You are on page 1of 16

Cuento

Miki era un chico alegre, optimista y simpático. Nadie recordaba haberle

visto enfadar, y daba igual lo que le dijeran, parecía incapaz de insultar

a nadie. Hasta sus maestros se admiraban de su buena disposición para

todo, y era tan extraño que incluso se corrió el rumor de que era debido a

un secreto especial; y bastó que fuera secreto para que nadie pensara en

otra cosa. Tanto preguntaban al pobre Miki, que una tarde invitó a

merendar a don José Antonio, su profesor favorito. Al terminar, le animó a

ver su habitación, y al abrir la puerta, el maestro quedó como

paralizado, al tiempo que una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

¡La enorme pared del fondo era un único collage de miles de colores y

formas que inundaba toda la habitación!. Era el decorado más bonito

que había visto nunca.

- Algunos en el cole creen que yo nunca pienso mal de nadie -comenzó a

explicar Miki-, ni que nada me molesta o que nunca quiera insultar a

nadie, pero es mentira. A mí me pasa como a todo el mundo. Y antes me

enfadaba mucho más que ningún niño. Sin embargo, hace años con ayuda

de mis padres comencé un pequeño collage especial: en él podía utilizar

todo tipo de materiales y colores, siempre que con cada pequeña pieza

pudiera añadir algún mal pensamiento o acción que hubiera sabido

contener.
Era verdad. El maestro se acercó y en cada una de las pequeñas piezas se

podía leer en letras finísimas "tonto", "bruto", "pesado", "aburrido" y

otras mil cosas negativas.

- Así que comencé a convertir todos mis malos momentos en una

oportunidad de ampliar mi collage. Ahora estoy tan entusiasmado con

él, que cada vez que alguien me provoca un enfado no dejo de

alegrarme por tener una nueva pieza para mi dibujo.

De muchas cosas más hablaron aquel día, pero lo que el buen

maestro no olvidó nunca fue cómo un simple niño le había mostrado

que el secreto de un carácter alegre y optimista está en convertir

los malos momentos en una oportunidad de sonreir. Sin decírselo a

nadie, aquel mismo día comenzó su propio collage, y tanto

recomendó aquel secreto a sus alumnos, que años después

llamaron a aquel barrio de la ciudad, "El barrio de los artistas"

porque cada casa contenía las magníficas obras de arte de aquellos

niños optimistas.
“¿Qué cosa es la locura? Es la ilusión elevada a la segunda potencia” Decía Henry F. Amiel, el escritor suizo. Pues bien, hoy
vamos a conocer a un artista de ésos que se ilusionaron demasiado: el pintor británico Richard Dadd (1817-1886).

Este señor victoriano que paraliza con la mirada es prácticamente una celebridad en la pintura onírica, aunque no es muy
conocido en España. Y es que en este nuestro país no triunfan demasiado los cuadros de haditas, duendes y elfos del
bosque –a no ser que queramos ilustrar un powerpoint de frases motivadoras, en cuyo caso se presta-. En fin, que es normal
que destacase a pesar de no ser un prodigio, porque Richard Dadd estaba como una regadera.
.
Nuestro loco pintor nació el 1 de agosto de 1817 en Chatham (Inglaterra), una villa del condado de Kent, en la respetada
familia del boticario. Su padre, Robert Dadd, fue un distinguido químico famoso por haberse casado en dos ocasiones y
haber engendrado nueve vástagos, cuatro de los cuales murieron como consecuencia de trastornos mentales de diversa
índole. Todo muy terrible.
.
De niño Richard Dadd empezó a mostrar talento para el dibujo, así que a los 20 años ingresó en la Royal Academy of
Arts de Londres. Su carácter simpático, bondadoso y alegre le hizo destacar a ojos de sus tutores y compañeros, llegando
a fundar un grupo de pintura prerrealista para investigar y plasmar temas fantásticos, sobre todo obras de Shakespeare.
De esta etapa destacan sus obras “Puck” y “Titania durmiendo”.

