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CULTURAS, COMUNIDADES

Y PROCESOS URBANOS
CONTEMPORANEOS

 antropología sociocultural

Wilde y Schamber
[compiladores]

Szulc

Manzano

Schamber

Eilbaum

Sirimarco

Sammartino

Díaz

P A R A D I G M A I N D I C I A L
Culturas, comunidades y procesos urbanos contemporáneos / compilado
por Guillermo Wilde y Pablo Schamber - 1a ed. - Buenos Aires : SB,
2006.
184 p. ; 23x15 cm. (Paradigma indicial. Antropología
cultural; 1 dirigida por Guillermo Wilde)

ISBN 987-1256-01-9

1. Antropología Cultural I. Wilde, Guillermo, comp.


II. Schamber, Pablo, comp. III. Título
CDD INDICE

Título de la obra: Culturas, comunidades y procesos urbanos contemporáneos


© 2006, SB
ISBN: 987-1256-01-9
1O edición, Buenos Aires, septiembre de 2006
Compiladores: Gillermo Wilde y Pablo Schamber
INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 7
Autores: Szulc - Manzano - Schamber - Eilbaum - Sirimarco - Sammartino - Díaz
Colección Paradigma indicial - Serie Antropología cultural
Guillermo Wilde y Pablo Schamber
Director editorial: Andrés C. Telesca
Arte, diseño de cubierta e interior: Cecilia Ricci
ANTROPOLOGÍA Y NIÑEZ: DE LA OMISIÓN
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. A LAS “CULTURAS INFANTILES” 25
Libro de edición argentina - Impreso en Argentina - Made in argentina
Andrea Szulc
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la trans-
formación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, me- Mirada problematizadora sobre la niñez y los enfoques des-
diante fotocopia, digitalización u otros medios, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción de los cuales se la ha analizado, a fin de promover la cons-
está penada por las leyes 11.723 y 25.446. trucción de un abordaje antropológico que incluya la pers-
pectiva de los niños acerca de sus propias experiencias
Impreso en Talleres Mitre & Salvay, Heredia 2952, Sarandí, Buenos Aires, Argentina
Tirada: 1000 ejemplares

Editorial SB MOVIMIENTOS SOCIALES Y PROCESOS DE


Yapeyú 283 CONSTRUCCIÓN INDENTITARIA: ETNOGRAFÍA DE LAS
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MORFOLOGÍA DEL FENÓMENO CARTONERO
EN BUENOS AIRES 79
Pablo J. Schamber

Descripción y análisis de la actividad conocida como “ci-


rujeo” en tanto circuito complejo de actores, industrias y
materiales.
INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES
Guillermo Wilde y Pablo Schamber
UNA DISCUSIÓN SOBRE LOS PROCESOS DE INVESTIGACIÓN
ETNOGRÁFICA EN EL CAMPO POLICIAL Y JUDICIAL 103 
Lucía Eilbaum y Mariana Sirimarco

Itinerario por el mundo de las burocracias judicial y policial


a partir de una descripción de sus actores y dinámicas
identitarias.
El aporte de la antropología a la comprensión del mundo
contemporáneo ha quedado generalmente diluido cuando no
LA “ANTROPOLOGÍA ALIMENTARIA”, CAMINOS directamente ensombrecido por las argumentaciones de otras
RECORRIDOS Y CAMINOS POR RECORRER 125 disciplinas sociales, presentes de manera más decisiva en la for-
mación de opinión. En esta parte de América, no ha sido la an-
Gloria Sammartino
tropología sino la llamada “crítica política” la que intervino en el
Indagación sobre los distintos circuitos de lo alimentario debate reciente sobre el nuevo orden mundial. La aparente cau-
exponiendo sus articulaciones sociales, culturales, históri- sa de esta falta de presencia tuvo que ver con la incapacidad,
cas y económicas desde una perspectiva antropológica. parcialmente reconocida por los antropólogos, de conceptuali-
zar y categorizar la globalización. Ya desde mediados de los 80
el mainstream de la disciplina se había embarcado en una discu-
SOFTWARE Y AUXOLOGÍA: DOS TRADICIONES sión que acabó por estancarla en los límites de su propio discur-
DE LA METODOLOGÍA ANTROPOLÓGICA DE LARGA DATA 149 so. Cuando despertó al mundo de las conexiones globales, los
llamados “estudios culturales” le habían arrebatado el concepto
Diego Díaz de “cultura” incluso en sus versiones más simplistas, para apli-
carlo a todo tipo de fenómenos (Wright 2004). Las demás cien-
Apuesta que define recursos metodológicos novedosos en
cias sociales, aunque reconocían que la variable cultural era cen-
antropología basados en el análisis y proyección de datos
tral para comprender la etapa capitalista en vigencia, se encon-
desde un sistema operativo que se presenta y propone.
traban demasiado ocupadas en salvar su propia especificidad
como para defender los derechos de una disciplina hija del co-
lonialismo europeo en plena crisis existencial. Si bien más re-
EPÍLOGO: PUNTOS DE FUGA 171
cientemente la antropología de los países centrales logró pasar
del insight sobre las formas de escritura a la reflexión sobre la
DATOS DE LOS AUTORES 173 práctica del trabajo de campo y el análisis de los fenómenos

