You are on page 1of 18

Unidad 1

EL CAMINO HACIA LA TECNICA MODERNA

Héctor Ciapuscio

B. Gille (1978) Histoire des Techniques

Orígenes y nacimiento de la técnica

¿Dónde ubicar los orígenes de la técnica? Tres han sido las respuestas generales: 1) La
tecnología es un don de los dioses; 2) La tecnología ha surgido tomando como ejemplo a la
naturaleza; 3) La tecnología es producto del ingenio de los hombres.

La primera de las respuestas es la que refleja la mitología, la griega en particular. Los personajes
son conocidos: Hefestos, el inventor del trabajo de metales; Prometeo, quien robó el fuego a los
dioses y se lo entregó a los hombres; Atenea, una potencia técnica; Dédalo, inventor ya humano.

Según la segunda de las respuestas los seres humanos imitan criaturas y rasgos de la naturaleza
para dar forma a los instrumentos y dispositivos que permitieron desarrollar la técnica. Los
mecanismos y comportamientos animales habrían inspirado útiles y herramientas básicos. Un
ejemplo: las pinzas del cangrejo como inspiradoras de la tenaza.

La tercera respuesta surge a partir de un paciente esfuerzo arqueológico y clasificatorio. Este


esfuerzo permite reconstruir etapas de progreso en la evolución de las culturas y civilizaciones
primitivas que comienzan a millones de años del principio de nuestra era y conducen hasta el homo
faber y el homo sapiens.

Ninguna de estas respuestas puede darse como verdadera por sobre las otras dos, explicar el
nacimiento de la tecnología está en un terreno más especulativo que otra cosa. En todo caso, la
exposición de estas tres hipótesis puede ser interesante para satisfacer la curiosidad personal de
quienes se interesan por indagar en las distintas concepciones acerca de sus orígenes.

En cambio, existen mayores precisiones acerca de las primeras civilizaciones técnicas. El origen
de estas civilizaciones fue la Revolución Neolítica, cuya data es bastante imprecisa, pero cuyos
rasgos fundamentales son la sedentarización, la aparición de una agricultura, la cría de ganado y la
cerámica. Esta Revolución habría propiciado un proceso de “aceleración histórica”, luego de un
“despegue” particularmente lento. Un periodista tuvo la humorada de reunir en un solo año los
progresos técnicos de la humanidad, según ese esquema: el primer útil habría aparecido el 1º de
enero, el fuego entre el 1º y el 16 de octubre, los ritos funerarios el 22 de diciembre, el arte el 28 de
diciembre, la agricultura y la revolución neolítica el 30 de diciembre a las 17 horas; la máquina de
vapor el 31 de diciembre a las 23,30 horas; la energía nuclear a las 23 horas, 54 minutos, 35
segundos.

Esta presentación sirve para apreciar la inmensidad del espacio temporal que separa el primer
descubrimiento técnico de la “Revolución neolítica” a la que hemos aludido. Luego sobrevinieron las
técnicas de los grandes imperios: Egipto en lugar preeminente, la Mesopotamia después.
Posteriormente tendremos el sistema técnico de los griegos en el que se distingue la Escuela de
Alejandría, de la que nos ocupamos a continuación.

La Escuela de Alejandría

Un libro monográfico de Bertrand Gille (1980) analiza el mundo técnico que floreció en Alejandría
entre los siglos III y I A.C. con nombres como Arquímedes y Herón como culminación de un
desarrollo iniciado en la Grecia antigua con Tales y Pitágoras (siglo VI A.C.)

Entre el siglo VI y IV A.C. un cierto mundo técnico pugna por aparecer en el orbe griego.
Comienza a desarrollarse el arte militar (llamado “poliorcética”) en el que los cartagineses fueron
precursores, desarrollando el arte del sitio de defensa caracterizado por el amplio uso de catapultas
(con “petroboles” o “litoboles”), rampas y arietes. Así, desde las campañas de Alejando, gran
utilizador de las máquinas de asalto, las máquinas de asedio fueron perfeccionadas sin cesar.
Contemplando una de ellas se lamentaba hacia el año 338 A.C. Arquidamo diciendo: “Adiós,
valentía”, viendo en la máquina un sustituto del coraje personal. Asimismo, las crónicas muestran a
creadores de inventos aterrorizantes espantados de sus propias criaturas: Artemón (469-429) es
citado por Plutarco como víctima moral de sus inventos. En tal sentido, sería el primer antecesor de
Oppenheimer, considerado por muchos como el padre de la bomba atómica. Otro antecesor podría
ser Demetrio Poliorcetes, quien construyó un aparato de 42 metros de alto por 23 de largo que
disparaba piedras de 80 Kg. Algunos de estos aparatos de madera montados en grandes ruedas
eran empujados por 1000 hombres.

Desde Tales, físico y matemático, a quien la tradición humanística ha insistido en ver como
filósofo1, es posible ver una técnica que busca su racionalidad, que pugna por hacerse científica.
Pero vale la pena constatar que en Atenas, centro intelectual del mundo griego, la gran mayoría de
los creadores fueron extranjeros. La ciencia nació en Jonia (geometría, óptica, etc.) y es en Samos y
en la Mileto de Tales donde se racionalizó la técnica. Aristóteles era macedonio; Euclides, de
Megara; Anaxágoras funda su escuela en Lampsaco; Eudoxio, Teodoso, Calimaco, Erastóstenes;
Eupalinos, el gran arquitecto, era de Megara. Empédocles, médico, de Agrigento. El inventor del
tornillo y de la polea, Arquitas de Tarento, fue heredero del movimiento que nació en Tales y
Pitágoras. Este Arquitas concibió una mecánica matemática y la posibilidad de dar aplicaciones
prácticas a la ciencia: a él se atribuye, en parte, la legendaria prosperidad agrícola de Sicilia.

Del siglo VI al IV el progreso fue continuo. Uno podría preguntarse si había aparecido ya “el
discurso sobre las operaciones técnicas” como “discurso científico”. En esta etapa el conocimiento
técnico y el conocimiento científico, que son diferentes aunque ambos se relacionen con las leyes
naturales; tienen métodos de trabajo mu y disímiles todavía. Los métodos de la ciencia necesitan un
desarrollo lógico, de tipo deductivo; mientras que los otros se centran en la demostración, necesitan
eludir los obstáculos para llegar a una fórmula simple, y son receptivos de de todas las soluciones
eficaces (aún cuando no puedan explicarlas teóricamente).

Hacia el 300 nos hallamos en la aurora de un mundo nuevo. El faro de Alejandría con sus 111mts
de alto parece ser el símbolo de la nueva concepción del saber técnico que allí surgirá.

La ciudad de Alejandría fue fundada por los Ptolomeos, príncipes ilustrados que se comportaban
como los mecenas del Renacimiento. La ciudad, que llegó a tener casi un millón de habitantes antes
de la conquista romana, tuvo el Gran Museo, fundado por Demetrio Falereo, iniciador de la biblioteca
con el aporte de Straton, Eerasístrato, Eeuclides y Aristarco. La famosa biblioteca llegó a tener
700.000 volúmenes (rollos). La leyenda dice que el califa Omar la hizo quemar en 641, pero ya la
ocupación romana de varios siglos la había devastado antes, de modo que el árabe sólo pudo haber
quemado sus ruinas.

La escuela de Alejandría tuvo desde el principio una imagen parecida a lo que luego serán los
monasterios, con una vocación más realista, menos metafísica y retórica que la de Atenas; y, por
cierto, más científica que esta. En un mundo transformado por las conquistas de Alejandro estaba
muy facilitada la circulación de los sabios. El espíritu alejandrino es diferente del ateniense. Aquí
hubo voluntad de concebir la posibilidad de un sistema científico - técnico, basado en los hechos. La
astronomía, la óptica, la geografía serán desarrolladas en base a la geometría y al cálculo. La
ciencia tuvo gran influencia: Euclides, matemático y físico había hecho con sus Elementos un aporte
fundamental a la geometría. (El libro V sobre las proporciones es una cumbre del pensamiento
matemático griego), su contribución a la óptica fue fundamental. Por su parte, Straton intentaba
construir una física científica; Herófilo, fundó la escuela médica; Eratóstenes, discípulo de Aristarco,
construyó una geometría del espacio.

1 B. Gille denuncia, como hace también Karl Popper desde otro ángulo en La Sociedad Abierta, que desde Tales es
posible rastrear una historia ideológica que separó arbitrariamente a las artes mecánicas de la gran cultura griega.
Arquímedes, último nombre de esta gran ciencia helenística, representaba el ideal técnico -
científico de la escuela de Alejandría. Se le atribuye un gran número de inventos y del hecho de que
no hay escrito sobre ellos Plutarco dedujo el desprecio de los griegos por el trabajo manual. Sin
embargo, había escrito varios tratados (sobre clepsidras, sobre máquinas de guerra, sobre tracción
de pesos, una óptica, etc.), hoy perdidos.

