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LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Rafael Reveles
"Hace más ruido un hombre gritando que cien mil hombres callados"
José de San Martín

Buenos días estimado jurado, señoras y señores e invitados que nos acompañan. El día de hoy he
venido hasta este podio para traerles un mensaje muy importante que nos afecta a todos y cada
uno de nosotros: el derecho a la libre expresión.

El derecho a la libre expresión es uno de los muchos derechos que nos respaldan. Este es, sin duda,
uno de los más especiales ya que es esencial para la lucha pro-respeto y la promoción de los
derechos humanos.

Cierto día escuché una historia acerca de un hombre sabio que tuvo la ocurrencia de expresar su
opinión acerca del gobierno. Lamentablemente, nuestra historia termina con una horca y un
verdugo. ¿Por qué? Porque el peor temor de la tiranía y el mal gobierno es un poder mayor, el de
nuestra voz. Por ende podemos afirmar que tenemos un escudo, un arma, que nos da seguridad y
nos protege contra esa corrupción, contra ese gobierno tirano, que se entierra como una espina
sobre la llaga y crece como la mala hierba. Es hora de levantar la voz y decirle a todos esos tiranos
¡ALTO!¡No nos silenciarán más! Porque el silenciar a su pueblo no es mas que activar una bomba de
tiempo y uno se puede acostumbrar al tic tac pero si algo sé, es que algún día, después
del tac vendrá el boom.

En la actualidad enfrentamos un gran problema con respecto a este tema, pues a pesar de estar
vigente nuestra libertad de expresión, los mismos que antes nos callaron hoy han dado un nuevo
giro a su estrategia, en vez de silenciarnos a la fuerza nos han hecho demeritar la libertad de
expresión dándole una importancia mínima, hemos llegado a un punto en el que la gente pierde sus
principios básicos para opinar, nos hemos sumido en la ignorancia, nuestra cultura ha ido
decreciendo con una rapidez que asusta. Porque, ¿cómo podemos externar lo que nos aqueja, si no
sabemos nuestro padecer? La información es un poder y es nuestra obligación externar el
conocimiento que se nos ha conferido, por que como se dice “Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad“.

No debemos dejarnos llevar por lo que oímos o por lo que “se dice“; en cambio debemos investigar
y buscar la opción que nos favorezca mas a todos.

Es común pensar acerca de todos los problemas que nos afectan a todos y podríamos decir “ojalá
que algo cambie“o “esperemos que alguien haga algo“, pero sabemos que si queremos algo hay que
hacerlo nosotros; si en realidad queremos un cambio debemos empezar alzando la voz, opinando,
intentando entender, pero sobre todo permanecer unidos y triunfar. No estamos aquí por azar
todos tenemos un propósito y un fin.

En este preciso momento estoy consciente de muchas cosas que nos afectan a todos, este día no
estoy aquí para decirlo, pero lo hare algún día, por que estoy convencido de que es mi deber. No
esperemos a ver el cielo caer, pongamos énfasis en externar nuestras ideas. Porque, ¿Qué seria de
nuestro mundo sin los grandes héroes que nos regalaron su opinión? ¿Qué sería de nuestro mundo
sin un Gandhi o un Martin Luther King? ¿Seremos acaso libres sin pedir la libertad?

Señoras y señores, ¡defiendan su libertad de expresión! Y sobre todo, ¡úsenla! ¡Úsenla para
denunciar lo que está mal! ¡Úsenla para promover las buenas ideas, las soluciones a nuestros
problemas! ¡Úsenla para combatir la ignorancia, a frivolidad, la corrupción y la tiranía!

El día de hoy espero haber despertado en ustedes la importancia que tiene la libertad de expresión
en nuestras vidas, porque todo lo que hacemos no sólo nos afecta a nosotros, también afecta a los
demás; piensen en sus hijos esos pequeños retoños que sin nuestra voz no serán mas que presas
delante de una fiera. Luchemos, señores, ¡LUCHEMOS! Por un mejor futuro, un futuro en el que
todo sea armonía y amor.
LA EDUCACIÓN QUE REALMENTE IMPORTA
David Vega
“La verdadera educación, lo mismo de la juventud que de todas las demás edades de la vida, no
consiste en reprender, sino en hacer constantemente lo que se diría a los demás al reprenderlos.”

Platón

Buenos días, señoras y señores del jurado, autoridades académicas aquí presentes, y demás
invitados a esta justa de las ideas.

