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El Imperio fue la tercera etapa del desarrollo de la Antigua Roma y en que la principal institución política del Estado fue
la Monarquía imperial, formada por el emperador, sus ministros, consejeros y gobernadores provinciales.
Historia: Nacida como una humilde ciudad-estado, Roma aprovechará al máximo sus ventajas geográficas, sus fortalezas
políticas, sociales, económicas y militares, expandiéndose territorialmente fuera del Lacio. Unificará Italia y todos los países
que rodean el Mar Mediterráneo, formando el último y mejor organizado imperio de la Antigüedad; en el proceso difundirá
por todas sus provincias la cultura latina mezclada con la griega y helenística, y echará las bases de la futura Civilización
Occidental.
La civilización romana surgió a partir de una ciudad de la Península Itálica, Roma, que fue fundada en el siglo VIII a.C. Los
poderosos ejércitos de Roma fueron conquistando los territorios de la Península Itálica. Después se extendieron por las
costas mediterráneas , hasta dominar todo el mar Mediterráneo, al que llamaron Mare Nostrum.
El Imperio estaba formado por los territorios conquistados por los romanos, que fueron divididos en provincias.
Los romanos difundieron su forma de organización política y su cultura. La lengua romana, el latín, se adoptó en todo el
Imperio y se estableció una moneda común que hizo florecer el comercio. También extendieron sus creencias religiosas. Este
proceso de difusión de la cultura romana se denomina romanización.
La Roma republicana fue un estado guerrero. La base de su poder fueron las legiones romanas. Las legiones de la época
republicana eran unidades semejantes a los actuales regimientos de infantería formadas por ciudadanos-soldados y
apoyadas por cuerpos auxiliares; muy flexibles, las legiones fueron la más eficiente fuerza militar de la Antigüedad,
superando, incluso, a las falanges macedonias. Las necesidades de asegurar sus fronteras, conquistar nuevas tierras para
instalar a sus ciudadanos y dedicarlas a la agricultura, defender a sus aliados, expandir su comercio, o la simple gloria
militar, incitaron a los romanos a la expansión geográfica. Esto convirtió a la ciudad en un estado territorial y luego en un
vasto imperio.
APORTE.
Los legados de la Roma Antigua fueron múltiples. Se pueden mencionar los siguientes:
a) El Derecho Romano: El derecho romano es el conjunto de leyes escritas creadas por Roma y que arranca a partir de la Ley
de las doce tablas(450 a.C), primer monumento de su legislación; esta legislación evolucionó y se perfeccionó durante el
transcurso de la República y el Imperio de acuerdo con las decisiones de los Comicios y del Senado, los edictos de los
pretores y de los emperadores y el trabajo de los jurisconsultos. Los principios fundamentales del Derecho Romano poseen
valor universal y se han incorporado a la legislación de todos los pueblos civilizados. Gracias al Derecho Romano se conservó
en Occidente la idea de "estado", es decir, una entidad jurídica e institucional sobre una base territorial y poblacional distinta
al patrimonio de los príncipes y reyes, y que no es divisible por herencia entre los herederos.
b) El idioma romano (el latín): el latín ha dado origen a las modernas lenguas neolatinas: castellano, francés, italiano,
portugués, rumano, etc. Además, el latín sirve para la nomenclatura científica, pues es el medio que sirve para la
denominación de los seres vivos.
c) El alfabeto romano. El alfabeto romano, de carácter fonético, está en uso en la mayor parte del mundo, especialmente en el
Occidental.
d) La idea del “imperio”, es decir, un conjunto de pueblos unidos bajo un mismo gobierno. El imperio ha sido la idea fuerza
que ha llevado a lo largo de la historia a varias naciones y personajes a imitar a Roma creando sus propios imperios: el
imperio de Carlomagno, el Sacro Imperio Romano Germánico de Otón I, el imperio napoleónico, el estado fascista de Benito
Mussolini, los imperios español, inglés, francés, alemán, ruso, los EE.UU, etc.
e) Arquitectura e ingeniería romana. Los romanos construyeron monumentos y edificaciones hechas para durar, funcionales
y de gran tamaño: acueductos, puentes, carreteras, palacios, anfiteatros, basílicas (catedrales), fortalezas, etc. Tales
construcciones han sido imitadas en numerosas naciones del mundo.
f) Roma como centro del cristianismo católico. Por espacio de 2000 años Roma ha sido el centro de la cristiandad católica,
pues en ella se encuentra el Papado, importante institución religiosa y política que ha desarrollado una gran labor cultural.
