You are on page 1of 14

Primer Encuentro de Sociología

“La Sociología en el Siglo XXI. Dilemas, Retos y Perspectivas”


Universidad Autónoma Metropolitana
16 al 18 octubre, Unidad de Congresos del Centro Médico Siglo XXI

Presencia y participación política de las mujeres


en México en el último medio siglo
Anna M.Fernández Poncela1

Presentación
La ponencia estaba pensada como una breve revisión y algo de análisis y
reflexión en torno al recorrido de la presencia y participación política de las
mujeres en México en las últimas décadas, en la política en general y en la
esfera institucional en concreto. Se planteaba pasar revista a algunos hechos
históricos y procesos actuales específicos, tales como legislaciones,
participación política, organizaciones, elecciones, etc. Con el énfasis en los
cambios y las permanencias; en las actoras protagonistas por un lado, y de
otro, desde la ciudadanía en su conjunto. Esta era la propuesta inicial, que
vamos a seguir en la medida de lo posible, por cuestiones de tiempo y espacio
que nos van a recortar.

Si bien el anterior es el objetivo de la ponencia, cuando la estoy redactando, en


una época vacacional, decidí dar cierto giro, y sin perder de vista la meta,
alegrar el camino; esto es, introducir reflexiones generales sobre política y
sobre sociología, sobre género y sobre la vida cotidiana en nuestros días, para
evitar la mera acumulación de información y cifras en la que, a veces, caigo. Y
en cuanto al objetivo, centrarme en el tema del interés de las mujeres hacia la
política, así como en el voto femenino.

Hace unos tres lustros que inicié con la indagación del tema, y si mi preguntan
¿por qué?, responderé que porque en aquel entonces había un desinterés y
vacío de información, por lo que pensé que era importante trabajarlo. Por
supuesto, el menosprecio de sectores académicos y feministas, de militantes y
mujeres en general, tenía sus razones; pero hoy a estas alturas de la jugada ya
sabemos en ciencias sociales la importancia de romper mitos y deshacer
prejuicios. Pero ahí vamos a dejar este tema. Y sobre por qué continúo con la
investigación de este tema, eso ya tiene que ver con la curiosidad de cómo
cambiamos, de la pasión por observar avances y retrocesos, por ver las
resistencias y las transformaciones, en vivo y a todo color; esto es, acompañar
el devenir de los procesos sociales y políticos en un inicio de siglo donde hay
momentos que parecemos deambular en el medievo y hay otros en que la
vorágine nos catapulta al universo.

1
Profesora investigadora del Departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco.
fpam1721@correo.xoc.uam.mx

1
Para iniciar
Una definición de sociología: “… es el estudio de la vida social humana, de los
grupos y sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente, al tener como
objeto nuestro propio comportamiento como seres humanos. El ámbito de la
sociología es extremadamente amplio y va desde el análisis de los encuentros
efímeros entre individuos en la calle hasta la investigación de los procesos
globales.” (Giddens 2000:27-8).

La crisis, dicen, hoy por hoy, está servida. Toni Negri nos decía en los años 80
que ésta era intrínseca al sistema capitalista. Hoy podríamos decir que es parte
de la vida misma, no sólo de un sistema, y es que todo cambia, como el agua
del río en el ejemplo de Heráclito. Sin embargo, la crisis en las ciencias
sociales y la política parece actualmente más visible que en otras épocas. Por
ello la sociología y la democracia misma, no parecen salvarse, o tal vez sí,
sobre ello expondremos algo en este texto. Y sobre las mujeres en la política y
en la sociedad en su conjunto, con sus luces y sus sombras, parece lo único
que sí se salva, y contra toda predicción varios sociólogos/as y cuentistas
sociales en general parecen dispuestos a reconocer que la única revolución
triunfante en el siglo XX ha sido la de las mujeres, y que si hay cambios
importantes y de largo alcance han sido los de la población femenina en el siglo
que acaba de concluir. Pero eso también lo dejamos aquí, aunque sí lo
queríamos señalar.

Sobre las ciencias sociales quiero pensar como hace Roger Bartra en su más
reciente libro que: “En estos tiempos desencantados, cuando se desconfía
tanto de los paradigmas científicos y filosóficos, todo intento por descubrir
reglas y tendencias en las estructuras sociales y políticas puede parecer una
anticuada conjura romántica. Y sin embargo, me atrevo a defender la idea de
que las ciencias sociales no están irremisiblemente hundidas en la esterilidad:
creo que es posible hallar procesos profundos, explicarlos y, hasta cierto punto,
prever algunas situaciones” (Bartra 2007: 24).