Los Ptolomeos quisieron concentrar en Alejandría todo lo que el mundo griego conocía de más
avanzado. En ese clima intelectual se forjó la escuela de mecánicos, cuyo fundador fue Ctesibio, un
joven de humildes orígenes al que Vitruvio adjudica un talento mecánico notable e inventos
fecundos: relojes hidráulicos, máquinas de guerra, máquinas para elevar agua, instrumentos
musicales como el órgano hidráulico. La bomba de Ctesibio se fundaba en conocimientos de la
resistencia, elasticidad y movilidad del aire. La bomba que aspiraba y expelía agua era difícil de
hacer en madera y sin embargo funcionó.

Filón de Bizancio nos dejó referencias escritas sobre estos mecánicos alejandrinos en su Tratado
de Mecánica el cual versa sobre grúas neumáticas, clepsidras, poliorcética, máquinas de guerra y
ruedas que se mueven por sí mismas.

Pero el gran nombre entre estos ingenieros es el de Herón de Alejandría. Lo que Euclides fue
para la geometría, Herón lo fue para las ciencias aplicadas. Su bibliografía es voluminosa y
comprende obras sobre métrica, mecánica óptica, relojes, máquinas de guerra y autómatas. Todas
muestran exquisitez matemática y extensos conocimientos. Tornillos, prensas, grúas, engranajes,
forman parte de los ingenios de Herón. Tiene elementos nuevos: fuentes intermitentes y la famosa
eolípila, un pequeño torniquete movido por escape de vapor gracias a la idea ingeniosa de dos tubos
formando cuplas que fue visto como precursor lejano de la máquina de vapor. Atacó problemas
prácticos de geometría y agrimensura, hasta ideó un odómetro, contador de distancia adaptado a
vehículos, basado en una combinación de tornillo sinfín y ruedas dentadas. Herón desarrollo también
una amplia gama de ingenios automáticos para la escenografía teatral.

Los verdaderos sucesores de los ingenieros de Alejandría serán, a partir del siglo IV A.C., los
árabes. Los textos alejandrinos se transmitieron gracias a ellos. Los romanos, al comenzar nuestra
era, fueron buenos alumnos y adaptadores. Pero resultaron poco imaginativos en materia de
técnicas.

Aunque fuera del tema específico de este capítulo, vale la pena echar una ojeada al tema general
de por qué la cultura griega en cierto momento cesa de evolucionar técnicamente.

El Bloqueo Técnico

B. Gille discute la versión tradicional sobre la cultura griega según la cual existía solidariamente

1) desprecio por el trabajo manual y la actividad técnica;

2) influencia de la organización social y de la esclavitud;

3) rechazo del progreso técnico.

Aunque Admite la gran dificultad de erradicar imágenes tan fuertes. (la condena de Platón, el
desdén de Arquímedes por sus máquinas, etc.), cree que es justo ponerlas en su lugar: el bloqueo
del progreso técnico no se debe a estos argumentos tradicionales cristalizados en textos
prestigiosos como el Jenofonte (“los oficios arruinan el cuerpo y enervan el alma”), los de Platón en
Leyes (“los ciudadanos deben encargar a otros los oficios y confiar las granjas a los esclavos”); de
Plutarco (“Arquímedes miraba la mecánica y en general todo arte que se ejerce por necesidad como
artes viles y oscuros”).

En primer lugar, podría oponérseles textos contrarios de las mismas fuentes. En segundo lugar,
aquellos textos consagrados pueden muy bien interpretarse (como lo ha hecho Popper) como una
reacción social y política de la aristocracia ateniense. “No es negable que se ha exagerado el
desdén de los Antiguos por los trabajos manuales. Y los pocos textos de que se dispone, aparte
sus propias contradicciones internas, no eran probablemente más que el reflejo de combates de
retaguardia. Frente a una sociedad en mutación, frente a las técnicas todavía limitadas pero
triunfantes, era necesario, de toda necesidad, defender tanto la ciencia pura como la vida
contemplativa. Platón y Aristóteles, y con mayor razón Plutarco, son testigos parciales”.

Con respecto a la esclavitud: la mano de obra barata, se dice bloqueó el progreso técnico. Los
griegos no desarrollaron el maquinismo porque disponían de esclavos. La existencia de esclavos
conducía al desprecio del trabajo manual. He aquí el círculo vicioso. Gille dice que bien se podría
utilizar el argumento inverso: no disponiendo más que de recursos de energía natural, carente de
una mecanización más adelantada, los griegos (como los romanos después) no tuvieron más
remedio que apelar a la mano de obra esclava.

Pero las cosas no son tan simples. El progreso técnico afecta también a los hombres libres, no
sólo a los esclavos. Y hay muchas preguntas incontestadas sobre la productividad y costo de
hombres libres y de los esclavos, sobre todos los objetos o fines morales y materiales de la
esclavitud, de circunstancias como abundancia o no de mano de obra. J. Ellul observa que hubo
más progreso técnico en civilizaciones que conocieron la esclavitud, como Egipto, que en otras
donde fue prácticamente desconocida, como Israel; la liberación de esclavos en Roma, en época de
las invasiones, no produjo ningún progreso técnico sensible.

El último argumento, el rechazo del liberado por los griegos del progreso técnico, es todavía
menos convincente. Los griegos no “pasaron al lado de la máquina de vapor” como se ha dicho. Les
faltaba todo el contexto de conocimientos y de los materiales para hacerla. No tenían la física de
Galileo ni la química de Lavoisier, no conocieron el sistema biela – manivela básico para todo
maquinismo desarrollado, carecían de energía suficiente. Su progreso técnico no fue bloqueado: se
detuvo a un cierto nivel según sus posibilidades.

No hay técnica aislada, dice Gille. Hay como hubo en Alejandría, un sistema técnico global: todas
las técnicas son solidarias unas con otras. La ausencia de un elemento, o su desconocimiento
provoca necesariamente la detención de las técnicas de la vanguardia.

(1) Dado que en este capítulo se hacen varias referencias a la Histoire des Techniques del mismo autor,
conviene repasar el examen de dicho trabajo que se hace en el capítulo sobre historiografía de la técnica.

Roma y la Edad Media.

Roma fue buena alumna de Grecia en cuanto a técnica. Continuaron su sistema técnico pero
produjeron también un cierto número de innovaciones significativas con su genio particular para la
organización del espacio. Buenos alumnos y observadores conscientes, fueron originalmente un
pueblo de agricultores que iban incorporando novedades a medida que progresaban sus conquistas
guerreras. No dejaron, por cierto, de efectuar perfeccionamientos. Su literatura técnica muestra
menos que una verdadera tecnología la organización de normas técnicas dentro de una estructura
general. Su literatura agronómica era amplia. Sistematizaba eficientemente la herencia antigua,
helenística sobre todo. Plinio el Viejo, Vitruvio y Vegecio son sus clásicos. Plinio nos dejó un rico
catálogo de las técnicas antiguas en su Historia Natural. Vitruvio, en la época de Augusto, escribió
De Architectura, un compendio sobre edificios, máquinas de guerra, hidráulica. Vejecio (De re
militari) se ocupó de la administración del ejército. Destacados y numerosos fueron los agrimensores
romanos.

La pobreza relativa de la cuenca mediterránea en cuanto a recursos naturales los llevó a una gran
dependencia de los recursos externos. La expansión del Imperio hizo de su aprovechamiento un
factor de desarrollo técnico. Un espacio geográfico tan inmenso como llegó a ser los obligó a una
organización de un conjunto de instituciones rigurosas y un apoyo técnico importante.
En agricultura adoptaron variedades y plantas, herramientas de labranza y procedimientos de
cultivo. La minería se desarrolló mucho a través de las conquistas geográficas. Desarrollaron la
metalurgia y la explotación de metales y hasta cierto punto una química metalúrgica. En energía se
basaron en la explotación de los recursos naturales: energía animal, eólica, hidráulica. El molino de
agua, con rueda vertical, fue descrito por Vitruvio. Su aparición es del siglo I a. C. entre los romanos,
habiendo nacido en el Oriente mediterráneo. La mayoría se utilizaba para moler el grano.

En cuanto a máquinas, lo mismo que con respecto a herramientas, no superaron el nivel griego.
Los dibujos de Vitruvio muestran claramente ese origen en las máquinas de sitio y guerra.

Hay un terreno en el que sí fueron maestros: el de la construcción: los arquitectos y los


ingenieros romanos fueron famosos por sus logros en arcos de triunfo, anfiteatros, acueductos,
puentes, partenones y columnas. El arte, la técnica y la política se expresaron en puentes y caminos.
Los edificios urbanos y las villas son productos de un genio propio y original. Innovaron largamente
también en los procedimientos de construcción.

La organización del vasto imperio determinó que inventaran poderosas técnicas de organización,
comunicación y transporte. Puertos, rutas – una de las grandes innovaciones romanas- (vela y
remos)_ alcanzaban las 340 toneladas, pero llegaron a construir barcos para traer el trigo de Egipto
de hasta 1300 toneladas.

En el transporte terrestre utilizaban sobre todo carros de dos ruedas. El atalaje del caballo era
primitivo. No conocieron la herradura.

