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Esta cartilla busca establecer un panorama referente al estado social de derecho.

Sus
antecedentes, características, instituciones, así como los mecanismos que posee para lograr
el ejercicio de los derechos humanos. Y posteriormente, mencionar la organización política
del estado colombiano, el cual, se proclama un estado social de derecho.

Así pues, en primer lugar, define el estado como “una forma de organización política
y jurídica de la sociedad” (p.21) en cuya integración se encuentra el territorio, la población,
la soberanía y el reconocimiento internacional. Posteriormente, describe de manera muy
breve su desarrollo histórico, algunos de los acontecimientos que van a dar origen al estado
social de derecho comenzando por el estado absolutista, el cual, “Se caracterizaba por la
concentración absoluta del ejercicio del poder en cabeza del monarca” (p.21) y que además
“contribuyó a superar el feudalismo dando unidad a los nacientes Estados” (p.21).

El segundo tipo de estado, del cual se alimenta el estado social de derecho, es el estado
de derecho. Dicho estado surge a raíz de la revolución inglesa, norteamericana y francesa.
Este estado, fundamentada en el pensamiento liberal, “buscaba garantizar los que entonces
se denominaban derechos naturales de los individuos: la vida, la libertad, la igualdad formal
y la propiedad.” (p.22) además de impedir los sistemas absolutistas. Para ello, establece tres
principios: principio de legalidad, la división de poderes y la realización efectiva y garantía
jurídico-formal de los derechos y libertades fundamentales.

Y así logra llegar la caracterización del estado social de derecho. Este se alimenta de
los preceptos del estado de derecho, pero a diferencia de este, garantiza la igualdad en el
sentido material, “no sólo enuncia los derechos y libertades de la persona, sino que organiza
el poder y crea instituciones que velan por la efectiva realización de aquellos.” (p.40).

En un segundo momento, realiza una caracterización de la organización política de


Colombia, país que se reconoce en el artículo 1 de su constitución como un estado social de
derecho, y que responde a cuatro fundamentos: “el principio del respeto por la dignidad
humana, el principio del trabajo, el principio de la solidaridad y el principio de la prevalencia
del interés general”.
Respecto a su organización política, en el artículo 113 de la constitución, podemos
encontrar una división en tres ramas del poder, que colaboran entre ellas: la rama legislativa,
rama juridicial y la rama ejecutiva del poder público.

La rama legislativa: se encarga de crear leyes que permitan garantizar los derechos
de todos, una ley que se aleje de ello es declarada inconstitucional. En esta rama podemos
encontrar al congreso que entre sus funciones tiene “Interpretar, reformar y derogar las leyes
(…) Aprobar el plan nacional de desarrollo y de inversiones públicas (…) Expedir la ley
orgánica del presupuesto (…) Regular el ejercicio del poder por parte de las otras ramas del
poder público (…) Regular el ejercicio de los derechos fundamentales, las libertades públicas
y las garantías constitucionales.” (p. 43-44) entre otras más.

La rama ejecutiva: se encarga de ejecutar las leyes. En esta se encuentran los


gobernadores, alcaldes, el presidente de la republica… entre otros. Este ultimo es la suprema
autoridad del estado, y cumple funciones como relaciones internacionales, nombramiento de
servidores públicos, negociación de tarados… y en relación a los derechos humanos, puede
decretar estado de excepción (suspender derechos humanos) con el fin de “dotar al Jefe de
Estado de mayores poderes para restablecer el orden público cuando los medios ordinarios
disponibles no resultan suficientes” (p. 46)

La rama judicial: se encarga de suministrar la justicia. Conformada por la corte


constitucional, el concejo superior de la judicatura, la corte suprema de justicia y la fiscalía
general de la nación.

Pero además existen órganos autónomos, relativamente independientes de las ramas


del poder público, como lo son las autoridades electorales, la contraloría y el ministerio
público, este último “está encargado de la defensa de los derechos humanos” (p. 49).

Por último, se menciona la división territorial del país en departamentos, municipios


y entidades territoriales indígenas.

Cabe resaltar que esta división de poderes no es por capricho, responde al interés por
crear un sistema de pesos y contrapesos, donde se evite un control absoluto del poder por
manos de una sola instancia, y así, se evite la violación de los derechos humanos de quienes
habitan el territorio.

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