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Presentación
La ponencia estaba pensada como una breve revisión y algo de análisis y
reflexión en torno al recorrido de la presencia y participación política de las
mujeres en México en las últimas décadas, en la política en general y en la
esfera institucional en concreto. Se planteaba pasar revista a algunos hechos
históricos y procesos actuales específicos, tales como legislaciones,
participación política, organizaciones, elecciones, etc. Con el énfasis en los
cambios y las permanencias; en las actoras protagonistas por un lado, y de
otro, desde la ciudadanía en su conjunto. Esta era la propuesta inicial, que
vamos a seguir en la medida de lo posible, por cuestiones de tiempo y espacio
que nos van a recortar.
Hace unos tres lustros que inicié con la indagación del tema, y si mi preguntan
¿por qué?, responderé que porque en aquel entonces había un desinterés y
vacío de información, por lo que pensé que era importante trabajarlo. Por
supuesto, el menosprecio de sectores académicos y feministas, de militantes y
mujeres en general, tenía sus razones; pero hoy a estas alturas de la jugada ya
sabemos en ciencias sociales la importancia de romper mitos y deshacer
prejuicios. Pero ahí vamos a dejar este tema. Y sobre por qué continúo con la
investigación de este tema, eso ya tiene que ver con la curiosidad de cómo
cambiamos, de la pasión por observar avances y retrocesos, por ver las
resistencias y las transformaciones, en vivo y a todo color; esto es, acompañar
el devenir de los procesos sociales y políticos en un inicio de siglo donde hay
momentos que parecemos deambular en el medievo y hay otros en que la
vorágine nos catapulta al universo.
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Profesora investigadora del Departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco.
fpam1721@correo.xoc.uam.mx
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Para iniciar
Una definición de sociología: “… es el estudio de la vida social humana, de los
grupos y sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente, al tener como
objeto nuestro propio comportamiento como seres humanos. El ámbito de la
sociología es extremadamente amplio y va desde el análisis de los encuentros
efímeros entre individuos en la calle hasta la investigación de los procesos
globales.” (Giddens 2000:27-8).
La crisis, dicen, hoy por hoy, está servida. Toni Negri nos decía en los años 80
que ésta era intrínseca al sistema capitalista. Hoy podríamos decir que es parte
de la vida misma, no sólo de un sistema, y es que todo cambia, como el agua
del río en el ejemplo de Heráclito. Sin embargo, la crisis en las ciencias
sociales y la política parece actualmente más visible que en otras épocas. Por
ello la sociología y la democracia misma, no parecen salvarse, o tal vez sí,
sobre ello expondremos algo en este texto. Y sobre las mujeres en la política y
en la sociedad en su conjunto, con sus luces y sus sombras, parece lo único
que sí se salva, y contra toda predicción varios sociólogos/as y cuentistas
sociales en general parecen dispuestos a reconocer que la única revolución
triunfante en el siglo XX ha sido la de las mujeres, y que si hay cambios
importantes y de largo alcance han sido los de la población femenina en el siglo
que acaba de concluir. Pero eso también lo dejamos aquí, aunque sí lo
queríamos señalar.
Sobre las ciencias sociales quiero pensar como hace Roger Bartra en su más
reciente libro que: “En estos tiempos desencantados, cuando se desconfía
tanto de los paradigmas científicos y filosóficos, todo intento por descubrir
reglas y tendencias en las estructuras sociales y políticas puede parecer una
anticuada conjura romántica. Y sin embargo, me atrevo a defender la idea de
que las ciencias sociales no están irremisiblemente hundidas en la esterilidad:
creo que es posible hallar procesos profundos, explicarlos y, hasta cierto punto,
prever algunas situaciones” (Bartra 2007: 24).
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detectado por autoras y autores de otra época como Hannah Arendt, no es algo
nuevo tampoco.
Pero volviendo a las mujeres, “Uno de los principales problemas que plantea el
estudio del género y la estratificación en las sociedades modernas parece
sencillo, pero resulta difícil de resolver. Es la cuestión de hasta qué punto
podemos entender las desigualdades de género del mundo contemporáneo a
partir de las divisiones de clase. Ese tipo de desigualdades tienen una mayor
raigambre histórica que los sistemas de clases; los hombres disfrutan de una
posición mejor que las mujeres, incluso en sociedades como las de cazadores
y recolectores en las que no hay clases. Sin embargo, las divisiones de clase
tienen tanta importancia en las sociedades modernas que, sin duda, se
“solapan” considerablemente con las de género” (Giddens 2000:341). Sobre
este asunto hay mucho escrito y reflexionado, nos quedamos únicamente con
la idea general.
