey-Ruiz, 2010, p. 210).
“La irrelevancia de la edad fue uno de los aspectos más tenidos en cuenta por
Neugarten, quien planteó que las políticas públicas deben centrarse en necesidades y
realidades cambiantes, más que en edades cronológicas. Se preguntaba Neugarten si
las políticas relacionadas con el desarrollo eran coherentes con el espíritu cambiante
de los tiempos y, afirmaba que “la necesidad sin edad debe anteponerse a la edad sin
necesidad” (Neugarten, 1996/1999, p. 380).” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 211).
“Planteaba, desde entonces (Carstensen, 1987), que los psicólogos se habían
interesado por los beneficios de la interacción social en la vejez, descuidando sus
costos, entre los cuales mencionaba cambios físicos, psicológicos y sociales,
incluyendo creencias estereotipadas y prejuiciadas acerca de la edad, como el
edaísmo (ageism).” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 214).
“Al comenzar la década de 1990, se evidencian más claramente sus planteamientos
acerca de la selectividad social y emocional (Carstensen, 1991, 1992, 1993), a
propósito de la cual menciona tres funciones predominantes de la interacción social:
(a) consecución de información, (b) desarrollo y mantenimiento de la identidad y (c)
regulación emocional. Carstensen considera que las funciones psicológicas del
contacto social se mantienen a lo largo de la vida, aunque múltiples influencias
físicas y socioculturales intervienen diferencialmente en las escogencias sociales de
las personas. Entre tales influencias menciona las relacionadas con edad,
generación, género, etnia, condiciones socioeconómicas, contexto sociocultural, así
como el carácter novedoso o familiar de la relación (Carstensen, 1991).” (Dulcey-
Ruiz, 2010, p. 214).
“En un estudio sobre aspectos estructurales y funcionales de redes de apoyo social,
realizado con algo más de un centenar de personas adultas mayores en Mar del Plata
(Argentina), Arias (2010) encontró gran variabilidad estructural y funcional, así
como evidente heterogeneidad en las redes de apoyo social. Todo ello coherente con
el carácter enormemente diferencial del envejecimiento y la vejez. Arias concluye
reafirmando la desestimación del supuesto aislamiento social en la vejez y, a la vez,
propone explorar, específicamente, los cambios de las redes sociales a través del
tiempo y sus motivaciones, tanto como aspectos compensatorios relacionados con la
cantidad y la calidad de vínculos que se pierden y se ganan en la vejez.” (Dulcey-
Ruiz, 2010, p. 215).
“Asumiendo que, como lo planteara Lewin (1951/1978), es indispensable conocer el
ambiente en el que viven las personas para poder dar cuenta de su comportamiento,
Bronfenbrenner se dedicó a estudiar las mutuas y cambiantes relaciones y
acomodaciones entre el ser humano en desarrollo y los entornos en los cuales vive
(Bronfenbrenner, 1979/1987, 2004).” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 216).
“Así, de acuerdo con Bronfenbrenner, las personas viven, interactúan, desempeñan
roles y actividades en entornos interdependientes, multivariados y cambiantes, los
que describió como microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema. Por
otra parte, denominó cronosistema a la dimensión temporal y consideró, además, la
importancia de situaciones específicas de cambio que impactan las vidas de las
personas a las cuales calificó como transiciones ecológicas (Tabla 2). Otro concepto
importante utilizado por Bronfenbrenner es el de transición ecológica, con el cual se
refirió a modificaciones en la posición de una persona en el ambiente, como
resultado de cambio de roles, de entornos, de situaciones en la vida.” (Dulcey-Ruiz,
2010, p. 216).
“Microsistema: se refiere a los ambientes inmediatos donde predominan las
relaciones cara a cara y más cercanas (familia inmediata, vecindario próximo,
escuela, iglesia, trabajo, etc.). Mesosistema: interrelaciones de dos o más
microsistemas en los que la persona participa activamente, como por ejemplo entre
familia y vecindario, entre escuela y familia o entre trabajo y vida social.
Exosistema: entorno más amplio del que hacen parte el microsistema y el
mesosistema. Macrosistema: entorno que incluye la cultura, en términos de
actitudes, creencias, ideologías, representaciones o imaginarios sociales, aspectos
lingüísticos, étnicos, éticos y axiológicos. Cronosistema: hace referencia al tiempo o
época histórica en la cual vive la persona, así como a sus efectos sobre el
microsistema, el mesosistema, el exosistema y el macrosistema.” (Dulcey-Ruiz,
2010, p. 216).