Lo que fue notable es el desarrollo de la hidráulica, sobre todo en la magnitud de las obras. Una
producción masiva de plomo proveniente de las minas españolas les permitió diversas facilidades de
canalización. En la alimentación hidráulica de las ciudades y las obras de arte fueron
indudablemente precursores y maestros de los árabes.

Para resumir: de manera alguna los romanos hicieron progresar la ciencia, aún las ciencias de las
que podía depender su progreso técnico. Ni su física ni sus conocimientos de materiales eran
superiores a lo que los griegos supieron a pesar de la enorme expansión geográfica de su
civilización. La detención de su progreso en la historia es de difícil explicación.

La Edad Media.

Se sabe ahora, contrariamente a una opinión ampliamente difundida que la Edad Media fue una
época de intensa actividad técnica que recién empieza a ser conocida. A nuestro objeto, la
explicación del desarrollo técnico, la “Edad Media” se restringe al período entre mediados del siglo
XII y comienzos del XIV. Este período se inició con una etapa de crecimiento (demográfico,
urbanización, cruzadas y apertura de Oriente, afirmación de las monarquías feudales, etc.) y
concluyó con síntomas de crisis y depresión (cracks financieros, grandes epidemias, guerras). El
sistema técnico acompañó esa evolución. Al comienzo, entonces, del siglo XII el progreso
económico trajo un crecimiento técnico acompasado a él. No podemos hablar de un nuevo sistema
técnico ni de grandes innovaciones; sí, en cambio de una nueva disposición de los elementos. Por
ejemplo, los molinos de agua eran conocidos desde la antigüedad, pero en la Edad Media,
disponiéndose de mayor cantidad de energía (por extensión de la civilización desde el Mediterráneo
a los países del norte), su uso se generalizó. La importancia de la cantidad de energía disponible es
siempre un dato esencial de la economía. El mérito de la Edad Media es de haberla acrecido y
utilizado ampliamente. Por una parte, una cantidad global infinitamente más considerable de energía
de origen natural: agua, madera y ganadería más desarrollada gracias a las praderas naturales; por
otra parte, y gracias a esta abundancia de energía diversificación del empleo de mecanismos
antiguos o recientes que la escasez de energía animal; tenemos la aparición de la herradura para los
caballos y la formación de nuevas razas de gran fortaleza. (Percheron, por ejemplo).

Pero la gran innovación energética fue la utilización en gran escala de la energía hidráulica. El
Domesday Book inglés a fines del siglo XI contaba 5.624 molinos de agua en Inglaterra.
El molino a viento –originado en Irán- apareció en España en el siglo X, en Normandía en 1180,
después en Inglaterra. A partir del siglo XIII se difunde por toda Europa para moler el grano.

La energía térmica, de la que era pobre la Antigüedad clásica se desarrollo gracias a la riqueza de
bosques de Europa occidental y central. De ella se beneficiaron producciones como la cal, el vidrio y
los metales, los ladrillos y la calefacción.

Gracias a la disposición energética en general se desarrolló el maquinismo: la Edad Media hizo


pasar muchos inventos de los antiguos (p. Ej. los autómatas) de una virtualidad a una realidad
técnica concreta. Los tornos son un ejemplo así como los sistemas de multiplicación que dieron gran
flexibilidad a los molinos (utilizados en la producción de harina, aceite, pimienta, cerveza, azúcar,
etc., además de sus usos como herramientas para aserrar, levantar pesos, etc.)

El desarrollo del transporte marítimo es un capítulo especial. Algunos hallazgos espectaculares de


navíos medievales, sobre todo en Noruega, permiten apreciar dimensiones (entre 20 y 25 mts. de
largo y 3 a 7 más. de ancho), tipos de navíos (diferentes entre los navíos mediterráneos y nórdicos)
y su evolución. La propulsión era a vela y remos.

La siderurgia innova en el forjado y el fundido. Hacia el siglo XII apunta ya una producción de tipo
industrial. Por último, los textiles. Se innovó en materiales y procedimientos de hilado y tejido.
Aparece un gran número de nuevos instrumentos –máquinas de cardar, ruecas – que también
apuntaban hacia una transformación de una artesanía en la industria.

En la crisis del siglo XIV que cierra este período parecen haber tenido su lugar importante las
tensiones en el sistema técnico.

Hubo desequilibrios entre técnicas más avanzadas y técnicas tradicionales (en particular las
agrícolas y mineras), significativamente importantes para crecer en productividad.

El Período Renacentista.

El período 1300 - 1500 es de una lenta retoma del crecimiento demográfico. Después de una
caída brutal anterior –Inglaterra, por ejemplo, descendió de 3,7 a 2,2, millones de habitantes- las
insuficiencias de mano de obra alentaron el maquinismo. Hubo un renacimiento económico
incentivado en el siglo XVI por los descubrimientos ultramarinos. Hoy se admite que los grandes
descubrimientos habrían sido una consecuencia de ese renacimiento económico. ¿No serían
también –se pregunta B. Gille- una consecuencia de la coalescencia de un nuevo sistema técnico?

La mejoría económica tenía también su fundamento en la apertura de numerosas minas de


metales preciosos en ese siglo. Hungría y Yugoslavia explotaron nuevas minas gracias a la
disponibilidad de nuevas técnicas. Entre 1460 y1475 varios estados habían estabilizado su
economía: Inglaterra, Florencia, Venecia, España, Francia. Nacen grandes bancos (Medicis,
Jacques Coeur, Fugger) y aparece un cierto capitalismo.

Estos dos fenómenos económicos deben haber tenido una influencia directa sobre la evolución
técnica: inversiones posibles y deseos de innovación. Los sacudimientos de los siglos XIV y XV
resquebrajaron el régimen feudal. La población gana en libertad y movilidad. Crecen las ciudades.
Se desarrollan los Estados modernos, inclinados a la intervención económica y los problemas
técnicos relacionados con la potencia militar y económica. Surgen las políticas mercantilistas que
propician el progreso técnico por aprovechamiento de innovaciones extranjeras. Luis XI de Francia
importa operarios españoles. Los príncipes promueven fortificaciones y construcciones civiles.
Francisco I llama a los grandes ingenieros, Marini, Belarmati, Catriotto. Ivan III de Rusia es el primer
“modernizados” de su país y envía en 1488 una misión a Italia para reclutar arquitectos, orfebres,
fundidores, armeros. Consigue mineros de Hungría y de Sajonia, impresores de Dinamarca. Hay
múltiples ejemplos de estas contrataciones y nos podemos imaginar el tráfico mucho mayor de los
viajeros espontáneos.
Los príncipes de los estados italianos (Sforza de Milan, Malateta de Rimini, los Montefeltro de
Urbino) dan oportunidades a nombres como Fioravanti, Filarete, Bramante, Leonardo Da Vinci, los
Cardan, Francesco di Giorgio Martino.

La enseñanza de la matemática utilitaria, práctica, gana lugar en Oxford, en París, en muchas


universidades. El gran ingeniero holandés Stevin muestra en su obra la unión de matemática y
técnica. Leonardo había dicho: “La mecánica es el paraíso de las matemáticas porque es en ella
donde se realizan”. En la física se busca inspiración en Arquímedes. Di Giorgio y Galileo son
técnicos que realizaron el mayor esfuerzo de reflexión.

Los príncipes italianos del siglo XV son un ejemplo de preocupación permanente a la vez por el
humanismo, la ciencia y la eficacia técnica. Hay razones que explican la mutación profunda que se
produce en el espíritu Técnico: realismo, utilitarismo, empirismo, tendencia experimental y
matemática. Tenemos aquí un primer encuentro entre ciencia y técnica y la aparición de una primera
forma de tecnología, síntesis entre reflexión y experimentación.

El perfil del ingeniero del Renacimiento es el de un artista al principio, pero un artista enfrentado
con lo real y las dificultades materiales. Practica todas las artes o al menos las más importantes.
Entre 1450 y 1475 culminan las mejores oportunidades de este ejemplar humano curioso de todo en
un mundo que evoluciona rápidamente hacia la modernidad. Francesco di Giorgio Martini es su
arquetipo. Leonardo lo seguirá un tiempo, seducido por su inteligencia.

Leonardo da Vinci, figura excepcional entre todas, se diferenció de todos en que no se contentó
con recetas como la mayor parte de sus predecesores sino que buscó razones, intentó siempre
racionalizar los problemas. Pone los cimientos de una tecnología que no sea simple descripción,
busca la razón de las cosas, desentraña los principios generales, los cuales deben tener una base y
una formulación matemática o, más ampliamente, científica. En esto se revela mejor su genio que en
las innumerables invenciones que se le atribuyen. (En el estudio clásico de A.P.Usher se da un
resumen de sus aportaciones en mecánica, hidráulica e ingeniería militar, que cubren una página y
media (págs. 175-176) (2). Los proyectos de máquinas ingeniosas que se le atribuyen y que él sabía
que no podían ser realizados abarcaban multitud de campos desde la ingeniería mecánica a la
óptica. Como dice Usher: “De las máquinas dibujadas en sus cuadernos las más audaces estaban
tan por delante de la técnica de su tiempo que no podían tener aplicación práctica”. Pero “los
cuadernos de Leonardo señalan el principio del trabajo científico que empezó a producir resultados
visibles en manos de Galileo y Kepler”. Su amigo Melzi hizo circular esos materiales, Cardan los
estudió y aplicó en numerosos sistemas mecánicos.

