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Esther Díaz

Entre la tecnociencia y el deseo


La construcción de una epistemología ampliada

Editorial Biblos
F i l o s o f í a
Díaz, E s t h e r
E n t r e la tecnociencia y el deseo. La construcción de
u n a epistemología a m p l i a d a . - l a . ed. -
Buenos Aires: Biblos, 2007.
167 pp.; 23 x 16 cm.

ISBN 978-950-786-601-2

1. Filosofía. I. Título.
CDD 190

Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.


Armado: Hernán Díaz

© E s t h e r Díaz, 2007
© E d i t o r i a l Biblos, 2007
Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires
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Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723
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miso previo y escrito del editor. S u infracción e s t á p e n a d a por l a s leyes 11.723 y 25.446.

E s t a primera edición de 1.500 ejemplares


se terminó de imprimir en P r i m e r a Clase,
California 1231, Buenos Aires,
República Argentina,
en septiembre de 2007.
I. ¿Qué e s la epistemología?

1. E l s e n t i d o m ú l t i p l e d e l a v e r d a d

Japón, siglo XII, senderos en el bosque. U n samurai camina lenta-


mente delante de un caballo blanco al que conduce por las riendas.
Canto de pájaros. Rayos de sol que atraviesan el follaje y bailan en la
maleza. Los medallones de luz tornan traslúcido el velo de u n a mujer
posada en la montura. La tela se desliza hasta los pequeños pies, que
delatan la nobleza de su dueña. La montura y el armamento brillan.
U n a especie de paz emana de la armonía de las cosas. Pero el delica-
do equilibrio se quiebra. La narración interrumpe su secuencia. H a y
algo que la cámara no captó y al encenderse nuevamente nos devela
el caos. El hombre muerto, la mujer violada, las armas no están, el
sombrero de él en el suelo, el de ella cuelga desgarrado de u n arbusto
solitario.
Comienza Rashomon, de Akira Kurosawa.
El jurado a cargo del caso - q u e no se deja v e r - escucha diferentes
versiones del acontecimiento:

• U n humilde leñador dice haber encontrado al samurai sin vida.


Agrega que no vio a la mujer, tampoco al caballo, ni las armas.
• La viuda declara no saber cómo murió su marido y acusa a u n
desconocido de haberla ultrajado.
• U n mal viviente atrapado en el bosque asume haber violado, pero
no matado.
• Finalmente el muerto, cuyo espíritu se expresa a través de una
médium, acusa a su esposa y al delincuente.

Todos difieren y todos, hasta el fantasma, despiertan sospechas.


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12 Esther Díaz

Sólo coincide cierto estado de las cosas: la desaparición del caballo y


las armas, la mujer violada y el samurai muerto.
Sin embargo la verdad de lo acontecido se pierde en el misterio.
Hay múltiples testimonios creíbles pero contradictorios entre sí. Es­
peramos ansiosos que finalmente se devele la incógnita. Pero el film
termina y las incertidumbres se acrecientan.
En la película el jurado no aparece. Sin embargo, la ausencia in­
tensifica su presencia. Mejor dicho, nos imaginamos que está presen­
te porque los personajes que declaran miran al frente mientras tra­
tan de demostrarles a los jueces la veracidad de sus relatos. En
realidad los actores observan el ojo de la cámara y, al proyectarse la
película, parece que esos personajes miraran a los espectadores. En
cierto modo, el jurado de Rashomon ocupa nuestro lugar. Es como si
saliera de la proyección, en la que nunca se refleja, y se instalara en
la butaca.
Esos representantes de la justicia habitan u n punto ciego y mudo
en esta obra. El público no los ve ni los oye. Los jueces son opacos
para nosotros, pero no para los personajes de ficción que los miran
con énfasis y respeto. U n a luz atraviesa la pantalla, emerge de las
pupilas de los actores y choca con las nuestras. Esa flecha de intensi­
dad nos incluye en la trama. Los testigos se dirigen al jurado que es
al mismo tiempo el espectador. Se siente la impotencia de ocupar el
lugar del juez y no poder juzgar. Mejor dicho, no poder contar con
elementos que aseguren objetividad.
Kurosawa brinda una estremecedora lección acerca de la verdad.
Ese discurso que construimos a partir del estado de las cosas, pero
que no encuentra manera de corresponderse con ellas de modo ecuá­
nime. De cada relato fluye un sentido diferente: se alternan diversas
perspectivas, que semejan destellos de un diamante tallado que emi­
te diferentes colores según los haces que lo iluminan.
La no correspondencia entre las versiones de los personajes diluye
la posibilidad de dirimir una verdad clara y distinta. La multiplicidad
de jueces es otro impedimento para forjar un juicio unánime. Pues,
además de los que suponemos en la obra, existen tantos jueces como
espectadores. La ilusión de verdad absoluta se pulveriza. Titilan frag­
mentos de sentido. Los testimonios, por contradictorios, desconcier­
tan. En lugar de una verdad única, hay fuga de sentido.
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El sentido se produce en una dimensión incorporal. La prover-

1. Entiendo "incorporal" en sentido deleuzeano; el concepto está tomado de los estoicos


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¿Qué es la epistemología 13

bial indiferencia de los acontecimientos provoca juicios disímiles.


Genera un sentido que surge de choques de fuerzas y se desliza por
la superficie de las palabras. El sentido no se encierra en proposicio-
nes: deviene a través de ellas.

1.1. La ciencia iluminada por el arte

Nuestra disposición frente a la proyección de Rashomon es simi-


lar a la que tenemos cuando nos enfrentamos a Las Meninas bajo el
influjo de la interpretación de Michel Foucault. Hay una especie de
imán que atrae las miradas de los personajes del cuadro de Veláz-
quez hacia afuera del hecho estético. U n lugar indecidible, inasible,
inestable. U n espacio vacío, el exterior de la representación. El pin-
tor, autorrepresentado en su propio cuadro, y la mayoría de los per-
sonajes miran hacia adelante. El objeto de esa atención se nos esca-
pa a quienes observamos el cuadro, pues está enfrente de la imagen,
fuera del cuadro, m á s allá de la representación. Del mismo modo
como en la proyección de Rashomon se nos escapa la visión de los
jueces.
Velázquez y Kurosawa encontraron la manera de expulsar a los
personajes principales de sus respectivas obras y hacerlos habitar
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entre nosotros.
Al fondo de Las Meninas - c a s i en el centro- hay u n rectángulo
ricamente enmarcado. Es más pequeño que las demás representacio-
nes que pueblan las ficticias paredes del cuadro que estamos obser-
vando. Se diferencia en tamaño y textura. En realidad, no se trata de
una pintura más sino de la representación de un espejo que refleja el
rostro de dos personas: una mujer y u n hombre, la reina y el rey. Pero
la atención se concentra en el rey, que lo es por derecho propio. Ella
sólo es reina por haberse casado con él.

quienes repararon que el sentido no reside en las cosas, tampoco en las palabras; se
produce como efecto de choque entre cuerpos (Deleuze, 1989).
2. Rashomon, de Akira Kurosowa, se estreno en 1950 y está basada en el relato de
Ryunosuke Akutagawa "En el bosque". Por su parte, la interpretación de Michel
Foucault sobre Las Meninas se encuentra en el primer capítulo de Las palabras y las
cosas (1975) A continuación desarrollo una interpretación tomando y reelaborando
fragmentos de mi artículo "Nietzsche entre las palabras y las cosas" (Díaz, 2006. 97-
107).
14 Esther Díaz

Velázquez honra al rey representándolo dentro de la representa-


ción; es decir, reduplicando la representación. Porque el cuadro que
miramos es una representación; pero su personaje principal, el rey,
no está directamente representado, como habría ocurrido en cual-
quier cuadro occidental que precediera a éste. Es como si la "verdad"
del cuadro residiera en representar la representación. Y no sólo re-
presentarla sino también darle un lugar de privilegio, duplicándola.
Cabría preguntarse por qué Velázquez, puesto que quería dupli-
car la representación del soberano, en lugar de representarlo en un
espejo no lo hizo en un cuadro dentro del cuadro (al que actualmente
llamamos Las Meninas). Se me ocurren dos respuestas, entre tantas
posibles.
En primer lugar, u n personaje representado en un cuadro den-
tro de un cuadro real sería u n elemento secundario, una especie de
decoración. Por el contrario, si la mayoría de los personajes miran
al principal, que está fuera del cuadro pero también dentro (ya que
un espejo lo refleja), el observado se impone doblemente. Es como
detener el tiempo y a la vez mostrarlo en su devenir. Ese cuadro
muestra miradas que miran al rey aquí, ahora y constantemente.
Miradas capaces de ver lo trascendente o, mejor dicho, lo que tras-
ciende a la pintura.
En segundo lugar, Velázquez encontró la manera de representar
la trascendencia, el más allá del cuadro: el personaje real (en los dos
sentidos de "real": por pertenecer a la realeza y por no ser ficticio)
está fuera del cuadro. Lo que trasciende es más importante aún que
lo trascendido (que lo representado). Prueba de ello es que concentra
la atención y el respeto de la mayoría de los sujetos pintados. Porque
hay algo más importante incluso que la representación duplicada en
la pequeña superficie especular y eso, precisamente lo más impor-
tante, está fuera del cuadro. Pero únicamente nosotros - l o s especta-
dores- podemos conocer la importancia de lo trascendente gracias a
la doble representación que se nos ofrece a la mirada. Lo trascenden-
te en este cuadro es el rey, y la metáfora filosófica remite a que el
lugar ocupado por el rey en el neoclasicismo, en la modernidad ma-
dura será ocupado por el hombre, en tanto objeto de estudio de la
ciencia.
U n a especie de avant premiére de la postura kantiana que afir-
mará que el ser empírico y finito que somos mediante la razón parti-
cipa de lo formal, universal y trascendental que no somos. Antes de
que Kant intentara fundamentar la ciencia moderna mediante la
Crítica de la razón pura, Velázquez iluminó esa ciencia sintetizando
¿Qué es la epistemología? 15

en un cuadro el proceso científico moderno. Apelo a dos metáforas


pictóricas:

1) El rey pintado en un espejo dentro del cuadro alude al conoci-


miento científico "representando" lo real.
2) El rey fuera del cuadro es invisible para el espectador, como lo son
las leyes universales que legitiman el conocimiento científico du-
plicando la representación.

1.2. El conocimiento como representación duplicada

En Las palabras y las cosas Foucault (1975), al iniciar su arqueo-


logía de las ciencias sociales, analiza Las Meninas como paradigma
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de la manera privilegiada de acceder a la verdad en la modernidad, ,
época que estableció que el único conocimiento verdadero es el cientí-
fico, entronizando como modelo de lo científico a la físico-matemáti-
ca. En ella lo importante es la representación en los dos sentidos que
señalan Las Meninas: como representación de la realidad (lo que ocu-
rría en el salón representado) y como duplicación de la representa-
ción (la representación del reflejo de lo real en el espejo). E n ciencia,
esto se traduce así: el objeto de estudio se representa (se recorta una
porción del mundo a estudiar) y se enuncian fórmulas, modelos y
axiomas (se duplica la representación). Lo formal le otorga consis-
tencia al conocimiento científico y lo torna "más confiable" que la
observación directa de los fenómenos que relaciona.
Denomino representación:

• de nivel uno a la convicción de que sólo se puede conocer "repre-


sentándose" los fenómenos y sus relaciones, y
• de nivel dos a la convicción de que sólo se garantiza el conocimien-
to si se lo "representa" en leyes universales y necesarias.

La modernidad trata de conceptualizar a priori, antes que inte-


ractuar con objetos concretos. Esto hizo posible la revolución coper-
nicana. El conocimiento dejó de movilizarse por lo que muestran los
fenómenos (en este caso, que el Sol se mueve) y produjo u n giro de

3. Recordemos que el subtítulo de Las palabras y las cosas es Una arqueología de las
ciencias humanas.
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ciento ochenta grados. Se comenzó a construir una concepción de lo


real consistente en imaginar que los fenómenos no son lo que pare-
cen ("parece" que la Tierra está inmóvil y el Sol se desplaza). Para
dar cuenta de este giro cuya repercusión va mucho más allá de lo
meramente cognoscitivo, se enunciaron leyes universales que tras-
cienden lo empírico y que son más importantes que los fenómenos
mismos. Porque aunque "parece" que la Tierra está inmóvil, hay que
imaginarla móvil e imaginar que el Sol, que "parece" girar, está real-
mente inmóvil.
Se establece así la duplicidad de la representación similar a la
réplica del rey en la pintura de Velázquez. Lo más importante del
cuadro (el pequeño espejo que refleja al rey) apenas lo vislumbra-
mos: su modelo no está en el cuadro. Pero da señales de su existencia
reflejándose en el fondo de la representación, en un espejo. Si se des-
glosa esta metáfora, resulta que cuando en la actividad científica se
contrasta un enunciado observacional —nivel uno de representación-
de manera positiva, está indicando un más allá, una ley universal de
la naturaleza —nivel dos de representación—. Con este tipo de supues-
tos se fue construyendo el proyecto moderno.
Considero que la filosofía kantiana da cuenta de la duplicación
representativa; porque la imagen (el concepto, la representación) de
los fenómenos remite a un contenido sensible. Pero sólo las formas
puras del sujeto trascendental posibilitan esa representación. Y esto
es así porque el sujeto trascendental - p o r ser a priori, es decir, uni-
versal, necesario e independiente de la experiencia- puede represen-
tarse la forma de la ley que responde a esas mismas características:
universalidad, forzocidad y ahistoricidad.
Incluso, según Foucault, es también ese espacio atractor de mira-
das el lugar en el que se dirimen las ciencias sociales; esas discipli-
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nas que han inventado al hombre como objeto científico. Porque al
mirar el cuadro cada uno de nosotros ocupa el lugar del rey. Cuando
el sujeto es a la vez objeto (de estudio) también se produce conoci-
miento mediante duplicación de la representación. El hombre inven-
tó las ciencias sociales en el momento en el que comenzó a sistemati-

4. Sabido es que, según el marco teórico del que se parta, el objeto de estudio de las
ciencias sociales se denomina de diferentes maneras: "hechos sociales", "relaciones de
producción", "individuo", "prácticas sociales" u "hombre" -entre otras designaciones
posibles-, pero siempre se trata del mismo referente, es decir, de lo humano en tanto
social.
9
¿Que es la epistemología 17

zar la representación que tiene de sí mismo. Se duplica al represen-


tarse para objetivarse, y luego interpreta esa duplicación desdoblán-
dose nuevamente para extraer "leyes" científicas.

1.3 El sentido de las cosas

Así como en Las Meninas se multiplica la representación, en nues-


tra realidad se produce una multiplicidad de sentidos respecto de los
estados de las cosas. Pues el rey, que es la referencia privilegiada, no
se encuentra directamente representado en la pintura, sino duplica-
do en un espejo ubicado en el fondo del cuadro que lo refleja. Allí está
la 'Verdad" que, como en la caverna platónica, está proyectada en
5
una representación de la realidad La modernidad imaginó el cono-
cimiento científico como un espejo que refleja la naturaleza. No se
tuvo en cuenta, entonces, que la imagen reflejada en u n espejo —simi-
lar a la proyectada en el fondo de la caverna- es efímera, virtual,
titilante, una imagen a la intemperie. Cualquier cambio de perspec-
tiva produce devenir, fuga o ausencia de sentido. Éste es el destino
precario de los reflejos de la verdad y la puesta en escena de alguna
de sus facetas
Retomo ahora la metáfora de Kurosawa y la enfrento con la de
Velázquez. el emplazamiento del espectador es el lugar del jurado,
en una, y del rey, en la otra Ese lugar de privilegio es doble, desde él
se mira la ficción y se consideran las leyes jurídicas y científicas,
según una interpretación posible que coloca al científico en el lugar
del juez o del rey Asimismo, quien está fuera de la representación
observa desde un punto pretendidamente aséptico, objetivo, neutro,
similar al ideal del investigador científico. Se coloca m á s allá del ob-

5 En la caverna platónica los hombres que pasan entre los prisioneros, sentados de
espaldas a la entrada mirando hacia el fondo, portan imágenes de seres de la natura-
leza Es decir, representaciones Estas, al ser iluminadas por el fuego, proyectan som-
bra en el fondo de la caverna, esas sombras son imágenes de segundo grado respecto
de los simulacros que portan los hombres en sus manos Los prisioneros creen que
esos reflejos son la realidad Es decir, ellos estiman que son objetos verdaderos aque-
llos que en realidad son sombras de representaciones de la verdad La verdad enton-
ces es la pálida sombra (o metáfora de segundo grado) de la realidad Aquí nos encon
tramos con el antecedente filosófico de la "duplicación de la representación" estudiado
por Foucault en Las palabras y las cosas Para el mito de la caverna, véase Platón,
República
18 E s t h e r Díaz

jeto estudiado, como m á s allá del cuadro está el rey, como m á s allá de
la p a n t a l l a el j u r a d o , como m á s allá de ambos los espectadores.
Desde esa distancia crítica se d e t e r m i n a n las leyes que rigen no
sólo los destinos h u m a n o s sino t a m b i é n los de la n a t u r a l e z a . Sin
embargo, a p e s a r de sus poderes p a r a j u z g a r la realidad, al cientíñco
(como al juez) se le escabulle la v e r d a d indeclinable, m i e n t r a s nue-
vos sentidos se deslizan por el cimbronazo constante del fluir de los
acontecimientos. Porque, en ú l t i m a instancia, desde su atalaya, está
confinado - i g u a l que n o s o t r o s - a observar recortes de u n a realidad
infinita. El observador "imparcial", en su versión Kurosawa, depen-
de de u n haz de luz en el que no está r e p r e s e n t a d o . Y en su versión
Velázquez, de su virtual reflejo en u n espejo. E n a m b a s versiones se
e n c u e n t r a fuera del recorte de la realidad r e p r e s e n t a d a .
E n las dos obras de arte evocadas la ubicación del jurado y la del
rey semejan también el lugar del epistemólogo, que reflexiona sobre
los derroteros del conocimiento científico m á s allá de la escena propia-
mente científica. Legisla acerca de la validez de las teorías y reina en
la duplicación cognoscitiva formalizando los enunciados protocolares.

