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Grecia es una de las naciones de Europa más castigadas por la crisis global y
estructural del sistema capitalista. Junto con Portugal, Irlanda, España y otras,
conforma el grupo de países europeos de menor desarrollo relativo y con las
economías más débiles y, por supuesto, con la menor capacidad de resistir los
embates de la crisis. De esta manera, su pertenencia a la llamada zona euro es
una condición de supervivencia y al mismo tiempo de subordinación a las
economías más fuertes de ese continente con Alemania, Francia y Gran
Bretaña a la cabeza, aliados principalísimos de los Estados Unidos en la lucha
por la hegemonía del capitalismo mundial.
La aplicación de las recetas neoliberales durante lo que va del siglo XXI, como
vía para superar la crisis del sistema capitalista han tenido en Europa
consecuencias similares a las que tuvo su aplicación en nuestro continente en
los años 80 y 90 del siglo pasado y que comenzamos a superar con la llegada
del Comandante Supremo Hugo Chávez al poder en Venezuela y los procesos
que se han desatado con posterioridad en nuestra América, con el ejemplo y el
empuje de la Revolución Bolivariana. Es decir, la aplicación del programa de
ajustes neoliberal en Europa –igual que aquí antes- incrementó la acumulación
de capital de la burguesía financiera internacional, de los grandes
conglomerados transnacionales, que elevaron sus ganancias al costo de
profundizar la crisis social de esos países con el aumento de la pobreza, el
desempleo, la reducción de la seguridad social, el descenso del salario real y
otras medidas que dieron al traste con el Estado de Bienestar que se instaló en
esos países después de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre este tema el Partido Socialista de Venezuela (PSUV) ha sido muy claro.
En la Declaración de Principios del partido, aprobada en el Segundo Congreso
en el 2010, se lee:
Dijimos al principio de este artículo que Grecia es uno de los países europeos
más afectados por la crisis del sistema capitalista y la aplicación de las
medidas neoliberales. Desde hace varios años el pueblo griego comenzó a
levantar la lucha contra los efectos de la crisis, particularmente su clase obrera
y el movimiento estudiantil desarrollaron huelgas y movilizaciones defendiendo
los derechos que estaban perdiendo con la aplicación del programa neoliberal.
Ese movimiento de protesta cristalizó en una coalición de partidos –Siryza- que
ganó las últimas elecciones levantando un programa antineoliberal de defensa
de las pensiones, del salario y en general, de los derechos sociales de los
Griegos.
Apenas tomó el mando del país, el gobierno de Siryza, encabezado por Alexis
Tsipras fue sometido a intensas presiones por parte de todo el capital
financiero transnacional con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central
Europeo, la Comisión Europea (la llamada Troika), los gobiernos de derecha de
la Unión Europea y todos los organismos financieros internacionales, a fin de
quebrar la voluntad del gobierno progresista griego y obligarlo a aplicar el
programa de ajustes.