Leonardo es una bisagra entre dos etapas de la técnica. Lo más difícil fue por él entrevisto: la
racionalización de las técnicas con el bagaje científico limitado de la época. El pasaje de una técnica
empírica a una técnica científica.

Quizá la característica principal del sistema técnico nacido en la época del Renacimiento sea el
maquinismo. Aunque, por cierto, elemental, representaba un progreso considerable sobre las
técnicas medievales. El límite que tenía eran los materiales disponibles: todas las máquinas son de
madera, lo que hace difíciles los engranajes y las transmisiones; la imposibilidad de obtener
ensambles correctos hace que la marcha de las máquinas sea espantosamente bamboleante,
limitada la potencia y reducida la velocidad.

El descubrimiento que se hizo del mecanismo biela – manivela que transmite el movimiento y lo
modifica haciéndolo pasar de circular a rectilíneo alternativo y viceversa, fue la base del maquinismo
moderno. Se comenzó utilizándolo e molinos a brazo. Pasando por aplicaciones en máquinas a
pedal como la rueca y la piedra de afilar, finalmente fue adoptado a máquinas grandes, en particular
las movidas por ruedas de molino que tenían precisamente necesidad de transformar un movimiento
circular en un movimiento alternativo de va y viene, las sierras hidráulicas, las bombas aspirantes y
expelentes. Todo el maquinismo moderno procede de esta invención. El primer torno a pedal del que
tenemos una imagen es de 1470. En el tratado agrícola, a mediados del siglo XV, vemos aparecer
las primeras bombas aspirantes-expelentes movida por una rueda o roldana hidráulica con el
intermediario del sistema biela – manivela.

Un maquinismo desarrollado exigía una energía de potencia creciente. La rueda hidráulica y la


energía eólica eran limitadas. No existía otra energía mecánica en la época: no hay nada serio en lo
que se dice de una temprana máquina de vapor. Las investigaciones de Leonardo sobre una turbina
a vapor no es de hecho más de lo que se sabía a través del Eolipylo de Herón sobre la potencia del
vapor. No se conocían los efectos de la condensación y se negaba el vacío y la presión atmosférica.
Las ideas valiosas de Leonardo en ese campo están más bien en sus estudios sobre las ruedas del
molino y el ángulo de ataque del agua en álabes.

Hubo esfuerzos por mejorar el rendimiento de los molinos de agua y de viento. Estos últimos
tuvieron una gran expansión en Holanda. En el siglo XVI se utilizaron en España en las regiones con
hidrología de ríos pobre. Todo el mundo se acuerda de la lucha de Don Quijote contra los molinos a
viento, considerados como novedades contrarias a un cierto espíritu tradicional.

En la agricultura hubo un gran avance: utilización del hierro en los instrumentos, técnicas de
regadío. Pero el cambio grande estuvo representado por el arribo de plantas nuevas, gracias al
descubrimiento de América y, más aún, a la contribución botánica de los horticultores y jardineros
italianos.

Un ejemplo de mutación profunda fue la explotación minera del subsuelo. En metalurgia nacieron
y se desarrollaron técnicas novedosas: producción de hierro, después arrabio por el pasaje de
hornos de masa a los altos hornos; desarrollo paralelo del utilaje: martillo hidráulico, laminador,
trefilador.

En la técnica militar el desarrollo fue espectacular, con la artillería como el principal beneficiario.

La metalurgia nos aporta la impresión de un sistema técnico nuevo. El hierro, producido antes en
hornos a masa, ya mejores que los bajos hornos, se produce a fines del siglo XV en altos hornos,
primero e Lieja. Esto cambió radicalmente la producción siderúrgica, con un producto nuevo, el
hierro de fundición. Aparecen instrumentos pesados, como el martinete hidráulico, el laminador, el
trefilador hidráulico. La edad del metal comienza verdaderamente en esta época. Los tratados de
Agrícola y Biringuccio nos informan también sobre metales no ferrosos. Entre 1450 y 1550 se
avanza en las técnicas de manejo del cobre y las amalgamas. Se utiliza en bronce para hacer
cañones y para hacer relojes. El hierro blanco nace en Alemania. Todo es facilitado por la progresiva
substitución de la madera por el carbón de piedra como combustible. En la industria del vidrio la
soda reemplaza a la potasa. En Venecia se perfecciona el cristal (murano). Los espejos venecianos
son los más buscados. La porcelana es introducida en Francia por Bernard Palissy, quien utiliza un
esmalte plumbífero.

Las herramientas son un capítulo esencial. Sierras, garlopas, grandes alesadoras y sierras
hidráulicas son máquinas que ganan en potencia. El sistema biela-manivela permite la multiplicación
y diversificación del torno. El pedal libera la mano del obrero. Hechos en metal, ya no en madera,
trabajan eficientemente. El de las máquinas es un dominio donde la mutación técnica del
Renacimiento es más notable.

La imprenta es una de las mayores novedades. Nacida a mediados del siglo XV (Gutenberg) su
difusión fue velocísima. Al fin del siglo se estimaban 35.000 ediciones y 20 millones de libros.

(2) Historia de las Invenciones Mecánicas. 1941, Versión de T. Ortiz, México, FCE.

Desarrollo y límites de este sistema

Este sistema técnico (que Gille llama “Clásico”) vivirá todo el siglo XVII y una mitad del XVIII. Se lo ha
caracterizado en esta etapa como de progreso técnico “detenido”.
Las explicaciones, difíciles como son por lo complejas, acentúan varios hechos históricos: la depresión
económica, que siguió al crecimiento en el siglo XV; guerras intestinas( segunda mitad del XVI y primera del
XVII); las consecuencias demográficas concomitantes de esos fenómenos: miserias y epidemias provocaron
bruscas caídas demográficas. (El siglo fue llamado recientemente por un historiador galo “mauvais siele
XVII”). La peste se hizo endémica en Europa entre 1620 y 1640.

Gille interpreta que la detención demográfica permitió al sistema persistir, durar, sin provocar otras
distorsiones, por disminución de la demanda y el estancamiento de la producción.

La técnica había tenido un lugar privilegiado en la segunda mitad del siglo XV. Era empírica, con una
audiencia considerable. En el siglo XVI los espíritus están, en cambio, preocupados por la religión o la
espiritualidad. El alumno de Rabelais visitaba los talleres de los artesanos. El alumno de Montaigne es otro. El
siglo XVI atiende poco a la técnica y el mundo material.

Pero a partir del fin del siglo XVI y hasta el fin del XVIII, la técnica alcanza otra dimensión. No el
entusiasmo de los tiempos de Leonardo, pero hay un cambio en el espíritu técnico. Es justo entonces cuando
el espíritu científico moderno va a nacer. La física, la matemática, la astronomía, tienen cambios profundos. Y
parece que se revierten de algún modo las relaciones con la técnica. Hasta fines del XVI un cierto número de
grandes sabios han partido todavía de la técnica. Ejemplos: Galileo, Stevin. Pero rápidamente su ciencia se
encuentra llevada a un nivel superior. Sacan elementos científicos de sus observaciones técnicas. ¿ No es
acaso el fontanero de los príncipes de Florencia Galileo, que pone en evidencia, y de manera razonada, la
presión atmosférica y el vacío? ¿ No es Stevin el que da a las matemáticas pasos decisivos mientras se
ocupa, con pertinencia, de los desecamientos de Holanda?

Muy rápidamente, a principios del siglo XVII, se va a producir la reversión. Una ciencia desde entonces
autónoma, que se nutre de sus propios desarrollos, que va a conducir, de modo todavía bastante limitado, es
cierto, la acción técnica. Ahora se va buscar explicar el acto técnico, el procedimiento o la máquina. Hay
mezclas todavía. Huygnes inventa el balancín regulador del péndulo, después el resorte a espiral Antaño el
técnico había aprendido del sabio, confundidos o no en una misma persona, la naturaleza de los problemas a
resolver. En el siglo XVII el sabio aprende del técnico, cada vez menos confundidos en una misma persona, la
razón de su técnica. El cambio es importante y comporta inconvenientes.

La ciencia no está todavía a un nivel tal que pueda, en la mayor parte de los casos, ser iniciadora de un
verdadero progreso técnico. Intenta explicar pero no puede sostener la innovación. La técnica, que se ha
hecho un poco dependiente, se estanca. Demos ejemplos:

El progreso técnico depende de la idea que se ha hecho de la técnica, por una parte, y de ciertas
concepciones económicas por la otra. Los mercantilistas han fundado sus políticas sobre un estado
estacionario. Dicho de otro modo, en el mundo todas las cantidades (población, producción, comercio) son
fijas. Por lo tanto una nación no puede enriquecerse sino tomando de otros. Pero, en la medida en que todo
es estacionario, la técnica debe serlo también. De ahí la idea de que no hay progreso técnico posible, sino
ciertos perfeccionamientos de las técnicas existentes. Será la política de Colbert de importar la técnica.

