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Movimientos Guerrilleros

Las guerrillas en América Latina son una serie de movimientos armados que se
dieron en gran cantidad de países iberoamericanos, inicialmente contra las
distintas dictaduras e injusticias sociales que por muchos años han gobernado
en el continente. Su ideología política se basa en la izquierda revolucionaria; y a
lo largo de la historia las guerrillas han cosechado diferentes efectos en los
paises de la región. Estos movimientos guerrilleros izquierdistas aparecieron
en 1960 toda América Latina .

Siete características de las guerrillas latinoamericanas

En 1997 América Latina, y especialmente Perú, Colombia y México, ingresa en


una nueva era de la lucha política armada con movimientos de guerrilla más
autónomos, más fuertes y más legítimos que los de los años 60 y 70, como
reacción en contra del proceso de globalización llevado a cabo por los aparatos
del Estado nación en franco desmantelamiento. La toma de conciencia de la
actualidad del fenómeno [y no de su "arcaismo"] proviene indudablemente de la
experiencia innovadora del Ejército Zapatista de Chiapas. A partir de enero de
1994 las guerrillas colombianas o mexicanas, herederas de las de los años
setenta, son liberadas de la acusación de ser agentes del extranjero. No
obstante, esto no las salva de una dependencia de la narco-economía. La "razón
de ser" de las guerrillas no es siempre la droga aunque ésta muchas veces
constituye una compensación por la erosión de los modos de vida "preglobales"
y, como las "narco-guerrillas" no se distinguen en el fondo, sea que su prefijo
esté o no justificado, del resto de las instituciones [narco-ejércitos, narco-
presidentes, narco-policías, narco-milicias paramilitares], el problema del
principal antagonismo en el seno de naciones en crisis no es simple. Bajo
cualquier circunstancia, las victorias políticas legítimas de las guerrillas son
obstaculizadas estratégicamente por la existencia misma de un sistema a tres
campos, que por esta causa parece concientemente desarrollado por Estados
Unidos, a pesar de las consecuencias nefastas del narcotráfico para la propia
sociedad norteamericana. De ahí el desarrollo de estas breves consideraciones
que tienen por fin sacudir el pensamiento teórico [le cocotier théorique], a riesgo
de quedar noqueado por el alud de ideas.

1. Guerra en tres campos

Las guerrillas son más legítimas que nunca en su enfrentamiento actual con el
Estado. El Estado nacional ha perdido legitimidad después de veinte años de
conducir la desnacionalización de la economía y la liquidación de los servicios
públicos [salud y educación] a un costo social muy elevado. Sin embargo las
guerrillas están siendo estructuralmente desviadas de su enfrentamiento-
negociación binaria con el Estado nacional mediante la imposición de la
presencia de los narcos pertenecientes a la lógica neoliberal, aun si combaten
seriamente al Estado. La triada Estado-narcos-guerrilla introduce una
complejidad combinatoria confusa y obliga a hablar de "violencia" en lugar de
"guerra civil". Es la aplicación de la tripartición "Huntingtoniana" a escala de los
Estados latinoamericanos [y bajo una forma no religiosa], que ha servido de
modelo para la destrucción de Yugoslavia y Bosnia. Efectivamente Samuel
Huntington lanzó en 1993 el paradigma del "choque entre civilizaciones", más
importante por el número tres que por la definición abusiva de las civilizaciones-
religiones como campo militar-económico. Es por la posibilidad de distinguir
siempre por lo menos tres "civilizaciones" que este paradigma se impone como
el del desorden neoliberal, y puede contraponerse al paradigma neoliberal "dual"
optimista, de ampliación [enlargement] de la esfera del mercado global y de la
democracia, lanzado ese mismo año por Anthony Lake, consejero del Presidente
para asuntos de seguridad internacional.

Esta idea es realmente diferente de la que se había creado hace más de cinco
años, que sostiene que las guerrillas son reminiscencias del romanticismo
revolucionario de los años sesenta o derivaciones patológicas de pequeños
grupos sectarios; o incluso que su identidad desaparece completamente en su
asociación con los narcos: las guerrillas en el contexto de la "globalización" y del
neoliberalismo salvaje reclaman finalmente más el mantenimiento del Estado
nación que la revolución mundial, pero se confrontan a la vez con un aparato de
estado que gestiona el triunfo del neoliberalismo económico y de la narco-
violencia, promovida por el neoliberalismo militar que conlleva y en ocasiones
representa la privatizacion de las fuerzas armadas.

2. Neoliberalismo, neofeudalismo, neoesclavismo.

Cualquier explicación contemporánea de las guerrillas a partir de la herencia


cultural o de la regresión psicosocial hacia algún tipo de arcaismo, de hecho, no
es más que una manera tramposa de posponer la explicación social, política y
estratégica. Un conjunto de constataciones un poco extrañas desde la
perspectiva de la buena vieja teoría marxista de la sucesión de modos de
producción [esclavista, feudal, capitalista]. Es necesario admitir actualmente que
el neoliberalismo, con su producción de desorden, genera un neofeudalismo
[referido a la multiplicación de bandas armadas y milicias privadas], al mismo
tiempo que un neoesclavismo [representado por la volatilidad de los empleos
creados especulativamente a partir de la explotación de reservas de mano de
obra barata. El mercado de mano de obra tiende a la explotación bajo amenaza
de muerte de los trabajadores "cautivos", que no manifiestan ningún interés
táctico por evadirse dada la escasez de empleos]. Esta doble paradoja no debe
ser enmascarada tras la categoría de bandidismo en tres campos sino más bien
debe convertirse en objeto de un cuestionamiento central en las ciencias
humanas.