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Las mujeres y la política en México
A)Hace alrededor de medio siglo el sociólogo francés Maurice Duverger (1955)
estudiaba a las mujeres en la política en diversas latitudes, su trabajo pionero
mostraba a la población femenina desinteresada por el tema y con tendencias
abstencionistas, hoy las cosas parecen haber cambiado, o estarlo haciendo.
Sobre este tema vamos a reflexionar un poco en estas páginas.
B)Iniciamos con una revisión rápida y breve a las mujeres en puestos políticos
en México. Decir que la lucha por el sufragio femenino data del siglo XIX. Que
en los años treinta de la pasada centuria (XX) tuvo lugar un importante
movimiento, con la reivindicación del derecho al voto como algo central, pero
que a pesar de ello no se reconoció. Y que sería hasta 1953 que esto tendría
lugar en el ámbito federal -1947 en el municipal-. En 1952 llega la primera
mujer a la Cámara de Diputados y doce años después es electa la primera
senadora (Fernández Poncela 1997).
En todo caso una idea final sobre este asunto. No hay que pensar que la
presencia de las mujeres en cargos políticos tiene porque tener un crecimiento
unilineal e irreversible, lo más probable es que siga en aumento –por varias
razones demográficas, económicas y culturales, además de las jurídicas-, sin
embargo, con sus retrocesos y estancamientos, y considerar que la meta no es
el 50%, que según algunos autores y por diversos factores es difícil de alcanzar
(Lipovetsky 1999).
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comportamientos políticos cambian en el tiempo, todo ello dentro de un
contexto social determinado, y a veces no lo sabemos ver; y cuando no
cambian y deseamos que lo hagan, no alcanzamos a comprenderlo del todo.
Pero entremos en el debate.
Quisiera iniciar con una autora que a veces cito por su lucidez Judith Astelarra.
Hace unos veinte años, la socióloga chilena afincada en España se planteaba
en el escenario de los años 80 en un país que estaba saliendo de su transición
democrática: “En lugar de plantearnos, ¿qué les ocurre a las mujeres que no
les interesa ni participan en la política2? podríamos preguntarnos, ¿qué pasa
con la política que no le interesa a las mujeres? y ¿hay algo en la política que
impide su participación?” (1986:16).
La pregunta nos puede interesar para México -sin desconocer las distancias
espacio temporales con el contexto anterior-, pues en años recientes y aún en
nuestros días, se escucha decir cómo las mujeres votan menos que los
hombres, o lo que es lo mismo: son más abstencionistas que ellos. Y también
aquello de que no les interesa la política, conversan menos, conocen menos,
etc...Lo que queremos mostrar aquí, es que dichas actitudes tienen explicación,
pero y sobre todo que están insertan cual creencia en un viejo discurso que
parece incapaz de comprender las causas y observar los cambios.
Investigaciones ya históricas para México para las últimas cuatro décadas del
siglo XX apuntan a que el interés por la política de parte de las mujeres es más
bien escaso. No sólo eso, las mujeres no hablan de política, se mantienen poco
informadas, les importa menos las convocatorias electorales, están
empadronadas en menor número, tienen un mayor índice de abstencionismo, y
creen menos en la limpieza electoral y el respeto al voto, además tienen un
conocimiento limitado del mundo político, no lo valoran ni lo relacionan con los
problemas de la vida cotidiana, siempre se entiende, en comparación con la
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Según Amorós (1985) se trata de culpar a la víctima.
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población masculina (Almond y Verba 1963; Blough 1972; Los Angeles Times
1989; Alducin 1991; Acosta et al. 1991; Excelsior 1994; Mori de México 1994;
(GEO 1994). Todo un signo de relativo alejamiento, aparente desinterés, y sobre
todo, desconfianza hacia el sistema político institucional, y concretamente las
elecciones.
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mujeres y 11% de hombres declaró no ver ni escuchar preguntas sobre
asuntos políticos; en cuanto a noticias en el periódico, la mitad de las mujeres y
un tercio de la población masculina dijo nunca leer noticias sobre política.
“El voto tiene un especial significado para las mujeres, ya que pasó mucho
tiempo antes de que la lucha para obtener el sufragio universal consiguiera que
éste fuera aceptado en casi todo el mundo. Las integrantes de los primeros
movimientos vieron el voto como un símbolo de la libertad política y también
como un medio para lograr una mayor igualdad económica y social” (Giddens
2000:448).
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dijeron no haber votado en esa ocasión fue 19,8%. De éstos últimos, la mayoría
señaló el inconveniente de no tener la edad, le sigue los que no tenían credencial,
los que no pudieron ir, y los que no tenían interés en acudir a votar. Por sexos no
existe diferencia, tanto para el voto, como incluso, para los motivos del mismo.
