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La fe es luz. Dios llega al corazón del hombre para llevar luz: “Yo soy la luz, y he
venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las
tinieblas (Jn 12,46).
La Revelación busca al hombre en su propio terreno, lo sigue en su profundidad
interior, que muchas veces él sella por temor a ser vulnerable. Dios ha querido
asumir la vida humana para hacer sentir aún más su cercanía al hombre.
La Palabra se hizo carne, se ensució, tocó con la mano todas las situaciones que
el hombre vive, recordándole que la naturaleza humana no puede prescindir de
amar y confiar.
Amar, de hecho, significa confiar, porque la vida es un continuo acto de fe.
Un bebé cuando nace no puede hacer nada sino confiar, anhelar a su mamá y a
su papá.
Aquel que cree, al aceptar el don de la fe se reviste de una luz nueva,
es transformado en una nueva criatura, se vuelve hijo en el Hijo.
La fe, sin embargo, no es un trofeo o un punto de llegada; es, en cambio, un
punto de partida. Desde el momento en que se acoge el don de la fe el cristiano
comienza un camino completamente nuevo, lleno de sorpresas, donde no faltan
tampoco las dificultades.
La verdadera relación que el hombre estrecha con Dios necesita de un
dinamismo, de un continuo conocimiento, de un continuo descubrimiento, de un
continuo confiar y abandonarse, de un continuo “éxodo”; una aventura
compartida que ve a Dios actuar con el hombre y en el hombre.
Para nutrir y reforzar esta fe es necesario mantener el corazón
“vulnerable” al amor de Dios, no dejar de nutrirse de la Palabra de
Dios, de los sacramentos, de la oración individual y comunitaria, para
un crecimiento que lleva a la santidad de la vida, a un amor que no es sólo
vertical, sino horizontal, es decir, capaz de abrazar a toda la humanidad.
La fe es una gracia. Cuando san Pedro confiesa que Jesús es “el Cristo, el Hijo
del Dios viviente”, Jesús le dice: “Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo
ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos” (Mt
16,17).
La fe es un acto humano: “No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia
del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él
reveladas” (Catecismo de la Iglesia católica n.154). En la fe, la inteligencia y
la voluntad humanas cooperan con la gracia divina.
La fe es confiable, es el más confiable de los conocimientos humanos, porque
se basa en la Palabra de Dios, la cual no miente.
“Nunca habrá una verdadera divergencia entre fe y razón: pues el mismo Dios
que revela los misterios y comunica la fe, también ha depuesto en el espíritu
humano la luz de la razón, este Dios no podría negarse a sí mismo, ni lo verdadero
contradecir a lo verdadero” (Concilio Vaticano I).
“Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está
realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas
morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas
y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios” (Gaudium et spes n.36).
La fe es libre. Para ser humana, la respuesta de la fe del hombre a Dios debe
ser voluntaria: “Nadie debe ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque
el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza” (Dignitatis humanae n.10).
La fe es el inicio de la vida eterna. Nos da a probar anticipadamente la
alegría y la luz de la visión beatífica, final de nuestro peregrinar. Entonces
veremos a Dios “cara a cara” (1 Co 13,12), “tal como es” (1 Jn 3,2).
Lección 1: La fe
Virtud teologal infundida por Dios en el entendimiento, por la cual asentimos
firmemente a las verdades divinas reveladas por la autoridad o testimonio del
mismo Dios que revela.
Lección 1: La fe
Esquema de esta lección
A. La fe
B. Pecados contra la fe.
La Fe
“Mejor tarde que nunca”, dice el refrán, pero es mejor temprano que tarde
para conocer a Dios. Es por eso que la niñez es la etapa ideal, donde el
aprendizaje es fácil, sencillo, y la inocencia acepta con docilidad lo que es
simple, como que Dios es el Creador del Universo, que premia a los buenos y
que castiga a los malos. Millones de religiosos y de laicos piadosos lo
entendieron así durante veinte siglos, y muchos de ellos aceptaron hasta el
martirio físico y espiritual para difundirla, lo que pertenece al capital de gloria
de la Iglesia. Creer significa admitir algo como verdadero Creemos cuando
damos fe a la autoridad del otro. En cambio, cuando decimos “creo que va
a llover” o “creo que ha sido el día más agradable del verano” o “creo que
merece la pena conocer el norte” expresamos simplemente una
opinión. Suponemos que lloverá; tenemos la impresión de que hoy ha sido
el día más agradable del verano, pensamos que vale la pena conocer el norte.