“Carencia de espíritu de innovación” se ha dicho del siglo XVII (las únicas invenciones fundamentales
estuvieron en la relojería, con los logros de Huygens). La técnica es propia de una población estacionaria; de
un mundo estrecho, casi replegado en si mismo. La presión demográfica después del primer tercio del siglo
XVIII, la expansión exterior en la forma de la conquista de mercados nuevos, deberán provocar las tensiones
generadoras de progreso.

La Revolución Industrial

En su libro ya clásico, de 1969, D.S.. Landes, historiador económico y profesor en Harvard, dio tres
definiciones de Revolución Industrial. Con minúsculas, dice, estas palabras se refieren corrientemente al
“complejo de innovaciones técnicas que, substituyendo por máquinas las habilidades humanas y la fuerza
animal, producen un salto del arte manual a la manufactura y, haciéndolo, da nacimiento a una economía
moderna”. La segunda acepción denota el proceso de rápido cambio tecnológico a que los historiadores
aluden cuando señalan, por ejemplo, la “revolución industrial del siglo XIII” o “la revolución en el sur
algodonero”, o que “nos encontramos ya en medio de la tercera revolución industrial, la de automatización, el
transporte aéreo y la energía atómica”. Finalmente, con letras mayúsculas, tiene otro significado: “la
Revolución Industrial del siglo XVIII que empezó en Inglaterra, se extendió desigualmente en los países del
Continente, y algunas pocas áreas ultramarinas y transformó en un período de escasamente dos
generaciones la vida del hombre occidental, la naturaleza de su sociedad y su relación con otros pueblos del
mundo”. Este es el tema de su libro, del que señalamos aquí algunos asuntos que trata en su introducción.

El corazón de la Revolución Industrial fue una sucesión interrelacionada de cambios tecnológicos. Los
avances materiales tuvieron lugar en tres áreas: 1) hubo una substitución de habilidades humanas por
instrumentos mecánicos; 2) la energía inanimada – vapor, en particular – ocupó el lugar de la fuerza humana
y animal; 3) hubo una mejora notable en la obtención y manipulación de materias primas, especialmente en
las que ahora son conocidas como industrias metalúrgicas y químicas.

Concomitante con esos cambios en el equipo y el proceso avinieron nuevas formas de organización
industrial. El tamaño de las unidades productivas y la concentración llevaron a la fábrica desde el taller. La
fábrica significó un nuevo sistema de producción, con propietarios y trabajadores relacionados por el salario,
la supervisión y la disciplina.

La Revolución Industrial inició, para la tecnología, un proceso acumulativo y autosostenido cuyas


repercusiones se sentirían en todos los aspectos de la vida económica. Pero hay que notar que tanto las
innovaciones como las diversas ramas de producción que afectaron comprendieron períodos de juventud,
madurez y declinación. Así la trepada de aquellas industrias que estuvieron en el centro de la R.I. –textiles,
hierro y acero, química pesada, vapor, transporte ferroviario –empezaron a declinar a fines del siglo XIX. Esto
fue compensado por el ascenso de nuevas industrias basadas en avances espectaculares en la ciencia
química y eléctrica y en una nueva fuente móvil de energía, el motor de combustión interna. A este conjunto
se lo identifica como perteneciente a una segunda revolución industrial. A partir de la contracción de los 1930
un nuevo ímpetus de innovaciones –sobre todo a partir de 1950- dará lugar a la tercera revolución industrial
en la que estamos.

Uno de los fenómenos más relevantes que trajo la R.I. ha sido el enorme incremento de la disponibilidad y
variedad de bienes y servicios. Esto solo ha cambiado la manera de vivir del hombre más que ninguna cosa
desde el descubrimiento del fuego: el inglés del 1750 estaba más cerca con respecto a cosas materiales con
los legionarios de Cesar que con su propio biznieto.

Los avances materiales y los cambios concurrentes en lo económico, social, político y cultural,
influyéndose recíprocamente, produjeron el complejo fenómeno de la industrialización, esto es, la revolución
industrial más sus consecuencias económica, la más notoria de las cuales fue el movimiento de mano de obra
y recursos de la agricultura a la industria.

A su vez la industrialización está en el corazón de un proceso mucho más amplio y complejo que se llama
modernización. Esto es la combinación de cambios – en el modo de la producción y el gobierno, en el orden
social e institucional, en el corpus de conocimientos y en actitudes y valores- que hace posible a una sociedad
mantenerse por si misma en el siglo XX; esto es, competir en términos similares en la generación de riqueza
material y cultural, sostener su independencia y promover y acomodar el cambio ulterior. Sus elementos son
desarrollos como la urbanización, la transición demográfica, un gobierno burocrático eficaz, un sistema
educativo capaz de entrenar y socializar los niños en un nivel compatible con el mejor conocimiento
contemporáneo; y por supuesto, la adquisición de la habilidad y medios para usar tecnología al día. “Todos
esos elementos son interdependientes, pero cada uno es autónomo en cierto grado, como para que sea
posible estar adelante en algunas áreas mientras se está atrasado en otras –como lo atestiguan las llamadas
naciones en desarrollo o emergentes de ahora. El sólo ingrediente de modernización que es casi justamente
indispensable es la madurez tecnológica y la industrialización que la acompaña; de otro modo uno tiene los
“trappings” sin la substancia, la pretensión sin la realidad”. El desbalance trae sufrimiento y penuria (el caso
de la “occidentalización” de Rusia por Pedro el Grande, por ejemplo). Europa, en general tuvo la suerte de
que el cambio tecnológico y la industrialización precedieron o acompañaron pari passu los otros componentes
de la modernización.

La tecnología ha llevado a una espectacular expansión del poder occidental en las áreas perindustriales
del mundo; en ese sentido la R.I. consumó el proceso iniciado con los viajes y conquistas ultramarinas de los
siglos XV y XVI. Las naciones del Tercer Mundo deben aún efectuar su propia revolución industrial y el golfo
de riqueza y nivel de vida entre ellas y los países avanzados se ha incrementado hasta un punto de
escándalo y peligro. La disparidad ha sido agravada por el carácter parcial de su modernización. Occidente
les ha llevado tasas de mortalidad más bajas, pero no más bajas tasas de natalidad; así el crecimiento
demográfico se ha comido las ganancias. Occidente les ha provisto de alguna educación, suficiente para
conocer su dependencia y soñar su libertad, pero insuficiente para crecer y operar una economía moderna.
Les ha dado una distorsionada visión desde abajo, la visión desde la cocina, la mina o el campo de trabajo,
de las potencialidades y recompensas de una tecnología industrial, pero no los medios de satisfacer la visión
de ese paraíso material.

Estas son para Landes algunas de las implicaciones históricas más amplias de la Revolución Industrial.

Como historiador económico, se pregunta por qué algunos países de Europa completaron las
transformaciones propias de la R.I. más temprano que otros, y cómo difirió el patrón de desarrollo entre una
nación y otra, y porqué. Todos estos les parecen asuntos importantes por cuanto echan luz sobre el problema
general del crecimiento y por implicación, mutatis mutandis, sobre el carácter y las dificultades de la
industrialización contemporánea. Para esto, por cierto, Europa occidental le ofrece un sujeto de análisis ideal.
Ofrece la posibilidad de comparar una buena cantidad de lo que podrían ser las variables relevantes; se tiene
en Europa

Países grandes y pequeños, todas las formas de gobierno, una gran variedad de experiencia política.
Presenta también para el análisis el contraste fundamental entre cambio autogenerado –Inglaterra y
respuesta emulativa. “ En suma, si la historia es el laboratorio de las ciencias sociales, la evolución
económica de Europa puede proveer los datos para algunos experimentos benéficos “.

Landes se concentra en industrias que jugaron un papel decisivo en la transición general: la manufactura
textil, porque fue la primera en convertirse a técnicas modernas de producción y fue por lejos la más
importante en cuanto a capital invertido, fuerza de trabajo, valor del producto y otros criterios tradicionales: la
metalurgia y las químicas, a causa de su ligazón directa con todas las otras industrias; la construcción de
máquinas, porque la máquina está en el corazón de la nueva civilización económica. Se debe considerar
también al carbón mineral, no tanto por sí mismo, sino como parte del problema general de la energía. Y
todos estos factores han de ser situados en el contexto de la organización industrial; un rubro comprensivo
que incluye no sólo los factores de producción sino también el manejo y movimiento de los objetos de
manufactura en el curso de su transformación.

La introducción del libro abarca 40 páginas. La siguen capítulos sobre “La R.I. en Inglaterra” (120 págs),
“Emulación continental” (50 págs), “Cerrando el Gap” (40 págs), “Corto respiro y segundo aliento” (130 págs),
“Los años de entreguerras” (120 págs), “Reconstrucción y crecimiento desde 1945” (50págs), y “Conclusión”
(20 págs)

Referimos el índice porque ilustra sobre la estructura y el sentido del estudio de Landes (cuyo subtítulo es
“Cambio Tecnológico y Desarrollo Industrial en Europa Occidental desde 1750 al presente”) y para apuntar a
un cierto ensamblamiento que hay entre su contenido y los capítulos en paralelo de B. Gille sobre la
Revolución industrial y las etapas posteriores. El autor francés analiza desde el ángulo de la historia de la
tecnología. Landes tiene un enfoque de historiador económico. En particular, la periodización de Landes

Desde la R.I. al presente coincide con la que hace Gille del mismo período desde su enfoque original de
los “Sistemas Técnicos”: “Revolución Industrial (1760-1860). Epoca moderna (1855-1940) y Contemporánea
(desde la II Guerra Mundial).