La Iglesia copió del Imperio estructuras administrativas (por ejemplo, las diócesis), tradiciones (por ejemplo, uso del latín,
vestuario sacerdotal), un concepto de gobierno jerárquico centrado en el Vaticano, y otras tradiciones de origen romano.
ECONOMÍA.
La economía del Imperio Romano era la propia de un imperio esclavista; los esclavos trabajaban, obviamente sin
remuneración alguna, lo cual producía una enorme riqueza. Las diferentes ciudades y provincias estaban conectadas por una
red de comunicaciones, vías y puertos, que fomentaban el comercio notablemente.
Aunque la vida se centraba en las ciudades, la mayoría de los habitantes vivían en el campo con un buen nivel, donde
cultivaban la tierra y cuidaban el ganado. Los cultivos más importantes eran el trigo, la cebada, la viña y los olivos, también
árboles frutales, hortalizas y legumbres. Los romanos mejoraron las técnicas agrícolas introduciendo el arado romano,
molinos más eficaces, como el grano, el prensado de aceite, técnicas de regadío y el uso de abono.
EDUCACIÓN.
En la educación, la religiosidad más que una mejora de vida romana, le enseñaba al chico romano disciplina que usaría para
fines prácticos e inmediatos, así como el manejo de la siembra y agricultura. Cuando el individuo romano aprendía a
deletrear y tener conocimiento sobre sus leyendas regionales, pasaba al aprendizaje de las matemáticas y la geometría. Las
primeras consistían en sencillas operaciones de cálculo, basándose en escritos y números que solamente eran imitaciones.
En cuanto a la geometría, permaneció de manera antigua, sin embargo sufrió cambios en el momento en que los griegos
comenzaron a enseñarla. Los padres romanos preferían fortalecer el cuerpo de sus hijos poniéndolos a trabajar en
propiedades en donde se aplicase la azada y el arado, de manera que en el futuro éstos aplicasen esa fuerza en el Ejército.
Por este modo de educación, no era necesaria la utilización de la medicina, porque los romanos consideraban que no eran los
agentes infecciosos los que provocaban las enfermedades, sino los dioses.
Las escuelas romanas, en sus aspectos generales, no son muy diferentes de las similares instituciones helenísticas, de las que
son continuidad y adaptación, a un punto tal que la enseñanza es bilingüe: se estudian el latín y el griego, al menos hasta el
Bajo Imperio, época en que el griego queda postergado, hasta perderse. No obstante, y en parte por la practicidad
característica del romano, y también por la progresiva decadencia del espíritu, de los valores y de la cultura en general, se
acentúa el recurso a los libros –aparecen los manuales y las introducciones– en detrimento del pensamiento y el juicio
propio: la cultura se vuelve libresca.
La organización escolar contempla tres niveles de enseñanza, a los que corresponden tres tipos de escuelas: la escuela
elemental, la media y la superior.
RELIGIÓN.
La religión de los romanos era politeísta (adoraban un gran número de dioses). Los más venerados eran Júpiter, Minerva y
Juno. En honor a ellos se construyeron templos y se ofrecieron sacrificios de animales. El emperador era adorado como un
dios y en todo el Imperio se practicaba el culto imperial.
También veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia; en cada casa había un altar dedicado a esos
dioses. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión consultaban la voluntad de los dioses,
expresada por medio de los oráculos.
La religión romana antigua se basó en la creencia en una deidad superior -Júpiter- y en otras menores (Marte, Juno, Quirino,
Minerva, etc.) agrupados en tríadas según la época (al principio: Júpiter-Marte-Quirino; después, Júpiter-Juno-Minerva).
