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Campero, Montes, y Arce confabularon para

anexar políticamente Bolivia a Chile


Después de la Guerra del Pacífico, Chile llevó adelante una serie de acciones que tuvieron el
respaldo de quienes llegaron a ser mandatarios bolivianos. Una de las opciones que se
manejó es anexar a Bolivia. El periodista Guido Peredo hace estas revelaciones, hoy 14 de
febrero.

Jueves 14 de Febrero de 2019, 1:30pm

Texas (EEUU), 14 de Febrero. Especial de Guido Roberto Peredo Montaño


para Urgentebo.- Según documentos a los que Urgentebo accedió los expresidentes
bolivianos Narciso Campero, Ismael Montes y Aniceto Arce, propusieron, en las
diferentes etapas de Guerra del Pacífico, acuerdos y arreglos al gobierno trasandino para
unificar Chile y Bolivia y explotar mejor sus riquezas, bajo la misma lógica que Austria y
Hungría lo habían hecho. Por ello, a su retorno de Santiago donde fue recibido con
todos los honores militares, Montes instauró un régimen de terror para acallar las voces
patriotas.

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Los expresidentes bolivianos Narciso Campero, Aniceto Arce e Ismael Montes

Estos planes de anexión, según revelan estos documentos, estaban apoyadas por el
silencio cómplice de Bautista Saavedra, Daniel Sánchez Bustamante, el propio Alberto
Gutiérrez y hasta el presidente Eliodoro Villazon.
Veamos: Una carta enviada desde Santiago de Chile a La Paz, por el cónsul Alberto
Gutiérrez y dirigida al entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Daniel Sánchez
Bustamante señala lo siguiente: “Legación Bolivia, cite No. 139: Asunto: Grave
Revelación Diplomática: ‘La recepción de diplomáticos en la cancillería de Santiago son
los martes y viernes, pero ayer lunes me llegó una tarjeta del Ministro de Relaciones
Externas, Agustín Edwars Mac-Clure, para asistir ese mismo día a la Moneda. Eso me
hizo comprender que se trataba de una excepcional, ya que yo iría como de costumbre al
despacho del ministro’”.
En su carta, Gutiérrez le dice a Bustamante: (…) Edwars me dijo que me había llamado
porque desde hace tiempo tenía ciertas ideas o planes en la cabeza y que ya se habían
planteado algunas ideas, pero desde el punto de vista académico y no diplomático.
Después de un largo preámbulo, Edwars me dijo que: “Había llegado el momento de una
aproximación amplia y efectiva entre Chile y Bolivia y que deseaba una vinculación
ventajosa para explotar las riquezas de los dos países”. A lo que respondí: ¿Cuál sería el
procedimiento? ¿Un pacto de alianza, o simples acuerdos sobre determinadas materias?
El canciller me respondió: “Mi idea va más allá: Se trataría de formar una sola entidad
política como el caso de Austria y Hungría, por ejemplo”.
En la carta dirigida a Bustamante y aclarando ciertos acercamientos del pasado, el
cónsul Gutiérrez le recordó a Edwars: “Yo tenía conocimiento de una carta que llegó de
Bolivia a su actual ministro de Hacienda, Manuel Salinas, a quien el presidente Montes
le decía que “Bolivia y su gobierno estaba interesada en hacer una alianza ofensiva y
defensiva con Chile y nada más. No sé si se hablaba de unificación”.
Gutiérrez aprovecha la ocasión para confesar a Sánchez Bustamante que el 19 agosto de
1909, dada la crisis política y económica en Bolivia, el presidente Ismael Montes, pidió a
su amigo Jorge Prieto Echaurren, (el gerente de la compañía de alcoholes de Chile), que,
a nombre de Montes, escriba una carta al presidente de Chile, proponiéndole la idea
clara de “unificar políticamente ambas naciones”.
En la misma nota diplomática, Gutiérrez dice a Bustamante: (…)Yo había oído estos
rumores del propio senador Carlos Aldunate Solar y también del actual ministro de
hacienda chileno, Miguel Salinas, en unas reuniones de protocolo el año pasado. “Hice
esfuerzo infructuoso para saber lo que realmente se planeaba, pero yo no participaba de
tales opiniones ni acuerdos”. Según Gutiérrez, es ahí que el canciller Edwars y otras
autoridades chilenas se dieron cuenta de que yo no sabía absolutamente nada de este
complot”.
Pero resulta que el presidente Eliodoro Villazón también recibió cartas desde Santiago,
con detalles de la propuesta de Montes. En otra carta fechada el 16 de agosto de 1910 en
Santiago de Chile, Gutiérrez comunica al presidente Eliodoro Villazón lo comentado.
En el segundo párrafo de la nota se señala: “En lo referente al punto concreto, a que se
contrajo en mi carta del pasado 7 de este mes, veo con complacencia que usted coincide
con mis ideas, que reconociendo como un hecho la existencia del proyecto chileno de
formar una confederación, o una nacionalidad con Bolivia, debemos oponernos al
rechazo y la resolución de mantener la independencia de Bolivia”.
Además, en el 4º y 5º párrafos de la misma carta dice: (…)Entiendo sus simpatías
personales con el caudillo, así como las tengo yo por él, pero su vuelta al poder es una
amenaza, no solo para la administración, si no para la autonomía misma de Bolivia.
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Al margen de estas revelaciones, el cónsul Gutiérrez admite en su carta que: “un


