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El poder de un Altar
Empecé a investigar en la Biblia a varios hombres, cuyo denominador común era algo que estuvo
temporalmente sobre sus vidas: la pobreza. Estuve analizando toda la gente pobre que aparece en la
Biblia, gente que su condición financiera estuvo afectada por un tiempo. Pero me interesa ver qué
paso en su vida para que esa situación cambiara o no. También hubo gente que había alcanzado
mucha riqueza y la perdió toda. O personas que por tomar lo que no era de ellos, murieron. En mi
familia pasamos un tiempo así, peor que pobres; había una deuda de más de un millón de quetzales,
con más de Q20,000 de intereses mensuales, perdimos la casa, todo. Nos quedamos en la calle por
muchas circunstancias. Fue una cosa, tras otra, tras otra.
Llega un momento en nuestra vida en que el ser humano debe ser sincero consigo mismo e identificar
sus errores, escribirlos y nunca más cometerlos. Fue una época muy difícil, conflictos familiares,
viendo como salíamos adelante, fue bien duro. Noches de llorar, de pedirle a Dios, me metí a ayunar,
había muchas cosas y me puse a clamarle, a pedirle; tenía que hacer algo. Siempre guardé la
esperanza que algo sobrenatural sucedería, porque no había otra forma. Estábamos en una decisión
en que o Dios hacía algo o nos hundíamos bien hundidos.
¿Con qué paga uno? ¿Con su vida? No se lo aceptan, lo que les interesa es dinero. Pasaba día tras día
tras día, y cuando pensábamos que había una luz, nada sucedía. Serio, difícil, complicado, pero había
que creerle a Dios, porque no podíamos dejar de creer que El iba hacer algo. Creer en Dios cuando
todo está bien, qué bonito, pero cuando de verdad, el barco ya se está hundiendo, es otra cosa. Pero
había que aprender de esa experiencia y aprendí algo: La pobreza se lleva en la mente y el corazón,
es una condición mental, emocional y espiritual que esclaviza al ser humano. Cuando Jesús entregó
su vida, llevó nuestras enfermedades, nuestro pecado se hizo pobre para que fuéramos enriquecidos,
vino a quitar maldición para que viniera bendición. Pero hay dentro del ser humano una condición
emocional que debe cambiar. Porque la pobreza marca todo eso. Vengo de una familia del lado de mi
madre donde mis tíos empezaron a generar riqueza lustrando zapatos, pero uno de ellos no se
conformó a ese estilo de vida y decidió ser profesional hasta ser asesor de una familia muy adinerada
de Guatemala. A él le confiaban sus inversiones. Pero hubo una transformación dentro de la vida de
este hombre, y ese es el ejemplo que decidí tomar también.
Después de vivir bien con mi familia, llegó una situación adversa, y o todos decidíamos creer o todos
decidíamos tirar la toalla. Hoy parte de ese aprendizaje es lo que le quiero compartir, Dios nos
bendijo, hizo un milagro. Decidí dentro de mí no olvidar de dónde me sacó. Cuando mi hija tenga un
poco más de edad, se lo voy a contar porque me interesa que ella sepa quién es el Dios en que yo
creí. Y si llegaran situaciones adversas, se va acordar de mis palabras. Dentro de la gente pobre que
aparece en la Biblia, está un hombre que vivía bien con sus padres y su hermano. Pasó el tiempo y
sucede que la bendición era sobre el primogénito, y el papá lo tenía en gran estima, era el consentido
y así vivían. El segundo, era más del lado de su mamá. Llegó un día donde el hermano pequeño vio
que todo le iba a quedar al hermano grande, y vino el pequeño y decidió hacer algo, hizo una comida
especial y todo iba bien. Apareció el otro hermano y le pidió a su hermano pequeño, y él le dijo: “Te
doy, pero hagamos algo: Me vas a dar algo a cambio que no te va a costar nada, quiero tu
primogenitura”. Y él se la dio.
Génesis 27
Vamos a encontrar cómo es que Dios trabaja, y qué es lo que espera El de nosotros.
Dice en el verso 7
Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo
muera.
La mamá le aconsejó que fuera y se quedara con la bendición de su hermano. Su padre no se dio
cuenta, pues ya estaba viejo y bendijo a este hombre. Verso 27-29: Y Jacob se acercó, y le besó; y
olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo:
Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío
del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto.