• Los legisladores civiles, desde los arcanos del tiempo, t r a z a n las


coordenadas por las que deben t r a n s i t a r los sujetos.
• Los científicos, desde la modernidad, formulan las leyes del cono-
cimiento.
• Los epistemólogos, desde principios del siglo XX, analizan los pro-
cesos cognoscitivos.

2. ¿Qué e s l a e p i s t e m o l o g í a ?

La epistemología es a la ciencia lo que la crítica de arte al fenóme-


no estético. El a r t i s t a produce obra de a r t e , el crítico la analiza. El
científico produce teorías y prácticas científicas, el epistemólogo re-
flexiona sobre ellas. La epistemología construye conceptos sobre el
conocimiento, cuyos principales ejemplos son extraídos de la ciencia.
Es u n debate (sin solución de continuidad a la vista) acerca de

a) la ahistoricidad, forzocidad, universalidad, formalización y neu-


tralidad ética del conocimiento científico, o
b) de la responsabilidad moral, el origen epocal, contingente, sesga-
do, interpretativo y a t r a v e s a d o por lo político-social de ese conoci-
miento.
¿Qué es la epistemología? 19

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Se suele denominar "línea fundadora" o "concepción h e r e d a d a " a
quienes defienden lo primero y "epistemología crítica o a l t e r n a t i v a "
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a las corrientes que postulan lo segundo. Estos últimos son fuentes
que d e r r a m a n sentido en este libro.
También es t e m a de la epistemología el análisis de las condicio-
nes de posibilidad p a r a que u n a comunidad científica establezca acuer-
dos sobre problemas, métodos, simbologías y estados de las cosas.
Los acuerdos, según las corrientes que a d h i e r e n a la posición h e r e -
dada, se desprenden del minucioso análisis de los enunciados cientí-
ficos y de los procedimientos p a r a la contrastación empírica de esos
enunciados, cuyo mayor mérito es la posibilidad de ser formalizados,
g a r a n t i z a n d o así su validez universal. Esto se pone en entredicho
desde p o s t u r a s a l t e r n a t i v a s .
Cabe p r e g u n t a r s e , por ejemplo, si el concepto de universalidad no
es sólo u n a construcción lingüística, u n modo de generalizar e n u n -
ciados sobre constataciones empíricas que no por n u m e r o s a s dejan
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de ser singulares; así como los enunciados, que no por ser claros

6. D e n o m i n o "línea f u n d a d o r a " a los p r i m e r o s epistemólogos m o d e r n o s y a s u s segui-


dores. T a m b i é n utilizo la expresión "concepción h e r e d a d a " , d e n o m i n a c i ó n a c u ñ a d a
por H i l a r y P u t n a m en "Lo que las t e o r í a s no son" (en Olivé y P é r e z R a n s a n z , 1989:
312), q u i e n a l u d e a la m i s m a corriente teórica c o m p a r t i d a , con diferencias i n t e r n a s ,
por epistemólogos e m p i r i s t a s , r a c i o n a l i s t a s , f o r m a l i s t a s y/o j u s t i ñ c a c i o n i s t a s , d e s d e
Rudolf C a r n a p h a s t a K a r l H e m p e l , i n c l u y e n d o a H a n s R e i c h e n b a c h , K a r l Popper,
E r n e s t N a g e l , así como a los n u e v o s f o r m a l i s t a s , como J o s e p h S e n e e d , Woolfang Steg-
müller, Carlos M o u l i n e s y algunos r e p r e s e n t a n t e s locales de e s a epistemología q u e
r e c h a z a n c u a l q u i e r consideración filosófica que i n t e n t e e s t u d i a r la ciencia e n su rela-
ción con la sociedad.
7. C u a n d o se h a b l a de europeos p r e o c u p a d o s por t e m a s r e l a c i o n a d o s con la ciencia se
suele p e n s a r e n g e r m a n o s y anglosajones p o r q u e ellos i n t e g r a r o n la "corriente t r i u n -
fante" (a la q u e se p l e g a r í a n casi m a y o r i t a r i a m e n t e la epistemología e s t a d o u n i d e n s e y
s u s "satélites" c u l t u r a l e s en l e n g u a española). Pero no se d e b e r í a obviar q u e en Ale-
m a n i a s u r g i e r o n t a m b i é n críticas c o n t u n d e n t e s al r e d u c c i o n i s m o y q u e la epistemolo-
gía francesa, en g e n e r a l , fue y es crítica de la epistemología d e s g a r r a d a de la h i s t o r i a ,
propia de la concepción f u n d a d o r a . C a b e m e n c i o n a r t a m b i é n la a p e r t u r a del e s t a d o -
u n i d e n s e T h o m a s K u h n y del a u s t r í a c o P a u l F e y e r a b e n d h a c i a u n a epistemología
a r t i c u l a d a con la h i s t o r i a . De todos modos, e n epistemología la c o r r i e n t e t é c n i c o - a n a -
lítica fue h e g e m ó n i c a d u r a n t e g r a n p a r t e del siglo XX; y a ú n lo es e n t r e la m a y o r í a de
los científicos de las ciencias d u r a s y e n t r e varios epistemólogos.
8. E s t a s g e n e r a l i z a c i o n e s son útiles p a r a la ciencia y p a r a la c o t i d i a n i d a d . Aquí se
i n t e n t a p r o b l e m a t i z a r la p e r t i n e n c i a epistemológica de la categoría de " v e r d a d " u n i -
v e r s a l , olvidando la contingencia de la r e a l i d a d y los sesgos d e s d e los q u e se a b o r d a
c u a l q u i e r conocer (o c u a l q u i e r p e n s a r ) .
20 E s t h e r Díaz

dejan de ser metáforas del m u n d o . Pero h a y algo que parece irrefuta-


ble: las comunidades científicas proponen e imponen experimentos
de valor universal, a u n q u e se t r a t a de u n a universalidad expuesta al
riesgo de que se d e m u e s t r e lo contrario o que, por imprevisibles gol-
pes del destino, sea s u s t i t u i d a por otra.
Veamos u n ejemplo desde la ciencia. Promediando el siglo XIX, la
comunidad científica acordaba en que los procesos fermentativos obe-
decían al accionar de componentes m e r a m e n t e químicos. Pero Louis
P a s t e u r (1822-1895) descubrió elementos biológicos en la producción
del ácido láctico, oponiéndose así a las verdades científicas entonces
vigentes que coincidían en r e c h a z a r la idea de algún tipo de influen-
cia de la organización y la vida en esos procesos. Al a n a l i z a r la pro-
ducción de ácido láctico por fermentación P a s t e u r diseñó p r u e b a s p a r a
que su objeto de estudio d e m o s t r a r a su temple vital. Y, no sin enfren-
t a r d u r a s acusaciones e iracundos a t a q u e s de p a r t e de sus oponen-
tes, logró imponer su innovación. Se aceptó finalmente la acción de
microorganismos en la fermentación que produce el ácido láctico. A
p a r t i r de los experimentos —y las luchas de poder— del científico fran-
cés no sólo se resolvió u n e n i g m a crucial sino que t a m b i é n se dio paso
a u n a nueva disciplina, la bioquímica.
Pero n a d a le cayó de regalo al científico de Lille, que debía luchar
en varios frentes al mismo tiempo: en el laboratorio, abriéndose paso
e n t r e el m a r a s m o de datos empíricos borrosos, m i e n t r a s a t i s b a b a
posibles confirmaciones de sus hipótesis; en la comunidad científica,
debatiendo contra quienes defendían la n a t u r a l e z a p u r a m e n t e quí-
mica de los fermentos y lo convertían en blanco de sus chicanas aca-
démicas; en el plano político, al que apelaba recordándole a las auto-
ridades que las g u e r r a s perdidas por su país se correspondían con el
desinterés de los g o b e r n a n t e s por la investigación científica, mien-
t r a s que las g a n a d a s le debían mucho a las inversiones e s t a t a l e s en
investigación. La apelación a lo bélico p a r a i n c r e m e n t a r subsidios a
la investigación ya h a b í a sido utilizada por Galileo Galilei y se reite-
ró varias veces en la historia. De hecho, muchos desarrollos científi-
cos se deben a la rivalidad e n t r e los pueblos. Es decir que lo interno
- e l logro de nuevos conocimientos- está directamente p e n e t r a d o por
lo externo.
El empeño de P a s t e u r en i m p o n e r sus innovaciones corría parejo
con su esfuerzo científico. De n a d a valdría lo actuado en la soledad
del laboratorio si sus r e s u l t a d o s no circulaban por la sociedad. Se
propuso entonces divulgar p e r s o n a l m e n t e sus hallazgos. Estableció
y fortaleció influencias. Cuando, finalmente, sus experimentos fue-
¿Qué es la epistemología? 21

ron asumidos por la comunidad, su poder simbólico, académico y eco-


nómico a u m e n t ó sensiblemente.
De hecho, u n a vez aceptada la acción de microorganismos en la
fermentación que produce el ácido láctico, P a s t e u r fue requerido p a r a
mejores cargos en P a r í s y contó con medios de excelencia p a r a otros
experimentos con resultados no menos espectaculares. Sus éxitos cien-
tíficos fueron premiados por la mejora en las condiciones de vida, en
general, y por el rédito personal traducido, e n t r e otras distinciones y
consideraciones, en el otorgamiento de la Legión de Honor y el reco-
nocimiento personal del e m p e r a d o r Napoleón III, primero, y del pre-
sidente de Francia, después. E n épocas de declinación de las noble-
zas europeas, comienza a expandirse u n nuevo linaje, el de la ciencia.
El funeral de P a s t e u r tuvo lugar en el palacio de Versalles.
Esto no le quita u n ápice de mérito a su aporte, pero m a r c a u n
antes y u n después, es decir, u n acontecimiento q u e no r e p e r c u t e
únicamente en el desarrollo del conocimiento, o historia i n t e r n a de
la ciencia, sino t a m b i é n en la externa, es decir, en las prácticas socia-
les con toda su carga de poder, ética y prestigio.
E n la mayoría de las innovaciones científicas h a y ingredientes
similares a las vicisitudes del caso P a s t e u r : hipótesis audaces, a n t a -
gonismos profesionales, apelación al mejoramiento de la defensa de
Estado como justificación de inversiones en investigación, preten-
sión de ecuanimidad o de superioridad moral del conocimiento. E n
fin, se e n c u e n t r a rigor investigativo, pero t a m b i é n poder, ética, de-
seo, prestigio, política y algo m á s .
I m a g i n a n d o como telón de fondo la h i s t o r i a de la ciencia, si se
piensa en los miles de e s t u d i a n t e s que cada año i n g r e s a n al siste-
ma científico recibiendo u n a visión despolitizada de ese s i s t e m a ,
hay que concluir que e s t a m o s a n t e u n a gigantesca operación de en-
cubrimiento.

3. E p i s t e m o l o g í a a m p l i a d a entre la historia interna y la


historia externa de la ciencia

Así pues, los pequeños organismos del laboratorio de Lille no sólo


conmovieron las teorías y las prácticas científicas sino t a m b i é n la
vida de Pasteur, que no entró sin compañía en la historia: t a m b i é n
los fermentos sobre los que investigaba sufrieron vicisitudes. P a r a
desconcierto del propio P a s t e u r , en 1880 los fermentos que ya se ha-
bían impuesto como organismos vivos se convirtieron n u e v a m e n t e
E s t h e r Díaz

en agentes químicos. Al abordarlos de m a n e r a diferente de como lo


h a b í a hecho P a s t e u r en 1858, produjeron otra realidad, o así lo p a r e -
cía a la luz de la recién nacida ciencia de las enzimas, que son com-
puestos químicos a c t u a n t e s en los procesos fermentativos (Latour,
2001: 181). Pero el devenir de la investigación determinó que las en-
zimas son producidas por organismos vivos. Así se rescató el logro de
P a s t e u r , a u n q u e a c t u a l m e n t e existen síntesis artificiales de algunas
enzimas.
Pero i n d e p e n d i e n t e m e n t e de este a v a t a r histérico-científico, P a s -
t e u r postulaba que el origen y la evolución de ciertas enfermedades
e r a n análogos a los procesos fermentativos. Consideraba que exis-
ten enfermedades que se producen por el a t a q u e de agentes etiológi-
cos p r o c e d e n t e s del exterior del o r g a n i s m o , a la m a n e r a de los
gérmenes que invaden la leche y c a u s a n su fermentación. Y logró
d e m o s t r a r que existen microorganismos en el polvo atmosférico que,
cuando e n c u e n t r a n u n lugar propicio con a b u n d a n t e alimento (como
los caldos nutritivos), proliferan. Su p o s t u r a fue m u y resistida por
científicos de todo el mundo.
U n o de los principales razonamientos aducidos en su contra era
q u e el p a p e l d e s e m p e ñ a d o por los g é r m e n e s en la e n f e r m e d a d
era secundario y carecía de importancia. La posibilidad de que u n
p u ñ a d o de microorganismos fuera capaz de m a t a r a organismos al-
t a m e n t e desarrollados r e s u l t a b a inconcebible. La historia que sigue
es por d e m á s conocida, así como la vigencia de gran p a r t e del acervo
tecnocientííico aportado por Pasteur.
Ahora bien, a p a r t i r de los dispositivos de saber-poder que se atis-
b a n d e t r á s de esta semblanza histórica, cabe p r e g u n t a r s e sobre la
pertinencia de la división, con fines de estudio, e n t r e historia exter-
n a e i n t e r n a de la ciencia como orientadora del análisis de las teorías
y las prácticas científicas. Porque, como q u e d a claro en el paradig-
mático caso de P a s t e u r , si el científico se h u b i e r a dejado a v a s a l l a r
por sus oponentes, por las críticas insidiosas o por los obstáculos (no
sólo epistemológicos) que debió afrontar, sus teorías no h a b r í a n t r a s -
cendido. Existían pocas posibilidades por cierto de que la verdad triun-
fara por sí m i s m a . Necesitó poder p a r a imponer su v e r d a d y ésta, a
su vez, le posibilitó mayor circulación por los e n t r e c r u z a m i e n t o s de
fuerzas institucionales.
E v i d e n t e m e n t e el núcleo gnoseológico, al que denominamos "in-
terno", i n t e r a c t ú a con la s u p u e s t a exterioridad.
E n El mercader de Venecia, de S h a k e s p e a r e , el m e r c a d e r no pue-
de t o m a r u n a libra de carne del cuerpo de su deudor porque la ley
¿Qué es la epistemología? 23

permite cortar u n trozo de carne al que no paga, pero impide que se


d e r r a m e sangre. Y como no se puede cortar carne viva sin desangrar,
Shylock no puede cobrar. Algo similar ocurre cuando se aplica la na-
9
vaja de Occam p a r a delimitar el alcance de la epistemología.
E n la construcción del conocimiento incide la i n t e g r i d a d de la
m á q u i n a social. Esto vale t a n t o p a r a quienes "cortan" hacia el inte-
rior de la ciencia como p a r a quienes "cortan" hacia el entorno. Tam-
bién existen disciplinas preocupadas por los contextos no cientíñcos
de las investigaciones. Sus estudios se dirigen hacia los factores es-
pecíficamente político-sociales relacionados con la e m p r e s a científi-
10
ca, m a n t e n i é n d o s e en el extremo opuesto al i n t e r n a l i s m o .
Sin embargo t a m b i é n h a y corrientes teóricas que exploran u n a
a l t e r n a t i v a a la polaridad y b o r r a n límites m á s que establecerlos,
como la antropología de la ciencia que opera sobre la complejidad de
11
los emprendimientos científicos. B r u n o L a t o u r (2001: 133), espe-
cialista en estudios sobre la ciencia, considera que ú n i c a m e n t e la
desatención y el descuido de los múltiples i n s t r u m e n t o s de análisis
explican que se p u e d a defender u n modelo que opone el contexto al