B. Gille: La Primera Revolución Industrial

Hacia fines del siglo XVIII se asiste a la creación de un nuevo sistema técnico, esto es, uno de los
elementos fundamentales de un nuevo crecimiento económico. El proceso se inicia en Inglaterra alrededor del
1780 y en Europa continental a partir de 1825 y hasta 1860.

Las técnicas nuevas, desarrolladas en el curso del siglo, se armonizan en una revolución técnica que se
incluye en la revolución industrial.

Antecedentes: Entre 1730 y 1750 aparecen elementos económicos favorables, después de la gran
recesión económica del segundo tercio del siglo XVII. A esto lo refuerza el agotamiento de ciertas materias
primas que estaban en la base del sistema técnico preexistente. En particular Inglaterra empieza a sufrir
escasez de las políticas coloniales: ahora se busca, más que sus materias primas, sus mercados de
consumo.
Todo ello promueve adaptaciones sucesivas, que debían conducir a un sistema técnico nuevo. Para que
las técnicas llegaran a un equilibrio satisfactorio entre ellas hacían falta invenciones e innovaciones en
cadena y su integración con otras que no habían cuajado en los sistemas técnicos precedentes.

Las concordancias: El sistema social acusa un incremento demográfico notable. En Inglaterra se


constata la siguiente evolución: 1700....5 millones, 1750....6,5 millones, 1800.....9 millones. Por baja de
mortalidad sobre todo hay crecimiento general en toda Europa durante el siglo XVIII. Se produce un cambio
en la distribución por edades favorables al rejuvenecimiento demográfico. Hay además, redistribución
profesional, en la que influye en Inglaterra la adopción del alambrado de los campos, que echa brazo a la
industria.

Se constata, en general, una fuerte recuperación económica, algo que siempre precede al establecimiento
de un nuevo sistema técnico.

Todo progreso técnico es factor de inversión; por eso, necesariamente debe haber antes acumulación.

Se nota enriquecimiento de tipo comercial en Inglaterra; de bienes raíces en Francia. La inversión se


traduce en cambios en el ordenamiento jurídico y en la creación de nuevos tipos de empresas y sociedades
anónimas.

En Inglaterra el progreso técnico es producto de hombres ya comprometidos con la producción. Las


invenciones son obra de empresarios, capataces, constructores de máquinas (Boulton, Watt, Wilkinson).

En Francia, retrasada, la política colbertista traía del extranjero las técnicas avanzadas. Turgot reclama
instrucción. Nacen las escuelas ingenieriles: Ponts et Chussées, del Ejército (Genie, Artillerie, Nvires), Ecole
des Mines. Los inspectores del Estado tienen fuerte papel como gestores del progreso técnico. En un mundo
industrial poco motivado por la innovación, la injerencia del Estado fue un factor decisivo. Se escriben
tratados técnicos. Diderot emprende la monumental Encyclopédie. Duhamel de Monceau, inspector de Marina
y espíritu verdaderamente enciclopédico, desarrolla una tarea gigantesca de promoción.

Inglaterra, pragmática, se fía de la tecnicidad de sus prácticos. Allí se produce un solo tratado técnico en
todo el siglo.

Influencia de la ciencia: Hay concomitancias e influencias recíprocas entre ciencia y técnica. La industria
textil no necesitó ciencia. La metalurgia se desarrolló antes de que Berthollet y Monge publicasen Etats du
Feu. La máquina de vapor se desarrolló antes que la teoría. Pero la industria química aprovechó a Lavoisier,
Priestley y Cavendish. Watt se sirvió de la Universidad de Glasgow y de Black en particular. Para la
construcción naval fueron decisivos los trabajos de Beronwille y Euler.

Pero en la mayoría de los casos la técnica permaneció como una actividad empírica, sin contacto
permanente y profundo con la ciencia.

Un progreso global: Avanza el maquinismo, el deseo de mecanización ya evidente en el Renacimiento


con los autómatas y los relojes. Se habían superado limitaciones que oponían los materiales disponibles. La
máquina de madera no podía ser más que una mala máquina.

Progresa la siderurgia, que permite materiales resistentes y más fáciles de trabajar. Aparece el acero au-
creuset, confusión de arrabio y hierro. Enseguida, la máquina-herramienta para trabajar el metal (la máquina
de alesar de Wilkinson, 1772), la de filetear.

El otro gran factor es la energía. La hidráulica obligaba a una localización fija, era irregular y tenía poca
potencia (2 a 10 mp). La máquina de vapor va a liberar de estas servidumbres. El carbón mineral sustituye al
vegetal.

El desarrollo previo de la ganadería y los cercamientos facilitan en Inglaterra el advenimiento de una


agricultura más tecnificada. Hay praderas artificiales y desarrollo cerealero. Nuevas razas bovinas y ovinas.
Se perfeccionan la siderurgia, se desarrolla la industria química y los textiles perfeccionan su maquinaria y
artefactos.

El Desarrollo: Aparece un nuevo espíritu, sensibilizado a lo técnico y lo económico. J.R. Say es el primer
economista que considera la relación entre disminución de costos y progreso técnico. Con respecto de la
“desocupación tecnológica” difiere de Sismondi (“la invención de una máquina nueva es favorable a la clase
obrera pero presenta el inconveniente, bastante grave, de cambiar la naturaleza de sus ocupaciones”).

En cuanto a la industria del transporte, se atraviesa el Atlántico en 1819 en 28 días. En 1844 el ingeniero
Brunel construye un barco de 1300 HP que lo cruza en 14 días. Stepenson pone en marcha el ferrocarril en
1814. Los ferrocarriles impulsan enormemente el desarrollo de la siderurgia y de las máquinas-herramientas
(fresas, tornos, alesadoras). Los ingleses son los pioneros absolutos.

Culminación del sistema técnico: Hacia 1850 culmina este nuevo sistema técnico fundado sobre tres
elementos esenciales:

a.- El empleo generalizado del metal, que destrona a la madera

b.- La máquina de vapor

c.- El carbón de pintura, que hace la unión de los anteriores.

Aspectos de la revolución técnica: Las consecuencias del progreso técnico son de dos clases :
cuantitativas y cualitativas. Aumenta la productividad, bajan los costos, aumenta la calidad. Obliga a la
normalización y la uniformización.

En la estructura de la producción se pasa de los pequeños productores artesanales o familiares a la gran


empresa concentrada. Hay inversiones crecientes, desplazamientos industriales, emigración de técnicos
(ingleses, sobre todo), al extranjero.

La adopción de un sistema técnico nuevo, en el país que sea, exige un encuadramiento general de
estructuras adaptadas, en todos los dominios. Existe una revolución industrial en la medida que todas las
estructuras se haces coherentes. Es difícil precisar los sectores que ha jugado el papel motor porque los
acontecimientos están imbricados unos en otros.

El Sistema Técnico de la Epoca Moderna

El sistema técnico de la época moderna, que está comenzando a desaparecer ahora, no ha sido bien
estudiado. Los historiadores económicos han estado un poco cegados por la revolución industrial del siglo
XVIII inglés y no advirtieron bien la mutación profunda que se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX.

Existió esta otra revolución industrial que creó entonces un sistema técnico muy diferente de aquel. A la
víspera de la primera guerra mundial habían sectores retardatarios pero operaban en medio de mutaciones
de los sectores más avanzados: el avión, el petróleo, las turbinas térmicas, el acero, la química orgánica, la
electricidad, representan un sistema técnico casi completamente nuevo en relación al que existía en 1850: la
máquina de vapor alternativa, el hierro, el carbón, etc. Se podría explicar por ello el comienzo de la
declinación de ciertas potencias económicas ligadas, como Inglaterra, al viejo sistema técnico y el arranque
rápido de otras economías como las de Estados Unidos y Japón, en las que el desarrollo coincide con la
aparición y adopción inmediata del nuevo sistema técnico.

La nueva revolución industrial se hace en dos etapas bien distintas. La primera (1855-1870) es un período
de adaptación económica y técnica. La segunda (1880-1900) vio los nuevos desarrollos donde se ubica el
nuevo sistema técnico.
Es un lugar común hay que pensar que el crecimiento o el desarrollo pasan necesariamente por el
progreso técnico. Dicho de otro modo, convendría plantearse la cuestión de saber si esta continuidad del
crecimiento, unánime y estadísticamente constatada, y que encontramos en todas partes sería compatible
con la permanencia de un sistema técnico, aun llegado a su último estadio de desarrollo.

