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¿Qué es la fe?

¿Cuáles son sus


características?

La fe es una gracia, es un acto humano, es el más


confiable de los conocimientos humanos

La fe es luz. Dios llega al corazón del hombre para llevar luz: “Yo soy la luz, y he
venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las
tinieblas (Jn 12,46).
La Revelación busca al hombre en su propio terreno, lo sigue en su profundidad
interior, que muchas veces él sella por temor a ser vulnerable. Dios ha querido
asumir la vida humana para hacer sentir aún más su cercanía al hombre.
La Palabra se hizo carne, se ensució, tocó con la mano todas las situaciones que
el hombre vive, recordándole que la naturaleza humana no puede prescindir de
amar y confiar.
Amar, de hecho, significa confiar, porque la vida es un continuo acto de fe.
Un bebé cuando nace no puede hacer nada sino confiar, anhelar a su mamá y a
su papá.
Aquel que cree, al aceptar el don de la fe se reviste de una luz nueva,
es transformado en una nueva criatura, se vuelve hijo en el Hijo.
La fe, sin embargo, no es un trofeo o un punto de llegada; es, en cambio, un
punto de partida. Desde el momento en que se acoge el don de la fe el cristiano
comienza un camino completamente nuevo, lleno de sorpresas, donde no faltan
tampoco las dificultades.
La verdadera relación que el hombre estrecha con Dios necesita de un
dinamismo, de un continuo conocimiento, de un continuo descubrimiento, de un
continuo confiar y abandonarse, de un continuo “éxodo”; una aventura
compartida que ve a Dios actuar con el hombre y en el hombre.
Para nutrir y reforzar esta fe es necesario mantener el corazón
“vulnerable” al amor de Dios, no dejar de nutrirse de la Palabra de
Dios, de los sacramentos, de la oración individual y comunitaria, para
un crecimiento que lleva a la santidad de la vida, a un amor que no es sólo
vertical, sino horizontal, es decir, capaz de abrazar a toda la humanidad.
La fe es una gracia. Cuando san Pedro confiesa que Jesús es “el Cristo, el Hijo
del Dios viviente”, Jesús le dice: “Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo
ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos” (Mt
16,17).
La fe es un acto humano: “No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia
del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él
reveladas” (Catecismo de la Iglesia católica n.154). En la fe, la inteligencia y
la voluntad humanas cooperan con la gracia divina.
La fe es confiable, es el más confiable de los conocimientos humanos, porque
se basa en la Palabra de Dios, la cual no miente.
“Nunca habrá una verdadera divergencia entre fe y razón: pues el mismo Dios
que revela los misterios y comunica la fe, también ha depuesto en el espíritu
humano la luz de la razón, este Dios no podría negarse a sí mismo, ni lo verdadero
contradecir a lo verdadero” (Concilio Vaticano I).
“Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está
realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas
morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas
y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios” (Gaudium et spes n.36).
La fe es libre. Para ser humana, la respuesta de la fe del hombre a Dios debe
ser voluntaria: “Nadie debe ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque
el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza” (Dignitatis humanae n.10).
La fe es el inicio de la vida eterna. Nos da a probar anticipadamente la
alegría y la luz de la visión beatífica, final de nuestro peregrinar. Entonces
veremos a Dios “cara a cara” (1 Co 13,12), “tal como es” (1 Jn 3,2).
Lección 1: La fe
Virtud teologal infundida por Dios en el entendimiento, por la cual asentimos
firmemente a las verdades divinas reveladas por la autoridad o testimonio del
mismo Dios que revela.

Por: Marta Arrechea Harriet de Olivero | Fuente: Catholic.net

En la segunda parte de la introducción a este curso profundizamos un


poco más en lo que consiste propiamente la revolución anticristiana
ideada por Antonio Gramsci y que hoy en día vemos ya las
consecuencias. También Argumentamos la importancia de la familia
núcleo esencial que ofrece al ser humano el afecto, la seguridad, la
estabilidad, la identidad de roles varón, mujer, la educación en las
virtudes y sobre todo caudal de gracias por la fuerza del sacramento
del matrimonio.

En esta lección iniciamos a estudiar y profundizar en cada una de las


54 virtudes.

Lección 1: La fe
Esquema de esta lección
A. La fe
B. Pecados contra la fe.

La Fe

Las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad, y su fin es


conducirnos a Dios. Son virtudes infusas, recibidas directamente de Dios en el
Bautismo y nos acercan a Él. Su objetivo es unirnos íntimamente a Dios,
llevarnos hacia Él, de ahí su excelencia. La fe es “una virtud teologal
infundida por Dios en el entendimiento, por la cual asentimos
firmemente a las verdades divinas reveladas por la autoridad o
testimonio del mismo Dios que revela. (1)

Dicho de otra manera, es la “adhesión de la inteligencia a la verdad


revelada por Dios”. Es una luz y conocimiento sobrenatural por medio del
cual, sin ver, podemos creer, lo que Dios nos dice y la Iglesia nos enseña. “Dios
nos hace ver las cosas, por decirlo así, desde su punto de vista divino,
tal como las ve Él. (2)

Humanamente, sin ayuda sobrenatural, no podremos adquirirlas, de ahí la


importancia del Bautismo donde se nos infunden. Es por eso que una persona
no bautizada tendrá más dificultad en acceder a las verdades sobrenaturales
que una que lo está.
La fe es un don gratuito. Creemos en una verdad que nos llega de afuera
y que no nace de nuestra alma. La fe nos viene desde el exterior y Dios nos
invita a someternos libremente a ella para salvarnos. Algunos la tendremos
desarrollada desde niños (debido a una sólida formación cristiana) otros la
perderemos y la recuperaremos a través de nuestra vida y otros la invocaremos
en el último instante de la muerte. Hoy se sabe que el oído es el último sentido
que se pierde, de ahí la importancia de rezarle a los moribundos el acto de
contrición al oído, ya que no sabemos con exactitud en el instante preciso en
que el alma abandona el cuerpo. Dios puede, si quiere, detener el juicio de un
alma hasta que ella acepte sus pecados y haga un acto de fe y de contrición,
pero este es un secreto que quedará siempre en la intimidad de Dios y el alma.
Lo que sí sabemos, porque la Iglesia nos lo enseña, es que es necesario este
acto de fe interior para salvarse. “Quien creyere y fuere bautizado será
salvo, más quien no creyere, será condenado” (Mc XVI, 16) afirmó Nuestro
Señor en el Evangelio. El acto de fe interior a veces (para la tranquilidad de los
que creemos y nos preocupamos del alma ajena) será público, otras veces no.
Dios no hará responsables de no haberlo aceptado a quienes no lo hayan
conocido (por ej: las tribus salvajes del África que tanto decimos que nos
preocupan) precisamente porque para rechazar a alguien, primero, hay que
reconocer que existe, y ellos no lo conocen. Tampoco lo conocen todos los
pueblos a quienes la Verdad no les ha sido presentada. A ellos Dios no les
pedirá cuentas, pero a nosotros sí, porque conociéndola, no hemos trabajado
para difundirla y enseñarla.

A cada uno nos juzgará con infinita justicia, en la exacta proporción de la


formación que hayamos tenido, de las gracias que habremos recibido y de las
que habremos rechazado. De ahí la importancia de enseñarles a los niños desde
la más tierna infancia, a conocer a Dios para luego poder creer en Él, ya que,
de las tres virtudes teologales infusas en el Bautismo, la fe es la
fundamental.

