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Resumen texto: La enseñanza de la historia universal antigua.

En este texto se tratará de orientar acerca de cuáles son las áreas de conocimiento histórico que
hay que enseñar, que permitan valorar la disciplina de la historia, desde 1810 hasta 1876. En
donde se analizará el legado de la historia clásica transmitido a través de libros y manuales de la
historia de la antigüedad clásica y el cercano oriente. Siendo este análisis simple y complicado a la
vez, ya que se puede evidenciar que el mundo clásico en Chile y América fue el primer
acercamiento de la elite a una formación intelectual a través de libros escolares que permitían
circular ideas del mundo clásico a través de estos libros y ya que también posee diversos enfoques
para ser abordados.

La historia clásica en el siglo XIX: la experiencia chilena.

La historia clásica o antigua ha estado instalada en Chile desde la consolidación del imperio
español. No obstante no existe un análisis globalizador acerca de cómo se estudiaba historia en las
repúblicas nacientes. Más bien se estudiaban las lenguas clásicas, filosofía y literatura
grecoromana, como también la valoración de la tradición clásica a la compresión de la realidad
contemporánea.

Los primero acercamientos que tuvo Chile con la historia fue con la historia antigua a través de
fuentes clásicas: Heródoto, Tucídides, Polibio, Cicerón, Tácito, Plinio, Suetonio, Plutarco, entre
otros, quienes siempre están en la búsqueda de la verdad y por eso, estos adquirieron una nueva
dimensión: buscarlos en los orígenes de Chile, ya que algo tiene que decirnos de cómo fueron
recepcionados sus ideales y principios en la educación formal del Chile del siglo XIX. Así estos
transitaron entre la permanencia o eliminación del rol formador del mundo clásico según la
reinterpretación ideológico-político que resultó trascendental en la formación de una república.

En las primeras décadas del siglo XIX, el análisis de los textos clásicos era de alta dificultad y eran
traducidos e interpretados por su mayoría por canónigos e intelectuales de origen eclesiástico o
con formación religiosa, por lo que ellos tenían un gran dominio de las lenguas griegas y romanas.
Se puede apreciar en las traducciones, el libre análisis que estos realizaban aunque solo según lo
que a ellos les parecía pertinente según la época. Y esto cobra relevancia cuando se buscar una
reinterpretación de nuestras raíces e identidad, ya que somos una mezcla entre amerindios o
europeos. Entonces de estos análisis construimos la identidad cultural americana.

El manual de historia universal: primer acercamiento escolar a los autores clásicos.

Los distintos manuales de historia universal que llegaron a Chile en el siglo XIX analizan
principalmente la antigüedad teniendo como eje central Grecia y Roma y en menor grado el
Cercano Oriente. Entonces los textos relacionados con Israel, se centraban en el estudio de la
Historia Sagrada. No obstante, estos textos fueron empleados como textos escolares en el
curriculum secundario, los cuales caracterizaron los programas de historia del siglo XIX, entonces
la enseñanza de la historia necesitaba de estos textos para la formación intelectual, escolar,
cultural y social de la época.

Entre los textos que es relevante destacar está el que permite apreciar la instalación de la historia
de la antigüedad, el manual titulado: Estudios históricos que comprenden la historia antigua de los
Ejipcios, de los Sirios, de los Medas, de los Libios, de los Persas, de los Fenicios i de los Escitas, de
Vicente García Aguilera, cuya traducción esboza la idea del uso recurrente que tuvo como manual.
Es importante destacar que estos manuales tipos compendios, definían el concepto de historia,
que se ajustaban a los problemas metodológicos de la historiografía propios de la época.

Entonces se puede sostener que estos manuales tuvieron un rol fundacional para la enseñanza de
la historia en la educación secundaria con una mirada libertaria, cuyo eje era la búsqueda de
principios republicano en la antigua Grecia o Romana, diferenciándose con el periodo colonial,
cual era una perspectiva más laica de la sociedad. Y a medida que se seguían incorporando, era
aún más evidente contar con estos manuales que abordaban las diferentes temáticas de la
historiografía de Europa, presenciando los problemas que se enseñaban de Grecia, Roma y el
Cercano Oriente, los cuales no diferían de las discusiones que se daban en Europa, sino más bien
en como los intelectuales chilenos participaban en las disputas de la época. En gran medida el rol
que tendrían que cumplir estos manuales, eran de asumir la responsabilidad en la enseñanza de la
historia universal, estableciendo parte de los principios doctrinales que Andrés Bello dejó
establecido, en el que los estudiantes de Chile debían de conocer de manera general y global la
historia de los pueblos, estudiando primero los inmensos detalles que conforman la realidad
pasada y luego las generalizaciones que de estos manuales se desprenden.