3. Legitimidad y relación de fuerzas.

La guerrilla se dirige hoy en día contra los aparatos del Estado-nación que han
perdido legitimidad en el proceso acelerado de globalización.

Durante los años 60-70 los aparatos de Estado se mantuvieron como gestores
de los recursos nacionalizados y de los servicios públicos. El Estado-PRI en
México, el Estado liberal conservador colombiano, el Estado velasquista y más
tarde aprista de Perú, el Estado radical, social cristiano o social demócrata de
Chile, dirigían una redistribución desigual aunque pactada dentro del marco
proteccionista del Estado nacional y de la estrategia de sustitución de
importaciones. La evaluación efectuada por las guerrillas actuales a propósito de
la relación material de fuerzas en contraposición con la legitimidad es más
realista que la de los años 70. La posición del Estado en esta relación de fuerzas
se degradó como resultado de la presión neoliberal americana que lo conduce al
suicidio. Pero es difícil que las guerrillas cosechen toda la legitimidad perdida por
el Estado en un juego de suma cero, debido a la legitimidad relativa de la
violencia narco ya sea como violencia fascista o en su asociación populista a las
guerrillas jugando un papel económico de redistribución relativa en beneficio de
las capas populares.

4. Autonomia e identidades.

Algunas guerrillas ostentan una identidad histórica reivindicadora de tradiciones


de los años 20-30 [Zapatistas, Sandinistas], 40-50 [Arbenzistas, Comunistas de
las FARC], 60-70 [Guevaristas: ELN, Tupac Amaru]. Los maoistas han
desaparecido [EPL, Sendero Luminoso]. No obstante, estas guerrillas son
necesariamente más independientes del sistema internacional de lo que fueron
sus antecesoras, que se desgarraban en discusiones teológicas surgidas del
campo del Este. Ahora están mejor armadas, más apoyadas en configuraciones
socio antropológicas y son más capaces de maniobrar y negociar políticamente
en el marco nacional del que reivindican no la destrucción sino la restauración.

5. Marco nacional democrático.

El ataque contra el Estado o la construcción de un nuevo Estado constituye hoy


en día más un programa táctico que estratégico de las guerrillas. Se trata de una
práctica local que busca la inversión de las tendencias del sistema de
dominación, a saber, la tendencia a una desnacionalización creciente por la
lógica financiera global, y la de una creciente desestabilización, por la dualidad
social que conlleva el proceso de globalización. El movimiento de "transición
hacia la democracia" sostenido por Estados Unidos en vistas de liquidar las
"tiranías militares" que obstaculizan la globalización neoliberal, se ha convertido
más en un apoyo que en un freno a la guerrilla, que politiza la tensión creciente
entre esta democratización y el deterioro de las condiciones de vida de la
población.

6. Carácter no militarista del voluntarismo neoguerrillero.

La renovada guerrilla latinoamericana no es siempre militarista, arrinconada en


la operacionalidad exclusiva de la violencia. Si exceptuamos a Sendero
Luminoso, ahogado en una violencia ilegítima, no solamente los zapatistas, los
sandinistas o los guatemaltecos aceptaron en la práctica negociar "sin victoria"
sino que también Tupac Amaru y las FARC buscan a su manera su integración
en la vida política nacional. La nueva guerrilla, más "informática" cobra fuerza
maniobrando sobre los espacios de legitimación del antiguo sistema estatal y
nacional, pero no logra establecer acuerdos estratégicos, en parte porque las
nuevas élites dominantes no son ya más "nacionales" y en parte también por la
presencia del narco como tercer campo.

7. Contra el concepto norteamericano de "Estado fallido" [failed

state].

Tanto en Asia como en Africa o en América Latina, después de la explotación del


saber no renovable [savoir faire non reproductible] de una última porción del
campesinado o de los obreros de oficio, los efectos de exclusión permanente del
mercado crean una amplia casta de excluidos visiblemente condenados a eso
que desde fines de los años 70 se ha comenzado a llamar "limpieza social" y
que actualmente habría que llamar el genocidio de los pobres. Las guerrillas
constituyen un intento de contraataque a estas distorsiones [neofeudales y
esclavistas] y simultáneamente un intento por alejar la noción de estado fallido
en América Latina. Al contrario, el Estado nación latinoamericano presenta una
capacidad de resistencia mucho mayor y se reproduce como terreno de luchas
populares frente a las clases trasnacionalizadas, en el mismo momento en que
son condenadas a muerte por la lógica neoliberal.

La política en los 70 .

En mayo de 1969, mientras la dictadura de Juan Carlos Onganía intentaba dar


una imagen de orden y disciplina social, comenzaron a evidenciarse síntomas de
un descontento que venía creciendo entre distintos sectores de la población
debido al cierre de los canales de participación política y a la política educativa,
social y económica del gobierno.