“Mejor tarde que nunca”, dice el refrán, pero es mejor temprano que tarde
para conocer a Dios. Es por eso que la niñez es la etapa ideal, donde el
aprendizaje es fácil, sencillo, y la inocencia acepta con docilidad lo que es
simple, como que Dios es el Creador del Universo, que premia a los buenos y
que castiga a los malos. Millones de religiosos y de laicos piadosos lo
entendieron así durante veinte siglos, y muchos de ellos aceptaron hasta el
martirio físico y espiritual para difundirla, lo que pertenece al capital de gloria
de la Iglesia. Creer significa admitir algo como verdadero Creemos cuando
damos fe a la autoridad del otro. En cambio, cuando decimos “creo que va
a llover” o “creo que ha sido el día más agradable del verano” o “creo que
merece la pena conocer el norte” expresamos simplemente una
opinión. Suponemos que lloverá; tenemos la impresión de que hoy ha sido
el día más agradable del verano, pensamos que vale la pena conocer el norte.
Este punto es importante: una opinión no es una creencia. La fe implica
certeza.
Pero no toda certeza es fe. Cuando veo y comprendo claramente algo no es
un acto de fe. No creo que dos más dos son cuatro porque es evidente, puedo
comprenderlo y comprobarlo. Esto es comprensión y no creencia.

Creencia o fe es la aceptación de algo como verdadero basándose en la


autoridad de otro. Ej: nunca he visto un virus, pero como creo en lo que la
ciencia dice y confío en ella es que creo en que el virus existe. Sé muy poco de
física y nada de fusión nuclear pero, a pesar de que nunca he visto un átomo,
creo en sus físicos que aseguran que se produce. No he visto el paso recíproco
de los líquidos de distinta densidad a través de la membrana que los separa,
pero la ciencia dice que el proceso de ósmosis se produce y creo en ella. Estos
son todos actos de fe: conocimientos que aceptamos por la autoridad de otros
en quienes confiamos. Hay tantas cosas que no comprendemos, y tan poco
tiempo para comprobarlas personalmente, que la mayor parte de nuestros
conocimientos se basan en la fe. A este tipo de fe se le denomina fe humana.

Cuando nuestra mente acepta una verdad porque Dios nos la ha manifestado
nuestra fe se llama divina. Las autoridades humanas pueden equivocarse,
como ocurrió en la enseñanza universal de que la Tierra era plana. Otras veces
las autoridades humanas engañan y mienten como los dictadores comunistas
a los pueblos por ellos sometidos o toda estructura de poder corrupta que
manipula para sus bajos intereses a sus ciudadanos. Pero Dios es la Verdad y
no debemos dudar en las verdades que Dios nos ha revelado. Por ello, la
auténtica fe es siempre firme.

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una alta montaña, partió
solo hacia la cima. Llegó la noche y oscureció. La oscuridad le negó toda
visibilidad y de pronto, llegando a la cima se resbaló y cayó en el precipicio.
Durante los angustiosos segundos de la caída repasó toda su vida como una
película... Ya pensando en la muerte que le esperaba sintió un tirón de la soga
quedando colgado de la cintura a las estacas clavadas en la roca. De pronto
exclamó:
-“ ¡Ayúdame dios mío!”-... Y entonces se escuchó una voz grave y profunda de
los cielos que le decía:
-“ ¿Qué quieres que haga... ?”-
-“Sálvame, Dios mío”-... contestó.
-“ ¿Realmente crees que Yo soy capaz de salvarte...?”-
-“¡Por supuesto Dios mío! “.
--“ Entonces... corta la cuerda que te sostiene...”- Hubo un momento de
silencio... Lo pensó... y el hombre se aferró más fuerte a la cuerda aún. A la
mañana siguiente, el equipo de rescate encontró a un alpinista colgando muerto
congelado, agarradas sus manos fuertemente a la soga a tan sólo 2 metros del
suelo...

Haciendo referencia a éste tan gráfico ejemplo debemos comenzar por aceptar
que Dios se manifestó en la persona de Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero
Hombre. Si yo creo que Cristo es Dios, entonces debo creer que sus enseñanzas
son divinas. De ahí que, plantearse dudas sobre una verdad de fe revelada por
Cristo sea cuestionar al mismo Dios y a su capacidad de ayudarnos. El
cuestionar: “¿Habrá tres personas en Dios?” o “¿estará Jesús realmente
presente en la Eucaristía?” es plantear la credibilidad de Dios y es negar su
autoridad al habérnoslo enseñado como verdadero. Por la misma razón, la fe
debe de ser completa. De la misma manera que al hacernos socios de un club
debemos acatar las reglas ya impuestas por los fundadores, no podemos elegir
las verdades que nos gustan de entre las que Dios ha revelado. Decir: ”Yo creo
en el cielo, pero no en el infierno” o “creo en el Bautismo, pero no en la
confesión”, es igual que decir Dios puede equivocarse y yo no…por eso lo
corrijo.

O estamos dentro de la Iglesia de Cristo con los dogmas que El ha revelado o


estaremos actuando como Lutero en el siglo XVI que decidió “elegir” en lo que
quería creer y “protestó “contra lo que no, iniciando el desgarro protestante
en las conciencias europeas con los saldos que aún hoy vivimos. Es posible
creer en Dios de forma puramente natural incluso en muchas de sus verdades.
Por ejemplo: observando la naturaleza, que nos habla de un ser superior con
un poder y sabiduría infinita; o en el testimonio de quienes lo han podido ver
(como los pastorcitos de Fátima que vieron a su madre). Una fe natural de
este tipo es un paso para la auténtica virtud sobrenatural, que nos es infundida
junto con la gracia santificante en la pila bautismal. Pero es sólo esta fe
sobrenatural, que se nos infunde en el Bautismo, la que nos posibilita creer
firme y completamente todas las verdades, aun las más profundas y
misteriosas, que Dios nos ha revelado. Sin esta fe los que hemos alcanzado el
uso de razón no podríamos salvarnos.

La virtud de la fe salva al niño bautizado, pero, a partir del uso de razón, debe
haber también un acto de fe. Con la fe sobrenatural Dios nos comunica su vida
íntima y los grandes misterios haciéndonos ver las cosas, por decirlo así
desde su punto divino, tal como Él las ve. Eleva nuestro entendimiento
para hacernos comprender verdades sobrenaturales y divinas que jamás
hubiéramos podido llegar a percibir naturalmente. Es la que establece el primer
contacto entre nosotros y Dios.

