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Weber, M. “El presidente del Reich”.

• Razones que justifican la elección directa del presidente por el pueblo.


• 1. Creación de un vértice estatal que sea dirigido por la voluntad de todo el pueblo sin la
intervención de mediadores en pos de que los gobiernos de los estados van a tener
participación en la formación política del Reich.
• 2. Solo un presidente del Reich apoyado por millones de votos puede disponer de la
autoridad necesaria para encauzar la socialización, que no puede ser realizada mediante
disposiciones legislativas sino que depende de una administración rigurosamente unitaria.
• 3. Solo una elección del presidente del Reich por parte del pueblo puede activar una
selección de los líderes y, por lo tanto, una reorganización de los partidos que pueda superar
el sistema actual de dirección política por parte de los notables.
• 4. El sistema proporcional alemán refuerza la exigencia. El parlamento va, en consideración
de Weber, a convertirse en un órgano corporativo ocupado por escaños que actúan bajo
mandato “imperativo” de grupos económicos. Esto es, un parlamento incapaz de seleccionar
dirigentes políticos. El Bundesrat, por el contrario, se va a encontrar ampliamente vinculado
a través de sus decisiones con el canciller del Reich.
• 5. Semejante particularismo hace necesaria una institución que represente el principio de la
unidad del reich. En la elección de un presidente a manos del pueblo, el movimiento
electoral es un dique contra el crecimiento excesivo y unilateral de semejante tendencia.
• 6. Hoy, la situación es tal, que todos los proyectos de constitución se han sumido en una fe
supersticiosa en la infabilidad y en el poder absoluto de la mayoría, no ciertamente del
pueblo sino más bien de los parlamentarios. En este caso, al presidente solo se lo haría valer
en caso de crisis irresoluble. Con la elección directa, en cambio, se le da un terreno propio.
De otro modo, la estructura entera del Reich vacilará frente a cada crisis parlamentaria.
• Solo un presidnete del Reich elegido directamente por el pueblo está en condiciones de
cumplir en Berlín un papel que no sea meramente tolerado junto a la cúpula estatal prusiana.
Al parlamento le va a costar renunciar a la elección del órgano supremo del Reich, pero debe
reconocer la carta magna de la democracia antes de que quede en manos de sus enemigos.
Derecho del presidente a disolver el parlamento y convocar un plebiscito. Baluarte de la
auténtica democracia: “sumisión a un jefe elegido por ella misma”.

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