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Arte prehispánico

El arte de las sociedades andinas prehispánicas, de lo que hoy conocemos como el Perú, es de un carácter distinto al del resto del
mundo occidental. Ambos siguieron derroteros distintos tanto en el medio en que se desarrollaron, como en las causas y móviles
que lo impulsaron, y por ende, en el tipo de muestras que presentaron.
Cerámica
Huaco retrato Mochica, fino ejemplo de la cerámica prehispánica peruana. Museo Larco, Lima-PerúLa cerámica es el material más
frecuente en el registro arqueológico andino y fue el medio preferido de los artesanos prehispánicos por su versatilidad, ya que
mediante su confección se satisfacían tanto necesidades domésticas como rituales.[1] Los estilos más reconocidos de cerámica
prehispánica se asocian a culturas andinas y entre ellas encontramos: Paracas, Nasca, Moche, Wari, Tiahuanaco, Chimú e Inca.
Litoescultura
La litoescultura (o escultura en piedra), tuvo presencia en las manifestaciones culturales y artísticas en las Chavín de Huántar,
ubicado en el Callejón de Conchucos (Huari, Ancash). Este templo fue el primer centro de devoción a nivel panandino, sostenido
por un Estado eminentemente teocrático. Por tal motivo, la presencia de la imaginería religiosa fue vital en su organización. El
templo tiene dos fases: Templo Nuevo y Templo Viejo.
Textiles
Los textiles precolombinos fueron elaborados con técnicas muy creativas y sofisticadas, tanto por la finura de sus hilos, sus colores,
la trama y urdimbre de sus tejidos, y los motivos en ellos representados. En su mayoría, estos textiles recrean el mundo natural
prehispánico y sobre todo su universomental, y nos aproximan a sus riquezas naturales e ideológico-culturales, así como al uso que
le dieron las sociedades que lo crearon.
Arte virreinal
En el Perú se conoce como Arte Colonial al período comprendido entre los siglos XVI y XVIII, es decir luego de producirse la
ocupación española hasta la etapa de la independencia. los periodos históricos no tienen una fecha definida de inicio ni de fin pues
este va evolucionando con el paso del tiempo.
Durante la segunda mitad del siglo XVI e inicios del XVII, numerosos cronistas escribieron sobre la riqueza mineral y
la producción alimenticia del Perú. Lima se convirtió en la capital de los virreynatos españoles, convirtiéndose en una ciudad
cosmopolita de gran importancia. Lima y su Plaza Mayor, se convierte en el centro de las grandes ceremonias cortesanas y
eclesiásticas (venida de virrey, nacimientos de príncipes en España, fiestas
luctuosas, pomposas procesiones) en ellas participan los intelectuales y artistas más renombrados de la época. Durante este periodo
sobresale la labor administrativa del Virrey Toledo.
Pintura
La pintura virreinal o pintura colonial, tuvo tres grandes influencias: la italiana, muy intensa durante el siglo XVI y principios del
XVII, que después se diluyó para recuperar su hegemonía a fines del siglo XVIII con la introducción del neoclasicismo; la influencia
flamenca, que se dio desde el principio y su importancia fue creciendo hasta ser muy fuerte en el siglo XVII, pero, sobre todo fue
constante por medio de los grabados; y la española que se manifestó con mayor fuerza durante el período Barroco de los siglos XVII
y XVIII, especialmente a través de la Escuela Sevillana. Más adelante y luego de que indígenas y mestizos al quehacer artístico se
inició el Barroco Americano, con la introducción y recuperación de nuevos factores en el panorama artístico. La incorporación de lo
indígena no derivó sólo en un estilo, sino que supuso un concepto distinto del universo y de su expresión, con validez genuina,
manifestándose en un arte distinto y propio. Los artistas indígenas interpretaron los temas religiosos y estilos de los trabajos del
arte occidental dados por los curas católicos.