Fuimos creados libres y responsables de nuestros actos. Nuestra


voluntad debe aceptarlo, tratar de conocerlo, de amarlo y de cumplir sus
mandamientos. Pero todo esto requiere trato e intimidad que lo lograremos
frecuentando los sacramentos y mediante la oración. Según el tamaño del
corazón que le presentemos y nuestras ansias de conocerlo es que recibiremos
las gracias en la misma proporción. Dios respeta hasta sus últimas instancias
la libertad del hombre, y permanecerá detrás de la puerta de nuestro corazón
durante toda nuestra vida, llamándonos sí, pero jamás derrumbando la puerta.
Él esperará que el picaporte lo giremos nosotros libremente, y no lo hará él por
la fuerza. Dios se presenta con cuatro atributos: la Verdad, el Bien, la Justicia
y la Belleza. Millones de almas lo han encontrado transitando alguno de estos
cuatro caminos. Millones eligieron la belleza (aún dentro de construcciones
pobres y simples pero siempre armoniosas porque respetaban las formas,
las proporciones y los estilos) no sólo para expresarse, sino para glorificarlo y
hacer que las almas se elevasen hacia Él. La Europa cristiana e Hispanoamérica
son testigos de esta fe que durante siglos alimentó, elevó e inspiró al alma
humana. Fue el creer que Dios era el Creador del Universo y que estaba
presente en el sagrario lo que llevó a los hombres a través de los siglos a
levantar millares de gloriosas Iglesias y Catedrales y todo el caudal de
incalculable valor del arte sacro acumulado durante 20 siglos para darle a Dios
el culto debido. En épocas más cristianas se proclamaba que todo se hacía para
la “mayor gloria de Dios”. De ahí la búsqueda infatigable de la belleza, que es
uno de sus atributos, y por lo tanto uno de los caminos que nos conducen a él.
Nuestra naturaleza humana necesita de signos exteriores para elevarse y no
importa el estribo o la escalera que le pongamos con tal de que el alma
se eleve hacia Dios y no que planee hacia abajo. Es por eso que en los
siglos de fe, se ofrecía a Dios lo que el hombre tenía de más precioso y valioso.

En toda Hispanoamérica, y especialmente en las ciudades y pueblos de Méjico,


Perú o Ecuador hasta en los pequeños pueblos del norte argentino (dentro de
su sencillez) abundan cantidad de detalles de belleza que pertenecían al mundo
de lo cotidiano. Piezas de orfebrería, obras de arte simples pero bellas, encajes
y bordados en las estatuas de la Virgen coronadas de joyas. Los cristianos en
general hacían hasta sacrificios financieros para honrar lo mejor que podían al
altísimo. Todo esto contribuía a la oración, a generar un clima de lo
sagrado, ayudaba al alma a elevarse. El sentido de lo sagrado y de la
adoración a Dios y a su Madre quedaba entonces así grabado en el alma de los
niños y los marcaban para siempre. Esto es natural en el hombre. La belleza
nos eleva hacia Dios y nos lleva a pensar en Él.

Hoy se nos embrutece. Se nos lleva y hasta se nos obliga a rezar y a escuchar
misas en ambientes feos, en gimnasios o clubes de deportes (con sus aros de
basquet en las paredes), carentes de toda belleza, que no se distinguen de los
lugares públicos y a veces son aún peores. Lugares hechos a la medida del
hombre y para su confort, no inspirándose en Dios y menos pensando en
Él. La naturaleza del hombre necesita de signos exteriores para elevarse, y uno
sale agobiado de una misa que trata de descendernos al nivel de los hombres
en lugar de elevarnos a Dios. En épocas más cristianas, el camino de la fe
estaba perfectamente trazado, se lo seguía o no se lo seguía. Se tenía fe, se la
había perdido, o no se la había tenido nunca. Pero aquel que tenía fe, y el que,
por el bautismo había entrado a pertenecer a la Iglesia católica renovado sus
promesas de bautismo mediante el sacramento de la confirmación, sabía lo que
debía creer y lo que no. Hoy, la mayoría de los católicos bautizados no lo saben.
S.S. Juan Pablo II, en una alocución del 6 de Febrero de 1981 se expresó sobre
el tema: “desde todas partes se han difundido ideas que contradicen la verdad
que fue revelada y que se enseñó siempre. En los dominios del dogma y de la
moral se han divulgado verdaderas herejías que suscitan dudas, confusión,
rebelión. Hasta la misma liturgia fue violada. Sumergidos en
un “relativismo” intelectual y moral, los cristianos se ven tentados por una
ilustración vagamente moralista, por un cristianismo sociológico sin dogma
definido ni moral objetiva”.
La caída de la práctica religiosa en estos últimos 50 años es gran parte
responsabilidad del espíritu satánico que se introdujo en la Iglesia y que levantó
sospechas sobre toda la vida eclesiástica de tiempos pasados, de su enseñanza
y su moral como estilo de vida. Durante siglos, todo se levantaba sobre los
mismos catecismos que transmitían la fe inmutable de la Iglesia fundada por
Jesucristo y reconocida por todos los episcopados. La fe se construía sobre
certezas, y esas verdades inamovibles se tomaban, (porque se las
reconocía como palabras del Hijo de Dios), se dejaban, ,(porque resultaban
indiferentes), o se combatían, (porque generaban odio o rechazo).

Hoy, los padres constatan que, aún enviando a sus hijos al catecismo ya no se
les enseñan las verdades de la fe más elementales como: el Juicio Final, la
Santísima Trinidad, el misterio de la encarnación, el pecado original, o la
Inmaculada Concepción. Esto genera una tremenda sensación de inestabilidad
e inseguridad, como si nos movieran el centro de gravedad, porque una cosa
es alejarse libremente de la casa del padre, sabiendo que uno puede irse y
volver, y otra muy distinta es que se nos enseñe ahora que la casa del
padre, puede o no existir porque de tanto en tanto el padre se muda…Y…si
uno lo necesita no se sabe bien en donde hay que ir a buscarlo…

La fe se ha convertido así en un concepto vago, indefinido, que ya no nos sirve


para vivir porque relativiza las verdades esenciales. Al negar los dogmas
de fe, en la Verdad revelada todo puede ser o no ser.

La caridad se ha transformado en una especie de solidaridad internacional que


reparte alimentos o medicamentos, y la esperanza es la de poder vivir mejor
en este mundo. Nada de todo esto tiene el ingrediente sobrenatural que
viene de Dios.

Esta no es la doctrina católica que sacia porque no corresponde


exactamente a las aspiraciones del alma humana según Dios la pensó
y la creó. Pero es el plan de Satán para el hombre tan bien expresado en “las
cartas del diablo a su sobrino” cuando lo adoctrina para perder a las almas y le
dice: “nuestra tarea consiste en alejarles de lo eterno y del presente”…(3)

Satán aleja al hombre de lo eterno combatiendo la fe y fomentando el laicismo


y el ateísmo en todas sus facetas, y del presente alejándolo de la realidad,
alejándolo de todo lo natural y por lo tanto todo lo real y sumergiéndolo en un
mundo virtual y por lo tanto irreal desde la infancia especialmente a través
de la literatura, del cine, de la televisión, de los video juegos e Internet. Esta
falta de fe del mundo actual se refleja en nuestras actitudes en relación con
Dios. Como no se les enseña en general en los colegios ni en el catecismo a los
niños y jóvenes la majestad de Dios, tampoco tiene sentido hacer la genuflexión
bien hecha y respetuosa. Entramos a la Iglesia y nos sentamos como quien
entra a un local cualquiera. La genuflexión bien hecha ya no es tan practicada
por una gran mayoría de fieles y se la va reemplazando poco a poco por una
inclinación de cabeza o simplemente nada.
La gente entra a una iglesia y se sienta. Aquí se comprueba una voluntad de
modificar las relaciones del hombre con Dios hacia la familiaridad, la
desenvoltura, ir tratando poco a poco que el trato con Dios sea de igual
a igual.