El 15 de mayo la policía reprimió violentamente una manifestación de protesta


en Corrientes. Allí murió el estudiante de medicina Juan José Cabral. Dos días
después, en Rosario estudiantes que se movilizaban para repudiar el crimen de
Cabral fueron enfrentados por la policía. Uno de los uniformados, el oficial Juan
Agustín Lezcano, extrajo su arma y asesinó al estudiante Adolfo Bello, de 22
años. El hecho produjo la indignación de los rosarinos que se manifestaron
masivamente en una "marcha del silencio". El 21 de mayo la policía volvió a
reprimir y a cobrarse una nueva víctima, el aprendiz metalúrgico Luis Norberto
Blanco, de 15 años. La situación se agravó y las calles de Rosario fueron
ocupadas por obreros y estudiantes que, para contrarrestar los efectos de los
gases lacrimógenos, levantaron barricadas y encendieron fogatas alimentadas
con mesas, sillas, cajones, cartones y papeles arrojados por los vecinos desde
sus balcones para colaborar con los manifestantes. Era el Rosariazo, el primer
estallido de una larga lista que expresaba el descontento popular con la
dictadura de Onganía, quien decretó la ocupación militar de Rosario y varios
puntos de la provincia de Santa Fe.

Estas noticias tuvieron gran repercusión en Córdoba, donde existía una estrecha
relación entre los estudiantes y los obreros de las grandes fábricas instaladas en
el cordón industrial, ya que muchos trabajadores estudiaban en la Universidad
de Córdoba. Este hecho, sumado a la constitución de un movimiento obrero muy
combativo, surgido con posterioridad al peronismo, al calor de las corrientes de
ideas revolucionarias de los años 60, llevaron a que el proceso de politización
creciera notablemente tanto en las fábricas como en las facultades.

A la indignación por los graves hechos de Corrientes y Rosario, se sumó en


Córdoba el descontento provocado por la decisión del gobierno provincial de
suprimir el "sábado inglés" (trabajar sólo medio día los sábados), lo que
implicaba en los hechos una rebaja salarial porque no se pagaban las horas
extras.

Los trabajadores en la CGT de Córdoba, liderada por Elpidio Torres, de la


industria automotriz, nucleados en la SMATA, liderados por René Salamanca y
los de Luz Y Fuerza, conducidos por Agustín Tosco, convocaron a un paro activo
con movilización por 36 horas a partir de las 10 de la mañana del 29 de mayo,
en coincidencia con la celebración del día del Ejército. Inmediatamente los
estudiantes adhirieron a la medida de fuerza.

Por la mañana del 29 ya podían verse las grandes columnas de obreros y


estudiantes que se fueron acercando al centro de Córdoba. La represión policial
se cobró la primera víctima, el obrero Máximo Mena. Este hecho aumentó la
indignación de los huelguistas, que formaron barricadas y desbordaron la
represión de la policía, que debió retirarse perseguida por los manifestantes. La
ciudad fue controlada por ellos durante unas 20 horas, en las que se produjeron
incendios y roturas de vidrieras de las principales empresas multinacionales
instaladas en Córdoba y de reparticiones oficiales. Finalmente el gobierno
encargó la represión al Tercer Cuerpo de Ejército, que después de algunas
horas y varios enfrentamientos, logró controlar la situación. El saldo fue de 20
manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos los líderes sindicales
Agustín Tosco y Elpidio Torres. El ex presidente Frondizi declaró: "La violencia
popular es la respuesta a la violencia que procede de arriba".

Desde los hechos de Córdoba, el Ejército a través de su jefe, el general


Alejandro Agustín Lanusse, venía presionando a Onganía para que compartiera
las decisiones políticas con las Fuerzas Armadas y tomara conciencia de la
gravedad de la situación nacional, en la que ya no cabía su proyecto de una
dictadura autoritaria y paternalista sin plazos, que tomaba como modelo al
régimen instaurado por Franco en España.

En ese contexto comenzaron a formarse en la Argentina los primeros grupos


guerrilleros, que eran la expresión local de un fenómeno continental. La
Revolución Cubana obró como un poderoso imán sobre ciertos sectores de la
juventud latinoamericana, que la tomaron como modelo y trasladaron la
metodología de la guerrilla rural utilizada en Cuba a los diversos países de la
región.

En la Argentina, antes de 1968, se produjeron algunos intentos guerrilleros, que


no tuvieron mayor relevancia, básicamente en el ámbito rural. Pero a partir de la
llegada de Onganía al poder, los nuevos grupos dejaron el campo para trasladar
su accionar a las ciudades.

La guerrilla argentina tuvo dos vertientes: el peronismo y el marxismo. Entre las


primeras actuaron tres grupos principales: las FAP (Fuerzas Armadas
Peronistas), Descamisados y Montoneros. Esta última organización sería la más
importante y terminaría incluyendo en su seno a todas las expresiones de la
guerrilla peronista, desprendimientos de grupos marxistas y a las FAR (Fuerzas
Armadas Revolucionarias) una organización que se había originado en
fracciones de partidos de izquierda, especialmente el Partido Comunista y el
Partido Socialista de Vanguardia, para integrarse con grupos provenientes de la
Juventud Peronista. Por el contrario, el núcleo fundador de Montoneros,
provenía de grupos de la extrema derecha católica, y fue evolucionando junto
con algunos sectores de la Iglesia, conocidos como sacerdotes del Tercer
Mundo, hacia posiciones más progresistas hasta situarse a comienzos de los 70
a la izquierda del peronismo.