Y sobre la democracia, su fatiga en nuestros días, no es una cuestión ni tan


nueva ni tan profunda, considero. “Con la expansión de la democracia liberal
cabría esperar que mejorara su funcionamiento. Sin embargo, no es así y la
democracia está atravesando ciertas dificultades prácticamente en todas
partes. Esto no es sólo porque resulte difícil cimentar un orden democrático
estable en Rusia y en otras sociedades que antes eran comunistas. La
democracia tiene problemas en sus propios países de origen: en Gran Bretaña,
Europa y los Estados Unidos las encuestas demuestran que cada vez hay más
gente que no se siente vinculada al sistema político o a la que le resulta
indiferente” (Giddens 2000: 439). Eso sí, precisar como algunos estudios hacen
que el desencanto es con el funcionamiento, instituciones y actores políticos,
no con la democracia en sí como sistema político, cuestión que es diferente.
Hay un alejamiento de la ciudadanía de la política formal (Sennet 2006;
Bauman 2006); y quizás de manera especial de la juventud (Beck-Beck-
Gernsheim 2003; Fernández Poncela 2007). Aunque este alejamiento ya fue

2
detectado por autoras y autores de otra época como Hannah Arendt, no es algo
nuevo tampoco.

Y es que quizas, “En la medida en que no hemos revalorizado lo cotidiano, en


un mundo en el que todo lo demás ha cambiado, lo único que se mantiene
inalterable, en el fondo y en la forma, es la vieja política. Si comparamos las
elecciones de hace 50 años con las actuales, parecería que el tiempo se ha
detenido. Los escenarios son iguales; los personajes idénticos. Los mismos
políticos, hablando de la corrupción, de la pobreza, del imperialismo, con el
mismo traje, con la misma cara, con el mismo tono épico de la edad de las
grandes utopías. Los legisladores de casi todos nuestros países son el ejemplo
paradigmático de esa obsolescencia. Hacen uso de un discurso petrificado y un
ceremonial superado que se tambalea en los límites de lo cómico y lo aburrido.
Por lo general, los parlamentos figuran entre las instituciones menos
prestigiosas de América Latina” (Durán Barba y Nieto 2006:364).

Pero volviendo a las mujeres, “Uno de los principales problemas que plantea el
estudio del género y la estratificación en las sociedades modernas parece
sencillo, pero resulta difícil de resolver. Es la cuestión de hasta qué punto
podemos entender las desigualdades de género del mundo contemporáneo a
partir de las divisiones de clase. Ese tipo de desigualdades tienen una mayor
raigambre histórica que los sistemas de clases; los hombres disfrutan de una
posición mejor que las mujeres, incluso en sociedades como las de cazadores
y recolectores en las que no hay clases. Sin embargo, las divisiones de clase
tienen tanta importancia en las sociedades modernas que, sin duda, se
“solapan” considerablemente con las de género” (Giddens 2000:341). Sobre
este asunto hay mucho escrito y reflexionado, nos quedamos únicamente con
la idea general.

3
Las mujeres y la política en México
A)Hace alrededor de medio siglo el sociólogo francés Maurice Duverger (1955)
estudiaba a las mujeres en la política en diversas latitudes, su trabajo pionero
mostraba a la población femenina desinteresada por el tema y con tendencias
abstencionistas, hoy las cosas parecen haber cambiado, o estarlo haciendo.
Sobre este tema vamos a reflexionar un poco en estas páginas.

B)Hace también unos cincuenta años que se reconoció el derecho al voto de


las mujeres en el país (1953) y a esta distancias, especialmente alrededor de
su conmemoración (2003) se levantaron varias voces en torno al
abstencionismo femenino, muestra del desinterés o diferente interés a la hora
de acercarse la población femenina a dicho espacio político. Sobre esto
también vamos a informar en estas páginas.

B)Iniciamos con una revisión rápida y breve a las mujeres en puestos políticos
en México. Decir que la lucha por el sufragio femenino data del siglo XIX. Que
en los años treinta de la pasada centuria (XX) tuvo lugar un importante
movimiento, con la reivindicación del derecho al voto como algo central, pero
que a pesar de ello no se reconoció. Y que sería hasta 1953 que esto tendría
lugar en el ámbito federal -1947 en el municipal-. En 1952 llega la primera
mujer a la Cámara de Diputados y doce años después es electa la primera
senadora (Fernández Poncela 1997).