Se van suprimiendo todos estos gestos de respeto que materializan la “virtud


de la religión” y apuntalan la fe y el debido respeto a lo sagrado. Gestos
externos que nos recuerdan la presencia real del Creador y soberano en el
sagrario y evangelizan tanto a quienes nos observan realizarlos.

Esta actitud de tratar a Dios como a un igual, con esa familiaridad, esa
desenvoltura y falta de señales de respeto (que no es otra cosa que falta de fe)
es lo que hizo exclamar a un protestante:” Si yo creyera…lo que ustedes los
católicos dicen creer… que el Dios vivo está escondido con su presencia real
en el Sagrario, yo acamparía de rodillas ante el Santísimo...”.

Valga a su vez como ejemplo cristiano la anécdota de un santo sacerdote ante


un grupo de turistas en Europa que le preguntaron al entrar que era lo más
importante de la Iglesia. El sacerdote los llevó en silencio ante el santísimo y
los hizo ponerse de rodillas diciéndoles: “Aquí estamos ante lo más
importante de la Iglesia. Estamos ante el mismo Dios”…

Todo este ambiente de falta de fe, abre las puertas a la invasión de sectas, de
hindúes, del yoga y del zen, de la nueva era o del new age que podrán ser
atractivas a quienes no conocen el esplendor de la nuestra, pero que será una
gran responsabilidad ante Dios para los que conocimos la Verdad y hemos
permitido apostatar de ella a tantos. La ritualidad es buena, pero si la
vaciamos de contenido no se sostiene en el tiempo, que es lo que ahora nos
sucede y por eso la revolución anticristiana arrasa con nosotros. Esta Iglesia
clandestina dentro de la misma Iglesia es lo que expresa tan bien el diablo viejo
cuando alecciona a su sobrino y le dice. “en la actualidad, la misma Iglesia es
uno de nuestros grandes aliados. No me interpretes mal; no me refiero a la
Iglesia de raíces eternas, que vemos extenderse en el tiempo y en el espacio,
temible como un ejército con las banderas desplegadas y ondeando al viento.
Confieso que es un espectáculo que llena de inquietud incluso a nuestros más
audaces tentadores; pero, por fortuna, se trata de un espectáculo
completamente invisible para esos humanos”...(4)

Los pecados contra la fe son:

El ateísmo, que es negar la existencia de Dios. Se agrava cuando lo


propagamos públicamente burlándonos y persiguiendo al creyente, a Dios y a
sus representantes.

La blasfemia, es la palabra injuriosa y ofensiva contra Dios o contra los


santos, sobre todo la que va contra el Espíritu Santo, que puede llegar hasta
los hechos. En nuestra querida Argentina, que nació católica, el gobierno de la
ciudad de Bs. As autorizó una muestra de arte en el antiguo convento
franciscano de la Recoleta, tan ofensiva en contra de Dios y de la Iglesia (donde
el “artista” hizo su apología y burla del Santo Padre, de Jesucristo y de su
Iglesia) que la Iglesia, para desagraviar la ofensa, pidió a los católicos
argentinos un día entero de ayuno.

La apostasía, que es el abandono público y total de la fe cristiana recibida en


el Bautismo y de lo que ella enseña como bueno según la ley de Dios. Cuando
es voluntario es el mayor de los pecados después del odio a Dios. (Habiendo
conocido al Dios verdadero, manifestado y revelado en Jesucristo, el Hijo de
Dios, la corriente de pensamiento materialista propio del mundo actual ha
elegido adorar a falsos dioses como el poder, la fama, el éxito, el dinero, la
técnica, la ciencia, el confort, etc).

Europa que nació cristiana no sólo legisla desde hace años en contra de la
ley divina, (divorcio, aborto, matrimonios entre homosexuales, eutanasia, etc),
sino que, ignorando el clamor del papa Juan Pablo II, acaba de sancionar la
constitución europea en la que ni siquiera nombra al Hijo de Dios, negando
hasta sus raíces. Esto se extiende a los gobiernos de los países del occidente
cristiano quienes poco a poco han dado voluntariamente la espalda a Cristo y
no quieren que Él reine más en la sociedad ni aceptar su soberanía sobre las
almas de las personas.

Los cristianos apostamos cuando apartamos la mirada de Cristo y nos


volvemos a otros lugares en busca de paz y seguridad. La crisis es
profunda, en el fondo es una crisis de fidelidad a nuestra fe, una crisis de
seguimiento a Cristo.

La crisis de los católicos no fue provocada por los fieles a la palabra empeñada
sino por los que abdicamos de mantener nuestras promesas del
bautismo. Es una crisis de seguimiento a la persona de Jesucristo como el Hijo
de Dios, y la respuesta a esta crisis es una mayor fidelidad a nuestra
fe, porque si nosotros, que tenemos cierta formación corremos el riesgo de
apostatar... ¿Qué será de los jóvenes criados en un ambiente psicoanalítico,
sin dogma ni principios morales, y sin ningún conocimiento de la historia de la
Iglesia?

Notas:
(1) “Teología de la perfección cristiana”. P. Royo Marín. editorial Bac. pág 474.
(2) “Teología de la perfección cristiana”. P. Royo Marín. editorial Bac. pág 475.
(3) “Cartas del diablo a su sobrino”. C.S.Lewis. editorial Andrés Bello. pág. 81.
(4) “Cartas del diablo a su sobrino”. C.S. Lewis. editorial Andrés Bello. pág. 29.

Ejercicio y tarea (para publicar en los foros del curso)


1. ¿Qué son las virtudes teologales?
2. ¿Qué es la virtud teologal de la fe?
3. ¿Por qué es necesario este acto de fe interior para salvarse?
4. ¿Cuáles son las certezas fundamentales que da la fe?
5. En tu entorno y realidad ¿cuáles son los pecados que más se comenten
contra la fe? ¿Por qué?
6. ¿Te preparas en el conocimiento de tu fe para poder defenderla
valientemente y con la verdad? ¿Cómo te estás formando en la fe?
7. Alguna sugerencia o comentario…

Para la reflexión personal (de uso personal las respuestas no se


publican en los foros del curso)

1. ¿Ocupa la fe el primer lugar en mi vida? ¿Ocupa algún lugar?


2. ¿Me doy cuenta del gran regalo que Dios me ha hecho con el don de la fe?
¿Se lo agradezco cumpliendo gustosamente las exigencias de mi fe católica?
3. ¿Mis actos son siempre cristianos? ¿Qué es lo que me dicta mi modo de
proceder: mi vanidad, mi egoísmo, mi sensualidad? ¿Me mueve el amor a
Cristo?
4. ¿Creo con fe viva y operante en el misterio de la Eucaristía? ¿Hago con fe
viva mis comuniones y mis visitas al Santísimo?
5. ¿Creo que la Santísima Trinidad Habita en todas las almas? ¿En consecuencia
respeto a los demás? ¿Cómo me respeto a mi mismo?
6. ¿Creo que el Espíritu Santo actúa en mi alma? ¿Tiene alguna resonancia
práctica este dogma en mi vida? ¿Hago silencio interior para oír sus
inspiraciones? ¿Las obedezco?
7. ¿Creo que Dios me ayuda a vivir y a ser santo? ¿Pido a Dios su ayuda para
vivir mi santificación o me basto con mis fuerzas?
8. ¿Creo en la doctrina del cuerpo místico? ¿Sé lo que significa esto?
9. ¿Trato de ver los acontecimientos más ordinarios de la vida con sentido
sobrenatural? ¿Se descubrir la bondad de Dios en cada momento?
10. ¿Creo en la Iglesia? ¿Conozco a fondo su misión?¿me preocupan de tal
forma sus problemas que adopto una postura de mayor coherencia y entrega
para defenderla?¿Me motiva la conciencia de que Jesucristo estaré en ella hasta
el final de los tiempos?
11. ¿Creo en la vida eterna? ¿Cómo manifiesto en la práctica esta creencia?
¿me lleva a vivir haciendo actos de generosidad y caridad?
FE CATÓLICA: QUÉ ES LA FE

LA FE "EN PÍLDORAS"

La fe es para muchos algo abstracto imposible de acotar con la palabra. Sin embargo,
el catecismo de la Iglesia Católica da respuestas concretas a preguntas intensas.