INTRODUCCIÓN: REFUNDACIONES ETNOLÓGICAS 7


contemporáneos, produjo una mayor fragmentación de campos cuestionamiento de categorías fetiche, los actores que histórica-
y diversificación de orientaciones.1 mente “pertenecieron” a la antropología no sólo comenzaron a
Con esto, la tarea de una definición de la antropología co- hacer ellos mismos antropología sino que a veces utilizaron con-
mo campo unificado se complica, y el anhelo original de com- ceptos reificados para justificar sus luchas políticas por el reco-
prender al hombre como totalidad parece quedar aparentemen- nocimiento. El característico horror antropológico al “esencia-
te disuelto. Las antropologías practicadas en los diferentes paí- lismo” terminó por apartarla de los problemas y demandas de
ses han salido del trance condicionadas en mayor o menor medi- sus actores. Por contraste, los estudios de la subalternidad y de la
da por su distancia con el centro. En algunos casos, sobre la ba- condición poscolonial rápidamente instalaron un debate en tor-
se de discusiones locales y la adopción de tradiciones vernáculas, no de las nuevas formas de articular identidades de los actores
en otros, adoptando un sesgo predominantemente sociológico de la periferia, acuñando el concepto de “esencialismo estraté-
(aunque tratando de conservar técnicas clásicas como el trabajo gico” (Guha 1997).
de campo, la observación participante y la escritura etnográfica). Este libro completa un “tríptico” de investigaciones antropoló-
Finalmente, en otros casos, llevando al límite la discusión sobre gicas sobre los mundos contemporáneos. Su título vale también para
las dicotomías clásicas de la modernidad sobre las que se fundó los dos volúmenes anteriores, y los tres pueden leerse como el acápite
la disciplina. Esto trajo como consecuencia, en los dos primeros de un libro mayor que ha comenzado a escribirse con el nombre de
casos, un excesivo localismo y atomización, y en el último, una Colección Paradigma Indicial. Con sus evidentes virtudes y defec-
excesiva abstracción. Pero lo que se percibe en todos los casos es tos, los artículos publicados son algo más que la expresión de un cam-
el abandono de preocupaciones generales que por mucho tiem- po: ponen en juego lo que los autores entienden por mirada antropo-
po habían marcado la producción antropológica.2 lógica desnudando, en las especiales circunstancias de la escritura,
Llegando a un punto, la antropología debió cuestionar ca- (dis)posiciones íntimamente subjetivas del oficio de la más reflexiva
tegorías reificadoras como “sociedad”, “cultura”, “individuo”, de las disciplinas sociales.
“identidad” comenzando a ver los fenómenos contemporáneos Más allá de las diferencias de énfasis, lo que podría enten-
en términos de procesos sociales, estableciendo conceptos más derse como procesos culturales contemporáneos ha sido la
flexibles que le permitieran comprender la nueva realidad; iden- preocupación de todos los trabajos publicados hasta aquí. Todos
tidades concebidas menos en términos de “ser”, “unidad”, “tota- los volúmenes se sitúan de una u otra manera en el terreno de
lidad”, que de “devenir”, “flujos”, “redes” y “multiplicidad”. Aho- la producción de “discursos antropológicos” sobre el otro cultu-
ra bien, en este proceso se produjo alguna incongruencia o des- ral, la representación de sus experiencias y visiones de mundo,
fazaje histórico que conviene señalar. De manera simultánea al y el juego complejo entre la tradición y la innovación. El primer
libro, Historia, poder y discursos, nos adentró en los vericuetos de
la escritura antropológica y las modalidades de construcción de
1. La pregunta sobre la identidad de la antropología cada tanto vuelve a sujetos antropológicos del presente y el pasado. El segundo,
los medios. Mientras preparábamos la edición de este libro, Revista Ñ de Diario Simbolismo, ritual y performance, nos permitió recorrer las nuevas
Clarín publicó una extensa e interesante nota sobre los dilemas de la antropolo- elaboraciones de los viejos debates etnológicos. Culturas, comu-
gía contemporánea (Pisarro 2006). Para una visión crítica de los debates actua-
les en teoría política y estudios culturales ver especialmente Reynoso (2000),
nidades y procesos urbanos contemporáneos se centra en el análisis
Grüner (2002). Deben tenerse en cuenta las reacciones generadas en la antro- de las contradicciones que expresan los procesos globales en lu-
pología por Orientalismo, de Edward Said (Thomas 1991) y más recientemente, gares muy concretos de la periferia austral. Las ciudades se han
Imperio, de Negri y Hardt (2003). Ver Tsing (2005). transformado en el escenario dramático para la manifestación
2. El método etnográfico (y en mucha menor medida la teoría antropo- condensada de esos procesos. Y aunque nuestro propósito no
lógica) ha ejercido especial atracción en otras disciplinas sociales e incluso en
ciertas areas experimentales del arte contemporáneo, como lo demuestra un fue presentar una “antropología urbana” ni plantear el problema
encuentro realizado en el Museo Tate Modern de Londres titulado “Fieldworks. antropológico de la ciudad, sobre el cual existe abundante lite-
Dialogues between Art and Anthropology” en septiembre de 2003. ratura, hemos incluido en este libro trabajos referidos a las diná-