Júpiter fue apropiado por los romanos en términos de dios nacional, en detrimento de los latinos, que lo veneraban en
común. La voluntad de Júpiter era la base del Derecho, y su voluntad, así como la de los otros dioses, debía ser descubierta
por adivinos, sacerdotes y augures. Su culto público estaba en manos de colegios sacerdotales especializados, presididos por
el pontífice máximo. Existía un culto privado a los espíritus de los antepasados (lares, manes, penates).
Durante el Imperio se desarrollaron cultos provenientes del Oriente que prometían la trascendencia y la vida eterna, tal
como el de Mitra y el cristianismo. Por su parte, Júpiter llegará a ser interpretado en el Bajo Imperio en términos casi
monoteístas por efecto de la filosofía neoplatónica y el paganismo tardío en su competencia final con el cristianismo.
El modelo romano incluía una forma muy diferente a la de los griegos de definir y concebir a los dioses. Por ejemplo, en la
mitología griega Deméter era caracterizada por una historia muy conocida sobre su dolor debido al rapto de su hija
Perséfone a manos de Hades; los antiguos romanos, por el contrario, concebían a su equivalente Ceres como una deidad con
un sacerdote oficial llamado Flamen, subalterno de los flamines de Júpiter, Marte y Quirino, pero superior a los de Flora y
Pomona. También se le consideraba agrupada en una tríada con otros dos dioses agrícolas, Liber y Libera, y se sabía la
relación de dioses menores con funciones especializadas que le asistían: Sarritor (escardado), Messor (cosecha), Convector
(transporte), Conditor (almacenaje), Insitor (siembra) y varias docenas más.
La caída del Imperio romano de Occidente (también conocida como la caída del Imperio romano o la caída de
Roma) fue el período de declive del Imperio romano de Occidente en que perdió la autoridad de ejercer su dominio, y
su vasto territorio fue dividido en numerosas entidades políticas sucesoras.
Este artículo comienza con una explicación de las fuerzas que le habían permitido al Imperio romano ejercer un control
efectivo sobre Occidente; historiadores modernos mencionan factores que incluyen la efectividad y el tamaño
del ejército, la salud y el tamaño de la población romana, la fuerza de la economía, la capacidad y competencia de los
emperadores, las luchas internas por el poder, los cambios religiosos del período y la eficiencia de la administración
civil. El aumento de la presión de los "bárbaros", externos a la cultura romana, contribuyó en gran medida al colapso.
A continuación, se da un relato cronológico de los acontecimientos más importantes de la pérdida de poder, incluidos
los intentos de revertir el declive. Fechas relevantes incluyen el año 117, cuando el Imperio alcanzó su mayor extensión
territorial, y el ascenso de Diocleciano en el 284. Las pérdidas territoriales irreversibles, no obstante, comenzaron en
el 386 con una invasión en gran escala de godos y otros pueblos. El 395, tras imponerse en dos guerras civiles
destructivas, Teodosio I falleció, dejando un ejército colapsado y al imperio, todavía plagado por godos, dividido entre
sus dos hijos incapaces. Para el año 476, cuando Odoacro depuso al emperador Rómulo, el emperador romano de
Occidente ejercía un insignificante poder militar, político y financiero, y carecía de control efectivo sobre los dispersos
territorios en Occidente que aún podrían ser descritos como "romanos". Los invasores "bárbaros" establecieron su
propia autoridad en la mayor parte del área del Imperio de Occidente. Aunque su legitimidad sobrevivió durante varios
siglos más, y su influencia cultural persiste hasta el día de hoy, el Imperio de Occidente nunca tuvo la fuerza para
levantarse de nuevo.