- ¿Qué es la fe?
La fe es la adhesión personal de la inteligencia y voluntad a la revelación divina
(176).

- ¿Quiénes son los dos más grandes ejemplos de fe?


En el Antiguo Testamento, Abrahán.
En el Nuevo Testamento, la Virgen María (144).

- ¿En quién debemos creer los cristianos?


Debemos creer en Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo (150-152).

- ¿Es la fe un don sobrenatural?


Sí, la fe es un don sobrenatural, porque para creer, el hombre necesita del auxilio
divino (179).

- ¿Es la fe un acto humano?


Sí, la fe es un acto humano, porque para creer,
la inteligencia y voluntad del hombre
cooperan con la gracia divina (180, 155).

- ¿Es la fe un acto eclesial?


Sí, la fe es un acto eclesial porque la Iglesia es la madre de todos los creyentes
(181).

- ¿Por qué creemos?


Porque aceptamos la autoridad y el amor de Dios (156).

- ¿Qué cosa creemos?


Creemos todo lo que Dios nos ha revelado
y la Iglesia nos enseña como tal (182).

- ¿Es necesaria la fe para nuestra salvación?


Sí, es necesaria porque Cristo mismo dijo:
«El que crea se salvará, el que no crea se condenará» (183).

- ¿Cómo se explica el que Dios permita el mal?


Es un misterio que Dios explica por su Hijo Jesucristo, muerto y resucitado para
vencer el mal (324).

- ¿Por qué Dios permite el mal?


Dios permite el mal para sacar un bien del mal mismo (324)

- ¿En qué se basa la dignidad de la persona humana?


La dignidad de la persona humana se basa
en ser creada a imagen y semejanza de Dios
y, por tanto, en su vocación a la santidad (1700).
- ¿Qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios?
Significa que está dotado de entendimiento y voluntad (1702).

- ¿Para qué ha sido creado a imagen de Dios?


Para alcanzar la felicidad eterna, buscando su perfección en la verdad, en el bien y en
el amor (1703, 1704,1711).

- ¿Cuál es el signo más grande de la imagen de Dios en el hombre?


La verdadera libertad (1705).

- ¿En qué consiste la verdadera libertad?


Consiste en seguir la voz de Dios que resuena en la conciencia y que le impulsa a
hacer el bien y a evitar el mal (1705, 1706, 1712, 1713).

- ¿A qué está sujeto e inclinado el hombre por el pecado original?


Está sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su libertad (1707, 1714).

- ¿Qué hace al hombre capaz de obrar el bien?


La vida nueva en el espíritu que Cristo nos mereció por su muerte y resurrección
(1708)

- ¿Qué es la libertad?
La libertad es el poder que Dios ha dado al hombre de hacer por sí mismo actos
deliberados (1730).

- ¿Cuándo la libertad alcanza su perfección?


Cuando está ordenada a Dios (1731).

- ¿Qué cosa da al ser humano la libertad?


Le da el ser responsable de sus actos (1732).

- ¿Qué elementos pueden disminuir o incluso suprimir la responsabilidad de


una acción?
Son varios elementos:
la ignorancia,
la violencia y el temor,
y otros factores psíquicos y sociales (1735, 1746).

- ¿Existe el derecho al ejercicio de la libertad?


Sí, todo hombre goza de ese derecho;
sobre todo en materia moral y religiosa (1747).

- ¿Qué es un acto humano?


Es un acto realizado libremente tras un juicio de conciencia (1749).

- ¿El fin justifica los medios?


De ninguna manera, pues una acción no deja de ser mala porque el fin sea bueno
(1753, 1759).

- ¿Qué son las circunstancias de un acto humano?


Son los elementos que agravan o atenúan
la bondad o malicia de los actos humanos (1754).
- ¿Qué supone el acto moralmente bueno?
Supone la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias (1755, 1760).

- ¿Hay actos que son siempre malos por razón de su objeto?


Sí los hay, por ejemplo: el homicidio y la blasfemia (1756).

- ¿Hay algo en el hombre que lo disponga para la bienaventuranza?


Sí, son las pasiones (1762).

- ¿Qué son las pasiones?


Son los afectos y sentimientos del ser humano (1762, 1771).

- ¿Cuáles son las principales pasiones del hombre?


Las principales pasiones del hombre son:
el amor y el odio,
el deseo y el temor,
la alegría, la tristeza
y la ira (1765, 1772).

- Las pasiones en sí, ¿son indiferentes?


Sí, pero según usemos de la libertad, serán buenas o malas (1773).

- ¿Cuándo una pasión es moralmente buena?


Es moralmente buena cuando contribuye a una acción buena; y se la llama virtud
(1768, 1774).

- ¿Cuándo una pasión es moralmente mala?


Es moralmente mala cuando contribuye a una acción mala; y se la llama vicio (1768,
1774).

- ¿En qué consiste la perfección del bien moral?


Consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también
por su corazón (1770, 1775).

- ¿Qué es la conciencia?
Es el sagrario del hombre, en el que está a solas con Dios, cuya voz resuena en lo
más íntimo de ella (1776).

- ¿Qué ordena al hombre su conciencia?


Le ordena hacer el bien y evitar el mal (1777).

- ¿Por qué el hombre está obligado a seguir su conciencia?


Porque mediante la conciencia el hombre reconoce los preceptos de Dios (1778).

- ¿Cuándo la conciencia está bien formada?


Cuando formula sus juicios según el bien verdadero, querido por Dios creador (1783,
1798).

- ¿Es necesario educar la conciencia?


Sí, porque la educación de la conciencia
garantiza la libertad y engendra la paz del corazón (1784).

- ¿Cómo se educa la conciencia?


La conciencia se educa escuchando la palabra de Dios en la oración, examinando
nuestra vida a la luz del Evangelio y ayudándonos de un buen consejero (1785).

- ¿Qué debe hacer el hombre al tomar una decisión?


Debe buscar siempre lo que es justo y bueno
y discernir la voluntad de Dios, expresada en la ley divina (1786).

- ¿Debe el ser humano obedecer siempre su conciencia?


Sí, debe siempre seguir el juicio cierto de su conciencia (1787, 1790).

- ¿Puede haber en la conciencia juicios erróneos o ignorancias culpables?