Hoy he decidido romper el silencio. Hoy he decidido gritar muchas cosas de las que llevo dentro.
Hoy he decidido gritar a los cuatro vientos, ¡Basta ya! Basta ya de engaños, de corrupción, de faltas
a la integridad.

¿Qué pasa hoy en día con la educación? Claro que hay que valorar las clases de la escuela:
matemáticas, español y ciencias... Pero, ¿y qué hay con lo demás? ¿Qué hay con aquella educación
que más importa, la que forma personas? ¿Qué hay con eso que sólo podemos aprender mediante
el ejemplo?

Hoy he decidido romper el silencio, y protestar. Sí, yo protesto, protesto ante todos ustedes, los
adultos por esa imagen que han puesto a nosotros los jóvenes. ¿Quién de ustedes no se ha
expresado o pensado más de una vez, caracterizándonos como apáticos, irresponsables o rebeldes?

¡Mentira! Si algo caracteriza a la juventud de hoy es su desbordante energía. Un joven quiere y debe
probar sus fuerzas, salir adelante, abrirse camino en la obscuridad del mundo que le ha tocado vivir.

Pero, ¿dónde está el ejemplo que nos dan, para apartar las tinieblas de nuestro camino? ¿Saben ya
de lo que estoy hablando? ¿Quién sabe hoy en día lo que es la educación, la integridad? ¿Quién
puede mostrarnos cómo vivir bien? ¿En qué escuela dan clases para ser una mejor persona?

¿Apáticos nosotros? ¿Y qué nos han enseñado ustedes cuando se quedan como si nada ante la
corrupción, la violencia y la pobreza que afectan nuestro mundo? ¿Irresponsables? ¿Qué nos
enseñan ustedes cuando faltan a sus deberes como padres, como esposos, como ciudadanos?
¿Rebeldes? ¿Y cuando ustedes se rebelan contra las reglas y las leyes más sencillas, porque así
parece que conviene?

Los adultos nos dicen que hay que ser honestos, que hay que tratar a todos como nos gusta que nos
traten, que hay que respetar los valores de la familia y atesorar la amistad. Pero luego los vemos
traicionando esos mismos valores cuando se trata de buscar provecho para sí mismos. Los vemos
violar las reglas, hacer trampa y hacerse de la vista gorda. ¿Lo niegan? ¿Cuántas veces les han dicho
a sus hijos que no deben mentir? ¿Y cuántas otras los han incitado a hacerlo? “Dile al señor que eres
más chico para que nos salga barato el boleto.” “Diremos que te enfermaste para que podamos
irnos de viaje.” Con esta forma de hacer las cosas, ¿qué clase de personas esperan formar?
Por un lado nos predican valores muy bonitos. Pero la verdad es que en este mundo, como lo han
hecho ustedes, el que sigue siempre las reglas, el que respeta a los demás, el que es generoso, es
tachado de “bobo”, mientras que aquél que se pasa por alto las leyes, que se aprovecha de sus
vecinos, que pasa por encima de quien tenga que pasar para alcanzar una idea corrupta de éxito, es
admirado como “el triunfador”. Sí, “no robarás” es un mandamiento, pero “el que no transa no
avanza” parece ser la regla de oro.

Si nos enseñan que esos valores tan sagrados pueden ser violados o pasados por alto según
conviene, ¿dónde está el límite? ¿Dónde está el límite entre mentirle a un maestro y mentir en una
declaración fiscal? ¿Dónde está el límite entre violar una regla de tránsito y violar las leyes de la
Constitución?

Estamos acostumbrados a engañarnos a nosotros mismos, diciéndonos que sólo hacemos lo que
nos conviene, así como lo hace todo mundo, para tener una mejor vida. Pero así es como nos
llevamos una mentira tras otra, una traición tras otra, y terminamos manchando lo que hay de
bueno en nosotros, sintiendo una culpabilidad terrible en nuestro interior, o perdiendo por
completo la conciencia. Cambiemos eso y seamos el tipo de personas que necesita este mundo para
prosperar, ciudadanos honestos con nuestros semejantes y especialmente con nosotros mismos.

¡Basta ya! ¡Basta de no educarnos con lo que importa realmente! Basta ya de buscar los valores en
donde no los hay. Hoy he decidido gritar a los cuatro vientos que todos; sí, todos nos merecemos
otra oportunidad; otra oportunidad para continuar con nuestras vidas enseñando y aprendiendo lo
que más importa; enseñando y aprendiendo a ser íntegros y lo más honestos posible; sacar nuestra
lamparita en este oscuro mundo e iluminar nuestro propio camino y así encontrar lo que en realidad
importa: vivir en amor, en armonía y especialmente sintiéndonos honrados de hacerlo, ayudando a
traer el cambio, sin importar que los cínicos piensen que somos ingenuos o idealistas.