Pero no sería hasta el 2002 cuando se aprueba una reforma legislativa al


código electoral que hace obligatorio la presencia de cierto porcentaje de un
solo sexo en los puestos de titularidad en las candidaturas federales –con sus
excepciones-. Lo cual hace que el número de candidatas y electas en las
elecciones a diputados/as en 2003 elevan la cifra de mujeres. Para el Senado
dicha legislación entrará en vigor en 2006, cuando hay elecciones para dicha
cámara y también se observa el aumento. Sin embargo, todo hay que decirlo
en esta última fecha para la primera cámara legislativa se produce un descenso
de mujeres electas –en la ALDF se decrece 10%-. Hoy hay 21% de mujeres
diputadas y 17% de senadoras. Que si las comparamos con la media de los
porcentajes de legisladoras en las cámaras estatales pareciera que es
relativamente elevado. También podemos realizar la contrastación en el ámbito
mundial cuyo porcentaje es 16% (Fernández Poncela 2006).

En todo caso una idea final sobre este asunto. No hay que pensar que la
presencia de las mujeres en cargos políticos tiene porque tener un crecimiento
unilineal e irreversible, lo más probable es que siga en aumento –por varias
razones demográficas, económicas y culturales, además de las jurídicas-, sin
embargo, con sus retrocesos y estancamientos, y considerar que la meta no es
el 50%, que según algunos autores y por diversos factores es difícil de alcanzar
(Lipovetsky 1999).

A)Sobre el punto del interés y el voto de las mujeres vamos a trabajarlo de


forma más lenta y amplia. Se trata de un tema que relaciona discurso o
creencias sociales versus las prácticas en la cultura política, y cómo hay cierta
confusión o equívocos, o en todo caso cómo las percepciones y

4
comportamientos políticos cambian en el tiempo, todo ello dentro de un
contexto social determinado, y a veces no lo sabemos ver; y cuando no
cambian y deseamos que lo hagan, no alcanzamos a comprenderlo del todo.
Pero entremos en el debate.

Quisiera iniciar con una autora que a veces cito por su lucidez Judith Astelarra.
Hace unos veinte años, la socióloga chilena afincada en España se planteaba
en el escenario de los años 80 en un país que estaba saliendo de su transición
democrática: “En lugar de plantearnos, ¿qué les ocurre a las mujeres que no
les interesa ni participan en la política2? podríamos preguntarnos, ¿qué pasa
con la política que no le interesa a las mujeres? y ¿hay algo en la política que
impide su participación?” (1986:16).

La pregunta nos puede interesar para México -sin desconocer las distancias
espacio temporales con el contexto anterior-, pues en años recientes y aún en
nuestros días, se escucha decir cómo las mujeres votan menos que los
hombres, o lo que es lo mismo: son más abstencionistas que ellos. Y también
aquello de que no les interesa la política, conversan menos, conocen menos,
etc...Lo que queremos mostrar aquí, es que dichas actitudes tienen explicación,
pero y sobre todo que están insertan cual creencia en un viejo discurso que
parece incapaz de comprender las causas y observar los cambios.

Astelarra se responde: “...los varones condicionan cuándo y de qué forma


pueden participar las mujeres. La presión masculina ha imposibilitado casi
siempre, por ejemplo, el acceso femenino a puestos de poder. Sólo mediante
medidas tales como la acción positiva se ha podido en la actualidad conseguir
un aumento paulatino de la presencia femenina” (1986:26-27). Y es que
comprender sin juzgar como nos enseña Eric Hobsbawm, y dar respuestas
prácticas es la meta de todo investigador/a social.

Se dice que “a las mujeres no les interesa la política”. Los estudios


internacionales al respecto y en América Latina, mostraron durante un tiempo que
esto sí parecía ser así y las mujeres expresaban un menor interés hacia la política
formal que los hombres (Duverger 1955; Chaney 1971; Jaquette 1976), no así
por la política entendida como la resolución de sus problemas y necesidades
cotidianas (Garretón 1990; Massolo 1992), cosa que es diferente. También las
mujeres consideraban a la política como sucia y corrupta (Pires do Rio 1987;
Muñoz 1991), además de ajena a sus vidas. Todo lo cual en su contexto tiene su
lógica.

Investigaciones ya históricas para México para las últimas cuatro décadas del
siglo XX apuntan a que el interés por la política de parte de las mujeres es más
bien escaso. No sólo eso, las mujeres no hablan de política, se mantienen poco
informadas, les importa menos las convocatorias electorales, están
empadronadas en menor número, tienen un mayor índice de abstencionismo, y
creen menos en la limpieza electoral y el respeto al voto, además tienen un
conocimiento limitado del mundo político, no lo valoran ni lo relacionan con los
problemas de la vida cotidiana, siempre se entiende, en comparación con la

2
Según Amorós (1985) se trata de culpar a la víctima.

5
población masculina (Almond y Verba 1963; Blough 1972; Los Angeles Times
1989; Alducin 1991; Acosta et al. 1991; Excelsior 1994; Mori de México 1994;
(GEO 1994). Todo un signo de relativo alejamiento, aparente desinterés, y sobre
todo, desconfianza hacia el sistema político institucional, y concretamente las
elecciones.