Sí, cuando el ser humano no se preocupa de buscar la verdad y el bien
y ciega poco a poco su conciencia (1791, 1801).

- ¿Qué es la virtud?
La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien (1803, 1833).

- ¿Cómo se dividen las virtudes?


Las virtudes se dividen en humanas y teologales (1834, 1841).

- ¿Qué son las virtudes humanas?


Las virtudes humanas son disposiciones estables del espíritu humano, que regulan
nuestros actos, ordenan nuestras pasiones
y guían nuestra conducta según la razón y la fe (1804, 1834).

- ¿Cuáles son las principales virtudes humanas?


Son las cuatro virtudes llamadas cardinales, a saber: la prudencia y la justicia, la
fortaleza y la templanza (1805, 1834).

- ¿Qué es la virtud de la prudencia?


Es la virtud que dispone al hombre para discernir siempre el bien y elegir los medios
buenos para realizarlo (1806, 1835).

- ¿En qué consiste la virtud de la justicia?


Consiste en la constante y firme voluntad
de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido (1807, 1836).

- ¿Qué es la virtud de la fortaleza?


Es la virtud que asegura en las dificultades
la firmeza y constancia en hacer el bien (1808, 1837).

- ¿Qué es la virtud de la templanza?


Es la virtud que modera la atracción al placer
y el uso de los bienes creados (1809, 1839).

- ¿Cómo crecen las virtudes humanas?


Crecen mediante la educación y el esfuerzo perseverante, bajo la acción de la gracia
divina (1810, 1839).

- ¿Cómo podemos perseverar en la búsqueda de las virtudes?


Podemos perseverar acudiendo a los sacramentos y colaborando con el Espíritu Santo
(1811).

- ¿Qué son las virtudes teologales?


Son las virtudes que tienen a Dios
como origen, motivo y objeto (1812, 1840).

- ¿Cuáles son las virtudes teologales?


Las virtudes teologales son tres:
la fe, la esperanza y la caridad (1813, 1841).

- ¿Qué es la fe?
Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado
(l814,1842).

- ¿Qué es la esperanza?
Es la virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna y las
gracias para merecerla (1817, 1843).

- ¿Qué es la caridad?
Es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a nosotros mismos por amor de Dios (1822, 1844).
La Fe en los Evangelios
Con motivo del Año de la Fe, en el blog “Thinking Faith” intentan explorar la naturaleza de
la fe, al ver cómo los cristianos y los demás usan y entienden esa palabra. Peter Edmonds
SJ, estudioso de las Escrituras, comienza con los Evangelios. Analiza las referencias a
la “fe” en Mateo, Marcos y Lucas. ¿Cómo podemos construir una visión rica de una
vida de fe al observar sus diferentes formas presentadas en los evangelios?
Una pregunta obvia para este Año de la Fe sería: “¿Cómo se usa la palabra “fe” en el
Nuevo Testamento?” La palabra griega para “fe” es pistis y aparece en 24 de los 27 libros
que componen el Nuevo Testamento. En este breve artículo, nos limitamos a los
evangelios de Marcos, Mateo y Lucas; sorprendentemente nunca se usa en el Evangelio
de Juan. Salvo dos excepciones, no haremos caso de las apariciones del verbo
relacionado, “yo creo” (pisteuo), que por el contrario se encuentra 98 veces en el evangelio
de Juan.

El Evangelio de Marcos: Creer en el Evangelio


Comenzamos con la primera excepción, ya que las primeras palabras pronunciadas por
Jesús en Marcos incluyen la palabra “creer”. Él escribe: “Jesús vino a Galilea a anunciar
las buenas nuevas de Dios, diciendo: “Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de
Dios. Arrepentíos y creed (pisteuo) en la Buena Noticia” (Marcos 1:14-15 ). Nos
preguntamos: ¿Quién respondió a este llamado al mostrar la fe (pistis) que Jesús exigió?
Aquellos que conocen el evangelio de Marcos, lo llaman el “evangelio de la paradoja”. La
paradoja aquí es que no son los discípulos que Jesús llamó a orillas del lago (1:16-
20) o en la montaña (3:13-19) los que dan un ejemplo de fe, sino las personas que
aparecen sólo una vez en el evangelio de Marcos y que luego no se sabe más de
ellos. Son las respuestas de estas personas las que nos pueden decir algo en este Año
de la fe.
La palabra “fe” (pistis) se presenta cinco veces en Marcos. Se aplicó por primera vez a los
cuatro hombres que llevaron un paralítico a Jesús al bajar por el techo de la casa donde
estaba. A causa de su fe, Jesús perdonó los pecados de ese hombre (2:05). Este primer
uso nos recuerda que la fe se manifiesta en la acción. Pablo argumentó esto cuando
escribió a los Gálatas sobre “la fe que actúa por sí sola en el amor” (Gálatas 5:6). Y
cabe señalar que donde Jesús encontró la fe, allí anunció que los pecados fueron
perdonados.
El segundo uso de esta palabra señala a los discípulos de Jesús. En un barco en el lago
de Galilea, se encontraron con una tormenta y se asustaron porque pensaron que estaban
a punto de hundirse. Jesús calmó la tormenta y dijo a sus discípulos: “¿Aún no tenéis fe?”
(04:40). Aunque anteriormente habían sido testigos del poder de Jesús en la curación y la
controversia, y de su autoridad en la enseñanza, en una situación de crisis se
desesperaron. Aquí, como en todo el evangelio de Marcos, el comportamiento de los
discípulos de Jesús antes que un ejemplo es una advertencia. Una fe sólida, la que
los discípulos aún estaban por adquirir, capacita al creyente para hacer frente a las
tormentas que nos encontramos en nuestras experiencias de vida.
La tercera aparición de la palabra “fe” en Marcos es mencionada por Jesús a una mujer a
la que acaba de curar. Su enfermedad había durado doce años. Su curación se produjo
en dos etapas. Primero buscó una cura tocando a Jesús, y esto la dejó “asustada y
temblando”. Fue sólo después de caer ante Jesús y al contarle “toda la verdad”, que
encontró su curación completa y Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado” (05:34). De ella
aprendemos que la fe puede crecer, e implica una relación personal y de confianza
con el Señor.
La palabra “fe” se presenta por cuarta vez en Marcos en su relato de la curación de
Bartimeo. Era un mendigo ciego que escuchó que Jesús pasaba por ahí. Tres veces le
rogó a Jesús por compasión y la restauración de su vista. Se le concedió y Jesús le dijo
como a la mujer anterior, (10:52) “Ve, tu fe te ha salvado”. Paradójicamente, Bartimeo no
hizo caso cuando Jesús le dijo que podía irse, sino que lo siguió por el camino que
conducía a Jerusalén, la ciudad donde Jesús iba a morir. Su fe se había expresado en la
oración constante, a pesar del desaliento de los que estaban presentes. Su ejemplo nos
enseña a perseverar en la oración a Jesús. La fe fomenta el hábito de la oración regular
y persistente. La tradición cristiana griega ha valorado esta oración de Bartimeo, “Jesús,
Hijo de David, ten misericordia de mí” (10:47). Los monjes de la antigüedad la repetían
mientras caminaban fuera de su trabajo en los campos.
Finalmente, Jesús mencionó la palabra “fe” a sus discípulos cuando descubrieron que la
higuera que había maldecido el día anterior se había marchitado. Él les pidió “tener fe en
Dios” (11:22), y luego les dio una lección sobre el poder de la oración. Esta es la
orientación más extensa de Jesús para orar en este Evangelio ya que no hay “Padre
Nuestro” en Marcos. La enseñanza tiene tres componentes, dos de los cuales apelan más
a la exageración profética que a la realidad del día a día. En realidad, no esperamos que
nuestra oración pueda mover montañas o que cada una de nuestras oraciones sean
contestadas, pero la oración debe ser de corazón, con confianza y seguridad, y debe
incluir el perdón mutuo. Con la historia de Bartimeo, reconocemos el vínculo entre
la oración y la fe.
Pero quizás la frase paradójica más memorable acerca de la fe en el evangelio de Marcos
es pronunciada por otro de sus personajes secundarios. La palabra usada aquí no es “fe”
(pistis), más bien su opuesto (apistia). El padre del muchacho epiléptico, a quien los
discípulos de Jesús no pudieron curar, clamó a Jesús y le dijo: “Creo; pero socorre mi falta
de fe” (09:24). Esta oración está incluida en las recomendadas para este Año de la Fe:
Señor,
déjame mirar tu rostro, conocer tu corazón
y experimentar tu amor en mi vida.
Fortaléceme con el don de la fe.
Yo creo Señor, pero socorre mi falta de fe.
Amen
El Evangelio de Mateo: Ustedes, los de la poca fe

