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Antología de poesía 2019.

Prof: Sabrina Roldán La tarde cocinera se detiene


ante la mesa donde tú comiste;
XIX de Sor Juana Inés de la Cruz y muerta de hambre tu memoria viene
Feliciano me adora y le aborrezco; sin probar ni agua, de lo puro triste.
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro Mas, como siempre, tu humildad se aviene
y al que me llora tierno, no apetezco: a que le brinden la bondad más triste.
Y no quieres gustar, que ves quien viene
a quien más me desdora, el alma ofrezco; filialmente a la mesa en que comiste.
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro La tarde cocinera te suplica
y al que le hace desprecios enriquezco; y te llora en su delantal que aún sórdido
nos empieza a querer de oírnos tanto.
si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido Yo hago esfuerzos también; porque no hay
y a padecer de todos modos vengo; valor para servirse de estas aves.
Ah! qué nos vamos a servir ya nada.
pues ambos atormentan mi sentido:
aquéste con pedir lo que no tengo La rosa de Jorge Luis Borges 1923
y aquél con no tener lo que le pido. La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
XXXV de José Martí 1891 la que es peso y fragancia,
Qué importa que tu puñal la del negro jardín en la alta noche,
Se me clave en el riñón? la de cualquier jardín y cualquier tarde,
¡Tengo mis versos, que son la rosa que resurge de la tenue
Más fuertes que tu puñal! ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
¿Qué importa que este dolor la que siempre está sola,
Seque el mar, y nuble el cielo? la que siempre es la rosa de las rosas,
El verso, dulce consuelo, la joven flor platónica,
Nace alado del dolor. la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
Dice Mía de Rubén Darío 1896
Mi pobre alma pálida Regreso a la cordura de Alfonsina Storni 1938
era una crisálida. Tú me habías roto el sol: de los dentados
Luego, mariposa engranajes de las constelaciones
de color de rosa. colgaba en trozos a tocar el árbol,
casa de luz jugando a arder la tierra.
Un céfiro inquieto
dijo mi secreto… Alzaste el mar estriado de corales
_¿Has sabido tu secreto un día? y en una canastilla de heliotropos
aquí en mi falda lo dejaste al dulce
¡Oh Mía! balanceo acunante de mi pecho
Tu secreto es una
melodía de un rayo de luna… Al regresar, ya de tu amor cortada,
_¿Una melodía? me senté al borde de la Sombra y sola
lo estoy juntando al sol con gran cordura.
XLVI de César Vallejo 1922
Ya se fija en su sitio; ya se caen
las olas de mi falda y avisado --- de Tamara Kamenszain 2014
reajusta el mar sañudo su rebaño. Yo no soy analista ni pretendo graduarme de paciente
y sin embargo
Vórtice de Oliverio Girondo 1942 sé que quiero dejar de analizarme y no sé cómo
Del mar, a la montaña, y sé también que en algún momento
por el aire, debería cerrar este libro y tampoco sé cómo
en la tierra, salvo que el final
de una boca a otra boca, caiga como una fruta madura
dando vueltas, y pegue en la cabeza de alguien que por fin
girando, pase por aquí.
entre muebles y sombras,
displicente, --- de Diego Vdovichenko 2019
gritando, el verde imagina mar
he perdido la vida, dice que el sonido todo piola
no sé dónde,
ni cuándo. cuando puede
hace la de ir
El agua de Silvina Ocampo 1960/90 a ranchear bien adentro
El agua de la lluvia
y el agua del arroyo eh verde, volvé
no son tan persistentes le gritamos
como ella cuando llora. volvé que ya está el asado

Sombra de los días a venir de Alejandra Pizarnik 1965


Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores.
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración
de un animal que sueña.

Bicicleta de Roberta Iannamico 1997


El pueblo es mío en bicicleta.
Las orejas se tiran para atrás.
Puedo inventar el viento si pedaleo.
Cuando llueve ando más fuerte
y la lluvia me escribe telegramas húmedos.
Me dibuja en el cuerpo un mapa.
Se parece al de mi pueblo
pero es infinitamente mayor.

IV de Omar Chauvie 1998


orsai
orsai de mi ingenuidad
que siempre me deja
en posición
fuera de juego

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