Una encuesta de carácter nacional aplicada en 1996 demuestra un desinterés por


parte de la población en general coincidente con la creencia popular más
extendida y los estudios empíricos anteriormente mencionados: 65,8% de las
personas consultadas, respondieron que poco (33,2%) o nada (32,6%) y 34.3%
que mucho (9,1%) o regular (25,2%). Sobresale el reducido porcentaje de los que
se muestran o dicen estar muy interesados. Como se observa, y según las
posibles respuestas -mucho, regular, poco y nada-, el grado que ostenta mayor
número de respuesta y porcentaje de población oscila entre el poco y el nada.

Si esta encuesta la desagregados por sexo se observan algunas diferencias. Por


ejemplo, entre las respuestas mucho -10,4 ante 7,8- y regular -26,9 ante 23,5-
hay un poco más de hombres que de mujeres, mientras en las que señalaron
poco -30,8 frente a 25,6- o nada -37,8 frente a 27,1- sobresale la población
femenina ante la masculina. Quisiéramos remarcar que si bien a las mujeres les
interesa menos la política, lo que destaca es el desinterés de la población en
general como rasgo mucho más distinguido, aunque en segundo plano no hay
que dejar pasar las diferencias que se perciben entre mujeres y hombres
(Fernández Poncela 1997).

Sin negar el menor interés e información de las mujeres hacia la política,


seseamos subrayar los cambios diacrónicos y la contextualización social,
además de cómo se formula el interrogante en la encuesta. Sin ir más lejos, la
Encuesta Nacional de Valores de 1999 (IFE 1999), también apunta a un mayor
desinterés femenino en respuesta a una pregunta directa sobre el tema. Sin
embargo, y como puede extraerse de una relectura cuidadosa de esa misma
fuente, podemos afirmar que las mujeres presentan posiciones más críticas y
se muestran más preocupadas que la población masculina por la situación del
país, en especial consideran negativos varios cambios acaecidos en los últimos
años, tanto en el país, como en el gobierno, es más, piensan que el principal
problema es el “mal gobierno”. La preocupación y la crítica mayor entre la
población femenina sobre la masculina, es también señal de más interés. Y
esto conviene tenerlo presente.

Similar tendencia la encontramos en otra encuesta de valores de la UNAM en


1994 (Beltrán et al. 1996), cuando se compara la situación del país con la del
año anterior o al describir su situación en general. Y también hay datos al
respecto que confirman el fenómeno en la ENCUP 2001 y 2003 de la SEGOB
(SEGOB 2002; SEGOB 2003a; SEGOB 2003b).

En concreto la ENCUP 2003 se observa que “Mientras que cerca de 44% de


las mujeres entrevistadas declararon no estar nada interesadas en la política,
28% de los hombres respondió de la misma forma” (p.5). A la pregunta sobre el
tiempo que duran los diputados federales en sus cargos, 41% de los hombres y
33% de las mujeres acertó que su periodo es de tres años. Otra cosa: 15% de

6
mujeres y 11% de hombres declaró no ver ni escuchar preguntas sobre
asuntos políticos; en cuanto a noticias en el periódico, la mitad de las mujeres y
un tercio de la población masculina dijo nunca leer noticias sobre política.

Para ir cerrando el tema del interés, o en su caso desinterés hacia la política,


nos parece claro que las mujeres parecen estar algo más alejadas y ajenas de
la esfera política formal e institucional. No obstante, observamos también que
sí parecen estar preocupadas por los problemas económicos, sociales y
políticos, y presentan posiciones, incluso a veces más críticas que la población
masculina, lo cual equivale a cierto interés hacia la esfera política o a
cuestiones directamente relacionadas con ella. Tenemos eso sí todavía en
espera la pregunta de Astelarra: ¿Qué pasa con la política...? Pero responderla
sería motivo de otra ponencia, no obstante hacia el final del texto
comentaremos algo al respecto de la salud de la democracia occidental en
nuestros días.

“El voto tiene un especial significado para las mujeres, ya que pasó mucho
tiempo antes de que la lucha para obtener el sufragio universal consiguiera que
éste fuera aceptado en casi todo el mundo. Las integrantes de los primeros
movimientos vieron el voto como un símbolo de la libertad política y también
como un medio para lograr una mayor igualdad económica y social” (Giddens
2000:448).

Otro tema de actualidad e importante de analizar es el abstencionismo


femenino. Se dice y se prueba en el ámbito internacional e históricamente, que
la población femenina vota menos que los hombres (Chaney 1971; Blough
1972; Jaquette 1976). Como dijimos en un inicio, alrededor de las elecciones
del 2003 que coincidió con la celebración del 50 aniversario del reconocimiento
del sufragio femenino en el país, hubo cierta polémica: las mujeres ya pueden
votar, y sin embargo son más abstencionistas que los hombres. Vamos a
revisar esta cuestión.