8 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 9


micas y actores del espacio urbano metropolitano, especialmen- Breve historia de un concepto
te aquellos visibilizados a partir de la crisis argentina de comien-
zos del siglo XXI. Este libro habla explícitamente de “culturas”, más especí-
¿Cuáles son los problemas teóricos y empíricos que defi- ficamente de “comunidades” definidas en términos de “cultura”.
nen a la antropología hoy? ¿qué tipo de conocimiento o de esté- Y conviene decir que la historia de la antropología está inevita-
tica persigue? ¿cuáles son los sujetos y objetos con los que el an- blemente relacionada a los avatares de ese “concepto maldito”.
tropólogo interactúa? ¿qué lugar asume frente a ellos (mediador, Si bien se trató de una elaboración de la antropología norteame-
intermediario, traductor, intérprete)? La propuesta un tanto ricana, ya a fines del siglo XIX, el inglés Edward Tylor, definía a
evasiva de los volúmenes de esta colección no fue resolver estos la antropología como “ciencia de la cultura” lo que podía direc-
enigmas sino volver a la práctica actual de los antropólogos sin tamente traducirse como “ciencia del hombre”. Más tarde los
establecer definiciones acabadas, es decir, presentar una suerte británicos elaborarían una orientación fundamentalmente “so-
de diagnóstico. Suponíamos que la pregunta acerca de qué tipo cial” para la antropología abandonando las definiciones cultura-
de conocimiento constituye la antropología debía conducir a la listas que por entonces desembarcaban en los Estados Unidos.
(re)lectura de los materiales y las fuentes que los antropólogos Allí comenzaron un largo apogeo desde los años 40, dando a luz
mismos crean. Está de más decir que el repertorio no abarca to- numerosas versiones desde particularistas hasta comparativis-
do lo que hay para mostrar en la antropología argentina, pero el tas, desde materialistas hasta cognitivistas e interpretativas. Es
imperativo de una selección basada en un corte generacional con- en la tradición de pensamiento alemán que anteriormente el
llevó el riesgo político de asumir provisoriamente la parte por el concepto de cultura había adquirido centralidad como opuesto
todo, esperando las reacciones más diversas. radical a las ideas iluministas desarrolladas sobretodo en Fran-
En esta introducción nos ocuparemos de las nuevas orien- cia (Kuper 1999; Schweder 1992). El concepto entró en Esta-
taciones de la disciplina antropológica, dejando abierta la pre- dos Unidos de la mano de Franz Boas (alumno en Berlín de
gunta sobre su porvenir. Sobre los dilemas de su pasado en Ar- Bastian y Virchow) quien se opuso fundamentalmente a la tra-
gentina ya hemos vertido algunas notas anteriormente. Sólo in- dición evolucionista dominante, promovida por Lewis Morgan,
sistamos en que la antropología argentina recién está comen- a su vez influido por las ideas de Darwin y Engels. Los discípu-
zando a efectuar una evaluación de su historia reciente y un exa- los de Boas transformaron en los años 50 el concepto de cultu-
men de sus recorridos y herencias teóricas, digamos, desde prin- ra en objeto de explicación científica, capaz incluso de explicar
cipios del siglo XX, como para alcanzar el estatus de una disci- “caracteres nacionales” (Goldman y Neiburg 1998). Según ex-
plina madura. Tampoco posee un diálogo fluido con las antro- plica Kuper, el arco llega a su punto culminante en la generación
pologías centrales, salvo en campos muy específicos. Entonces, siguiente, con las conocidas definiciones de Clifford Geertz,
por de pronto quizás sea lógico inferir una hipótesis, más o me- David Schneider y Marshall Sahlins, quienes tenderán a ver to-
nos enunciada en las introducciones anteriores: que el modo co- dos los aspectos de la vida social en términos culturales.
mo trabajan los antropólogos actualmente en nuestro medio y el En la vereda opuesta se desarrollaron modelos explicati-
mapa de orientaciones epistemológicas (e ideológicas) que eli- vos más duros ligados a diferentes corrientes de la lingüística,
gen, está marcado no solamente por un contexto de crisis insti- como los defendidos por la etnociencia y la antropología cogni-
tucional constante sino también por un sintomático silencio so- tiva primero, y más tarde por la pragmática y el análisis del dis-
bre el pasado de la disciplina. Un pasado forcluído, para utilizar curso (Kuper 1999). Pero llegando a un punto del desarrollo de
un término caro al psicoanálisis, que retorna para estallar sobre su teoría, resultó imperativo para la antropología realizar una
un presente académico agotado, una miríada de memorias dis- crítica del concepto de cultura. Tal concepto había sido utiliza-
locadas y de genealogías negadas. do por mucho tiempo como receta para explicar a priori todo
comportamiento social, de manera monolítica, como un ethos,
sin inscripción histórica ni política alguna. Es a partir de los