Sus intenciones eran lograr el regreso de Perón y a partir de entonces concretar


"la revolución socialista". Eran conscientes de que ésta no era la línea mas
difundida dentro del Movimiento Justicialista y por ello, en esta primera etapa, se
encargaron de mostrar su fuerza asesinando a dirigentes sindicales, golpeando
al ejército y pretendiendo ser una "alternativa de poder". "En realidad”, señala el
historiador R, Gillespie en su libro Montoneros Soldados de Perón, “los
Montoneros eran muy útiles a la estrategia de Perón de golpear y negociar y
ayudaban a fortalecer su imagen de enemigo de la dictadura, útil para la
campaña electoral. De ahí los telegramas y las cartas de felicitación ante cada
acción montonera. Una vez en el poder, distintas serían las cosas".
Uno de los primeros operativos de los Montoneros fue el secuestro, "juicio
revolucionario" y posterior asesinato del ex-presidente general Eugenio Pedro
Aramburu, concretado el 29 de mayo de 1970, en el primer aniversario del
Cordobazo. El hecho conmovió y dividió a la opinión pública, mientras muchos
peronistas se alegraban por lo que consideraban un acto de justicia, otros tantos
peronistas contrarios a la violencia y los antiperonistas, repudiaron el hecho.

Perón declaró desde Madrid: "La vía de la lucha armada es imprescindible. Cada
vez que los muchachos dan un golpe, patean para nuestro lado la mesa de
negociaciones y fortalecen la posición de los que buscan una salida electoral
limpia y clara. Sin los guerrilleros del Vietcong, atacando sin descanso en la
selva, la delegación vietnamita en París tendría que hacer las valijas y volverse a
su casa”.

Por el lado del marxismo el grupo más importante sería el ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo), brazo armado del PRT (Partido Revolucionario de
los Trabajadores). Esta agrupación, liderada por Mario Roberto Santucho, nació
en 1965. En un congreso partidario desarrollado en 1970, el PRT decidió crear
su brazo armado: el ERP e iniciar la lucha armada.

Todas estas organizaciones tenían una convicción común: para ellas, la violencia
era un instrumento legítimo para la toma del poder. Sus militantes provenían, en
gran número, del estudiantado de clase media y alta. Se encontraban
desencantados con la izquierda tradicional y con la imposibilidad de actuar
políticamente a causa de la veda política decretada por el gobierno militar.

Ambas vertientes de la guerrilla tenían similitudes en su accionar y en la elección


de sus víctimas, generalmente empresarios o miembros de las fuerzas de
seguridad. Habitualmente operaban en comandos integrados por hombres y
mujeres que realizaban copamientos de localidades como Garín, en la provincia
de Buenos Aires, y La Calera, en Córdoba, asaltos a bancos, secuestros a
empresarios para obtener fondos, robo a camiones de leche y su posterior
reparto en barrios populares y lo que ellos llamaban "ajusticiamientos", es decir
el asesinato de algún dirigente sindical o algún jefe militar.

El secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, llevado a cabo


por los Montoneros, y la incapacidad del gobierno para esclarecer el hecho
fueron el detonante para un nuevo golpe interno, producido en junio de 1970. El
general Lanusse, líder indiscutido del Ejército, optó por permanecer en segundo
plano y preservar su figura e impulsó el reemplazo en la presidencia de Onganía
por el general Roberto Marcelo Levingston, que cumplía funciones como
agregado militar en Washington.

El general Levingston pretendió constituir un movimiento político propio y tomar


distancia del general Lanusse. Durante su breve presidencia se incrementaron
las protestas populares y la actividad guerrillera. El ERP secuestró a distintos
empresarios y los montoneros coparon pueblos de Buenos Aires y Córdoba por
algunas horas. Los dos grupos guerrilleros asaltaban comisarías y bancos en
busca de armas y dinero y se tornaban cada día más poderosos. Perón desde
Madrid alentaba la actividad guerrillera y hablaba del Socialismo Nacional como
la solución para los problemas argentinos mientras que, para frenar los intentos
políticos de Levingston tendientes a frenar todo intento democratizador, alcanzó
un acuerdo conocido como "La Hora del Pueblo" con las principales fuerzas
políticas, entre ellas el radicalismo. Los firmantes se comprometían a luchar por
un proceso electoral limpio y a respetar los principios democráticos.
En lo económico, Levingston trató de dictar medidas de corte nacionalista que
desviaran la atención sobre la cada vez más importante presencia de las
multinacionales y los inversores extranjeros. Convocó para ocupar la cartera de
economía a Aldo Ferrer, un economista progresista. En ese contexto promovió la
"Ley de compre argentino" que intentaba dar a las industrias nacionales gran
parte del mercado interno. La nueva apolítica marcaba una ruptura con la línea
económica liberal impuesta por Adalberto Krieger Vasena.

Pero la opinión pública mantenía su escepticismo frente a estos cambios.


Levingston no logró con su política "populista" conquistar la adhesión de los
gremios peronistas y de los partidos volcados a la lucha por la apertura política y
perdió, además, el apoyo decisivo de los grandes grupos económicos nacionales
y extranjeros, que no veían con buenos ojos esta vuelta al nacionalismo
económico.

