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La cerámica de chavín realizó verdaderas obras de arte con la arcilla, cada pieza era
única, no utilizó moldes y logró darle brillo frotando la pieza aún húmeda con un objeto
totalmente liso.
El alfarero de chavín dominó la arcilla, pero la mejor obra de arte fue sin duda los
huacos ceremoniale, el cántaro ceremonial se reconoce por su forma globular y base
aplanada, así como su asa tubular que se ha sabido ganar el nombre de gollete
estribo. Este último consta de dos canales curvos que se unen en una vertedera
vertical, dibujando un tipo de asa, que es único en el mundo.
Es cerámica compacta, fina, dura, lustrosa y con incisiones en la superficie que
retratan los atributos felínicos. Las piezas ceremoniales miden 15 cm. de ancho,
llamando la atención el grosor de sus paredes y los planos- relieves artísticos. Su
color grisáceo oscuro, muchas veces negro, procede de la quema y nunca de
colorantes; las incisiones se deben al punzón, espina o aguja manejado en forma
maestra, también a la bagueta de hueso, al cincel de madera y al chuzo o vástago en
cuya extremidad frecuentemente se ponía un botón forrado en tela para producir
impresiones estampadas que evocaran el arte textil.
TEXTILERÍA