9. El filósofo n o m i n a l i s t a G u i l l e r m o de Occam (1298-1349), c o n s i d e r a d o por a l g u n o s


expertos como el f u n d a d o r de la "ciencia e x p e r i m e n t a l " , a f i r m a q u e los u n i v e r s a l e s no
son r e a l e s (son términos que significan cosas i n d i v i d u a l e s ) , por lo t a n t o , n o h a y r a z ó n
p a r a a g r e g a r i n t e r m e d i a r i o s n o m i n a l e s e n t r e las p a l a b r a s y l a s cosas. P o r ejemplo, si
A n d r é s y P a b l o t i e n e n algo en común, no es p o r q u e exista u n a e n t i d a d u n i v e r s a l "eZ
h o m b r e " de la que p a r t i c i p a n . S i m p l e m e n t e son h o m b r e s y, en e s t e caso, son dos, no
t i e n e sentido a g r e g a r u n t e r c e r t é r m i n o . L a expresión "utilizar la n a v a j a de O c c a m "
significa q u e no se d e b e n m u l t i p l i c a r los conceptos sin necesidad, sino m á s bien t e n d e r
a la simpleza.
10. E s la p o s t u r a de los sociólogos del c o n o c i m i e n t o científico. E n 1929 K a r l M a n n -
h e i m publicó Ideología y utopía, d o n d e c o n s i d e r a q u e la sociología d e b e r í a o c u p a r s e
de lo que H a n s R e i c h e n b a c h d e n o m i n ó "contexto de d e s c u b r i m i e n t o " ( p e r t e n e c i e n t e
a la h i s t o r i a e x t e r n a ) , e x p r e s a n d o q u e el otro contexto, el de "justificación" ( p e r t e n e -
ciente a la h i s t o r i a i n t e r n a ) , s e g u í a s i e n d o d o m i n i o de los e p i s t e m ó l o g o s ( E c h e v e -
r r í a , 1995: 21).
11. La antropología de la ciencia, t a m b i é n l l a m a d a "estudios sobre la ciencia", se r e s i s -
te a o c u p a r s e ú n i c a m e n t e de los a s u n t o s i n t e r n o s o e x t e r n o s . S u e l e n d i s t i n g u i r s e cua-
tro g r a n d e s c o r r i e n t e s que o p e r a n en t a l sentido: el programa fuerte en la sociología
del conocimiento científico, en la que David Bloor es u n o de s u s pioneros; la antropolo-
gía o etnometodología de la ciencia, r e p r e s e n t a d a , e n t r e otros, por B r u n o L a t o u r ; el
programa empírico del relativismo o constructivismo social, i n s p i r a d o por J e a n Pia-
get; y los estudios sobre ciencia y género, t r a b a j a d o s por S u s a n H a r d i n g y otros teóri-
cas y teóricos de la ciencia ( E c h e v e r r í a , 1995: 22-32).
24 E s t h e r Díaz

contenido p a r a evitar abordar la heterogénea y v a r i a d a labor de los


científicos. Concentrarse en un solo aspecto del q u e h a c e r científico
es como construir u n telón de acero que s e p a r a r a a las ciencias de los
factores "extracientíficos".
Se t r a t a entonces de s a l t a r ese m u r o teórico y s u m e r g i r s e en las
estribaciones, a veces caóticas, de los procesos cognoscitivos; en
las indeclinables afecciones h u m a n a s y en la incidencia de los ele-
m e n t o s no h u m a n o s que forman p a r t e de esta complejidad.
Adhiero a esa posición y propongo aplicar conceptos epistemológi-
cos p a r a abordar objetos de estudios que van m á s allá de la forma de
los enunciados o la racionalidad de los métodos, tales como el análi-
sis del deseo, la relación e n t r e los cuerpos o, en general, la incidencia
de la ciencia no sólo en la c u l t u r a sino t a m b i é n en la n a t u r a l e z a . E n
este sentido oriento mi propio análisis desde u n a m i r a d a filosófica.
E s decir, desde el análisis y la elaboración de conceptos propios de
u n a filosofía de la ciencia y la c u l t u r a que, como tal, se preocupa del
núcleo duro de la ciencia, pero sin aislarlo del entretejido de fuerzas
en el que se produce y desarrolla. Me guía la p r e m i s a de que la racio-
nalidad del conocimiento, a u n la m á s estricta y rigurosa, h u n d e sus
raíces en luchas de poder, factores económicos, connotaciones éticas,
afecciones, pasiones, idearios colectivos, intereses personales y plu-
ralidad de n u t r i e n t e s que no e s t á n a u s e n t e s , por cierto, en el éxito o
12
el fracaso de las t e o r í a s .
Creo que la r a m p a de l a n z a m i e n t o hacia esta "epistemología am-
pliada a lo político-social" no h a de perder de vista ni los anteceden-
tes históricos de la disciplina, ni los conceptos de los pioneros de la
filosofía de la ciencia. Sobre ellos trazo a l g u n a s pinceladas en el se-
gundo capítulo de este libro.

4, L a g a y a t é c n i c a

¿Acaso no es el cientificismo u n miedo al pesimismo y u n a escapa-


toria frente a él?, se p r e g u n t a Nietzsche en El nacimiento de la trage-

12. La p r e s e n t e p r o p u e s t a (a la q u e d e n o m i n o "epistemología a m p l i a d a " ) no es u n a


sociología de la ciencia, a u n q u e t i e n e u n aire de familia con ella. La diferencia r e s i d e
en q u e el sociólogo de la ciencia a n a l i z a específicamente la h i s t o r i a e x t e r n a del conoci-
m i e n t o cientíñco, m i e n t a s que el epistemólogo a m p l i a d o b u s c a r e l a c i o n e s e n t r e a m b a s
h i s t o r i a s , t r a t a n d o de no d e s a t e n d e r n i n g u n a de las dos.
¿Qué es la epistemología? 25

día. Se impone a c l a r a r que "pesimismo", en este contexto, no tiene


connotaciones n e g a t i v a s ni peyorativas, ya que Nietzsche concibe u n
pesimismo de la fortaleza, u n a predilección intelectual por los desa-
fíos de la existencia. E s a predilección surgiría de u n a salud desbor-
d a n t e , de u n a plenitud de vida propia de épocas o grupos que no
a t e n t a n contra los impulsos vitales. E s e libro refiere a los griegos
cuando todavía su c u l t u r a no se h a b í a fosilizado con el corsé de u n a
razón expulsora de excitaciones vitales. Nietzsche p i e n s a en la cul-
t u r a griega arcaica, en la que el í m p e t u de ese pueblo a d m i t í a la
tensión entre lo apolíneo y lo dionisíaco. E n cambio, sus sucesores,
los griegos clásicos, r e c h a z a r á n a Dioniso y se e n t r e g a r á n al dominio
hegemónico de Apolo, el dios que hiere de lejos porque todo lo me-
diatiza a través de la razón (Nietzsche, 1980).
Existe u n a a p a r e n t e contradicción e n t r e u n a afirmación de las
p r i m e r a s páginas de El nacimiento de la tragedia y el contenido de la
obra, que se editó por p r i m e r a vez en 1871; en su tercera edición
(1886) el filósofo le agregó u n a introducción que tituló "Ensayo de
13
autocrítica". Ahí se dice que la t a r e a de ese libro es dilucidar el
problema de la ciencia y que se p l a n t e a u n problema nuevo, inédito
h a s t a entonces: el de la ciencia concebida como problemática, como
discutible y - a u n q u e no está explícito- se podría a g r e g a r como "de-
cadente".
La ciencia decadente sería la contracara de la ciencia alegre que
se a s u m e con u n a perspectiva h u m a n a , histórica, oponiéndose a la
ciencia m o d e r n a a u t o p r o c l a m a d a universal y v e r d a d e r a . El s a b e r
entonces sería decadente cuando priva de sentido a quien no se rige
por los estrictos p a r á m e t r o s lógico-racionales exigidos por la t r a d i -
ción ilustrada. La ciencia jovial, por el contrario, sería propulsora de
p l u r a l i d a d de s e n t i d o s , a f i r m a t i v a de la existencia y p r o m o t o r a
de libertad. Considero que, en realidad, el acontecimiento fundamen-
tal de El nacimiento de la tragedia es la reflexión sobre la vida, la
m u e r t e y la ciencia: la vida en t a n t o productora de individuaciones,
la m u e r t e como establecedora de unidad, y el anhelo de u n a ciencia
refractaria a las codificaciones anquilosantes. Nietzsche (1980: 27)
se refiere a u n libro imposible, porque "el problema de la ciencia no
puede ser conocido en el t e r r e n o de la ciencia [del saber]". A p a r t i r de
ello, cabe concluir que el contenido explícito del libro es circunstan-

13. Véase la Introducción de A n d r é s S á n c h e z P a s c u a l y " E n s a y o de autocrítica'"' e n


N i e t z s c h e (1980: 7-39).
26 E s t h e r Díaz

cial. Serían circunstanciales entonces las referencias a Wagner o Scho-


penhauer, así como a los griegos, sus dioses, sus poetas y sus filóso-
fos. P u e s la concentración de ese texto, su densidad conceptual, pro-
viene de la delimitación que se establece e n t r e el territorio del a r t e y
14
el de la ciencia.
Mejor dicho, al señalar que el a r t e es el último reducto de Dioniso
Nietzsche está dejando al descubierto los límites de la ciencia, por-
que ella comienza allí donde t e r m i n a el a r t e . Las regiones apolíneas
lindan con las dionisíacas. É s t a sería u n a explicación posible (una
interpretación) de la afirmación nietzscheana acerca de El nacimiento
de la tragedia como acceso a u n a comprensión profunda de la proble-
mática de la ciencia. E n su autocrítica dice:

Se t r a t a de un libro [El nacimiento de la tragedia] que h a


satisfecho a los mejores de su tiempo. Ya por esto debería ser
tratado con cierta deferencia; a pesar de ello no quiero repri-
mir del todo el decir cuan desagradable se me aparece ahora,
dieciséis años después - a n t e unos ojos más viejos, cien veces
más exigentes, pero que no se h a n vuelto más fríos, ni tampoco
más extraños a aquella tarea a la que este temerario libro osó
por vez primera acercarse— ver la ciencia con la óptica del ar-
tista, y el arte, con la de la vida. (Nietzsche, 1980: 29)

Nietzsche tuvo u n a intuición que le permitió captar la ciencia como


acontecimiento surgido desde las relaciones de poder y relacionado
con la ética y la estética. Consideró a d e m á s que las fronteras del arte
- e l lugar en el que deja de ser a r t e - e s t á n establecidas por la racio-
nalidad, la formalización y la lógica. E s a s fronteras circunvalan y
excluyen los sentidos, el deseo, la m a t e r i a l i d a d y el azar. La raciona-
lidad científica sería el límite rocoso contra el que se estrellan las
t u m u l t u o s a s olas del a r t e . E s t e reafirma la vida, m i e n t r a s el conoci-
miento científico moderno la diseca, e n t r e otras cosas, al formalizar
los enunciados sobre la realidad y al esforzarse por imponer como
verdades lo que en ú l t i m a instancia no son m á s que metáforas. Mien-

14. Mutatis mutandis, ocurre algo s i m i l a r con lo que produce L u d w i g W i t t g e n s t e i n e n


el Tractatus Logico-phüosophicus (1985), la diferencia es q u e W i t t g e n s t e i n se refiere
específicamente a l a s proposiciones lógico-científicas y a los h e c h o s del m u n d o , pero lo
r e a l m e n t e i m p o r t a n t e p a r a este filósofo (la ética, la e s t é t i c a y el s e n t i d o de la vida) se
e n c o n t r a r í a m á s allá de los límites m i s m o s d e los t e m a s t r a t a d o s en su libro.
¿Qué es la epistemología? 27

t r a s la ciencia se preocupa en extender la vida a cualquier precio, el


arte se e m p e ñ a en reafirmarla con su fuerza.
Nietzsche vislumbró conceptualmente el comienzo, a veces incon-
fesable, de aquellos conocimientos que n u e s t r a c u l t u r a considera se-
rios, incontaminados, sólidos, científicos. Foucault, en cambio, partió
de investigaciones empíricas y las reconvirtió en conceptos filosófi-
cos. Nietzsche arrojó sus ideas como dardos d a n z a r i n e s , Foucault las
desplegó a través de los archivos, los testimonios, los documentos,
los m o n u m e n t o s . Es como si Foucault produjera ilustraciones de ca-
tegorías nietzscheanas. Ilumina, por ejemplo, el surgimiento de las
ciencias sociales a p a r t i r de prácticas que, en p r i m e r a instancia, pa-
recerían no tener n a d a que ver con la ciencia, como el encierro, la
vigilancia y el castigo. Al h a b l a r de ellos, Foucault e s t á m o s t r a n d o
los límites de las ciencias sociales, así como al h a b l a r de los mitos
griegos Nietzsche m u e s t r a los límites de la racionalidad occidental
15
en g e n e r a l .
Los conceptos y los objetos científicos i n t e r a c t ú a n con sujetos epo-
cales, no con un sujeto ahistórico. F o r m a n p a r t e del caleidoscopio del
devenir, p u e d e n v a r i a r en cualquier momento. E s a s variaciones son
las que permiten que los conceptos, los objetos y los sujetos mismos
(estos últimos, en t a n t o autorrepresentación científica) p u e d a n lle-
gar a desaparecer, como desaparece en los límites del m a r u n rostro
16
dibujado en la a r e n a .
No obstante, a p e s a r del presentimiento teórico de Foucault, el
hombre como objeto de estudio de las disciplinas sociales a ú n no h a
desaparecido; tampoco el espíritu rector de la ciencia tal como Nietzs-
che lo conoció. Pues sigue siendo solemne y omnipresente, con hege-
monía sobre cualquier otro tipo de saber. Pero la historia está demos-
trado que la ciencia no es independiente del resto de la cultura.

15. Michel F o u c a u l t . a d e m á s de las obras a n t e r i o r m e n t e c i t a d a s , a n a l i z a a s p e c t o s


científicos e n Historia de la locura (1977b), El nacimiento de la clínica (1966), La
arqueología del saber (1970) y Vigilar y castigar (1977a) r e s p e c t i v a m e n t e , a d e m á s de
en diferentes dichos y escritos que se e x t i e n d e n a lo largo de su v i d a profesional.
16. E s t a expresión e s t á t o m a d a del final de Las palabras y las cosas y se refiere al
" h o m b r e " como objeto de e s t u d i o de las ciencias sociales, el cual así como s u r g i ó de u n
cambio r e c i e n t e de e p i s t e m e (ocurrido a p a r t i r del siglo X V I I I ) , p u e d e d e s a p a r e c e r
del c a m p o de la ciencia t a n p r o n t o é s t a (u otro tipo de s a b e r ) c o n s t r u y a otros objetos
que ocupen el v o l u m e n h i s t é r i c o - c u l t u r a l que a c t u a l m e n t e ocupa el e s t u d i o de lo
humano.
28 E s t h e r Díaz

Existe u n p u n t o en el que u n vastago de la ciencia, que en sí mis­


mo es poder, se consolida de m a n e r a proverbial: se t r a t a de la técni­
ca, que forma p a r t e de u n dispositivo en el que i n t e r a c t ú a n conoci­
m i e n t o , p r á c t i c a s científicas, a g e n t e s h u m a n o s y no h u m a n o s
( n a t u r a l e z a y artefactos), intereses corporativos, económicos, políti­
cos, simbólicos (ideologías, imaginarios, religiones) y la idea de cons­
trucción como elemento p r e d o m i n a n t e .
Ahora bien, al aislar la problemática de la técnica con f i n e s de
análisis, se cae inevitablemente en la confrontación "ciencia-técni­
ca". Es aquí donde, a p a r t i r de mediados del siglo XX, se produce u n a
torsión. H a s t a esa época - m a l que bien— se aceptó que la investiga­
ción básica es i n d e p e n d i e n t e de la aplicación técnica. Y se aceptó en
contra de las evidencias históricas, ya que la mayoría de los g r a n d e s
desarrollos científicos surgieron de problemas que exigían solucio­
nes técnicas, tales como urgencias de salud, clima, t r a n s p o r t e , in­
dustria, comunicación y g u e r r a , e n t r e otros aconteceres que ocupan
a la ciencia. Pero a p a r t i r de la invención de las computadoras, la
obtención de la fisión atómica y el desarrollo de la ingeniería genéti­
ca, por n o m b r a r sólo algunos ejemplos paradigmáticos, queda claro
que no existe investigación básica "incontaminada" de técnica.
E n t i e n d o que sería u n reduccionismo de sentido contrario al mo­
derno p r o c l a m a r que n u e s t r a época e s t á s i g n a d a por la técnica y no
por la ciencia. A m b a s forman p a r t e de u n a g e n c i a m i e n t o complejo.
Pero así como la m o d e r n i d a d se centró f u n d a m e n t a l m e n t e en la
ciencia ( a u n q u e o b v i a m e n t e t a m b i é n producía técnica), la posmo­
d e r n i d a d se a m a s a y cocina en las aplicaciones tecnológicas (de esa
ciencia de la que forma p a r t e ) . Nietzsche, que t r a n s i t ó el positivista
siglo XIX, se enfrentó al e n d i o s a m i e n t o de u n a ciencia creída de sí
m i s m a y n e g a d o r a de los impulsos vitales. C o n t r a p o n i é n d o s e a esa
p o s t u r a , el filósofo pensó la posibilidad de u n a ciencia consciente
del sentido histórico, d e s a c a r t o n a d a , i n t e g r a d o r a del deseo, descul-
p a b i l i z a n t e , alegre.
Por otra p a r t e , n u e s t r a patencia es la de u n a técnica que ni si­
q u i e r a está creída de sí m i s m a , porque d i r e c t a m e n t e no se piensa. Es
decir, quienes la h a c e n y quienes la utilizamos no la p e n s a m o s ; pro­
ducimos de ese modo u n a negación de la sensibilidad social desde
u n a carencia de sentido histórico. Pongamos por caso la atracción de
las poblaciones p a u p é r r i m a s por p a r t e de los "decididores" tecnocien-
tíficos - i n t e g r a n t e s de engranajes políticos y de mercado— que si mi­
r a n hacía las m a s a s desposeídas es p a r a utilizar a sus miembros como
cobayos de laboratorios u objetos a p a t e n t a r . J e r e m y Rifkin denuncia
¿Qué es la epistemología? 29

el uso de seres h u m a n o s como propiedad intelectual de e m p r e s a s


multinacionales en perjuicio de comunidades indigentes, donde ins-
tituciones científicas de p r i m e r a línea violan la privacidad genética
de grupos étnicos, sin advertirlos de sus intenciones. Y u n a vez que
logan sus objetivos de investigación solicitan p a t e n t e s de los caracte-
res detectados, sacando provecho del patrimonio genético en el mer-
cado m u n d i a l . Los beneficios, por supuesto, recaen en quienes usu-
fructúan los resultados y no en los pobladores m a n i p u l a d o s , q u e a
veces p a g a n con sus vidas las p r u e b a s de verificación de innovacio-
nes farmacológicas a las que son sometidos (Rifkin, 1999: 67).
Promediando el siglo XX, E d m u n d H u s s e r l y M a r t i n Heidegger
i n s t a l a r o n u n p e n s a r crítico respecto de la incidencia de la técnica
m o d e r n a en nuestro modo de ser en el m u n d o . Hoy se revela con
mayor i n t e n s i d a d que la tecnociencia, en general, se rige por las re-
glas del mercado, la "pronta entrega", la obsolescencia de sus pro-
ductos, el devenir de la política, la b ú s q u e d a de recursos y la m a q u i -
n a r i a bélica t r a v e s t i d a bajo la a p r e m i a n t e obsesión de "seguridad",
que beneficia a clases y naciones privilegiadas, a costa de la invasión
o explotación de las carenciadas.
Quizá h a y a que p e n s a r la técnica - p u n t a de lanza del g r a n dispo-
sitivo científico- con sentido histórico, conciencia ética y militancia
teórica, es decir, reafirmando el presente, midiendo las consecuen-
cias de u n desarrollo tecnológico divorciado del contexto social y tra-
t a n d o de evitar o revertir los aspectos negativos p a r a la comunidad.