“Lo anterior equivaldría a lo que el sociólogo británico Anthony Giddens (1991) ha
denominado inseguridad ontológica, teniendo en cuenta influencias negativas de la
modernidad y la posmodernidad en la vida personal y social. La inseguridad
ontológica se opone a la seguridad ontológica o confianza básica, como lo planteara
Erikson (1983), en quien Giddens se basa, para aludir, por oposición, a ambientes
cada vez más desorganizados que debilitan actitudes de confianza y coarta
sentimientos de continuidad y permanencia de las cosas, de las personas, del sí
mismo y de la identidad personal.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 218).
“El antropólogo estadounidense Clifford Geertz (1926-2006) se refería a la cultura
entendiéndola como un contexto que implica sistemas simbólicos de interacción y
entramados de significaciones, mediante los cuales las personas se comunican,
desarrollan conocimientos y actitudes hacia la vida, interpretan el mundo y orientan
su comportamiento.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 218).
“Este enfoque diferencial y contextualizado de la cultura y de los seres humanos,
coherente con la propuesta de una psicología social del envejecimiento, enriquece la
perspectiva del transcurso vital como alternativa paradigmática del desarrollo-
envejecimiento a lo largo de la vida. Constituye, además, un marco de referencia
privilegiado para analizar cómo las interpretaciones de la vida y del mundo orientan
los comportamientos de las personas.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 218).
“Hagestad plantea que es preciso revisar y transformar nuestras maneras de pensar,
nuestro lenguaje, nuestras conversaciones cotidianas y, por supuesto, nuestras
formas de educación y nuestra cultura en general, para que sean coherentes con las
transformaciones demográficas y con las lecciones más recientemente aprendidas
acerca del envejecimiento humano.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 219).
“Parales (2010), partiendo de considerar las interacciones individuo-sociedad y la
percepción social como aspectos centrales de la psicología en general y de la
psicología social, respectivamente, alude al error fundamental de atribución, que
consiste en desconocer o atenuar la influencia del contexto y de los factores
situacionales, y en sobreestimar los factores personales,cuando se trata de explicar
el comportamiento.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 219).
“Como corolario, se plantea la necesidad de superar visiones ingenuas, acríticas y
ahistóricas del desarrollo-envejecimiento y del transcurso vital en su totalidad. Se
pretende, en cambio, que los conocimientos científicos, basados en investigaciones
espacio-temporalmente contextualizadas, en revisiones conceptuales y análisis
críticos, orienten las prácticas sociales, las políticas públicas, los programas
comunitarios. Con base en ello, se busca superar las brechas entre la biología y las
metas culturales individuales (en el caso del desarrollo ontogenético) así como las
brechas entre los logros sociodemográficos y científicos, por un lado, y las
creencias, imágenes y representaciones culturales acerca de la vida, del
envejecimiento y de la vejez, por el otro. Solo así podremos construir sociedades
que sean realmente y en la práctica, para todas las personas de todas las edades y
condiciones.” (Dulcey-Ruiz, 2010, p. 221).
Referencias pendientes:
 Arias, C. J. (2010). La red de apoyo social: aportes para su exploración en la
vejez. Manuscrito no publicado, Facultad de Psicología, Universidad
Nacional de Mar del Plata, Argentina.
 Bronfenbrenner, U. (Ed.), (2004). Making human beings human:
bioecological perspectives on human development. Thousand Oaks, EE
.UU.: Sage Publications.
 Carstensen, L. L. (1991). Selectivity theory: social activity in life-span
context. En K.W. Schaie (Ed.), Annual Review of Gerontology and
Geriatrics (Vol. 11, pp. 195-217). New York, EE .UU.: Springer.
 Erikson, E. (1983). Infancia y sociedad, Buenos Aires: Hormé-Paidós.
 Hagestad, G. O. (1998). Hacia una sociedad para todas las edades: nuevo
pensamiento, nuevo lenguaje, nuevas conversaciones. Boletín sobre el
Envejecimiento, 2-3, 1-11. Recuperado de
http://www.fundacioncepsiger.org/archivos/HagestadG_Hacia%20una%20s
ociedad%20para%20todas%20las%20edades1998-1999.pdf
 Naciones Unidas, Cepal (2009). El envejecimiento y las personas de edad.
Indicadores sociodemográficos para América Latina. Santiago de Chile:m
Naciones Unidas.
 Neugarten, B. L. (1999). Los significados de la edad. Barcelona, España:
Herder. (Trabajo original publicado en 1996).
 Parales, C. J. (2010). El error fundamental en psicología: reflexiones en
torno a las contribuciones de Gustav Ichheiser. Revista Colombiana de
Psicología, 19, 161-175.
 Rice, C. J., Löckenhoff, C. E., & Carstensen, L. L. (2002). En busca de
independencia y productividad: cómo influyen las culturas occidentales en
las explicaciones individuales y científicas del envejecimiento. Revista
Latinoamericana de Psicología, 34, 133-154.