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En cuanto a este punto de la cultura política, el discurso y la práctica, podemos
pensar que si bien es cierto que históricamente las mujeres han sido más
abstencionistas que los hombres tanto en México como en otras latitudes; tal
parece que la brecha de género se está estrechando en general. En el mundo
la realidad y los estudios señalan que se ha ido acortado la diferencia de la
participación electoral entre los sexos, así como, las discrepancias en torno al
interés hacia los asuntos políticos o el ejercicio del voto, todo ello en paralelo a
ciertos cambios sociales, tales como el aumento de la educación femenina y a
su incorporación y permanencia en el ámbito laboral (Inglehard 1991), así como
y también con el recambio generacional (Fernández Poncela 2003). ¿Por qué
México habría de ser diferente?
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Para ir acabando
Sobre las mujeres y la política en el México de hoy, creemos haber mostrado y
demostrado algunos aspectos que consideramos interesantes de la situación
actual a la luz de la historia, desvincularnos de viejos discursos, resaltar nuevas
prácticas, ver los cambios en la cultura política y la legislación electoral, así
como en el acceso de las mujeres a cargos políticos. Todo en su justa medida,
sin triunfalismos pero tampoco caer en el victimismo. Por cuestiones de
extensión únicamente dimos unas pinceladas de cada tema; sin embargo,
esperamos que este breve recorrido sea suficientemente interesante e
ilustrativo de una conclusión: hay cambios, reversibles o irreversibles, hondos o
superficiales, positivos y negativos, pero una tendencia general apunta hacia la
mayor participación femenina en la esfera política. Quizás no llegue nunca a
ser equitativa, cien por cien cuantitativamente hablando (Lipovestky 1999;
Godelier 1999) y también puede que cualitativamente los avances de género
no sean tan notables como se desearía, pero de que hay cambio, qué duda
cabe.
Quizás necesitemos una nueva sociología, y también y por qué no una nueva
forma de política, porque el mundo cambia y algunos viejos estilos de política
parecen permanecer.
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alguna época, los individuos son “sujetos flotantes”, con identidades flexibles y
acomodaticias, escasamente dispuestas a identificarse con un único modo de
ser. No obstante, tampoco se rechazar una forma de ser concreta, más bien,
no se desea convertir alguna de ellas en su ser definitivo (Ortega 2006); se
trata, pues, de “identidades flexibles y volátiles” (Mejías Valenzuela 2005).
Todo esto que pasa a nuestro alrededor y que apenas iniciamos a estudiar se
detecta también en el tema que nos ocupa. Es más, dos son las posiciones
posibles para el cambio de la relación entre las mujeres y la política, que vienen
a cuento de la pregunta de Astelarra cuando pasa la pelota al campo de la
política como responsable del bajo interés de las mujeres: “...mientras que en la
primera versión estructuralista (Kanter, 1977) se trataba de derribar las
barreras que segregan masivamente a las mujeres y de conseguir su acceso a
posiciones tradicionalmente ocupadas por los hombres, la segunda versión
pretende fomentar un movimiento que transforme la estructura misma. La
primera lleva simplemente a una ampliación de la democracia representativa y
la participación social; la segunda al establecimiento de un nuevo tipo de
sociedad: la sociedad post-masculina” (Vianello y Caramazza 2002:203).
Para concluir, ahora ya sí de veras, quiero decir que en la vida tenemos dos
obligaciones, según Borges: ser justos y ser felices.
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Referencias
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de cambio. México: Fomento cultural BANAMEX.
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Chaney, Elsa 1971 "Women in Latin American Politics: The Case of Peru and Chile"
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Durán Barba, Jaime y Santiago Nieto 2006 Mujer, sexualidad y política. Los nuevos
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Inglehard, R. 1991 El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas.
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Jaquette, Jane 1976 "Female Political Participation in Latin America" en Nash, June y
Safa, Helen (eds.) Sex and Class in Latin America. New York:Praeger Publishers.
Lipovetsky, Gilles 1994 El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos
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1999 La tercera mujer. Barcelona: Anagrama.
2002 La era del vacío. Barcelona:Anagrama.
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Ma del Carmen (Comp.) Mujer y ociedad en Améria Latina. Buenos Aires: CLACSO.
Pires do Rio Caldeira, Teresa 1987 "Mujeres, cotidianeidad y política" en Jelín, Elizabet
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Toledo, Rosario 1994 "El voto femenino: una aproximación cuantitativa" Ponencia IV
Encuentro Nacional de Investigadores en Estudios Electorales, México.
Vianello, Mino y Caramazza, Elena 2002 Género, espacio y poder. Para una crítica de
las Ciencias Políticas. Madrid:Cátedra.
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