¿No convendría más establecer el principio de que a un cierto estadio, y teniendo en cuenta un cierto
número de circunstancias sobre las cuales quizá no se ha insistido suficientemente, la prosecución del
crecimiento no sería posible sin cambio del sistema técnico? Y la noción misma de sistema técnico impone,
en cierta medida, una mutación global y no una serie de invenciones independientes unas de otras, progresos
técnicos parciales.

Cuadros y condiciones de una revolución industrial

Toda mutación técnica revela a la vez causas exógenas y causas endógenas. De ellas nacen la necesidad
y la posibilidad de la mutación. Más allá de las causas hay un encuadramiento, un contexto dentro del cual se
produce la mutación. Si no hay causalidad, hay convergencia concomitancia. Este es el entorno que
querríamos aprehender aquí.

En el siglo XVIII el aumento demográfico impulsó la aparición de un nuevo sistema técnico. En 1850 y
adelante el crecimiento en los países avanzados es infinitamente menor. Tasa de natalidad baja, maduración.
Pero esto se ve corregido por el aumento del volumen de consumo. Países ricos, consumen más. El aumento
gravita más en la demanda de productos industriales. En Francia el consumo per capita de algodón pasa de
1,7 kg en 1850 a 4,1 en 1900. Otro fenómeno que acreciente la demanda es la expansión de los mercados.
En 1869 se abre el canal de Suez. En China se penetra en 1800; en Japón en 1858-68. Se llevan a las
colonias europeas de Africa bienes de equipo y bienes de consumo. El resultado conjunto es igual –aunque
de otro sentido- que la expansión demográfica.

Las condiciones económicas no son menos esenciales. Es banal remarcar que el progreso técnico, que el
sistema técnico nueve, debe ser compatible con una cierta organización económica. En esta hay dos
elementos esenciales, la acumulación del capital y la dimensión de las empresas. El primero es notorio en
industrias como la automovilística y la eléctrica.

Hay liberalización del flujo de capitales y, por otra parte, reformas de las sociedades industriales y
comerciales en Europa entre 1856 y 1867. Se ofrecen al público nuevas formas de inversión. Las grandes
exposiciones industriales, a partir de la de 1851, traen el gusto de la técnica. Comienza la gran aventura
financiera e industrial. Se crean redes bancarias abiertas abastecidas; hay una verdadera explosión bancaria.
Se producen concentraciones de empresas.

Las mutaciones no son realizables sino en la medida en que los espíritus se inclinan a ellas. Después de
1850 se evapora el romanticismo; lo sustituye el espíritu industrialista. Hombres nuevos se han formado en
las escuelas de ingenieros; el sentido de la enseñanza se ha modificado. En Francia atribuyen los éxitos
ingleses al nivel general de la cultura de su clase obrera y así se insiste en la educación elemental (ley
Guizot, 1833). Hay una extraordinaria difusión de los conocimientos científicos y sus aplicaciones técnicas.
Bessemer se nutrió de esas enciclopedias. En Estados Unidos, Francia. Pelton y Cramme atesoran
conocimientos científicos al lado de sus habilidades técnicas.

Hay un dominio importante que se sitúa a mitad de camino entre ciencia y técnica: el de las medidas.
Creados los instrumentos para el científico, se hacen indispensables para el técnico. Se inventa el calibre a
tornillo y el vernier circular de Palmer. Los aparatos de medición son indispensables par ala producción en
serie.

Las relaciones entre ciencia e industria y ciencia y técnica para la formación de técnicos varía en nivel
según las técnicas y según las ciencias. Se pueden distinguir tres niveles: uno elemental, en que las
relaciones son difusas, otro, en el que la técnica tiende a darse una lógica científica; un tercero, donde los
intercambios recíprocos son numerosos y constantes.

Hay numerosas técnicas donde el nivel científico es bastante bajo. Hunter ha señalado los
perfeccionamientos sucesivos de la turbina hidráulica, que se hicieron de una manera típicamente falsa, pero
su ignorancia no le impidió al éxito. Un manual expresaba en 1850: “Las sabias investigaciones teóricas no
nos han aportado mucho para la mejora de las artes mecánicas en este país” “Para la mecánica práctica,
ningún progreso es debido a los hombres de ciencia”. Se ponía sobre ellos la intuición o el genio del inventor.
Hacia mediado del siglo XIX se produce en nacimiento de una verdadera tecnología, es decir, la exposición
racional de las operaciones técnicas, como de los instrumentos utilizados. Las “descripciones” son
abandonadas en provecho de los “tratados”. La enseñanza técnica se transforma profundamente. En Lowell
(E.U) se crea un centro de ensayos comerciales para las turbinas. Se descubre el tungsteno y el manganeso
para fabricar aceros especiales. Los progresos de la metalurgia científica fueron los más sensibles. Se crean
métodos de investigación, como la metalografía microscópica. Aparece una tecnología científica de la
metalurgia del hierro y sus aleaciones.

La metalurgia científica es el mejor ejemplo de la evolución fundamental. En la medida en que esta


tecnología de la siderurgia se hace de más en más científica, la invención no puede más ser fortuita: se busca
para una innovación bien determinada. El empresario anticipa sobre una situación futura. No puede menos
que instalar un laboratorio para realizar sus sueños. Instalar el laboratorio en la fábrica, y orientas, según una
lógica científica, la investigación técnica. Los establecimientos Holtzer en 1867 instalan a Boussingnault para
poner a punto los ferrocromos en1877. Hay infinidad de ejemplos parecidos.

Nos haría falta una historia exacta y detallada tanto desde el punto de vista científico como desde el punto
de vista técnico, sobre estos laboratorios de fábrica, sus resultados, sus métodos, su política de investigación,
para apreciar de un modo pertinente el sentido de las relaciones entre ciencia y técnica. Y esto para cada una
de las industrias.

A medida que se avanza, la técnica se convierte verdaderamente en una prolongación de la ciencia. La


puesta a punto de una turbina vapor y sus perfeccionamientos sucesivos son tanto aplicaciones de la teoría
termodinámica como de la mecánica de fluidos. Serían fáciles de determinar de manera precisa en las
diferentes técnicas las zonas de lo que se podría llamar la constricción científica.

Es desde luego dentro de todo ese contexto importante para comprenderla que va a producirse la
mutación. técnica. Conviene señalar en este punto del análisis, la convergencia exacta entre técnica y
economía.

Lo hemos ya entrevisto: un crecimiento continuo exigía naturalmente aun cierto nivel, esta mutación
técnica. Es que, en efecto, los sistemas técnicos tienen límites, y si la presión de las necesidades continua
haciéndose sentir, y de manera creciente, deviene necesaria una mutación técnica. Se podría observar, en el
interior del sistema técnico en uso a mediados del siglo XIX un cierto número de tensiones de naturaleza
diversa.

A un crecimiento de la demanda debe responder un crecimiento de la producción. El primer problema es


entonces de cantidades. Pueden ser obtenidas cantidades superiores sin modificación de las técnicas, por
desarrollo de las empresas y por multiplicación de su número. Hace falta que ello sea posible, lo que no es
siempre el caso si se consideran los factores de producción (aprovisionamiento de materias primas, reunión
de la mano de obra, inversiones de más en más considerables). Toda técnica dada impone límites de utilidad
marginal a diversos factores de producción.

Tenemos el ejemplo de la producción de arrabio, que aumenta entre 1850 y 1913 así: Francia: 561-4464
ton. met. ; Alemania: 245-14836; Inglaterra: 2716-9792. Si no hubiese habido una mutación técnica se hubiera
tenido que multiplicar el número de altos hornos por 9 en Francia, por 60 en Alemania. Las cifras hacen
aparecer las diferencias en la demanda de innovación, según los diversos países.

Los problemas de costos deben ser estudiados con no menor atención. Todos sabemos que el ideal es
producir más a costos menores. Pero para esto hay límites en el sistema técnico.

4El historiador debería estudiar las tensiones que se manifestaban a mediados del siglo XIX o las que
pudieron haberse manifestado de no haber habido una mutación técnica; y cómo se respondió a los llamados,
perfeccionando las técnicas antiguas o adoptando procedimientos nuevos. Pero esto es por ahora sólo un
anhelo.

La situación de la energía (límites de la energía hidráulica), los límites técnicos y económicos de la


máquina de vapor, las necesidades de los ferrocarriles, las del transporte marítimo... Se podrían multiplicar los
ejemplos de límites de ruptura entre el sistema técnico existente y el sistema técnico deseable. El progreso
económico pasaba necesariamente por el progreso técnico; éste no podía ser sino el pasaje de un sistema
técnico a otro sistema técnico.

Las grandes mutaciones


Harían falta volúmenes para describir todos los elementos del nuevo sistema técnico establecido entre
1850 y 1900 en dos grandes etapas, y sus prolongaciones, quizá gracias a la primera guerra mundial, hasta la
gran crisis de 1929.

El motor de combustión interna, cuya patente obtuvo el belga Lenoir en 1860 fue el primero. Mejorado en
el motor a cuatro tiempos de Beau de Rochas en una teoría que recoge la termodinámica de Carnot, Joule,
W. Thomson y Clausius. El alemán Otto, ayudado por Daimler, quien inventa el carburador. Concebido como
productor de energía de la pequeña industria a domicilio, vino a ser, desde 1829, el instrumento esencial de
un nuevo modo de transporte, el automóvil.