 Osorio, P. (2006, julio). La longevidad: más allá de la biología. Aspectos
socio-culturales. PAPELES del CEIC (Centro de Estudios sobre Identidad
Colectiva), artículo 22. Recuperado de http://www.ceic.ehu.es/p285-
content/es/contenidos/boletin_revista/ceic_papeles_numpublicados/es_publi
cad/adjuntos/22.pdf
2. Castellano, C. L. (2014). La influencia del apoyo social en el estado emocional y
las actitudes hacia la vejez y el envejecimiento en una muestra de ancianos.
International Journal of psychology and psychological therapy, 14(3).
“El apoyo social es entendido como las transacciones interpersonales que implican
ayuda, afecto y a􀃀rmación (Khan y Antonucci, 1980). Estas transacciones se
concentran en cuatro categorías: materiales, instrumentales, emocionales y
cognitivas. Los apoyos materiales suponen recursos monetarios como el dinero o
los regalos, y no monetarios como los alimentos o la ropa. Los apoyos
instrumentales caracterizados por ayudas tangibles serían el transporte, la ayuda en
las tareas del hogar y el cuidado y el acompañamiento. Los apoyos emocionales
incluirían la transmisión de afecto, la empatía, la preocupación por los demás, etc., y
los cognitivos a través de la transmisión de información, de consejos, etc. Son
evidentes los efectos positivos que reportan los apoyos sociales en los adultos
mayores (Pillemer, Moen, Wethington y Glasgow, 2000).” (Castellano, 2014, p.
365).
“De hecho, el apoyo social parece desempeñar un importante papel en moderar el
impacto de los sucesos vitales estresantes sobre la salud en general, elevándose las
tasas de mortalidad entre las personas con escaso apoyo social (Prince, Harwood,
Blizard, Thomas y Mann, 1997).” (Castellano, 2014, p. 366).
“También se ha evidenciado que es saludable el apoyo social recibido a través de
conversaciones telefónicas y de visitas de amigos, familiares y vecinos, así como la
participación en las actividades sociales (Krassoievitch, 1998). Otros estudios
también reflejan el importante papel que desempeña la familia para las personas
mayores como principal fuente de apoyo social y serían las hijas las principales
cuidadoras de los mayores (Bazo y Domínguez, 1996; IMSERSO, 1995).”
(Castellano, 2014, p. 366).
“La forma más común de apoyo informal a las personas mayores es la familia, pero
también cuenta con otras fuentes como son las redes de amigos y vecinos, cuyos
vínculos se establecen en función de los intereses comunes y las actividades
compartidas (Sánchez, 1994).” (Castellano, 2014, p. 366).
“Los hombres han contando con mayor apoyo social debido a su integración
laboral, y las mujeres en cambio tradicionalmente han recibido más apoyo a nivel
familiar y comunitario (Guzmán et al., 2003).” (Castellano, 2014, p. 366).
“El tamaño de la red en las personas mayores está supeditado a diversas variables
como la mortalidad de sus coetáneos, los cambios de domicilio, la
institucionalización, el estado de salud, la viudedad o la jubilación. Cuanto más
extensa y diversa es la red de apoyo socioemocional (jóvenes, viejos, familiares,
amigos) mayor es su eficacia (Krassoievitch, 1998).” (Castellano, 2014, p. 366).
“Esta apreciación se fundamenta en la imagen estereotipada del anciano,
considerado como una persona dependiente y en situación de aislamiento social.
Estos estereotipos negativos son los causantes de los prejuicios y la discriminación
hacia las personas mayores (Palmore, 1990).” (Castellano, 2014, p. 367).
“Para un adecuado funcionamiento psicológico las actitudes positivas hacia sí
mismo y las redes sociales son factores que se han demostrado imprescindibles
(Keyes, Ryff y Shmotkin, 2002; Erikson, 1996; Ryff y Singer, 1998).” (Castellano,
2014, p. 367).
“Por lo tanto, la vejez es un periodo vital en el que el nivel de dependencia tanto
físico como psicológico del anciano se incrementa considerablemente, colocándole
en un estado de vulnerabilidad. La red de apoyo social se convierte así en un
importante andamiaje para la persona mayor.” (Castellano, 2014, p. 367).
3. Actitud de adultos venezolanos hacia la vejez Marisela Árraga Barrios, Marhilde Sánchez,
Ligia Pirela y Luigina Mariotti*
4. Propiedades psicométricas del cuestionario Conductas Discriminatorias hacia la Vejez y el
Envejecimiento (CONDUC-ENV): análisis del componente conductual de actitudes viejistas
en ancianos Carmen Luisa Castellano Fuentes y Adelia de Miguel Negredo* Universidad de
La Laguna, España.

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