Los datos en las elecciones presidenciales federales mexicanas de 1988,


señalaban como los hombres del país votaron más que las mujeres, en un
contexto general de elevado abstencionismo (Mori de México 1994). A la
pregunta de una encuesta sobre la participación electoral en 1994, la población
masculina pensaba o tenía intención de votar en mayor número que la femenina -
89% de los hombres frente a 84% de las mujeres-. En las elecciones de 1994,
hubo una tasa general de votación del 78% del censo electoral; votaron 90% de
los hombres y aproximadamente dos de cada tres mujeres (Toledo 1994).

En una encuesta nacional del año 96 (Fernández Poncela 1997) se interrogó


sobre el tema, y de las respuestas obtenidas, 13,3% dijo que nunca había
acudido a depositar su voto, y el resto votó en alguna o varias ocasiones. En este
caso las diferencias por sexos son imperceptibles.

Otra pregunta en esta misma encuesta se refiere a la comparación entre votantes


y abstencionistas, y las razones de estos últimos. Para ello se interrogó con
relación a las elecciones federales celebradas el 21 de agosto de 1994. La gran
mayoría de la muestra analizada afirmó que sí votó (80,2%). El total de los que

7
dijeron no haber votado en esa ocasión fue 19,8%. De éstos últimos, la mayoría
señaló el inconveniente de no tener la edad, le sigue los que no tenían credencial,
los que no pudieron ir, y los que no tenían interés en acudir a votar. Por sexos no
existe diferencia, tanto para el voto, como incluso, para los motivos del mismo.

En la actualidad no parecen haber pruebas contundentes que respalden el


mencionado abstencionismo femenino, estudios del IEDF y del IFE, no lo han
comprobado. Y en concreto, tal parece que si hay más población femenina que
masculina que se abstiene en cada convocatoria electoral, no ha crecido el
número de mujeres que lo hacen con respecto a elecciones anteriores. De
hecho hay trabajos concretos que abordan el tema y afirman que, por ejemplo
en el año 2000 no votaron 34.2% de los hombres y 41.9% de las mujeres,
mientras que tres años después se abstuvieron 56.7% de población masculina
y 62.9% de la femenina, esto es, el aumento del abstencionismo según sexo es
el siguiente: 22% de los hombres y 21% de las mujeres. Siempre ejercen el
sufragio algo más de hombres que de mujeres por lo que no hay un incremento
de la diferencia tradicional. “En cuanto a la diferencia ente sexos, no se
advierten diferencias mayores en las variaciones ni a nivel de votantes ni del
electorado en su conjunto” (De la Peña 2003:23), comparativamente con
convocatorias electorales anteriores.

Jacqueline Peschard con base a la información de Consulta Mitofsky señala


“En 1997, 2000 y 2003, de acuerdo con encuestas de salida, las mujeres
dijeron haber votado en un 49.4, 50.9 y 51.7 por ciento respectivamente
(2003:20).

Según las más recientes informaciones al respecto, en concreto en las


elecciones del 2003, las mujeres votaron más que los varones: “…del total de
electores que sufragaron en 2003, casi 54% fueron mujeres y
aproximadamente 46% hombres. Vale decir: la preeminencia de mujeres en el
conjunto de los que votaron es un tanto mayor que la correspondiente a la lista
nominal (alrededor de 2 puntos porcentuales)…en el país como conjunto, las
mujeres, en términos absolutos y relativos, acudieron a las urnas más que los
hombres” (IFE 2004:10). Y añade dicho informe que del total de población que
no votó, se divide de forma prácticamente equitativa entre hombres y mujeres.
Es más, “un 39% de hombres habilitados para votar acudió a las
urnas…mientras que las mujeres lo hicieron en una proporción cercana a 43%”
(IFE 2004:11). El estudio muestra como dicha dinámica se dio en
prácticamente todos los estados de la República, exceptuando los casos de
Baja California Sur, Chiapas, Guerrero, Sinaloa y Tabasco. Por su parte, dicha
sobre-participación femenina tuvo sus porcentajes más elevados en
Guanajuato, Morelos y Colima.

Para ir concluyendo también con este tema y con la revisión de datos de


encuestas sobre la participación o no en las elecciones en la última
convocatoria, el 2 de julio del 2006, podemos decir que votó aproximadamente
62% de la ciudadanía masculina y 61% de la femenina, esto es las diferencias
son minúsculas y nada significativas -64% de las amas de casa lo hizo, por
ejemplo- (GEA-ISA 2006).