10 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 11


años 70 que el concepto comienza a ser pensado en términos de producción y una concepción de la “cultura” como modali-
políticos más dinámicos, al punto de ser reemplazado, en algu- dad ideológica de reproducción social (caso del marxismo es-
nas propuestas, por nociones como “ideología” y “hegemonía” tructural). En esta década predominó el interés sobre los proce-
(Keesing 1987; Barth 1998; Comaroff y Comaroff 1992; Frede- sos de construcción de identidades de clase en el contexto de lu-
ric y Soprano 2005). chas económico políticas (de allí la proliferación de estudios so-
Las distintas opciones teóricas en realidad expresaban, a bre campesinado). En la vertiente conocida como “economía
un nivel más amplio, modelos antropológicos divergentes que se política” el eje estuvo colocado en la comprensión del proceso
disputaron a partir de la década del 60 del siglo pasado en la an- de expansión capitalista a gran escala y sus efectos en las peque-
tropología norteamericana. En un artículo ya clásico, Sherry ñas sociedades y economías del mundo. La idea era sacar a la
Ortner identifica dos escuelas predominantes que coexistieron antropología del análisis de comunidades aisladas, consideran-
por esos años promoviendo concepciones opuestas sobre la cul- do a sus sujetos como envueltos en sistemas de intercambio más
tura: la antropología simbólica y la ecología cultural. Como re- amplios. Este desplazamiento metodológico revelaba resultados
presentante más conspicuo de la primera, Geertz planteó una completamente diferentes como los ilustrados en la polémica
crítica a la definición de cultura de sus predecesores. Según él, Redfield-Lewis a propósito de Tepotztlán.
la cultura no está encerrada en la cabeza de la gente sino corpo- A partir de los años 80, aparecen reacciones contra las
rizada en símbolos públicos que son vehículo de significados. tradiciones marxistas, estructuralistas y de la economía política.
Los símbolos, en este sentido, serían formadores de modos so- El nuevo movimiento teórico estuvo marcado por la recupera-
ciales de ver y sentir el mundo.3 Por contraste, la ecología cultu- ción de las nociones de agencia, historia y sujeto, y la definición
ral, con Marvin Harris y Roy Rappaport a la cabeza, plantearon de una “teoría de la práctica”, orientación representada en la so-
un concepto adaptativo de cultura sosteniendo que lo que está ciología por figuras como Giddens y Bourdieu y escuelas como
en juego es la determinación ambiental sobre las prácticas cul- el interaccionismo simbólico, particularmente influyente en la
turales. Estos autores perfeccionaban el legado teórico del lina- antropología norteamericana. Contra la economía política, se
je evolucionista anterior, encabezado por Leslie White y Julian argumentó que incurría en el error de no ver ninguna historia lo-
Steward, que había sido fundamental para explicar, por ejemplo, cal por fuera del alcance de la expansión capitalista mundial ol-
los sistemas políticos de América en el célebre Handbook of vidando dinámicas singulares de las mismas comunidades (Sah-
South American Indians (1945). Como alternativa a estos dos lins 1981; Wolf 1993; Ortner 1984; Asad 1993; Marcus 1995;
modelos, se presentó el estructuralismo levistraussiano que, ins- Hill 1988).
pirado en la lingüística y la teoría de la comunicación, estable- Desde los noventa, la agenda teórica fue decidida por los
ció una “gramática de la cultura” de bases universales e incons- estudios de la subalternidad y el debate postcolonial, y desde un
cientes. Por diversas razones, este modelo no alcanzó populari- punto de vista teórico por lo que en el mundo anglosajón se en-
dad en los Estados Unidos (Ortner 1984). tendió como “posestructuralismo” y se denominó French
Durante los años 70 irrumpen los modelos marxistas en la Theory.4 La antropología ya había comenzado a alternar entre la
antropología, con una denuncia de las ligazones históricas de la crítica histórica y la crítica conceptual de su categorías (Fabian
disciplina con el colonialismo. A ambos lados del Atlántico las 1983; Asad 1993) y comenzaba a ensayar modalidades dialógi-
preocupaciones analíticas se centraron en las relaciones sociales cas y reflexivas en los umbrales del posmodernismo. La crisis era