Hay que dejarnos gritar este mensaje… y escucharlo nosotros mismos, siendo honestos, para darnos
cuenta de la importancia de la integridad y de los valores, y así poder educarnos y educar con la
verdad, una verdad que nos llevará a ayudarnos y a ayudar a los otros, una verdad que nos llevará
a una mejor vida, a un mejor mundo. Ya es hora de comprometernos a enseñar lo que son realmente
el respeto y la integridad, no quedarnos con sólo engaños, hipocresía, disfraces que la sociedad nos
ha llevado a usar, para sentirnos bien con nosotros mismos a base de mentiras.

Hoy he decidido decirles a todos ustedes que el momento de actuar es ahora… no mañana, ni la
próxima semana, ni después ¡Ahora! El conjunto de experiencias de ustedes, los adultos, nos
pueden ayudar si lo comparten sin juzgarnos y, estableciendo una buena comunicación entre
nosotros, nos mostraremos mutuamente un nuevo camino para recorrer. Uno con más luz y menos
tinieblas.

Hoy invito a cada uno de ustedes a ir mucho más allá, ahí dentro donde sólo uno puede llegar, los
invito a descubrir todo eso que sólo ustedes saben que tienen para dar y poder construir un mundo
mejor.
Hoy hay que dejarnos decir lo que tenemos que decir, escucharlo y creérnoslo, para ver si así nos
damos cuenta de lo importante que hay para valorar y así tener el valor suficiente para hacer el
cambio.

Los días pasan y yo sigo escuchando una pequeña voz en mi mente que me dice que es momento
de hablar. Hoy he decidido escuchar a esa voz para poder decirles a todos ustedes lo que podemos
hacer, cambiar la educación, o tan solo agregarle lo que sea necesario para tener una mejor vida. Y
ahora que el viento lleve el mensaje para transmitirlo a todo el mundo.

Gracias.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS JÓVENES EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
Alondra de la Rosa

“Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad.”

Diego Luis Córdova, pensador colombiano

Mis más cordiales saludos, maestros, maestras, jurado, compañeros, y público presente el día de
hoy. He venido para hablarles de un asunto de suma importancia para nuestra actualidad.

¿Qué responsabilidades tenemos los jóvenes en el México contemporáneo? Hay muchas respuestas
para esta pregunta; una de ellas se puede resumir en una palabra: educación. La educación, que
desarrolla las cualidades del ser humano al máximo, que lleva a los pueblos hacia el futuro y el
progreso; ese complejo ideal que es a la vez derecho y obligación.

¿Derecho? Se ve y se lee a menudo en los medios que muchos jóvenes dejan la escuela. Pero no lo
vean en la tele; salgan a la calle y cuenten cuántos jóvenes ven de 19, 15, 12 hasta de 10 años que
trabajan. Estamos acostumbrados a ignorar estas realidades incómodas, pero aunque sea por un
día, salgan y cuenten a los muchachos y jovencitas que deberían estar en la escuela, pero no están
ahí, y yo les digo que no van a poder sacar cuentas. ¿Saben por qué? Porque son incontables. Ahora
imaginen cuántos jóvenes que trabajan hay Mérida, en el estado, en el país. Dense cuenta: ¡es una
realidad!

No es como el niño pequeño que teme a un monstruo que vio en la tele, pero que tiene a su mamá
para decirle que no existe. ¡Este monstruo en real! ¡Y sólo un necio vendrá a decirles que no existe!
La mayoría de los niños que entran a la primaria no llegan ni a la prepa. ¿Por qué?

Hay varias razones para esto. Una de ellas es jóvenes que prefieren trabajar, que a la primera oferta
de trabajo van tras ella como un perro a un hueso. Ellos son jóvenes que ya quieren ganar su dinero
(y gastarlo como ellos quieran), crecer y ser independientes. “¡Qué irresponsables!”, pensarán
ustedes “¡Qué ingenuos!”.