4.1. Nietzsche, Foucault y la celebración de la alegría

Existe u n a estrecha relación e n t r e algunas líneas de indagación


foucaultianas y ciertas p r o p u e s t a s teóricas e x p r e s a d a s por Nietzs-
1
che en La gaya ciencia. ' Además, los desarrollos de F o u c a u l t e s t á n

17. C a b e a c l a r a r que por esos m i s t e r i o s de l a s t r a d u c c i o n e s y s u s a c e p t a c i o n e s o r e c h a -


zos, en a l g u n o s i d i o m a s - e n t r e ellos el e s p a ñ o l - ese libro suele s e r e d i t a d o con el
n o m b r e de La gaya ciencia. N i e t z s c h e , d e s d e su p r i m e r a edición, lo t i t u l ó Die fróhliche
Wifíenschaft. J o s é J a r a t r a d u c e La ciencia jovial (Nietzsche, 1999) y alega q u e de ese
modo r e s p e t a la i d e a del autor, no sólo acerca del título de la p r i m e r a edición, sino de
la s e g u n d a . E n ella N i e t z s c h e , a d e m á s de c o n s e r v a r el título inicial: Die fróhliche
Wifienschaft, le a g r e g a u n s u b t í t u l o e n t e p a r é n t e s i s y con comillas ("La gaya scienzia")
e x p r e s a d o en el l a t í n t a r d í o propio de la c u l t u r a p r o v e n z a l del siglo XII. La p r i m e r a
edición p u b l i c a d a por N i e t z s c h e es de 1882 y la s e g u n d a de 1887.
30 E s t h e r Díaz

atravesados por u n espíritu similar al que movilizó la escritura de


ese libro, en el que Nietzsche rechaza el imaginario a l e m á n de su
época por juzgarlo carente de sensibilidad histórica. No e n c u e n t r a
esa carencia, en cambio, en la cultura caballeresca que floreció en el
siglo XTI, en el mediodía francés, cuyo hálito e s t a r í a impregnado de
pertenencia temporal, vuelo de libertad, anhelo de a v e n t u r a s y arre-
batos de alegría.
El subtítulo, La gaya scienza, revela el objetivo nietzscheano de
recuperar el sentimiento histórico como celebración del p r e s e n t e que
i m p e r a b a en tiempos de caballeros y cantores provenzales, imbuidos
- s e g ú n lo i n t e r p r e t a N i e t z s c h e - de alegre espiritualidad. E n el pre-
sente texto utilizo La gaya ciencia como título del libro de Nietzsche,
en lugar de la tendencia actual a denominarlo La ciencia jovial. De
todos modos, el título, el subtítulo y el contenido de esa obra d a n
cuenta de u n estado de ánimo y de u n a disposición conceptual que
aspiran a un saber lozano, propio de quienes no se cuestionan la muer-
te y reafirman la vida sin n e g a r su v o l u n t a d de poderío.
La alegría que aquí se i n t e n t a destacar opera t a m b i é n en la obra
de Foucault, quien, según Gilíes Deleuze (1987: 49), n u n c a consideró
la escritura como u n a m e t a y eso precisamente lo convierte en u n
escritor que i m p r e g n a de regocijo lo q u e escribe. Por ejemplo, a n t e su
"divina comedia" de los castigos el lector no puede dejar de fascinarse
h a s t a el a t a q u e de risa frente a t a n t a invención perversa, t a n t o dis-
curso cínico, t a n t o horror minucioso. Desde los a p a r a t o s a n t i m a s t u r -
batorios p a r a niños h a s t a los mecanismos de prisión p a r a adultos se
despliega u n a cadena que puede suscitar risas i n e s p e r a d a s . Risas
que sólo la vergüenza, el sufrimiento y la m u e r t e h a c e n callar. Y si
los verdugos no ríen, tampoco lo h a c e n los censores; pero ríen quie-
nes los combaten. Se t r a t a de u n júbilo de estilo que se confunde con
la política del contenido. B a s t a con que la indignación esté suficien-
t e m e n t e viva p a r a que de ella se pueda e x t r a e r u n a alegría no ambi-
valente; no la alegría del odio ni del resentimiento, sino la de des-
t r u i r lo que m u t i l a la vida.

4.2. Los juegos de la verdad en la constitución del modelo científico

Foucault siempre h a pretendido saber cómo el sujeto e n t r a en los


juegos de la verdad. E n sus p r i m e r a s obras se preocupa por e s t u d i a r
de qué m a n e r a esos juegos van constituyendo u n modelo científico.
I n d a g a en las condiciones de posibilidad históricas del a s e n t a m i e n t o
¿Qué es la e p i s t e m o l o g í a 0
31

de d e t e r m i n a d a s verdades, en detrimento de otras aserciones que


n u n c a alcanzan el s t a t u s de v e r d a d e r a s o que lo alcanzan, lo pierden
y a veces lo r e c u p e r a n en el t r a n s c u r s o de la historia. T r a t a de diluci-
dar la constitución del conocimiento científico m e d i a n t e u n a arqueo-
logía de las ideas. Su m i r a d a crítica hacia los formalismos, y sensible
a las condiciones de posibilidad histórica del surgimiento de las cien-
cias modernas, corre paralela a espacios teóricos abiertos por Nietzs-
che. Sin obviar, por supuesto, la presencia de otros autores y la pro-
pia creatividad de Foucault.
La forma de conocimiento surgida del modelo de racionalidad
newtoniano, preñado de concepciones lógico-matemáticas propias de
la modernidad, eligió referirse a cuestiones empíricas desde formas
vacías de contenido. E s t a reacción contra el espíritu dionisíaco pre-
tendió f u n d a m e n t a r s e en la m a t e m á t i c a y validarse m e d i a n t e la ló-
gica. La compulsión hacia lo formal es propia, según Nietzsche, de
espíritus enfermos de Apolo, espíritus que necesitan refugios contra
el caos, la variedad, la diversidad y la feracidad de lo real. Ello expli-
ca la recurrencia occidental a la lógica como inteligibilidad concep-
tual de la existencia. Pues lo formal tranquiliza, produce confiabili-
dad desde su frío esqueleto argumental, alejando el p e n s a m i e n t o de lo
azaroso p a r a ofrecer u n horizonte t a n falso como optimista (Nietzs-
che, 1999: § 370).
Cuando Nietzsche (1999: § 83) p r e a n u n c i a u n a posible arqueolo-
gía de las ideas postula la necesidad de u n a voluntad r a s t r e a d o r a de
antigüedades. P a r a que esa voluntad adquiera vigor h a b r í a que ex-
p e r i m e n t a r el goce y la intensidad del sentido histórico. E s t e es el
g u a n t e que recoge Foucault p a r a su propia arqueología siguiendo, de
alguna m a n e r a , lo que ya se a n u n c i a b a en La gaya ciencia, donde
Nietzsche dice que -paradójicamente— r e s u l t a indeciblemente m á s
importante cómo se l l a m a n las cosas a n t e s que lo que ellas son. El
nombre de u n a cosa se a r r a i g a y e n c a r n a en ella h a s t a convertirse en
su propio cuerpo. La creencia de que la p a l a b r a coincide con lo nom-
brado se acrecienta de generación en generación. De este modo, la
apariencia del comienzo se convierte casi siempre, al final, en la esen-
cia, y actúa como tal. B a s t a con crear nuevos nombres, valoraciones
y probabilidades p a r a crear a la larga nuevas "cosas". E n realidad se
t r a t a de u n a a r b i t r a r i e d a d de origen; pues ¿por qué se las l l a m a de
u n a m a n e r a y no de otra? Las cosas son alojadas en vestidos lingüís-
ticos, que les son completamente ajenos, pero t e r m i n a n convirtién-
dose en su esencia y en su piel (ídem: § 58).
E s t a s consideraciones nietzscheanas podrían servir de prólogo a
32 E s t h e r Díaz

varios textos de Foucault. F u n d a m e n t a l m e n t e a Las palabras y las


cosas y La arqueología del saber, donde estudia las condiciones de
posibilidad históricas de las ciencias sociales en p a r t i c u l a r y del co-
nocimiento cíentíñco en general. Incluso en las ú l t i m a s páginas de
Las palabras y las cosas Foucault apela explícitamente a Nietzsche
p a r a a v a l a r su conclusión acerca de que sí el lenguaje construye
al h o m b r e , encontrar el ser del lenguaje es, p a r a el h o m b r e , encon-
t r a r s e con su propia n a d a que biológicamente significa m u e r t e . Cuan-
do se comprende que Dios es u n a creación del lenguaje y del ser vivo
q u e trabaja y habla, es decir, del hombre, éste choca contra su límite.
Quien h a m a t a d o a Dios debe responder a h o r a por su finitud y afron-
t a r el retorno de las m á s c a r a s , m i e n t r a s emite u n a carcajada m á s
potente que las inconsistentes ensoñaciones sobre perdidos paraísos
científico-metafísicos (Foucault, 1975: 374).
Tal vez no sería osado i n t e r p r e t a r que el lugar dejado por la divi-
n i d a d a s e s i n a d a es ocupado a c t u a l m e n t e por la tecnociencia en su
aspecto m á s expuesto: la técnica. Tal vez ella sea el cadáver de Dios.
E s difícil i m a g i n a r - p o r el m o m e n t o - la posibilidad de u n a técnica
diferente, y por lo t a n t o de otra ciencia y de otra epistemología. Pero
vale la p e n a intentarlo, porque comenzar a p e n s a r es comenzar a
c a m b i a r la realidad.
ANEXO

Conceptos elementales
del pensamiento científico

1. I n v e s t i g a c i ó n c i e n t í f i c a y d e s a r r o l l o t e c n o l ó g i c o

C u e n t a n los biólogos que la lapa zapatilla, u n molusco que h a b i t a


en a g u a s cenagosas, observa la peculiar conducta de a g r u p a r s e con
otras a m o n t o n á n d o s e verticalmente. Las l a p a s de m e n o r t a m a ñ o se
acoplan sobre las mayores formando u n a pila de doce o m á s indivi-
duos. Las p e q u e ñ a s , que ocupan la p a r t e superior, son invariable-
m e n t e machos. Las m á s grandes, que les sirven de apoyo, h e m b r a s .
El acto en sí no es b a n a l ni sencillo: se t r a t a de u n a relación sexual.
Los machos, a p e s a r de su escasa m a s a corporal, poseen órganos ge-
nitales t a n largos como p a r a alcanzar a las h e m b r a s que constituyen
la plataforma del grupo. Y, si es necesario, los finos y d e s m e s u r a d o s
penes se deslizan como u n a a n t e n a contorneando a otros machos h a s t a
lograr contacto con las h e m b r a s .
Pero la novela sexual de estas lapas no t e r m i n a ahí. También cam-
bian de sexo. Las formas juveniles m a d u r a n , en p r i m e r lugar, como
machos, y cuando crecen devienen h e m b r a s . Los animalitos que se
i n s t a l a n en la zona i n t e r m e d i a del conglomerado son t r a n s e x u a l e s ,
machos que se e s t á n convirtiendo en h e m b r a s . E n circunstancias
especiales t a m b i é n ellas se t r a n s f o r m a n .
Linneo (1707-1778) estableció los principios de la t a x o n o m í a na-
t u r a l en función de la sexualidad b i n a r i a y bautizó a esta especie de
moluscos con el sugestivo nombre de Crepidula fornicata. Segura-
m e n t e Linneo ignoraba los hábitos sexuales de las l a p a s , ya que las
describió basándose en especímenes sueltos que e n c o n t r a b a en cajo-
nes de museo. Crepida, en latín, quiere decir "sandalia" o "sandali-
ta", que se corresponde a p r o x i m a d a m e n t e con el n o m b r e v u l g a r de

[131]
132 E s t h e r Díaz

esta lapa, "zapatilla", cuya forma recuerda v a g a m e n t e la de u n pe-


queño calzado. Pero ¿por qué le agregó fornicatal
El biólogo S t e p h e n Gould (1941-2002) confiesa que, siendo ado-
lescente, festejaba la i n v e n t i v a libidinosa de Linneo. P e r o sufrió
u n a desilusión cuando se enteró de que fornix, en l a t í n , significa
"arco", e infirió que Linneo h a b r í a elegido fornicata p a r a indicar la
forma s u a v e m e n t e a r q u e a d a de la base del molusco. E s t e descubri-
miento fue u n poco decepcionante p a r a el joven Gould (2004), pero
estimuló su atracción por estos a n i m a l i t o s , a quienes siguió inves-
tigando de adulto.
La historia de la ciencia no es unidireccional. La lingüística le
suministró al estudio de las formas de la vida u n a asociación e n t r e
las curvas arquitectónicas, las anatómicas y el sexo. Los romanos
construían c o m p a r t i m i e n t o s de p i e d r a s abovedadas en las p a r t e s
s u b t e r r á n e a s de los g r a n d e s edificios. E n esas oscuras concavidades
solían ejercer su oficio las p r o s t i t u t a s . A p a r t i r de ello, los primeros
escritores cristianos desarrollaron el verbo fornicare como sinónimo
de frecuentar prostíbulos o l u g a r e s de h a c i n a m i e n t o sexual al abrigo
de los arcos escondidos (Gould, 2004: 40 n. 1).
¿Esta acepción fue la inspiración p a r a Linneo? Ante la casi impo-
sibilidad técnica de que en su época h u b i e r a podido observar la con-
ducta reproductiva de esos seres mínimos, subsiste u n i n t e r r o g a n t e ,
¿intuyó Linneo la vida sexual de las lapas o simplemente relacionó
su aspecto físico con los arcos?, ¿cuándo y cómo se fue construyendo
conocimiento sobre la vida de estos moluscos?, ¿se los investiga sólo
por el placer de conocer la n a t u r a l e z a , o de ese conocimiento se po-
drían derivar tecnologías? P r e g u n t a s como éstas p u e d e n ser deto-
n a n t e s p a r a la investigación científica.
Distintas e t a p a s constituyen - c o n v e n c i o n a l m e n t e - el proceso de
b ú s q u e d a tecnocientífica que, si p r e t e n d e inserción en los cánones
de la producción de conocimiento sólido, deberá seguir ciertos linea-
mientos, a u n q u e d u r a n t e el proceso no se t e n g a demasiado claro en
qué e t a p a uno se e n c u e n t r a , ni ello importe demasiado. Pero u n a vez
finalizado el recorrido, se puede analizar. A continuación e n u m e r o
las e t a p a s canónicas de la investigación científica:

1) Investigación básica pura. Es la investigación cuyo objeto de estu-


dio es elegido libremente por el investigador con la finalidad de
producir conocimiento, sin proyecto de aplicación técnica. E n nues-
tro ejemplo, esta categoría comprende t a n t o la clasificación taxo-
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 133

nómica de Linneo como los estudios biológicos de Gould (en dis-


tintos momentos de su vida), siempre y cuando i n v e s t i g a r a n li-
b r e m e n t e , a u n cuando estuviesen subsidiados.
2) Investigación básica orientada. Corresponde a la indagación exenta
de aplicación técnica, pero que debe encauzarse según la línea
requerida por la agencia p a t r o c i n a n t e . Aunque los investigadores
obtuvieran p r e b e n d a s económicas o institucionales, c o n t i n ú a n en
esta etapa.
3) Investigación aplicada. Imaginemos que por intereses económi-
cos, ecologistas o de cualquier otro orden, se estableciera la con-
signa de intervenir técnicamente sobre las comunidades de l a p a s .
E n ese caso es obvio que d e b e r á n proyectarse planes de acción
p a r a la transición hacia el uso concreto de las teorías. Los investi-
gadores desarrollan entonces modelos teóricos que e v e n t u a l m e n -
te podrían convertirse en realidades m a t e r i a l e s . Se d i s e ñ a n pro-
totipos. Se i n v e n t a n planes de actividades y procedimientos p a r a
obtener las modificaciones b u s c a d a s . E n este caso y sin que se
intervenga directamente en el objeto estudiado, se está implemen-
tando investigación aplicada, no porque r e a l m e n t e se aplique, sino
porque se i n s t r u m e n t a n los medios p a r a u n a aplicación posible.
4) Tecnología. Si se decidiera actualizar los modelos diseñados y pro-
ducir modificaciones sobre las l a p a s zapatillas, se aplicaría el co-
nocimiento. E s t a es la e t a p a tecnológica. Requiere de p e r s o n a s
bien e n t r e n a d a s p a r a i n s t r u m e n t a r los medios establecidos por
los investigadores, es decir, personal capacitado p a r a la técnica.

