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04/03/19

Niveles narrativos y temporalidad de la narración

Niveles narrativos

La posición enunciativa del acto de la narración

La relación entre el mundo narrado y el acto productor de ese mundo se define en

términos del nivel narrativo en el que se ubican, y por tanto, “todo acontecimiento

narrado en un relato está en un nivel diegético inmediatamente superior a aquel en el


que se sitúa el acto productor de ese relato” (Genette 1972, 238).

Mieke Bal (1985) propone que el solo cambio de enunciación ya implica un cambio de
nivel narrativo, de tal manera que el paso de discurso narrativo al discurso directo de los

personajes conlleva potencialmente un cambio en el nivel narrativo. Pimentel propone

ver en los cambios de discurso un problema de perspectiva más que un cambio de nivel

narrativo, a menos que el cambio de enunciador conlleve un cambio de voz que narra.

Para Genette, un acto de narración constituye un marco narrativo dentro del cual se
produce otro acto de narración. El primero, a cargo de un narrador extradiegético, tiene

como objeto un universo diegético; el segundo acto de narración, a cargo de un narrador


segundo o intradiegético, tendrá como objeto un relato metadiegético —es decir un

universo diegético enmarcado, en segundo grado.

En general los relatos enmarcados acusan esta estructura de imbricación, a veces

multiplicada a tal grado que el relato se convierte en una verdadera caja china, o en una
suerte de matrushka narrativa.

Innumerables son los relatos que tienen esta estructura de imbricación; entre los dos

niveles, diegético y metadiegético, se establecen relaciones que producen efectos de


sentido especiales. Según Genette (1972, 241 ss), son tres las funciones del relato

metadiegético:

- Función explicativa. En el relato enmarcado, se narran aquellos acontecimientos

en el pasado que permitan entender una situación dada en el presente. De ahí

que todo relato que se interrumpe para dar cuenta de un segmento


temporalmente anterior (relato analéptico) sea potencialmente metadiegético.

- Función temática. Entre el relato que enmarca y el relato enmarcado media una

diferencia de mundos narrados; la relación que entre esos mundos se establece

es de analogía o de contraste.
- Función de diversificación. Entre los dos universos diegéticos no se establece

ninguna relación explícita, “es el acto de la narración en sí el que cumple con una

función en la diégesis, independientemente del contenido metadiegético: función

de distracción y/o de obstrucción” (243).

Luz Aurora Pimentel hace algunas precisiones al modelo de los niveles narrativos de
Genette.

Tal vez la función temática sea la más compleja, pero es indudable que el relato
enmarcado puede ir más allá de la sola relación de analogía y/o contraste. Habría que

pensar, entre otras, en la función verosimilizante que tienen muchas de estas narraciones

enmarcadas: si el universo diegético se desdobla en niveles, es posible sugerir que uno

es el de la “ficción” y el otro el de la “realidad”.

La relación de analogía que se establece entre el relato diégetico y el metadiegético


también puede fungir como un indicador de lectura. Asimismo el relato en segundo

grado puede constituir un indicador de acción: el personaje interpreta el metarrelato

como una señal para actuar.


La función temática puede ser aún más compleja, ya que en la relación entre los dos

niveles puede incidir el problema de la perspectiva.

Según Genette el paso de un nivel a otro se da necesariamente por un cambio en la

instancia de la narración. Pimentel opina que lo que cambia, de hecho, es la situación de

enunciación y no necesariamente el narrador.

Pimentel encuentra que la solidaridad implícita entre narrador intradiegético y relato


metadiegético, como si se tratara de una relación de presuposición y el relato hecho por

un narrador intradiegético sólo pudiera ser metadiegético. Cierto es que en muchos

relatos enmarcados así ocurre: el segundo acto narrativo proyecta otro universo diegético

que es, por tanto, metadiegético, o en segundo grado. Los incesantes cambios de voz
no proyectan otros mundos, sino una imagen sumamente fragmentaria e incierta del

mundo narrado.

Tiempo gramatical / tiempo narrativo

La posición temporal del acto de la narración.

Una característica básica de la mediación narrativa es el fenómeno de desfasamiento

temporal entre el acto de la narración y los acontecimientos narrados. Hay cuatro tipos

básicos de narración de acuerdo con la elección del tiempo verbal: retrospectiva,


prospectiva, simultánea e intercalada.