Este punto es importante: una opinión no es una creencia. La fe implica
certeza.
Pero no toda certeza es fe. Cuando veo y comprendo claramente algo no es
un acto de fe. No creo que dos más dos son cuatro porque es evidente, puedo
comprenderlo y comprobarlo. Esto es comprensión y no creencia.
Cuando nuestra mente acepta una verdad porque Dios nos la ha manifestado
nuestra fe se llama divina. Las autoridades humanas pueden equivocarse,
como ocurrió en la enseñanza universal de que la Tierra era plana. Otras veces
las autoridades humanas engañan y mienten como los dictadores comunistas
a los pueblos por ellos sometidos o toda estructura de poder corrupta que
manipula para sus bajos intereses a sus ciudadanos. Pero Dios es la Verdad y
no debemos dudar en las verdades que Dios nos ha revelado. Por ello, la
auténtica fe es siempre firme.
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una alta montaña, partió
solo hacia la cima. Llegó la noche y oscureció. La oscuridad le negó toda
visibilidad y de pronto, llegando a la cima se resbaló y cayó en el precipicio.
Durante los angustiosos segundos de la caída repasó toda su vida como una
película... Ya pensando en la muerte que le esperaba sintió un tirón de la soga
quedando colgado de la cintura a las estacas clavadas en la roca. De pronto
exclamó:
-“ ¡Ayúdame dios mío!”-... Y entonces se escuchó una voz grave y profunda de
los cielos que le decía:
-“ ¿Qué quieres que haga... ?”-
-“Sálvame, Dios mío”-... contestó.
-“ ¿Realmente crees que Yo soy capaz de salvarte...?”-
-“¡Por supuesto Dios mío! “.
--“ Entonces... corta la cuerda que te sostiene...”- Hubo un momento de
silencio... Lo pensó... y el hombre se aferró más fuerte a la cuerda aún. A la
mañana siguiente, el equipo de rescate encontró a un alpinista colgando muerto
congelado, agarradas sus manos fuertemente a la soga a tan sólo 2 metros del
suelo...
Haciendo referencia a éste tan gráfico ejemplo debemos comenzar por aceptar
que Dios se manifestó en la persona de Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero
Hombre. Si yo creo que Cristo es Dios, entonces debo creer que sus enseñanzas
son divinas. De ahí que, plantearse dudas sobre una verdad de fe revelada por
Cristo sea cuestionar al mismo Dios y a su capacidad de ayudarnos. El
cuestionar: “¿Habrá tres personas en Dios?” o “¿estará Jesús realmente
presente en la Eucaristía?” es plantear la credibilidad de Dios y es negar su
autoridad al habérnoslo enseñado como verdadero. Por la misma razón, la fe
debe de ser completa. De la misma manera que al hacernos socios de un club
debemos acatar las reglas ya impuestas por los fundadores, no podemos elegir
las verdades que nos gustan de entre las que Dios ha revelado. Decir: ”Yo creo
en el cielo, pero no en el infierno” o “creo en el Bautismo, pero no en la
confesión”, es igual que decir Dios puede equivocarse y yo no…por eso lo
corrijo.
La virtud de la fe salva al niño bautizado, pero, a partir del uso de razón, debe
haber también un acto de fe. Con la fe sobrenatural Dios nos comunica su vida
íntima y los grandes misterios haciéndonos ver las cosas, por decirlo así
desde su punto divino, tal como Él las ve. Eleva nuestro entendimiento
para hacernos comprender verdades sobrenaturales y divinas que jamás
hubiéramos podido llegar a percibir naturalmente. Es la que establece el primer
contacto entre nosotros y Dios.
Hoy se nos embrutece. Se nos lleva y hasta se nos obliga a rezar y a escuchar
misas en ambientes feos, en gimnasios o clubes de deportes (con sus aros de
basquet en las paredes), carentes de toda belleza, que no se distinguen de los
lugares públicos y a veces son aún peores. Lugares hechos a la medida del
hombre y para su confort, no inspirándose en Dios y menos pensando en
Él. La naturaleza del hombre necesita de signos exteriores para elevarse, y uno
sale agobiado de una misa que trata de descendernos al nivel de los hombres
en lugar de elevarnos a Dios. En épocas más cristianas, el camino de la fe
estaba perfectamente trazado, se lo seguía o no se lo seguía. Se tenía fe, se la
había perdido, o no se la había tenido nunca. Pero aquel que tenía fe, y el que,
por el bautismo había entrado a pertenecer a la Iglesia católica renovado sus
promesas de bautismo mediante el sacramento de la confirmación, sabía lo que
debía creer y lo que no. Hoy, la mayoría de los católicos bautizados no lo saben.