Se dice que el evangelio de Mateo es una revisión del de Marcos, por lo que ahora es el
momento de examinar la forma en que trata a las referencias de Marcos sobre la “fe”. Las
primeras palabras públicas de Jesús en Mateo no incluyen la palabra “creer”. Simplemente
pide arrepentimiento (Mateo 04:17). Su primer uso de la palabra “fe” viene en su relato de
la curación del siervo del centurión, un incidente no informado por Marcos. Allí Jesús
anuncia que “ni aun en Israel he hallado tanta fe” (8:10). Jesús está aquí tratando con un
gentil y esto nos recuerda cómo, desde el principio, la fe encontró un hogar en estos
forasteros. A principios del evangelio, Los reyes Magos son los primeros en adorar al niño
Jesús (2:11) y en su conclusión, un centurión -y los que estaban con él- confesó a Jesús
como Hijo de Dios (27:54). Estos textos nos animan a buscar signos de la fe fuera de
nuestro propio grupo.

Al igual que Marcos, Mateo utiliza la palabra “fe” cuando los hombres llevaron el paralítico
a Jesús (09:02) y en una versión más corta de su curación, Jesús dijo a la mujer que había
estado enferma durante doce años: “Tu fe te ha salvado” (09:22). Cuando Jesús sanó a
dos ciegos, en un pasaje que se asemeja a la curación de Bartimeo en Marcos, dijo: “Que
suceda como habéis creído” (09:29). Tanto en este relato y en el de la curación de la mujer
cananea, a quien le dijo: “Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!” (15:28), Mateo enlaza la
disposición de Jesús para sanar con la fe demostrada por los más necesitados.
Lo que es especial en Mateo es una expresión utilizada cuatro veces en este
Evangelio, una vez en Lucas y nunca en Marcos. La palabra oligopistos, que es
griega, mejor traducido como “persona de poca fe”. En el relato de la tormenta en el
lago de Mateo, Jesús dice a sus discípulos: “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?”
(08:26). Se dirigió a ellos de nuevo en estos términos cuando confunden sus palabras
acerca de la levadura de los fariseos y de los saduceos con pan común: “¿Qué andáis
comentando, hombres de poca fe? ¿Que no tenéis pan?”(16:08). En el relato de la
curación del niño epiléptico de Mateo, Jesús no hace mención de la fe del padre
como en Marcos, sino que les dice a sus discípulos que era debido a su “poca fe”
que no fueron capaces de curar al niño (17:20). Por último, Jesús le dijo a Pedro que
era a causa de su “poca fe” que comenzó a hundirse en su intento de caminar sobre el
agua (14:31).

En este Año de la Fe, Mateo desafía la Iglesia de hoy a reconocer su “poca fe”, como
ocurrió con los discípulos cuando no pudieron curar al niño epiléptico. “Si tuvierais fe como
un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí a allá, y nada os será imposible
para ti” (17:20). Un refrán similar acerca de la fe que mueve montañas se incluye en la
parte de la higuera marchita que reproduce de Marcos (21:21). Una vez más la fe y la
oración van juntos.
El Evangelio de Lucas: Aumenta nuestra Fe
A primera vista, Lucas añade poco a lo que hemos observado en Marcos y Mateo. Una
vez más la palabra “fe” se utiliza en relación con los que trajeron al paralítico a Jesús
(Lucas 5:20) y con el centurión cuyo siervo fue sanado (07:09). Cuatro veces en Lucas,
a diferencia de las dos ocasiones en Marcos y Mateo, nos encontramos con la
expresión: “Tu fe te ha salvado”. Jesús se dirige no sólo a la mujer curada de sus
hemorragias (08:48) y al ciego que Marcos llama Bartimeo (18:42), sino también a “una
mujer, pecadora pública” (7:37 , 50) y para el leproso que volvió a alabar a Dios
(17:19). Esa salvación es un tema en Lucas, como Juan el Bautista proclamó en su
predicación: “Y verá todo mortal la salvación de Dios” (3:06). Sólo en Lucas, Jesús
es llamado salvador, como los ángeles anunciaron a los pastores (02:11).
Mientras que Mateo desafió a su comunidad debido a su “poca fe”, por lo general
Lucas es más amable con los discípulos de Jesús que sus predecesores. En la
descripción de la tormenta en el lago, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Dónde está
vuestra fe?” (Lucas 08:25), en contraste con la “no fe” de Marcos y la “poca fe” de Mateo.
Cuando se acercaron a Jerusalén, los discípulos le pidieron: “Aumenta nuestra fe” (17:05),
así como ya le habían pedido que les enseñara a orar (11:1). Les dijo una parábola acerca
de una viuda que rogó a un juez injusto. Su conclusión fue un lamento: “cuando llegue el
Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?” (18:08). En la última cena, Jesús oró
por Pedro “para que no falle tu fe” (22:32). Una vez más observamos la relación
entre la fe y la oración.

Los escritos de Juan: Conquistar el mundo con la fe


Mientras que el evangelio de Juan no incluye el sustantivo “fe”, contiene casi un centenar
de casos del verbo, “yo creo” (pisteuo). Incluimos aquí nuestro segundo ejemplo del uso
de este verbo, es decir, la bienaventuranza que Jesús dirigió a Tomás, que dudó, y para
todos los que escuchan este Evangelio: “Bienaventurados los que no han visto y han
creído” (Juan 20:29). El sustantivo “fe”, sin embargo, se presenta una vez en las cartas de
Juan: “Ésta es la victoria que venció al mundo: nuestra fe. ¿Quién vence al mundo sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5). ¡Este hecho es el estímulo para
este Año de la fe. Que nuestra fe conquiste el mundo!