3. Ortner (1984) señala agudamente el contraste con la elaboración no 4. El giro partió de las discusiones sobre la crisis del marxismo en los
culturalista del símbolo que por ese entonces desarrollaba Victor Turner, influi- años 80, que tomó varios caminos, entre ellos los Subaltern Studies. El período
do por una singular formación británica que combinaba estructural-funciona- está caracterizado por la recuperación del legado gramsciano y una serie de diá-
lismo y marxismo. En la visión de Turner los símbolos no eran vehículos de un logos con el psicoanálisis (Boaventura de Sousa Santos 2005; Laclau y Mouffe
ethos cultural sino operadores de procesos sociales concretos. 2006).

12 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 13


más fundamental en la medida que lo que estaba en cuestión cas”, como las que predominaron hasta los años 80, sino de en-
eran los cimientos mismos de la modernidad que impedían se- foques cuyas diferencias son más de grado que de tipo.
guir practicando antropología de la misma manera. La antropo- En primer lugar cabe considerar a los trabajos en la línea
logía, un campo profesional cuyos caminos comenzaron a ser de una “antropología procesualista” cuyas estrategias analíticas
trazados profesionalmente a fines del siglo XIX, como probable fundamentales son la contextualización histórica y política de
reformulación del núcleo de una promesa expresada por los via- los datos etnográficos, la consideración del conflicto y la contin-
jeros del siglo XVIII, los primeros modernos, había consolidado, gencia en la vida social. Esta orientación parte de la premisa de
durante el siglo XX, un método propiamente científico de aná- que las construcciones identitarias son situacionales y de que la
lisis. Como nota Troulliot, el salvaje o primitivo había sido el se- tarea del antropólogo es analizar procesos de circulación de sig-
gundo rostro de Jano, sobre el cual occidente proyectó su ima- nificados y conocimientos antes que culturas (Oliveira 1999,
ginación utópica y la antropología no había hecho otra cosa que 2004). La figura más representativa de esta orientación es Fre-
legitimar ese campo de significación previamente organizado drik Barth quien desde sus trabajos pioneros sobre procesos his-
(Troulliot 1991). Con la crisis terminal de los dualismos sobre tóricos de formación de grupos subrayó la naturaleza dinámica
los que se fundaba el edificio moderno (primitivo-civilizado, na- y constructiva de la identidad étnica y propuso más reciente-
turaleza-cultura, sociedad-individuo) la antropología debió rei- mente estrategias de comparación sociocultural (Barth 1978,
niciar un proceso de definición de su especificidad que se en- 1987,1998, 2000).5 Esta orientación ha mostrado especial afini-
cuentra actualmente en curso. dad con algunos desarrollos de la llamada “antropología históri-
ca” y su pariente cercana, la microhistoria. Revel señala entre las
Tendencias hegemónicas contribuciones principales de esta última la redefinición de los
conceptos de identidad y contexto. El sentido de pertenencia de
Al menos tres fenómenos relacionados han adquirido re- los actores se define en el proceso de circulación por una multi-
levancia en los estudios sociales contemporáneos: a) los proce- plicidad de esferas de acción donde se establecen estrategias so-
sos de “desterritorialización”, “diásporas” y movilización de ciales en base a criterios “situacionales” y contextuales. El con-
fronteras, b) la emergencia de nuevos movimientos y actores so- texto, deja de ser aquí un “telón de fondo” unificado y homogé-
ciales (ambientalismo, derechos humanos, género/sexualidad, neo, para pasar a ser entendido como “universo de posibles” ins-
aboriginalidad), c) la biología y las tecnologías de producción de tituido sobre la continuidad de escalas locales y globales (Revel
híbridos. Este complejo de fenómenos dificulta cualquier con- 1995; Bensa 1996).
cepción clásica de la disciplina antropológica presentándole una La llamada “antropología de la política” ha practicado ca-
serie de desafíos epistemológicos y metodológicos. Uno de ellos minos parecidos al romper con la tradicional distinción entre
es abordar simultáneamente varias escalas de organización so- micro y macro-política. En efecto, esta antropología hace explí-
cial, al nivel de las comunidades y actores locales, los Estados cita una crítica a la concepción moderna de la política en tanto
nacionales y los flujos transnacionales. Otro desafío es estable- dimensión autónoma y normativa sesgada por oposiciones del
cer una mirada diacrónica sobre los procesos de cambio en las tipo público-privado, provincial-nacional, etc. En cambio, tras-
diferentes escalas y las nuevas formas de identidad emergentes.
Un tercer desafío es atacar el centro de la sociedad occidental y
la tradición moderna, en especial aquellos espacios de innova- 5. La compilación de Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras, fue edita-
ción científica que cuestionan la separación entre el hombre y el da por primera vez en 1969. Citamos otro libro de Barth (2000) aparecido en
portugués que contienen dos artículos célebres del autor: “The analysis of cul-
mundo material (o el mundo natural) en tanto relación sujeto-
ture in complex societies” publicado en Revista Ethnos (3-4) en el año 1988, y
objeto. Estos desafíos han dado origen a algunas orientaciones “The guru and the conjurer: transactions in knowledge and the shaping of cul-
que podríamos considerar hegemónicas en la disciplina antro- ture in Southeast Asia and Melanesia” aparecido en Revista Man (N.S.) 25 (4),
pológica actual. Aclaremos que no se trata de “escuelas teóri- en 1990.