S.S. Juan Pablo II, en una alocución del 6 de Febrero de 1981 se expresó sobre
el tema: “desde todas partes se han difundido ideas que contradicen la verdad
que fue revelada y que se enseñó siempre. En los dominios del dogma y de la
moral se han divulgado verdaderas herejías que suscitan dudas, confusión,
rebelión. Hasta la misma liturgia fue violada. Sumergidos en
un “relativismo” intelectual y moral, los cristianos se ven tentados por una
ilustración vagamente moralista, por un cristianismo sociológico sin dogma
definido ni moral objetiva”.
La caída de la práctica religiosa en estos últimos 50 años es gran parte
responsabilidad del espíritu satánico que se introdujo en la Iglesia y que levantó
sospechas sobre toda la vida eclesiástica de tiempos pasados, de su enseñanza
y su moral como estilo de vida. Durante siglos, todo se levantaba sobre los
mismos catecismos que transmitían la fe inmutable de la Iglesia fundada por
Jesucristo y reconocida por todos los episcopados. La fe se construía sobre
certezas, y esas verdades inamovibles se tomaban, (porque se las
reconocía como palabras del Hijo de Dios), se dejaban, ,(porque resultaban
indiferentes), o se combatían, (porque generaban odio o rechazo).
Hoy, los padres constatan que, aún enviando a sus hijos al catecismo ya no se
les enseñan las verdades de la fe más elementales como: el Juicio Final, la
Santísima Trinidad, el misterio de la encarnación, el pecado original, o la
Inmaculada Concepción. Esto genera una tremenda sensación de inestabilidad
e inseguridad, como si nos movieran el centro de gravedad, porque una cosa
es alejarse libremente de la casa del padre, sabiendo que uno puede irse y
volver, y otra muy distinta es que se nos enseñe ahora que la casa del
padre, puede o no existir porque de tanto en tanto el padre se muda…Y…si
uno lo necesita no se sabe bien en donde hay que ir a buscarlo…
Esta actitud de tratar a Dios como a un igual, con esa familiaridad, esa
desenvoltura y falta de señales de respeto (que no es otra cosa que falta de fe)
es lo que hizo exclamar a un protestante:” Si yo creyera…lo que ustedes los
católicos dicen creer… que el Dios vivo está escondido con su presencia real
en el Sagrario, yo acamparía de rodillas ante el Santísimo...”.
Todo este ambiente de falta de fe, abre las puertas a la invasión de sectas, de
hindúes, del yoga y del zen, de la nueva era o del new age que podrán ser
atractivas a quienes no conocen el esplendor de la nuestra, pero que será una
gran responsabilidad ante Dios para los que conocimos la Verdad y hemos
permitido apostatar de ella a tantos. La ritualidad es buena, pero si la
vaciamos de contenido no se sostiene en el tiempo, que es lo que ahora nos
sucede y por eso la revolución anticristiana arrasa con nosotros. Esta Iglesia
clandestina dentro de la misma Iglesia es lo que expresa tan bien el diablo viejo
cuando alecciona a su sobrino y le dice. “en la actualidad, la misma Iglesia es
uno de nuestros grandes aliados. No me interpretes mal; no me refiero a la
Iglesia de raíces eternas, que vemos extenderse en el tiempo y en el espacio,
temible como un ejército con las banderas desplegadas y ondeando al viento.
Confieso que es un espectáculo que llena de inquietud incluso a nuestros más
audaces tentadores; pero, por fortuna, se trata de un espectáculo
completamente invisible para esos humanos”...(4)
Europa que nació cristiana no sólo legisla desde hace años en contra de la
ley divina, (divorcio, aborto, matrimonios entre homosexuales, eutanasia, etc),
sino que, ignorando el clamor del papa Juan Pablo II, acaba de sancionar la
constitución europea en la que ni siquiera nombra al Hijo de Dios, negando
hasta sus raíces. Esto se extiende a los gobiernos de los países del occidente
cristiano quienes poco a poco han dado voluntariamente la espalda a Cristo y
no quieren que Él reine más en la sociedad ni aceptar su soberanía sobre las
almas de las personas.
