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pudiar esa clase de acuerdos como celebrados de ese modo, f..,,~_ .;.-- "estéril sino ne-
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de manera abusiva y criminal. La piedra de fasto para la~:'>_ ~e···un.hombre,
toque de todo 10 que puede decidirse como ley por 10 que in~:.,·••~~' ~~~;p~.·:persona,pero
para un pueblo, se halla en esta interrogación sólo por un q(,~. :~,.#dir·la .üustración
en aquellas m:ate~' . - ,,··,-,"conocimientoestá
¿ es que un pueblo hubiera podido imponerse
obligado; pero la simple y pura renuncia; aun-
a sí mismo esta ley? Podría ser posible, en es-
que sea por su propia persona, y no digamos
pera de algo mejor, por un corto tiempo cir- por la posteridad, significa tanto como violar
cunscrito, con el objeto de procurar un cierto y pisotear los sagrados derechos del hombre. Y
orden; pero dejando libertad a los ciudadanos
10 que ni un pueblo puede acordar por y para
y especialmente a los clérigos, de exponerpú~ sí mismo, menos podrá hacerlo un monarca' en
blicamente, esto es, por escrito, sus observacio-
nombre de aquél, porque toda su autoridad le-
nes sobre las deficiencias que encuentran en dicha
ordenación, manteniéndose mientras tanto el gisladora descansa precisamente en que asume
orden establecido hasta que la comprensión de la voluntad entera del pueblo en la suya pro-
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pia. _Si no pretende otra co~, sino que t040 me- trabajar libremente en este empeño, y per?bi-
joramiento real o presunto sea compatible con el mos inequívocas señales de que 'Van diSffilnu-
orden ciudadatÍo, no podrá menos de permitir a .yendo poco a poco los obstáculos a la ilustra-
sus súbditos que dispongan por sí mismos en ción geñeral o superación, por los hombres, de
aquello que crean necesario para la salvación de su merecida tutela. En este aspecto nuestra
sus almas; porque no es ésta cuestión que le im- época es la época de la Ilustración o la época
porte, y sí la de evitar" que unos a otros se impi- de Federico.
dan con violencia buscar aquella salvación por .Un príncipe que no considera indigno de
el libre uso de todas' sus potencias. Y hará
sí declarar que reconoce como un deber no pres-
agravio a la majestad de su persona si en ello cribi~ nadé\ a los hombres en materia de reli-
se mezcla hasta el puilto de someter a-osu ins-
gión y que desea abandonados a su libertad,
pección gubernamental 'aquellos escritos en "los
que rechaza, por consiguiente, hasta ese preten-
que sus súbditos tratan
. de decantar.. sus -,creencias,
.
cioso sustantivo de tolerancia, es un príncipe
ya sea porque estime su propIa OpInIOn como
ilustrado y merece que el mundo y la poste.-
la mejor, en cuyó caso se expone al reproche:
Caesar non est supa grammati.cos, ya porque ridad, agradecidos, le encomien como aquel 9ue
rompió el primero, por lo que toca al GobIer-
rebaje a tal grado su poder soberano que am- no, las ligaduras de la tutela y dejó en. liber-
pare dentro de su Estado el despotismo espiri-
tad a cada uno para que se sirviera de su pro-
tual de algunos tiranos contra el resto de sus
súbditos. pia razón en las cuestiones que atañen a su con-
.. ciencia. Bajo él, clérigos dignísimos, sin men-
Si ahora nos preguntamos: ¿es que VIVImos gua de su deber ministerial, pueden, en su cali-
en una época ilustrada? la respuesta será: no, dad de doctor~, someter libre y públicamente al
pero sí en una época de ilustración. Falta. to- examen del mundo aquellos juicios y opiniones
davía mucho para que, tal como está~" las co- s~yos que se desvíen, aquí o allá, del credo re-
sas y considerados los. homb~es ~n conJu~~o, ~e conocido· y con mayor razón los que no están
hallen en situación, nI tan SIqwera endispoSl- limitado~ por ningÚn deber de oficio. Este es-
ción de' servirse con seguridad y provecho de su píritu de libertad se expande también por fue-
Propia razón en materia de religión. Pero aho- 'ra, aun en aquellos países donde tiene que lu-
ra es cuando se les ha abierto el campo para char con los obstáculos externos que le levanta
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un Gobierno que equivoca su misión. Porque disciplinado ejército para garantizar la tranqui-
este único ejemplo nos aclara cómo en régi- lidad pública, puede decir lo que no osaría
men de libertad nada hay que temer por la un Estado libre: ¡raz.onad todo lo que queráiJ
tranquilidad pública y la unidad del ser co- y Jobre lo que queráiJ, pero ohedeced! Y
mún. Los hombres poco a poco se van des- aquí tropezamos con un extraño e inesperado
bastando espontáneamente, siempre que no se curso de las cosas humanas; pues ocurre que,
trate de mantener los, de manera artificial, en si contemplamos este curso con amplitud, lo en-
estado de rudeza. contramos siempre lleno de paradojas. Un
He tratado del punto principal de la--ilus- grado mayor de libertad ciudadana parece que
tración, a saber, la emancipación de los hom- beneficia la libertad espiritual del pueblo pero
bres de su merecida tutela, en especial por le fija, al mismo tiempo, límites infranqueables;
10 que se refiere a cuestiones de religión; pues mientras que un grado menor le procura el ám-
en 10 que atañe a las ciencias y las artes los bito necesario para que pueda desenvolverse
que mandan ningún interés tienen en ejercer con arreglo a todas sus facultades. Porque ocu-
tutela sobre sus súbditos y, por otra parte, hay rre que cuando la Naturaleza ha logrado des-
que considerar que esa tutela religiosa es, entre arrollar, bajo esta dura cáscara, esa semilla que
todas, la más funesta y deshonrosa. Pero el cuida con máxima ternura, a saber, la inclina-
criterio de un jefe de Estado que favorece es- ción y oficio del libre penJar del hombre, el
ta libertad va todavía más lejos y comprende hecho repercute poco a poco en el sentir del pue-
que tampoco en lo que respecta a la legislación blo (con lo cual éste se va haciendo cada vez
hay peligro porque los súbitos hagan uso .1JÚ'- más capaz de la lihertad de obrar) y hasta en
hUco de su razón, y expongan libremente al los principios del Gobierno, que encuentra ya
mundo sus ideas sobre una mejor disposición compatible dar al hombre, que es algo más que
de aquella, haciendo una franca crítica de lo una máquina, un trato digno de él.*
existente; también en esto disponemos de un
brillante ejemplo, pues ningún monarca se anti-
cipó al que nosotros veneramos. * En el N oti&iero semanal Je Büsching del 13 de
Pero sólo aquel que, esclarecido, no teme a Sept., leo hoy, 30, el anuncio de 12 Reoista Mmswltle
BerUn de este mismo mes, que publica 12 respuesta que a
las sombras, pero dispone de un numeroso y
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....•
la cuestión tratada por mí ofrece el señor Me n delssohn.
No ha llegado todavía a mis manos j de 10 contrario, hu-
biera reservado esta resp~esta mía, que ahora queda como
una prueba de hasta qué punto el azar puede traer con-
sigo una coincidencia de ideas.