El desarrollo de la investigación forma p a r t e de u n complejo dis-


positivo, pero con fines analíticos p u e d e desglosarse así:
134 E s t h e r Díaz

Dispositivo tecnocientífico, sociopolítico y cultural

Investigación básica

investigación b á s i c a p u r a

Investigación básica orientada

Investigación aplicada


Tecnología
El devenir tecnocientífico no siempre reviste esa clara distinción
en la práctica. De hecho, en el discurso cotidiano se d e n o m i n a "inves­
tigación básica" t a n t o a la p u r a como a la o r i e n t a d a ; y "técnica", "tec­
nología" o "ciencia aplicada" t a n t o a la investigación aplicada como a
la tecnología (técnica y tecnología operan como sinónimos).
2. C a r a c t e r í s t i c a s d e l c o n o c i m i e n t o c i e n t í f i c o
H a y consignas que no se corresponden con n i n g u n a realidad, o
que lo hacen p a r c i a l m e n t e . Se t r a t a de enunciados de algo que no
existe, pero produce efectos concretos sobre la existencia. Son ideales
a seguir a u n q u e no siempre logren cumplirse; pero r e s u l t a n útiles
como reguladores de procedimientos y conductas. De esta índole son
las características del conocimiento científico que a continuación se
mencionan.

I. CLARO Y PRECISO

El conocimiento científico se expresa m e d i a n t e proposiciones que


deben cumplir con ciertos requisitos, que lo distinguen del conoci­
miento de la vida cotidiana. El lenguaje debe ser claro y preciso, sin
v a g u e d a d e s , valoraciones ni a m b i g ü e d a d e s . P a s t e u r , por ejemplo,
enuncia: "Existen microorganismos en el polvo atmosférico que cuando
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 135

e n c u e n t r a n u n l u g a r propicio (caldo n u t r i t i v o ) proliferan". E s e


enunciado es científico, está expresado en indicativo y posibilita que
p u e d a ser contrastado con la experiencia. E n cambio, si su forma
fuera: "Pareciera que existen unos bellos pero malvados microorga-
nismos que a veces proliferan y a veces no", se lo r e c h a z a r í a por im-
procedente. E s t e segundo enunciado no reviste forma científica: con-
t i e n e dos juicios de v a l o r (uno estético y otro ético), no ofrece
posibilidad de ser puesto a p r u e b a con la experiencia, no es u n a pro-
posición que se p u e d a refutar - e n t r e otras c o s a s - por el modo poten-
cial del verbo principal, la falta de precisión de lo enunciado y la
inclusión de u n a disyunción (a veces sí, a veces no).

I I . PROVISORIO

O t r a característica del conocimiento científico es la provisoriedad.


E n el caso de P a s t e u r , es notoria su lucha con otros científicos que
afirmaban que en los procesos fermentativos - p r o d u c t o r e s del ácido
láctico— operan ú n i c a m e n t e agentes químicos. P a s t e u r impuso u n a
tesis contraria enunciando la acción de microorganismos en ese pro-
ceso. Pero, como se señaló en el primer capítulo, hubo m a r c h a s , con-
t r a m a r c h a s y variaciones. Ello corrobora que el éxito de u n a teoría
no está a s e g u r a d o a futuro.

I I I . OBJETIVO

No o b s t a n t e se p r e t e n d e que el conocimiento científico es objetivo,


en el sentido de que obtiene acuerdos intersubjetivos. Sin embargo,
según los supuestos teóricos desde los que se considere, la objetivi-
dad existe y vale por sí m i s m a , o es construida y se la debe vigilar.
Los enunciados de la ciencia deben formularse de m a n e r a que
diferentes investigadores p u e d a n reproducir el experimento, o poner
a p r u e b a sus fundamentos teóricos. E n ello, y con sus limitaciones,
residiría la objetividad, que nos tiende u n p u e n t e h a c i a otro aspecto
científico: el control del conocimiento.

I V . CONTROLABLE

Las teorías deben someterse a contrastaciones empíricas, siem-


pre y cuando el objeto de estudio lo p e r m i t a . De lo contrario, el con-
trol se realiza buscando analogías con estados de cosas similares o
construyendo a r g u m e n t o s c o n t u n d e n t e s . Alfred Russel Wallace, u n
científico contemporáneo a Charles Darwin, se enfrentó a u n t r a s n o -
136 E s t h e r Díar

chado defensor de la teoría de la planicie de la Tierra, que lo desaño


a d e m o s t r a r la redondez del p l a n e t a . Wallace aceptó.
P a r a su p u e s t a a p r u e b a eligió u n lago de nueve kilómetros de
extensión. Tenía u n p u e n t e en u n a orilla y u n dique en la costa extre-
m a . Colocó u n a diana (superficie con círculos concéntricos p a r a prac-
ticar p u n t e r í a ) j u n t o al p u e n t e , a u n metro y ochenta centímetros de
la superficie acuosa. Instaló u n catalejo en el dique a la m i s m a altu-
ra. A medio camino de ambos clavó u n a estaca con otra d i a n a de las
m i s m a s dimensiones que los dos elementos anteriores. Es decir que
si la Tierra fuera plana, al m i r a r por el catalejo sólo se distinguiría la
d i a n a m á s cercana. Sin embargo, cuando se realizó la observación,
la d i a n a que coronaba la estaca i n t e r m e d i a sobresalía en u n nivel
m á s alto que la lejana, que e s t a b a j u n t o al p u e n t e . Wallace probó as:
que el h a z acuático se curvaba por efecto de la redondez de la Tierra.
E s t e ejemplo sirve t a m b i é n p a r a i l u s t r a r otras calificaciones del
conocimiento científico, t a l e s como ser descriptivo, explicativo y
predictivo.

V. DESCRIPTIVO

Describir significa e n u n c i a r los rasgos esenciales de u n estado de


cosas absteniéndose de formular juicios de valor. La p u e s t a en esce-
n a de Wallace está al servicio de probar u n a descripción de la morfo-
logía t e r r e s t r e , señalando la c u r v a t u r a que la diferencia de otras for-
m a s imaginables.

V I . EXPLICATIVO Y PREDICTIVO

Explicar es deducir consecuencias a p a r t i r de u n s i s t e m a de leyes.


E n el ejemplo, los resultados empíricos se explican por la teoría de la
redondez t e r r e s t r e , y son al mismo tiempo u n a consecuencia obser-
vacional de esa teoría. A p a r t i r de esa demostración t a m b i é n se pre-
dice que cada vez que se realice u n experimento de ese tenor, se ob-
t e n d r á n efectos similares.

V I L METÓDICO Y SISTEMÁTICO

Se exige asimismo que el conocimiento científico sea metódico,


que se pliegue a u n a sucesión de instancias coherentes y reguladas
p a r a alcanzar u n objetivo. Los métodos de investigación responden a
lógicas preestablecidas que i n t e g r a n u n orden sistemático, esto es.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 137

u n a e s t r u c t u r a dinámica o dispositivo organizado. U n s i s t e m a está


constituido por u n conjunto de elementos dispuestos p a r a lograr cierta
ñ n a l i d a d . El sistema obviamente es m á s abarcativo que el método.

V I H . VIABLE

Los métodos y los sistemas colaboran en la viabilidad de u n pro-


yecto científico, a u n q u e intervienen también otros factores. La viabi-
lidad es la posibilidad de concretar un proyecto. Alfred Kinsey (1894¬
1956) realizó estudios inéditos h a s t a ese momento sobre las conductas
sexuales h u m a n a s . La resonancia internacional de sus investigacio-
nes se debió no sólo al impacto escandaloso que produjo en b u e n a
p a r t e de la sociedad estadounidense sino t a m b i é n al rigor metodoló-
gico y sistemático de su proyecto que no por ambicioso dejó de ser
viable. P r u e b a de ello es que publicó, con éxito inusitado, los r e s u l t a -
dos de sus titánicas y minuciosas investigaciones. Pero la m o r a l i n a
de la época presionó y atacó a los mecenas de sus investigaciones.
F i n a l m e n t e le cortaron los suministros. Kinsey debió s u s p e n d e r sus
b ú s q u e d a s científicas. La falta de apoyo financiero y simbólico con-
virtió su proyecto en no viable.

I X . CRÍTICO Y ANALÍTICO

Existen otros requisitos p a r a el conocimiento científico, como la


exigencia de crítica y análisis de las investigaciones. Criticar es a n a -
lizar; dicho de otra m a n e r a , la crítica está relacionada con el análi-
sis. Analizar es s e p a r a r en p a r t e s los elementos de u n todo p a r a so-
meterlos a estudios rigurosos. Las conclusiones que se obtienen de
ese proceso son críticas. Se manifiestan m e d i a n t e i n t e r p r e t a c i o n e s ,
objeciones y/o reconocimientos de los t e m a s elaborados.

X . LÓGICAMENTE CONSISTENTE

De este tipo de conocimiento t a m b i é n se espera robustez lógica,


esto es, coherencia y falta de contradicción e n t r e los enunciados de
las teorías. E n el caso de a l g u n a s r a m a s de las ciencias n a t u r a l e s , la
consistencia se afianza mediante la posibilidad de formalizar los enun-
ciados. Al convertirlos en símbolos vacíos de contenidos se p r e t e n d e
g a r a n t i z a r u n a coherencia y u n a exactitud de las que carece la reali-
dad (a la que esos enunciados remiten).
138 E s t h e r Díaz

X I . UNIFICADO

O t r a exigencia científica es la unificación de los saberes. Se aspi-


r a a que las diferentes disciplinas científicas logren acuerdos de base
en cuanto a sus objetos de estudio, sus métodos y su simbología p a r a
que el conocimiento resulte fértil. Se supone que, en ese caso, cada
nuevo conocimiento puede convertirse en u n sendero p a r a buscar otros
conocimientos.

X I I . FECUNDO

La fecundidad reside en la capacidad de poder seguir investigan-


do y construyendo a p a r t i r de conclusiones anteriores. Los conoci-
mientos, en interacción con las prácticas, se reproducen y multipli-
can. Cada r e s p u e s t a p u e d e suscitar u n a n u e v a p r e g u n t a .

Resumiendo: el conocimiento científico se caracteriza por ser cla-


ro, preciso, provisorio, objetivo, controlable, metódico, sistemático,
viable, descriptivo, explicativo, predictivo, consistente lógicamente,
unificado y fecundo.
M i e n t r a s los m a n d a t o s de la ciencia exigen certeza, n e u t r a l i d a d
valorativa y prescindencia deseante, las investigaciones concretas
comparten su rigor gnoseológico con las complejidades h u m a n a s en-
t r e l a z a d a s con lo no h u m a n o . El deber ser científico m a r c a delimita-
ciones e n t r e el conocimiento y el resto de la realidad. Pero el ser tec-
nocientífico se p r o d u c e desde las e n t r a ñ a s m i s m a s de lo vital e
histórico; donde la racionalidad no se escinde de los afectos, el cono-
cimiento no se produce aislado de los dispositivos económicos, la in-
vestigación no queda exenta de responsabilidad moral y el respeto
por la n a t u r a l e z a sigue siendo u n a a s i g n a t u r a pendiente.

3. C l a s i f i c a c i ó n d e l a s c i e n c i a s

Obligar a la n a t u r a l e z a a que r e s p o n d a a lo que se le propone es la


clave de bóveda sobre la que se elevó la e m p r e s a m o d e r n a b a u t i z a d a
"ciencia". Pero al agotarse o h i p e r d e s a r r o l l a r s e los ideales de la mo-
dernidad, nos encontramos con u n nuevo tipo de conocimiento y de
prácticas relacionadas con él y con u n p l a n e t a que comienza a emitir
signos a l a r m a n t e s de la devastación tecnocientífica.
E n consecuencia, el volumen histórico que desde el siglo XVI h a s t a
mediados del XX fue ocupado por la ciencia es h a b i t a d o a c t u a l m e n t e
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 139

por el tipo de conocimiento y de prácticas derivadas que, provisoria­


1
m e n t e , denomino "posciencia", a u n q u e con fines prácticos aquí h a ­
blo de "ciencia" o "tecnociencia" p a r a referirme a la e m p r e s a científi­
ca actual.
U n a de las t a n t a s exigencias del conocimiento científico moderno
fue que la investigación se desarrollara en el interior de los rígidos
límites de cada disciplina. Pero a p a r t i r de la complejidad y la proli­
feración de nuevos saberes difícilmente u n a disciplina p u e d e hoy
"abastecerse a sí misma". Es evidente que existen indagaciones que
forzosamente deben restringirse a su especificidad. Pero es discuti­
ble que algún á r e a de la investigación se p u e d a perjudicar por a b r i r
2
sus fronteras a conocimientos provenientes de otras disciplinas.
No obstante, es dificultoso lograr "porosidad" e n t r e los m u r o s que
delimitan las diferentes modalidades científicas. Tal porosidad faci­
litaría el intercambio de experiencias y la construcción conjunta de
conocimiento. La resistencia a la a p e r t u r a de los p a r a d i g m a s no es
ajena al temor a posibles pérdidas de poder cognoscitivo, normativo,
3
controlador, tecnológico, económico y/o simbólico. Los saberes tien­
den a cerrarse en compartimientos estancos, a u n q u e t a m b i é n exis­
ten intercambios. Se pueden caracterizar los modos de h a c e r investi­
gación en

1) disciplinar, cerrado en sí mismo, e


2) interdisciplinar o transdisciplinar, i n t e r a c t u a n t e .

La investigación disciplinar c e r r a d a en sí m i s m a m u c h a s veces


toca su propio techo o achica peligrosamente sus fronteras por negar­
se a la a p e r t u r a indagatoria. "Los límites de mi lenguaje son t a m ­
bién los límites de mi mundo", dice W i t t g e n s t e i n (1988: 163, prop.
5.6 ss.). E s t e concepto puede hacerse extensivo a los límites del cono­
cimiento científico p a r a concluir que u n a disciplina que acota conser-

1. P a r a m a y o r e s precisiones sobre las diferencias e n t r e la ciencia m o d e r n a y la ciencia


a c t u a l (o posciencia), v é a s e Díaz (2000, 1999).
2. Al m e n o s a nivel de la adquisición de n u e v o s conocimientos, a u n q u e m u c h a s disci­
p l i n a s se " c i e r r a n " a la interacción con o t r a s por temor, e n t r e o t r a s cosas, a la p é r d i d a
de p o d e r q u e —suponen- p u e d e significar a b r i r sus tesoros cognoscitivos a los e x p e r t o s
en á r e a s d i f e r e n t e s de l a s s u y a s .
3. "Poder simbólico", e n el sentido c o n c e p t u a l de P i e r r e B o u r d i e u , t a l como lo d e s a r r o ­
lla {entre otros escritos) en La Sens practique (1980) y Cosas dichas (1988).
140 E s t h e r Díaz

v a d o r a m e n t e sus códigos acota asimismo de m a n e r a a l a r m a n t e sus


horizontes cognoscentes.
U n a posibilidad p a r a salir al paso de este desafío es abrir las com­
p u e r t a s de la diversidad y las diferencias como variables a t e n e r en
cuenta en la formación de los futuros investigadores. No se t r a t a , por
supuesto, de abogar por u n eclecticismo variopinto sin orden ni des­
tino sino de

• a r t i c u l a r diferentes perspectivas de la realidad reflejadas (o estu­


diadas) buscando p u n t o s de confluencia y fecundidad;
• procurar aportes que amplíen las alianzas tradicionales, estimu­
lando intercambios e n t r e disciplinas consideradas lejanas, como
la biología y la antropología, las ciencias jurídicas y las ciencias
4
médicas, o la t e r m o d i n á m i c a y la sociología, e n t r e o t r a s , y
• producir síntesis en las que se articulen de m a n e r a fértil los dis­
tintos aportes, analizando y r e s p e t a n d o semejanzas y diferencias.