La turbina a vapor, el motor eléctrico (Siemens), la dínamo (Gramme). El problema de la energía estaba
totalmente transformado.

En acero (Siemens, Martin, los Gilchrist), en la revolución química, la aparición del petróleo, la adopción de
la turbina a vapor en la navegación, la aviación (los Wright), la organización del trabajo (Taylor)...

Un balance hacia 1914 mostraría que el nuevo sistema técnico poseía en casi todos los dominios
posibilidades de desarrollo a menudo considerables. Ejemplos concretos: el automóvil, la aviación, el
telégrafo sin hilos, las instalaciones eléctricas, las hidráulicas. Todas eran susceptibles de amplios progresos
antes de alcanzar sus límites.

B. Gille: Hacia un sistema técnico contemporáneo

Aplicando al presente los esquemas que hemos utilizado desde el principio, hay que buscar en primer
lugar las razones por las cuales el sistema técnico precedente –el que justamente acabamos de describir- no
era más viable, al menos en ciertas condiciones. Habría enseguida que distinguir en el conjunto de las
técnicas algunas mutaciones mayores. De estas innovaciones mayores habría que pasar a las aplicaciones
industriales y marcar todas las transformaciones que fueron sus consecuencias.

El pasaje de la invención a la innovación es hoy infinitamente más rápido que lo que había sido en el siglo
XIX y en la primera mitad del siglo XX. Los problemas desbordan sobre los planos económico y social. Ya no
es sólo una fracción de los políticos la sensible a los problemas de la técnica. Son las poblaciones enteras
que se preocupan por los diversos aspectos de las mutaciones técnicas. Las reacciones se cristalizan en dos
actitudes contradictorias: temores de unos y esperanzas de otros.

¿Porqué el sistema técnico precedente no era más viable? Aunque no hay acuerdo sobre las modalidades
de aparición de un nuevo sistema técnico, podemos constatar en el mundo contemporáneo tres fenómenos
mayores:

1) La gran crisis de las economías occidentales de 1929¿1931. Se puede suponer que, ante una demanda
que fue muy fuerte entre el fin de la primera guerra y el crack de Wall Street de 1929, la técnica no fue capaz,
a la vez en cantidad y costos, de responder a este crecimiento tan vivo. (Ejemplo: 31 millones de ton. de
acero en 1913 en E. Unidos; 57 millones en 1929). El nylon, el avión a reacción y la penicilina fueron creados
entre 1930 y 1940.

2) El segundo fenómeno es la guerra misma. Las mutaciones que trajo fueron inmensas, incomparables con
las de la primera guerra; durante ésta, como vimos, el sistema técnico tenía todavía posibilidades de
desarrollo. No así en 1940.

3) El tercer fenómeno es el enorme crecimiento de la demanda en los países avanzados. Ante una demanda
explosiva, ya lo hemos visto, la única solución es el nuevo sistema técnico. Más allá de la demanda, la
competición entre los dos grandes sistemas políticos mundiales. La competición técnica, tanto sobre el plano
industrial como sobre el de prestigio, contribuyó al desarrollo de numerosas técnicas nuevas.

El Siglo XX y algunos ejemplos

Los historiadores reconocen la dificultad para escribir la historia del presente. Landes marca lo difícil que
es ver correctamente lo que estaba ocurriendo desde la II Guerra y sobre todo, cuál es la línea de los
acontecimientos. Escribiendo a fines de los 1960 se refiere cómo los disturbios de 1968 sirvieron para
recordarnos la primacía de lo político y la fragilidad de las expectativas humanas.
Yendo a los específicamente relacionado con la tecnología es útil repasar las observaciones de N.
Rosenberg

Observa una tendencia unificadora a partir de 1860: que una creciente proporción de cambio tecnológicos
han dependido de avances anteriores en el conocimiento sistematizado, aportó una más profunda
comprensión de las fuerzas de la naturaleza y el universo físico. Este desplazamiento de la actividad inventiva
desde una industria basada en lo empírico hacia una más nueva basada en la ciencia es clara en las
estadísticas de patentes. El número creció entre 1916 y 1945 principalmente en las relacionadas con la
química y la física.

La tecnología basada en la máquina que surgió en el siglo XIX era poco deudora del conocimiento
científico. Usher señaló su calidad de esencialmente empírica y aplicada en E.U. sobre todo a productos
estandarizados: armas de fuego, relojes, máquinas de coser, implementos agrícolas, bicicletas, etc. Las
habilidades y técnicas fueron difundidas por la industria de máquinas-herramienta. Esto siguió en el siglo XX
pero con nuevas fuentes sucesivas: química, eléctrica, electrónica, biológica y nuclear. El contraste entre lo
nuevo y lo viejo es notable en la producción de hierro y acero, o metalurgia en general.

El progreso técnico en metalurgia, una actividad que es fundamental para la habilidad del hombre como
animal tool-making y tool-using, siempre se basó en procedimientos de ensayo y error. Desde los hititas, 2000
años antes de Cristo se fabricó hierro sin tener conocimientos sobre oxidación y reducción. Recién en 1774
se reconoció el rol del carbón en las propiedades del hierro. Los experimentos exitosos de Bessemar para
fabricar acero (1856) ignoraron su dependencia del uso de un mineral fortuitamente carente de fósforo.
Fueron Thomas y Gilchrist químicos, quienes en 1878 dieron con el procedimiento correcto. Pero se
necesitaron las técnicas del microscopio con uso de luz reflejada para entender las microestructuras del
acero, que avanzó todavía más con la difracción de rayos X aplicada al estudio de los sólidos.

La metalurgia se integrará en una ciencia de los materiales en base al hallazgo de Mendeleiev y su tabla
periódica que permite comprender las propiedades de los elementos y aún predecir su existencia. La
revolución del conocimiento en ciencia de materiales del siglo pasado estuvo basada en una profundización
de nuestro conocimiento de las reglas generales que determinan cómo átomos y moléculas se combinan
juntos

En grupos progresivamente más grandes y complejos. Así es posible crear materiales sintéticos y esta es
la base de una potente industria de nuestro siglo, la de los polímeros orgánicos. La producción de polímero,
por ejemplo, requiere una teoría adecuada de las estructuras moleculares, y una apreciación completa de la
complejidad de ellas requiere una colección altamente sofisticada de instrumentos –equipo de rayos x por
difracción, la ultracentrífuga, microscopio electrónico, viscómetro, etc.- Similarmente, los avances de la
electrónica después de la II guerra – la revolución de la tecnología de los semiconductores en 1947-48 con el
desarrollo del transistor, el reemplazo del tubo al vacío por el transistor, la aplicación de semiconductores al
procesamiento electrónico de datos, fueron dependientes no sólo de técnicas complejas de instrumentación

Sino también del desarrollo de la mecánica cuántica en los 1920. Porque la mecánica cuántica dio la teoría
esencial que hizo posible entender los determinantes de la conductividad eléctrica en términos de la
estructura atómica de los sólidos cristalinos. La tecnología avanzada depende tanto del desarrollo de la física
del estado sólido como para que la NSF se refiere a ello diciendo: “La física del estado sólido es
indispensable en numerosos desarrollos técnicos, como computadoras, reactores nucleares, electrónica,
materiales de comunicaciones y lasers”.

Para dar un ejemplo más, la revolución del conocimiento sobre la agricultura ha sido, de muchos modos,
similar a sus efectos sobre los materiales. La genética moderna, que proveyó las bases teóricas para el
cultivo de plantas y la crianza de animales que están en la base del crecimiento de la producción agrícola,
nació con Mendel en los 1860 pero produjo sus revolucionarios resultados en el siglo XX. La fuerza de trabajo
en la agricultura americana era del 63 por ciento en 1840 y bajó al 8 por ciento en 1960. La mecanización ha
sido otro factor importante.

Rosenberg cierra su capítulo con una alusión al computador, en mérito no sólo a que ha sido responsable
por tantos cambios en la conducta y organización de la actividad económica sino también porque su historia
ilustra sobre las constricciones que influyen en el timing y dirección de la actividad inventiva. Babbage había
concebido hace cien años los aspectos principales del computador moderno pero no pudo realizar su
invención a causa de la inhabilidad de la tecnología de su tiempo para suministrarle los componentes y
métodos que eran indispensables para el éxito de la máquina. Ahora que el computador electrónico es una
realidad, su velocidad y capacidad para el procesamiento de datos hacen posible nuevas direcciones para la
investigación científica, que a su vez hacen avanzar el conocimiento científico en muchas direcciones que no
hubieran sido posibles sin su asistencia. Así, no sólo la ciencia contribuye al avance de la tecnología sino que
las mejoras en la tecnología son, en retorno, críticas para el mayor avance de la ciencia. Es curioso qué poca
atención ha merecido esta última relación. A pesar de que las contribuciones de la ciencia a la tecnología han
sido extensamente estudiadas y catalogadas, las contribuciones inmensamente significativas de los avances
de la tecnología al desarrollo de la ciencia han sido tratadas negligentemente

You might also like