La crisis de los católicos no fue provocada por los fieles a la palabra empeñada
sino por los que abdicamos de mantener nuestras promesas del
bautismo. Es una crisis de seguimiento a la persona de Jesucristo como el Hijo
de Dios, y la respuesta a esta crisis es una mayor fidelidad a nuestra
fe, porque si nosotros, que tenemos cierta formación corremos el riesgo de
apostatar... ¿Qué será de los jóvenes criados en un ambiente psicoanalítico,
sin dogma ni principios morales, y sin ningún conocimiento de la historia de la
Iglesia?
Notas:
(1) “Teología de la perfección cristiana”. P. Royo Marín. editorial Bac. pág 474.
(2) “Teología de la perfección cristiana”. P. Royo Marín. editorial Bac. pág 475.
(3) “Cartas del diablo a su sobrino”. C.S.Lewis. editorial Andrés Bello. pág. 81.
(4) “Cartas del diablo a su sobrino”. C.S. Lewis. editorial Andrés Bello. pág. 29.
LA FE "EN PÍLDORAS"
La fe es para muchos algo abstracto imposible de acotar con la palabra. Sin embargo,
el catecismo de la Iglesia Católica da respuestas concretas a preguntas intensas.
- ¿Qué es la fe?
La fe es la adhesión personal de la inteligencia y voluntad a la revelación divina
(176).
- ¿Qué es la libertad?
La libertad es el poder que Dios ha dado al hombre de hacer por sí mismo actos
deliberados (1730).
- ¿Qué es la conciencia?
Es el sagrario del hombre, en el que está a solas con Dios, cuya voz resuena en lo
más íntimo de ella (1776).
- ¿Qué es la virtud?
La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien (1803, 1833).
- ¿Qué es la fe?
Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado
(l814,1842).
- ¿Qué es la esperanza?
Es la virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna y las
gracias para merecerla (1817, 1843).
- ¿Qué es la caridad?
Es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a nosotros mismos por amor de Dios (1822, 1844).
La Fe en los Evangelios
Con motivo del Año de la Fe, en el blog “Thinking Faith” intentan explorar la naturaleza de
la fe, al ver cómo los cristianos y los demás usan y entienden esa palabra. Peter Edmonds
SJ, estudioso de las Escrituras, comienza con los Evangelios. Analiza las referencias a
la “fe” en Mateo, Marcos y Lucas. ¿Cómo podemos construir una visión rica de una
vida de fe al observar sus diferentes formas presentadas en los evangelios?
Una pregunta obvia para este Año de la Fe sería: “¿Cómo se usa la palabra “fe” en el
Nuevo Testamento?” La palabra griega para “fe” es pistis y aparece en 24 de los 27 libros
que componen el Nuevo Testamento. En este breve artículo, nos limitamos a los
evangelios de Marcos, Mateo y Lucas; sorprendentemente nunca se usa en el Evangelio
de Juan. Salvo dos excepciones, no haremos caso de las apariciones del verbo
relacionado, “yo creo” (pisteuo), que por el contrario se encuentra 98 veces en el evangelio
de Juan.
Se dice que el evangelio de Mateo es una revisión del de Marcos, por lo que ahora es el
momento de examinar la forma en que trata a las referencias de Marcos sobre la “fe”. Las
primeras palabras públicas de Jesús en Mateo no incluyen la palabra “creer”. Simplemente
pide arrepentimiento (Mateo 04:17). Su primer uso de la palabra “fe” viene en su relato de
la curación del siervo del centurión, un incidente no informado por Marcos. Allí Jesús
anuncia que “ni aun en Israel he hallado tanta fe” (8:10). Jesús está aquí tratando con un
gentil y esto nos recuerda cómo, desde el principio, la fe encontró un hogar en estos
forasteros. A principios del evangelio, Los reyes Magos son los primeros en adorar al niño
Jesús (2:11) y en su conclusión, un centurión -y los que estaban con él- confesó a Jesús
como Hijo de Dios (27:54). Estos textos nos animan a buscar signos de la fe fuera de
nuestro propio grupo.