Si se desea lograr u n a mezcla armónica de colores, primero se


debe considerar cada color en sí mismo. Traducido a la actual pro­
p u e s t a , si se quieren promover investigaciones interdisciplinarias y
transdisciplinarias, es conveniente diferenciar de algún modo las dis­
ciplinas. Me pliego en esto a la clasificación canónica e n t r e ciencias
formales y ciencias fácticas.

matemáticas

formales <

lógica

Ciencias

< naturales (física, q u í m i c a , biología y derivadas)

sociales (sociología, historia, a n t r o p o l o g í a , entre otras)

4. Ejemplos de i n t e r d i s c i p l i n a r i e d a d e n t r e biología y antropología: el a n á l i s i s de res­


tos m o r t a l e s p a r a d i r i m i r i d e n t i d a d ; de ciencias j u r í d i c a s y filosofía: el cotejo e n t r e
d i v e r s a s (y s e m e j a n t e s ) formas de b ú s q u e d a de la v e r d a d ; de q u í m i c a y sociología: la
aplicación de las c a r a c t e r í s t i c a s de la s e g u n d a ley de la t e r m o d i n á m i c a p a r a la com­
p r e n s i ó n del desarrollo de ciertos fenómenos sociales.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 141

Las ciencias formales comprenden la m a t e m á t i c a y la lógica. Su


objeto de estudio son entes ideales que no existen en el espacio-tiem­
po, a no ser como signos vacíos de contenido. Carecen de e n c a r n a d u ­
5
r a empírica. No refieren a n i n g u n a realidad extralingüística. Los
enunciados de las ciencias formales son analíticos. P e r m i t e n deter­
m i n a r su valor de v e r d a d desde el mero análisis de su forma. Por
ejemplo:

Un triángulo es una figura de tres ángulos,

es u n a proposición analítica y, como tal, expresa en el predicado lo


que ya anunció en el sujeto. No agrega información. Se t r a t a de u n a
verdad formal. El método de las ciencias formales es deductivo. Exi­
ge que a p a r t i r de la v e r d a d de algunos enunciados cruciales se infie­
r a el valor de verdad de otros enunciados del mismo sistema.
Por su p a r t e las ciencias fácticas se subdividen en ciencias n a t u ­
rales y ciencias sociales. Su objeto de estudio son e n t e s empíricos y,
en el interior de estas ciencias, el objeto de estudio es la n a t u r a l e z a
en las disciplinas n a t u r a l e s , y lo h u m a n o en las sociales. Los enun­
ciados de las ciencias fácticas son sintéticos, b r i n d a n información
extralingüística. Pongamos por caso:

En la lucha por la supervivencia sobreviven los más aptos.

El valor de v e r d a d de e s t a proposición h a de b u s c a r s e m á s allá de


su forma, en los datos de la experiencia. E s t e enunciado, cuya exten­
sión es universal, e n c u e n t r a corroboraciones empíricas singulares.
Por ejemplo en las islas Galápagos, cuando las t o r t u g a s recién naci­
das i n t e n t a n alcanzar el m a r p a r a salvarse de las gaviotas, no todas
lo logran. E n t r e las gaviotas vale el mismo principio, a l g u n a s no con­
siguen devorar n i n g ú n bebé tortuga; son las menos a p t a s . E s t a m o s
a n t e estados de cosas a los que se accede siguiendo recursos de las
ciencias fácticas: la contrastación empírica, con las variaciones y ex­
cepciones i n h e r e n t e s a cada disciplina, porque no siempre u n a con­
trastación es posible.
Existen tres disciplinas básicas en ciencias n a t u r a l e s : la física, la

5. Los e n u n c i a d o s formales p u e d e n e n u n c i a r s e t a m b i é n m e d i a n t e lenguaje i n t e r p r e ­


t a d o (cualquier idioma del m u n d o ) e s t a b l e c i e n d o c o r r e s p o n d e n c i a s con los e s t a d o s de
cosas.
142 E s t h e r Díaz

química y la biología; de ellas s u r g e n o t r a s disciplinas, como la


bioquímica, la astrofísica, la biología molecular y la climatología, en-
tre m u c h a s otras, algunas de ú l t i m a generación.
Por su p a r t e , pertenecen a las ciencias sociales la historia, la psi-
cología, la antropología, la geografía y la sociología, a d e m á s de u n a
g r a n variedad de disciplinas, pues t a m b i é n estas ciencias se siguen
reproduciendo.
En resumen:

Objeto de Métodos Valor de Enunciados


estudio verdad

Formales entes ideales deductivo interlingüistico analíticos


formal

Ciencias Entes empíricos Empíricos Extralingüístico

Naturales naturaleza conlrastadores experimental


y argumental
Fácticas sintéticos
Sociales humanos interpretativos testimonial
y argumental

4. E p i s t e m o l o g í a y m e t o d o l o g í a

¿Cómo es posible ser riguroso en las disciplinas científicas y, a la


vez, a b r i r nuevos territorios de estudio sin correr el riesgo de ser
expulsado de la comunidad científica? ¿Cómo se desarrolla la creati-
vidad si la investigación está p a u t a d a tecnológicamente, el conoci-
miento dominado por tecnicismos, la libertad encorsetada por la tec-
nocracia y la gestión constreñida a p a r á m e t r o s preestablecidos?
No h a y recetas únicas pero sí recetarios posibles. Existe u n a bate-
ría metodológica que puede servir de r a m p a de l a n z a m i e n t o p a r a
investigaciones futuras que no n e c e s a r i a m e n t e deben a t e n e r s e a rí-
gidos sistemas preconcebidos. Esos recetarios se nos ofrecen m á s bien
como u n a caja de h e r r a m i e n t a s de la que podremos e x t r a e r aquellas
que mejor se adecúen a n u e s t r a b ú s q u e d a , o modiñcarlas, o crear
otras. Incluso debe t e n e r s e en cuenta que ese a r s e n a l metodológico
puede ser aceptado o criticado, pero no negado, f u n d a m e n t a l m e n t e
en la iniciación profesional.
Por otra p a r t e , sería necio n e g a r la experiencia a c u m u l a d a acerca
de estos t e m a s , así como sería p a r a l i z a n t e a t e n e r s e acrítica y única-
m e n t e a los métodos vigentes. E n principio h a y que manejarlos y
—eventualmente- modificarlos, adecuarlos o crear nuevos. Sin des-
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 143

c a r t a r tampoco la posibilidad de utilizarlos tal como los h e m o s h e r e -


dado, en t a n t o posibiliten el encuentro con lo buscado. E n deñnitiva,
éste es el espíritu que a l e n t a b a a Descartes (1596-1650) cuando es-
cribió su Discurso del método en los inicios de la modernidad.
El origen de los métodos se a b i s m a en los arcanos de la civiliza-
ción. Pero el método asociado indisolublemente con la v e r d a d y regu-
6
lador de la práctica cientíñca es u n invento moderno. La v o l u n t a d
de saber que se despliega a p a r t i r del Renacimiento h a s t a n u e s t r o
tiempo es m a n i f i e s t a m e n t e metodológica.
Sin embargo, en el siglo de oro griego Sócrates se refería a su
7
propio método, la mayéutica. D u r a n t e el resto de la A n t i g ü e d a d y el
Medioevo t a m b i é n se utilizaron métodos, que no siempre ( a u n q u e sí
m a y o r i t a r i a m e n t e ) t r a t a b a n acerca de estériles disquisiciones lógi-
cas. Incluso los primeros modernos —antes que Descartes o contem-
p o r á n e a m e n t e con é l - se refirieron al método como indispensable p a r a
el hallazgo de nuevos conocimientos.
No obstante, el Discurso del método es paradigmático porque es-
tablece la hegemonía del método científico como medio privilegiado
p a r a acceder a la v e r d a d desde u n sujeto (en realidad, desde u n yo).
Ahí Descartes confiesa con cierta h u m i l d a d que su método no es el
único, ni el verdadero, ni el mejor; simplemente es el que encontró y
le resultó útil. Por ello lo pone a disposición del público, p a r a el posi-
ble seguimiento de sus reglas.
La epistemología y la metodología surgen de la filosofía. D u r a n t e
las postrimerías del siglo XIX y los albores del XX, t a n t o los europeos
fundadores de la epistemología m o d e r n a como algunos p e n s a d o r e s
estadounidenses preocupados por la ciencia reforzaron los estudios
sobre la validez lógica de los métodos -tópico indiscutiblemente epis-
temológico-y t a m b i é n sobre la i n s t r u m e n t a c i ó n de técnicas específi-

6. Respecto de la no especificación en el e s t u d i o del método h a s t a la m o d e r n i d a d , la


s i g u i e n t e frase es r e v e l a d o r a : "No sigo r i g u r o s a m e n t e el curso de la h i s t o r i a del m é t o -
do e x p e r i m e n t a l , cuyos p r i m e r o s comienzos no son todavía bien reconocidos" ( K a n t ,
1968: 130).
7. "Mayéutica", en griego, es "dar a luz". S ó c r a t e s decía que ése e r a su m é t o d o , p u e s
c o n s i d e r a b a q u e no le i m p r i m í a conocimientos a s u s i n t e r l o c u t o r e s . P o r el c o n t r a r i o , el
conocimiento e s t á en el sujeto y u n m a e s t r o debe a y u d a r a su a l u m n o a q u e dé a luz l a s
v e r d a d e s q u e e x i s t e n en su i n t e r i o r i d a d . La m a y é u t i c a es el a r t e de l a s p a r t e r a s , q u e
no p o n e n de sí m á s que la técnica p a r a i n d u c i r al p a r t o , pero t a n t o lo q u e s u r g e como
el esfuerzo por obtenerlo p r o v i e n e n de la p a r t u r i e n t a .
144 E s t h e r Díaz

cas p a r a lograr productos cognoscitivos y tecnológicos confiables


8
—tema e m i n e n t e m e n t e metodológico—.
¿Cuáles son las coincidencias y las diferencias e n t r e "epistemolo-
gía" y "metodología"? No existe metodología sin supuestos epistemo-
lógicos, ni epistemología sin sustento metodológico. Será por eso que
los límites e n t r e a m b a s disciplinas son difusos. C o m p a r t e n concep-
tos, a u n q u e no siempre los mismos significantes revisten los mismos
9
sentidos.
Se h a b l a de "metodología p r o p i a m e n t e dicha" cuando se hace re-
ferencia a las técnicas utilizadas en la p u e s t a en m a r c h a de u n diagra-
m a de investigación. E n cambio, u n proyecto de investigación es u n a
especie de p r o g r a m a general de todas las i n s t a n c i a s i n d a g a t o r i a s
10
(cognoscitivas y extracognoscitivas). Incluye t a m b i é n el d i a g r a m a
de investigación o metodología, en el que se d e t e r m i n a el recorte de
la realidad a estudiar, la transformación de los hechos de la n a t u r a -
leza en datos, las técnicas c u a n t i t a t i v a s y/o cualitativas p a r a la re-
colección de datos y su posterior análisis, las m a t r i c e s de datos, las
u n i d a d e s de análisis, las variables i n t e r v i n i e n t e s y los criterios de
evaluación.
No todos los métodos modifican la realidad empírica ( n a t u r a l o
social), existen t a m b i é n métodos que funcionan como instancias de
validación de las teorías. La epistemología apela a estos métodos in-
t e n t a n d o legitimar los conocimientos producidos por los investigado-
res. P a r a el neopositivismo la función de la epistemología es nor-
m a t i v a y el epistemólogo sería u n a especie de "dador de n o r m a s
gnoseológicas". Estas últimas deberían ser observadas puntillosamen-
te por los investigadores, si p r e t e n d e n a r r i b a r a resultados fértiles.

8. J u a n S a m a j a (s/f) considera que el m o m e n t o fundacional de la metodología se pro-


duce con C h a r l e s Peirce (1839-1914), específicamente a p a r t i r de u n a publicación de
1888 ("La fijación de la creencia") d o n d e establece con c l a r i d a d los r a s g o s p r i m o r d i a l e s
de los métodos p a r a p r o d u c i r conocimientos; esa p o s t u r a s e r á r e t o m a d a y e n r i q u e c i d a
por William J a m e s (1842-1910) y J o h n Dewey (1859-1952).
9. U n a cosa es la utilización de algo (en e s t e caso, los métodos) y o t r a la t o m a de
d i s t a n c i a de ese algo p a r a o b t e n e r u n a r e p r e s e n t a c i ó n c o n c e p t u a l y t e m a t i z a r l o p u -
diendo, incluso, reflexionar sobre él, a d e m á s de utilizarlo y e n s e ñ a r l o . T a m b i é n h a y
q u e diferenciar e n t r e la existencia de reflexiones s i s t e m á t i c a s , pero p u n t u a l e s y aco-
t a d a s , sobre el método, de la exigencia h e g e m ó n i c a de m é t o d o s de validación, por u n
lado, y de metodología de d e s c u b r i m i e n t o , por otro.
10. I n s t a n c i a s a c a d é m i c a s o e m p r e s a r i a l e s , a d m i n i s t r a t i v a s , financieras, teóricas, de
t r a n s f e r e n c i a , de r e c u r s o s h u m a n o s , y, e n t r e o t r a s , de construcción, desarrollo y eva-
luación del diseño e x p e r i m e n t a l .
C o n c e p t o s e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 145

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

- planteamiento del problema


- estado de la cuestión
- m a r c o teórico
hipótesis
- objetivos
recursos financieros
recursos h u m a n o s
- c r o n o g r a m a de trabajo
evaluación
conclusiones
- transferencia a la s o c i e d a d
- bibliografía

D I A G R A M A DE
INVESTIGACIÓN

- metodología -

E n realidad, creo que la epistemología, m á s que n o r m a t i v a , debe­


ría ser pensante. Considerar las condiciones de posibilidad históricas
del conocimiento. Conceptualizar nuestro p r e s e n t e a t r a v e s a d o por
u n a técnica a v a s a l l a n t e , estimular el cuestionamiento ético de las
investigaciones y abrirse a múltiples métodos sólidos y eficaces. Aun­
que es obvio que p a r a fomentar la fecundidad p e n s a n t e se debe re­
n u n c i a r al dogma casi religioso de la existencia de u n método único
en la ciencia, pues en la práctica científica sólo los no creativos repi­
11
ten u n mismo m é t o d o .
Pero r e s u l t a que los defensores del método único, desde s u s dis­
t i n t a s perspectivas, declaran que "el" método es el elegido por su par­
cialidad teórica. P a r a u n empirista, será el inductivismo; p a r a u n
racionalista, el hipótetico-deductivo; y p a r a u n racionalista crítico, el
falsacionismo. Estos son los métodos de validación m á s influyentes
en la reflexión epistemológica sobre las ciencias n a t u r a l e s , y, como se
ve, p a r a n g o n a n d o al Dios de los católicos, se t r a t a de t r e s métodos
distintos, pero u n solo método verdadero.

11. R e m i t o a u n t e x t o e m b l e m á t i c o en la d e f e n s a de la no u n i c i d a d del m é t o d o cientí­


fico: F e y e r a b e n d U 9 8 1 ) .
146 E s t h e r Díaz

4.1. Investigación e imaginario social

El filósofo y matemático español E m m a n u e l Lizcano h a realizado


u n estudio comparativo y minucioso de t r e s c u l t u r a s diferentes e n t r e
sí, la china antigua, la griega clásica y la del alejandrismo tardío.
D e m u e s t r a cómo la ciencia formal no está exenta de los prejuicios,
los t a b ú e s y las ensoñaciones que afectan a todos los mortales, inclu-
so a los científicos, hecho que obviamente se refleja en sus productos
cognoscitivos. Dice Lizcano:

A la postre, las matemáticas h u n d e n sus raíces en los mis-


mos magmas simbólicos en los que se alimentaban los mitos
que aspiraban a reemplazar. Cada matemática echa sus raíces
en los distintos imaginarios colectivos y se construye al hilo de
los conflictos que se desatan entre los varios modos de repre-
sentar/inventar esa ilusión que cada cultura denomina reali-
dad. Las matemáticas también se construyen desde ese saber
común que todos los moradores de u n a cultura compartimos y
aun cuando —como entre nosotros- se constituye en un saber
ejemplar, está imponiendo u n a concepción del mundo. (Lizca-
no, 1993: 17)

También en las ciencias fácticas se d e t e c t a n los r a s t r o s del ima-


ginario social, de la a u t o r i d a d y del poder. E n los albores del siglo
XX, lord Raleigh, u n científico q u e gozaba de reconocido prestigio,
envió u n paper a la Asociación B r i t á n i c a de Ciencias p a r a su eva-
luación. Se t r a t a b a de u n documento sobre v a r i a s p a r a d o j a s de la
electromecánica. Por i n a d v e r t e n c i a , c u a n d o se despachó el artículo
su n o m b r e fue omitido. El trabajo se rechazó con el despectivo co-
m e n t a r i o de que el a u t o r era "un hacedor de paradojas". Poco tiem-
po después, el documento fue enviado n u e v a m e n t e a la asociación
con el n o m b r e del prestigioso científico, entonces el texto no sólo fue
aceptado sino que se le ofrecieron al lord toda clase de disculpas
(Kuhn, 1971: 237).
La legitimación, tradicionalmente, a p u n t ó a lo formal-metodoló-
gico. "Validez" es u n t é r m i n o lógico y epistemológico. E n sentido lógi-
co significa "correcto" y se aplica a los r a z o n a m i e n t o s que responden
a leyes lógicas. Epistemológicamente se refiere al hecho de que los
enunciados de u n a teoría son aceptados como verdaderos o sólidos.
Las p o s t u r a s h e r e d a d a s buscan la formalización de u n a teoría cientí-
fica y a s p i r a n a validarla en función de su pertinencia lógica y de la
posibilidad de contrastación de sus enunciados observacionales. Las
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 147

posiciones críticas, por el contrario, buscan la validez epistémica en


función de la solidez de las teorías. Tal solidez difícilmente e m a n e de
la formalización y p u e s t a a prueba, sino de la confrontación e n t r e los
objetivos propuestos y los logros alcanzados. H a y u n a tercera forma
de validación: u n a teoría se acepta porque es eficaz (en sus efectos,
en sus técnicas y/o en su rentabilidad).
Por último, conviene aclarar que utilizar el mismo t é r m i n o - m é -
t o d o - p a r a referirse a instancias diferentes del proceso cognoscitivo
dificulta la diferenciación de roles. E n u n abordaje esquemático se
puede sortear el problema diferenciando e n t r e

• métodos p a r a la obtención de nuevos conocimientos, y


• métodos p a r a validar tal obtención.