Cada vez que encuentra una bendición de los padres para los hijos, apúntela y declárela sobre sus
hijos. Le voy a contar algo: Cuando estaba soltero, tuve muchos problemas con mi papá; yo era el
rebelde, pero Dios cambió mi corazón y empezó una restauración entre mi él y yo. Pero antes de
casarme, me dediqué a buscar en la Biblia todas las bendiciones de los padres a los hijos, y las
escribí. Días antes de casarme, le hablé a mi papá y le dije: “Quiero que me bendiga antes de salir de
esta casa, aquí está lo que quiero que diga sobre mi vida”. Escribí como una hoja entera. Mi papá,
algo extrañado, pero lo hizo. Me hinqué y le dije que me bendijera con todo lo que decía ahí. Creo
mucho en el poder que tienen nuestras palabras, pero creo mucho más en el poder que tienen las
palabras de los padres sobre los hijos. Hay padres que no dicen nada a sus hijos o que cuando las
dicen, sólo son cosas malas. Pero yo dije: “Desde hoy, me va a bendecir mi papá todos los días; mis
padres son mi autoridad y yo necesito que me bendigan”.
Así iba esta historia y este hombre tuvo la primogenitura de su papá. Hasta ahora, todos pensaríamos
que Jacobo era un abusivo; es más, el papá no debería haber orado por ese hijo, y todos señalamos
a Jacobo como un ladrón, y peor aún, que la mamá lo alcahueteó para que hiciera eso. Después de
esto, pareciera que le empezó a ir mal por lo que estaba haciendo.
Génesis 27:34
Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y
le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu
bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces:
se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado
bendición para mí? Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he
dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti
ahora, hijo mío?
El hermano mayor se enteró de lo que estaba haciendo, y en ese momento, el corazón del hermano
se ensañó a tal punto que lea lo que dice en el verso 42: Y fueron dichas a Rebeca las palabras de
Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano
se consuela acerca de ti con la idea de matarte.
En ese momento, se iba a dar lo que pasó al comienzo de la humanidad: dos hermanos matándose
por la riqueza. Dos hombres siendo hermanos, capaz de matarse por algo que era muy importante
para los dos. ¿Cómo puede ser posible que dentro del ser humano exista eso que pueda ensañarse
tanto por una herencia? Si a su mano llega la riqueza de sus hermanos, asegúrese de colocarla donde
pertenece, porque eso arrastra maldición. Todos pensamos que Jacobo es un ladrón, engañó al papá
y ahora tiene la bendición que todos deseaban. Este Jacobo desde hace tiempo era un buscador de
bendición. Hay seres humanos que se aseguran de recibir la bendición de Dios, que es lo que los
sostiene en la vida.
Génesis 25:27
Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto,
que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.
Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a
comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob
respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir;
¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y
vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él
comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
Esto que estamos leyendo ocurrió hace mucho tiempo. El problema fue que al final de todo, Jacob se
tiene que ir de la casa porque el hermano lo quiere matar, pero se va solo, tiene que salir huyendo.
Ahora, ¿era justo que Jacobo se tuviera que ir? ¿Hizo algo malo para que tuviera que irse? A veces
llegan circunstancias en la vida que nos hacen tener que irnos. En mi familia, tuvimos que separarnos
de mi papá, porque lo amenazaron de muerte; él se tuvo que ir por mucho tiempo, pero fue una
circunstancia adversa que no entendíamos, pero nos enseñó a unirnos más aunque la distancia nos
separaba. Este hombre se tuvo que ir y se fue sin nada. Lo único que llevaba era la bendición de
Dios, pero llegó el día en que los llevó a un lugar. Está en Génesis 28 del 10 en adelante, dice que
este hombre se durmió y tuvo un sueño, vio cómo ángeles subían y bajaban en una escalera, y
reconoció que en ese lugar, estaba Dios. Usted debe de aprender a identificar los momentos en que
Dios está visitando su casa. Yo estoy seguro que Dios en la casa de muchos de ustedes los está
esperando a solas, en su cama, en su cuarto, ahí donde nadie conoce lo que usted ha dicho, ahí está
Dios. Tenemos que identificar cuando Dios está visitando nuestra casa, y no es necesariamente en
los mejores momentos de nuestra vida. Hay momentos en que dejamos de sentir a Dios, pero ahí es
donde Dios está. Pues este hombre tuvo un sueño y se dio cuenta que ese era un lugar santo. Génesis
28:19, Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E
hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere
pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y
esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo.