Al igual que Marcos, Mateo utiliza la palabra “fe” cuando los hombres llevaron el paralítico
a Jesús (09:02) y en una versión más corta de su curación, Jesús dijo a la mujer que había
estado enferma durante doce años: “Tu fe te ha salvado” (09:22). Cuando Jesús sanó a
dos ciegos, en un pasaje que se asemeja a la curación de Bartimeo en Marcos, dijo: “Que
suceda como habéis creído” (09:29). Tanto en este relato y en el de la curación de la mujer
cananea, a quien le dijo: “Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!” (15:28), Mateo enlaza la
disposición de Jesús para sanar con la fe demostrada por los más necesitados.
Lo que es especial en Mateo es una expresión utilizada cuatro veces en este
Evangelio, una vez en Lucas y nunca en Marcos. La palabra oligopistos, que es
griega, mejor traducido como “persona de poca fe”. En el relato de la tormenta en el
lago de Mateo, Jesús dice a sus discípulos: “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?”
(08:26). Se dirigió a ellos de nuevo en estos términos cuando confunden sus palabras
acerca de la levadura de los fariseos y de los saduceos con pan común: “¿Qué andáis
comentando, hombres de poca fe? ¿Que no tenéis pan?”(16:08). En el relato de la
curación del niño epiléptico de Mateo, Jesús no hace mención de la fe del padre
como en Marcos, sino que les dice a sus discípulos que era debido a su “poca fe”
que no fueron capaces de curar al niño (17:20). Por último, Jesús le dijo a Pedro que
era a causa de su “poca fe” que comenzó a hundirse en su intento de caminar sobre el
agua (14:31).
En este Año de la Fe, Mateo desafía la Iglesia de hoy a reconocer su “poca fe”, como
ocurrió con los discípulos cuando no pudieron curar al niño epiléptico. “Si tuvierais fe como
un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí a allá, y nada os será imposible
para ti” (17:20). Un refrán similar acerca de la fe que mueve montañas se incluye en la
parte de la higuera marchita que reproduce de Marcos (21:21). Una vez más la fe y la
oración van juntos.
El Evangelio de Lucas: Aumenta nuestra Fe
A primera vista, Lucas añade poco a lo que hemos observado en Marcos y Mateo. Una
vez más la palabra “fe” se utiliza en relación con los que trajeron al paralítico a Jesús
(Lucas 5:20) y con el centurión cuyo siervo fue sanado (07:09). Cuatro veces en Lucas,
a diferencia de las dos ocasiones en Marcos y Mateo, nos encontramos con la
expresión: “Tu fe te ha salvado”. Jesús se dirige no sólo a la mujer curada de sus
hemorragias (08:48) y al ciego que Marcos llama Bartimeo (18:42), sino también a “una
mujer, pecadora pública” (7:37 , 50) y para el leproso que volvió a alabar a Dios
(17:19). Esa salvación es un tema en Lucas, como Juan el Bautista proclamó en su
predicación: “Y verá todo mortal la salvación de Dios” (3:06). Sólo en Lucas, Jesús
es llamado salvador, como los ángeles anunciaron a los pastores (02:11).
Mientras que Mateo desafió a su comunidad debido a su “poca fe”, por lo general
Lucas es más amable con los discípulos de Jesús que sus predecesores. En la
descripción de la tormenta en el lago, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Dónde está
vuestra fe?” (Lucas 08:25), en contraste con la “no fe” de Marcos y la “poca fe” de Mateo.
Cuando se acercaron a Jerusalén, los discípulos le pidieron: “Aumenta nuestra fe” (17:05),
así como ya le habían pedido que les enseñara a orar (11:1). Les dijo una parábola acerca
de una viuda que rogó a un juez injusto. Su conclusión fue un lamento: “cuando llegue el
Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?” (18:08). En la última cena, Jesús oró
por Pedro “para que no falle tu fe” (22:32). Una vez más observamos la relación
entre la fe y la oración.
Creciendo en la fe
Sabemos por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que a medida que crecemos en
nuestro conocimiento de la bondad y el amor de Dios, también crecemos en nuestra fe.
Esta debe ser nuestra esperanza en este Año de la fe. La última vez que Mateo utiliza la
palabra pistis (fe) se produce al registrar las palabras de Jesús a los escribas y los
fariseos, en el más franco de sus discursos hacia ellos en todos los evangelios: “¡Ay de
vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del
comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fe!”(23:23).
Procuremos que Jesús no tenga que lamentarse de la misma manera por nosotros.