En febrero de 1971, el gobernador de Córdoba, Camilo Uriburu declaró que


aspiraba a terminar con la oposición estudiantil y gremial que había llevado
adelante el Cordobazo a la que comparó con una víbora venenosa. Uriburu le
"pedía a Dios que le depare el honor histórico de cortar de un solo tajo la cabeza
de esa víbora". A los pocos días el país se sacudió con un segundo Cordobazo,
llamado por sus protagonistas "Viborazo". El Vivorazo pondrá fin a la breve
gestión de Levingston y a su delirio de crear un movimiento político sin tener en
cuenta la opinión del pueblo.

El 26 de marzo de 1971, Lanusse asumió la presidencia en un clima político


totalmente desfavorable. La violencia guerrillera crecía, el descontento popular
también, Perón sumaba día a día más adictos, y la continuidad del gobierno
militar se tornaba muy difícil de sostener. Lanusse evaluó correctamente que el
principio de solución a los múltiples conflictos pasaba por terminar con la
proscripción del peronismo y decretar una apertura política que permitiera una
transición hacia la democracia. En este contexto nombró en el ministerio del
interior a Arturo Mor Roig, de reconocida militancia radical, propuso un Gran
Acuerdo Nacional (GAN) entre los argentinos y anunció la convocatoria a
elecciones nacionales sin proscripciones para el 11 de marzo de 1973. A los
partidos políticos se les restituyeron sus locales, cerrados desde el golpe de
Onganía, y se los proveyó de fondos para que pudieran desarrollar sus
actividades proselitistas.

El gobierno entabló conversaciones con Perón en el marco de las cuales, el 3 de


septiembre de 1971, le fue devuelto el cadáver de su esposa Eva Perón, que
había sido secuestrado del edificio de la CGT por un comando de la Marina en
noviembre de 1955.

Lanusse se esforzó por preservar la unidad de las Fuerzas Armadas mientras


administraba la transición a un gobierno civil.

El 22 de agosto de 1972, dieciséis guerrilleros fueron fusilados en una base de


la marina en Trelew tras un intento de fuga. El hecho conmovió a la opinión
pública y acrecentó el clima de violencia que vivía el país. El jefe de la aviación
naval y futuro director del campo de concentración de la ESMA, contralmirante
Horacio Mayorga, declaró: "Los hechos ocurridos en Trelew han despertado dos
actitudes en la gente que nos rodea. Unos pretenden acusar a la Armada de
haber provocado una masacre intencional. Los otros, ante el hecho consumado,
lo justifican y hasta lo aplauden, dada la peligrosidad de los presos. Ni unos ni
otros tienen razón. La Armada no asesina. No lo hizo jamás, no lo hará nunca”.
El 17 de noviembre de 1972 Perón pudo volver tras 17 años de exilio. El Ejército
impidió a sus partidarios acercarse a Ezeiza. Miles de jóvenes peronistas
coparon la calle Gaspar Campos en Vicente López, donde se alojó el viejo líder.
A poco de llegar, Perón designó como candidato a la presidencia a Héctor J.
Cámpora, su delegado personal, y a Vicente Solano Lima, un dirigente
conservador, para ocupar la vicepresidencia.

El radicalismo en elecciones internas, eligió la fórmula Ricardo Balbín-Eduardo


Gamond.

El país se preparaba para volver a la democracia.

El 11 de marzo de 1973 se realizaron las primeras elecciones sin proscripciones


desde la caída del peronismo. Triunfó el Frente Justicialista de Liberación
(Frejuli), que había sido avalado por Perón, con la fórmula Héctor J. Cámpora -
Vicente Solano Lima, que obtuvo más del 49% de los votos. El peronismo ya no
era el movimiento monolítico del período 1945-55. Convivían en su interior
conflictivamente, distintos sectores, en algunos casos de ideología opuesta, y
todos ellos parecían contar con el aval de Perón. Durante los 18 años de
proscripción, fueron muchas las incorporaciones al movimiento, que desde la
derecha y también desde la izquierda, se habían sumado al aparato tradicional.

El 25 de mayo asumió la presidencia el Dr. Cámpora, conocido como "el Tío",


elegido por Perón debido a que se trataba de uno de sus hombres más leales.
Este dentista de la provincia de Buenos Aires había sido el último delegado
personal de Perón durante su exilio. En la ceremonia de asunción del mando, se
encontraban presentes los presidentes socialistas de Chile, Salvador Allende y
de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado. La Juventud Peronista (JP) se adueñó del
acto e impidió a los militares realizar el desfile tradicional, mientras coreaban "Se
van, se van, y nunca volverán", creyendo que nunca más se produciría un golpe
de Estado en la Argentina.

Esa misma noche, los presos políticos, en su mayoría integrantes de grupos


guerrilleros, se vieron beneficiados por una amplia Ley de Amnistía, reclamada
por los manifestantes que, desde la Plaza de Mayo, se trasladaron hasta la
cárcel de Villa Devoto, donde comenzaron a ser liberados los detenidos.

El gobernador de La Rioja, Carlos Menem, declaró: La Revolución del 25 de


mayo de 1973 tiene su sentido más profundo en la defensa que harán de ella la
Juventud, las FAR y los Montoneros. Hay aún muchos conservadores en el
Movimiento y en el gobierno nacional, y ésta es una lucha a muerte."
La composición del nuevo gobierno era un fiel reflejo de las diferentes
tendencias del peronismo y preanunciaba inevitables enfrentamientos. Convivían
en el gabinete, en el Congreso o en las gobernaciones, funcionarios de izquierda
y de derecha. Se destacaba el ultraderechista José López Rega, secretario
privado de Perón y ministro de Bienestar Social, quien parecía tener intereses
propios y se presentaba como el intermediario entre Perón y sus diferentes
interlocutores.