Titania durmiendo: Richard Dadd representa un instante de Sueño de una noche de Verano (Shakespeare), donde
Titania se duerme arrullada por las nanas de las hadas. Oberon, cuya figura está casi oculta entre las sombras de la
cueva, prepara una poción mágica.
Pero quizá su cuadro más representativo de estos años de Academia fuera “Viene a estas arenas amarillas“, donde una
espectral cabalgata de hadas baila en una playa a la luz de la luna:

“Venid a estas arenas amarillas y tomaos las manos; después de los saludos y los besos a las salvajes ondas, danzad
alegremente aquí y allá. Dulces genios, llevad el estribillo, escuchad, escuchad.” (Shakespeare, “La tempestad”)

Hasta aquí todo era magnífico, incluso a pesar de que a Richard se le había subido un poquito el éxito a la cabeza y había
empezado a obsesionarse con correr aventuras como las de los protagonistas de sus cuadros.
.
Y en este punto empieza la historia. cuando el artista cumplió los 25 años, Sir Thomas Phillips (un ricachón de la zona),
decidió hacer el gran viaje de su vida: el Grand Tour por Europa y Oriente Medio que estaba tan de moda. Sabiendo de las
ansias de aventura del pintor y viendo la oportunidad de añadir nuevas obras a su colección de pintura, decidió llevárselo
como dibujante para que le inmortalizase en lienzo los sitios que iban visitando, para fardar después ante sus colegas.
Richard Dadd se apasionó con la idea, obviamente aceptó y salieron de Londres llenos de ilusión. Todo fue bien al
principio. Atravesaron Grecia, Turquía, Palestina y Jerusalén, pero a Sir Thomas Pillips le apetecía continuar su viaje
por el Nilo y descubrir los misterios de Egipto. ¡Y vaya si los descubrieron!
.

Cierto día en El Cairo, el pintor y su mecenas se unieron a un grupo de hombres que estaban fumando opio en las
famosas narguile o pipas de agua. Y se lió la cosa.
– ¡Vamos a probar, Richard! – seguro que dijo el aristócrata- ¡Vamos a probar y nos echamos unas risas!

El caso es que Richard Dadd, mientras fumaba, empezó a oír voces. Como al principio no entendía muy bien el lenguaje
que oía se agarró a la pipa para fumar ininterrumpidamente durante 5 días con sus noches, a ver si entendía algo más. El
asunto es que tanto opio acabó por ocasionarle trastornos en el cerebro. Resultado: empezó a charlar con el dios Osiris
y a ponerse violento. El dios egipcio, que según el mito murió desmembrado, le había hecho un encargo desde el más
allá, a través del lenguaje de la pipa. Dadd tenía ahora una misión que cumplir.
.
En un principio pensaron que le había dado una insolación, que ya se le pasaría la tontería y se reirían de aquello.
Continuaron el viaje pero el muchacho seguía erre que erre, que el dios Osiris habla

hablaba en su oído porque le había elegido como emisario y que debía realizar una tarea
sagrada. Total, que visto lo visto su jefe decidió volverse para Europa cagando leches. Eso
sí, pasando antes por Italia y el Vaticano, y de paso Richard le retrataba La Santa Sede
antes de ir a casa. Y si había suerte veían hasta al Papa.
.¡Pues suerte hubo! El Papa estaba en una de sus apariciones públicas cuando finalmente, en
1843, visitaron la Santa Sede. Pues a Dadd le dio el ataquito y empezó a farfullar que tenía
que matar al Papa Leo XIII porque era un emisario de Seth (dios egipcio del Mal y las
Tinieblas). Su compañero de viaje se cagó en los calzones, lo despidió y lo envió de regreso
a Inglaterra.
.
Cuando llegó a Reino Unido lo examinaron los médicos, que aconsejaron a su padre
internarlo una temporadita en el manicomio, pero él se negó y se lo llevó a vivir al
campo para que respirase aire fresco. Ya se sabe que los encantos de lo bucólico servían para
sanar el alma, como se decía en la época. Pero no debió surtir mucho efecto porque ese mismo
año Richard le pidió a su padre que le acompañase de excursión a Cobham, para poder
hablar sobre sus problemas y desahogarse.