Señor, auméntanos la fe
Predica Salvador Gomez
https://www.youtube.com/watch?v=ivW0D5tXQUA
- El catecismo nos dice: Como crecemos en la fe los que tenemos el granito de mostaza que
recibimos en el bautismo, recibimos esa virtud teologal (que solo Dios la puede dar).
162 Catecismo: La fe es un Don gratuito que Dios hace al hombre, este don inestimable
podemos perderlo, San pablo advierte de ello a Timoteo cuando en la 1 carta cap. 1, 18, 19
le dice “Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta, algunos por
haberla rechazado naufragaron en la fe para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe
debemos: “ alimentara con la palabra de Dios, pedir al señor que la aumente, debe actuar
por la caridad, ser sostenida por la esperanza y estar enraizada en la fe de la iglesia”
La fé es un don de Dios, nosotros lo recibimos sin merecerlo, solo podemos decir GRACIAS, pero podemos
perderlo o aumentarlo. Esa semilla que recibimos se puede perder o puede crecer.
Una semilla necesita agua, tierra, aire, sol (Agua, luz, espacio y nutrientes). El grano por si mismo no
puede crecer.
Muchos bautizados se van de la iglesia católica, nunca echaron raíces y después dicen “Cuando yo era
católico”.
La tormenta va a pasar…… los que estaban en la barca tenían miedo (cuando uno tiene miedo mira
fantasmas por todos lados) Jesús dijo “ánimo, no temas” y
Dijo Pedro “si eres tú el que estaba hablándome mándame a caminar por encima del agua”, caminar en
avanzar aún por encima del agua, la gente que sale adelante no es la espera que la tormenta se calme, son
los que saben caminar a pesar de las tormentas. La gente que triunfa no es la que tiene las mejores
circunstancias en la vida.
Pedro cometió un error, dejó de ver a Jesús para ver el agua, para ver la tormenta y en ese momento le
entró miedo. Nos entra miedo cuando miramos mas los problemas que a Dios, debemos ver a DIOS no al
problema, debemos orar viendo a Dios no al problema.
El arma secreta de David para vencer a Goliat “Yo voy a El en el nombre del Dios que está desafiando y
dijo siempre me ha librado” No repasó sus fracasos, repasó las veces que había triunfado. REPASA TUS
TRIUNFOS, NO TUS FRACASOS.
Otro pasaje menciona otra tormenta, pero Jesús está en la barca, aunque Jesús este en la barca con
nosotros, siempre van a haber problemas.
La fe una respuesta de amor al Dios que nos ama
Lazos de Amor Mariano
https://www.youtube.com/watch?v=7f1_WaXHltA
Jesús a Jairo: No
Catecismo: La confianza en un hombre no puede ser igual que la confianza en Dios, la confianza en Dios
debe ser absoluta porque Dios no miente.
Catecismo-Características en la fé:
Es una gracia, es un don de Dios, nos regaló la fé en el bautismo, recibimos el ES con todas sus
gracias, y debemos de cuidarla porque se puede perder. Debemos perseverar en la fe. Debemos
tener cuidado de no poner confianza en cualquier práctica.
Es un acto humano, Es un acto unido a la razón, libre, que todos los humanos tenemos.
Coopera con la inteligencia, es superior a la razón, pero no contradice a la razón, no se pelean. La
razón muestra las verdades y las leyes que Dios puso, nos hace unirnos más a Dios. El padre Loring
dice que tuvo que haber una inteligencia que haya ordenado todo el universo, no puso haber sido
pura casualidad. Hay cosas que no entendemos, pero con humildad podemos pedirle al Señor,
porque los misterios de Dios solo se los revela a los humildes. La fe no es irracional. Hasta los
científicos creen en la investigación que hizo otro, no todo podemos comprobarlo.
Catecismo 143. La fe es someter la inteligencia y la voluntad a Dios, sabiendo que hay una prueba de
realidad, aunque no lo veamos. El amor existe y no lo vemos, no lo cuantificamos. La prueba más
importante es la experiencia personal que tengamos con El.
Es un acto libre, Dios no obligó a nadie a creer.
https://www.youtube.com/watch?v=gZblLBJPdYU
https://www.youtube.com/watch?v=E6KAbOawels
https://www.youtube.com/watch?v=7f1_WaXHltA
https://www.youtube.com/watch?v=ubWkW5FMqRM