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FUNCIÓN SOCIAL DE LA MÚSICA

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MAYO 14, 2017
1 COMENTARIO
La música ha estado presente desde la existencia del hombre. Desde sus inicios,
el hombre ha hecho uso de la música en una forma social; y aunque en la era
prehistórica no existía una concepción concreta sobre la música como tal, el
hombre hacía uso de sonidos que conformaban una manera de comunicación. Sin
embargo, con la evolución humana se ha ido definiendo de manera específica el
significado de la “música” y todo lo que ello abarca, llegando a formar una pieza
primordial en la forma de vida social de la humanidad. De ahí que, sea relevante
analizar la conformación de la música en sus funciones sociales en la vida
humana, y entender de qué manera es utilizada para lograr ciertos objetivos
dentro de ciertos procesos sociales.

La música ha alcanzado un nivel de masificación y propagación mayor que


cualquier expresión cultural, lo que le permite constituirse como un canal que va
más allá de la apreciación valorativa y la diversión, convirtiéndose en un medio de
propagación de ideas e ideologías que dotan de sentido al mundo social actual. Si
bien la sociedad humana ha evolucionado históricamente, con ella también lo ha
hecho la música. Y es que la música y los géneros que la componen adquieren
mayor o menor importancia de acuerdo al contexto social que predomine, que
además está predeterminado por factores económicos, culturales, políticos y hasta
religiosos. Por lo tanto, su concepción y la importancia que esta pueda tener en la
vida del hombre varían en torno a los valores de la sociedad.
Tal como lo enunciaba Aristóteles: “la música representa las pasiones o el estado
del alma”, y es que esta afirmación sigue estando en vigencia como en la Antigua
Grecia; viéndose esto reflejado, por ejemplo, en el mundo del cine donde las
escenas de mayor carga simbólica estarán acompañadas por un determinado tipo
de música escogido minuciosamente, de manera que la música represente la
naturaleza de la escena (terror, peligro, romance), o la emoción plasmada
(tristeza, alegría, dolor). Estos efectos conforman la fuerza comunicativa contenida
en la música al ser usada con estos fines. Si bien existe esta función
comunicativa, sobre todo en las piezas musicales que contienen una lírica referida
a algún tema o ideología en particular, cabría preguntarse si aquella música
netamente instrumental también tendría dicha función.

Para responder esta interrogante, sería pertinente realizar un análisis exhaustivo


de la historia del arte musical y estudiar detalladamente los aspectos personales y
sociales de los compositores clásicos que los llevaron a componer determinadas
piezas musicales. Sin embargo, no existe duda de la intención latente de los
compositores de obras clásicas (haciendo referencia a aquellas estrictamente no
vocales) de fijar una posición de ideas a través de sus composiciones. De igual
forma, resulta evidente el reflejo de emociones en las obras de varios
compositores, que varían de acuerdo a las circunstancias vividas y al contexto
social donde compusieron sus obras. Esto se muestra en la diferenciación notable
entre las piezas de Beethoven, compositor con una vida familiar y niñez inestable,
quien sufría de sordera crónica; y las de Mozart, quien tuvo una infancia dichosa
rodeado de grandes personalidades. De ahí que, existe entonces un significado
latente en las piezas instrumentales de carácter más subjetivo, que le otorga a la
pieza musical un papel de transmisor o mediador de ideas o sentimientos,
determinados por un contexto social expresados a través de la creatividad de
compositores musicales.

Por otra parte, presentando otras funciones sociales de la música; se puede decir
que esta también genera un sentido de nacionalismo. Esto referido a lo que
expone Hormigos (2008) en su trabajo “Música y Sociedad. Análisis sociológico de
la cultura musical de la posmodernidad”, donde explica que la música forma parte
de la tradición de un país, constituyéndose como una expresión cultural propia de
una región dotada de un alto valor simbólico para quienes habitan dicho país. Tal
es el caso de la samba en Brazil, o de la música tradicional de la región de los
Andes. Este hecho deriva en la conformación de una identidad de la cual los
individuos se equiparan a partir de los gustos musicales colectivos que
predominen en la sociedad. Por lo tanto, se puede decir que la música tiene una
función social primordial en la conformación de las identidades a través del uso
simbólico de la misma, en este caso, en prácticas nacionalistas.

De igual manera, podría atribuírsele una función informativa en cuanto se utiliza


como medio propagandístico, transmisor de ideas; además de la capacidad
narrativa encontrada en algunas líricas que permiten el conocimiento de
realidades diversas a través de la exposición de hechos y anécdotas
característicos de dicha realidad. Asimismo, se ha hecho el uso de ciertas piezas
musicales de corte protestante con las que se identifican grupos civiles y políticos
defensores de ciertos ideales que pretenden manifestar una diferencia ideológica
ante cualquier orden social o político.

La música también se constituye en una función formativa al ser acatada como


una disciplina. En la Antigua Grecia, la música era considerada pieza fundamental
en el desarrollo integral de cada persona. Y si se estudia este hecho con
determinación, aquellos individuos estudiosos de la música adoptan una posición
seria con respecto al aprendizaje musical disciplinario que también abarca la
ejecución de cualquier instrumento; convirtiéndose en un elemento constitutivo del
proceso de socialización secundaria. En este sentido, esto podría influir
directamente en la construcción de las relaciones sociales, ya que las acciones de
aquellos individuos socializados en un mundo de significados musicales, estarán
dirigidas a tomar en cuenta las acciones de los demás con respecto a la acción
propia; tal como lo expone Schutz (1974) en su capítulo “La ejecución musical
conjunta. Estudio sobre las relaciones sociales”. Schutz propone que en una
ejecución grupal, cada ejecutante debe tomar en cuenta lo que el otro tiene que
ejecutar de manera simultánea, a la vez que interpreta su parte. Con esto se
quiere explicar la gran influencia de la música con una función formativa en
aquellos individuos adeptos al mundo musical, al punto que determina su acción y
las relaciones sociales entre ellos.

En cuanto al aspecto religioso, desde la época de la edad media la música ha


tenido una función diferencial en el sentido que fue usada por élites religiosas para
diferenciarse socialmente del pueblo. Además, fue utilizada desde tiempos
antiguos como un instrumento evangelizador, compuesto por líricas sugerentes a
la adoración de santos y salvadores, con la finalidad (de origen social) de ganar
adeptos a las religiones.

Es evidente el significado social que tiene la música para el hombre, más allá de
fines lucrativos. La música es una creación humana. El hombre determinó el
significado de la música para sí, pero parece ser que ahora es la música misma la
que determina un significado para el hombre; y esto sucede a través de las
situaciones antes citadas dentro de la concepción social de funcionalidad.

BILBIOGRAFÍA
Hormigos, J. (2008). Música y Sociedad. Análisis sociológico de la cultura musical
de la posmodernidad. Madrid: Fundación Autor.

Schutz, A. (1974). Estudios sobre teoría social. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

https://ssociologos.com/2017/05/14/funcion-social-la-musica/

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