E n el p r i m e r caso se t r a t a de metodología; en el segundo, de epis-


temología.

4,2. Científicos, epistemólogos y metodólogos

E n el principio fue el método y quienes se ocupaban de él e r a n los


filósofos o "científicos". A c t u a l m e n t e existe u n a especie de división
entre

• quienes u s a n los métodos (los científicos);


• quienes i n t e n t a n validarlos (los epistemólogos), y
• quienes los d i s e ñ a n (los metodólogos).

El p r i m e r grupo pertenece obviamente al ámbito tecnocientífico y


los otros dos, al filosófico.
Si bien desde cierto p u n t o de vista los términos 'método' y 'técnica'
son sinónimos, no siempre significan lo mismo. Método, literalmen-
te, significa "camino p a r a a r r i b a r a u n a m e t a , a u n destino, a u n
logro". Y técnica, no t a n literalmente, significa "modificación de la
realidad", "saber hacer" y t a m b i é n "medio p a r a obtener u n fin". E n el
caso de la investigación científica, esa m e t a se alcanza i n s t r u m e n -
12
tando instancias r e g u l a d a s p a r a obtener conocimiento. E s a s ins-

12. E n r e a l i d a d creo q u e se obtiene información y, a p a r t i r de ella, se c o n s t r u y e cono-


cimiento, sin d e s c u i d a r que la información t a m b i é n se c o n s t r u y e a p a r t i r de ciertos
148 E s t h e r Díaz

t a n c i a s son objeto de estudio de la metodología, espacio propicio p a r a


la "tecnificación sin reflexión" propia de las corrientes epistémicas
analíticas. Circulan discursos metodológicos en los que el e n t r a m a d o
conceptual se elide. J o h n Galtung, u n r e p r e s e n t a n t e de esa concep­
ción, dice:

Existe [en metodología] el concienzudo análisis filosófico


de los fundamentos de la investigación y [por otra parte] la
elaboración, igualmente concienzuda, de complejos detalles de
las técnicas. En el presente trabajo no se h a r á ningún intento
de profundizar en los fundamentos o en los tecnicismos; más
bien se i n t e n t a r á ofrecer al lector un enfoque analítico. (Gal­
tung, 1978: IX)

El s u p u e s t o no explícito en este enfoque es la automatización


metodológica al servicio de la tecnocracia. E s t e tipo de metodología
coexiste con otras a r r a i g a d a s a la formación filosófica, en las que los
métodos se entretejen con conceptualizaciones de alto nivel teórico,
al estilo de la producción de J u a n Samaja, quien h a desarrollado u n a
línea metodológico-filosófica que estableció, en la Argentina, u n a ten­
13
dencia diferente de la metodología positivista.

5. M é t o d o s d e v a l i d a c i ó n e n c i e n c i a s n a t u r a l e s

H e aquí u n fragmento compuestos con proposiciones científicas:

El universo en su conjunto engendra partículas elementa­


les y fuerzas. Las estrellas fabrican átomos. E n el espacio in­
terplanetario nacen las moléculas. A medio camino entre estas
dos escalas, estas múltiples interacciones hacen que la vida
emerja, primero en sus incipientes formas celulares, y luego, a
lo largo de la evolución, en forma de organismos multicelula­
res, mamíferos, homínidos o ecosistemas. (Reeves, 1999: 39)

Todas las teorías se construyen con proposiciones. Es decir, con


enunciados -formales o i n t e r p r e t a d o s - de los que se puede predicar

h e c h o s . P e r o p a r a no diversificar d e m a s i a d o el t e m a , m o m e n t á n e a m e n t e doy por b u e ­


no " o b t e n e r conocimiento", a u n q u e la idea es "construcción de conocimiento".
13. Si bien e n t o d a la o b r a de este a u t o r se r e g i s t r a u n a f u n d a m e n t a c i ó n teórica de la
metodología, u n texto e j e m p l a r al respecto es S a m a j a (1993).
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 149

si son verdaderos o falsos. U n a proposición es v e r d a d e r a si lo que


enuncia se corresponde con lo enunciado. "El agua, a nivel del mar,
hierve a los cien grados" es u n a proposición v e r d a d e r a porque —hasta
el m o m e n t o - se h a corroborado que en esas condiciones el a g u a co-
mienza a hervir. U n conjunto de proposiciones p u e d e n formar u n ra-
zonamiento. Pero ¿qué es u n razonamiento? U n a e s t r u c t u r a lógica
constituida por u n a o v a r i a s p r e m i s a s y u n a conclusión. Tanto las
premisas como la conclusión, por ser proposiciones, p u e d e n ser ver-
d a d e r a s o falsas. Los r a z o n a m i e n t o s , en cambio, son válidos o inváli-
dos (correctos o incorrectos). P a r a que u n a combinación de proposi-
ciones sea considerada u n razonamiento, u n a de esas proposiciones
debe extraerse o inferirse de las d e m á s . La proposición que se infiere
es la conclusión, las otras son p r e m i s a s .
Los r a z o n a m i e n t o s son formas lógicas. Entonces, ¿cómo se rela-
cionan con las ciencias fácticas si sus componentes son signos sin
contenido? M e d i a n t e su traducción a lenguajes significativos. Vea-
mos u n ejemplo de r a z o n a m i e n t o interpretado:

"Todo los metales se dilatan con el calor" (primera premisa),


"El hierro es u n metal" (segunda premisa),
por lo tanto, "El hierro se dilata con el calor" (conclusión).

¿Cuándo es válido u n razonamiento? Cuando no existe n i n g u n a


posibilidad de obtener u n a conclusión falsa de p r e m i s a s v e r d a d e r a s .
En los razonamientos válidos la v e r d a d de las p r e m i s a s se t r a n s m i t e
a la conclusión. P a r a distinguir si u n razonamiento es correcto existe
u n procedimiento lógico denominado "tablas de verdad". Su aplica-
ción posibilita la comprobación de uno de los siguientes resultados:

• tautología,
• contradicción,
• contingencia.

Ú n i c a m e n t e cuando el resultado de la t a b l a de v e r d a d es u n a tau-


tología está g a r a n t i z a d a la validez de u n r a z o n a m i e n t o . La tautolo-
gía está compuesta por v e r d a d e s . Es la repetición de u n concepto con
la m i s m a o con diferentes formas ("A = A", o "un hexágono es u n a
figura de seis lados"). No a p o r t a información m á s allá de su forma.
La contradicción e s t á compuesta de falsedades y la contingencia,
de verdades y falsedades. Tanto la contradicción como la contingen-
cia indican que el r a z o n a m i e n t o puesto a p r u e b a no es válido.
150 E s t h e r Díaz

E s t a m o s refiriéndonos a las formas lógicas que p u e d e n t e n e r vali­


dez, es decir, a los razonamientos deductivos (aunque t a m b i é n h a y
r a z o n a m i e n t o s deductivos no válidos). O t r a s formas lógicas como la
inducción o la analogía n u n c a son válidas.
U n a a l t e r n a t i v a a la realización de las t a b l a s de v e r d a d p a r a de­
tectar la validez de u n r a z o n a m i e n t o deductivo es conocer las leyes
lógicas, ya que si u n a forma lógica coincide con u n a ley lógica tiene
su validez a s e g u r a d a . E s t a breve alusión a la lógica se justifica aquí
porque existen corrientes formalistas que t r a t a n de validar los méto­
dos de las ciencias fácticas a p a r t i r de su consistencia lógica.

5.1. Inductivismo

L a inducción es u n a forma de r a z o n a m i e n t o que p a r t e de proposi­


ciones s i n g u l a r e s o p a r t i c u l a r e s e infiere enunciados universales.
Sobre la base formal de la inducción se constituye el método de las
ciencias fácticas denominado inductivismo. Sus propulsores susten­
t a n teorías empiristas, por lo t a n t o , consideran que la investigación
p a r t e de la experiencia, sin hipótesis previas al accionar del método.
E n el inductivismo, como método fáctico, se siguen los siguientes
pasos:

• se p a r t e de la experiencia (observación de u n caso);


• se a n a l i z a n las características del caso observado;
• se despliegan variables p a r a abordarlo desde distintas perspecti­
vas;
• se a n a l i z a n casos similares a c u m u l a n d o n u m e r o s a s verificacio­
nes, y
• se realiza u n a generalización empírica m e d i a n t e u n enunciado
que a s e g u r a que esas características se e n c o n t r a r á n en todos los
casos del mismo tenor.

P a r a los inductivistas las hipótesis a p a r e c e r í a n recién al final del


proceso, cuando se generalizan de modo u n i v e r s a l , pues consideran
que los enunciados observacionales, que en realidad fueron verifica­
dos individualmente, p u e d e n generalizarse conservando la verifica­
ción. E n realidad no existe m a n e r a de verificar si esa ley se cumple
de modo universal. Ni siquiera u n h o m b r e i n m o r t a l que a g o t a r a sus
e t e r n i d a d e s repitiendo casos alcanzaría a corroborar esa verificación
universal.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 151

U n inductivista que agotó la mayor p a r t e de su existencia repi-


tiendo casos fue Cesare Lombroso (1836-1909), el precursor de la cri-
minología. Realizó sus investigaciones en cárceles y otros estableci-
mientos de encierro correccional. Catalogó a miles de individuos por
su e s t a t u r a , color de piel, contextura física, características pilosas,
dientes, vista, olfato, sensibilidad táctil, resistencia al dolor, análisis
de orina, sangre, t e m p e r a t u r a , tatuajes, costumbres, gestos. E n fin,
todo aquello que le permitiera afirmar científicamente que "existen
r a z a s inferiores, criminales natos y degenerados cuyo destino crapu-
14
loso está d e t e r m i n a d o por sus rasgos fisonómicos".
Lombroso enuncia su ley a p a r t i r de u n a investigación inductiva
exhaustiva. El criminólogo aseguró que ciertos aspectos morfológi-
cos d e t e r m i n a n la condición del transgresor. No advirtió que su pun-
tillosa investigación estaba acotada a u n a clase social m a r g i n a d a a
priori. Lombroso e s t u d i a b a en u n "universo" - e l del e n c i e r r o - q u e ya
h a b í a sido discriminado por la policía, los jueces y la sociedad en
general.
Al investigar no se le ocurrió buscar a quienes r e a l m e n t e h a b í a n
delinquido, ni en qué condiciones la justicia d e t e r m i n a quién es sos-
pechoso y quién no. Caracterizó científicamente a quienes y a esta-
b a n caracterizados por los medios de exclusión social. Si en a l g u n a
cárcel se encontraba con u n a minoría de presos "no característicos"
(rubios de ojos azules y de clase social acomodada, por ejemplo), des-
c a r t a b a el dato por irrelevante. Conclusión: el h o m b r e delincuente es
el h o m b r e que la sociedad encierra por delincuente desde la discrimi-
nación y el prejuicio. Es decir, los "sucios, feos y malos".
Su teoría fue m u y exitosa. No debería olvidarse que su rigor cien-
tífico e s t a b a avalando prejuicios e intolerancias enraizados en lo so-
cial. Incluso, h a s t a m á s allá de mediados del siglo XX, solían exhibir-
se afiches con los "rasgos característicos del delincuente" en las frías
p a r e d e s de las salas de espera de las comisarías. Poco a poco fueron
desapareciendo. No se sabe bien si porque la teoría lombrosiana h a -
bía caído en desuso o porque esos rasgos se parecían a l a r m a n t e m e n -
te a los de varios h o m b r e s de las m i s m a s fuerzas de seguridad.

% ^ í¡í

14. C. Lombroso, L'uomo delincuente, T u r í n , F r a t e l l i Bocea, 1924.


152 E s t h e r Díaz

Se puede a n a l i z a r la investigación de Lombroso a la luz de los


imperativos del inductivismo:

• la observación de los hechos se debe realizar sin hacer conjeturas a


priori (el inconveniente de Lombroso fue no h a b e r advertido sus
propios prejuicios);
• se debe registrar todo lo observado (la acumulación titánica de
datos parece h a b e r cumplido este principio, sólo falló el no h a b e r
mirado m á s allá de ellos);
• el número de enunciados observacionales obtenidos debe ser tan
amplio como sea posible (el único problema es que no salió de los
encierros p a r a investigar);
• las observaciones deben repetirse variando las condiciones de ob­
servación (las varió pero ú n i c a m e n t e dentro de u n universo "aco­
tado");
• ninguno de los enunciados observacionales obtenidos debe contra­
decir la ley general que se va a inferir (cuando lo observado con­
tradecía su ley, lo d e s c a r t a b a por irrelevantes);
• análisis, comparación y clasificación de los hechos observados y
registrados (imperativo cumplido por falla del m a n d a t o , ya que
n a d a dice sobre la población a ser estudiada);
• generalizaciones empíricas referentes a las relaciones entre los he­
chos clasificados (las produjo fortaleciendo el prejuicio discrimi­
natorio), y
• realización de inferencias partiendo de las generalizaciones esta­
blecidas (las realizó, prediciendo así el accionar social y de la j u s ­
ticia que, a p a r t i r de estas investigaciones, t e n d r í a aval científico
p a r a prejuzgar).

El método inductivo no puede validarse lógicamente, ya que e n t r e


los casos estudiados —por n u m e r o s o que ellos sean— y la generaliza­
ción empírica h a y u n salto ilógico: se p a s a a b r u p t a m e n t e de lo parti­
cular a lo universal.
Sin embargo, y a p e s a r de las críticas que se le pueden h a c e r al
inductivismo, es preciso reconocer que no sólo en la ciencia sino t a m ­
bién en la vida cotidiana el inductivismo es u n principio eficaz. E n
ciencia, el método se salva acudiendo a las probabilidades: si en u n
alto n ú m e r o de casos estudiados se produjo d e t e r m i n a d o efecto, es
posible concluir que existe a l t a probabilidad de que cuando se den
casos similares se producirán los mismos efectos.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 153

Los inductivistas suponen u n a regularidad en la n a t u r a l e z a y en


la sociedad y, en ese sentido, todos somos u n poco inductivistas. Pero
si no fuéramos m e d i a n a m e n t e inductivistas, d u d a r í a m o s de todo,
incluso de que cada día amanezca. Certeza que proviene del hecho de
que - h a s t a el m o m e n t o - cada día de n u e s t r a s vidas amaneció.

