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Bogotá D.C.

Universidad
William Andrés Beltrán Quiñones
17 de Abril de 2018

“Caminos a la guerra”

“¿Sabes por qué le gusta la violencia a la gente?,


es porque se sienten bien” Alan Turing (Tyldum, 2014)

Dar testimonios de fe a hechos que condensan el egocentrismo de la humanidad y una


religión que avala al hombre como el centro de todo, no cierra o abre procesos de cambio
desde el dialogo, sino que concentra la violencia como la herramienta clave para minimizar
al otro y envalentonar las acciones propias, desatando un circulo de conflicto y guerra que
hoy se sigue atravesando.

Si bien la Segunda Guerra Mundial, es ejemplo de las disputas por poder, territorios y
control para la actualidad, es también parte decisiva de la historia para comprender como la
guerra transforma la historia, cómo el conflicto mismo potencia los desarrollos/declives
científicos, sociales, económicos, etc. De la nación(es) que la padecen, generando la duda
constante de: ¿es necesaria la guerra?, ¿para qué sirve la guerra?, ¿cómo se hace la guerra?

Por más que sean interrogantes que atañen a la población solo cuando la encarna o la ve por
T.V., resulta importante para el presente escrito entablar un relación directa con los
desarrollos tecnológicos (la computación en especial) y los años de guerra, cuestionándose
si ¿la guerra y la ciencia son procesos que se articulan para el desarrollo y transformación
de la humanidad?

Aunque la historia misma nos ha dado las pautas para analizar diversos procesos que traen
los desarrollos sociales desde la educación, la ciencia e investigación, también se ha
encargado de consolidar los múltiples conflictos que la componen, conflictos de seres
humanos que con el pasar de los años son la historia que hoy recordamos, y configuran un
trasegar marcado con la inclemencia de la guerra y la violencia. Tal como lo decía Marx1,
“Sabido es que en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, la
esclavización, el robo y el asesinato; la violencia” (pág. 2191).

Estos conflictos sociales han hecho transversal la violencia a la historia, pero resulta
imperante comprender como son estos mismos hechos los que se acercan a los desarrollos
científicos, tecnológicos, económicos, etc. Y les da un giro que sitúa la guerra como el foco
central, pero que en últimas terminan generando un eco cíclico a la historia, en donde los

1
El Capital. Karl Marx. 1867
procesos sufridos en una época no reposan para determinados años, sino que emplean sus
especificidades para comprender la actualidad en la que vivimos.

Código Enigma, por tanto, resulta un ejemplo de esos tantos que el cine construyó para dar
luces visuales y cargadas de contenido, a las transformaciones y épocas que constituyen la
historia de naciones potencia, así como la importancia que en un primer momento,
marcaron diferentes hallazgos –para esta ocasión- tecnológicos y que hoy permiten el
manejo y conocimiento de nuevas herramientas para prevenir la guerra, pero también para
convertirla en más riesgosa.

Esta cinta no solo da cuenta del funcionamiento de Inglaterra para contrarrestar la avanzada
alemana, sino que muestra la travesía de un científico homosexual y ateo, Alan Turing, que
con tan solo 3 meses logra descifrar un ENIGMA (de los primeros computadores
ensamblados para coordinar los ataques alemanes).

Este suceso da en suma un ejemplo para afirmar que la ciencia y la guerra crean un
ambiente social entre sí, en el que por supervivencia, avances y transformaciones, se
alcanzan logros jamás imaginados, en los que sin saber cuál será su posterior uso, se
consolidan como inventos magnos que proporcionan las herramientas del hoy. Como en su
momento Einstein, con su participación en la creación de la bomba atómica que luego
acabarías con millones de vida o Jean-Daniel Colladon con el ultrasonido (ecografías) para
ubicar a los submarinos atacantes, entre otros.

Sin duda alguna las condiciones de supervivencia a lo largo de la humanidad, han acarreado
acciones, inventos y cambios, que a la postre dan instrumentos para mejorar la calidad de
vida y abren camino para nuevas investigaciones y creaciones. Esto ha implicado dentro de
la humanidad un constante recambio en el que se le teme a la guerra, pero se vanagloria
todo aquello que surge por su consecuencias, pues hoy por hoy el simple hecho considerar
una vida sin computador, no está en los planes de ningún, más sin embargo se opta por
olvidar las características de quien fue el creador y más aún, su impacto dentro de la
ciencia.

Por lo anterior, resulta acertado articular la guerra y la ciencia como procesos que se
entrecruzan periódicamente para dar transformaciones al curso de la humanidad, sin caer en
el error de creer esta relación como la única para lograrlo, pero si enmarcando la más
contradictoria de todas, dado que la supervivencia o triunfo en una guerra altera el curso
mismo de la vida, la calidad de vida y resulta eliminando aquellas “minorías” civiles que
habitan el territorio de la indefensa y violencia.

Asimismo, y dado este acierto a la relación guerra-ciencia, se afirma en el presente escrito


que estos denigrantes y violentos procesos, llevan consigo una necesidad encausada en la
defensa/triunfo de un grupo sobre otro, en donde no solo se consigue dicho objetivo, sino
que se le da aplicabilidad con las mejoras tecnológicas y científicas, a situaciones de la vida
cotidiana y real, generando avances –como se mencionaba anteriormente- cíclicos al curso
de la historia, reconociendo la importancia misma de la investigación y la formación a lo
largo de la misma, teniendo como resultado una transformación de la vida misma, de la
humanidad misma.

Es clave por tanto, entender estos procesos como caminos que por un lado dan a la guerra,
pero que por otro, proporcionan un fuerte cambio de mentalidad completamente dirigido al
avance de todas las esferas que controla el ser humano, potenciando ese egocentrismo del
que hoy no escapa nadie, y mucho menos la ciencia, pero que alberga en su núcleo la
insaciabilidad del ser humano, ese mismo que se convence de transformar su entorno más
chico y puede generar un eco en esferas más grandes, como desde la casa a una nación.

“Podemos saber poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho
por hacer” (Turing, 1912-1952)

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