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Madeline Albrittain
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El 14 de julio de 2018
maltratamiento durante la dictadura argentina durante los años setenta. Como estudiante,
Kozameh estudio la filosofía y la literatura por dos años en la Universidad Nacional de Rosario
pero sus estudios fueron interrumpidos cuando se metió en la cárcel en el año 1975. Había
adherido al Partido Revolucionario de los Trabajadores y por su militancia activa, fue detenida
(Colla 2013). Durante más que tres años, fue prisionera política en la prisión Villa Devota en
Buenos Aires, Argentina. Después de exiliarse, empezó a escribir como forma de catarsis y
ficcionaliza su vida diaria como prisionera política y los actos inhumanos que duraba sí misma
durante sus tres años encarcelados. Kozameh saca a la luz el maltratamiento y el abuso de poder,
la biopolítica, que existía durante la dictadura argentina y al mismo tiempo crea una narrativa
de France en 1979. Lo desarrolló para racionalizar los problemas sociales de los seres humanos y
mismo, Foucault no aceptaba las normas de la sociedad así y deseaba ofrecer un lente distinto en
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el cual preservan, no dominan, las identidades culturales y la libertad de la gente marginada.
Michel Foucault. Afirma, “Estos movimientos políticos-culturales tratan de alzar una voz crítica
construye una narrativa, bajo la teoría de Foucault, que despliega los roles corruptos del poder y
ficción porque era una de las treinta mujeres. Su experiencia carcelaria es la base, la fundación
de la obra, igual la mayoría de ellas. Para Kozameh, la disyuntiva entre la ficción y el testimonial
una entrevista con Erna Pfeiffer, Kozameh explica que el uso de los hechos ficcionalizados crean
un espacio para la creatividad. Dice, “también pienso que hay textos testimoniales directos que
(Medeiros-Lichem 14). Con el estilo disyuntivo, las imágenes muy duras de la experiencia
carcelaria se transforman con la voz poética. Se clasifica la obra como una autobiografía
(Medeiros-Lichem 14). Más allá de un simple testimonio, la manera en que Kozameh pinta la
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experiencia en la prisión Devoto es magnífica. Ella usa el lenguaje poético para ampliar los
la célula.
Muchos críticos afirman que los textos concebidos de Kozameh enfatiza una imagen de
Rosario y Villa Devoto entre 1975 y 1978” (Medeiros-Lichem 17). Aunque la experiencia fue
durísima para las treinta mujeres, ellas encontraban maneras para pasar el tiempo y para
cuenta que fue muy importante como escritora expresar de cuánto importó la solidaridad
(Andradi). La biblioteca imaginaria y la artesanía con los huesos eran dos maneras en cómo se
Todo pasaba dentro de las cuatro paredes de la célula, incluso cada comida.
Normalmente, la comida era una sopa “grisácea” en la cual llevaba los huesos de la carne.
Griselda, una de las treinta, tenía escondido una aguja de coser. Y, con el ácido corrosivo de la
saliva, el grupo hacía artesanía con los huesos recuperados de la sopa. Este pequeño placer lo
hacían juntas en solidaridad. Kozameh usa el lenguaje poético y la yuxtaposición para describir
las pequeñas manualidades. Narra, “Cementos. El cemento de calabozo del fondo. Perfecto para
limar hueso. Raspar. Raspar. El polvo blanco que va quedando se volatiliza… una aguja y saliva,
el ácido de la saliva y el movimiento de la aguja para darles forma a los pétalos de la flor, al pico
del ínfimo pájaro tratando de arrancarse en vuelo” (Kozameh 2). De este modo, Kozameh pinta
una imagen bien detallada, la bella artesanía de la naturaleza y la libertad contrastada con el
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sonido de limar los huesos con el cemento. Kozameh relata, “Para nosotras eso huesitos eran la
vida. Los hacíamos con agujas de coser que teníamos escondidas desde los tiempos en que (antes
del golpe [de Estado] habían permitido que entraran” (Colla 9). Para ellas, los huesitos eran tan
Cuando la celadora dio cuenta de lo que las treinta hacían, se nota cómo aparece la
biopolítica en el cuento. Kozameh escribe unas interacciones entre las prisioneras y las
celadoras, “El ruido de metal… La celadora enclavando todos sus ángulos, su nariz y sus dientes,
a la entrada del pabellón, para largar el alarido: Está prohibido raspar huesos en el cemento y
ustedes ya lo saben” (2). Más tarde, cuando llega la comida, hay otra interacción, “Las celadoras
cierran las rejas y se van. Y la rubia de rulos se vuele hacia la reja, asoma su nariz entre dos
barras de hierro, pega los pómulos y aclara Desde hoy, sopa sin huesos” (Kozameh 5). Estas
declaraciones son sólo para ejercer su poder sobre las prisioneras. Quita uno de los únicos
placeres que tenían. Estas interacciones reflejan el biopoder en la teoría de Foucault. La gente
que tiene la libertad también tiene el poder. Foucault dice, “las luces que han descubierto las
libertades, han inventado también las disciplinas” (citada en Aguilera Portales 38). Es decir, este
control del poder es mandado por el orden social, una estructura históricamente patriarcal, en el
cual las mujeres no tienen voz (Libânio Dantas 59). La escritura de Kozameh crítica este
elemento de la biopolítica y revela la manera en cómo la gente con poder lo usaba para
Alicia Kozameh es una mujer muy educada y estudiaba al nivel universitario hasta que
fue presa. Las otras mujeres también son intelectuales y aunque se han perdido sus derechos de
estudiar, ellas encontraron un método de preservar sus libros: la biblioteca movible. Describe,
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“mañana le toca a Griselda reconstruir una novela leída en libertad, para las demás. Y Andrea, si
la información que de es suficiente, tiene que escribirla en cinco papelitos de armar cigarrillos,
con letra milimétrica… Quedan menos y menos papeles, pero la biblioteca crece” (Kozameh 3).