Retrato de un hombre joven, 1853 (Richard Dadd)

.Después de cenar juntos en la posada, fueron a dar un paseo por el parque y aprovechando
que estaba oscuro y no había nadie cerca, Richard saco un machete y lo asesinó. Después
procedió a desmembrar su cuerpo -como en la mitología egipcia había hecho Seth-.
Aparentemente, Osiris había vuelto a comunicarse con él y le había dicho que su padre era
en realidad el diablo. También debió recomendarle que huyese inmediatamente a Francia
para que no lo arrestara la policía, y allí que se fue.
.
En el viaje de Calais a París, Richard volvió a oír a Osiris e intentó degollar a un pobre
pasajero que iba con él y que -según decía la voz- era otro de los enemigos del dios. Por
suerte, el hombre pudo zafarse y Dadd acabó arrestado por la policía francesa. Entre sus
pertenencias encontraron una larga lista de personas que Richard debía asesinar para calmar
a Osiris, entre las que se encontraban personalidades como el Papa (de nuevo) o el Emperador
de Austria. Su propio padre aparecía encabezando la lista.
.
Enseguida fue internado de por vida en el State Criminal Lunatic Asylum, donde dio por
terminada su misión con el dios egipcio -que no su relación-, y se dedicó completamente a
su oficio de pintor bajo la atenta supervisión del personal médico del sanatorio. Tenía 27
años. Allí comienza la ejecución de “El golpe maestro del leñador-duende”, una pintura
relativamente pequeña (54 x 39 cms.) en la que estuvo trabajando durante nueve años sin
interrupción.

El golpe maestro del duende leñador (1855-1864): obra maestra de Richard Dadd que
inspiró a Freddie Mercury la canción homónima de Queen. El leñador aparece rodeado
de una comitiva abigarrada de personajes fantásticos, y alza su hacha para golpear…
nada.

La obra es hoy una de las piezas maestras de la colección de la Tate Gallery (si vais a
Londres, no dejéis de verla). Vemos el claro de un bosque, de floración desbordante y
alucinada. Desperdigada por toda la superficie, vemos a una multitud de “gente pequeña”:
duendes, hadas, trasgos de expresión burlona o lasciva. Todos observan expectantes hacia el
centro de la escena. El tiempo parece detenido en un instante. En el centro, un leñador-
duende, de espaldas a nosotros, sostiene su hacha a punto de dar el golpe. La tensión es
absoluta pues es el segundo antes de la descarga y todos los personajes están pendientes de
él. Sin embargo delante del leñador, en el sitio que será alcanzado por el golpe, hay…
absolutamente nada. Si os apetece buscar sentido a este maremagnum de personajes mágicos,
Richard Dadd dejó un poema explicando el cuadro. Podéis encontrarlo aquí.
.
Richard Dadd continuó pintando hasta que murió en aquel manicomio. Al parecer se
inspiraba en sus cuadernos de bocetos, que conservaba del Grand Tour y en su fuerte
memoria visual para pintar paisajes, escenas de pesca, postales y escenas fantásticas.
.

Otro de los famosos artistas afectados por desequilibrios mentales es Louis Wain, el pintor
de los gatos, al que dediqué una entrada aquí. También el escultor Messerschmidt, que creía
que monstruos y diablos montaban fiestas en su casa mientras él dormía. ¡Nos leemos en el
siguiente post!
.
CÓMO INVERTIR EN COLOMBIA
SI ES EXTRANJERO
La inversión extranjera es el capital que proviene del exterior, bien sea de personas
naturales o jurídicas que no residen en el país y que invierten en empresas, bienes, o
en acciones entre otras formas, de acuerdo con el Banco de la República. Este rubro,
le da gran impulso a la economía en general porque incrementa el ingreso de dólares y
es clave para incluir a Colombia en la dinámica económica mundial. Conozca aquí
cómo puede invertir un extranjero en el mercado nacional.