Arte Republicano
Los Inicios de la República
La declaración de la Independencia en 1821 y la victoria de los ejércitos libertadores en Junín y Ayacucho, sellaron el fin de un
régimen político de más de tres siglos. Pero el sistema colonial, que había definido las formas culturales de toda una sociedad, de
sus costumbres y de sus instituciones, no se deshizo abruptamente con la Independencia. Los cambios tampoco se dieron por
igual en todos los campos, ni se efectuaron al mismo ritmo.
La inestabilidad institucional del temprano Estado republicano impidió que se iniciaran proyectos de largo aliento. Las grandes
comisiones cesaron abruptamente. Así, los géneros que dependían del poder político y eclesiástico, como la arquitectura, la
escultura monumental y la pintura, prácticamente no se renuevan hasta mediados de siglo. Es tan solo en la segunda mitad del
siglo XIX que, con los recursos generados por el guano, se emprenden nuevos proyectos. Además, la pintura en los centros, y
particularmente en Lima, se renueva bajo la influencia del arte contemporáneo de Francia y de Italia, en busca de una modernidad
que pudiera señalar su independencia cultural frente al reciente pasado español. En cambio la pintura creada en la periferia, así
como aquella producida para el consumo popular, mantiene elementos de continuidad con sus precedentes coloniales. Así, en los
campos donde el Estado y la Iglesia no tenían una participación directa, las formas coloniales se prolongaron por largo tiempo.
La secularización fue una de las consecuencias más evidentes de la ruptura colonial. Pero existe también un abrupto cambio de
giro en la geografía del país. La preeminencia de Lima marca, a partir de la Independencia, el sino un centralismo que llega a
producir una diferencia notable de desarrollo económico y cultural con respecto al resto del territorio peruano. Una gran parte de
este comercio florece con la apertura de los puertos, que fortalece a ciudades como Arequipa, Lima y Tacna. En este proceso,
antiguos centros del sur andino como Cuzco y Huamanga pierden su lugar de predominio regional, al quedar marginados de las
antiguas rutas comerciales con las regiones mineras del Alto Perú. La penetración de la región amazónica, iniciadas con el periodo
anterior desde las ciudades andinas, sufre entonces también un repliegue significativo. Por ello, la rápida transformación de los
gustos artísticos que trajo consigo la apertura y la importancia masiva de productos europeos, afecto principalmente a las ciudades
costeras.
Esta escisión republicana conduce a desarrollos desiguales, que aseguran las subsistencia e incluso la profundización de grandes
diferencias culturales. Se agranda así el abismo entre las artes “cultas”, ligadas a los escenarios internacionales, y las artes
“populares”, asociadas a las tradiciones locales de origen colonial. Incluso se puede afirmar que la noción misma del “arte popular”
se crea como concepto diferenciado precisamente en este periodo.
Fuera de la capital, el florecimiento de las artes decorativas a lo largo del siglo XIX señala el paso de una producción dirigida por
las autoridades. Los historiadores han identificado incluso un proceso de “indianización” republicana, guiado por la recuperación
demográfica de las comunidades indígenas, que adquieren mayor autonomía y estabilidad en este periodo. Las tradiciones
derivadas de la época colonial, como la pintura devocional, la talle de piedra de Huamanga los mates burilados, la platería, tejidos,
queros y otros objetos de uso cotidiano, van construyendo un estilo diferenciado, caracterizado por una vitalidad expresiva. A
diferencia de otros géneros, aquí no se dan grandes saltos y ruptura, sino que los nuevos estilos se introducen de manera
progresiva, a un ritmo propio, transformándose sutil y gradualmente. Así por ejemplo, elementos neoclásicos se incorporan a la
pintura mural, y a las artes decorativas sin trastocar la coherencia de las formas tradicionales.
Los procesos sociales y económicos que se iniciaron con la emancipación política de España contribuyen, sin embargo, a
consolidar nuevos ordenamientos sociales, que transforman gradualmente las formas de creación artística. Sobre todo se impone
un nuevo mapa cultural, que fortalece la diversidad y establece las grandes diferencias regionales que aún hoy define el panorama
del arte en el Perú.

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