Así desde 1840, los manuales que ingresaban a Chile respondían al modelo intelectual preferido
por ello, cuya historia narrativa estaba sobre el modelo de la historia filosófica que defendía otro
intelectual chileno de la época, José Victorino Lastarria. El mayor problema en el siglo XIX era
establecer el curriculum escolar, el que y con qué enseñar. Ahí entraba en discusión sobre qué tipo
de educación se necesitaba en la sociedad de esa época, con dos opciones: una pragmática y la
otra en la que se quería replicar el modelo de formación humanista de elite, privilegiando el
desarrollo cultural y espiritual, teniendo la historia una trascendencia incuestionable.

Otra problemática fue el de determinar el aporte a la formación de intelectuales del siglo XIX. Las
nacientes repúblicas reciben a los autores clásicos a partir de los textos y manuales, permitiendo la
adquisición del conocimiento y la enseñanza, preguntándose que y como enseñar la historia de la
antigüedad, obligando a los sectores políticos discutir acerca de un modelo sobre otro,
dependiendo de la posición ideológica-política que se pretenda instalar. Y como los modelos
históricos culturales de Grecia y Roma se enmarcaban en una tradición nacionalista, se provocaba
un nudo crítico. Por lo tanto era necesario crear nuevos métodos para poder romper con la
tradición retórica prevaleciente en los textos de historia universal.

La mayoría de los manuales y textos están respaldados por la experiencia europea. Y lo primero
para indagar la influencia clásica en el nuevo mundo se ve en el hecho de que un número
importante de criollos americanos fueron a educarse a Europa. Pero lo que importa es el legado
clásico en los manuales de historia de la antigüedad clásica disponible desde 1801 hasta 1876.
Estos manuales presentaban problemas históricos, metodológicos y de contenidos, propios de la
disciplina antigua para aquel periodo.

Los primeros manuales empleados en la formación en torno a la antigüedad, databan de la época


colonial, sin embargo la mayoría era de ediciones francesas o provenientes de Europa como del
resto de América.
Estos se ocuparon como textos escolares y formaron parte del liberalismo laico por ser de origen
en ediciones francesas que abordaban a los clásicos en contraste con el conservadurismo católico.
Además estos manuales sirvieron como soporte de difusión y circulación de las ideas provenientes
de Europa, siendo reinterpretados con una perspectiva laica, liberal y anticlerical, teniendo la
historia antigua, un rol fundamental en los establecimientos educacionales.

En los principales liceos de Chile fueron empleados estos manuales, los cuales disponían de
bibliotecas para el cumplimiento del curriculum básico y humanista. En los cuales se puede
encontrar antecedentes, vinculaciones e identidad entre lo clásico y la formación republicana.
Respecto a los contenidos que se pasaban, estos constituyen parte del patrimonio científico,
literario, humanista de cómo se pensó a Chile en el siglo XIX, valorando el humanismo clásico para
la construcción ideológica y cultural del país.

Desde ahí hasta la actualidad, el estudio de la historia clásica ha sido variada, donde la mayor
parte de los países latinoamericanos dispone de centros, donde se profundiza el discurso del
mundo antiguo, proporcionando una sistemática reevaluación de la idea común de lo clásico.

La historia de la antigüedad se transformó en un paradigma formativo en la génesis de la historia


nacional, entendiendno que hacia la década de 1840, la historia era valorada como una disciplina
formadora del espíritu humano al servicio de la república, provocando un cambio en la época
colonial. Primero que la educación seguiría respondiendo al hecho de que el catolicismo estaría
entre los ideales de libertad y de tradición colonial. Y segundo, resaltando la necesidad de educar
a través de libro. Así los manuales ayudan a comprender y explicar los acontecimientos de aquel
tiempo como fenómenos re-estudiables con ideales nuevos.

La idea de antigüedad en los manuales: el doble enfoque oriente-occidente.