Esta piedra la dejo ahí como señal, era lo único que tenía; pero era un hombre capaz de creer que el
lugar donde estaba se iba convertir en un altar. Era el peor momento de su vida, pero dijo: “Yo te voy
a obedecer, a seguir, de aquí no va haber nada que me separe de ti”. Ese hombre hizo un pacto con
Dios. Usted tiene la capacidad de generar un pacto dentro de usted, el cual está decido a cumplir y
eso es lo que llama la atención de hacer pactos. ¿Puede usted cumplir esos pactos? Este hombre lo
único que tenía era una piedra. Y lo que hizo una noche anterior, fue acostarse en ella y ahí soñó con
los ángeles. Tomó la piedra y la volvió un altar. Desde ese momento, Dios comenzó a identificar la fe
de este hombre, el cual estaba viviendo una situación muy adversa, pero decidió levantar un altar. La
vida de la mayoría de los pobres de la Biblia cambió cuando en el altar de Dios, pusieron todo lo que
tenían para que su vida cambiara. Una viuda se quedó sin esposo, sin deudas, puso todo lo que tenía,
se despojó de su sustento y fue la que quedó registrada en la Biblia, porque el reino de Dios actuó de
la manera que no lo esperaba. Jacobo sin que nadie le dijera nada, dispuso en su corazón dar el
diezmo de todo lo que Dios le daría. Este diezmo es voluntario.
Viene y se encuentra un hombre muy rico, le sirve por varios años y me llamó la atención que
después de no tener nada, Dios lo bendice en gran manera.
La pobreza comienza yéndose cuando sale de nuestro corazón, porque la gente en la escasez hace
oraciones de pobre. El pobre pide como pobre, pero el rico, aunque esté pobre, sigue pidiendo como
rico. Cuando usted recibe a Jesús en su corazón, las circunstancias muchas veces no cambian. ¿Qué
más quisiéramos llegar al banco y que nos digan que ya no debemos nada, o que los problemas ya no
existen? Pero no es así. La ventaja es que usted no va solo, Dios no lo va a dejar avergonzado. A Dios
no le gusta que se burlen de nosotros por creer en un Dios que prospera. A mí me interesa que
usted sea de las personas que todo lo que hay en el cielo, lo tenga en la tierra. Este hombre hizo un
pacto y levantó un altar. Dios levantó todo lo que ese hombre plantó. Por eso, la Biblia dice que no
seamos tardíos con Dios cuando le prometamos algo. ¿Cuántos decidieron creerle a Dios por un
milagro financiero? Cumpla su pacto. La forma en que puedo llamar la atención de Dios es a través
de un altar, no hay pierde. El primer carro que tuve fue dando todos mis ahorros, los di toditos, me
despojé y así di a luz todo lo que le había pedido a Dios, pero entré en pacto con Dios. Mi esposa,
también entró en pacto con El.
Sé que el altar tiene el poder de atraer sobre mi vida la bendición, así fue como Dios sacó a mi
familia. Este hombre hizo un pacto, hizo esta parte, y aunque el suegro lo engañó haciéndolo trabajar
y no dándole a la hija que él deseaba, Dios no permitió que le hiciera daño. El pacto tiene el poder de
favorecernos aunque las personas alrededor no puedan hacernos daño, que las personas no nos
puedan quitar lo que es nuestro, al contrario.
Este hombre regresó a su casa, pero con riqueza, se reconcilió con su hermano, pero ¿dónde
aprendió eso? ¿Quién le enseñó que de la piedra que tenía hiciera un altar? Pero de ahí lo hizo,
produjo toda la riqueza que tenía, por el hecho de haber levantado ese pacto. Pactar con Dios tiene
poder. Cuando le entregó su vida a Jesús, usted hizo un pacto. ¿Quiénes llegaron al altar de Dios y
provocaron lo que estamos creyendo? Eso es pactar. Si esta Palabra no fuera cierta, ni siquiera
aparecería en la Biblia. Había una mujer que era muy pobre, pero Dios llegó a tiempo y la rescató de
esta condición. Día a día, usted invierte 10 ó 12 horas trabajando y, a veces, no ve el fruto. La
riqueza se tiene que quedar en su casa, en sus manos, para sus hijos. ¿Qué nos diría Jacob si lo
invitáramos a predicar? ¿Qué dijera? Tal vez lo primero que sacaría sería su piedra, en la que
empezó el altar para Dios. Llevó tiempo, llevó un proceso, hubo gente que se quiso aprovechar de él,
pero a pesar de eso, Dios lo bendijo. Regresé a la casa de mis padres y hubo restauración familiar. Si
hoy tuviera la necesidad, haría un pacto. Pero un pacto es el fruto de la fe que llevo dentro, Dios
pone su mirada en aquellos hombres de pactos. Piense, medítelo y usted sabrá qué hacer delante de
Dios. Hay mucho más hombres pobres en la Biblia, pero son personas que entraron en pacto con Dios.

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