A la hora de gobernar se hicieron evidentes las contradicciones de los nuevos


funcionarios. La discusión pasaba por planteos tan profundos como la
distribución de la riqueza y hasta la permanencia o no dentro del sistema
económico capitalista. Mientras los jóvenes ligados a los Montoneros se hacían
eco de la promesa del propio Perón de instaurar un "Socialismo Nacional", los
sectores mayoritarios del movimiento, vinculados a los poderosos sindicatos y al
aparato partidario, recordaban que el líder hablaba de comunidad organizada y
de acuerdo social.

Perón seguía en España y su presencia en Argentina se hacía imprescindible


para poner orden en su movimiento y cumplir con la que había sido la consigna
electoral "Cámpora al gobierno, Perón al poder".

El 20 de junio de 1973 fue la fecha elegida para el retorno de Perón.


Acompañado por artistas, políticos, sindicalistas, deportistas y hasta el propio
presidente Cámpora y el ministro, López Rega, el viejo líder viajó desde Madrid
en un avión especialmente preparado para la ocasión.

En los bosques de Ezeiza, a la altura del puente 12 sobre la autopista Riccheri,


se había preparado el palco y una multitud de alrededor de dos millones de
personas aguardaban la llegada de Perón, quien dirigiría un discurso a la
concurrencia. El lugar estaba custodiado por el coronel retirado Jorge Manuel
Osinde, perteneciente a la derecha del peronismo, junto con un grupo
fuertemente armado que tenía la orden de reservar los sectores más cercanos al
palco a los grupos más tradicionales del justicialismo e impedir el acercamiento
de la izquierda peronista. Cuando las columnas de FAR y Montoneros intentaron
ingresar en las primeras horas de la tarde, fueron sorpresivamente atacados a
tiros desde el palco por los hombres de Osinde. Se produjeron 13 muertos y 365
heridos.

Ante la falta de seguridad, Perón decidió aterrizar en la base aérea militar de


Morón y se dirigió por la noche al país por la cadena de radio y televisión. En su
discurso evitó referirse a los incidentes. Dijo "para un argentino no hay nada
mejor que otro argentino", parafraseando su famosa frase "para un peronista no
hay nada mejor que otro peronista", intentando de este modo unir a su
movimiento y a todo el país.

Pocos días después, el 13 de julio de 1973, el presidente Héctor J. Cámpora y el


vicepresidente Solano Lima fueron forzados a renunciar por los sectores
tradicionales del peronismo con el consentimiento de Perón. Luego de varias
negociaciones, fue designado como primer mandatario interino, Raúl Lastiri,
presidente de la Cámara de Diputados y yerno de López Rega. Comenzaba una
nueva etapa en la historia argentina en la que el sueño de la patria socialista,
prometida por Perón y anhelada por los sectores juveniles del movimiento se
tornaría cada vez más inalcanzable.
La década de los ‘70

Principales características de la década.

La característica general de la década de los 70 fue la violencia, tanto de la


guerrilla (Montoneros y del Ejercito Revolucionario del Pueblo) como las fuerzas
para policiales del Estado (A.A.A (Alianza Anticomunista Argentina)). Sumado los
desajustes económicos, inflación mensual impresionante, las huelgas obreras, la
politización en todo nivel de educación, también “La Noche de los Lápices”, que
se trataba de una serie de secuestros de diez estudiantes de secundaria,
ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores en la
ciudad de La Plata, de 16 a 18 años, solo volvió uno, y todo por protestar para
obtener el boleto estudiantil. Toda la década, durante el Mundial de Futbol,
cesaron las desapariciones, si salias debías llevar documentos por las dudas por
si te parasen al colectivo para controlar al pasajero. Todo esto lo sufrían los
familiares de los que desaparecían, por eso nació la organización “Madres de
Plaza de Mayo”, Abuelas que todavía continúan con su labor y cada tanto
encuentran algún nieto .

Política

Presidentes durante la década del 70:

1) Levingston, Roberto, de profesión militar, se encargó de la presidencia desde


1970 a 1971. Fue depuesto.

2) Lanusse, Alejandro, de profesión militar, se encargó de la presidencia desde


1971 a 1973.

3) Campora, Héctor José se encargó de la presidencia en 1973 y renuncio

4) Lastiri, Raúl Alberto se encargó de la presidencia solo en 1973.

5) Perón, Juan Domingo, de profesión militar se encargo de la presidencia desde


1973 hasta que en junio de 1974 la salud de Perón se deterioró aún más,
agravándose y el 1º de julio de 1974 falleció, en tanto que en el país se
evidenciaba un gran vacío de poder.

6) María E. Martínez, se encargo de la presidencia desde 1974 a 1976. Fue


Depuesta.

7) Videla, Jorge Rafael, cuya profesión era militar, se encargo de la presidencia


desde 1976 hasta 1981.

Golpe de Estado de 1976

Al morir Perón, asume la presidencia su vicepresidente, María Estela Martínez


de Perón. En su gobierno se profundiza en todos los órdenes: la situación
económica se agravó, se intensificó un proceso inflacionario y la violencia
política se convirtió en un trágico telón de fondo.