ciudadano de gran influencia en los negocios mineros y empresariales, radicado en
Oruro, Carlos G. Ávalos y el propio Joaquín Walker Martínez le confesaron con total
desnudez “la enormidad de la proposición del presidente Montes”.
Según Gutiérrez, una vez que se enteró de esos rumores, retornó a Bolivia a finales de
1909 y buscó a Montes personalmente, el 30 de noviembre en la madrugada, para
pedirle que desautorice esa propuesta y le aclaró que: “el pedido de unificar Bolivia a
Chile significaría la desaparición de Bolivia como nación y la eliminación de su
autonomía como pueblo’.
Pero para esa etapa, Eliodoro Camacho, Aniceto Arce, Gregorio Pacheco, Campero y
Montes ya habían maquinado culpar a Daza por traición a la patria, arreglos con el
enemigo, malversación de fondos públicos y, además, iniciarle un juicio militar sin
verdaderas causales.
Los padres del oprobio
Los Liberales y sus historiadores “pisotean el charco” insistentemente para evitar que el
agua se aclare, pero hoy, en base a estos documentos, se revela que Aniceto Arce, Narciso
Campero, Mariano Baptista y principalmente Ismael Montes fueron quienes
confabularon directamente con el enemigo para ceder el Litoral boliviano a cambio del
tren, recibir dinero en efectivo y, también, el plan de integrar a Bolivia con Chile.
Pero hay más. Instaurado el gobierno de Narciso Campero, este le achaca a Daza las
culpas y los pecados de nuestra desgracia en el Pacífico. Pero, una vez más, son las
acciones de estos actores (Baptista, Montes, Arce y Camacho) las que los pone en
evidencia.
Veamos: El general Campero en su discurso ante el Congreso Nacional el 6 de agosto de
1884 dijo: “Después de la conferencia en Arica, en octubre de 1879 (se refiere a diálogos
en el barco Lakawanna), Chile no ha hecho nada para hacerme comprender su intención
de arribar a negociaciones decorosas y aceptables con Bolivia: fuera de hacer ver que nos
tratarían con menos rigor que nuestro aliado, me hicieron algunas concesiones que eran
una verdadera tentación”.
Chile, en realidad, había hecho las mismas propuestas a Daza, pero este comunicó de
inmediato al jefe aliado, el peruano Manuel I. Prado. En cambio, Campero esperó cuatro
años para hacer pública estas ‘ofertas’. En una carta fechada el 8 de abril de 1881
(recogida por el historiador Tomas Gaibano), Campero confiesa al Ministro de
Relaciones Internacionales de Argentina, Bernardino de Irigoyen: “Estimado señor y
amigo la copia que le anexo está tomada del original. (…) Las bases que recibí son
tentadoras. Le hago saber que el agente chileno ya está dialogando con el feje de los
partidarios “de la paz a toda costa”. (Jefe de los partidarios por la paz era Aniceto Arce,
seguido de Gregorio Pacheco, Eliodoro Camacho, Bautista Saavedra, Manuel Pando e
Ismael Montes).
Queda clara la razón por la cual Campero no acudió al campo de batalla y corrió a Oruro
para apoyar el golpe magistral contra Daza; no sin antes haber comido y bebido en la
hacienda de Aniceto Arce. Campero se delata solo.
Además, el coronel Ezequiel Apodaca, en sus memorias, ratifica y prueba los crímenes
cometidos por los liberales. Resumo: “en medio de la estadía de la 5ª División en la
hacienda de Arce, el 9 de octubre de 1879, los coroneles Estensoro, Morales, luego de
emborracharlo, el Comisario de Guerra de la Quinta División, Manuel V Alba (amigo
íntimo de Campero) nos confesó que Campero no pasaría al frente de batalla y que la 5ª
División iría a Oruro, porque Arce ofreció la presidencia al general Campero”.
Para noviembre, como efecto de estos actos mezquinos, sucede la retirada de
Camarones, con efecto inmediato en la dispersión de San Francisco, que con la
“ausencia” de Campero en el frente de batalla se cierra el círculo de las dudas.
En busca de expiación
Campero trató de corregir su traición y, buscando expiación, acude al Alto de la Alianza
(batalla de las batallas) en mayo de 1880. Ello motivó la ruptura de sus relaciones con
Arce, quién decide irse a la Argentina; pero no sin antes poner en evidencia la traición.
En una carta fechada en Sucre, el 5 de marzo de 1881, y dirigida al doctor Eduardo Pol
