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Nos esforzamos por retenerlo todo, lo que somos con lo que hemos sido, y tal inmenso, inquietante y gozoso
anhelo es manifestación de nuestra posibilidad de asimilación estética con el mundo. Un mundo que no es
número sino variedad rítmica estética. Cosa afín de la humana y susceptible de comunión con lo divino.
Expresando este principio en términos intelectuales, diremos que el mundo es un ritmo regular, propio de los
fenómenos y de la constitución humana y este ritmo regular puede unirse mediante un cambio de sentido con
lo inefable, con Dios. La belleza es una coincidencia rítmica entre el movimiento natural del espíritu y el
movimiento ya reformado de las cosas, ya no casual, sino acomodado interno, convertido al espíritu. Acaso es
esto lo que pensaban los pitagóricos cuando decían: "un mismo ritmo mueve las almas y las estrellas".
Vasconcelos, José, "Pitágoras (una teoría del ritmo)".
Joseph Jordania sugirió recientemente que el sentido del ritmo se desarrolló en las
primeras etapas de la evolución del homínido debido a las fuerzas de la selección natural.
Numerosos animales caminan rítmicamente y escuchan los sonidos de los latidos del
corazón en el vientre materno, pero sólo los humanos tienen la capacidad de unirse
en vocalizaciones y otras actividades rítmicamente coordinadas, por otro lado existe ritmo
en todas las actividades humanas, ritmo en la naturaleza relacionado a nuestro ser
biológico, ritmo en la lingüística y en nuestro lenguaje diario, ritmo en la literatura, en la
arquitectura, etc., desde este punto de vista el ritmo ,además, está relacionado a todos los
procesos creativos, la expresión y composición artística así como en nuestro actuar
cotidiano.
La cuestión realmente importante es: ¿Con qué comienza el compositor, cuál es su punto
de partida?" La respuesta a eso es: todo compositor comienza con una idea musical,
entiéndase bien, no una idea mental, literaria o extramusical, dicha idea musical viene
casi como la escritura automática. Por eso el compositor suele tener un cuaderno donde
va escribiendo temas según se le ocurren; colecciona ideas musicales, es despues de este
proceso y segun la naturaleza y caracter del tema que el arquitecto musical le da un
enfoque programatico, lo relaciona con una circunstancia, impresión, mitología, paisaje,
emoción, etc., es decir debe estar conciente de los valores expresivos de su motivo
musical, tarde o temprano y probablemente por instinto decidirá cuál es su naturaleza
emocional, ya que eso es con lo que tiene que trabajar.
Una gran sinfonía es un gran rio hecho por el hombre, a lo largo del cual, desde el
momento de la despedida, nos deslizamos irresistiblemente hacia un destino previsto
mucho antes. La música debe fluir siempre, pues eso es parte de su misma esencia, pero
la creación de esa continuidad y ese fluir ,”la gran línea”, constituye el alfa y omega de la
existencia de todo compositor, por lo tanto el ritmo con el que las ideas y el trabajo fluye
no debe estresar nuestro accionar artistico, recordemos al final, sea cual sea, el tipo de
trabajo creativo que realicemos lo hagamos con total compromiso y convicción.