Creciendo en la fe
Sabemos por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que a medida que crecemos en
nuestro conocimiento de la bondad y el amor de Dios, también crecemos en nuestra fe.
Esta debe ser nuestra esperanza en este Año de la fe. La última vez que Mateo utiliza la
palabra pistis (fe) se produce al registrar las palabras de Jesús a los escribas y los
fariseos, en el más franco de sus discursos hacia ellos en todos los evangelios: “¡Ay de
vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del
comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fe!”(23:23).
Procuremos que Jesús no tenga que lamentarse de la misma manera por nosotros.
Señor, auméntanos la fe
Predica Salvador Gomez
https://www.youtube.com/watch?v=ivW0D5tXQUA

 Jesús a Jairo: No temas, solamente ten fé


 Lucas 17: 1,6 “Señor auméntanos la fé”, es imposible que no hayas escándalos (tropiezo, obstáculo,
algo que te sacude, que te pone en crisis, que pode a prueba tu fé, lo que puede hacerte dudar en
los que crees). La fe crece cuando se necesita creer, cuando te quedas cuando otros se marchan.
o Si tu hermano peca 7 veces al día, perdónalo y ellos respondieron “Señor auméntanos la
fe”
Para seguir en la iglesia necesitamos que se aumente nuestra fé.
Libro: secretos para éxito (salvador Gómez)
La fe explica lo que la razón no puede explicar
Sana lo que la medicina no ha podido sanar
Espera lo que humanamente ya no se puede esperar
Alcanza lo que con nuestra fuerza no podemos alcanzar
Los que tienen fe se mantienen de pie cuando otros se derrumban, encuentran caminos,
avanzan cuando otros retroceden, tienen fuerza para seguir luchando cuando otros aceptan la
derrota, tienen esperanza y creen en la eternidad cuando otros piensan que todo se termina con
la muerte.

162. Catecismo de la Iglesia Católica


SI tuvieran fe como el grano de mostaza, si ustedes pudieran crecer.

- El catecismo nos dice: Como crecemos en la fe los que tenemos el granito de mostaza que
recibimos en el bautismo, recibimos esa virtud teologal (que solo Dios la puede dar).

 162 Catecismo: La fe es un Don gratuito que Dios hace al hombre, este don inestimable
podemos perderlo, San pablo advierte de ello a Timoteo cuando en la 1 carta cap. 1, 18, 19
le dice “Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta, algunos por
haberla rechazado naufragaron en la fe para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe
debemos: “ alimentara con la palabra de Dios, pedir al señor que la aumente, debe actuar
por la caridad, ser sostenida por la esperanza y estar enraizada en la fe de la iglesia”

La fé es un don de Dios, nosotros lo recibimos sin merecerlo, solo podemos decir GRACIAS, pero podemos
perderlo o aumentarlo. Esa semilla que recibimos se puede perder o puede crecer.

Una semilla necesita agua, tierra, aire, sol (Agua, luz, espacio y nutrientes). El grano por si mismo no
puede crecer.

Según el catecismo se necesita:

 Alimentarla con la palabra de Dios


 Pedir al Señor que la aumente
 Actuar por la caridad (Una fe sin obras es muerta)
 Ser sostenida por la esperanza
 Estar enraizada en la fe de la iglesia
Echar raíces, profundizar en la fe de la iglesia.

Muchos bautizados se van de la iglesia católica, nunca echaron raíces y después dicen “Cuando yo era
católico”.

El bautismo puso las semillas, pero se puede perder porque no la alimentas.


Jesus les enseñó a sus discípulos en Mateo Cap. 14. 24… ¿La barca se hallaba lejos de tierra…hombre d
época fe, por qué dudaste?”

La tormenta va a pasar…… los que estaban en la barca tenían miedo (cuando uno tiene miedo mira
fantasmas por todos lados) Jesús dijo “ánimo, no temas” y

Dijo Pedro “si eres tú el que estaba hablándome mándame a caminar por encima del agua”, caminar en
avanzar aún por encima del agua, la gente que sale adelante no es la espera que la tormenta se calme, son
los que saben caminar a pesar de las tormentas. La gente que triunfa no es la que tiene las mejores
circunstancias en la vida.

Pedro cometió un error, dejó de ver a Jesús para ver el agua, para ver la tormenta y en ese momento le
entró miedo. Nos entra miedo cuando miramos mas los problemas que a Dios, debemos ver a DIOS no al
problema, debemos orar viendo a Dios no al problema.

El arma secreta de David para vencer a Goliat “Yo voy a El en el nombre del Dios que está desafiando y
dijo siempre me ha librado” No repasó sus fracasos, repasó las veces que había triunfado. REPASA TUS
TRIUNFOS, NO TUS FRACASOS.

La gente que avanza es la que ha aprendido a tener la mirada puesta en el Señor.

Otro pasaje menciona otra tormenta, pero Jesús está en la barca, aunque Jesús este en la barca con
nosotros, siempre van a haber problemas.
La fe una respuesta de amor al Dios que nos ama
Lazos de Amor Mariano
https://www.youtube.com/watch?v=7f1_WaXHltA
Jesús a Jairo: No

Lucas 24, 35-48: Los apóstoles tenían aún dudas


Marcos 9,14 No lo hacen por falta de fé, el padre del muchacho dice “Creo, pero aumenta mi fé”
La fe es un don de Dios. En el fondo todos los seres humanos tenemos el deseo de confiar, pero esa
confianza ha sido dañada porque mucha gente nos ha mentido. Nos cuesta depositar en Dios todo lo que
tenemos, todo lo que somos, nuestros proyectos.

Catecismo: La confianza en un hombre no puede ser igual que la confianza en Dios, la confianza en Dios
debe ser absoluta porque Dios no miente.

Catecismo-Características en la fé:
 Es una gracia, es un don de Dios, nos regaló la fé en el bautismo, recibimos el ES con todas sus
gracias, y debemos de cuidarla porque se puede perder. Debemos perseverar en la fe. Debemos
tener cuidado de no poner confianza en cualquier práctica.
 Es un acto humano, Es un acto unido a la razón, libre, que todos los humanos tenemos.
 Coopera con la inteligencia, es superior a la razón, pero no contradice a la razón, no se pelean. La
razón muestra las verdades y las leyes que Dios puso, nos hace unirnos más a Dios. El padre Loring
dice que tuvo que haber una inteligencia que haya ordenado todo el universo, no puso haber sido
pura casualidad. Hay cosas que no entendemos, pero con humildad podemos pedirle al Señor,
porque los misterios de Dios solo se los revela a los humildes. La fe no es irracional. Hasta los
científicos creen en la investigación que hizo otro, no todo podemos comprobarlo.
Catecismo 143. La fe es someter la inteligencia y la voluntad a Dios, sabiendo que hay una prueba de
realidad, aunque no lo veamos. El amor existe y no lo vemos, no lo cuantificamos. La prueba más
importante es la experiencia personal que tengamos con El.
 Es un acto libre, Dios no obligó a nadie a creer.

Como conservar la fe:


Viviendo la eucaristía

1 pedro 3.15: Hay que dar razón de la fe

Perseverar en la fe, al ejemplo de María la mujer de la perseverancia, la madre firme en la fé


https://www.youtube.com/watch?v=ivW0D5tXQUA

https://www.youtube.com/watch?v=gZblLBJPdYU

https://www.youtube.com/watch?v=E6KAbOawels

https://www.youtube.com/watch?v=7f1_WaXHltA

https://www.youtube.com/watch?v=ubWkW5FMqRM

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