14 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 15


lada la “política” en tanto práctica a contextos y situaciones so- bajos refieren a los dilemas de la “ciudadanía” y los procesos de
ciales específicos de interacción social reconstruyendo escena- fricción resultante de la expansión neocolonial. Lo que aquí es-
rios dramáticos de articulación y conflicto.6 Al suponer un en- tá en cuestión es la definición misma de lo local y lo global, y
trelazamiento de todos los niveles de la práctica define un enfo- junto con ella, la separación entre lo tradicional y lo moderno.
que según el cual la política de Estado puede ser abordada del La antropología se pregunta qué caminos tomar si no puede se-
mismo modo que la dinámica interna de un gremio. Subyace a guir sosteniendo la asociación de una “cultura” a un “lugar” y
esta mirada cierto programa maussiano de reconstrucción de una “tradición”, sobre la que se basó buena parte de su legado
morfologías sociales y “hechos sociales totales” (Frederic y So- intelectual. Esta pregunta generó un interesante debate sobre el
prano 2005; L’Estoile, Neiburg y Sigaud 2002).7 problema de la “localidad” en el trabajo de campo de los antro-
Los enfoques analíticos se construyen sobre la base de los pólogos y la fecundidad metodológica de las denominadas “etno-
fenómenos que intentan analizar. De allí que en el contexto de grafías multisituadas” (Gupta y Ferguson 1997; Marcus 1995;
las “conexiones globales” adquieran particular resonancia los es- Kearney 1995).
tudios sobre nuevas formas de identidad signadas por la ambi- En el mundo latinoamericano esta discusión ha derivado,
güedad. Las concepciones hegemónicas de carácter dicotómico por un lado, en reflexiones sobre la geopolítica del conocimien-
son subvertidas por los nuevos movimientos sociales y los estu- to en las ciencias sociales en general, es decir, el significado de
dios que hablan de ellos. Contra la identidad sexual binaria, la practicar una mirada social desde y en la periferia (Mignolo
antropología de género, más específicamente las etnografías de 2005; Lander 2000). Por otro lado, en una recolocación del pro-
la sociabilidad homosexual, revelan una mirada anti-dicotómi- blema de los “modelos locales” a partir del análisis de los flujos
cas (Vance 1991; Sivori 2005). Contra el dualismo “cristiano-pa- y la hibridación cultural. Los trabajos pioneros de García Can-
gano” la antropología de la religión descubre expresiones de re- clini podrían inscribirse en esta línea junto con la abundante
ligiosidad híbrida como el pentecostalismo y el movimiento ca- producción etnográfica reciente sobre fronteras y ciudades. En
rismático. Contra la clasificación de identidades primordiales, efecto, la ciudad, en tanto contexto heterogéneo e híbrido mar-
los estudios sobre “aboriginalidad” señalan procesos de emer- cado por la contigüidad de construcciones espaciales y tempo-
gencia de nuevos grupos étnicos que plantean dilemas a la no- rales, atravesado por los medios masivos de comunicación, se
ción moderna de “ciudadanía” y “nación”.8 transforma en objeto privilegiado para pensar la hibridez cultu-
En esta orientación se inscribe un segundo conjunto de ral. A su vez, el fenómeno de las migraciones masivas produce
estudios etnográficos recientes sobre la globalización y las “diás- una reconfiguración de la tradicional distinción urbano-rural y
poras” (Ong 1999; Ong y Collier 2005; Tsing 2005). Estos tra- sus tipos de relaciones características, que predominó en las
ciencias sociales de la primera mitad del siglo XX (García Can-
clini s/f, 1989; ver también Archetti 2003).
6. En esta línea deben tenerse en cuenta los trabajos sobre “dramas so- Para concluir haremos mención de una tercera orientación
ciales” de Victor Turner (1974) y otros estudios en la línea de la escuela de constituida por un conjunto heterogéneo de etnografías que ana-
Manchester representada por Max Gluckman y sus discípulos. lizan “laboratorios científicos” como si se tratara de aldeas, y
7. Basados en este principio de continuidad, aunque trasladado a la
científicos como si fueran “sociedades primitivas”. Los “estudios
economía, es que comienzan a aparecer estudios etnográficos sobre compañías
multinacionales y organismos internacionales de crédito. de la ciencia” atacan categorías y supuestos asumidos como uni-
8. Aunque estos fenómenos no son nuevos, ya que pueden rastrearse versalmente válidos instaurados por la ciencia moderna. Es el ca-
hasta muy atrás en el tiempo, es ahora que se hacen visibles para la antropolo- so de la distinción “naturaleza-cultura” cuya derivación es la se-
gía y la historiografía hegemónicas obligándolas a revisar su mirada sobre el pa- paración entre lo uno y lo múltiple, lo innato y lo adquirido, lo
sado y evaluar sus antiguas proyecciones sobre el mismo. Esa revisión la ilus-
tran bien los estudios sobre sectores marginales de la sociedad colonial ameri-
humano y lo no humano (Stengers 2002; Latour 2005; Hernan-
cana (monjas, beatas, negros, niños, etc.) y la difusión de conceptos como “et- dez, Hidalgo y Stagnaro 2005). En su célebre Jamás fuimos mo-
nogénesis” (Schwartz y Salomon 1999; Gruzinski 2000). dernos, Bruno Latour, quiso mostrar que vivimos en un mundo de