Las organizaciones guerrilleras de extrema izquierda intentaron acceder al poder


por medios violentos y aunque en el período 1970-73 alegaban luchar contra la
dictadura militar, no cesaron su accionar al llegar al poder un gobierno
constitucional. Al contrario, intensificaron su agresividad, logrando además
infiltrarse en el propio partido.

El 24 de marzo de 1976, las FF.AA. se apoderaron del gobierno e iniciaron lo


que llamaron Proceso de Reorganización Nacional.
Videla y la dictadura

El 24 de Marzo de 1976, un golpe militar destituyó a la entonces Presidente


Constitucional María Estela Martínez Vda. de Perón, más conocida como
Isabelita. Isabel Perón había asumido la presidencia el 1º de Julio de 1974 a la
muerte de su esposo el Teniente general Juan Domingo Perón. Ella ocupaba en
ese momento el cargo de Vicepresidenta Constitucional. Su breve gobierno fue
débil, corrupto, ineficiente y dio lugar a hechos criminales cometidos por una
suerte de escuadrones de la muerte conocidos como las tres "A".(Alianza
Anticomunista Argentina) De todas formas estaban previstas elecciones a breve
plazo y seguramente el resultado no le sería favorable a Isabel. Los militares
golpistas cuando se apoderaron del gobierno manifestaron que venían a poner
"orden" pero el orden que impusieron fué el del terror y la muerte.
Inmediatamente comenzó una verdadera caza de brujas, Terrorismo de Estado .
Durante este período los llamados "grupos de tareas" integrados por elementos
policiales, civiles y militares-siempre al mando de un militar de alta graduación-
asesinaron a miles de personas y secuestraron a varios miles más, los que
fueron conducidos a lugares clandestinos de detención (campos de
concentración) donde fueron detenidos en condiciones degradantes,
salvajemente torturados y finalmente - casi la totalidad - asesinados. A estas
personas, se las llamaba “desaparecidos” ya que, después de ser secuestrados,
torturados y asesinados, nunca se volvía a saber de ellos.

Estos secuestros se realizaban generalmente a altas horas de la noche por una


patota (que en "ocasiones especiales" eran más de 50).Entraban al domicilio de
la persona señalada (generalmente, antes había un "apagón"), se apoderaban
del señalado, lo tabicaban (le vendaban los ojos), se los encapuchaba y lo
torturaban delante de sus hijos (que después, eran dejados con algún vecino,
familiar o solos; en otras ocasiones eran llevados con sus padres a los centros
clandestinos, para que después sean adoptados por algún represor).Luego, eran
introducidos en vehículos (generalmente dentro de automóviles
correspondientes a la marca Ford, modelo Falcón, de color verde), parte de ellos
conseguidos en los operativos de secuestro, como botín de guerra. De allí
partían hacia alguno de los centros clandestinos. Y pasaban a ser miles de
hombres, mujeres y niños de distintas edades y ocupaciones, integrando una
categoría dentro de la población de carácter "tétrico" llamado "los
desaparecidos".Los represores secuestraban a los que consideraban
"subversivos": desde gente que proporcionaba una revolución social hasta
adolescentes sensible que iban a "villas miserias" para ayudar a sus moradores.
Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple
mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro
estudiantil, periodistas que no eran adeptos a la DICTADURA, psicólogos por
pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes
que habían llevado las enseñanzas de CRISTO a las villas miserias, gente que
había sido denunciada por venganzas personales. Y amigos de cualquiera de
ellos y amigos de esos amigos. En síntesis, la mayoría de la gente era
secuestrada por pensar diferente o simplemente por no pensar como ellos. Uno
de los centros del poder político en la Armada fue el campo de concentración de
la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), que empezó a funcionar en
marzo de 1.976, y aunque tuvo cambios políticos y distintas formas de represión,
se clausuró en noviembre de 1.983, unos días antes de asumir el gobierno
constitucional. Por allí pasaron casi 5.000 detenidos -desaparecidos, y junto con
el "Campo de mayo", fue uno de los mayores centros clandestinos de tortura.

Los militares siempre negaron la existencia de los desaparecidos hasta tanto les
fué imposible continuar haciéndolo. Y como la censura era total, la palabra
"desaparecidos no figuraba en los diarios ni se escuchaba en ningún medio de
comunicación. Más de 100 periodistas fueron asesinados o desaparecieron en la
dictadura militar. Se produjo el exilio de muchos argentinos, varios de ellos
ilustres o distinguidos en sus actividades, que dejaron el país para salvar sus
vidas, pero también hubo un exilio interno yá que quienes se quedaron , estaban
condenados al silencio para evitar ser "desaparecidos".

En la Argentina llegó a haber alrededor de 368 campos de concentración


ubicados a lo largo y a lo ancho del país. Ahí era donde estos desaparecidos
sufrian la tortura para ser asesinados luego.