La construcción de identidad de Chile del siglo XIX tiene una perspectiva foránea. Como se ha
dicho antes, mayor parte de los manuales ha sido elaborados desde Europa, demostrando lo
aislados intelectualmente que estaba la elite, debiendo recurrir a externos. Así vemos que los
libros muestran historia de pueblos y culturas de rodean el mediterráneo. Edwar Meyer sostenía
que la historia antigua debía concebirse como energía creadora del espíritu humano, por lo que se
debía estudiar el Oriente Próximo. De tal modo que en los siglos XIX Y XX, se utilizó el concepto de
antiguo, para referirse a los pueblos y cultura grecorromana, pero esto construye una simbiosis
con el cercano Oriente y Egipto. El oriente tiene trascendencia debido a la organización política y
de fuerza, de las culturas que la componía. El cercano oriente reflejaba una vinculación con el
occidente a través del mediterráneo. Con este conflicto, en los manuales se muestra separado el
Oriente de Grecia y Roma.

Contexto político- ideológico para la enseñanza de la historia clásica.

Desde la primera junta de gobierno, se crea un escenario político-social abierto a reformas


educativas, como la desaparición de la mayor parte de la dominación europea y los clásicos. Pero
las personas que querían independencia nacional, fueron quienes tuvieron una rica formación en
lo grecorromano. Destacadas personalidades nacionales tuvieron influencia en lo clásico tal como
Juan Egaña, Francisco de Miranda, Simón Bolivar, Andrés Bello, Bernardo O´Higgins y José de San
Martín. Todo esto se logró por la utilización de libros de historia y de cultura clásica extraídos de
Europa. Este idealismo americanista, se reflejó en la creación de diversas instituciones que debían
proyectar la antigüedad en el presente pero matizado en la realidad.

Unas de las problemáticas de esta disciplina, entre los siglos XVII y XIIX, fue el grado de
cientificidad, por lo que la historiografía tenía aportes la filosofía de la historia, filología,
arqueología y epigrafía. Así, se podía reconstruir el qué y para qué de la enseñanza de la historia
antigua entre 1810-1876. También se puede analizar las influencias europeas que llegaban a Chile,
enfocándose como estas eran adecuados para el currículum educacional chileno

La creación de organismos que se focalizaran en el desarrollo cultural del país tuvo una gran
voluntad en la sociedad post-independencia. Una de estas instituciones fue el Instituto Nacional
(1813) de donde salieron diversos líderes nacionales. En este periodo se estableció como prioridad
la instrucción primaria y primeras letras, desplazando el rol de las lenguas clásicas. El instituto fue
epicentro cultural, en consecuencia, la educación fue vista como prenda de libertad que
garantizaba la estabilidad de los gobiernos. Pero la educación aún seguía siendo conducida por
gobiernos conservadores y autoritarios que establecían planes de estudios humanistas, marcando
la formación de ciudadanos republicanos, tomando como modelos a Grecia y Roma, para modelos
paradigmáticos de libertad.

Desde sus inicios, la historiografía clásica de Chile tenía un enfoque conservador, aunque en el
siglo XIX dio luz a un enfoque liberal. Pero desde los inicios de la constitución de 1833, la
oligarquía controlará y determinará las políticas públicas en el ámbito educacional. El modelo
educacional debía de conservar el orden tradicional, contribuyendo a la estabilidad social y
política. Este orden era visto por Diego portales como la única forma de controlar a los pipiolos o
liberales. Este modelo de educación perpetuó moldes políticos, sociales, económicos
manteniendo al margen a los nacionales hasta el siglo XX.

Ciertamente entre 1840 y 1860, estuvo marcado por gobiernos autoritarios, pero con la existencia
de grupos sociales e intelectuales proclives a la apertura política y cultural, reflejándose en las
diferentes miradas y transformaciones políticas y educacionales

Desde 1840 la impronta republicana es sinónimo de cuidad letrada, cuestión que permite
comprender la importancia de fenómenos educativos de la construcción de la nación
independiente, como parte de una sociedad liberal. Lo que gracias a la difusión de libros de
diversas imprentas, favorece este proceso, textos que dan cuenta del estado de las ideas y los
saberes de la historia antigua y del oriente en el periodo de estudio, libros llegados desde Francia.
Pero no hay que olvidar que los primeros libros fueron traídos desde España en la época colonial, y
la diferencia con Francia es que esta busca ensalzar el ideario de libertad en los derechos del
hombre.

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