8
En cuanto a este punto de la cultura política, el discurso y la práctica, podemos
pensar que si bien es cierto que históricamente las mujeres han sido más
abstencionistas que los hombres tanto en México como en otras latitudes; tal
parece que la brecha de género se está estrechando en general. En el mundo
la realidad y los estudios señalan que se ha ido acortado la diferencia de la
participación electoral entre los sexos, así como, las discrepancias en torno al
interés hacia los asuntos políticos o el ejercicio del voto, todo ello en paralelo a
ciertos cambios sociales, tales como el aumento de la educación femenina y a
su incorporación y permanencia en el ámbito laboral (Inglehard 1991), así como
y también con el recambio generacional (Fernández Poncela 2003). ¿Por qué
México habría de ser diferente?

Volviendo sobre la participación electoral en México en el año 2003, podemos


decir “que la participación en las mujeres es siempre superior a la de los
hombres desde los 18 años hasta el grupo 45-49; en el grupo de edades 50-54
el porcentaje de hombres y el de mujeres que votaron es más o menos el
mismo; y a partir del grupo 55-59 se invierte la situación, y los hombres
participan más que las mujeres…las diferencias de participación por grupos de
edades entre hombres y mujeres, el patrón de comportamiento por edades es
totalmente análogo entre ambos sexos” (IFE 2004:23).

Como ya sabemos según otras investigaciones (Fernández Poncela 1997,


2003), la brecha generacional parece ser más importante que la de género, y
las mujeres jóvenes parecen tener actitudes y conductas políticas más
homologadas a sus coetáneos masculinos que a sus congéneres femeninas de
edades más avanzadas.

Habría que hacer hincapié otra vez en el interrogante mencionado con


anterioridad: ¿Por qué tendrían que interesarse las mujeres en la política?
¿Qué pasa a la política que no interesa a la población en general y a las
mujeres algo menos? ¿Por qué tendrían que votar las mujeres? En vez de lo
tradicional y típico tópico: ¡A las mujeres no les interesa la política! o ¡Las
mujeres son abstencionistas! Pero como hemos estado viendo, hay cambios y
resistencias, un ir y venir en la relación no siempre fluida de las mujeres y la
política.

9
Para ir acabando
Sobre las mujeres y la política en el México de hoy, creemos haber mostrado y
demostrado algunos aspectos que consideramos interesantes de la situación
actual a la luz de la historia, desvincularnos de viejos discursos, resaltar nuevas
prácticas, ver los cambios en la cultura política y la legislación electoral, así
como en el acceso de las mujeres a cargos políticos. Todo en su justa medida,
sin triunfalismos pero tampoco caer en el victimismo. Por cuestiones de
extensión únicamente dimos unas pinceladas de cada tema; sin embargo,
esperamos que este breve recorrido sea suficientemente interesante e
ilustrativo de una conclusión: hay cambios, reversibles o irreversibles, hondos o
superficiales, positivos y negativos, pero una tendencia general apunta hacia la
mayor participación femenina en la esfera política. Quizás no llegue nunca a
ser equitativa, cien por cien cuantitativamente hablando (Lipovestky 1999;
Godelier 1999) y también puede que cualitativamente los avances de género
no sean tan notables como se desearía, pero de que hay cambio, qué duda
cabe.

Quizás necesitemos una nueva sociología, y también y por qué no una nueva
forma de política, porque el mundo cambia y algunos viejos estilos de política
parecen permanecer.

La vida en la época actual no es fácil, dicen algunos, no estoy de acuerdo, o en


todo caso ¿cuándo lo ha sido? Otra cosa, es que vivimos un mundo bajo una
suerte de “ética indolora”, el “imperio de lo efímero” o la “era del vacío”, esto es,
“una apatía no despolitizada” (Lipovestky 1994, 2002) o “repudio de la política
sumamente politizado” (Beck y Beck-Gernsheim 2003). Si bien quizás el caso
mexicano se saltó algunas etapas en el recorrido y el espacio político tiene
unas características particulares; sin embargo, hoy por hoy, y salvando todas
las distancias, tal vez sí podríamos considerarnos acordes con los
acontecimientos internacionales.

Sobre política concretamente, ya lo dijo Touraine citando a Charles Taylor, la


“democracia es una política del reconocimiento del otro” y los estimula a “vivir
su vida” (Touraine 2000), y al parecer se está dando una “democratización de
la vida personal” (Giddens 2000:171) y eso es quizás la mejor respuesta para
comprenderlo, se trata de “vivir la propia vida” (Beck y Beck-Gernsheim 2003)3,
de ahí cierto optimismo, definir sin juzgar, reconocimientos sin aspavientos.