Madres de Plaza de Mayo

En ese marco de miedo y silencio y miedo colectivo surgieron las Madres de


Plaza de Mayo, un grupo pequeño de mujeres que por amor a sus hijos desafió
al Poder y se levantó como testigo y denuncia pública en un país ocupado por
sus propias fuerzas militares.Este grupo de Madres superó el terror. A medida
que sus hijos eran secuestrados y "desaparecidos" las Madres acudían a
golpear todas las puertas que pudieran dar alguna noticia sobre los
desaparecidos. Así concurrieron al Ministerio del Interior, Cuarteles,
Destacamentos de Policía, Iglesias, y por supuesto escribían a los integrantes
de la Junta Militar que gobernaba el país y estaba integrado por el jefe de cada
fuerza militar, es decir Armada, Ejercito y Fuerza Aérea, pidiendo ser recibidas,
planteando sus dramas, pero jamás recibieron respuesta.Las Madres
empezaron a reconocerse al encontrarse en todos esos lugares y una tarde de
Abril de 1977, mientras esperaban que las atendiera el párroco de la Iglesia
Stella Maris, una de las Madres que estaba allí, AZUCENA VILLAFLOR de DE
VICENTI dijo: " individualmente no vamos a conseguir nada ¿porqué no vamos
todas a la Plaza de Mayo y cuando seamos muchas, Videla tendrá que
recibirnos..."El General Videla era el Presidente que había escogido la Junta
Militar. El 30 de Abril acudieron a la plaza las 14 Madres que habían estado en la
Iglesia. Catorce Madres solas en esa inmensa plaza. Es de imaginar su coraje,
solas ahí, en un país aterrorizado. Azucena Villaflor de Devicenti eligió la Plaza
de Mayo como sitio de las reuniones, porque esa plaza está situada frente a La
Casa Rosada (sede del Gobierno) y a un costado está la Catedral.La Plaza
continúa siendo un lugar histórico y tradicional para las manifestaciones, una
suerte de foro público. A medida que pasaba el tiempo el número de Madres
aumentaba porque aumentaba el número de desaparecidos. Marchas alrededor
de la pirámide de Mayo que es el símbolo de la Libertad, marchas que continúan
aún hoy.

Las madres NUNCA dijeron que sus hijos estaban muertos hasta que el estado
diga que encontraron su cuerpo.

La apropiación de niños

Los hijos de los desaparecidos, que nacían en los campos de concentración o


eran encontrados en la vivienda de la cual estos eran secuestrados, eran
dejados a vecinos, familiares (pocas veces) o a militares que los apropiaban
como suyos, ocultándoles su propia identidad.

Las “Abuelas de Plaza de Mayo”, son quienes propulsan la recuperación de los


otrora niños, hoy estudiantes universitarios, que han sufrido este proceso de
apropiación; demandan justamente, el derecho a una filiación sostenida en el
deseo amoroso de sus padres originarios, ya que en realidad los niños no fueron
“abandonados”, no fueron “cedidos” por sus padres, estos fueron arrancados de
su lado y los niños apropiados.

La adopción realizada en el marco de la legalidad, no transgrede el marco de


nuestra cultura mientras que las apropiaciones se han dado sobre un trasfondo
de asesinato y la perversión

Economía

Apertura e integración financiera internacional.

La apertura comercial y financiera. Los países latinoamericanos frente a


movilidad internacional de capitales: estrategia de complementación financiera
versus integración financiera. El experimento monetarista de fines de los setenta
y la dictadura en la Argentina. La lógica de funcionamiento de la “tablita”. Fuga
de capitales y dolarización de carteras. El desempeño de los grandes grupos. La
crisis de la deuda externa.

La Radio Difusión en Argentina en los 70’s

La gran innovación de los años 70 es la aparición de las emisoras de frecuencia


modulada, más conocidas como FM. Su irrupción divide el espectro radiofónico,
estableciendo la dicotomía: AM–información/ FM música, antítesis que irá
desapareciendo con el paso del tiempo. En 1972, a partir de la promulgación de
la Ley Nacional de Telecomunicaciones, se crea el Comité Federal de
Radiodifusión (COMFER), que pasa a depender al año siguiente de la Secretaría
de Prensa de la Presidencia. Un sensible cambio de estilo se produce en las
figuras de locución: los tonos bajos, sugerentes y casi susurrantes cautivan la
escucha nocturna que la FM recupera para la radio, disputándole público joven a
la televisión. Es la consagración de Nora Perlé, Betty Elizalde, Nucha Amengual
y Graciela Mancuso, figuras femeninas a las que se suma el estilo pausado de
Omar Cerasuolo o de Juan Alberto Badía..

La dictadura militar a partir de 1976 impuso su control sobre los medios de


comunicación y la censura se instauró también en la radio. Listas negras,
nombres prohibidos, asuntos eludidos y músicos cuya obra no podía ser
difundida, se convirtieron en prácticas habituales .En el marco del Mundial de
Fútbol 78, durante la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, asumió una actitud harto complaciente con la dictadura, postura que
reafirmaría en el mundial juvenil 79. En 1980 se aprobó el Decreto/Ley 22.285
sobre radiodifusión, que -entre otras cosas- extendía las licencias a quince años
con prórroga de diez más, convertía al COMFER en un ente autárquico e
integraba al mismo tres miembros de las Fuerzas Armadas y dos representantes
de las empresas privadas.

La música de la década

La década del ‘70 recibió rock como movimiento en pleno desarrollo. Por
entonces, el incipiente rock argentino era denominado "Música Beat". Pero el
rock iba más allá del éxito momentáneo con estribillos pegadizos, En Belgrano
surgió Almendra, con Spinetta a la cabeza.

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