5.2. Método hipotético-deductivo

Los inductivistas - c o h e r e n t e s con su empirismo— p r e t e n d e n abor-


d a r la investigación sin hipótesis (esto es, sin s u p u e s t o s ) , e n c a r a n -
do d i r e c t a m e n t e la experiencia. E s t a afirmación es m u y discutible,
porque todo parece decir que cualquier decisión que t o m a m o s viene
a v a l a d a por u n a hipótesis, incluso en la vida cotidiana: ¿por qué
acudimos a u n medio de t r a n s p o r t e y no a otro, h a b i e n d o varios
disponibles? E s evidente que conjeturamos que el elegido s e r á el
m á s ventajoso. A u n q u e obviamente s o s t e n e r hipótesis no g a r a n t i z a
éxito, no s o s t e n e r l a s imposibilitaría la acción o la convertiría en
compulsiva. A m b a s posibilidades se contradicen con la idea de co-
nocimiento.
E n realidad no h a y observaciones sin hipótesis, ni hipótesis sin
observaciones; pero según las diferentes perspectivas se priorizan
u n a s o las otras. P o s t u l a r que el p u n t o de p a r t i d a del método es la
construcción de u n a hipótesis universal responde a u n principio ra-
cionalista: de proposiciones universales se derivan conclusiones par-
ticulares o singulares. Si sostengo la proposición u n i v e r s a l "todo p a n
alimenta", infiero la proposición singular "este p a n que tengo a n t e
mis ojos alimenta". A u n q u e la historia, que no suele ser b u e n a amiga
de la lógica, demostró que en d e t e r m i n a d a s circunstancias existe p a n
que en lugar de a l i m e n t a r envenena.
Nos introducimos ahora en los prolegómenos del método hipotéti-
co-deductivo.
Copérnico (1473-1543), cuando propuso la hipótesis universal he-
liocéntrica, no h a b í a observado la movilidad de la Tierra ni la "inmo-
vilidad" del Sol. Pero h a b í a observado varios fenómenos que p a r e -
cían contradecir la tesis geocéntrica vigente en su época.
Su tesis se e n m a r c a en los requerimientos del método hipotético-
deductivo. La observación del estado de la realidad, de la ciencia y de
la técnica de su época le permitió "ver" incluso lo que no veía: cons-
truyó u n a hipótesis universal. U n a conjetura que posibilita deducir
154 E s t h e r Díaz

consecuencias observacionales y enunciados observacionales. La con-


secuencia observacional es conceptual, el enunciado observacional
r e m i t e a lo empírico.
C u a n d o Alfred Russel Wallace - t a l como se ve en el segundo apar-
tado de este a n e x o - es desafiado a d e m o s t r a r la hipótesis de la re-
dondez de la Tierra, i n ñ e r e u n a consecuencia observacional. Ella co-
r r o b o r a la c u r v a t u r a de la superficie t e r r e s t r e . Al c o n c r e t a r s e la
consecuencia se produjo u n enunciado observacional. Se realizó el
experimento.
Es preciso aclarar que no sólo los racionalistas sino t a m b i é n algu-
nos empiristas se plegaron finalmente a la consolidación del método
hipotético-deductivo.
Las instancias básicas de ese método son las siguientes:

• La investigación científica p a r t e de problemas y, en función de


conocimientos previos y de la inventiva del investigador, formula
hipótesis de carácter universal.
• La hipótesis guía el desarrollo de la investigación y la selección de
datos que i n t e n t e n confirmarla.
• Se elabora u n diseño e x p e r i m e n t a l (tarea de la metodología de la
investigación) p a r a o r i e n t a r los pasos a seguir.
• De la hipótesis p r o p u e s t a se deducen consecuencias observacio-
nales.
• Se t r a t a de c o n t r a s t a r las consecuencias observacionales median-
te enunciados observacionales (he aquí u n experimento: exigirle a
la experiencia que r e s p o n d a a lo que se concibió teóricamente).
• A p a r t i r de u n g r a n n ú m e r o de contrastaciones exitosas, se decide
que la hipótesis quedó confirmada; p a s a así a ser u n a ley científi-
ca ( a u n q u e t a m b i é n se la puede seguir llamando hipótesis, ya que
n u n c a se p u e d e n c o n t r a s t a r todos los casos posibles).

A d e m á s , el método hipotético deductivo h a i n t e n t a d o validarse a


p a r t i r de u n a forma lógica que i n t e r p r e t a d a podría e n u n c i a r s e así:
"Si el antibiótico es bueno", entonces "el enfermo se cura", y "el enfer-
mo se cura", por lo t a n t o "el antibiótico es bueno". Si se formaliza
este r a z o n a m i e n t o y se le aplica la t a b l a de verdad, el r e s u l t a d o será
u n a contingencia. E s t a m o s frente a u n r a z o n a m i e n t o inválido, que
se d e n o m i n a falacia de afirmación del consecuente ("el antibiótico es
bueno" es el antecedente y "el enfermo se cura" el consecuente). E s t a
fórmula no permite validación lógica por t r a t a r s e de u n razonamien-
to incorrecto, de u n a falacia.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 155

Veamos qué ocurre si se i n t e n t a otra forma lógica, que t r a d u c i d a


a lenguaje i n t e r p r e t a d o sería: "Si el antibiótico es bueno", entonces
"el enfermo se cura", y "el antibiótico es bueno", por lo t a n t o "el enfer­
mo se cura". Si se formaliza este r a z o n a m i e n t o y se le aplica la t a b l a
de verdad, el resultado será u n a tautología. E s t a m o s frente a u n ra­
zonamiento válido llamado modus ponens. Su validez deriva de h a ­
ber afirmado el antecedente, pero no justifica la hipótesis porque no
agrega información.
E n definitiva, a p e s a r de los esfuerzos realizados por los defenso­
res del método hipotético-deductivo, no existe validación lógica que
certifique la verdad de u n a hipótesis. Considero que ello no p r e s e n t a
problemas en la investigación si se llega a conclusiones sólidas. Pero
los neopositivistas insisten en la necesidad de formalizar los enun­
ciados científicos y coronarlos con éxitos lógicos, así que deciden se­
guir buscando.

5.3. Corrección falsacionista

B a s t a u n solo rubí p a r a d e t e n e r el curso de un río. E s t a hipótesis


fue defendida por a l g u n a s generaciones de bizantinos. N u n c a se pu­
sieron de acuerdo sobre la seriedad del enunciado. No o b s t a n t e , hoy
podría gozar - a u n q u e por breve t i e m p o - de s t a t u s científico, porque
quienes la defendían o la d e n o s t a b a n lo h a c í a n sólo con p a l a b r a s . En
cambio, a c t u a l m e n t e , se la sometería a contrastación empírica. Y,
desde ese p u n t o de vista, es u n a hipótesis falsable.
La hipótesis científica no es u n a conjetura al azar, tiene base em­
pírica, y, desde el p u n t o de vista conceptual, deber ser coherente con
el conjunto de hipótesis y leyes que constituyen u n a teoría. U n a hi­
pótesis científica es u n salto creativo. Pero debe cumplir ciertas con­
diciones:

• explicar lo que se eligió como objeto de observación;


• interrelacionar la hipótesis principal con otras hipótesis o leyes,
de m a n e r a sistemática, y
• predecir n u e v a s observaciones que, en caso de ser c o n t r a s t a d a
la hipótesis con r e s u l t a d o positivo, le o t o r g a r á m a y o r apoyo em­
pírico.

Karl Popper es u n agudo crítico del inductivismo y, a u n q u e acuer­


da con los lineamientos generales del hipotético-deductivismo, t a m -
156 E s t h e r Díaz

bien lo somete a críticas. Propone u n nuevo método de validación


científica, el falsacionismo, o corrección falsacionista al método hipo-
tético-deductivo.
U n a de las objeciones que Popper le hace al inductivismo es la
imposibilidad de verificar u n a ley, o asignarle algún grado de proba-
bilidad. P e n s e m o s en el conjunto de los m e t a l e s . E s t á compuesto por
u n n ú m e r o infinito de elementos, de modo que n i n g u n a cantidad de
metales, de los que se h a y a comprobado que se dilatan al ser calenta-
dos, p e r m i t i r á asignar u n a probabilidad d i s t i n t a de cero a la hipóte-
sis "todos los metales se dilatan con el calor". P u e s por alto que sea el
n ú m e r o de corroboraciones de la hipótesis, si se divide ese n ú m e r o
por infinito (que son todos los casos posibles), el resultado es cero.

n
— = 0
oo

Popper se a u t o d e n o m i n a "racionalista crítico" porque, a u n q u e es


racionalista, no acepta la pretensión de los hipotético-deductivistas
de confirmar la hipótesis, por los mismos motivos que no acepta la
15
verificación de los i n d u c t i v i s t a s . P u e s n u n c a se puede d e m o s t r a r la
verdad de u n a hipótesis, ya que cada p r u e b a exitosa está reafirman-
do la victoria de u n a comprobación singular, pero no de la ley que,
como tal, a s p i r a a obtener validez u n i v e r s a l .
¿Cómo se acepta, entonces, u n a hipótesis, según Popper? Se la
somete a p r u e b a t r a t a n d o de falsaria. Si la hipótesis al ser contras-
t a d a con lo empírico soporta la p r u e b a , se considera que fue corro-
b o r a d a . R e s i s t i r s e a ser falsada la fortalece. Pero n a d i e p u e d e ase-
g u r a r q u e en el futuro seguirá m o s t r a n d o su t e m p l e . La p r o p u e s t a
es novedosa y coherente, a u n q u e apela a recursos inductivistas, pues
son las sucesivas repeticiones de p r u e b a s empíricas las que final-
m e n t e vigorizan la hipótesis. P o p p e r saca entonces otra novedad de
su g a l e r a y e n c u e n t r a u n a v u e l t a lógica deductiva p a r a corregir el
método hipotético-deductivo. Desde este n u e v o p u n t o de vista, u n a
p u e s t a a p r u e b a debe ser u n i n t e n t o de refutación a p a r t i r de u n a
hipótesis falsable.

15. N ó t e s e q u e el hipotético-deductivo acude a u n r e c u r s o i n d u c t i v i s t a en el proceso de


"confirmación", y a q u e la c a n t i d a d de casos exitosos s e r á d e t e r m i n a n t e p a r a la conver-
sión de h i p ó t e s i s en ley. Y. como se vio, no h a y otro r e c u r s o p a r a el hipotético-deducti-
vista, ya q u e d e s d e el p u n t o de v i s t a lógico el m é t o d o no p u e d e j u s t i f i c a r s e .
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 157

Por ejemplo, el enunciado:

EL agua del Río de la Plata está contaminada o no está con-


taminada,

no es falsable, ya que si se pone a p r u e b a arrojará uno de los dos


resultados anunciados, no h a y m a n e r a de refutarlo.
U n a hipótesis refutable no debe ser a m b i g u a ni contradictoria.
Debe otorgar m á s información que la disponible h a s t a el m o m e n t o ,
ser audaz, y t a m b i é n empírica. Por ejemplo, no es empírica la hipóte-
sis "los f a n t a s m a s existen", como no lo es "los f a n t a s m a s no existen":
n i n g u n a de las dos ofrece la posibilidad de ser r e f u t a d a empírica-
mente.
Popper encontró u n a solución a v a n z a n d o a c o n t r a m a n o de las
b ú s q u e d a s anteriores. E n l u g a r de t r a t a r de confirmar hipótesis, pro-
pone i n t e n t a r refutarlas. Porque si se procura hacerlo y no se logra,
se las fortalece (al menos por el momento). E n lenguaje i n t e r p r e t a d o
sería: si "el antibiótico es bueno", entonces "el enfermo se cura", y "no
se da el caso «el enfermo se cura»", por lo t a n t o , "no se da el caso «el
antibiótico es bueno»". Si se formaliza este r a z o n a m i e n t o y se le apli-
ca la tabla de verdad, el resultado será u n a tautología. E s t a m o s fren-
te a u n r a z o n a m i e n t o válido que se l l a m a modus tollens. L a conclu-
sión, al n e g a r lo que afirma el antecedente, agrega información. Es
decir que si la p u e s t a a p r u e b a empírica no logra éxito, el fracaso
tiene justificación lógica.
Paradojas de los justificacionistas, no logran validar la v e r d a d de
las hipótesis, pero sí su falsedad. ¿Cuál es la ventaja de validar la
falsedad? L a ventaja se aloja en el aprendizaje que hacemos a p a r t i r
del error. El conocimiento, según Popper, a v a n z a por ensayo y error.
E n el supuesto caso de que sometamos a p r u e b a u n m e d i c a m e n t o y
se d e m o s t r a r a su ineptitud, a p r e n d e r í a m o s a no insistir con ese me-
dicamento; h a y que buscar otro.
E n realidad las cosas no son t a n sencillas. U n tipo de falsacionis-
mo como el que se acaba de explicar es "ingenuo". E n su práctica
concreta, los científicos no d e s c a r t a n t a n fácilmente sus hipótesis,
m á s bien t r a t a n de salvarlas por todos los medios posibles. E n fun-
16
ción de ello, se promovió u n falsacionismo m á s elaborado.

16. P a r a información sobre elaboraciones m á s t r a b a j a d a s del falsacionismo, v é a s e


P o p p e r ( 1 9 7 1 , 1982), L a k a t o s (19831 y Díaz Í2002).
158 E s t h e r Díaz

6. L a s c i e n c i a s s o c i a l e s y e l p o d e r

¿Por qué la ciencia m o d e r n a hizo un b a l u a r t e de la medición? ¿Por


qué si algo es medible puede a s p i r a r a ser -eventualmente— objeto de
estudio calificado y, de lo contrario, se convierte en algo sospechoso
p a r a los tribunales científicos y epistémicos? K u h n (1976) recuerda
que en la e n t r a d a del I n s t i t u t o de Ciencias Sociales de la Universi-
dad de Chicago brilla u n famoso aforismo que dice: "Si no se puede
medir, el conocimiento será pobre e insatisfactorio". Es obvio que to-
dos recordamos el lema de la Academia de P l a t ó n "No puede e n t r a r
quien no es geómetra". Pero no sólo miles de años sino u n a concep-
ción t o t a l m e n t e diferente de ciencia se interponen e n t r e la b a n d e r a
s u p u e s t a m e n t e enarbolada por Platón y el moderno eslogan de Chi-
cago atribuido a William Thomson (lord Kelvin) que proclama, en la
e n t r a d a m i s m a de un "templo" de las ciencias sociales, la necesidad
imperiosa de la medición.
No olvidemos que la medición es u n o de los g r a n d e s b a l u a r t e s de
las ciencias n a t u r a l e s . P e r o si bien p u e d e existir transdisciplína-
r e i d a d , no existe c a r á c t e r t r a n s i t i v o de u n a s disciplinas a o t r a s . Si
los objetos de estudios difieren, otros s e r á n los medios de abordar-
los. Sin e m b a r g o , p a r a la l í n e a epistémica f u n d a d o r a - q u e no suele
d e t e n e r s e en consideraciones h u m a n í s t i c a s - las disciplinas socia-
les d e b e r í a n regirse por el m i s m o método que las n a t u r a l e s . Esto es
17
reduccionismo. El conductismo social - d e origen e s t a d o u n i d e n s e -
r e s p o n d e al imperativo n a t u r a l i s t a . Pero en g e n e r a l las ciencias so-
ciales se m a n e j a n con p l u r a l i d a d metodológica.
¿Dónde debe buscarse entonces el motivo de que las ciencias du-
r a s quieran dominar a las (no i n g e n u a m e n t e ) l l a m a d a s blandas? Las
ciencias sociales comparten con las n a t u r a l e s u n dispositivo político-
cultural en el que se e x p r e s a n ejercicios de poder, como subsidios
p a r a la investigación; cargos académicos, e m p r e s a r i a l e s , estatales,

17. La concepción h e r e d a d a p o s t u l a el r e d u c c i o n i s m o , en el s e n t i d o de que las discipli-


n a s sociales d e b e n r e d u c i r s e al m é t o d o de las ciencias n a t u r a l e s , si a s p i r a n al s t a t u s
de ciencias. E s t a d u r e z a de m i r a s p r e t e n d e dejar fuera de la e p i s t e m e a l a s revolucio-
n e s , la a n g u s t i a o el e n i g m a de la c r e a t i v i d a d , ya q u e no p u e d e n m e n s u r a r s e con
a p a r a t o s . E n los i n s t i t u t o s de medición de a l t a precisión e s t á p r o h i b i d a la reflexión
sobre las disciplinas científicas que no u t i l i z a n la medición de m a n e r a h e g e m ó n i c a o
sobre la ética con relación a la p r á c t i c a científica. El d i s c u r s o de q u i e n e s se a s i m i l a n a
ese s i s t e m a p r e s e n t a r e v e r b e r a c i o n e s de a u t i s m o sociocultural.
Conceptos e l e m e n t a l e s del p e n s a m i e n t o científico 159

multinacionales; publicación en revistas científicas, invitaciones a


eventos internacionales, instalaciones p a r a desarrollar investigación,
reconocimientos simbólicos y económicos, p a t e n t e s , convenios y con­
tratos.
De lo dicho se desprende sin dificultad la comprensión de las lu­
chas de poder que se e n m a s c a r a n d e t r á s del amor a la v e r d a d , la
n e u t r a l i d a d ética y el m a n d a t o de que las disciplinas sociales se so­
m e t a n a las n a t u r a l e s . Queda claro asimismo en qué tipo de investi­
gación prefieren invertir quienes a p u e s t a n a la tecnociencia. Se com­
p r e n d e t a m b i é n por qué las ciencias n a t u r a l e s se d e s a r r o l l a n a pasos
agigantados, m i e n t r a s algunas de las sociales d a n pasitos. La densi­
dad del poder (los verdaderos a p a r a t o s de poder tecnocientífico) resi­
de en la actividad de las ciencias n a t u r a l e s con su c o n t u n d e n t e efica­
18
cia económico-tecnológica. Ante esta situación es obvio - a u n q u e
injustificable— que se i n t e n t e desacreditar la fuerza implícita en lo
científico social que es m á s proclive a la constatación de injusticias
sociales y a b r i n d a r soluciones que requieren largos plazos y que,
a d e m á s , son poco o n a d a rentables p a r a el mercado, a no ser cuando
la tecnociencia social se pone al servicio de prácticas coercitivas ali­
m e n t a n d o a u n m á s la m á q u i n a tecnocrática.

18. L a actividad científica a c t u a l m e n t e se r e t r o a l i m e n t a de m a n e r a i n d i s c e r n i b l e en­


t r e a m b a s m o d a l i d a d e s (Mari, 1990).

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