- Narración retrospectiva: el narrador se sitúa en un tiempo posterior a los

acontecimientos narrados y su elección gramatical se ubica en los tiempos


perfectos (pasado, imperfecto y pluscuamperfecto).

- Narración prospectiva, o predictiva, la posición del narrador es anterior a los

acontecimientos que narra, para lo cual elegirá el futuro (futuro y futuro perfecto)

Es notable su bajísima incidencia y, cuando ocurre, su extensión es limitada.


- Narración simultánea, el narrador da cuenta de lo que ocurre en el momento

mismo de la narración, y por ello gravita hacia los tiempos verbales en presente

(presente, presente perfecto y futuro).


- Narración intercalada, típica de los relatos en forma epistolar o de diario, el

narrador alterna entre la narración retrospectiva y la simultánea, eligiendo por lo

tanto verbos en pasado y en presente, según se detenga para narrar

acontecimientos que ya pertenecen al pasado, por muy reciente que sea, o para
dar cuenta de lo que ocurre en el momento mismo de la narración.

Un relato verbal difícilmente puede sustraerse al problema de desfasamiento temporal


entre el acto de narración y el acontecimiento narrado. Es por ello que la gran mayoría

de los relatos están narrados de manera retrospectiva.

Sólo la narración simultánea nos da la ilusión de una verdadera simultaneidad. No

obstante. La verdadera simultaneidad torna al discurso en algo inestable: si el discurso es

narrativo, el presente acaba siendo interpretado convencionalmente como un tiempo


narrativo, perdiendo así el valor temporal de presente; si el discurso es de tipo emotivo

o gnómico —como en el monólogo interior— deja de ser narrativo.

Genette parece dar por sentado que estas elecciones temporales realmente significan

una orientación temporal acorde con el tiempo gramatical elegido. Tal presuposición no

siempre está en la base de la experiencia temporal narrativa.

Por otra parte, es interesante hacer notar que hay una zona de convergencia entre la

posición enunciativa y la posición temporal que adopta el narrador. Tanto la narración


retrospectiva como la prospectiva constituyen una demarcación clara del nivel narrativo

en que se ubica el narrador: éste no tiene acceso al mundo que narra. Estas posiciones

temporales sitúan el acto de la narración en un nivel diegéticamente superior al del

acontecimiento narrado, y, por lo tanto, ambas formas de narración se ubican en un nivel


extradiegético.
La narración en tercera persona se distingue de los enunciados de realidad en el sistema

de referencia espaciotemporal y experiencial que no se remite al sujeto de la enunciación,

como sí ocurre en los llamados “enunciados de la realidad”.

Dice Hamburger que el Yo de un enunciado se postula como el punto de referencia del

contenido del enunciado; es decir, tanto el tiempo como el espacio y la experiencia se


refieren a ese yo que enuncia. En el relato de ficción, sin embargo, el contenido no se

refiere al Yo de la enunciación sino al Yo de la ficción.

Cuando esté narrado en tercera persona y su forma sea retrospectiva y el sistema de

tiempos verbales elegido sea el perfecto, el sentido temporal no es el pasado sino, en

realidad, el presente. Este presente, sin embargo, no tiene valor temporal en relación con
el narrador; no es, en ese sentido, un verdadero presente, puesto que lo es sólo para el

personaje, quien se constituye en la deixis de referencia espacial, temporal, cognitiva y

de experiencia de lo narrado.

Así, el tiempo verbal más que una marca de temporalidad es una marca de narratividad,

y da pie a enunciados que en otras situaciones de comunicación efectiva, o en enunciados

de realidad serían aberrantes.

Afirma Hamburger que “la ficción épica es el único espacio cognitivo donde el Yo-Origen
(la subjetividad) de una tercera persona puede representarse como tal”. Al hacer el

tiempo ―presente, pasado y futuro― una experiencia ficcional y no una realidad

significada por y para el enunciador, los tiempos verbales se convierten en algo neutro.

Sólo en la narración en primera persona, especialmente cuando el presente de la locución

entra en juego en la narración, el presente y el pasado tienen un valor temporal real,

puesto que están referidos al yo que narra.

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