Karl Marx: su teoría sobre la política, económica y social sostiene que todas las
sociedades avanzan a través de la lucha de clases, en donde el capitalismo como
él lo nombra “dictadura de la burguesía” vigente en la sociedad, hacía que las clases altas dueñas de los medios de producción solo ganaran en su propio beneficio conllevando tenciones internas producidas por la sociedad, que darían acabo a una nueva clase social que quedaría a cargo del poder político o del estado, que sería el proletariado, denominada “dictadura del proletariado”, tras el trascurso del tiempo la sociedad no va a necesitar un estado regular por lo que solo existirá como ley primaria el bien común, así emergiendo un nuevo sistema llamado comunismo. Marx en su idiosincrasia pensaba que el hombre es el resultado de sus relaciones sociales además de determinados factores como la sociedad, cultura y creencias siendo así no un concepto abstracto ni fuera de este mundo, sino el hombre es el mundo siendo así dueño de su vida, con libertades y elecciones ilimitadas. Según su pensamiento “la religión es el opio del pueblo” ya que transforma al hombre en conformista y lo desvía de su propio destino, desvalorizándolo y haciendo nuestras elecciones limitadas, más el hombre pone a dios como el significado de la vida, poniendo incluso a dios por sobre su condición humana, consolando al hombre que en la otra vida recibirá justicia y felicidad, aceptando el sufrimiento que nos toca vivir, desencadenando en la justificación de la clase dominante por sobre la dominada, así opacando la energía y determinación para el cambio y la revolución. Sigmund Freud: padre del psicoanálisis, Freud postuló la existencia de una sexualidad infantil perversa polimorfa, tesis que causó una intensa polémica en la sociedad Freud buscó una explicación a la forma de operar de la mente. Propuso una estructura de la misma dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó: El ello representa las pulsiones o impulsos primigenios. Según Freud, constituye el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos. El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos. Yo permanece entre ambos. Actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo de la consciencia (existen partes del yo que son inconscientes). Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del superyó. Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Aunque se reconociera como un ateo empedernido o creyera que la idea de Dios era insostenible, Freud consideraba que la religión era una neurosis que, en ocasiones, se acercaba peligrosamente a la locura. Para el médico vienés la religiosidad era una amenaza para la libertad y la verdad, en última instancia, para la felicidad de los seres humanos. En el futuro de una ilusión lo expresaba con claridad: la religión es una neurosis obsesiva universal de la humanidad, ésta surgió, como una ilusión que intentaba cubrir los deseos más primitivos de los seres humanos.