Existen dos caminos para invertir en Colombia si no se es nacional. El primero, regulado


por el Decreto 119 de 2017, es la opción de inversión de capital en empresas o
acciones, a través de un apoderado en Colombia. ProColombia es la entidad que puede
asesorar a los interesados en este proceso.

ProColombia, la dependencia del Estado encargada de promover las inversiones


internacionales en el país, advierte en su sitio web que no se trata solo de tener listo el
capital y saber en qué invertir. De acuerdo con la entidad, las compañías o personas
extranjeras que deciden llegar al país para diversificar sus ingresos o incrementarlos,
buscan oportunidades de negocio en Colombia, pero muchas veces no saben cuál es
el procedimiento para invertir en el país, el cual está establecido bajo normas puntuales
y conocerlo evita posibles inconvenientes.

El Decreto 119 de 2017 es el estatuto que regula las inversiones de extranjeros


en Colombia así como la inversión de colombianos en el exterior. Este es un nuevo
esquema propuesto por el gobierno Santos con el fin de “aumentar la competitividad
del mercado colombiano con relación a los mercados externos, como también
incrementar la internacionalización de la economía nacional y la inversión de
colombianos en otras latitudes”, explicó el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas en
la rueda de prensa de presentación de la nueva legislación.

La segunda opción, es tramitar una visa de inversionista como persona individual o


miembro de una sociedad comercial. Este trámite se realiza ante el Ministerio de
Relaciones Internacionales y permite al extranjero ser el titular de la inversión.

Según la nueva legislación, el primer paso es que todas las inversiones que haga
un extranjero en Colombia, incluyendo las divisas que entren al país por parte de
personas que no sean residentes, y que estén destinadas como aportes de capital para
una sociedad o una sucursal de sociedad extranjera deben ser registradas ante el
Banco de la República bajo la figura de inversión extranjera.

El nuevo decreto modificó el esquema de registro de la inversión, ya que eliminó los


plazos y las modalidades que existían y en consecuencia, las sanciones relacionadas
con el incumplimiento de estos requisitos.

Antes, un extranjero, que decidía invertir en Colombia, tenía como plazo 12 meses para
el registro inicial de sus inversiones ante el Banco de la República y debía clasificarlas
dentro de alguna de las modalidades existentes de registro, como importación de
divisas, de bienes tangibles o de aportes en especie al capital de una empresa.

Aunque ya no existe un plazo o modalidad para registrar una inversión en Colombia, “el
registro ante el Banco de la República continúa siendo necesario para exigir los
derechos cambiarios sobre las inversiones, pero ahora solo basta el reporte de la
inversión realizada para que se configuren, sin que tal reporte deba clasificarse en una
modalidad o realizarse en un plazo determinado”, explicó el Ministro Cárdenas.

Luego del registro ante el Banco de la República, la regulación exige que todo
inversionista extranjero debe contar con un apoderado en Colombia que cumpla con las
obligaciones tributarias, cambiarias, de información y las demás relacionadas con su
actividad de acuerdo con la legislación nacional.
Específicamente sobre las inversiones en empresas inscritas en el Registro Nacional
de Valores y Emisores, la Bolsa de Valores de Colombia, se permitirá que el
inversionista elija si registra su inversión como directa o en un portafolio por acciones.
Pero igual necesita tener un apoderado de su inversión en el país, que en el caso de
inversiones de portafolio sería una comisionista de bolsa, si su interés es únicamente
de aporte de capital.

Si el solicitante del permiso es socio o propietario de una sociedad debe anexar


certificados de representación legal expedidos por cámaras de comercio, “en el que
conste que el extranjero es socio o propietario de una sociedad debidamente constituida
y registrada, indicando un capital o activo registrado del extranjero solicitante de la visa
no menor a 100 salarios mínimos”, explica la Cancillería colombiana en su página web.

Como se puede apreciar, la tarea para ser un inversionista extranjero no es tan sencilla
como se piensa; sin embargo, con asesoría y buena información se puede lograr.
Recuerde que ProColombia y el Ministerio de Relaciones Internacionales son las
entidades públicas que le pueden dar mayor asesoría al respecto. Acudir a los mejores
es siempre la clave.

You might also like