Pero en esto no toda la culpa se dirige a ellos. ¿Cómo convences a un adolescente que pase los
siguientes 10 años de su vida sentado en un aula, cuando podría empezar a ganar dinero ahora?
¿Cómo lo convences de que esa espera vale la pena cuando muchos profesionistas con carrera y
título están desempleados o subempleados? ¿Cómo lo apartas de la tentación de vivir sólo el aquí
y el ahora, cuando en un país con crisis y violencia el mañana es incierto? ¿Cómo los convencemos
de volver a la escuela, cuando muchas de ellas tienen mala infraestructura, maestros mal
preparados y programas mal hechos?

Pero si algunos adolescentes abandonan sus estudios por voluntad, hay muchos otros en que lo
hacen por necesidad. Aquí en México hay mucha pobreza, desgraciadamente, y es un problema que
ha existido desde hace muchos años y muchos jóvenes, aunque lo quisieran, no podrían estudiar
porque necesitan mantenerse a ellos mismos y a veces hasta a sus familias.

¿Y qué hay de los adolescentes que lo tienen todo, que no tienen que trabajar porque a sus padres
les alcanza el dinero, que tienen acceso a las mejores escuelas de paga, a los mejores recursos, a
Internet, a libros…? ¿Cuál es su excusa? Lo tienen todo y no lo aprovechan. Dejan a un lado lo que
es importante, de lo que depende su futuro, por cosas que sólo los satisfacen al momento. Esto
incluye la vida social, los juegos, y hasta los vicios y adicciones, entre otras cosas.

El día de hoy la tecnología hace cosas increíbles: teléfonos con wifi, cuadros touch y hasta conciertos
con hologramas. Y sí, son maravillosas; y sí, todo padre querrá que sus hijos tengan lo mejor… Pero,
¿vale la pena si los jóvenes se desvelan toda la noche para pasar el próximo nivel de un videojuego?
¿Les compran iPhones a sus hijos para que se la pasen en las redes sociales en vez de atender a
clases y hacer su tarea? ¿Y qué pasa con el muchacho que se va toda la noche de fiesta? Se la pasa
saliendo todo el tiempo y no se interesa por su educación. ¿Y qué hay con el que cae en el alcohol,
en las drogas? ¿Es que jamás tendrá un alto?

Después los papás reclaman a las escuelas por las bajas calificaciones de sus hijos. Pero ¿y cuando
dejó de hacer la tarea por jugar los videojuegos que ustedes les compraron? ¿Cuando no estudió
por irse de fiesta con el dinero que ustedes le dan casi sin límites? ¿Cuando faltó a clases porque
ustedes se los llevaron a Disneylandia a medio año escolar? ¿Eso a quién se lo reclaman?

Mamás, papás: sus hijos no necesitan unas vacaciones de lujo, ni la última consola de videojuegos,
ni que les den gastadas millonarias; lo que realmente necesitan son figuras de autoridad, guías que
les hagan darse cuenta de las cosas importantes de la vida, que los preparen para el futuro.

“Ah, bueno, pero esto no es mi culpa”, pensarán algunos de ustedes “Yo sí atiendo bien a mis hijos”.
Quizá como individuos no todos podamos ser culpados, pero como sociedad todos somos
responsables.

En primer lugar, el adolescente: no se puede hacer nada sin que los jóvenes estén dispuestos a
esforzarse y estudiar, que se dé cuenta de lo importante que es. En segundo, los adultos: apoyen a
sus hijos y hagan lo imposible para que pueda ir a la escuela, y si ya va a ella, que la aprovechen. En
tercer lugar, el gobierno: necesitamos su apoyo con escuelas públicas, becas para alumnos de
escasos recursos y para que todos puedan estudiar; y como ciudadanos debemos exigirle todo esto
a los que quieren gobernarnos.

¡Padres, ustedes como autoridades deben enseñarles a terminar todo lo que empiezan! ¡Les deben
enseñar a conseguir sus metas! Porque ustedes, padres, con la experiencia de la vida, ¿creen que si
sus hijos se quedan quietos sin hacer nada útil solitos van a alcanzar sus sueños?

Muchachos, ¡no se queden callados! ¡Exijan que les lleven a la escuela! ¡No es sólo una obligación,
sino un derecho que cada joven debe recibir y cumplir! ¡Levanten su voz para obtener lo que
merecen por derecho!

Me despido con una historia que encierra una reflexión final. Una noche un joven fue a un concierto
de piano. Al escuchar al talentoso pianista el joven quedó encantado de su arte, y cuando terminó
el concierto, se le acercó y le dijo: “Yo entregaría toda mi vida por tocar como tú”. Y él le respondió:
“pues eso hice, entregué toda mi vida para tocar como lo hice esta noche”.