Y es que en este planeta en cambio, “Lo social como mirada ensimismada


sobre lo íntimo desplaza a la formación de una genuina esfera pública” (Ortega
2006:37). Tiene lugar un vacío de lo social hacia lo cultural (Touraine 2005).
Coincide un declive de las ideologías, el fin de la dicotomía izquierda/derecha,
el derrumbe de la lucha de clases y la mundialización. En todo caso es tiempo
de “modernidad líquida” de Bauman (2006), y con escasas e inseguras
posibilidades laborales como señala Sennett (2006). Donde las personas
parecen poco proclives a adquirir una identidad fija, si es que esto existió en
3
Estoy clara de la utilización que hago de autores/as de diversas tendencias o enfoques académicos e
ideológicos; sin embargo, no considero que sean incompatibles en varios de sus argumentos, y de forma
ecléctica –propia de nuestra época-, se dibuja mejor el panorama social en el cual fluimos.

10
alguna época, los individuos son “sujetos flotantes”, con identidades flexibles y
acomodaticias, escasamente dispuestas a identificarse con un único modo de
ser. No obstante, tampoco se rechazar una forma de ser concreta, más bien,
no se desea convertir alguna de ellas en su ser definitivo (Ortega 2006); se
trata, pues, de “identidades flexibles y volátiles” (Mejías Valenzuela 2005).

Todo esto que pasa a nuestro alrededor y que apenas iniciamos a estudiar se
detecta también en el tema que nos ocupa. Es más, dos son las posiciones
posibles para el cambio de la relación entre las mujeres y la política, que vienen
a cuento de la pregunta de Astelarra cuando pasa la pelota al campo de la
política como responsable del bajo interés de las mujeres: “...mientras que en la
primera versión estructuralista (Kanter, 1977) se trataba de derribar las
barreras que segregan masivamente a las mujeres y de conseguir su acceso a
posiciones tradicionalmente ocupadas por los hombres, la segunda versión
pretende fomentar un movimiento que transforme la estructura misma. La
primera lleva simplemente a una ampliación de la democracia representativa y
la participación social; la segunda al establecimiento de un nuevo tipo de
sociedad: la sociedad post-masculina” (Vianello y Caramazza 2002:203).

Para concluir, ahora ya sí de veras, quiero decir que en la vida tenemos dos
obligaciones, según Borges: ser justos y ser felices.

Con relación a la justicia, mucho se han criticado los enfoques normativos y


morales sobre la política, afirma Humberto Schettino: “Dos fenómenos hacen
necesario pensar este proceso de re-pensamiento de la política: en primer
lugar, la casi total coincidencia entre quienes buscan nuevas formas de hacer y
pensar la política (los intelectuales) y las organizaciones sociales que, también
casi en su totalidad, funcionan fuera y en contra del Estado. En segundo lugar,
el hecho de que estos procesos tengan como denominador fundamental, desde
la teoría, lo que podríamos llamar el “giro” normativo: el intento de repensar a la
política desde la moral o desde la ética, o desde ambas…someter la política a
la ética y al derecho” (Schettino 2002:130,149).

Al respecto de la felicidad Fernando Savater nos aclara: “Francamente, yo creo


que a la política sólo se le pueden pedir remedios políticos...y la felicidad no es
un asunto político. Los gobiernos no pueden hacer feliz a nadie: basta con que
no le hagan desgraciado, que es cosa que sí pueden lograr en cambio bastante
fácilmente”(Savater2001:217).

11
Referencias

Acosta, Ma Teresa et al. 1991 "Participación electoral femenina: De la representación


social de la política al voto" Iztapalapa, nº 23, México.

Alducín Abitia, Enrique 1991 Los valores de los mexicanos. Tomo II. México en tiempos
de cambio. México: Fomento cultural BANAMEX.

Almond, Gabriel L.; Verba, Sidney 1963 The Civic Culture: Political Attitudes and
Democracy in Five Nations. Princeton: University Press.

Astelarra, Judith 1986 Las mujeres podemos: otra visión política. Barcelona:Icària.

Bartra, Roger 2007 Fango sobre la democracia. México:Planeta.

Bauman, Zygmunt 2006 Vida líquida. Barcelona:Paidós.

Beck, Ulrich y Beck-Gernsheim, Elizabeth 2003 La individualización. El individualismo


institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas.Barcelona:Piados.

Beltrán, Ulises et al. 1996 Los mexicanos de los noventa. México:UNAM.

Blough, William S. 1972 "Political Attitudes of Mexican Women" in Journal Inter-American


Sutudies and World Affairs, vol 14, no 2.

Bourdieu, Pierre 1999 La dominación masculina. Barcelona:Anagrama.

Chaney, Elsa 1971 "Women in Latin American Politics: The Case of Peru and Chile"
PH.D. dissertation, Unversity of Wisconsin.