16 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 17


híbridos en el que tales distinciones son falsas y apuntó a soca- Michael Csordas (1999) quien propone una fenomenología cul-
var los principios (la ficción) sobre los que se basaron (Latour tural basada en el concepto de embodiment. Así como el cuerpo,
1994). En su último libro, Latour vuelve a la carga y afirma pro- en la formulación de Csordas, es una realidad biológica y a la
vocativamente que lo que define a los humanos no es la manipu- vez un fenómeno cultural e histórico, la cultura y la historia son
lación de lo simbólico (ni el lenguaje) sino la relación con los ob- fenómenos corporales y no solo el producto de ideas, símbolos
jetos. Para ello propone volver al programa pre y anti durkhei- y condiciones materiales.12
miano de Gabriel Tarde y reflotar la clásica Actor-NetworkTheory Como puede verse, aquí también es seriamente cuestio-
(Latour 2005).9 Otros trabajos recientes del campo de la antro- nada la relación clásica parte-todo (individuo-sociedad) según la
pología médica y la antropología del conocimiento son buenas cual las ciencias sociales predicaron por mucho tiempo. Para su-
ilustraciones de aproximaciones no dualistas de este tipo. Varios perarla, algunos estudios sociales apelaron a terminología pro-
de ellos deconstruyen términos y prácticas naturalizadas de sa- veniente del mundo de la matemática y la geometría, o lo que
ber estableciendo las condiciones históricas y sociales de su pro- más ampliamente podría denominarse como “teorías de la com-
ducción (Netleton 1988; Farmer 1990; Lakoff 2005). plejidad”. Tal es el caso del término “fractal” referente a “estruc-
En los últimos años han proliferado una serie de corrien- turas autoescalantes o iterativas” de acuerdo a las cuales un
tes fenomenológicas que procuran mapear las nuevas racionali- fragmento equivale a toda la estructura disolviéndose la dicoto-
dades nativas a partir del uso de términos como “inventividad”, mía parte-todo. En antropología, Roy Wagner (1991) utilizó es-
“performatividad”, “adiestramiento”, “enacción” (Escobar 2000). te concepto para interpretar la construcción de la noción de
Subyace a estas orientaciones una recuperación del sustrato “persona” en Melanesia y Marilyn Strathern (1992) para cues-
biológico humano y un programa de “ecología política” y antro- tionar la oposición entre individuo y sociedad y señalar la indis-
pología simétrica que aún está en proceso de formulación (In- cernibilidad del pasaje de la parte al todo en esa misma socie-
gold 2000; Descola 2005; Escobar 1999, 2000).10 Uno de los dad. El uso de estas analogías ha sido enfáticamente cuestiona-
propósitos de estas nuevas fenomenologías es rescatar el aspec- do desde el frente científico de la disciplina (Reynoso 2006).
to presimbólico y asignificante de la vida social, por medio de Para concluir hay que decir que varios de los estudios
una crítica de la discontinuidad sensible-inteligible y la unifica- mencionados no podrían ser caracterizados como exclusivamen-
ción del campo de las ciencias de la vida (donde entrarían, cla- te antropológicos aunque en ellos predomine el método y la es-
ro está las ciencias sociales y humanísticas).11 Un ejemplo es critura etnográficos. Es obvio que presentan cruces entre sí,
aunque las soluciones que propongan oscilen entre la historia y
la filosofía. En general, buscan romper con antinomias propo-
9. Curiosamente Latour no cita un trabajo de Alan Prout específica-
mente sobre el tema. Para Prout, la Actor-network Theory permite explicar la re- niendo el pasaje a un amplio repertorio de nuevas metáforas: de
lación entre los humanos y la tecnología como entidad no-humana. Afirma: lo grupal a lo reticular, de lo diatónico a lo cromático, de lo ver-
“ANT rejects the assumption that society is constructed through human action tical a lo horizontal, de lo plural a lo múltiple, de la clasificación
and meaning alone. In contrast, ‘society’ is seen as produced in and through
a la invención, de la metáfora a la metonimia, de lo discreto a lo
patterned networks of heterogeneous materials; it is made up through a wide
variety of shifting associations (and dissociations) between human and non-hu- continuo, de lo icónico a lo indicial, de lo paradigmático a lo sin-
man entities. Ideed, so ubiquitous are associations between humans and the tagmático, de lo jerárquico a lo simétrico, de lo sustancial a lo
rest of the material world that all entities are to be seen as hybrids [...] where relacional, de lo social a lo asociativo.
the boundary between the human and the non-human is shifting, negotiated
and empirical” (Prout 1996:200).
10. En la introducción a Simbolismo, ritual y performance hemos referido 12. Csordas también define otros dos conceptos complementarios:
a la génesis del programa de antropología simétrica. “modos somáticos de atención” e imaginería/imaginario (imagery). Mientras el
11. Se puede plantear la hipótesis de que algunas figuras clásicas de la primero constituye un nexo entre cultura y biología, el segundo liga el nivel mi-
antropología, a su modo, fueron por esa senda, como Marcel Mauss y Gregory croanalítico con los procesos políticos, culturales e históricos globales (Csordas
Bateson. 1999).