Gracias.
La juventud y sus valores

“Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el


espíritu.” Charles Augustin. Juventud, brillante palabra que resalta sobre las demás etapas de la
vida del ser humano. Poetas han aludido a ella como un “divino tesoro”. Los jóvenes somos muy
preciados y valiosos, ¿por qué? Por la única y sencilla de razón de poseer esa chispa que nos contagia
del entusiasmo y devoción que nos caracteriza. Somos valiosos porque portamos las ideas
innovadoras del presente y somos los profesionales preparados en el futuro para lograr los cambios
necesarios en nuestro país.

Por otro lado es lamentable ver como día a día la energía y entusiasmo de la juventud va
cayendo en un vacío, en un mundo sin valores, agobiados por las drogas, involucrados en crímenes
y tildados de desertores escolares. Será una lucha sin fin para que la sociedad pueda rescatar los
jóvenes de esa oscuridad que cada día nubla su vida.

La juventud hoy día está sumamente dañada y corrompida, esto según los moralistas. Estas
personas moralistas los juzgan y señalan culpables sin piedad. No culpemos a las amistades, no
culpemos a la escuela, no culpemos a los gobernantes, ¡NO! En la mayoría de los casos los
principales responsables de las conductas criminales en los jóvenes son los padres que no han
asumido aún el verdadero rol en la vida de sus hijos.

Formo parte de la ya mencionada juventud, soy testigo a diario del comportamiento de


algunos jóvenes. De que muchos carecen de respeto, integridad moral, ética, responsabilidad, entre
otros. Es impactante estar en contacto con ese tipo de comportamiento. Me preguntó; ¿es normal
para ellos comportarse de esta manera?, ¿actúan así en sus hogares?, ¿sus padres no les inculcaron
valores y principios? A diario me digo: esto no puede estar pasando. No recae en la juventud la
responsabilidad de saber lo que es bueno y malo. Es en el hogar que, papá y mamá deben inculcar
estos valores, también se debe continuamente reforzarlos. Pero muchos jóvenes carecen de un
hogar íntegro, sus hogares son disfuncionales, están solos en la calle no tienen quien le modele, o
sea, ejemplo de valores positivos.

El comportamiento de los jóvenes es visto por los adultos como inaceptable, pero me pregunto:
¿los adultos practican lo que predican?, ¿será ésta la causante de la crisis de valores que vivimos?
La sociedad está formada por todos: niños, jóvenes y adultos. Así que todos deberíamos ya predicar
la moral con compromiso. Reforcemos el núcleo familiar al igual que otros aspectos de nuestro
diario vivir. Ya la escuela cumple su parte, ya la Iglesia predica el buen camino, todos debemos
esforzarnos, nuestra juventud lo merece.

Respeto, responsabilidad, civismo, compromiso, justicia y confianza valores de fácil adquisición.


Propongamos que los padres se involucren más en las actividades extracurriculares de sus hijos.
Inviertan tiempo, compartan en familia. Apoyen sus preferencias y gustos. Como por ejemplo
actividades recreativas tales como: baile, canto, banda y deportes. Apoyen la participación de sus
hijos en organizaciones escolares y cívicas. Ambas apoyan y ofrecen a nuestros jóvenes la
oportunidad de desarrollar sus talentos para el bien de nuestra escuela y país. Practiquen junto a
ellos sus pasatiempos. Jamás elijan por sus hijos. Tomen la tarea de saber que realmente quieren
ser en un futuro, aconséjenlos o mejor aún simplemente escúchenlos.

Para finalizar reitero que la juventud es un divino tesoro que se va, pero se recuerda por
siempre. Los valores se inculcan desde la niñez y viven con ellos para siempre, estos forman parte
esencial en todas las facetas de su vida. Ahora bien, no todo está perdido con nuestra juventud.
Apreciemos en este momento el compromiso de mis compañeros oradores. No pensamos en el
trabajo extra, pensamos en la oportunidad que nos brinda este tipo de organización para demostrar
nuestro talento y para dar el ejemplo de jóvenes comprometidos. Somos jóvenes y representamos
los valores morales, sociales, cívicos y religiosos que aún imperan en nuestra sociedad. Yo quiero un
mejor Puerto Rico y sé, que si cada uno de nosotros aportamos tan solo un granito de arena, en tan
encomiable causa, lograremos ese Puerto Rico tan soñado y anhelado.

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