De la Peña, Ricardo 2003 “La participación ciudadana en las elecciones federales


2003” Ponencia presentada al XV Congreso Nacional de Estudios Electorales de
SOMEE, 22-24 octubre, Universidad de Guanajuato, San Miguel Allende.

Duverger, Maurice 1955 The Political Role of Women. París: UNESCO.

Durán Barba, Jaime y Santiago Nieto 2006 Mujer, sexualidad y política. Los nuevos
electores latinoamericanos. México:FCE.

Excelsior 1994 "Resultados de la encuesta" Excelsior, 12 agosto, México.

Fernandez Poncela, Anna M. 2007 “La política y la juventud ¿Amigos o enemigos?”


(artículo inédito)
2003 Cultura política y jóvenes en el umbral del nuevo milenio. México:IFE/IMJ/SEP.
2006 “Elecciones 2006. Las mujeres y los jóvenes ¿primero?” en Revista de
Estudios Electorales, nº5 enero-diciembre 2005 (salió en diciembre 2006),
SOMEE, México DF.

GEO (Gabinete de Estudios de Opinión) 1994 “Séptima encuesta nacional preelectoral"


Cuadros, México.

Giddens, Anthony 2000 Sociología. Madrid: Alianza Editorial.

12
Inglehard, R. 1991 El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas.
Madrid:CIS.

Jaquette, Jane 1976 "Female Political Participation in Latin America" en Nash, June y
Safa, Helen (eds.) Sex and Class in Latin America. New York:Praeger Publishers.

Jones, Kathleen y Jonasdottir, Anna 1988 "Gender as an analytic category in theory" in


Jones, Kathleen and Jonasdottir, Anna (Coords.) The Political Interest of Gender.
Developing Theory and Research with a Feminist Face. London: Sage

Lipovetsky, Gilles 1994 El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos
tiempos. Barcelona:Anagrama.
1999 La tercera mujer. Barcelona: Anagrama.
2002 La era del vacío. Barcelona:Anagrama.

Los Angeles Times 1989 "Resumen general. Encuesta Nacional" Los Angeles Times.

Massolo, Alejandra 1992 Por amor y coraje. Mujeres en movimientos urbanos de la


ciudad de México. México:COLMEX.

Mejías Valenzuela, Eusebio 2005 Jóvenes y política. El compromiso con lo colectivo.


Madrid:INJUVE.

Molyneus, Maxine 2003 Movimientos de mujeres en América Latina. Estudio teórico


comparativo. Madrid:Cátedra.

Mori de México 1994 "Resultados de la encuesta que soportan el trabajo gráfico"


Excelsior 12 agosto, México.

Muñoz, Sonia 1991 "La política en la cotidianeidad de las mujeres populares" en Feijoó,
Ma del Carmen (Comp.) Mujer y ociedad en Améria Latina. Buenos Aires: CLACSO.

Ortega, Félix 2006 “Marcos de integración sociopolítica. La juventud española” en


Jóvenes. Revista de estudios de la juventud, nº24, enero-junio, IMJ, México.

Peschard Mariscal, Jacqueline 2003 “Medio siglo de participación política de la mujer en


México” en Revista Mexicana de Estudios Electorales, n°2, SOMEE, México.

Pires do Rio Caldeira, Teresa 1987 "Mujeres, cotidianeidad y política" en Jelín, Elizabet
(Comp.) Ciudadanía e identidad: las mujeres en losmovimientos sociales latino-
americanos. Ginebra:UNRISD.

Reforma 2006 “Encuesta Nacional de Salida 2 julio”, 3 julio, Reforma, México.

SEGOB 2002 “Introducción a la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas


Ciudadanas 2001” en Este País, n°137, agosto, México DF.
-2003a Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2001.
México:SEGOB/INEGI.
-2003b “Conociendo a los ciudadanos mexicanos. Principales resultados. Segunda
Encuesta sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas de la SEGOB”
México:SEGOB-Fundación Este País, en Este País, n°150, septiembre, México DF.

Sennet, Richard 2006 La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona:Anagrama.

13
Toledo, Rosario 1994 "El voto femenino: una aproximación cuantitativa" Ponencia IV
Encuentro Nacional de Investigadores en Estudios Electorales, México.

Touraine, Alain 2000 ¿Qué es la democracia? México:FCE.


2005 Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy. Paidós:Barcelona.

Vianello, Mino y Caramazza, Elena 2002 Género, espacio y poder. Para una crítica de
las Ciencias Políticas. Madrid:Cátedra.

www.isa.org.mx (Investigaciones Sociales Aplicadas AC) 2006 “Encuesta de Salida 2


julio”.

www.consulta. com.mx (Consulta Mitofsky) 2006 “Encuesta de Salida 2 julio”.

14

You might also like