18 CULTURAS, COMUNIDADES Y PROCESOS URBANOS CONTEMPORÁNEOS INTRODUCCIÓN: NUEVAS ORIENTACIONES 19


La apretadísima síntesis previa ciertamente trasciende DESCOLA, Philippe 2005 Par delà Nature et Culture. Paris: Éditions Gallimard.
nuestro marco antropológico local. Aquí ha sido presentada co- ESCOBAR, Arturo 1999 After Nature: Steps to an Anti-essentialist Political
mo panorama general sin una evaluación profunda de sus posi- Ecology. Current Anthropology 40 (1): 1-30.
bilidades. Ninguno de los artículos de este libro se enmarca di- ——— 2000 El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globaliza-
rectamente en alguna de las propuestas mencionadas aunque ción o postdesarrollo? La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias
sea posible percibir afinidades teóricas aquí o allá. Hemos omi- sociales. LANDER, E. (comp.). Buenos Aires: CLACSO. [http://www-
tido una engorrosa descripción de su contenido para liberar la .clacso.org/wwwclacso/espanol/html/libros/lander/6.pdf].
opinión personal del lector estimulándolo a la lectura y la críti-
Fabian, Johannes 1983 Time and the Other. How Anthropology Makes its Ob-
ca. Pues de eso se trata. De encontrar, situados en este punto
ject. New York: Columbia University Press.
del hemisferio sur, un espacio para la antropología en la crítica
contemporánea. El lector decidirá si los trabajos de este volu- Farmer, Paul 1990 Sending sickness: Sorcery, politics and changing con-
men y los anteriores alcanzan ese estatus o no. cepts of AIDS in Rural Haití. Medical Anthropology Quarterly (NS) 4
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En la actualidad la niñez es una cuestión socialmente pro-


blematizada, despertando encendidos debates y disputas en la
esfera pública. Sin embargo, la niñez era hasta hace poco sólo
un “rasgo del discurso paterno (o tal vez sólo materno), mone-
da corriente de los educadores y propiedad teórica exclusiva de
la psicología evolutiva”, como bien señalan Allison James y Alan
Prout (1998:3; traducción mía).
Es precisamente el carácter sacralizado de determinado
modelo de niñez, socio-históricamente específico, el que me im-
pulsa a ahondar en este tema; más aún en la actualidad, cuando
los grandes relatos de la modernidad que constituyeron al niño
como objeto/ sujeto del dispositivo escolar y del dispositivo psi-
coanalítico han entrado en crisis (Carli 1997)
La antropología, por su tradición problematizadora de
aquello que el sentido común suele naturalizar, está en condicio-
nes de contribuir conceptual y metodológicamente al análisis crí-
tico de la niñez. Paradójicamente, la niñez ha sido hasta los `90 un
tema marginal en los estudios antropológicos y de las ciencias so-
ciales en general, que no han dirigido su atención a los niños, del
mismo modo en que por mucho tiempo excluyeron del análisis a
las mujeres. Los trabajos de investigación antropológica sobre la
niñez no abundan. En todo caso, se trata de contribuciones más
bien aisladas, una línea de investigación discontinua, fragmentaria,
asistemática, que no ha llegado a articularse como campo legítimo
de investigación. El presente trabajo se plantea por tanto como un

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