Luego, Liliana armará el vaginal con “el libro” sellado y así la biblioteca es indispensable
(Kozameh 3). La biblioteca es un símbolo para las detenidas, como afirma Kozameh en el
existencia de todas” (Kozameh 3). Kozameh así presenta otra representación del cuerpo
colectivo contra el biopoder (Medeiros-Lichem 17). Dentro del sistema político, han perdido su
espacio para educarse y sentir seguras. Con la biblioteca, lo han reclamado de nuevo aun si sea
dentro de la prisión. La biblioteca vive dentro, literalmente, de las mujeres. Al compartir las
historias, las palabras, una comunidad desarrolla entre las paredes del sótano oscuro y húmedo
(Libânio Dantas 67-68). Estos actos de solidaridad no se puede quitar la celadora. Han
encontrado los medios para reclamar sus cuerpos, su educación y sus historias (Libânio Dantas
69). Las normas de la biopolítica quieren que reprima los derechos humanos de la gente
marginada. Las mujeres se sienten empoderadas que, según Libânio Dantas, perpetua su
La experiencia carcelaria es una que quita los derechos humanos de los presos
atención médica. Otro ejemplo del maltratamiento es el recuento de Débora cuando le dolía la
explica que daño a los dientes vino del descuido higiene dentro de las prisiones (63). Kozameh
intenta, y se logra, divulgar el abuso de poder que existe en el mundo, pero en este caso cómo se
A pesar de las adversidades, las treinta mujeres del “Bosquejo de alturas” seguían
haciendo actividades para que se continuaran sentirse empoderadas. Por ejemplo, ellas hacían un
drama de Julio César. Al enterarse, el policía balbucea, “Señoras, no se olviden de que ustedes
son presas. Y saben muy bien que está prohibido el teatro aquí abajo [en el sótano]” (Kozameh
5). En otro recuento, la narrativa relata que se prohíbe educarse cuando la celadora dice, “ya
saben que aquí no se dan clases ni se canta, esto no es la universidad” (Kozameh 7). Justo
después, Olga dice que la comida no les alcanza. Pero a la celadora no le importa, “Tenemos
orden de darles esa cantidad” (Kozameh 5). La celadora tiene todo el poder y lo usa para
requisar los derechos humanos de las presas. Como Medeiros-Lichem afirma “su fuerza moral
Foucault, que dice “el trabajo de vigilancia y de control sobre los individuos, sus vidas y sus
durante sus tres años como prisionera. En una entrevista Kozameh dice su intención es, “hacer
una contribución hacia el futuro dejando en algún lugar, en algún rincón, algunas de las palabras
que “cuenten” los acontecimientos que no queremos que se reiteren y sigan destruyendo al ser
humano” (Andradi). Las treinta mujeres, cada nombre escrito a lo largo de la obra, representa un
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cuerpo colectivo de la gente reprimida durante la guerra sucia en Argentina. En “Bosquejo de
alturas” usa los nombres reales de sus compañeras, un elemento testimonial, porque quiere que
Medeiros-Lichem, los textos de Kozameh “entretejen su dolorosa vivencia personal con las
voces de otras testigas en su solidaridad y en su desafío a las fuerzas del poder arbitrario….tales
individuo contra la victimización” (13). Con esa intersección del testimonial y la ficción,
Kozameh, bajo la teoría de Foucault, despliega el sistema que exigen tanto control sobre los
Kozameh, Alicia. Entrevistada por Esther Andradi. “El pasado es un presente continuo:
semanal.jornada.com.mx/2018/03/25/el-pasado-es-un-presente-continuo-entrevista-con-a
Libânio Dantas, Ana L. “The Autonomous Sex: Female Body and Voice in Alicia Kozameh’s
concientización de Derechos Humanos.” Confluencia, v ol. 29, no. 1, 2013, pp. 10-22
Tompkins, Cynthia M. “Pasos bajo el agua y “Bosquejo de alturas” de Alicia Kozameh: Tortura,