Enfoques históricos
Desde 1776, cuando Edward Gibbon publicó el primer volumen de su obra Historia de la decadencia y caída del
Imperio romano, la decadencia y caída ha sido el tema en torno al cual se ha estructurado gran parte de la historia del
Imperio romano. «Del siglo XVIII en adelante», escribió el historiador Glen Bowersock, «hemos estado obsesionados
con la caída: se la ha tomado como un arquetipo para cada declive percibido, y, por tanto, como un símbolo de
nuestros propios miedos».1
Periodo de tiempo
La pérdida de control político centralizado sobre el occidente y el poder reducido de Oriente son universalmente
reconocidos. Como una marca conveniente del final del imperio occidental, se ha utilizado el año 476 desde Gibbon,
pero otros hitos incluyen la crisis del siglo III, el cruce del Rin en 406 (o 405), el saqueo de Roma en el año 410, la
muerte de Julio Nepote en el 480 y la caída de Nueva Roma (Constantinopla) en 1453.2 Pero el nombre de
«decadencia» se ha empleado para cubrir un período de tiempo mucho más amplio que los cien años a partir de 376.
Gibbon comenzó su historia en el 98 y Theodor Mommsen consideró toda la época imperial como indigna de incluirla
en su obra Historia de Roma, por la que recibió el Premio Nobel de Literatura. Arnold J. Toynbee y James
Burke sostienen que toda la era imperial fue un decaimiento constante de las instituciones fundadas en tiempos de
la república.
Causas
Gibbon formuló una formulación clásica, ahora vetusta, de las razones por las que desapareció el imperio occidental.
Comenzó una controversia, aún en curso, sobre el papel del cristianismo, pero dio gran importancia a otras causas de
deterioro interno y a los ataques de fuera del Imperio.
La historia de su ruina es simple y obvia; y, en lugar de preguntar por qué el Imperio romano fue destruido, deberíamos
más bien sorprendernos de que haya subsistido tanto tiempo. Las legiones de reconocimiento, que, en guerras lejanas,
adquirieron los vicios de los extranjeros y mercenarios, primero oprimían la libertad de la república, y después violaron
la majestuosidad de la púrpura. Los emperadores, deseosos de asegurar su seguridad personal y la paz pública, se
limitaron a corromper la disciplina de las tropas que intimidaba tanto al soberano y como a los enemigos; la potencia
del gobierno militar se relajó, y finalmente se disolvió, por las instituciones parciales de Constantino; y el mundo romano
se vio abrumado por una avalancha de bárbaros.
Edward Gibbon. The Decline and Fall of the Roman Empire, "General Observations on the Fall of the Roman Empire in
the West", capítulo 38.
Alexander Demandt enumeró doscientas diez teorías diferentes sobre el porqué de la caída de Roma, y nuevas ideas
han surgido desde entonces.34 Los historiadores todavía tratan de analizar las razones de la pérdida de control político
sobre su vasto territorio (y, como tema secundario, las razones para la supervivencia del Imperio romano de Oriente).
Caída o transformación
Por lo menos desde la época de Henri Pirenne, los estudiosos han descrito la continuidad de la cultura y de la
legitimidad política romanas, mucho después de 476. Pirenne pospuso la desaparición de la civilización clásica hasta
el siglo octavo. Rechazó la noción de que los bárbaros germánicos hubiesen causado el fin del Imperio romano de
Occidente, y se negó a equiparar el final de este con el del cargo de emperador en Italia. Señaló la continuidad de la
economía en el Mediterráneo romano, incluso después de las invasiones bárbaras, y sugirió que solo las conquistas
musulmanas representaban una ruptura decisiva con la antigüedad. La teoría —más reciente— de un período histórico
llamado «Antigüedad tardía» destaca la transformación de la Edad Antigua en la cultura medieval mediante una
evolución cultural paulatina.5 En las últimas décadas, argumentos basados en descubrimientos arqueológicos y en
patrones de asentamientos extienden la pervivencia de la cultura material romana incluso hasta el siglo IX.678 Teniendo
en cuenta la realidad política de la pérdida de control de los territorios europeos occidentales por las autoridades
imperiales, pero también la continuidad cultural y los datos de las excavaciones arqueológicas que la corroboran, se ha
descrito el proceso como una transformación cultural compleja, en lugar de una caída. 9