(Ministro de Interior) en Cochabamba le dice: “La única tabla de salvación para Bolivia
es ponerse a la vanguardia de Chile, para que este asegure su conquista. Por eso nuestra
conducta debe ser silenciosa, digna, y de labor paciente”. Ante esa carta, el Ministro Pol
responde: “tiene 15 días para salir del país lo antes posible”. (T. Gaibano-Roma 1886:
Pag 250-269)
No solo eso. Una vez en Buenos Aires, Arce pública dos artículos en el diario El Nacional
en fechas 12 y 18 de mayo de 1881, donde una vez más revela: “La zona que necesita
Bolivia no podría decirse que le quitamos al Perú, porque es cosa segura Chile se
apoderara de ella y no los restituirá”. “Teniendo Bolivia el territorio de Tacna y Arica y
construida la vía férrea, desde el mar hasta el interior del país, el progreso y sus riquezas
se difundirán”.
Arce, Baptista y Camacho
Pero las pruebas de la confabulación y la traición no solo las revelaban los propios
actores bolivianos. El historiador chileno Gonzalo Bulnes, en su documentado libro
“Guerra del Pacifico III”, publicada en Valparaíso en 1919, en las páginas 194 a la 197
(ver pies de página 2, 3 y 4), describe: Eliodoro Camacho buscó personalmente al
presidente Santa María para ofrecerle sus servicios como mediador para un acuerdo. (…)
El presidente chileno comisionó a su secretario privado, Eusebio Lillo, quien se reunió
con Eliodoro Camacho el 18 de diciembre en Santiago.
En esa conversación Camacho ofreció a Chile: “un acuerdo que permita a Chile quedarse
con lo que tienen y una tranquila posesión de lo ganado en guerra, a cambio de que lo
dejen volver a Bolivia. Además, garantizó que un encuentro entre Mariano Baptista y el
secretario Lillo para sellar las bases de un acuerdo de paz beneficioso para Chile. Así fue:
el prisionero de guerra Camacho, conspirador en Camarones, gozaba incluso de un
estipendio y logró que Baptista se reuniera con Lillo el 6 de enero de 1882 en Tacna.
En su reporte al presidente Santa María, Lillo, en fecha 14 de enero de 1882, le dice: “He
hablado con Baptista, enviado por Campero, llevaba consigo la cartas que lo acreditan
como autoridad para cerrar un acuerdo”. Según Lillo, Baptista le habló claramente de las
intenciones de hacer una alianza con Chile, a cambio de que cedamos en un futuro Tacna
y Arica a Bolivia.
En esas mismas conversaciones digitadas por Camacho y Campero, Lillo le dice al
presidente chileno: “Baptista deseaba personalmente que el Litoral boliviano se quede
en poder de Chile como parte de las compensaciones e indemnización por la guerra”
(Guerra del Pacifico: Gonzalo Bulnes, Pág.-158pie de Pág.)
Alberto Gutiérrez recibió de manos del propio Ismael Montes y de José Manuel Pando,
poderes absolutos para firmar los acuerdos y el tratado de paz con Chile en condiciones
verdaderamente humillantes para Bolivia. Asesoró y revisó ‘pacientemente’ los acuerdos
por el cual los liberales vendieron el Acre al Brasil, para lo cual buscó incluso
asesoramiento del gobierno chileno.
No podrían Baptista, Gutiérrez y Montes, lavarse las manos, ante estas evidencias.
Muerto Daza, y arrebatados todos sus documentos después de su asesinato, bien
planificado en Uyuni, ya en el juicio contra Daza, los Liberales exigían pruebas y
documentos de descargo al abogado Julio Méndez, que defendía su trabajo en la
administración de Daza: a sabiendas de que maletas con documentos y pruebas fue lo
primero que tomaron cuando dispararon a Daza por la espalda.
La historia de Bolivia fue escrita por los corbatudos para defender a las oligarquías.
Desde sus centros de poder, ya sea La Paz, Sucre, Cochabamba, y Oruro, buscaran
expiarlos de sus pecados, culpas y crímenes. Recordar hoy a General Daza, patriota sin
duda, que en febrero de 1879 salio de inmediato en defensa de la heredad nacional. Pero
aclarar, que por ley de la constitución de 1843 no podría ser juzgado por “prescripción
del crimen” y porque no hubo crimen. Las constituciones de 1884 y 1888 también lo
liberaban de juicios, sin embargo a sabiendas de que ni apenas pisaba suelo patrio su
vida corría peligro, acudió al llamado de su conciencia.

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